DESAFIOS DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

DESAFIOS DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Palabras pronunciadas por el Gerente General de FENALCE, Dr. Henry Vanegas Angarita, con motivo de la instalación...
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DESAFIOS DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Palabras pronunciadas por el Gerente General de FENALCE, Dr. Henry Vanegas Angarita, con motivo de la instalación del “Seminario Internacional Desafíos de la Seguridad Alimentaria en la Altillanura Colombiana” el 28 de Julio de 2009 en el Auditorio del Hotel Campestre El Campanario de Villavicencio.

FENALCE, Fundallanura, SENA - SAC y Corpoica, con el auspicio de la empresa privada que se ha vinculado a este evento, al igual que la Gobernación del Meta, la Alcaldía de Puerto Gaitán y la Cámara de Comercio de Villavicencio hemos denominado este Seminario Internacional DESAFIOS DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA EN LA ALTILLANURA COLOMBIANA. Por todos es conocido ese gran dilema para la humanidad como lo es la necesidad de producir alimentos para más de 8,3 billones de personas en los próximos 20 años, asociado al fin del siglo del petróleo (de 1930 al 2030), con una demanda cada vez mayor por biocombustibles, aliada a la gran limitación de incorporar nuevas áreas para la agricultura, todo lo cual ha conllevado a la necesidad de mirar hacia Suramerica donde aún quedan tierras sin cultivar y muy especialmente hacia los suelos ácidos tanto del Serrado Brasilero como de las savanas de la Orinoquia Colombiana. En nuestro país, Bogotá Distrito Capital recientemente ha convocado a la academia, a los gremios y a centros de investigación a que le ayuden a dilucidar como afrontar el reto de producir comida en forma económica y ambientalmente sostenible para satisfacer las necesidades crecientes de sus 8 millones de habitantes. Estos desafíos implican que para eliminar el hambre de una población en continuo crecimiento se debe utilizar una multiplicidad de estrategias científicas, tecnológicas, políticas, económicas, culturales y sociales, que involucre tanto a los consumidores, a los proveedores, los productores agrícolas, a industria privada, a la parte estatal como a la comunidad internacional. Una de las opciones que ha cobrado mayor fuerza

es el que la Altillanura se convierta en la futura despensa de Colombia. En este contexto, la investigación ejerce un papel fundamental en suplir y suministrar alternativas al sistema productivo, la manera de atender estas nuevas reivindicaciones de la sociedad. Todas las herramientas disponibles actualmente, sean ellas a través del mejoramiento genético, de la biotecnología, de las tecnologías de manejo y control fitosanitario, de tecnologías de gestión deben considerarse dentro de este nuevo proceso, en busca de una agricultura rentable y sustentable. Los desafíos para los próximos años son extremadamente atractivos, en el sentido de que hay que armonizar la producción y la productividad agrícola, via rentabilidad del negocio, calidad del producto y los procesos productivos, con el componente social y ambiental. Ahora no basta el desafío de sobrevivir en tiempos difíciles, ya que el nuevo orden mundial preconiza que además del éxito económico de la actividad agrícola, es necesario preservar los recursos del medio ambiente y mejorar la calidad de vida de la sociedad. Por tanto, la necesidad de cultivar la tierra está condicionada a parámetros de la dimensión ambiental y de desarrollo social, junto al éxito económico. El sistema de rotación que ha resultado ser exitoso en varias latitudes es el de maíz en rotación con la soya, especialmente en suelos ácidos del Serrado Brasilero muy parecidos a la Altillanura como lo vamos a analizar con los investigadores invitados de la Fundación Mato Grosso a los cuales vamos a tener oportunidad de escuchar, de interactuar con ellos y de clarificar algunos aspectos de manejo que nos puedan servir en nuestras condiciones de producción. Es necesario evaluar profusamente ese sistema de producción e ir mejorando las condiciones de producción con miras a alcanzar índices de productividad cada vez mayores en granos como la soya por encima de 4,0 toneladas para los próximos 20 años, cuando en 1990 era

