INFORME ESPECIAL Por Cynthia Palacios

Cuando el tiro deja de ser un juego de chicos

Cada vez más niños y adolescentes se interesan por este deporte que, lejos de ser la pantomima de un videojuego, requiere mucha concentración, disciplina y, por sobre todo, estar atentos a rigurosas reglas de seguridad. La mayoría hereda esta pasión de sus casas. Sus padres hablan de las ventajas de ejercitar el esfuerzo, de ponerse a prueba a sí mismos y de la tranquilidad de aprender desde bien niños el uso responsable. unque a algunos aún les resulte extraño, son muchos los chicos que desde pequeños eligen practicar el tiro como deporte. Y la gran mayoría de ellos llega a las armas de la mano de sus propios padres. Si bien puede sonar poco común para aquéllos que son ajenos a la actividad, quienes la practican ven en ella un sinnúmero de ventajas, como la concentración, la precisión, la responsabilidad de mantener

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una conducta adecuada dentro y fuera del polígono, además de la posibilidad de superarse a sí mismo y, por qué no, la oportunidad de aprender con responsabilidad el manejo de un arma de fuego. No se trata de un videojuego ni de simular ser el protagonista de una película de acción; ni de que aquéllos que lo practican son violentos. La práctica de tiro requiere de paciencia, mucha disciplina y está regida por

estrictas normas de seguridad. Nadie duda de que el tiro sea un deporte que llama la curiosidad de los niños. Pero precisamente porque son chicos lo ven como un juego. Por eso el uso, el respeto y los cuidados que implican un arma requieren de algo indispensable: educación y disciplina. Ejercitando el tiro, muchos de ellos adquieren hábitos que les sirven para otros deportes y también a la hora del estudio.

Año a año este deporte gana seguidores entre los más pequeños. Tanto es así que por primera vez este año se incluyó al tiro como disciplina de competencia en los Juegos Deportivos Evita. El mismo secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi, reconoció que es “muy importante permitir que las disciplinas individuales menos masivas tengan la oportunidad de desarrollarse y, a la vez, ofrecer a nuestra juventud

un abanico cada vez más amplio de posibilidades competitivas”, a la hora de explicar el porqué de esta incorporación. Más allá de los prejuicios, antiguos y modernos, no hay que olvidarse que eran los propios padres quienes, en la antigüedad, enseñaban a sus hijos cómo manejar un arma y, muchos años más atrás en el tiempo, el arte de la caza pasaba de mano en mano de generación en generación. Todo cuidado es poco cuando hay un arma en casa. Por eso es bueno despejar mitos y temores lo antes posible; y siempre será mejor que los chicos satisfagan su curiosidad en un ambiente seguro y controlado, como es un polígono, a que se aventuren a descubrir el mundo de las armas a escondidas y sin la supervisión de un adulto. Cuando hay un arma en casa, es mejor explicarles cómo debe manejarse de manera segura y las consecuencias que tiene su uso irresponsable. Esta disciplina adquiere otra magnitud en el interior del país. “El chico de pueblo no tiene demasiadas cosas para hacer. El tiro me parece una buena opción. Los prepara, los reconforta, los estimula a superarse. Por eso traje a estos chicos a competir, que están muy entusiasmados. Es su oportunidad de entrenar, de ver cómo tiran en un lugar abierto”, destacó la ins-

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INFORME ESPECIAL

María Anna Betig (16 años) • Río Gallegos (Santa Cruz)

“Es algo que llevo en el corazón” “Empecé porque mi papá es tirador y entrenaba en casa. Un día me animé y me encantó. Es algo que llevo en el corazón: salió de adentro”, asegura. Era su primera competencia en carabina 22, aunque ya había participado de torneos tirando con aire comprimido. “Me tengo fe”, sintetizó. Hizo bien en tenerse fe: terminó tercera en la categoría Damas Promocional, con un puntaje de 189/200. María Anna está en primer año del polimodal y entrena tres o cuatro veces por semana. Alterna esta nueva pasión con otra más antigua: el patín artístico. Su hermano menor, de 12 años, también tira y participó del torneo nacional. Con 193/200, Hernán alcanzó el puesto 12º en la competencia. “Vivimos en Calafate y allí no hay polígono. Nosotros entrenamos con aire comprimido en el galpón de un amigo de mi papá. Cuando se agrande el lugar vamos a avisarles a nuestros amigos, porque hay unos cuantos que quieren tirar”, explica. “Después que vieron que yo empecé, les gustó. Me desean suerte por Facebook”. “El tiro me encanta y sé que voy a seguir entrenando”. Aunque le faltan un par de años para decidir qué rumbo tomar, María Anna duda entre la gastronomía y la música. De lo que no duda es que sus próximos años los pasará en un polígono de tiro.

