PARTIDO INTRANSIGENTE CIUDAD DE BUENOS AIRES Luis Sáenz Peña 332 – CABA - C.P.:C1110AAH Tel/Fax: 4381-4632 e-mail: [email protected] Web: www.piensebuenosaires.org.ar 2009 – Año del centésimo aniversario del nacimiento del Dr. Oscar Alende

1930 - 6 de septiembre - 2009 Soja, familia y propiedad. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré el Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios... Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamento en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores..."

Roberto Arlt, “¿Quiere ser usted diputado?”, en Aguafuertes porteñas, 1933

"Cuando el campo dice Patria, anhela la época en que fue el granero del mundo", Hugo Biolcati, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) al inaugurar oficialmente la 123 Exposición de Ganadería y Agricultura, en el predio La Rural de Palermo, agosto 2009.

Un poco de historia América Latina emerge al mundo como continente para la conquista, saqueo y expoliación de sus recursos. Territorios y pueblos fueron colonizados por la metrópoli europea en su proceso de acumulación de capital, imponiendo, a sangre y fuego, una estructura socioeconómica dependiente. En este marco se gestan los sectores dominantes autóctonos, basados en una economía de exportación dominada por el capital comercial de las metrópolis internacionales. La apropiación de grandes extensiones de tierra, con variadas riquezas naturales, metales preciosos, productos agrícolas y mano de obra indígena fácilmente explotable, fueron el origen de una clase terrateniente parasitaria, precursora de una clase comercial íntimamente vinculada a aquélla. Se crean así las condiciones del atraso y subdesarrollo que aún hoy subsisten en Latinoamérica. 1

Las penas son de nosotros... Los intereses de la burguesía comercial criolla entran en contradicción con el sistema de dominación impuesto por la metrópoli española, esto origina las luchas por la independencia. A fines de la colonia la burguesía local controlaba las principales fuentes de riqueza, pero el gobierno seguía en manos de representantes de la monarquía española. Sus intereses se contraponían al imperio español: mientras la burguesía criolla exigía que el excedente económico y el capital acumulado quedaran en América Latina, el imperio español se llevaba gran parte del excedente y del capital circulante. La burguesía criolla aspiraba a tomar el poder porque el gobierno significaba el dominio de la aduana, del estanco, de las rentas fiscales, de los altos puestos públicos, del ejército y del aparato estatal, del cual dependían las leyes sobre impuestos de exportación e importación1. Crecen los productores agropecuarios en el litoral argentino, se consolidan los grupos de poder de Buenos Aires ligados al comercio exterior y la exportación, en desmedro de la producción artesanal del interior. Se despliega el debate proteccionismo o libre cambio e Inglaterra comienza a tener una importante presencia en nuestro país.

El Estado Nacional y el modelo agroexportador Pueden considerarse dos etapas en la vinculación de nuestro país al mercado mundial: desde la independencia hasta mediados del siglo XIX, con imposición de librecambio, invasión de manufacturas británicas, con escasa exportación de bienes primarios por falta de recursos técnicos, capitales y guerras civiles. Una segunda etapa se consolida en la segunda mitad del siglo XIX, donde la demanda de bienes primarios provoca la afluencia masiva de capitales extranjeros con inversión de obras en infraestructura y préstamos al gobierno. En la incorporación al comercio internacional se generó una estructura socioeconómica dual: un centro urbano alrededor del puerto porteño de exportación y un interior donde se afianzaban mecanismos precapitalistas de explotación de mano de obra. Se delinea así el modelo agroexportador basado en la exportación de productos primarios en manos de un reducido grupo de poder, los terratenientes. En el período 1862-1880 se consolida el Estado-nación. A partir del andamiaje económico ligado al capital extranjero se estructura la organización política del Estado, garantizando las inversiones extranjeras y apuntalando el poder de la elite terrateniente, con predominio del sector ganadero bonaerense.

