Crímenes pasionales

Carlos Maza Gómez

Índice Introducción …..……………………… El crimen de la Perla …………………. Incultura social como causa ..………… Los celos del hombre ………………… Los celos de la mujer ………………… Pasión destructiva ……………………. Sentido de propiedad …………………. Rechazo en el noviazgo ……………… Rechazo a un antiguo amante ………... Rosa Dorado …………………………. Celos y rechazo ………………………. La falta de dinero …………………….. La complejidad del móvil ……………. La mala vida …………………………. Un crimen inexplicable ………………. Mujeres que asesinan ………………… ¿Homicidio o suicidio? ………………. Propiedad no compartida …………….. Agresiones entre hombres ……………. Una reflexión final ……………………

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Introducción Este libro presenta y analiza diversos casos de los llamados “crímenes pasionales” presentes en la prensa durante la primera década del siglo XX. Bajo los epígrafes “el crimen de ayer” o “el crimen de anoche”, según el momento del día en que fueran publicados, los periódicos no dejaban de mostrar noticias, a veces muy detalladas, sobre los asesinatos y homicidios más llamativos sucedidos en Madrid a lo largo de cada jornada. Es evidente que, cuando se estaba formando el periodismo en aquel tiempo, se confundía la noticia política o las informaciones sobre actos culturales con el amarillismo periodístico. Todo parecía entrar en las mismas páginas, con una separación escasa entre distintos temas. Era sabido, no obstante, que las noticias que más atraían la atención del público madrileño, las que voceaban los muchachos que repartían la prensa, sin parar mientes en exagerar lo sucedido, eran el relato del último crimen y, si era posible, sus detalles más sangrientos. La incertidumbre sobre quién era el asesino, su huida y desaparición, garantizaban varios días de ventas aseguradas. En aquel tiempo varios crímenes de esa índole multiplicaron las ventas (el crimen de la calle Tudescos, el de la plancha de la calle Fuencarral, etc.). A falta de ello, la truculencia de un crimen horrorizaba y fascinaba a la población lectora madrileña. Entre la criminalidad de la época los prevalentes eran los delitos contra la propiedad, que sin embargo atraían poca atención. En datos de que se dispone recabados entre julio de 1901 y el mismo mes de 1902, estos fueron 30.252 (hurtos, robos, estafas, etc.), mientras que los referidos a la integridad de las personas (disparos, homicidios, asesinatos, amenazas, etc.) contaban 27.816 ante los Juzgados. El tercer gran tipo se refería a los enfrentamientos con la autoridad (injurias, amenazas, atentados, desobediencia, etc.) que alcanzaban 4.426 casos. En esa primera década del siglo, el examen de los periódicos madrileños más importantes ha permitido registrar un total de 227 crímenes que ocupaban, al menos, un cumplido espacio bajo los epígrafes antedichos. Prácticamente todos tuvieron lugar dentro de la llamada clase baja de Madrid, lo que conlleva la presencia básica de dos tipos de crímenes: los que podríamos llamar “tabernarios”, fruto de las borracheras y las reyertas sucedidas sobre todo entre hombres, y los crímenes “pasionales” donde habitualmente los agresores eran hombres y las víctimas mujeres. En este libro vamos a analizar casos de este último tipo. ¿Por qué calificamos a un crimen de pasional? Indudablemente, sería el que se comete por el impulso irresistible de una pasión amorosa que no es correspondida o que encuentra algún obstáculo que parece insalvable. Ya por entonces los editoriales más liberales clamaban con que el criminal no lo hacía por amor, porque éste era otra cosa (perdón, comprensión, etc.), de manera que el análisis de las motivaciones de estos crímenes puede permitirnos profundizar en su relación con los sentimientos amorosos, dilucidando qué hay y qué no hay de amor en ellos. Por otra parte, la condición de impulso irresistible, pasión ciega y demás calificativos que recibían estos sucesos cuando llegaban a la vía penal, es en muchas ocasiones cuestionable. Como veremos a lo largo del libro, hay no pocos casos en que

