Cuerpo de Cristo (Mat. 5:13-20)

Jesús como Cumplimiento del Antiguo Pacto: el nivel colectivo = Iglesia / Cuerpo de Cristo (Mat. 5:13-20) Introducción: Seguimos hablando de Jesús com...
6 downloads 5 Views 41KB Size
Jesús como Cumplimiento del Antiguo Pacto: el nivel colectivo = Iglesia / Cuerpo de Cristo (Mat. 5:13-20) Introducción: Seguimos hablando de Jesús como el cumplimiento (espero que no estén cansados del tema, ¡porque Jesús nos llena tanto!): Primero en un nivel personal, la semana pasada en un nivel relacional, esta semana en un nivel colectivo: Jesús como la realización en nuestra vida de iglesia – la comunidad que Dios siempre quiso, un reino santo de sacerdotes (Ex. 19:5-6), un pueblo completamente suyo, ansioso de hacer buenas obras (Tit. 2:14), el Cuerpo de Cristo mismo en el mundo (1 Cor. 12:27). El pueblo de Israel estaba destinado a representar los intereses de Dios en el mundo; Dios le dijo a Abraham que él y sus descendientes serian una bendición a las naciones (Gen. 12:3), un testimonio de la luz y salvación de Dios. La misión de Israel en el mundo era bendecir a las naciones con el conocimiento de Dios que habían recibido a través de la experiencia de Su gracia y salvación; habían sido poderosa y cariñosamente rescatados de la esclavitud, y habían recibido la revelación de la ley de Dios. Como Su familia adoptiva, ellos serían Sus testigos al resto de la raza humana, haciendo conocer la identidad del único Dios verdadero y viviente. 1) Era un llamado de mucha responsabilidad e importancia, e Israel no hizo un muy buen trabajo cumpliendo su misión; así que Dios al final tuvo que permitir que el reino del Norte de Israel fuera absorbido por los Asirios (722 A.C.) y posteriormente que el reino del Sur, Judea fuera destruido (586 B.C.) su gente exiliada en Babilonia: ¡era la única manera de conseguir que el pueblo prestara atención a su misión! • Cuando se permitió el regreso de 43.000 Judíos a su tierra natal en 539 A.C. para reconstruir el templo y su vida nacional, era un grupo de creyentes humilde y sumiso mucho más preparado para ordenar sus pasos de acuerdo con La Palabra de Dios. Pero no pasó mucho tiempo antes de que su rigurosa obediencia se convirtiera en estricta observancia, que luego degeneró en legalismo Farisaico y esnobismo; eso fue lo que Jesús encontró tan común en el Judaísmo de Su época. Pero no estaba todo perdido; Dios aún tenía Sus “7000 que no habían doblegado sus rodillas a Baal”; y el Imperio Romano del primer siglo estaba lleno de sinagogas que predicaban la ley de Moisés; numerosos temerosos de Dios ya se habían reunido de muchas naciones. • En sus Sermón del Monte, Jesús se dirigió al humilde grupo de creyentes Judíos que estaban frente a Él como “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” – que era realmente su llamado, aun cuando en muchas ocasiones en su historia habían perdido su salinidad y habían escondido su lámpara debajo del cajón. Era su error común, y muy probablemente también el nuestro.

• Si no tenemos cuidado, nosotros también tendemos a perder nuestra salinidad (no quiere decir nuestra salvación: cualquier cosa que se pueda “perder” no puede ser descripta como “salvación”). Por “salinidad” nos referimos a esa cualidad de vida que hace que otros tengan sed del agua viviente (es el fruto de una relación apasionada con Jesús). Si seguimos nuestros instintos (la carne), nosotros también tenemos la tendencia de esconder la lámpara de nuestra vida debajo del cajón, dejando de dar la luz de Cristo a otros – porque creemos que no están interesados, o aceptamos la mentira moderna de que la espiritualidad es un tema privado, o simplemente sufrimos de indiferencia. • La verdad es que, nosotros que adherimos al Nuevo Pacto normalmente manifestamos las mismas debilidades que aquellos que adhirieron al Antiguo Pacto. Por eso Pablo dice que lo que les pasó a ellos fue escrito para nuestro bien como advertencia (1 Cor.10:11-12): “¡Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer!”. Nuestro propio orgullo nos hace tropezar tan fácil y rápidamente. Tenemos el gran privilegio de conocer al Dios del universo, y caemos en la creencia de que de alguna manera nos lo hemos ganado o que lo merecemos, o que nos hace mejores que otra gente., y perdemos de vista nuestro roll de siervos y testigos de la cruz, salvados por la gracia precisamente para que podamos ser usados por Dios para compartir las Buenas Nuevas. 2) Así que la iglesia no llegó demasiado lejos en el camino de la historia antes de que esta tendencia común comenzó a aparecer. ¡Espero que les guste el estudio de la historia! Cuando estudiamos la Biblia, estamos estudiando historia, entre otras cosas (teología, literatura, antropología, sociología, filosofía, psicología) – pero en especial historia, porque la Biblia es un registro de gente que realmente vivió y hechos que realmente ocurrieron. Y cuando estudiamos historia desde el punto de vista de Dios, vemos la confirmación de verdades bíblicas a la vez que lo vive la humanidad. Así que vamos a recurrir a algunas de las lecciones de la historia. • La misión de la iglesia fue fundada en una conciencia clara de ser una comunidad de todas las naciones y condiciones sociales uniéndose en Cristo, pero el Espíritu Santo tuvo que trabajar con la iglesia para crear esta convicción (libro de Hechos), especialmente enseñándoles la total dependencia en el Espíritu como su verdadera fuente de unidad y poder. • Desde la época del Emperador Constantino, quien supuestamente se convirtió al Cristianismo en 312 D.C. y comenzó a “Cristianizar” el Imperio Romano, algo se perdió.