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Vitale, Luis, Historia de Chile, citado en Lumpenburguesía: lumpendesarrollo, A. Gunder Frank, Ed.LAIA, Barcelona, 1979, p. 67.

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A partir de 1880 se sientan las bases de la Argentina agroexportadora. De manera violenta se resuelven las contradicciones con las elites del interior, se capitaliza Buenos Aires y, conquista del desierto mediante, se constituyó así el llamado régimen oligárquico.

"Cultivar el suelo es servir a la patria" Se funda el 10 de julio de 1866 la Sociedad Rural Argentina, en cuya Acta fundacional se lee: "Artículo 1°- La Sociedad Rural Argentina, fundada en 1866, es una Asociación Civil que tiene los siguientes fines: velar por el patrimonio agropecuario del país y fomentar su desarrollo tanto en sus riquezas naturales, como en las incorporadas por el esfuerzo de sus pobladores; promover el arraigo y la estabilidad del hombre en el campo y el mejoramiento de la vida rural en todos sus aspectos; coadyuvar al perfeccionamiento de las técnicas, los métodos y los procedimientos aplicables a las tareas rurales y al desarrollo y adelanto de las industrias complementarias y derivadas, y asumir la más eficaz defensa de los intereses agropecuarios". “El suelo es la patria, cultivar al uno es servir a la otra” es la frase europea, grabada en la fachada del Instituto Agrícola de Grignon de Francia, que dio origen al lema de la autóctona sociedad de terratenientes. Eduardo Olivera, socio fundador de la Sociedad Rural Argentina, cursó allí sus estudios en Ingeniería Agronómica. Luego de reunirse con Bartolomé Mitre, Adolfo Alsina y otros caudillos, consigue la formación de una sociedad de interesados en promover el campo Su amigo José Martínez de Hoz lo convocó para fundar la Sociedad Rural Argentina, en 1866. Terratenientes ganaderos bonaerenses, aliados a grandes comerciantes del puerto de Buenos Aires, subordinaron a otros grupos de interés, y hegemonizaron el control del Estado. Fuertemente ligados al capital extranjero, en particular británico, trazan el perfil periférico y dependiente de la Nación. En 1875, a causa de la crisis del negocio lanar, se debaten estrategias de fomento a la industria local (manufactura de paños, artesanado) y se funda el Club Industrial, antecesor de la UIA. En relación a la concentración de la tierra en pocas manos, Juan José Hernández Arregui aporta datos precisos de ese proceso: en 1774, sobre 6.083 habitantes censados en la campaña, 186 eran propietarios de tierras. En Buenos Aires, con una población de 10.000 habitantes, había 141 propietarios. El decreto del gobierno de Rivadavia del 17 de abril de 1822 decía: “Las propiedades del Estado son no sólo para garantizar la deuda pública (contraída con Inglaterra con el empréstito Baring) sino para hacerse de recursos extraordinarios”. El reparto de las tierras públicas de la provincia de Buenos Aires se aceleró entre 1854 y 1864, después de la caída de Rosas. ... En 1878, aseguradas por Roca las fronteras contra el indio, se

