CORTES GENERALES

DIARIO DE SESIONES SENADO X LEGISLATURA

Núm. 228

4 de noviembre de 2013

COMISIÓN DE CULTURA PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª MARÍA GÁDOR ONGIL CORES Sesión celebrada el lunes, 4 de noviembre de 2013 ORDEN DEL DÍA Comparecencia del editor y administrador de EDHASA, D. Daniel Fernández Gutiérrez, ante la Comisión de Cultura, para informar en relación con la materia «Sector editorial y nuevas tecnologías». (Núm. exp. 715/000233) Autor: COMISIÓN DE CULTURA Comparecencia del Profesor Titular de Derecho Mercantil de la Universidad de Salamanca, D. Fernando Carbajo Cascón, ante la Comisión de Cultura, para informar en relación con la materia «Sector editorial y nuevas tecnologías». (Núm. exp. 713/000488) Autor: COMISIÓN DE CULTURA Debatir – Moción por la que se insta al Gobierno a que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte firme con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha el oportuno convenio de transferencia de la gestión del nuevo edificio y del servicio del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara. (Núm. exp. 661/000100) Autor: GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA

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4 de noviembre de 2013 Se abre la sesión a las dieciséis horas y cinco minutos.

La señora PRESIDENTA: Buenas tardes, señorías. Pido disculpas por el retraso, pero me he equivocado y he ido a otra sala, por la inercia de ir siempre a la Clara Campoamor y hoy estábamos en la otra punta de la casa. COMPARECENCIA DEL EDITOR Y ADMINISTRADOR DE EDHASA, D. DANIEL FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, ANTE LA COMISIÓN DE CULTURA, PARA INFORMAR EN RELACIÓN CON LA MATERIA «SECTOR EDITORIAL Y NUEVAS TECNOLOGÍAS». (Núm. exp. 715/000233) AUTOR: COMISIÓN DE CULTURA La señora PRESIDENTA: Empezamos la Comisión de Cultura del día de hoy con el orden del día establecido. En primer lugar, quiero agradecer, en nombre de toda la comisión, la presencia del editor y administrador de Edhasa, don Daniel Fernández Gutiérrez, que ha tenido la amabilidad de aceptar nuestra invitación, para que, siguiendo la línea de lo que venimos haciendo en las últimas comisiones, informe en relación con la materia del sector editorial y las nuevas tecnologías. Supongo que ya le han adelantado un poco el formato: usted tiene una intervención de alrededor de veinte minutos; luego intervendrán cada uno de los portavoces de los distintos grupos parlamentarios y, finalmente, tiene usted otro segundo turno, de unos diez minutos, para contestar a cualesquiera de las preguntas que le hayan hecho los portavoces. Cuando quiera tiene usted la palabra. El señor EDITOR Y ADMINISTRADOR DE EDHASA (Fernández Gutiérrez): Gracias, señora presidenta. Señorías, primero les aviso: no he traído un discurso escrito porque se atribuye a Shakespeare aquello de que la improvisación siempre es mejor aunque también a Shakespeare se le atribuye que la improvisación hay que prepararla, con lo cual algunas notas sí he traído. Por otro lado, es la primera vez que uno está en el Senado —que fue antiguo convento, por si alguno de ustedes todavía no lo sabe— y la verdad es que la experiencia para mí también es nueva, con lo cual disculpen los errores que pueda cometer aquí. Por lo demás, creo que me habrán traído, por la lista de algunos comparecientes, en parte como reliquia de un tiempo que se extingue, porque me parece que en el siglo XX ya formaba parte de un editor del siglo XIX y ahora en el siglo XXI ya soy una antigualla de hace dos siglos y respondo —y mi editorial responde, disculpen la pausa publicitaria, luego se la coloco un poco más— a pautas de editorial literaria independiente que publica narrativa y ensayo fundamentalmente y, por tanto, aquello que parece que está destinado a morir en este tiempo nuevo. Como les digo, como soy una antigualla del pasado, vamos a hablar de la primera revolución tecnológica importante en el mundo del libro, que no es la actual sino que, con permiso de ustedes, nos vamos a 1450 y vamos a hablar inevitablemente del amigo Gutenberg. Johannes Gutenberg, de Maguncia, inventa —no me extiendo en ello— la imprenta de tipos móviles y eso supone una revolución. Imprime La Biblia de 42 líneas y eso supone una revolución. Imprime La Biblia de 42 líneas y, nota al margen, se arruina por completo y los que hacen dinero son su socio y prestamista, Johan Fust, y el sobrino de Fust que es Peter Schöffer. El pobre Gutenberg muere arruinado y aunque ahora tenga estatuas en Maguncia y demás, su invento no le sirvió para vivir; murió en la indigencia más absoluta. ¿Por qué les digo que es una revolución tecnológica? Porque, como saben —apropiado en el Senado exconvento—, el saber se transmitía por los manuscritos que copiaban los monjes en los distintos monasterios y, de repente, aparece un sistema en el cual el artesano impresor, que al mismo tiempo hace su propio papel, le pone su marca de agua, etcétera, puede reproducir rápidamente muchos textos en lo que ahora llamamos un libro; ya no son pliegos sueltos de cordel, ya es otra cosa. A Gutenberg no le funcionó la historia, pero les digo que es una revolución tecnológica muy importante. Esto tiene que ver con una taxonomía de la historia del libro y les aseguro que ya no les doy mucho más la paliza con estas cosas. Llamamos incunables a todos los libros que se imprimieron antes del 1500 —si somos puristas, antes de la Pascua de 1501 porque era cuando entonces empezaba el año—, pero en general se llama incunables a todos los libros impresos antes del 1500. Hay un error común que es creer que son incunables porque no tienen cuna y no es así. Este incunable viene, evidentemente, de incunabulae y, por tanto, en la cuna; es la cuna de la imprenta, son los primeros tiempos y esa cuna de la imprenta son

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estas primeras imprentas que retoman el invento de Gutenberg. Entre 1450 y 1500, los eruditos nos dicen que hay 1200 imprentas en Europa. De hecho, algunas empiezan a llegar a América Latina gracias precisamente a nuestro país o a esa vieja España. Hay imprentas en 260 ciudades y se imprimen, que sepamos hasta ahora, más de 35 000 libros catalogados, con lo cual, y con esta perspectiva histórica —por eso empezaba con ello—, la revolución tecnológica que supuso la imprenta de Gutenberg en apenas cincuenta años deja en mantillas a la revolución tecnológica de Internet. Es decir, si el libro se consolidó en esos cincuenta años y se convirtió en una cosa que se extendió por todas partes y en la forma básica de transmitir conocimiento, cultura y también sueños, ilusiones y fantasías —y ahí aparece la novela, etcétera—, pues permítanme que les diga que esta revolución tecnológica que ahora vivimos deberíamos ser capaces de superarla. La duda está —supongo que para eso también me han convocado ustedes— en qué deberíamos hacer para que, al final de esta revolución tecnológica, España, su lengua, sus distintas lenguas además, siga teniendo un papel predominante en la producción de libros y en la industria cultural asociada. Eso es un poquito más complicado y además probablemente estamos perdiendo la batalla y eso también se lo digo. En 1472 se publica el primer libro español, Sinodal de Aguilafuente, de Johannes Paris de Heidelberg, por si les interesa, y ya en 1478 La Biblia de Valencia y Los dotze treballs de Hèrcules, para demostrar también que el catalán está funcionando. ¿Por qué les decía yo que este es el origen de la primera revolución tecnológica del mundo del libro? Porque ahí aparece una figura que efectivamente es la figura del editor. Este editor, que ha durado prácticamente estos 500 años, es una figura que en principio es un impresor, un impresor artesano, pero, tal y como nos enseñó el marxismo, sobre todo el joven Marx, el editor se apropia los medios de producción. Descubre que hay autores que lo que quieren es publicar su libro, incluso sin cobrar —eso cada vez pasa menos, pero en tiempos pasaba—, que hay mecenas que están dispuestos a poner dinero y que si él hace unas cuantas copias más de las que el autor quiere para sus novias, familiares, parientes y amigos, las puede vender y consigue acumular el beneficio. Además, hay un tipo de editor que ejemplifico en un editor italiano que es Aldo Manuzio —Teobaldo Manucci o Aldus Pius Manutius en su nombre latino— que en Venecia —y se lo digo también rápidamente— empieza a imprimir sus libros con lo que ahora llamaríamos un logotipo y un lema. Los empieza a imprimir con un ancla y un delfín; Ancora y Delfín era una vieja colección de Editorial Destino y una vieja librería de Barcelona que ya no existe, por desgracia. ¿Por qué el ancla y el delfín? Porque el editor debía ser firme como un ancla, para estar anclado al pasado y al conocimiento, pero veloz y sagaz como el delfín para encontrar siempre las nuevas ideas y los nuevos intereses de ese público al que se dirigía. Además imprime sus libros con un lema que es Festina lente —apresúrate despacio—, que también es un buen lema para políticos y editores; lo de apresúrate despacio siempre viene bien. Festina, ya saben, era apresúrate, no solo era una marca de relojes. Bien, pues ese tipo humano, ¿qué ha encontrado? Ha encontrado una forma de hacer negocio basada en la cultura con la que, además, está enarbolando una bandera —la bandera de su imprenta, la bandera de su catálogo, la bandera de su editorial— y lo que está empezando a hacer es precisamente eso, construir un catálogo editorial que es en parte la biografía del propio editor, en parte su catálogo comercial y en buena medida aquello que lega a las generaciones futuras. Eso pervive durante los siglos XVIII y XIX. Aparecen los medios de comunicación, la alfabetización se extiende, el negocio es cada vez mejor, llega a más lugares, pero en realidad ¿qué es lo que nos sucede? Lo que nos sucede es que el editor se convierte en esa figura supuestamente glamurosa, interesada por el dinero, evidentemente, que se ha apropiado de los medios de producción de los autores y, al mismo tiempo, de alguna forma es el cliente básico de la imprenta y domina precisamente con sus catálogos lo que les decía, el libro, que, sin duda, ha sido la forma de transmitir el saber esencial de Occidente. Los cambios prácticamente son inexistentes, son de aglomeración y de gran conglomerado. Les diría —y ahí empezamos a meternos en la materia que nos ocupa— que hacia 1980, por decirlo también de forma un poco arbitraria, empieza una concentración ajena a lo que hasta entonces había sido el mundo editorial. Las editoriales empiezan a verse, en el mundo anglosajón sobre todo, convertidas en parte de grandes conglomerados multimedia. Eso tiene su influencia económica y su influencia cultural, ¿por qué? Porque una de las características de esos conglomerados multimedia donde hay periódicos, revistas, radios, televisiones, editoriales, etcétera —todo tipo de papel impreso y, en realidad, todo tipo de comunicación—, aunque solo sea para decirlo muy rápidamente, es que ya no responden al deseo de beneficio, siempre legítimo del empresario pero escueto en el caso de los editores y bastante más notable en el caso de los grandes grupos multimedia. Por ponerles un ejemplo muy sencillo, cuando yo empecé en este oficio, hace ya treinta años, una editorial

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se consideraba bien gestionada si tenía un beneficio bruto del 5, 6, 7, 8% como máximo. Evidentemente, cuando hablamos de los grandes grupos multimedia se le exige a una editorial que esté dando beneficios del 15 al 25% y eso forma parte de estar en bolsa y del mundo de la relativa especulación y acumulación de dinero que ya conocemos. Es en ese mundo donde, por otro lado, tampoco pasa algo demasiado distinto a lo que pasa, qué se yo, en el mundo del cine con las concentraciones de las majors, etcétera. Sí hay una cierta reducción cultural y yo creo que es uno de los peligros de todo esto porque evidentemente las apuestas que se hacen entonces son: vamos a publicar aquellos libros que se venden seguro. Eso significa una cierta desertización cultural. Bueno, pues es en ese mundo donde acaba llegando el libro digital; el libro digital que, en principio era simplemente un cambio de soporte pero que, evidentemente, ha significado un cambio en las relaciones económicas, en la forma de editar, publicar y producir y un cambio, sobre todo, como dicen los sajones, en los players, en los jugadores que participan de este mundo; de forma muy clara, porque el libro digital lo que ha supuesto básicamente —el libro digital, el libro electrónico o como ustedes quieran— es leer libros en una pantalla y sería el primer gran cambio de soporte, el primer gran cambio tecnológico que nos aleja efectivamente de Gutenberg. Nos aleja tanto de Gutenberg —y es uno de los temas en cuestión— que hasta la legislación europea, Bruselas, considera —nuestra legislación también— que no está sujeto, como saben ustedes, a los mismos impuestos; tiene un IVA distinto del 21% porque se supone que no está serializado de la misma forma y que, por tanto, la economía de costes efectivamente es distinta. Lo es, cambia todo, cambia la distribución. Nunca puede uno lamentarse demasiado por las cosas perdidas, pero evidentemente sí es cierto que estamos en un momento en que cierran librerías, cierran editoriales, cierran distribuidoras y parece un cierto fin de época y los players, como decíamos, son otros: son Amazon, Google, Apple. Luego, si quieren, nos podemos fijar un poco en cada uno de ellos. Para decirlo muy rápidamente, Apple vende hardware, lo que quiere es monopolizar todos los contenidos que pueda pero vendiéndolos, respetando derechos de autor —en este sentido es el menos agresivo—. Google, sin embargo, vende conocimiento y contenidos y no tiene ningún respeto por los derechos de autor. Yo, que soy el representante español en la Unión Internacional de Editores, entre otras cosas, hace poco fui a los cuarteles generales de Google para intentar explicarles qué hacíamos los editores —no sé si lo conseguimos demasiado, no estamos llegando a ningún pacto— y lo que sí es característico de Google y de Amazon es que regalan a sus empleados dulces, golosinas y todo tipo de gominolas, diríamos, que tienen en máquinas expendedoras para hacer el ambiente de trabajo friendly y todo eso. Como yo soy muy mayor —ya se lo he dicho—, mi madre me decía: nunca te fíes de la gente que te regale golosinas; no importa si eres empleado o apareces por allí. Bueno, pues estos regaladores de golosinas quieren todos los contenidos y Amazon quiere toda la distribución, quiere distribuir absolutamente todo. ¿Qué es lo que tenemos en peligro nosotros? Tenemos en peligro una industria cultural, la española, que es —y de eso sí me gustaría que fueran ustedes conscientes— la mayor de las industrias culturales de España, muy por encima de la audiovisual, del cine, de las televisiones, del teatro o de lo que ustedes quieran. Podemos acabar como la ópera. Si sus señorías tienen a bien concedernos subvenciones y convertirnos en una especie de bien a preservar por el interés de la cultura, pues igual tenemos futuro, pero si no, mientras tanto, sí somos, insisto, industria cultural líder con gran diferencia. Somos la industria cultural que además tiene un claro liderazgo en América Latina, no solo en libros de texto sino también en libros de librerías, y estamos viviendo esta transformación intentando invertir todo lo que podemos en investigación y desarrollo pero luchando, un poco a lo don Quijote, contra molinos de viento gigantescos. Los molinos de viento gigantescos son estos enormes conglomerados que, por otro lado, también tienen interés en el papel escrito. Les pongo dos ejemplos muy sencillos aunque tengan que ver con la prensa: uno, Carlos Slim cada año aumenta su participación en un negocio deficitario que es el New York Times. Cada año compra unas acciones más del New York Times evidentemente para tener influencia, porque la prensa sigue teniendo influencia aunque pierda dinero a espuertas. Y Jeff Bezos, el dueño de Amazon, como saben, en agosto de 2013, en agosto de este año, compró el Washington Post por 250 millones de dólares a Graham, la vieja familia propietaria. Es un cambio de mundo, sí, pero algún articulista también ha dicho que lo que se compró Bezos fue Washington directamente porque se compraba el diario de influencia en Washington y hay que decir que curiosamente ese mismo mes de agosto —si no me fallan mis fuentes, que es el New York Times— Amazon cerró un contrato con la Agencia Central de Inteligencia, con la famosa CIA americana, por 600 millones de dólares para gestionarle su información en la nube, esa información en la nube donde evidentemente estamos todos y todos retratados con todo lo que hacemos.