parece haber una clara premeditación en el crimen, de manera que el asesino da un ultimátum a su víctima aplazando su ejecución a una respuesta, la amenaza explícitamente con matarla al día siguiente o en la próxima ocasión en que se encuentren. ¿Se realiza el crimen en esos casos bajo un impulso irresistible, una pasión instantánea y arrebatadora? No lo parece en según qué casos. Encontramos algunas condiciones sobre el crimen pasional en la obra de un criminólogo llamado Rabinowicz: “El criminal pasional no actúa jamás por altruismo y no es el amor el que lo lleva al homicidio sino los sentimientos bajos y salvajes, el odio atroz, el egoísmo desenfrenado, el espíritu vil de la venganza”. Ciertamente, lo que denota este párrafo es el cúmulo de sentimientos y pasiones implicadas en un asesinato de estas características. Para englobar adecuadamente los casos que presentaremos a lo largo del libro preferimos quedarnos con una definición más laxa dada por la antropóloga Myriam Jimeno: “La denominación crimen pasional es empleada en el lenguaje corriente para hacer referencia al crimen ocurrido entre parejas con vínculos amorosos”. Como también comprobaremos, estos vínculos no tienen que ser siempre directos (aunque son mayoría) sino que incluso pueden resultar indirectos (cuando dos hombres se matan por el amor de una mujer). A todo ello lo llamaremos crimen pasional y todos tendrán cabida en estas páginas. Una definición más estricta llevaría, simplemente, a renunciar a alguno de los ejemplos aquí mostrados. Se han encontrado referencias a 112 casos de este tipo en total a lo largo de aquella década y referidos a la ciudad de Madrid. No quiere decir que hubiera solo estos, claro está, ya que en un año la estadística mencionada registraba en los Juzgados 158 casos de asesinato y 1.029 homicidios. Simplemente se ha centrado la búsqueda en aquellos de tipo pasional que llegaban a las páginas de los periódicos bajo los títulos de “crimen de ayer” o “crimen de anoche”. Naturalmente, hay muchos casos similares, por lo que se ha seleccionado para ser presentados aquí un total de 32 ejemplos representativos de todos los registrados. Una vez tomados en cuenta se ha examinado en ellos una serie de características que los definan y que permitirán analizarlos y estructurar la exposición que venga a continuación. Lo más definitorio de este tipo de crimen es su móvil. ¿Por qué sucedía el crimen pasional? Se han distinguido tres amplias respuestas, a veces relacionadas entre sí: por rechazo de la persona asesinada a su asesino, por celos o infidelidad en caso de una relación marital estable y por causas económicas. Caben también, como veremos, otros motivos minoritarios, entre los que se cuenta algo impreciso que la prensa denomina “disputas” en la pareja, probablemente referidas a alguno de los tres primeros móviles que los periódicos no llegan a concretar. Las tres cuartas partes de los casos presentados implican la muerte de una mujer a manos de un hombre pero caben otras combinaciones cuando es la mujer la asesina o cuando el resultado es el de un crimen de un hombre sobre otro por pasiones indirectas referidas a una mujer. Dado que prácticamente todos los casos se desarrollan en la clase baja madrileña (verduleras, modistas, golfos sin trabajo, zapateros, conserjes, etc.) es difícil precisar la

relación oficial que mantiene la pareja protagonista del suceso. Hay matrimonios, claro está, pero en muchas ocasiones el hombre y la mujer viven maritalmente sin estar casados, del mismo modo que los matrimonios se juntan y separan con aparente frecuencia (normalmente, cuando la mujer se harta de los abusos físicos o económicos que sufre). Por eso se ha distinguido que el crimen tenga lugar en una pareja que conviva en el momento en que se produce, en noviazgos donde no se convive pero hay relación habitual entre ambos o bien que se corresponda con una antigua relación más o menos formal que una de las partes ha dado por acabada. Estas tres características definen básicamente el tipo de crimen pasional analizado. No obstante, se han tenido en cuenta otras características que se consideran secundarias pero interesantes (si hay o no premeditación, si el resultado es de muerte o solo heridas, y si el crimen tiene lugar en el interior de una casa o en la calle). Otros criterios se han terminado por considerar irrelevantes en la exposición: la clase social donde tiene lugar el suceso, ya que casi todos suceden dentro de la clase baja. Del mismo modo, parece poco importante el instrumento utilizado, que se reduce a dos: la pistola o el arma blanca, mucho más mayoritaria, y de la que parecen provistos casi todos los asesinos encontrados en este examen, sea como una faca o una navaja con una hoja de considerable longitud. Además del examen detallado de los casos, tanto en su desarrollo, sus móviles y sus consecuencias penales cuando se han encontrado referidas en periódicos de un año después aproximadamente, se ha tenido en cuenta una serie de editoriales en los que los diarios claman contra esa lacra de su tiempo, sobre sus raíces y causas o su impunidad penal en algunos casos.

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