COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVO

COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVO Efesios por Raúl Caballero Yoccou Editor General de la obra: Dr. Jaime Mirón Asesor Teológico Rvdo. Raúl Ca...
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COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVO Efesios por

Raúl Caballero Yoccou Editor General de la obra:

Dr. Jaime Mirón Asesor Teológico

Rvdo. Raúl Caballero Yoccou

[p 2] Junta de referencia Presidente: Luis Palau Raúl Caballero Yoccou (Argentina), H. O. Espinoza (México), Olga R. de Fernández (Cuba), Pablo Finkenbinder (EE.UU.), Sheila de Hussey (Argentina), Elizabeth de Isáis (México), Dr. Emilio Núñez (Guatemala), Dory Luz de Orozco (Guatemala), Patricia S. de Palau (EE.UU.), Guillermo Milován (Uruguay), Carlos Morris (España), Héctor Pardo (Colombia), Aristómeno Porras (México), Asdrúbal Ríos (Venezuela), Randall Wittig (EE.UU.). Publicado por Editorial Unilit Miami, Fl. EE.UU. Todos los derechos reservados © 1992 Asociación Evangelística Luis Palau Asesoría editorial técnica: Leticia Calçada Versión utilizada de la Escritura: Reina Valera (RV) 1960. © Sociedades Bíblicas en América Latina Usada con permiso. Producto 498635 Tela 498636 Rústica ISBN-1-56063-219-4

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PREFACIO DEL EDITOR GENERAL Cuando por primera vez pensamos en la necesidad de una obra como ésta, una de las necesidades que advertimos—al margen de que el material fuera original en castellano—fue que sirviera para llenar una gran necesidad del liderazgo iberoamericano. La mayoría de los obreros del Señor en Latinoamérica no cuentan con los privilegios educacionales ideales ni con las posibilidades para lograrlos. Es por eso que, recurriendo a hombres de Dios y excelentes maestors bíblicos del continente americano y de España, acordamos realizar esta obra. Este Comentario Bíblico está especialmente dirigido al obrero, líder o pastor que recién se inicia o bien que presiente no contar con preparación académica adccuada por falta de tiempo o de medios. Esta obra no está dirigida a los expertos o eruditos puesto que estos hermanos ya cuentan con suficiente material. Este Comentario Bíblico expositivo no analiza la Escritura versículo por versículo ni menos palabra por palabra. Por lo general se toman las ideas por párrafos y se extrae el contenido esencial. No intentamos, en esta obra, aclarar toda duda o contestar toda pregunta que pueda tener el maestro, predicador o estudioso de la Biblia. Lo que sí deseamos hacer es estimular al predicador y ayudarle a aplicar y predicar el pasaje bíblico. A pesar de que hay menciones al original griego, como parte de la filosofía editorial la Junta de Referencia pidió a los autores no ser ser exhaustivos en las explicaciones técnicas ni erudito en la presentación. Quiera el Señor añadir su bendición a este Comentario de la Epístola a los Efesios a fin de que los líderes del pueblo de Dios sean edificados y, a su vez, el cuerpo de Cristo crezca en conocimiento y sabiduría para gloria de Dios. Dr. Jaime Mirón Editor General [p 4]

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ÍNDICE GENERAL PREFACIO DEL EDITOR GENERAL PROLOGO DEL AUTOR INTRODUCCION BOSQUEJO GENERAL DEL LIBRO EXPOSICION DEL LIBRO Parte I 1. Salutación 1:1–2 2. El contenido del misterio eterno 1:3–8 3. El descubrimiento del misterio 1:9–14 4. El contenido de la oración de Pablo 1:15–23 5. El poder de Dios en la comunicación de la vida 2:1–10 6. La identidad del cuerpo de Cristo 2:11–22 7. La nueva comunidad: el misterio revelado 3:1–6 8. Pablo como predicador del evangelio 3:7–12 9. La manifestación del poder de Dios 3:13–21 Parte II 1. Las labores de la iglesia 4:1–16 2. El andar con el mundo 4:17–6:9 3. La lucha contra el diablo y sus fuerzas 6:10–20 Conclusión 6:21–24 BIBLIOGRAFIA [p 6] Índice De Notas Adicionales Del Autor En Cristo Gracia Redención Dispensación Misterios Sello Plenitud Reconciliación Herencia Trinidad

[p 7]

PROLOGO DEL AUTOR En este estudio de la epístola a los Efesios, hemos procurado reunir material que pueda ser utilizado como base para estudios bíblicos en todas las esferas del desarrollo de la iglesia. Lo hemos hecho en forma expositiva y en capítulos cortos para que en su estudio personal cada pastor o líder pueda preparar su propio apunte. Hemos tratado de abordar todos los temas centrales e incluido cuadros adicionales que abran las puertas a investigaciones más profundas. Sin embargo, la magnitud de la revelación es de una extensión tal que nos abruma. Conscientes de nuestras limitaciones, pero contando con la asistencia del Espíritu Santo, hemos trabajado sobre los borradores, cotejando a otros siervos de Dios, tal como lo consignamos en la Bibliografía. La nota final, que es también la central, es de gratitud a Dios por su “bendición espiritual” encerrada en su propósito eterno, parte de la cual disfrutamos como miembros de la familia de Dios e integrantes de la nueva comunidad—denominada de varias maneras a lo largo de la epístola. Tal como Pablo lo hizo en su momento, también nosotros rogamos a Dios, “el Padre de gloria”, que nos “dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos” de nuestro entendimiento para conocer la esperanza a que fuimos llamados, y saber cuáles son “las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder” que resucitó a Cristo de los muertos y lo ha colocado como sublime y glorioso Señor sobre todos. Amén. R. C. Y. [p 8]

[p 9]

INTRODUCCIÓN La ciudad de Efeso era el asiento de las autoridades romanas que regían Asia. Teóricamente, el Imperio delegaba esa función clave en una persona denominada procónsul (ver Hch. 13:7; 18:12). La presencia de las autoridades, unida al movimiento del puerto que relacionaba las provincias donde Pedro y Pablo trabajaron con el resto del mundo civilizado, hicieron de esta ciudad una capital con toda clase de habitantes, tanto en origen como en condición social. El famoso templo de Diana, conocido por los griegos como Artemis, atraía a mucha gente, en especial con motivo de los festivales del mes de marzo (llamados Artemision). Para esa ocasión la imagen de la diosa era llevada por las calles como expresión de veneración y gratitud por la bendición constante que aseguraban provenía de ella. “Diana de los Efesios” era además considerada una madre generosa que alimentaba tanto a sus hijos como también a otros lactantes. Por esta razón la talla aparecía con varias filas de senos, demostrando su condición de nodriza o “madre de leche”. Los adoradores extendieron esa cualidad y la entronizaron como madre de la fertilidad. Por su parte, la gente de las zonas rurales creía que Diana era un beneficio que los astros habían otorgado para bendición de los campos y haciendas. Consideraban la corona decorada con los signos del zodíaco (similares a los que hoy día vemos en los horóscopos) como una explicación de la cercanía de los dioses. El templo que vio Pablo (posiblemente construido por Alejandro el Grande en 336 AC) era el más bello de los santuarios de la región, tanto por su estilo de edificación como por la riqueza que encerraba. Fue considerado una de las siete maravillas del mundo. Los plateros del lugar fabricaban cantidad de pequeñas estatuas de la diosa y las vendían a los visitantes para estimularlos a que llevaran con ellos “la bendición de Diana”. Aseguraban a los “fieles” que en vista que ella había descendido del cielo, tenía poderes milagrosos sobre toda la vida humana (Hch. 19:35). Se generó así una fe [p 10] creciente en el poder milagroso invencible bajo cuya protección estaban garantizados tanto la fertilidad matrimonial como el crecimiento de los hijos y la provisión de los alimentos. Amparados en esa creencia proliferaron el libertinaje, la corrupción y la magia (Hch. 19:11–19). Todo esto sumió a la gente en una profunda degradación y ceguera espiritual (Ef. 4:17–19). Como otras ciudades claves de su día, ésta también fue el lugar de enfrentamiento para las distintas corrientes de pensamiento tanto griegas como también judías, paganas y folklóricas. 1. LABORES APOSTOLICAS Efeso se había constituido en un centro de operaciones para Pablo desde la primera visita relámpago que realizó durante su segundo viaje misionero (Hch. 18:19–31). Su interés por la salvación de los habitantes produjo un impacto tan grande que los residentes quisieron que se quedara con ellos por más tiempo. Aunque no lo pudo hacer en esa oportunidad, comisionó a Aquila y Priscila para la tarea. En su segunda visita per-

maneció por unos tres años (Hch. 20:31) y realizó la labor pastoral más intensa relatada en el Nuevo Testamento. El apóstol había percibido que Efeso era un centro de gran influencia para las provincias occidentales de Asia Menor. Cuando les escribió a los corintios sobre su decisión de permanecer por más tiempo en Efeso, les dijo que lo hacía “porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y machos son los adversarios” (1 Co. 16:9). Pablo realizó su labor con mucho tacto, tratando de persuadir al auditorio pagano con su mensaje evangélico (Hch. 19:26). Procuró exaltar al Señor Jesús para que lo aceptaran como tal, de modo que el triunfo del evangelio fuera mucho más que un simple cambio de dioses. La disminución de las ventas de templecillos era, según Demetrio, una espada de doble filo. Por un lado, marcaba el fin de un próspero negocio, y por otro, el descrédito de “la gran diosa Diana” (Hch. 19:27). A todas luces había en el pueblo un cambio de Señor. Pablo continuó hablando de la importancia del señorío de Cristo (Hch. 20:19–21) a fin de crear en los corazones de los santos un espíritu dócil de obediencia. Por esta predicación fundó una iglesia próspera en fe y grande en número según lo confirmó la historia. Sin embargo, esa iglesia siempre estuvo amenazada por la tendencia a cuidar de las formas y las tradiciones más que del amor, hasta el punto de dejarlo (Ap. 2:1–7). 2. DESTINO El versículo 1 de la carta dice: “a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso”. “En Efeso” no aparece en los manuscritos más antiguos, lo cual ha provocado una disputa sobre si no se trataría de una carta dirigida a todas las iglesias de la provincia de Asia y no [p 11] únicamente a Efeso. El argumento se fortalece por escritos anteriores a estos manuscritos donde también está ausente el destinatario. Además, al comparar Ef. 6:21 con Col. 4:7 vemos que Tíquico de Colosas fue el portador de ambas epístolas y que estaba bien compenetrado del problema que asediaba a toda la zona. Al respecto express el teólogo escocés F. F. Bruce: “El punto de vista más aceptable, teniendo en cuenta el carácter general de la carta, es que fue escrita para todas las iglesias de la provincia de Asia, algunas de las cuales Pablo conoció personalmente (comp. Col. 2:1). Aunque el mensaje de la carta nunca estuvo intencionalmente limitado sólo a una iglesia local, es aceptable llamarla ‘la epístola a los Efesios’, siempre que recordemos que fue enviada también a otras iglesias de esa provincia cuya capital era Efeso.” 3. GENUINIDAD Como otras cartas de Pablo, ésta también comienza: Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios (1:1). Si esto no bastara para presentar al autor, en el capítulo 3 leemos: Por esta causa, YO Pablo, prisionero de Cristo Jesús … Por otra parte, algunas evidencias internas de la epístola pueden ayudarnos a comprender el pensamiento del autor. La relación de esta carta con la de Colosenses con respecto al problema de la zona, demuestra que el autor de ambas es el mismo. Dicha persona tiene un profundo conocimiento de la situación teológica del lugar y de la aparición de herejías similares, que posteriormente desembocaron en el gnosticismo1 del siglo II. Los términos “conocimiento”, “pleno conocimiento”, “perfección”, “misterio”, etc. 1 Palabra derivada del griego gnosis, que significa “conocimiento”, que según los poseedores de la doctrina era clave para la unión del alma con Dios. El fin de este conocimiento era entonces la salvación, que incluía la purificación e inmortalidad y también varios ingredientes como la mitología o la astrología mezclados con la filosofía del momento. Dios totalmente separado de la materia (que según los griegos era portadora del mal o era parte de él) pudo efectuar la redención por un complejo sistema de dioses intermedios. Pablo manifestó que esta fantasía era una herejía (1 Ti. 6:21) porque negaba la humanidad de Cristo (Col. 2:9).

que ya habían aparecido en otras cartas reconocidas como de Pablo, nos inclinan a creer que Pablo es verdaderamente el autor. 4. FECHA Y LUGAR Efesios posee pocos detalles indicativos de las condiciones y circunstancias en que el autor escribió la carta, pero son precisos en el [p 12] sentido de que era un “prisionero de Jesucristo” (3:1; 4:1), que sufría tribulaciones (3:13), y se sentía como “un embajador en cadenas” (6:20 comp. Hch. 28:20). Estos datos parecen señalar la primera prisión de Pablo en Roma que comenzó cerca del año 61 d.C. y duró por lo menos dos años.2 5. OBJETIVOS DE LA CARTA Por el tiempo que Pablo dedicó a la iglesia y el impulso que dio al evangelio en toda la provincia de Asia y sus alrededores, nos damos cuenta de que, como ningún otro, descubrió: a) la importancia del evangelio para combatir la corrupción; b) la tenacidad de los enemigos que querían invalidarlo. Pensamos, entonces, que al escribir a los Efesios Pablo tenía en mente el destino de la iglesia de Cristo según los propósitos de Dios, las bendiciones espirituales y el alcance ilimitado de “los lugares celestiales”, tanto para este siglo como para el venidero. Al observar en el curso de nuestro estudio el significado de las expresiones “en él” o “en Cristo”, advertiremos con mejor precisión el sentido que Pablo quería darle a la obra del Señor Jesucristo. La idea filosófica de que los “principados y potestades” como espíritus vinculados con los astros eran los mediadores entre Dios y los hombres (1 Co. 8:6; 1 Ti. 2:5), se había constituido en una amenaza para la fe de los cristianos en el Asia. Los santos habían comenzado a oír que la reconciliación tenía otros ingredientes y que no era únicamente “en Cristo” (2 Co. 5:17; 5:19). Con abundancia de detalles y tomando el tema desde distintos ángulos, Pablo llega a la conclusión que “ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (2:13). Para explicar esta “cercanía” utilizó figuras que no nos resultan sencillas. Además las mostró en etapas como para que nos tomemos el tiempo necesario para estudiar una por una. La primera etapa o fase de la “cercanía” es la identificación de judíos y gentiles bajo el pacto de la sangre de Cristo. De los dos pueblos, Dios sacó gente para formar la iglesia que Pablo denominó “un nuevo hombre” (2:15). Podríamos afirmar que con muchos miembros diversos formó una persona con un pensamiento, un carácter y un objetivo. Para explicarlo mejor el apóstol recurrió a la figura de “cuerpo de Cristo”, y afirmó que cada miembro del cuerpo tiene la vida de Cristo (2:1) y todos forman un “templo para la morada de Dios”. [p 13] Aunque el concepto resulta difícil de entender, es la verdad que se desprende de esta epístola. Esto nos conduce a otro misterio, que es la segunda forma de unidad: Cristo es la Cabeza y nosotros los creyentes constituimos el cuerpo. ¿Acaso una persona no se forma de esta manera? ¿Puede existir una cabeza sin cuerpo? ¿Puede haber un cuerpo sin cabeza? Necesitamos de ambos pues se complementan mutuamente. Por esta causa dice que la iglesia es “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (1:23). Es una unidad muy extraña para nosotros, pero Dios quiso que los suyos fuéramos el cuerpo 2

En la carta a Filemón que Pablo envió con Onésimo, solicitó alojamiento porque ya estaba próximo a recuperar la libertad (Flm. 22). Esto indicaría que estas cartas fueron despachadas entre el 61 y el 63 d.C.

que completara3 un ser glorioso, cuya Cabeza desde el cielo nutre a todos los miembros que están en la tierra. Ella los fortalece y hace que sean sus representantes—ante los ángeles y demás seres celestiales—de la unidad alcanzada en Cristo (3:10). Al estudiar esta epístola todo se irá haciendo más claro. Y hay una tercera fase del propósito de Dios: la reconciliación del universo. La lectura de los dos primeros capítulos de Génesis ayudará en la comprensión del tema. Allí observamos que siendo Dios el centro de la creación, todo lo que aparecía en escena era “bueno en gran manera”. Sin embargo, con la entrada del “otro dios”, esa armonía se quebró. ¿Pero acaso dejará Dios las cosas de esta manera? En absoluto. Satanás será condenado y su voluntad desterrada, y todo volverá a estar unido teniendo a Cristo como centro. Es esto lo que leemos en 1:9–11, y que denominamos reconciliación cósmica porque abarca todo lo creado. No sabemos cómo lo hará ni sabemos el momento exacto. Pero advertimos que Dios ha dejado a la iglesia en el mundo para que sea un modelo de todas estas formas de unidad. El quiere que seamos uno para que el mundo crea que con la intervención de Cristo se producirá la reconstructión de todo lo creado. El enemigo sabe que este plan significa su destrucción, porque el mal nunca podrá ser unido con la santidad. Por consiguiente, lo resiste al máximo y aun inventa alternativas.4 Dios rechaza estos intentos paganos5 porque él quiere ser el centro y la fuerza de la unidad de la iglesia—tanto en sus propósitos (4:12–16) como en la experiencia que debe desarrollar en el mundo (5:18–6:10). En su deseo de dividir al cuerpo de Cristo, el enemigo trabaja contra la actividad del Espíritu. [p 14] Al escribir estas líneas el autor siente tristeza al pensar en todas las divisiones entre los hermanos que el diablo ha logrado crear y mantener—aun en nombre de la verdad o de la doctrina. Detrás de todo está su propósito siniestro de desbaratar lo que Dios ha determinado realizar. No nos extraña, por lo tanto, la advertencia vehemente de Pablo: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (4:3).

3

Por eso habla de plenitud. Un ejemplo es atribuir la unión del universo—unión cósmica—al trabajo de los astros. Esto equivaldría a una unidad sin Dios, sin Cristo, sin redención y sin Espíritu Santo—algo totalmente imposible. 5 Intentos de vincularnos con los astros. 4

[p 15]

BOSQUEJO GENERAL DEL LIBRO PARTE I La revelación del propósito de Dios—En Cristo 1:1 a 3:21 1.

Salutación

1:1–2

A.

La credencial del autor

B.

Los destinatarios de la carta

C.

Los deseos del escritor

2.

El contenido del misterio eterno

A.

La bendición celestial

B.

Las siete primeras manifestaciones de la bendición

3.

El descubrimiento del misterio

A.

El mensaje

B.

El plan

C.

La ocasión

D.

El programa

E.

La determinación

F.

La meta

4.

El contenido de la oración de Pablo

A.

La gratitud

B.

Los temas

C.

La autoridad de la cabeza

5.

El poder de Dios en la comunicación de la vida

A.

Poseer la vida es cambiar de Señor

B.

Experimentar la vida es conocer su carácter

C.

Compartir la vida es confirmar su designio

D.

Creer en la vida es participar del don de Dios

E.

Practicar la vida es exponer el propósito

6.

[p 16] La identidad del cuerpo de Cristo

A.

Ciudadanos del cielo

B.

Miembros de la familia de Dios

C.

Templo del Espíritu Santo

7.

La nueva comunidad: el misterio revelado

A.

La introducción

B.

El método

C.

El contenido

8.

Pablo como predicador del evangelio

A.

El carácter del ministro

1:3–8

1:9–14

1:15–23

2:1–10

2:11–22

3:1–6

3:7–12

B.

EL contenido del mensaje

C.

El objetivo de la revelación

9.

La manifestación del poder de Dios

A.

La actitud del corazón

B.

El tema de la petición

C.

El resultado a esperar

D.

La conclusión de la oración

3:13–21

PARTE II La evidencia del propósito de Dios—en los santos (4:1–6:24) 1.

Las labores de la iglesia

4:1–16

A.

Santidad

B.

Transformación

C.

Unidad

D.

Actividad

E.

Comunión

2.

El andar en el mundo

A.

La lucha por la mente

B.

Los cambios en el estilo de vida

C.

Crisis en las costumbres pasadas

D.

Andar en amor—no en pecado

E.

Andar en luz—no en tinieblas

F.

Andar sabiamente—no en insensatez

G.

Andar en el Espíritu—no en disolución

H.

Esposas y esposos—sujeción y amor

4:17–6:9

I.

Hijos y padres—disciplina y honor

J.

Amos y siervos—obediencia y justicia

3.

[p 17] La lucha contra el diablo y sus fuerzas

A.

Fuente de poder

B.

La orden de preparación

C.

El poderío del enemigo

D.

La confirmación de la victoria

E.

La descripción de la armadura triunfal

Conclusión

6:10–20

6:21–24

A.

La persona que Pablo utiliza

B.

La labor de Tíquico

C.

Saludos finales

[p 18]

[p 19]

PARTE I LA REVELACIÓN DEL PROPÓSITO DE DIOS—EN CRISTO 1:1–3:21 [p 20] [p 21]

1. Salutación 1:1–2 1

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso: 2Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. A.

LA CREDENCIAL DEL AUTOR: 1a

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios …

Antes de dirigirse a sus hermanos para enseñarles y exhortarles, Pablo tuvo que identificarse. Era necesario saber quién era. Así también nosotros antes de dirigirnos a los hermanos tenemos que confirmar quiénes somos y cuál es nuestra autoridad. Para que la enseñanza que se proponía impartir tuviera los efectos esperados, el escritor debía tener autoridad de Dios. Tanto en esta oportunidad como cuando les escribió a los Corintios, indicó que había recibido una comisión directamente del Señor (comp. 1 Co. 1:1; 2 Co. 1:1). Escribiendo a Timoteo volvió a recordar la misma cosa (2 Ti. 1:1). El doble respaldo a su apostolado consistía en ser un siervo seguro de su posición (1 Ti. 1:12) y eficiente en sus funciones de apóstol, predicador y maestro de los gentiles (2 Ti. 1:11). PABLO HABIA SIDO: Llamado para un servicio específico

Hch. 9:15; 22:15

Comisionado con el poder del Señor

Hch. 13:4; 26:18

Enviado para predicar y enseñar

1 Co. 1:17; Col. 1:28

[p 22] ¿Cuál es la lección para nosotros? Pablo no se pertenecía a sí mismo, nosotros tampoco. Hemos sido comprados por Cristo (1 Co. 6:20; 1 P. 1:18); santificados para su servicio (Ro. 6:6; 7:6) y comisionados para llevar el nombre del Señor (1 Ts. 1:6–7). La “voluntad de Dios” a la cual obedecía Pablo también rige nuestro servicio, y sin ella no tendremos poder ni victoria, pero en ella (Fil. 2:13) todo es posible porque es Dios quien obra y no nosotros (2 Co. 12:11). B.

LOS DESTINATARIOS DE LA CARTA:

1b

a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso

Así como Pablo mencionó un doble origen de su autoridad, también mencionó dos cualidades de sus hermanos: eran santos y fieles. Santos porque habían sido separados por el Espíritu Santo, y fieles porque habían confiado en Jesucristo de todo corazón. La condición de apartados por el Señor no sólo hablaba del propósito de Dios para ellos (1 Co. 1:2) sino también de la severa demanda de una vida de santidad (2 Co. 7:1). Ser fiel es el complemento de ser santo. Nosotros, también llamados por el mismo Señor para formar el cuerpo de Cristo, debemos sujetarnos a la obediencia de su voluntad (He. 12:14), fortalecidos por el Espíritu Santo (Ro. 8:13). El propósito de Dios es que los miembros vivan enteramente ocupados en las funciones que determina la Cabeza (Ef. 4:16) (comp. 2 Ts. 1:10; Jud. 14). EN LA BIBLIA A LOS CREYENTES SE LOS LLAMA 1. Hijos

porque pertenecen a un Padre

1 Jn. 3:1–2

2. Cristianos

por su identificación con Cristo

Hch. 11:26

3. Hermanos

por su comunión en el Espíritu

Col. 4:7

4. Siervos

por su relación en el trabajo

2 Ti. 2:24

5. Santos

por su condición de escogidos

Fil. 1:23; 3:8

La frase “en Cristo Jesús” marca la posición que todos los creyentes tenemos por haber entrado al cuerpo de Cristo. Aparte de representar una unión vital con él, habla de la intimidad por la cual los cristianos comparten su vida, seguridad, poder y victoria. [p 23] ESTAR EN CRISTO Es disfrutar de:

C.

1. Una nueva relación

2 Co. 5:17

2. Una seguridad inviolable

Ro. 8:1

3. Una cercanía a Dios

Ef. 2:13

4. Un gozo real

Fil. 3:3

5. Un lugar para fructificar

Jn. 15:4

LOS DESEOS DEL ESCRITOR: 2

Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Normalmente el saludo griego era chaire (regocíjate), del que surge el término charis que significa gracia. Pablo utilizó esta forma de saludo en casi todas las epístolas a excepción de 1 Tesalonicenses, “gracia y paz sean a vosotros”, y 1 Timoteo donde añadió “misericordia” como necesidad específica para ese momento. Gracia (charis) era el saludo del Nuevo Testamento.

El apóstol saludaba diciendo “gracia”, que sin duda es mejor que “¿cómo está usted?” porque cada vez que lo repetía, recordaba para sí y para los hermanos lo que era y tenía en Cristo Jesús. Además, Pablo agregó la palabra “paz”, que era el saludo hebreo shalom. En principio, era la experiencia real que lo unía con Dios, y quería que los destinatarios tuvieran esa misma experiencia. Al tener “paz con Dios” (Ro. 5:1), entonces “la paz de Dios” (Fil. 4:7) gobernaría los corazones para armonizar el pensamiento con el de Cristo Jesús a través de la obra del Espíritu Santo (Ro. 14:17). La paz quita todo temor, de modo que cuando al saludar decimos “paz”, estamos compartiendo algo que tenemos, y no sólo expresando un deseo. Es un deber del ministro del evangelio ser de bendición a su pueblo (Nm. 6:23–26) porque todos necesitan de la gracia y de la paz (Jn. 14:23; Fil. 4:7).1 Es la única manera de estar firmes en la vida cristiana. Así como nuestros cuerpos necesitan sustancia fresca y diaria para su nutrición, nosotros necesitamos las provisiones espirituales que sólo provienen de “nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. [p 24] SALUTACION 1:1–2 A.

La credencial del autor (1a)

B.

Los destinatarios de la carta (1b)

C.

Los deseos del escritor (2) LA GRACIA DE DIOS (en Efesios) 1. Aceptados en el Amado “para alabanza de la gloria de su gracia” (1:6) 2. Perdonados según “las riquezas de su gracia” (1:7) 3. Salvados por gracia, no por obras (2:5, 8) 4. Trofeos de su bondad por gracia (2:7) 5. Servidores de Dios por el don de la gracia (3:7) 6. Comunicadores de un nuevo mensaje por gracia (4:29) 7. Receptores de gracia para vivir en el amor del Señor (6:24) NOTA ADICIONAL “EN CRISTO” Pablo utilizó esta expresión y su derivados más de cien veces, para destacar la grandeza de la salvación. “Estar en Cristo” confirma nuestra seguridad de

1

El Padre es el Dios de toda gracia (1 P. 5:10); Jesucristo es el dador de la gracia (Hch. 15:11; 2 Co. 8:9), y el Espíritu Santo es el “Espíritu de gracia” (He. 10:29).

justificación, reconciliación, redención y victoria. En sus saludos a varias iglesias incluyó la frase (Ef. 1:1; Fil. 1:1; Col. 1:2) como único modo de comprender la redención efectuada. Pablo mismo se consideraba “crucificado con Cristo” (Gá. 2:20) y vivía “en la fe.” Estar “en Cristo” es tener la vida de Cristo (Col. 3:4) y vivirla (Fil. 1:21). Es tener una nueva naturaleza (2 Co. 5:17) para compartir sus victorias (2 Co. 2:14). “En Cristo” disfrutamos la libertad del Espíritu (Ro. 8:2), nos apropiamos de la nueva relación con Dios (2 Co. 1:21), tenemos un mensaje ciertísimo (2 Co. 2:17) y un testimonio patente (Fil. 1:13). “Estar en Cristo” es estar en su cuerpo pues él es la Cabeza (Ef. 1:6), y nosotros miembros de un gran familida (Ef. 3:6) que se fortalece mutuamente para gloria de Dios. También es compartir sin temores la esperanza de la vida (1 Co. 15:18–19) hasta que nos encontremos con él en la mañana de la resurrección (1 Ts. 4:16). [p 25]

2. El contenido del misterio eterno 1:3–8

3

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia A.

