CUBA: Igualdad de Oportunidades?

CUBA: ¿Igualdad de Oportunidades? Autora: Dra. Ileana DíazV INTRODUCCION La igualdad de oportunidades de varones y mujeres ha sido y continua siendo u...
5 downloads 1 Views 73KB Size
CUBA: ¿Igualdad de Oportunidades? Autora: Dra. Ileana DíazV INTRODUCCION La igualdad de oportunidades de varones y mujeres ha sido y continua siendo un camino largo, en el cual se han logrado importantes avances desde los siglos XVII y XVIII, momento histórico en el cual se formularon los derechos ciudadanos modernos y comienza la preocupación científica y política por la situación social que afecta a las mujeres.

Durante los últimos 20 años ha ido en ascenso la participación de la mujer en la actividad económica en la mayor parte del mundo, así en los países de Europa Occidental y Norteamérica representan el 40%, en América Latina representan un tercio y globalmente el estimado es alrededor del 33%. ¿Cuáles son las razones de esta incorporación de las mujeres al mundo laboral? Sin pretender agotar el tema, ni presentar todas las causas posibles, donde pueden existir muchas muy específicas para cada país, no es menos cierto que en el ámbito global existen razones tales como la terciarización de la economía, sector de empleo femenino por excelencia, que ahora crea condiciones propicias para el acceso de la mujer. Otro aspecto de vital importancia ha sido la democratización de los poderes públicos y con ello nuevos aires de oportunidades para las mujeres (incluida legislación en favor de las mujeres) y una mayor preocupación por el acceso de éstas a la educación, lo cual ha permitido una mayor y mejor preparación para enfrentarse al mundo laboral.

No menos importantes que las anteriores se puede citar la flexibilización de las estructuras productivas que trae aparejada la globalización de la economía, con lo cual las rígidas estructuras muy masculinas se van transformando en estructuras más informales y ad hoc, que propician la participación de las mujeres. Sin embargo si se analiza el caso específico de América Latina se debe tener en cuenta que los países de la región han enfrentado el proceso de globalización, durante toda la década de los noventa, mediante políticas de ajuste de carácter neo liberal, que se han caracterizado por: liberalización del mercado, reducción del papel del Estado, privatización de la economía y dependencia de los flujos de capital externo, todo lo cual ha implicado: cierto equilibrio macro económico, crecimiento económico (que ha pasado de alto a moderado hasta la recesión producto de la crisis asiática), aumento del desempleo, del endeudamiento y de la pobreza. Lo anterior le ha impuesto su especificidad al mercado de trabajo femenino en la región, lo que a continuación se caracterizará brevemente.

V

Profesora del Centro de Estudios de Técnicas de Dirección. Universidad de La Habana. Fax: (537) 553808 E-mail: [email protected] [email protected]

1

AMERICA LATINA Y EL MERCADO DE TRABAJO FEMENINO Participación económica de las mujeres:

Se ha venido observando, al igual que en el resto del mundo el aumento de la participación de las mujeres al mundo laboral, CEPAL pronostica que a fines del presente siglo habrá 65 millones de mujeres en el mundo del trabajo, cifra notoriamente superior que los 10 millones que se registraban para 1950; lo singular de este pronóstico es que el ritmo de crecimiento del empleo femenino se estima en el 3,2% anual, mientras que el masculino será del 2,2%1 o sea, no sólo más mujeres trabajando, sino un cambio en la proporción entre trabajadores varones y mujeres. En todo esto hay que considerar el subregistro de la actividad laboral femenina, debido a su participación en actividades no detectadas por las estadísticas. Tal participación de la mujer al mundo del trabajo remunerado no la exime de sus responsabilidades asignadas, por los estereotipos culturales, en su rol reproductivo y que le duplica o triplica la jornada de trabajo (una parte importante del mismo no remunerada, ni valorada socialmente), todo lo cual le genera tensiones dentro del seno familiar, que no han sido resueltos. Asimismo lo interesante de las cifras anteriores es evaluar a qué tipo de trabajos se han incorporado las mujeres. Si éstos le reportan los beneficios correspondientes a su aporte en comparación con los varones o si por el contrario, si bien acceden al mercado laboral, los estratos más bajos lo hacen hacia trabajos mal remunerados, aún y cuando posean nivel educacional y siempre recibiendo ingresos por debajo del que obtienen los varones por igual trabajo. Segregación ocupacional y precarización del trabajo El aumento de la masa femenina en el mercado laboral continua concentrándose en determinados sectores, categorías y posiciones ocupacionales, es decir, se mantiene una marcada segregación ocupacional, tanto horizontal como vertical. Las mujeres en América Latina trabajan fundamentalmente en el sector de los servicios, notablemente expandido con la terciarización de las economías y cuenta, según datos de CEPAL, con casi el 70% de las mujeres económicamente activas, al mismo tiempo si bien ha aumentado la proporción de mujeres técnicas y profesionales aún aproximadamente el 55% de las mujeres, 2 trabajan como oficinistas, vendedoras o en servicios, frente a solo el 25% de los varones .