La iglesia se hizo más estrechamente asociado con el imperio, aliándose con la estructura del poder de la sociedad; comenzó a perder su capacidad de ser la voz profética y un catalizador para la transformación porque su misión se mezcló con los intereses de poder y dominación; pronto la iglesia imitaba estructuras imperiales en su organización y gobierno, copiando modelos de poder y autoridad del mundo; el resultado fue una pérdida correspondiente en el interés de los dones del Espíritu. La gente comenzó a confiar en la institución en sí y atribuir la virtud espiritual a la organización. Lo que comenzó como una herramienta útil terminó siendo el objetivo y el fin en sí mismo. Ese es el modelo de la carne manifestado a un nivel colectivo: nuestra tendencia histórica ha sido de recaer en estructuras y organizaciones humanas, dejando que ellas dominen y guíen, en vez de depender del Espíritu Santo para el trabajo y el testimonio al que hemos sido llamados. ¡Esto equivale a perder nuestra salinidad y a ocultar nuestra lámpara! • Ejemplos históricos de esta tendencia abundan hasta el día de hoy. El movimiento monástico comenzó como una protesta a la decadencia de la iglesia y su desviación de su misión. Pero con el tiempo los monasterios también llegaron a relacionarse estrechamente con “traficantes de poder” de la sociedad. Así que a fines de la Edad Media, aparecieron las órdenes mendicantes, separándose de las estructuras de poder; buscaron el verdadero patrón de la vida de Jesús mediante la identificación con los débiles y pobres. La Reforma del siglo 16 fue otro intento de romper con la dependencia humana de las estructuras de poder sociales y reconectarse con la enseñanza de la Biblia; los Reformadores buscaban coherencia en el seguimiento de Cristo. Pero en unas pocas generaciones muchos sectores de la Reforma habían caído en una ortodoxia árida; llevaría casi dos siglos más para que el movimiento de la Reforma encontrase su equilibrio misionero – entre los Pietistas y Moravos. Sin embargo, el movimiento misionero moderno nació plenamente con William Carey y su misión en la India, en el siglo 18 (Carey tuvo muchos precursores, quienes ya habían apuntado en la misma dirección). Para principios del siglo 19, hubo de repente un montón de héroes misioneros aceptando el reto de llevar el Evangelio a tierras extranjeras, pero esa cosecha no surgió de la nada. Fue el fruto del Gran Avivamiento que ocurrió en los siglos 18 – 19, resultando en los movimientos de resurgimiento y de santidad de los siglos 19 – 20, nuevamente en busca de coherencia en el seguimiento de Cristo. Esos avivamientos espirituales tuvieron efectos de largo alcance en personas, iglesias y sociedades: no sólo un aumento del interés en temas religiosos y espirituales y una creciente fuerza misionera proclamando el Evangelio, pero también el movimiento abolicionista, el movimiento de derechos de la mujer, reformas industriales y laborales que podrían estar directamente relacionados con el nuevo clima espiritual provocado

