CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DEL 2 DE MAYO DE 1808 LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN ARGANDA

Archivo de la Ciudad. Arganda del Rey CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DEL 2 DE MAYO DE 1808 LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN ARGANDA El 2 de mayo de 1808 e...
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Archivo de la Ciudad. Arganda del Rey

CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DEL 2 DE MAYO DE 1808 LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN ARGANDA

El 2 de mayo de 1808 en Madrid, también llamado "La carga de los mamelucos", es junto con "Los fusilamientos del tres de mayo", uno de los cuadros más célebres de Francisco de Goya. Óleo sobre lienzo. 347 x 268 cm. Museo del Prado

La Guerra de Independencia fue un conflicto que entre 1808 y 1814 enfrentó a España a la política expansionista del Primer Imperio Francés. Una contienda que hay que situar en el contexto europeo de las guerras napoleónicas y en la crisis que vive la dinastía borbónica en los primeros años del siglo XIX. Carlos IV, instigado por su favorito Godoy, se presta a las maniobras de Napoleón y aprueba la entrada de las tropas francesas que dicen entrar en la península con el único objeto de invadir Portugal (aliado de Inglaterra). El constante movimiento de tropas extranjeras crea una inquietud general y el pueblo se amotina en Aranjuez. La revuelta provoca la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando el 19 de marzo de 1808. Murat, que el día anterior había entrado en Madrid al mando de las tropas francesas, no reconoce oficialmente al nuevo Rey y convence a Carlos IV para que dirija una carta a Napoleón invalidando su abdicación, al mismo tiempo invita a Fernando VII para que salga hacia la frontera a recibir al Emperador y así, mediante engaños, llega a Bayona. Allí le proponen renunciar al trono, y ante su negativa son convocados Carlos IV, su esposa y Godoy, el joven rey decide finalmente devolver la corona a su padre, que a su vez, decide abdicar en Napoleón.

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El 2 de mayo en Madrid Así llegamos, en un ambiente muy hostil hacia las fuerzas francesas, a la jornada del 2 de mayo de 1808. La multitud congregada ante el Palacio Real intenta impedir que el infante don Francisco sea conducido a Francia. Las fuerzas francesas disparan y la revuelta se generaliza en toda la capital. Mientras tanto, los soldados españoles, sin órdenes directas del Rey, permanecen confusos hasta que el capitán Daóiz arenga a sus soldados, poco después se les une el capitán de artillería Pedro Velarde, y organizan la defensa del Parque de Monteleón hasta encontrar la muerte. La guardia imperial acuchilla a los grupos de vecinos que oponen resistencia, destacando por su crueldad los lanceros y mamelucos. Murat publica un bando ordenando el fusilamiento de todo español que sea encontrado con armas de cualquier clase, siendo fusilados centenares de madrileños. Son las escenas que años más tarde retrata magistralmente Francisco de Goya. En Móstoles, su alcalde Andrés Torrejón reúne a los vecinos y les arenga, de un modo muy similar al que nos imaginamos se debió hacer en el resto de villas cercanas a Madrid, incluida Arganda, y que explicaría en buena medida la represión y saqueó a la que fue sometida meses más tarde.

Se declara la guerra a Napoleón Ante los graves sucesos Napoleón decide convocar un simulacro de Cortes españolas en Bayona, el 15 de junio redactan una Constitución y proclaman Rey de España a su hermano José Bonaparte, Rey de Nápoles, entrando en Madrid el 21 de julio de 1808. El levantamiento popular en contra de los franceses es ya un hecho generalizado, dando comienzo lo que conocemos como Guerra de Independencia. Primero es en Asturias donde se crea una “Junta Nacional”, y le siguen Santander, Coruña, Cádiz y Sevilla. La guerra ya es un hecho, se suceden las derrotas españolas en las tierras de Andalucía, con el saqueo de Córdoba, y donde hay que anotar la victoria del General Castaños en Bailén el 19 de julio de 1808, y el fracaso del sitio de Zaragoza en el mes siguiente, con más de 3.000 bajas entre los franceses. Una situación que lleva a José Bonaparte a abandonar la capital de España, en espera de los refuerzos que le debe enviar el Emperador. Mientras tanto, las diferentes Juntas Provinciales formen una Junta Suprema Central, con sede en Aranjuez, que pretende ordenar la vida económica y militar del país. Napoleón entra en España Intentado controlar la situación Napoleón entra en España con 250.000 veteranos, vencedores en las principales plazas europeas. En una rápida campaña de tres semanas, derrota a las fuerzas españolas en Espinosa, Burgos y Tudela, avanzando hacia la capital de España. El 20 de noviembre, tras vencer en Somosierra con la ayuda de la Caballería Ligera Polaca, cruza la sierra del Guadarrama y el 2 de diciembre llega a Chamartín, toma con facilidad el Retiro y el 4 de diciembre capitula Madrid. La Junta Nacional huye a Badajoz para intentar seguir organizando la resistencia. Napoleón que quiere mostrarse como un libertador y regenerador, aprueba varios decretos, entre los que destaca la abolición de los derechos feudales, la supresión del Tribunal de la Inquisición, o la reducción a una tercera parte de los conventos existentes. Sin embargo, en una proclama ya avisa, consciente de la oposición frontal con la que se encuentra, que “en caso de no cesar en la resistencia España podrá ser tratada como país de conquista y anexionada al Imperio Francés”.