Es decir, la mujer continua participando de las ocupaciones típicamente femeninas y dentro de ellas no acceden, como regla, a los puestos más altos de mayor remuneración y de toma de decisiones. Un estudio realizado por FLACSO señala que las mujeres ocupan entre el 15% y el 20% de los empleos en la categoría de

1

CEPAL Las mujeres de América Latina y el Caribe en los anos noventa: Elementos de diagnóstico y propuestas. Serie Mujer y Desarrollo Septiembre de 1997, página 20 2 Pollak, Molly: “Reflexiones sobre los indicadores del mercado de trabajo para el diseño de políticas con un enfoque basado en el género” Serie Mujer y Desarrollo No 19 CEPA. 1997. Página 44

2

gerentes y administradores3, por supuesto esto tiene sus diferencias por países e incluso se reconoce que en el área del Caribe las mujeres muestran un mayor acceso a puestos gerenciales respecto a América Latina, aunque rezagados respecto a los varones de su misma región. Por otra parte los procesos de transformación productiva que los cambios tecnológicos traen aparejado generan la desverticalización de las empresas como una vía para estrategias tanto de liderazgo de costo como de búsqueda de diferenciación, a partir de crear encadenamientos productivos virtuosos entre empresas “centrales” o “madre” y otras más pequeñas especializadas. Pero esta lógica bastante funcional en países desarrollados, no es la que precisamente impera en los nuestros, donde surge un tipo de “flexibilización espúrea o precarizadora”4, razón por las que se genera una cantidad de micro y pequeñas empresas no especializadas, sobre las cuales descargan las grandes empresas los efectos cíclicos de la economía y sus reducciones de costos, empujando a las mismas a una baja especialización y a la búsqueda de fuerza de trabajo barata, en lo fundamental mujeres. Este tipo de trabajo se traduce en bajos salarios, no-contratación, no-seguridad social ni de salud y abre una gama de “oportunidades” para la contratación de mujeres, siendo esta una de las razones de porque las mujeres obtienen trabajo con más facilidad que los varones, sobre todo en familias de bajos ingresos, en la actual situación económica. Así mismo se ha ido desarrollando un sector informal, tales como empleadas domésticas, trabajadores por cuenta propia y otras formas que varían por países y que hacen muy difícil su medición y comparación, pero lo que nadie duda es que es mal pagado y donde existe una alta concentración de mujeres, que pueden ir desde casi un 50% en Chile hasta un 62% en Bolivia del total de ocupados en ese sector5 Desigualdad en la remuneración

Es harto conocido que las mujeres reciben menor remuneración que los hombres en iguales trabajos y condiciones para los mismos. Por mucho que se observe un aumento del ingreso promedio de las mujeres, estas siguen recibiendo mucho menos que los hombres aún y cuando el nivel educacional puede ser superior. Así según un estudio realizado en 1992, la población económicamente activa femenina versus la masculina era porcentualmente mayor en los niveles superiores y secundarios.

3

Idem 1 página 22 Abramo, Laís: “La inserción de la mujer en los nuevos paradigmas productivos” de Igualdad de Oportunidades para la mujer en el trabajo. SERNAM Santiago de Chile, 1997 página 113 5 Pollak, Molly Obra citada 4

3

La OIT reconoce que las mujeres siguen ganando entre un 50-80% del salario de los hombres, diferencia no explicable en su totalidad, por el desempeño de puestos de trabajo diferentes6. La situación de la mujer en el mercado de trabajo es la pieza más vulnerable en la estructura económica y por tanto la que engrosa con mayor facilidad la masa de desempleados, agravando así su circulo vicioso. Lo analizado hasta aquí respecto a la segregación ocupacional, la precarización laboral, el desarrollo del sector informal, la desigualdad de remuneración y el desempleo, etc., nos permite comprender porque aún queda mucho por hacer para lograr la plena igualdad de oportunidades de la mujer, pues continua siendo objeto de discriminación económica y por tanto de exclusión del poder real. CUBA Y EL MERCADO LABORAL

Los objetivos de la política socioeconómica de la Revolución de garantizar el pleno empleo han estado presentes desde 1959 hasta la actualidad, solo que las condiciones económicas de cada etapa la han caracterizado de diferente manera Entre 1960 y 1975 la población de Cuba aumentó en 2,3 millones de habitantes, siendo muy rápido este incremento en los tres primeros años, con una tasa promedio anual de 2,13%. En este período la ocupación se elevó en casi un millón de empleos, con lo cual se eliminó el desempleo masculino y se incrementó el número de mujeres que trabajaban en 3,3 veces. De igual forma la productividad del trabajo creció a una tasa promedio anual del 2,0%, aunque es bueno aclarar que el crecimiento de la productividad no fue sostenido durante todo el período, razón por la que los factores extensivos de aumento de la fuerza de trabajo, jugaron un rol importante en el crecimiento de la economía. La ocupación crece en todos los sectores de la esfera productiva, sobre todo en la industria y la construcción y también es marcado el aumento del empleo en la esfera no productiva con el desarrollo de los sectores educacionales y de salud pública. La década de los ochenta enfrentó nuevos desafíos con la llegada a la edad laboral de los jóvenes nacidos cuando el boom demográfico de los años sesenta, que provocó una tasa de desocupación del 7%, la cual fue reducida, de modo paulatino, hasta menos de un 4% a partir de 1988 mediante la creación de 110 000 nuevos empleos por año. El sector estatal es quien absorbe la casi totalidad de este aumento de demanda7.