LA BENDICION CELESTIAL (3) Pablo comenzó el gran mensaje de esta carta con una introducción muy sustanciosa referida a la posición celestial de los creyentes. Señala que Dios, antes de formar el universo, preparó un cuerpo de creyentes. Más tarde el Espíritu Santo lo denominaría el “cuerpo de Cristo” (1:21–22; 3:5–6). Conociendo tal propósito eterno, Pablo destinó la primers frase de su escrito a la adoración y admiración del Autor del plan.

a.

La fuente de la bendición (3a):… el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo Encontramos una manera similar de alabar en el saludo de 2 Co. 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre … Padre de misericordia y Dios de toda consolación”, porque Pablo había descubierto que Dios era la verdadera consolación y la única fuente válida para sanar nuestros corazones y animarnos. Pedro también dice: “Bendito el Dios y Padre … que según su grande misericordia nos hizo renacer para una [p 26] esperanza viva …” (1 P. 1:3). En este caso, la adoración surgió al pensar en la profundidad del plan redentor. Es

decir que la razón o la causa de la admiración varía de acuerdo con el propósito y tema de la epístola. Cuando miramos a nuestro Padre, nos llenamos de confianza y seguridad, y le ofrecemos el corazón en gratitud. Aun más cuando comprobamos que no sólo es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (Mt. 22:31–32), sino de “nuestro Señor Jesucristo”. Así lo dijo muchas veces el mismo Señor Jesús (Lc. 22:42; Jn. 5:17; 20:17, 21). La primera palabra del versículo merece una consideración especial. “Bendito” es la traducción del griego eulogëtos, que significa literalmente hablar bien. Nosotros la hemos transliterado1 al castellano como elogiar (Ro. 12:14). Aunque en algunas formas gramaticales se aplica a otras personas, el adjetivo eulogëtos (bendito) únicamente aparece referido a Dios (Mr. 14:61; Lc. 1:68; Ro. 1:25; 9:5; 2 Co. 1:3; 11:31; Ef. 1:3; 1P. 1:3). Sólo Dios puede recibir cierto tipo de elogio que no se limita a “hablar bien”, sino a adorarle en ese lenguaje. Es exactamente la actitud y el idioma que utilizó Pablo en este versículo. Se hizo eco de la alabanza bíblica de todos los tiempos (Gn. 9:26; 14:20; 24:27; 1 S. 25:32; Sal. 72:18, etc) y enseñó a los cristianos a vivir en el espíritu de gratitud con adoración (Sal. 103:1–3). b.

Los destinatarios de la riqueza (3b): que nos bendijo con toda bendición espiritual. No que seamos dignos de la bendición, sino que su soberanía nos hizo depositarios de ella. Pablo se unió a la multitud de los benditos al decir: “… nos bendijo”, y quiso expresar que todo lo que tenemos y recibimos es de Dios (Stg. 1:17). No siempre entendemos qué es una buena dádiva ni vemos que las pruebas formen parte de la bendición. Sin embargo, “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Ro. 8:28). Es decir que para los integrantes del cuerpo, Dios produce hechos y cambios que no siempre son explicables en el presente, pero el cuidado que tiene de nosotros debe ser causa de gratitud constante (1 P. 4:7 y ver 1 Co. 9:9). La principal bendición de Dios es haber dado a Cristo (Hch. 3:26). No nos es fácil comprender cómo Dios—que es el Señor de la historia (Is. 46:10)—desde la eternidad preparaba bendiciones para su pueblo. Sin embargo, hay una diferencia grande entre la bendición que nosotros damos a Dios y la que él nos prodiga a nosotros. Nosotros sólo hablamos, le bendecimos con nuestro lenguaje y nuestro sentir, [p 27] pero él lo hace con mercedes y favores. Demuestra su anhelo de bendecirnos dándonos ricos dones espirituales y cuidados materiales. Nosotros somos humanos e imperfectos. No nos caben los elogios celestiales, sino únicamente su misericordia. Dios no nos puede alabar sino redimir; no puede hablar de nosotros, sino darnos su amor a fin de que salgamos de la miseria y opresión de las tinieblas (comp. 2 P. 1:3). “BENDITO EL DIOS Y PADRE”

1

1. Por su deseo redentor

(Lc. 1:68)

2. Por la venida del Señor Jesús

(Lc. 2:28)

3. Por sus cuidados para los

(2 Co. 11:31)

Transliterar es representar los signos de un sistema de escritura, mediante los signos de otro.

santos BENDICIONES ESPIRITUALES 1. El poder y la comunión del evangelio

Ro. 15:29

2. La abundancia y provisión de la fe

Gá. 3:9

3. La seguridad de Cristo resucitado

Lc. 24:53

Tenemos todas las bendiciones a nuestra disposición, simplemente debemos apropiarnos de ellas. Disponer de toda bendición espiritual es un honor, disfrutarla es un deber. Sólo bajo el dominio del Espíritu es posible compartir sus provisiones. c.

La localización del tesoro (3c): en los lugares celestiales en Cristo El origen de todo bien es el cielo (Sal. 16:11), pues allí no entrará nada inmundo. El cielo es la morada de Dios desde donde partió el amor y todas las riquezas de la bondad de Dios (Ro. 2:4), de su [p 28] gracia y de su gloria (Ef. 1:7; 3:16). El Señor Jesucristo descendió del cielo, y también el Espíritu Santo. Por otra parte, vamos hacia el cielo y nuestra ciudadanía está en los cielos (Fil. 3:20). Los peregrinos no andan en círculos sino que caminan hacia su destino (1 P. 2:9). Los “lugares celestiales” se mencionan cuatro veces en la epístola: (1) Es la esfera donde Cristo está sentado a la diestra de Dios (1:20). (2) Allí están “posicionalmente” sentados con Cristo todos los que han muerto y resucitado con él (2:6). (3) Los principados y potestades observan desde ese lugar la multiforme sabiduría de Dios que exhibe la iglesia (3:10). (4) Desde allí actúan las fuerzas de maldad contra los santos (6:12). LOS LUGARES CELESTIALES 1. El hogar bendito (1:20)

Localidad ideal

Celebración de la victoria

2. El asiento del honor (2:6)

Esfera de experiencia y descubrimiento

Participación en el triunfo de Cristo

3. El lugar de observación (3:10)

Espacio desde donde se observan los movimientos

Actividad santa del cuerpo de Cristo

4. El campo de adiestramiento

Ambito donde se entrenan las fuerzas opositoras

Constantes ataques enemigos

(6:12) Es evidente que hay varios “lugares” y que todas estas fuerzas no pueden habitar juntas. La Biblia no discrimina espacios ni tiempos. [p 29] Las bendiciones espirituales son las únicas apropiadas para los que tienen su verdadero hogar en el cielo, más precisamente “en Cristo Jesús”. Estas bendiciones están enumeradas a partir del versículo 4. Finalmente, podríamos considerar este lugar (“en Cristo”) desde cuatro puntos de vista: 1. Planeado:

Dios propuso que el destino fuera uno con Cristo.

2. Legal:

Dios quiso que tuviéramos la misma herencia.

3. Vital:

Dios nos ubicó bajo el control de la Cabeza que suministra poder.

4. Moral:

Dios preparó a los santos para que en carácter y conducta fueran uno en Cristo.

LA BENDICION CELESTIAL (1:3) a.

La fuente de bendición (3a)

b.

Los destinatarios de la riqueza (3b)

c.

La localización del tesoro (3c)

B.

[p 30] LAS SIETE PRIMERAS MANIFESTACIONES DE LA BENDICION (4–8) (1) Primera manifestación: Escogidos (v. 4) Pablo habló de la bendición de Dios Padre, en Cristo, por medio del Espíritu Santo. Los propósitos de la gracia aparecen en forma ordenada, mostrando paso a paso cómo fue compuesta la comunidad de los santos.1 Por otra parte, hay tres referencias a la voluntad divina2 que nos ayudan a permanecer tranquilos en cuanto a una doctrina que Dios no nos ha explicado, y con la coal comenzó toda su labor: la elección.

a.

El modo de iniciar el plan (4a): según nos escogió en él … Todas las bendiciones que disfrutamos son el resultado de la elección de Dios. Dios eligió para salvar, y nos salvó por medio de Cristo, pero sólo a los que creyeran al evangelio. [p 31] La doctrina de la elección está presente en toda la Biblia. Abel fue elegido en lugar de Caín; Efraín en lugar de Manasés; Isaac en lugar de Ismael; Jacob en lugar de Esaú; José en lugar de Rubén; etc. Algunas de estas elecciones tienen una explicación parcial. 1 Los vv. 4 y 5 son una descripción de la metodología en la primera fase del plan; los vv. 6 y 7 muestran la ejecución del primer tramo; los vv. 8–10 señalan los alcances, y los vv. 11–14, su aplicación en la humanidad. 2 Las referencias son: el v. 5 “el puro afecto de su voluntad” (gr. eudokeào) que significa esencialmente la resolución de producir lo mejor; el v. 9 “el misterio de su voluntad”, que es mostrar algo de lo desconocido, es decir, nuevas dimensiones de lo que Dios ha preparado; y el v. 11 “al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”, que confirms que Dios no hace nada que no sea coherente con él mismo.

Podríamos indagar más en nuestro estudio y ver que Dios escogió a Israel de entre las naciones (Dt. 7:6), y que de este pueblo tomó a ciertos hombres para llevar a cabo sus planes (2 S. 6:21; 1 R. 8:16; 1 Cr. 28:4; Neh. 9:7). En el Nuevo Testamento leemos que María fue escogida para ser la madre de Jesús (Lc. 1:28). Jesús escogió a doce hombres de entre la multitud (Mr. 3:13; Lc. 6:13) y les enseñó los objetivos de la elección—“para que vayáis y llevéis fruto” (Jn. 15:16)—pero no el origen. Más tarde esos elegidos (Hch. 1:2) fueron a su vez escogidos como testigos de la resurrección (Hch. 10:41). El mismo Dios que escogió a Cristo (1 P. 2:4), a Pablo (Hch. 22:14) y a ángeles (1 Ti. 5:21), quiso también que la iglesia fuera un “linaje escogido”, una comunidad diferente en medio de las gentes. Vale decir que el modo de actuar de Dios es por elección a fin de mantener en vigencia su soberanía y atender al albedrío de los hombres. “Escoger” es la traducción del verbo eklegò que significa “elegir para sí” con el objeto de realizar un trabajo (Col. 3:12). En el caso específico de los creyentes, fue para formar el cuerpo de Cristo—con los efectos prácticos de santidad (2 Ti. 2:10) y buenas obras (Ef. 2:10), según el modelo que tenemos en el Señor Jesús (Ro. 8:29). ¿No es esto un motivo de gratitud de nuestra parte? ¿Cómo es posible que el propósito eterno se haya concretado en nosotros? Sólo podemos cumplir la parte que nos ha sido asignada: vivir en santidad. EL PROPOSITO DE DIOS PARA SU IGLESIA 1. Formarla por elección

pasado vv. 4–6

2. Unirla por redención

presente vv. 7–11

3. Glorificarla por la esperanza

futuro vv. 12–14

[p 32] No tenemos explicación alguna para definir las causas por las cuales Dios quiso actuar de este modo. Si tratáramos de hallarlas posiblemente entraríamos en conflicto con la justicia de Dios. b.

La antigüedad del propósito en marcha (4b): antes de la fundación del mundo Dios nos puso en el tiempo como un testimonio a la eternidad de donde venimos y a la cual también nos dirigimos (Fil. 3:20–21). La prioridad para Dios en el mundo es la iglesia, y Dios debe ser la nuestra. La elección de los santos (2 Ts. 2:13), así como la provisión de la redención, fueron hechas “antes de la fundación del mundo” (1 P. 1:18–19), aunque la salvación se realizó después que entrara el pecado (He. 9:26) (comp. Mt. 13:35; 25:34; Lc. 11:50; He. 4:3). La palabra “fundación” (gr. katabolê) aparece unas diez veces en el Nuevo Testamento y muestra siempre que Dios da prioridad al destino de las personas antes que al de las cosas. Observamos, entonces, que la elección tiene dos partes como si fueran las dos caras de una misma moneda. Por un lado, Dios designa y actúa; por otro, nosotros oímos y creemos (Ro. 10:13). Así como es imposible unir esas dos caras en la moneda (porque

una mira para un lado y la otra para el opuesto), es imposible juntar la elección con la salvación, porque sería lo mismo que unir la mente de Dios con la nuestra. Así como son necesarias esas dos caras, también lo son el propósito de Dios y el albedrío humano (1 Ts. 5:9). c.

El objetivo de la elección (4c): para que fuésemos santos y sin mancha delante de él … Hay una gran diferencia entre los “hijos de este siglo” y los hijos de Dios, porque estos últimos poseen la vida eterna para vivir en comunión con su Padre. Salvación significa transformación, que es la distinción permanente entre el justo y el impío. Dios condicionó la comunión a dos requisitos: “ser santos” y “sin mancha”. La elección tiene un objetivo determinado que se cumple cabalmente cuando vivimos según ese proyecto. Somos santos porque estamos separados para él, y sin mancha porque debemos ser como él (comp. He. 9:14). Para la mente del hombre natural es incomprensible que Dios sea santo en esencia y que nos llame a participar de esa cualidad (He. 12:10).

1a MANIFESTACION DE LA BENDICION: ESCOGIDOS 1:4 a.

El modo de iniciar el plan (4a)

b.

La antigüedad del propósito en marcha (4b)

c.

El objetivo de la elección (4c) [p 33] ESCOGIDOS PARA SER SANTOS Llamados por Dios para ser santos

Ro. 1:7

Preparados para compartir la suerte de los santos

Col. 1:12

Ayudados a ser santos por la intercesión del Espíritu

Ro. 8:17

Documentados con la ciudadanía de los santos

Ef. 2:19

Comprometidos a vivir como santos

Ef. 5:3

Destinados a compartir la victoria futura del Señor Jesús

Jud. 14

RELACIONES DE LA SANTIFICACION 1. El objetivo

en Cristo

1 Co. 1:2

2. El precio

la sangre

He. 9:12

3. La operación

el Espíritu Santo

1 P. 1:2

4. La experiencia

la fe

Hch. 15:9

5. El conocimiento

la palabra

Jn. 17:17

6. La evidencia

la conducta

1 P. 1:15–18

7. La fuerza

el ser interior

1 P. 3:15

[p 34] (2) Segunda y tercera manifestación: predestinados y adoptados (v. 5). Las palabras “en amor” con que comienza el v. 5 nos señalan el origen de lo que ocurre. El amor es el vínculo entre lo que precede y lo que prosigue, así que es vital seguir su curso. a.

La fuente de las bendiciones: en amor Nuestro amor hace discriminaciones: Ama lo que le interesa, y le interesa lo que le resulta conveniente o atractivo. No así el amor de Dios, que es eterno y está presente en todas las circunstancias. Este es el principio que Pablo contrastó tanto en Efesios como en otras cartas, señalando que así como el amor terrenal desciende a bajezas bochornosas (5:5), el celestial asciende a alturas invisibles. Del cementerio de la muerte espiritual (2:4) a los “lugares celestiales” (2:6).

b.

El plan para los elegidos: habiéndonos predestinado Tanto la elección para ser “santos y sin mancha” como la predestinación a ser “adoptados hijos”, tienen para nosotros aspectos inexplicables. Ser “adoptados hijos” es el primer paso que Dios da para que seamos santos y sin mancha. Aunque resulte complicado, no seremos “santos y sin mancha” si no comenzamos por ser hijos de Dios. Predestinación (gr. proorizó) es marcar de antemano o determinar desde antes (comp. Hch. 4:28; 1 Co. 2:7; Ro. 8:29). En castellano la palabra horizonte tiene esa raíz y significa límite, frontera. El horizonte que vemos es la línea imaginaria que “separa” el cielo de la tierra, y nunca podemos llegar a él. A medida que caminamos hacia esa línea, el horizonte “se aleja” más de nosotros. Así también nos [p 35] ocurre cuando queremos investigar los propósitos de Dios. Podemos ver desde el horizonte para este lado, pero cuando vamos hacia la explicación nunca llegamos (ej. Lc. 22:22; Hch. 2:33), no podemos ver del otro lado del horizonte.

c.

El objetivo a la vista: ser adoptados hijos La adopción, que era común en el mundo romano, consistía en sujetar a una persona nacida en otro hogar a la patria potestad1 de un nuevo matrimonio que no había tenido hijos. La persona que adoptaba se convertía en el padre legal de su nuevo hijo, quien adquiría todos los derechos y privilegios del nuevo hogar. Además, si tenía deudas pendientes, éstas quedaban canceladas en el momento de la adopción.

1

Autoridad legal de los padres sobre los hijos.

El adoptado obtenía además la sacra privata, que era el derecho a adorar los dioses del hogar. Con seguridad Pablo añadió a estas tradiciones las provenientes de la familia hebrea iniciadas con la liberación de Egipto. La adopción era una restauración completa a la posición de primogénito. Hyiothesía traducida como “puesto en posición de hijo”, tiene el ingrediente de amor. Los creyentes recibimos el “Espíritu de adopción” (Ro. 8:15). Como gentiles, lejos y sin patria, entramos en la ciudadanía del reino de Dios (Ef. 2:13) y formamos parte de su familia (2:19). Por el Espíritu Santo somos engendrados como hijos con la naturaleza del Padre: por adopción obtenemos el privilegio de “hijo mayor” (Gá. 3:26; 4:5). La fase final de la adopción se realizará cuando el Señor Jesucristo vuelva y seamos transformados por la redención de nuestros cuerpos (Ro. 8:23), a fin de recibir la herencia (Ro. 8:19–21). LA ADOPCION COMPRENDE: Liberación de la esclavitud para poder adorar en familia (Gá. 4:4–6) Obtención de todos los derechos y privilegios del primogénito (hijo mayor): a. para disponer de los bienes del Padre (Gá. 4:7; Ef. 1:3) b. para llevar el nombre de la familia (Ef. 3:15) c. para recibir la herencia de los primogénitos (Ro. 8:15). Disciplina como hijos legítimos (He. 12:7–11) d.

[p 36] El procedimiento que utiliza: por medio de Jesucristo El Señor Jesucristo es el mediador del Nuevo Testamento (He. 8:6). El v. 5 es el primero en mencionar la etapa inicial de la mediación.2 La bendición de los escogidos está centrada en Cristo, y sin él no hay manera de llevar a cabo el plan. Como no nos es clara la manera en que Dios planeó y llevó adelante todo esto, Pablo frecuentemente utiliza el término “misterio”—que no es más que un secreto escondido que aún no conocemos o que sólo conocemos en parte (1 Co. 2:7). El silencio que Dios mantuvo en generaciones pasadas (Ro. 16:25–26) sirvió para encumbrar a Jesucristo y para que todos pudieran comprender que él es la única esperanza (Col. 1:26–27).

e.

La seguridad de que todo está bien: el puro afecto de su voluntad ¿Cómo pudo ocurrir todo esto? Simplemente por el “puro afecto de su voluntad”: Dios usó de su albedrío siempre puro, que sólo puede hacer lo puro (Fil. 2:13). El “puro afecto” destaca la benevolencia del acto divino para evitar cuestionamientos que surgirían de la incomprensión humana. Dios sabía que los hombres cuestionarían la 2

A través de la epístola encontramos otras etapas, tales como redención, comunión, esperanza (vv. 10–12), etc., que estudiaremos más adelante y que forman parte de nuestra ubicación “en Cristo” (Ef. 3:11).

legitimidad de sus propósitos y tratarían de convertir en impuro algo que por naturaleza es santo. Sin embargo, no percibimos la santidad de su voluntad hasta que nosotros mismos nos sometemos a sus demandas (Ro. 12:1–2) y comprobamos nuestra limitación.3 [p 37] 2a Y 3a MANIFESTACION DE LA BENDICION: PREDESTINADOS Y ADOPTADOS 1:5 a.

La fuente de las bendiciones: en amor

b.

El plan para los elegidos: predestinados

c.

El objetivo a la vista: ser adoptados hijos

d.

El procedimiento que utiliza: por Jesucristo

e.

La seguridad de que todo está bien: el puro afecto de su voluntad LA VOLUNTAD DE DIOS (Efesios) El misterio de su voluntad

1:9

El designio de su voluntad

1:11

El entendimiento de su voluntad

5:17

Haciendo su voluntad

6:6

reunir todas las cosas

predestinar a los hijos

aprovechar el tiempo

ser siervos de Cristo

[p 38] (3) Cuarta manifestación: Aceptos (v. 6) Notamos que los propósitos de Dios tienen objetivos bien definidos: “para que fuésemos santos y sin mancha …”; “para ser adoptados hijos …”; “para alabanza de su gloria …”; etc. En el cumplimiento de sus planes, Dios vio con placer el ingreso por gracia de tantos pecadores que escucharon la voz del evangelio. a.

El objetivo (6a): para alabanza de la gloria de su gracia La alabanza es una de las expresiones de gratitud o satisfacción más antiguas de la Biblia. Es una expresión espontánea de gozo que caracterizó al pueblo de Dios. El mode-

3

Algunos detalles conocidos de la voluntad de Dios a. La adopción de hijos (Ef. 1:5) b. La dádiva de la vida eterna (Jn. 6:40) c. La redención para rescatarnos (Gá. 1:4) d. La vida comprometida de los santos (1 Ts. 4:3) e. La sujeción de la conducta (1 P. 2:13, 15) f. La gratitud por las experiencias (1 Ts. 5:18) g. La seguridad de que ninguno de los suyos se perderá (Jn. 6:39)

lo fue el mismo Creador (Sal. 104:31; Pr. 8:30), y fue seguido por el gozo de la creación, incluyendo a los seres celestiales (Job 38:7; Sal. 145:10).1 También los hombres fueron creados para su alabanza. “El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles …” (Dt. 10:21). Este fin se cumplió de modo especial cuando los hombres comenzaron a entender el precio de la redención (Neh. 9:5; Sal. 35:28). Los reinados de David y Salomón se caracterizaron por una abundante y gozosa alabanza a Dios que distinguía a Israel de los demás pueblos (Sal. 22:22, 23, 26; Sal. 45, etc.). [p 39] Ahora el reino de Dios está en el corazón de los santos, los ciudadanos del cielo. Los cristianos del primer siglo se sentían profundamente gozosos porque con la ascensión del Señor Jesús habían visto consumada la etapa salvadora de la redención (Hch. 2:47). Pentecostés había marcado en ellos una experiencia más profunda y personal que la ocurrida con Salomón, porque con la formación de la iglesia cobraba sentido el mensaje de Jesús, el poder y la bondad de Dios (Hch. 3:8; 11:18). Este contexto fortalece la idea de la “alabanza de la gloria de su gracia” porque tiene pleno sentido cantar a la gloria (grandeza) de Dios que se manifiesta en gracia. El término griego epainos (ver más adelante vv. 12 y 14) expresa una aprobación verificada o sentida del carácter de Dios. De modo que la alabanza de los santos surge espontáneamente por la experiencia de la presencia del Señor.2 b.

El alcance (6b): con la cual nos hizo aceptos Es una alusión a la gracia3 que resalta la majestad de Dios. La condescendencia de redimir a los hijos de Adán, engendró en Pablo un espíritu de adoración que destacó en toda la epístola (1:7, 8, 12, 14, 18; 2:7; 3:10, 11). Dios se regocijó en la redención, así como un día lo había hecho en la creación. Ser “aceptos” es sentir que el amor de Dios para su Hijo alcanzó también a los hijos. Ser “aceptos” es gozar de la complacencia de haber ingresado a la familia.4

c.

La persona (6b): el Amado “El Amado” es Cristo. Una vez y para siempre Dios tuvo misericordia de los hombres y los hizo aceptos en quien representa a la humanidad: Cristo. Todo lo que recibimos está en él (ver Mt. 3:17; [p 40] 17:5). Amado del Padre pero desechado de los hombres, sigue dividiendo a la humanidad entre los que entran en el favor divino y los que lo desprecian. En Cantares el Amado es el esposo (5:10–16), objeto de la admiración de la esposa; en Efesios, el Amado es el Hijo de Dios, proclamado así cuando entró en el mundo (Mr. 1:11) y confirmado por su obra (Jn. 17:23). En el Amado fuimos—y somos—amados: “porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección …” (1 Ts. 1:4). Ser aceptos en el Amado (2 Co. 5:19) es quedar 1

Para hablar de alabanza en el Antiguo Testamento se utilizan tres palabras diferentes, una para “hacer ruido”, otra para indicar “movimientos físicos” y la tercera para “cantar con música”. El término favorito del Nuevo Testamento es “dar gracias” porque está vinculado con la venida del reino de Dios y la restauración del gozo (comp. Is. 9:2; Lc. 2:13, 14). 2 Los efesios, así como los colosenses, también cantaban salmos (ver comentario sobre Ef. 5:18–19), pero con nuevas dimensiones espirituales (Col. 3:16) (comp. 1 P. 2:9; 4:11). 3 Ver nota adicional “GRACIA” al final de esta sección. 4 La palabra griega charitoô (aceptos) aparece solamente dos veces en el Nuevo Testamento: la primera en Lucas 1:28, y la segunda en el texto que estamos viendo. En ambos casos significa declarar que alguien es muy querido, por haberlo hecho objeto especial de atracción y prepararlo para un gran propósito (comp. Hag. 2:7).

libres de condenación; es sentir la responsabilidad de vivir en santidad y entrañable misericordia (Col. 3:12). Al mirar a Cristo desde esta perspectiva nos sentimos amados por Dios y estimulados a vivir de ese modo singular. Según Lc. 1:28 ser “aceptos en el Amado” es “ser muy favorecidos en el Amado”, por estar unidos a él y gozar de todos los privilegios que surgen de esa vinculación. 4a MANIFESTACION DE LA BENDICION: ACEPTOS 1:6 a.

El objetivo: para su alabanza (6a)

b.

El alcance: nos hizo aceptos (6b)

c.