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enajenaron tierras por millones de hectáreas en Córdoba, Mendoza, Buenos Aires. Más de 3 millones de hectáreas se repartieron entre pocas personas. En 1914, en la zona de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, el 63% de las tierras en explotación (41.216.739 millones de hectáreas) pertenecían al 6% del total censado, es decir, estaban repartidas en 10.056 explotaciones. Los campos mayores de 5.000 hectáreas que representan cerca del 70% pertenecían a 2.447 propietarios. Mil personas eran dueñas en 1930 de la tercera parte de la provincia de Buenos Aires, o sea, 100.000 km cuadrados de las mejores tierras del mundo. Este proceso de extrema concentración de la tierra en pocas manos se produce inmediatamente de sancionada la Constitución de 1853, cuya letra y espíritu, es la armadura jurídica de la gran propiedad territorial.2 Juan José Hernández Arregui definió sin tapujos la esencia de nuestra clase dominante: ‘esa clase parásita e infecunda, siempre que el pueblo comió, vio demagogia.’ No sólo le sobraba nación a esta clase, también le sobraba gente. Jauretche denunció este pensamiento expresado por los sucesivos presidentes de la Sociedad Rural Argentina: ‘En 1956 el Dr. Ernesto Hueyo, ex ministro de la Década Infame y personaje representante de su clase, sostiene en un artículo de La Prensa, que el país tiene exceso de población y sólo se le ocurre una solución: que emigre el excedente de argentinos innecesario para la economía pastoril. En 1966 el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Sr., Faustino Fano, expresa que la población conveniente de la república está en relación 4 vacunos por cada hombre. Jauretche subraya el análisis del economista Aldo Ferrer ("La economía argentina", Ed. FCE, 1963), sobre el comportamiento político de la clase terrateniente, dice Ferrer:... Finalmente, dado el papel clave que el sector agropecuario jugó en el desarrollo económico del país durante la etapa de economía primaria exportadora, la concentración de la propiedad territorial en pocas manos aglutinó la fuerza representativa del sector rural en un grupo social que ejerció, consecuentemente, una poderosa influencia en la vida nacional. Este grupo se orientó, en respuesta a sus intereses inmediatos y los de los círculos extranjeros (particularmente británicos) a los cuales se hallaban vinculados, hacia una política de libre comercio opuesta a la integración de la estructura económica del país mediante el desarrollo de los sectores industriales básicos, naturalmente opuesta también a cualquier reforma del régimen de tenencia de la tierra. La gravitación de este grupo no llegó a impedir el desarrollo del país en la etapa de la economía primaria exportadora, dada la decisiva influencia de la expansión de la demanda, externa y la posibilidad de seguir incorporando tierras de la zona pampeana a la producción. Sin embargo, después de 1930, cuando las nuevas condiciones del país exigían una transformación

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J. J. Hernández Arregui, La formación de la conciencia nacional, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1973

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radical de su estructura económica, la permanente gravitación del pensamiento económico y la acción política de ese grupo constituyó uno de los obstáculos básicos al desarrollo nacional.3 Sobre las bases del latifundio y la dependencia económica se armó el puzzle de la factoría argentina, el granero del mundo, ese andamiaje colonial construido por terratenientes al servicio de intereses extranjeros, los precursores de quienes hoy se quieren erigir en reservorio moral de la Nación.

“¡Viejo de mierda… me las vas a pagar!”4 Hipólito Yrigoyen había asumido su segundo período en 1928, con el voto de las mayorías populares. Enmarcado en una gran crisis a nivel mundial, debió afrontar una fuerte caída de los precios agrarios, desocupación creciente, sumados a la caída de la bolsa de Nueva York en 1929, terminó por aumentar la crisis que se vivía en el país. La oligarquía ganadera no estaba dispuesta a tolerar un nuevo reparto de la renta agraria diferencial y desde el diario La Nación descalificaba al presidente. Además, EE.UU e Inglaterra disputaban posiciones en Argentina en relación al petróleo y estaba prevista la nacionalización del recurso. Grupos nacionalistas oligárquicos, de corte fascista, organizados en la Liga Patriótica, acusaban al radicalismo de ser una “chusma” por haber permitido la entrada de esa “gentuza” en el quehacer político a partir del voto universal. Junto a ellos, el acoso del Partido Socialista sumado a la división del partido de gobierno, la Unión Cívica Radical (U.C.R.), entre personalistas (yrigoyenistas) y antipersonalistas (alvearistas), fueron debilitando el gobierno de Yrigoyen. Los medios gráficos hicieron su trabajo. Desde el semanario La Nueva República,. Julio Irazusta inauguró una frase, lamentablemente usada hasta el cansancio durante el resto del siglo XX, “hay que sacar las tropas a la calle”.La Nación, La Prensa y Crítica no cesaron de socavar el orden institucional, ligados a los dueños de la tierra agazapados en la Sociedad Rural Argentina. Desde 1928 se producían selectas reuniones de civiles y militares en los elegantes salones del Círculo de Armas. Allí iban sin disimulo gente como Federico Pinedo, Leopoldo Melo, Antonio Santamarina y representantes de los generales Justo y Uriburu. El 6 de septiembre de 1930, el presidente radical Hipólito Yrigoyen fue derrocado por un golpe cívico-militar, encabezado por el teniente general José Félix Uriburu. Por primera vez, desde 1853 se interrumpía el orden constitucional. Uriburu ocupó la Casa de Gobierno como presidente provisional