de apenas 2,5 t/ha y hoy ya estamos por 2,8 toneladas , o en maíz superar las 8 t/ha cuando hace 20 años con el maíz Sikuani estábamos en 2 t/ha, y hoy ya estamos promediando 5,5 a 6 toneladas. Los problemas de la agricultura, en especial de la soya y el maíz, no se refieren únicamente a los problemas actuales de la tasa de cambio, de los precios o de las amortizaciones de las inversiones realizadas en los últimos ciclos. No podemos echarle la culpa de todo al mercado, a la negociación y comercialización del producto. El cultivo de soya, 20 años atrás, cuando hizo su aparición en el Llano, era bien diferente a la forma como se hace actualmente en la Altillanura. Fue un desarrollo para las vegas y vegones en rotación con arroz, para lo cual se transfirió tecnología del Valle del Cauca desde el Occidente del país y se logró ese rendimiento en soya de 2,5 por hectárea. Recordamos que en ese entontes, fue ese pionero de Juan Vergara Carulla (q.e.p.d) el que quería plantar soya en la Altillanura y allá lo acompañamos a Remolino a su finca Iguazú. Ahora, se ha venido avanzando en una segunda fase para la soya en la Altillanura y FENALCE con este evento, oficializa su vinculación a la administración del Fondo Parafiscal del cultivo de la soya. Al comienzo de la actividad soyera quién pensaba en comprar tantas toneladas de cal desde un principio?, tanto fertilizante?, dos o mas fungicidas para dos o tres aplicaciones, que van desde protección adicional a la semilla y aspersiones foliares hasta casi la madurez fisiológica. No, cuando eso todo era más sencilo, se limitaba a pedir la semilla al Programa de Fomento de la soya ( Gracellano o Coldeaceites), el inoculante y el herbicida. Tal vez una que otra aplicación para controlar el comedor de follaje Anticarsia sp. y eso. Y ahora qué está pasando con el cultivo? Aparecieron nuevas enfermedades como la roya asiática y la suramericana, las restricciones ambientales y variaciones inusitadas en el costo de los

fertilizantes, que han venido aumentando los costos de producción día a día. Pero, la tendencia tiende a cambiar. La orientación es a volver a producir soya y maíz con el menor disturbio de la superficie del suelo (sistemas de labranza de siembra directa y labranza de conservación), desarrollo de semilla de variedades tolerantes a los factores bióticos y/o abióticos limitantes y un uso racional y eficiente de insumos químicos. Si bien la genética y el mejoramiento, la biotecnología tienen como misión superar ese desafío, fijando genes para resistencia a plagas, a enfermedades que nos afligen actualmente; necesitamos de tecnologías agronómicas para un manejo más eficiente de plantas invasoras en nuestros campos, de insectos plagas y de enfermedades, ya sea utilizando tecnología convencional o transgénica, se requiere además mejorar la gestión administrativa, la asociatividad para disminuir costos, hacer economías de escala para ser mucho más competitivos; por lo pronto, en estos días nos vamos a ocupar de ajustar nuestra tecnología y mejorar cada día más. Los desafíos del presente exigen más eficiencia y un mayor componente técnico en nuestra actividad. No tenemos mucho tiempo. Nuestro accionar tiene que ser modificado tanto o más que las exigencias del mercado. Precisamos tener una buena estrategia y actuar de forma rápida para ir mejorando los desarrollos que hoy observamos en la Altillanura. Pasar del cultivo de soya y maíz a la integración de agronegocios y a la producción de alimentos en un cluster agrícola – con integración porcícola y próximamente avícola como lo ha venido haciendo el Grupo Aliar en la Fazenda ya es una realidad palpable. Por lo tanto, direccionar y ordenar nuestra producción hacia procesos de agroindustrialización, de empresarización, según las normas ambientales, sociales, de rentabilidad , de calidad, dentro del concepto de sustentabilidad, serán nuestras metas para los próximos años.

