Fanny Esquivel González

“Diversos acercamientos a la persona de Teresa: Literatura” Una mujer vanguardista desde una vida “plenamente humana y toda de Dios” “…el escribir despierta el sentido de voluntad de la voluntad: libertad ruptura con el medio de la historia empírica a la vista de un acuerdo con la esencia oculta de lo empírico, con la pura historicidad. Querer-escribir y no deseo de escribir, pues no se trata de afección sino de libertad y de deber…” (Derrida, J.)

Para abordar la literatura teresiana requeriría hacerse desde distintos aspectos, ya como testimonio histórico, por ser el resultado de las condiciones sociales de una época (Renacimiento español) ya por sus valores morales y estéticos que contribuyen a crear una conciencia crítica y a generar sensibilidad o bien por la valentía de Santa Teresa para incursionar intelectualmente en una sociedad excluyente; sin embargo trataremos de dar una sencilla pincelada a su dimensión literaria.

Retrotrayéndonos en el tiempo, vale la pena recordar que si bien

el Renacimiento se

caracteriza por el renacer de la cultura, el antropocentrismo, la Contrarreforma, la ascética como una de las formas de literatura religiosa que pretende el desarrollo de la vida espiritual por el camino del esfuerzo, la literatura mística que incluye necesariamente a la ascética y tiene que ver con las obras escritas como expresión religiosa, proveniente de al unión del alma con Dios; época de grandes avances científicos, y el nacimiento a la modernidad; también es una época en donde el hombre tiene bien definida su identidad y su papel en la sociedad como príncipe, guerrero, conquistador, pintor, escritor, comerciante, clérigo, etc.,

en tanto que “las mujeres, muy pocas veces desempeñaban estos papeles, y, cuando lo hacían, eran otros aspectos de su existencia los que las definían. Podían ser madres, hijas o viudas, vírgenes o prostitutas, santas o brujas” (K. M “La mujer en el Renacimiento”)

Es precisamente en este contexto en el que la figura de Teresa de Ávila emerge como escritora.

La condición de mujer haría que su quehacer literario fuese arduo en una época

en la que se consideraba que “Promover a una mujer... repugna a la naturaleza, insulta a Dios, es algo de lo más contrario a su voluntad revelada... es la subversión del buen orden...”(La visión de la mujer. Literatura de los Siglos de Oro) Santa Teresa tendría que encontrar en su propio “Castillo interior” la fortaleza necesaria no solo para encontrar su propia libertad sino para aportar a

una sociedad renacentista que se encaminaba hacia un humanismo

antropocéntrico masculino y trascender su época a tal punto que quinientos años después, nos encontramos hoy aquí, nutriéndonos de un legado cultural, proveniente de “una vida toda de Dios y plenamente humana” ( P.P. Avisos espirituales). Sólo una persona como Teresa de Ávila, realista pero soñadora, de su tiempo pero adelantada a su época, ubicada en las corrientes de pensamiento pero con ideología propia, podría incursionar en una utopía de tal magnitud para hoy ser reconocida como “ la maestra que no tuvo miedo a salirse del guión establecido para escribir párrafos de vanguardia eclesial, sorteando con audacia a los guardianes de la ortodoxia y a quienes tienen miedo de dar un paso al frente ante la novedad que siempre trae el Evangelio”(V. N. Mujer de vanguardia hoy).

La vocación literaria de Teresa de Ávila se remonta a su infancia; es de común conocimiento el hecho de que desde niña se nutrió de obras literarias de diversa índole; vida de los santos libros de caballería, así lo dejaría escrito: “Era mi padre aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos. Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años…”(Libro de la vida); estas lectura y sus inquietudes intelectuales irán forjando su talante de escritora, su integridad psicosocial y espiritual, iluminado por un horizonte de valores trascendentales producto de su entorno

familiar, pero en esencia de su convicción y profundo deseo de

libertad. Así, la creación

literaria de Teresa de Ávila será el resultado del desarrollo de la conciencia sensible desde la lectura, la observación, la contemplación, la meditación, el autoconocimiento y la oración en medio

de las prohibiciones de la sociedad renacentista española, con obras como Camino

de perfección , dirigido a sus compañeras; El libro de su vida, escrito por mandato de su confesor, en donde relata su desarrollo espiritual; el Libro de las fundaciones, relacionado con la reforma de su Orden; Las moradas o castillo interior, tratado doctrinal de sus experiencias místicas.