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Jauretche A., El medio pelo en la Sociedad Argentina (Apuntes para una sociología nacional), A. PEÑA LILLO, Editor, 1967 4 Natalio Botana, dueño del diario Crítica, frente al paso del vehículo desde el que saludaba Hipólito Yrigoyen, 12 de octubre de 1928

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de la Nación, iniciando un período conocido como “década infame”, en alusión al fraude electoral y los negociados de corrupción que caracterizaron el período Uriburu nombró como Ministro del Interior a un ultraderechista: Matías Sánchez Sorondo. En el ministerio de Hacienda se instaló (como subsecretario) Raúl Prebisch y en Agricultura el responsable fue Horacio Becar Varela. La mayoría de los ministros estaban ligados a las grandes empresas capitalistas extranjeras y a las petroleras (también extranjeras). Cuatro de los designados pertenecían a la Sociedad Rural. A poco de comenzar el gobierno de facto, empezaron a llegar los negociados y la represión a militantes radicales, anarquistas, socialistas. El golpe del 6 de septiembre de 1930 significó para la tradicional elite terrateniente exportadora la recuperación, no del poder real, que nunca había perdido, sino del control del aparato del Estado. Terminó también con la alianza entre una parte de aquella elite y los sectores medios, que en un principio apoyaran el golpe porque pensaban que los incluía entre los beneficiarios del asalto al poder y las arcas públicas; sin embargo, pronto se dieron por enterados en carne propia, como ocurriría con todos los golpes de Estado posteriores, que les agradecían los servicios prestados, pero que no estaban invitados a la fiesta. Por más que se les pegue, igual, no entienden... La elite volvió a tener la posibilidad de marginar políticamente, como antes de la Ley Sáenz Peña, a los sectores sociales que venía segregando social y económicamente desde siempre.

Al gran Reino Unido, salud! Tras la crisis del 30 Inglaterra decide a través del Pacto de Otawa (1932) comprarle productos primarios solamente a sus colonias y ex colonias. Esto preocupa seriamente a la clase dirigente argentina que envía a Londres al Vicepresidente Julio A. Roca (hijo) para llegar a algún acuerdo. Allí Roca dice en un discurso: "La geografía política no siempre logra en nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de la economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de celosa personalidad que la Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico." Inglaterra no quería más colonias y le propone, un nuevo tratado comercial. Por el Pacto Roca-Runciman, firmado el 1 de mayo de 1933, Gran Bretaña sólo se comprometía a seguir comprando carnes argentinas en los mismos bajos volúmenes que en 1930 (año de la crisis) y siempre y cuando sus precios fueran los más bajos. Como contraparte, la Argentina aceptaba liberar de impuestos a todos los productos británicos, se comprometía a no instalar frigoríficos nacionales y le otorgaba el monopolio de los transportes de la capital a una corporación inglesa. El pacto será duramente atacado por Lisandro de la Torre en el Senado de la Nación. El senador santafecino denunció, además, los graves negociados llevados a cabo por el frigorífico "Anglo" y que habían sido facilitados por la firma del acuerdo. 6

La clase dirigente argentina de la Década Infame mantuvo su posición, expresada unos años antes por uno de sus más conspicuos representantes; "Aunque esto moleste nuestro orgullo nacional, si queremos defender la vida del país tenemos que colocarnos en situación de colonia inglesa en materia de carnes. Esto no se puede decir en la Cámara, pero es la verdad. Digamos a Inglaterra: nosotros les proveeremos a ustedes de carnes; pero ustedes serán los únicos que nos proveerán de todo lo que necesitamos; si precisamos máquinas americanas, vendrán de Inglaterra" Matías Sánchez Sorondo. Comienza la gran entrega y la dependencia.

