Compendio de la Rebelión de la América COMPENDIO DE LA REBELIÓN DE LA AMÉRICA

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Compendio de la Rebelión de la América

COMPENDIO DE LA REBELIÓN DE LA AMÉRICA

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Fernando Hidalgo-Nistri

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Compendio de la Rebelión de la América

COMPENDIO DE LA REBELIÓN DE LA AMÉRICA Cartas de Pedro Pérez Muñoz

Fernando Hidalgo-Nistri Compilador

Colección Tierra Incógnita Nº 26

Ediciones Abya-Yala 1998

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Fernando Hidalgo-Nistri

COMPENDIO DE LA REBELIÓN DE LA AMÉRICA Fernando Hidalgo-Nistri (Compilador) Colección: 1a Edición 1998

Tierra Incógnita Nº 26 Ediciones Abya-Yala Av. 12 de Octubre 14-30 y Wilson Casilla 17-12-719 Télf: 562-633/506-217/506-251 Fax: (593 2) 506255 E-mail: [email protected] http://www.abyayala.org Quito, Ecuador

ISBN:

9978-04-385-3

Impresión:

Digital DocuTech Quito-Ecuador 1998

ADVERTENCIA DEL COMPILADOR Las cartas de D. Pedro Pérez Muñoz, que dan origen a la presente publicación, han sido transcritas literalmente de los originales. Esto significa que se ha respetado la estructura y la ortografía usadas por su autor.

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Compendio de la Rebelión de la América

CONTENIDO

Prefacio: Dos palabras sobre Pérez Muñoz............................................... Diego Pérez Ordóñez

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Introducción ............................................................................................... 13 Vladimir Serrano Pérez Estudio introductorio ................................................................................ 17 Fernando Hidalgo Nistri Bibliografía.................................................................................................. 38 Cartas .......................................................................................................... 41

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Fernando Hidalgo-Nistri

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Compendio de la Rebelión de la América

DOS PALABRAS SOBRE PÉREZ MUÑOZ

Diego Pérez Ordóñez

olmenar es un pueblo de sinuosas calles y difíciles trazados. Se trata de una población eminentemente agrícola, donde los trigales y olivares dominan el paisaje. Localizada cerca de la ciudad andaluza de Málaga, la villa de Colmenar ocupa una superficie de 65,5 kilómetros cuadrados y sus habitantes, casi al finalizar el siglo XX, son apenas algo más de 3.000. El 19 de julio de 1767 nació en dicha villa, y en el hogar formado por José Ramón Pérez y Fernández de Tejada y María Luisa Muñoz y Molina, Pedro Pérez Muñoz. El joven Pedro hizo sus primeras letras en el Colegio de Escuelas Pías de la Villa de Archidona y luego pasó a educarse en el Colegio Seminario Conciliar de la Iglesia Colegial del Sacro Monte de Granada. En esa institución completó sus estudios de Filosofía, Teología, Derecho Civil y Canónico. Se graduó de bachiller en Derecho Civil de la Universidad de Granada el 9 de agosto de 1791.1 Parecía, sin embargo, más inclinado a la vida religiosa que a la académica cuando pasó a América en compañía del Obispo de Cartagena de Indias, Miguel Agustín Álvarez Cortés, como su Secretario de Cámara y Gobierno en ambas diócesis. En ese

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1 Todos los datos sobre la niñez y juventud de Pedro Pérez Muñoz han sido tomados de la “Relación de los Méritos y Servicios de Don Pedro Pérez Muñoz” de 1817, que reposa en el Archivo General de Indias (AGI), Sección Quito, legajo 543. Vide también, Pérez Ordóñez Diego, Genealogía de los Pérez de Quito, Quito, 1994, Publicaciones del Centro Nacional de Investigaciones Genealógicas y Antropológicas, No. 2, pgs 183-189. 7

Diego Pérez Ordóñez

entonces, último lustro del siglo XVIII, Pérez Muñoz era Clérigo de Prima Tonsura.2 Cuando llegó a Quito conoció a su futura esposa, María Teresa Calisto y Borja, quien era una de las hijas del Regidor Perpetuo de la ciudad, Pedro Calisto y Muñoz y de doña Francisca de Borja y Chiriboga. El suegro del nuevo vecino era uno de los terratenientes más poderosos de la Sierra y probablemente el más fanático de los realistas criollos. El matrimonio entre el andaluz y la hija del Regidor se verificó en Quito el 1 de octubre de 1796. De acuerdo con la escritura de recibo de dote suscrita con motivo del matrimonio Pérez Calisto, la mujer de Pedro Pérez Muñoz llevó al matrimonio los siguientes bienes: unas casas de altos y bajos cubiertas de teja “las mismas que el referido su padre las hubo y compró en pública subasta (…) en la cantidad de tres mil doscientos diez pesos” y que posteriormente fueron reconstruidas; dos esclavos llamados María Congo, de edad de trece o catorce años, e Isidro Congo, de aproximadamente la misma edad; la hacienda Cotacachi, comprada por Pedro Calisto y Muñoz en el remate de Temporalidades en la cantidad de 140.000 pesos, y una gran cantidad de alhajas, ropas, objetos de plata labrada y adornos de casa que sería largo enumerar.3 Apenas llegado y casado, Pedro Pérez Muñoz inició su actividad política en Quito. Recibió 14 votos y resultó electo Alcalde del Segundo Voto el 1 de enero de 1797, y en la misma sesión se le asignó la pulpería de la “esquina de la casa de Pedro Villamil”.4 En la sesión del 1 de enero de 1798, cuando le tocó votar por las nuevas autoridades del Cabildo, lo hizo a favor 2 Relación de los Méritos y Servicios foja 1 vta. 3 Recibo de Dote de Don Pedro Pérez Muñoz, Archivo Nacional de Historia (ANHQuito), Notaría 6ta, 1794-97, F.652. La hacienda Cotacachi cayó en manos de los patriotas años después. Pedro Pérez Muñoz se molestó porque el Presidente Toribio Montes no atendía sus pedidos y le había dicho “que se queje a la Santísima Trinidad.” AGI, Sección Quito, Legajo 543, foja 37. 4 Archivo Municipal. Libro de Actas del Cabildo: 1797-1801, Fs. 1-4.

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Dos palabras sobre Pérez Muñoz

de Simón Sáenz de Vergara para Alcalde del Primer Voto y por Manuel de Larrea y Jijón (luego Marqués de San José) para Alcalde del Segundo Voto.5 La aspiración de Pérez Muñoz siempre fue llegar a ser Alcalde del Primer Voto. Con ese objetivo en mente participó en la elección de 1804 y perdió frente al Marqués de Solanda. Cuatro años más tarde, en 1808, resultó otra vez electo Alcalde del Segundo Voto.6 Lo mismo en 1807. Sin embargo su suegro, utilizando su calidad de Regidor Perpetuo, alegó que Pérez Muñoz debía ser designado Alcalde de Primer Voto para que existiera la necesaria alternativa entre europeos y criollos, según mandaban las Reales Cédulas.7 Este pedido de Calisto, seguramente inspirado más en sus convicciones realistas que en consideración para con su yerno, desató una agria polémica dentro del Ayuntamiento quiteño. El primer día de 1807 el Cabildo le pidió a Pérez Muñoz que se posesione del cargo para el que fue electo. El andaluz se negó y luego renunció irrevocablemente al cargo. El meollo de la controversia radicaba en la existencia de una Real Cédula que mandaba la alternabilidad entre criollos y europeos en las elecciones de Alcalde Ordinario. En una providencia, por tanto, el Presidente de Quito ordenó al Cabildo que se invistiera a Pérez Muñoz con la Alcaldía del Primer Voto y dice: “Se declara deberá subsistir su elección, la que se aprueba en toda forma mediante la fiel observancia que exigen las Reales Cédulas del caso; y en consecuencia procederá a dar posesión al mencionado don Pedro Pérez Muñoz de la primera vara.”8 El Cabildo, en su oportunidad, se opuso a esta orden alegando que de todas maneras Pérez Muñoz no había obtenido los votos suficientes para ostentar tal alto cargo. La disputa se solucionó con una nueva votación en la que, como era de es-

5 Libro de Actas del Cabildo: 1797-1801, foja 32 vta. 6 Libro de Actas del Cabildo: 1805-1808, foja 151. 7 Libro 1805-1808, foja 103 vta. 8 Idem, fojas 147-148.

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Diego Pérez Ordóñez

perarse, don Pedro no triunfó. Se había ganado la enemistad de sus colegas cabildantes… Dos años después, la sublevación de las colonias españolas fue decisiva en la vida de Pedro Pérez Muñoz. Nuestro personaje se constituyó en uno de los más fervientes defensores de los derechos de la Corona. Sus vínculos con la familia Calisto, por vía de su matrimonio, lo integraron con el movimiento realista al punto de que fue sentenciado a cumplir diez años de prisión en un castillo de Cartagena de Indias. Fue diferente el destino de su suegro y de su cuñado: fueron pasados por las armas la noche del 29 de octubre de 1812. Pérez Muñoz, para su suerte y cuando lo conducían al lugar donde debía purgar la pena impuesta, fue liberado por las fuerzas peninsulares y pudo huir. La persecución de los independentistas también le llegó a su mujer, María Teresa, quien murió en 1818, cuando don Pedro se hallaba de vuelta en España. Ella también había pasado en un calabozo quiteño y fue maltratada por sus captores, lo cual aceleró su muerte. Tras la revolución de 1809 Pedro Pérez Muñoz pidió la restitución de los bienes que le habían sido confiscados por los rebeldes quiteños. Acudió a la Corona el 15 de setiembre de 1813 exponiendo su fidelidad y los sufrimientos que le causaron los insurgentes. Como no consiguió el reintegro de sus bienes, le fueron ofrecidos unos terrenos en Andalucía. Convencido de la concesión de los terrenos en la zona de Jerez de la Frontera viajó a España en 1815. El Consejo de Indias se negó a hacer efectiva la concesión, por lo que Pérez Muñoz redactó un escrito en Madrid en 1818,9 en el que se preguntaba “¿Pero, a dónde he de ir, a meterme otra vez entre los insurgentes? ¿Iré de nuevo a buscar la vida, para que otra vez intenten quitármela los rebeldes? ¿No sería temerario solo el pensarlo?” Dos años más tarde estaba ya don Pedro en Sierra Morena “perseguido por los constitucionales por ser opuesto a su sistema, y dedicado a la agricultura…” Todo indica que la concesión de las tierras se cristalizó, al

9 AGI, Sección Quito, Legajo 543, Memorial del Pedro Pérez Muñoz, fojas 16-17. 10

Dos palabras sobre Pérez Muñoz

fin, en 1824.10 En todo caso, parecería que ya en 1830 tuvo solucionada su situación económica, ya que le pide a la corona que lo pusiera en uso del título de Marqués de Fiel Pérez Calisto, concedido originalmente a su hijo José María. El pedido se basó en que, según él, tenía suficientes bienes para “mantener el decoro correspondiente” y pretendía transmitir el título a uno de los hijos que tuvo en su segundo matrimonio “con la hija de un benemérito oficial de marina y maestrante que fue de la ciudad de Sevilla, hermano de otro Presidente de Quito, don Joaquín de Molina”.11 En efecto: casó en segundas nupcias en 1827 con María del Carmen de Molina y Zuleta, nacida en Las Cabezas de San Juan, Sevilla, en 1810, y fallecida en Jerez de la Frontera en 1833.12 Luego de una vida novelesca y poco convencional para la época, Pedro Pérez Muñoz murió en 1842 en Jerez de la Frontera, según su bisnieto, el genealogista Joaquín de Bustamante y de la Rocha. Don Pedro es el tronco de una dilatada familia, con ramas en Ecuador y Andalucía, principalmente.

10 AGI, Sección Quito, Legajo 543, Memorial del Pedro Pérez Muñoz, foja 8. 11 AGI, Sección Quito, Legajo 543, Pedido de Título de Castilla, fojas 37 y ss. El pedido fue reiterado por parte de Pérez Muñoz, quien contó con la firme oposición de la familia Calisto. 12 Bustamante y de la Rocha, Joaquín de, “Apuntes y Datos Para Una Genealogía”, pág. 111. Esta edición, llevada a cabo solamente para el conocimiento de su familia, no lleva ni fecha ni editorial. El autor murió en 1939 y no llegó a ver la obra publicada.

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INTRODUCCIÓN

Vladimir Serrano Pérez.

l rescate de la historia ecuatoriana, sigue constituyendo una tarea compleja, pues a pesar del avance de métodos de investigación, la sistematización de los estudios históricos, el acceso computarizado a grandes bibliotecas y archivos, únicamente el trabajo tesonero de exhaustivos buscadores de documentos perdidos, permite rescatar valiosos fragmentos, que testimonian cómo decurrieron los hechos políticos, económicos y culturales en lo que es el Ecuador de hoy. El primero que pudo llegar hasta el Archivo de Indias, fue el arzobispo González Suárez, con lo cual montó su gran Historia General del Ecuador. De su escuela surgieron otros historiadores, como Jacinto Jijón Caamaño y Cristóbal de Gangotena Jijón fundadores de la Academia Nacional de Historia, que ha generado importantes frutos. La difícil tarea de evidenciar documentariamente el pasado ecuatoriano, obedece a la obvia circunstancia de haber dependido de otra nación durante trescientos años. La situación de provincia subordinada a virreinatos y a la propia Corona española, devino en que si bien los acontecimientos se suscitaban en la Audiencia de Quito, su relato y testimonio terminaban en otros lados; razón por la cual biografiar a personajes de la Colonia y de los inicios de la República, salvo excepciones, demandaba la exploración en varios archivos americanos y europeos. A todo lo que se debe sumar, los saqueos periódicos a que se han visto sometidos los archivos históricos nacionales, o la venta que se ha hecho de archivos privados a historiadores e interesados del exterior. Por estas razones el presente libro “COMPENDIO DE LA REBELIÓN DE AMÉRICA”, cartas de Pedro Pérez Muñoz, recogidas por el erudito investigador e historiador Fernando Hidalgo Nistri constituye un

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nuevo y valioso aporte al conocimiento de los escenarios en los que se fraguó la Independencia ecuatoriana. Eso ha sido posible únicamente gracias a que el compilador reside desde hace algunos años en Sevilla, donde ha concluido sus estudios, elaborado sus tesis magistral y doctoral, manteniendo un acceso cuotidiano al Archivo de Indias, que le han colocado en la envidiable posición de rescatador de acontecimientos inéditos de nuestro pasado. Esta publicación reviste un particular interés, porque entrega tribuna a un realista, lo que se ha podido hacer únicamente al concluir el siglo XX, puesto que al calor de las pasiones que han matizado la política ecuatoriana y por ende la historia, hubiese resultado un desvarío publicar opiniones de quienes en su tiempo fueron considerados traidores a la más noble causa de la especie humana “la Libertad”. Hoy cuando los ánimos se hallan templados; y no solamente importa conocer la verdad, sino también la verdad del otro, e iluminarse bajo una conciencia de alteridad, las referencias, valores y calificativos con las que Pedro Pérez Muñoz colorea sus cartas, ya no serán motivo (por lo menos en el genérico de los lectores) de odio encendido, sino de curiosidad y comparación con otros testigos que asistieron al gran hecho de la Independencia. El libro se encuentra dividido en dos partes, un estudio introductorio de Fernando Hidalgo y las cartas propiamente dichas bajo el enunciado de: “Compendio de la Rebelión de América”. Causas físicas, políticas y morales que le han originado. Agentes internos y externos que han actuado en el fuego de la revolución; efectos seguidos a ella y arbitrios para contener y remediar los males y reglas para precaver en adelante la total independencia de la madre patria. Nómina de los tribunales que eligieron los traidores de la ciudad de San Francisco de Quito cuna de la insurgencia y numeración de los empleados principales en ella. En el estudio introductorio de Hidalgo encontramos un interesante ensayo de interpretación, que apunta a varios hechos movilizadores del acontecimiento histórico, que trascienden la coyuntura política y descubren algo fundamental y nuevo en la hermenéutica histórica, esto es: la identidad, con lo cual el comentarista asume la importancia que los fenó14

Introducción

menos sicoculturales tienen en el devenir histórico, que durante el presente siglo, estuvo reducido por varias escuelas sociológicas casi únicamente a las relaciones de producción. Si bien es cierto que Arnold Toynbee, comprendió la historia de otra manera e intuyó la influencia de hechos síquicos en ella, la verdad es que las escuelas materialistas tuvieron más éxito. En este sentido Hidalgo recuerda el nacimiento de la corriente autonomista que habría generado la Historia del Reino de Quito de Juan de Velasco, en donde se conjugaban la descripción de la exuberante naturaleza del país, junto con un mítico reino fundacional con características de estado, que habría antecedido a los incas y por su puesto a los españoles. Las élites criollas desarraigadas de España, y en oposición a ella tratarían de afirmarse en ese grandioso pasado. Contra esta corriente, rompe lanzas Pedro Pérez Muñoz, quien a su condición de natural de la península, agrega el de un integrista católico, para quien la figura del rey, constituye un verdadero axis mundi, sin el cual simplemente se puede esperar la catástrofe y la caída de la moralidad. Pérez Muñoz, hizo parte de aquella actitud hispanófila ultrista que se fraguó desde el grito de “Santiago y cierra España”, pasó por los reyes católicos, su bisnieto Felipe II, reventó por los cuatro costados en la guerra civil y que aún en nuestros días de vez en cuando se expresa con voz viva en España y en la propia América Latina. Por eso Hidalgo, pone profunda atención en la lectura de las cartas y extrae con facilidad relaciones con los acontecimientos quiteños de ese tiempo, en el que el laicismo de las logias masónicas se encuentra presente con su carga de ideas contrarias al centralismo monoteísta de una religión que inspiraba un mundo feliz, bajo la dirección de un solo rey y un solo papa. La búsqueda de gloriosas culturas ancestrales en el mismo Quito, legitimaría el establecimiento de un estado distinto al español, mientras los peninsulares veían con espasmo tal pretensión y como más destructiva que los terremotos que ya asolaban esta tierra. Frente a estas circunstancias Pérez Muñoz levanta su crítica al gobierno colonial, funcionarios civiles y eclesiásticos son acusados de inoperantes, corruptos y extraviados, a todo lo cual se suma una formación social, desgajada en castas y razas, a las que describe en sus aspectos físicos y ca15

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ractereológicos, en ocasiones con sorna y en muchas más con menosprecio. Lo que conlleva la lógica de la inmadurez de esta tierra y por lo mismo el absurdo de sus pretensiones independentistas. Como bien señala el compilador: pocos han sido los testimonios personales que han quedado sobre estos celebres años de comienzos del siglo XIX, entre los que cabe mencionar la relación histórica de William Bennett Stevenson, un inglés que fue asistente del Conde Ruiz de Castilla quien escribió “Veinte años de residencia en Sudamérica”. El color de su historia es el de la neutralidad, parecería que Stevenson observó los acontecimientos desde fuera, puesto que tienen el tono de una narración, lo cual le diferencia a este autor enormemente de Pedro Pérez Muñoz apasionado y valorativo. Sobre Pedro Pérez Muñoz se consigna en este mismo libro una corta pero muy completa biografía, cuyo autor es Diego Pérez Ordóñez. Su historia de vida confirma una raigambre fuertemente católica, fundamentada en sus estudios teológicos y la secretaría particular del obispo Miguel Agustín Alvarez Cortés. Los estudios universitarios seguramente le aportaron orden lógico y sistematización, características que se observan en sus cartas, lo cual permite entender su pensamiento y probablemente el de su corriente religioso-política. A no dudarlo los contenidos de este libro tanto en su estudio introductorio, como en las cartas mismas, constituyen un valioso aporte a la historia del Ecuador, pues el pensamiento realista, olvidado, menospreciado, puede ser ahora contrastado con las ideas de los patriotas. Y por lo mismo recuperar para la conciencia nacional realidades históricas que han sido reprimidas y que a lo mejor se constituyeron en sombra durante estos dos siglos, que oscurecía la comprensión del ser total de este país. La editorial Abya-Yala, en una nueva demostración de su interés por la cultura ecuatoriana, a través de la divulgación de los aspectos históricos y antropológicos de nuestra sociedad, ha posibilitado que estas cartas de Pedro Pérez Muñoz, inéditas en el Archivo de Indias, hasta que fueron descubiertas por Fernando Hidalgo Nistri sean conocidas en el Ecuador.

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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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acia principios de la década de los ochenta, nuestro eminente historiador Jorge Salvador Lara hacía notar lo lejos que estaba la conclusión de la tarea de identificar, recopilar y publicar las fuentes documentales que hacen referencia directa a la Revolución quiteña1. Esta verdad sin paleativos la hemos visto confirmada muy a menudo gracias a nuestras diarias incursiones por los archivos ecuatorianos y europeos. Los diferentes avatares corridos por la documentación o los cauces a través de los cuales ésta fue tramitada explican su actual estado de dispersión por distintos países. Una muestra de ello es que no menos de doce archivos públicos de Europa y América contienen información directamente relacionada con estos acontecimientos. La diseminación de los expedientes, empero, no sólo se reduce a un problema de tipo geográfico, sino que esta circunstancia se repite con mucha frecuencia en el interior de los mismos repositorios. Los distintos criterios de organización archivística utilizados para clasificar documentos no siempre han sido compatibles con la posibilidad de formar grandes corpus en donde ésta pudiera quedar reunida y debidamente ordenada. Bajo circunstancias de este tipo no es raro que el historiador se tope con sorpresas en donde menos se esperan. Buena prueba de ello es que el hallazgo de este epistolario se debe, precisamente, a una de esas casualidades. Dentro de este marco, pues, la publicación del Compendio de la rebelión de América aspira ser un pequeño aporte a la gran tarea

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1 Jorge Salvador Lara, “Estudio introductorio”, en: La Revolución de Quito, 1809-1822, Quito, 1982, pp. 18-19. 17

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de recopilar y sistematizar las fuentes históricas que de una forma u otra hacen referencia a la Revolución de Quito. La publicación del Compendio elaborado por Pérez Muñoz, empero, no sólo contribuirá a ampliar el fondo documental que generó la Revolución Quiteña, sino que además será útil para entender las posturas que mantuvo el colectivo de los chapetones. Acostumbrados, en la mayor parte de los casos, a leer relatos en donde los autores han propendido a la heroicización de los principales actores de la gesta insurgente, en esta colección epistolar se nos ofrece, por el contrario, una contraimagen de tales versiones. Aquí los héroes son hombres ruines y villanos y las aspiraciones de independencia pensamientos que son fruto de un ambiente corrompido. Para quienes sólo han tenido la oportunidad de leer los clásicos laudatorios de la Revolución Quiteña, el contenido de este libro les provocará desconcierto y confusión. Las visiones opuestas a la gesta insurgente quiteña normalmente han tenido como origen la opinión de funcionarios reales que de una forma u otra fueron testigos de lo ocurrido en este conflictivo período. En este sentido, pues, hacía mucha falta una versión que recogiera los puntos de vista, tanto de la comunidad española afincada en Quito como de la de los criollos que optaron por mantenerse fieles a la causa del Rey. Esto, sin embargo, no debe conducir al error de pensar que el presente epistolario es un reflejo fiel de los sentimientos y de las opiniones que mantuvo este sector. El hecho de que Pedro Pérez Muñoz se hubiese convertido en una de las cabezas más visibles de la oposición no necesariamente le confiere la gracia de la representatividad. Los contenidos del Compendio deben ser entendidos tan sólo en función de la capacidad que poseen para introducirnos en el mundo del colectivo desafecto a la revolución. Algo que llama la atención respecto de los sucesos acaecidos en los “tiempos revueltos” que transcurrieron entre 1809 y 1815 es la marcada escasez de memorias o de versiones no oficiales redactadas por testigos directos de esos acontecimientos. Las excepciones a esta regla son unas cuan18

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tas cartas privadas, la Relación histórica de William Bennett Stevenson2 y algún otro trabajo más. Esta peculiaridad ha dado pie a que los diversos estudios que se han dedicado a tratar este tema hayan tenido que servirse casi única y exclusivamente de fuentes producidas a través de cauces y medios oficiales. Un buen ejemplo de esta clase de trabajos son los procesos instruidos en contra de los principales implicados en los acontecimientos o la colección de informes de los funcionarios encargados de reprimir el movimiento. Las contribuciones de José G. Navarro, Carlos de la Torre, Manuel María Borrero, Isaac J. Barrera, Alfredo Ponce, etc., se inspiran en buena parte en dichas fuentes3. Si bien no es posible ignorar que este tipo de documentos constituyen un instrumento imprescindible para lograr una buena aproximación a la Revolución Quiteña, no es menos cierto que la naturaleza y el alcance de sus contenidos tienden a limitar la comprensión del pasado histórico. Después de todo, la complejidad del movimiento insurgente no se agota en lo meramente acontecimental. La rigidez que caracteriza los procesos judiciales y el cálculo premeditado en el que se enmarcan los testimonios suelen ser limitantes que impiden percibir los detalles que constituyen el telón de fondo de los grandes eventos o la trastienda de la vida pública y privada. En este sentido, el Compendio de Pedro Pérez Muñoz que ahora se pone a disposición de la comunidad académica es un instrumento privilegiado que sin duda va a contribuir a esclarecer el contexto dentro del cual se produjo la Revolución Quiteña. A diferencia de otro tipo de fuentes, la información que contiene este curioso documento no sólo ofrece un relato lineal u horizontal sino que también permite la cata en profundidad de una comunidad que se hallaba en ple2 William Benett Stevenson, A Historical and Descriptive Narrative of Twenty Year’s Residence in South America, 3 Vols, London, 1829. Hay una edición moderna publicada por la Editorial Aby-Ayala de Quito. 3 Carlos de la Torre Reyes, La Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809, Quito, 1961. José Gabriel Navarro, La Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809, Quito, 1962. Manuel María Borrero, Quito, Luz de América, Quito, 1959. Alfredo Ponce Rivadeneira, Quito, 18091812, Madrid, 1960. 19

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no proceso de cambio. Los comportamientos de los hombres y familias de la Revolución o la compleja mecánica de los nexos sanguíneos queda muy bien transparentada. Por otra parte, el Compendio contiene una interesantísima colección de datos de primera mano, buena parte de los cuales han permanecido hasta hoy desconocidos4. Una muestra fidedigna de ello son las misteriosas razones que ocultaba una expedición militar quiteña que Carondelet había dirigido a Panamá5; las reveladoras descripciones en torno al comportamiento de las comunidades indígenas locales6; las iniciativas de insurrección del pueblo bajo o los detalles relativos al establecimiento de las primeras logias masónicas. Lo sugerente que resulta este tipo de información va a permitir a los historiadores explorar en campos todavía inéditos y a otorgar nuevos significados a un cúmulo de acontecimientos que tienen una carga simbólica muy importante para nosotros. El presente documento fue concebido a la manera de una acusación de un momento histórico marcado por el derrumbe del imperio español en América. Tal como el mismo autor se encarga de recalcar, su obra pretende “demostrar las causas próximas y remotas, las directas e indirectas” así como denunciar a “los agentes internos y externos” que encendieron “el fuego de la discordia y de la desolación”7. Por el tono utilizado y las materias que trata, Pérez Muñoz tiende a asemejarse mucho a esos enviados secretos que informaban a la Metrópoli de todo aquello que solían callar las

4 Según se hace constar en el propio epistolario, Pedro Pérez Muñoz escribió este trabajo durante el transcurso del año 1815. Con toda seguridad el manuscrito fue confeccionado en la ciudad de Guayaquil en los meses previos a que tuviera lugar su embarque definitivo a España. La conclusión tiene fecha del 31 de diciembre de 1815. 5 Véase la carta Nº 15. Esta expedición se trata con toda seguridad de una fuerza que en 1806 fue enviada por Carondelet a fin de proteger el puerto de Panamá de posibles incursiones inglesas. El contingente de aproximadamente cuatrocientos soldados de infantería se hallaba al mando del Capitán Salinas. 6 Véanse las cartas Nº 5, 18 y 22. 7 Véase la carta Nº 2. 20

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autoridades que se habían vuelto corruptas. Los contenidos del Compendio fueron redactados a través de la óptica de quien, ciertamente, era un fiel y sincero devoto del absolutismo monárquico. Buena prueba de ello es que en España también estuvo perseguido por oponerse al partido de los constitucionalistas8. El pensamiento que aquí plasma el autor va en buena medida a reflejar esa corriente ideológica que marcó el reinado de Carlos IV y que, a criterio de los sectores más liberales, había dejado de ser un agente impulsor de la tan deseada modernidad. De ahí, pues, que no deba extrañarnos que la tónica del Compendio sea la de expresar los temores existentes respecto de una “ilustración americana” que, al haber ilegitimado al propio poder que la instituyó, se había tornado en un peligro. Bajo estos criterios, la imagen que se quiso transmitir fue la de los triunfos de una Babilonia infernal revelada contra Dios y contra el Rey o lo que es lo mismo, el enfrentamiento entre una España portadora de los valores de la civilización y un Quito atacado por el cáncer de la corrupción política y moral. Más, aún, por el tono y el lenguaje empleado en ciertos pasajes, nos parece que el autor prefigura ya el conflicto liberal-laico y católico-conservador que estallaría en el Ecuador republicano. Véase si no la denuncia que hace de unos eclesiásticos que predicaban doctrinas materialistas9. Otro punto que tampoco puede pasar desapercibido es el hecho relativo a los prejuicios que entonces se albergaban con respecto a los criollos y que de alguna manera fueron utilizados para deslegitimizar sus aspiraciones de tipo político. En efecto, en Pérez Muñoz es posible encontrar toda una serie de ribetes que evidencian de manera fehaciente la existencia de un fuerte sentimiento de “superioridad” entre los peninsulares respecto de los americanos. “Toda comparación es odiosa –dice Pérez Muñoz– igualar al blanco europeo con el criollo sería agraviar a la razón”10. Si se leen determinados textos se puede señalar que dos son las causas que habían llevado a los

8 AGI. Santa Fé, 552. Informe sobre que se le concedan a Pedro Pérez Muñoz tierras en Andalucía, Madrid, 4 de agosto de 1824. 9 Véase la carta Nº 26. 10 Véase la carta Nº 6. 21