6 7

OIT Género, pobreza y empleo. Guía para la acción. 1996 Ferriol, Angela: El empleo. Próximo desafío. Economía Cubana. Boletín Informativo. CIEM No 19. EneroFebrero de 1995. página 16

4

La esfera productiva concentró a más del 70% de los ocupados y tuvo una tasa de crecimiento promedio anual superior al 2%, en tanto que la esfera no productiva fue más dinámica. En este período de 1986 a 1990, si bien se logra resolver el difícil problema del empleo, difícil no solo por el aumento de la demanda, sino también por la calidad de la misma (graduados de nivel superior, técnicos, obreros calificados, personas con 12 grados, etc.), también es cierto que este aumento del empleo, unido a otros problemas económicos del país, y la adversa coyuntura internacional (condiciones del bloqueo de Estados Unidos, diferencias con el antiguo campo socialista, moratoria en el pago de la deuda y acciones de sanción por parte de la Banca, etc.) condujo a una caída de la productividad del trabajo y el deterioro de algunos indicadores como se muestra en la Tabla No 1 Tabla No 1 Dinámica promedio anual Período: 86-90

Indicadores % PIB 8,2 Ocupación 2,2 Productividad (2,4) Salario medio 0,8 Liquidez 7,7 Fuente: Angela Ferriol: “El empleo en Cuba 1989-95” Revista INIE No 1 Enero-Marzo, 1996

Es bueno señalar que el crecimiento de la ocupación en Cuba vino aparejado del cuerpo jurídico correspondiente que amparaba los derechos de los trabajadores, mediante contratos de trabajo, protección de la seguridad social, etc., además se erradicó casi completamente el sector informal de la economía, al mismo tiempo que la salud y la enseñanza eran gratuitas y de acceso para toda la población. La década de los noventa requiere un análisis más particular de la situación del país, por ser un período donde se ha tenido que enfrentar la peor de sus crisis económicas y en consecuencia tomar un conjunto de medidas de reestruturación económica. La economía cubana con una estructura subdesarrollada y por ende dependiente del mercado externo tuvo que enfrentar, desde los primeros momentos de la revolución, un recio bloqueo de los Estados Unidos que en aquellos momentos era el principal suministrador de productos y el cliente mayoritario del azúcar (principal producto de exportación). La economía cubana se reorientó hacia el campo socialista, que le otorgaba ventajas en las relaciones de intercambio y por tanto condiciones favorables para emprender proyectos de inversión para el desarrollo socioeconómico.

5

Por tanto con la desaparición de la URSS y el campo socialista, la situación de la economía cubana se complicó, lo que se reflejó en la caída del Producto Interno Bruto entre 1989 hasta 1993 en no menos de un 40%, en el bajo aprovechamiento de las capacidades del orden del 20% y una drástica reducción de los ingresos por exportaciones de 5324 millones de dólares en 1989 a un aproximado de 2000 millones de dólares en 19938. Lo anterior tuvo su impacto en el mercado laboral ya que decreció el empleo, pero al mismo tiempo el gobierno buscando aminorar los efectos de la crisis sobre la población le otorgó indemnización (60% del salario) a todos aquellos trabajadores que quedaron disponibles por cierre de fábricas, mantuvo mucho personal sobrante en sus empleos y redistribuyó a los trabajadores que lo desearon hacia otros sectores que demandaban fuerza de trabajo, todo lo cual contribuyó a que el desempleo abierto mantuviera un comportamiento casi constante entre un 6 y un 7%. Esta situación deterioró la productividad del trabajo, aumentó el déficit presupuestario y la liquidez, disminuyó el incentivo para el trabajo y floreció el mercado negro y la economía sumergida. El Gobierno tomó un conjunto de medidas como cambios en la estructura de propiedad: la propiedad mixta con la inversión extranjera, el aumento del sector cooperativo mediante la cooperativización del por ciento fundamental de las tierras, la ampliación del trabajo por cuenta propia, además se redujo el aparato central del Estado y la implantación de un sistema tributario del cual carecía el país. También se desarrolló el sector del turismo y se liberalizó el dólar, lo que condujo a la dolarización de la economía.