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¿Cuál es nuestra problemática en estos momentos? (Y con esto acabo rápidamente y les dejo que me pregunten.) Es cierto que el libro en España está en lo que en los tiempos del presidente Suárez hubiéramos dicho reconversión industrial. Estamos en una reconversión industrial dura y, además, como este se había definido siempre como un negocio de caballeros, un gentleman business, no nos quejamos demasiado. Somos llorones por naturaleza pero pretendemos fingir que las cosas siguen como siempre y que business as usual. Business as usual no, nosotros estamos en un momento absolutamente complicado por varias cosas: una, evidentemente la crisis económica también ha llegado al libro, aunque creo que es el menor de los temas. Los temas son que hay una pérdida del prestigio y el valor del libro. En mi humilde opinión, el mayor fracaso de la democracia española es no haber conseguido una educación estable mejorada, pactada y que nos haya hecho unos ciudadanos, por decirlo así, mejores. En los índices de lectura —ya sé que las estadísticas dicen que han mejorado— me permito decirles que España sigue sin ser un país lector y desde luego con campañas fomentando la lectura no lo conseguimos, lo conseguimos con otras cosas: con bibliotecas, con ayudas a las librerías, etcétera. El lectorado, es decir, la gente que lee, no es lo mismo que el electorado, pero al final el lectorado influye bastante en el electorado, permítanme que se lo diga. Entonces, hay una pérdida de valor del libro. Uno se encuentra últimamente a gente que ya no tiene bibliotecas y eso sí tiene que ver también con el libro electrónico. El libro electrónico facilita el almacenamiento, pero el libro electrónico además lo que ha facilitado en España es que prácticamente no exista el mercado del llamado libro digital, en buena medida por culpa de los propios editores, porque nos hemos empeñado en preservar todos los sectores económicos del libro —librero, distribuidor, autor, agente literario, nosotros mismos— y, por lo tanto, por decírselo de forma muy clara, los libros electrónicos tienen un diferencial de precio, en mi opinión —siempre les doy mi opinión personal, evidentemente— escaso con respecto al libro, con lo cual, también hay culpas de los editores pero, al mismo tiempo, también hay sorpresas como que Amazon vende una cantidad enorme de Kindle, porque los aparatos nos gustan en España y mucha gente ya está leyendo en sus smartphone, pero el Kindle, que es un entorno cerrado, tiene una enorme cantidad de aparatos vendidos que nunca se han conectado a la página para hacer descargas legales. La piratería es un problema absoluto y total. En estos momentos, como saben, el Gobierno tiene en marcha una supuesta Ley de propiedad intelectual. La última reforma que tenemos es la del 7 de julio de 2006. Es la reforma que yo llamo San Fermín, primero porque coincide con la fecha y, segundo, porque me parece que esa ley es como el periódico de los mozos que corren delante del morlaco: nos protege levemente a autores y editores de esos nuevos players, de Amazon, Google, etcétera, pero muy levemente. Pero sí tenemos grandes esperanzas en que esta Ley de propiedad intelectual castigue las páginas de enlace y nos ayude a cerrarlas. Creo que hay que modificar el Código penal. Disculpen si esto es como la carta a los Reyes, pero es lo que uno cree que debería pedir a sus administraciones públicas. Y, al final, creo que también deberíamos castigar al consumidor reincidente; el consumidor reincidente, reo de piratería. A todos los que hemos leído La isla del Tesoro, evidentemente nos caía más simpático John Silver, cuando éramos niños, que el caballero Trelawney que, al fin y al cabo, era el comerciante. Pero cuando uno se hace mayor y adulto al final tiene que reconocer que los piratas son simpáticos pero que sirven para los sueños de infancia y que los comerciantes, sin embargo, ayudan a construir el mundo y los imperios. Para mí esto es lo fundamental: una defensa de la Ley de propiedad intelectual con variación del Código penal. No sé si era de Romanones aquello de: aparte de leyes se necesita a la Guardia Civil. Necesitaríamos un poco también de Guardia Civil y de sanciones claras. Para mí es el tema fundamental y el nos ayudará a proteger la mayor industria cultural española y que además mantenga además esa posición de liderazgo en América Latina. Es lo que nos protegerá en términos económicos de esos nuevos jugadores multinacionales de gran tamaño, pero también es lo que nos protegerá culturalmente porque es lo que nos va a permitir seguir publicando libros que satisfagan a la inmensa mayoría del mercado. Las otras cosas que yo traía anotadas: la defensa del precio fijo es una ventaja que en España disfrutamos y de la que yo creo que algunos estamos convencidos. En Inglaterra —se lo digo simplemente a título de inventario— la abolición del precio fijo significó que más de un tercio de las librerías independientes inglesas desapareciesen y cerrasen. El tema del IVA digital ya sabemos que depende más bien de Bruselas, pero es un tema todavía independiente. Cómo facilitar financiación, apoyo, reconversión industrial, créditos blandos a librerías independientes y a editores independientes es uno de los grandes temas. Yo siempre digo que la independencia en cualquier negocio, sea una librería o una editorial, al final la da la cuenta de resultados y la cuenta de resultados tiene que ser positiva, evidentemente. Pero al mismo tiempo, es cierto que otros países de nuestro entorno están haciendo

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cosas para proteger librerías. Ya saben que Francia, por ejemplo, siempre tan proteccionista en estas cosas, les otorga una etiqueta, la de librería independiente de reconocido prestigio o de referencia, LIR, buscando un poco el acrónimo con LIRE. Los otros temas, digamos,son un poco accesorios pero también importantes: el tema de la relación con Hispanoamérica tiene que ver, evidentemente, con legislación, aranceles, etcétera, pero aquí de lo que se trataría, de lo que creo que es efectivamente lo fundamental, es de conseguir luchar contra la piratería y que el comercio del libro sea efectivamente un comercio porque, si no, tampoco quiero ponerme muy apocalíptico, será imposible seguir publicando los libros como hasta ahora hemos hecho. Creo que he cumplido los veinte minutos exactos, con lo cual, si les parece, lo dejamos ahí. No les he hecho la pausa publicitaria, pero luego se la hago sobre qué es Edhasa y quiénes somos. La señora PRESIDENTA: Si quiere tres, cuatro o cinco minutos más úselos, porque luego tendrá que contestar a lo que los portavoces de cada grupo le vayan a preguntar. A lo mejor es preferible que intervenga un par de minutos más y que hable usted de Edhasa, que también para eso ha venido. El señor EDITOR Y ADMINISTRADOR DE EDHASA (Fernández Gutiérrez): Simplemente para decirles eso, que es un tipo de editorial. La funda en 1946 Antonio López Llausàs, un catalán que fue el promotor del Diccionario Fabra, el Diccionari de la llengua catalana. Este hombre en el año 1936 se exilió huyendo de la guerra. Se exilió en París, como catalán adinerado, evidentemente, y más tarde marchó a Argentina. En Argentina se instala con su familia, funda la Editorial Sudamericana y luego, en el año 1945, vuelven a aparecer uniformes en su vida porque sube al poder Perón. Él no tenía ninguna causa en España, puede regresar; pregunta, no tiene ningún problema; es un editor, no se había metido en política, seguía precisamente el consejo del dictador. Regresa y en el año 1946 funda Edhasa, que es el acrónimo pesado de Editora y Distribuidora Hispanoamericana Sociedad Anónima. Nosotros siempre hemos estado a ambos lados del Atlántico. Tenemos casa también en Argentina, un numeroso grupo de premios Nobel en el catálogo a lo largo de los años. López Llausàs nunca volvió, se quedó en Argentina el resto de sus días hasta que murió. Este año cumpliremos el sexagésimo séptimo año de nuestra vida y no sé si somos de los últimos resistentes pero sí tenemos fama de ser de las últimas editoriales independientes de un cierto tamaño que quedan en España y más con proyección latinoamericana y que publicamos ensayo, narrativa, una parte de narrativa histórica y novela de aventuras, etcétera. Lo que auguran últimamente —por eso creía que a lo mejor habían pensado en traerme— la mayoría de sabios es que una editorial como la nuestra, que no es ni muy grande ni muy pequeña sino de dimensión mediana, es que está definitivamente muerta, que no conseguiremos mantener tantos puestos de trabajo como tenemos, que el mercado no lo podremos mantener y que no tenemos la capacidad de incisión, distribución y marketing que tienen los grandes. Por eso les decía que nosotros estamos emparentados con Gutenberg y con aquella vieja revolución tecnológica e intentando adaptarnos a esta nueva donde tenemos también una plataforma digital propia con algunos otros socios. Nuestras ventas son como el número de vocaciones sacerdotales en España en estos días, que cada día vendemos uno o ningún libro. Estamos en esa situación. Gracias. La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias a usted, señor Fernández Gutiérrez. Puedo decirle, en nombre de esta Presidencia, que la decisión del grupo parlamentario de invitarle a esta comisión ha sido de lo más acertada. Ha sido muy ameno escucharle, muy interesante y tiene usted una forma muy didáctica de explicar las cosas que creo todos compartirán. Estamos encantados de que esté usted en esta comisión. Pasamos ahora al turno de portavoces. ¿Grupo Parlamentario Mixto? (Pausa.) ¿Grupo Parlamentario Vasco? (Pausa.) Tiene la palabra, por el Grupo de la Entesa pel Progrés de Catalunya, su portavoz, el senador Martí Jufresa. El señor MARTÍ JUFRESA: Gracias, presidenta. Bona tarda. Me doy por aludido, puesto que hemos sido nosotros los que hemos invitado al señor Fernández, seguros de que su intervención sería un éxito y, como siempre, muy interesante y demostrativa de una de estas partes del mundo del libro, de los editores enraizados en la pura tradición de editar libros de calidad pero, a la vez, para el mayor público posible. Le agradezco muy especialmente que haya

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aceptado nuestra invitación y que haya podido estar aquí esta tarde. Para mí siempre es un placer coincidir con usted. Tampoco voy a repasar todo lo que hemos dicho a lo largo de las distintas charlas, pero me gustaría que el señor Fernández profundizara en dos temas que ha dejado como pinceladas y que para mí son muy importantes. El primero es el referido a los derechos de autor. Me ha parecido entender que realmente el libro digital —más allá de la piratería, evidentemente— empujaba a la baja el reconocimiento y el pago por la autoría. Y, segundo, ha dicho también que el libro electrónico es demasiado caro y que no se ha hecho todavía un suficiente esfuerzo en la cadena de valor de la edición digital para conseguir unos precios más asequibles y proporcionales con la expectativa que suscita la publicación en digital. Me gustaría que ahondara en la línea de si cree que unos precios realmente bajos, equivalentes al mundo del disco en este momento o a otros subsectores que están muy presentes en Internet, espolearían la lectura o si al final vamos a estar siempre en un sistema cerrado de suma cero en el que los lectores son los mismos, lo que pasa es que se mueven. En esta segunda revolución tecnológica del libro —ya que la primera con Gutenberg supuso un crecimiento exponencial del acceso a la lectura y, por tanto, al conocimiento— ¿piensa que este lectorado —me ha gustado mucho el juego de palabras entre lectorado y electorado— va a crecer de una manera significativa en nuestra sociedad o en nuestro planeta? Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, señoría. Por el Grupo Parlamentario de Convergència i Unió, su portavoz, el senador Bagué, tiene la palabra. El señor BAGUÉ ROURA: Gracias, presidenta. En primer lugar, quiero agradecer al señor Fernández su presencia en esta comisión. Creo que en la elección por parte del Grupo de la Entesa a la hora de proponer su presencia ha quedado demostrado que era un gran acierto invitarle y poderle escuchar. Tengo que subrayar que este pequeño repaso histórico nunca está de más, pues es interesante situar históricamente las cosas. Sobre la problemática que ha fijado en cuanto a lo que podríamos llamar una clarísima reconversión industrial, sobre la posible pérdida de prestigio del libro como símbolo o como instrumento y sobre los efectos que va a sufrir también por parte de esta nueva Ley de propiedad intelectual, mi grupo parlamentario coincide con lo que ahora comentaba el senador Martí respecto a los costes. ¿En qué medida podríamos introducir normas que protegiesen, que facilitasen o que simplemente remasen a favor del mundo editorial en cuanto a diferenciación de costes y de precios finales como estábamos comentando? Aparte de este aspecto, nada más. Le agradecemos de nuevo su presencia y le seguiremos escuchando con toda atención. Gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señoría. Por el Grupo Parlamentario Socialista, su portavoz, el senador Montes Jort, tiene la palabra. El señor MONTES JORT: Gracias, presidenta. Buenas tardes. En primer lugar, coincido con el agradecimiento que le han hecho mis compañeros senadores que me han precedido en el uso de la palabra. Agradecemos tu presencia —en ese tuteo que nos has pedido— y tus intervenciones que nos servirán para lograr el objetivo fundamental de esta comisión que es formarnos una idea y aprender e instruirnos a la hora de elaborar las normas que es nuestra competencia. En la relación histórica y en el paseo por la historia que nos has hecho no te has detenido demasiado en dos aspectos que has enunciado y que a mí siempre me han preocupado —en otras intervenciones lo he planteado— y es la relación editor creador. Desde el punto de vista histórico, es una relación ciertamente compleja y conflictiva y con la influencia de las TIC se ha vuelto singular. Creo que hay un aspecto intervencionista desde el punto de vista económico y también desde el punto de vista del mecenazgo cultural en cuanto al protagonismo que en esa interlocución entre el autor y el destinatario —que en este caso es el lector— ha tenido el editor. Una relación que desde 1500, con la irrupción de la imprenta y de Gutenberg, fue puramente de intermediario económico pero que con la irrupción de las TIC creo que ha cambiado. Me gustaría que desde tu punto de vista de una casa tradicional e histórica en el mundo editorial nos dijeras cómo se ha ido adaptando el sector tradicional editorial a ese cambio y, en función de eso, cómo calificarías la actuación del sector editorial tradicional español ante esos cambios,