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blancos del Nuevo Mundo a retroceder en la escala de la moral. Por un lado, el medio americano no constituía un lugar adecuado para el nacimiento de la virtud sino más bien un sitio propicio para que la depravación y el vicio campearan a sus anchas. La muerte del padre europeo es percibida como la ruptura de un dique que permite la acción nefasta del entorno social sobre sus hijos11. Por otro, el mestizaje también es visto como un factor que fomenta la degeneración de los valores morales que habían sido transportados por los blancos. “El mestizo es un hombre ni blanco ni indio que tiene de las malas inclinaciones de uno y otro”12. Bajo los condicionamientos que encierra esta premisa, la consecuencia necesaria desembocaba en pensar a los descendientes de las familias españolas como seres destinados a volverse corruptos. Aun cuando detrás de este tipo de afirmaciones se pueden encontrar los fundamentos de una teoría acerca de la incapacidad de los criollos para ejercer funciones de gobierno, lo más probable es que sólo se trate de la constatación del abismo que se había formado entre americanos y europeos peninsulares. ¿Pero qué es lo que ha visto Pérez Muñoz en el Quito de fines del antiguo régimen? Ciertamente una sociedad que a partir de sus propias originalidades ha evolucionado hacia unos derroteros considerados como peligrosos. Sus descripciones reflejan claramente el comportamiento de una comunidad revuelta que se debate entre el peso de la tradición y el de una modernidad que le ha sido insuflada por las luces del siglo. Es testigo de cómo campos de interés completamente inéditos empiezan a buscar puntos de apoyo en un mundo uniformado por referencias e imaginarios propios del antiguo régimen. En efecto, para las fechas en que se escribe el Compendio, ha hecho ya eclosión toda una corriente intelectual que se ha marcado como meta fijar los rasgos de una identidad nacional. La Historia del Reino de Quito de Juan de Velasco hizo evidente un pasado propio

11 Véase la carta Nº 6. 12 Véase la carta Nº 5. 22

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y autónomo que nos confería una personalidad histórica independiente de la del viejo mundo. Los capítulos dedicados a tratar los temas relacionados con la naturaleza y el medio geográfico fomentaron, asimismo, una conciencia de lo “nuestro” y de las originalidades que nos son propias. Este reencuentro con la naturaleza propiciará décadas más tarde una imagen de la “patria” íntimamente relacionada con figuras evocadoras de nuestra flora y de nuestros paisajes. La apoteosis de la selva tropical y de los grandes macizos andinos que formó parte consubstancial de la imaginación política republicana se inspiró en la Historia Natural y en los trabajos de los primeros naturalistas criollos. De forma concomitante, ha aparecido entre las élites quiteñas una voluntad de cambio o, lo que es lo mismo, una necesidad de proceder a una cesura con el pasado. La búsqueda de la novedad llega a ser una obsesión y el futuro se convierte en objeto de reflexión en la medida en que se empieza a imaginar un “deber ser” quiteño o una “patria deseada”. De ahí que uno de los principales productos del pensamiento criollo de la época hubiese sido el desarrollo de una mentalidad utópica. Desde otra perspectiva, Pérez Muñoz fue un observador privilegiado del proceso de adopción de una nueva cultura política que tuvo por objeto superar los referentes y las prácticas del estilo del viejo régimen. Hacia fines del S. XVIII se estrenan en Quito lo que bien podemos llamar instrumentos de la “modernidad”. Muchas son las innovaciones que se producen en este sentido. En esos años aparece ya un principio de escena pública que no es sino el resultado de la búsqueda de una nueva legitimidad: la del pueblo soberano o de la nación. La disputa por el poder, que tradicionalmente se efectuaba dentro del campo de lo privado, empieza poco a poco a invadir el de lo público. El periódico Primicias de la Cultura de Quito, las Sociedades Económicas de Amigos del País o las logias masónicas van a conformar este primer espacio. Asimismo, otra de las grandes innovaciones que se experimentaron en la época fue la de la aparición de las nociones de individuo e igualdad que, como se sabe, son consustanciales a las prácticas políticas de nuevo cuño. Organizaciones como las citadas fueron las responsables de esta mutación puesto que fomentaron la creación de círculos en los que se reúnen, sin distinción de rango, hombres perte23

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necientes a diferentes estamentos13. De esta manera, pues, a través de las llamadas “sociabilidades democráticas”, el individuo logró sustituir al gran actor del viejo régimen, el cuerpo. Dadas las características que tuvo este movimiento intelectual, surgió por fuerza una nueva noción de legitimidad, circunstancia ésta que, precisamente, fijó los límites y volvió paradójico un proceso de cambio que inicialmente había venido siendo fomentado por los propios ilustrados de la Corte. Las prácticas democráticas que se ejercían dentro de las logias masónicas o dentro de organizaciones como la Escuela de la Concordia consagraban la voluntad general como la nueva fuente de legitimidad. La vieja idea de un príncipe elegido por la voluntad de Dios había empezado, pues, a dejar de ser inteligible aun en el lejano Quito. Este cambio producido es el que va a ser objeto de cuestionamiento por Pérez Muñoz y el que a su vez le va a permitir hablar de rebelión, insurrección e independencia. En este sentido, nuestro autor va a reproducir en Quito un discurso semejante al que diseñaron en España los más afectos a una Monarquía de corte absolutista. Esta profusión de novedades va a ser, asimismo, la que va a inspirarle una nueva pedagogía política que debía ser capaz de reenmarcar en el registro del imaginario absolutista nociones tales como las de patria o legitimidad. Sus conceptos principales aparecen descritos en el boceto de catecismo que preparó para estos efectos14. Como se deduce, el significado que tienen logros como éstos radicó en el hecho de que constituyeron el punto de partida de todo un proceso de desestabilización de los antiguos valores, que no concluyó sino décadas después de producida la ascensión al poder del liberalismo. Lo ocurrido en estos años no fue, por lo tanto, “una transformación meramente jurídica”

13 Sobre este tema puede consultarse a Francisco Guerra, Modernidad e independencias, Madrid, 1992, p. 85 y ss. 14 Véase la carta Nº 28. 24

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tal como había afirmado el eminente Julio Tobar Donoso, sino algo que tuvo mucho más relevancia15. Si se acepta ésto, habría que convenir que la Audiencia de Quito o, al menos una parte de ella, estuvo sufriendo una verdadera revolución entre las décadas de 1780 y 1820 aproximadamente. De igual manera, determinado tipo de observaciones nos conducen a aceptar como algo más o menos generalizado el fuerte ascendiente que tuvieron las ideas políticas de corte “afrancesado” en la formación ideológica de la insurgencia quiteña. Sería un error pensar el renacimiento del iusnaturalismo en términos de un retorno al pasado o de una exclusión de esa modernidad que habían difundido los “philosophes”. Concretamente, el renacimiento del pactismo, logró acoplarse admirablemente al espíritu innovador que se respiraba en América. Las enseñanzas de Grocio, Puffendorf o Suárez proporcionaron muchos de los argumentos teóricos que buscaban las élites para exigir esas libertades que no sólo les permitirían obtener un mayor grado de autonomía sino que también podían ser utilizadas para justificar la revuelta contra el Príncipe injusto. Los cambios que desde el punto de vista ideológico y mental estaba sufriendo la sociedad quiteña de la época, empero, no nos autorizan a hablar de una modernidad ampliada y perfectamente enraizada. Sería engañarnos si dijéramos que nuestro autor contempló a los pies del Pichincha una comunidad moderna. Tanto el texto elaborado por Pérez Muñoz como otros documentos nos dejan apreciar que detrás del discurso ilustrado yacía escondido un poderoso universo tradicional. Un repaso pormenorizado del funcionamiento de esta comunidad nos permitirá percibir cómo en ésta no habían perdido vigencia una multitud de prácticas del tipo del Antiguo Régimen16. Si tal como hemos dicho, en muchos sentidos las élites criollas locales se habían mostrado muy precoces para asimilar la no15 Julio Tobar Donoso, “La transformación de 1809 fue eminentemente jurídica, en: Boletín de la Academia Nacional de Historia, Nº 95, Quito, Enero-Junio de 1960. 16 Sobre este tema véase el sugerente trabajo de M. D. Demelas e Yves Saint-Geours, Jerusalén y Babilonia. Religión y política en el Ecuador. 1780-1880, Quito, 1988. 25

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vedad, no es menos cierto que el fardo de la tradición fue una carga que tardó mucho tiempo en ser abandonada. En aquellos años, la búsqueda del individuo todavía tropezaba contra el muro de una sociedad estamental y corporativa que no irá a desaparecer sino mucho tiempo después. Las revueltas quiteñas que se produjeron entre 1809 y 1812 son todavía un asunto que se maneja dentro de ámbitos regulados por pactos de tipo familiar. La estricta y bien delimitada taxonomía de las diferentes fisonomías raciales que efectúa Pérez Muñoz refleja claramente cómo el Quito de principios del siglo pasado era una sociedad compartimentada en la cual el hombre no era pensable sino en términos de su pertenencia a un grupo concreto. La función que cumplen los diferentes clanes y estirpes con sus redes de parentesco y ámbitos de influencia remiten más a un sistema de prácticas y de valores muy propios del Antiguo Régimen antes que a una sociedad de cuño moderno. Asimismo, cuando los insurgentes quiteños intervienen, su actuación no lo es a título individual sino que con ellos se ponen en marcha viejos mecanismos que movilizan una constelación de parentelas y de clientelas adscritas a clanes determinados. El caso de los Caicedo de Cali o el de los Larrea de Quito, estirpes que son expresamente mencionadas por el autor, muestran la importancia y el peso que tuvo la institución de la familia en la revuelta insurgente17. En la visión general que presenta el compendio aparecen manifiestas las contradicciones y am-

17 Vale la pena transcribir algunas de las observaciones que realizaron funcionarios de la época relativas al comportamiento político de estos clanes familiares. El primer testimonio corresponde, precisamente, a la familia Caicedo de Cali. El Cabildo de la ciudad en cuestión se refería de la siguiente manera: “... así mismo de las inquietudes que padece esta ciudad de tres años a esta parte, causados por una familia vecinos de ella, apellidados Caicedos, quienes revestidos de soberanía, en sus ánimos acaudalados, tienen sorprendidos a todo este vecindario, con tan despótico dominio y sin conocer superioridad, que arrastraron a la más execrable maldad, como fue el levantarse esta familia, sus familiares y amigos y comensales, la noche del día veinte de febrero de setecientos cuarenta y tres con la Real Justicia, de mano armada y de hecho pensado...” AGI. Quito, 139. El Cabildo de Cali informa a S.M., Cali, 11 de octubre de 1749. El segundo testimonio describe muy bien la trama del poder familiar hacia 1814. “Tales circunstancias en grado heróico no han podido impe26

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bigüedades que embargaban a una sociedad colonial en franco proceso de cambio. Esto es, al mismo tiempo que se describen los progresos de la modernidad también sobresale el trasfondo de un mundo que todavía se halla firmemente anclado en el pasado. No obstante ello y pese a todo lo paradójico que pueda parecer, el paulatino avance de los paradigmas de la ilustración criolla se llevó a cabo a partir de la utilización de estructuras antiguas. Lo moderno, pues, cabalgó durante mucho tiempo sobre los lomos de la tradición. Otro de los puntos que no pueden dejar de mencionarse es aquel que trata sobre la influencia que ejercieron los extranjeros antes y durante la primera fase del período de insurgencia. Relativamente mucho se conoce sobre las funciones que desempeñaron los oficiales y agentes ingleses a todo lo largo del proceso de independencia. Esto mismo, sin embargo, no puede decirse respecto del papel que cumplieron en el Virreinato los extranjeros de otras nacionalidades con anterioridad al año 1812. Nadie ignora quiénes fueron O’Leary, Illingworth o Hall, pero la vida y las activi-

… dir que deje de haber entre tantos o casi todos buenos, algunos malos. Diferentes familias y aun las más principales de Guayaquil emparentadas con otras de Quito o sus lugares, otra crecida porción con íntimas relaciones por sus negocios y comercios con aquellas, un cuerpo de curas, muchos quiteños, y otros que pueden considerarse tales [...] y los revoltosos que como en todas partes no faltan aquí, ha ofrecido todo bastante que hacer a mi cuidado en diferenes épocas...” AGI. Quito, 262. Juan Vasco al Secretario de Estado y Guerra, Guayaquil, 6 de julio de 1814. El último, a través de la familia lojana de los Valdivieso, hace referencia a la situación que se vivía en la ciudad de Loja hacia el año de 1813. “Todos estos accidentes y otros difíciles de numerar y con que sólo fatigaría la atención de V.A.S acabaron de subyugar este vecindario de manera que aunque se contasen algunos pocos ciudadanos buenos y otros que por su condición y poca inteligencia prescindían de todo, era imposible proceder en juicio sobre sus atentados y escandalosas producciones por absoluta falta de testigos que comprueben; pues los habitantes o unidos y cómplices, o dependientes en muchos ramos, hasta en el de subsistencia, tiemblan de poner contra un pudiente y atraerse su odio y persecución que han reconocido implacable y feraz”. AGI. Quito, 274. “Informa Tomás Ruiz Gómez de Quevedo de lo ocurrido el día de la implantación de la Constitución”. Quito, 1 de noviembre de 1813. 27

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dades que desarrolló ese ejército de médicos franceses que durante casi medio siglo pululó por las poblaciones andinas no ha sido suficientemente aclarado. El trabajo del colombiano Sergio Elías Ortíz, lamentablemente, sólo reseña la actuación de los franceses con posterioridad al año 1812. Las sugerentes observaciones de Pérez Muñoz resultan en este sentido de mucha utilidad puesto que de alguna manera contribuyen a iluminar la obscuridad existente en torno a este punto. El efecto más claro que se derivó de la llegada del contingente de extranjeros fue el de contribuir a la ruptura del severo monopolio ideológico que ejercía la Metrópoli. Un buen indicio de ello fue el hecho de que se acusara a “individuos de nacionalidad francesa” de la publicación clandestina de Los Derechos del Hombre que se efectuó en Bogotá en 179418. Pérez Muñoz, por su parte, no vacila en sostener la existencia de un complot napoleónico cuyo fin último debía ser la incorporación de la América hispana a la órbita de una “Monarquía universal” gala19. No menos importante es la observación efectuada en la carta Nº 14 acerca de la filtración de ideas revolucionarias a través de periódicos impresos en Jamaica. La inquietud que los forasteros provocaron llevó a que las autoridades se mantuvieran en alerta permanente. Hacia 1790, por ejemplo, el Presidente Antonio de Mon y Velarde manifestaba ya su preocupación ante la posibilidad de que “algunos individuos de la Asamblea Nacional”, establecidos en la Nueva Granada, pudieran propagar “especies sediciosas”20. En otros casos, el cordón sanitario tendido por la Corona fue vulnerado por el fuerte ascendiente que tuvieron personajes de la talla de Humboldt. Las aseveraciones que en este sentido se hacen en el Compendio pueden verse refrendadas, tanto por la simpatía que siempre manifestó el sabio prusiano por la causa de la independencia como por la gran influencia que llegó a ejercer sobre las élites criollas. El pensamiento 18 Sergio Elías Ortíz, Franceses en la independencia de la Gran Colombia, Bogotá, 1971, p. 14. 19 Véase la carta Nº 15. 20 AGI. Quito, 233. Carta de Antonio de Mon y Velarde al Consejo, Quito, 18 de septiembre de 1790. 28

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del Barón, como se sabe, irá a ser uno de los grandes referentes que durante mucho tiempo inspirarán la imaginación política en América. Aun cuando con toda probabilidad nunca se llegará a determinar con exactitud el grado de influencia que se ejerció sobre el patriciado criollo, sí es evidente que de este contacto surgió una tendencia de “afrancesados”. En 1810, por ejemplo, se decía que “la familia de los Montúfar con sus satélites” admiraban a Napoleón y que poseían un retrato suyo “en una casa vacía de santos”21. En todo caso, la irrupción más clara de este espíritu tendrá lugar en las primeras décadas del período republicano en donde van a aparecer claras referencias a la Revolución de 178922. Ciertos intelectuales de tendencia conservadora, empeñados en defender la originalidad y la integridad católica de los próceres y del movimiento, han venido negando de forma sistemática el “afrancesamiento” de éstos. Después de todo, emparentar lo ocurrido en Quito con las impiedades de los filósofos que habían inspirado la Revolución de 1789 ha equivalido de alguna manera a excluir el hecho religioso de un acontecimiento que, como se sabe, ha pasado a convertirse en un acto fundacional del Ecuador actual. Por último, la importancia del contingente extrajero también se puede ver reflejada en el influjo que ejercieron para modificar las costumbres y la vida cuotidiana de los criollos. El aporte de una nueva cultura política, ciertamente, no vino en solitario. Junto a él penetraron hábitos, modas y gustos que alteraron considerablemente las formas de ser y de estar de unas élites apegadas a tradiciones de mucho arraigo y muy distantes de los focos en donde la novedad se producía. Pérez Muñoz refleja muy bien la situación creada por los forasteros: “Los extranjeros que han venido de cocineros, reposteros, ayudas de cámara y otras ocupaciones semejantes [a 21 AGI, Div 1, Carta anónima dirigida al Obispo Quintián y Ponte, Quito, 6 de diciembre de 1810. 22 Un estudio interesante sobre este tema puede verse en: Georges Lomnê, “La revolución francesa y lo simbólico en la liturgia política bolivariana”, en, Miscelánea histórica ecuatoriana, Nº 2, Quito, 1990. 29

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la vez que difundieron] opiniones bien perjudiciales a la religión [también popularizaron] costumbres italianas y francesas”23. El influjo que se ejerció en estos campos no conviene que sea infravalorado. Todo lo contrario, las evidencias y el contexto en que éste se enmarcó resultan ser de particular importancia debido a que contribuyen a pensar, tanto el fenómeno de ruptura con lo hispánico que tuvo lugar a lo largo del siglo XIX como la aceleración del proceso de bifurcación cultural que se produjo entre los blancos-criollos y los demás grupos étnicos. Las nuevas modas, costumbres y formas de estar, no cabe duda, fueron las responsables de una primera fractura de un modus vivendi que gracias a sus imbricaciones e intercabios a lo largo de aproximadamente 250 años habían formado la cultura mestiza. Muchas prácticas y conductas de este tipo que antes habían estado muy arraigadas van a dejar de estarlo a nombre de la “civilización” y de un recién estrenado “buen gusto”. Los relatos de los viajeros que visitaron la América Hispana en la década de 1820 están repletos de observaciones que hacen hincapié en las modas recién adquiridas24. Otro de los aspectos centrales del documento revela cómo hacia fines del S. XVIII y principios del siguiente las comunidades indígenas y el pueblo bajo de las ciudades serranas habían desarrollado sus propios mecanismos de rebelión. Probablemente los más interesantes resulten ser los “milenarismos andinos” del tipo conocido como Inkarri que aparecieron en los ámbitos rurales de la región serrana. Según dan a entender las afirmaciones de Pérez Muñoz, entre determinados grupos étnicos había cobrado mucha fuerza la idea acerca de la resurrección y próxima venida del Inca25. Las danzas y cantos que realizaban en sus fiestas tenían como uno de sus principales motivos la representación de las “Pallas” y del día en que

23 Véase la carta Nº 7. 24 Véase por ejemplo: Gaspard Mollien, Viaje por la República de Colombia, Bogotá, 1944. Julián Mellet, Viajes por el interior de la América Meridional, (1808-1820), Santiago de Chile, 1959. Jean Baptiste Boussingault, Memorias de Boussingault, Bogotá, 1985. 25 Véase las cartas Nº 5, 18 y 19. 30

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se haría efectivo el retorno de su Señor natural para volver a ordenar el mundo. “Los indios –dice nuestro autor– conservan sus usos e inclinaciones y aún esperan la venida de su Inca quién los ha de volver a su primitivo estado”26. El hallazgo de este tipo de profecías tiene un relieve muy especial en la medida en que a través de ellas es posible extender hacia el espacio quiteño el radio de influencia de una “escatología andina” que los especialistas han tendido a limitar al área peruano-boliviana. Dentro del ámbito urbano también existieron movimientos que, sin aspirar a un reordenamiento del universo aborigen, ejercieron algun tipo de rebelión que generó numerosas situaciones de riesgo para las élites quiteñas. Muy significativa resulta la conducta de dos curiosos personajes, los indígenas Caparredonda y Tabango. Estos, según el Compendio habían llegado a formar “dos partidos” con el objeto de erigirse, uno de los dos, en “rey” y luego proceder a un “total exterminio de los blancos”. En un oficio dirigido al Obispo Andrés Quintián y Ponte un observador anónimo calificaba a los integrantes de este tipo de movimientos como “una plebe acéfala y enardecida” a quien había que “disimular sus atentados para tenerla grata”27. No obstante la realidad de estos testimonios nos inclinamos a pensar que en la práctica se produjo una relación de convivencia entre estos sectores y las élites quiteñas. A modo de hipótesis incluso podríamos sostener que los dos líderes populares arriba indicados probablemente fueron los principales nexos de enlance que, en su momento, permitieron que el patriciado insurgente contara con el apoyo del pueblo bajo. Un indicio que de alguna manera puede avalar esta suposición es el hecho de que Caparredonda llegó a ostentar el grado de “comandante” en la segunda rebelión del año 181028. Desde otra perspectiva, los testimonios de Pérez Muñoz tam-

26 Para el caso peruano puede verse el clásico de Nathan Wachtel, Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570), Madrid, 1976. 27 AGI, Diversos 1, Ramo 3, Nº 238. Oficio dirigido al Obispo Andrés Quintian y Ponte, Quito, 6 de diciembre de 1810. 28 Véase la carta Nº 29. 31

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bién conducen a pensar que este tipo de manifestaciones son la expresión de una de esas relaciones de clientelismo y solidaridad en las que estaban involucrados miembros de todas las clases y oficios. De hecho, cuando el autor describe la composición del movimiento insurgente, utiliza el calificativo de juanescas (fanescas) para expresar este tipo de particularidades29. El tema del retorno del Inca no sólo se limitó al exclusivo ámbito del mundo indígena sino que éste trascendió mucho más allá de esta esfera, gracias sobre todo a que las élites criollas también se embarcaron en la tarea de resucitar la imagen de los viejos señores étnicos. La necesidad de implementar un discurso político enunciador de una nueva legitimidad llevó a crear versiones suigeneris que representan una vuelta triunfal de las antiguas estirpes aborígenes. La urgencia de sentirse diferentes respecto de los “chapetones” y la de elaborarse una identidad propia les condujo a la aventura de apoderarse del pasado étnico precolombino30. La búsqueda de este principio fue un fenómeno que afectó prácticamente a toda la América Hispana y sus antecedentes más lejanos pueden, acaso, encontrarse en esas formas recreadas del mundo indígena que impulsaron los Jesuitas. Para el caso de la Audiencia de Quito, Juan de Velasco fue el máximo exponente de este movimiento intelectual31. La exploración del pasado “clásico” americano, sin embargo, sólo fue una parcela de un fenómeno de mucha mayor envergadura. Los demás significados que pudieron derivarse de este ejercicio de reflexión estimularon grandemente la imaginación política de los criollos en orden a convertir este nuevo estatuto de legitimidad en un proyecto político. Dicho de manera más explícita, la posibilidad de trazar una linde entre criollos y chapetones debe ser vista como una maniobra intelectual tendiente a cuestionar la continuidad del ejercicio del 29 Véase la carta Nº 30. 30 Véase la carta Nº 21. 31 A nuestro primer historiador podrían agregarse otros jesuitas que desempeñaron una función parecida. Entre otros podemos citar a Francisco Javier Clavijero, el autor de la célebre Historia antica del Messico, Juan Ignacio Molina, Francisco Xavier Alegre, etc. 32

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poder metropolitano en las Américas. La apropiación del pasado indígena tuvo como fin establecer una suerte de genealogía de la que pudiera deducirse una vinculación directa de sucesión entre los antiguos señores étnicos y los criollos. A través de este ejercicio de reflexión se perseguía dejar muy en claro dos cosas. Primero, que el reconocimiento por parte de las élites locales de un pasado “clásico” precolombino distinto del de los peninsulares suponía el descubrimiento de una fuente proveedora de legitimidades y de derechos políticos. Lo segundo no era sino una derivación inmediata de esto: si nosotros somos los sucesores y los depositarios directos de esa antigua herencia, la presencia de España en el Nuevo Mundo carece de sentido y sólo puede ser el resultado de un acto tiránico de usurpación. La apropiación del pasado indígena va a adquirir pleno significado una vez concluido el movimiento emancipador dado que finalmente la historia antigua va a recobrar su continuidad. Así pues, a través de la gesta de la Independencia, la historia aborigen es vindicada y reencauzada en orden al cumplimiento de su propio destino32. Como se sabe, la implementación de esta imaginaria genealogía entró en su apogeo durante y después de las guerras por la independencia. La obra poética de José Joaquín de Olmedo refleja muy bien este deseo de inventar unos vínculos culturales. Recordemos si no aquella escena en la cual Huaina-Cápac, el verdadero poseedor de la legitimidad, traspasa esta facultad a su sucesor y vengador: el Libertador Bolívar33. Con este acto, pues, la historia del pueblo americano no sólo recobró su continuidad sino que también quedó

32 Sobre esta cuestión pueden encontrarse estudios más extensos en: Anthony Pagden, Spanish Imperialism and the Politica Imagination, Yale, 1990. Georges Lomnê, “La Revolución francesa y lo simbólico en la liturgia política bolivariana”, en: Miscelanea historica ecuatoriana, Nº 2, Quito, 1989. 33 Durante el período independentista y postindependentista, en el Ecuador se explotó al máximo este tema. Las alegorías al pasado indígena no sólo fueron un producto de la inspiración de Olmedo. Manuel López, un desconocido poeta guayaquileño, compuso un poema en honor al supuesto señor natural llamado Guayas. Manuel López, “La sombra de Guayas”, en: Revista del Archivo Histórico del Guayas, Nº 2, (Diciembre de 1972), Guayaquil. 33

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restituida. Las metáforas que en este sentido utilizó Francisco Talbot son aleccionadoras: “Nada podía simbolizar mejor la libertad proclamada [...] que un indio, señor primitivo de ella, de pie, alta la frente, clavando de punta su lanza en el suelo redimido, como en señal de que la lucha por acabar con la esclavitud había terminado...”34 La búsqueda de lo aborigen como elemento legitimizador de un nuevo orden también tuvo oportunidad de plasmarse en importantes operaciones de recodificación de los lugares de memoria. Así, por ejemplo, las nuevas monedas empezaron a circular marcadas con las efigies de antiguos “príncipes de la gentilidad” y los viejos topónimos precolombinos fueron resucitados o bien inventados. El Virreinato de Nueva Granada mudó de nombre pasando a llamarse Cundinamarca y, según refiere Isaac J. Barrera, uno de los nombres que se barajaron para denominar a nuestro país fue el de La Atahualpina35. De forma paralela a los cambios que estaba sufriendo la sociedad quiteña, se planteó el problema de definir la “patria”. Aquí, como en otros casos, el autor deja entrever claramente cómo entre el patriciado criollo “y sus satélites”, este concepto se encontraba sufriendo un importante proceso de transformación. Dos imágenes totalmente diferentes y hasta contradictorias se disputaban la primacía. Por un lado estaba la versión antigua o tradicional que reducía la idea de “patria” a una expresión meramente regional y, por otro, la de El Quito, cuyo alcance pretendía coincidir con la totalidad de la Audiencia y aún más. En la carta undécima se aprecian muy bien los términos de la primera noción: “La Patria entienden precisamente el suelo y el lugar donde han nacido y el que más extiende su conocimiento a la capital o ciudad más grande de su provincia”. Esta forma de pensar no era ciertamente un capricho, sino más bien el reflejo de un hecho cuya realidad era evidente: la fuerza de lo regional. Tal como se ha en-

34 Francisco Talbot, “El escudo de armas de Cuenca”, Boletín de la Biblioteca Nacional, Vol. I, Nº 4, Quito, 1918, p. 140. 35 Isaac J. Barrera, “Notas de historia y literatura”, Boletín de la Academia Nacional de Historia, Vol. XXXIII, Nº 82, Quito, (Jul-dic de 1953), p. 242. 34

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cargado de poner de relieve Ives Saint-Geours, una vez concluido el proceso de la independencia, la región demostró ser la estructura más sólida del país36. La Audiencia, en el sentido de una identidad y de una unidad político territorial, no constituía una noción tan próxima como podría creerse. Buena prueba de ello son las poderosas fuerzas centrífugas que, hasta por lo menos la década de 1860, impidieron la consolidación definitiva del país. Para la época en que se escribe el Compendio, las regiones que conforman la Audiencia son unidades político-geográficas que en la práctica no sólo mantienen un alto margen de autonomía política, sino que también poseen estructuras económicas propias y familias patricias nativas. El aislamiento geográfico y la falta de caminos fueron elementos adicionales que impidieron cualquier posibilidad de articular las regiones. Cuenca y Loja, por ejemplo, apenas si mantenían algún contacto con Quito. La idea de El Quito fue una creación relativamente moderna y su antecedente más importante se halla en la Historia del Reino de Quito de Juan de Velasco. El nuevo concepto de “patria” que englobaba esta idea pretendía la articulación de un espacio geográfico y la formación y consolidación de lo que hoy llamaríamos una identidad nacional. Este concepto puede, asimismo, ser entendido como una expresión de esas fuerzas centrípetas que a lo largo de todo el S. XIX pugnan por articular y unificar el espacio nacional ecuatoriano. Los insurgentes quiteños fueron, sin lugar a dudas, los que mejor lograron encarnar esta nueva noción. Ellos, en un momento especialmente emergente, van a tener la iniciativa de soldar un espacio desarticulado y fluctuante que estaba a punto de ser absorbido por la presión de los dos virreinatos vecinos. A este espíritu, como se sabe, también le correspondió un protagonismo de primer orden cuando en el conflictivo año de 1859 la fuerza de los poderes regionales logró disolver esa precaria unidad nacional que había nacido bajo el nombre de Ecuador. Por otro lado, esto ya lo hicimos notar párrafos atrás, los quiteños de fines de los S. XVIII y XIX

36 Ives Saint-Geours, “La Sierra Centro y Norte (1830-1925)”, en: Historia y región en el Ecuador, Quito, 1994, p. 143. 35

