CREEMOS: Creo en Dios, Padre, todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra

CREEMOS: Creo en Dios, Padre, todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra Ronnie García | 28 de agosto de 2016 | Iglesia La Travesía Introducción:...
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CREEMOS: Creo en Dios, Padre, todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra Ronnie García | 28 de agosto de 2016 | Iglesia La Travesía

Introducción: Buenos días. Me llamo Ronnie, y me alegra estar con ustedes hoy. La semana pasada empezamos una nueva serie llamada “Creemos”, en la que estamos estudiando el Credo de los Apóstoles para moldear nuestra fe. Ahora, al empezar, quiero aclarar algo. Si te criaste en una tradición litúrgica—Católica o Luterana—tal vez esto se sienta cómodo. Pero si te criaste en una tradición más Bautista o Pentecostal, se debe sentir raro usar un credo. Y hay problemas en ambos lados. Por un lado, queremos ser sumamente claros. No creemos en conjuros ni en mantras. Al recitar o memorizar este credo, no te vuelves mágicamente cristiano. No somos supersticiosos. Para ser cristiano, tienes que arrepentirte personalmente y someterte al Dios trino que encontramos en el credo. Por otro lado, rehusarte a usar este credo para organizar tu comprensión de Dios puede ser sumamente peligroso. Hay gente que rechaza los credos y en vez de eso usan versículos bíblicos para desarrollar su religión. ¿Saben quiénes hacen esto? Los Mita. Los Testigos de Jehová. Los Mormones. Incluso hay un movimiento nuevo en el oeste llamado “Raíces Hebraicas”. Todos estos grupos usan versículos de la Biblia, y no son cristianos. Son sectas. ¿Cómo es posible, si están usando la Biblia y hablan de Jesús? No basta solo con citar la Biblia---tienes que entender cómo encajan los versos unos con otros en la Biblia. Si no, puedes hacer que la Biblia diga lo que tú quieras. El Credo de los Apóstoles nos ayuda a entender la coherencia de la Biblia. Ahora permítanme aclarar algo. El Credo de los Apóstoles, a pesar de ser muy bonito, no tiene autoridad en sí mismo. La autoridad del credo se deriva de la Biblia. La autoridad del credo se desprende de la Biblia. Piénsalo así: ¿viste la luna anoche? Estaba hermosa. Pero, ¿saben qué? La luna no genera su propia luz ni calor. En la oscuridad del cielo nocturno, la luna refleja la luz y el calor del sol. Eso es lo que sucede con el Credo de los Apóstoles. La luz y el calor que sentimos del credo es sencillamente un reflejo de su fuente---la Biblia misma. ¿Tiene sentido? Nuestra autoridad siempre es la Biblia. Habiendo dicho eso, el Credo de los Apóstoles sí nos permite crecer de manera saludable y equilibrada. Asegura que la identidad de nuestra iglesia se mantenga firmemente centrada en el Dios trino y en sus propósitos para este mundo. Al permitir que este credo moldee nuestra espiritualidad, aprendemos que le pertenecemos a la Santa Iglesia Católica/Universal. La iglesia es más grande que La Travesía. Tu fe no empezó contigo. Tú y yo hemos sido tejidos en algo mayor que nosotros, y nos hace mucho más fuertes que si nos quedáramos solos. Recitar y creer este credo nos recuerda que somos parte de algo muy antiguo. Esto es muy importante para mí. Si La Travesía dejara de existir mañana, yo quisiera pensar que cada uno de ustedes son lo suficientemente maduros en Cristo como para buscar día y noche hasta unirse a una nueva iglesia. Quiero que estén convencidos de que ser cristiano sin involucrarse profundamente en una iglesia es pura desobediencia y una ofensa a Dios. ¿Por qué? Cristo murió por la iglesia. No me importa si no te gusta la música. No me importa si la predicación te parece inspiradora. Quiero que te amarres a la iglesia. Quiero que le enseñes a tus hijos a encontrar su identidad como cristianos dentro de la iglesia. 1

