Cuaresma 2010 LA CUARESMA, TIEMPO FAVORABLE

A

unque «todo el tiempo está en Dios como en una gavilla», aunque cada día es un regalo de Dios, ahora puede ser un tiempo especialmente gratificante. Empezamos una etapa distinta de nuestro caminar cristiano. La Cuaresma es «un camino de preparación espiritual más intenso, nos dispone a celebrar mejor la Pascua, hacer experiencia del poder de Dios» (Benedicto XVI) Hacer experiencia. No nos conformamos con cumplir unos preceptos, celebrar unos ritos o escuchar unas palabras. Lo que necesitamos es experimentar el poder y la gracia de Dios. Un Dios que se complace en perdonar y bendecir, que nos acompaña en el camino, que cambia nuestro luto en danzas, cura nuestras heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. Un Dios que es capaz de dar la vida por mí: Me amó y se entregó por mí (Ga 2,20) He aquí la fuerza poderosa que nos salva y nos capacita para vivir en el amor. Pero en la Cuaresma ¿no hay que ayunar y guardar abstinencia, rezar más y hacer sacrificios, cargar con la cruz? Sí, pero todo eso tiene que brotar de una fuente secreta e íntima. No se puede hacer por imposición, sino porque quema el corazón. «El verdadero ayuno tiene como finalidad comer el alimento verdadero, que es hacer la voluntad del Padre» (d. Jn 4,34) (Mensaje cuaresmal) Ayunamos de pan para comer manjar del cielo. «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios» (Mt 4,4) Y ayunamos para que no tengan que ayunar otros hermanos. «¿Había que doblegar como un junco la cabeza, echarse en saco y ceniza? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh? ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de la maldad, partir al hambriento tu pan y recibir en tu casa a los pobres sin hogar?» (Is 58,5-7) Brillante el profeta. Ninguna obra buena, ningún ejercicio cuaresmal tiene valor si no lleva la marca de la misericordia. Que tu corazón se convierta en fuente de misericordia, cuando reces, cuanto te mortifiques, cuando cargues con la cruz. Entonces brillará tu luz. Reza el Padre nuestro, pero sintiéndote hijo y hermano de todos. Ayuna y no comas tanto, pero para sentar a tu mesa al hambriento. Haz el Vía crucis, pero carga con la cruz del hermano. Si lo miras desde la misericordia, no pesará tanto. y comulga, pero experimentando con fuerza la Pasión y la Pascua de Cristo, que se entregó por amor. Sólo así, cuando nos sentimos incondicionalmente amados, nuestra vida puede abrirse a la mayor esperanza.

La Cuaresma es ponerse a cultivar el viejo huerto que tienes dentro mismo de tu casa, y que el nardo florezca y dé perfume en los días cercanos A la Pascua

Cuaresma vestida de misericordia

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l desierto cuaresmal es esfuerzo y lucha, es oración y austeridad, es paciencia y esperanza. Se camina siempre hacia la Tierra Prometida. Se camina para crecer y ser auténticos, para ser más libres y más amar. Todos los ejercicios cuaresmales deben estar inspirados por estas motivaciones. Hoy presentamos a la Cuaresma vestida de misericordia. No puede ser de otra manera, porque Dios, al que dirigimos nuestros pasos, es Amor misericordioso, solamente amor misericordioso. Nuestra Cuaresma será, por lo tanto, alegre, solidaria y compasiva. «Misericordia quiero y no sacrificio» (Mt 12,7) Camino de compasión. En el desierto cuaresmal encontrarás personas heridas y excluidas, despojadas y oprimidas. No puedes dar rodeos y pasar de largo, como hicieron el sacerdote y el levita. Si puedes curar una herida, enjugar una lágrima, acompañar una soledad, prestar un servicio, no pases de largo, acércate. Hay necesidades universales que debes conocer y meter en tu corazón. Mucho se puede hacer a través de la Pastoral Social, Cáritas, Manos Unidas, Movimientos solidarios... ¡Qué buen ejercicio cuaresmal sería el dar una parte de tu tiempo para tejer solidaridad! Piensa asimismo en las heridas de personas cercanas. ¿No has llorado con ellas? ¿No has padecido y rezado con ellas? ¿No les has ofrecido respeto, estima y calor? ¿No has sentido alguna vez ganas de gritar a Dios y pedirle explicaciones? Grita, quéjate, rebélate... siempre que te dejes vencer por Él. Hijo de la misericordia. A lo largo del camino el Señor te ha llevado en sus palmas. «No se te han hinchado los pies durante estos cuarenta años» (Dt 8,4) «Cuando Israel era niño yo le amé. Yo enseñé a Efraín a caminar tomándole en mis brazos» (Os 11,1.3) Efraín eres tú. ¿No has sentido alguna vez que el ángel de Dios te acompaña? ¿No has gustado de su ternura? ¿No has disfrutado de sus consuelos? ¿No has valorado sus regalos? Todo lo que hay en ti es gracia. Cada vez que respiras es gracia. Cada tarea que realizas es gracia. Cada hijo que tienes es gracia. Cada sonrisa o beso que recibes es gracia. Cada oración que elevas es gracia... Gracia y misericordia de Dios en ti hasta el derroche, hasta la sangre. Repasa la misericordia que Dios ha tenido contigo. Cuéntala y cántala, como María. Fue también lo que hizo Agustín en sus Confesiones. No escribe tanto para confesar sus pecados, cuanto para confesar y alabar la misericordia de Dios. «Yo os confieso y os alabo», repite el santo. Y después de alabar tanta misericordia, «sé misericordioso, como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36) Ten misericordia con el pequeño, con el débil, con el ignorante, con el pecador. Ten misericordia con el que te ofende o ignora, con el que no te quiere. Ten misericordia con todo el que sufre. Ofrécele la medicina de tu comprensión. El Mesías, sabes, no hizo otra cosa que volcar todo el Corazón de Dios sobre las miserias humanas.