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si no ha sido demasiado lento, si no ha sido demasiado autista en cuanto a lo que se podía venir encima con ese avance del mundo digital y las nuevas tecnologías. ¿Cuál ha sido ese comportamiento comparado con otros países de nuestro entorno de la Unión Europea y también a nivel mundial teniendo en cuenta que somos una potencia lingüística impresionante gracias al castellano y que esa potencia lingüística en nuestra configuración constitucional también tenía que ser absolutamente compatible con el respeto a otras lenguas del Estado? Y, en función de eso que hemos hecho, qué aspectos debería mejorar el mundo editorial. Pasando a otro orden de cosas, has hablado de los problemas. Estamos en plena reconversión —creo que has dicho textualmente—. Coincido con esa idea. Coincido también con tu apreciación de lo importante que es el aprendizaje lector, que es fundamental en la vida de los más jóvenes y también hasta el fin de la vida. La educación es algo permanente a lo largo de toda nuestra historia y se basa en saber leer e interpretar lo que uno lee. Obviamente es un déficit educativo de este país y, como al senador Martí, me ha gustado mucho esa interpretación de lector/elector que haces y con la que coincido. En cuanto a esos problemas de la Ley de propiedad intelectual, has hablado de algunas características que, desde tu punto de vista, deberían entrar a formar parte del articulado de esa ley, como es el tema de la piratería —por no repetir lo que tú has comentado—. Pero sí me gustaría que nos dieras también algún flash, igual que has hecho con la Ley de propiedad intelectual, con dos temas que a nosotros como legisladores nos preocupan muchísimo, que son la compensación por copia privada y el mecenazgo. Y uno con el principio de mi intervención: tanto en mecenazgo como en micromecenazgo creo que las editoriales, los editores desde el siglo XVI, han sido auténticos mecenas de los creadores en esa relación autor-receptor. Por lo tanto, me gustaría que nos dieras unas pinceladas de qué aspectos debería transformar parte del cuerpo legislativo, y me centro sobre todo en el mecenazgo. Te reitero el agradecimiento y te escucho con avidez. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señoría. Por el Grupo Parlamentario Popular, su portavoz, la senadora Durán Vadell, tiene la palabra. La señora DURÁN VADELL: Buenas tardes. Señor Fernández, yo también quisiera agradecerle su presencia aquí, así como la feliz idea del portavoz de Entesa pel Progrés de invitarle esta tarde a esta comisión. Por supuesto, como todas las personas que han pasado por esta comisión para hablar de la problemática del sector editorial y de su relación con las nuevas tecnologías, todas las intervenciones nos están dando luz para desarrollar nuestra función, que es legislar de manera ecuánime y acertada, según la realidad. Sin embargo, si se me permite un apunte personal, quisiera agradecer también su presencia porque mi relación con Edhasa es una relación larga, una relación larga con ese logo que no es el ancla y el delfín sino esa especie de arbolito que surge no sé muy bien de dónde. Una relación que se ha basado sobre todo en los ensayos históricos e incluso mucho más en la narrativa histórica: en los últimos años, a partir de La plata de Britania, de Lindsey Davis, que ha hecho que cada año estuviese esperando el siguiente volumen; luego ya los volúmenes de bolsillo porque han sido muchos y se leen muy rápido; y no hace demasiado con la serie de Simon Scarrow, también de temática romana. A pesar de que con ello estoy dando a conocer hacia dónde van mis gustos, no dejaré de comprar, por supuesto, y formará parte de mi biblioteca, la última obra de Scarrow que está ambientada en Malta. Hecho este apunte personal, quisiera felicitarle por estos sesenta y siete años de vida editorial independiente, que no obstante ha crecido a pesar de las circunstancias e incluso ha tenido adquisiciones. Ha mencionado que había entre sus autores premios Nobel, que son quince —creo entender— o por lo menos han sido publicados en algún momento. El señor EDITOR Y ADMINISTRADOR DE EDHASA (Fernández Gutiérrez): Dieciséis. Bueno, a lo mejor hemos perdido alguno en el camino. La señora DURÁN VADELL: También el elevado número de obras que mantienen en catálogo, lo cual tampoco es ninguna tontería. Igualmente le felicito por las novedades de este otoño, en particular por El tiempo debe detenerse, de Aldous Huxley. Creo que es una feliz idea que la hayan editado. Ahora quería plantearle una serie de cuestiones que me han suscitado su intervención. La primera no se refiere únicamente a su intervención sino que, dado que no había tenido ocasión de formular esta pregunta antes, se la voy a hacer a usted que creo que la va a contestar. Se ha referido a la afición de los

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españoles por la compra de aparatos diversos —afición que suscribo y además las cifras están ahí para corroborarlo— y también al número de descargas de libros, no solamente de música o de cine, lo cual me lleva a pensar si estamos ante una paradoja, dado que no puede decirse que el español sea un público lector —y así se ha dicho en su intervención— y salvo que en la genética del español esté el elemento corsario —ni siquiera corsario, pirata—, no se entiende muy bien esa afición por la descarga. Conozco a personas que tienen miles de libros descargados que jamás se van a leer, es simplemente por acumular. Le pregunto si tiene alguna explicación para ese fenómeno tan paradójico. Por último, quería preguntarle cuál sería a su entender el modelo de gestión de derechos de propiedad intelectual que fuese más justo y equitativo para editores, para autores, y que supusiese la supervivencia del sector, supervivencia que hago votos para que sea efectiva por los siglos de los siglos, amén. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señoría. Señor Fernández, tiene usted la palabra para contestar a los diferentes grupos las cuestiones que hayan quedado pendientes. El señor EDITOR Y ADMINISTRADOR DE EDHASA (Fernández Gutiérrez): Muchas gracias, especialmente —no lo puedo evitar— al senador Martí por invitarme y a la senadora Durán, sin desprecio de los demás, porque la pausa publicitaria la ha hecho ella directamente, con lo cual estoy encantado. Muchas gracias. Les contesto por el orden en que me han planteado las preguntas y quizá de forma un poco atropellada. Me temo que los editores no hemos aprendido nada de la crisis en el mundo de la música. Es decir, estamos repitiendo prácticamente los mismos errores, solo que en un entorno más complejo; más complejo por dos motivos: uno, es cierto que nosotros tenemos un elemento de protección que la música no tiene. La música es un lenguaje universal por definición y la prueba es que escuchamos canciones en idiomas que no entendemos incluso, pero los libros necesitan estar en el idioma que uno pueda entender y, por tanto, o se traducen o uno aprende idiomas, pero siempre habrá idiomas que no conoce lo suficiente. Durante mucho tiempo también en este sector nuestro habíamos pensado y habíamos dicho… Les pongo un ejemplo. Creo que fue en la Feria de Frankfurt del año 1990 o 1991. Entonces yo era el director de Grijalbo Mondadori y la gente de Sony y de Microsoft nos reunieron a un grupo de editores para decirnos que el mundo del libro se había acabado. Claro, si es la crónica de una muerte anunciada, es la crónica de una muerte tan largamente anunciada como la muerte de la novela. Cada equis tiempo hay un poeta o un erudito que nos escribe un artículo diciendo que la novela ha muerto. A la novela le pasa como en el Don Juan: Los muertos que vos matáis gozan de buena salud. Parece que el libro también llevaba mucho tiempo vivo, pero es cierto que en cuanto a esos dispositivos electrónicos, me disculparán ustedes la grosería, especialmente las señorías femeninas, pero yo durante mucho tiempo contaba el chiste malo de que esto del libro electrónico es al libro como el sexo virtual es al sexo; es decir, que era un sucedáneo que no acababa de funcionar. Pero la verdad es que esto ha cambiado. Hoy he aterrizado y en el metro a Nuevos Ministerios iban leyendo cinco personas en el vagón, todas mujeres, y las cinco leían en un aparato electrónico. Luego nos referimos a ello y a la moda de los smartphones. ¿Por qué digo que no hemos aprendido prácticamente nada? Pues porque, por ejemplo, ya sabemos que al final en el mundo de la música —y lo simplifico mucho— se han implantado Apple y Spotify. Nosotros no tenemos marco legislativo ni hay un spotyfy de los libros todavía. Podría ser una de las soluciones. Una de las soluciones sería una especie de cuota fija que permitiera leer todo y no poseer el archivo. Esa es una de las posibles situaciones. ¿Qué pasa con los derechos de autor? Derechos de autor que también incluyen al editor, porque el editor muy a menudo crea un tipo de libro. Les mezclo cosas distintas pero espero poder responder un poco a todo. El papel del editor durante mucho tiempo ha sido un papel cultural, no solo industrial, y creo que en el mundo electrónico el papel del editor es todavía más necesario. Les pongo un ejemplo evidente: los que tenemos hijos de una cierta edad —los míos ya postadolescentes, digamos— sabemos que la Wikipedia que ellos han llegado a usar no es un buen instrumento, no ha sido un buen instrumento durante mucho tiempo. La idea de una enciclopedia autogestionaria, que es una idea digna de Bakunin, absolutamente maravillosa con la que muchos de nosotros simpatizaríamos, no funcionaba. La Wikipedia ha necesitado editores que impongan el principio de autoridad, que digan: esto está bien porque yo digo que está bien, porque, si no, en la Wikipedia, cada uno en su tema, leía muchísimos artículos equivocados, con muchos datos falsos. Entonces, yo creo que la figura intelectual del editor es todavía más necesaria. Lo que no sé es si va a poder mantener una industria como la actual y ahí sí es un poco más complejo pero desde luego difícilmente va a aguantar la

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cadena de valor que ahora aguantamos, porque hay otros intermediarios, porque las agencias literarias también intentan hacer de editores. Aquí al final el tema es quién y cómo va a llegar directamente al público, y el público —y mezclo respuestas porque creo que vamos justos de tiempo también y tienen otra comparecencia— es un público distinto. Cualquiera que tenga hijos adolescentes verá que ahora mismo en España —no solo en España, prácticamente en todo occidente— los niños que son lectores lo son hasta los 13, 14 o 15 años de edad, y ahí de repente dejan de leer; volverán a leer tal vez más tarde. Lo estamos viendo ahora, es decir, todavía no lo sabemos y tenemos la esperanza de que vuelvan a leer con 25 años o cuando el mundo sea otro. Por decirles una cosa personal, cuando yo era joven mi padre no podía entender que yo estudiase con música —yo era un niño repelente de matrículas de honor y premios nacionales—, y me decía: no puedes estar concentrado en el libro y oyendo música al mismo tiempo. Esa misma incomprensión que mi padre sentía hacia algo que para mí era normal es la misma que yo siento cuando veo a mis hijos con la pantallita del smartphone hablando con sus amigos, al mismo tiempo que ven una película, de la película que están viendo en televisión. Eso para mí es inconcebible. Ese estar en misa y repicando forma parte también de las nuevas tecnologías. Evidentemente, utilizamos formas distintas del cerebro. Ahora, es cierto —voy saltando y en parte contestando también a los senadores de Convergència y del Grupo Socialista— que si los editores son útiles y necesarios, en medio de eso lo que estamos perdiendo es una cierta capacidad de criterio lector. La lectura no siempre hace mejores personas. Los nazis eran muy cultos la mayoría y salieron como salieron. Pero lo que sí es verdad es que la lectura forma el pensamiento crítico y el conocimiento de forma evidente. Sigue siendo el mayor y mejor instrumento para formar el cerebro social humano, vamos a decirlo así. Por tanto, creo que nosotros hemos aprendido muy poco de la crisis de la música, creo que no hemos sabido potenciar nuestros mejores valores. Hay un ejemplo mínimo —se lo digo muy rápidamente—, las dos grandes cadenas de librerías norteamericanas que se habían comido a su vez muchas librerías independientes pequeñas, han entrado en gran crisis; una prácticamente ha desaparecido y Barnes & Noble no ha desaparecido pero es un caso muy curioso, uno de esos casos dignos de estudio. Se fueron al mundo electrónico, redujeron el tamaño de sus tiendas, redujeron los stocks, redujeron la diversidad del libro. La bibliodiversidad también está en peligro, por decirlo así, es decir, la diversidad de títulos es como las películas, como la televisión, todos hemos dicho aquello de: cien canales y no tengo nada que ver. Es exactamente así, todo se reduce y se vuelve más vulgar, más chato y más plano. Pues bien, Barnes & Noble se reconvierte al nuevo mundo, presenta su propio lector electrónico y al final este verano un grupo de asesores evidentemente económicos e industriales les han dicho: ustedes, por qué no contratan dependientes, los forman en catálogos y en libros y que recomienden libros, porque hay que vender la experiencia y entonces, si ellos han disfrutado con la experiencia, conseguirán hacer disfrutar a otros. O sea, lo que les han recomendado es que vuelvan a ser una librería. Yo estoy resignado a que las librerías cierren y sean como la filatelia. En cualquier familia burguesa española el bisabuelo o el abuelo tenía una colección de sellos que un tío o un primo continuaban, no se sabía bien por qué, y siempre había uno en la familia que coleccionaba sellos. Un día eso dejó de estar de moda, dejaron de coleccionarse sellos y ya las familias burguesas no tenemos colección de sellos, pero todavía hay bibliotecas. Creo que todavía una biblioteca define a una familia culta, y coincido con la senadora Durán, a quien además le voy a decir lo más gordo que puede decir un empresario catalán, que es que a partir de ahora tiene usted descuento, si le interesan los libros de Edhasa ya haremos un trato aparte y le haremos descuento. (Risas.) Una de las situaciones también paradójicas en medio de esta situación y de esta crisis evidente del sector —luego vamos a los temas más concretos— es que el libro todavía tiene el prestigio social de comprarlo para no leerlo. Ha habido grandes éxitos —yo he participado en alguno en estos treinta años de experiencia— que uno era consciente de que la gente compraba para lucirlos y no leerlos, lo cual también tiene que ver con la manía del smartphone. En España batimos récords en cirugía plástica, en smartphones, como en Brasil, y últimamente en las cenas uno se encuentra gente que, aparte de darte el pésame porque estás en el mundo del libro —como diciendo, estás muerto, ya les digo, acabaremos como las tiendas de filatelia, siendo una cosa específica y extraña—, te dice esa cosa maravillosa de: yo ya me he descargado 5000 libros y los llevo aquí. Uno a los diez minutos de conversación tiene la sensación de decir: para qué querrás 5000 libros si el barniz no te lo han dado. Eso es como visitar museos a la alemana, como se decía en mis tiempos, que era correr el Louvre en tres horas. El Louvre no se lo acaba uno en una vida. Pero eso lo estamos haciendo así y lo estamos haciendo mal. Estamos haciendo muchas cosas mal. Nosotros en Edhasa compramos Castalia, que es la gran editorial de clásicos afincada aquí en Madrid y fundada el mismo año que nosotros, en 1946. Los clásicos españoles

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están prácticamente desaparecidos. Están desaparecidos en los programas educativos. No tenemos un programa educativo común que haga leer a todos los españoles el Quijote. Dejen que se lo diga también desde Cataluña: es difícil tener un ideario común si no tenemos mitos comunes, y despreciar parte de nuestros clásicos fundacionales, como lo estamos haciendo, no tiene mucho sentido. Nosotros en estos momentos en Argentina estamos vendiendo —no en dinero, porque no todo es dinero— muchos más ejemplares de la mayoría de nuestros clásicos que en la propia España, con lo cual ahí deberíamos mirarnos y decirnos: algo estamos haciendo mal; todos, padres, educadores, políticos, editores, absolutamente todos. Por contestar a las cuestiones más específicas, creo que sí, que tenemos un problema de costes y de reconversión industrial. Es muy difícil poner vallas al campo al mundo de Internet, pero al mismo tiempo los propios protagonistas del mundo de Internet le ponen vallas al campo. Cada vez que el Gobierno chino les dice que me censures esto o lo otro, lo hacen. También nosotros somos capaces de poner, como antes decía, Guardia Civil. Si no lo tengo mal entendido, la Guardia Civil investiga, por ejemplo, si hay redes de pedofilia actuando en España y, sin embargo, no conseguimos cerrar ninguna red de intercambio de archivos y son archivos que evidentemente son absolutamente descarados. Les puedo dar lista desde mi despacho de páginas que tienen perfectamente reproducido nuestro libro, con nuestro logotipo, la E con el arbolito, con nuestro copyright. Es el colmo. Todo esto de que la cultura es gratis, mire, volvemos a lo de los caramelos gratis: si los caramelos son gratis, algo nos va a pasar. Si la cultura es gratis, alguien acabará dominándola. Fijar ese estudio de costes de cómo debería funcionar el sector es un poquito más complicado; eso la verdad es que daría —me temo que no tenemos tiempo— para una charla muchísimo más larga porque además sobre todo lo que hay que decir es qué parte de las profesiones y oficios ahora vinculados debería desaparecer. Es cierto que el autor —y ahí respondo también al senador Martí— debería tener un escalado distinto, lo que pasa es que el autor tiene también una fijación, por decirlo de una manera muy esquemática, que es pasar del 10% al 20 o al 25%. Pero, claro, la prueba de que la mayoría de los autores no son muy duchos en matemáticas es que el 10% de 25 euros es una cosa, el 20% de 5 euros es otra bastante inferior, con lo cual el porcentaje es mayor pero el dinero y la recaudación es menor. Eso también está pasando. En la última Feria de Frankfurt la vicepresidenta ejecutiva de Time Warner, muy amiga, hablando de un autor concreto —por precaución no diré su nombre, pero es un autor de éxito internacional—, me decía: De este autor, que cada dos años publicaba una novela, siempre vendíamos unos 100 000 ejemplares tapa dura en Estados Unidos, normalmente a 16, 17 o 18 dólares precio venta al público, y en estos momentos, en tapa dura vendemos apenas 20 000 ejemplares y vendemos 100 000 ejemplares —es decir, en realidad venden más— en electrónico directamente, porque es un libro de consumo que nadie pretende conservar. Y los editores tenemos la culpa en algo muy importante, y lo quiero decir porque creo que es de justicia. En Edhasa hemos intentado no hacerlo —ojalá lo hayamos conseguido—, pero los editores en general hemos publicado muchas cosas diciendo que son un libro cuando no lo son. Es decir, la degradación del libro, del prestigio de una biblioteca, y que el libro se pueda tirar; aquellas cosas que, cuando éramos jóvenes, hacían también los americanos en los aviones y pensábamos ¿cómo es posible que esta gente se compre un libro de bolsillo, lo deje abandonado y no quiera conservarlo? Pues también hemos rebajado una parte de lo que el libro era; pero, en fin, tampoco hay que llorar mucho por eso. En cuanto al papel del editor en las TIC, efectivamente, es más importante culturalmente y no sé si va a ser salvable industrialmente, por decirlo así. En relación con la Ley del mecenazgo, habrá que ver cómo funciona en el mundo editorial. Será curioso verlo, porque en realidad existe el mecenazgo de forma encubierta. Por ejemplo, una de las manías de las administraciones públicas españolas es publicar libros; publican libros de forma permanente y supongo que muchos acaban en almacenes, aunque todavía existe el prestigio social del libro y de haber publicado un libro. Yo soy bastante escéptico en cuanto a que la Ley del mecenazgo nos ayude, pero puede ser un factor importante para encontrar las famosas sinergias entre mundo privado y mundo público y no tirar entre todos el dinero del contribuyente, que al fin y al cabo también lo somos todos. Y respecto de la compensación por copia privada, cuestión que también planteaba el senador del Grupo Socialista y que evidentemente es un tema importantísimo, eso también forma parte del canon digital. Sé que desde el sector toca defender las entidades de gestión, y Cedro especialmente ha hecho una labor encomiable —creo que Magdalena Vinent estuvo en la comisión—, pero no me atrevo a decir cuál es la fórmula legislativa óptima para que exista la compensación por copia privada. Lo que sí sé es que aquí todo el mundo está haciendo negocio, también las grandes compañías de telecomunicación, y