tructora de Mar del Plata Silvia Pollano a AIRE LIBRE en la final del Campeonato promocional de 50 m Rifle calibre 22, organizado por AICACYP. Acostumbrado a acompañar a su padre, que trabaja en el

polígono de Goya, la ciudad de Corrientes donde nació, a los 10 años Matías Perrota se animó a empuñar un arma. Fue una experiencia distinta, que le gustó para siempre. “Probé en aire y me fascinó. Era chico, pero fue muy lindo”, cuenta este joven de 16 años. Maximiliano Gasparutti lleva en su sangre dos generaciones relacionadas con el tiro.

Empezó a los 7 años, de la mano de su abuelo, tirador de toda la vida. “Me acuerdo que la primera vez ni le pegué al cartón, pero él estaba contento igual”, se divierte este adolescente de 17 años que llegó desde Malabrigo, Santa Fe. “Después iba al campo con el aire y a los 9 me invitaron al primer torneo. De a poco fui mejorando.” 56 | AIRE LIBRE Nº 8

Es que, como ellos, la mayoría de los chicos llega a este deporte de la mano de sus padres, sus abuelos o sus hermanos mayores. Vienen de familias donde se hablaba de tiro y coinciden en que practicarlo es algo único. No les importa restarle tiempo a otras actividades ni que sus amigos los carguen por este gusto. El tiro es para ellos mucho más que un deporte: es la oportunidad mil veces repetida de superarse a sí mismos. Otros llevaron años soñando en silencio con el día en que pudieron empuñar un arma. Viven lejos y ni se conocen, pero Luis Tomás Roa Soto, de

porque tenían miedo. Después los convencí… Ahora saben que si tengo que agarrar un arma sé cómo usarla”. Boleto para viajar

12 años, y Esteban Idiart, de 11, tienen historias parecidas. Luis es de Carmen de Patagones, en la provincia de Buenos Aires, y recuerda cómo admiraba las armas que tenía su papá. Desde chico, le gustaba ver cómo las limpiaba, cómo las cuidaba; pasaba horas escuchándolo hablar de ellas, descubriendo sus secretos. Hasta que un día lo dejó tirar. Y ahí empezaron a gustarle más todavía. Esteban es de Balcarce, también en territorio bonaerense, y asegura: “Cuando era chico me encantaban las armas, pero no me dejaban acercarme

Para Esteban, la competencia nacional fue el pasaporte para conocer Buenos Aires. “Gracias al tiro pude venir”, dice contento. “¡Es una ciudad grande! Hay mucha gente, muchos autos… Hay bastante desparramo”, asegura. Al igual que para Esteban, para muchos chicos participar de esta final auspiciada por la Federación Argentina de Tiro representaba la posibilidad de conocer Buenos Aires, de viajar, de pasear. Así Noelia Kees, de 14 años, cuenta: “Lo que más me gusta del tiro es poder viajar. Es muy lindo, porque es tranquilo y te permite conocer gente nueva. Tengo amigos que tiran y son

divertidos los viajes, cuando vamos juntos a alguna competencia. Lo hago como un deporte, pero me gusta cada vez más”. Había llegado desde Maipú, provincia de Buenos Aires, y a los 14 años era el tercer año en el que competía. “La última vez salí tercera, porque el arma no me ayudaba”, confiesa Noelia. El sábado 27 esperaba ansiosa porque su turno estaba en la última ronda. “Esta vez me veo bien. Hay pocas chicas en mi categoría y creo que me va a ir bien”, se entusiasma.

