CONVIVENCIA EN EL AULA

Por Sara Pérez Alarcón “CONVIVENCIA EN EL AULA” 1.- Introducción El proceso de enseñanza- aprendizaje es un proceso esencialmente comunicativo. El ac...
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Por Sara Pérez Alarcón

“CONVIVENCIA EN EL AULA” 1.- Introducción El proceso de enseñanza- aprendizaje es un proceso esencialmente comunicativo. El acto comunicativo se forma en torno a las relaciones interpersonales que se generan en el aula. Desde dicha perspectiva el clima generado en su seno representa un elemento básico para la creación de ambientes adecuados donde el profesorado pueda desarrollar su actividad profesional; así como llevar a cabo actuaciones preventivas que contribuyan a la evitación de situaciones no deseables. En consecuencia cabe plantearse cuestiones tales como: ¿qué factores determinan la aptitud/ actitud de un “buen docente”?; ¿qué claves diferencian el funcionamiento de las aulas?; ¿cuáles son las habilidades que deben evidenciar el profesorado para generar un adecuado clima de aula ?... Para comenzar, es importante decir que las conductas del alumnado son diferentes, a las que nosotros compartimos en nuestras aulas, en nuestros colegios. La sociedad ha cambiado y, siempre está en continuo cambio. Es fundamental, que los educadores cambiemos determinadas prácticas educativas, que cambiemos nuestras conductas personales; sólo así podremos educar en la convivencia y ayudar al alumnado a que conviva y aprenda en paz y en sosiego. En definitiva, un gran puzle de conductas diferentes y en muchas ocasiones dispares, conforman nuestro panorama social y el de nuestra juventud.

2.- Conflicto. Violencia Una primera idea importante a considerar es que no toda disputa o divergencia implica un conflicto. En este sentido, puede existir contraposición entre las partes, sin que existan intereses o necesidades antagónicas. En este caso, la solución estará relacionada con el establecimiento de canales de comunicación efectivos que permitan llegar a consensos y compromisos. Sólo hablaremos de conflicto en aquellas situaciones de disputa o divergencia en las que hay contraposición de intereses, necesidades y/o valores en pugna. A esa contraposición la definimos

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como problema, que viene dado porque la satisfacción de las necesidades de una parte impide la satisfacción de las de la otra. En este sentido, podemos definir el conflicto como la confrontación entre personas o grupos humanos con objetivos incompatibles. Normalmente se suele asociar el conflicto al momento en el que salta una chispa en la relación, pero habitualmente antes de que esa chispa salte puede, de forma latente, estar presente el conflicto. Los conflictos son situaciones en las que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo porque sus posiciones, valores, intereses, aspiraciones, deseos o necesidades son incompatibles o, al menos, se perciben como tales. Juegan un papel muy importante las emociones y sentimientos y la relación entre las partes en conflicto puede salir robustecida o deteriorada en función de cómo sea el proceso de resolución del mismo; de acuerdo a la forma en que se afrontan, puede generar nuevos caminos de entendimiento y de desarrollo social y personal o, por el contrario, vías de destrucción y desconocimiento de los derechos y necesidades que como seres humanos todos tenemos. Otra idea importante es que el conflicto no es un momento puntual. Es un proceso que tiene su origen en las necesidades. Cuando éstas están satisfechas, no hay problema, pero cuando chocan con las de la otra parte surge el conflicto. Si no se enfrenta o resuelve, da lugar a que comience la dinámica del conflicto y se irán añadiendo elementos de desconfianza, incomunicación, temores, malentendidos, etc. En un momento dado, todo esto estallará en la llamada crisis, que suele tener una manifestación violenta y es lo que equivocadamente se identifica como conflicto. No se ha de esperar a esta fase para enfrentar los conflictos. Tanto en la vida cotidiana como en el contexto escolar es muy habitual encontrarnos con conflictos que no se abordan o que ni siquiera se reconocen como tales porque no han explotado, porque no existe pelea o violencia. Eso hará que sigan creciendo hasta explotar y tendrá como consecuencia que se enfrenten los conflictos en su peor momento, cuando se han hecho tremendamente grandes, inmanejables y han destruido relaciones, personas, etc.

3.- Perspectivas teóricas para el análisis de los conflictos en el contexto escolar a) Perspectiva técnica: Desde esta perspectiva, los incidentes conflictivos se explican buscando la responsabilidad en el alumnado. La causalidad del conflicto se atribuye al alumnado, debido a una patología o a una falta de habilidades sociales. El alumnado incumple las normas y en consecuencia la actuación consiste en elaborar un programa de mejora de las capacidades y competencias sociales del alumnado. Existe implícitamente una concepción no interactiva del conflicto, no se perciben partes en el conflicto, ni éste se sitúa dentro de una perspectiva estructural más amplia. Se realiza un énfasis en valores como control, eficacia, eficiencia, orden e imposición. Son característicos de este modelo la actuación basada en programas de intervención específicos, ya sean de índole curricular o programas de mejora de la conducta individuales. En el diseño de los mismos se otorga un papel importante a la figura de los expertos. b) La perspectiva interpretativa y crítica: Desde estos modelos se potencia un planteamiento educativo que trascienda el tratamiento de casos individuales y que reconozca una visión más amplia y compleja de los conflictos, de tal modo que se intentará potenciar una cultura para el tratamiento pacífico de los mismos, entendiendo en este caso que el concepto de paz es una tarea que posee como contenido irrenunciable el tratamiento de los conflictos en sus distintos planos: interpersonal, cultural y estructural.