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que además hay gente que no se da cuenta de lo que hace. Voy a ponerles dos ejemplos que he tenido en los últimos tiempos. Uno es el de un abogado de una muy reconocida firma de Barcelona —si no la más prestigiosa, sí la más influyente—, que en una cena social me hablaba del mundo del libro y me dijo: Yo hace más de tres años que no compro un libro; me lo bajo todo, y gratis. Por supuesto le contesté: Tú estás en el mundo del derecho, pero viviéndolo al revés, porque estás en el envés del derecho, en el otro lado. Y una situación similar, aunque no sea exactamente la misma, es la de la gente que piensa como un ingeniero, que me dijo: No, yo no pirateo; a mí Telefónica me cobra 40 euros al mes —creo que me dijo—. Y le contesté: Sí, pero te cobra por la línea. A ver si nos entendemos; los contenidos no están incluidos, los contenidos van por otro lado. Este es un buen ejemplo de la ingenuidad de la gente, que piensa: Bueno, alguien se repartirá esos 40 euros. Pero los autores no están en el reparto, los editores tampoco están en el reparto… Algún día también habrá que ir a la gente que está haciendo ancho de banda y tráfico, tráfico y tráfico, que, evidentemente, algo significa. En cuanto al modelo de gestión de derechos más justo, en eso soy un firme partidario de las auditorías, por decirlo de alguna forma. Lo que pasa es que las auditorías nunca acaban de explicar lo que sucede. La contabilidad, como la economía, siempre explica las cosas cuando ya han sucedido, un poco a fortiori, es decir, se explica lo que ya ha pasado. Los economistas siempre aciertan; es una ciencia exacta, porque siempre acierta exactamente en relación con los fenómenos económicos que ya se han producido, y en estos momentos lo estamos viviendo claramente. Creo que era el presidente González quien, en una entrevista en la que le preguntaron: ¿pero usted no tenía asesores económicos?, contestó con su gracejo andaluz algo así como: Tenía muchos, pero acertar quién tenía razón… Era exactamente eso. Por tanto, es complicado ahora hablar del modelo de gestión de derechos, porque no sé qué elementos desaparecerán. Yo creo —y con esto acabo— que al final hay dos elementos intelectuales que deberían perdurar y que no son solo negocio. Uno de ellos es, evidentemente, el autor, y creo que el autor necesita de alguna forma un filtro cultural y social —vamos a decirlo así— que le haga no publicar cualquier cosa, no publicar lo primero que se le ocurra. Por otro lado, creo que el filtro del catálogo y de una editorial todavía tienen un cierto valor. Es verdad que hay mucha gente que va a la librería y compra sin fijarse en la marca. También es cierto que hay muchos editores que publican de todo y no importa: lo mismo el recetario de una monja que las memorias de una mujer de vida licenciosa; todo ello puede caber en esos multicatálogos. Pero hay un tipo de catálogo específico en el que me parece que el editor todavía juega un papel cultural y de bandera —como decíamos antes, de levantar una bandera al viento— y no solo comercial. Me parece que esos dos siguen siendo válidos, aunque no tengo nada claro cómo van a sobrevivir ambos. No sé si he contestado todas sus preguntas. La señora PRESIDENTA: Don Daniel Fernández Gutiérrez, editor y administrador de Edhasa, le agradecemos muy sinceramente su comparecencia. Como todos los portavoces han reconocido, creo que ha sido muy ilustrativo, muy ameno y muy didáctico. Ha sido un placer tenerle aquí, y le agradecemos que haya aceptado la invitación que le hemos hecho en esta comisión. Señorías, como ya está nuestro siguiente compareciente, vamos a hacer una pausa de cinco minutos para despedir al señor Fernández y recibir al señor Carbajo Cascón. (Pausa.) COMPARECENCIA DEL PROFESOR TITULAR DE DERECHO MERCANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA, D. FERNANDO CARBAJO CASCÓN, ANTE LA COMISIÓN DE CULTURA, PARA INFORMAR EN RELACIÓN CON LA MATERIA «SECTOR EDITORIAL Y NUEVAS TECNOLOGÍAS». (Núm. exp. 713/000488) AUTOR: COMISIÓN DE CULTURA La señora PRESIDENTA: Señorías, continuamos la sesión de la Comisión de Cultura dándole la bienvenida y agradeciendo al profesor de Derecho Mercantil en la Universidad de Salamanca, don Fernando Carbajo Cascón, que haya aceptado nuestra invitación para que nos informe en relación con la materia del sector editorial y las nuevas tecnologías. Supongo que ya se lo habrán explicado, pero la dinámica de la comisión consiste en que usted dispone aproximadamente de veinte minutos para su exposición; después intervendrán los portavoces de cada uno de los grupos parlamentarios; y posteriormente tendrá usted un segundo turno para contestar a sus solicitudes. Tiene usted la palabra.

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El señor PROFESOR TITULAR DE DERECHO MERCANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (Carbajo Cascón): Muchas gracias. Buenas tardes, señorías. Es un placer estar aquí con todos ustedes. Me congratulo, además, por esta iniciativa; siempre es bueno que el legislador conozca y analice de primera mano los problemas que afectan a la sociedad, a la economía y, en este caso, a un sector tan importante y estratégico de nuestra industria como es el editorial. Bien, ya ha habido varios comparecientes, quizás mi intervención tenga un carácter más técnicojurídico que las del resto, y es posible que me repita en algunas afirmaciones. Por tanto, pido disculpas de antemano, pero podré matizar algunas de ellas. También notarán que seguramente habrá discrepancias con lo que hayan podido ustedes escuchar antes de los representantes de unos u otros sectores afectados. Hoy día hablamos ya con naturalidad de edición digital, de libro electrónico; publicaciones electrónicas o digitales son ya conceptos asentados en la sociedad, en la economía, e incluso en el lenguaje. Ya sabemos que se modificó el concepto de libro en el diccionario. La Ley de la lectura, del libro y de las bibliotecas, Ley 10/2007, también modificó el concepto de libro para hablar, no ya solo de un soporte impreso, sino de cualquier soporte susceptible de lectura. Pero hay una realidad: en nuestro país no acaba de consolidarse un mercado del libro y de las publicaciones electrónicas; todavía sigue siendo un nicho de mercado del sector editorial, ya actual, creciente, pero, como digo, todavía un nicho de mercado residual respecto de las publicaciones impresas, aunque ciertamente se empieza a apreciar un nivel creciente de sustitución en las publicaciones científicas. Ya les han dicho a ustedes muchas veces —lo saben de sobra— que la industria editorial es la principal industria cultural de nuestro país. La totalidad de las industrias culturales representa aproximadamente un 4%, que es mucho, y en ese 4% el sector editorial aglutina la mayoría de la actividad, unos 1000 millones de euros en 2012. Es un buque insignia de la cultura española, sin duda por la influencia en Latinoamérica, por la presencia de las principales editoriales, o no tan principales, en el mercado latinoamericano. En fin, es una industria claramente estratégica a la que quizás no se le haya prestado la debida atención en su momento. El proceso de adaptación de esta industria al entorno digital ha sido lento, errático y obvia y claramente ineficiente; hay unos 2 millones de e-books legales, es decir, ajenos a la piratería en 2012, pero que apenas representan un 2 o 3% de la totalidad del negocio editorial. El número crece exponencialmente, pero las cifras ni siquiera se aproximan a lo que podríamos esperar cuando ya está consolidada la sociedad de la información. Ello se debe principalmente a dos causas. De un lado, a los elevadísimos índices de piratería. La rueda de la piratería está conformada por muchos dientes; para empezar, los usuarios, y luego, una pléyade de intermediarios que participan en la aceleración de esa piratería: desde los programadores de programas de intercambio —peer to peer— hasta las célebres webs de enlaces, sitios de almacenamiento masivo, como Rapidshare o Mega, e incluso buscadores específicos; no Google, Ask o Bing, sino buscadores que lo que hacen es indexar enlaces a copias piratas, a archivos que contienen copias no autorizadas. Y esta piratería no para de crecer en el libro electrónico; ahora está por encima del 50% de los libros electrónicos que se consumen en España, pero ha crecido del 35 al 50% en apenas año y medio, y sigue. La segunda causa es la falta de competitividad del sector, lo que se debe también a diversas razones, que son las siguientes. El miedo o las dudas, podemos decir que lógicas, a la migración digital; lógicas hasta cierto punto, porque se tenía la experiencia del sector musical y audiovisual y podríamos haber esperado una mayor iniciativa del sector editorial. Un intento por conservar la estructura tradicional del mercado con todos los intermediarios: mayoristas, minoristas y la relación tradicional entre editores y libreros. Las muy difíciles negociaciones con autores, traductores y los agentes de ambos, que no liberan totalmente las obras para la explotación digital. Desacuerdos evidentes en los contratos, sobre todo en materia de remuneración, pero también en el alcance de la cesión de derechos. El uso de diferentes formatos y medidas de control de encriptación y de control de copia, los famosos DRM, los sistemas de gestión digital de derechos, que no son compatibles con todos los dispositivos. Así, muchas empresas fabricantes de hardwares, es decir, de dispositivos de lectura, al mismo tiempo van creando un negocio paralelo de libros electrónicos con un formato solo compatible con ese dispositivo, lo cual empieza a generar importantes problemas de competencia que ya empiezan a verse y que pueden ampliarse en el futuro inmediato. También, mantener el formato digital como una alternativa al papel prácticamente hasta que llegaron los grandes operadores internacionales, como Amazon, Kindle, Apple Store o Google Play; ahí es donde se ha producido la verdadera preocupación y aceleración del negocio editorial digital. Y, en

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fin, un mercado claramente desabastecido de novedades y de obras tradicionales y con precios muy elevados, una media del 30% más barato que los libros en formato papel y, paradójicamente, a veces incluso con precios más caros que los libros en formato de bolsillo. La entrada de nuevos operadores globales mucho más eficientes, mucho más competitivos, con mercados mucho más consolidados, con nuevos modelos de negocio, con más imaginación, y que pagan impuestos fuera de España, ha hecho que crezca la preocupación del sector editorial, del legislador y del conjunto de la sociedad. Estas dos principales causas, la piratería y la falta de competitividad, realmente se retroalimentan; tanto monta, monta tanto. La queja habitual es que la piratería nos impide progresar, pero es que la falta de competitividad alimenta la piratería, es decir, produce una fuga masiva de usuarios hacia prestaciones piratas, hacia sitios que ofrecen libros electrónicos o publicaciones electrónicas ilícitas. Y es que el mercado pirata, que es un claro competidor desleal —como digo, el competidor desleal en este caso forma parte de un gran escenario: cada uno de los usuarios que descarga ilícitamente y todos esos intermediarios que colaboran en esa rueda de la piratería—, ese mercado desleal está mucho más abastecido que el mercado legal, que el mercado que ofrecen los editores. ¿Cuál fue la primera causa? ¿Cuál influye más sobre la otra? Insisto: tanto monta, monta tanto. Y la solución debe ir por abordar los problemas de forma paralela, es decir, combatir eficazmente la piratería y, de otro lado, estimular el crecimiento del sector, estimular la inversión, facilitar acuerdos entre creadores y editores y fomentar la competencia. Obviamente, también la crisis económica incide seriamente en el sector e incluso en la cultura media de los usuarios, en la cultura media del usuario español digital, que piensa: ¿cómo voy a pagar yo 3 euros por algo que tengo gratis? Quizás esa cultura se pueda cambiar si se pagan 2 o 3 euros de verdad, y no 8, 9, 10 o 11 euros por libros electrónicos cuando, como digo, registrándose en una página web y dándole a un botón se obtiene la versión gratuita e incluso con una presentación equivalente a la que ofrece el mercado legal. A esas dos causas principales se añade una tercera: la falta de políticas públicas de impulso al sector editorial o al sector de la cultura en general en España para su adaptación a la sociedad de la información y, sobre todo, la falta de adecuación normativa a las nuevas exigencias tecnológicas y comerciales. Por eso decía que me congratula esta iniciativa que han tenido ustedes. Y aquí aparece lógicamente la propiedad intelectual; tenemos en ciernes un anteproyecto de modificación de la Ley de Propiedad Intelectual, pero se necesita una reforma integral, y eso lleva mucho tiempo y requiere hablar con todos los agentes del sector, muchos de ellos con intereses claramente encontrados. Pero esa reforma es ineludible, el legislador no puede estar parcheando en esta materia permanentemente, como viene sucediendo desde el año 2006 en adelante. Como digo, falta una respuesta seria y eficaz a la piratería. En España se ha instalado un absoluto clima de impunidad entre los usuarios; es cierto. Se impone la normativa de privacidad y de protección de datos personales sobre la propiedad intelectual con esa falacia de que la libertad de expresión, la libertad de información y la intimidad deben primar sobre la propiedad. Los derechos constitucionales, independientemente de su posición en el texto, se limitan recíprocamente; la propiedad limita la libertad de expresión, la intimidad, y al revés, y hay que buscar el equilibrio adecuado de intereses. Hasta el momento —parece que ahora están cambiando las cosas— ha habido una falta de voluntad política por abordar con seriedad el problema de la piratería. No es lógico que España esté entre los países con más elevados índices de piratería, por detrás de China o Corea. Es absolutamente aberrante. Prácticamente ha tenido que ser la presión del Departamento de Comercio de los Estados Unidos de América la que motivara las reformas —la famosa ley Sinde, luego ley Sinde-Wert— a partir del año 2010. Hay falta de medidas para la defensa de la propia industria cultural. No hay medidas de estímulo a la cesión amplia de derechos por parte de autores y traductores a la industria editorial. Faltan buenas prácticas contractuales; ha habido negociaciones entre asociaciones de autores, asociaciones o gremio de editores que parece que por fin van dando resultado con un modelo de contrato, aunque no todo el mundo está satisfecho con ese modelo porque no se adapta a las distintas posibilidades que ofrece la explotación digital. Hay una falta de estímulo a la autoedición. Falta de estímulo a nuevos modelos de negocio competitivos. A eso hay que añadir el deplorable estado de la copia privada y su compensación equitativa en España por una decisión legislativa muy discutible, que yo imagino que tendrá que volver al estado anterior en breve porque vamos a contracorriente de la Unión Europea, ya que hay un informe del señor Vitorino, encargado ex profeso por la Comisión Europea, en el que viene a decir que el modelo más razonable es el que teníamos antes: el de canon, que sea financiado por la industria tecnológica y no por unos magros presupuestos generales. Es decir, se optó por un cambio de modelo en el peor momento.