Al igual que Maximiliano y Matías, Noelia empezó a inte-

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INFORME ESPECIAL

Fernando Hernández (19 años) • Rawson (Chubut)

“Es el deporte menos riesgoso” “Esta vez me fue mejor —cuenta este simpático joven patagónico, mientras espera saber el resultado de sus tiros—. No estuve tan nervioso, aunque me metí mucha presión… No quiero ser fanfarrón, pero en casa soy muy bueno”. Fernando ya terminó el secundario. Se las rebusca como electricista, haciendo trabajos de electrónica y espera empezar a cursar ingeniería el año que viene. “Hice un año de la tecnicatura en mantenimiento, pero no me gustó”, comenta. “Mi papá es policía e iba con él cuando entrenaba; aunque él tira 9 milímetros y yo tiro en carabina 22. A los 14 o 15 tiré por primera vez, pero a los 18 empecé bien, a entrenar, seriamente”. Fernando ganó el premio Don León y salió primero en el torneo Unión, que reúne a chicos de varias ciudades. “Entreno los sábados a la mañana, pero antes de una competencia practico más seguido. Me gustan el ambiente, el compañerismo. Es un juego en el que se compite sanamente, es ir intentando superarse a uno mismo”. “El año pasado hice 186/200 y en casa llegué a 197/200. Hoy sé que tiré mejor que ayer que estaba muy nervioso. Pero tengo mucho que aprender, mucho para mejorar. Aunque cada uno tira solo, nos ayudamos, nos corregimos entre todos”. Además del tiro, Fernando practica ciclismo. “Mucha gente le tiene miedo a las armas, pero creo que es el deporte menos riesgoso. Si se hacen las cosas como te dicen, no te pasa nada y es muy lindo”.

resarse por las armas puertas adentro de su casa. Sus dos her manos mayores le contagiaron esta pasión. Pero a diferencia de los otros finalistas, sus padres no practican tiro, aunque sí la acompañan en

cada competencia donde ella participa. Noelia no era una excepción en el Tiro Federal. Muchas chicas se atrevían a este deporte demostrando que el tiro no es cosa de hombres.

Si hay quienes pongan su cuota de feminismo para inclinar la balanza, ésas son las Lamarque. Nacidas en Maipú, provincia de Buenos Aires, pareciera que la genética de las Lamarque está emparentada

con el tiro. Soledad, de 12 años, se preparaba para competir en la final nacional por tercer año consecutivo. No se la notaba nerviosa y tiene por qué: los años anteriores ganó. La hermana mayor de Soledad, Sofía, a pesar de tener 18 años ostenta una larguísima cosecha de triunfos en torneos nacionales e internacionales, y una única meta: competir en los Juegos Olímpicos de 2016 en Río. Sofía está primera en aire en la Argentina y se ubica en el noveno puesto en Sudamérica en aire, en la categoría Mayores. “A los 8 años acompañaba a Sofía y a los 9 empecé yo”, cuenta. “Me gusta porque podés hacer amigos y es un deporte diferente: es individual, pero a la vez podés ayudar a tus compañeros”. Sole cursa séptimo grado y además practica hándbol y hockey. Es la única de su grupo de 58 | AIRE LIBRE Nº 8

amigos que tira. “En Maipú, donde vivo, no todos lo conocen. Y a mis amigos les gusta, pero no les interesa”. Con 192/200, Soledad terminó cuarta en la categoría Mini-Damas. Reconoce que Sofía es su gran referente en este deporte. “Es difícil llegar donde está mi hermana… Pero sería lindo. ¡Hay que entrenar mucho!” La más pequeñita del grupo de tiradores era una mendocina: Gianella Firmapaz. Menudita e inquieta, a Gianella no le

importa ser la benjamina del grupo. Tanta confianza se tenía que Gianella resultó ganadora

en la categoría Mini-Damas, con 193/200 y ocho centros mosca. Como muchos de los competidores, Gianella nació en una familia de tiradores. Viajó con su mamá y su tía dispuesta a disfrutar de esta, su primera competencia en Buenos Aires. “Ya estuve en La Rioja y en San Rafael”, aclara. Facundo, su hermano de 11 años, ya le abrió paso en estas lides pocos días después de este torneo: él iba a competir en los Torneos Evita de Mar del Plata. “Empecé porque mi papá me insistía y me gustó”, cuenta con su vocecita suave. Ya está canchera con algunas claves del asunto. “Hay que quedarse quieta, tener una buena respiración, poder concentrarse y estar tranquila”, explica como si fuera una veterana en el tiro. Como es pequeñita, Gianella tira con apoyo, pero es fundamental dejar de lado un rato, la picardía con la que se mueve de acá para allá.