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Batalla de Somosierra (1808). Wojciech Kossak. Óleo sobre lienzo. 96 x 141 cm

Tanto es así que en esas misma fechas comienza a llegar a las cercanías de Madrid más divisiones francesas de caballería e infantería, destacando la del Mariscal Lefebvre con más de 9000 hombres que marchan sobre Talavera para dispersar a las tropas españolas de San Juan y Heredia, las del Mariscal Ney que entra en Guadalajara con su caballería, y por fin, el Cuerpo de Ejército del Mariscal Victor, Claude-Victor Perrin, Duque de Belluno, cierra el cerco protector en torno a Madrid, encárgandose de controlar el valle del Tajo, entre Ocaña y la zona oriental de Madrid. Después de la toma de la capital, los restos del ejército español del centro se retiran en desorden con la intención de reagruparse y hacer frente a las tropas napoleónicas. Las escaramuzas provocadas por las partidas de guerrillas y los combates abiertos serían ya frecuentes en los próximos meses. El Mariscal Victor saquea Arganda En el camino de Valencia las tropas españolas parecen reagruparse en torno a las poblaciones meridionales de la actual provincia de Cuenca, amenazando desde allí una posible acometida sobre Madrid. Es en este punto donde entra en juego Arganda, con un papel similar al que le tocaría muchos años más tarde, en el transcurso de la guerra civil, el punto clave de entrada a Madrid desde el eje Cuenca – Valencia.

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En las primeras horas de la noche del martes 6 de diciembre, hacia las siete de la tarde, entra en Arganda el Primer Cuerpo de Ejército Francés, de los mejores de Europa, al mando del Mariscal Claude Víctor Perrin, con 33 batallones de infantería agrupados en seis brigadas y once regimientos, un Cuerpo de Caballería al mando del General de división Beaumont y el apoyo de un Cuerpo de Artillería con más 20 piezas. Un total de 14.000 infantes y 3000 caballos que ya había sido la fuerza de vanguardia en la ocupación de Madrid. El objetivo ahora es deshacer el avance español hacia Tarancón que comanda el Duque del Infantado, y que había situado al General Venegas en Uclés, amenazando el flanco izquierdo francés, y al brigadier Senra que debía caer sobre Aranjuez, con la idea última de dar un golpe de mano sobre Madrid. Una maniobra que desde el primer momento es abortada por la evidente superioridad táctica y militar de las tropas francesas. A su llegada a Arganda los diferentes batallones se distribuyen por lugares próximos al casco urbano, mientras que algunos destacamentos y los oficiales ocupan directamente las principales casas del pueblo. Desde ese momento y hasta que cesan las operaciones militares en la zona, el Cuartel General del primer Cuerpo se mantuvo en Arganda, era la mejor posición para atender, a un tiempo, las direcciones de Guadalajara, Aranjuez y Tarancón, y para ello eligen el edificio más importante y emblemático de la ciudad, la Casa del Rey, donde el Mariscal Víctor encuentra un buen acomodo. La mayoría de los campamentos se establecen en las inmediaciones del Camino de Morata, en los parajes de El Chirrión y Valhondo, con la idea de hacer noche y encaminarse al día siguiente en dirección al Valle del Tajo, en dirección a Aranjuez y Ocaña, y otras divisiones en la zona de la Dehesa y el Campillo, para tomar luego dirección a Fuentidueña y Tarancón. Todas las tropas parten con el mismo objetivo de hacer una batida de la comarca del Tajo para luego encontrarse con las tropas españolas que en esos momentos se están concentrando en las inmediaciones de Tarancón, Alcazar del Rey y Uclés.