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Tenemos también problemas relacionados con el IVA, otra situación aberrante. Tenemos un concepto de libro ya amplio: impreso o con cualquier otro soporte de lectura, cambiamos también el diccionario, pero hay un IVA superreducido para el libro en papel y el tipo general, de producto o servicio informático, para los libros electrónicos. Por tanto, si se quiere fomentar esto la primera medida debe ser corregir esa disfunción en el IVA. Y luego hay problemas con el siempre complejo tema del precio fijo de los libros establecido por los editores. ¿Cuáles son los campos de actuación para la mejora y el impulso de la edición digital? Como decía al principio, trabajar simultáneamente en combatir eficaz y seriamente la piratería y al mismo tiempo estimular la competitividad en el sector editorial mediante reformas de la Ley de Propiedad Intelectual, en ciernes, repito, pero no suficientes. También mediante la reforma del Código Penal, asimismo en ciernes y, por cierto, no debidamente coordinadas; la modificación del delito de propiedad intelectual con las modificaciones que están previstas por el momento en el anteproyecto de ley de propiedad intelectual. Con modificaciones en el IVA. La revisión del tema del precio fijo. Y luego con medidas políticas concretas de estímulo para fomentar el sector y prevenir prácticas desleales en el sector y posibles abusos de competencia. Hace poco el señor García de la Concha advirtió del inmediato escenario donde todos los libros digitales prácticamente se van a ofrecer a través de una o dos plataformas. Este es el signo del sector, el mercado electrónico necesita pocos operadores, necesita visibilidad para combatir la hipertrofia de información, pero no uno o dos operadores globales. Me imagino que cada país tendrá que fomentar su propia industria e impulsar los acuerdos entre los actores del sector. Podemos desgranar seis medidas respecto de estos campos de actuación. Primero, fomentar la adaptación del sector a la edición digital —se viene haciendo, pero no ha habido un impulso definitivo— con nuevos modelos de negocio e incremento de la competitividad. Y aquí aparecen, de un lado, la relación de los editores con los autores, que es uno de los grandes obstáculos. Llevan muchos años negociando, unas negociaciones que son arduas, difíciles y, como he dicho, no se acaba de concretar un modelo de contrato que sirva para pacificar el sector y dar el primer paso. Para nutrir el mercado primero tiene que haber un acuerdo básico entre creadores y productores y editores. Pero también hay que modificar la ley, porque los conceptos de publicación y edición de la Ley de Propiedad Intelectual no se adaptan a la realidad. En la publicación y la edición —artículos 4 y 58 de la Ley de Propiedad Intelectual— se sigue pensando en un soporte tangible, en un ejemplar, sea en papel, sea analógico, o sea digital —por ejemplo, un CD-ROM, un DVD—, pero no se piensa en el mercado en línea. Las normas sobre transmisión de derecho y las normas sobre el contrato de edición no piensan en la realidad digital en línea. Eso, obviamente, se suple recurriendo a las normas generales de cesión de derechos, pero también son insuficientes. Una edición digital y una explotación digital requieren cesión de derechos de reproducción digital y de comunicación pública interactiva, no de distribución. La distribución requiere un ejemplar físico, mientras que el mercado en línea es un acto de explotación inmaterial, y hay que modificar la ley para dejar eso claro. Y también distintas modalidades de explotación: modelos de descarga, sí, pero también modelos de streaming, de acceso en línea, de lectura en línea, modelo mixtos, modelos de acceso abierto —el famoso open access—. Lo que hay que favorecer también es la autoedición e ir a modelos de fácil y libre acceso financiados indirectamente a través de publicidad. Todo esto queda hoy en día a la voluntad de las partes en los contratos. Normalmente hay imposiciones de la parte fuerte, del editor, a los autores, pero, cuidado, porque también los editores se encuentran con el obstáculo de que muchos autores, sobre todo los más reconocidos, se niegan a liberar su obra hacia el mercado digital o lo hacen con cuentagotas, normalmente a través de los agentes, que son los que controlan la explotación con mucho cuidado. También hay problemas, con los traductores, que siempre se nos olvidan. Un traductor es un autor, y a los traductores también hay que tenerlos en cuenta. Los traductores han negociado asimismo con los editores y parece que esas negociaciones sí han llegado a buen puerto. En cuanto al alcance de la cesión de derechos, realmente un mercado que va migrando de forma tan rápida de formatos y donde van apareciendo nuevos modelos, algunos de ellos incluso sorprendentes, necesita una cesión amplia de derechos, porque cuando se produce esa cesión no se puede estar negociando permanentemente anexos y más anexos para adaptarlo a una nueva forma de explotación que va surgiendo. Por tanto, hay que dejarlo abierto a modalidades de explotación futuras, incluso desconocidas. En este sentido, la Ley de Propiedad Intelectual vigente prohíbe la cesión para modalidades de explotación desconocidas. En Alemania se modificó en 2007 mediante derechos de opción, de manera

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que un autor puede dar una opción a su editor para que adapte la obra a nuevas formas de explotación, por supuesto revisando la remuneración, etcétera. Hay asimismo problemas con la remuneración, no adaptada a las distintas modalidades de explotación. El modelo de descarga puede asimilarse a la venta; venta de un libro, descarga de un archivo con una obra en formato digital. Pero en los modelos de acceso de streaming, muchos de suscripción, donde se da acceso a una biblioteca, a una base de datos, a lo mejor hay que adaptar la remuneración, ajustarla, no solo para cada vez que se accede. Hay que dar más facilidades a los editores para adaptarse a esos nuevos modelos. Por supuesto, ya no podemos seguir con el 8 o el 10% para los autores; hay una reducción significativa de costes. Cierto que hay una inversión importante para la adaptación a lo digital, pero eso es de amortización rápida; es decir, a medio plazo los costes se reducen de una manera drástica y, por tanto, hay que ir a modelos no sé si de 60-40 o de 50-50, dependerá del caso concreto, pero tiene que haber un equilibrio más claro, más manifiesto. Todo ello creo que también se debe a las incertidumbres del sector. No se atreven a abandonar el papel porque no tienen claro qué puede pasar con lo digital, sobre todo cuando tienen la amenaza permanente de la piratería. Los DRM. El editor debe informar a los autores si va a utilizar encriptación de la obra y medidas de control de copiado, sistemas de gestión digital de derechos. Debería informarle de cuáles va a utilizar. Hoy día estamos en pleno debate sobre si deben los editores utilizar los DRM para bloquear la copia o deben liberar las copias. Es cierto que el mercado rechaza sistemáticamente los DRM —adquirir un archivo que no te permite hacer ninguna copia— y eso provoca una fuga masiva de la piratería, pero no es menos cierto que otros editores sí que ofrecen copias múltiples, no libres, pero sí múltiples, tres, cuatro o cinco copias. Luego están los nuevos modelos de negocio, los de simple acceso sin descarga, que quizá son los más eficaces para luchar contra la piratería. No te posibilitan la descarga, sino que puedes acceder desde cualquier dispositivo conectado a la red, sea una tableta, un smartphone, un ordenador o incluso un e-reader, un libro electrónico con conexión a la red, en cualquier momento. Ese desde luego es el futuro, sin duda. Sería muy importante vincular las modalidades de retribución al modelo de negocio efectivamente desarrollado y para eso los editores quieren reservarse amplias posibilidades de explotación, pero la ley sí debería imponerles la obligación de informar puntualmente a los autores de qué modalidad o qué modalidades de explotación van a desarrollar en cada momento. Deben informar puntualmente; transparencia, máxima transparencia y decir cuáles son los ingresos percibidos directamente, sea por descarga, sea por suscripción, o indirectamente, por publicidad. No nos olvidemos de que otra forma de explotación es el acceso abierto financiado indirectamente por publicidad. Muchas empresas —ahí tenemos a Google— funcionan con un éxito contrastado con ese tipo de modelos. No estaría de más que en los contratos se incluyeran modalidades de explotación o usos secundarios de la obra. Hoy día hablamos de un editor long tail, o de larga cola, de larga trayectoria, que tenga la explotación en papel al tiempo que en digital en distintos formatos, que ofrezca servicios de impresión bajo demanda, que incluso llegue a ofrecer audiolibros o la función text to speach que admiten algunos dispositivos como el Kindle, en los que no hace falta leer sino que te lo va contando el libro; una buena alternativa, por ejemplo, para la poesía, por qué no. Este editor empieza a convertirse en editor plurimediático, tiene que adaptarse a esas distintas posibilidades y eso tiene que estar previsto en los contratos. A partir de ahí, van apareciendo otros muchos usos: las bases de datos, los productos multimedia, lo que hoy llaman el préstamo de libros electrónicos; ya hay plataformas de préstamo de libros electrónicos, pero no está contemplada en la excepción de préstamo —préstamo en bibliotecas, en museos—, no se aplica eso, el préstamo necesita una autorización del autor y del editor. Esos son usos secundarios y eso o lo negocia el editor o lo negocian las entidades de gestión colectiva que tienen un papel fundamental en la gestión de los mercados de derechos de autor. No nos olvidemos de que hay nuevos operadores que no son estrictamente editores sino que simplemente ofrecen un servicio de producción y de difusión o comercialización; podían sonar incluso a una suerte de impresores digitales, y no hay un contrato de edición en sentido estricto, sino cómo quieres maquetar tu obra y qué precio quieres ofrecer; yo, intermediario, me reservo un 20, un 25 o un 30% y el resto para ti, tú fijas libremente el precio. Es un modelo que aplica con mucho éxito Amazon para los casos de autoedición: maqueta tu obra y yo la comercializo y me quedo un porcentaje. No son estrictamente editores. Eso no está contemplado en la ley y la ley debe adaptarse también a estas realidades.

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Como digo, la autoedición, el acceso abierto, las licencias públicas generales, como las licencias creative commons, cada vez más frecuentes, porque muchos autores prefieren dar acceso libre a su obra y obtener ingresos de manera indirecta; el famoso copyleft, que no es lo contrario al copyright, sino que el copyleft es copyright, es una decisión libre del propietario optar por un modelo comercial o por un modelo de acceso abierto. Los nuevos modelos de negocio. Además de las relaciones con los autores, hay que impulsar los nuevos modelos de negocio, no solo la descarga, también el acceso. Aparece un Google Play y empieza a revolucionar todo el modelo de suscripción; tú vas leyendo todo lo que quieras, desde cualquier dispositivo. Afortunadamente en España tenemos la alternativa con Nubico, impulsado por Telefónica y Círculo de Lectores. Un Google Books español, por qué no. Google Books es muy útil. Ahora Google no se puede arrogar exclusivamente esa función. Desde luego, tiene grandes posibilidades para digitalizar pero una forma de estimular la competitividad es que los editores vayan creando una plataforma para que podamos echar un vistazo a las obras y, a partir de ahí, que nos indiquen dónde podemos comprar el formato impreso o digital. En segundo lugar, además de estimular la competitividad, crear un mercado de obras descatalogadas, como se ha hecho en Francia. Tenemos una directiva de obras huérfanas —obras cuyo autor no conocemos— que permite a las bibliotecas, museos, etcétera recuperarlas para favorecer el acceso. Pero luego hay obras descatalogadas en las que siguen vigentes los derechos de autor y puede que siga vigente la cesión a los editores. Si se crease una gran base de datos gestionada por entidades de gestión colectiva y otorgando una licencia, una tarifa de precio razonable, se permitiera recuperar esas obras descatalogadas, estaríamos dando acceso al mercado a nuevos operadores, a pequeños editores que lo que hacen es recuperar esa obra perdida para nuevas generaciones y para las anteriores. Del IVA ya he hablado antes. Hay un desajuste normativo escandaloso que no se corresponde desde luego con las otras iniciativas legislativas y de eso tiene buena culpa, en parte, lo elevado de los precios en el mercado. Hay que tomar medidas tributarias de estímulo. ¿El precio fijo de venta al público es oportuno en el sector digital? Artículos 9 y 11 de la Ley 10/2007. Yo incluso me pregunto si es oportuno en general. La justificación del precio de venta fijo al público es una mayor diversidad cultural, mayores puntos de acceso a la venta, una especie de tutela de los libreros. Eso, desde luego, en el sector digital creo que es contraproducente. El usuario digital no busca un librero que le proporcione acceso a una copia digital, quiere desde su teléfono móvil o desde su ordenador darle a la tecla y descargar. Por tanto, si queremos estimular la competitividad, no podemos encorsetar ni mucho menos el mercado con un precio fijo que impone el editor y que ya establece una estructura de costes que da lugar a precios elevados. El mercado digital tiene la concentración en pocos puntos de acceso. Eso es inevitable e implica acuerdos globales entre editores, autores y también, en su caso, con libreros. En España tenemos la prueba del escandaloso fracaso de Libranda, la plataforma impulsada por el gremio de editores; escandaloso fracaso, ¿por qué? Porque han intentado trasladar al sector digital la estructura del mercado tradicional: con los distribuidores, con los libreros, además de que te tienes que descargar el DRM, inscribirte en Adobe, es decir, es un proceso loco. Entras a Libranda y entras luego en Amazon y la diferencia es que en este último en un paso te descargas lo que quieres y, por cierto, mucho más barato. Por lo tanto, hay que estimular la competitividad y hay que tomar esas otras medidas de carácter tributario y de precio fijo. Hay que repensar el problema de los límites o excepciones a los derechos exclusivos. Como digo, muchos usos secundarios tienen lugar también a partir de obras en formato digital; muchos usos secundarios, por ejemplo, relacionados con la educación. Tenemos ahora sobre la mesa —y está en el anteproyecto de ley que les llegará a ustedes dentro de poco— el problema de los usos educativos dentro de educación secundaria y universidad. Los campus virtuales —y yo soy usuario— hacen un uso masivo de obra científica sin pagar nada. Dos universidades han sido condenadas en España, a instancia de sendas demandas de Cedro. El anteproyecto de ley quiere modificar esto para buscar un equilibrio, pero el acceso no puede hacerse a costa de los autores y editores, hay que buscar ese equilibrio razonable entre el interés general —educación, libertad de expresión y formación—, pero también tutela de la propiedad. ¿Por qué no hacemos como los alemanes o los franceses? Acceso libre por parte de instituciones educativas para las obras impresas o susceptibles de serlo a cambio de una remuneración equitativa gestionada por entidades de gestión colectiva. Por ejemplo, en Alemania se modificó la ley en 2007 para permitir que las instituciones educativas creasen una intranet con un servicio de digitalización, de manera que yo, profesor, voy a ese servicio, me digitalizo un artículo, una revista o unas páginas de un