La persona: el Amado (6b) NOTA ADICIONAL GRACIA Dios no trata a los hombres sobre la base de una justicia fría y descarnada. Si así fuera, todos estaríamos muertos. En cambio, nos ha tratado en gracia como lo demuestra el llamado de Jesús en Mt. 11:28. Nosotros, gastados por la labor pesada del pecado, y trabajados por las incesantes frustraciones de la vida, no estamos en condiciones ni de pensar en nuestra propia salvación. De ahí que la confesión y el arrepentimiento sean el único camino para apropiarnos de la gracia de Dios (Mt. 3:1–2; 4:17; Mr. 6:12). Los problemas del Señor Jesús con los fariseos se debían esencialmente a que ellos ignoraban la incapacidad humana para cumplir con las exigencias de la ley (comp. Lc. 7:30). No advirtieron los alcances de la gracia y eligieron la senda de la condenación, crucificando a Cristo y arrojando su sangre sobre ellos. [p 41] Cuando Pedro predicó en Pentecostés, la masa de judíos compungidos aceptaron la gracia que les ofrecía, se arrepintieron y fueron salvos. Dios continuó en ellos la obra dando crecimiento y fortaleza (Hch. 2:42–47). La gracia de Dios se esparcía por todas partes, tanto en la vida de los apóstoles (Hch. 4:33) como en la conversión y aceptación de los paganos (Hch. 11:23). Los predicadores que conmovían a los pueblos con el poder del evangelio, daban creciente testimonio de la eficacia de ella (Hch. 13:43; 14:3, 26) porque aun las señales y maravillas eran evidencias de esa gracia que estaba unida a la persona del Señor Jesús (Hch. 15:11). En los escritos de los apóstoles, aprendemos de la iniciativa de Dios para salvar: fuimos llamados por gracia (2 Ti. 1:9), salvados por gracia (Ef. 2:8) y sostenidos por gracia (Ro. 5:2). Aunque la ira de Dios es verdadera y justa, es por gracia que Cristo murió para librarnos de ella (1 Ts. 1:10). Más de cien veces Pablo utilizó el término charis y de ellas, unas ochenta son para descartar méritos humanos para ser salvos, porque lo que Dios nos otorga es un regalo y no una recompensa (Ef. 3:7–9). Estar “en la gracia” es vivir en gozo, paz y gran expectativa (Ef. 5:15; Col. 1:23). Es sentir la comunicación permanente de la vida (Tit. 2:11). La gracia transforma nuestro interior (2 Co. 12:9).

La gracia no favorece la irresponsabilidad y, por el contrario, aumenta los compromisos (1 P. 4:10). LA GRACIA DE DIOS Llama a una nueva posición

Ef. 1:7

Justifica al culpable

Tit. 3:7

Trae salvación

Tit. 2:11

Imparte nueva vida

Ro. 6:23

Genera nuevo poder

Ro. 5:5

Cambia el lenguaje

Col. 3:16 Col. 4:6

Consuela al afligido

2 Ts. 2:16

Robustece al ministro

2 Ti. 1:9

[p 42] (4) Quinta manifestación: Redimidos (v. 7) El v. 6 finalizó con la parte pasada del propósito de Dios. “El Amado” tomó forma humana para iniciar el ministerio del amor. Sin una profunda observación de Cristo en este carácter, la redención pierde el ingrediente esencial que hallamos en el Nuevo Testamento. En este caso Dios tampoco reveló los detalles de lo que habría de suceder, pero nos manifestó los grandes componentes de la redención. a.

La persona elegida: en quien tenemos … Para confirmar la elección tuvo que entrar en acción el plan de rescate. Nada de lo que Dios había planeado podía llegar a concretarse si Cristo no hubiera estado presente, porque únicamente “en Cristo todos serán vivificados” (1 Co. 15:22). Sólo en él y con él se completa la redención. La redención no es una transacción que dependa de alguna condición o dignidad de los hombres. “En quien tenemos” es una afirmación independiente de los méritos, los actos o la intervención humana. Es una obra de Dios (comp. 1 Co. 1:30). Para comprender mejor la labor imprescindible de Cristo es preciso observar la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el redentor. Este era el “pariente cercano” o “pariente más próximo” (heb. góel) (Lv. 26), alguien que estuviera en la obligación de redimir. (Ver nota adicional REDENCION en pág.46). Lo que ocurrió con Booz y Rut fue un ejemplo práctico de la actitud del góel (Rt. 4:4– 11). Para lograr su cometido, el redentor (o vengador según el caso) debía cumplir con, por lo menos, tres requisitos: (i) Ser pariente cercano; (ii) tener recursos para redimir, y (iii) tener voluntad de hacerlo. [p 43] El Amado no fue un redentor obligado. Fue el Hijo de Dios propuesto voluntariamente para redimir a la humanidad. Para que pudiera ser legítima su operación, tuvo que presentar las tres credenciales mencionadas más arriba:

(i) Ser pariente cercano. ¿Cómo podría el Hijo de Dios ser nuestro pariente cercano? Nada menos que humillándose, tomando forma humana (Fil. 2:5–8) y asumiendo nuestra condición (1 Ti. 3:16). Nos sorprende e incentiva nuestra adoración que el Hijo de Dios sea a su vez el Hijo del Hombre sujetándose a las pobrezas de esta vide (“nacido bajo la ley” Gá. 4:4). ¡Nos es imposible comprender el misterio! Cristo se unió a la raza humana y participó de nuestra condición (Mt. 12:47–50) como hombre perfecto (Jn. 8:40) para llevar nuestros delitos y pecados (He. 2:14). Quiso aceptar el lugar de góel (Mr. 6:4; Lc. 2:44) y cumplir el primer requisito de Redentor. (ii) Tener recursos para redimir.1 Observemos la magnitud del precio. En el Antiguo Testamento se pagaba por los primogénitos (Ex. 13:13), por la consagración de los levitas (Nm. 3:44–51) y para realizar un censo (Ex. 30:11–16). En el caso que nos ocupa, el pago no es para sustituir personas dignas sino para pagar por pecadores perdidos e indignos (Ro. 5:8), y sufrir la pena del castigo que les correspondía. Los humanos no podíamos afrontar ese precio. No se trató de un pago simbólico sino real. Nada menos que “la sangre preciosa de Cristo” (1 P. 1:18) como pago por la redención. (iii) Tener voluntad de hacerlo. Lo hizo como un deleite, para gloria de Dios. Tuvo compasión de las almas y se entregó por entero en favor de ellas. Hacer la voluntad de Dios era su pasión favorita (Jn. 8:29). Sentía gran satisfacción en dejar todo para dedicarse al ministerio (Jn. 4:34) (comp. 5:30; 6:38). El escritor a los Hebreos, citando el Salmo 40, dijo: “He aquí, vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”, describiendo el placer espiritual que sentía Jesús al cumplir con la misión que lo había traído al mundo. En verdad, él quiso venir. Estaba dispuesto a poner su vida voluntariamente para la redención (Jn. 10:18), y al ver el fruto de su aflicción quedaría satisfecho (Is. 53:11). b.

[p 44] La misión cumplida: redención El vocabulario del Señor Jesús sobre el objetivo de su venida es muy adecuado para nuestro contexto: “dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45; Mt. 20:28). La redención como rescate por, demuestra claramente que Cristo murió en lugar de los que merecían la muerte. Hay un fuerte énfasis en la sustitución, que es uno de los grandes ingredientes de la redención.2

c.

El precio estipulado: por su sangre 1

Antes de mencionar el pago en sí, tenemos que recordar un aspecto a veces olvidado de la gracia de Dios: la sustitución. Por gracia, y nada más que por ella, Cristo ocupó nuestro lugar. Su muerte no fue para “apaciguar” a Dios como ocurría con los dioses, sino para quitar el pecado y satisfacer la demanda divina (2 Co. 5:14–21). 2

Estas consideraciones nos abren camino para pensar que: (i) La redención es inmerecida. Un esclavo no nace ni vive para ser libre sino esclavo. Nosotros estamos bajo sentencia de muerte (Ro. 6:23) por ser pecadores y andar en el sendero del pecado (Jn. 8:34). Merecemos la muerte pero el Señor nos rescató de la esclavitud. (ii) La redención está completa en Cristo. La redención no depende de nadie, ni nadie puede añadirle algo. El mensaje del evangelio está basado en la labor completa del Señor Jesús. Nada faltó para completar lo que sólo él pudo hacer. Cristo pagó el precio de la libertad y llevó la culpa del pecado para que vivamos en libertad como hijos de Dios. La grandeza de la obra radica en que el pecado no tendrá más dominio sobre nosotros, que somos llamados a hacer la voluntad de Dios. (iii) La redención es eterna. Para que los propósitos se cumplieran, la redención tuvo que ser eterna (He. 9:12; 1 Jn. 2:25; 5:11). Por medio de ella hemos obtenido la vida que Dios había prometido desde la eternidad (Tit. 1:2). Vivir la redención es haber salido del reino de las tinieblas (Col. 1:13) para disfrutar ya las bendiciones del siglo venidero que es eterno.

En el Antiguo Testamento la sangre se menciona unas 380 veces, y en más de 220 ocasiones se refiere a muerte violenta (Gn. 9:6)—ya sea por agresión a personas o por la sangre de los sacrificios (Ex. 23:18). De modo que podríamos decir que en este caso es vida tomada violentamente para la expiación. En el Nuevo Testamento en casi 30 de las más de 90 menciones de la sangre de Cristo, está presente la violencia y la expiación. [p 45] Decir “ser justificados en su sangre” es similar a hablar de la muerte de Cristo (Ro. 5:9, 10). La sangre3 es el glorioso símbolo de la muerte sacrificial por la cual quedó sellado el pago del rescate. La presencia de la sangre delante de Dios fue la credencial (o recibo) para demostrar que el pago y la expiación se habían realizado (comp. Ex. 12:13). La muerte expiatoria fue el medio para la reconciliación porque sobre Cristo fueron cargadas las culpas. En toda la Escritura advertimos el profundo carácter sustitutorio de la muerte de Cristo. El murió “por nuestros pecados” (1 Co. 15:3), “por nosotros” (Ro. 14:15; 2 Co. 5:14) y “por los impíos” (Ro. 5:6). 5a MANIFESTACION DE LA BENDICION: REDIMIDOS 1:7a a.

La persona elegida: Jesucristo

(i) Ser pariente cercano (ii) Tener recursos para redimir (iii) Tener voluntad para redimir b.

La misión cumplida: redención

c.

El precio estipulado: su sangre [p 46] NOTA ADICIONAL: REDENCION Aunque las raíces de la redención son anteriores a la salida del pueblo de Israel de Egipto, lo que ocurrió aquella noche mostró no sólo a este pueblo sino al mundo entero el alcance de la liberación de Dios. Fue un modelo del origen, forma y alcance de la redención. En el Nuevo Testamento los judíos del siglo I creían y esperaban la redención política de la nación, pero los más piadosos anhelaban además un movimiento espiritual que los libertara de sí mismos y de las tradiciones religiosas. Zacarías, padre de Juan el bautista, así lo sintió (Lc. 1:68, 77). 3

Por la sangre de Cristo … a. Tenemos redención b. Somos salvos de la ira c. Estamos reconciliados con Dios d. Disfrutamos del perdón e. Vivimos justificados f. Gozamos de la libertad g. Compartimos la vida eterna

—Ef. 1:7 —Ro. 5:9 —Col. 1:20 —1 Jn. 1:7 —Ro. 3:24–25 —1 P. 1:18–19 —Jn. 6:53–57

Al nacer el Señor Jesucristo, la expectativa creció aún más (Lc. 2:25) no sólo en María, sino también en Simeón y Ana (Lc. 2:38) quienes vieron en el niño al Redentor completo para Israel (comp. Hch. 7:35). Más adelante, al leer algunas de las cartas, vemos otros detalles. Pablo sacó mucho provecho del término exagorazô (Gá. 3:13; 4:5) para puntualizar que Cristo nos liberó de la ley. La raíz agorazô; aunque estaba muy relacionada con la legislatura, llegó a ser sinónimo de compra, y con este sentido la hallamos varias veces en el Nuevo Testamento (Ap. 5:9–10). Con el prefijo ex adquirió una fuerza muy particular. Parecería, entonces, que cuando Pablo utilizó el término simple agorazô se limitó a indicar una compra (1 Co. 6:20; 7:23 y comp. 2 P. 2:1). En cambio, cuando empleó exagorazô estaba pensando además en la liberación permanente de la persona adquirida. En consecuencia, la redención es el primer paso hacia la libertad permanente, tema que el apóstol Pablo trató en forma exhaustiva en Ro. 6 y 8 (ver 6:18; 8:21). En el mundo antiguo, el destino común de los prisioneros de guerra era ser esclavos. Tenían la posibilidad de quedar en libertad y volver a su tierra si alguien pagaba su rescate. Existían leyes por las que un semejante podía pagar el precio y Ilevarse a la persona. Esta quedaba a sus órdenes hasta que pudiera pagan el rescate a quien lo había libertado. Es muy difícil comparar el evangelio con alguna de estas maneras de libertar. Fuimos libertados por Cristo, y nuestra obligatión no es “restituir” sino disfrutar de la libertad de su señorío. La redención tiene un fuerte énfasis en el cambio de Dueño, mucho más que en la libertad del esclavo. [p 47] Es la idea que da Ap. 1:5; 5:9; 14:3 y se desarrolla hasta mostrar que la comps que Cristo hizo es “para Dios” con la expresa misión de servir al nuevo Amo. Dice “con su sangre” para mostrar que además de un pago fue un sacrificio aceptado por Dios. Llegamos así a una familia de palabras que giran en torno al “pago de rescate”, donde están incluidos ciertos aspectos del góel (pariente cercano) del Antiguo Testamento (Rt. 2:20), del pago (Ex.

13:12–13) y del cambio de Dueño (Ex. 6:6; 15:13). En Ef. 1:7 y Col. 1:14 la redención, unida a la libertad del poder de las tinieblas, está directamente relacionada con el perdón de los pecados. [p 48] (5) Sexta manifestación: Perdonados (v. 7b) El perdón es la primera evidencia de la redención, es el medio para ingresar a la nueva vida que nos permite conducirnos como “santos y sin mancha delante de él”. Tiene tres aspectos importantes: En lo general: es la cesación de la ira de Dios contra nuestro pecado (He. 9:22). En lo ético: es la liberación de la culpa del pecado que oprime nuestra conciencia (Ro. 3:23) En lo legal: es la remisión del castigo contra el pecado, la muerte eterna (Mt. 18:27; Lc. 4:18). Por ser el perdón la prerrogativa del ofendido, debemos estudiar en la Escritura cómo actúa Dios. Ni el término redención ni la palabra perdón indican una sola acción, sino un conjunto armonioso de labores conjugadas en la obra de Cristo. Para que el perdón fuera realmente “guitar la culpa del culpable”, fue necesario satisfacer la justicia de Dios—pero de una manera distinta a la ocurrida hasta ese momento. Leemos en Ro. 3:21–26 que la gran diferencia radicó en la gracia de Dios y la obra de Cristo (1 Jn. 2:1–2; Ro. 6:23). Es como si en la cruz se hubieran reunido la corte de justicia y los condenados por el pecado—impotentes para liberarse. Allí éstos fueron libertados por la obra del Señor Jesús, que también hizo posible el perdón y la aplicación de la justicia divina sobre los liberados. a.

La medida del perdón: según las riquezas Dios es el único que sabe cuánto hemos aplicado de la muerte de Cristo a nuestra experiencia, y cuánto ha significado para nosotros recibir el perdón (Ro. 4:7). Las riquezas de su gracia están demostradas en su preocupación por nuestro estado y el precio que pagó para la libertad permanente. [p 49] Juan el bautista predicó el arrepentimiento como requisito previo para el perdón de los pecados (Mr. 1:4). Llama la atención la consternación que sentía por el estado de la nación, y los muchos que acudían para ser bautizados. No fueron perdonados por medio de las reglas judías que estaban en vigor sino por la benevolencia de Dios. Las “riquezas de su gracia” significa la abundancia de la gracia (Ro. 5:20–21) para sofocar tanto mal y para dar fertilidad al amor de Dios (1 Jn. 4:9–10).

b.

El modo del perdón: Según … su gracia Por ser de acuerdo a las “riquezas de su gracia”, el perdón es absolutamente gratuito. Se trata de un regalo muy abundante debido a la Fuente que lo otorga, y no es negociable. Lo que Moisés exclamó referente a la misericordia de Jehová en Ex. 34:6–7a (comp. Dt. 5:10; Sal. 103:3; 130:4; Dn. 9:9), fue lo que más tarde proclamó el Señor Jesús. Estando Jesús en casa de Simón el fariseo, entró una mujer de reconocida trayectoria pecadora, pero profundamente arrepentida y buscando el favor inmerecido. El Señor

Jesús la perdonó. En este caso el acto generoso está traducido por Lucas como charizomai o “una actitud de gracia”. La culpa de la mujer era atroz, pero la abundancia de la gracia hizo que ella fuera perdonada (comp. Mt. 18:21–35). Así también ocurrió en nuestro caso, y tenemos el privilegio de tomar de esa gracia para compartirla con los que nos han ofendido (2 Co. 2:10; Ef. 4:32). c.

La manifestación del perdón: que hizo sobreabundar para con nosotros. El perdón no es un cambio de mente de nuestra parte para con Dios (eso sería arrepentimiento), sino un cambio de su trato hacia nosotros. El apóstol habla de las “riquezas … que hizo sobreabundar para con nosotros …” porque Dios perdonó el pecado, limpió la conciencia, reparó todos los daños y sus consecuencias, otorgando dulce paz a nuestra alma (Hch. 3:19; 10:43; Col. 2:2).

6a MANIFESTACTION DE LA BENDICION: PERDONADOS 1:7b a.

La medida del perdón: según sus riquezas

b.

El modo del perdón: según su gracia

c.

La manifestatión del perdón: que hizo sobreabundar [p 50] EL PERDON DE LOS PECADOS 1. El origen

Dios

Mr. 2:7

2. La necesidad

la culpa

Ro. 3:23

3. El precio

la sangre de Cristo

Ef. 1:7

4. La condición

el arrepentimiento

Lc. 24:27

5. La seguridad

la Biblia

1 Jn. 2:12

6. La comprobacion

la santidad

1 Ts. 4:1–4

7. El resultado

perdon para otros

Ef. 4:32

EL PERDON ES DE DIOS 1. Nadie puede perdonar pecados—la soberanía de Dios (Sal. 78:35, 38) (Dn. 9:19; Am. 7:2) 2. Sólo Dios conoce todos los pecados— omnisciencia (Col. 2:13) (comp: Mt. 18:32) 3. Sólo Dios puede declarar a alguien perdonado— la justicia de Dios (Lc. 7:48)

4. Dios ordena la norma (Lc. 6:37) 5. Dios anuncia las consecuencias (Ro. 4:7) [p 51] (6) Séptima manifestatión: Enriqnecidos (v. 8) Al comparar Ef. 1:8 con Col. 1:10 advertimos cuál fue el propósito de su dádiva: “para que andéis como es digno del Señor”. Los santos, además de conocer la obra de gracia, necesitaban capacidad para ponerla por obra. Nuestro entendimiento natural no puede agradar a Dios, y la simple confesión de fe tampoco puede cumplir con sus propósitos. Hate falta un enriquecimiento especial capaz de movilizar la fuerza de nuestro ser interior. a.

EL regalo es inalcanzable: que hizo sobre-abundar Para comprender la cantidad y calidad de la riqueza debemos estudiar el significado del término “sobreabundar” (gr. perisseuò). El sentido es dotar a una persona con muchísima riqueza hasta que le sobreabunde.1 Para que nosotros podamos apreciar el verdadero significado del regalo, necesitamos estar cerca del Señor y ser conscientes de nuestra situación anterior. Muchas veces al orar y hacer un simple repaso de lo que ya tenemos y lo que tendremos, tenemos que inclinarnos ante la generosidad del Señor. Esto no significa que comprendemos todo sino que nos preparamos para penetrar mejor en lo que El nos ha concedido.2 [p 52] Por otra parte, progresivamente entendemos al Señor y las riquezas espirituales que concede. Siempre tenemos algo que completar (1 Ts. 3:10) y nunca llegamos al fin del camino. Estos detalles del enriquecimiento espiritual muestran la naturaleza supernatural del evangelio. Recibimos todo en abundancia3 para que podamos vivir sobreabundando, pero nunca llegamos a entenderlo todo.

b.

La riqueza es diferente: toda sabiduría e inteligencia Al pensar en las preocupaciones temporales de prosperidad y compararlas con la manera en que Dios quiere bendecirnos, nos sorprendemos. Los hombres buscan crecer en fama, y desean aumentar su influencia en esta tiers, pero Dios ha preparado “ahorros” espirituales que en nada se relacionan con lo temporal. Para comenzar a entender el significado de la sabiduría e inteligencia a la cual se refiere el texto, debemos leer 1 Co. 1:23–24. Allí dice que el sacrificio de Cristo, el tema central en la predicación que para los griegos era una locura, se había convertido en la sabiduría (gr. sophía) de Dios para los santos. Baste decir aquí que la sabiduría de Dios se manifestó esencialmente al resolver el problema del pecado, tema insoluble para los hombres. Dios, conocedor de la verdadera naturaleza de las cosas, pudo tratar con los pecadores sin manchar su justicia y amor. 1 Por ejemplo la abundancia de la fe (Ro. 5:17), de su gozo (2 Co. 8:2) y de la satisfacción (Fil. 1:26) (comp. 2 Co. 10:15; Stg. 1:21). 2 Por ejemplo, si abundamos en “gracia”, la acción de gracias “sobreabundará para la gloria de Dios” (2 Co. 4:15). Visto desde afuera, comprendemos poco o nada, pero al comenzar a dar la gracia a otros se pondrá en marcha la hermosa “rueda de la gracia”. 3

a. b. c. d.

La abundancia divina: La abundancia de la gracia (Ro. 5:15–20)—para destruir el pecado. La abundancia de la consolación (2 Co. 1:5)—para suavizar las penas. La abundancia del amor (Fil. 1:9)—para aprobar to mejor. La abundancia de la esperanza (Ro. 15:13)—para vivir con gozo.

Además, nos dio inteligencia (gr. phronêsis) para comprender el beneficio otorgado y poder manejar las cosas espirituales (1 Ts. 3:12; 4:1). Necesitamos crecer en la abundancia de la inteligencia para percibir los propósitos celestiales al darnos “toda bendición”. 7a MANIFESTACION DE LA BENDICION: ENRIQUECIDOS 1:8 a.

El regalo es inalcanzable: hizo sobreabundar

b.

La riqueza es diferente: toda sabiduría e inteligencia [p 53] LA INTELIGENCIA QUE DA LA GRACIA 1. Sigue los deseos del Espíritu

Ro. 8:6, 27

2. Hace pensar con equilibrio

Ro. 12:3; 1 Co. 4:6

3. Imprime un sentimiento de justicia

Fil. 1:7

4. Activa la renovación de la mente

Ro. 12:2

[p 54] [p 55]

3. El descubrimiento del misterio 1:9–14

9

dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. 11En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. Al llegar a este punto Pablo vuelve a mencionar otro ingrediente de la gracia de Dios. Hasta el v. 6 habló sobre el pasado del propósito; los vv. 7–8 se refieren al presente: y los vv. 9–14 al futuro. “TODA BENDICION ESPIRITUAL” (v. 3) PASADO

PRESENTE

Las primeras siete manifestaciones (vv. 4–8)

FUTURO El descubrimiento completo del propósito (vv. 9–14)

(Escogidos, predestinados, adoptados, aceptos, redimidos, perdonados, enriquecidos) A.

[p 56] EL MENSAJE: dándonos a conocer el misterio de su voluntad (9)

“Dándonos a conocer” es una expresión central en la revelación de Dios. Luego de las buenas noticias de los ángeles, los pastores fueron a Belén para saber lo que había sucedido y que el “Señor les había manifestado” (Lc. 2:15, 17). Por su parte, durante su vida terrenal el Señor Jesús constantemente les dio a conocer a los apóstoles la voluntad divina.1 Los tres años y medio fueron de incesante comunicación de la voluntad de Dios, y en la oración de Jn. 17 leemos: “les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún” (v. 26). El término griego es gnôrizô, y significa descubrir, hacer conocer, dar información precisa sobre algún tema.2 La voluntad de Dios ya mencionada en vv. 1 y 5, aparece ahora para destacar su anhelo secreto de comunicar algo muy reservado. Es la primes vez que la comunidad elegida se entera de que Dios se complace en bendecirla, haciéndola parte especial de sus planes futuros.3 B.

EL PLAN: reunir todas las cocas en Cristo … (10a) Al repasar lo estudiado, encontramos lo siguiente: CRISTO ES CABEZA SOBRE LA IGLESIA (vv. 3–8) (comp. v. 22) ELECCION (v. 4)

PREDESTINACION (v. 5)

BENEPLACITO EN EL PASADO

CRISTO ES CABEZA SOBRE TODO (vv. 9–10)

REDENCION (v. 7)

REUNION (v. 10)

BENEPLACITO EN EL PRESENTE

BENEPLACITO EN EL FUTURO

[p 57] Sin duda la formación actual de la iglesia es la garantía visible de que Dios reunirá, no sólo un pueblo, sino todas las cosas en Cristo. La iglesia representa, en unidad, la confirmación de que Dios unirá todo bajo la redención. El reino de Dios, vigente en nuestros corazones, es el anticipo del reino eterno. Esta interpretación del plan se confirma con las palabras del Señor “para que todos sean uno” (Jn. 17:21). “Reunir todas las cosas en Cristo” significa que con la eliminación definitiva del pecado, habrá una gran restauración cósmica. El conocimiento de Dios será la característica sustancial de esa época. El plan está completo, pero se verificará en etapas. Consiste en poner bajo de una misma Cabeza toda la creación.4 Sabemos que todo fue creado por él y para él (Col. 1:16–18). Sin embargo, a causa del diablo, a quien Dios todaviá permite operar en el mundo, no vemos que sea así (He. 2:8) porque el mundo está en rebeldía. 1 2

a. b. c. d.

Por ejemplo dijo que les había dado a conocer todas las cocas que había oído de su Padre (Jn. 15:15).

“Dar a conocer” (gr. gnôrizô) en la epístola a los Efesios: El misteria del evangelio (6:19) La integración de la iglesia (3:3, 5) El objetivo del testimonio (3:10) La voluntad de Dios para el futuro (1:9) 3 Observemos en la Nota Adicional “MISTERIOS” (pág. 59) que todos los secretos con respecto a la iglesia son para bien. 4

a. b. c.

La marcha del propósito de Dios Por medio del Espíritu Santo comenzó la formación de la comunidad de los santos (1 Co. 12:12–13). Por medio de la fe este cuerpo está unido a Crisco (Jn. 17:23). Por el mismo poder transformador, todas las cosas vendrán a estar bajo una misma Cabeza (Fil. 2:9–11; Ro. 8:21– 23).

Este cielo debe desaparecer, y con él las huestes de demonios que por milenios lo han habitado y han operado para destruir, ordenar y maquinar contra los planes de Dios (Jn. 10:10; Ef. 2:1–2). C.

LA OCASION: En la dispensación del cumplimiento de los tiempos (10b) El “cumplimiento del tiempo” (Gá. 4:4) marcó un período señalado por Dios para la primera venida de Jesucristo. El “cumplimiento de los tiempos”, en cambio, indica la conclusión de períodos que Dios mantuvo bajo su gobierno (Hch. 1:7) y que en especial están relacionados con el futuro (1 Ts. 5:1 y comp. Hch. 3:19; 7:20; 17:26; Gá. 6:9; 1 P. 1:11). El versículo 10 esboza las bases del estilo de vida del futuro, y por lo tanto Pablo no conocía los pormenores aún conservados en el secreto de Dios (1 Co. 2:7; Col. 1:26). Una de las tentaciones de los cristianos ha sido poner “los tiempos” (plural) dentro de cronologías que pudieran explicar las voces proféticas (Is. 2:2, 4; Dn. 2:44; 9:24; Am. 9:11), pero siempre han tropezado con la parte secreta del misterio (comp. Gn. 49:10; Mt. 25:32). [p 58] En nuestro caso, será más sabio limitarnos a lo que Dios nos da, y tratar de ver, con su iluminación, lo reference a: (a) la restauración de vida y (b) la implantación de armonía en todo el universo, centrada en la obra del Señor Jesús (He. 12:22–24) (comp. Ap. 5:9; 7:4, 12; 19:4).5 (Bosquejo luego del comentario a 1:14b) NOTA ADICIONAL: DISPENSACION Su Significado:

Tomar la responsabilidad de ordenar y administrar algo. Manejar las cosas de acuerdo a un criterio establecido. Observar que se cumplan las premisas establecidas.