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dotaron a este espacio geográfico-político de una historia que se pretendía fuera una especie de seña de identidad propia y común. La nueva versión de “patria” va a estar, pues, íntimamente ligada a esa idea de nación que ha venido gestándose lentamente. De hecho serán las dos caras de una misma moneda. La consecuencia más importante será, por sus nuevos significados y por el contexto dentro del cual es utilizado, el concepto de “patria” resultará enormemente subversivo. En efecto, la nación-patria, al haber descubierto un pasado propio, también ha creído descubrir un futuro propio. La historia y el hecho diferencial se han convertido de esta manera, pues, en una nueva fuente de soberanía que suplanta a la del Rey. Como bien dice François X. Guerra, dentro de un sistema de referencias moderno, “sólo la nación” podía justificar la Independencia37. De ahí también el que Pérez Muñoz se esfuerce por querer mantener el concepto de “patria” que había sido concebido por el imaginario del absolutismo borbónico38. Si bien esta relación histórica fue elaborada desde una perspectiva muy sesgada y con el evidente interés de ser detractora de la conducta de los criollos involucrados en estos hechos, no es menos cierto que en esta colección también se ejerce una crítica soterrada a la Corona y a sus representantes. Las afirmaciones de Pérez Muñoz relativas a una monarquía lejana sintetizan toda una serie de errores de cálculo cometidos por los responsables máximos de la política de ultramar. El desmoronamiento del imperio en América y los males que lo asolan se identifican de manera más o menos solapada con la incapacidad de implementar un proyecto que pudiera aproximar España a sus posesiones. Opiniones como ésta, empero, no constituían ninguna novedad. El tema de propender a que los rayos del Monarca brillasen con más intensidad en estos territorios fue una constante a todo lo largo del reinado de los Borbones. Los reiterados intentos encaminados a densificar las estructuras burocráticas, la implementación de

37 Guerra, Modernidad, p. 148. 38 Véase la carta Nº 28. 36

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un ejército regular o los proyectos del Conde de Aranda son un buen ejemplo de ello. Dentro de esta tónica, Pérez Muñoz pretenderá dar solución, por lo menos, a dos problemas considerados cruciales. Por un lado abogará por la necesidad de terminar con las corruptelas surgidas de la convivencia entre criollos y funcionarios y, por otro, destacará la urgencia de reafirmar entre los americanos un sentimiento de pertenencia a la nación española39. El significado de estas dos tareas son útiles para explicar las grandes distancias que separaban a nuestro autor de los insurgentes quiteños. Mientras que para el primero, un cuerpo de funcionarios honrados garantizaría la llegada de la benéfica luz del Monarca, para los criollos, significaba la ruptura de un modus vivendi que tradicionalmente había limitado el poder absoluto. Para los americanos, que duda cabe, no había mejor rey que un rey lejano40. Respecto de la segunda cuestión, Pérez Muñoz también navega a contracorriente. Tal como ya hemos tenido oportunidad de destacar, para esta época, los americanos contaban ya con una noción nueva de patria que los identificaba más con su entorno inmediato que con la lejana Península. La imaginaria república que deseaban había sido dotada de una historia y de un futuro propios que, ciertamente, no ofrecían cabida alguna a las propuestas del Compendio. El contenido del catecismo elaborado por nuestro autor no es sino un intento vano por introducir unos referentes que ya resultaban muy difíciles de aceptar. Sevilla, septiembre de 1997

39 La pérdida del sentimiento de pertenencia a España que sufrió el patriciado criollo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII había adquirido magnitudes alarmantes. Las observaciones que en este sentido realizó Humboldt brillan por su elocuencia: “Los criollos prefieren que se les llame americanos; y desde la paz de Versalles y, especialmente, despues de 1789 se les oye decir muchas veces con orgullo: “yo no soy español, soy americano”, palabras que descubren los síntomas de un antiguo resentimiento”. Alejandro von Humboldt, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, México D.f., 1984. 40 Véase la carta Nº 13. 37

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COMPENDIO DE LA REBELION DE LA AMÉRICA. CAUSAS FISICAS, POLITICAS Y MORALES QUE LA HAN ORIGINADO. AGENTES INTERNOS Y EXTERNOS QUE HAN ACTUADO EL FUEGO DE LA REVOLUCION; EFECTOS SEGUIDOS A ELLA Y ARBITRIOS PARA CONTENER Y REMEDIAR LOS MALES; Y REGLAS PARA PRECABER EN ADELANTE LA TOTAL INDEPENDENCIA DE LA MADRE PATRIA. NOMINA DE LOS TRIBUNALES QUE ERIGIERON LOS TRAIDORES DE LA CIUDAD DE SAN FRANCISCO DE QUITO, CUNA DE LA INSURGENCIA Y NUMERACION DE LOS EMPLEADOS MAS PRINCIPALES EN ELLA. POR UN AMANTE DE LA VERDAD REMITIDA AL QUE MAS LA DESEA Y MAS OBLIGACION Y NECESIDAD TIENE DE SABERLA HASTA EL AÑO DE 1815 (2v) Carta 1

Amigo mío. La de VM fecha 18 de junio de 1814, en que me pide le comunique las noticias más circunstanciadas que pida de la Rebelión de las Américas, de los agentes que han encendido el fuego de la sedición, medios de que hayan valido para esto y efectos que se han seguido para poder hablar con un sujeto que desea ilustrarse en esta materia y a quien U. desea complacer, al paso que me ha llenado de júbilo por saber de su existencia, me obliga a darle gusto y servirlo en obsequio de nuestra amistad. Sin duda que U. ha formado concepto de que yo puedo llenar este encargo, ciertamente por la opinión en que me tiene de ingenuo y verídico, mas hablándole a U. con la misma verdad e ingenuidad que me carac41

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teriza, no me contemplo capaz de cumplir con un encargo semejante en todas sus partes, porque siendo estas regiones tan extensas, las gentes que las habitan tan complicadas y distintas, las causas que han concurrido para el transtorno muy diversas, y finalmente los agentes ocultos y manifiestos inmensos como también los funestos resultados, no es posible a mi limitada comprensión poder individualizar y especificarlo como corresponde, sobre todo referir los exabruptos, atrocidades, incendios, devastación, asesinatos, crueldades, impiedades y destrucción general que ha resultado. Con fecha 6 de Mayo del presente año de 1815, (2r) se ha insertado en la Gaceta del Gobierno de Lima, la Real Orden de 31 de junio del próximo pasado, en la que el Rey manda al Señor Virrey Marqués de la Concordia, nombre sujeto o sujetos que escriban imparcialmente y con criterio la obra de esta espantosa revolución, franqueándoles para el intento los documentos que sean necesarios para poder demostrar la verdad de los hechos con el fin de contrarrestar, desvanecer las imposturas y calumnias que han escrito y aún escriben los insurgentes; al mismo tiempo que con estas noticias y conocimientos precaver en lo sucesivo los males tan terribles que se han experimentado y todavía se experimentan. Con la indicada obra tendrá U. cuantas noticias quiera para tomar conocimiento de este negocio, pero entre tanto con el fin de que forme alguna idea regular y no coja de nuevo a su amigo su lectura, voy a referir cuanto he podido saber, viendo, absorbiendo y criticando con la mayor imparcialidad. Esto lo haré en cartas separdas para no confundir las especies. Dividiré en asuntos políticos y morales, sin omitir una corta noticia de lo físico. No espere U. sentencia de filósofos, ni dichos de Santos Padres, sino noticias verdaderas, reflexiones sencillas y observaciones detenidas. Si esto ya lo han hecho o dicho otros, tenga U. presente aquel texto Nihil sub sole nobun. No hablaré más en latín, griego, sino en castellano. Dios guarde a V.Ms.As. como pide su amigo Q.S.M.B. 42

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Carta 2

Amigo mío. Es verdad muy conocida de los (3v) médicos y de todo hombre que reflexiona sobre la constitución de nuestros cuerpos el que ningún accidente o enfermedad grave se engendra repentinamente; sino que dispondiéndose los humores paulatinamente, ya con las malas digestiones, bien con otros desórdenes, se manifiestan algunas leves señales y pequeños síntomas a que dan el nombre de predisposiciones antes de experimentarse la explosión de la Naturaleza. De la misma manera y casi con los mismos pasos sigue el hombre en lo moral sus períodos para llegar a la gravedad del pecado mortal. Suele empezar por actos indiferentes, por saciar curiosidades, por gustar de leves pasiones y continuando con estos hábitos y costumbres llega por último a cometer pecado grave. Con mucha razón mandan y aconsejan los directores de espíritu que se eviten los pecados veniales, que resfriando insensiblemente el alma, llega ésta al fin a caer en el último mal, como los médicos también aconsejan y mandan la dieta y otros preservativos cuando descubren las predisposiciones de algún grave mal para evitarlo. Igualmente en lo político se conocen varias señales que anuncian el cáncer y la ruina de un Estado. La inobservancia de las Leyes, críticas sobre ellas y sobre los que mandan, desafecto a éstos y a las antiguas costumbres originan al fin el desprecio y odio a los superiores, a las leyes mismas y a todo cuanto más sagradamente une a los hombres en sociedad. Nadie ignora que lo físico contribuye en lo moral y lo moral (3r) en lo físico, y que la política bien manejada da un buen resorte a uno y otro, como siniestramente dispuesta o torcida, causa la ruina general de un Reino entero y puede alcanzar al Mundo todo. Para contraerme al caso presente de la revolución de la América, es indispensable manifestar a U. el estado físico, político y moral de este Nuevo Mundo, para que recaiga el concepto que debe formar el general trastorno y anarquía en que vino a terminar. 43

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Esta noticia voy a dar a U. en varias cartas, separando en cada una los asuntos para no confundir lo común y general, con lo particular y casos raros; y para demostrar las causas próximas y las remotas, las directas e indirectas, sin omitir las concomitantes; al mismo tiempo que manifestar los agentes internos y externos que han actuado el fuego de la discordia y desolación. Finalmente el término de los acontecimientos y de las ideas que aún se conservan: los arbitrios que han usado para ejecutarlas y de los remedios que contemplo útiles para calmar, disipar y precaber en lo sucesivo iguales males que los que se están experimentando. Dios guarde a V. ms. as. Carta 3

Amigo mío. La extensión de la América es tan grande que con razón se le nombra Nuevo Mundo; (4v) dividida en dos partes: septentrional y meridional, incluyen dos mil y novecientas leguas, sin contar varias islas que aún están desiertas y muchas desconocidas. En tan inmenso espacio se encuentran todos los temperamentos de cálido, calidísimo, frío, helado, templado regular e irregular, seco, húmedo y cuantos se conocen en las otras tres partes del mundo antiguo. Hay además otro natural y artificial a un tiempo, esto es que debiéndo ser calidísimo e inhabitable, según principios de física y de razón, es, no obstante, frío, habitado y muy poblado; éste es el de la Provincia de Quito, que colocada en la zona tórrida y casi en la misma línea equinoccial, se halla sembrada de volcanes y cerros nevados, los que despidiendo contínuamente partículas nitrosas, mantienen siempre la atmósfera fría y aun helada y expuesta contínuamente a ser envuelta en las ruinas de los Vesubios que frecuentemente echan sus bostezos y mueven la tierra con mucho impulso, guardando un período extraordinario de veinticinco o treinta años en trastornar espacios muy considerables de terrenos, como los de los Corregimientos de Guaranda, Riobamba, Ambato y Latacunga, que nunca podrán por esta razón fomentarse, ni aun contar con su natural existencia. 44

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Descubierta esta nueva parte del Globo por Cristobal Colón en tiempos de los Reyes Católicos, Dn. Fernando y Da. Isabel, empezaron a verse en España y en toda Europa frutos y producciones que excitaron la admiración de todos por la novedad. (4r) La abundancia de plata y oro fueron los vehículos que arrastraron los corazones e hicieron vencer dificultades, al parecer insuperables, a los muchísimos que transpasaron a este nuevo hemisferio. El deseo de permanecer en un país descubierto y conquistado con trabajos, peligros y valor de ellos mismos. Por otra parte no hallando en él aquellos frutos y mantenimientos a que estaban acostumbrados, fueron poco a poco haciendo conducir de la Europa, plantas y semillas que han llegado a conseguir casi todas la producciones de España. Los caballos, asnos, mulas, toros, cabras, carneros, pavos, palomas, perdices, gallinas, puercos, conejos, gatos, perros y otros varios animales desconocidos en estas regiones enteramente abundan en el día de un modo prodigioso. Las legumbres, frutas, flores y hortalizas, en la misma forma se han multiplicado, pero no todo en todas partes, sino con proporción y regularidad a los diversos temperamentos. Hay tierras fértiles y feraces; las hay muy estériles y malas; se encuentran arenales muertos muy dilatados, cangaguales muy extensos, bosques y montes infinitos y casi lo más inculto y despoblado. Los frutos que antiguamente servían de mantenimiento a los naturales eran en países fríos las papas, las ocas y algunas raíces, usando el maíz tostado como de pan y del mismo grano, que llaman sara, sacan la chicha, que es la bebida común, la cual fuerte y bien fermentada embriaga. Las carnes que comían eran la del cuy o conejo de indias que parece a una rata; la del runayama u oveja de la (5v) tierra, que es como un camello pequeño; y la de vicuña y alpaca, especie de cabras con pelo muy fino; pero esto era cuando los emperadores ingas las cazaban y repartían a sus vasallos, hablo en cuanto al Perú. En el Reino de México, variaban en cuanto a 45

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la bebida el pulque, que es un licor fermentado sacado de una especie de pita; y en las carnes humanas de que gustaban mucho. El pescado, plátano, con las raíces de yucas, casabe y otras eran y son las comidas de las tierras calientes con las carnes de saíno, que es un especie de puerco que tiene el ombligo sobre el lomo y la de la tatabra que es más pequeña que el saíno y los monos negros y machines. Ya se han introducido la comida de pan de trigo y las bebidas de vino y aguardiente con exceso. Se encuentra una infinidad de animales raros y de aves de exquisitas plumas. Las minas de todos metales son muchas y las hay abundantes. Todo el cual conjunto, al paso que hacen muy ricas estas regiones, constituyen a sus habitantes engreídos y soberbios. Los indios, que eran los hombres que poblaban estas tierras, son robustos, fuertes, muy sufridos, demasiado constantes y aún tenaces en conservar sus usos y costumbres, color cetrino y despiden un olor de sus cuerpos bien desagradable como de leche agria. En otra hablaré a U. de los blancos, negros y demás clases que habitan y pueblan estas (5r) regiones. Entre tanto quedo rogando a Dios guarde a U. ms. as. Carta 4

Amigo mío. Continuando la noticia que ofrecí a U. en mi anterior le digo que los hombres blancos que viven en esta tierra son los unos europeos y los nacidos en ella se llaman criollos, estos son hijos de los europeos mismos o de los descendientes de éstos. Son dichos criollos ágiles y muy vivos, generalemnte inconstantes y cuando no tienen mezcla de otras castas se asemejan mucho a los mismos que vienen de la Europa. El mestizo es hijo de blanco y de india: nacen con una mancha verde en la rabadilla, la cual desaparece del todo a la cuarta generación, si antes no vuelve a haber otra unión con blanco y entonces pierden la nominación de mestizos, que en otras partes llaman montañeses. Dicho mestizo es fornido, 46

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membrudo, fuerte, de cara ancha, despide un olor de su cuerpo como de levadura, el color es más o menos blanco, según el respectivo al de su padre y al clima en que nace, es holgazán y ocioso. Los negros traídos del Africa han procreado muchos de su mismo color que se nominan negros criollos y de unos y otros han resultado muchas castas. El negro es duro, pesado y taciturno, (6v) despide un olor de almizcle desagradable como el del grajo. Mulato se llama el hijo de blanco y negro, su color es bazo ceniciento, es fuerte, más ágil que el negro, atrevido y despide un olor de almizcle no tan activo como el de su padre. Zambo es otra clase formada de negro y mulato, su color obscuro se inclina más al negro; es muy robusto, fuerte, atrevido, duro y porfiado. Despide un olor mixto de cabrío y ovejuno. Los hijos de los zambos y mulatos siguen con nombre de cuarterones, quinterones, sexterones, donde suelen confundirse regularmente con mezcla de blanco o si no con salto atrás, que es decir que en esta generación vuelve a salir negro enteramente. Hay también zambo de indio y negro, saca un color aceitunado que nunca pierde a no mezclarse con blanco. Son tan celosos de su color los zambos de Esmeraldas y del pueblo de la Canoa, en la costa del sur, que no permiten que algún blanco viva con ellos, más que el cura a quién ponen para que lo sirva una zamba vieja. Estos zambos son aún más altos, son flojos y despiden un olor semejante al del zorro. De las clases referidas, salen algunos albinos, bien por la fuerza de la fantasía de la madre, que apetece blanco, (6r) bien por alguna otras causa física que se ignora. Lo cierto es que estos albinos ven muy poco y su color es un blanco muy raro, que sólo con la expresión de un sujeto que dijo era color metafísico, podrá explicarse; despiden un olor ácido carbonoso. A esto se reduce amigo mío, la noticia física de la casta de gentes que pueblan este hemisferio: paso a dar a Vm. en las cartas siguientes la pertenenciente a lo moral. Entre tanto ruego a Dios guarde su vida por ms. as. 47

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Carta 5

Amigo mío. La religión de los indios, fue el politeísmo, pero el Sol era la principal deidad, a quien rendían todas sus adoraciones, no obstante que hubo entre ellos algunos que traslucieron una suprema causa. Tan arraigados estaban en su creencia y eran tan observantes de los ritos y ceremonias que, a pesar de toda la luz evangélica y excelencia del cristianismo, no se han desprendido enteramente de la superstición. Es verdad como diré a U. después, que la mala política ha contribuido mucho a mantenerlos ignorantes e incrédulos. Conservan los indios fuera de la religión casi todas sus costumbres en la celebración de matrimonios, en los entierros y fiestas, también todas sus moralidades (7v) buenas y malas. La poligamia es general, mantienen a lo menos una concubina que llaman Amasia. Es común el incesto entre ellos y hasta en el grado más inmediato. La embriaguez los caracteriza y, como ni el hurto, la tienen por pecado. El engaño y la mentira les es connatural. Conocen la hospitalidad entre ellos y mutuamente se ayudan en sus necesidades y en las que llaman obligaciones. No aspiran a cosas grandes, ni desean mucho. No agradecen el bien, ni tampoco sienten mucho el mismo mal. Esperan la resurrección y vuelta de su Inca, aludiendo a esto sus trajes, cantos fúnebres y sus danzas con representaciones, especialmente la de la palla. Son pacíficos, humildes en la apariencia y abatidos, pero luego que se contemplan superiores, descubren la fiereza de un tigre y todas las propiedades y crueldad de los cobardes. Tanto al blanco como al negro, tienen odio mortal, porque sólo para ellos están destinadas estas tierras a la vuelta de su emperador. Son tan inclinados a la idolatría que, con razón, un concilio limense dispuso que en la colecta de la misa se pida a Dios que no permita vuelvan a su antigua idolatría. No puedo omitir un suceso que hu48

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bo en el Cuzco con un indio de buena vida que después de haber sido cura llegó a entrar en el coro, de Canónigo, de (7r) aquella Catedral; estando en la última enfermedad, después de recibir los Santos Sacramentos, hizo llamar al Señor Obispo y le dijo estas terminantes palabras: Señor Illmo., en descargo de mi conciencia hago presente a S.I., que los indios somos muy propensos a la idolatría y que yo he estado varias veces dispuesto a idolatrar, mas Dios ha querido libertarme al fin por su misericordia. Mueren por último sin el mayor sobresalto. El mestizo es un hombre ni blanco ni indio que tiene de las malas inclinaciones de uno y otro, hijo regularmente de ilícito ayuntamiento: cuando le acomodan las circunstancias es indio y cuando no, es tan blanco y más caballero que el primero. No tienen educación y son más ignorantes que los mismos indios. Están entregados a la ociosidad y a todos los vicios que a ella son anexos. Los mulatos, zambos, cuarterones y demás castas conservan a proporción algunas moralidades de sus padres del Africa y en la Religión Cristiana han mezclado parte de aquellos fetiches que veneraban en sus tierras; esto es, en la misma devoción que manifiestan, mezclan varias supersticiones por un efecto de la poca instrucción que tienen en los principios ciertos de nuestra Religión Santa, como sucede a los Indios. A la gente de color son inherentes la lujuria y la embriaguez y no escasean el robo y la mentira. La caridad no les es desconocida y son más fieles (8v) que los indios. La generalidad de mi aserción no es tan extensa que no se exceptúen muchas gentes de color que son muy buenas y también algún otro indio. Hablaré a U. en carta separada de los blancos y entre tanto a Dios que guarde a U. Ms. As.

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Carta 6

Amigo mío. Toda comparación es odiosa más que ver igualar al blanco europeo con el criollo sería agraviar a la razón. No obstante se encuentran algunos europeos en estos países que deshonran hasta la humanidad misma. Los que han poblado estas inmensas regiones han sido soldados, marineros, desertados, empleados que ha mandado el Rey, criados que han traído, aventureros, polizones, frailes, extranjeros y muchos comerciantes. La moral conducta de éstos ha sido y es acomodada a los principios de educación respectivos a cada uno. Y mejorando muchos de fortuna, se acuerdan no sólo de lo que veían hacer a sus padres, abuelos, parientes o vecinos, sino que procuran imitarlos, manifestando sentimientos honrados y obras benéficas al pueblo. Casi todas las obras públicas y fundaciones de caridad de las Américas son hechas por españoles europeos y con los bienes que han adquirido ellos mismos. Procuran educar a sus hijos con la regularidad (8r) que ellos fueron o vieron en otros ricos de su país y al mismo tiempo tratan a sus mujeres con estimación y a veces con bastante contemplación, de la cual conducta se originan el afecto general del bello sexo a los europeos y la envidia y odio general del criollo. Los hijos, extrañando la sujeción y recogimiento que no ven en sus paisanos y condiscípulos de la escuela y que se les reprende y castiga aquellas libertades que los otros usan impunemente, viven resentidos e incómodos, hasta que falleciendo sus padres, desplegan todas sus inclinaciones y deseos; y estrellándose en los escollos y bajos de la lujuria, destruyen su naturaleza y consumen muy en breve el caudal y bienes de sus padres en el juego y en las oficinas de Baco. A esta causa y no a otra es preciso atribuir la oposición, el odio y mala voluntad de los hijos criollos, que estremece la naturaleza, oprovia la razón y que una constante experiencia enseña.

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Los nietos, bisnietos y demás descendientes de los mismos europeos continúan con desafecto a sus mayores y a la misma España, pero no con el ardor y entusiasmo que los mismos hijos de aquéllos; y solamente se acuerdan de sus antepasados cuando se trata de hidalguía y de nobleza, que entonces dicen con mucha satisfacción: mi padre o mi abuelo fueron de España. Dios guarde a U. Ms. As. Carta 7

Amigo mío. Dejé para esta carta hablar (9v) de la moralidad de los frailes y demás eclesiásticos como también de los muchos extranjeros que se han domiciliado a pesar de las leyes y cédulas que lo prohíben, para no mezclar muchas cosas juntas y no confundir las especies. Los frailes, tan útiles por su instituta, no teniendo lo necesario para mantenerse en sus conventos, les ha servido de pretexto para tratar y contratar como seglares, vivir y beber con ellos, pasear, jugar y mezclarse en todos los asuntos temporales. Suelen no usar de hábitos fuera del convento y tienen muchas haciendas donde viven con sus concubinas e hijos. Los párrocos imitan estas costumbres y vicios, y las curanas, (así nombradas en los pueblos) son las damas de más mérito, de más lujo y conveniencias a costa de los feligreses. No tendría razón Voltaire, ni algún otro impío en decir que los eclesiásticos eran infructuosos al estado y a la población, pues hay lugares enteros descendientes de clérigos y frailes. En comprobación de esta verdad, que está demostrada por la misma publicidad, referiré a U. algunos pocos casos. En Panamá, habiendo hecho la visita del Obispado el Sor. Dn. Remigio de la Santa (ahora Obispo de la Paz) se vino trayendo a un cura que encontró amancebado cuarenta años había con una negra de la que aún le vivían siete hijos mulatos. Di51

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cha negra mandaba al cura y le hacía trabajar en el monte y traer cargas de leña a cuestas. Lo puso en un convento dicho Illmo. (9r) Obispo para corregirlo y a un tiempo que lo enseñaran a leer que ya ignoraba. Pocos años hace murió un cura del Obispado de Quito, el Dr. Salvador, quien en el artículo de la muerte declaró su casamiento legítimo y heredaron sus muchos hijos el caudal que dejó. También hace poco tiempo que murió el Dr. Lara, Clérigo Sacerdote de Ambato, Diócesis de Quito y dejó cincuenta y dos hijos habidos en indias, mestizas y blancas. En el mismo Obispado vive el Dr. Sánchez, cura de Papallacta, casado antes de ordenarse y descubierto después, ha sido sentenciado por el Obispo Diocesano, el Sor. Cuero y Caicedo, a que viva seis meses con la mujer y otros seis meses del año separado de ella. Esto huele algo a la Iglesia Griega. En la provincia de Guayaquil murió años pasados un fraile apóstata del Cuzco y dejó entre hijos, nietos y bisnietos, ciento quince personas. Lo extraviado de muchos curatos, la falta de trato y comunicación que hay en ellos, la rusticidad e ignorancia da margen y sirve de pretexto a que los curas para huir a ellos previenen lo primero una mujer que los cuide, que con nombre de cocinera, es después la curana y señora del pueblo. No piense usted que exagero, ni menos que yo (10v) sea contrario al Estado Eclesiástico, antes lo venero y respeto, pero siento su relajación. Tampoco incluyo en esta noticia a muchos frailes y clérigos, aun curas, que son de conducta irreprensible y al paso que los más obscurecen con las sombras de su mala vida el Estado más perfecto, estos resplandecen como antorchas luminosas y transparentes. Los Reverendos Obispos, regularmente ancianos, con caminos fragosos que andar en lo dilatadísimo de sus obispados, no hacen visitas. Sue52

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len mandar visitadores, que más bien dañan que no remedian los desórdenes. Los Provinciales de las Religiones, van a salir de su trienio con aumento de su caudal. Y si vienen reformadores y misioneros, se hacen muchos de ellos a las costumbres del país a los pocos años. Los extranjeros que han venido de cocineros, reposteros, ayudas de cámara y otras ocupaciones semejantes con los Virreyes, Presidentes, Oidores y otros empleados han aumentado bastante población y también han introducido algunas costumbres italianas y francesas y hasta opiniones bien perjudiciales a la religión que profesamos. En la parte política hablaré a U. más de estos extranjeros, entre tanto Dios guarde a U. muchos años. Carta 8

Amigo mío. He dejado para hablar de la simonía en carta separada por ser el origen de los más (10r) de los males y desórdenes de la moral cristiana. Si señor, la simonía, que desde el tiempo de los apóstoles se empezó a introducir en la Iglesia de Jesucristo, este pecado contra el Espíritu Santo, tan desagradable a Dios, que según la expresión del Evangelio, no se perdona en este Mundo. La simonía, vuelvo a decir, está tan extendida en las Américas que puede decirse que tiene en ella su habitación. Ordinariamente abrazan el estado eclesiástico, hombres que no tienen otra vocación que asegurar la subsistenciaa y recibir a un tiempo carácter para ser respetados y temidos, obrando impunemente y cebando sus pasiones con más ostentación y desembarazo. Los padres, no sólo aconsejan a sus hijos tomen esta carrera sino también los amenazan con perder su gracia y amor, si no se sacrifican a sus miras e ideas temporales. Con este principio estudian a veces ni lo preciso para poder ordenarse y la necesidad que tienen los Obispos de proveer los curatos hace no reparar en visiones, como suele decirse, y en tres días de fiesta seguidos, se encuentra ordenado de Sa-

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cerdote y Cura, el que en otra parte no sería capaz de ser monacillo de una parroquia. Formado el plan de enriquecer y ascender a mayores dignidades, van al curato, no a cumplir con sus obligaciones, sino a exigir de los feligreses cuanto les parece, juntando muchos pesos para tener cómo gratificar o comprar otro más pingue beneficio sin reparar en los medios más (11v) despreciables y ridículos. Remiten por último a sus agentes en Madrid cantidades considerables y suelen conseguir canongías y algunos otros también Obispado, especialmente en tiempo del anterior Gobierno, en cuyas experiencias se fundan para afirmar públicamente que sólo con plata se consigue algun empleo, llegando a tanto el abandono sobre esto que no se avergüenzan de decir en público, que han mandado unos ocho mil pesos, otros seis y otros más para obispar o mitrar. Quisiera omitir del todo casos particulares sobre la conducta y manejo de los curas, pero me parece indispensable referir a VM. algún otro para que forme cabal concepto. Vi en un pueblo grande del Obispado de Quito la costumbre y superstición que había el día de difuntos, y lo mismo sucede en todos los pueblos donde los curas venden la acción de responsear a los Frailes Sacerdotes o Legos y a los clérigos o monacillos, que por diez, doce o veinticinco pesos toman salvoconducto del párroco para trabajar todo el dicho día en los términos siguientes. Se ponen un boquete o sobrepelliz, previenen un tinajo de agua con un hisopo muy grande y comienzan a responsear en términos que ni se sabe, ni casi se oye lo que dicen, solo si se advierte el charco de agua que van haciendo, con la que rocían con el hisopo a lo cual acuden los indios con las ofrendas que tienen (11r) puestas en el suelo en el cementerio y echados ellos también sobre la tierra aplican de cuando en cuando el oído a ella con mucho tiento y dicen que sienten al difunto que chupa de la ofrenda. Se ríen de estos los curas y responsandores, pero los dejan en su ignorancia porque siga el tráfico hasta la noche, siendo un continuado comprar de los indios el mismo pan, fruta, chichas, huevos, pollos, cuyes y otras materias de sus ofrendas, a los mismos echadores de agua, que van reduciendo a plata toda su mercancía. 54