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libro, y me lo envían a mi correo electrónico, pagando la institución una remuneración equitativa reducida que es gestionada por las entidades de gestión colectiva. Todos contentos, facilitamos el acceso y compensamos debidamente a los autores. El tema de la copia privada —insisto— creo que es insostenible y, tal como va en el anteproyecto de ley, peor todavía de lo que está actualmente; tendrá que dársele la vuelta en algún momento. Por último, hay que combatir la piratería con valentía. Esto en el anteproyecto de ley y en el proyecto de Código Penal sí que se está abordando ya de una manera seria. Ya no es ir contra los usuarios, es ir sobre todo contra los que contribuyen a la infracción, los que ponen los medios para facilitar las infracciones masivas: las webs de enlaces, los sitios de almacenamiento masivo y esos buscadores específicos. Medidas de respuesta civil, responsabilidad civil y acciones de cesación. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ya tiene dos o tres sentencias contra Google, contra eBay, que son los principales intermediarios a nivel mundial, en las que dicen que ellos tienen que tomar medidas para evitar que se produzcan infracciones masivas en sus plataformas y que, si no lo hacen, si no expulsan a los infractores reiterados, si no establecen filtros, si no establecen programas de denuncia de contenidos ilícitos, tendrán que responder. Eso trasladado a las webs de enlaces en el mundo del libro es perfectamente aplicable: responsabilidad civil y también responsabilidad penal. Luego, la sección segunda de la comisión de propiedad intelectual —ya termino—, creada por la Ley Sinde-Wert, también se está adaptando, afortunadamente. Eso fue una buena iniciativa que se quedó en papel mojado, no tuvo éxito. ¿Por qué? Porque no se aplicó a los verdaderos responsables de la piratería masiva, que son los intermediarios. Obviamente, si una página web ofrece descargas ilícitas, no hace falta una comisión de propiedad intelectual, una comisión administrativa que lo resuelva; te vas al juez y la infracción es clarísima. El problema está en los intermediarios, esas webs de enlaces que dicen: yo no reproduzco, yo lo comunico, yo pongo un espacio para que mis usuarios suban los enlaces. Eso se llama en la doctrina jurisprudencial de Estados Unidos irresponsabilidad por contribución a la infracción. Ahora se está adaptando para que se aplique también esa Ley Sinde a los intermediarios, ese procedimiento administrativo para retirar contenidos, cerrar webs incluso aunque estén alojadas en el extranjero. Y, en último término, si no es suficiente habrá que ir contra los usuarios, como se ha hecho en Suecia. La normativa europea de privacidad, de intimidad, no impide modificar la ley nacional para obligar a un proveedor de acceso a Internet a que identifique al usuario que está descargando ilícitamente y habrá que ir contra los usuarios. En ninguna parte pone que esté prohibido. Sé que esto es antipopular, que son muchos votos, pero son medidas que hay que abordar con seriedad. Por último —y ya termino de verdad—, hay que estar atentos a las concentraciones excesivas de la oferta legal, problemas de competencia. Sí que se tiende a la concentración; los grandes operadores buscan acuerdos exclusivos con editores y se tiende a concentrar toda la oferta en unos pocos operadores, casi siempre globales, y esto puede dar lugar a posiciones de dominio en el mercado y a explotaciones abusivas de esas posiciones de dominio. En fin, mucho trabajo por hacer, muy interesante y creo que absolutamente necesario. Muchas gracias. Quedo a su disposición. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias a usted, don Fernando Carbajo. Pasamos al turno de portavoces. No hay nadie del Grupo Mixto ni del Grupo Vasco. Tiene, por tanto, la palabra el portavoz del Grupo de la Entesa, el senador Martí Jufresa. El señor MARTÍ JUFRESA: Gracias, presidenta. Gracias, señor Carbajo, por su magnífica exposición que demuestra que es realmente conocedor del tema y de la problemática. Nos ha apuntado usted los puntos clave y también las respuestas, que incluso tiene más mérito, y va a ser de una gran ayuda para el trabajo de esta Comisión. A mí personalmente me han resultado extremadamente interesantes sus planteamientos y sus propuestas. Voy a destacar dos cosas y a hacer dos comentarios, y luego dice usted si le parecen acertados, oportunos o equivocados. Primero, me ha resultado especialmente llamativa la falta de operadores globales españoles, algo que contrasta mucho con los operadores globales españoles que existen en el libro tradicional. Me gustaría que profundizara en por qué esto no está pasando, en cómo es posible que ahí no hayamos dado ese salto y no hayamos tenido capacidad para que surgieran estos grupos cuando estamos en disposición objetiva de hacerlo, cuando el Google Books español y esos grandes operadores

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serían perfectamente factibles y supuestamente rentables con todo el mercado potencial en el que se mueve el mundo del libro editado e impulsado por la industria cultural en España. Primera cuestión. Segunda cuestión, me atrevo a hacer una síntesis, no sé si arriesgada, como planteamiento: libros en la nube para consultar o, digamos, on line —lo dejamos en la página 46, volvemos a bajarlo para continuar—, cuando no se quiera tener ninguna relación concreta con la obra; libros en la nube para ese uso puntual o espurio —no en el sentido peyorativo de la palabra— no vinculado ni al objeto ni a la obra en sí, a la voluntad de permanecer nuestro vínculo con esta obra o con su versión fáctica; copias sobre demanda remuneradas, pactadas con el editor o con quien sea para una situación intermedia, en la que se quiere mantener un vínculo con la obra pero no con el objeto y, finalmente, una cierta pervivencia del libro físico o en su versión autoeditada, que usted ha sugerido y que me parece un campo muy interesante que reduce la idea de los costes de edición, de tirada, etcétera, por tanto, autoedición, o ejemplar en algunos casos de libros que realmente continúan teniendo esas tiradas o esta distribución más clásica. Ese sería un horizonte final deseable en el que nos ahorraríamos todos los problemas por el camino, evitaríamos piraterías, garantizaríamos la pervivencia de distintos sectores y todo ocuparía un poco su lugar. Me atrevo con esta síntesis, fruto de su muy sugerente intervención. Gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señoría. El senador Bagué ha salido de la sala y ha dicho que continuemos. Por tanto, el senador Montes, por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra. El señor MONTES JORT: Gracias, presidenta. En primer lugar, quiero agradecer al compareciente su presencia aquí, tanto el análisis como las reflexiones y propuestas que, sin duda, nos van a servir para nuestra tarea legislativa. Me ha parecido que su intervención, probablemente por su profesión académica y universitaria, ha estado muy próxima y ha sido enormemente formativa para nosotros desde el punto de vista económico, legislativo y desde esa relación, esa intermediación en lo que el compareciente ha denominado equilibrio entre los derechos de autor-creador y el derecho de los usuarios —por llamarlo de alguna manera—, esa coexistencia tan complicada y compleja sobre la que hay que legislar. Lo voy a centrar en el tema de propiedad intelectual. Ha dado un largo y completo repaso y barrido sobre los aspectos fundamentales que debemos tener en cuenta a la hora de legislar. En cuanto al sistema de compensación por copia privada, me gustaría que nos diera su opinión sobre cuáles fueron las causas que llevaron a su supresión en el año 2011, cuáles podrían ser las razones objetivas, desde su punto de vista universitario, que llevaron a dicho cambio y cuál es el balance de la situación casi dos años después de esa decisión. Regreso de nuevo a mi intervención sobre el análisis que ha hecho. Evidentemente, en esa intermediación es fundamental la preocupación por los temas económicos, legales y las normas. Todos somos conscientes de la existencia de determinados lobbies de presión y del papel que esos lobbies están jugando en esa intermediación, pero me gustaría también conocer su opinión, desde el punto de vista de la universidad, desde el punto de vista de su labor pedagógica y de su labor incluso en los tribunales, sobre qué papel juega en la intermediación el tema cultural. Hasta qué punto controlamos no solamente los temas económicos, que por supuesto, no solamente los temas de relaciones contractuales y legales, que por supuesto, sino el tema de los contenidos. No quiero aquí adornar el tema con ningún tipo de censura ni cortapisa, pero desde el punto de vista educativo, desde el punto de vista pedagógico, quisiera saber cómo se controlan en la nueva legislación no solamente las relaciones y las transacciones económico financieras sino también los contenidos en defensa del usuario y sobre todo en defensa de los usuarios más débiles —entre comillas— ante ese nuevo monstruo que ya no viene en papel sino que viene a través de las redes. Y en cuanto a propiedad intelectual, compensación por copia privada, me gustaría conocer su opinión sobre otra ley que nosotros tendremos el deber y la obligación de debatir y de intentar que coadyuve al desarrollo cultural y económico de nuestro país, cual es la Ley del Mecenazgo, y dentro de ella el micromecenazgo y, dentro de este, cómo compatibilizar el mecenazgo público con el mecenazgo privado y qué papel puede jugar todo eso en la relación del sector editorial tradicional con las nuevas tecnologías y las TIC. Gracias.

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4 de noviembre de 2013 La señora PRESIDENTA: Gracias a usted, señoría. Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la senadora Durán Vadell.

La señora DURÁN VADELL: Buenas tardes, profesor Carbajo. En primer lugar, quería agradecerle su presencia hoy en esta Comisión que nos da luz sobre la cuestión que intentamos dilucidar en esa difícil o complicada relación que se viene produciendo entre la pervivencia del sector editorial y las nuevas tecnologías. Quería hacerle una serie de comentarios acerca de su intervención y luego quería formularle una serie de preguntas. Ha hablado de las publicaciones científicas como aquellas que de algún modo están menos sujetas a la piratería. Me atrevo a suponer que eso no se debe a otro motivo salvo que suscitan menor interés. No obstante, supongo que, a pesar de todo, el uso que se da a esas publicaciones científicas puede tener que ver con el hecho de que ahí sí que se está aplicando la fórmula del acceso limitado, sin descarga necesariamente, o incluso el hecho de que se pueda conocer parte de la obra previamente. El investigador, con el conocimiento del abstract de la obra a la que quiere acceder y parte de ella puede decidir si es interesante o no para la investigación que esté llevando a cabo y, si es así, evidentemente, hará cualquier cosa por tener la totalidad de esa obra o por lo menos la parte que le interesa. Ha hablado de que la piratería ha aumentado desde un 35 a un 50% y quisiera saber a qué lo atribuye, porque me cuesta pensar que sea debido al aumento del interés de los lectores en nuestro país. Ha planteado dos cuestiones que, aunque de manera separada, no sé si tienen que ver y que me preocupan en la misma medida. Ha hablado de los problemas derivados de la falta de flexibilidad del mercado editorial; luego ha hablado de la falta de medidas de estímulo a la cesión de derechos de autor y traductor. Si se introdujese alguna medida correctora en estas dos cuestiones me pregunto si eso no redundaría en una peor calidad del producto final; y cuando hablo de producto final me refiero, obviamente, a los contenidos. Como seguramente conoce, la misma obra traducida de un modo o de otro es un producto o es otro muy distinto. Luego, había planteado el tema de los usos secundarios de la obra. Me parece muy interesante el apunte que ha hecho acerca de que deberían estar previstos en la ley. En cuanto al archivo de las obras descatalogadas, no sé si tendrá que ver esta cuestión con el hecho de que cuando uno compra un dispositivo, un e-book, ya viene introducida una biblioteca previa en la que figuran, obviamente, obras que están ya descatalogadas. Por lo que se refiere al uso educativo, no sé si llegamos a la misma conclusión, pero me da la sensación de que de algún modo se asemeja al tradicional préstamo interbibliotecario —en versión digital, quiero decir— y la posibilidad de hacer fotocopias limitadas de los contenidos una vez producido ese préstamo interbibliotecario. Esas eran las cuestiones que me había suscitado su intervención, por lo demás, realmente ilustrativa. En cualquier caso, le diría que me contestase a una serie de preguntas ya más concretas. Por ejemplo, cómo debería la nueva regulación equilibrar la protección de los derechos de autor y el interés general. Qué reformas se deberían introducir para que nuestra normativa sobre propiedad intelectual proteja más eficazmente al libro y al mercado editorial en Internet, no solamente al usuario. No voy a hacerle más preguntas porque debo decirle que lo prolija y lo completa que ha sido su intervención lo hace innecesario y ha dejado poco margen para la duda. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señoría. Para contestar a los diferentes portavoces, tiene la palabra el catedrático señor Carbajo Cascón. El señor PROFESOR TITULAR DE DERECHO MERCANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (Carbajo Cascón): Muchas gracias por sus observaciones, muy interesantes, que nos dan pie a profundizar en algunas cosas sobre las que obviamente pasé de puntillas. Sigo el orden de las intervenciones. Es llamativo que efectivamente falte un operador global español en el sector editorial; se intentó, tarde pero se intentó, a través de la plataforma Libranda, pero fue un modelo erróneo, un modelo que intenta mantener la participación de intermediarios. Internet es el gran desintermediador de la historia y surgen nuevos intermediarios, pero necesariamente pocos. No puedes ir a un modelo donde en un sitio web te pone toda la oferta que tienes, seleccionas este libro y te reenvía a una serie de libreros virtuales, que pueden ser algunos tradicionales y otros nuevos, donde algunos

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tienen ese producto y otros no lo tienen, y además de que tardas mucho, tienes que descargarte una aplicación. Fue un error. Además es un error porque cuando mantienes la estructura tradicional del mercado en el digital, supone un incremento del precio, más el IVA, tan elevado. Si algo tiene Internet, es que permite reducir costes, y buena parte del coste del precio del libro impreso, del libro tradicional, se lo lleva la distribución. El sector mayorista de la distribución se lleva el 40,50%; luego está el minorista, que se lleva otro porcentaje, y el resto se lo reparten entre autores y editores. Fue una estrategia equivocada, pero no parece lógica la salida de recurrir ahora a los grandes operadores —Libranda está recurriendo a Amazon para colocar sus productos—, porque en España ya hay recursos suficientes para crear una plataforma propia del gremio de editores. No obstante, ¿cómo ha sido la respuesta?: individualizada. Primero, apareció el nuevo sello B, de e-books, del Grupo Zeta; y ahora aparece el Círculo de Lectores y Telefónica con un modelo de acceso en la nube. Es decir que lo que se tenía que haber hecho hace mucho tiempo ahora se va a hacer por separado. No está mal, porque habrá competencia; pero, si nos fijamos, los precios son los mismos y lo que ofrece uno y otro prácticamente es lo mismo, salvo el modelo de suscripción, que irá adaptándose también a la baja. De todos modos, el modelo de suscripción está desabastecido: obras de tipo best seller u obras de autores noveles, pero no encontramos con facilidad autores reconocidos o autores en crecimiento permanente; sí los encontramos en el modelo de descarga, que cada vez está más abastecido pero a precios elevadísimos. En cuanto a los modelos de explotación —ya he hablado del modelo long tail—, hay editores que optan solo por el papel y editores que optan solo por el digital, pero lo lógico es ir a una oferta plural, diversificada: modelos de acceso mediante suscripción —si quieres descarga, paga más—; si no quieres descarga, te gusta mucho el libro y quieres papel, paga un poco más —impresión a demanda—; si quieres audiolibro, también te lo ofrezco; hay que ir a esos modelos. Obviamente eso comportará un proceso de selección que hará que muchos editores desaparezcan, si no se asocian. Para competir a nivel global hay que tender a la concentración equilibrada de fuerzas entre los más pequeños o a los procesos de fusión naturales que han tenido lugar en todos los mercados. Equilibrio de intereses. La propiedad intelectual es un incentivo, la filosofía utilitarista pura en todas sus vertientes, en el derecho de autor lo vemos muy claro: es un incentivo a la creación y un incentivo a la inversión, a los productores; pero se trata de bienes de carácter público en el sentido de que tienen una trascendencia para el interés general cultural, de entretenimiento o científico. En las bases de la propiedad intelectual está lo que se llama el balance de intereses entre intereses privados de los titulares de derechos e intereses públicos de los competidores —de la competencia— y de los usuarios finales. Esa es la labor del legislador, saber adaptar ese equilibrio a cada cambio tecnológico. Cada cambio tecnológico supone una patada en la puerta de la propiedad intelectual, y hay que buscar nuevas bases. Se está legislando más rápido que nunca, ojo, pero es que los cambios van a una velocidad supersónica, así que siempre vamos con retraso, siempre con retraso y siempre parcheando; hay que enfocar una estrategia global. Me han preguntado qué sería lo ideal. Para mantener el equilibrio, creo que la mejor fórmula, la que favorece a todos —a los competidores, a los usuarios, a los autores y editores, y a los intérpretes, en su caso— es establecer nuevos límites o excepciones a los derechos, debidamente compensados. No hay que volverse locos: este límite lo compenso con una remuneración —compensación equitativa—, este otro no; ¿Por qué no se da un acceso amplio para usos secundarios? Es decir, una vez editada la obra, existe la posibilidad de diferentes usos con remuneraciones estipuladas por ley, o estipuladas por las entidades de gestión colectiva, pero revisadas. El anteproyecto de ley dice que la comisión de propiedad intelectual, sección primera, tendrá la capacidad de establecer tarifas sustitutivas; antes tenías que ir a los juzgados, los jueces no estaban preparados, llevaba mucho tiempo; ahora va a ser todo muy rápido, ha sido un gran acierto esa modificación. Es el modelo alemán. En Alemania, cada vez que hay un cambio tecnológico, dicen: necesidades de acceso —por ejemplo, educativas—, que se dé acceso a la obra, que no haya que pedir autorización, pero que se compense adecuadamente y con una fórmula de gestión colectiva obligatoria. Bien, pues que aparezca la entidad de gestión encargada del sector que sea —Cedro, Vegap— para establecer tarifas y gestionar ese mercado; son actores imprescindibles en la gestión de este tipo de mercados. Además, esta fórmula de acceso amplio debidamente compensado permite mantener la estructura de estas entidades de gestión, que se ha puesto seriamente en peligro con la debacle provocada por el cambio de modelo en la copia privada; es cierto que algunas dependían en exceso de la copia privada.