Hoy igual que ayer...

"No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país”.

Raúl Scalabrini Ortiz

Recorriendo los Anales de la Sociedad Rural Argentina puede verse cómo la clase agrícolaganadera, hoy devenida “el campo” gracias a la imposición mediática, fue apropiándose, desde lo económico-social y lo simbólico, del patrimonio de todos los argentinos. Fue construyendo un imaginario cultural montado en un modelo de país que sirva a sus intereses. Cultivar el suelo es servir a la patria, constituye una noción de patria que se confunde con el sector agropecuario y sus labores. “Ese era un llamado a los sentimientos nacionalistas” señala la Sociedad Rural en sus Anales del 1 de enero de 1927. La Memoria de 1964 señala “injusto” e “inconveniente” que se grave al campo, “fuente básica de la riqueza sobre la que se estructura la vida económica de la Nación”. En 1961, sobre las retenciones establecidas entonces, la Memoria de la SRA opinaba que “son la demostración evidente de un tratamiento discriminatorio que vulnera las disposiciones acerca de la igualdad de las cargas públicas contenidas en la Constitución”. El presidente de la SRA en 2002, Enrique Crotto, denunciaba, a su vez, en la exposición rural de ese año, que la Argentina es el único país del mundo “que impone tributos a los que ingresan divisas”. Hugo Biolcati, en un discurso ante el cuerpo diplomático el 24 de junio de 2009, sostiene aún más enfáticamente que el gobierno argentino “viene confiscando la renta agropecuaria

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La Memoria de 1981 se pronuncia sobre la democracia, dice: “Cuando por aplicación de los mecanismos constitucionales... se llega a situaciones que ponen en peligro la existencia misma de la 5

Mario Rapoport, Los diez mandamientos de la Sociedad Rural, Fuente: diario Página/12, 04/08/09

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Nación, es evidente que estos mecanismos son endebles”. Así se justifica el golpe de Estado de 1976, que “puso fin a una democracia débil, falsa, inauténtica, ineficiente”. En febrero de 2009, el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, inauguró en Bahía Blanca sus cursos de participación política para productores, concebidos por el consultor Felipe Noguera para limpiar la imagen de la entidad, vinculada con los golpes militares del siglo XX. La clase de democracia fue impartida por el ex director de la revista Cabildo y ex viceministro de Defensa de Carlos Menem, Vicente Massot, quien debió renunciar a ese cargo luego de la defensa de la tortura en un reportaje de Ernesto Tenembaum. En diálogos privados, Biolcati repite que “hay que ganarles en octubre y empujarlos para que no terminen el mandato”. Mientras en un documento de mayo del presente año Biolcati dice: Necesitamos el fortalecimiento de las instituciones y el pleno ejercicio de la propiedad privada”. En la década del ‘70 hubo un gobierno peronista, que, acorde con su tradición de generar cambios redistributivos desde el Estado, vio en las rentas agrarias una posibilidad no sólo de una nueva etapa de industrialización exportable, sino de distribución de la riqueza. No existían “trabajadores rurales” o “campesinos” que jaquearan el poder terrateniente y este trabajo quedó, una vez más, en manos del Estado. Se eligió para la Secretaría de Agricultura al ingeniero Horacio Giberti. Siempre tuvo el apoyo del ministro de Economía y de altos funcionarios del gobierno: la suya fue una política de Estado. El paquete de leyes generado en la secretaría pasó por el Congreso Nacional y contenía la Ley de Arrendamientos Forzoso, la Ley de Renta Normal Potencial y la Ley Agraria. Es decir, uno de los conflictos centrales en la lucha por democratizar económicamente el país, pasaba por la clase terrateniente. La Sociedad Rural Argentina, presidida en aquellos tiempos por Celedonio Pereda, preparaba al sector para ganar esa disputa y mostró hasta dónde estaba dispuesto a llegar: llegó la más sangrienta dictadura militar. En la Memoria de 1977, en plena dictadura militar, la Sociedad Rural Argentina habla sobre el rol del Estado: “El programa económico determina que la función del Estado en la economía nacional se basa en el principio de subsidiaridad, que la empresa privada es el verdadero motor que impulsa todo el proceso económico y que el Estado no debe ejercer su actividad en este campo más que en forma complementaria y subsidiaria del individuo y de las organizaciones sociales intermedias”. No deja lugar a comentarios el apoyo al golpe genocida de Videla y compañía: La Sociedad Rural Argentina reitera frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales. Solicitada a un año del golpe. La noche anterior al golpe del 24 de marzo de 1976, el Dr. Oscar Alende hablaba por la cadena de radios y televisión. Su voz fue la última voz civil que se escuchó en libertad. Las tropas ya estaban en la calle. 8