“Me parece una buena disciplina. Le enseña a relajarse, a respirar, a estar concentrada”, explica Gisela, su mamá, a AIRE LIBRE. Risueña y movediza, queda claro que a Gianella no la intimida ser la participante más joven. Uno contra uno mismo Los padres y muchos de los propios chicos ven en este deporte la atrapante posibilidad de desafiarse a sí mismos. “Me encanta porque es individual, pero no es competitivo. Es una superación individual que va más allá de los puntajes de otras personas. El tiro es superarse a uno mismo. Es un desafío contra uno”, dice Iris Ayelén Fabián, una salteña de la ciudad de Cerrillo de 18 años. Como casi todos, aquella primera vez que tiró, marcó a Iris por completo. “Mi papá tiraba desde chico y tenemos un

rifle en casa. Nos llevaba a cazar pero nunca me interesó mucho. A los 16 empecé a tirar y tuve la posibilidad de participar del nacional en Salta y seguí. ¡Nunca más paré!” Este campeonato nacional en Buenos Aires es su tercera competencia. “Las otras dos veces salí cuarta, pero ahora practiqué todo el año y espero tener un buen puntaje”. A los 18 años, Iris combina el tiro con sus responsabilidades de universitaria. Está cursando primer año de Ciencias de la Comunicación. El tiro es para ella “como practicar cual-

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INFORME ESPECIAL

El tiro deportivo juvenil, ¿contraindicado? “En realidad las armas no me gustan, sólo me apasiona disparar con ellas, buscar la máxima precisión posible y superar el desafío que para mí representa, impactar una y otra vez en el centro del blanco hasta que me canse”. Jackelin, 16 años. A nadie resulta extraño el prejuicio que ciertos deportes despiertan en algunas personas; particularmente los deportes de combate como boxeo, karate o taekwondo; y deportes de precisión como el tiro deportivo. Incluso a algunos deportes de conjunto, como el rugby, también les pasa lo mismo: a todos los une la extraña relación de asociación libre: si lo practicás, seguramente seas violento. El desconocimiento siempre se encuentra a la orden del día cuando de nuestro deporte —el tiro deportivo— se trata; y como bien sentenció Albert Einstein: “Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”. Por esa razón no intentaré convencer a ningún prejuicioso que no esté al menos dispuesto a abrirse a nuevas maneras de observar una disciplina. Tan sólo expondré todos los aspectos positivos que a mi entender personal y profesional tiene, haciendo especial mención a los cuidados éticos y deportivos. A quien le gusten los desafíos de perfección técnica y precisión extrema, el tiro deportivo se mostrará como un deporte sencillamente maravilloso. Para quienes aún duden, ofrezco diez razones para practicarlo, promoverlo y disfrutarlo. 1. No importa la edad, tengas 10 o 100 años, podrás practicarlo. 2. Seas hombre o mujer, podrás hacerlo. 3. Si tuvieras algún tipo de discapacidad, no importa. Igual podrías ser atleta olímpico. 4. En la Argentina es un deporte altamente organizado. Siempre encontrarás un espacio para desarrollarlo y tu único evaluador será tu blanco. Ningún árbitro dictará un fallo controvertido. 5. En este deporte nunca tendrás un enfrentamiento directo con tus oponentes; por lo que, sin dudas, generarás grandes amistades.