Operaciones del Mariscal Victor para despejar los alrededores de Madrid (Diciembre 1808-Enero 1809)

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Esa fecha, el 6 de Diciembre, curiosamente el mismo día que hoy conmemoramos la aprobación de la Constitución de 1978, quedaría ya grabada en la memoria de muchas generaciones de argandeños. No es fácil imaginar el impacto que supone el acantonamiento de semejante ejército en el municipio. Arganda era en esos momentos una tranquila villa, de apenas dos mil quinientos habitantes volcada en el cultivo de la vid y la comercialización de sus vinos. La descripción que aparece en un documento de ese mismo año nos dibuja el perfil de una típica ciudad castellana de la época: Esta villa tiene 558 casas, una Casa Consistorial con sus salas altas y bajas , una cárcel y encima su pósito real de trigo, y en dicha casa vive el Alcaide que tiene a su cargo los pesos y medidas. Tiene una casa de taberna y Bodegón, un molino aceitero con piedras, carnicería para vaca y carnero. Tiene su matadero, casa de aceite y pescado con oficinas donde se vende y conserva los géneros, dos tiendas de Abacería, dos tiendas de Mercería, cinco posadas, casa de pastelería, casa de confitería, hay 3 tahonas (una de ellas curiosamente llevada por un tahonero francés) cuatro lonjas, una casa que sirve de Hospital de pobres viandantes, otro Hospital de San Pedro y San Pablo (en la antigua Ermita del Castillo).Entre los oficios destacan un médico, un cirujano, un sangrador, un boticario, un maestro de primeras letras, una de niñas y un preceptor de gramática, cuatro sastres (con ocho hijos que le sirven), tres zapateros de obra prima y cinco de remendón, un botero con dos mancebos, 54 labradores propietarios, 11 arrendatarios, 380 jornaleros, 80 criados de labranza, 26 criados, 30 criados y 42 ancianos “que se mantienen de la humanidad de los vecinos”

Un plácido panorama de una villa tranquila, ocupada en sus quehaceres cotidianos, aunque seguro que bien informada, no hay que olvidar que Arganda era una parada obligada de los que salían de Madrid con destino a Valencia por lo que las novedades de la Corte llegaban a las pocas horas. Sabían de la crueldad de las tropas de ocupación, pero no podían esperar los sucesos que se suceden el 6 y 7 de diciembre de 1808, en palabras de los propios protagonistas más de veinte horas de auténtico terror. Todo comienza a una hora muy tardía para la época y en pleno invierno, a las siete de la noche del 6 de diciembre entra en Arganda el Primer Cuerpo del Ejército Francés: "Que en la tarde del seis de diciembre y hora de las siete de su noche entró en esta villa una división de 15.000 hombres de Caballería e Infantería francesa al mando del Sr. Mariscal Victor que permaneció hasta la hora como de las tres y media de la tarde del día siguiente siete, y en todo el tiempo de su estancia sufrió esta población un riguroso saqueo en que las tropas dispusieron de todas las casas y bodegas y cuanto contenían.... en uso del derecho de la Guerra se apoderaron de todas las casas particulares, establecimientos públicos y la de Ayuntamiento en cuyo archivo y escribanía ejecutaron el más lastimoso destrozo no dejando un papel con orden y rompiendo muchos y muy interesantes. Más de cuatro meses que duró el terror y confusión que causaron estos acontecimientos y el continuo tránsito de las tropas estuvieron todos los papeles tirados por el suelo y pasando todos por encima de ellos"

Humillación pública de Manuel Asenjo Santero, Alcalde de Arganda En esos momentos la situación que se vive es especialmente delicada para el ejército francés, son los primeros meses de la guerra y se ha pasado en poco tiempo de un intento de ganarse el favor de los españoles a la confrontación directa. Las noticias que llegaban eran que todo el valle del alto Tajo estaba sublevado y que las poblaciones oponían resistencia al paso de las tropas, dando refugio y colaborando activamente con las partidas de guerrillas. El saqueo y el pillaje hay que entenderlo por tanto como una medida represiva. No se puede entender de otro modo la actitud que muestran con el alcalde, Manuel Asenjo Santero, sin respetar que fuera la primera autoridad de la villa y un adinerado propietario. A pesar de su buena predisposición inicial, intentando colaborar con los oficiales, es golpeado, arrojado al suelo y le ordenan como humillación que llevara sus caballos a darle de beber a la fuente, viéndose luego obligado a huir temiendo por su vida : Manuel Asenjo Santero, Alcalde Ordinario de la villa..una de las casas que padecieron mayor