Diferenció cuatro grupos de opinión. El primero, el de aquellos que querían la caída del gobierno, sin importarles lo que viene detrás. El segundo, el de los profesionales golpistas, que saben que ésa es la única manera de acceder al poder y de llegar al gobierno. El tercero lo integran quienes pregonan la democracia pero no quieren cumplirla y el cuarto, señaló: lo integramos los que pensamos que la lucha por la emancipación no se agota en los aspectos electorales, los que señalamos que la legalidad debe ser el instrumento de lucha contra el privilegio de afuera y de adentro, la herramienta para una sociedad justa y solidaria con presencia del pueblo, porque nuestra experiencia dice que cuando está ausente, sobreviene la abominación de las libertades y la entrega del patrimonio nacional. Sostuvo que cada vez que los militares toman el poder en la Argentina, resulta que no solucionan ningún problema, y se agravan los existentes.

Cualquier parecido con la actualidad, no es mera coincidencia... En un mensaje del 7 de marzo de 1961 titulado "Mensaje de apertura a lo social y humano", Don Oscar Alende, en ejercicio de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, bajo la Presidencia del Dr. Arturo Frondizi, señalaba: "Nuestra civilización está en crisis. Están caducas las viejas estructuras y los clásicos ordenamientos mentales. La revolución técnica nos abruma cada día con incitaciones nuevas y exige urgentes y elásticas respuestas. "Hay una crisis de confianza y de fe, un desconocimiento de nuestras virtudes intrínsecas y nuestras posibilidades inmensas. Se duda del gobierno, pero no se cree en los opositores. No se cree en los políticos ni en los antipolíticos. No se cree en las informaciones cuando dicen la verdad o cuando recogen fantásticas conjeturas. Se ha perdido el sentido heroico de la militancia y la sensualidad pretende tutelar vidas. La sospecha, el resentimiento y el rumor protagonizan. Hay una crisis de sensibilidad, un egoísmo suicida, un desapego de los valores morales. Se recuerdan los derechos y se olvidan los deberes. Hay una crisis de seriedad y de grandeza. El menudeo y el detalle, el mote y la invectiva, se han constituido en instrumentos de proselitismo y combate. "Si queremos adaptar el conjunto social del país a las condiciones inquietas y dinámicas de nuestro tiempo, es necesario y urgente elaborar con seriedad una síntesis creadora, sobre la base de coincidencias fundamentales, mirando al futuro".

Prof. Beatriz Nora Cimbaro

Partido Intransigente Ciudad de Buenos Aires Vicepresidenta Primera 9