Su uso en el Nuevo Testamento: Mayordomo

—Lc. 16:2; 12:42

Administrador

—1 Co. 4:1

Curador

—Gá. 4:2

Tesorero

—Ro. 16:23

Las dispensaciones están relacionadas con actividades de Dios para la humanidad. Se denominan también épocas, siglos o edades (comp. Col. 1:26). Ver también Ef. 1:10; 3:2 y Col. 1:25. Distintas posiciones teológicas Teólogos de todas las extracciones doctrinales distinguen distintos tratos de Dios para la humanidad. Darby, por ejemplo, considera que son siete; Hodge, cuatro, y Berkhof sólo

5

Según los planes eternos, esa armonía tien un modelo en la creación y funcionamiento de la iglesia.

dos. El dispensacionalismo sostiene que Israel es una entidad separada de la iglesia. Por otro lado, la teología del pacto considera que las promesas profésticas para Israel quedan absorbidas por la Iglesia. [p 59] NOTA ADICIONAL: MISTERIOS El término misterio (gr. mystêrion) significa, en principio, algo, conocico sólo por los mystes, que son los iniciados en los secretos (comp. Fil. 4:12). En el Nuevo Testamento, conocer un misterio es disponer de una verdad revelada. Expresiones como “dar a conocer”, “revelar”, “entender”, etc. tienen suma importancia. Dios se ha reservado el derecho de hacer conocer a los suyos, en forma total o parcial, los propósitos que ha trazado con respecto al destino de la creación desde la eternidad (Col. 1:26). Descubrimos en la Escritura cinco grandes círculos de temas que Dios denomina misterios: LOS GRANDES CIRCULOS DE LOS MISTERIOS La palabra de Dios

1 Ti. 3:9

El Señor Jesús

Col. 2:2, 9; 1 Ti. 3:16

La iglesia

Ef. 3:3, 5; 6:19

La apostasía

2 Ts. 2:7

La consumación de las cosas

Ef. 1:9–11

Los que más nos llaman la atención para el estudio que nos ocupa son los relacionados con la nueva comunidad de los santos: la iglesia. [p 60] LOS MISTERIOS RELACIONADOS CON LA IGLESIA EL EV ANGELIO COMO INSTRUMENTO PARA SU FORMACION

Ef. 6:19

LA COMPOSICION DEL CUERPO

Ef. 3:4, 6

LA MORADA DEL SEÑOR JESUS

Col. 1:27

EL REINO DE DIOS

Mt. 13:11

EL TESTIMONIO (LOS SIETE CANDELEROS)

Ap. 1:20

LA TRANSFORMACION DE LOS CUERPOS DE LOS SANTOS

1 Co. 15:51

Una de las características de los líderes debe ser que “guarden el misterio de la fe con limpia conciencia” (1 Ti. 3:9), que se comprometan a conservar todo el cuerpo de enseñanza contenido en la Biblia (Jud. 3). Este cuerpo doctrinal tiene a su vez secretos que vamos comprendiendo a medida que el Espíritu ilumina nuestro entendimiento (Ef. 1:17–18). De modo que en la Escritura, un misterio está contenido dentro de otro misterio. En Efesios descubrimos que en el “misterio de la fe” está incluida la obra magnífica del Espíritu Santo que produjo la venida del Señor Jesús. En Col. 2:1–3 se lo denomina “misterio de Dios y de Cristo”, y en 1 Ti. 3:16 “e1 misterio de la piedad”. Leemos en Col. 2:2 “unidos en amor, hasta alcanzar las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo”. Cuando los hermanos están unidos en el Espíritu, empieza el camino de enriquecimiento cuyo fin es “conocer el misterio”. Aunque el evangelio en sí mismo no es un misterio, se convierte en tal pues el contenido de su mensaje está centrado en Cristo, que es un misterio (Ef. 3:4). Es por cierto un misterio que Cristo more en nuestro corazón, y que transforme la vida de los santos. Para formar la nueva comunidad de los redimidos, Dios permitió que ocurriera lo que Pablo denomina “este misterio”: a) el endurecimiento do Israel b) la predicación a los gentiles (Ro. 10:20). Todo es y seguirá siendo difícil de comprender hasta el día do la revelación total. [p 61] Pablo mismo dice: “Grande es este misterio (Ef. 5:32). No es sencillo entender la unidad espiritual de Cristo como Cabeza y nosotros como cuerpo, o Cristo como Esposo y nosotros como esposa. Además la iglesia está muy vinculada al “misterio del reino” (Mt. 13:11; Mr. 4:11; Lc. 8:10) porque en la actualidad Cristo no ejerce soberanía sobre la tierra tal como lo anticiparon los profetas del Antiguo Testamento y aún espera su cumplimiento. En cambio, él es soberano sobre el reino de los sacerdotes (1 P. 2:9), su pueblo. Su reino está compuesto por todos los redimidos, y es en consecuencia un misterio para todos: (a) Para nosotros, porque no sabemos quiénes son los salvados pues sólo el Señor

conoce a los que son suyos (2 Ti. 2:19); (b) para el mundo, porque la Palabra de Dios es locura y no la puede comprender (1 Co. 2:14); (c) para Israel, porque sigue esperando soberanía política. Ahora Israel está decididamente en posición de rechazo, pero a su tiempo el Espíritu transformará el corazón de la nación (Ez. 37:21–28; 39:25–29; Zac. 2:10–13; 12:10). EL REINO DE DIOS PASADO EL REINO EN ANUNCIO

PRESENTE EL REINO EN MISTERIO El Rey gobierna la comunidad de los salvos

FUTURO EL REINO EN EJECUCION

El mismo Señor explica el “misterio de las siete estrellas y de los siete candelabros de oro” (Ap. 1:12–17). La escena fue más allá de las siete iglesias de Asia, para convertirse en el modelo de inspección misteriosa que el Señor realiza en su comunidad, sea en forma colectiva o individual. Finalmente, es un misterio también la transformación y el arrebatamiento de los santos (1 Co. 15:51–57). Leemos asimismo de otros misterios, como el de Babilonia (Ap. 17:1–5), el misterio de iniquidad que ya está en acción (2 Ts. 2:1–6); los misterios de los juicios de Dios (Ap. 10:1–7), y el cumplimiento final del misterio de su voluntad, tema de Ef. 1:9–11. D.

[p 62] EL PROGRAMA: En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito … (11) Al comienzo de la epístola Pablo anunció que la herencia es parte del programa. Es lo que todos los miembros compartimos en Cristo (Ro. 8:17). El mundo está acostumbrado a prometer y a no cumplir, o a hacerlo parcialmente. Nosotros mismos nos hemos habituado a vivir en ese estilo de vida, pero Dios inició su programa de otra manera, y sin duda lo terminará también así. Según Tit. 1:2 Dios nunca miente. El planeó antes que el mundo comenzara, y ha mantenido su palabra hasta aquí sin faltar nada (He. 10:23). Moisés se esforzó en mostrar a los israelitas cómo Dios había guardado su palabra (Dt. 7:12) y lo mismo hicieron los profetas. Según lo muestran algunos manuscritos antiguos, el versículo 11 puede ser construido de otra manera: “En quien también nosotros somos una herencia” (comp. nota vv. 14, 18), lo que concuerda con Dt. 4:20 (comp. Dt. 9:29; 32:9). Ambas declaraciones (la que leemos en nuestra versión y la alternativa) son válidas. Pensando en la posesión de Dios (v. 14) o su “herencia en los santos” (v. 18), parecería que lo que aquí realmente se quiere expresar es que la iglesia es la porción de Dios. Algo similar a lo que leemos en Dt. 32:9.

a.

Por qué recibimos la herencia: habiendo sido predestinados

Deberíamos ahondar un poco más en el sentido del vocablo herencia (gr. klêronomía) usado por Pablo. Aunque en el Nuevo Testamento tiene varias acepciones,1 en este caso no es nada ganado ni [p 63] obtenido por mérito alguno. Tampoco es necesaria la muerte previa de alguna persona para recibir lo que Dios nos ha prometido (Ef. 1:14). El propósito eterno es que quienes ingresan a la familia tengan la herencia del Primogénito y sean constituidos herencia de Dios (Hch. 20:32; Ef. 5:6). b.

Cómo ocurrió ese milagro: conforme al propósito Nuevamente aparece la predestinación (gr. proorizô) que estudiamos en el v. 5. El propósito de Dios no es improvisado sino que responde a lineamientos perfectamente ordenados. La frase “conforme al propósito” aquí está especialmente relacionada a su interés personal de realizar algo (comp. Ro. 3:25; Ef. 1:9; 2 Ti. 1:9). Dios no nos pide que entendamos sus propósitos sino que los creamos (comp. Jer. 23:6; 30:10; Is. 30:26). Esos propósitos relacionados con la salvación (Jn. 6:37) y la comprensión del sentido del evangelio (1 Co. 1:24) afectan, según nuestro texto, todo lo que Dios hace.

c.

Cuál fue el plan: el designio de su voluntad El “designio” (gr. boulê) es el resultado de una determinación.2 Fue su determinación anticipada que nos otorgó la posición de hijos en la herencia, operando sobre muchas limitaciones e incomprensiones con total soberanía (Pr. 16:4; Is. 46:10).

d.

Cuál es el objetivo: para alabanza de su gloria (12a) Desde cualquier ángulo que miremos, el propósito de Dios siempre tiene el mismo fin—ya sea en su planificación (6), como en su realización (12). La herencia time como objeto principal la “alabanza de su gloria”.3 Los creyentes serán glorificados y presentados para el [p 64] honor de quien planeó poner al pueblo santo sobre la tierra como modelo de sus propósitos de unidad eterna (comp. Ro. 8:30; Ef. 1:6). Ciertamente que al cotejar la dignidad de los escogidos (Ro. 15:9–11) con la realidad de la experiencia de la iglesia, nos preguntamos si habremos realmente comprendido el propósito del Señor: llamar de entre las gentes a su pueblo para que sea emblema visible de los propósitos eternos, y se convierta en instrumento para ministrar alabanza a Dios (comp. Is. 11:10; 12:2). Para Pablo era un honor especial que del pueblo hebreo, que había rechazado a Jesús, salieran “los que primeramente esperábamos en Cristo” (12b). (Bosquejo luego del comentario a 1:14b)

1

Por ejemplo Gá. 4:30; 1 P. 3:9; Mr. 10:30. Ver Hch. 2:23: “entregado por determinado consejo” (comp. 4:28; 13:36), y He. 6:17: “la inmutabilidad de su consejo”. 2 3

a. b. c. d. e. f. g.

Gloria es la exposición de algo magnífico. Los cielos cuentan la gloria de Dios. El poder desplegado por Cristo muestra la gloria de su persona (Jn. 2:11). Los cristianos viven la gloria de la libertad (Ro. 8:21). Los miembros de Cristo gozan de la gloria de su morada (Col. 1:27). El cuerpo de Cristo participa de la gloria de su resurrección (Col. 3:4). Un día Dios cambiará nuestro cuerpo de pecado por otro de gloria (Fil. 3:21). Eso ocurrirá cuando el Señor Jesús venga mostrando su gloria (Tit. 2:13). Con gran alegría, nos presentará en su gloria (Jud. 24). La tierra toda verá el esplendor y autoridad de su trono de gloria (Mt. 25:31–32).

PARA ALABANZA DE SU GLORIA 1. La adopción de los hijos

Ef. 1:6

2. La formación de la iglesia

Ef. 1:12

3. La redención final

Ef. 1:14

4. La conducta triunfante de los santos

Fil. 4:8

(Otras comparaciones 1 P. 1:7; 2:14) E.

[p 65] LA DETERMINACION: habiendo oído … fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia … (13–14a) Por primera vez Pablo menciona la composición de la iglesia al hablar de “nosotros” (los judíos) y de “vosotros” (los gentiles). Demostró que el plan incluía a los dos grandes pueblos en los que se divide la humanidad (ver notas a vv. 17–20). Además, por primera vez tenemos en claro la actividad del albedrío humano en la formación de la iglesia. Primero, los judíos que esperaban a Cristo, lo recibieron (12), y después los gentiles oyeron y creyeron al evangelio y fueron recibidos en el cuerpo de Cristo. Pablo ya había dicho que tanto los unos como los otros necesitaban oír (Ro. 1:16) y confiar en el Salvador. Debieron ejercitar su albedrío para poder comprender su elección. Necesitaron ver los fines y elegir los objetivos. Los motivos los estimularon, pero no los obligaron, y así escogieron de acuerdo a su voluntad. La libertad humana es en especial una libertad para escoger: así como muchos judíos en los días de Cristo lo rechazaron convencidos que hacían lo mejor (Hch. 4:27, 28; 1 Co. 2:8), otros lo recibieron (Hch. 6:7). El lado humano en la salvación ocupa un lugar singular en las Escrituras. Por una parte, leemos que el Señor Jesús vino a lo suyo, y los suyos no le recibieron, es decir que por propia voluntad rechazaron al Mesías (Jn. 1:11). De tal magnitud fue ese rechazo que lo negaron, crucificaron y eligieron en su lugar a Barrabás (Hch. 2:23). Por otra parte, “todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados, por su nombre” (Hch. 10:43). En consecuencia, por el evangelismo se activa el cumplimiento del propósito (Hch. 13:48) y se hace efectiva la inclusión de judíos y gentiles en el cuerpo de Cristo.

a.

[p 66] La función de la predicación: oído la palabra … creído … Tanto judíos como gentiles tuvieron que oír la palabra de verdad y sentir sus efectos transformadores (He. 4:12), su limpieza (Sal. 119:9) e iluminación (Sal. 119:105). Al oírla, cada persona tuvo que decidir (Hch. 13:48). Algunos—como los atenienses—la rechazaron (Hch. 17:32); otros—como los corintios—la recibieron (Hch. 18:8). Así también sucedió con nosotros.

b.

La intervención de Dios: habiendo oído la palabra de verdad … fuisteis sellados con el Espíritu … “La palabra de verdad” (Col. 1:5; 2 Ti. 2:15) es el mensaje centrado en el Señor Jesús. En realidad, toda la Biblia es la palabra de verdad pero en aquellos días cuando aún

no estaba concluido el Nuevo Testamento, era el mensaje extraído de la Escritura tal como la tenían en ese momento (Hch. 4:31; 13:5; 13:44). La palabra de verdad pone en evidencia que somos pecadores engañados y necesitamos oír la verdad, y que el mensaje necesita ser recibido y apropiado en forma individual. El evangelio es el único transmisor de la salvación, pues su contenido es Cristo.1 Pablo formaba parte de los que “primeramente” esperaban en Cristo (v. 12). Para él, el sello del Espíritu fue la conclusión de la expectativa de salvación. Lo maravilloso es que los que no tenían expectativa, recibieron la misma señal: “En él también vosotros …” Es decir que los gentiles tuvieron parte en la comunidad de los salvos, en el cuerpo de Cristo, la iglesia y la familia de Dios. La relación del sello (gr. sphragis) con el Espíritu es una aplicación que ganó interés en los escritos de Pablo (ver Nota Adicional SELLO). De los documentos del primer siglo (papiros), aprendemos que el lenguaje comercial adquirió importancia legal por la introducción del sello, que garantizaba que los artículos en operación eran genuinos. La misma idea ingresó a los círculos secretos del pensamiento griego. El único que puede probar que la fe es genuina es Dios, por medio de su Espíritu—quien nos da ingreso al pacto.

[p 67] PERSONAS (vv. 3–13) F.

CUERPO DE CRISTO (vv. 13–23)

LA META: la redención de la posesión adquirida (14b). Pablo concluyó la serie de consideraciones que comenzó en el v. 4, mostrando la presencia del Espíritu Santo en el corazón de cada uno de los escogidos y su resultado. Lo que hemos visto sobre el sello es la garantía de que un día veremos claramente lo que Dios ha preparado para nosotros (1 P. 1:4). Ya somos la posesión adquirida. El rescate pagado, que señalamos en el v. 7, significa liberación (He. 11:35). La primera fase se realizó en la Cruz, donde obtuvimos la eterna libertad de nuestros pecados y de nosotros mismos (Ro. 3:24; Gá. 2:20) para ingresar en la “vida nueva” (Ro. 6:4). La segunda se produce ahora, por la permanencia del Señor en la gloria y la presencia del Espíritu Santo (He. 9:15) (comp. Tit. 2:14; 1 P. 1:18). La tercera fase está reservada para la redención de todo el pueblo que compone la iglesia, comprado y santificado en vida nueva. En esta última fase, al ser librados de la 1

a. b. c.

Algunas características del evangelio: Es el “evangelio de la gracia de Dios” porque anuncia el amor inmerecido (Hch. 20:24) (comp. Tit. 2:11; 2 Co. 8:9; Hch. 11:23; 13:43). Es el evangelio del poder de Dios porque puede salvar a los pecadores, cualquiera sea su condición (Ro. 1:16, y comp. Gá. 6:14; Col. 2:14; Gá. 3:1). Es el evangelio de la gloria de Dios porque enseña cómo él se puede manifestar en los creyentes y transformar sus experiencias (2 Co. 4:4–6) (comp. 2 Co. 3:18; He. 1:1–6; Ro. 8:21).

presencia del pecado también desaparecerán los efectos y síntomas de la corrupción (Ro. 8:23; 1 Co. 1:30). En conclusión, la redención que en su primera etapa fue una compra (comp. Dt. 7:6), aparecerá al final como una transformación, un traslado y cambio de ambiente donde compartiremos la herencia: nuestra herencia en Cristo, y la herencia de Dios en los santos. Al comprender que ni lo posesión es terrenal ni la herencia para este mundo, también cambia nuestra manera de ser y deseamos vivir como sal en medio de la corrupción, y luz en las tinieblas.2 “Hasta la redención” es una nota fragante en la vida de la fe. Al tener nuestra mira en ese día, el servicio al Señor se convierte en una [p 68] constante adoración, y la comunión con los hermanos mucho más compacta. La vida cristiana, convertida en un desafío de fe, nos anima a testificar y ganar a muchos. EL DESCUBRIMIENTO DEL MISTERIO 1:9–14 A.

El mensaje (9)

B.

El plan (10a)

C.

La ocasión (10b)

D.

El programa (11–12)

a.

Por qué recibimos la herencia: predestinados

b.

Cómo ocurrió ese milagro: su propósito

c.

Cuál fue el plan: el designio de su voluntad

d.

Cuál es el objetivo: para alabanza de su gloria

E.

La determinación (13–14a)

a.

La función de la predicación: oído-creído

b.

La intervención de Dios: sellados

F.

La meta (14b) NOTA ADICIONAL: SELLO La arqueología ha rescatado de las tierras bíblicas miles de sellos de los tiempos más remotos. Podemos decir que tanto sus formas como su significado eran muy variados. El valor del sello En la práctica antigua los monarcas y personas en autoridad usaban este medio: a) para autenticar autoridad delegada (Gn. 41:42; Hg. 2:23; comp. Est. 3:10); b) ciertos escritos en arcilla tuvieron valor de sello para garantizar compras (Jer. 32:11–14; 2

No como Demas que amó este mundo (2 Ti. 4:10) y lo hizo su objetivo, sino como Pedro que amó al Señor (Jn. 21:15–17) y murió por él.

comp. Neh. 9:38); c) una profecía sellada era una forma de garantizar su inviolabilidad (Is. 29:11; Dn. 12:9); d) se sellaban también las puertas (Dn. 6:17). Teniendo en cuenta estos antecedentes podríamos estudiar la metáfora del sello en el creyente como sigue: A. Como la garantía de posesión Demuestra que pertenecemos al Señor (2 Ti. 2:19). El Dueño, al apropiarse de lo suyo, lo sella y no habrá manera de cuestionarle posteriormente su propiedad. La presencia del Espíritu es para todos los que forman parte del pueblo de Dios (2 Co. 1:21). [p 69] B. Como aval de seguridad En Ap. 9:4 encontramos una referencia a los “que no tuviesen el sello en sus frentes”. Aunque se trata de un evento futuro, es válido en este caso porque el sello es para guardar a sus poseedores del juicio (comp. 2 Co. 3:3). Así como los judíos llevaban el sello del pacto (1 Co. 9:2), nosotros que formamos la familia de Dios, tenemos la evidencia permanente de pertenecer al Señor. Sabemos que nadie podrá romper el sello y arrebatar a una oveja (Jn. 10:18). Cada integrante del rebaño tiene la marca del Pastor (1 Co. 3:11). El monarca humano podía errar (Est. 3:10; 8:8) pero Dios no se equivoca (Ro. 8:29–35). C. Como certificado de que algo es genuino Con el sello Dios atestigua que la conversión es un acto divino (Col. 1:8–9). Aunque es una acción terminante, no es una operación aislada porque desde ese momento se inicia la vida de progresión espiritual. Al examinar el contexto en Efesios encontramos que a partir del sello tienen lugar las experiencias espirituales iluminación (1:17–18); comunicación (2:18) y habitación (2:20–22), que no existían antes. D. Como el otorgamiento de un “adelanto” Tal es el sentido literal de arras (gr. arrabôn), y se utiliza en el Nuevo Testamento como una garantía de mayor cantidad (2 Co. 1:22; 5:5). Es una señal de que algún día Dios tomará posesión plena de la propiedad que compró (1 Co. 6:20). Se cumplirá, entonces, la predestinación (Ef. 1:5, 11).

¿En qué sentido el sello del Espíritu es “un pago inicial” para nosotros? Las arras es la primera de una serie de manifestaciones sobrenaturales cuya finalización aún no conocemos (comp. 2 Co. 4:18; 5:5). En 2 Co. 3:6–18 Pablo menciona el pacto con Moisés y los beneficios del nuevo pacto por medio del Espíritu de vida (vv. 3, 18). Al tener “las primicias del Espíritu” (Ro. 8:23) sabemos con toda certeza que somos parte del propósito. [p 70] (1) El ingreso en la experiencia de la santidad. Los sellados por el Espíritu son una comunidad separada del mundo pero insertada en él. La santidad nos obliga a depender del Espíritu Santo (1 Ts. 1:5, 6) para producir buen fruto (Gá. 5:22–23). (2) La confirmación de que Dios nos ha redimido. Dios puso el Espíritu en nosotros para que sepamos que “Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare” (Sal. 4:3 y comp. 34:15; 55:16; 56:9). (3) La identificación nuestra con la eternidad. Cuando el Espíritu eterno (He. 9:13) entra en la persona que cree en Cristo, la eternidad toma posesión de lo temporal (comp. Gá. 6:17). Creemos en el Señor (v. 13), y hemos sido sellados con el Espíritu para el día de la redención (Jn. 7:39; 14:16; 14:26; 15:26; 16:7, 13; Lc. 24:49; Hch. 1:5). EL ESPIRITU SANTO 1. Enseña

Jn. 14:26

6. Potencializa

Ro. 15:13

2. Convence

Jn. 16:8

7. Habita

1 Co. 3:16

3. Bautiza

Hch. 1:5

8. Participa

2 Co. 13:14

4. Fortalece

Hch. 4:8

9. Alegra

1 Ts. 1:6

5. Conforta

Hch. 9:31

10. Renueva

Tit. 3:5

[p 71] EL EVANGELIO DE VUESTRA SALVACION (1:13) 1. La fuente es Dios mismo

Ro. 1:1

2. La actividad es por gracia

Hch. 20:24

3. La obra es la salvación

Ef. 1:13

4. El mensaje es personal

Mr. 1:1

5. La bendición es completa

Ro. 15:29

6. El poder es transformador

Fil. 1:27

7. La consumación es gloriosa

2 Co. 4:4

[p 72] [p 73]

4. El contenido de la oración de Pablo 1:15–23

Todo el “designio de la voluntad” (4–14) tiene un centro de poder que es Cristo Jesús. Pablo sintió la necesidad de profundizar el secreto de estar “en Cristo” y a fin de que los escogidos supieran más acerca de la fuente del poder. A.

LA GRATITUD: 15

Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones Antes de hablar de la vida cristiana, Pablo les recuerda que los primeros efectos de los recursos eternos ya se podían observar en ellos. Pablo poseía informaciones diversas acerca de los efesios, algunas muy preocupantes y dañinas, y otras animadoras y llenas de vitalidad espiritual. Es a estas últimas a las que se referirá a continuación: Primero: “vuestra fe”. Era una de las dos características sobresalientes que distinguían a los creyentes del siglo I, único vínculo con el Señor de la vida capaz de darles fuerza para transmitir esa vida a los demás. Por la fe habían hallado el camino de la redención y la vida eterna. Pablo siempre destacaba el lugar que tenía la fe en el esquema de la vida cristiana. Para él era mucho más que poner confianza sobre algo: era estar totalmente unido a Cristo para apoderarse de lo que él es y tiene. Tener fe es poseer una confianza personal y profunda en Cristo, quien nos transforma a fin de que vivamos constantemente la experiencia del nuevo hombre. La vida cristiana es una vida de fe (2 Co. 5:7) que salva y santifica (comp. Hch. 6:5; Ro. 4:20; 1 Co. 16:13; 2 Co. 8:7). [p 74] Durante años Pablo había luchado sin éxito para vivir de acuerdo a la ley (Fil. 3:6). Luego comprendió que era imposible agradar a Dios de esa manera (Ro. 4:20; 1 P. 1:9).

Segundo: “y amor”. Pablo, que conocía muy bien el valor de la fe, sabía que para vivirla, debía amar a los hermanos tal como lo expresan claramente todos sus escritos.1 El amor a los hermanos es la expresión visible de la fe en Dios (1 Jn. 2:9). Es el ingrediente sustancial de la nueva vida. “El amor para con todos los santos” no es una actitud natural. Demanda el ejercicio de la vida nueva que viene de Dios. Sólo el pleno conocimiento de Dios—que amó a todos—puede hacernos amar de esa manera (1 Jn. 4:8, 16) (comp. 1 Jn. 3:16; 4:9). a.

La calidad de la oración: no ceso de dar gracias Una constante en los escritos de Pablo es la oración en favor de los creyentes.2 El era un ferviente intercesor porque anhelaba que Dios obrara en los santos para que éstos cumplieran fielmente sus mandatos. Al hacer de la intercesión una parte esencial de su vida, Pablo comenzó con agradecimiento para autodisciplinarse a sujetar su voluntad a la de Dios. El mismo que había instruido a los tesalonicenses a “dar gracias en todo” (1 Ts. 5:18), mostró gratitud en sus plegarias como único modo de someterse a Dios.3 La gratitud cambia el espíritu de la oración y destruye el afán y la ambición de los cuales leemos en Fil. 4:6.

b.

Los ingredientes de la oración: haciendo memoria de vosotros No sabemos si Pablo había preparado listas con nombres individuales de los hermanos, o si únicamente se refería al grupo.4 La expresión “haciendo memoria” (gr. mneía) significa fundamentalmente recordando o memorizando. Todo parece indicar que se acordaba de cada persona en forma individual. ¡Qué actividad entrañable la de este pastor modelo de las iglesias del Nuevo Testamento!

[p 75] LA GRATITUD EN LA ORACION DE PABLO 1:15–16 a.

La calidad de la oración: no ceso de dar gracias

b.

Los ingredientes de la oración: haciendo memoria de vosotros LA ACTITUD EN LA ORACION 1. Reverente

como cuando Salomón dedica el templo

2 Cr. 6:13

2. Constante

como cuando Daniel está en la adversidad

Dn. 6:10

3. Adoradora

como cuando el salmista contempla a Dios

Sal. 138:2

4. Sujeta

1

como Cristo en Getsemaní

Lc. 22:41

Fil. 1:9; 2:2; Col. 1:4; Flm. 5. Ver Fil. 1:3–4; Col. 1:3, 4; 1 Ts. 1:2, 3; 2 Ts. 1:3. 3 Dio gracias por sus prisiones, por sus naufragios, por los dolores de adentro y de afuera. 4 En Col. 1:3, se refiere al grupo y sus necesidades. En cambio en 2 Ts. 1:3, a individuos y su modo do actuar. 2

5. Perdonadora 6. Intercesora 7. Sincera

como Esteban cuando oró por sus adversarios como Moisés en favor de María como cuando Pablo oró por la iglesia en Efeso

Hch. 7:60 Nm. 12:13 Hch. 20:36

INGREDIENTES DE LA ORACION Fe en quien dependemos

Mr. 11:24

Dirigida al Padre a quien pertenecemos

Jn. 15:16

En el Espíritu, quien nos acompaña

Jud. 20

En el nombre de Cristo, quien nos da autoridad para entrar

Jn. 14:13, 14

Buscando la voluntad de Dios a quien tenemos que sujetarnos

1 Jn. 5:14

En comunión con el Señor para identificarnos con su ejemplo

Jn. 15:7, 14

[p 76] CONTEMPLACIONES EN ORACION

B.