Estas medidas ayudaron a revertir la caída del PIB y reanimar la economía lo que permite detener la disminución de ocupados observada en el período 90-95 y ya en 1996 se produce un discreto crecimiento que se consolida en 1997, donde la ocupación total crece un 1,9% (66,3 miles de trabajadores)9 y para 1998 en unos 133 mil trabajadores10. También cambió la estructura del empleo por tipos de propiedad a favor de una disminución de los ocupados en el sector estatal, que se han desplazado hacia el mixto, privado y cooperativo, como puede observarse en la Tabla No 2. Tabla No 2 Número de ocupados por formas de propiedad

Total de ocupados

Sector estatal Cooperativas Entidades mixtas Organizaciones políticas y de masa Privado nacional Por cuenta propia

en %

1981 100 91,8 1,1 . .

1996 100 77,7 9,6 3,0 1,1

1998 100 75,0 8,8 4,1 1,0

5,5 1,6

5,3 3,3

8,1 3,0

8

Revista Información Comercial Española. No 2433. Madrid, 1995. pág. 3004

9

Informe del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. 1997 Periódico Juventud Rebelde del 14 de febrero de 1999

10

6

Fuente: Cuba en cifras 1998 Oficina Nacional de Estadísticas

En cuanto a los ingresos el salario nominal muestra decrecimiento entre 1991 y 1994, punto a partir del cual comienza a elevarse rápidamente alcanzando para 1998 los 217 pesos que comparados con 1989 significan un aumento del 14,8% para todo el período de crisis. Sin embargo tal comportamiento no logra superar el deterioro ocasionado por el incremento del índice de precios al consumidor en el salario real11. Esto se agrava por la existencia del mercado en dólares, lugar a donde hay que recurrir para la compra de un conjunto de productos, pero para lo que es necesario cambiar pesos por dólares ( $1=20 pesos) o poseer los dólares directamente, ya sea por remesas familiares o por prestaciones en el turismo, trabajo por cuenta propia, etc. Con vistas a atenuar esta situación en aquellos trabajos no relacionados con el área dólar, pero de vital importancia para el país, se otorgan diferentes tipos de estímulos en peso convertibles u otras variantes. Es bueno apuntar que durante toda esta década de los noventa y a pesar de la situación económica por la que ha atravesado y aún atraviesa el país, se ha mantenido la seguridad social que ampara tanto a trabajadores como a la población en general, cuya fuente de ingresos es a cuenta del empleador. Si bien existen déficits que son cubiertos por el presupuesto del Estado esto es consecuencia de la cantidad y calidad de las prestaciones, el envejecimiento de la población y de todo el panorama económico antes descrito, pero su análisis rebasa los límites del presente trabajo.

CUBA Y EL MERCADO DE TRABAJO FEMENINO12 Es importante señalar que desde el triunfo de la Revolución la Federación de Mujeres Cubanas, recabando el apoyo del Gobierno, ha dedicado grandes esfuerzos a la lucha por la igualdad de oportunidades de la mujer, habiéndose obtenido logros, aunque aún queden muchas cosas por solucionar. Las mujeres representan el 49,9% de la población concentrándose el 36,2% en las edades comprendidas entre 20 y 39 años, igual comportamiento al de la población en general. El 62% del total de la población se encuentra en edad laboral (entre 15 y 59 años) lo cual es expresión de una población con tendencia al envejecimiento y las mujeres en edad laboral (entre 15 y 54 años) representan el 30%. Por otra parte el peso que tiene la población femenina en edad laboral dentro del total de esta categoría no es de despreciar. Además representa más de la mitad 11

Conferencia impartida por Viviana Togores en el Centro de Estudios de la Economía Cubana La cifras que se mencionan en este apartado del trabajo, salvo que se indique otra fuente, fueron elaboradas por la autora a partir del Anuario Estadístico 1989, Cuba en cifras de 1998 e información del Centro de Información de la FMC y otras publicaciones de la FMC

12

7

del total de la población femenina, proporción casi igual a la de los varones, todo lo cual se puede observar en la Tabla No 3 Tabla No 3 Población en edad laboral Año 1997

Población femenina en edad laboral versus total población en edad laboral Población femenina en edad laboral versus total de la población femenina

% 48 60,2

La mujer desde 1959 ha ido incrementando su participación en la actividad económica, aunque no de modo sostenido sobre todo por los efectos de la crisis afrontada. Participación económica de la mujer

Como puede observarse en el Gráfico No 1, la ocupación femenina aumentó vertiginosamente hasta el año 1990. La participación de la mujer pasó de alrededor de un 12% en 1959 hasta un 38,6 en 1990, después declina en 1993. En el período de 1990 a 1995 se reduce en 81,1 mil las mujeres ocupadas y a partir de este momento se ha ido incrementando paulatinamente la tasa de participación alcanzando en 1998 un 37,2% con 1398,8 miles de mujeres. Gráfico No 1

Población femenina ocupada

1600 1400 1200

Miles

1000 800 600 400 200 0

1959 1975 1985 1990 1993 1995 1997 1998 Años

8

El 25% del total de mujeres del país se encuentran ocupadas, lo que representa el 41,6% del total de la población femenina en edad laboral contra un 65,8% de los varones, es decir, que por cada 100 mujeres en edad laboral cerca de 42 trabajan en tanto los varones lo hacen en más de 60.