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Se aceptará y reconocerá el papel que pueden tener los teóricos y el conocimiento experto a la hora de explicar los conflictos, pero no restará protagonismo a los prácticos a la hora de diseñar y desarrollar los planes de mejora de la convivencia. La respuesta educativa no se realiza a través de la introducción de programas específicos prediseñados externamente, sino que éstos han de surgir de una reflexión específica sobre la realidad de cada centro y aspiran a insertarse y formar parte de la cultura del centro. En estos modelos adquieren una relevancia especial valores como la colaboración, la participación y la comunicación entre los miembros de la comunidad educativa de un centro. Desde la perspectiva interpretativa se supone que mejorando la comunicación de los grupos se solucionan sus diferentes percepciones del problema, conduciendo así a la resolución del conflicto, ignorando aspectos globales y de contextualización del mismo. Por el contrario, desde la perspectiva crítica se realiza una apuesta decidida por el compromiso con cuestiones estructurales y culturales que subyacen y afectan al clima del centro. En este sentido, se potenciará una práctica democrática en la toma de decisiones con su correlato en la promoción de la participación y la gestión colaborativa del centro. Cobran vigencia valores como la autonomía y la emancipación. El conflicto en ella es necesario para la transformación de las estructuras y los valores educativos que mantienen las prácticas. La política educativa de gestión de la convivencia en los centros variará también si se asume una perspectiva u otra. Desde un enfoque más técnico, el planteamiento se centrará preferentemente en un modelo de tipo punitivo, que se caracteriza por la aplicación de un conjunto de normas que aparecerán recogidas en los reglamentos disciplinarios de los centros. Si se adopta un enfoque más interpretativo o crítico se potenciará el modelo integrado de tratamiento del conflicto. Desde un enfoque crítico se prestará una especial atención a sus elementos estructurales, de tal modo que se toma conciencia de las condiciones del sistema que pueden estar limitando la posibilidad de que las personas puedan satisfacer sus necesidades de un modo digno.

4. Estilos de afrontamiento de los conflictos a) Competición (gano/pierdes): En esta situación lo más importante es conseguir los propios objetivos, sin importar que para ello se tenga que pasar por encima de quien sea. La relación no importa. En el modelo de la competición llevado hasta las últimas consecuencias lo importante es ganar y para ello es más fácil que los demás pierdan. En ocasiones, ese perder se traduce no ya en que la otra persona no consiga sus objetivos, sino en que sea eliminada o destruida (la muerte, la anulación). En el terreno educativo la eliminación de la otra parte se traduce en la exclusión, la discriminación, la expulsión, etc. b) La acomodación (pierdo/ganas): En esta situación una parte no se hace valer o no plantea siquiera sus objetivos con tal de no enfrentarse a la otra parte. A menudo se confunde el respeto o la buena educación con el hecho de no hacer valer los derechos propios porque eso puede provocar tensión o malestar. En este caso, se aguanta hasta que no se puede más y entonces nos destruimos o destruimos a la otra parte.

c) La evasión (pierdo/pierdes): Ni los objetivos ni la relación salen bien parados, no se consiguen ninguno de los dos. d) La cooperación (gano/ganas): En este modelo conseguir los propios objetivos es muy importante, pero la relación también es muy importante.

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e) La negociación: Llegar a la cooperación plena es muy difícil, por lo que se plantea este otro modelo en el que se trata de que ambas partes ganen en lo fundamental, ya que no pueden llegar al 100%. Si una de las dos partes no se va con la sensación de que ha ganado lo fundamental, no nos encontramos en este modelo, sino en la competición o la acomodación. Es muy fácil confundir cooperar con lo que llamamos ser buena persona y también con acomodarse. Cooperar no es acomodarse, no puede ser renunciar a aquello que nos es fundamental. Otra cosa diferente es que se puede ceder en lo que es menos importante. Ninguna de estas actitudes se da de manera habitual y de una forma pura y única en ninguna situación ni persona. Tampoco se debe entender que existen malas actitudes en toda situación y otras buenas para todas ellas. En circunstancias donde lo que está en juego no tiene importancia para nosotros, y la persona con la que se está en juego es alguien a la que apenas conocemos y con quien no tenemos casi relación, probablemente la mejor opción sea algo que en principio nos podría parecer muy negativo, como es evitar el conflicto. Una idea fundamental es que cuanta más importancia posean los objetivos y la relación, más importante será aprender a cooperar. En esos modelos pierdo-ganas y gano-pierdes, a medio y corto plazo, no servirán y nos llevarán a una situación en la que todos y todas perdemos. Un ejemplo de ello podría ser la toma de decisiones por mayorías ajustadas en un Claustro. El grupo que pierde la votación no se irá especialmente contento. Si esto ocurre a menudo, normalmente lo que acabará ocurriendo son una de estas dos cosas, a cada cual peor: que pongan obstáculos para que se lleve a efecto lo decidido, o que se vayan inhibiendo de las responsabilidades y tareas del centro.