1. Los pensamientos de Dios

Sal. 139:17

2. El lugar que Dios nos ha dado

Sal. 116:5

3. El poder de Dios en favor de los suyos

Sal. 12:5

4. La atención de Dios para responder

Dn. 9:23

[p 77] LOS TEMAS 17

para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19y cuál la supereminente grandeza

de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales. La oración de Pablo está precedida por una alusión al “Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria”, para enseñar a los efesios que en verdad ellos habían puesto su fe en el Ser Supremo y habían llegado a conocer al Dios verdadero (Jn. 20:17). La singular expresión “Padre de gloria” nos acerca al brillo de la perfección (2 Co. 4:6).1 Además les ayudaba a comprender que el Señor Jesús (v. 3; Jn. 17:3) era el único que podía abrirles el entendimiento para comprender el propósito planeado para ellos. a.

[p 78] Completar sus necesidades espirituales Sólo podemos saber lo que Dios nos ha dado si él mismo nos da la interpretación. (i) espíritu de sabiduría. Así como en los vv. 3–14 Pablo se ocupó de los creyentes como individuos, en los vv. 15–23 tuvo en cuenta a la comunidad (el cuerpo de Cristo). En consecuencia, no pensó en una revelación individual o privada para algún miembro del cuerpo, sino más bien en un entendimiento congregacional de las provisiones otorgadas. El pedido de Pablo podría tener dos sentidos: * una comunión más íntima de los creyentes, mostrando disposición y preparación para penetrar en los secretos del plan; * un don (gr. charisma) de sabiduría (comp. v. 8) como acción específica del Espíritu para “tomar” de Cristo y hacerlo saber (Jn. 16:12; 1 Co. 2:10). De modo que él nos coloca dentro de su propósito y luego nos enseña su contenido. (ii) y de revelación. Si bien la sabiduría es la percepción de la naturaleza de las cocas, en este contexto se refiere esencialmente a un conocimiento personal de Dios y de lo que él ha preparado. Pablo distingue entre la actividad normal del Espíritu—que siempre desarrolla el conocimiento en la iglesia—y ésta, que es un otorgamiento especial para penetrar en los misterios de Dios (comp. 1 Co. 14:12). La revelación (gr. apokalypsis) es la actividad de Dios sobre la mente de los suyos para que posean las verdades y comprendan su valor; es la capacidad de descubrir la frescura desconocida de algunas manifestaciones ya conocidas (9). Al pensar en los círculos selectos de las logias griegas2 donde sólo unos pocos podían conocer los secretos de sus enigmas, cuánta gratitud debemos dar a Dios por su provisión al cuerpo de Cristo para que comprenda cada vez más su inmensidad. Con todo, la revelación tenía su limitación: “en el conocimiento de él”. El mayor privilegio de un cristiano es conocer a Dios en la revelación de Cristo (Col. 2:9). Bastante llamativa es la palabra “conocimiento” (gr. epignôsis), que da la idea de un discernimiento completo o más profundo de algo, o un reconocimiento mayor capaz de influenciar definitivamente a quien realiza la investigación (comp. Fil. 1:9; Col. 1:9; Flm. 6). Es el Espíritu el que puede activar nuestro entendimiento para que compren1

También nosotros tenemos que conocer el significado de estar “en Cristo” para poder penetrar en el secreto de ser “santificados” (1 Co. 1:2) y de vivir en santidad para Dios. Nuestra posición es “en Cristo”, y debemos vivir como hijos del “Padre de gloria” (comp. 1:6; Col. 2:10). 2 Como contrapartida contemporánea, podemos mencionar el ejemplo de los masones, los mormones, el grupo “la pura verdad”, la “nueva era”, etc.

damos mejor el significado de la presencia y persona del Señor (Jn. 16:12–15; 2 P. 1:2; Ef. 4:13; 1 Ti. 2:4). b.

[p 79] Penetrar en los objetivos del propósito. Así como Dios nos ha dado ojos físicos para ver lo que nos rodea, nos ha provisto de su “sabiduría” y “revelación” para los ojos del entendimiento. Aun teniendo estas dos ventanas abiertas necesitamos del sol para ver el paisaje completo. Supongamos que durante la noche hemos transitado un paisaje hermoso y nos hallamos en la cumbre de un cerro desde el cual es posible verlo bien. Tenemos los ojos abiertos pero aún no ha amanecido. Con las primeras luces del alba vemos algo, pero necesitamos el día pleno para mirar a nuestro alrededor y observar todo lo que Dios nos ha permitido disfrutar y conocer. Así también ocurre con el conocimiento del propósito (Ef. 3:9; 5:14). En este aspecto, había tres lecciones esenciales que los efesios debían aprender: (i) para que sepáis cuál es la esperanza a la que él os ha llamado. Esto consistía en entrar más profundamente en los secretos del llamamiento (1 Co. 1:26; Ef. 4:4; Fil. 3:4) que Dios había completado antes de la fundación del mundo. Este llamamiento se hacía efectivo a medida que el evangelio era proclamado y los creyentes se comprometían con la vida de santidad (v. 4). Sólo Dios podía operar en el entendimiento y activar el conocimiento “del Hijo de Dios” (Ef. 4:13), para andar “como es digno del Señor, agradándole en todo” (Col. 1:9–10). Conocer de esta manera es mucho más que acumular ciencia porque implica discernir a fin de poner en práctica lo aprendido. En este sentido “alumbrando (gr. phôtizô) los ojos de vuestro entendimiento” significa abriendo el panorama, arrojando luz para que el razonamiento vaya más allá de lo natural o circunstancial y penetre en las esferas privativas de Dios.3 Nosotros, como los efesios, necesitamos una iluminación mental para comprender el sentido amplio del llamamiento.4 (ii) cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. [p 80] Pablo ahora cambia sustancialmente de tema: de la importancia del llamamiento, salta a las riquezas de la herencia de Dios (ver notas a vv. 13–14). Los hombres reciben y transfieren herencias. El esposo tiene su porción en la esposa y los padres en los hijos. Con Dios es distinto, porque su herencia es lo que él mismo hizo5 y no algo producido por un antepasado (Sal. 50:10–12) (comp. Sal. 127:3). 3 Así le ocurrió a los discípulos que iban a Emaús (Lc. 24:44) y a Lidia de Tiatira cuando Pablo predicó en Filipos (Hch. 16:14). 4

a. b. c. d. e. f. g. h. i.

Características del llamamiento: Llamamiento supremo (Fil. 3:14) Llamamiento celestial (He. 3:1) Llamamiento santo (2 Ti. 1:9) Llamamiento a la vida eterna (1 Ti. 6:12) Llamamiento a la libertad (Gá. 5:13) Llamamiento a la luz (1 P. 2:9) Llamamiento a la paz (Col. 3:15) Llamamiento a la santidad (1 Ts. 4:7) Llamamiento a la gloria (1 P. 5:10) 5 En Exodo 19:5–6 encontramos que nosotros—es decir las personas—somos herencia de Dios (comp. Hag. 2:8; Job. 41:11).

Somos su posesión que no heredó de nadie, ni transferirá a otro porque él nos creó. Además, somos su posesión adquirida (Ex. 15:16). En 1 Co. 6:20 dice que por haber sido comprados por precio, debemos glorificar a Dios en nuestro “cuerpo y en nuestro espíritu”, porque son de Dios. Pablo deseaba que los efesios comprendieran cuán importante era que Dios los considerara su herencia. Aplicando este pensamiento a nosotros, preguntamos: ¿qué signifies comprender que somos la herencia de Dios? ¿Qué tenemos nosotros para enriquecer a Dios? Nada, absolutamente nada. Entonces, ¿qué es lo que debemos entender? ¿En qué desea Dios que profundicemos? La única respuesta que podemos dar es que Dios puso en nuestro interior la gloria de su presencia (Jn. 17:22), que Pablo denomina “el depósito” (2 Ti. 1:14; comp. 2 Co. 4:6). Al comprenderlo, nuestro objetivo es santificar y engrandecer lo que nos ha dado porque sabemos que es la herencia de Dios. ¿Qué hay en nuestro interior? Ro. 2:4 habla de “las riquezas de benignidad, paciencia y longanimidad”; en Efesios leemos de las “riquezas de su gracia” (1:7); de las “riquezas de su gloria” (1:18); de las “inescrutables riquezas de Cristo” (3:8), etc. La principal sería: “las riquezas de su gloria … que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (1:27). La parábola de los talentos usada por el Señor Jesús puede ayudarnos. Tres personas recibieron de la herencia de su señor para que trabajaran mientras él se ausentaba. Dos de ellas tuvieron la suficiente iluminación para operar y producir más, y fueron muy bendecidas cuando retornó el amo. La otra, en cambio, manipuló su talento y fue reprobada (Mt. 25:14–30). Dios quiere que sepamos lo que tenemos y lo usemos para su gloria. (iii) cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos … La tercera actividad que Pablo quería ver iluminada era el poder de Dios. Las notables cualidades de ese poder nos muestran que es algo singular. Si los santos no reconocen a Jesucristo como Señor de sus vidas, todo el propósito se convertirá en una falacia. Ni los [p 81] efesios ni nosotros podemos entender “la esperanza a la que nos ha llamado” o “las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”, a menos que el extraordinario poder desplegado en Cristo conmocione nuestro ser y nos involucre totalmente en el propósito de Dios. Jamás podremos entender “la grandeza de su poder” (Fil. 2:13) que está a nuestro favor, hasta que el triunfo de la resurrección sea nuestro por la fe, para siempre. c.

Comprender la magnitud del poder Pablo es el único escritor de la Biblia que utilizó el término “supereminente”,6 y que nosotros entendemos mejor como ilimitado, excedente, excesivo o sin medida. Por ejemplo; “camino más excelente” (1 Co. 12:31); la “supereminente gracia de Dios” (2 Co. 9:14); “las abundantes riquezas de su gracia” (2:7); el “amor de Cristo que excede a todo conocimiento” (3:19). Todas son expresiones de admiración por el modo excepcional en que Dios puede actuar y motivarnos a que nosotros también actuemos. Por otro lado, nos enseña que el 6

Del verbo gr. hyperballo, de donde proviene hyperbole (hipérbole), que habla de superioridad, excelencia y preeminicencia sin medida.

evangelio no se manifiesta en la mediocridad ni puede haber bendición donde se rinde culto a otros dioses. Conocer el poder del Señor significa desterrar las pretensiones del enemigo de levantar un altar en el santuario de Dios. Conocer el poder del Señor también significa comprender un poco más el secreto de la batalla en la cual Cristo “sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Ti. 1:10), destrozando las fuerzas adversarias para que nunca jamás olvidaran que Jesucristo es el Señor (He. 2:14). No satisfecho con lo superlativo de “supereminente”, Pablo trató de componer una frase ligando sinónimos para darle mayor fuerza aún. Lo hizo agregando cuatro palabras más. La primera es “la grandeza de su poder” (gr. dynamis)7 que significa literalmente fuerza interna. Es usa de las características sobresalientes de Dios en toda la esfera de su actividad. Es el poder utilizado para la encarnación de Cristo (Lc. 1:35), para la vitalización de los testigos (Hch. 1:8). Debido a la capacidad interior que tiene para cambiar y transformar vidas (1 Co. 1:24), Pablo afirma que es “poder de Dios para salvar” (Ro. 1:16). Siguió con una segunda expresión: “según la operación” (gr. energeía) verificada en “nosotros los que creemos”. Dios trabaja poderosamente en nuestro interior (Fil. 2:13; Col. 1:29) produciendo cambios en obras de amor (Gá. 5:6). [p 82] No satisfecho con toda la potencia acumulada, Pablo adjuntó dos términos más: “La operación del poder” (gr. kratos) que mejor traducido sería “fortaleza” (Col. 1:11), y el “poder de su fuerza” (gr. ischys) que tiene la acepción de “vigor” (Ef. 6:10; 1 P. 4:11). ¿Por qué agotó todos los recursos del idioma para encerrar la grandeza del poder de Dios? Porque estaba pensando en el significado de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu le mostró que es el acontecimiento donde Dios empleó todo su poder y recurso. Así como la muerte de Cristo expresó el amor de Dios (Ro. 5:8), la resurrección comprobó su poder. Ese mismo poder opera ahora en nuestro interior (Ef. 3:20). Aunque en alguna oportunidad Pablo indicó que la resurrección era un acto de Cristo mismo (1 Ts. 4:14), por lo general atribuyó el milagro a Dios Padre como señal de su aprobación de la obra realizada (Ro. 4:24; 6:9; Col 2:12). En Efesios dice que Dios “operó” en Cristo, es decir dentro de Cristo, el prodigio de la resurrección. Esta salida de entre los muertos fue mucho más que lo que ocurrió con Lázaro u otras personas, porque involucraba la demolición del reino de las tinieblas, el cumplimiento de las Escrituras y de los propósitos ya vistos en los versículos anteriores. De la magnífica resurrección con todo el despliegue de vigor, Pablo pasa a decir: “sentándole a su diestra en los lugares celestiales”, salteando todos los hechos históricos que mediaron entre la resurrección y la ascensión. Cuando leemos que “le sentó a su diestra” sabemos que Pablo conocía, así como nosotros, que Dios no poseía cuerpo físico, y que era un modo de expresar su poder y de rendir los máximos honores al Salvador triunfante. Estar “sentado” significaba—en un sentido—haber terminado una labor (He. 1:3; 8:1) y estar preparado para realizar otra en virtud de la supremacía conquistada por la resurrección. 7

De esta raíz provienen varios sustantivos y adjetivos como: dínamo, dinamita, dinámico, etc.

LOS TEMAS DE LA ORACION DE PABLO 1:17–20 a.

Completar sus necesidades espirituales

b.

Penetrar en los objetivos del propósito

i) La esperanza ii) Las riquezas iii) La grandeza c.

Comprender la magnitud del poder

C.

[p 83] [p 84] LA AUTORIDAD DE LA CABEZA (1:21–23) 21

sobre todo principado y autoridad y poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. a.

La derrota de las jerarquías espirituales. Aquí el significado espiritual de la resurrección se destaca más que el hecho histórico en sí (véase Ro. 6:4–11) porque Pablo deseaba exaltar el triunfo del Señor Jesucristo antes de hablar sobre la unidad de la iglesia (4:3–4). La expresión “sobre todo principado” nos muestra parte del problema que vivía la iglesia y al cual Pablo quería referirse. Algunos creyentes habían comenzado a creer que el Señor Jesús no era tal como lo habían presentado. Según la influencia de la doctrina que estaba tomando forma, en el mejor de los casos Jesús sólo era uno de los “principados” en el proceso de redención.

Así las cosas, algunos deseaban añadir al evangelio otros ingredientes que pudieran satisfacer tanto la superioridad filosófica de los griegos como la tradición de los hebreos. Había personas dentro de la iglesia que anhelaban rescatar aspectos de las religiones (para usar la fase de Pablo, los “nombres que se nombran”) a fin de unirlos a lo más aceptable de la filosofía corriente. Tal tentativa modificaba la posición preeminente de Cristo pues unía su nombre con el de otros “poderes o señoríos” amados por el pueblo. A esta alianza religiosa para formar una nueva creencia se la conoce como sincretismo. Es importante recordarlo porque el diablo tiene el anhelo permanente de desprestigiar a Cristo y [p 85] desconocer el rudo golpe que Jesús le asestó en la cruz cuando destruyó su imperio (Col. 2:5). La cuestión era cómo combinar tantas creencias dispares. La doctrina que comenzó en el primer siglo y en el siglo II fue ampliamente conocida como gnosticismo, tenía como base dos teorías contrapuestas. En primer lugar, sostenía la bondad del espíritu y la corrupción de la materia. En segundo lugar, aseguraba que la materia era eterna, sin principio ni creación. Son contrapuestas porque la ubicación de Dios en el cuadro resulta muy extraña. Según esta creencia Dios es un ser bueno, y por lo tanto no podía ser culpable de producir materia mala. ¿Cómo fue posible, preguntaban entonces, que apareciera la corrupción? Para zanjar la dificultad idearon lo que luego denominaron emanaciones (gr. eones) de Dios, espíritus que se parecían a o tenían parte de Dios. Estas emanaciones entraron en un proceso descendente hasta convertirse en los seres espirituales enemigos que Pablo describe en 6:12. Lejos de ser una solución, esta especulación crea más confusión pues conlleva muchos otros problemas, algunos de carácter místico, que favorecen a los inventores de la creencia pero no a los practicantes. En contra de esta fantasía de jerarquías espirituales o intermediarios que el diablo deseaba mezclar con el Señor Jesús, Pablo empleó su artillería proclamando al Señor Jesús “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero.”1 b.

El significado de la ascensión de Cristo. La frase: “sometió todas las cosas debajo de sus pies” (22) es una exaltación suprema de las repercusiones de la ascensión. Siglos antes que Jesús naciera el salmista afirmó: “todo lo pusiste debajo de sus pies” (8:6) y esto era sabido en la iglesia del siglo I.2 Con seguridad Pablo interpretó el triunfo y exaltación de Cristo como el cumplimiento de los propósitos divinos que Adán no pudo lograr. El hombre había sido hecho “menor que los ángeles”, pero no había, sido coronado de gloria y de honra. Cristo se identificó con la raza caída (He. 2:14), cumplió con los propósitos de Dios y ahora está coronado de gloria y honra (1 Co. 15:24).

c.

[p 86] La bendición sobre la iglesia Debido a la contradicción existente tocante a Cristo, era preciso que los efesios supieran que Dios había sometido “todas las cosas debajo de sus pies” (1 Co. 15:25). Tanto aquí como en He. 2:6–9 las palabras que en un principio fueron aplicadas a Adán (Sal. 8:6), están dirigidas al Señor, cabeza de la nueva creación. 1 2

Ver Fil 1:10; Col. 2:9–11; 1 Ti. 2:5. Comp. Fil. 3:21; He. 2:6–9; 1 P. 3:22.

“Sus pies”, en este caso, ilustran el poder para derrotar las fuerzas del mal. De la manera en que los conquistadores “pisaban” el territorio que invadían y lo declaraban sometido a sus fuerzas, así también Cristo es el vencedor del enemigo. Como consecuencia de esa victoria, Dios lo dio “sobre todas las cosas a la iglesia”. Esto significa que la iglesia recibió algo superior: los otros pueblos tenían un soberano, mientras que la iglesia recibió la misma Fuente de la vida. La iglesia, entonces, puede erigirse en vencedora de las mismas fuerzas que Cristo venció. Siendo El la cabeza, la iglesia es el cuerpo. Esta metáfora3 de Pablo significa que así como el cuerpo físico es uno con la cabeza (y donde está el uno está el otro), Cristo es uno con la iglesia. La unidad que produce en el cuerpo la vida de la cabeza, es la unidad que ella posee en sí misma (en los órganos que la componen).4 Aunque sea difícil de comprender, Cristo está presente en el cielo (cabeza), en todo el organismo (cuerpo) y en cada parte que compone ese cuerpo (miembros). ¿No debo, entonces, ver a Cristo cuando miro a mi hermano, o no debe él ver a Cristo cuando me mira a mí? Sí, mil veces sí. ¿Es, por lo tanto, incorrecto decir que por estar Cristo en el cielo, nosotros estamos en el cielo (comp. 2:6), y que por estar nosotros en la tierra. Cristo está en la tierra (comp. Mt. 28:20)? El secreto nos introduce al término plêroma (plenitud)5 que deberemos observar aunque más no sea superficialmente. Algunos creen que Pablo lo usó para combatir a los [p 87] enseñadores falsos, que como ya dijimos insistían que sólo Dios poseía la plenitud, y que de ella emanaban los diversos tipos de principados. Pero al observar las distintas maneras en que Pablo habló de ella (3:19; 4:13; Col. 1:19; 2:9), llegamos a la conclusión de que los falsos enseñadores se apropiaron de un término para expresar sus ideas y confundir a los cristianos. LA AUTORIDAD DE LA CABEZA 1:21–23 a.

La derrota de las jerarquías espirituales

b.

El significado de la ascención de Cristo

c.

La bendición sobre la iglesia NOTA ADICIONAL PLENITUD (PLÊROMA) EN EL NUEVO TESTAMENTO 1. Física: a) las cestas llenas de pan (Mr. 6:43; 8:20) b) todo lo que la tierra tiene (1 Co. 10:26) 2. Dispensacional o administrativa:

3

Metáfora es la forma de hablar que indica la semejanza entre dos cosas distintas entre sí. La una aparece en lugar de la otra. Ej. “vosotros sois la luz del mundo” (Mt. 5:14). 4 Para una mayor explicación sobre este principio, cotejar el comentario sobre 1 Corintios 12:12–13. 5 Pléroma es un término griego que significa lo que llena, cumple o completa algo. Pléroma era la totalidad de los recursos y poderes divinos que residían en Cristo (Jn. 1:16; Ef. 3:19), recursos que él suministra a su cuerpo. Cristo, como único mediador entre Dios y los hombres, encarna la plenitud de Dios, y desea que estemos llenos de esa plenitud (ver comentario sobre 3:19b).

La conclusión de ciertos épocas o la terminación de plazos prefijados por Dios (Gá. 4:4; Ef. 1:10) (comp. Ro. 11:12, 25). 3. Moral: a) terminación (Ro. 13:10) b) llenura (Ro. 15:29) 4. Espiritual: a) La iglesia, por tener el Espíritu Santo, participa de la misma experiencia celestial de la Cabeza (comp. 1 Co. 12:12). b) La Cabeza y el cuerpo forman una persona. En este sentido, el cuerpo es la plenitud de la cabeza. [p 88] CRISTO SENTADO A LA DIESTRA DE DIOS * Es el Señor de todos * * JUEZ UNIVERSAL

CABEZA DE LA IGLESIA

SATANAS DERROTADO (He. 2:14)

PLENITUD (1:23)

PRINCIPADOS EN LA VERGÜENZA (Col. 2:15)

VITALIDAD (2:1)

OBRAS DESECHAS (1 Jn. 3:8)

COHERENCIA (2:18)

IMPIOS CONDENADOS (2 Ts. 1:9; 2 P. 2:9 Ap. 20:15)

CONSUMACION (2:22)

[p 89]

5. El poder de Dios en la comunicación de la vida 2:1–10

Los primeros versículos del capítulo explican por qué Pablo se sentía tan agradecido por el plan de Dios. Tanto gentiles como judíos merecían morir sin ser tenidos en cuenta en el propósito de la vida eterna. Al iniciar el relato, Pablo quiso que los efesios comprendieran que Dios les veía como integrantes de un gran cementerio. Ocurrió con Pablo como un día con Ezequiel frente a un inmenso campo de huesos secos (cap. 37): ¿Podrá haber vida para un cementerio? Antes de responder, volvamos a 1:19 para ver el enorme poder de Dios aplicado a Cristo, libertándole de los dolores de la muerte (Hch. 2:24) y sacudiendo con su omnipotencia la armadura de las tinieblas. Las fuerzas de la oscuridad que quisieron abrazar con furia al Hijo de Dios son las que nos hundieron en la más horrorosa desventura, y desde donde Dios nos rescata. A.

POSEER LA VIDA ES CAMBIAR DE SEÑOR (2:1–3) 1

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 2

[p 90] En estos tres primeros versículos Pablo utilizó cinco frases claves para describir el poder de Satanás: a.

El estado: muertos en delitos y pecados Según la Biblia muerto está quien teniendo un cuerpo vivo posee un alma muerta. El tal está insensible, sin percepción alguna, inmóvil en cuanto a la fe. El muerto tiene su mente en tinieblas (Ef. 4:19) y actúa como un sonámbulo (comp. Ef. 5:14; 1 Ts. 5:6). El horror de la condición es de una magnitud tal que no hay quien entienda, ni quien busque a Dios (Ro. 3:11). Esta muerte es “en delitos y pecados”, como si fueran un ataúd inmenso, una fosa insaciable que atrapa y retiene para siempre. Fue el mejor modo que encontró Pablo para describir la manera en que nos encontrábamos sujetos al reino de las tinieblas. Las palabras “delitos y pecados”, que en otras

oportunidades aparecen separadas, aquí están juntas para describir el clímax del estado de muerte. “Delito” en castellano es sinónimo de culpa o ilegalidad, y es la traducción del griego paráptôma que se usa en el Nuevo Testamento más de veinte veces y se traduce con cinco palabras fundamentales: pecados, transgresiones, faltas, ofensas o delitos. El significado principal es “un desvío de las normas establecidas” tal como aparece en Ro. 5:15–20. Paráptôma es un acto ilegal (Mt. 6:14, 15) pasible de muerte (Ro. 4:25). “Pecado”, por otro lado, proviene del término griego hamartía, que significa originalmente “errar al blanco”. Aunque nos parezca que no alcanza a traducir en toda su magnitud el sentido bíblico, bien sabemos que el pecado trastoca de tal forma la voluntad de Dios que jamás damos en el blanco, y ni siquiera nos aproximamos a él (Ro. 5:12). El pecado actúa en nuestro ser interior (Ro. 7:11, 14) ideando, promoviendo y defendiendo el mal. Así se producen los “pecados” que nos sepultan en la muerte espiritual (1 Ts. 2:16). b.

La conducta: anduvisteis en otro tiempo Parecería que ahora Pablo quería explicar con más detalles el significado de “muertos en delitos y pecados”. La primera característica del muerto espiritual es su estilo de vida. El verbo “andar” se refiere a la manera de ser, de resolver los temas de la vida y las intenciones.1 [p 91] “Andar de acuerdo a la corriente” es vivir aprobando el mal y sujetando el modo de pensar a prácticas y objetivos contrarios a la voluntad de Dios (Ro. 12:2), a fin de obtener algo pasajero y temporal (1 Co. 1:20; 6:16; Col. 2:8–10). Este texto realmente quiere decir: “andar en obediencia al ciclo (gr. aiôn) de este mundo”, donde aiôn no significa tanto longitud de tiempo como la calidad de lo que ocurre en ese período. Decir, entonces, que los muertos andan de acuerdo con la “corriente” de este mundo, es mostrar que el reino de las tinieblas transmite órdenes en todas las direcciones, esclavizando a las almas sin que éstas tengan la más remota posibilidad de liberación. Podríamos comparar al mundo con un gran campo de concentración donde es imposible traspasar los límites físicos ni modificar los espirituales. O también podría compararse a un gran desfile donde una persona guía y la masa de soldados lo sigue sin poder modificar ni sus actos ni su rumbo.

c.

El gobierno: conforme al príncipe de la potestad del aire O vivimos de acuerdo con la voluntad de Dios, o de acuerdo con la voluntad del diablo. Los que viven “siguiendo la corriente de este mundo”, lo hacen “de acuerdo al príncipe de la potestad del aire”. Príncipe (gr. archôn) significa gobernante o magistrado, y es utilizado muy ampliamente en el Nuevo Testamento.2 Al hablar del diablo como “príncipe de este mundo”3 el Señor Jesús se limitó a mostrar que estaba derrotado antes de comenzar la gran batalla

1 En Ro. 6:4 leemos que el proceso de la identificación con Cristo es “andar en vida nueva”; aquí el estar identificados con el mundo es estar “muertos”. 2 Leemos de los “principales sacerdotes” miembros del Sanedrín (Lc. 14:1; 23:13) de las sinagogas (Mt. 9:18), así como de los “jueces y magistrados” (Hch. 16:19; Ro. 13:3). También dice que el Señor Jesús es el “Príncipe de los reyes de la tierra” (Ap. 1:5). 3 Jn. 12:31; 14:30; 16:11.