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derrota fue la mía sin haber dejado en toda ella arca, baúl, escritorio ni otra pieza alguna que no despedazasen para sacar cuanto había en ellas, como dinero, ropas y alhajas, de manera que siendo mi casa como es público y notorio una de las más surtidas y equipadas de todo el vecindario ha quedado reducida a la mayor miseria dejándome en una total indigencia..Los caudales fueron robados por cuadrillas de franceses, que a cada paso se entraban y apoderaban de mi casa..mi vida estuvo en un inminente riesgo y a pesar de mi buen porte y eficacia en el suministro de cuantos artículos pidió la tropa francesa y del respeto que mi persona merece por la jurisdicción que regento ningún adelanto tuve, antes sí mi persona y bienes estuvieron a su elección..., tirado a tierra por cuadrillas de franceses, robándole cuanto dinero tenía en su poder, tratado con el mayor desprecio en términos de haber ido a la fuente a dar agua a los caballos por amenazas de los franceses... viéndome amenazado de la muerte me vi en la precisión de ocultarme con abandono de mi casa

Otras declaraciones abundan en el mismo sentido, destacando los daños en las bodegas buscando el afamado vino de Arganda, y el robo de todos los caudales de los propios de la villa, 29.900 reales que conservaba el Tesorero Francisco García Hernández. Incendio de la Ermita de la Soledad Una muestra de la extrema violencia que se llega a utilizar es el destrozo de la Ermita de la Soledad y la quema de su símbolo más preciado, la talla de su patrona, la Virgen de la Soledad, que sería reemplazada al año siguiente, el 24 de junio de 1810, por la actual imagen del escultor José Ginés. Así lo cuenta años más tarde el farmacéutico Pascual Castellano Carlés: Invadida la España por los franceses que de exterminio y de luto llenaba nuestras poblaciones y campos, puso por desgracia su nefando pie en esta población de Arganda el día 6 de Diciembre de 1808, talando los campos, destruyendo la humilde choza del infeliz labriego, y bajo el horrendo lema de muerte y destrucción no perdonaron la casa santa del Señor convertida en cuadra de inmundos animales...y allí se sucedió la hedionda bacanal, y los impúdicos acentos de una soldadesca desenfrenada, se mezclaba con el espeso humo de las sagradas imágenes devoradas por el impío fuego de los invasores. .... A su salida de la población el vecindario olvidó por de pronto sus propios vejámenes que le hiciera sufrir la mano enemiga, y corriendo al Santuario de María, sólo hallaron ruinas, hediondos, asquerosidad y contemplaron con dolor las pavesas a que había sido reducida la santa imagen de María. ....Nada quedó en aquel santuario más que estiercol y las negras columnas de humo impresas en la pared por las fogatas que sirvieron para cocer el rancho. Por de pronto quedó cerrada la ermita, pero no podía permanecer así por largos días: el pueblo acordó su restauración, y a expensas de donaciones voluntarias se empezó la obra quedando concluida en corto tiempo.

Enero de 1809. La Batalla de Uclés Todo el mes de Diciembre había sido un continuo ir y venir de tropas entre la zona de Ocaña, Aranjuez, Tarancón y Arganda. Los ánimos de los vecinos ya estaban más que exaltados ante esta agresiva ocupación de semejante ejército, es de reseñar la jornada del 26 de Diciembre en la que Chinchón y Colmenar de Oreja se oponen a que pasara por sus municipios el Regimiento de Dragones de la tercera Brigada del General Digeon que se trasladaban desde Ocaña a Arganda. Una afrenta que días más tarde sería severamente respondida con el saqueo de las dos villas. También se habían producido enfrentamientos directos con las tropas españolas en las cercanías de Tarancón, en Santa Cruz de la Zarza, con victoria francesa, pero el Mariscal Victor seguía temiendo un intento de tomar Madrid desde el eje Tarancón-Arganda. Si los españoles se decidían a marchar sobre la capital no era probable que lo hicieran por la vega de Aranjuez, donde la caballería francesa podría desplegarse con facilidad, sino que entrarían por Arganda, con un relieve más accidentado y más favorable a la acción de la infantería española. Así el 31 de Diciembre llegan noticias de que una columna española

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con 15.000 hombres se dirige, por Villarejo de Salvanés, sobre Arganda, una alerta que es infundada pero que de nuevo tiene como protagonista a nuestra población. Un nuevo acantonamiento del primer Cuerpo de Ejército, y en esta ocasión el primer objetivo de saqueo parece que fueron los caldos de sus bodegas : Que el día 1 de enero de 1809 se acantonaron igual número de tropas francesas del mando del anterior Señor Mariscal Victor y permanecieron en esta villa hasta el 10 del mismo inclusive, de las que se alojaron en mi propia casa una crecida porción, y todas a su arbitrio dispusieron de frutos y efectos bebiendo y sacando vino de todas las bodegas, la cebada, y otros granos de las cámaras y destrozando cuanto había, de suerte que todos los vecinos quedaron poco menos que arruinados....