6. Al no haber contacto alguno, nunca te lastimarás ni lastimarás a un oponente. Este es un deporte sin lesiones. Entre tiradores, las patadas, los codazos y la violencia no existen. 7. La concentración, el respeto de las normas durante la competencia y el autocontrol de la máxima concentración te beneficiarán en otras áreas de tu vida. 8. Encontrarás una especialidad que se adapte perfectamente a tus deseos. Puede que hoy dispares a siluetas metálicas con un rifle de aire y mañana hacerlo con tu Anschütz en una competencia olímpica. Hoy practicar con tu Bersa .22; mañana hacer double tap con tu Glock en un Bruselas. Si te quedan ganas, podés disparar una vuelta de fosa con escopeta. 9. Para ser un tirador de alto rendimiento hay que estar muy bien entrenado técnicamente, pero no necesariamente quedar extenuados físicamente como en otras disciplinas. Ser un muy buen tirador, además de muy difícil es, sencillamente, apasionante. 10. ¡¡¡El tiro deportivo argentino no registra un solo accidente durante competencias en 150 años de historia!!!

quier otro hobby”. Sus amigos la cargan y dicen que hay que “tener cuidado con ella”. Maxi Gasparutti es uno de los que se pone a prueba a sí mismo. “Para ir superándome, me metía en la categoría siguiente, con chicos más experimentados, de más nivel, y dejando el miedo de lado me fui superando”, reconoce. En la competencia nacional, asegura que trató de ganarle la batalla a los nervios. “Traté de concentrarme, de aprovechar los minutos que tenía y de dejar los nervios de lado”. “Vas al polígono y te olvidás de todo. Es un ambiente muy lindo, saludable. Acá hice muchos amigos”, dice. Aunque no

rían poner a prueba nuevamente su puntería. Para mitigar los efectos de la primera vez, Silvia Pollano acompañó a la delegación de 19 chicos que llegaron desde Bal carce para competir por pri mera vez en un torneo nacional. Cuando se jubiló como maestra jardinera, Silvia le dio rienda suelta a su pasión: el tiro. No fue fácil lidiar con los nervios de tantos debuts. Los chicos tienen entre 9 y 17 años y están ansiosos. “Muchos me dicen que están nerviosos, pero yo no les pido demasiado. Sólo quiero que disfruten”, explica la instructora. “Algunos ya participaron de torneos provinciales,

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todas son flores. “A veces se dificulta por los gastos. Las balas son caras y hay que practicar para no perder ventaja”. Maxi está en tercer año y cree que seguirá ingeniería en sistemas o programación. “Tirando voy a seguir, seguro. Quiero mejorar el equipo y mejorar yo, tener mucha más experiencia en armas”. Debutantes vs. Experimentados Como en toda competencia nacional, en las galerías de tiro de Núñez se mezclaron los nervios de algunos debuts con la adrenalina de los que ya habían participado otras veces y que-

Entonces: • Hombre o mujer, alto o bajo, gordo o flaco, muy fuerte o un alfeñique, lindo o feo, en este deporte encontrarás la disciplina justa para vos. • Tu satisfacción no dependerá de nadie más que de vos mismo. El juez no te dará más puntos por ser más bonito o por haber hecho la mejor coreografía. El árbitro no te perdonará una tarjeta roja por ser más educado y simpático con él luego de haber cometido un grosero penal. Tu precisión sobre el blanco será tu único evaluador. • En un deporte altamente reglamentado y muy estricto con las normas de seguridad; un desquiciado o un violento difícilmente se sienta a gusto ante tanto control.

pero en uno nacional es la primera vez de todos”. Como sus propios alumnos, Silvia empezó en el tiro siguiendo los pasos de su papá. Empezó a tirar a los 20 años. “Iba a un colegio religioso y no me daban permiso para tirar… Apenas pude, cuando fui grande, me largué”. Diez años después, a los 30, ganó su primera medalla en un nacional. Y fue más allá. “Llegué al Preolímpico de Atlanta 1996, jugué cuatro mundiales, estuve en varias copas del mundo. Hoy me llena de orgullo poder acompañarlos a ellos”, cuenta. Hoy es profesora de instructores, pero no perdió esa adrenalina que generan las compe-

¡Imposible!