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En los casamientos, y sobre todo en los entierros, es donde tienen sus granjerías principales. Piden los derechos que quieren y han inventado varias cosas para aparentar pompa, ya que cruz alta, ya cruz baja y de palo, ya posas y acompañamiento, donde no hay más que el cura ordinariamente, ya en fin otras cosas impropias con el fin de llevarse lo poco que deja el difunto. No dejaré de referir aU. un caso raro que sucedió en un lugar de la misma Diócesis, donde el cura inventó un entierro de Dean y Cabildo. Dispuso doce opas de bayeta con roquetes de tucuyo o lienzo de algodón de la tierra, los hacía poner a doce cholos o indios, los que iban con el cura por el cadáver y entrándolo en la Iglesia le cantaban algunos versículos de los salmos que les había enseñado el Párroco y por este Dean y Cabildo llevaba (12v) cien pesos fuertes, fuera del veintiuno de a nueve y otros derechos comunes a los blancos. Por esto y otros muchos motivos y porque ponía de penitencia en el confesionario le dieran tantos y cuantos pesos, hicieron que permutara el curato con otro que era lo mismo, los cuales aún viven, habiendo sacado doce o catorce mil pesos fuertes en muy pocos años de unos pueblos que en realidad de verdad no valen otro tanto. Dios guarde a Usted muchos Años. Carta 9

Amigo mío. Colocados en los empleos hombres de poco mérito y en las Audiencias sujetos de poca literatura, se han manejado con mucho abandono y desarreglo, prostituyendo sus empleos, vendiendo la justicia y causando muy graves males y escándalos con su descarada conducta. Los criados favoritos, a veces extranjeros, han sido los conductos de la prostitución, logrando al fin algún empleillo lucrativo en recompensa de sus servicios y alcahueterismo. Estos, formados ya hombres de República, se acuerdan de Génova, Milán, etc., y celebran sus costumbres, leyes y demás con menosprecio de las de España. Los naturales del País, o criollos, no tie-

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nen a menos darles sus hijas para mujeres y esposas, pero con todo los critican y los desprecian, echándoles en cara (12r) cuando se les antoja, que fueron cocineros, etc. Ellos, comparándose con los indios, mestizos y demás castas, se encuentran muy superiores y a lo menos iguales a los padres de los que murmuran y zahieren. Lo mismo sucede con los pulperos y mercachifles que, enriqueciendo con su industria y trabajo, les echan en cara sus principios de marinero, soldado desertor, polizón, etc. resultando varias riñas, alteraciones, etiquetas y envidia, que transmitiéndose de unos a otros ha venido en terminar en un aborrecimiento mutuo y odio mortal. En la infausta época del gobierno anterior se han vendido Presidencias, Togas, Obispados y demás empleos, lo que ha contribuido a generalizar los males, el desafecto a las leyes y al Gobierno y el mirar como tiranos a los jefes que venían, no tan solamente de los hijos del País, más también por los mismos europeos, pues todos igualmente han sido sabedores de los excesos y participantes de los efectos de la mala administración de justicia. Verse, amigo mío, con un Virrey, Presidente, ahijado de un Señor Ministro que volvía o hacía volver originales las quejas que se dirigían al Rey contra alguno de los ahijados; o algún cobachuelista remitir copia de las representaciones. ¡Ah! es cosa bien pesada. Por esta causa y por la distancia que hay al Trono, sobre todo por (13v) evitar un golpe de arbitrariedad de estos jefes, los principales y más ricos de estos países rendían una adoración tan extraña a estos falsos simulacros que, con lo espeso de los humos de la adulación, les embotaban también todos los sentidos. Por manera que los obsequios grandes por una parte prestados con el mayor abatimiento y por otra admitidos por hombres de ningún mérito, engreídos con lo mismo que ni esperaban, ni merecían, se han hecho insoportables y han arrastrado el nombre de su odiosidad hasta el de la autoridad del Gobierno que los había colocado. En otra carta, amigo mío, hablaré a U. de otros motivos políticos que igualmente han concurrido. Dios guarde a usted muchos años. 56

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Carta 10

Amigo mío. Los criollos están persuadidos a que son conquistados. Este error es común y de él se origina aquella natural aversión que hay entre el conquistador y el conquistado. Podían reflexionar que sólo hubo indios en estas tierras, que fueron los subyugados y que ellos descienden de los españoles y por eso son blancos. También podían ver las leyes que los mandan, que son iguales y las mismas que rigen en España. De la misma suerte podían saber que los españoles y ellos mismos gozan y viven (13r) con más desahogo y libertad que los que habitan en la Península. Sí, amigo mío, tanto en lo moral, como en lo político y civil, hay mucha más franquicia. Lo que se paga de contribuciones, fuera de aduanas, es muy poco y cuando se intenta imponer o aumentar algo sobre el cabezón de las haciendas o estancar algún ramo, para que alcance a subvenir a los gastos del Estado, les causa mucha novedad y luego empieza el fermento de la rebelión. Igualmente están persuadidos los criollos, que los Gachupines, en el Reino de México, o chapetones en el resto de la América, que significa ladrón una y otra palabra, son efectivamente los españoles europeos, afirmando que éstos han robado a los indios hasta las tierras. No quieren estudiar lo que es derecho de conquista y absolutamente no desean reflexionar sobre lo mismo que afirman, pues si los europeos han tomado tierras y las han cultivado, ha sido para formar haciendas que aunque les hayan producido utilidad, al fin las han dejado para los criollos mismos. Según el sistema y modo de raciocinar de éstos, deben ellos mismos restituir a los indios estas mismas haciendas porque están en sus tierras y no haciéndolo, son poseedores de mala fé o ladrones según como nombran a sus padres que les formaron con su industria y trabajo estalecimientos que les dan de comer y les hacen subsistir. Tampoco quieren saber que Dios crió el Mundo para el hombre y (14v) que lo maldijo a que con el sudor de su frente comería el pan, que en la agricultura, está más bien manifestado el trabajo corporal; y que legítimamente, puestas estas tierras en dominio de 57

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los Reyes de España, las mandan dar graciosamente al que las denuncie, para su cultivo y labranza, sin exceptuar indio, blanco, ni clase alguna. Con estas disposiciones se han ido beneficiando terrenos, aumentando poblaciones y extendiendo el comercio. El indio tiene tierras propias, aún más de las que puede cultivar; hay en todos los pueblos tierras que llaman de comunidad, donde mantienen sus cabezas de ganado y pueden sembrar lo que les de la gana, mas como ellos se contentan con poco, suelen no sembrar más que sus guasipungos. Nadie les ha quitado el derecho de denunciar y cultivar cuantos terrenos gusten, pues en ellos harían gran beneficio al Estado. Caben en las Américas más de treinta partes de habitantes de los que hay en solas las campiñas, montes y selvas incultas; luego a las Américas, se seguiría el mayor beneficio y aumento de valor en que se beneficiasen los campos y desiertos. Por tanto, está muy preocupado el ignorante que diga que a los indios les han quitado hasta sus tierras. Ni se puede decir tampoco de los pedacitos que ellos se contentan laborear, pues éstos los saben defender y aún introducirse en los del vecino y formar pleitos que (14r) suelen ganar aun con la justicia obscura, porque las leyes favorecen mucho a los indios y sus agentes y protectors abusan de la confianza que de ellos hacen las mismas leyes. Se extiende a mucho más la ignorancia del criollo. Dice y piensa que la plata que va a España es robada, sea de los comerciantes, sea la perteneciente al Real Erario; ni pretenden, ni quieren saber la inversión de ella, ni lo que cuesta mantener estos dominios en paz y de las acechanzas de los extranjeros. Otros varios errores manifestaré a U. en otra carta entre tanto ruego a Dios guarde su vida muchos años. Carta 11

Amigo mío. Parecerá increíble que después de tres siglos se ignore en la América qué cosa es Rey; qué cosa es Patria y qué cosa es España.

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La Patria entienden precisamente el suelo y el lugar donde han nacido y el que más extiende su conocimiento a la capital o ciudad más grande de su provincia. Por España entienden estos naturales una ciudad grande y así es que preguntan como mucha frecuencia: ¿Vm. conocerá en España a Dn. Fulano de Tal? A mí me preguntó un abogado de Quito, ¿Conocerá en España a D. Andrés Sánchez? En otras partes me han preguntado igualmente por otros y no es decir indios, ni mestizos, sino gentes blancas. De la misma forma han solicitado otros (15v) muchos que les dijera si el Rey era algún hombre. No hablaré a U. de otras infinitas extravagancias que preguntan sobre lo que come el Rey, sobre su vestuario, sobre su servicio, porque sin duda pudiera U. pensar que yo me burlaba o que quería referir aquellas novelas de encantamientos con castillos y damas. No, amigo mío, es indubitable tal ignorancia a excepción de los que han viajado a Europa y algunos otros que hay de bastante instrucción. El pueblo bajo y rudo, ¡ah! es una lástima. Han solicitado varios negros de los trapiches y de minas de oro donde he estado, que decidan en las apuestas que tenían hechas sobre que el negro que entraba en España lo capaban. Ganó un negro que disputaba contra todos. En vista de ésto, ¿sabrá esta gente las obligaciones que deben al Rey y cómo deben respetarlo, amarlo y servirlo? No es mucho que los corifeos de la rebelión hayan logrado tantos prosélitos y secuaces. Dios guarde a Usted muchos años. Carta 12

Amigo mío. No hay cosa más celebrada que el Código Indiano y el Solórzano por hombre de angélico entendimiento. Nada importa que el moderno autor del papeleo de las mitas del Perú diga lo contrario, porque el verdadero mérito siempre es admirado de los verdaderos sabios.

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No ha habido en el Mundo legislación (15r) alguna que no se haya mudado y que de cuando en cuando se renueven sus instituciones, porque las costumbres y los usos insensiblemente van corroyendo hasta los cimientos del político edificio. El Rey y el Supremo Consejo de sus Indias han procurado reformar, aumentar y cercenar cuanto les ha parecido conveniente para conservar en vigor las leyes y establecimientos de indias con el fin de mantener en paz y sosiego a los habitantes de este hemisferio: mas, por desgracia, los tribunales y los que han gobernado, han abusado de la autoridad y no han dado el debido cumplimiento y de esta falta de obediencia han provenido los abusos y males que ha habido, hay y aún continuarán si no se toman los remedios correspondientes. Los indios todavía hablan su propio idioma después de tres siglos de conquistados. Conservan sus usos e inclinaciones y aún esperan la venida de su Inca, quien los ha de volver a su primitivo estado, según tengo manifestado, en la parte moral. La lengua Inga es dulce y expresiva para cosas de amores, pero carece de afluencia y principalmente de todos los términos y palabras de artes, ciencias y otros indispensables para manifestar la utilidad y la necesidad de la sociedad. Tiene dicho idioma alguna semejanza y varias palabras vascuences y tanto por esto como porque los indios se gobiernan en sus comunidades al modo de los vizcaínos, (16v) aprenden estos con bastante facilidad el lenguaje de los indios. Muchas y repetidas cédulas Reales han venido para que no se hable más idioma que el español, que en él sólo se enseñe y explique la Doctrina Cristiana. Que los curas no sean examinados en lengua de Inga para obligarlos así a comunicarse en castellano con sus feligreses. Que se pongan escuelas de primeras letras en todos los pueblos con el fin de civilizarlos e ilustrarlos, lo que conseguido, ellos mismos se confundirían con otras clases, avergonzados de sus preocupaciones y de lo mismo que hasta ahora tan tenazmente conservan. 60

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No puedo omitir un suceso por el que conocerá VM. la ignorancia a que los tienen sujetos los que por sus ideas e intereses particulares no han querido dar cumplimiento a las leyes y Reales Ordenes para que se cuide de su instrucción. Cuando los blancos quieren formar algún alzamiento empiezan por imbuir en los Indios cosas y asuntos de aduana, cuya palabra para ellos es un ente de todas las figuras y formas que se le imagine dar, pero siempre lo más malo que se puede concebir, por lo cual en Quito y en otras muchas partes no se da nombre de aduana sino de Alcabala a la Administración de aquel ramo. Da. Gertrudis Trigo, esposa del Regente de la Audiencia de Quito, fue acompañada de varios (16r) caballeros de esta ciudad a pasearse a la villa de Ibarra. Al llegar la asiento de Otavalo, un chusco pícaro de la comitiva dijo a un indio: aquella que va a caballo montada como un hombre con su cigarro en la boca tan prieta y tan fea es la Aduana disfrazada. Esto solo bastó para que aquella misma noche hubiera una alarma de los indios pidiendo a gritos y alaridos desconcertados que les entregasen a la Aduana para matarla y si no que morirían todos los que la llevaban. Se vieron tan apurados todos que hubieron de huir a caballo por el páramo de Mojanda y llegaron al día siguiente a Quito, cansados y estropeados, sin haber llegado al término de su paseo. Lo mismo sucedió con otros que conducían una tambora, primera que llevaron a la villa de Ibarra y habiéndola visto por el camino unos indios de Agualongo preguntaron lo que era y uno de los conductores dijo: es la Aduana. Separóse el indio y a poco, salen al camino cuadrillas de indios con piedras y palos que acabaron muy en breve con la tambora y con los que la llevaban, pues aquella la hicieron pedazos y a éstos los maltrataron y si no hubieran huido, los hubieran muerto. Dios guarde a U. muchos años.

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Carta 13

Amigo mío. La distancia del trono (17v) como en otra anterior tengo dicho a U. es causa de que los rayos de la Majestad lleguen con poca fuerza, porque en el camino tocan en cuerpos opacos que absorben su luz. La Ley justa y sabia que manda que cuando se gana o saca alguna providencia con obrección y subrección se obedezca y no se cumpla; al paso que es la mas arreglada produce muy graves inconvenientes. El Presidente, Gobernador o Audiencia que quieren perder alguno, dicen que ganó con obrección o subrección y representan a su R.M., si es necesario, fraguando alguna información a su antojo; y tiene U. que el pobre que ganó, se queda perdido y tal vez sin esperanza de poder recuperar su opinión. En estas y otras diligencias o le coge la muerte o se va su enemigo y él queda arruinado. Las residencias se hacen de perspectiva, sólo que haya algún pudiente sentido y agraviado por el residenciado, que entonces, hasta sacan de quicio las pruebas y diligencias y hasta calumnian al juez residenciado, hallándose testigos siempre que el Poderoso quiere para probar cuanto se le antoja. La falta de correos de la Península y mala disposición en que se halla su dirección a estos países y los dependientes que suele haber de poco mérito y ningunas circunstancias han causado y causan muy graves daños y perjuicios. Se pasan cuatro, cinco meses y aún más, en (17r) venir una correspondencia, que llegan aglomeradas; en estos meses maquinan los enemigos del Estado mil noticias y patrañas que extienden con mucha facilidad en Gacetas y papeletas impresas en Jamaica, arraigando en los entendimientos y corazones bien dispuestos, todas sus ideas de subversión e independencia que no pueden desvanecerse con la llegada de un solo correo marítimo de la Península, las que pasado éste vuelven a desenvolver los agentes de la desobediencia con otras nuevas que ya tienen preparadas. Los dependientes de los correos, sacrifican la confianza pública y, adulando a los jefes que mandan, les entregan las cartas que tratan de su conducta y las quejas que se dirigen contra ellos a la superioridad; no atreviéndo62

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se con esto mucho a dar parte, como harían en tiempo oportuno para remediar los males. Aconteció la rebelión en Quito el año pasado de 809 y habiendo dado cuenta al Virrey de Santa Fé, mediante un Propio que hice con un pliego a la villa de Ibarra, con encargo a Dn. Antonio Melo, Administrador de Correos, para que lo dirigiera con un expreso ganando horas al señor Virrey tuvo por conveniente dicho Administrador abrirlo y, enterándose en su contenido, lo dirigió a la Junta Revolucionaria de Quito, quien decretó mi total exterminio. No es del intento hablar a U. de las circunstancias que esto (18v) me ha acarreado, sólo sí que habiéndose restablecido la legítima autoridad lo hice presente y nada se adelantó, ni se castigó, ni menos se remedió. Siguen en el mismo pie en Quito las correspondencias y por ellas se está persiguiendo a los fieles y leales Realistas. Dios guarde a U. muchos años. Carta 14

Amigo mío. El abuso que se ha hecho del estudio de las leyes ha creado un cuerpo de jóvenes habladores y sueltos que no respetan lo más sagrado: se gradúan con la mayor facilidad, y aunque sea de bachilleres, todos toman y se les dan el título de doctores, llegando a tal abuso esta nominación que se da a todo el que gasta hábitos clericales o están vestidos de negro. El comercio con las islas extranjeras ha producido un manantial de papeles con títulos pomposos de libertad del hombre, del ciudadano, derechos éstos que han inficionado primero el corazón de aquellos jóvenes corrompidos y éstos con los aplausos que han logrado, han hecho trascendental el contagio a muchas gentes incautas e ignorantes. Los Anglo-americanos, desde el principio de su indepedencia, han procurado inspirar el mismo modo de pensar en toda la América para que siga su (18r) contagio. Se habla con la mayor liberalidad y entusiasmo de la felicidad de aquellos republicanos y sobre todo de la libertad de concien-

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cia que tanto halaga las pasiones; y en realidad de verdad digo a U. que en ninguna parte se vive con más desahogo que en estaa Américas Españolas, donde ni se castiga el amancebamiento, ni el juego prohibido, ni la embriaguez, ni casi el robo, ni homicidio y donde ni se sabe el que cumple con la Iglesia, pues ni se recogen cédulas. Con todo desean y ansían la novedad. La piedad falsa ¡Oh! amigo mío, disfrazada la injusticia con el velo de la piedad, ha ocasionado los mayores males. Acostumbrados los indios y demás habitantes de este mundo a ver que los mayores delitos y las rebeliones más completas se quedan sin castigo, no recelan, ni han temido el hacerlas cuando se les ha puesto en la imaginación. En la ciudad de Quito solamente, se cuentan ya veinticuatro alzamientos y es axioma entre sus moradores que habiendo plata, todo se compone; sí amigo mío, con la plata que han dado a los jefes y Tribunales, han moderado las diligencias y las mismas sentencias se han venido a reducir siempre al destierro de algunos Indios o mestizos; y alguna vez, uno o dos ahorcados de las mismas clases; excusándolos con que son ignorantes, que estaban ebrios y otras cosas semejantes; pero los europeos muertos, muertos se quedaron; (19v) sus bienes saqueados y robados, lo mismo; y los autores de todos los males que fueron los blancos criollos, riendo y festejando su maldad. A esta piedad falsa, interesada e injusta se ha agregado el miedo de algunos de los que han mandado, pues a título de seguridad pública, han ido aumentando soldados y armas cuyo resultado ha sido darles luz y conocimiento de lo que ignoraban y hacer como desenrollar aquella inclinación guerrera y militar que les era tan contraria. Aumentos de milicias y tropas disciplinadas, al mismo tiempo que han llenado los bolsillos de los instituidores, han extendido el germen de la sedición y desobediencia. Concluyo esta carta con referir a U. que en el año 93 se descubrió en Quito, se probó y justificó plenamente que el Marqués de Selva Alegre, con Morales, Salinas y los dos hermanos Espejos fueron autores de los pasquines y banderillas de libertad republicana que amanecieron puestas en las esquinas. El médico Espejo murió durante su prisión, el clérigo salió de ella y los otros ni entraron. Estos mismos han sido los causantes de las rebeliones de 1809 y 1810 y 64

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hasta ahora el Marqués de Selva Alegre Montúfar, con todos los de su familia, se están paseando. ¡Oh Piedad,! ¡Oh justicia! Dios guarde a U. muchos años. (19r) Carta 15

Amigo mío. He manifestado a U. en mis cartas anteriores las causas remotas que han concurrido parcialmente a cuantas revoluciones hubo en las Américas y ahora voy a dar a U. noticia de otras próximas que han aglomerado los agentes modernos de la impiedad para conseguir cómo han logrado el trastorno, irreligión, desolación, anarquía y ruina general de este Nuevo Mundo. Con la revolución de la Francia, desplegaron los impíos sus banderas y trataron de llenar la tierra de la iniquidad de sus pensamientos y deseos. Los jacobinos mandan a todas partes agentes contra el Altar y el Trono. No es mi intento hablar a U. de aquella época espantosa, ni de las consecuencias tan funestas que hemos experimentado. Solamente sí decirle que entre los emisarios que vinieron a la América fue uno un tal Munsiur los Ríos, francés de nación y de profesión médico. Llegó éste a Cartagena de Indias el año 91 y desde luego fue preso por el Tribunal de la Inquisición, por las opiniones erróneas y seductoras que vino sembrando. Puesto en libertad siguió viaje a Santa Fé donde formó Escuela y sus discípulos principales fueron Nariño, Cea, Cabal y otros que pasaron a España en partida de registro el año 93; llegaron a la Península y fueron puestos en libertad y aún premiados porque ya encontraron en la corte Jacobinos protectores y más (20v) en la piedad falsa y carácter blando y compasivo del Gobierno. El Marqués de Selva Alegre, Dn. Juan Pío Montúfar hizo viaje desde Quito a Santa Fé en unión de los Espejos para alistarse en la cofradía Francmasónica y regresados a su Patria fraguaron el año 93 los pasquines y plan de rebelión de que he hablado anteriormente a U.

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Nariño se huyó de España y peregrinando en los países extranjeros, llegó al fin a su patria Santa Fé donde es tolerado por el Virrey y cuando fue tiempo se mostró corifeo de la Rebelión como Selva Alegre en Quito. Triunfa Bonaparte y favorecido de las circunstancias empuña el cetro de la Francia y forma el plan ambicioso de ser Monarca Universal. Trata de subyugar la España y de ser dueño de las Américas, manda anticipadamente al Barón de Humboldt que, con pretexto de sabias especulaciones, indaga y desentraña el modo general de pensar de sus habitantes. Trae órdenes del Príncipe de la Paz para que le den cuanto necesite y pida de las Reales Cajas y recomendación muy poderosa. Llega a Quito y estúvose seis meses el que no paraba ocho días en ninguna parte. Trata íntimamente con Selva Alegre, con Salinas, Quiroga, Larrea, Morales, Mejía y en fin con cuantos han sido ahora actores principales de la Revolución. Conferencia frecuentemente a puerta cerrada con el Obispo Cuero y Caicedo y (20r) con el Presidente Carondelet; déjale a éste los planos hechos y formada logia de Jacobinos y parte para Lima, dejándose en Quito en casa de Salinas los cajones de dibujos de plantas que cautelosamente había acopiado con su compañero Bonpland. Trata Carondelet abrir camino de comunicación por Esmeraldas para socorrer como decía a Panamá, se le hace tarde su conclusión y manda por Guayaquil doscientos hombres escogidos al cargo del capitán Salinas, llegó ésta a Panamá y su gobernador Mata se sorprende al ver aquella gente que ni había pedido ni necesitaba. Da parte al Virrey Amar y éste se incomoda y le escribe agriamente al Presidente Barón de Carondelet por su insubordinación y falta de respeto en mandar sin que el lo diga aquella tropa a Panamá. En pocos días entregó la carta de su locura Salinas y se vio obligado Mata a mandarle salir precipitadamente. Regresa a Quito y Carondelet muere a pocos días de repente por ver malogrado su plan de sorprender a Panamá y llamar franceses de las islas de Barlovento, que entonces poseían y por el camino de Malbucho, introducirlos en el Reino de Tierra Firme apoderándose de él sin tirar un tiro y sucesívamente del Perú Salinas se hizo el agraviado contra la (21v) Audiencia de Quito porque sentenció un pleito en su contra. Vocifera que 66

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va a España a seguir el litigio, pone en almoneda los bienes y muebles de su mujer y junta al fin cuatro mil pesos que remite a Panamá al comerciante Iturralde que, de orden y recomendación de Carondelet, le había prestado y gastó en gratificar sus soldados para tenerlos, como él decía, en el bolsillo. En un corto intervalo que tuvo en la apología, llama a Morales su Secretario y le entrega una llave apretándole la mano y con voz balbuciente le encarga que sólo el entienda en los papeles que se guardan con ella. Consulta Morales con el Marqués de Selva Alegre, albacea del Presidente difunto, registran planos, conferencian y tratan de realizarlos; no se atreven, porque Dn. Diego Nieto Presidente interino los acechaba y esperan la llegada del anciano Conde Ruiz de Castilla, sucesor nombrado por Godoy, para que dejara obrar y Caron, destinado ya según el dijo antes de morir a cosas de la mayor entidad por el mismo Príncipe de la Paz. Llega el Conde Ruiz de Castilla, vuela la mina en España, cautivan al Rey y fórmase la Junta de Sevilla, ésta manda comisionados para hacer (21r) jurar al Soberano y antes que llegara éste a Quito, se hace la ceremonia aun sin gusto del viejo Presidente. Llegó el Comisionado Bourman y nada tuvo que hacer, pues ya estuvo jurado el Rey y hecho el donativo a instancias de un verdadero patriota. Con todo, se renueva uno y otro y regresa Bourman a Santa Fé. Se aprovecha Selva Alegre y los suyos de la ancianidad, dejamiento y disposición del Conde Ruiz y tratan de realizar en las Carnestolendas el plan de la Rebelión. Descúbrese por la imprudencia de Salinas y puesto éste en prisión, el Marqués de Selva Alegre, Quiroga, Peña y Morales y siguiendo la causa con empeño y con orden, resultó justificado plenamente el delito de rebelión. Un joven, Thomás Arechaga, criado del Presidente, natural del Cuzco, fue recibido en tres días de Doctor en Leyes en la Universidad de Quito, de Abogado en la Real Audiencia y de Fiscal Interino de ella. Celoso éste de que su amo no le había descubierto en los primeros días el secreto de la causa que se seguía, intrigó en términos que con un só67

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lo escrito de recusa contra el Asesor de Gobierno Manzanos, se admitió la recusa y pasó al conocimiento del Oidor Fuertes la causa, con el de Arrechaga, éste compuso que los presos fuesen saliendo libremente a la (22v) calle a costa de diez o doce mil pesos con que le contribuyeron y a los ocho días de salir Salinas, que fue el último del arresto en que estaba, sucedió la Rebelión el día de San Lorenzo, diez de agosto de 1809, por lo que mudaron el nombre de la ciudad de San Francisco de Quito en el de San Lorenzo del Quitu y además trataron de crear una orden con la advocación del mismo San Lorenzo. Puestos en la posesión del mando, Selva Alegre como Rey en un trono, vestido con el manto de Carlos Tercero, de que es Caballero pensionista, se adornó además con una banda igualmente celeste y habiendo asistido al Te Deum y respondido a las arengas de los cuerpos y Comunidades salió a visitar a sus amigas y conocidas, andando de casa en casa con las mismas vestiduras y recibiendo enhorabuenas de las damas. Crearon un Senado, Ministros y demás que se contenían en el plan Republicano que intentaron extender en toda la América, siendo la cuna Quito y el Marqués encargado de extenderlo. En otra, amigo mío, continuaré esta materia, entre tanto Dios guarde a usted muchos años. Carta 16

Amigo mío: tengo dicho a VM en mis anteriores (22r) que el plan de la Rebelión de Quito se extendía a toda la América, quedando como cuna y centro Quito, fundado según los mismos quiteños decían, en que estando su ciudad en medio del Globo, debían las provincias juntarse en ella por medio de sus representantes para deliberar sobre la suerte de todos. Por el pronto pensaron en subyugar a Cuenca y Guayaquil por el sur y a Pasto por el norte, valiéndose de la fuerza y de la intriga, mas la firmeza que encontraron en los gobernadores Aymerich y Cucalón, acalorados con la entereza y patriotismo del Reverendo Obispo de ambas ciudades de 68

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Andrés Quintián y Ponte, detuvo sus soñadas ideas, al paso que la fidelidad y valor de los pastuxos, deshizo sus huestes desordenadas y cobardes, dispersándolas en Guaitara y derrotando enteramente a los fanáticos quiteños, quienes perdieron todas las armas que llevaban, cañones y pertrechos con algunos hombres muertos, otros heridos y muchísimos prisioneros, entre estos el Comandante General Dn. Xavier Ascázubi. Desconsolados con tan mal principio y con el discurso que el Regidor Dn. Pedro Calixto y Muñoz en el primer Cabildo que en Quito celebraron, hizo sobre la novedad causada, en que después de hacerles (23v) ver su falta de política y de conocimientos, concluyó con sacar la espada y decir que le cortaran la cabeza con ella misma, antes que faltar él al juramento de fidelidad al Rey. No atreviéndose a quitarle la vida por temor de sus parientes y lo bien visto que estaba en el pueblo, resolvieron los insurgentes descartarse de él remitiéndolo a Cuenca con título de Embajador y con la mira de hacerlo asesinar en el camino. Logran la ocasión en el pueblo de Alausí, donde interceptaron la correspondencia que había entablado dicho Regidor con el Obispo y Gobernador de Cuenca; dispáranle por dos veces veintidos soldados guiados y mandados por dos oficiales, en cuarto angosto y sálvalo la providencia de la muerte, saliendo herido solamente de siete golpes de bayoneta y sable que los dos oficiales le dieron. Corre la noticia: en Quito reciben enhorabuenas los insurgentes que lo dieron por muerto; pero en los pueblos inmediatos, donde a su tránsito había dejado sus partidos por la justa causa, se alarmaron contra los alzados y fórmase contrarevolución. Llega Aimerich con las tropas de Cuenca y hallándose ya en Ambato, dispuso el Conde Ruíz de Castilla, (23r) repuesto ya en la Presidencia por los mismos rebeldes, celoso de que el gobernador de Cuenca por consejo del Regidor Calixto, iba a desposeerlo del empleo por su ancianidad e ineptitud, según Arrechaga procuró influir en el ánimo y juicio del expresado Conde por lograr sus particulares ideas éste favorito. Reciben solamente cuatrocientos hombres que remitió el Virrey de Lima al comando de Arredondo, entran en Quito sin oposición y se encuentran libres de las prisiones a los Europeos que habían podido haber a 69