por la renovada predicación del Evangelio bajo la influencia del Espíritu Santo (¡la iglesia estaba realmente actuando como sal y luz en la sociedad!). • El movimiento misionero continúo creciendo a través del siglo 20 y ahora en el siglo 21, porque la iglesia siempre está llamada a la misión (cuando no estamos en misión, ya no somos la iglesia de Jesús); pero nuestra meta no es sólo “paganos del otro lado del mundo”; es también la cultura nominalmente Cristiana donde vivimos que entiende tan poco de su propia necesidad del renacimiento espiritual. • Notamos un patrón histórico pendular en el estado de la misión de la iglesia: de fervor a estancamiento, desde la asociación cercana a las estructuras de poder de la sociedad al retorno de las bases de la fuente de vida, buscando el modelo de la vida de Cristo. La curiosa realidad de este proceso oscilante es que aunque las misiones se han convertido en una parte integral de la mentalidad y los programas de la iglesia hoy, aun somos capaces de estancarnos y caer en la dependencia de las estructuras y organizaciones humanas en lugar del Espíritu Santo. Esto es lo que ha estimulado el más reciente intento de reencausar a la iglesia: un movimiento conocido como la iglesia emergente, encabezado por gente que están desilusionados con la iglesia organizada e institucional y su identificación con los traficantes de influencias de la sociedad; así que este movimiento, a pesar de algunos de sus excesos y defectos, está también buscando el cumplimiento de la profecía y la orden de que deberíamos ser sal y luz como seguidores de Cristo. 3) Jesús creó la iglesia para que sea Su cuerpo en el mundo, pero que desafío para nosotros frágiles criaturas de polvo de ser una representación visible a la humanidad de la presencia y misión de Cristo. Se supone que debemos ser una bendición y una luz para las naciones, como Dios le predijo a Abraham; pero tal como Israel repetidamente erró en su misión, la iglesia ha luchado una y otra vez para mantenerse en el camino de su misión. Si Israel falló una y otra vez, e históricamente lo mismo es verdad de la iglesia ¿Dónde nos deja esto a nosotros? Parece que nuestro modo por defecto es “perder nuestra salinidad” (no nuestra salvación) y de “esconder nuestra lámpara bajo el cajón” – al igual que Israel y la iglesia en muchas ocasiones. Así que la gran pregunta es: ¿Cómo lo evitamos, o como lo corregimos? • La posición privilegiada de Israel era el fruto de conocer la verdadera identidad del todopoderoso Creador del universo, el mismo que los rescató de su cautiverio en Egipto. Porque Él se les había manifestado a ellos, ellos podían servir como sal y luz a las naciones, bendiciéndolas con el mismo conocimiento y revelación. Su misión estaba directamente arraigada en su experiencia personal de la verdadera identidad de

Yahweh. Así que nuestra posición privilegiada es también fruto de conocer la verdadera identidad de Jesús, Su pasión por amor a nosotros y la victoria a nuestro favor. Nuestra misión está directamente arraigada en nuestra experiencia personal de Su verdadera identidad - comunicada a nosotros por Su Espíritu Santo que mora en nosotros. Apartados de una permanente renovación de esa relación, ¡la iglesia nunca será la sal y la luz a la que hemos sido llamados a ser! Esta iglesia solo puede ser lo que tú y yo lo hagamos; ¿estás convencido de eso? Estés aquí por un largo período o por un corto período, somos todos individual y colectivamente responsables por el testimonio y la misión de IBC. ¿Simplemente descansaremos en las estructuras que ya han sido creadas para nosotros, confiando en la organización para mantenernos en el buen camino? ¿O buscaremos desesperadamente al Espíritu Santo como si nuestra vida y testimonio dependiera de Él? • Jesús cumplió perfectamente la misión de Dios por su vida sin pecado y Su sacrificio en la cruz. Él era la sal y luz perfecta: al igual que la sal es usada para conservar, lo que hizo Jesús por la humanidad era para nuestra preservación; y la luz que Él trajo a través de su vida, trabajo y ejemplo nos muestra que raza tan perdida y necesitada somos, ¡además de revelarnos que revela que Dios amoroso y poderoso es Él! Pero tú y yo ahora somos llamados a ser sal y luz, ¡y debemos hacerlo juntos! Jesús hablo en plural de ser sal y luz, no en singular. Esto significa que debemos hacerlo juntos, ¡así que es mejor que aprendamos a llevarnos bien y amar y perdonarnos el uno al otro! • La sal se usaba en la época de Jesús para evitar que las cosas se echaran a perder (muy necesario en un mundo sin refrigeración); era un conservante, un purificante, agregaba sabor, limpiaba heridas, mataba gérmenes, promovía la curación – muy necesario para la vida. Jesús no le decía esto a los gobernantes Judíos de Su época o a los líderes religiosos; le decía a un pequeño insignificante grupo de gente común de judíos espiritualmente atrasados reunidos alrededor de Él, que eran la sal de la tierra – ¡al confiar en Él! ¡Y Él dice que eso es lo debemos ser! (¿Qué pasaría si Jesús nos dijera, “la preservación del mundo depende de ti?) Después les dijo a ese mismo pequeño grupo que también eran la luz del mundo – sus vidas serian expuestas como un pueblo ubicado en un cerro. ¿Estás preparado para que tu vida sea expuesta y puesta en exhibición? (¡Cúbreme Señor!) Para los judíos, los hombres sabios más santos y los rabinos más eruditos eran considerados la luz del mundo, pero Jesús está diciendo, “No ellos, ustedes – es a través de ustedes que Dios va a ser revelado para salvación del mundo. Son ustedes a través de quienes Su presencia y carácter serán manifestados”. ¿Se dan cuenta que no estamos al nivel de esta tarea, a no ser que el Espíritu del Señor tome control de nosotros?

Conclusión: El cumplimiento de nuestra misión sólo puede ser hallado a través del Espíritu de Cristo. La iglesia necesita urgentemente ser renovada y revitalizada por el Espíritu una y otra vez a lo largo de la historia. Es lo que necesitamos hoy – aquí en IBC. ¿Lo reconoces? ¿Lo confesarás y lo buscarás?