(He. 2:14–15). En cambio Pablo dice aquí que es el “príncipe de la potestad del aire”, la principal autoridad en el reino de las tinieblas.4 Su poder sobrehumano es tan grande que sólo el Señor Jesucristo pudo vencerlo. El diablo preside sus ejércitos de demonios y trabaja en los hijos de desobediencia tratando de ensanchar su imperio, sometiendo y tiranizando a sus súbditos hasta que todos perezcan en la destrucción eterna. [p 92] Este “espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” en los evangelios aparece como “espíritu inmundo”,5 y posteriormente como “espíritus malos”6 o “espíritus engañadores”.7 Son todos administradores de maldad que, a las órdenes del diablo, fomentan el pecado e intensifican la rebelión contra Dios. El verbo “operar” (gr. energeô) significa “obrar en el interior,”8 En consecuencia, la obra interior (Gá. 5:6; 2 Co. 1:6) se incentiva por la experiencia espiritual que nos transforma de gloria en gloria para honra del Señor (Fil. 2:13). En represalia a la auténtica operación del Espíritu Santo, el enemigo monta su imitación tratando de interferir en los cristianos (Ro. 7:5; 2 Co. 11:3, 14–15), y manejando a sus súbditos para satisfacer sus planes aberrantes. El pasaje, que en su totalidad es difícil y necesitaría un estudio más cuidadoso a la luz del ambiente de su día y de las tendencias filosóficas que ya se insinuaban, nos muestra que toda persona no regenerada forma parte de los “hijos de desobediencia” y no puede transitar por el camino del bien por estar separada de Dios. Es humanamente imposible salir de este imperio sin la redención de Cristo. En su testimonio a las autoridades (Hch. 26:15–18), Pablo usa el verbo librar cuando se refiere a salir de la potestad de Satanás.9 d.

Las acciones: los deseos de la carne Por la construcción de los vv. 1 y 2 parecería que Pablo se refería sólo a los gentiles, pero el “todos nosotros” del v. 3 incluyó también a los que no lo eran. De modo que por una causa (Ro. 1:21–32) u otra (Ro. 2:17–28), en abierta oposición a la voluntad de Dios, todos vivieron la desobediencia propuesta por el reino de las tinieblas. [p 93] Cabe resaltar que los deseos de por sí no siempre son malos, porque el mismo vocablo que aquí se emplea para mostrar inclinaciones malas, en otras partes se utiliza para enseñar lo contrario.10 Lo malo son los deseos de la carne, que están en abierta contraposición a Dios (Ro. 6:12) (comp. Gá. 5:16, 17, 24). Pero tal como leemos en el texto, antes que los deseos está la voluntad, que en este pasaje como en muchos otros significa querer con determinación firme. Es por voluntad

4

Al estudiar Col. 1:13 “nos ha librado de la potestad (autoridad) de las tinieblas”, y Ef. 6:12 donde a los “gobernadores de las tinieblas” se los denomina Kosmokrátores—expresión muy conocida en la literatura griega y de quienes el diablo es el jefe—, observamos que estamos en presencia de un imperio de proporciones enormes. 5 Ver Mr. 1:23, 26; 3:11; 5:2, etc. 6 Hch. 19:12. 7 1 Ti. 4:1. 8 Este verbo se usa también al hablar de la labor emprendida por Dios (1 Co. 12:6), el Espíritu Santo (1 Co. 12:11) o las Escrituras (1 Ts. 2:13) en los creyentes después de ser limpiados con la sangre de Cristo. 9 El término librándote es sinónimo de arrebatándote o rescatándote. En Gá. 1:4 dice que Jesucristo se dio “para librarnos del presente siglo malo.” Aparece también en Hechos (12:11; 23:27) en circunstancias donde siempre está presente la violencia y el peligro. La redención fue un hecho violento de enfrentamientos hirientes, y como consecuencia pudimos pasar de un reino a otro y ver deshechas las obras del diablo (Col. 2:15). 10 El Señor deseó comer la pascua y Pablo también sentía un vivo anhelo de estar con Cristo (Fil. 1:23) (comp. 1 P. 1:12; 1 Ti. 3:1; 1 Ts. 2:17).

que pecamos, porque nuestras determinaciones naturales no son hacia el bien sino hacia el mal (1 Ti. 5:11). Aun la voluntad tiene su fuerza rectora en los pensamientos. Estos constituyen más que una simple imaginación porque de la idea se pasa al plan, y de allí a la determinación. (En el caso de Ef. 2:3 así como en 4:18, las refiexiones son malas porque están dentro del reino de maldad.) e.

La condición: hijos de ira lo mismo que los demás Pablo, que era judío, se incluyó en la situación trágica de los pecadores al agregar: “éramos por naturaleza hijos de ira”. Al hablar de “hijos de ira”, Pablo se refiere a los nacidos bajo la ira de Dios por el pecado, de la misma manera que “nacidos bajo la ley” quiere decir sujetos a la ley (Gá. 3:10–22). En el pasaje paralelo de Col. 3:6 vemos que la razón para la ira es la desobediencia. Dios se disgusta por el empecinamiento humano en seguir enfretándole (comp. Mt. 18:34; Ro. 5:12–21).

POSEER LA VIDA ES CAMBIAR DE SEÑOR 2:1–3 a.

El estado: muertos en delitos y pecados

b.

La conducta: anduvisteis en otro tiempo

c.

El gobierno: conforme al diablo

d.

Las acciones: los deseos de la carne

e.

La condición: hijos de ira

B.

[p 94] [p 95] EXPERIMENTAR LA VIDA ES CONOCER SU CARACTER (2:4–6) 4

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.

Para retomar el tema central, Pablo tuvo que volver sus ojos hacia Dios.1 Nosotros, como seres extraviados, no podemos hacer ni ofrecer nada para entrar en el propósito divino. Sólo podemos mirar su mano extendida y aceptar su misericordia. De modo que tanto para los efesios como para nosotros, el “pero Dios” añadió otra dimensión a lo que él es, mostrándonos que para concretar el plan le fue necesario usar otro de sus atributos: la misericordia (comp. Lc. 1:58; 1:78; 1 Ti. 1:2). a.

La intervención de Dios: Pero Dios, que es rico en misericordia Dios no sólo es misericordioso sino que es rico en misericordia. Este modo de abundar en compasión para los perdidos (Tit. 3:5) está de acuerdo con las “riquezas de su gracia” (1:7; 2:7), o de “su gloria” (1:18; 3:16), las que se concretan en Cristo Jesús (3:8). [p 96] Tal como vimos en 1:5, el amor de Dios se mostró como un brazo extendido para rescatarnos. Ese brazo es misericordia, que nos alcanza dondequiera que estamos. LA MISERICORDIA DE DIOS (2 Co. 1:3) 1. Es grande

Nm. 14:18, 19; Sal. 86:15; 1 P. 1:3

2. Es permanente

Sal. 100:5

3. Es buena

Sal. 109:21

4. Es agradable

Mi. 7:18

5. Es salvadora

Tit. 3:5

6. Es acogedora

1 Ti. 1:13

La intervención de Dios produjo un giro radical en nuestras circunstancias, cambiando las tinieblas en luz. De él partió el anhelo de salvar a los pecadores. Nuestra restauración y la liberación del estado de muerte fue por iniciativa suya.2 b.

El modo de cambiar las cosas: por su gran amor con que nos amó Leemos en Ro. 5:8 que Dios “muestra” su amor. El verbo mostrar (synistêmi) significa “ubicar juntamente” o “encomendar” (Ro. 3:5; 16:1), cosa que nosotros haríamos con amigos o personas de confianza pero nunca con enemigos. Alabamos a Dios porque comprendemos el milagro de ubicarse juntamente con enemigos. Esto es lo sobresaliente de la encarnación, que Dios se haya manifestado en carne para identificarse con nosotros, “muertos en delitos y pecados”. La revelación que Pablo recibió del amor de Dios fue muy vasta. En la frase: “el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” de Gá. 2:20, está incluido el sentimiento y el acto que lo acompañó (comp. Ef. 5:2, 25). Fue por su “gran amor con que nos amó” que ingresamos en el propósito de la elección (1 Ts. 1:4; 2 Ts. 2:13). Es por esta causa que leemos mucho acerca de los compromisos del amor, el primero de los cuales es que debemos ser incondicionalmente dirigidos por él. No existen dos amos, tampoco dos amores o dos compromisos. Nacimos 1 2

Ya había hecho esto en 1:3, 4, 17. El juicio sobre el pecado fue el marco adecuado para mostrar su misericordia y amor (He. 4:16).

[p 97] por el amor de Dios (Ef. 3:17) que está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Ro. 5:5). c.

El soplo de Dios: nos dio vida juntamente con Cristo Dios mostró su inmensa compasión penetrando en nuestro desastre, no para animar a los hombres a mejorar ni para estimular a los “muertos”, sino para producir cambios sustanciales, para dar vida (Tit. 3:5). En 1 P. 1:3 leemos que nos hizo nacer a una nueva manera de vivir. Para comprender mejor el tema releamos 1:19–20 y recordemos cuál es el poderío que Dios usó contra la muerte. Comprobaremos que es el mismo que utilizó para darnos la vida. El Señor Jesús había dicho: “porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Jn. 14:19). Aunque las condiciones fueron distintas, el enemigo era el mismo, y Dios nos vivificó utilizando el poder que levantó a Cristo. De modo que la expresión “juntamente con Cristo” significa, ante todo, que estamos libres de la pena del pecado, así como él también lo está (He. 9:28). Hay aquí dos modos de ver la vida: (i) como una participación (Col. 2:12) (comp. 2 Co. 4:10; Fil. 3:11) donde observamos el carácter santo y glorioso de la nueva vida (Col. 3:1–3); (ii) como una habitación “en los lugares celestiales”, una vida con características que pertenecen al cielo. Por otra parte, estar “sentados en los lugares celestiales” significa que para Dios el plan está concluido (posicionalmente), y que podemos compartir las bendiciones como garantía de que se operará también la resurrección física y la transformación que esperamos. Es evidente que Efesios es un libro de adelantos y garantías, algo de lo cual ya mencionamos. Además, el amor con el cual comenzó la descripción del propósito de Dios sigue presidiendo las distintas partes en que se desarrolla el plan.3

EXPERIMENTAR LA VIDA ES CONOCER SU CARACTER 2:4–6 a.

La intervención de Dios: Pero Dios … rico en misericordia

b.

El modo de cambiar las cosas: por su gran amor

c.

El soplo de Dios: nos dio vida con Cristo [p 98] “JUNTAMENTE” con Cristo (en Efesios) 1. Vida juntamente con Cristo

2:5

2. Resucitados juntamente con Cristo

2:6

3. Sentados juntamente con Cristo

2:6

4. Coordinados juntamente con Cristo

2:21

3

La vida de Dios: Cristo es la fuente (Ef. 2:1); Dios es quien is imparte (Ef. 2:4–5; 1 Jn. 4:9); el Espíritu Santo es quien la implanta (2 Co. 3:3); nosotros la desarrollamos por el amor (Ro. 14:7–9).

5: Edificados juntamente con Cristo

2:22

6. Unidos juntamente con Cristo

4:15, 16

C.

[p 99] COMPARTIR LA VIDA ES CONFIRMAR SU DESIGNIO (2:7) 7

para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Vemos tres temas principales: a.

Para mostrar en los siglos venideros La palabra “mostrar” (gr. endeiknymi) significa “poner en exhibición”, y se utiliza unas diez veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, leemos que Faraón fue puesto para mostrar el poder de Dios (Ro. 9:17), y que Pablo fue “recibido a misericordia” para que Jesucristo mostrase toda su clemencia (1 Ti. 1:16). También los cristianos en general deben mostrar toda “mansedumbre para con todos los hombres” (Tit. 3:2), y los ministros “mostrar toda integridad” (Tit. 2:7). Estos pocos ejemplos ilustran que mostrar significa explicar o demostrar algo que de otra manera sería difícil de comprender. “Los siglos venideros” podrían tener el sentido de “los años futuros”, que van desde los días apostólicos hasta que vuelva el Señor (1 Ti. 1:15–16). Sin embargo, parecería más lógico pensar que se refieren al orden futuro de las cosas, cuando Dios manifieste su reino en esplendor eterno. Entonces se podrán exhibir con absoluta claridad las inagotables riquezas de su gracia, porque la gloria de los santos que ahora no se ve será refulgente para todos.

b.

[p 100] las abundantes riquezas de su gracia El rol de la gracia es sorprendente. En primer lugar, Dios la aplicó a los gentiles que no estábamos comprendidos en las promesas, y también a los judíos que se creían “merecedores” de los favores suyos. En segundo lugar, la gracia no es únicamente para salvar, sino además para mostrar que Cristo creó un solo pueblo. Las “abundantes” (gr. hyperballôn)1 significa literalmente “las que van más allá de cualquier límite imaginable”, como es la excelencia del poder en 2 Co. 4:7, o la situación de dolor (“abrumados sobremanera”—2 Co. 1:8). En todos los escritos de Pablo, la gracia es mayor que todo intento del pecado o del mal (2 Co. 4:17; Ro. 5:20).

c.

en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús Estas palabras finales del versículo 7 son una ampliación de la manera en que Dios mostró su gracia. Bondad (gr. chrestoês) es más propiamente “disposición desinteresada para servir a otros”. El mundo no conocía ni conoce este modo de servir porque no nacemos con la disposición de ponernos en el lugar del necesitado. Para comprender el significado de la “bondad de Dios”, necesitamos entender mejor de qué se trata. Es una bondad con un origen distinto al que estamos acostumbrados. Romanos 2:4 habla de la “riqueza de su benignidad” y destaca la paciencia de Dios en su trato con los pecadores. 1

Ver 1:19; 2:7; 3:19.

La culminación de la bondad tuvo lugar cuando Cristo irrumpió en la escena de muerte entre los “hijos de desobediencia” para dar vida (2 Ti. 1:10). De un modo incomprensible para nosotros, desplegó su gracia a fin de que pudiéramos experimentar una bondad totalmente ignorada hasta entonces (1 P. 2:3). Poseedores ya de la vida, Dios engendra en nosotros ese sentimiento de servicio que es parte normal del fruto del Espíritu: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gá. 5:22–23).2 COMPARTIR LA VIDA ES CONFIRMAR SU DESIGNIO 2:7 a.

Para mostrar en los siglos venideros

b.

Las abundantes riquezas de su gracia

c.

En su bondad para con nosotros en Cristo Jesús [p 101] EL PROPOSITO DE DIOS

D.

[p 102] CREER EN LA VIDA ES PARTICIPAR DEL DON DE DIOS (2:8–9) 8

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe.

2

Comp. 2 Co. 6:6; Col. 3:12; Fil. 1:11; Col. 1:8–10; 2 P. 1:5, 8.

La grandeza de la bondad de Dios se demostró en la salvación de los pecadores (v. 5) donde el único requisito es la fe. a.

El origen de la salvación: por gracia sois salvos El término salvación (gr. sôtêría) tiene una aplicación muy amplia en el Nuevo Testamento. Puede referirse tanto a liberación nacional (Lc. 1:69, 71) como a beneficio personal. Puede significar tanto ganar como vencer. Con frecuencia aparece en relación con la salud o sanidad, pero el énfasis principal está en lo espiritual y en la recomposición de los seres humanos que acepten el sacrificio del Señor Jesús.1 [p 103] Pablo describió la salvación como la expresión suprema de la misericordia de Dios por medio del Señor Jesús (Hch. 15:11). Ser salvo, es ante todo, tener paz con Dios (Ro. 5:1) y esperanza para la eternidad.2 Aunque ya nos hemos referido a la gracia (gr. charis)—porque todo Efesios 1 es una explicación de sus logros (ver nota adicional sobre la gracia)—, debemos recalcar que la “justificación por la fe” junto con la “salvación por gracia” forman la columna vertebral de la enseñanza apostólica.3

b.

El vehículo para obtener la salvación: por medio de la fe Anunciar la gracia y la salvación “por medio de la fe” era proveer una palabra de esperanza para los “muertos en pecados”. Era mostrar de qué manera Dios había preparado el camino para que entraran al reino de Dios. Pablo nunca se cansó de señalar el lugar que tenía la fe para el cumplimiento de los propósitos de Dios4 ni de afirmar que no se trata simplemente de una adhesión exterior. Para Pablo tener fe en Cristo era sinónimo de estar unido a él. Por la fe cada creyente se convertía en poseedor y practicante de la vida del Señor Jesús.5 Pablo estaba convencido de que la fe en Cristo era sinónimo de entrega incondicional a su autoridad triunfante (Col. 2:11–12). De esa manera proclamamos nuestra muerte, para que él viva en nuestro interior (Ef. 3:17). [p 104] En parte, nuestra incomprensión del tema radica en el significado que en nuestro idioma tiene la frase “tener fe”. Nuestro diccionario castellano da como sinónimo “promesa, expectativa en algo, esperanza de algo que se verificará”, etc. En cambio el término griego pistis es mucho más sólido pues significa “la firme persuasión o convicción basada en algo oído”, y en el Nuevo Testamento se utiliza en relación a la confianza puesta en el mensaje de Dios (Ro. 3:25; 1 Ts. 3:2; Fil. 1:27). La fe, en el sentido del Nuevo Testamento, es confianza en la obra transformadora del evangelio de Cristo (comp. 1 Ts. 2:11–12), a quien tenemos que rendirnos sin con-

1 Los cuatro evangelistas describieron al evangelio como el mensaje salvador para todo el mundo, pero ninguno lo explica como Lucas. El presentó a Cristo como el Salvador (2:11), que es la “luz para revelación a los gentiles” (2:32) y desde allí hasta el último capítulo, el único medio para ser salvo y vivificado (24:46–47). 2 La salvación completa: 3

En Efesios vemos que por la gracia de Dios somos … … aceptados (1:6) … perdonados (1:7) … salvados (2:5, 8) … enriquecidos (2:7) … dotados (3:7) … bienaventurados (4:29) … prosperados (6:24) 4 Hch. 20:21; Ro. 1:5; 3:3–31; 4:5, 9, 11, etc. 5 Ro. 14:23; 1 Co. 2:5; 15:17; Gá. 2:16, 20

dicionamientos (Ro. 10:8). Por esta causa creer en el sentir de Pablo no era solamente “dejar entrar a Cristo”, sino además entregarle el mando completo de la vida.6 El apóstol vinculó la fe con la obra expiatoria de Cristo de una manera tal que llegó a ser el eslabón irreemplazable en doctrinas tales como propiciación (Ro. 3:25), justificación (5:1) y acceso a Dios (Ef. 3:12). La fe es el único canal para recibir el favor de Dios y hacer nuestro el sacrificio del Señor Jesús (Ro. 10; Gá. 5:6). c.

La fuente de la salvación: es un don de Dios El don de Dios afecta no sólo la fe sino también todo lo que está en juego, especialmente la salvación. La palabra don (gr. dôron) hace referencia a un regalo que puede tener el significado de un honor (Mt 2:11) o de ofrenda para Dios (Mt. 5:24). En este caso Pablo está pensando en el gesto supremo de Dios al regalar algo que aunque era similar a lo que los sacerdotes hacían (He. 8:3, 4; 9:9), fue de un valor inmensamente mayor. El don de Dios es principalmente Cristo mismo (Jn. 4:10), y luego todo lo que va con él (Ro. 5:15). Pablo agregó: “no por obras, para que nadie se gloríe”, que parecería ser una reacción contra la polémica, judaizante que ya se había despertado y de la cual leemos en Gálalas y Romanos (cap. 3–5). Es evidente entonces, que mientras la gracia, esté en pleno ejercicio, las obras no la pueden reemplazar ni pueden anular el vínculo establecido por la fe.7

[p 105] CREER EN LA VIDA ES PARTICIPAR DEL DON DE DIOS 2:8–9 a.

El origen de la salvación: por gracia

b.

El vehículo para obtener la salvación: por la fe

c.

La fuente de la salvación: don de Dios

E.

[p 106] PRACTICAR LA VIDA ES EXPONER EL PROPOSITO (2:10) 10

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Las obras no tienen valor para la salvación del alma (Ro. 5; 11:6) porque además de hacer ineficaz la redención efectuada por Cristo, engendran un espíritu de competencia y autosuficiencia. Sin embargo, Pablo se encargó de demostrar que Jesucristo no sólo era el Salvador sino también el Señor, pues los cristianos debían vivir “para” buenas obras. a.

La formación del nuevo hombre: porque somos hechura suya El comienzo del versículo es muy singular y forma parte integral de lo que vimos en el cap. 1, especialmente en los vv. 4 y 5, porque tanto la elección como la predestinación fueron preparadas para formar el pueblo de Dios.

6

La fe del cristiano … * Está centrada en Cristo —Hch. 20:21 * Está potenciada por el Espíritu —1 Co. 12:9 * Está canalizada por la Palabra —Ro. 10:17 * Está probada por las obras —1 Ts. 1:3 * Es manifestada por la obediencia —Ro. 6:17; Fil. 2:2 7 El argumento está planteado en Ro. 11:6 (comp. 3:27; 4:4–5; 2 Ti. 1:9; Tit. 3:5).

La palabra “hechura suya” (gr. poiêma) llama la atención a causa de nuestro término español poema, que tiene en su contenido la idea de armonía, hermosura o equilibrio. Pablo lo empleó también en Ro. 1:20 para referirse a la creación del universo. En ambos casos Dios hizo una tarea armoniosa para testimonio a los demás. En 2 Co. 5:17 leemos de la nueva criatura que lleva su imagen y muestra su poder, así como el vaso demuestra la habilidad del alfarero. [p 107] “Hechura suya” significa, por un lado, hechos por su poder, y por otro, hechos para su gloria en calidad de adorno en la familia (Tit. 2:10).1 b.

Los objetivos propuestos por Dios: para buenas obras El Espíritu actúa en nosotros transformándonos y preparándonos para reflejar al Hacedor (2 Co. 9:8). Quien comenzó en nosotros el gran ministerio de transformación y cambio, lo completará en el día de Cristo (Fil. 1:6). En la medida en que se produzcan los cambios, se confirma el testimonio “en toda buena palabra y obra” (2 Ts. 2:17). Aunque las obras no fueron preparadas para salvarnos de nuestros pecados ni “agregar” nada a la redención, cada una de ellas respalda lo que profesamos con los labios. Nuestra vida es como arcilla fresca con la que el alfarero está formando un vaso útil para el servicio.

c.

Las evidencias de la sujeción: las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas Aunque las obras son hechos humanos y pasan casi inadvertidas en la experiencia cotidiana, Dios muestra por ellas cómo el plan, estudiado en Efesios 1 alcanza a nuestro prójimo. La preparación de “antemano” significa que Dios, quien separó a su pueblo, también lo preparó para vivir los preceptos del nuevo reino al cual eran introducidos (2:2).2 En el reino de la muerte los hombres hacen las obras de muerte que son las que determina “el príncipe de la potestad del aire”. Muchas obras son buenas y otras, malas. Aun las buenas se convierten en malas cuando el objetivo principal no es agradar a Dios. El Señor sabe que a los hombres les agrada hacer sus propias “buenas obras”. Estas no son más que mecanismos preparados por corazones lejos de la verdad, que demuestran la ausencia de Dios y hasta quisieran probar que no es necesario que él esté presente (comp. Sal. 119:4–6). Por otra parte, las obras practicadas como resultado de la nueva vida son el complemento indispensable para cumplir con la [p 108] voluntad de Dios y reflejar la imagen divina a nuestro alrededor (Gá. 6:10).3

PRACTICAR LA VIDA ES EXPONER EL PROPOSITO 2:10 a.

La formación del nuevo hombre: hechura suya

b.

Los objetivos propuestos por Dios: para buenas obras

c.

Las evidencias de la sujeción: Dios preparó para que anduvieramos en ellas

1

Cuando Dios escogió a Israel, lo hizo para declarar su gloria entre las gentes (1 Cr. 16:24) (comp. 1 Cr. 29:11) pero debido a la inconducta ellos fueron un oprobio. 2 Ver Dt. 5:32; Sal. 81:13. 3 Aunque la “familia de la fe” debe ser la primera en recibir los beneficios (2 Jn. 9), Dios desea que todos los hombres, sin excepción, disfruten de los resultados y beneficios del reino en el cual vivimos (1 P. 2:10).

[p 109]

6. La identidad del cuerpo de Cristo 2:11–22

La unión de los dos pueblos que estudiaremos a continuación, es otro de los milagros que hallamos en los propósitos de Dios. En el cuadro que sigue observamos lo que ocurrió: LA IGLESIA EN RELACION CON CRISTO (En Efesios) 1. Elegida y predestinada

en Cristo—1:4–5

2. Formada como cuerpo

de Cristo—1:23

3. Compuesta de judíos y gentiles

por Cristo—2:11–12

A la descripción de la gracia que vimos en los primeros versículos de este capítulo, Pablo agrega ahora la desolación de un pasado fuera de los planes de Dios. Decir “gentiles” (gr. ethnê) significaba distanciamiento y ceguera. “La circuncisión” (los judíos) denominaba a los gentiles “incircuncisión” (mezclados sin señal de separación, v. 11) porque los consideraban paganos y entregados a la idolatría más degradante. [p 110] Aunque los hebreos llevaban la señal de la separación1, esta sólo era una marea externa “hecha, en la carne” ya que en su corazón eran igual que los demás.2 De modo que la deshonestidad de los judíos era tan grande que su posición era peor que la de los gentiles. Exteriormente estaban separados pero en el interior estaban tan alejados como los gentiles. A.

CIUDADANOS DEL CIELO (2:11–18) 11

Por tando, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión, por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. 12En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Posiblemente en ningún otro pasaje de la Escritura encontremos una descripción San completa de lo que significa estax separados de Cristo. Una tras otra, el apóstol apiló las descalificaciones hasta mostrarnos qué clase de habitante espiritual es un gentil: En primer lugar: Sin Cristo. Esto no sólo significa separados de él como todos los hombres lo están (Col. 1:21), sino que además incluye el no tener parte en el plan mesiánico del futuro (comp. Ro. 9:4–5). Estar sin Cristo es estar absolutamente separados de cualquier expectativa de bendición. 1 2

Gn. 17:10–14; Ex. 12:44. Comp. Dt. 30:6; Ro. 2:26; 3:30; 4:9, 10.

[p 111] En segundo lugar: Alejados de la ciudadanía de Israel. Israel vivía la situación particular de ser una nación separada para Dios, y que representaba el reino de Dios en la tierra. La “ciudadanía de Israel” significaba poseer los privilegios de un ciudadano, que en el caso especial de Pablo tenía mucha importancia porque su ciudadanía romana le otorgaba mucha seguridad. Los gentiles sin ciudadanía espiritual no sólo carecían de los privilegios que correspondían a una persona, sino que tampoco podían ser considerados pueblo. En tercer lugar: Ajenos a los pactos de la promesa, ajenos a todos los pactos que Dios había hecho con Abraham y su descendencia,3 y que posteriormente había confirmado a otros patriarcas.4 De acuerdo con Ro. 9:4 “los pactos” representan las distintas maneras en que Dios se relacionó con Israel. En cuarto lugar: Sin esperanza puede significar tres cosas. (a) Mirando al mundo alrededor de Pablo, donde una potencia extranjera ejercía dominio y la gente se hallaba amenazada por el hambre y los constantes levantamientos en procura de la libertad, “sin esperanza” significa sin posibilidades de ningún tipo de bienestar. (b) Mirando a las promesas y los pactos que protegían el futuro de Israel, “sin esperanza”quería decir que los gentiles no tenían una provisión anticipada y en consecuencia carecían de bendición futura.5 (c) Mirando la revelación, estaban “sin esperanza” en lo que respecta a la eternidad. En quinto lugar: Sin Dios. Con seguridad esta, descripción explicaba la condición de los gentiles del primer siglo, cuando el Señor Jesús vino y el evangelio comenzó a predicarse por todo el Imperio Romano.6 En sexto lugar: Vosotros que estabais lejos. Estar lejos además de distancia física (Hch. 2:39) se refería principalmente al alejamiento espiritual (Hch. 15:14; 22:21; 26:18). a.