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las manos y a los Oidores repuestos en sus empleos y al parecer queda todo sosegado. Con setecientos mil pesos que hubo en efectivo en la Reales Cajas; con el producto de todos los bienes de los europeos y el de los diezmos eclesiásticos habían formado el cálculo de los gastos para verificar el plan de costear las expediciones que debían ir seduciendo y conquistando toda la América Meridional, dispuesta generalmente a recibirlos como héroes de su libertad y felicidad. La Señora Da. Carlota Joaquina, Regente del Portugal, había dirigido un oficio desde el Brasil, circulando (24v) la noticia del cautiverio de su augusto hermano el Sr. Dn. Fernando Séptimo, haciendo ver al mismo tiempo que a ella correspondía la sucesión a la Corona de España en el caso de fallecer sus hermanos en la prisión y que en el entretanto le correspondía la Regencia del Reino. El patriarca del Portugal escribe también la noticia de la prisión y trabajos en que se hallaba el Sumo Pontífice Pío Séptimo y que teniendo muchas facultades en lo espiritual debían acudir a su eminencia, colocado por la divina Providencia en la América, no distante Quito de su habitación por Maynas. Figúranse los alzados quiteños la mejor ocasión de engañar a estos personajes y tratan de ofrecerles su obediencia respectiva y de pedir el único auxilio de que dejen introducir veinte mil fusiles para armar soldados y someter con la fuerza los pueblos que se resistan hacerlo con gusto a la obediencia de su Alteza. Comisionan a un sargento los rebeldes para que vaya por Maynas a traer algunos de los veinte mil fusiles que los anglo americanos y los ingleses habían de tener en el Brasil; más el dicho (24r) sargento noticioso de la contra-revolución de Quito, no vuelve y se queda con los miles de pesos que le habían entregado. Restablecida la legítima autoridad en Quito, llegan tropas de Santa Fé en número de ciento ochenta hombres a las órdenes de Duprat, otros soldados de Popayán y Pasto, comandados por Angulo, trescientos pana70

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meños a la dirección de Alderete, de suerte que se juntaron más de mil hombres bien armados. Manda el Conde Ruiz de Castilla echar un bando ofreciendo indultos y que las cosas vuelvan a su antiguo estado. Después de esto puso preso a varios de los rebeldes y Arrechaga empezó a maniobrar en términos que se volvió a renovar la causa iniciada contra los insurgentes, continuando el Oidor Fuertes, juez de ella. Ya sueltan a unos, ya pretenden a otros, de manera que en poco tiempo fueron complicando a casi todos los vecinos de la ciudad, los que por salir del cuartel donde estaban detenidos, los unos daban mil pesos, otros quinientos y otros ciento o doscientos, de suerte que Arechaga principalmente se enrriqueció a costa de la justicia. Informa su amo a la Regencia del Reino y consigue una toga en la (25v) Audiencia de Quito, al mismo tiempo que los Oidores de ella son separados del tribunal atribuyendo delitos a los que habían sido presos por los insurgentes que estuvieron muy cercanos a ser víctimas de su rabia y encono a solicitud y con informes de Mejía y del Conde de Puñoenrostro. No quieren recibir los mismos alzados a Arechaga de Oidor y éste se va a España, donde consigue otra igual plaza en la Audiencia de Santa Fé, provisionalmente establecida en Panamá. En aquel estado de confusión, escribe Dn. Carlos Montúfar desde Caracas, avisando su comisión de Regio enviado y anuncia a sus paisanos las grandes facultades que trae. Comienzan de nuevo éstos a maquinar en Quito y resuelven asesinar la tropa, europeos y realistas ya conocidos. Dispuesto todo para el día dos de Agosto de 1810, erraron el golpe principal por su cobardía. No obstante, algunos borrachos acometieron al cuartel desprevenido, dan muerte al capitán Galup dentro del mismo a tiempo de acudir al servicio de la artillería de su mando. En la calle asesinan al capitán Villaespesa, que al toque de la generala acudía al punto de obligación, como también a otros veintitrés soldados a quienes desde las (25r) venta71

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nas de las casas hicieron fuego y de las tiendas de las calles salían con cuchillos y los destripaban los rebeldes. Si los que estaban escondidos en la misma iglesia parroquial del Sagrario por su cura Dr. Caicedo Provisor Vicario General, sobrino del Obispo, hubieran salido, logran enteramente el golpe de su intención de sacar los presos del cuartel y lo demás ya expresado. Reúnese la tropa del Rey del modo posible y viendo muertos a Galup, dan muerte a los presos del cuartel que fueron diecisiete., entre ellos, Salinas, Quiroga, Morales, Ascázubi y los demás, todos de graves causas. Perecen en las calles ciento cuatro de los rebeldes, quienes asustados y llenos de miedo, se huyen precipitadamente y se esconden; tuvieron la felicidad de que el Presidente, Oidores y los Comandantes fueron igualmente poseídos del mismo terror; y sin oír la propuesta del Regidor Calixto de que con doscientos hombres entregaría en pocos días a todos los caudillos y motores principales; se volvió a echar bando de indulto general y hasta el que dió muerte a Galup, cogido aquella noche misma, fue puesto en libertad. Dios guarde a Usted muchos años. Carta Nº 17

Amigo mío. Dn. Carlos Montúfar sabe (26v) en Popayán lo acaecido el día 2 de agosto y pone a sus paisanos una proclama diciéndoles que suspendan sus operaciones, que viene para hacerlos felices sin necesidad de derramar su preciosa sangre que lleva facultades muy amplias del Supremo Gobierno Nacional. Establecida junta en Popayán y alucinando a su Gobernador Tacón pasa Montúfar a Pasto donde no quieren sus habitantes asentir a formación de Junta, ni a otra cosa que seguir el antiguo modo de gobernarse arreglado a las leyes del Reino y a las órdenes de la Regencia que en nombre del Rey mandase. 72

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Sigue a Quito con presteza y a pesar de las advertencias que al Presidente Conde Ruiz de Castilla se hicieron para que no lo dejase llegar y de alguna otra diligencia que sobre esto hizo. Verificose su entrada pública con el mayor aparato y triunfo. Salió a luz el Marqués de Selva Alegre, Padre de Montúfar, su hermano Javier y otros que estuvieron escondidos, huyendo de la pesquisa que se hacía de ellos, reciben mil enhorabuenas y el Conde Ruiz de Castilla los visita aún antes de presentarse el Comisionado Regio Dn. Carlos Montúfar. Conferencian, tratan y los resultados fueron darle el mando de las armas al (26r) citado Montúfar y ponerse en sus manos absolutamente: efecto de las cartas y órdenes reservadas que traía de varios de las Cortes y del Presidente de la Regencia Lardizábal y Uribe, que fue el que mandó a dicho Montúfar1, quien afirmaba que era su pariente y sería tal vez, tan cierto como la silla de montar que trajo y aseguraba era la misma de la yegua en que montaba el General Dupon y cogida por el mismo en la Batalla de Bailén, igualmente que las varias medallas y señales de valor que pendían y llenaban sus trajes charros que variaba diariamente, como sus conversaciones, tan parecidas a las de Vicente de la Rosa, representadas por Miguel de Cervantes en la Historia de su Quijote, cuando habló éste con el cabrero estudiado y aprendido de intento. Llegan en este tiempo los autos voluminosos de la causa de Quito a Santa Fé, pedidos por el Virrey Amar, conducido por el Dr. San Miguel son quemados en dicha ciudad, donde ya el Virrey estaba preso con la Virreina, Su mujer, quienes pagaron con mil afrentas y baldones esta su codicia, pues los (27v) autos iban para tener motivo de ir llamando de uno en uno a los presos de Quito y, complicados en la causa y sacándoles hasta el último medio real, dejarlos libres. Y el marido que se dejaba mandar de ella tuvo el condigno castigo de haber dejado entrar a Montúfar en su capital y habiendo mandado su coche para solemnizar la entrada, se leyó o dio a leer en su palacio, paseándose en su sala, una carta que un fiel patriota es1 Nota del Autor: “Discurriendo cumpliría con la fidelidad que Goyeneche y demás enviados de la Junta de Sevilla”. 73

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cribió a dicho Virrey, avisándole lo que era Dn. Carlos Montufar, como emisario de Bonaparte y también de los Jacobinos, que por el Barón Humbolt fue presentado en París al Emperador cuando se coronó y le dijo: ¿Conque de Quito se puede venir a París? y que siendo Jacobino era preciso viniera encargado de ellos. Que así no permitiera S. Exa. de ningun modo seguir viaje para Quito, pues el fuego mal apagado de la rebelión se inflamaría de nuevo y consumiría el Reino entero. Hágase U. cargo de este nuevo motivo de mi observación. También tuvo cartas el Virrey Amar y órdenes para dejar obrar al Comisionado Regio y así no quiso que Dn. Juan Sámano Coronel del auxiliar de Santa Fé, se opusiera como quiso con la fuerza. Se establece en Quito (27r) seguidamente una nueva Junta Suprema y nombran para ella aquellos mismos insurgentes acérrimos y contumaces. De plataforma eligen Presidente de ella al Conde Ruiz de Castilla y empieza Montúfar a disponer a su antojo. Mandan salir las tropas de Lima, Popayán, Pasto y de Panamá, obedecen inmediatamente sus comandantes y últimamente las pocas de Santa Fé se dejan quitar las armas al salir de la ciudad. Con éstas y las demás que quedaron en el cuartel, arman soldados y caminan contra las tropas del Rey que se habían quedado en Guaranda, engañan a éstas diciendo que vienen ocho mil hombres contra ellos, que eran ochocientos; y el comandante Arredondo, manda retirarse precipitadamente a Guayaquil dejando a los insurgentes desvanecidos y dueños de un punto tan interesante que prontamente reforzaron con un fuerte y cañones para estorbar la subida del camino de Guayaquil. El comandante Arredondo es llamado a Lima y estuvo en Consejo de Guerra, del cual salió bien y premiado con el gobierno de Guarochirí que aún obtiene. Nombra la Regencia de España Presidente de Quito a D. Joaquín de Molina; viene éste a Guayaquil (28v) y Cuenca, empieza a tomar disposiciones, recluta gente, la disciplina y trata de atacar a Quito y sus provincias. Temen los alzados y recurren a la intriga y a la maldicencia; lo infaman atribuyéndole vicios que no tiene de corio, ladrón y otros, poniendo papeles en las esquinas de las calles. Escriben a Mejía y Puñonrostro y és74

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tos ofrecen sus cabezas, si el pueblo de Quito no se somete luego al punto que nombren otro presidente; eligen a D. Toribio Montes efectivamente y logran de un jefe acomodado a sus ideas. Acometen entre tanto los quiteños a Cuenca. Se apoderan del pueblo de Cañar y antes del sitio de Paredones saquean hasta la iglesia y hacen adornos de montar los destinados al culto, y cuando quieren vencer a Verde Lomas son dispersados por un puño de gente mandados por el coronel Valle, en la segunda tentativa que hicieron animados con cincuenta mil pesos que Valdiviezo prestó solo para dicha expedición. Sale Aymerich, gobernador de Cuenca, nombrado comandante de las tropas morlacas por el Virrey de Lima, únese en Riobamba con las tropas de Montes, que ganando la batalla del pueblo de San Miguel se apodera del fuerte de Guaranda que (28r) abandonan los insurgentes. Murió el comandante irlandés que mandaba las tropas del Rey en esta expedición y otros fieles soldados igualmente y D. Jn. Fromista teniente coronel herido de una bala de cañón. Pasto por el norte fue subyugado por la astucia y maniobra de cuatro o cinco de sus vecinos, entran los quiteños y saquearon los bienes de los más realistas y se llevaron veinte y una arrobas de oro en barras que Tacón dejó en aquella ciudad; entran en ella por el otro lado los caleños y popayanejos, les dejan cuatrocientos hombres de guarnición y una casualidad les proporciona poder deshacerse de ella. Vienen cinco o seis quiteños con ochenta mil pesos para traer de Cartagena de Indias algunos efectos de comercio y también algunas armas y, al pasar por Patía, salen unos patianos, dan muerte a los comerciantes y se apoderan de la plata, con ella juntan gente, avisan a los pastuzos y se unen para sorprender la guarnición de caleños; logran su intento y hacen prisioneros los cuatrocientos hombres con su comandante Caicedo, sobrino del Obispo de Quito, que se nombraba Presidente de Popayán. Lo sueltan al fin bajo palabra de honor y en el camino se encuentra y se une con Macaulay anglo americano, (29v) que venía mandando mil y cien hombres con fusiles todos y diestros en dispararlos y con algunos cañones. Llegan a las cercanías de la ciudad de San 75

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Juan a Pasto, les intiman la rendición y de no hacerlo en dos horas, serían pasados a cuchillo todos sus moradores, éstos menos en número que los contrarios, con pocas armas y menos municiones, salen doscientos y les toman la espalda al enemigo, el resto acontece por el frente, y en poco tiempo los rinden a discreción, siendo las heroínas mujeres partícipes de esta gloria militar. Asegúranlos en prisión y mueren muchos de una epidemia espantosa. En otra, amigo, mío continuaré. Dios guíe a U. muchos años. Carta 18

Amigo mío. Forman en Quito nuevo gobierno con nombre de Congreso Supremo Nacional y nombran de Presidente al Rdo. Obispo Dr. Dn. José Cuero y Caicedo; de Vice Presidente a Dn. Juan Pío Montúfar Marqués de Selva Alegre, a quien con la caída de su partido y la preponderancia del de los Sánchez, entró a suceder Valdivieso. La Regencia de los cinco en España aprueba la instalación de la Junta Suprema Gubernamental (29r) nativa de Quito. Conocen la debilidad del gobierno español y lo insultan inmediatamente, declarando y jurando la independencia de España, como ya lo había ejecutado Caracas, Cartagena, Santa Fé y todo el Reino. Excúsanse tres o cuatro vocales a firmar el acta de independencia, y el Cabildo Eclesiástico, compuesto de seis o siete, se resiste abiertamente. Representa al Obispo el exceso de su diputado en el Congreso el canónigo magistral Rodríguez de Soto, quien, no satisfecho con firmar y asentir voluntariamente por su parte, compromete al Cabildo en semejante atentado. Es desatendida por primera y segunda vez esta manifestación y quedan todos envueltos en el mismo plan general de la insurgencia. Todo se desprecia y sólo tratan de buscar arbitrios de invadir y de defensa. Quitan la vida inicuamente al Oidor Fuertes y a Vergara Administrador de correos, quienes refugiados en las montañas de Papallacta, sólo 76

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pensaban en libertar sus vidas internándose en Mainas. Tráenlos con engaño a Quito y son al punto asesinados y arrastrados los cadáveres por las calles con la mayor barbarie por la multitud que de antemano habían dispuesto para esto. (29r) Asaltan otro día los facciosos el convento de la Recolección de la Merced y los mismos frailes facilitan la entrega del Presidente Conde Ruiz de Castilla quien recibió el pago merecido a su condescendencia, dándole los rebeldes por las calles hasta la Plaza Mayor tantos palos y heridas que falleció en el cuartel en un calabozo donde lo encerraron a los tres días. En el mismo tiempo sacan del convento de Santa Clara a Da. Teresa Calisto y Borja, donde estaba presa y entregada por las mismas monjas al populacho es arrastrada por las calles hasta la Plaza Mayor, donde intentan hacerla menudos pedazos, pero al fin algunos menos inhumanos pudieron libertarle la vida encerrándola en el calabozo del cuartel, donde sufrió cinco meses todos cuantos males caben en la imaginación y hasta ser espectadora del aparato que formaron los rebeldes para pasar por las armas en el patio de aquel edificio a su padre el Regidor Dn. Pedro Calisto y Muñoz, a su hijo Dn. Nicolás Calisto y Borja y a Dn. Pedro Pérez Muñoz, marido de dicha Da. Teresa. Verificose a las diez y cuarto de la noche 29 de octubre de 1812. En los dos primeros, libertándose el tercero milagrosamente. Pasándola provisionalmente presa al convento de la Concepción para mandarla después a que muriera con su esposo en un castillo de Bocachica de Cartagena de Indias. (30r) Las tropas del Rey, venciendo y dispersando a la de los traidores en el pueblo de Mocha, avanzaron a Latacunga, donde permanecieron tres meses en una total inacción, pretextando el jefe de ellas, Montes, que no había bizcocho y que era preciso, lo trajeran de Guayaquil a causa del recelo que tuvo de ser envenenado, porque en la hacienda de Sn. José encontraron comestibles y bebidas dispuestas con disimulo para que las tropas del Rey tragaran el tóxico. 77

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Lo cierto es que la detención de tres meses a solas dos jornadas de Quito y en un país bien frío y destemplado, causó una deserción muy grande en el ejército y sirvió para alentar los ánimos abatidos de los insurgentes, quienes no pensando más que en huir y esconderse, tuvieron tiempo de volver en sí, reanimando sus amortiguadas esperanzas y trataron de hacer la más vigorosa y tenaz defensa, atribuyendo a debilidad y a miedo la falta de haberlos acometido. Echaron el resto de todo su poder. Juntaron como quince mil hombres de todas clases y colores, hicieron zanjas y cortaduras muy profundas en los caminos, formaron trincheras en las calles, agujeros en las casas para disparar desde ellas, coronaron de cañones el cerro del Panecillo que dorminaba la ciudad, que si lo hubieran sabido defender, era (31v) inconquistable. Fundieron cañones con las campanas de las iglesias, hicieron pólvora y balas hasta con las pesas del reloj de la torre, que eran de plomo, idearon y dispararon cohetes llenos de púas y alfileres envenenados y, en fin, no perdonaron medios ni arbitrios para hacerse temibles y respetables. A los Calistos pasan por las armas ocho días antes de entrar las tropas del Rey y el día antes a un soldado Cadena, realista que desertó de los insurgentes por no oponerse a las tropas de S.M. Y si tardan ocho días más en verificar el ataque, iban a degollar ciento sesenta personas, entre hombres y mujeres, reputados realistas, que estuvieron sus nombres apuntados en una lista. Pero esto no hubiera sido tanto como si la detención es algo más larga, como de nueve días, en el cual tiempo los dos partidos del indio Capa Redonda y el del indio Tabango, este de oficio carnicero y aquél zapatero, se hubieran convenido en cual de los dos había de ser Rey. Uno y otro indio tenían decretado el total exterminio de todos los blancos. Acometen al fin intrepidamente las tropas del Rey el cerro del Panecillo, huyen cobardemente los insurgentes, aunque no dejaron de hacer bastante fuego que hicieron y mataron varios oficiales y soldados. Entran en Quito gloriosamente y se encuentran la ciudad escueta y vacias las tiendas (31r) por ha78

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berse llevado la noche antes cuanto pudieron hasta las monjas de los dos conventos de Carmelitas y de Santa Clara huyeron persuadidas por el Obispo y sus Capellanes de que la tropa del Rey las ajaría y quitaría su virginidad. No se fueron las de la Concepción y de Santa Catalina, porque había monjas realistas entre ellas. Huyen a la villa de Ibarra los rebeldes y no se les persigue prontamente. Vuélvense a juntar y fortificar, y cuando el Comandante Dn. Juan Saamano va con trescientos ochenta hombres a perseguirlos los encuentra dispuestos a resistir. Deja en Otavalo nueve enfermos y los matan a palos despiadadamente. Llega al pueblo de San Antonio a esperar la rendición de las armas que ofrecen hacer los insurgentes con los juramentos más solemnes, pero en vez de cumplir su palabra acometen repentinamente al dicho Saamano reforzando con ciento ochenta hombres que mandó Montes de Quito con mil soldados de caballería bien montados y mil fusileros diestros al mismo tiempo que con doce cañones, rodeándolos por los dos costados y por detrás más de seis mil entre indios y mestizos, para si alguno escapaba darle al punto la muerte, al mismo tiempo que aturdirlos con los desaforados gritos que les daban. Resueltos los insurgentes (32v) a vencer o morir, hicieron sus últimos esfuerzos. La ventaja que les proporcionaba el sitio, las superiores armas que tenían y los refuerzos que continuamente les llegaban de la villa de Ibarra, distante sólo media legua los tenía en tal disposición que alegremente cantaban la victoria y para celebrar este triunfo tenían destinado a Don Pedro Pérez Muñoz, a la sazón preso en aquella villa, para cortarle la cabeza en la plaza. Duró casi todo el día el combate, apuradas ya las municiones a las tropas del Rey con muchos muertos y más número de heridos, se hallaban en el último extremo. En este estado coge un soldado limeño un cajón de pólvora a los enemigos y con la abundancia de balas que recogieron del suelo en la plaza del pueblo de San Antonio, donde estaba Saamano con los suyos, sin dar muestras de cobardía, hicieron bastantes cartuchos, 79

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echando mano de un misal de la iglesia para papel de ellos. Deshechos enteramente los insurgentes dejaron en el campo con la noche más de doscientos heridos y cien muertos, con los cañones y muchos fusiles. Desértanse todos los oficiales insurgentes y aquella noche misma hace el comandante de ellos, Calderón, una promoción de sargentos primeros a capitanes y así respectivamente. Lucieron éstos las charreteras un (32r) día y al siguiente entró en dicha villa Dn. Juan Saamano con su tropa, que cogiendo al comandante Calderón, lo pasaron por las armas, según ordenanza militar por la espalda; y lo mismo con otro comandante, que también cogieron después, Aguilera; y por último el comandante de caballería, que era un francés panadero de oficio en Guayaquil, fue ahorcado. Estos solos castigos hubo, pues aunque ya en la capilla puestos algunos, llegaba el perdón del Presidente Montes de Quito por alguna cantidad de dinero que daban. Dios guíe a U. muchos años. Carta 19

Amigo mío. Antes de seguir la compendiosa narración de estas guerras y estos encuentros me parece conveniente imponer AU. también con el mismo método de las causas concomitantes que han ayudado mucho a la rebelión. Ya habló de las remotas y próximas de las generales y particulares de las físicas, políticas y morales, ahora de las concomitantes. Primero: los hijos sacrílegos, espúreos y naturales, son en tan gran número, que si no es la tercera parte, no bajan de la cuarta de la (33v) población de las Américas. Estos habitantes deseosos de confundir la nota que tienen de infamia, están siempre prontos a seguir cualesquiera gobierno donde no se les excluya de honores y empleos y se ha visto que han obtenido capitanías y todos cargos entre los insurgentes, siendo también los principales caudillos de la rebelión, hombres de la misma clase. Por ejemplo en Quito, el Marqués de Selva Alegre y su hermano D. Pedro Montú-

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far, hijos espúreos de un Presidente Montúfar que hubo casado en Arequipa y viviendo aún aquella legítima mujer, tuvo en ilícito comercio estos dos hijos en Quito en una señora Larrea. Se ventiló en contradictorio juicio y la Real Audiencia lo declaró suficientemente probado. D. Carlos Montúfar hijo de dicho Marqués, también es tenido por espúreo, pues estando ausente en Lima el citado Selva Alegre, dio a luz su mujer a su regreso tardío al niño Carlos, asi llamado hasta el día en aquella ciudad y hubo una grande desavenencia en el matrimonio. Es público y notorio que el padre del niño Carlos fue Carrasco, último Corregidor que hubo (33r) en Quito, quien entregó cuatro mil pesos al Dr. Aguilar para que diera a este niño luego que llegase a ser de edad suficiente, lo que cumplió dicho Aguilar cuando el Carlitos fue llevado a Europa por el Barón Humboldt. Segunda haber puesto a mandar hombres ancianos que por su edad ya no tenían aquella energía y aptitud física que era indispensable en tan críticas circunstancias y especialmente buscados y puestos por el anterior gobierno adictos a todo su sistema como por ejemplo el Conde de Ruiz de Castilla que decía que mucho debía a Fernando Séptimo pero más a su padre. Aplique Vm. el caso. Tercera: las mismas cortes nombradas extraordinarias, abrigaban en su seno muchos insurgentes que, al paso que entorpecían las verdaderas comunicaciones, negaban auxilios y todo género de socorro. Servían de agentes de la misma insurrección. Cartas, anónimos impresos contra el Rey y la nación española, eran los arbitrios que únicamente remitían con abundancia y frecuencia. Un Mejía, por ejemplo, (34v) hombre espúreo de nacimiento, quiteño engreído y soberbio por la mucha memoria que le prestó la naturaleza, al mismo tiempo que desvanecía con sus sofismas y falsedades las ciertas noticias que iban de su país, procuraba que se mandase a gobernar como lo consiguió a quien dejase indemnes a los que él había alentado en la traición con papeles y falsas noticias. Contribuyendo mucho a la igualdad de los indios porque estaba casado con la india Manuela Espejo, hermana 81

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de los dos Espejos tan insurgentes, el médico que murió y el clérigo que aún vive. Cuarta: hallarse empleados americanos que aunque parecen buenos, cuando llega a tratarse de independencia dejan de serlo. V.gr. el Obispo de Panamá, el de Quito y Narváez teniente general en Cartagena de Indias y otros varios que han llenado su antojo y sus deseos. Con estos motivos que han acompañado a la rebelión, no extrañará a V.M se hiciera general en poco tiempo. No hablaré a V.M del (34r) Reino de México, tan rico y floreciente que era, donde reducido todo al saqueo, al incendio y devastación, no se halla más que horror y confusión. Una infinidad de cabecillas, muchos de ellos curas de los pueblos, como Morelos, Hidalgo, etc., se han disputado la primacía en el mando y entre ellos mismos se han destruido, siguiendo el plan único de su ambición. Los héroes Calleja, Venegas, Cruz, y otros muchos patriotas han cumplido su deber con los realistas que les han acompañado y servido. Ya se han visto obligados a no dar cuartel ni perdonar la vida a sus enemigos que, reducidos a partidas de ladrones y bandidos, no se contentan con robar sino matar absolutamente a todos cuantos cogen, haciéndoles experimentar los más crueles y dolorosos tormentos, colgados de los pies, les van arrancando a pedazos todos sus miembros. A unos entregan a las llamas, a otros dejan a las aves, completando su inaudita barbarie con dar parte al Virrey de lo que han hecho. (35v) Puede que llegando Venegas con las tropas que se anuncian de la Península, ponga fin a tanto escándalo de la naturaleza. En el Perú, La Paz, la ciudad de la Paz, se adelantó a Quito ocho días, por equivocación en la ejecución del plan de rebelión en 1809. Manda el Virrey de Lima Abascal tropas contra ella al comando de Goyeneche, aunque le resisten, entra triunfante. Hace algún castigo y créese ya apaciguado el alzamiento. Despliega las banderas rebeldes Buenos Aires y suenan los

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ecos de la sedición hasta Lima y da un aliento muy poderoso a toda la América en general. Dobla Abascal sus cuidados y fatigas. Crea el regimiento de la Concordia. Desaloja Goyeneche las huestes enemigas, las hace internar en sus antiguos territorios y cuando parecía que la victoria decidía a favor de la justicia, entrega Tristán, primo de Goyeneche, la vanguardia del ejército a los insurgentes con una infame capitulación. (35r) Retrocede Goyeneche y adelantándose las tropas enemigas, cuentan con apoderarse de Lima, fiados, no tanto en sus fuerzas, como en los muchos partidarios que en todas las poblaciones tienen. Abascal entrega el mando del ejército a Pezuela y dale un corto socorro que pudo; triunfa gloriosamente de los contrarios; ocupa el Alto Perú y trata de decidir la suerte de Buenos Aires. Chile ardiendo en partidos vence el de los Carreras, pretenden subyugar toda la provincia. Pónese en contrarevolución Valdivia y sigue esta a Concepción. Triunfa Pareja de los de Santiago y falleciendo naturalmente, toma el mando de las tropas Reales Sánchez; defiéndese valerosamente de los traidores y los vence en distintas ocasiones. Pide socorros a Lima y el Virrey manda a Gainza con algunas tropas y dinero. Este capitula afrentosamente con los traidores que con este acaecimiento se ensoberbecen (36v) y se hacen insufribles. Llega oportunamente el regimiento de Talavera, de España a Lima. Dirige Abascal sus desvelos contra Chile; dispuso la ida de Osorio con seiscientos soldados de Talavera. Llega, vence y destruye en Rancagua al porfiado enemigo. Entra en Santiago, arregla las cosas, destierra a islas de Juan Fernández a muchos caudillos, sosiega la provincia y manda tropas en auxilio de Pezuela. Descubre el Cuzco su veneno. El traidor Pomacagua se rebela, toma, saquea y acaba con la ciudad de la Paz. Publica el bárbaro y cruel decreto de quitar la vida a todo el que tenga la cara blanca; y pasa a la de Arequipa llamado de varios de sus vecinos. Prende al intendente Moscoso. Picoaga y a Valle y amenazan a Lima las bandadas de indios e insurgentes armados. Destaca Pezuela mil quinientos hombres de su ejército. Recorre con 83

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ellos Ramírez la Paz, llega a Arequipa, manifiestan fidelidad sus moradores y proclaman a Fernando Séptimo recientemente repuesto en (36r) su trono. Al mismo tiempo manda Abascal a González Teniente Coronel de Talavera con doscientos hombres de este regimiento y algunos milicianos y llega a Guamanga, destruye a los indios, marcha Ramírez al Cuzco. Derrota a Pomacagua, mándalo a ajusticiar en el mismo sitio donde había ahorcado este rebelde al inmortal Picoaga y a Moscoso, librándose Valle maravillosamente. Tranquilizado el Cuzco con la muerte de los cabecillas, sigue Ramírez a unirse otra vez con Pezuela que acometido por los costados y por el frente, tuvo que retroceder y esperar esta reunión y las tropas de Chile que le llegan para poder rechazar de nuevo a los de Buenos Aires. Sigue González de Guamanga al Cuzco y el Virrey no descansa ni un momento. Dios guíe a U. muchos años. Carta 20

Amigo mío. Destrozados en el pueblo de San Antonio, junto a la villa de Ibarra, los quiteños por los soldados de Lima, Cuenca y (37v) Guayaquil al mando de Dn. Juan Sámano, se dispersaron las reliquias de sus tropas y fueron a inficionar las cuadrillas de negros de las minas de la costa de Esmeraldas talando y destrozando cuanto encontraron en el camino, principalmente los bienes que eran de Realistas como v.gr., los míos pues pasando por la hacienda de Cachiaco, montaña de Malbucho, me la quemaron, abalean las vacas y dieron la libertad a los negros esclavos y lo mismo verificaron en la mina de San Antonio de Cachaví, donde se hicieron fuertes y se mantuvieron perjudicando toda aquella tierra, hasta que la tropa de Panamá al mando de Fábrega, subió el Río Santiago y los venció en el sitio llamado la Porquera, haciendo prisionero al caudillo Peña, quien con su mujer la Canobas, tan insurgente como él, fueron pasados por las armas en Tumaco. Varios fueron presos en la montaña y se hallaron otros muertos de necesidad, entre ellos dos frailes. 84