Si se analizan las curvas de participación femenina para los años 1978, 1988 y 1998, se podrá observar (ver gráficos 2 y 3) cuatro aspectos de interés: Ø se reduce la proporción de mujeres en las edades más tempranas Ø una mayor permanencia de la mujer en el trabajo, incluso en las edades reproductivas Ø reducción en las edades mas allá de los 35 años Ø se viene observando un incremento en las edades posteriores a los 50 años, lo cual se hace patente en 1998

Gráfico 2

Gráfico 3

45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 menos17

17-24

25-34

1978

35-44

45-54

más55

1988

9

Tasa de participación femenina

en %

45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 15-19

20-29

30-39

40-59

másde60

1998

Al analizar cada tramo de edades se puede apreciar, que en el rango entre 20 y 29 años, los varones tienen más de un 50% de ocupación en tanto las mujeres solo el 36%, esto puede tener varias explicaciones, entre ellas que es aún edad de cursar estudios superiores y precisamente las mujeres representan el 60,6% de la matricula y el 56,4% de los graduados de ese nivel de eseñanza. Por otra parte es edad reproductiva en las mujeres. Cuando se analizan las edades comprendidas entre 30 y 39 años, tanto mujeres como varones poseen aproximadamente un 50% de pertenencia a ese grupo, sin embargo el 70% de los varones de esa edad trabajan, en tanto el 46% de las mujeres lo hacen, es decir, en un tramo totalmente comprendido dentro de la población con edad laboral y cuando ya se han concluido los estudios superiores, sin embargo existen 541,7 mil mujeres que potencialmente podrían (excluyendo enfermedades, limitaciones físicas, etc.) estar trabajando y no lo hacen. En el tramo de 40 a 59 años se puede observar que ha existido siempre una tendencia a la reducción de la participación de las mujeres, que se hace muy abrupta en 1998, si se tiene en cuenta que la tendencia en general, en estos 20 años (1978 a 1998) analizados, es hacia una mayor permanencia de la mujer en el trabajo.

Una explicación de ese comportamiento es que este tramo comprende la edad de retiro de la mujer en Cuba (55 años) y también se pudiera pensar en la maternidad tardía, típica de poblaciones con alto nivel educacional, pero ello no lo específico en Cuba, que según un estudio realizado sobre la familia cubana en 1996 por el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas plantea que “en los

10

procesos de formación, crecimiento y disolución de las familias cubanas juega un papel esencial la población joven teniendo en cuenta la temprana edad a la primera unión, la elevada participación en la fecundidad del país..” 13 Por último en este tramo de edades se observa un repunte de participación de la mujer, este comportamiento no se manifiesta en 1978, ni 1988 y puede estar motivado por factores propios de la situación económica del país y la incorporación de amas de casa como trabajadoras por cuenta propia (el 70% de las mujeres empleadas en esa modalidad) Otro elemento que ha estado presente, sobre todo en los últimos años, es el desempleo, provocado por la aguda crisis económica explicada anteriormente. Entre 1990 y 1994 hubo una reducción de la ocupación de los cuales el 31,5% fueron mujeres14, así como en los dos últimos años fueron el 45% del personal racionalizado, por supuesto que aún las ofertas de trabajo no satisfacen la demanda y continúan siendo mayoría las mujeres en la reserva calificada pendiente de ubicación15, pero en la medida que el país se ha ido reanimando económicamente, se han ido creando puestos de trabajo, ya sea en el sector estatal y no estatal. Tal como se explicó y mostró en la Tabla No 2 la ocupación en el sector estatal ha cedido lugar al no estatal y por tanto la ocupación femenina también se ha modificado, aunque no sustancialmente, como puede observarse en la Tabla No 4. Tabla No 4 Participación de la mujer por tipos de propiedad

Estatal Mixto No estatal

1995 42,3 38,0 18,0

1997 42,5 34,3 18,7

Lo interesante de estas cifras es como en estos dos años la mujer declina su participación en el sector mixto y de hecho la incrementa en el no estatal. En el sector no estatal sobre todo en el trabajo por cuenta propia donde representan el 26,3%, pues a diferencia de otros países latinoamericanos, en Cuba la mujer no tiene una fuerte presencia en las cooperativas agropecuarias y en general en la agricultura, incluida la estatal.