Tristemente, nuestro cristianismo no es saludable ni equilibrado. Leí una encuesta que demuestra que la mayoría de los evangélicos creen que adorar a solas es igual de válido que adorar en la iglesia. Tal vez algunos de ustedes crean eso. Esa es una de las mentiras más grandes que Satanás ha promovido en nuestra cultura individualista occidental. Y esta mentira nos está seduciendo. Justo el fin de semana pasado, en Huntsville, Alabama, una mujer me contó que se fue de la iglesia, pero que todavía asiste a un estudio bíblico. Le dije que dejara de ir al estudio bíblico y que empezara a ir a la iglesia. Ella se espantó. Le pregunté—con mucha compasión-- “¿qué crees que estás aprendiendo cuando haces tu estudio bíblico?” La Biblia entera se trata de cómo participar en el pueblo de Dios, la iglesia. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia instruye al pueblo de Dios sobre quién es Dios, y cómo relacionarse con el mundo que Él creó. Piénsenlo así: a los refugiados sirios cristianos les encantaría tener una iglesia a la que pudieran asistir en paz. Donde pudieran llevar sus ofrendas. Donde pudieran servir. Ellos anhelan estar unidos a una comunidad. Durante milenios, en todos los continentes y en todas las lenguas, los cristianos han adorado juntos en el Día del Señor como un acto de fe e identidad. A través de la historia, no había PowerPoint. Ni programas. Ni instrumentos musicales. Ni aire acondicionado. Ni cuido de niños. Y todavía hoy, hay gente que está dispuesta a caminar 20 millas para no separarse de esta comunidad antigua llamada la iglesia. Están desesperados por participar. Y tú y yo acá preguntándonos si podemos sacar un tiempito de nuestras agendas para esto. Quiero que este credo haga eco en tu corazón de la importancia de la iglesia como una comunidad que testifica del Dios Trino. Quiero que te sientas totalmente insatisfecho espiritualmente si no participas de manera dinámica en la iglesia. Somos un pueblo histórico. Somos un pueblo global. Somos un pueblo que testifica del reino de Dios en este mundo. Juntos rechazamos las narrativas de materialismo e individualismo. Y juntos, a través de la fe y la participación, abrazamos el mundo que la Biblia visualiza mediante su iglesia. Mi oración es que estudiar el credo nos ayude a recordar de dónde venimos. El credo articula y trae claridad a nuestras creencias, y también nos une a millones de cristianos que han jurado lealtad a Cristo mediante la fe recitando este credo. Cristiano, ¿qué crees tú? Esto es lo que yo creo. A algunas personas las han matado mientras recitaban este credo. Es valioso. Nos une unos a otros, y nos une a algo mucho mayor que nosotros mismos. Este credo ha reflejado luz y calor durante siglos. Cuando las iglesias dejamos de usarlo, mostramos nuestra arrogancia. Quiero que entiendan en lo profundo de su alma cuán grande es esto en lo que estamos involucrados. Yo le voy a enseñar a mis hijos este credo durante esta serie. Padres, ¿podrían considerar ejercer liderazgo para enseñarlo a sus hijos este semestre? Esta mañana estoy examinando la primera parte del credo. “Creo en Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.” El credo intenta concretar de manera concisa los patrones grandes de la Biblia, así que no puedo decir todo lo que se puede decir acerca de Dios. Pero cuando el credo intenta describir a Dios, usa dos descriptores, y funcionan juntos. Dice: “Creo en Dios...” ¿Quién es este Dios? Es Padre y es Creador. En un sentido muy importante, estas dos descripciones dicen lo mismo. Permítanme explicar. Un padre es una persona que le da existencia a alguien más. Obviamente, en términos humanos un padre no puede hacer esto por sí solo, pero así es que funciona el lenguaje de la analogía. Un padre da existencia. Así, por ejemplo, en Éxodo 4, Dios le dice a Moisés que vaya al Faraón y le diga lo siguiente: (Leer Ex 4:22-23a) Dios es el Padre de Israel en el sentido de que Él los formó. Él los escogió. Él los creó y los formó como pueblo. Él les dio existencia.

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De esta manera, el lenguaje analógico de Dios como Padre coopera con la descripción de Dios como el Creador, del cielo y de la tierra. Dios le dio la existencia al orden creado. Ahora, el hecho de que estos dos títulos de Dios— Padre/Creador—están juntos intencionalmente nos ayudará a entender por qué esto es tan significativo. Hay dos implicaciones de estos títulos que voy a explorar en el tiempo que nos queda. Primero, Dios como una fuente de valor. Segundo, Dios como fuente de autoridad. Empecemos por Dios como una fuente de valor.