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Determínase por el presidente (37r) Montes continuar la conquista de Popayán. Marcha Saamano con sus tropas, llega a Pasto y aquellos fidelísimos habitantes se unen con ellas, pasan por las armas al Presidente Caicedo insurgente y a Macaulay, Comandante de los rebeldes y a otros oficiales Caleños, siendo perdonados muchos más por empeño de la gobernadora mujer de Tacón, que por orden del Presidente Montes, fueron conducidos a Quito y puestos en libertad, volvieron a sus tierras de Cali y Buga y empezaron a reclamar gente de nuevo con el mayor acaloramiento contra las armas del Rey. Continúa Saamano su marcha y rinde a Popayán, pasan sus tropas victoriosas a Cali y Buga y a todo el valle de Cauca, forma emboscadas a los enemigos en las montañuelas que hay al tránsito para Neiva y Santa Fé, tiene que retirarse Saamano, después de haberlos escarmentado. Mandan los Santafereños refuerzo contra Saamano y este pide auxilio a Montes Presidente de Quito, no sólo envía y hay un choque en el que muere Asín, (38v) segundo de Saamano. Tiene éste que retirarse precipitadamente a Pasto, asegurando varios puntos importantes como los de Patía y Juanambú. Engruésanse los de Cali, Buga, Santa Fé con los de Popayán y toman los puntos que Saamano fortificó. Manda el Presidente Montes retirar a Saamano y a su regreso le interceptan en la provincia de los Pastos aquellos insurgentes que se volvieron a rebelar. Róbanle su equipaje y lo meten en un monte, puede escapar rodando a un río y llega a la villa de Ibarra Aymerich, Gobernador de Cuenca, va a Pasto de orden de Montes con las tropas de Cuenca. Llegan los Santafereños y demás aliados a las inmediaciones de Pasto a las órdenes de Nariño, Presidente de Santa Fé, retírase Aymerich con su gente, no contemplando ser capaz de defenderse en dicha ciudad. Van a entrar en ella los enemigos y ochenta soldados que únicamente aparecieron al toque de la generala, alentados por Cucalón, empiezan a hacer fuego. Las mujeres gritan y animan a los hombres, toman varoniles los fusiles, hacen fuego, invocan a (38r) María Santísima de la Merced. La ponen en la plaza y héla aquí que el ejército de cuatro mil hombres del general Nariño es derrotado completamente. Muchos fueron los muertos, muchos más los heridos y quedó prisionero el mismo Nariño con otros muchos oficiales y soldados. Fueron pasados algunos por las ar85

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mas y los demás conducidos a Quito, donde los han destinado a varios parajes sin seguridad de los que se han ido y vuelto a sus tierras a renovar sus anteriores diligencias. Nariño permanece en Pasto y los pastusos no lo han querido entregar al Presidente Montes, contestándole que lo ha de poner en libertad como ha hecho con todos los demás porque le han dado alguna plata y ha de volver otra vez contra ellos, como la experiencia ha manifestado de los demás. Que han dado cuenta al Rey. En este estado indispónese Montes con Aymerich, le manda retirarse a Cuenca su gobierno con orden de que no entre en Quito figurando que habría novedad en el pueblo con su vista y por dar gusto a los alzados hizo esto Montes y nombró en su lugar a Vidarrasaga para que vaya de gobernador a Popayán, solicitando este arbitrio por Mosquera Alcalde ordinario de aquella ciudad, quien manifestando arrepentimiento de su insurgencia quiere dar prueba de fidelidad. Destierra Montes a varios rebeldes de Quito, algún otro a Puerto Rico, a Chagre y dos a Manila; a otros más los remite sin escolta a los pueblos contiguos al mismo Quito. No advierte que esto causa mayor mal, pues siendo estos mismos pueblos infestados de los propios sentimientos de alzamientos, los han mirado en ellos como héroes y caudillos de su libertad y son como misioneros de la rebelión e insurgencia. Remite a Carlos Montúfar a Guayaquil con buena recomendación y de allí es llevado a Panamá, de donde lo dejan ir y resulta nuevamente en el Reino de Santa Fé, haciendo gente contra Popayán y con sus reglas de perfidia y arte seductor, mantiene los ánimos generalmente de todos (39r) en el mismo modo de pensar que han manifestado y sostenido. Toma el Presidente Montes el sistema de contemporizar con los rebeldes y deja libres a los mayores delincuentes. Su temor y cobardía le hacen tratarlos con las más grandes demostraciones de confianza y riéndose ellos de su falsedad, sólo esperan, manifestándole la más extraña sumisión, el que se les acerque algún socorro para degollarlo y quemarlo como a los pocos realistas que han quedado en Quito y su provincia, bien notados por los

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insurgentes y despreciados abiertamente por el mismo Presidente Montes, habiéndose ausentado los más, huyendo de la injusticia y abominación. Llegan noticias de que manda el Rey tropas de España y que vienen grandes expediciones a Veracruz, Montevideo y alguna parte a Lima. Sujétase intermitentemente a este virreinato las Presidencias de Chile, Quito y otras. Temen y tiemblan los alzados y los realistas se regocijan. Se pasan cuatro (40v) meses sin volver a tener correo de la Península y tienen tiempo los rebeldes de maquinar y forjar noticias que favorecen y alimentan sus ideas y figurándose a España envuelta de nuevo en una guerra civil e incapaz de mandar tales expediciones. Redoblan sus diligencias, imprimen gacetas en Jamaica que inquietan y perturban el sosiego general y el reposo que los realistas comenzaban a disfrutar. En este estado de cosas nos hallamos en el día amigo mío, esperando como el Santo advenimiento un correo marítimo. Entretanto quedo rogando a Dios guarde a Usted muchos años. Carta 21

Amigo mío. Hablar a usted singularmente de los acaecimientos que han sucedido en todas las ciudades y provincias sería asunto interminable y un buen historiador se verá muy apurado para hacerla por la multitud de ellos, lo complicado que han sido y casi a un mismo tiempo ejecutados. Santa Fé de Bogotá,(40r) capital del Virreinato de Tierra Firme o Nuevo Reino de Granada abrigaba hasta el día la Junta o Congreso del Cundinamarca, recordando el tiempo de su gentilidad, los habitantes con este nombre, como los de Cartagena de Indias con el de Calamari. Las inquietudes, intrigas, trastornos y crueldades son con poca diferencia las mismas en especie. Desavenidos entre sí los pueblos, queriéndose dominar unos a otros, que en cada uno de ellos se estableciera el centro de unidad de gobierno según llaman.

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Ha habido entre ellos disputas y encuentros sangrientos como las de Nariño y Baraya y por último convenidos únicamente en ser independientes de España y de la Iglesia, han figurado otro nuevo gobierno en la provincia de Socorro Tunja paraje de la reunión. Acuñando moneda en Santa Fe, han puesto la figura de un indio a un lado y al otro una Granada, manifestando con ésto querer ser mas bien indios gentiles que españoles católicos. Trataron de seducir al principio a los ignorantes con los pomposos nombres de fidelidad al Rey, a la Patria y a la Religión de sus mayores. Conseguido su fin de mezclar a todos, comenzó la (41v) persecución a la religión, desalojando los templos, cercenando el culto y predicando abiertamente contra lo más sagrado, hasta contra la misma deidad. La tolerancia reina y los ministros del Señor se han convertido en fieles satélites. Satanás desterrando, persiguiendo y aún quitando la vida a los más piadosos y justos. Quito, Popayán, Santa Fé, Cartagena, Caracas, Buenos Aires, Chile y casi todas ambas Américas son monumentos irrefragables de esta verdad tan lastimosa. Los fieles europeos han sido destruidos, confiscados sus bienes y muertos los que no han podido emigrar, y los pérfidos cobardes han hecho causa común con los malvados asegurando precariamente su existencia. No han perdonado al fiel patriota y al criollo ilustrado, pues víctimas del furor de sus paisanos, han perecido igualmente en los cadalsos y en las hogueras. En todas partes se han visto los mayores horrores, pero en Caracas ¡ah! Señor: Caracas, la provincia de Venezuela, ha sido cubierta de luto enteramente, sin perdonar al laborioso isleño, a los padres europeos (41r) y hasta los moribundos enfermos fueron amarrados con sogas contra unas tablas y arrojados furiosamente a las violentas llamas. !Oh humanidad tan celebrada y tan ponderada de estos novatones e impíos! Reconquistada Caracas dos veces por Monteverde y Bobes, desaparecieron los Mirandas y Bolívares y otros tan crueles como los tigres del centro de Africa.

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La falta de socorro de la Península no ha dado lugar a tener ya sujeto todo el Reino y la falsa piedad y la confianza española mantienen aún lo conquistado pendiente del todo al aire de una mínima ocasión. Ya estuvo Quito dispuesto al acercarse Nariño a Pasto para levantarse de nuevo, asesinar la guarnición, a los fieles realistas y al mismo Presidente Montes que los protege. Tenían armas ocultas y las tienen, pólvora y balas. Varios pueblos de su distrito se empezaron a conmover y en Ambato hasta hicieron fuego a un piquete de tropas del Rey, que allí se mantiene. Buenos Aires (42v) resuelta parecer según sus proclamas, ha alarmado enteramente todo su distrito, renovando sus órdenes sanguinarias contra cualesquiera que no tome las armas de quince hasta cincuenta años. Montevideo, defendido tan vigorosamente por Bigodet, fue al fin presa del porfiado Porteño y ahora conquista de Artigas que, disidiendo de sus máximas, se les ha opuesto para vengar el agravio de haberlo sentenciado a muerte sus partidarios de Buenos Aires, en premio de los muchos servicios que les hizo. Cartagena bloqueada por Bolívar está experimentando el agradecimiento de aquel insurgente que halló auxilio, cuando derrotado por Bobes, entró en aquella plaza. La llegada de las expediciones que se han anunciado de España, terminarán esta tan espantosa contienda y si no voy a manifestar a V.M el juicio que he formado acerca de su éxito y terminación. Dios guarde a usted muchos años. (42r) Carta 22

Amigo mío. Ya he manifestado a usted en una anterior, las castas de gentes que pueblan este Nuevo Mundo, sus inclinaciones, sus fisonomías, sus colores y últimamente la aversión y odio que está como radicalmente cimentado entre ellas. 89

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El negro, enemigo del blanco, el indio del negro y del blanco y las demás clases de mulatos, zambos, mestizos, etc. guardan regla de proporción del partido que les acomoda a sus inclinaciones y a sus deseos. El blanco criollo exterminaría de una vez a sus padres europeos, valiéndose de las castas para esto como hemos visto. Quedando sólo el criollo, sería exterminado por los indios y mestizos en países internos y fríos. Téngase presente lo de Quito y el decreto de Pomacagua de quitar la vida a todo el de cara blanca, sin distinción de clase y sexo y en los calientes y costas, por los negros y mulatos que son los que abundan. Verificado esto los indios consumirían a los mestizos y los negros a los zambos y mulatos como está experimentándose en la isla de Santo Domingo, pasando después estas tierras a ser colonias extranjeras. Paréceme muy al caso recordar a U. aquella ley de los Romanos que mandaba a castigar al parricida, metiéndolo en una cuba, vivo con un perro, un gato, un mono, un gallo y una culebra y que arrojándola al Tiber, fuese despedazado por aquellos tan diferentes, inmundos y contrarios animales. En España, hasta en nuestros días se hace la ceremonia de echar en una cuba al parricida después de muerto y pintando en ella los anteriores referidos animales. Dios guarde a Usted muchos años. Carta 23

Amigo mío. He referido a usted en las cartas anteriores, las causas próximas y remotas, físicas, políticas y morales que han concurrido parcialmente a la sublevación de las Américas. He (43r) hablado también de las causas concomitantes que se han encontrado al comenzar los alaborotos y han servido a soplar el fuego de la rebelión. También he significado los agentes externos e internos que han activado y causado el desorden. Réstame el hablar de los ingleses, que llevados de su ambición e insaciable codicia, han animado, han mantenido y alimentado a los rebeldes ven-

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diéndoles armas y municiones y mostrándoles un semblante de protectores para el caso de no poder conseguir cabalmente sus ideas. Se han llevado cuantos intereses hubo en ambas Américas y han arrastrado cuantas riquezas de plata y oro se habían podido reservar y guardar en mucho tiempo. En las octavas que pongo a continuación de esta carta discernirá usted dos géneros de agentes y a veces uno mismo con dos comisiones como v. gr. Montúfar por una parte enviado regio con comisión de Bonaparte por un lado y por el otro de los Jacobinos quienes han logrado crezca en Quito y en el Reino el número de sus secuaces y de ver establecida la bella unión en el mismo Quito a poco (44v) de instalar dicho Carlos Montúfar su gobierno. También servirán dichos versos para que tenga usted una recopilación algo particular de lo acaecido en este Reino de Tierra Firme que con más prontitud y en un golpe de vista saber los principales acaecimientos que son los que más he palpado y por tanto refiere con más indivudualidad y también por haber emanado de ellos la rebelión general de las Américas. 1ª Sale la aurora, anuncio feliz de que el mundo tiene cómo subsistir; es noticia cierta, el mortal dichoso de que el criador, quiere tu reposo; por tanto preven dignas albanzas, para con amor puedas publicarlas; las negras tinieblas, ya se disiparon y en sus calabozos, las han encerrado. 2ª Ya Fernando vino a España su Reino! donde se encontró; que caos, que infierno! las aves nocturnas fueron trabajando los planes malignos para destronarlo; pero todo ha sido un trabajo vano, como le acontece a el escarabajo, (44r) 91

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o al ratón goloso que incauto se mete, royendo los dulces, con amargo muere; 3ª Un sistema oculto, a todos preparan para que en saliendo nos diera en cara, también el cuerpo. Potencias del alma porque contra todo, flechas se disparan: este club secreto, agentes mandaba para sostener con arte y maña los impíos dogmas que quieren meter y que todos se formen de su parecer. 4ª Esto es más antiguo; la Francia enseñó cuando a su Rey Luis, lo guillotinó, entonces formaron su constitución, que en España ha dado, segunda lección: mas como en ella no han sino teorías es preciso tratarla como las manías de unos locos que quieren todo reformar destrozándolo todo, menos el hablar. 5ª Hechos los Licurgos, quieren reformar tratos, culto, comercio y modo de andar; pero todo ha sido mucho trastear proyectos al aire, todo vanidad: lucir sus talentos es el fuerte de ellos, (45v) y han logrado al fin lo que los cangrejos, porque todos han visto son imitados los discursos leídos o recitados. 6ª Hacen su partido de gente ignorante de inculta, malvada y de tunante estos los celebran, gritan al instante que viva, que viva mi Representante: 92

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con estos alientos vanos presumían que la España toda pronta prestaría su ascenso corriente al sistema tal que si se establece a Dios Majestad. 7ª La divina y humana quieren desterrar con pretexto que el hombre goce libertad este nombre pomposo (...) con el otro alagüeña de la igualdad; los indios lampiños, luego al punto son caballeros ilustres, pero sin honor, porque éste se adquiere, también se hereda. 8ª Con estas prerrogativas, bultos aumentando el partido y sus fuerzas va gruesando al parecer lograrían industriosos oponer baterías diversas con embozos (45r) al Rey, al Estado, Religión Santa, pero a esta, el abismo no le espanta: pues Jesu-Cristo divino y generoso, le ofreció, el sacarla con reposo. 9ª Al tirano común, casi de la Europa le parece que es, parte muy corta, para saciar su ambición desmesurada, a la América extiende una mirada; el le ofrece su amparo y su patrocinio, a fin de preparla bien a su designio; por segundas manos da a los comisarios, instrucciones muy propias para lograrlo. 10ª Vinieron muchos de éstos, embozados con pretexto de ser regios enviados; una cosa, que sonaba comisión 93

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les puso en las manos, la ocasión, de ejercitar su arte de intrigantes de traidores, impíos y farsantes a este Reino, por desgracia, Oh le mandaron a Montúfar; Villavicencio, primo hermano. 11ª En Cádiz se embarcaron con presteza, a Caracas arriban con ligereza, tratan con Madariaga Canónigo Chileno, (46v) y le manifiestan todo su veneno; dáles onzas de oro, de gratificación, y queda observando, sólo la ocasión para dar el golpe que lograron día Jueves Santo, que esperaron. 12ª Siguen pues los dos por mar a Cartagena dónde se representó igual escena el anciano Narváez aturdido, puso un buen papel, llamando hijos a los del Reino de Santa Fé, porque a los dos creyó de buena o mala fé diciendo, no solo la España está abatida, sino que afirmaba estar perdida. 13ª Siguen los Primos a la capital, donde los recibe, el Virrey Amar, mandóles el coche, para que entraran y gran comitiva, toda de gala: leyó los papeles y pronto impuesto, dejólos obrar, a todo su contento: a Montúfar dio para que leyera un aviso secreto que contra él era.

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14ª Dn. Carlos Montúfar siguió a Popayán, en donde instaló la Junta Central; pasa luego a Quito, su Patria querida, donde completó su misión divina, (46r) así la llamaron aquellos impíos para verse ahora con catarro y fríos; aquí ya explanó todo su sistema; porque en el camino todo fue emblema. 15ª El Presidente Castilla luego al punto, le entregó su poder y cual difunto, se quedó esperando en su maldad lo que sucedió al sordo Amar, tan traidor el uno como el otro, sin honor, ni conciencia y bien pronto perdieron de una vez, todo este Reino, y el Virrey su descanso, el otro el Cuero. 16ª Hablar de Quito nunca acabaría, pues en ella existe la grande Compañía de Francmasones, que creó el Barón Umbol que fue el enviado para esta misión, de tanto tiempo, tan anticipada, y de tantos años, también maquinada por los jacobinos, seductores generales, que han logrado en esta buenos oficiales. 17ª La ciudad de Pasto, fiel deveras siempre se opuso, cual barrera, a los iniquos y viles procederes, (47v) contrarrestando sola todos los poderes de Santa Fé, Cali, Popayán y Quito, sin dársele de ellas, sólo un pito; valiente, los derrota veces diversas, con sólo su valor y sus proezas. 95

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18ª Guayaquil y Cuenca han sostenido e impedido que logren su designio los insurgentes quiteños presuntuosos ladrones de la paz y del reposo; sus miras dirigían a la gran Lima, más el Virrey Abascal, les cayó encima, gracias a éste Virrey, Gobernador sin igual, Aymerich, Cucalón, Vasco y Pascual. 19ª El referir las cosas memorables, y también los lances particulares, sería no acabar en mucho tiempo, e imposible decir con orden ésto; pues como todo ha sido confusión, no es factible contarlos con distinción; por tanto, te refiero dislocados los sucesos notables, que han pasado. 20ª En otra ocasión, amigo, escribiré lo que resultó con tanto revolver; (47r) no quedó cosa con cosa que no fuera tratada con desprecio y con sordera, costumbres, tratos, religión y sociedad, todo se deshizo, con gran facilidad; mal restablecido el orden, por Montes Presidente el político edificio, en el aire está pendiente. Aunque no pretendo parecer, ni soy poeta, he puesto a usted estos versos para que con alguna variedad forme el concepto debido de los agentes de la revolución. Después en otra carta daré a usted noticia de los actores y empleados en la ciudad de Quito de donde se diseminó la discordia y rebelión: entre tanto voy a manifestar a usted el concepto que tengo formado del paradero de las Américas. Dios guarde a usted muchos años. 96

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Carta 24

Amigo mío. De poeta, médico y loco, todos tenemos un poco, dice un refrán castellano. No se si será locura mía la ocurrencia que he tenido en calcular el término y fin en que han de parar las Américas. En la fábula que sigue lo verá usted bien simbolizado, advirtiéndole que la Hisperia es la (48v) España y las dos telas que se mencionan son la ignorancia y la gentilidad: lo demás es referir lo que ha acontecido durante la revolución de España y el pago que le han dado las Américas. FABULA CRIA CUERVOS Y TE SACARAN LOS OJOS ESPAÑA Y LAS AMERICAS 1ª Hallóse Hisperia dos cachoros en una selva inculta sin abrir los ojos, envueltos en la tela secundina que naturaleza les dió, con otra encima: toma empeño en criarlos como a sus hijos, logro al fin verlos robustecidos: su leche y sangre prodigando admiróles lúcidos, ¡Oh que engaño! 2ª Luego que de la infancia los sacó mostraron los cachorros, su inclinación tigres crueles los dos hijos fueron, que pagaron a Hisperia su amor y esmero; a ésta estando enferma y condolencias, (48r) los cachorros negaron la obediencia, el pan y alimento necesario, quitándole al punto, con mezquina mano.

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3ª Vuelve en sí la Hisperia de sus accidentes, los dichos cachorros le muestran los dientes, ella los alaga fina y amorosa, más ellos ingratos dicen: ¡que flaqueza! con todo queridos volved a juntaros en mi seno puro, no tengais cuidado: nada consiguió la madre indulgente sólo que los dos le muerdan valientes. Dios quiera amigo mío que esta mordedura no sea tal que la España quede imposibilitada de poder sacarlos de por fuerza de las selvas y montes a que su inclinación los conduce, pues estando en su centro robustos y bastante instruidos por la misma Hisperia, no es ya tan fácil el que los vuelva ésta a reducir a su antigua obediencia, si no toma las mayores precauciones. Dios guíe a usted muchos años. Carta 25

Amigo mío. Las enfermedades de todo (49v) cuerpo, unas son agudas y otras son crónicas, según dicen los médicos: las primeras se curan con remedios fuertes y violentos y las segundas con otros más suaves y lentos. Bajo este concepto voy a proponer a usted los medicamentos físicos, políticos y morales respectivos a las dolencias del Estado en esta parte de la Monarquía Española, para con ellos poder remediar y reparar los gravísimos daños que se están experimentando y poder precaver el total exterminio y la absoluta separación que le tengo anunciada del cuerpo de la Nación. En esta carta sólo hablaré a usted de lo físico y ejecutivo dejando para después el tratar de los demás remedios. Primeramente es indispensable una fuerza armada muy poderosa que sujetando imperiosamente los exaltados humores de la rebelión pue98

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dan separarse los miembros acancerados que inficionan el cuerpo en general. En una palabra, debe cumplirse la Ley que manda desterrar, no sólo a los rebeldes y traidores sino a sus hijos y familias, todas como que probablemente deben estar imbuidas en el mismo modo de pensar que los que hacen cabeza en ellas. Demasiadas islas hay (49r) desiertas en las Américas mismas, donde podían poblar y cultivar los destinados a ellas. Así como hay islas de Fuego, de Ladrones, etc, que haya otras de Insurgentes, de Traidores, etc. O si no, hay Californias y otra inmesidad de terrenos que poder beneficiar. No debe absolutamente dejarse uno de cuantos insurgentes han hecho algún uso en la rebelión, sea con cargo militar o político, o bien haya sido de los tribunos alborotadores del pueblo. Es indispensable que los sujetos destinados a estas comisiones sean muy rectos y no sean de aquellos que la piedad falsa los arrastra. Con los bienes de estos mismos insurgentes, hay sobradamente para reponer a los fieles vasallos, los que han perdido y al mismo tiempo costearles el viaje y darles algunos utensillos en sus destinos. Deberán premiarse con toda prontitud los méritos de los que han padecido por la justa causa y los de los que han muerto por ella en sus hijos o descendientes que no sean (50v) culpados. Es tanto más ejecutiva esta disposición, cuanto porque no se ha tomado con tiempo muchos en las segundas y terceras rebeliones, se han hecho a este partido por no perecer de una vez o porque los rebeldes perdonados han salido mucho mejor que los leales y fieles vasallos del Rey. Como v.gr. en Quito, el conde Ruiz de Castilla no hizo caso de los Realistas, que cuando se repuso en su legítimo gobierno y antes bien los despreció; y al segundo levantamiento ya no hubo la mitad de los Realistas; y ahora que entró a gobernar el Presidente Montes, que ha aburrido a los pocos que quedaron, ya no asomará ni hablará. Uno siquiera, porque el hombre así como siente el castigo, se esfuerza y cumple por el premio. Dios guarde a Usted muchos años. 99

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Carta 26

Amigo mío. Voy a tratar a Vuestra Merced en esta de los remedios morales que me parecen necesarios no sólo para precaver levantamientos (50r) sino para mantener en quietud y subordinación esta parte de los dominios del Rey. Pero antes quiero recopilar los arbitrios y medios que han empleado en la rebelión, para que por ellos conozca VM. si los remedios son proporcionados a desbaratar y desvanecer sus tenaces ideas y preconcepciones. En primer lugar han abusado del púlpito y confesionario, predicando en aquél y seduciendo en éste a los infinitos ignorantes atrayéndolos a su partido; al principio con pretextos de defender estas tierras del poder de Bonaparte y mantenerlas en obediencia al del Rey Fernando Séptimo: indagando en el confesionario cuáles eran los verdaderos realistas y los acusaban los mismos confesores. La inclinación de varios obispos Americanos a su partido y la debilidad de otros que no contrarrestaron con la energía que debieron a los principios. La multitud de curas, frailes y clérigos de mala y relajada vida, a quienes halagaron con ofrecerles libertad (51v) de conciencia con los papeles impresos en el Norte América, en Jamaica y en España mismo. De estos eclesiásticos llegaron muchos a predicar el materialismo hasta en los púlpitos. Papeles sediciosos de todas clases contra el Rey, familia Real y contra todos cuantos han tenido el mando. Al Virrey de Lima, Abascal, hasta le fingieron que se había coronado emperador por Bonaparte en el mismo Lima; y en Quito grabaron unas monedas de plata alusivas y representativas de este suceso, que procuraron esparcir en el público, como en otro tiempo los herejes hicieron contra los Jesuitas. Forzaron las gentes a tomar las armas, a unos con engaños, a otros por estímulos y a otros con palos y azotes. Fundieron cañones, hasta con las campanas de las iglesias, han acuñado moneda, fabricado lanzas, cuchillos y aún escopetas. Usaron e inventaron cohetes envenenados. Se han valido de todo género de impostura, calumnia y mentira y de cuantos artificios maquiabélicos les sugerían 100

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(51r) los emisarios de Buonaparte y de los Jacobinos, al mismo tiempo que los que les suministraba su infatigable y dañada intención, sin olvidar cuanto los herejes discurrieron para el logro de sus pretensiones. El primer remedio que en la parte moral me ocurre es la división de los obispados que, siendo tan dilatados y extensos, no pueden ser atendidos por los Reverendos Obispos. V.gr: cercenando a Popayán desde el río de Patía por el norte y a Quito desde el río de Mira por el Sur, quedando un Obispado para la ciudad de Pasto, que está en el centro de estos dos ríos y por el oeste tiene a Barbacoas y por el oriente las misiones del Putumayo, que habitualmente están abandonadas, como lo demás del terreno dicho y contenido, porque no se visita nunca. Serviría al mismo tiempo de premiar a la fidelísima ciudad de San Juan de Pasto poniéndole intendente que gobierne su distrito. En segundo lugar los (52v) Obispos deben ser hombres no sólo instruidos y virtuosos sino también de edad proporcionada para que puedan trabajar y de ningún modo criollos, pues acostumbrados desde niños a ver viciados a los eclesiásticos, no les causa después novedad ni eco alguno sus delitos. Fuera de que por alzamientos, ya sólo se acuerdan que son del mismo país. Y así los que haya beneméritos para obtener mitras, hay muchas en España a que poderlos destinar. Cada tres años deberán dar cuenta de la visita, sin excusa alguna. Remitiendo copia de los padrones exactos de su feligresía, etc, etc. Igualmente como está mandado, noticia de la conducta de sus cleros en singular. Debe tener una imprenta donde se impriman no sólo las cartillas del rezo o añalejos, sino también cartas pastorales y se reimpriman algunos libros y papeles devotos, curiosos e instructivos, siendo los mismos Obispos los revisores además (52r) de la Inquisición. Deberán poner un archivero general perpetuo para que cuide y se conserve siempre el archivo intacto y completo y no lo que sucede ahora en muchos obispados, que en una sede vacante sacan cuantos papeles

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quieren y así no se encuentra despues Cédula Real alguna, ni fundaciones de capellanías, de obras pías y demás que deben conservarse en aquella oficina, como el libro maestro o becerro de las capellanías que es donde consta la subsistencia del clero. Debe practicarse en cuanto a este archivo todo lo que se hace en la Península en semejantes establecimientos. Deben igualmente crearse los colegios seminarios según la intención del Concilio de Trento y ponerlos al cuidado de los Jesuitas (ya que está repuesta esta religión). No tendrán entonces los Reverendos Obispos excusa para ordenar (53v) hombres ignorantes e ineptos, dispensándoles intersticios, ejercicios y aún las proclamas: porque entonces habrá sujetos instruidos que poder ordenar. Debe obligarse a los Obispos a que tengan Provisor confirmando su nombramiento por el consejo como está prevenido para evitar en las sedes vacantes alborotos, simonías y todo género de desorden. Cada diez o doce años debe haber sínodo diocesano y tratar en él sólo de los medios de arreglar las costumbres e instruir al pueblo y del arreglo del arancel de derechos parroquiales. Esto es caso que no se señalara a cada cura renta fija de los diezmos divididos estos entre Obispos, Canónigos y curas, podría con ésto dotarse decentemente a los párrocos y quitarles la ocasión de tratar y contratar con cosas espirituales y los pueblos quedarían más expeditos para contribuir al Estado. Los curas deben hacer respectivamente los (53r) padrones del cumplimiento de iglesia: deben predicar y enseñar la doctrina cristiana en lengua castellana y visitar la escuela donde se enseña a leer y escribir respondiendo a este cargo en la visita del obispo, quien especificará en su informe general anualmente al Rey la conducta de cada Cura. No debe haber más fiestas de iglesia que las mandadas por el gobierno del Corpus Cristi, Purísima Concepción de María, del patrono de cada pueblo y la de difuntos, procurando quitar y desterrar toda superstición. Fuera de estas funciones podrá haber alguna otra rara de verdadera devoción o de verdadera necesidad en invocar algun protector para el Altísimo. 102

