Compromiso matrimonial 1

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Compromiso matrimonial1

Ha llegado el momento…, la pareja lo siente…, lo mencionan las personas que los rodean…, o como se dice popularmente: “se ve venir”… Se converse o no sobre el tema, las parejas suelen percibir cuándo el compromiso es la próxima etapa de la relación, mismo que representa un paso importantísimo en la vida de ambos. La mayoría de las personas en algún momento de su vida se han cuestionado acerca del amor y el matrimonio. Muchas parejas empiezan a preguntarse sobre estos temas desde el momento en que establecen una relación seria, lo cual toman como una señal de que la misma, puede avanzar hasta convertirse en un compromiso matrimonial. Es aquí donde algunas(os) empiezan a reflexionar: será la persona adecuada para mí? Cómo sabré si estoy lista(o) para casarme? Querrá casarse conmigo?. Es usual que al momento de comprometerse, cada uno tenga, al menos, una noción sobre estas interrogantes; aunque también ocurre, que muchas parejas no reflexionan sobre estos temas, y se dan uniones en las que no existe un análisis previo acerca de las creencias de cada uno y lo que se quiere a futuro; lo cual, puede terminar ocasionando estragos en ambos. ¿Qué significa comprometernos? La palabra compromiso tiene varios significados. Si se busca en el diccionario se puede observar que se habla de: responsabilidad, obligación contraída, acuerdo mutuo, contrato, formalización, dificultad o aprieto, entre otros. El compromiso matrimonial no dista de estas definiciones, en tanto implica asumir voluntariamente; y en acuerdo mutuo por ambos contrayentes; responsabilidades y obligaciones respecto a una nueva vida en pareja, formalizando así su relación y disponiéndose a enfrentar juntos los conflictos. Este compromiso se observa en el deseo de compartir la vida, los proyectos, los bienes y los hijos; elementos que ayudarán a mantener a la pareja unida; pero más allá de esto; lo que realmente sostiene a la pareja a través del tiempo y las dificultades, es el compromiso afectivo. El compromiso afectivo es componente indispensable en las relaciones e implica aceptar que la pareja es importante en nuestra vida. Cuando nos sentimos comprometidos sentimentalmente hacia otra persona, nos enfocamos en esta relación, por lo que preservarla es una de las metas prioritarias. Para esto las parejas invierten gran cantidad de tiempo y afecto en esta alianza y tratan de evitar todo 1

Artículo Publicado En: Revista Novias. Grupo Nación.

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aquello que represente un peligro. Al mismo tiempo; y sin que esto signifique perder la individualidad; las necesidades de la pareja se vuelven tan importantes como las propias, creándose un sentido de unión, que sólo es experimentado, por aquellos que han decidido conscientemente comprometerse de corazón, con la relación y con la pareja. Este sentimiento debe ser recíproco, de modo que no se perciban injusticias en cuanto al aporte e inversión que hace cada uno a la relación (en términos de afecto, economía y tiempo); para que ambos se sientan plenamente satisfechos y realizados; lo que lleva al establecimiento de una alianza única y particular que se comparte exclusivamente con la pareja. Si alguno de los dos no está comprometido con la misma intensidad y seriedad que el otro, la relación eventualmente puede fracasar. Es importante destacar que el compromiso afectivo es de los más difíciles de encontrar, ya que implica mucha responsabilidad, amor y disposición. Muchas personas están dispuestas a comprometerse con su pareja, considerando, que se aman y quieren asumir responsabilidades y una vida en conjunto. Sin embargo no siempre están dispuestos a entregar su corazón y amar plenamente. Por qué es tan difícil para algunas personas comprometerse a nivel afectivo? Las experiencias amorosas fracasadas, la traición y el sufrimiento experimentado en relaciones previas; hacen que muchas personas se cuestionen si desean comprometer su corazón o no. Es usual que quienes han tenido estas experiencias se protejan, estableciendo cierta distancia y rehusando sentirse dependientes de otra persona, para evitar volver a sufrir. Sin embargo, si se considera que se ha encontrado esa persona especial, con la que se visualiza un futuro; es necesario enfrentar esos temores y concederse el permiso para experimentar un amor verdadero y maduro, que implica compromiso afectivo y provee un sentido especial de seguridad emocional. Al decidir “formalizar la relación y compartir una vida juntos”, la decisión personal que entra en acción es la de prolongar lo que se está viviendo ahora. La ilusión, el enamoramiento, el tiempo compartido, las actividades, la sexualidad, los planes juntos. Entonces lo que se hace al decidir comprometerse, es reafirmar estos sentimientos y pensamientos que hoy unen a la pareja. El compromiso, por lo tanto, es un acto voluntario en el cual los miembros de la pareja, pactan entre sí, la promesa de mantener su unión y hacen pública la voluntad de compartir su vida. El matrimonio, más que legalizar la unión y los sentimientos, implica confirmar este compromiso previo que se fue formando con el desarrollo de la pareja. Comprometerse con el matrimonio, significa aceptar sus características (con