Por Ricardo Rio (*)

• La tenacidad y concentración requeridas para este deporte te ayudarán en otras áreas de tu vida. Superar dificultades te hará una persona más equilibrada. • Para un tirador deportivo es, sin dudas, más seguro ir a un polígono de tiro que ir a la cancha a ver un partido de fútbol. La práctica ética y responsable de cualquier deporte desde edades tempranas promueve y desarrolla lo mejor de nosotros. Una formación deportiva que sostenga los beneficios socioculturales que promueve es un bien escaso en una sociedad preocupada por los estados de anomia. Por supuesto que la práctica del tiro debe estar enmarcada dentro de un contexto social y ético adecuado. Institucionalizado en los clubes de tiro, normado para prevenir accidentes y contextualizado en valores sociales que respeten al semejante. En este contexto destaco muy especialmente, y felicito efusivamente, la notable decisión política del Sr. Secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi, quien supo valorar la historia de nuestro deporte y la importancia de fomentar el uso pacífico de las armas a través del tiro deportivo, incluyéndolo en los Juegos Nacionales Evita. Hay chicos y jóvenes de muy bajos recursos que están practicando este deporte porque es el único en el que encontraron un lugar de contención, tranquilidad y amistad. Otros encuentran en el tiro deportivo la mejor cara de sus necesidades haciendo amigos. Hay chicos en gran parte de nuestro país para los que la caza es sinónimo de alimento. Poder competir con pares les devuelve la alegría de una práctica entre amigos. Para estos chicos el tiro es mucho más que un deporte, es la oportunidad de vivir un evento social compartido. Es muy claro: el deporte y la educación para la prevención pueden más que la prohibición. Sin duda la inclusión del tiro deportivo en los Juegos Nacionales nos ofrecerá grandes satisfacciones deportivas en el futuro. Pero, sobre todo, chicos más felices.

(*) Profesor universitario en Educación Física y Lic. en Ciencias del Deporte. Integró la Selección argentina de tiro durante 20 años. Vocero del Foro por una Argentina Sin Armas Ilegales.

tencias. Silvia iba y venía tratando de llevar tranquilidad a sus alumnos, dándoles ánimo y escuchando sus nervios. Después de todo, cada debut de sus alumnos es como revivir su primera vez. De Santa Fe capital, Paula Silva estaba de estreno. Nerviosa, esperaba su primera competencia con ansias. De la mano de su papá y su hermano, esta adolescente de 16 años arrancó con todo en el tiro hace sólo dos meses. “Es el único deporte que practico. Es mi recreación. Empecé hace dos meses y entreno tres veces por semana, casi siempre dos horas cada día. El año pasado arranqué, pero la primera vez

zas a sí mismo—. Estuve entrenando mucho, con mucho esfuerzo”. Enzo viajó con otros dos chicos desde La Rioja. Su papá y su hermano mayor lo acompañaron en esta oportunidad. “Desde muy chico me gustan las armas y en 2009, cuando se abrió la escuela de tiro en La Rioja, empecé a entrenar. Mi papá era cazador y siempre me gustó”. Cuando dice que es un gran esfuerzo, sabe de lo que habla: Enzo entrena miércoles, jueves, viernes y sábados, unas tres horas cada día. “De mis amigos soy el único que tira. Me felicitan, me dan apoyo cuando compito. Me

que tiré me daba miedo el arma. Ahora ya me acostumbré”, cuenta sin inhibiciones. “Soy la única de mis amigos que tira. ¡Lo ven bien, pero no lo harían ni locos!”, se ríe. Paula está en tercer año del secundario y de algo en su futuro está segura: no va a abandonar el tiro. “Me encanta. No lo dejo más”, afirma. Otros derrochaban experiencia. Como Enzo Vidal, un riojano de 13 años, para el que era su tercera competencia. “Voy mejorando… En 2010 quedé en el segundo puesto y en 2011 terminé primero; pero antes estaba en una categoría infantil y ahora entré en una nueva”, cuenta este verborrágico preadolescente. “Estamos bien —se da fuer-

gusta esta disciplina. Es muy familiar, hay mucho compañerismo”, explica. Aunque está en séptimo grado, quiere seguir tirando “hasta que pueda”. “Hay que aprender nuevas técnicas. Si se hace todo bien, como uno viene entrenando, se tira bien pero se necesita muchísima concentración”, afirma. Con la tranquilidad de seguir un camino familiar, miles de chicos incursionan en el tiro después de heredar las ganas de sus papás. Pero el contagio de esa pasión inicial, va ganando terreno rápidamente cuando descubren que cada visita al polígono se convierte en un nuevo reto a sí mismos ■ AIRE LIBRE Nº 8 | 61