Recreación histórica de una intervención de la caballería francesa. Los combates directos más próximos a Arganda se produjeron en la decisiva Batalla de Uclés (enero 1809). Arganda tuvo primero que albergar el Cuartel General y las principales divisiones del Mariscal Victor y luego ver pasar, camino de Madrid, la columna de 6000 prisioneros españoles, tras la derrota de las tropas del General Venegas

Diez días permanecen en la villa, justo antes de marchar sobre Tarancón, Uclés y Cuenca, con la orden expresa de Napoleón de destruir sin demora el ejército del Duque del Infantado. Las tropas se ponen en marcha el día 11 con la previsión de encontrarse, a la altura de Tarancón, con las fuerzas de 12.000 infantes, 2000 jinetes y 4 piezas de artillería, al mando del General Venegas. Ante la superioridad francesa, y con un temporal de lluvia y nieve, las tropas españolas deciden retroceder y atrincherarse en Uclés, teniendo como referente de observación y defensa el Monasterio de la Orden de Santiago, y a la espera de los refuerzos que nunca llegarían del Duque del Infantado. Después de pensar en replegarse hacia Carrascosa y Horcajada, los dos ejércitos eran similares en número pero con una enorme diferencia en organización y experiencia a favor de los franceses, Venegas decide aceptar el combate que se produce en la jornada del día 13. El resultado no puede ser peor para los españoles, 200 bajas y 10.000 prisioneros que fueron maltratados, igual que los habitantes de Uclés. Aunque se fugan un buen número, sólo llega a Madrid una columna de prisioneros con cuatro generales, diecisiete coroneles, diecisiete tenientes coroneles, 290 oficiales y 5460 soldados, una imagen desoladora también difícil de olvidar para los vecinos de Arganda. Uclés se convierte en una importantísima victoria para las tropas napoleónicas. El Mariscal Victor entra sin oposición en Cuenca el 16 de enero de

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1809, dando por terminada la operación que se le había ordenado, perseguir y destruir las tropas del Duque del Infantado, y alejarlas en los posible de Madrid. Con esto concluye el protagonismo de Arganda y su comarca en el devenir de la Guerra de la Independencia. Sin poder evitar que siguiera padeciendo la puntual presencia de las tropas, como por ejemplo en agosto de 1809, de nuevo por el Ejército del Centro. A pesar de que se le comunica a los soldados que sólo pueden exigir media ración de pan y una ración de vino para los hombres y media ración de avena o cebada para los caballos, con frecuencia no se cumple y los abusos y desmanes vuelven a repetirse. Es el caso de lo que sucede en algunas importantes casas de labor, donde se maltrata a mujeres y criados, y en la importante Casa del Colmenar del Rey, en la Dehesa Carrascal, expulsando a su Administrador disparándole varios tiros de fúsil: El 16-17 de Agosto 1809 se presentó una división del Ejército Francés hasta número de más de 40 hombres, de los que se alojaron y apoderaron de la Casa todos los que cupieron, teniendo que abandonarla por los malos tratamientos que usaban con la mujer del representante, criada y mozos y con tres yunteros que estaban en ella acabando de trillar la cosecha y dejándolo todo al arbitrio de dichas tropas de que han estado apoderadas hasta ahora (25 septiembre 1809) En noviembre se produjeron daños en la Casa Colmenar del Rey, en la Dehesa del Carrascal, en el sitio que llaman el Castillejo. Saqueada en todos los trastos muebles y ropas mias y destrozadas una gran porción de colmenas por varias porciones de tropas francesas de la División del Mariscal Victor,....estuvieron tres días, en el primero me despojaron de todas las ropas y trastos de caza y de uso ; el segundo las mismas tropas han destrozado una crecida porción de colmenas y la mayor parte de la miel que en ella se contenía.. He procurado pasar a dicha casa y no me dejaron entrar ni llegar a ella tanto que dirigiéndome a ella con mi conjunta el día 18 a las tres de la tarde nos hicieron volver tirándonos varios tiros de fúsil

Claude Victor Perrin (1764-1841), conocido como "Victor" . Mariscal del Primer Imperio Francés Duque de Bellune. Jefe del Primer Cuerpo de Ejército de Napoleón Óleo de Antoine-Jean Gros. 214 x 140 cm. Museo Nacional de Versalles