Cada año la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristiano, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. Benedicto XVI

La Cuaresma que yo quiero Ésta es la Cuaresma que quiero, dice el Señor: que practiques la justicia, que hagas limosna y des no simplemente lo que te sobra, que ayudes al necesitado y compartas tus bienes con los que no tienen nada, que seas compasivo y solidario con el próximo y el lejano, con el amigo y el extraño, que des de beber al sediento y de comer al que tiene hambre, que abras tu casa y acojas al sin techo y al emigrante, que derribes las vallas de espino con las que has rodeado tu corazón, que seas buen samaritano con el sidoso y el toxicómano y no pases indiferente ante los que yacen en los márgenes de la exclusión, que protejas a los desprotegidos, que defiendas el derecho de los pobres y te pongas de su parte. y quiero que lo hagas sin alharacas, sin tocar la trompeta por calles y plazas, sin anunciado en los periódicos ni en la televisión, sin arrogancia, sin prepotencia, sin interés, sin sacar pecho ni hacerte el héroe, sin que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha, de manera sencilla y modesta, con sagrado respeto a tu hermano, lavando, si es preciso, sus pies.

Señor y hermano nuestro Jesucristo, tú eres nuestra vida y nuestra Pascua, danos a beber el agua viva que brota de tu Costado; y que tu sed sea la nuestra: hambre y sed de justicia, hambre y sed de vida, hambre y sed de amor, hambre y sed de Dios.

EL MEJOR SAMARITANO Salmo del buen samaritano Señor, no quiero pasar de lejos ante el hombre herido en el camino de la vida. Quiero acercarme y contagiarme de compasión para expresar tu ternura, para ofrecer el aceite que cura heridas, el vino que recrea y enamora. Tú, Jesús, buen samaritano, acércate a mí, como hiciste siempre. Ven a mí para introducirme en la posada de tu Corazón. Acércate a mí, herido por las flechas de la vida, por el dolor de tantos hermanos, por los misiles de la guerra, por la violencia de los poderosos. Sí, acércate a mí, buen samaritano; llévame en tus hombros, pues soy oveja perdida; carga con todas mis caídas, ayúdame en todas mis tribulaciones, hazte presente en todas mis horas bajas. Ven, buen samaritano, y hazme a mí tener tus mismos sentimientos, para no dar nunca ningún rodeo ante el hermano que sufre, sino hacerme compañero de sus caminos, amigo de sus soledades, cercano a sus dolencias, para ser, como tú, «ilimitadamente bueno» y pasar por el mundo «haciendo el bien». y «curando las dolencias». Amén.

Empieza la Cuaresma con una fuerte llamada a la conversión. Lo que supone un cambio de corazón. No bastan las prácticas externas, hay que llegar hasta el centro interior, el núcleo duro. Este cambio es imposible sin la gracia. Pero no desesperamos, porque confiamos en la misericordia bien probada del Señor. .