Hoy hemos invitado a lo más selecto del cuerpo técnico de una Fundación que ha sido exitosa en Mato Grosso en suelos ácidos que son lo más parecido a nuestra Altillanura, pero desarrollada en una gran dimensión empresarial, con grandes avances en el manejo del sistema soya/maíz, queremos conocer lo que han hecho en estos 20 años y lo que están haciendo, cómo lo están haciendo, qué aplica para nuestras condiciones de producción y que prácticas agrícolas debemos adoptar o ajustar para avanzar en los próximos 3 a 5 años con paso firme el terreno que ellos ya han recorrido, minimizando el riesgo y aumentando la confianza inversionista para el desarrollo definitivo de nuestro territorio. Vamos a aprovechar en buena forma el ímpetu despertado por la producción de alimentos, ese cuarto de hora que se abrió para la agricultura gracias al desarrollo de los biocombustibles, para que iniciemos el desarrollo de territorios y la especialización de los mercados que conlleven a una mayor producción de proteína para alimentar cada vez mejor a nuestra población. Ese es un desafío de seguridad y de soberanía alimentaria. Esta Federación es consciente que en este proceso, necesitamos adecuar muchas cosas empezando por nuestra normatividad jurídica para que así como hay Unidades Agrícolas Familiares, se contemplen Unidades Agrícolas Empresariales, para acceder a la propiedad en zonas que han sido baldíos o con procesos recientes de titularidad y poder hacer inversiones seguras en desarrollos empresariales agroalimenticios. Que se legisle sobre las Zonas de Desarrollo Especial Agrícola, así como hay zonas francas y ha habido Zona de ley Paéz para el desarrollo industrial y comercial en el territorio nacional, que la Altillanura se declare Zona de Desarrollo Especial Agrícola. Que sea la primera, con grandes ventajas y bien atractivas (tributarias, financieras y económicas) porque todos sabemos que si queremos desarrollar toda una región debemos hacerla atractiva para su

inversión. De esa forma podemos intentar mover la industria de las zonas urbanas y suburbanas de nuestro país hacia las zonas de producción e integrar verdaderos clusters de producción. Del resto solamente nos quedamos en Agronegocios funcionales y exitosos pero bastante aislados asi tengan grandes extensiones y demanden gran capital. Tenemos que avanzar hacia una mayor agroindustrialización rural. Con esas integraciones lograremos vender en el sitio de producción y nos ahorraríamos esos costosos e inoficiosos fletes de transporte de cosechas, que el Industrial pide que sean a cargo del Agricultor y nos exige que seamos competitivos con nuestros productos a la puerta de su fábrica. Que se diseñe un Plan Público-Privado de inversiones en infraestructura de producción. Así como se piensa en la infraestructura de investigación, ciencia, tecnología e innovación y en infraestructura de comercialización o portuaria, hay que tener infraestructura de producción y sobre todo de postcosecha. No podemos quedarnos en la remembranza del IDEMA y la falta que hace; sino que, si se quiere crecer en áreas de producción entonces tenemos que preparar la infraestructura de poscosecha que requiere esa inversión, que requiere esta región y el país en general. Necesitamos propiciar un mayor intercambio de información técnica, de ciencia y tecnología entre las diversas instituciones que tienen que ver con este sistema productivo maíz-soya. Para el caso específico de la soya, si queremos tener un crecimiento grande en áreas surge la necesidad de hacer montajes de plantas de extracción para separar el aceite de la torta, ya que la industria de nuestro país lo que demanda es torta en un 80% y no el grano de soya entero. Pero en las actuales circunstancias, no se podría recuperar ese tipo de inversión arrancando con la torta de soya a cero arancel. Es como exigirle a la industria de biocombustibles que arrancara produciendo etanol a precio internacional.

Necesitamos que la torta de soya tenga un arancel superior al del grano de soya y un horizonte de desgravación de 10 a 15 años. Al igual que una medida restrictiva temporal para la importación de la torta de soya boliviana. Así las cosas, en aras de una seguridad alimentaria estable, se requiere que este país le otorgue a la producción de alimentos ventajas y beneficios equiparables a los ya otorgados a la producción de biocombustibles. Esta región agroecológica de los llanos orientales de Colombia viene siendo la llamada a atender las necesidades de seguridad alimentaria de la capital del país en los años por venir. Por ello no podemos descuidar y mucho menos desestimular la producción de renglones como el maíz, la soya, el arroz y la yuca, entre otras opciones de cultivos semestrales. Se requiere hacer uso de todos los instrumentos disponibles para proteger el trabajo nacional y la mano de obra rural. Que sea un verdadero interés estatal manifiesto en apoyos concretos al productor nacional para estimularlo a proseguir en su actividad productiva de alimentos, de ocupación y empleo, de generación de ingresos, propiciando el entorno para que el empresario agrícola dinamice su economía familiar, empresarial, la economía local y regional, todo lo cual redundará en progreso, desarrollo y bienestar para nuestras familias y para la sociedad. Sean todos ustedes bienvenidos a esta segunda fase de la soya con todo lo que implique el desarrollo de esta promisoria región de nuestro país: la Altillanura Colombiana.