Dios como fuente de valor Como mencioné antes, hay muchos textos que podría haber usado. Pero volvamos a nuestro pasaje en Deuteronomio 32, porque combina los conceptos de Padre y Creador. Este texto se conoce como el “Cántico de Moisés”. Primero, Moisés celebra la belleza y perfección de Dios (Leer Deut 32:4). Pero luego Moisés empieza a regañar al pueblo de Israel usando términos familiares. (Leer Deut 32:5-6) Fíjense en la base de la crítica en el v6. Él dice: “¿Y así le pagas al Señor?” Luego sigue con una pregunta retórica: “¿Acaso no es tu Padre, tu Creador, el que te hizo y te formó?” (cf. v6b) El hecho de conocer a Dios como Padre y Creador moldea la manera en que vivimos éticamente. Como Dios es el autor, tenemos que procurar conocer cómo Él ve la creación, y cooperar con Él. Usualmente, cuando un inventor crea algo, nos dice cómo se siente al respecto. Se enorgullece de su invento. A Henry Ford le gustan los carros. A Miguel Ángel le gusta su arte. Dios se revela como el creador de todas las cosas, y Él les asigna valor a ellas. Esto no es tan difícil de entender, ¿verdad? Muchos de ustedes conocen a mi hijo Micah. Micah es un niño común y corriente de once años. Es buena gente, aunque tampoco es perfecto. Como a muchos otros niños de 11 años, a Micah le gustan los Legos. De hecho, tiene un cubo grande lleno de piezas. De vez en cuando, recibe un nuevo set de Legos y saca las instrucciones para construir la imagen que aparece en la caja. Pero con el tiempo, esos Legos se desmontan y se mezclan en el cubo que tiene todas las demás piezas. Y... adivinen qué... Ahí es que empieza la verdadera diversión. Micah prefiere usar su imaginación para construir y crear nuevas ciudades y carros. A veces pasa horas y crea escenas elaboradas con dos ejércitos en una guerra. Es bastante impresionante. Ahora, ¿quieres arruinarle el día a Micah? Manda a una de sus hermanas a que se lo destruyan. Micah siente un celo apasionado por sus creaciones de Lego. A sus hermanas no les importa la ciudad de Lego, pero a Micah le encanta. Y como él la construyó, él es quien le asigna el valor. Esto también es cierto de Dios nuestro Creador. Como un padre, nos hizo existir. Le dio la existencia a todas las cosas. Son una fuente de orgullo y deleite para Él. Por lo tanto, sólo Él les asigna valor y nos dice cómo tratarnos los unos a los otros. La implicación se ve muy claramente en la Biblia. Vamos a ver dos ejemplos breves. (Leer Prov 14:31 y Santiago 3:9) ¿Puedes ver cómo el hecho de que Dios es el creador de todo le da el derecho de asignarle valor? Quiero darles un ejemplo de cómo aplicar esto. Bruce Clark, nuestro nuevo pastor en Dorado, escribió en su blog sobre una conversación que tuvo con su hijo de 4 años, Winston. Winston hizo un dibujo lindo con Crayolas y su hermana mayor, Rosemary, quería hacerle algunos “ajustes” al dibujo, pero Winston se opuso terminantemente. Escuchen la conversación que Bruce tuvo con Winston. Arrodillado al lado de la cama de Winston esa noche, Bruce le preguntó: “Winston, ¿por qué no podía Rosemary coger tu dibujo y hacerle lo que ella quería? “Porque es mío.” 3