Poemas

como Al nacimiento de Jesús, Alma buscarte has en mí,

Coloquio

amoroso, Nada te turbe, ¡Oh hermosura que excedéis!, Vivo sin vivir en mí, Vuestra soy, para vos nací, e innumerables cartas dirigidas a diversos destinatarios que van desde sus amigos más íntimos, sus compañeras, confesores, hasta el propio rey Felipe II.

En Castillo interior, una de las obras más representativa de la literatura teresiana y obra cumbre de la literatura del Siglo de Oro español, a partir de cada morada y capítulo, la escritora nos va adentrando por el profundo y utópico camino de la perfección en donde el autoconocimiento, la voluntad y la oración son esenciales para hacer todo el recorrido y llegar a la etapa final unitiva del alma con Dios. “Trata de mercedes grandes que hace Dios a las almas que han llegado a entrar en las séptimas moradas …”(VII M)

Desde ese "Conocimiento experimental de la presencia divina, en que el alma tiene, como una gran realidad, un sentimiento de contacto con Dios"( Pardo, J.E. Siglo de Oro), las vivencias místicas de Santa teresa se funden con su vocación poética de tal manera que vierte la “aprehensión de Dios y la realidad captada”( Pardo, J.E. Op.cit..), ya sea mediante la palabra simple, sencilla y cotidiana o

valiéndose de diversos retruécanos, juegos de palabras,

metáforas, comparaciones y símbolos,

en textos

de

gran

riqueza semántica, honda

sensibilidad y una claro sentido de vida: El camino a la perfección fundamentado en el amor a Dios desde una vida plenamente humana; vida de alegría y dolor, de sueños hechos realidad, de propósitos concretos, de servicio y entrega, de renuncia y humildad, de desasimiento y renacimiento.

En “la actividad de santa Teresa como emisora de un mensaje de

características literarias… la lengua es exprimida en todas sus posibilidades de expresión y comunicación” (German Vega García) para lo cual en muchas ocasiones deberá valerse de estrategias retóricas que le permitan una liberación comunicativa como se puede apreciar en el siguiente pasaje: “Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres… ¿No basta, Señor, que nos tiene el mundo acorraladas e incapaces para que no hagamos cosa que valga nada por vos en público ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez, y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán, y en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa”(Camino de perfección). Después de esta simple pincelada sobre la dimensión literaria de Santa Teresa de Cepeda y Ahumada, podemos concluir con German Vega García que su dimensión como escritora “no es un apéndice de su verdadera significación como persona o como espiritual, sino que constituye algo consustancial. Sin literatura no sólo no habría podido explicar y contagiar su experiencia…es que ni siquiera ella misma la habría comprendido…sus profundas vivencias eran aprehendidas desde instancias literarias”; vivencias espirituales como la visión de “ ese resplandor infuso, que da deleite grandísimo a la vista y no la cansa, ni la claridad que se ve para ver esta hermosura tan divina... Es como ver un agua clara que corre sobre cristal y reverbera en ello el sol… Es luz que no tiene noche, sino que, como siempre es luz, no la turba nada. (Libro dela Vida). Este pasaje como muchos otros, y como toda su obra llevan a pensar que más que por mandato de sus confesores o ruego de sus monjas, Teresa escribió por placer, por disfrute y sin duda, por una auténtica convicción; a muy temprana edad comprendió su función como agente social en un mundo de hombres; desde un ámbito cultural trabajó incansablemente por su propia dignidad, consolidándose como una mujer con ideología propia, genuinamente vanguardista, para quien el amor a Dios, la oración, fe, el estudio, la reflexión y literatura son consustanciales a su vida.

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

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