La presencia de Cristo (13) Con la frase “pero ahora en Cristo Jesús”, Pablo retoma el tema de la gracia. Los hombres estaban—y están—acostumbrados a las formas externas, como vimos en el versículo anterior, pero Dios acudió a los cambios.7 [p 112] Estar “ajenos a los pactos” era estar filialmente muertos. No había ceremonia ni ritual que pudiera revertir ese estado. Sólo en Cristo se cumplió la promesa sobrenatural (Gá. 4:3, 4), no simplemente por su aparición sino además por su obra en la cruz (2:1). La “sangre de Cristo” mencionada por segunda vez (comp. 1:7) fue el precio para quitar el pecado y efectuar la reconciliación.8 Pablo mencionó un ministerio muy amplio de la sangre de Cristo, pero siempre como ofrenda derramada ante los ojos de Dios. El derramamiento de la sangre de Cristo y la consecuente expiación del pecado dio por concluida la separación con Dios y unió a los judíos y gentiles en un cuerpo como un pueblo (Col. 1:19–22).

b.

Las funciones que desarrolló Cristo (14–15a)

3

Comp. Gn. 12:2–4; 13:14–15; 15:1–3; 17:1–3; 22:15–17. Comp. Nm. 18:19; Sal. 89:3–4; Jer. 31:31. 5 Hablamos de los gentiles en general, y no de las personas en forma individual. 6 Comp. 1 Co. 8:4; 10:19–20. 7 La circuncisión como señal de obediencia no pudo cambiar los corazones. 8 La idea básica en la reconciliación es hacer la paz, eliminando las causas de la enemistad y sus consecuencias, porque ante todo Dios es un Dios de paz (Ro. 16:20; Fil. 4:9; 1 Ts. 5:23). 4

Aunque corremos el riesgo de ser reiterativos, nunca diremos lo suficiente acerca de la obra pacificadora del Señor Jesús. Siendo él mismo la paz (Is. 9:6), su sola presencia produjo una situación estable entre nosotros y Dios. Cualquier pacificador comenzaría por lo exterior. El, sin embargo, inició la obra en lo interior. Humanamente sigue siendo extraño el proceder, pero la destrucción de las barreras (Gá. 3:28) fue el paso crucial hacia la unidad pues los problemas externos siempre tienen su origen en el ser interior. En un sentido “la pared intermedia de separación” (v. 14) se refería al muro del templo que separaba el patio de los gentiles de las partes interiores del templo y que apartaba a los judíos—que se consideraban escogidos.9 Sin embargo, en otro sentido era un símbolo de todas las divisiones que a los hombres les agrada hacer para clasificar a sus semejantes de acuerdo a su raza o a so sexo. El v. 15 dice que la pacificación se hizo “aboliendo … las enemistades …” El pasaje quiere decir que “en su cuerpo, Cristo puso fin a la ley …” Con todo, es difícil entender la finalización del estado de guerra. El verbo abolir (katargeô), que literalmente significa desactivar, volver inoperante, quitar eficacia, en 2 Ti. 1:10 se traduce como “quitó la muerte …” o la volvió inoperante—es decir que sigue [p 113] estando presente pero no puede cumplir sus fines. Cristo anuló el complicado sistema de observancias legales que públicamente distinguía a un judío de un gentil. El Señor Jesús cumplió la ley (Ro. 3:31) y abolió “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas”. Las ordenanzas eran los decretos que expresaban una ley impuesta y que debía ser aceptada no por su valor o contenido sino porque era una orden. Mientras que la ley decía “haz esto”o “no hagas aquello” y los mandamientos y ordenanzas agregaban más disposiciones y preceptos, el evangelio regula la vida cristiana en una santa operación de gracia por el mandamiento del amor. La enemistad, entonces, tiene un doble sentido: (i) separación y hostilidad de judíos contra gentiles; (ii) ambos separados de Dios a causa del pecado. El mandamiento santo quebrantado por ambos sectores concluyó en la muerte (comp. Col. 1:21; He. 10:19). c.

Las evidencias de la unión (15b–18) La supresión de los reglamentos fue un acto de tal trascendencia que dio origen a la unión imposible. Bien habló Pablo de abolir o anular porque era la única manera de poner en fuga a los adversarios de Dios, dejando para siempre al descubierto la vergüenza de querer dominar los propósitos divinos. (i) La nueva creación: para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre (15b). “Crear” (gr. ktisis) significa fundar, establecer, hacer, generalmente en el sentido de hacer algo de la nada (Ro. 1:20). Esto se explica con la utilización del término “nuevo” (gr. kainos), que significa “nuevo en calidad” para diferenciarlo de neos que significa “nuevo en tiempo”. Kainos quiere decir algo totalmente distinto, original, fresco. “Nuevo hombre” es, entonces, la creación de un organismo vivo partiendo de dos ingredientes apartados, separados, muertos.

9

Los judíos eran muy respetuosos de estos muros. Hasta el mismo Pablo pasó dificultades cuando corrió el rumor de que, acompañado por un gentil, había ingresado a los lugares reservados para judíos (Hch. 21:28–30).

Es así que con judíos y gentiles Cristo hizo una comunidad viva unida a él.10 Para que este organismo vivo crezca en vitalidad, cada componente tiene que ser una “nueva creación” (2 Co. 5:17) y renunciar a las “cosas viejas”. De lo contrario, estaremos ante un organismo nuevo con hábitos viejos. De modo que el “nuevo hombre” no es tal sólo por ser diferente del anterior, sino porque ha entrado a gozar de la nueva experiencia de ser uno en Cristo Jesús. (ii) La nueva experiencia: reconciliar con Dios a ambos (16). La primera fase de la reconciliación fue juntar en una [p 114] comunidad al pueblo gentil y al pueblo judío. La segunda—por medio del mismo sacrificio—es unirlos a Dios, quintando de en medio la causa de la separación y del profundo distanciamiento (ver Nota Adicional RECONCILIACION). Tres son los verbos que más sobresalen en el Nuevo Testamento para distinguir el cambio de trato entre partes enemistadas. De estos tres, aquí se utiliza el más contundente porque se trata también de la situación más grave. El texto parecería indicar: “para lograr que los dos pueblos enemigos sean una sola congregación, en paz con Dios, fue necesario que él mismo (Cristo) se hiciese cargo de las enemistades existentes, entregándose a la muerte”. Luego de esta declaración no hay lugar alguno para las diferencias entre los que componen el “nuevo hombre” pues Jesucristo “mató” esas diferencias en la cruz. (iii) La nueva actitud: y vino y anunció las buenas nuevas de paz (17). Parecería que el apóstol llevaba en su corazón la bendición pronunciada por Isaías (52:7; 57:19) como consecuencia de las noticias liberadoras que él tenía de parte de Dios. Para Pablo la conquista tenía gran valor en razón de las armas que Cristo había utilizado, y porque el portador de las noticias era el mismo Libertador. El realizó la obra y volvió para dar a conocer los resultados de la conquista (Col. 2:15). Cuando resucitó, anunció a los suyos que estaría con ellos “todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20), cumpliendo por medio del Espíritu la proclamación del mensaje que él mismo personificaba (Hch. 8:5; 9:20; 1 Co. 1:23; Fil. 1:15). El es nuestra paz y el anunciador de un nuevo trato con Dios (2:14). La obra consumada y aprobada fue el tema que necesitaban oír “los que estaban lejos”—los gentiles, entre los que se encontraban los efesios—(11, 12) para abandonar la idolatría de sus dioses (Hch. 19:34). También debían oírla, “los que estaban cerca”— Israel, que conocía al Dios de los padres que les había dado las promesas y las bendiciones—(Ro. 9:4–5). Ambos recibieron el mismo mensaje de reconciliación con un nuevo contenido: la paz de Dios11 en el interior, que no consistía en apaciguar la ira o en una cesación momentánea del castigo, sino en la desaparición de la enemistad con Dios. Esta acción divina que Pablo denomina “haciendo la paz” (15), tuvo como primer efecto la comunión con Dios (Ro. 5:1; Fil. 4:7). [p 115] La iniciativa para alcanzarla

10

En esta comunidad él es el “todo y en todos” (Col. 3:12) (comp. Ef. 4:24; Col. 3:10). Ya Pablo les había explicado a los gálatas que “en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva creación”.

11

La paz con Dios … … por medio de una persona (Ef. 2:14), … a través de una obra (Col. 1:20), … conocida por el mensaje (Ef. 2:17), … como una experiencia interior (Ro. 5:1).

partió de Dios, quien por esta razón se constituyó en el “Dios de paz” (Ro. 16:20; Fil. 4:9; 1 Ts. 5:23). Cada creyente en Cristo disfruta de paz interior, la fuerza que le permite vivir en armonía con Dios y con los demás, y lo que guarda el corazón durante etapas difíciles (Fil. 4:7). ¡Gracias a Dios por su provisión! (iv) El nuevo vínculo: por medio de él, los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre … (18). La paz tuvo como consecuencia la formación de un nuevo vínculo ya anunciado en 1:5, el de Padre-hijos. La riqueza de esta relación es enorme. En primer lugar, las bendiciones de la familia están centradas en la Trinidad (ver diagrama en pág. 117). A partir de este versículo, Pablo desarrolla el tema cuidadosamente para que sus lectores comprendan la unión indisoluble entre Dios y su “familia”. No es la primera vez que Pablo menciona el tema, sólo que ahora comienza a desarrollarlo. En el cap. 1 notamos que el Padre planea (3–5), el Hijo ejecuta (6–12) y el Espíritu aplica lo anterior en el corazón de los creyentes (13–14). Ahora vemos la unión desde otro ángulo: lo que ocurre con la comunidad de los santos. Ellos tienen acceso ilimitado a la presencia del Padre por medio del Espíritu Santo (4:4). En segundo lugar, la “entrada” está relacionada con la adoración pues la entrada al Padre incluye la posibilidad de estar en su presencia y adorarle. Este es el privilegio de los hijos, algo que no tenía antecedentes bajo la ley. Aun los sacerdotes lo hacían bajo un régimen legal muy severo que condicionaba la conducta dentro del tabernáculo a determinadas ceremonias. Los judíos conocían todo el sistema de celebraciones para las fiestas, pero Pablo aquí se refiere a otra cosa. Habla del privilegio de los hijos para entrar a la casa del Padre. La iglesia es la suma de muchos hijos (He. 2:10; 5:9) y en consecuencia, una gran familia de santos (Ef. 3:15). La adoración espiritual nacida de este principio de inmediato nos da fuerzas para producir importantes cambios en las actitudes. Como todos estamos bajo una misma Autoridad, todos compartimos una misma comunión. Por lo tanto, si de alguna manera deterioramos la comunión, también estamos cambiando de autoridad. La “familia” que entra por un mismo Espíritu al Padre, vive en un mismo Espíritu con los hermanos. De modo que la comunión no es simplemente tener “cosas en común”, sino disfrutar en común la autoridad del Padre “en Cristo” (1 Co. 1:9). Con seguridad esta enseñanza sacudió a los efesios que habían virado en sus creencias, haciendo sus propias interpretaciones del tema. En nuestro tiempo, la ecuación autoridadcomunión también tiene dificultades: Como en aquel día, hoy existen [p 116] filosofías, tradiciones o costumbres culturales, sociales o religiosas que tratan de oscurecer la interpretación de este pasaje bíblico. Además, “entrada” (gr. prosagôgê) significa literalmente “conducido de la mano”. Se aplicaba al ingreso de súbditos al rey por medio de alguien que los llevara a la presencia real (comp. He. 10:19–22). Si advertimos que quien nos conduce al Padre es el Espíritu por medio de la fe (Ef. 3:12), nos daremos cuenta de las muchas veces que creemos haber entrado pero en razón del pecado no confesado en el corazón el Espíritu no pudo actuar y la adoración sólo quedó en palabras o sentimientos. En tercer lugar, en el Antiguo Testamento había algunas escenas aterradoras (He. 12:21) y otras suntuosas (1 R. 8) que favorecían la adoración. Ahora lo único que nos

impulsa & entrar y adorar a Dios es su amor que ha quebrantado los corazones, y la admiración12 de su persona (comp. 1 P. 3:18; 1 Co. 8:6). CIUDADANOS DEL CIELO 2:11–18 a.

La presencia de Cristo (13)

b.

Las funciones que desarrolló Cristo (14–15a)

c.

Las evidencias de la unión (15b–18)

i) La nueva creación (15b) ii) La nueva experiencia (16) iii) La nueva, actitud (17) iv) El nuevo vínculo (18)

12

Los cristianos admiramos a nuestro Padre por: a. La grandeza de su amor (Ef. 2:4); b. El alcance de la salvación (He. 2:3); c. El gran Sumo Sacerdote que tenemos (He. 4:14); d. La fortaleza que nos brinda (Hch. 4:33); e. El cuidado del gran pastor (He. 13:20); f. El valor de sus grandísimas promesas (2 P. 1:4); g. El esplendor de la gloria (Ap. 21:10).

[p 117] [p 118] NOTA ADICIONAL: RECONCILIACION La reconciliación es la obra divina por medio de la cual las personas pueden encontrarse consigo mismas, con los semejantes y con Dios. 1. Conceptos generales Estaba establecido en el Antiguo Testamento que la reconciliación debía comenzar con Dios, y que no era posible sin desarraigar las causas de la enemistad (comp. Lv. 5:2–5). Israel, además, había comprendido que Dios estaba justificadamente enojado y que ellos conocían las razones (comp. Ex. 32:10–12; Nm. 11:31–33). De ahí que aunque el término enemistad aparezca pocas veces en el Antiguo Testamento, el tema está presente a lo largo de todos los libros, ya sea en forma de distanciamiento o disgusto. En consecuencia, al estudiar el proceso de acercamiento, debemos considerar también la paciencia y condescendencia de Dios (Ex. 19:4) (comp. Is. 54:8, 10). 2. El precio de la reconciliación Como el mundo está en desorden, la reconciliación es imprescindible. Esta se llevó a cabo por la ofrenda del Señor Jesús, capaz de “quitar”, “remitir” o “perdonar” los pecados (Mt. 20:28; 26:28) y borrar las consecuencias delante de Dios (1 Jn. 1:7–9; Ap. 5:6). Para lograr estos resultados fue necesaria la destrucción de la culpa en la misma víctima, que es lo que la frase “aboliendo en su carne las enemistades” realmente quiere decir. Este es el sentido de quemar las víctimas tal cual leemos en el Antiguo Testamento (Lv. 6:10; 9:24; 2 Cr. 7:1) Esto explica aún más la diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel. En el primer caso, no hubo símbolo de destrucción, pero sí en el segundo. Con la desaparición del sacrificio porque se quemaba, simbólicamente se quemaba también la causa de la separación. La cruz del Calvario fue un sacrificio en olor suave para Dios, y una expiación por nuestros pecados. El derramamiento de la sangre para el perdón de pecados mostró el carácter violento de esa muerte (Ro. 3:24–25). También arrojó luz sobre

por qué las víctimas en el altar sufrieron la muerte desgarrante y pública. 3. El sentido de la reconciliación En cuatro pasajes del Nuevo Testamento Pablo se ocupó específicamente del tema. Cada uno tiene su característica, y su lección singular. [p 119] A. En Ro. 5:10–11 aparece el deseo de Dios de dar a Cristo para que fuéramos reconciliados. La pacificación aquí fue el resultado de un obsequio. Nosotros éramos enemigos y Dios nos ha regalado la nueva relación con él (Comp. Mt. 13:23; He. 4:16). B. En 2 Co. 5:14–15 leemos que “… uno murió por todos”. El énfasis de la muerte de Cristo por todos nos ayuda a comprender la universalidad de la reconciliación. El cambio en las relaciones de Dios con los hombres no se limitó a una raza o a una nación. El pasaje destaca que él había decidido no “tomar en cuenta a los hombres sus pecados”. La frase hace referencia a que Dios no imputó esos pecados, es decir que no los puso en nuestra cuenta (lo cual aclara el sentido del apartado A). Cristo cargó con la causa de la enemistad y jurídicamente la humanidad quedó libre de la pena del pecado. Sólo quienes aceptan la reconciliación pueden recibir sus beneficios (v. 20). La reconciliación fue resultado de que Dios haya inculpado a Cristo el pecado de la humanidad (v. 21) (Ro. 6:8). C. En Ef. 2:11–16 hallamos la enemistad entre los hombres, y entre estos y Dios. Todos somos “hijos de ira” (Ef. 2:3) a causa de nuestra desobediencia (Ef. 5:6; Col. 3:6). La humanidad es enemiga entre sí y enemiga de Dios (Fil. 3:18; Col. 1:21). Por naturaleza somos hostiles a él y opuestos a sus propósitos. Nada pudo solucionar la situación hasta que Cristo abolió en su cuerpo las enemistades. La reconciliación vino como resultado de satisfacer las exigencias de Dios (v. 17). D. En Col. 1:19–22 sobresale la hostilidad como ingrediente de oposición a la santidad de Dios. Dios vio y trató con la enemistad como una afrenta a su santidad, y el objetivo de la obra de la cruz fue presentarnos “santos y sin mancha, e irrepren-

sibles delante de él” (v. 22). La reconciliación es una vindicación de su santidad. 4. Conclusión Estar reconciliados con Dios es haber reconocido su autoridad sobre nosotros, cuyo primer efecto es la buena relación con él. Notamos que simultáneamente tienen lugar la sanidad de nuestro ser interior y la armonía con los que le obedecen. La reconciliación, por lo tanto, es: Un regalo de Dios (Ro. 5:11) La liberación de la culpa (2 Co. 5:18–20) Producto de la desaparición de la enemistad (Ef. 2:11–16) Para señalar el camino hacia la santidad (Col. 1:20–22) B.

[p 120] MIEMBROS DE LA FAMILIA DE DIOS (2:19) 19

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. La iglesia en Efeso era una comunidad mixta compuesta por judíos y gentiles. A pesar de todo lo que sabían acerca de la iglesia, aún prevalecían las tendencias étnicas anteriores. Los judíos creían que a su “superioridad religiosa” debía sumarse su formación divina como nación desde los días de los patriarcas. El gran propósito de Dios al abolir las enemistades a un precio tan elevado, era constituir una identidad que fuera capaz de mostrar al mundo la unidad trinitaria de Dios (Jn. 17:2–23; 1 Jn. 1:1–3), no las diferencias raciales. Por esta causa, vale la pena observar que lo que en 2:14 es un pueblo, en 2:15 es un solo y nuevo hombre, en 2:16 es un solo cuerpo, en 2:18 es una hermandad y en 2:19 es una conciudadanía y una sola familia. a.

La posición anterior: extranjeros y advenedizos (19a). Extranjeros (gr. xenoi) son quienes pertenecen a otra nación, en contraposición a los que son ciudadanos (Hch. 17:21; He. 11:13; 3 Jn. 5) (comp. Ef. 2:12). Por otra parte, advenedizo (gr. paroikoi) es esencialmente un emigrante, alguien que puede vivir en la ciudad pero sin derecho a la ciudadanía—hecho que agravaba la situación de un extranjero (Hch. 7:6, 29). Un advenedizo no sólo estaba fuera de su tierra sino que además era un extraño en la casa, en oposición a ser miembro de la familia. [p 121] Por la gracia de Dios y la obra de la cruz … 1. El extranjero (xenoi)-se convierte en ciudadano zo (paroikoi)-se transforma en miembro de la familia de Dios.

Esa situación ya había sido explicada en 2:12. Sin embargo, al volver sobre el tema, Pablo agrega que a las bendiciones de la reconciliación se añadió la formación de la familia con una morada permanente. b.

La santa ciudadanía: conciudadanos de los santos (19b). En un sentido, ser conciudadano y miembro de la familia de Dios es la culminación de todo lo que el apóstol ha venido enseñando a lo largo del capítulo. “Conciudadano” se refiere a los gentiles1 que han ingresado a formar un pueblo junto con los judíos; “miembro”, a que ambos están unidos con Dios en una familia (13). Ser conciudadanos es haber aprendido a buscar el bien común, tanto en el valor de los vínculos (2 Co. 4:5; Col. 2:19; Flm. 13), como en el beneficio de la ética (Ro. 13:8; 14:13, 19; Gá. 5:13–6:2). Dichos vínculos y ética cristiana hacen que la ciudadanía de los santos sea una vida feliz digna de ser compartida y administrada a los demás. Además los miembros de la ciudad de Dios deben preocuparse por la santidad en la ciudad divina, sabiendo que el enemigo no es otro ciudadano sino quien ha entrado para destruir (Jn. 10:10). De modo que tanto el cuerpo como el pensamiento y las acciones tienen que ser santos y exhibir las características de tal separación para Dios (Ro. 12:1; 1 Ti. 2:8; 1 Ts. 3:13).

c.

La familia celestial: miembros de la familia de Dios (19c). Al escribir sobre la “familia”, Pablo tenía presente el valor del patriarcado hebreo al cual él había estado tan vinculado.2 Aunque [p 122] las condiciones habían cambiado desde los días de Abraham, las características vitales del patriarcado seguían en pie.3 Pablo anhelaba comunicar una lección sobre la familia, que muchos de los efesios ignoraban o no tenían bien en claro por haber nacido en el paganismo. El término “familia” (gr. patría) no era simplemente un sinónimo de familia como la entendemos hoy, sino más bien sinónimo de una unidad social con un patrimonio común en cuanto a vida espiritual y experiencia. El paterfamilia era el señor y amo de esa unidad formada por la esposa, hijos, esclavos y otros siervos o dependientes. La convivencia tenía lugar bajo órdenes precisas de armonía. Fue este tipo de célula operativa que utilizó el evangelio para establecer la iglesia (comp. Hch. 2:46; 10:7, 24; 16:15, 31– 34). La iglesia como “famila de Dios” combina por lo menos tres factores: (i) Dios es nuestro “Paterfamilia”: Padre perfecto, Señor absoluto, Amo indiscutido (Gn. 14:19–22; Sal. 136:3). Protege a los miembros del hogar, los une bajo su señorío y los santifica (He. 10:10–14; 1 Ts. 5:23). La discordia en la familia es un directo enfrentamiento a las normas establecidas por el Paterfamilia porque indica obediencia a otros principios ajenos a los de la casa (comp. He. 12:7). 1 2 3

En este caso particular a los efesios, pero por extensión a todos los creyentes en Cristo. Ver sus declaraciones en Fil. 3:4–6.

La familia, que en los días lejanos se había desplazado de un lugar a otro como nómade (Gn. 13:12; 26:4–6; 35:5), representaba ante los pueblos paganos el modo divino de darse a conocer. El patriarca era el encargado de estimular, enseñar y practicar la adoración a Dios. El hijo primogénito, que acompañaba de cerca la marcha de la casa, era el encargado de representarla ante la comunidad. Todos los integrantes de la familia sabían que gozaban de privilegios especiales por ser parte de las promesas de Dios (Gn. 12:1–3; 15:4–7; 17:4–9; 22:17–19; 28:11–22). Todos los varones estaban circuncidados para llevar en sí mismos las marcas de la familia del pacto. Dios los había convertido en testigos suyos ante los pueblos. Los nombres que ponían a sus hijos y los lugares donde mantenían contactos con Dios, demostraban que habían entendido su función en la comunidad (comp. Gn. 16:11, 14; 21:31; 22:14; 33:20; etc).

(ii) Los creyentes en Cristo poseemos los derechos a la herencia de Dios (Ro. 8:15– 17) que nos corresponde por haber recibido la posición de primogénitos (He. 12:23). Ya nos referimos a esto al comentar 1:11, pero faltaría puntualizar que ser miembro de la familia significa estar entrañablemente unido a él por Cristo (1 Co. 6:15; 12:27), y por lo tanto unidos unos con otros (Ef. 4:25). (iii) El servicio encargado a los miembros de la familia tiene un carácter singular. Como primera medida, debe ser [p 123] “unos a otros” (1 Co. 12:25; Gá. 6:2; Ef. 5:21; etc) a fin de entender plenamente y desarrollar con sabiduría la ley del amor (Ro. 13:8–10). El Paterfamilia ha establecido que lo primero que deben distinguir los de afuera es la conducta singular de la familia de Dios (Hch. 4:13; 6:15; Fil. 4:9; Ro. 12:17–18). La paz que disfrutan los miembros es la “paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento” (Fil. 4:7) y reúne a la familia en adoración y sujeción a su Padre celestial. Una de las consecuencias es el poder para vivir “con los de afuera” (Ro. 14:18–20), con la gracia de poseer algo que ellos no tienen (1 Co. 4:1). Los miembros de la familia de Dios son observados con admiración (Ej. 1 Co. 4:9), y ninguno está exento de la mirada escrutadora de su prójimo (2 Co. 3:2). La insistencia en la vida interior del hogar está relacionada con la atención a nuestro prójimo. Continuamente hallamos exhortaciones a ser ejemplo en todo (Tit. 2:7–8). MIEMBROS DE LA FAMILIA DE DIOS 2:19 a.

La posición anterior: extranjeros y advenedizos (19a)

b.

La santa ciudadanía: ciudadanos de los cielos (19b)

c.

La familia celestial: miembros de la familia de Dios (19c) CARACTERISTICAS DE LA FAMILIA DE DIOS 1. El énfasis en la unidad a pesar de la diversidad de caracteres. La unidad es una muestra de lealtad al Paterfamilia (He. 3:6). 2. La satisfacción de vivir la diversidad en la unidad. Tal combinación enriquece el pensamiento y la visión (Ro. 12:3). 3. El empeño por conocer la voluntad del Padre en medio de la comunidad hostil donde debemos actuar. Crecer en amor hacia el Padre es también crecer en amor al prójimo (Mt. 22:37–40 y comp. Ro. 1:14; 1 P. 2:18).

C.

[p 124] EL TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO (2:20–22) 20

edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. Repentinamente Pablo cambia la idea de lo político a lo físico, conservando el concepto de familia. Muestra entonces la forma práctica de la unión ya señalada en los úl-

timos versículos, y describe a la iglesia como un edificio donde los conciudadanos y la familia trabajan ante la vista de todos.1 a.

La edificación: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (20) El apóstol comienza a describir la inmensa construcción pensando en la calidad del fundamento.2 Lo denominó “el fundamento [p 125] de los apóstoles y profetas” porque ellos habían recibido la autoridad y la revelación para anunciar el evangelio. Ninguno de ellos habló de sí como la roca (gr. petra)3 porque sabían que ése no era su lugar, pero sí se sintieron “peritos arquitectos” (1 Co. 3:10) para poner fundamento sólido sobre el cual durante siglos muchos otros edificarían el “edificio” más monumental de la historia. Dichos apóstoles y profetas se esforzaron por hacer conocer a Jesucristo en todo lugar, sabiendo que era el mensaje de Dios para la formación de la nueva familia. Es en este contexto que el Señor Jesucristo, siendo la base del mensaje (13–14), fue también la “principal piedra del ángulo”.4 La “piedra del ángulo” que era cortada y preparada de antemano, tenía la doble función de (1) unir dos caras del edificio, proveyendo solidez a los muros que formaban el ángulo—así como Cristo lo hizo con judíos y gentiles—y (2) verificar si lo construido estaba de acuerdo a las normas. Si la piedra no coincidía, la construcción era deficiente. Además, los que ignoraban la existencia de esa pieza vital y giraban en ángulo en torno al edificio, tropezaban groseramente contra ella, tal como había ocurrido con los fariseos y el Señor Jesús. Nosotros, en cambio, hemos aprendido que él es el todo para la iglesia: el fundamento (Mt. 16:18), la piedra angular y la unidad para crecer. Quitar o ignorar algunos de estos componentes es deshonrar a Dios. Es triste el espectáculo de una comunidad estancada y sin el gozo de la presencia del Señor, algo que no ocurrirá si el Señor Jesús ocupa el lugar que le corresponde.

b.