AHORA ES EL TIEMPO DE GRACIA TIEMPO DE GRACIA Si la Cuaresma es tiempo de gracia, quiere decir que es un pequeño jubileo. En estos días se abren con generosidad las fuentes de la misericordia. La gracia no es una cosa o una cuenta de beneficios (tipo indulgencias). Tampoco es un vestido precioso que te regala Jesucristo, aunque es un símbolo paulino. La gracia no es una simple limpieza de pecados. Es otra cosa difícil de definir, aunque los teólogos se empeñan en hacerlo. Es como una luz, como una fuerza, como una sonrisa, como un beso. Es una recreación, una revelación, una dignidad nueva, una participación del ser de Dios.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LA GRACIA La gracia es gratuita, gratis Es un don de Dios que no tiene en cuenta nuestros méritos. Él toma siempre la iniciativa. Antes de que nosotros empecemos a pedir, incluso a valorar y desear la gracia, Dios se anticipa y pone en nosotros el deseo. «Antes de formarte en el vientre te escogí» (Jr 1,5) Siempre es así. En el Nuevo Testamento la gracia de Dios se desborda en Jesucristo gratuitamente. Pura bendición, inmenso regalo de Dios al hombre. La gracia es generosa, desbordante Como dice el Salmista: «Los ríos de Dios rebosan de agua» (64,10) Los diluvios de Dios no son de aguas vengativas, sino de gracias salvadoras. Dios es un derroche, sobre todo en Jesucristo (cf. Ef 1,8). Pablo no se cansa de hablar de la generosidad de Dios, de la abundancia de su gracia en Jesucristo. «y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí» (1 Tm 1,14) Bendiciones de Dios sin cuento, «con toda clase de bendiciones espirituales» (Ef 1,3). La gracia es misericordiosa La gracia de Dios procede de su corazón misericordioso y se aplica a todas nuestras miserias, sean corporales, sean, sobre todo, espirituales. Porque Dios es compasivo, y se conmueve ante el sufrimiento o el subdesarrollo de sus hijos. Trata de cubrir la denudez de los hijos con el manto misericordioso del Padre. Fue lo que hizo Jesús, pasar haciendo el bien, derramando gracia por doquier, curando las dolencias del pueblo y proclamando la dicha a los des-graciados. La gracia misericordiosa tiene también por nombre el Espíritu Santo, que es la Bondad, la Ternura, el Amor de Dios, que se derrama en nuestros corazones. Es la fuerza y el consuelo de Dios, interiorizados en lo más íntimo de nuestro ser. La gracia es «graciosa» La gracia no es dolorista. No se nos da solamente para que aprendamos a sufrir. Se nos da para que aprendamos a alabar y ben-decir, para que hagamos de nuestra vida un himno de acción de gracias y un magníficat. «Me ha hecho reír Dios», decía Sara. Ha llenado mi vida de luz y de esperanza. Me ha dado auto estima y confianza. Me ha vestido de fiesta, «cambiando mi luto en danza» (Sal 29)

Miércoles de Ceniza PREGÓN DE CUARESMA: “Ahora es el Tiempo”. Tú, quienquiera que seas, déjame que te interrogue, que me meta contigo, con tu tranquilidad, con tu rutina. Tú, ¿qué has hecho de tu sinceridad? ¿Qué has hecho de tu verdad? Tú, quienquiera que seas, hoy escucha mi pregunta en este encuentro y yo te digo: ¿Qué has hecho de tu vida? ¿Qué estás haciendo con tu vida? No te escondas, no te excuses, no mires hacia el suelo, -ya sé que estás acostumbrado a mirar mucho al suelono eches la culpa a los otros, no. Toma tus responsabilidades en la mano y decide. Tú, quienquiera que seas, escucha hoy esta voz que te llega por mi boca: Ahora es el tiempo de recomenzar. Ahora es el tiempo oportuno. Ahora es el día para lo nuevo. Ahora es el momento de cambiar. Tú, quienquiera que seas, ¿Adónde quieres ir sólo con tu maleta vacía? Tú, quienquiera que seas, ¿por qué te empeñas en caminar de espaldas a tu Dios? Tú, quienquiera que seas, ¿no es hora ya de tomar las cosas más en serio? Escucha hoy esta voz que llega por mi boca: Ahora es el tiempo de recomenzar. Ahora es el tiempo oportuno. Ahora es el día para lo nuevo. Ahora es el momento de cambiar. Tú, quienquiera que seas, si quieres, si me oyes, si todavía tienes un hilo de fuerza, si aún hay algo bueno dentro de ti... ¡¡ Ven !! Iremos juntos caminando hacia la VIDA. Nada está perdido. Hoy todavía se te concede un tiempo de gracia para volver al Señor. ¡¡ Ven !! ¡¡ Ven !!

Dejé la casa del Padre en busca de otros caminos; Perdiendo el rumbo y sentido, mi vida yo malgasté. Hoy me siento arrepentido, solo con mi soledad; Quiero emprender el camino de regreso hacia el hogar.