“Es verdad. Es tuyo. ¿Por qué es tuyo?” “Hmm... porque yo lo hice.” “Wow. Y, ¿eso significa que tú puedes decirle a ella qué hacer con él?” Él asintió con la cabeza (porque se estaba chupando el dedo). “Winston, ¿quién te hizo? De hecho, ¿quién me hizo a mí y a Mami y a Rosemary y a Lydia y a Julianne y a ti?” “Dios.” “Exacto. ¿Hay alguien a quien Dios no haya creado?” Dijo que no con la cabeza. “Así es. Él hizo a todo tipo de personas—niños y niñas, bebés y abuelos, gente de todo color de piel, de pelo y de ojos, a la gente que tiene mucho dinero y a los que tienen poquito, gente inteligente y gente no tan inteligente, gente fuerte y gente que no es tan fuerte.” Asintió con su cabeza. “Entonces, ¿quién puede decidir cuánto valen las personas y cómo debemos tratarlas?” Sonrió, porque la pregunta era muy fácil: “Dios.” “¿Recuerdas que esta mañana te molestaste cuando Rosemary trató de hacer lo que ella quería con tu dibujo?” Al asentir, yo continué: “¿Qué crees que hace Dios cuando ve que tú o yo (o cualquier persona) hacemos lo que nosotros queremos con las personas que Él creó—tu sabes, quizás diciéndoles palabras feas o tratando mal a los demás?” Para esto se tuvo que sacar el dedo de la boca. “Se molesta. Se molesta mucho.” “Pero es justo que Dios se moleste mucho?”, preguntó Bruce. Winston asintió y explicó: “Sí... Dios hizo a las personas, y Él piensa que las personas son especiales.” “Ok. Pero, y si decimos que Dios no se molesta tanto. De hecho, supongamos que Él no se molestara en lo absoluto cuando, por ejemplo una persona mata a otra. ¿Qué nos diría eso sobre cuánto le importa a Él la gente que Él hizo?” Winston reflexionó por un momento—frunciendo el ceño. Parece que esto le parecía inconcebible. “Pero, Papi, Él sí se molesta porque a Él sí le importa. Mucho, Papi.” “Ok, ahora vamos a imaginarnos (sólo por un momento) que Dios no fuera real. Que fuera un invento nuestro. ¿Cómo sabríamos cómo tratar a los demás? ¿Cómo sabríamos que ellos son especiales (o que no lo son)?” Lo pensó por unos segundos, sonrió, y se encogió los hombros un rato. “No sé.”

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“Yo tampoco lo sé, chico. Todavía no he averiguado eso. No estoy seguro de que haya una respuesta a eso... Ahora, Winston, ¿quién nos enseña la manera correcta de tratar a los demás?” “¡Jesús! Cuando estaba en la tierra, el amaba a la gente de verdad—¡a todo tipo de personas!” Tanto la Biblia como el Credo de los Apóstoles nos ayudan a entender a Dios como un Creador. Él le dio la existencia a todas las cosas, lo cual implica que Él les asigna su valor. Esto cambia nuestra manera de criar. No engreímos ni maltratamos a nuestros niños. Esto cambia nuestra visión del medio ambiente, por que Dios lo hizo y tenemos que cuidarlo. Esto cambia nuestra visión de los pobres en nuestras comunidades. Tienen dignidad. Esto cambia nuestros trabajos--- nos vemos como cuidadores/administradores del mundo de Dios en todos los sectores. Esto es fundamental para ser cristiano. Dios no es parte de la creación. Él es quien creó el “cielo y la tierra”—lo cual significa que cada mínimo rincón del universo le pertenece. Sabiendo esto, los cristianos cultivamos una profunda sumisión a Dios, al tratar al mundo y a los demás con un profundo respeto y dignidad. Él le asigna su valor.