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momentos buenos y momentos difíciles), en igual medida que significa aceptación de la pareja cómo realmente es. Entre mayor sea el compromiso afectivo, mayor será la disposición a ayudarse y a adaptarse a la vida de pareja, en forma constructiva. La decisión de casarse… ¿Cómo saber si estoy lista(o) para comprometerme? Es difícil precisar si existe un momento en el que los miembros de la pareja (juntos y cada uno por separado), puedan sentirse totalmente listos para comprometerse. Para muchos este acto es la realización de un sueño, el alcance de una meta, el inicio de una nueva etapa y nuevos proyectos, ó, todas las anteriores; sin embargo dado que el nivel de responsabilidad y los cambios adyacentes al matrimonio pueden variar según el estilo de la pareja; no se deja de sentir cierto temor y preocupación hacia la nueva etapa; a pesar de las ilusiones y emociones que conlleva el comprometerse. Cada miembro debe analizar si están listos para convivir con otra persona y para asumir lo que significa construir una vida juntos “en las buenas y en las malas”. La madurez y el realismo con el que se evalúen las condiciones, capacidades y actitudes propias y de la pareja; son básicas para conocer, si es o no, el momento de llevar la relación a otro nivel. Aunque no existe una edad específica, (más allá de la dictada por la mayoría de edad), el tema de fondo es la madurez que la pareja tenga al momento de comprometerse. Respecto al momento ideal para asumir este compromiso, tampoco existe una regla única; sin embargo es recomendable que ambos miembros de la pareja cuenten con cierta estabilidad para ingresar al matrimonio. Esta estabilidad puede reflejarse en haber concretado algunas metas académicas, profesionales y/o laborales. Además, a nivel económico, se recomienda contar con recursos que les permitan hacerle frente a los gastos que implica un matrimonio (sea que vayan a celebrarlo en grande o de forma más discreta), y especialmente la manutención del hogar y los gastos de ambos. Actualmente muchas parejas deciden darle su propio matiz al nivel de compromiso en su relación, ya sea que decidan vivir en unión libre, casarse por la vía legal o religiosa. Sin embargo, lo cierto es que todas estas relaciones, implican una decisión de estar juntos y un compromiso asociado a esta decisión. El contrato matrimonial Al momento del compromiso matrimonial la pareja emite un contrato público, (ante la iglesia, ante la ley o ambos), donde los novios expresan su voluntad, libre de presiones, para amarse y respetarse por el resto de sus días, y compartir el hogar, los bienes y la descendencia.

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Esta noción de contrato matrimonial no es reciente, por el contrario desde la historia y en diversidad de culturas, se establecían las condiciones del matrimonio y las obligaciones mutuas de la pareja. Lo que sí ha variado, es el contenido del contrato y quienes lo negocian, y actualmente son los futuros cónyuges quienes deben establecerlo. Aunado a este contrato expreso, existen además ciertas expectativas y fantasías sobre los comportamientos, actitudes y sentimientos que deseamos de la otra persona hacia nosotros y nuestra vida en conjunto. Mismos de los que no siempre se es totalmente consciente, y por lo tanto, la pareja, no necesariamente tiene conocimiento. Es en este nivel, donde imaginamos a nuestra pareja como ese ser ideal que satisface todas las necesidades y en el cual ponemos nuestras esperanzas para ser felices. Se debe recordar, sin embargo, que para hacer feliz a la pareja, primero se debe serlo uno mismo. El compromiso matrimonial, no es algo que se da únicamente al momento de tomar la decisión de casarse; por el contrario, se debe renovar, día a día durante la relación y demostrarse con hechos y palabras. ¿Cómo saber si él (o ella) es la persona indicada? El primer error, está en no elegir bien a la pareja y de esta decisión, no hay otro responsable, excepto uno mismo. La gran mayoría de los problemas de pareja, tienen su origen en esta elección de compañero(a), la cual, algunas veces, se realiza de forma apresurada y sin reflexión. Las dificultades que parten de esta elección, pueden prevenirse tomando tiempo para considerar si estoy dispuesta(o) a comprometerme, si mi pareja también lo está y si ambos coincidimos en nuestro concepto de compromiso matrimonial. La base de cómo los nuevos cónyuges enfrentarán su matrimonio, radica de forma importante; en haber elegido adecuadamente. Esto no significa buscar perfecciones poco realistas e inexistentes, pero si características con las que podamos convivir y desarrollarnos exitosamente como personas. ¿Qué elementos debo considerar al tomar esta decisión? La decisión de casarse es personal y aunque para muchos sea importante considerar lo que la familia, amigos y otros significativos opinan sobre la unión, lo cierto es que, tomar esta decisión debe ser un proceso propio y cuidadoso, de autoanálisis y reflexión. Antes de pedirle matrimonio a la pareja o decir: “sí, acepto!”, es importante haber examinado previamente:  Si estoy dispuesto(a) a comprometerme afectiva, sexual, económicamente y por un largo plazo con mi pareja. Esto significa que debo evaluar si realmente