13

CIPS: La familia cubana. Cambios, actualidad y retos. CITMA. 1996. página 21 FMC: La Cubana: De Beijing al 2000. Editorial de la Mujer. 1996 Página 27 15 Periódico Granma 1ro de Mayo de 1999. Página 3 14

11

La reducción de la ocupación en el sector mixto es expresión de una típica segregación ocupacional, por ser este un sector de claro desarrollo y por tanto de alta prioridad masculina. Segregación ocupacional

La segregación ocupacional también se observa al analizar la distribución de la población femenina ocupada por sectores de la economía. Aunque las cifras con que se cuentan son del 1993, las proporciones no deben haber variado sustancialmente, salvo en el turismo con un 36,2%16, por lo demás aproximadamente el 54% de las trabajadoras se concentran en 7 sectores, 2 de la esfera productiva (comercio y comunicaciones) y las restantes de la esfera no productiva como educación, salud, ciencia y técnica, arte y cultura administración y finanzas y seguros (ver Anexo No 1), es decir, en lo fundamental la esfera de los servicios, típica actividad de trabajo femenino. No obstante, no es de despreciar la proporción de mujeres en la Industria con un 34,6%, aunque en lo fundamental, en ocupaciones típicamente femeninas según cifras de 1989. No hay razones para pensar que esto se haya modificado hasta la fecha, como demuestra las proporciones de mujeres por categorías ocupacionales. A pesar de todos estos años de trabajo sistemático para concientizar a la sociedad sobre los derechos de las mujeres, aún subsiste discriminación, que aunque no sea institucionalizada, es cultural, tanto de los varones, en muchos casos quienes deciden a quien contratar, como de las propias mujeres que se auto limitan. También conspira con lo expuesto y es de hecho otro rasgo de estereotipos sexuales, las especialidades que más matriculan las mujeres en la Educación Superior. Si bien han irrumpido en las especialidades económicas y contables, así como en las Exactas y Naturales (como química, biología, bioquímica, etc.), que han dejado de ser terreno exclusivo de los varones, continúan siendo de preferencia las especialidades médicas, pedagógicas, humanísticas y las restantes de las ciencias sociales. Han aumentado su proporción (respecto a los años sesenta) en las ciencias Técnicas y también en las Agropecuarias, pero más rezagadas. Otro aspecto interesante de segregación ocupacional lo expresa la participación de las mujeres por categorías ocupacionales (ver gráfico No 4). La participación de las mujeres en trabajos administrativos y de servicios es del 85 y 52% respectivamente para cada categoría, ocupaciones típicas de las mujeres. No obstante ambas son solo la tercera parte del total de mujeres ocupadas, ya que la ocupación femenina en la categoría de técnicas representa por sí sola el 16

Periódico Granma 1ro de Mayo de 1999. Página 3

12

36% del total de mujeres ocupadas, siendo el 64% de los técnicos y profesionales del país, concentradas en un 70% en las edades entre 20 y 39 años. Gráfico No 4 Población ocupada por categorías ocupacionales y sexo Año 1998

Dirigentes Servicios Administrativos Técnicos Obreros 0

20

40 Mujeres

60

80

100

Hombres

En la categoría de obreros las mujeres son el 18%, proporción mucho más baja que para el resto de América Latina, mientras que como directivos han llegado a ocupar el 30% (si bien solo representa el 6% del total de mujeres ocupadas), lo cual es una proporción relativamente alta para la región. Sin embargo lo interesante es a que niveles dirige la mujer. Por ejemplo en el Sector Educación las mujeres representan el 69% de la fuerza laboral y el 70% de la fuerza técnica siendo el 48% directivas, pero en su mayoría son directoras de escuelas primarias.17 Algo similar sucede en el sector de la Salud. Los altos cargos de dirección en las grandes organizaciones y ministerios siguen siendo del dominio de los hombres. Muchas pueden ser las razones, explícitas e implícitas, que se esgriman para no promover a mujeres a cargos directivos entre las más reconocidas esta la limitación que para el trabajo representa el histórico rol de las mujeres en el hogar por el tiempo que las mujeres deben dedicar a la atención a sus hijos y la familia en general, pero también se manifiesta el estereotipo cultural, más sutilmente expresado, en términos de “segregación de puestos de trabajo”, debido a que las mujeres no poseen las habilidades, experiencia y/o conocimientos para dirigir.

17

Idem anterior Pág. 67

13

En una investigación realizada en la Universidad de La Habana18 a varones y mujeres en los cargos de decanos, vice decanos y jefes de departamento del 50% de las Facultades y Centros, se reveló que si bien varones y mujeres expresan diferente percepción sobre sí, nunca se ha evidenciado diferencias de género en cuanto a los resultados en las distintas Facultades. Sin embargo las diferencias más notables e interesante fueron en la respuesta a la pregunta de “a qué aspira en el futuro”, observándose que los hombres, en su mayoría, prefieren dejar de ser directivos, como se puede observar en la Tabla No 5 siguiente: Tabla No 5

Puedo ir hacia niveles superiores Quizás pueda ir un nivel más alto Salir de la organización Mantenerme donde me encuentro Dejar de ser directivo(a) No sé

MUJERES -

HOMBRES -

6%

-

53,3%

20%

10% -

50% -

En una lectura superficial de los resultados anteriores los mismos pueden parecer contradictorios, es decir, los varones no desean continuar como directivos y por tanto dejan el camino abierto para que las mujeres lo ocupen, sin embargo detrás de ello se esconde una nueva muestra de segregación ocupacional, pues en las Universidades muchas veces el “poder intelectual” es más importante y este se obtiene al frente de proyectos de investigación y/o en Centros de Investigación, es decir, en responsabilidades científicas y no administrativas.