Dios como fuente de autoridad Esto me lleva a una segunda implicación que está relacionada con la primera. Dios no sólo asigna valor, sino que también es fuente de autoridad. Ahora bien, esa autoridad tiene 2 vertientes. Por un lado, tenemos una autoridad implícita sobre algo si lo hemos creado. Esto se celebra en el Salmo 24. (Leer Salmo 24:1-2) El salmista celebra que todo en la tierra le pertenece al Señor. En este caso, la autoridad se define en términos de quién es el jefe. Esto es importante, pero le falta algo. La visión de autoridad bíblica es mucho más sofisticada. La autoridad bíblica también implica “ser una autoridad sobre” algo. Es como ser un experto en un tema en particular. Esto habla de la autoridad en términos de la pericia o el expertise. Por ejemplo, en el libro de Job, él está desesperado. Y empieza a dudar que Dios sepa lo que está haciendo. Y esto provoca la ira de Dios. El Señor dice, (Leer Job 38:1-4) Este cuestionamiento por parte de Dios continúa durante tres capítulos, como para demostrar que Job no tiene las cualificaciones necesarias para dudar de Dios. Quiero enfatizar lo importante que es esto. El Credo de los Apóstoles empieza estableciendo que Dios, como Creador y Padre, está perfectamente capacitado para decirnos lo que debemos hacer, porque Él es el arquitecto---Él es el experto. Él sabe cómo hacernos “funcionar” bien. Esto es un detalle importante de la fe cristiana. La mayoría de las personas, cuando piensan en el mensaje del cristianismo, piensan en un mensaje de perdón. Y por supuesto que el perdón es maravilloso y hermoso. Pero el mensaje del cristianismo es más que eso. El cristianismo gira alrededor de la noción de que Dios te hizo y, por esa razón, tiene el derecho de decirte qué hacer y cómo vivir tu vida. Estoy bastante seguro de que este es el aspecto más polémico/controversial del cristianismo. No es polémico decir que Cristo te quita la culpa. Pero sí es controversial decir que Dios sabe cómo debes vivir tu vida, más que tú mismo. Piensen en esto: cuando se te daña el carro, ¿quieres escuchar tus propios consejos sobre cómo arreglarlo? O prefieres que el diseñador original del carro te dé consejos? Por supuesto que el diseñador. ¿Por qué? Porque como él construyó el carro, está muy familiarizado con su funcionamiento. Es fundamental en el mensaje del cristianismo entender que Dios nos hizo y, como tal, debemos escucharlo. Él es un experto en nuestra vida. Él sabe cómo funciona el sexo. Sabe cómo funciona el matrimonio. Sabe cómo funciona la crianza de los hijos. Él sabe cómo nuestros cuerpos deberían interactuar con la comida y el alcohol. Él sabe cómo opera el perdón. Él sabe cómo debemos relacionarnos con el dinero. ¿Quieres saber cómo experimentar seguridad en tu caminar con Cristo? Diciendo: “Dios, ¡dime qué hacer! ¡Toma el control! ¡Dime cómo vivir mi vida! Tú lo sabes mejor que yo. Te doy la autoridad para 5

decirme cómo vivir mi vida.” ¿Por qué? “Porque tú eres experto en cómo fui creado.” Lo más sabio que podemos hacer es consultarle a Dios cómo vivir nuestra vida, y luego someternos a Él. Esto no es meramente obediencia, sino sabiduría. Esta línea de argumentación es la parte más contracultural del cristianismo. Nuestro mundo nos ha convencido sistemáticamente a pensar en nosotros mismos como el máximo referente de autoridad---y luego procuramos que las leyes del gobierno codifiquen esa autoridad propia. En casi todas las conversaciones sobre los derechos, en todos los ámbitos, hay un lema que dice algo así: “Es mi cuerpo... es mi vida... es mi dinero... por lo tanto, yo hago con él lo que yo quiera.” Los cristianos siempre han estado en desacuerdo con esta mentalidad. Déjenme demostrar cómo se manifiesta esta cosmovisión en la manera en que hablamos unos con otros o nos damos consejos. Voy a coger prestada la lógica del Dr. Alan Noble, Profesor de Inglés en la Universidad Bautista de Oklahoma: ¿Alguna vez has oído a alguien decir: “sé tú mismo”? Decirle a la gente que “sean ellos mismos” es tremendo consejo... hasta que alguien intenta seguirlo. Trata de ser el verdadero tú---el “yo” auténtico que te define de verdad. ¿Dónde encuentras esa versión de ti mismo? ¿Cómo sabes si la encontraste? ¿Cómo sabes si estás siendo “fiel a ti mismo”? ¿Y si toda esa forma de pensar es solo un mito? ¿Y si no nos hace mejores personas? ¿Y si nos vuelve más ensimismados? Este es el mito cultural: que tú tienes una identidad especial, única y específica llamada tu “verdadero yo”. Y que está enterrada dentro de ti y restringida por inseguridades y objeciones culturales primitivas y constructos sociales. Y si pudieras liberarte de esas cosas, el “verdadero tú” podría salir. Escuchen bien: no hay un “verdadero tú” escondido en tu interior esperando ser recordado. La persona que eres está constantemente en movimiento y va cambiando por un millón de factores distintos. La verdad es esta: jamás en toda mi vida he sido alguien que no sea yo mismo. Claro, hay partes de mí que se han mantenido bastante estables durante mi vida, pero ninguna de ellas es lo suficientemente buena a nivel moral como para ser “el verdadero yo”. Pero si te acercas a tu identidad creyendo que hay un “tú” ideal escondido dentro de ti, de seguro que si te esfuerzas, vas a encontrar algo. El problema es que la versión de ti que encuentres en realidad será mayormente un producto de quien tú quieres ser. Y esto nos lleva a nuestro problema. ¿Podemos confiar en nosotros mismos (es decir, en nuestras intuiciones internas) para saber cómo vivir y quiénes ser? O, ¿debemos mirar fuera de nosotros mismos y preguntarle a un experto que nos diga quién debemos ser? En el centro del cristianismo se encuentra la convicción de que Dios es nuestro hacedor y diseñador, y que por ende, debemos consultarlo y confiar en Él para todo. Él debería ser la autoridad más prominente en nuestra vida. Yo le digo a mi hijo Micah cómo vivir su vida. ¿Saben por qué? Porque yo sé más que Micah. Yo conozco a Micah mejor que lo que él mismo se conoce. Si esto es cierto en el caso de mi hijo de once años y yo, ¿cuánto más cierto será entre Dios y yo? Cada vez que recites este credo, quiero que preguntes: “Dios, Creador mío, ¿cómo debo vivir mi vida? Dime una cosa que quieres que cambie. Creo que sabes más que yo.” Conclusion: Permítanme rápidamente resumir y concluir este sermón. El credo dice: “Creo en Dios...” ¿Qué clase de Dios es Él? “Padre todopoderoso, Creador...” Estos dos títulos juntos tienen un significado importante porque ambos hablan de darle existencia a algo. ¿A qué le dio existencia? Dios es el “Creador del cielo y de la tierra”--- a absolutamente todo, tanto visible como invisible. No existe nada que Él no haya creado, lo cual significa que Él es su fuente de valor, y Él es su fuente de autoridad. 6