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Las órdenes religiosas deben ser nuevamente establecidas y ordenadas. Se les debe obligar a mantener vida común (54v) y todo el instituto de sus respectivas reglas, tanto a los frailes como a las monjas. Si los reformadores no pueden conseguirlo, es indispensable buscar arbitrio para sujetarlos al ordinario. Las monjas pueden servir de educandas del sexo femenino. Dios guarde a Usted muchos años. Carta 27

Amigo mío. Ya que he propuesto los remedios físicos y morales que me han parecido para sanar el cuerpo político de la América, es conveniente expresar a Usted lo que juzgo conveniente para curarla radicalmente y precaver los síntomas funestos de las recaídas. En primer lugar el código indiano debe purificarse de aquellas leyes que por falta de uso no sirven más que de abultar el tomo y volumen de ellas, sustituyendo en su lugar las pragmáticas y Reales Cédulas, (54r) las modernas y algunas otras que completen en un cuerpo la legislación de estos países, uniformándolos del modo posible en un todo. Verificado esto, se deben elegir magistrados que las hagan cumplir y observar pues de lo contrario se cansan vanamente en mandar lo que no se ha de verificar y el edificio político se va minando y corroyendo hasta que se viene a tierra como hemos visto con tanto dolor y sentimiento. Todo género de empleados debe buscarse de entre aquellos hombres moderados que huyen de pretensiones y de cargos y no les falta aptitud e inteligencia para desempeñarlos. En atención a la miseria del hombre es indispensable buscar arbitrios para contener a los que mandan y precaver los efectos de la soberbia y de la codicia de muchos, pues abusando de la distancia del trono, desprecian hasta las órdenes de la Majestad misma y sólo tratan de enriquecerse oprimiendo (55v) a los vasallos del Rey. Debe 103

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exigirse indispensablemente el cumplimiento de todas las ordenes y cédulas al tiempo y término perentorio que corresponda a las distancias. Y sería muy conveniente mandar disfrazados de comerciantes varios sujetos hábiles y de conducta que fueran recorriendo todas las provincias con el mayor disimulo y anotando la vida de todos los empleados en un libro secreto, tanto la pública como privada, sin excluir de ésta pesquisa a los eclesiásticos. Con este arbitrio tendría el Rey una noticia exacta de todos los funcionarios públicos y sabría una junta de tres o cuatro que nombrara a los que debía quitar, premiar, ascender, etc., que podrían ser de los mismos camaristas de honor y religión que S.M. mantiene. Quienes podrían pedir ésta, aquella diligencia o las causas seguidas y demás que les pareciera, que había éstos empleados secretos, aunque ignorando los que sean serviría (55r) de contención a muchos y procurarían cumplir con sus obligaciones antes de verse en un gran trabajo. Esto no debe impedir las públicas residencias y se debería agregar la de los oidores de las Audiencias. No deben ser ancianos los presidentes y gobernadores sino jóvenes expeditos y ágiles. Debe hablarse sólo el idioma castellano y ningún otro, poniendo las escuelas en todas partes como está mandado. Los indios deben irse confundiendo poco a poco y a que dejen el traje, ya sus usos anticuados, ya casándolos con mestizas, etc., debiendo agregar al catecismo de doctrina una corta instrucción política. Deben recogerse todas las armas blancas y de fuego dejando solamente en los puntos bien guarnecidos las convenientes para usar de ellas cuando se necesite, y no permitir que usen los naturales algunas, sólo por privilegio particular, los que en esta rebelión las han usado en (56v) defensa de la legítima causa y no se han mezclado después en la injusta Deben ponerse las contribuciones en un pié que dejen a la Real Corona bastante sobrante para tener repuestos y con él atender a la defensa y seguridad interior y exterior de todas las provincias. Cada una de ellas debe contribuir con todos sus respectivos gastos, aunque sea la más pobre, 104

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que esto servirá al mismo tiempo de alentar su industria sacándolos de la ociosidad e inacción en que están. Pacificado todo no debe haber muchas tropas, sino en los puestos precisos y éstas todas servidas de españoles europeos, a lo menos oficialidad, cabos y sargentos remudándolos a lo menos cada tres años. El europeo que se case o tenga hijos debe contribuir al Estado y a favor de España para su recompensa de la falta de población y del enemigo que le engendra, veinticinco pesos. Dieciséis pesos por cada hijo legítimo y veinticinco por el natural e ilegítimo. Debía obligarse a los europeos (56r) a mandar algún hijo a España a educarse desde la infancia. No es posible tolerar algún extranjero, sea de la clase ni condición que se fuere, no con motivo alguno. Los empleos de gobierno y mandos han de ser a Europeos y si los criollos son algunos beneméritos, sean empleados en la península o a lo menos en México los del Perú y los de México en las Filipinas y demás respectivamente. Los correos deben igualmente servirse por europeos. Debe obligarse a todos los pueblos que tengan Gaceta de Gobierno de España, suscribiéndose a ella y que se lea precisamente por el maestro de escuela en público. Los intendentes y gobernadores deben visitar sus distritos y mandar cada tres años la visita como los Obispos, pero no deben ir juntos. Deben cuidar de las poblaciones que no sean de más de dos mil vecinos y con los sobrantes que vayan encontrando, formarán pueblos pero no con iglesia y casa del cura, cubiertas de paja (57v) porque así no duran, ni permanecen las poblaciones, aunque pretexten que la paja dura muchos años en las cubiertas, han de ser de teja precisamente. Finalmente debe tirarse a confundir los términos de gachupín, criollo, chapetón y cualesquiera otro que in-

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dique distinción odiosa de europeos y americanos. No hablaré del arreglo de tribunales, porque esto no necesita de otra cosa que hacer cumplir exactamente lo ya dispuesto, ni del número de abogados, que debe ser muy limitado, pero hombres de nacimiento claro, de buenas moralidades y aptitud correspondiente y no como ha sido y son los más hombres indecentes que dañan la sociedad y el Estado con su modo y corrompidas doctrinas. Según a proporción también hacen los procuradores, escribanos y algunos médicos, que son de la escoria del pueblo, por cuyo abuso y facilidad de meter a esta clase de hombres en semejantes profesiones, lo físico, político y moral se halla en el mayor abandono resultando una facilidad en mentir y trastornar (57r) las más sabias disposiciones, fingiendo con frecuencia noticias, documentos que perturban y dañan toda la parte política de la Monarquía. Dios guarde a Usted muchos años. Carta 28

Amigo mío. Apunté a usted en una de mis anteriores cartas una instrucción política muy breve y corta que debía agregarse al catecismo de doctrina cristiana a fin de que los habitantes de las Américas sepan algo y formen juicio de lo que es Rey, Patria y España, cuya ignorancia ha contribuido en gran manera a generalizar la rebelión y los males que se han seguido. Voy a hacerlo con preguntas y respuestas para facilitar hasta en los párvulos la retención en la memoria. P. ¿Quién es el Rey? R. Rey es un hombre privilegiado por la naturaleza y por Dios, puesto por éste para mandar y gobernar su Reino. P. ¿Qué respeto se debe al Rey? R. El mismo y más a nuestros padres, porque es padre general (58v) de sus vasallos. P. ¿Y el que no obedece y ama al Rey qué pecado comete? R. pecado mortal contra el cuarto mandamiento de la Ley de Dios. P. ¿Qué tratamiento se da al Rey? R. El de Católica Real Majestad. P. ¿Y a la Reina qué tratamiento se le da? R. El mismo que a su marido aun-

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que éste haya muerto. P. ¿Los hermanos y tíos del Rey que tratamiento tienen? R. El de alteza, como también los hijos, aunque el mayor se distingue con el título de Príncipe de Asturias, los demás son nombrados infantes de España, como sus mismos tíos. P. ¿Qué cosa es la Patria? R. Es el Reino y los Estados juntos que están bajo el dominio del Rey. P. ¿Y la tierra donde uno nace se llama Patria? R. Sí, también se nombra así para denotar el lugar de nuestro nacimiento. P. ¿Qué cosa es España? R. Es una porción de tierra grande rodeada por tres partes del mar y por esto se llama Península. P. ¿Y nuestro Rey dónde vive? R. En la dicha península que está poblada de muchas provincias, en ellas muy grandes ciudades, otras muchas más pequeñas (58r) y una multitud e infinidad de villas y lugares pequeños, que juntan entre todos muchos millones de hombres valientes. P. Y qué frutos hay en las provincias y tierras de España? R. Hay de todo cuanto se puede imaginar para el alimento y regalo de aquellos hombres. Hay montes, hay ríos, maderas de todas clases y minas muy ricas de todo género de metales, pero las de oro y de plata, no se trabajan ahora porque esto se hace en las Américas. P. ¿Qué cosa son las Américas? R. Son una inifinidad de tierras unidas al gobierno del Reino de España que los Reyes Católicos Dn. Fernando y Da. Isabel hicieron descubrir por medio de Cristobal Colón y desde entonces se han poblado con Españoles que han ido viviendo y son descendientes de aquellos todos los de color blanco que ahora se encuentran en estas provincias. P. ¿Antes de esto qué era lo que había en estas tierras? R. No había más que indios gentiles que no tenían noticia de las ciencias. P. ¿Qué utilidades se han seguido a estos (59v) infelices indios? R. La primera y principal hacerlos cristianos convirtiéndolos a la Fé los misioneros que los Reyes de España han mandado y el que cuida hasta ahora de que tengan curas que los doctrinen. P. ¿Qué otras ventajas se han seguido a los indios con haberse incorporado a la Corona de España? R. Haberse civilizado, tener ya noticia de las ciencias e instrumentos para las artes, aún de aquellas que ellos no ignoraban. P. ¿Qué otras utilidades se han seguido a estas tierras y a los indios? Haberse extendido el comercio y saber ya de agricultura, con que se ha dado un valor incalculable a estas tierras, produciéndose ya en estos países los mismos frutos que en España 107

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de donde han venido las semillas de casi todo lo que ahora hay y se come hasta de lo que se bebe de vinos y licores exquisitos, pues antes no conocían los indios más que la chicha y pulque. P. ¿Qué más han logrado los indios? R. Tener unas leyes sabias y piadosas que los gobiernan en lugar que en tiempos de su gentilidad no sabían más que obedecer a sus emperadores, quienes a su antojo los (59r) mandaban y no les permitían propiedad alguna de sustancia ni entidad; y ahora tienen y pueden tener cada uno cuanto adquiriere con su industria y trabajo. P. ¿Cómo deben tratarse los que nacen en España y en las Américas? R. Como hermanos, pues además de la Religión Cristiana Católica que los une, son todos Vasallos del mismo Rey y componen en todos una misma Sociedad que se llama patria. Dios guarde a Usted muchos años. Carta 29

Amigo mío. Voy a poner en lista los nombres de los empleados principales en las distintas épocas y revoluciones de Quito para que vea usted, segun le ofrecí, los actores más recomendables que han causado tanto escándalo, tanto ruido y lo peor, tantos males casi irremediables en toda la América. Los he conocido y tratado a todos singularmente y podía dar A.U una noticia muy cabal de sus nacimientos, vida y costumbres, mas contemplo (60v) que para el fin que usted quiere la noticia, no hay necesidad de tanto, porque no pretende casar a ninguna de sus hijas con alguno de esos hombres. Con todo es conveniente advertir a usted que hay entre ellos muchos naturales, espúreos y sacrílegos. Casi todos son o han sido amancebados públicamente. Otros casados clandestinamente, jugadores los más, bebedores muchos de ellos, tramposos muchísimos, de poca o ninguna religión, maestros y traidores todos juntos al Rey y hasta con ellos mismos. Se exceptúan algunos tres o cuatro, que notados de sectarios de Miguel de Molinos, aparentan una virtud hipócrita.

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Lista de los empleados principales en el día diez de agosto de 1809 en que se levantó la ciudad de Quito. Primeramente el Marqués de Selva Alegre Dn. Juan Pío Montúfar, Presidente con tratamiento de Alteza Serenísima, puesto en su trono recibió las arengas de los cuerpos y comunidades. Exmo Sr. Dr. Dn. Juan de Dios Morales, Secretario y Ministro de Estado. Exmo Sr. Dr. Dn. Manuel Quiroga, Secretario y (60r) Ministro de Gracia y Justicia. Exmo Sr. Dr. Dn. Juan Salinas, nieto de Diego de Salinas que entregó a los ingleses la plaza de Gibraltar, comandante general de las armas del Reino del Quitu. Exmo Sr. Dn. Xavier Ascázubi, General de la expedición del Norte con una infinidad de oficiales y soldados que fueron contra la ciudad de San Juan de Pasto. El Sr. Dn. Joaquín Sánchez de Orellana, Coronel comandante. El Sr. Marqués de Solanda, Coronel de Caballería. Senado compuesto de Legislativo y Ejecutivo, divididos en dos salas, los individuos siguientes. El Ilmo. Sr. Dr. Dn. José Ascázubi, Presidente y Regente. El Sr. Dr. Dn. Francisco Xavier Salazar. El Sr. Dr. Dn José Salvador. El Sr. Dr. Dn. Salvador Murgueitio. El Sr. Dr. Dn. Pedro Quiñones. El Sr. Dr. Dn. Pedro Escobar. El Sr. Dr. Dn. Bernardo León. El Sr. Dr. Dn. Luis Quijano. El Sr. Dr. Dn. Antonio Ante. El Sr. Dr. Dn. Antonio Tejada. El Sr. Dn. Jacinto Sánchez, Marqués de Villa Orellana. El Sr. Dr. Dn. José del Corral Fiscal. El Sr. Dr. Dn. Vicente (61v) Lucio Cabal, Fiscal. El Sr. Dr. Dn. Tomás Arechaga, Agente General y Protector de Indios. Todos los mencionados hasta aquí son abogados.

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Lista de los individuos que compusieron la Junta Suprema Gubernativa establecida en Quito por Dn. Carlos Montúfar en septiembre de 1810. Primeramente el Conde Ruiz de Castilla, Presidente. Marqués de Selva Alegre, Dn. Juan Pío Montúfar, Vicepresidente. Dn. Carlos Montúfar, Comisionado Regio. Dn. Guillermo Valdiviezo. Dn. Jacinto Sánchez, Marqués de Villa Orellana. Dn. Domingo Gangotena. Dn. Francisco Rodríguez Soto, Canónigo Magistral. Dn. Manuel Mateu. Dn. Juan de Larrea. Dn. Manuel Zambrano Regidor. Dn. Manuel de Larrea. Dn. Manuel José Caicedo, Provisor y cura de la parroquia del Sagrario. Dn. Prudencio Vásconez, Capellán del Convento de Carmelitas de la nueva fundación. Dn. José Ascázubi. Dn. Juan Donoso, Alférez Real. Dn. Mariano Merizalde, Fiscal. Dn. Salvador Murgueitio. Dn. Luis Quijano, Secretario Vocal. Lista de los que compusieron (61r) el Congreso Supremo Nacional de Quito en el año de 1811 y se declaró independiente de España con juramento público y solemne y se pusieron las vandas tricolores que en la premera ocasión estableció Selva Alegre. Primeramente el Sr. Obispo Diocesano Dn. José Cuero y Caicedo, Presidente con tratamiento de Exelencia. Dn. Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, Vice Presidente. Dn. Carlos Montúfar, su hijo, Comisionado Regio. Dn. Manuel Guisado, Canónigo Penitenciario. Dn. Francisco Rodríguez Soto, Canónigo Magistral. Dn. Prudencio Váscones, Capellán del Convento de la antigua fundación de Carmelitas. Dn. Calixto Miranda, Canónigo tesorero, legislador. Dn. Miguel Rodríguez, Capellán de las Carmelitas de la nueva fundación y legislador. Dn. Manuel Quiñonez, fraile sucularizado. Dn. Joaquín Veloz, clérigo y cura. Dn. Jacinto Sánchez, Marqués de Villa Orellana. Dn. Guillermo Valdiviezo. Dn. Manuel Arias, clérigo y cura. Dn. José Flores, clérigo rector del Colegio de Sn. Luis. Melchor Benavides, (62v) Regidor. Dn. Vicente Alvarez. Dn. Manuel Mateu, hijo de la Marquésa viuda de Maenza. Dn. Joaquín Zaldumbide, Capitán de Caballería por el Rey. Dn. Antonio Ante. Dn. José María Pontón. Dn. Manuel de Larrea. Dn. Francisco de Aguilar, Clérigo y cura de Yaruquí. Dn. Juan Donoso, Alférez Real y Regidor. Dn. Ma110

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riano Merizalde, Fiscal del Congreso con voto. Dn. Salvador Murgueitio, Secretario y Vocal del Congreso. Dn. Luis Quijano, Secretario y Vocal del mismo. Lista de los que compusieron el Consejo de Vigilancia puesto por el Congreso Nacional. Primeramente, D. Manuel José Caicedo Presidente Previsor. Dn. Manuel Güisado, Canónigo. Dn. Nicolás de la Peña. Dn. Pedro Escobar. Dn. Baltasar Pontón. José Corral. Dn. Vicente Lucio Cabal, Fiscal. Dn. Ignacio Rendón, suplente. Dn. Maximiliano Coronel, Canónigo Arcediano. Dn. Nicolás (62r) Ximénez, Secretario. Nota. Casi todos los empleados ya mencionados en las listas anteriores son abogados y graduados de Doctores, licenciados o bachilleres, pero todos se nombran de doctores, habiendo llegado el abandono en la Universidad de Quito hasta dar grados de doctor por poderes. En Guayaquil aún vive el protomédico Hurtado que tomó así su grado de doctor en medicina y salió por las calles de Guayaquil con música, adornado con su museta amarilla, luego que recibió el título que le mandó de Quito Dn. Pedro Arteta, su apoderado. Lista de los comandantes de las tropas insurgentes de Quito en la segunda rebelión del año de 1810. Primeramente Dn. Carlos Montúfar Comandante General. Dn. Francisco Calderón, oficial Real de Cuenca, Comandante del Ejército del Sur, que iba contra Cuenca y Lima. Dn Pedro Montúfar, Comerciante, hermano de Selva Alegre y Comandante del Ejército del Norte contra Pasto. Dn. Joaquín Sánchez de (63v) Orellana, id. Dn. Jacinto Sánchez, su hermano Marqués de Villa Orellana, Comandante. Dn. José Sánchez su hijo, id. Dn. Joaquín Mancheno, id. Dn. Feliciano Checa, id. Dn. Ramón Chiriboga, id. Dn. Vicente Lucio Cabal, Comandante de los indios, y Dn. Manuel José Caicedo, id. Dn. Miguel Ponce, comerciante y hacendado director de la fábrica de fundición de cañones, id. José Pérez, cura de Chillogallo, id. Dn. Tadeo Romo, cura de Machache, id. Fr. Fran111

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cisco Hurtado, franciscano, id. Fr. Francisco Saa de la Merced, id. Dn. Pedro González Verdugo, cura de Mulaló, id. Manuel Aguilar, Tnte. Capitán de las Compañías del Rey en Quito cuando la Revolución, id. El indio zapatero Capa-redonda, id. Dn. F. Polit, id. Dn. Francisco Bosano, de la Orden de Sn. Francisco. El francés panadero que era en Guayaquil y vino a Quito, id. Fr. F. Bonilla de Sn. Francisco, id. Fr. Francisco Sáenz Viteri, de Sn. Francisco, en la costa y en las minas con los negros, id. Todos los dichos Comandantes, (63r) mandaban lo que se les antojaba en dondequiera que estaban y principalmente en el cuartel; donde también daba sus órdenes la Antuca Salinas, mestiza, hija de Salinas en una india; en términos que el que más gritaba, maldecía y botaba era el obedecido. Lista de los que se dedicaron más particularmente a seducir al pueblo. Dn. José Correa, Cura de San Roque. El Provisor Caicedo, predicador público contra el Rey y la familia Real en la Plaza de la Villa de Ibarra muchas veces y en otras partes. Dn. Próspero Vásconez, cura de Guanujo constructor de cañones. Fr. Mariano Murgeitio. Fr. Manuel Valencia. Fr. José Calderón. y Fr. Mariano Alarcón de la Orden de San Francisco, con otros muchos más. Fr. Alejandro Rodríguez de San Agustín. Dn. Mariano Enríquez. Dn. Mariano Castillo. Dn José Bosmediano y su hermano Dn Antonio Pineda. Dn. Juan Ante, llamado el Puca. El Pepillo. Dn. José Jeréz, que trajo de (64v) España Montúfar. Dn. Juan Cosio. Dn. Nicolás Vélez. Dn. Ramón Egas. Dn. Carlos Larrea. Dn. Miguel Iturralde. Dn. Manuel Benítez y su hijo. José Vallejo. Dn. Mauricio Quiñones. Mancheno y su hijo el cadete. Todos estos han sido oficiales, ayudantes, seductores y sostenedores de la insurgencia. Los hijos de Fabara Italiano. El sargento viejo Moisén francés. Aycardo, Italiano, cocinero que fue del Barón de Carondelet, como Fabara de otro Presidente. El Anglo Americano Mayordomo del Hospicio. Dn. Juan Manuel Rodríguez y su hijo, del pueblo de Tabacundo y el Cura del mismo pueblo el sordo Jijón como el Cipo Antonio Busta112

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mante. Dn. Carlos Araujo y el inglés Dn. Benito Benet que trajo de criado el Conde Ruiz de Castilla; y estos tres últimos han sido Gobernadores sucesivamente de la provincia de Esmeraldas, puestos por los insurgentes con orden de sublevar las cuadrillas de negros de aquellas minas como lo hicieron. Lista de los Corregidores que (64r) pusieron los alzados. Primeramente en Guaranda ad. Vicente Aguirre. En Ambato ad. Juan de Larrea. En Alausí a Dn. Feliciano Checa. En Ambato después de Larrea a Manuel Vásconez. En la Tacunga a Dn. Miguel Bello y después a Dn. José Barba. En Ibarra a Dn. Domingo Gangotena y después a su yerno Gómez de la Torre. Y cuando crearon ciudad a la villa de Ibarra, pusieron como gobernador a Dn. Joaquín Zaldumbide y después a Dn. Antonio Lanchazo. En Otavalo Corregidor Dn. Manuel Zambrano y en Riobamba cuando fue creada ciudad pusieron de gobernador a Dn. Bernardo León. Nota. La creación de estas dos ciudades de Riobamba e Ibarra fue con el fin de poner dos obispados y colocar en el de Riobamba al P. Fr. Alvaro Guerrero, Provincial de la Merced, natural de aquella villa y cuñado de Pedro Montúfar y en la de Ibarra colocar al Canónigo Dn. Calixto Miranda, legislador natural de la misma y al Obispo de Quito, Cuero y Caicedo, hacerlo (65v) Gran Patriarca de las Indias, y estaba ya dispuesto a consagrarlos. Lista de tribunos y otros alborotadores del Pueblo. Primeramente Dn. Vicente Peñaherrera, Administrador de Correos, que, siendo contador en tiempo del Rey, vendió la confianza pública a los alzados. Su hijo el Dr. Abogado. sus primos Peñaherrera, cura de Cotacache. Dn. Manuel. Dn. José, Cura de Píllaro. Dn. Luis, Clérigo. Los clérigos y curas Alzamoras. Sus sobrinos y toda esta larga familia. Xavier Gutiérrez, Relator del senado, conocido por mariquita. Dn. Juan Mena, tribuno. Lizardo Soasnavas, escribano de hipotecas, id. Dn. Joaquín Paredes, id. Dn. José Correa, Cura de San Roque, id. Los padres Correa y Zeballos de San 113

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Francisco, id. José Pinto, id. Dn. José Larrea, teniente coronel, seductor y toda la familia de Larreas a excepción del viejo Dn. Pedro Lucas. Nota, sobre esta familia recayó una Real Cédula para que ninguno de ella pudiera obtener oficio, ni beneficio (65r), ni empleo alguno en la República y se ha confundido quitándola de enmedio y substrayéndola. Como en Cali hubo otra igual contra la familia de los Caicedos, que tampoco ya aparece y en realidad de verdad que estas dos familias han sido y son las que han causado la general revolución, como antes causaron particulares alzamientos. El Marqués de Selva Alegre, su hermano, sus hijos Larreas que están en las listas, confirman esta verdad. Como el Obispo Cuero y Caicedo y sus sobrinos demuestran la otra. Antonio Ribadeneira. El Felipechín tribuno. Justo Ribadeneira, id. José Ribadeneria, id. Nota. También esta familia de Ribadeneiras, en Quito y Otavalo, han sido buenos traidores. Fr. Calvache, tribuno. El médico Luna, seductor. Dn. José Miguel Batancur, Factor de Tabacos en la costa de Esmeraldas, seductor y perseguidor de los Realistas. Xavier Pinto, seductor en Otavalo. (66v) Almeida, id. Dn. Pedro Tobar, id. Cayetano Coloma en Guaranda, id. Fr. Próspero Jurado, id. Dr. Dn. José Zambrano cura, id. Dn. Manuel Cruz secretario de Guerra, id. Dn. José Chiriboga, id. Dn. Ignacio Miranda, hermano del legislador, id. Juan Pablo Berrasueta, tribuno y seductor. El Mercader Paredes, id. Dn. Ramón Donoso, id. Lista de algunas mujeres tribunos y seductoras. Primeramente la marica Larraín, pública concubina del comandante Mancheno. La Antuca Salinas. Da. Nicolasa Guerrero, mujer del Comandante Dn. Pedro Montúfar. La Costalona. La Terrona. La Marquesa viuda de Maenza, Da. Josefa Herrera, quién además rezaba en público en la iglesia de monjas de Santa Catalina casi todos los días un Padre Nuestro y Avemaría, por el alma de Fernandito para confirmar al pueblo en que el Rey era ya difunto. La Cánovas, mujer de Peña, id. Da. Josefa (66r) Lozano mujer del Dr. Salazar. Da. Rosa Montúfar, hija del Marqués de Selva Alegre y otras varias, pero éstas son las más entusiasmadas.

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Siguen otros seductores y empleados. Dn. José Vallejo, Comisario. Dn. Mauricio Echanique, comisario, id. Dn. Pantaleón Zeballos, seductor. Dn. Joaquín Tinajero id. y Comisario. Fr. F. Cruz, id. Fr. Mariano Alarcón de San Francisco, id. Fr. F. Ortiz de Santo Domingo. El Canónigo Anda, id. y representante suplente, Dn. Ignacio Cárdenas, id. Dn. Miguel Mora, id. Dr. Dn. Antonio Vizcaíno, clérigo, id. El Pe. Torresano de la Merced, id. Dr. Dn. Florencio Espinosa, Cura de Puembo, id. El cura de Sigchos, id. y reclutador de gente. Dr. Dn. Mariano Tinajero, cura, id. El Prior de San Agustín de Riobamba Fr. Manuel Solano. Dn. Fernando Terán, Cura, id. Dn. Juan de Chiriboga fue Corregidor de Otavalo dos días y donador de los primeros cañones que se fundieron en su hacienda de la Concepción a su costa. Dn. Antonio Román, cura de Santa Prisca, id. Dn. Carlos Ponce, cura de San Marcos, id. Vicente Morán, espia, (67v) interceptador de cartas y satélite de Peña. Dn. José Alvarez, seductor. Dn. Francisco Jijón, seductor, reclutador de gentes y recogedor de derramas. Dn. Mariano Bustos, seductor. Dn. José Landaburo, Tribuno. José Zambrano, tribuno. Dn. Antonio Saá, cura de Cotocollao, seductor. Dn Juan Ponce, id. Fr. José Baraona, cura, id. Miguel Munibe id. y compañero de Peña en los saqueos. Luis Vargas seductor. Dr. Dn. Vicente Mosquera, cura, id. Dn. Juan Pablo Espejo, cura id. Dn. Juan Antonio Angulo, su hermano, id. El Peñaherrera del convento de Santo Domingo, id. Dn. Luis Espinosa reclutador de gentes. Dn Francisco Carcelén, hermano del Marqués de Solanda, id. Dn. Tomás León, su primo, id. Dn. Nicolás Barba, id. Dn. Juan Guerra del pueblo de Perucho, id. y seductor. Da. Micaela Alvarez, id. El Pe. Mora de la Merced, id. El Médico Arévalo, id. Fr. Antonio Bahamonde, id. Dn. Manuel Benítez, oficial y seductor. Francisco Villaque [Falta un texto en el original] (67r) hubieran ejecutado? El canónigo Miranda, Legislador de la Nueva Nación Quiteña. El Canónigo Anda, notado de tan insurgente. Dn. Tomás Velasco, Regidor y vocal del Congreso y otros Como asimismo los dos suplentes para las cortes, el Dr. Dn. Gabriel Alvarez; y el Dr. Arrieta, cura, vocales ambos del Congreso Nacional. ¿Quién no conocerá el término y las ideas de éstos hombres y del que los favorece y contribuye al logro de sus operaciones? Tiene S.R.M. muchos y buenos conductos por donde saber la 115

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verdad, la ama tiernamente y desea abrazarsse con ella para que lo guíe al término acertado de sus benéficas ideas, justas y equitativas para sus leales hijos y vasallos. El Virrey del Perú Marqués de la Concordia, Abascal y Souza. Este héroe, criado por Dios para sostener en Lima el peso de los infortunios de todo este hemisferio ha sabido diestramente manejar las riendas de su gobierno, con tal arte y modo que ha merecido con justicia el nombre de maestro de políticos y militares. No dejará la Providencia Santa de mandarle los socorros que espera de la Península, para acabar de [Falta un trozo de texto) (68v) y Benítez de la misma Villa, id. El Médico de la tropa López, el panameño tribuno y seductor. Cayetano Guerra, Antonio Guerra y Mariano Guerra, del asiento de Otavalo, seductores y tribunos. Vicente Villasís del pueblo de Cayambe, id. Dn. Ignacio Román, capitán regidor de Quito, id. Dn. José Andrade de Cotacachi, sus hijos y toda la familia de los Andrades y la de los Albujares, seductores. Dn. Domingo Quintana oficial Real, id. El teniente del pueblo del Puntal, y su hijo, tribunos y seductores. Ramón Maya, escribano de Quito y el Procurador Escudero, id. El Dr. Abogado Dn. Ignacio Ochóa y su hermano, alborotadores de los pueblos de la provincia de los Pastos. Dn. José Sáenz, Director de rentas en Quito, id. Concluyo esta numeración con el Dr. Dn. Mariano Jácome de Estrada y el Montanero, cura del pueblo de Saquisilí, a quien en premio de haber dado mucha plata para la guerra, exhortado y predicado a sus feligreses, lo hizo el Congreso Nacional de Quito vocal nato y le regaló la Banda tricolor que ellos usaban. Dios guarde a Usted muchos años. Carta 30