5.- ¿Cómo tratar el conflicto en el aula? El marco de referencia que se adopte para afrontar los conflictos es sumamente importante, ya que por medio de nuestras respuestas, estaremos contribuyendo a escalar un conflicto, o por lo contrario, hacerlo más abordable. Igual de importante que el marco de referencia que elijamos, están las habilidades y técnicas necesarias para poder aplicar sus presupuestos. Para resolver un conflicto entran en juego muchos factores: a) Los principios éticos o los valores y creencias que condicionan nuestra actitud ante un conflicto o hacia la persona con quien lo tenemos. Aparecen reflejados en la columna 3 del cuadro de más abajo. b) El análisis de los conflictos, que son las estrategias que nos ayudarán a ver el conflicto de forma objetiva y no describirlo desde los condicionantes personales o de la situación personal ante él. c) Las técnicas de intervención, con el objeto de elegir la que mejor se adecue a cada situación: mediación, entrevista, asamblea de clase, etc. d) Las habilidades de comunicación orientadas a reconducir el proceso comunicativo en un estilo positivo. Existen una serie de condiciones necesarias o presupuestos a tener en cuenta en el tratamiento constructivo de conflictos, que contribuyen a minimizar las consecuencias negativas. Estas son: a) Se deben evitar los juicios de valor, evitando decidir lo que está bien y lo que está mal. Se trata de buscar soluciones consensuadas, ya que se trata de planificar y cambiar el futuro y no de juzgar el pasado.

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b) No se trata de establecer un inocente y un culpable. Hay que evitar las personalizaciones, retiradas o chivos expiatorios.

c) Se ha de promover la cohesión grupal con una fuerte red socioafectiva y basados en una moral de grupo que disuada de traiciones, intrigas y chismorreos. d) Es necesario no partir de la desconfianza en el otro o de la incapacidad del otro para resolver la situación, sino más bien de la duda o de la posibilidad de que a priori también esté preocupado o afectado por la situación y quiera resolverla. e) Es necesario elegir el lugar y el momento adecuado y preparar la situación. Para ello debemos: - Crear un clima para el acuerdo, en el que las partes deciden cómo solucionar el conflicto, delegándoles la responsabilidad y la autoridad para hacerlo. En una negociación exitosa todos ganan. - Hacerlo con el estado emocional adecuado. - Mantener la meta, pero no necesariamente la ruta. - Explicitar reglas tácitas de comportamiento y recordar las estrictas. - Pedir colaboración. No forzar a nadie y agradecer la participación.

6.- Conclusiones Hablar de conflicto tiene connotaciones negativas y se suele asociar a violencia, pelea, riña, etc. De hecho, uno de los motivos que explican que el conflicto tenga connotaciones negativas y se tienda a eludir es que se relaciona con la forma en que habitualmente se enfrentan o “resuelven”. En numerosas ocasiones recurrimos a la violencia, lo que tiene como consecuencia la anulación o la destrucción de una de las partes, siendo una de ellas ganadora y la otra perdedora. Todo esto implica que nos resulte una situación desagradable, en que no se produce una solución justa y mutuamente satisfactoria para ambas partes. Y esto es así porque, en general, no disponemos de las herramientas y los recursos adecuados para enfrentarlos de manera positiva. Existe la tendencia a confundir y considerar como sinónimos los conceptos de conflicto y violencia, de manera que toda expresión de violencia se considera un conflicto, mientras que la ausencia de violencia se considera una situación sin conflicto e incluso una situación de paz. Sin embargo, una situación se define como conflicto no por su apariencia externa, sino por su contenido, por sus causas profundas.

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7.- Bibliografía

 Calvo, A. R. (2.003): “Problemas de convivencia en los centros educativos. Análisis e intervención”. Madrid. EOS.  Cerezo, F. (2.001): “La violencia en las aulas. Análisis y propuestas de intervención”. Madrid. Pirámide.  Consejo Escolar de Andalucía. (2.006): “Informe sobre la convivencia en los centros educativos”. Granada. Junta de Andalucía. Consejería de Educación.  TORREGO, J. C. (Coord.) (2003). Resolución de conflictos desde la acción tutorial. Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.  TORREGO, J.C. (Coord.) (2006). Modelo integrado de mejora de la convivencia. Barcelona. Graó.

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