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quiero compartir mi vida y mis proyectos con esta persona y saber si él o ella, también está dispuesto a hacerlo.  Si estoy preparado(a) para aprender, intentar y hacer funcionar la convivencia en pareja. Es decir, reconocer que “no solo de amor se vive”, sino que el convivir, significa asumir nuevas responsabilidades, tomar acuerdos en pareja acerca de múltiples temas, tener actividades compartidas, aceptar los gustos y hábitos de cada uno, entre otras cosas.  Si mi pareja es el tipo de persona que quiero a mi lado el resto de mi vida. Esto implica conocer ampliamente a la persona y considerar si me agrada su forma de ser, su filosofía de vida y sus valores; y si estos, ó al menos, los más importantes; son congruentes con los propios. El corazón y la razón… Claves para identificar si es la persona indicada… Para estar segura(o) de la decisión a tomar, es importante considerar lo que nos dice la mente y el corazón; los cuales en el mejor de los casos; están en la misma sintonía. Sin embargo, esto no siempre es así, y como bien se dice, nunca se termina de conocer a las personas; por lo cual, es importante considerar algunos puntos, que pueden ayudarnos a evaluar si nuestra pareja, es la más adecuada para comenzar el camino del matrimonio:  Ambos comparten valores y opiniones similares sobre cuestiones fundamentales: la vida, la espiritualidad, la familia, el trabajo, el dinero, la sexualidad, el matrimonio, la crianza y educación de los hijos, entre otros.  La filosofía de vida, aunque no idéntica, es similar y las diferencias existentes entre ambos no obstaculizan la relación; al contrario, la enriquecen.  Se coindice, al menos, en los principales planes futuros y se respetan los planes personales.  Existen confianza entre los miembros y se procura tener espacios de pareja para conversar. Así como también cada uno tiene espacios con su respectiva familia y amigos, sin que esto ocasione conflicto.  Las formas de expresar y dar amor son conocidas y consentidas por ambos.  Tienen temas y actividades de interés conjunto, así como de cada miembro por separado y estas son respetadas por la pareja.  Ambos experimentan atracción personal física, sexual e intelectual.

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 Más allá del enamoramiento, perciben que la pareja brinda una amistad sincera, y un apoyo incondicional y también están dispuestos(as) a darlo.  No existe violencia de ningún tipo, en la pareja, ambos se respetan como seres humanos con errores y diferencias y están dispuestos(as) a mostrarse mutuamente, tolerancia y paciencia.  Reconocen y aceptan en la pareja sus cualidades y defectos y están conscientes de que ésta es su forma de ser y no necesariamente va a cambiar, por más que yo lo deseé. Misma reflexión debe realizarse hacia uno mismo, siendo consciente de las propias fortalezas y áreas de mejora.  Lo que les une no es la conveniencia ni la dependencia (económica, afectiva o social) sino un fuerte sentimiento de amor y deseos de emprender este proyecto de vida juntos. Finalmente y sin afán de evocar al pesimismo, (pero si al realismo), es importante considerar, que al igual que no es posible predecir nuestro futuro, tampoco podemos conocer lo que va a suceder en la vida de esa persona. Al prometer “apoyarnos mutuamente en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en la tristeza…”, debemos ser conscientes de las posibles situaciones a enfrentar como pareja; lo cual no significa que se debe reconsiderar la relación, sino comprometernos con la vida real donde no todo es “color de rosa”, sino más bien incluye momentos felices y difíciles. Si ya realizaste una valoración a conciencia y encontraste tu “media naranja”, disfruta al máximo de esta etapa de compromiso e invierte mucha energía para que tu matrimonio funcione y sean lo más felices posible juntos!

MPsc. Maricruz Coto Chotto Psicóloga Especialista en Familia y Pareja Instructora Certificada de Masaje Infantil Centro de Psicología y Desarrollo Tel: 2281-1165, 2281-1257 Móvil: 8921-5709 Email: [email protected] www.psicologiaydesarrollocr.com