Amigo mío. En la (68r) larga numeración que he puesto a Um. en mi anterior, sólo están los más principales agentes o a lo menos aquellos 116

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que se han manifestado más. Ha otros muchos que omito por no contemplar más necesario para que forme U. el concepto debido sobre la materia presente. Allí encontrará de toda clase de gentes: blancos, negros, mulatos, mestizos, indios, pobres, ricos, mercaderes, doctores, curas, escribanos, canónigos, hacendados, pulperos, carniceros, frailes, abogados, zapateros, sastres y de cuantos oficios y ejercicios se usan en la sociedad sin exceptuarse las mujeres prostitutas y escandalosas; y el ladrón, borracho y el asesino. Llaman en Quito, Juanesca a un plato que comen y les gusta mucho en que entra el garbanzo, el frijol, la lenteja, la haba, el chogllo, o maíz tierno, y otros granos; y la misma Juanesca o ensalada han armado para su gobierno republicano; al principio Real, y últimamente imaginario. Ya que he comunicado a UM. la (69v) noticia de los más principales agentes y motores, me parece debido no omitirle la de los fieles vasallos del Rey que más han sufrido por defender los derechos de la Majestad y el Trono, y también por haber predicado la doctrina Evangélica que se opone a la de los novatores e impíos que en estos tiempos han agitado tanto la navecilla de Sn. Pedro. Primeramente el venerable Pe. Fr. Vicente Lugo, natural de Guayaquil, del convento de San Diego de Quito, fue desterrado por los insurgentes a Pomasqui; después a Popayán, y últimamente no se sabe su paradero. El Pe. González, Comendador de la Recoleta de la Merced de Quito, natural de Guayaquil, fue desterrado a Cali. El Pe. Querejazu y otros dos o tres frailes de San Francisco, por ser europeos, fueron también desterrados. Dl Dr. Dn. Mariano Batallas, Racionero de la Catedral de Quito: el Sacristán mayor Dr. Dn. Tiburcio Peñafiel. El Dr. Dr. Andrés Villamagán, Vicerrector del Colegio de San Luis de Quito. El Dr. Dn. Joaquín Araujo, Presbítero; y el Pe. Fr. José Losada, de la Recolección de la Merced, fueron (69r) desterrados y sacados una noche a las once del cuartel donde estaban presos y con lo que tenían en su cuerpo unicamente, los montaron en unas cabalgaduras con avíos despreciables y los condujeron hacia el desierto y 117

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montañas de canelos. Estos cinco eclesiáticos son buenos y ejemplares en ciencia y virtud. Fue desterrado también Dn. José Galarraga, Contador de Aduana, al fuerte de Guaranda que los insurgentes fabricaron. Otros muchos buenos y leales vasallos se ausentaron voluntariamente en los montes y lugares excusados, huyendo de la persecución como en la primitiva iglesia acontecía a los fieles. También contemplo indispensable hacer presente a U. la conducta que ha observado D. Toribio Montes, Presidente que entró en Quito con las armas victoriosas del Rey el día siete de noviembre de 1812. Llamó, alagó y consoló a los Realistas prófugos y desterrados y comenzó a manifestar algún rigor contra (70v) los rebeldes, mas luego que estos conocieron sus flaquezas, lo asaltaron con las baterías de Venus y vindicaron muy pronto la plaza de la justicia, sobornando los sirvientes y allegados de S.E., facilitaron modas y horas proporcionadas para que oyera las encantadoras lágrimas de las sirenas que untándole las manos y el corazón con el bálsamo mejicano lo derritieron y pusieron tal que se trasmutó en el ente más indolente. Hizo se jurara la Constitución a que los fieles se oponían y salieron electos para mandar los caudillos de la rebelión reciente que hasta ahora gobiernan a su antojo bajo el auspicio del canónigo Soto, director en jefe de los negocios públicos y aún privados del Presidente. Han variado, han quitado y desfigurado enteramente las actas capitulares y cuantos documentos demostraban su infidelidad y han sustituido otros que manifiestan su inocencia y amor al Rey, descargando solamente contra el pueblo la maledicencia de sus intrigas y fanatismo. Los fieles realistas, despreciados de nuebo, perseguidos, ajados y maltratados últimamente (70r) con el cuchillo asesino, han tomado el partido de retirarse de aquella miserable ciudad y buscar un asilo menos incómodo y expuesto. Han conseguido nuevo triunfo los rebeldes y riéndose descaradamente cantan la victoria. El anciano y débil Montes piensa alucinar al Supremo Gobierno con decir que siendo todos los de Quito y sus provincias insurgentes, es indispensable usar de toda condescendencia, pero este engaño y falsedad no será creída de los hombres de talento, ni de los ojos linces del Rey. ¿No será una prue118

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ba irrefragable, ver de alcaldes ordinarios de Quito, de Regidores y empleados más principales, a los mismos que fueron vocales del Congreso Nacional y a los mismos que solemnemente juraron la independencia? Dn. Manuel Mateu, Dn. Manuel de Larrea, Alcaldes actuales, Dn. Domingo Quintana, Oficial Rl. Dn. Mauricio Echanique contador mayor, Dn. José Sáenz, Director de Rentas y casi los principales traidores que depuestos al principio, prófugos y escondidos cuando entraron las tropas del Rey, se ven a poco gozar de la más entera y descarada licencia y libertad. El Obispo Diocesano (71v) Dn. Jose Cuero y Caicedo, después de abandonar su iglesia y de haberle tocado la sede vacante tan debidamente, no fue llamado por el mismo Presidente Montes, quien lo colocó de nuevo en su silla episcopal y lo dejó hacer órdenes, consagrar óleos, confirmar y conferir beneficios curados y después de estar llamado y enteramente suspenso, dejarlo obrar del mismo modo? Otra prueba hay que demuestra completamente las ideas torcidas y desgreñado modo de obrar. La elección de representantes para las Cortes de España, hizo que recayera en los más declarados y acérrimos traidores. Lo mismo casi en la de los Diputados de Provincia. Nombraron para ir a España de representantes por Quito a Dn. Guillermo Valdiviezo, Vice Presidente que fue del Congreso Supremo Nacional. Al Dr. Dn. Francisco Rodríguez de Soto, Canónigo Magistral, Vocal que fue de aquel Congreso. A Don José Salvador, Senador que fue y gacetero de los insurgentes y a Dn. José Larrea, que está en España, hermano de Dn. Manuel de Larrea, del Congreso de Quito, Alcalde actual y primo de los Montúfares. ¿Qué miras llevarían éstos? ah! ¿Y los diputados Provinciales (71r) que hubieran ejecutado? El canónigo Miranda, legislador de la nueva nación quiteña. El Canónigo Anda, actuando de tan insurgente. Dn. Tomás Velasco, Regidor y vocal del Congreso y otros? Como asimismo los suplentes para las Cortes, el Dr. Dn. Gabriel Alvarez y el Dr. Arrieta cura, vocales ambos del Congreso Nacional. ¿Quién no conocerá el término y las ideas de estos hombres y del que les favorece y contribuye al logro de sus operaciones? Tiene S.R.M muchos y buenos conductos por donde saber la verdad, la ama tiernamente y desea abrazarse 119

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con ella para que lo guíe al término acertado de sus benéficas ideas, justas y equitativas para sus leales hijos y vasallos. El Virrey del Perú Marqués de la Concordia, Abascal y Souza. Este héroe, criado por Dios para sostener en Lima el peso de los infortunios de todo este hemisferio, ha sabido diestramente manejar las riendas de su gobierno con tal arte y modo que ha merecido con justicia el nombre de Maestro de Política y Militares. No dejará la Providencia Santa de mandarle los socorros que espera de la Península para acabar de (72v) tranquilizar todo el Perú y Tierra Firme. Si los censores severos le han criticado la mala elección que hizo de algunos sujetos para mandar, verán con el tiempo los justos motivos con que lo hizo, fuera de que en unos tiempos tan obscuros y nebulosos ha sido más que habilidad haber salvado de tantos bajos y escollos la nave de su cargo. Creo haber cumplido del mismo modo posible a su limitada capacidad, con el encargo que Um. me tiene hecho y persuadido de una verdadera amistad, no dudo me ocupará en cuanto juzgue útil y provechoso a su obsequio y servicio. Dios Guarde a usted muchos años. Guayaquil, 26 de junio de 1815. Carta 31

Amigo mío. Casi al punto de remitir a VM. las treinta cartas anteriores, ha sido indispensable agregar otras noticiándole que el General Dn. Pablo Morillo llegó a la isla de Margarita con su hermosa expedición y habiendo saltado en tierra se apoderó a discreción de los capitanes y caudillos (72r) de los rebeldes perdonándoles la vida siguiendo los sentimientos del paternal corazón de nuestro soberano. Dicha isla era el punto de apoyo y reunión de los insurgentes y así ya se les acabó esta guarida a los de Tierra Firme. Siguió inmediatamente Morillo a Cartagena de Indias e intimó la rendición a sus habitantes ya bien consternados por el asedio del soberbio e infame Bolívar y más particularmente porque las tropas Reales 120

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de Santa Marta se habían apoderado de la villa de Mompox y de Barranca, quedando con esto dueños los nuestros del río Magdalena y cortados por tierra los traidores Calamares con los Cundinamarcas y con todo el Reino de la Nueva Granada, según ellos mismos ya se nominaban. Es regular que en breve se rinda Cartagena, porque bloqueada por tierra y por mar no puede resistir absolutamente, pues los víveres se corrompen allí prontamente y no tienen otra esperanza que agua de aljibe. Llegan a Panamá mil seiscientos (73v) hombres de tropas de España y son transportados en barcos prevenidos a la disposición del Virrey de Lima, quien manda nuevamente más embarcaciones para conducir otra segunda expedición que se espera de un día a otro de la Península, además de dos mil hombres de los Realistas de Caracas, este refuerzo al paso que ha vivificado a los leales, ha puesto balbucientes a los alzados, no creen; quisieran no creer, pero los muchos testigos de vista que afirman la realidad de las tropas, los confunden. Sábese en Quito esta noticia el veintisiete de junio en el cual tenían dispuesto los rebeldes alzarse otra vez y pasar a cuchillo la guarnición, a los realistas, sus hijos y criados y hasta al mismo Presidente Montes, que tanto los había protegido e insolentado. Descúbrese oportunamente la nueva y cuarta conspiración y se ponen presos a Valdiviezos, Manuel de Larrea, Manuel Mateu, Salazar, Escobar, Barba y Sánchez León, pero huyen los Montúfares, Ascázubi y otros (73r) igualmente principales, como desaparecieron también al mismo tiempo de los pueblos inmediatos muchísimos que estaban metidos en la nueva revolución. Mandan conducir a Lima al Obispo Cuero y Caicedo y en pocos días llega a Guayaquil el que en tres meses de haber salido de Quito no había caminado tres jornadas, esperando con esta lentitud que sus paisanos los caleños, con sus aliados, vinieran a rescatarlo convocados nuevamente con los de Popayán y con todos los de la provincia de Quito, cuya señal era la traída de Nariño desde Pasto por orden del Presidente Montes quien al fin tuvo que mandar no entrara en dicha ciudad y siguiera para Guayaquil con 121

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Escobar. Verificóse su embarque en la fragata Preciosa con el Obispo Cuero y se hicieron a la vela el mes de julio. El canónigo Soto también ha sido remitido a Guayaquil, donde se está paseando libremente. Vuelven a entrar en Popayán las tropas insurgentes de Cali y del Valle del Cauca. (74v) Capitaneados por Cabal, un francés, Gebiers y Carlos Montúfar, disperzando a las tropas del Rey en Cali vio y sus inmediaciones el siete de julio. Vuelve la confusión a Quito y toda su provincia. Los fieles pastusos desenvuelven las armas que tenían guardadas y se ponen en defensa de su país para estorbar a los insurgentes el paso a Quito, donde probado de nuevo el motín e informado el asesor lo que correspondía al Presidente Montes, vuelve ésta a poner un decreto mandando salir a los rebeldes presos y que elijan paraje donde quieran irse, para darles pasaportes. Este nuevo acaecimiento al paso que demuestra la innata inclinación de los rebeldes y la ninguna esperanza de su enmienda confirma la tortuosa política del Presidente Montes. Cunde de nuevo la intriga y las esperanzas de los traidores reverdecen en (74r) todas partes. Sólo los detiene el haber sabido la llegada de las primeras tropas de España la proximidad de las segundas, que de no ser así, se inflama el material dispuesto para volar nuevamente hasta Lima la mina de la insurrección. Repito a VM. que la indulgencia española y la nimia confianza es causa de infinitos males, como la inobservancia de las leyes y la conducta de los jueces ineptos, o por relajación de costumbres o por impregnados de máximas antirreligiosas, o por secuaces del antiguo Godoy, por consiguiente de su amigo Bonaparte. En este estado, amigo mío, se encuentra actualmente este Reino y se espera que el Virrey tome las providencias más eficaces, pero no mandando en lugar de Montes otro jefe nada adelantará en cuanto a Quito. Dios guarde a VM. muchos años. Guayaquil, julio 22 de 1815. (75v).

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Carta 32

Amigo mío. Cuando las naciones han procurado buscar motivos de enlaces con la España, cuando muchas provincias europeas se glorian de ser pobladas por españoles y descender de ellos, flamencos, irlandeses y otros, los americanos se apesadumbran y tienen en menos la sangre que corre por sus venas. No, amigo mío, la exageración está muy lejos de mi modo de habla y de pensar. Es indispensable creer lo que se ve y se oye contínuamente. La frase de decir a cada instante, dónde estará la sangre de español que tengo para sacar la última gota de mis venas es tan frecuente en los labios de los criollos americanos que ya se ha hecho muy ordinaria. Los hijos de los mismos españoles son los más comunes en usar de este lenguaje, a lo menos luego que sus padres fallecen. Cada motivo de alegría para ellos les hace (75r) prorrumpir en semejantes expresiones. La ventaja que han logrado nuevamente en Popayán contra las armas del Rey ha suscitado el desfallecido entusiasmo de los rebeldes de Quito y todo el Reino. La enervada y falaz política del Presidente Montes ha dado lugar a esta novedad, habiendo puesto en manos de Vidarrasaga el gobierno de Popayán y el mando de las tropas reales. Este hombre, conocido solamente por sus excesos y extravíos, fue el director del ataque en el sitio del Palo, en la llanada que media entre el río Cauca y el Palo, para que aislada y cansada, nuestra gente fuese víctima de los insurgentes del valle del Cauca. Si la negra intriga no ha tenido parte en esta acción, la más crasa ignorancia militar acarreó la derrota y dispersión. Queda preso y siguiéndole la causa Vidarrasaga, pero sus mecenas, lo sacarán con lauro. (76v) Los cabecillas de Quito, destinados a salir de la capital y provincia por el dictamen del asesor Sarabia, se escondieron luego que el Presidente los mandó sacar de la prisión, con los fiadores que eran casi otros tales y ahora van asomando en sus haciendas, pidiendo desde ellas pasaportes para irse a los destinos que a ellos acomoda. ¡Oh tiempo! ¡Oh justicia! ¡Oh piedad española! ¡Oh jueces! ¡Oh política! Dios guarde a usted muchos años. Agosto 7 de 1815. 123

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Carta 33

Amigo mío. Quémase el navío San Pedro de Alcántara por un descuido al tiempo de abrir un barril de aguardiente en la isla de Margarita. Sirve este acaso de retardar el sitio de Cartagena de Indias y alégranse los rebeldes. Llegan las primeras tropas a Lima de las que mandó (76r) el General Morillo y el Virrey Abascal respira, mas al mismo tiempo sabe la derrota de las tropas reales en Popayán y le acibara el gusto, extiéndese la noticia de la entrada de Bonaparte en Francia y los francmasones se regocijan y aumentan su contento con ver llegar varios americanos empleados a sus mismas tierras, atribuyendo a debilidades del gobierno español lo que es propio de su justicia. Dicen que con estas datas de empleos, quiere el Rey alucinar, manifestando generosidad e imparcialidad para engañarlos y que desistan de su independencia. A la mansedumbre de Morillo en la Margarita, y a la de otros jefes militares en otras partes, dan el término y significado de miedo y de propia conveniencia. No hay medio ni arbitrio para los insurgentes, todo es malo para ellos, todo es cavilación, todo intriga, y sólo piensan en su temeraria y loca independencia. Ha llegado al termino su locura de querer depender de cualesquiera otra (77v) nación que no sea la española. Así lo publican y así lo desean con la mayor ansia. Nariño y el Obispo Cuero y Caicedo arriban al Callao y es depositado el primero en las casas matas y el segundo conducido en coche a la capital Lima y tratado con la mayor consideración por el Arzobispo de aquella ciudad y por el Virrey en atención al carácter y avanzada edad. No se sabe qué término tendrá la causa del Rdo. Obispo cuyos delitos son enormes y capaces de hacernos ver hasta dónde llega la miseria del hombre fascinado, que se aparta de la senda de sus deberes y que suelta los diques a sus violentas pasiones. Este es asunto que merece otra carta por separado, que verificaré extractándole a VM. de los autos, aquellos excesos más graves y que constan demostrados. Entre tanto quedo rogando a Dios guarde a VM. muchos años.

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Carta 34

Amigo mío. Los delitos que el Rdo. (77r) Obispo de Quito, ha cometido en la época presente se reducen a que juró la independencia de España y del Rey que fue nombrado Presidente de la Junta insurreccional de Quito, nominado Congreso Supremo Nacional con tratamiento de Excelencia que admitió el expresado Presidente, el Vice Patronato Rl., y se nombraba tal Vice Patrono Rl. ¡Oh, qué implicancia! Que aprobó el nuevo Código Civil que formaron el Canónigo Miranda y el Dr. Rodríguez que firmó órdenes de ataque contra las provincias leales y limítrofes de Cuenca y Pasto, que concedió indulgencias a los que pelearon y murieron en la guerra contra el Rey, que excomulgó al caudillo y tropas reales, que mandó extender la bula de la cruzada a pesar del orden del comisario general que prohibió se publicara en los países que estaban en insurrección, que puso oficios a los curas mandándoles que (78v) predicaran e exhortaran a sus feligreses sobre estos particulares y finalmente que estuvo dispuesto a ser nombrado por el Congreso Nacional, Patriarca de las Indias y a consagrar dos Obispos que iban a crearse en la villa de Riobamba y en la de Ibarra; en esta al canónigo legislador Dn. Calixto Miranda y en aquella a Fr. Alvaro Guerrero, exprovincial de la Merced, que con este fin dieron el nombre de ciudades a las dos villas referidas. Que permitió sacar cuanta plata hubo en cajas reales, tanto la perteneciente a S.M cuanto a la de bienes de difuntos, de las Bulas, de la de los Santos Lugares de Jerusalén, de la destinada a los gastos de la canonización de Mariana de Jesús, la de la redención de cautivos cristianos. Y por último no escaseando la de los diezmos y suya propia para continuar la guerra con otros dichos y hechos particulares, relativos a la consecución del sistema (78r) que abrazó. Amigo mío, nada me asombra en unos tiempos tan noveleros y en que las costumbres han llegado al estado más deplorable, haciendo sus tiros principales los impíos a la Santa Religión, para que no haya quien pueda refrenar y contener sus desórdenes y atrevimientos hasta contra la misma deidad. 125

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Lo que sí es de extrañar es que un Obispo concurra a semejantes excesos, pero al fin es hombre, et hominum est errare. Comunico a usted también que el referido Rdo. Obispo, ha cometido estos delitos en odio del Supremo Gobierno, que expidió en años pasados dos Cédulas contra él por haber anulado un concurso de curatos canónicamente instituido; y la otra por haber distribuido las rentas del Obispado de Cuenca, tomando y percibiendo al mismo tiempo las del de Quito y que hasta la presente no ha restituido los cuarenta mil pesos que se le mandó (79v) a la primera iglesia. Nada extraño repito a U., por que sabiendo lo que puede la pasión del odio, más violenta y tenaz que la del amor, no hay que admirarse de la miseria del corazón humano. Hago a usted una breve recopilación de algunos de los muchos Concilios y cánones de la Iglesia que hablan de la presente materia, omitiendo otros muchos por la cortedad del tiempo y estrechos límites de una carta, más para ella podrá VM. conjeturar el término de esta causa. Los Concilios Toledanos, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo y décimo, decretaron que el clérigo o monje, obispo y en fin cualesquiera eclesiático desde el iniciado hasta el de mayores o superiores órdenes quedasen sujetos a las censuras y excomunión, siempre que faltasen el juramento de fidelidad al Rey. Las palabras del Concilio cuarto son tres anatemas que horroriza el pronunciarlas y concluye con decir no sea absuelto en esta vida sino que sea reservada su absolución al (79r) Juicio de Dios. Es verdad que el Concilio de Trento permitió que en el artículo de la muerte, cualesquiera sacerdote pueda absolver de cualquier pecado y censura, para que la piedad de Jesucristo y de su feligresía resplandezca, más, no obstante, dejo en todo su vigor lo dispuesto en el citado toledano cuanto acerca de los eclesiásticos que falsean a la fidelidad al Príncipe, que no pueden ejercer sus órdenes, ni sus oficios. Véase el cánon 75 del expresado cuarto concilio: en virtud y en fuerza de él fue condenado el traidor Pablo con todos sus compañeros, y entre ellos varios Obispos en el Concilio 6 referido de Toledo. 126

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Según principios inconcusos del derecho, la infidelidad al Rey acarrea infamia, ésta produce irregularidad y el irregular, según el mismo derecho canónico, no puede ejercer las funciones de sus órdenes y ministerios, luego el Obispo de Quito, por los principios demostrados, no puede ni debe ejercitarse en su Ministerio. (80v) Las censuras, unas son a jure, y otras ab homine, está, luego que fallece el que las impone, cesan y no obligan, pero las que son a jure, permanecen siempre en su fuerza y vigor, a nos ser revocadas o reformadas por quien tiene la suprema y legítima autoridad. Para incurrir en la censura impuesta por el hombre se necesita de que precedan tres amonestaciones, más para incurrir en la impuesta por el derecho, no se requiere otra cosa que tener o haber tenido noticias de ella, cuya ignorancia agravaría el nombre del citado Obispo de Quito, reputado y tenido por teólogo y canonista. Igualmente la censura es lata o ferenda. Lata se llama aquella que en el mismo acto se contrae. Ferenda es aquella que recae después de la sentencia del juez. En el caso presente la censura es a jure, el cual derecho (80r) prescribe que en el mismo acto la contrae el reo, ipso actu, son palabras del Concilio antedicho, luego es lata y no ferenda. Cuando por la obscuridad de la causa falta de prueba u otros motivos legales debiera ser la censura ferenda, en el presente caso, donde la publicidad de los hechos, ruidosos atentados y los acontecimientos son tan auténticos quitan toda razón de dudar y dejan sin uso las reglas de la epiqueya. El Supremo Consejo de Indias ha tenido ya noticia de esta causa y en su consecuencia manda el Rey que el Rdo Obispo de Quito vaya a Lima ante el Excmo. Arzobispo Metropolitano quien, según los cánones de la Iglesia debe sentenciarlo en conjunta de dos Obispos. De esta sentencia resultará suspensión degradación con las demás penas que están también señaladas por los sagrados (81v) cánones. Si la degradación se verifica, será entregado al brazo secular para la ejecución y castigo anexo, pero todo de-

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be ser con noticia del Príncipe temporal. Estos son, amigo mío, los trámites que el derecho civil y el canónico prescriben. Pero hablar más sobre la irregularidad de derecho que ya contrajo es superfluo, por lo tanto ni puede administrar el sacramento de la confirmación ( como ha hecho ), ni ordenar, ni dar canónicas instituciones lícitamente beneficios, como ha verificado, mediante lo cual el ignorante que ha solicitado y recibido órdenes y beneficios en esta época presente está también irregular y debe sacar habilitación del superior a quien corresponde para poder, valide et litite, ejercer y disfrutar lo que haya recibido. Esto se entiende, si ha sido con ignorancia crasa, que no siendo así (81r), es un simoníaco y no vale la dispensa, aunque la saque siempre que hubiera admitido con esta mira e intención. Este, amigo mío, es un parecer fundado en la doctrina ortodoxa que seguimos y profesamos. Quisiera haber satisfecho a su curiosidad, pero si así no ha sido, recurra a quien sepa más que yo y que tenga más tiempo de referir cuantos cánones y doctrinas de la iglesia hay sobre el punto presente, aunque quedo entendido de que en sustancia nada hay que añadir a V., sólo sí que cuente con el verdadero afecto de su más amante amigo seguro servidor. Q.S.M.B. Carta 35

Amigo querido. Atacan los insurgentes en el sitio de Venta y media en el Alto Perú (82v) la vanguardia del ejército del General Pezuela y su segundo Ramírez con 500 hombres, los derrota completamente, de suerte que cuando Pezuela vino a su socorro ya no tuvo que hacer y sólo determinó con sus fuerzas unidas perseguirlos hasta más allá del Potosí. Ataca efectivamente con mucho valor al General insurgente Rondó en el sitio de Wilma junto a Cochabamba el día 27, 28 y 29 de noviembre, derrótalos completamente, haciendo setecientos prisioneros, dando muerte a milquinientos. Mayor número de heridos y apoderándose de vagajes, artillería y

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todo el campo con las banderas que los soldados de Talavera tomaron en el fuerte que asaltaron con la mayor intrepidez, escapándose herido Rondó con las reliquias de sus siete mil hombres. En Chile se preparaba Osorio a entregar el mando y la Presidencia al sucesor Marcó, para seguir con dos mil hombres a (92r) pasar la cordillera de los Andes con el fin de apoderarse de la villa de Mendoza y llamar con esto la atención de los porteños por aquel punto, al que librar a los vecinos de la dicha villa de la opresión de los insurgentes, que ya han ostigado su paciencia y credulidad. Manda el Virrey Abascal al Gobernador de Cuenca Aymerich que vaya a Quito con gente de su provincia y de Guayaquil para que a lo menos sirva de sombra para contener los excesos de Montes, llega con muy poca gente, pues ya repugnan el alistarse de soldados, pero el Presidente continúa con su misma conducta, insolentando a los traidores y tratando mal a los Realistas por que éstos se niegan a darle un informe que él mismo solicitó sobre su conducta. En Lima, el nueve del presente diciembre, (83v) falleció el Obispo de Quito, Cuero y Caicedo, a impulso de ochenta y un años y de la melancolía que sin duda tendría y remordimiento de su conciencia. Al tiempo de abrir su cuerpo para embalsamarlo, se le encontró el corazón seco, muy pequeño y tanto que no excedía al tamaño de una avellana grande, siendo así que su cuerpo era de talla muy alta. Dejó mandas muy considerables a varios de sus familiares, no tanto del capital que hizo cuando entró al Obispado, como de plata que ha tenido bien guardada en poder de unas monjas Carmelitas de Quito. Rinden al fin la plaza de Cartagena a los cientocuatro días de un sitio estrecho, huyense los cabecillas principales en cuatro goletas y el General Morillo los hace seguir con la mayor prontitud. (83r) Encuéntranse en la plaza y castillos grandes repuestos de municiones y pertrechos de guerra, mas tan escasos alimentos que habían sido víctimas de la cruel ham129

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bre más de dos mil personas, justo premio de su negra perfidia y con digno castigo de su maliciosa ignorancia. Tremólase de nuevo la bandera del Rey en la infiel Calamari el día seis de diciembre y quedan libres algunos infelices prisioneros españoles que pudieron sobrevivir a los más crueles tratamientos tomada la llave del Reino de Tierra Firme, tiemblan los alzados y tratan de rendirse, aunque sólo en la apariencia, pues sus ánimos traidores están muy conocidos y siempre dispuestos a la rebelión. Los de la provincia del Socorro son los primeros a someterse y los Cundinamarcas o Santafereños están próximamente amenazados y no dudo se rendirán a discreción, como los de Antioquía, Neiba, Cali, Buga, Popayán y todo el valle de Cauca quedarán, no hay duda, sometidos por la fuerza, pero maquinando siempre sobre su soñada independencia. Me parece indispensable que el Rey habrá tomado ya sus sabias disposiciones para precaber muchos alborotos y maquinaciones de los rebeldes y para contenerlos en los límites de sus obligaciones a estos naturales y en la obediencia que deben a su Soberano. La llegada de la expedición de veinte mil hombres al río de la Plata que se anuncia con la venida del nuevo Virrey Venegas a Lima con una comisión militar ciertamente que sofocarán el fuego insurreccional y se logrará la tranquilidad (84r) general de toda esta América Meridional. Con todo, amigo mío, quisiera yo además otras disposiciones para evitar en tiempo los desastres y trastornos que se han experimentado en toda la América y estorbar la despoblación de España que necesariamente se ha de seguir con la remisión de tantos miles de soldados anualmente para remudar y completar las bajas en los regimientos, pues de éstos sólo vuelven regularmente las banderas y la plana mayor. Ya habrá pensado sin duda el superior gobierno, sobre estos inconvenientes y meditado sus remedios. Yo tengo dicho a VM. varios que me parecieron útiles y ahora me ocurre otro que tal vez podría adaptarse en estas regiones a lo menos hasta cimentar la fidelidad de estos habitantes. 130

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Unos tribunales de inquisición (85v) de estado, como hubo en Génova, que castigaron con el mayor rigor la más mínima falta y hasta el lenguaje de insubordinación y desprecio con que tratan y hablan del Rey y del gobierno de España, sería un freno bridón, que contendría la natural propensión de alzarse. Ahora que vienen tantas fuerzas militares es la ocasión de poder entablar no sólo esto, más también los impuestos correspondientes para que quede un superávit proporcionado a lo extenso de estos mundos y a la vanidad de sus moradores, domando de esta suerte la soberbia y el orgullo que los electriza. No pudiendo lograr esto convendría cambiar con Portugal o con algunas potencias católicas, con tiempo para no perderlo todo. Conténtese VM. con mis buenos deseos e intención y no repare en los defectos (85r) que tengan mis cartas. Dios guarde a VM. muchos años. Guayaquil y diciembre 31 de 1815. Pedro Pérez Muñoz. (86v).

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