Al mismo tiempo en un estudio que se viene realizando con mujeres directivas de mandos medios de las empresas del Ministerio de la Industria Sidero Mecánica y Electrónica19 se observa que la mayoría de las mujeres de la muestra señalan como la fuente fundamental de enseñanza para sus carreras como directivas el primer trabajo de dirección. Ello significa que, sin reducir la importancia de cursos de capacitación e incluso de poder contar con jefes que brinden ayuda o las guíen, la experiencia y el aprendizaje se logra enfrentándose a los problemas y situaciones que conlleva un trabajo de dirección, es decir, dirigiendo y esto solo es posible si se tiene la oportunidad de poderlo hacer, por tanto mientras no se rompa con las bases de la discriminación que se encuentran presente en el círculo vicioso: no se promueve 18

Ver Calderón L y I. Díaz: “ Liderazgo Femenino en la Universidad de La Habana”, ponencia presentada al IITaller Internacional Mujeres en el Umbral del Siglo XXI. Noviembre de 1997. 19 Resultados parciales de un estudio que se ha venido realizando hasta el momento a una muestra de 80 mujeres directivas de mandos medios de las empresas del Ministerio de la Industria Sidero Mecánica y Electrónica.

14

a mujeres por falta de experiencia, pero la experiencia se adquiere sobre todo al dirigir, no existirá una verdadera igualdad de oportunidades para acceder a cargos de dirección. Remuneración por el trabajo

Todo lo expuesto hasta aquí respecto a la segregación ocupacional esta directamente relacionado con la remuneración. Como es conocido, en Cuba a iguales trabajos la remuneración es la misma para varones y mujeres, no obstante si los trabajos a que acceden las mujeres son menos remunerativos en general, entonces existirá un desnivel en el poder adquisitivo. Sin embargo se hace imposible realizar un análisis de este tipo en primer lugar por carecer de la información necesaria y en segundo lugar porque la dolarización de la economía, comentada anteriormente, introduce un sesgo en el análisis, ya que un trabajador puede tener un no alto salario en peso, pero al mismo tiempo recibir estímulo en dólares, que eleva sustancialmente su poder adquisitivo y esto último no aparece registrado en las estadísticas. No obstante, es bueno señalar que los salarios de los técnicos y profesionales se encuentran entre los rangos más altos, así como que más de la tercera parte de las mujeres ocupadas lo hacen en 5 de los sectores de mayores salarios medios (Ciencia y técnica, Educación, Cultura y Arte, Salud, deportes y turismo y Finanzas y seguros), con una proporción bastante alta en las categorías de técnicos. Lo anterior es gracias al nivel educacional alcanzado por la mujer en Cuba y en particular las trabajadoras (ver gráfico 5) quienes el 64,2% poseen educación media superior (12 grados o técnico medio) y superior contra un 44,1% de los varones, ya que éstos sobrepasan el sesenta por ciento entre los niveles medio (9 grados) y medio superior. Gráfico No 5 Nivel Educacional de los trabajadores Año 1997

15

50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

Primario

Medio Mujeres

Medio Superior

Superior

Varones

Del año 1986 hasta la fecha la proporción de mujeres con primaria ha disminuido en casi 7 puntos porcentuales, así como en nivel medio y por el contrario aumentó el medio superior y el superior, este último en casi un 6%, lo que las hace representar el 50,5% de los trabajadores con nivel superior. Trabajo y familia

Hasta ahora se ha venido analizando la mujer y el trabajo remunerado, sin embargo ellas deberán enfrentar además el cuidado de sus hijos, esposo, ancianos y todas las tareas domésticas propias de una casa, lo cual representa una segunda jornada de trabajo no remunerado, no reconocido, no visible ante la sociedad. Algunas acciones se han tomado de apoyo a la mujer trabajadora como por ejemplo: Ø Ø Ø Ø

Círculos Infantiles Facilidades para compra de los productos alimenticios Semi internados Plan de becas

Sin embargo son insuficientes comparativamente con la carga de trabajo de la doble jornada, mucho más en las condiciones específicas de Cuba donde los productos alimenticios se encuentran racionados, en estos momentos aún más acentuadas.