Ahora, hay una palabra sobre la cual no he abundado. Es la palabra “todopoderoso”. La palabra griega en el credo es “Παντοκράτωρ”, y habla sobre la fuerza de Dios. Su poder no está limitado por nada fuera de su propio carácter. Él tiene la habilidad de cumplir sus propósitos. No hay burocracia con Dios. Dios siempre obra para cumplir sus intenciones, y no hay ni una sola molécula en el universo que pueda impedirlo o frustrar sus propósitos. Gracias al poder ilimitado de Dios, podemos tener una confianza limitada en Él. Esta palabra griega es interesante. La Biblia se rehúsa a pensar en el poder de Dios de manera abstracta. Esto no es un dogma frío. Prácticamente todas las veces que se usa esta palabra en el Antiguo Testamento, se traduce así: “SEÑOR de los ejércitos” (cf. 1 Samuel 4:4) ¿Por qué? Porque el poder de Dios se entiende mejor en el contexto de su interacción amorosa con nosotros, su pueblo. Quiero cerrar con un ejemplo. En la vida de Jesús, Él mostró un poder increíble. Al final de Marcos 4, Jesús estaba en una barca con sus discípulos. Vino una tormenta terrible, y estos marineros experimentados pensaron que se iban a morir. Con el decreto de su Palabra, igual que en Génesis 1, el viento y las olas inmediatamente le obedecieron---hubo perfecta paz. Los discípulos preguntaron: “¿Quién es este, que aun el viento y el mar (es decir, la creación) le obedecen?” (cf. Marcos 4:41b) Después de que Jesús enseñaba, la Biblia constantemente afirma que “la gente se admiraba de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad...” (cf. Mt 7:28-29) Jesús proyecta su poder y autoridad sobre toda la creación. Pero el poder perfecto de Dios cobra sentido mucho después. En Marcos 15 vemos a Jesús colgado de la cruz y los principales sacerdotes hablan mal de Él, diciendo: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.” (cf. Marcos 15:31) Una traducción muy literal podría ser: “Salvó a otros, pero no es lo suficientemente poderoso como para salvarse a sí mismo.” ¿Quieres sentir el peso de la palabra “todopoderoso”? ¿Quieres saber cómo es el poder de Dios, más allá de una abstracción teológica? En la crucifixión de Jesús, en la cúspide de su agonía, vemos que el poder de Dios se desató sobre un mundo que ni se lo imaginó. Dios es todopoderoso, y vemos ese poder encarnado en la cruz donde Él rescata, redime y purifica un pueblo para sí, volviéndose débil y frágil. El poder de Dios no es político ni coercitivo—es redentor. La semana que viene aprenderemos más sobre cómo conocer a este Dios a través de Jesucristo. Amén.

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