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Volviendo a la copia privada, siempre defendí que era un error el cambio de modelo, y mucho más en el momento en que se hizo. ¿Presiones? De todo tipo: muchos votos, para empezar; pero el Gobierno anterior también tuvo presión porque ya tenía proyectos de cambiar el modelo. También presiones judiciales; aquí el lobby de la industria tecnológica ha presionado, y bien, al hacer una interpretación muy rigurosa de la ley; también es cierto que la copia privada —compensación equitativa por copia privada, el famoso canon— se estaba utilizando para compensar indirectamente la piratería, y esa no es su función. ¿Hay realmente copia privada hoy en España? Sigue habiendo mucha, pero mucho de lo que llamamos copia privada es copia que proviene de la piratería y que, en rigor, no es copia privada; pero cuidado, porque sigue habiendo mucho más de lo que se dice, mucho más. Creo que no podemos ir contracorriente, no podemos utilizar el modelo noruego con cargo a los presupuestos, porque nuestros presupuestos no son los de Noruega y nuestro mercado cultural no es el tampoco noruego. En cuanto a la ley del mecenazgo, no es una alternativa; sobre todo, para determinados proyectos editoriales difíciles de financiar por la empresa privada. Es un complemento, pero no es una alternativa; es un complemento para determinados proyectos editoriales que necesitan un esfuerzo de inversión y que no pueden salir adelante con iniciativa estrictamente privada. ¿Por qué? Porque, al analizar la estructura de costes, el beneficio es nulo o mínimo. Hay menos piratería en las publicaciones científicas; sí, porque hay menor interés y un público más especializado, pero también porque se ha hecho mejor. Los editores científicos se movieron rápidamente con anexos a los contratos de edición que decían: además, me vas a ceder la explotación digital a través de bases de datos; es decir que ellos hacen una primera explotación en papel de revistas o de monografías y, luego, al año o año y medio, dependiendo de la vida de cada obra o de lo que exija el mercado, la van derivando hacia una explotación de base de datos que comercializan en paquetes —libros electrónicos, bases de datos— para las universidades, con licencias multiusuario. Lo han hecho mejor, ya digo. Claro que también es más fácil porque es un mercado mucho más cerrado. ¿Por qué crece la piratería? ¿Por el interés de los lectores? Hay una descarga compulsiva, en el mundo del cine, en el de la música: descargas, descargas, descargas; ¡pero si no tienes tiempo para escuchar y mucho menos para leer! Pero esta descarga compulsiva es una moda, una tendencia social; también una reacción contra las entidades de gestión, muchas veces, o contra ciertos autores, de los que se dice que ganan mucho dinero y que viven del cuento. Eso de que viven del cuento... Viven de crear, y el mercado les premia con mayor o menor éxito, pero se ha instalado esa idea en la sociedad. Y luego, hay un clima de total impunidad entre los usuarios. Se reconoce abiertamente: he pirateado esto; y te ríes. Lo que es peor: se ha establecido un clima de total impunidad entre los intermediarios, que facilitan las descargas masivas y que se lucran; se lucran vía publicidad o se lucran con la cesión de datos personales para el comercio electrónico: regístrese; te registras y, en unos días, te empieza a entrar correo basura. Y eso no se ha atajado. Ahora se intenta atajar, pero se podía haber hecho con mucha más seriedad. Los jueces no han dado respuestas claras porque no tenían instrumentos normativos claros. ¿Más competencia puede ir en detrimento de la calidad? No, no, simplemente habrá una oferta plural. En el mercado electrónico es muy importante el valor añadido, muy importante. No se trata sólo de vender, de comercializar la copia digital de este libro, sino que tiene que haber otros servicios: los foros de discusión, información al correo electrónico, novedades, comentarios, etcétera. Todo esto requiere adaptación del sector y eso es lo que tiene que hacer; lo están haciendo las webs de enlace, las webs piratas que te ponen un foro de discusión en el que la gente hace una sinopsis de la obra ¿Por qué no lo hace el editor? Algunos ya empiezan a hacerlo. Obviamente, tiene unos costes y, como dije antes, la inversión a corto plazo puede que dé miedo; abandonar el papel para irse al digital, cuando existe el competidor desleal que es la piratería, da mucho respeto, lo entiendo perfectamente. Por eso hay que hacer medidas legales y políticas de estímulo. Pero no creo que vaya en detrimento de la calidad, simplemente habrá diferentes opciones. Las obras descatalogadas, no hay que confundirlas con el dominio público. El Quijote está en dominio público, y El Buscón; nos dan el libro electrónico precargado, y son obras que están en dominio público porque el derecho de autor ha caducado o no existió en su época; ha muerto el autor y han pasado más de setenta u ochenta años desde su fallecimiento, la obra es de acceso libre. Las obras descatalogadas son obras con derechos vigentes, que no se explotan ya en el mercado; una edición de los años sesenta, setenta, cincuenta o treinta o cuarenta, cuyos derechos de editor puede que hayan caducado porque tenían una duración de quince o veinte años. Entonces, los autores o los herederos de los autores pueden impulsar su reedición; aparece un nuevo nicho de mercado que sería apto para pequeñas editoriales o

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para las grandes: la recuperación de obras. Por ejemplo, ahora muchas editoriales están recuperando en formato digital obras de carácter político del periodo de entreguerras y de la Guerra Civil española, y lo están haciendo muy bien; se trata de darles difusión. Es decir, más mercado, nuevas opciones. Los usos educativos. El préstamo interbibliotecario, las fotocopias, ya son una cosa distinta. En los campos virtuales lo que está ocurriendo es que los profesores o investigadores les facilitan a sus alumnos una copia digital; hacemos una copia de un artículo de una revista, de un fragmento de un libro, y lo subimos al campus; o libros enteros, dependiendo de la sensibilidad que tenga el profesor y de la que tengan los alumnos; libros enteros, revistas enteras, a cambio de nada. Este es un uso secundario clarísimo. No había una excepción; hay una excepción de usos educativos en el artículo 32.2, pero hablaba de usos en las aulas. Aquí se quiso proteger mucho a las editoriales científicas, otro error: no, no, favorézcanse los usos secundarios educativos dentro de la universidad y en la enseñanza on line, incluso fuera de la universidad, pero compénsense adecuadamente. Lo que hace el anteproyecto es buscar el equilibrio: será de acceso gratuito o será de acceso libre sin compensación, salvo que sean manuales u obras equiparables a los manuales —monografías científicas—. Pero luego, ¿cómo se discrimina lo que circula por los campus virtuales? ¡Ah!, esto es una manual: este paga; esto es un fragmento de una revista: esto no paga. No, no; ¿por qué no se favorece el acceso a todo, a cambio de una remuneración justa, equitativa? Mucho más fácil para todos. Y finalmente, cómo equilibrar propiedad intelectual y acceso y cómo proteger al sector editorial. Es un argumento recurrente, pero creo que la mejor manera de equilibrar propiedad intelectual y acceso es dar acceso, a través de usos secundarios de la obra, siempre que tenga una justificación última constitucional. El acceso a la cultura, a la ciencia de la información, el derecho a la educación, pero debidamente compensado. El ejemplo que he puesto antes: yo tengo que bajar a mi biblioteca, fotocopiar —la máquina se estropea todos los días—, llevar las fotocopias para que me las digitalicen; si tengo que hacerlo veinte veces, pues no bajo. Otra cosa sería que tuviera un servicio de digitalización en el que digo: copiadme estas páginas o escaneadme estas copias y me las enviáis a mi correo; y ellos pagan una remuneración equitativa a Cedro. En este caso, todos contentos: los autores, contentos; la entidad de gestión, contenta; los usuarios —los investigadores o los docentes y los alumnos—, contentos; y el personal de la biblioteca, contento. Es una de las grandes reivindicaciones, también de las bibliotecas: tener más protagonismo en la sociedad de la información, porque ahora la ley les permite hacer muy poco. ¿Cómo proteger al sector editorial? Adaptando la Ley de Propiedad Intelectual a la realidad actual, combatiendo la piratería, modificando las prácticas o las reglas sobre cesión de derechos, mediante estímulo tributario con el IVA y repensando el tema del precio fijo. Creo que es un paquete integral y que no hay que llevarlo paso a paso, sino que todo tiene que ir por el mismo camino. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias a usted, don Fernando Carbajo Cascón, profesor de Derecho en la Universidad de Salamanca. Le damos las gracias muy sinceramente, por su interesantísima intervención, por su exposición; le agradecemos que haya aceptado la invitación. Dos minutos para despedir a nuestro invitado, antes de pasar al siguiente punto del orden del día. (Pausa.) DEBATIR – MOCIÓN POR LA QUE SE INSTA AL GOBIERNO A QUE EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE FIRME CON LA JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA-LA MANCHA EL OPORTUNO CONVENIO DE TRANSFERENCIA DE LA GESTIÓN DEL NUEVO EDIFICIO Y DEL SERVICIO DEL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE GUADALAJARA.
 (Núm. exp. 661/000100) AUTOR: GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA La señora PRESIDENTA: Vamos a pasar al siguiente punto del orden del día, el debate y votación de la moción presentada por el Grupo Parlamentario Socialista. Me dice la letrada que, antes de que empecemos con el debate, comuniquen los grupos si tienen alguna sustitución. ¿Alguna sustitución, aparte de la del Grupo Parlamentario Popular, que la va a pasar por escrito? (Denegaciones.) Se ha presentado una enmienda de sustitución que, según me indican, la tienen todos los grupos.

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Pasamos, pues, a la defensa de esa enmienda. Por el Grupo Parlamentario Socialista, el senador Alique tiene la palabra. El señor ALIQUE LÓPEZ: Muchas gracias, señora presidenta. En primer lugar, me gustaría manifestar una queja, siquiera formal, porque no es un síntoma de buen funcionamiento de una institución —en este caso, de una comisión— que, para la labor de control y de fiscalización de la acción del Gobierno, un grupo parlamentario, en este caso el nuestro, o un senador por la provincia de Guadalajara como es mi caso, tengan que esperar algo más de un año para que se debata y se vote una moción: presenté la moción el día 19 de octubre del año pasado y todos sabemos que hoy estamos a 4 de noviembre. Como ha transcurrido más de un año desde la presentación de la moción, presento la enmienda de sustitución, porque se ha constatado que el convenio por el que se tendría que traspasar la gestión del nuevo edificio del Archivo Histórico Provincial al nuevo se firmó en marzo del 2013, es decir hace unos meses. Sin embargo, también se ha constatado que no está a pleno rendimiento la nueva sede del Archivo Histórico Provincial, porque carece del equipamiento necesario y preciso para una correcta prestación del servicio a los ciudadanos y a las distintas administraciones. Quiero recordar que presenté la moción el día 19 de octubre del año 2012 porque, como sabemos —al menos, los senadores que somos de Guadalajara—, el viejo Archivo Histórico Provincial estaba en el Palacio del Infantado de la ciudad de Guadalajara, un bello monumento pero un lugar poco funcional para albergar un archivo. Precisamente para rejuvenecerlo, si se me permite la expresión, se firmó un convenio entre la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Gobierno de España, ambos dos gobernados por el Partido Socialista, para construir un nuevo edificio que fuese moderno y funcional, y un lugar digno como sede del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara. Fruto de ese acuerdo, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha cedió 2400 metros cuadrados de una parcela en la ciudad de Guadalajara y el Gobierno de España, entonces el Ministerio de Cultura, ejecutó la obra que comenzó en junio del año 2009 en un edificio de 7000 metros cuadrados, que supuestamente debía estar dotado de todos los avances tecnológicos en materia archivística, de seguridad y de custodia de documentos. En la moción que presenté el 19 de octubre del año pasado mencionaba que el Gobierno de España me había contestado a una pregunta de marzo de ese año, 2012, que la obra estaba finalizada y que había sido recibida por la Administración el 5 de diciembre del año 2011, momento en que se produjo el cambio de Gobierno. Dejé pasar unos meses y, al ver que no se firmaba el convenio, presenté la moción. El convenio se firmó el día 25 de marzo del año 2013, pero el personal del antiguo archivo y todos los documentos no se trasladaron hasta el mes de agosto; es decir que, como se suele decir vulgarmente, hace dos días que los funcionarios y los documentos están en la nueva sede. Han tenido que transcurrir casi dos años, desde ese 5 de diciembre del año 2011 en que la Administración recibió la obra de manos del contratista, para que se trasladen los fondos documentales y el personal, y para que se pueda abrir al público el archivo. Menos mal que el papel lo aguanta todo —en este caso, los papeles, los documentos, y el convenio que se firmó—, porque este último no ha resuelto todos los problemas. A pesar de que el personal se trasladó hace tan solo unos pocos meses, están pendientes varios asuntos relacionados con el equipamiento de la instalación que son necesarios —y ahora les explico el porqué— y que forman parte de la enmienda de sustitución. En primer lugar, para que la nueva sede del archivo pueda seguir recibiendo documentación de los distintos servicios administrativos de Guadalajara, porque ese es su cometido fundamental, está pendiente de instalar casi la mitad de los muebles compactos de los depósitos documentales. En los últimos cinco o seis años prácticamente no se ha recibido nueva documentación, porque el viejo archivo histórico del Palacio del Infantado estaba saturado. De aquí a unos meses, en un año como mucho, los muebles compactos que están ahora mismo instalados serán insuficientes, y ya les he dicho que aún faltan diez por instalar que cuestan una cantidad elevada de dinero, claro. En segundo lugar, para que los trabajadores del archivo puedan hacer bien su trabajo y puedan aprovechar los avances tecnológicos, hace falta equipar los laboratorios de reprografía, fotografía, digitalización y restauración del archivo de la nueva sede. Evidentemente, un archivo del siglo XXI sin esto no cumple con eficacia su labor. Y, en tercer lugar, para que los ciudadanos y usuarios puedan disponer de las instalaciones en perfecto estado de uso falta la señalización interior y exterior; si ustedes van, verán que hay papeles que los propios funcionarios han puesto para señalizar. Faltan, igualmente, los telones del salón de actos y el aula y los equipos audiovisuales. Faltan también las lámparas individuales de lectura para la sala de investigadores y el equipamiento final de los baños, así como papeleras, perchas, etcétera.