16

Esta carga de trabajo sobre la mujer limita su tiempo libre y sus relaciones sociales, agravadas por las insuficiencias del transporte urbano. Protección y legislación laboral

La mujer en el ámbito laboral se encuentra protegida por un amplio cuerpo legislativo, desde la Constitución de la República que refrenda el derecho a la igualdad en lo económico, político, cultural, social y familiar hasta leyes de protección especial a la mujer como son la Ley 13/76 de protección e Higiene del Trabajo, la Ley 49/89 del Código del Trabajo, en el cual se dedica un capítulo al “Trabajo de la Mujer”, la Ley 1263/74 que concede la licencia retribuida de maternidad y otras opcionales compatibles con su función materna, además del Código de la Familia y el de la Niñez y la Juventud. Asimismo se encuentran protegidas por la seguridad social tanto por las prestaciones a largo plazo (por edad, invalidez total y muerte del trabajador), como por las a corto plazo (por enfermedad, accidentes, maternidad, invalidez parcial, etc.) También tienen los derechos de todo ciudadano cubano por recibir atención medica gratuita y enseñanza gratuita, incluida la capacitación, entrenamientos y adiestramiento organizada o pagada por los centros de trabajo. A modo de conclusiones se puede decir que: Ø El incremento de la participación de la mujer al trabajo en Cuba no es el resultado de la crisis económica, sino un proceso gradual de socialización de la mujer desde el triunfo de la revolución. Ø Es interesante observar una mayor permanencia de la mujer al trabajo, aún en edades reproductivas. Ø La segregación ocupacional se ha arrastrado históricamente y hoy puede verse agravada por la existencia de ocupaciones vinculadas al capital extranjero, donde se observa la tendencia de ser abarcado por los varones. Ø La segregación ocupacional es un hecho que resulta difícil revertir por estar basado en patrones culturales, que generalmente se continúan reproduciendo por la familia cubana, por lo que requiere de acciones tanto en las estructuras administrativas como en la educación escolar y en la familia. Ø Los trabajos a que acceden las mujeres son protegidos por el cuerpo legislativo y la política social del gobierno, siendo el trabajo por cuenta propia el de menor protección cuyas trabajadoras (en su mayoría amas de casa), no obstante, pueden acceder al sistema de salud y otros beneficios que se otorgan para toda la población.

17

Ø En cuanto a los ingresos si bien se parte de una condición de plena igualdad, se hace necesario un estudio que permita valorar exactamente la posición de la mujer Ø Las mujeres poseen los mismos derechos que los varones para acceder a la educación y aunque ha aumentado su participación en las llamadas ciencias “masculinas”, como regla se continúan matriculando las especialidades llamadas “femeninas”. Mucho se ha hecho por lograr en la práctica la igualdad de oportunidades de la mujer en nuestra sociedad, se han tenido avances, pero aún queda mucho por recorrer, pero lo importante es no cejar en el empeño, es saber cual es el camino y conducir las acciones necesarias para alcanzar el propósito de la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres. Como dijo José Martí: “La tragedia en la vida no reside en no poder lograr nuestros sueños, la tragedia consiste en no tener estrellas que alcanzar. No es ninguna desgracia morir con sueños incumplidos, si lo es en cambio vivir sin sueños por realizar, el auténtico fracaso es la pobreza de espíritu, el vivir por lograr un ideal nos da sentido existencial y nos hace vibrar intensamente y realizar plenamente nuestro ser”

18

BIBLIOGRAFIA 1. Abramo, Laís (1997): “La inserción de la mujer en los nuevos paradigmas productivos” de Igualdad de Oportunidades para la mujer en el trabajo. SERNAM Santiago de Chile 2. Calderón L e I. Díaz (1997): “ Liderazgo Femenino en la Universidad de La Habana”, ponencia presentada al II Taller Internacional Mujeres en el Umbral del Siglo XXI. Noviembre de 1997. 3. CEPAL: Las mujeres de América Latina y el Caribe en los anos noventa: Elementos d e diagnóstico y propuestas. Serie Mujer y Desarrollo Septiembre de 1997 4. CIPS: La familia cubana. Cambios, actualidad y retos. CITMA. 1996. 5. Informe del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. 1997 6. Ferriol, Angela: El empleo. Próximo desafío. Economía Cubana. Boletín Informativo. CIEM No 19. Enero-Febrero de 1995 7. FMC: La Cubana: De Beijing al 2000. Editorial de la Mujer. 1996 8. Periódico Granma 1ro de Mayo de 1999. 9. Periódico Juventud Rebelde del 14 de febrero de 1999 10. Pollak, Molly (1997): “Reflexiones sobre los indicadores del mercado de trabajo para el diseño de políticas con un enfoque basado en el género” Serie Mujer y Desarrollo No 19 CEPAL. 11. OIT Género, pobreza y empleo. Guía para la acción. 1996 12. Revista Información Comercial Española. No 2433. Madrid, 1995. 13. Cuba en cifras 1998 Oficina Nacional de Estadísticas 1999. 14. Anuario Estadístico de Cuba. Comité Estatal de Estadísticas. 1989

19