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Como ven, la firma del convenio no ha sido suficiente para que el edificio del nuevo Archivo Histórico Provincial esté debidamente equipado y pueda cumplir en condiciones óptimas su objetivo de prestar servicio a los ciudadanos y a las administraciones. Para que una inversión sea productiva debe estar a pleno rendimiento, y hoy, por falta de equipamiento, el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara no lo está. Entiendo que es un argumento más que suficiente para que sus señorías apoyen esta moción. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias. Senador Alique, no pretendo abrir una discusión con usted, pero me veo en la obligación de sugerirle —a la vista de sus palabras de queja porque no se haya debatido esta moción con antelación— que hable usted con el portavoz de su grupo en esta comisión, el senador Montes. Acabo de hablarlo con el vicepresidente: por lo menos, que yo recuerde, en las tres o cuatro últimas veces que se ha reunido la Mesa y Junta de Portavoces, esta Presidencia ha dado la oportunidad de incluir mociones pendientes. Es su portavoz el que tiene la palabra. Ningún miembro de esta Mesa ni, desde luego, esta Presidencia han puesto en ningún momento ninguna pega para que se debatan mociones o para que tengamos sesiones de la Comisión de Cultura única y exclusivamente para debatir mociones. Me veo en la obligación de contestarle, porque ese es el único motivo de que no se haya incluido antes la moción. (El señor Montes Jort pide la palabra.) Senador Montes. El señor MONTES JORT: Gracias presidenta. Pido la palabra por alusiones concretas; querría aclarar cuál ha sido la postura de este portavoz y la de los miembros del Grupo Socialista que forman parte de la Mesa, para aclarar las palabras de la señora presidenta. Desde hace más de año y medio tenemos pendiente la comparecencia del señor ministro... La señora PRESIDENTA: Senador Montes, no vamos a entrar en cuáles son las comparecencias pendientes. El señor MONTES JORT: Señora presidenta, la que ha iniciado... La señora PRESIDENTA: No, senador Montes, no tiene la palabra. El señor MONTES JORT: Señora presidenta, ha sido usted... La señora PRESIDENTA: Senador Montes, escúcheme, se lo pido por favor. El señor MONTES JORT: Señora presidenta, muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Para que quede constancia en el Diario de Sesiones, he contestado al senador Alique que esta moción —no estoy hablando de comparecencias—, que es el objeto de la queja que el senador Alique ha hecho al inicio de su intervención, y otras se podrían haber debatido; usted lo sabe, porque en todas las reuniones de Mesa y Portavoces hemos dado la opción de que hubiera tantas cuantas ustedes quisieran. Y no se ha incluido porque usted, como portavoz del Grupo Socialista, no ha querido o no ha entendido que fuera oportuno. Es la contestación a lo que el senador Alique, que no pertenece a esta Comisión, ha venido a echar en cara a la comisión. Dicho esto, si quiere usted contestar a algo de esta moción, tiene la palabra por un minuto; si es para hablar de comparecencias, no, senador Montes. El señor MONTES JORT: No coincido con usted en la explicación, pero le agradezco la palabra. Nada más, en la reunión de Mesa y Portavoces aclararemos el asunto. La señora PRESIDENTA: De acuerdo. Pasamos, entonces, al turno en contra. El senador Herrero tiene la palabra. El señor HERRERO ESTÉBANEZ: Muchísimas gracias, señora presidenta. Gracias, y buenas tardes, señorías. Señor Alique, naturalmente, usted presenta aquí, cinco minutos antes del debate de esta moción, una enmienda que es el resultado de su, creo yo, equivocación espacio-temporal, e incluso territorial, con relación a esta enmienda.

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Le quiero recordar que su compañera en el Congreso de los Diputados, la señora Valerio, preguntó, y fue respondida por el Gobierno con fecha 24 de abril de 2012, sobre este específico asunto que, naturalmente —cómo no—, interesa sobremanera a la provincia de Guadalajara; y yo también agradezco el interés manifiesto —si fuera actual— del senador Alique. Y a la señora Valerio Cordero, que tuvo algunas pequeñas equivocaciones espacio-territoriales, el Gobierno le facilitó la siguiente información: Las obras de construcción de la nueva sede del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara fueron recibidas, con su oportuna conformidad, el pasado 5 de diciembre del 2011. Desde el pasado mes de noviembre se ha venido dotando al edificio del equipamiento necesario para su puesta en marcha, encontrándose pendiente algún suministro secundario para completar este equipamiento —tal vez el señor Alique, como un técnico perfecto en archivos, conozca con exactitud el contenido de la enmienda que nos presenta ahora—. El traslado de los fondos desde la sede actual corresponde a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que gestiona el archivo, de manera que se están coordinando actuaciones para proceder al traslado e inaugurar la sede lo antes posible. Pero, no contento con eso, el senador Alique, estimado amigo de mi provincia, de Guadalajara, vuelve a preguntar —así que no diga nada a la comisión— lo siguiente: Una vez finalizadas las obras, ¿cuándo tiene previsto el Gobierno abrir el servicio de la nueva sede del Archivo Provincial de Guadalajara? Y con fecha 22 de noviembre del 2012 la respuesta del Gobierno es la siguiente: Las obras de la nueva sede del Archivo Provincial de Guadalajara, de titularidad estatal y gestión autonómica, finalizaron en el último trimestre del 2011 y su equipamiento se completó durante el primer cuatrimestre del 2012. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha iniciado los trámites para la firma del convenio de transferencia de gestión del edificio, con objeto de que, tras su recepción, pueda procederse al traslado de los fondos y prestación de servicios por parte de la Administración. Pero, además, la señora Valerio, del Grupo Socialista, diputada en el Congreso, pregunta esta vez —aquí creo que en un estado de cierta ignorancia presupuestaria, entre comillas— sobre el estado de ejecución presupuestaria del proyecto del Archivo Histórico Provincial, nueva sede en la provincia de Guadalajara, que se incluye en los Presupuestos Generales del Estado para el 2013. Estaba absolutamente recepcionada y finalizada en el 2012, pero el Gobierno, de forma absolutamente educada, le contesta: En el anexo de inversiones de la Gerencia de Infraestructuras y Equipamiento, aprobado en los vigentes Presupuestos Generales del Estado para 2013, no se contemplan créditos presupuestarios en la anualidad correspondiente para el proyecto de la nueva sede del Archivo Histórico Provincial porque el mismo está finalizado. Por eso digo que el señor Alique —que me perdone— ha tenido un despiste temporal, porque él conoce —es de Guadalajara, como yo, y lo debe de conocer porque creo que pasará unas cuantas veces por el nuevo Archivo Histórico Provincial, en la calle Julián Besteiro— que, con fecha 25 de marzo —y hago entrega de este papel a la Presidencia de la Mesa, para que conste en acta—, con fecha 25 de marzo, repito, que es lo que reclama el señor Alique en su magnífica moción, entre la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Gobierno de la nación —léase Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y Consejería de Educación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha— se firmó formalmente el acuerdo de transferencia de la gestión y administración de dicho archivo a la Junta de Comunidades. Por lo tanto, el señor Alique ha tenido ocho meses, desde marzo hasta ahora, para retirar esta moción, sabiendo y conociendo el tema a la perfección con tres preguntas parlamentarias y conocida la firma del acuerdo. Y ahora tiene la salida, como magnífico técnico bibliotecario, de decir que falta un armario o que falta una señalización o que falta el equipamiento final. Pues, señor Alique, no lo sé, pero, desde luego, desde mi punto de vista no es misión de esta comisión analizar si el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara debe tener cristales de Climalit o dos arbolitos más en la entrada de su jardín. Por tanto, señora presidenta, recomiendo a mi grupo votar en contra de la enmienda presentada por el Grupo Socialista. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, senador Herrero. Pasamos al turno de portavoces. Por el Grupo de la Entesa, tiene la palabra su portavoz, el senador Martí. El señor MARTÍ JUFRESA: Gracias. Simplemente intervengo para anunciar nuestro voto favorable. Gracias.

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4 de noviembre de 2013 La señora PRESIDENTA: Gracias, señoría. Por el Grupo Convergència i Unió, tiene la palabra su portavoz, el senador Bagué.

El señor BAGUÉ ROURA: Gracias. Anuncio nuestro voto positivo. Parece claro que el archivo está construido y acabado. En mi demarcación, Girona, tenemos pendiente un archivo provincial, pero como estamos a punto de inaugurar la biblioteca provincial, que es una buena noticia, vamos a votar a favor. (Risas.) Era broma lo del archivo. La señora PRESIDENTA: Gracias, señoría. Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el senador Alique. El señor ALIQUE LÓPEZ: Gracias. No sé, señor Herrero, si contestarle a usted o contestarle al papel, porque veo que ha estado todo el tiempo leyendo; y precisamente porque ha estado leyendo seguramente desconoce algunas cosas. El día 2 de abril del 2012 —usted me hablaba del día 24 de abril, es decir, veintidós días después— el Gobierno responde a mi compañera Valerio, diputada en el Congreso. Y a mí veintidós días antes me había respondido en los mismos términos, e incluso me decía que la inversión se elevaba a 11,5 millones de euros y me especificaba en qué. Decía: Equipamiento, y ponía entre paréntesis: Estimación, 1 300 000 euros. Es decir, esa partida no estaba cerrada porque ponía Estimación. Luego le daré la copia, aunque puede entrar en la página web o en la Intranet del Senado y ver la respuesta que me da el Gobierno. El día 22 de noviembre usted dice que yo recibo otra respuesta del Gobierno. Efectivamente, sabiendo que han finalizado las obras, le pido que indique cuándo se va a firmar el convenio o cuándo va a ser de alguna manera útil ese edificio, que ha tenido una inversión de 11,5 millones de euros. No se ha firmado todavía el convenio. Yo no soy Gobierno, señor Herrero, yo no sé cuándo se firma el convenio; lo he sabido cuando recientemente se han trasladado los funcionarios y los archivos documentales, en el mes de agosto. Y ha sido entonces cuando se ha conocido si ese edificio tenía alguna carencia o no las tenía, porque mientras tanto estaba cerrado. A lo mejor usted ha pasado; a mí no se me ha ocurrido invadirlo ni entrar en él. No me parecía razonable. Por tanto, no lo conocía; lo conozco cuando las cosas pasan. Y en cuanto a lo de minimizar con si falta alguna ventana de Climalit, me parece que usted es de Gerona o Girona, y no de Guadalajara, como para que no le importe el Archivo Histórico Provincial. Le estoy hablando, ni más ni menos, que de equipar los laboratorios de reprografía, de fotografía, de digitalización y restauración del archivo. Eso es fundamental. Yo no soy bibliotecario ni tampoco archivero, pero me he ilustrado e informado durante estos días, y me han explicado lo importante que es en el siglo XXI tener esos medios digitales, esos avances tecnológicos para hacer unas buenas tareas de archivo. Si usted me dice que el hecho de que falten diez de los veinticuatro depósitos documentales, que son muebles compactos que permiten seguir archivando, es una nimiedad, sinceramente, no quiero descalificarle porque yo tampoco soy un especialista, pero me temo que no entiende. El Archivo Histórico Provincial llevaba cinco o seis años sin recibir apenas documentación porque en la sede del Palacio del Infantado no entraba ya más documentación, es decir, que hay un retraso de cinco o seis años y en cada una de las sedes de las distintas administraciones hay documentos que se van a mandar al archivo. En menos de un año —lo dicen los que conocen esto y los propios funcionarios— el archivo ya no tendrá muebles compactos para seguir almacenando documentación; y faltan diez. Yo entiendo que valen casi medio millón de euros, o sea que la broma no es poca, no es un cristalito Climalit; ya sé que los diez depósitos valen alrededor de 500 000 euros por lo que dicen las personas que conocen esto, pero, por ejemplo, si hoy va usted a los servicios se encontrará con que el papel está en el suelo porque no hay portarrollos. Eso sí puede parecer una nimiedad, pero que no haya siquiera dinero para poder equipar esto me parece… En fin, seguramente esto no es lo más importante; lo importante son, lo vuelvo a decir, los diez muebles compactos para almacenar los depósitos documentales, que son imprescindibles, necesarios para que el archivo pueda seguir recibiendo documentación de las distintas administraciones. Como digo, se llevaba cinco o seis años sin recibir documentación, y es muy importante equipar a los laboratorios de reprografía, fotografía, digitalización y restauración del archivo, lo que es necesario para que los trabajadores puedan desarrollar bien todas las labores archivísticas utilizando los avances tecnológicos. Un usuario de un archivo es habitualmente un investigador, y que el investigador no tenga una lámpara, que no sé si valdrá mucho o poco, en la mesa donde va a trabajar me parece que no es lo más lógico y razonable.

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Por tanto, desde agosto, en que está abierto el Archivo Histórico Provincial, se conocen las carencias o defectos que tiene ese edificio; estamos hablando de hace dos días. Y se puede conocer si se había firmado el convenio o no, porque hasta esa fecha nadie sabe nada ni la Administración tampoco lo ha publicitado. En cualquier caso, la enmienda de sustitución tiene que ver con lo que hace falta en el archivo. Lo que estoy reclamando es lo que hace falta en el Archivo Histórico Provincial, que es precisamente un equipamiento importante en cantidad, e importante, por supuesto, en calidad para el trabajo, esencial para el trabajo de los funcionarios y para que haya una buena prestación de ese servicio para los ciudadanos y las administraciones, que son quienes se benefician de él. He comprobado que en los Presupuestos Generales del Estado, y ya van tres, que ha presentado el Gobierno del Partido Popular —el de 2012, que, como recodarán ustedes, lo presentaron después de las elecciones andaluzas, el del 2013 y el del 2014— no hay un solo euro presupuestado por parte del Gobierno de España para dotar de ese equipamiento, que no es un cristalito de Climalit; como digo, estoy hablando de importantes equipamientos. Por tanto, si a usted le preocupa que esté perfectamente dotado, vote a favor, y si no le preocupa, vote en contra. Y cada uno sabrá lo que hace con su voto. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, senador Alique. Por el Grupo Parlamentario Popular, el senador Herrero tiene la palabra. El señor HERRERO ESTÉBANEZ: Muchas gracias señora presidenta. Muy brevemente, porque la enmienda presentada en este momento por el señor Alique no es más que una salida para justificar la no retirada en su día de un acuerdo que, como senador de Guadalajara, no solamente debía conocer sino que conoció todo el mundo menos él, con grandes titulares en prensa: el señor ministro, a un lado, el señor consejero de Educación, al otro, a todo color, en los digitales y en papel. Pero el señor Alique, lamentablemente, no se enteró. Además, si no se enteró, por lo menos podía haber ido a visitar el archivo, cosa que yo sí he hecho en varias ocasiones; y está funcionando plenamente, plenamente. Y es posible, señorías, que puedan faltar algunos detalles, como en cualquier obra que todavía está pendiente de inaugurar. Pero, aun cuando faltaran, el señor Alique se equivoca de cabo a rabo cuando en esta moción pide a esta comisión del Senado que inste al Gobierno, en relación con un inmueble cuya gestión y administración ha sido transferida en plenitud a otro Gobierno, que es el Gobierno regional, a que instale más o menos equipamiento. (Rumores.) En todo caso, si algo falta —repito que es una obra todavía pendiente de inaugurar oficialmente, pero que está funcionando más que razonablemente bien—, en cuanto a lo que reclama el señor Alique de algo que no ha visto, que seguramente se lo habrá contado algún amigo o algún trabajador con la mejor voluntad, repito que no es ni mucho menos materia de la Comisión de Cultura del Senado que inste al Gobierno en relación con un edificio que ni administra ni gestiona ya, desde el 25 de marzo. Por tanto, para no seguir discutiendo, dialogando o debatiendo sobre la justificación que ha encontrado el señor Alique para justificar —valga la redundancia— una moción que se debía haber retirado el 26 de marzo, cuando el convenio se firmó el 25, naturalmente mi grupo va a votar en contra de esta enmienda. La señora PRESIDENTA: Gracias, senador Herrero. (El señor Alique López pide la palabra.) Sí, senador Alique. El señor ALIQUE LÓPEZ: Solo para decir que me doy por enterado de que la culpa la tiene el Gobierno de Cospedal. (Rumores.) Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Bien, pasamos a la votación de la enmienda de sustitución que ha presentado en este momento el Grupo Parlamentario Socialista. Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos a favor, 8; en contra, 16. La señora PRESIDENTA: Queda rechazada. Señorías, se levanta la sesión. Eran las dieciocho horas y cincuenta minutos.

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