La coordinación: en quien todo el edificio bien coordinado va creciendo … (21) Esta es la primera mención de la preparación de la iglesia para convertirse en la morada de Dios. Todos los obreros trabajando juntos en la armonía del Espíritu pueden ser los artífices de la construcción de “todo el edificio”. Por la forma de construcción y la coordina-

1

Consideremos lo siguiente a. La conciudadanía b. La membresía c. El edificio 2

en cuanto a la iglesia: —el reino de Dios —la familia de Dios —la morada de Dios

—gobierno divino —comunión divina —presencia divina

El fundamento del edificio … a. Singular en carácter —“principal, elegida, preciosa” (1 P. 2:6). b. Ubicado por Dios —“… pongo en Sion …” (1 P. 2:6). c. Vivo para sustentar —“piedra viva …” (1 P. 2:4). d. Unica para cohesionar —“cabeza del ángulo” (Hch. 4:11). 3 Mt. 16:18–19. 4 Esta metáfora surgió posiblemente de la combinación del Sal. 118:22 donde menciona la piedra como cabeza del ángulo, e Is. 28:16 “piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable.” Al leer las diferentes referencias a estos pasajes, descubrimos componentes de ambos aplicados al Señor Jesucristo (Mt. 21:42; Mr. 12:10; Lc. 20:17; 4:11; 1 P. 2:6, 7).

ción de la obra que va emergiendo se verá si las especificaciones del Arquitecto fueron tenidas en cuenta. [p 126] La expresión “bien coordinado” tiene enorme significación. No por casualidad Pablo utilizó el término synarmologeô, una palabra formada por la unión de otras tres, que significa “unir juntamente con decisión”. Cristo coordina la edificación, y en 4:16 el cuerpo. Es decir que la armonía íntima del cuerpo es garantía de que el edificio está siendo edificado de acuerdo a la ley del amor y la comunión. Tratar de lograr comunión por métodos externos es ignorar la participación del Espíritu. Creer que la habitación para Dios puede edificarse con la ayuda de otros dioses (celos, enojos, contiendas, etc.) es desconocer que la morada es santa. Vamos creciendo para ser un templo santo.5 La grandeza del templo de Salomón estaba en el tamaño de las piedras. En cambio, la gloria del templo de Dios se observa en la coordinación de los que lo componen para vivir de la manera requerida por el Huésped celestial (comp. Sal. 68:16; Col. 3:11). c.

La habitación: en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en Espíritu (22) La finalidad del templo es la misma que en los días de Salomón, Zorobabel o Heredes: ser “morada de Dios”.6 Así como en el tiempo antiguo el Señor descendía en la nube de gloria (Ex. 40:34–36), ahora lo hace por medio del Espíritu Santo. Lo característico de la morada actual es que no está localizada en un lugar, sino que es en la familia de Dios en todo el mundo y de todos los tiempos. Además, el verbo katoikeó significa hacer habitación, asentarse en un lugar, tener residencia. Es la palabra que se utiliza para la habitación de Dios en Cristo.7 Aplicado a la iglesia, significa que Dios [p 127] quiso residir en la comunidad de los santos como lo hizo en Cristo Jesús.8 En el templo de Artemis se conservaba la fría imagen de Diana de los efesios; en el templo de Dios, limpio por la sangre de Cristo y santificado por el Espíritu, la presencia del Huésped permanente compromete a los miembros de la familia a una conducta santa. La gloria de Dios, contemplada con temor y espanto por Israel e ignorada o sustituida por los hombres, había encontrado su expresión dinámica en la nueva ciudadanía.9

EL TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO (2:20–22)

5

El crecimiento del templo: a. El secreto —atesorando la palabra —1 P. 2:2 b. El modo —siguiendo la verdad —Ef. 4:15 c. La expresión —andando en amor —2 Ts. 1:3 d. La. confirma—abundando en la fe —2 P. 3:18 ción 6 El edificio es la morada exclusiva de Dios. El Señor Jesús había enseñado a orar así: “Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre …” (Mt. 6:9), es decir “a ti Padre, es al único a quien obedecemos”. Posteriormente, Pedro, quizás recordando esta doctrina, les dijo a los expatriados: “… santificad a Dios, el Señor en vuestros corazones …” (1 P. 3:15). En la morada de Dios no hay lugar para la cohabitación con otro dios. 7 Col. 1:19; 2:9. 8 En 3:17 encontramos una expresión similar: “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones …” 9 El propósito de Dios no podría malograrse por la irresponsabilidad de “alguna piedra”, pero el Huésped se contristaba (Ef. 4:30) o apagaba (1 Ts. 5:19). Son vehementes las palabras de Santiago en cuanto a ser amigos del mundo, y por consiguiente enemigos de Dios (Stg. 4:4b, 5).

a.

La edificación (20)

b.

La coordinación (21)

c.

La habitación (22) DIOS EN FAVOR DE SU PUEBLO (en Efesios 2) 1. La misericordia de Dios

para salvar

(4–6)

2. Las obras de Dios

para testificar

(10)

3. La ciudadanía de Dios

para acercar

(11–13)

4. La comunión de Dios

para adorar

(17–18)

5. La familia de Dios

para compartir

(19)

6. El edificio de Dios

para armonizar

(20)

7. La morada de Dios

para glorificar

(22)

[p 128] [p 129]

7. La nueva comunidad: el misterio revelado 3:1–6

1

Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; 2si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; 3que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, 4leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, 5misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. Habiendo anunciado el contenido del propósito y la manera en que Dios lo llevó a cabo, Pablo dedicó un espacio importante a la función que le correspondía a él. Debemos destacar la manera en que este ministro quería transmitir el llamado que había recibido y el modo en que él se sentía involucrado. Los antecedentes (cap. 1 y 2) sobre la manera en que Dios había incluido a los gentiles en la formación de la familia, constituyeron el marco para su presentación como conocedor del plan e intermediario para transmitirlo a otros. A.

LA INTRODUCCION: Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús (1–2).

Pablo estaba preso por una razón específica que aquí denominó: “esta causa”.1 [p 130] “Esta causa” no era el enfrentamiento con la tradición hebrea (Hch. 23:1– 2), ni siquiera el ánimo de alborotar a los fabricantes de templecillos en Efeso. Se trataba de exponer al mundo romano de su día el secreto más grande de la historia. “Esta causa” era para él (como ahora lo es para nosotros) el objetivo de su vida y aun la razón para su cautiverio (comp. 1:15). Si no hubiese sido por la seguridad que tenía de estar cumpliendo la voluntad de Dios, la cárcel hubiera sido una aberración y no un motivo de gozo. Para Félix, la prisión de Pablo era un juego político (Hch. 24:27); para Herodes, un tema de conversación con su adversario (Hch. 26:32). Para el apóstol mismo, en cambio, fue el medio para convertirse en “prisionero de Cristo Jesús” (Ef. 4:1; 6:20) (comp. Hch. 2:33; 26:29; Fil. 1:7). Desde entonces hasta hoy muchos siervos de Dios y ministros del evangelio han sufrido los riesgos de la incomprensión, la persecución, la cárcel y la muerte. Padecieron por “esta causa”, íntimamente persuadidos de que Dios los había convocado para proclamar el mensaje que contiene la única esperanza para el mundo condenado. Como Pablo esos siervos de Dios también se sentían honrados de ser esclavos de Dios y “prisioneros de Cristo Jesús”. Son los modelos que de por sí condenan al mundo que no es digno de ellos (He. 11:38), y avergüenzan a cuantos cristianos secularizados olvidaron (y olvidan) el tesoro que llevan en su interior (2 Co. 4:4–6) y la desgracia que significa esconderlo. Parte de esta situación nace de la incertidumbre de nuestra función. Pablo en cambio era prisionero de Cristo, “por vosotros”, es decir “a causa de vosotros” o “en favor de vosotros”. El sabía quién era, quién lo había llamado y qué debía hacer. El único modo en que los efesios escucharían las severas amonestaciones que tenía para ellos, era haciéndoles saber primero que estaba identificado con el mensaje. La lección se explica por sí sola: la exhortación que no pasa primero por el que ministra, no llega a destino y es sólo un ejercicio de sacar de la Biblia y hablar al aire. Al presentarse a sus hermanos, Pablo se apoyó en la gracia de Dios por la cual había recibido la revelación (el contenido), y también la capacidad para predicarla (la proclamación) (2, 7, 8). B.

EL METODO: que por revelación me fue declarado el misterio … (3–5) Como la conduela de los efesios no armonizaba totalmente con las normas del reino de Dios,2 antes de entrar en explicaciones más [p 131] detalladas Pablo se asegura de que conocían el tema (2) y de que comprenderían que ellos eran los destinatarios de la gracia divina. La “administración de la gracia” (ver comentario a 1:9–10 y Nota Adicional DISPENSACIONES) fue una bendición especial que Pablo había recibido al ser comisionado con la predicación del evangelio (1:10; Col. 1:25). Además, había comprendido que la “administración” era la manera de cumplimentar el propósito en favor de los destinatarios de los planes. De manera que administración significaba también responsabilidad.

1

Esta causa era la única manera en que los pueblos podían conocer a Dios, y las naciones sumidas en el oscurantismo de las religiones podían saber la verdad. 2 Comp. 4:21–29.

Salvando las distancias, nuestra responsabilidad es también muy grande. Somos testigos de lo que Cristo hizo en nuestra vida, y sabemos que es el único camino para entrar a la familia de Dios. Además somos los canales por los cuales tiene que fluir la revelación de las Escrituras. Pablo había recibido la declaración del secreto por medio de una revelación (gr. apokalypsis) directa del Señor. Al contenido lo denominó “misterio” porque era un designio desconocido que jamás había llegado al oído humano.3 Ignoramos en qué momento Pablo recibió la revelación (o revelaciones). Pudo haber sido en Damasco (Hch. 9), cuando le sobrevino un éxtasis en el templo (Hch. 22:17– 21), durante el tiempo que pasó en Arabia (Gá. 1:17) o en algún otro momento. Lo importante es que Pablo sabía que era una manifestación de Dios, sabía que poseía el contenido completo y que él era el comunicador elegido. Ya les había, hecho saber algo del plan (3) en el sentido de que el intento divino era “reunir” a las gentes en un solo pueblo.4 Ahora se extendería a los detalles para dejar en claro el “misterio de Cristo”, que era el modo de realizar la unión de judíos y geotiles “en Cristo”. Al leer con cuidado estos textos inspirados, los efesios comprenderían con mayor profundidad y riqueza el lugar que ocupaban en los propósitos de Dios, porque el mismo Espíritu se encargaría, de iluminarlos (comp. 2 Ti. 2:7). El apóstol se esforzaba para que esos hermanos pudieran entender que él les escribía palabra de Dios. Anhelaba también que estuvieran convencidos de que nada similar había ocurrido con anterioridad, porque aunque estaba vigente la promesa que en Abraham serían benditas todas las familias de la tierra, nadie conocía, la dimensión de esa bendición en la manera en que ahora (5) había sido revelada. Ahora significa que Dios estiba operando de manera diferente por medio de los hombres del Nuevo Testamento.5 C.

[p 132] EL CONTENIDO: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (6) Pablo se encontraba preso en Roma esperando a sus acusadores judíos, cuya denuncia principal en ese momento era que había relacionado a los gentiles con el mensaje de la Escritura, que según ellos estaba reservada para el pueblo elegido (Hch. 21:27, 29). Los gentiles eran odiados y despreciados por ios judíos, de manera que el plan que Pablo había recibido era una manifestación revolucionaria: (1) Los gentiles son coherederos. Con la venida del Espíritu Santo había desaparecido todo vestigio de acepción de personas,6 y Dios había puesto las riquezas de su gracia a disposición de la humanidad7 (ver Nota Adicional: HERENCIA, pág. 133.) (2) Miembros del mismo cuerpo. Es la única vez que esta expresión aparece en el Nuevo Testamento, aunque varias veces aparece la lección del cuerpo formado por judíos y gentiles.8 Es una gloriosa manifestación del Espíritu acerca de la unidad en la diversidad.

LA NUEVA COMUNIDAD: EL MISTERIO REVELADO 3:1–6 3

Ver nota adicional MISTERIOS, pág. 59. Ver 1:10; 2:19. 5 Mt. 13:10–17. 6 10:34 y catiro, Ro. 2:11; Ef 6:9; Col. 3:25; Stg. 2:1. 7 Ro. 8:15, 17; Gá. 3:26, 29. 8 1 Co. 12:12–13; Col. 1:18, 24. 4

A.

La introducción (1–2)

B.

El método (3–5)

C.

El contenido (6) [p 133] NOTA ADICIONAL: HERENCIA En el Antiguo Testamento la herencia está relacionada principalmente con la posesión de la tierra (Gn. 15:7–8; Ex. 32:13; Dt. 16:20). Aunque Dios con frecuencia había mencionado el tema, el pueblo recién tomó conciencia de que se dirigían hacia la posesión de lo prometido después que partieron de Sinaí (Nm. 18:26; 26:53–54). Con todo, el optimismo siempre fue tan raquítico que Moisés tuvo Que esforzarse junto al Jordán para que comprendieran la realidad. (Dt. 4:38– 40). Antes de promulgar la ley de la herencia (Nm. 27), los derechos de la primogenitura (Dt. 21:17) podían modificarse por voluntad paterna, sobre todo si ei hijo mayor había cometido una falta grave (1 Cr. 5:1–2; Gn. 48:8–20). La modalidad se repitió en el caso de David (1 S. 16:11) y de Salomón (1 R. 2:15). Por causa de la herencia, era obligación del hermano de un fallecido casarse con la viuda. (Gn. 38:9; Dt. 25:5–10; Mt 22:23–25). Si se negaba, la primogenitura pasaba al pariente más cercano como en el caso de Rut (2:20; 3:9–13; 4:1–12). Dios prometió a Abraham que Canaán (Gn. 12:7; 15:18–21; 17:4–8; 22:15–18) sería su herencia (Ex. 15:17–18) con todos los privilegios espirituales (Sal. 79:1, 13). Por su servicio espiritual al pueblo, los levitas no tuvieron herencia territorial porque “Jehová era su herencia” (Dt. 18:1–2). Este fue el modelo (Sal 16:5–8) que Dios utilizó para su familia en el Nuevo Testamento. “Herencia” (gr. klerónomos) deriva de kleros, y significa: suerte, parte, ventura, y está restringida a la comunidad espiritual que tiene a Cristo como Cabeza (Mr. 12:7; He. 1:2). Por adopción, toda la familia goza de la primogenitura, y en consecuencia todos heredan la porción del hijo mayor (Ro. 8:17). En cierto modo, lo ocurrido entre Abraham e Isaac es una figura de lo que sucede entre Dios y sus hijos (Ro. 4:13, 14; Gá. 3:29). Canaán empa-

lidece al compararla con lo que Dios tiene reservado para nosotros ahora (1 Co. 2:9) y en el futuro. El reino de Dios (1 Co. 6:9–10), la salvación (He. 1:14) su bendición (1 P. 3:9) y la incorrupción (1 Co. 15:50) son algunas de las tantas promesas que componen la herencia de Dios que los antiguos no disfrutaron (He. 6:12; 11:39). Lo pactado es de tal magnitud que no lo podemos entender pues es “herencia eterna” (He. 9:15–17), reservada en los cielos hasta la venida del Señor (1 P. 1:4). Ahora disfrutamos pequeños adelantos (1 P. 3:7), precisamente porque somos primogénitos por la obra del Espíritu (Ro. 8:16–17) (comp. Ef. 1:14, 17–20). Dios es la herencia de su pueblo y viceversa (Ef. 1:18), no por derecho sino por gracia. [p 134] [p 135]

8. Pablo como predicador del evangelio 3:7–12

7

del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. 8A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los sanios, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, 9y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; 10para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, 12en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él. Después de explicar que las bendiciones sobre los pueblos habían llegado por medio del evangelio, Pablo les recuerda a los efesios la relación que él tenía con el mensaje. Desde sus comienzos en el ministerio el apóstol había sentido gratitud por lo que consideraba un honor para él. Dios lo había elegido especialmente para anunciar las buenas nuevas a un sector despreciado de la humanidad (Hch. 13:46–47; 22:21) y ellos las habían aceptado. En este momento, las circunstancias hicieron necesario que volviera a confirmar tanto el mensaje como su calidad de mensajero. A. EL CARACTER DEL MINISTRO: ministro … a mí, que soy el más pequeño …” [p 136] Ministro (gr. diákonos) (1 Ti. 1:11; 2:7) es una persona dispuesta a servir a otro.1 Para que pudiera ocupar ese lugar había ocurrido un milagro: “fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios”. Ese don de la gracia le otorgó la capacidad de servir a otros. El fariseo duro, implacable, convencido de poseer la verdad, se había convertido en un servidor de los despreciados y salió a buscar a los “que estaban lejos” (Ef. 2:13).

1

El mismo se había referido al Señor Jesús como “siervo de la circuncisión” (Ro. 15:8–9).

El hecho de ser elegido entre machos y de recibir el “don de la gracia” fue para Pablo motivo de gratitud porque sabía cuán grande había sido la obra de Dios a fin de prepararlo para lo que debía realizar (2 Co. 3:16). El apóstol no sólo había sido contrario a los cristianos sino que además los había perseguido (1 Ti. 1:13–16).2 La gracia que había recibido dio como resultado el servicio. Pablo sabía que su misión era servir, y que de su servicio modesto y arriesgado surgía el respaldo a su autoridad. Al ser “siervo de Dios” podía ser “apóstol de Jesucristo” (Tit. 1:1), y como tal servir a los santos con humildad, reconociendo sus limitaciones (2 Co. 12:9–11). Sabía que lo tomarían como ejemplo (Fil. 3:17; 4:9), y era consciente de que para que su servicio fuera eficaz y su consejo aceptado, ante todo debía ser un modelo. Más adelante veremos que exhortó a los efesios a conducirse “con toda humildad y mansedumbre …” (Ef. 4:2). Nadie aceptaría esa amonestación de parte de un soberbio, de modo que debía comenzar por ser (no decir) “menos que el más pequeño”. En verdad, el nombre “Pablo” significa “pequeño”, pero él se sentía incluso “menos que el más pequeño” porque quería identificarse con Cristo (Fil. 3:10–11). Sabía que para ser un ministro exitoso había que comenzar por estar juntamente crucificado con Cristo (Gá. 2:20). Era a partir de allí que recibiría el suministro constante de poder. Cabe acotar aquí que la iglesia necesita predicadores con caracteres formados por la gracia de Dios. Estos son los hombres que el Señor busca, porque aparte de estar bajo su autoridad, tienen la suficiente humildad para transferir esa autoridad a los hermanos (Col. 1:7; 24–25). B. EL CONTENIDO DEL MENSAJE: anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio … [p 137] Pablo también se sentía pequeño pues se veía abrumado por la magnitud de la tarea encomendada. “Anunciar entre los gentiles”, era literalmente “evangelizar a las gentes” o a las naciones. Evangelizar no se limitaba a comunicar el mensaje de la cruz y tratar de lograr una reacción favorable sino que consistía en lograr que por obra del Espíritu Santo la palabra hiciera su obra hasta obtener los cambios que permitieran un nuevo estilo de vida. Para enriquecer a otros de esta forma, tenía que contar con el poder de Cristo. “Anunciar entre los gentiles” era saber de antemano que no todos aceptarían, muchos se burlarían y otros pospondrían sus decisiones. Sin embargo, esa actitud no debería ser un obstáculo para anunciar “las inescrutables riquezas de Cristo”. Curiosamente, ei término “inescrutable” en su acepción literal es “imposible de seguirle los pasos”, y esto se aplica a las riquezas de Cristo porque sus planes van mucho más allá de nosotros y dependen de su soberanía (Ro. 11:33). Reconociendo sus limitaciones, el ministro tiene una responsabilidad indelegable. Como evangelizador Pablo tenía la misión de “aclarar a todos”. Debía sentirse responsable de que todos los que le oyeran entendieran el contenido del evangelio. Dos verbos parecen sinónimos en su mente: predicar y aclarar. Para él, predicar “las inescrutables riquezas de Cristo” era igual que “aclarar” en las mentes de sus oyentes el contenido del evangelio y sus desafíos. “Aclarar” (gr. photizô) era arrojar luz sobre los pasos que Dios había seguido para salvar y formar su pueblo. Era iluminar por el Espíritu en las mentes gentiles los propósitos con que se creó la familia de los santos. 2

¿Por qué permitió Dios la persecución? a) Para que Saulo conociera el precio a pagar por la fe en Jesucristo; b) para que viera lo que debería sufrir por sus convicciones; c) para que supiera ubicarse en su trabajo (1 Co. 15:9).

Aclarar era producir en los oyentes una experiencia similar a la que él había tenido cuando caminaba por Damasco cegado por sus pasiones religiosas.3 Era también mostrarles a Dios, que los miraba como miraba a Pablo, con el mismo poder para sacudirlos y el mismo amor para salvarlos. Era como llevarlos de la mano a un lugar de quietud donde pudiera mostrarles la salvación que les tenía preparada. [p 138] La pasión que Pablo sentía por las almas (Hch. 17:16; 18:4–5) lo motivaba a esmerarse para que la gracia de Dios, manifestada en la obra de la cruz, les resultara fácil de comprender a fin de ser aplicada a cada caso individual. Creía que anunciar y aclarar era tanto un honor como una responsabilidad que debía llevar a cabo hasta concluir el ministerio.4 Dios busca y seguirá buscando testigos fieles y predicadores sin compromiso con otros dioses, siervos que sean luz en las tinieblas que el mando experimenta.5 C. EL OBJETIVO DE LA REVELACION: para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales … en Cristo Jesús … en quien tenemos seguridad y acceso con confianza … Juntamente con el mensaje, Pablo esbozó la ética de la nueva comunidad. Dios puso a los santos para que reflejaran su presencia al cumplir los propósitos que ya hemos considerado. a. Primera función: dar testimonio a los principados y potestades acerca de las características de la sabiduría de Dios. A esta sabiduría, Pablo la denominó “multiforme” (gr. polypoikilos)—que significa literalmente “de muchos colores”, como la túnica que Jacob confeccionó para José (Gn. 37:3). En esta carta tres veces Pablo mencionó los “principados y potestades”. Es probable que en este caso se refiera a autoridades celestiales, mientras que en los otros dos, a señoríos diabólicos. De ser así, los seres que participaron en ciertas facetas del propósito—como los anuncios sobre la venida del Mesías-Salvador (Mt. 1:20–25; Lc. 2:9), la compañía en Getsemaní (Lc. 22:43) y el testimonio de su resurrección y ascensión (Jn. 20:12; Hch. 1:9–11)—no conocían los objetivos del propósite) (1 P. 1:12). Tampoco entonces comprendieron la historia de la redención hasta que se formó la familia de Dios, la Iglesia. [p 139] ¿Por qué? Porque parte del propósito divino era que la iglesia misma diera testimonio de lo que estaba sucediendo. Dichos “principados y potestades” desco3

El sabía muy bien que Dios, quien “mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz” cuando se produjo la primera creación (Gn. 1), era el mismo que “resplandeció en nuestros corazones” para generar la nueva creación (2 Co. 4:6). El diablo, con sus horribles mecanismos, ha enceguecido a sus súbditos oscureciéndoles el intelecto (Hch. 13:11) para que no comprendan el valor de la riqueza y alcance de la revelación. El ministro del evangelio, en cambio, tiene el poder de la luz del mundo (Jn. 8:12). El énfasis de su vida es también ser luz porque es la única manera de aclarar la mente y mostrar el camino a los que viven en oscuridad. No hay otra alternativa para mostrar el abismo entre el reino de Dios y el de las tinieblas (Col. 1:12–13). 4

Hay razones muy poderosas para que prediquemos la Palabra: a. Es el poder que transforma —Ro. 1:16 b. Es la vida que sostiene —Fil. 2:16 c. Es la luz que ilumina el camino —Sal. 119:105 d. Es el juez que investiga el interior —He. 4:12 5

En Efesios vemos al menos tres funciones del predicador: *Evangelizar con contenido doctrinal —1:8 *Explicar (aclarar) con paciencia —3:9 *Esperar resultados efectivos —3:10

nocían temas como la gracia, el perdón, la limpieza, la redención, la transformación de los santos, etc. En un sentido, estamos seguros de que estas autoridades celestiales ven con admiración la obra de Cristo y las bases para la unión que ya hemos mencionado. No dudamos que la obra del Espíritu—al unir en uno a gente de toda condición, situación y época—— les permite comprender algo del propósito de la parte que ellos habían tenido al comunicar los mensajes de Dios. Por otro lado, nos preocupa ver que las luchas y problemas internos de la iglesia hayan diluido el mensaje que Dios se propuso comunicar porque la vida de los creyentes no condice con el mensaje comunicado. Los inconversos deben ver santidad en la vida de los comunicadores. El texto dice “sea ahora dada a conocer”, es decir que el mensaje es de este momento y para esta situación histórica. En 2:7 leímos en los siglos venideros como una tarea de Dios para el futuro. Al comparar los dos testos, notamos que Dios se reserva para sí mostrar las riquezas de su gracia y nos encomienda a nosotros dar a conocer ahora su multiforme sabiduría. Por el modo en que Pablo utilizó el verbo “dar a conocer” (gr. gnörizo) a lo largo de toda la carta,6 entendemos que se refiere a comunicar o revelar algo trascendente del propósito de Dios. En nuestro texto significa: “mostrar en este tiempo los efectos y resultados de la gracia de Dios”. b. Segunda función: infundir seguridad en los creyentes. Al comunicar a los efesios lo que Dios había mostrado, Pablo creaba en ellos la convicción de que ocupaban un logar “en Cristo”. Nuevamente, el apóstol acumuló palabras para describir lo que quería comunicar. Les dijo que “conforme al propósito eterno … tenernos seguridad, acceso con confianza …” Seguridad, traducida en otras versiones como denuedo, estaba relacionada con la libertad para hablar sin reservas de los valores espirituales (Hch. 4:29–31). Acceso se refería a la tranquilidad de entrar en la presencia del Padre (2:18; Ro. 5:2). Por medio de la fe es la tranquilidad que experimentaban los hijos al saber que poseen lo mejor. Es la paz de saber que la iglesia, como un barco en la tempestad, navega sobre las olas sin perder el rumbo y sin malograr su destino porque su confianza está depositada en el Gran Capitán (comp. Fil. 1:20; 3:4). [p 140] PABLO COMO PREDICADOR DEL EVANGELIO 3:7–12 A.

El carácter del ministro

B.

El contenido del mensaje

C.

El objetivo de la revelación

a.

Primera función: testimonio a principados

b.

Segunda función: seguridad a los creyentes

6

Ver 3:3, 5, 10; 6:19, 21 y comentario a 1:9.

[p 141]

9. La manifestación del poder de Dios 3:13–21

13

por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria. 14Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. Por un lado parecería que estos versículos finales del capítulo son la conclusión de la oración interrumpida al comienzo del v.2. Sin embargo, por el tema que encierran, pensamos que es más factible que se trate de otra plegaria para que los creyentes comprendan los planes de Dios. Pablo, como prisionero en Roma, había ocasionado distintas reacciones. Los judíos—que lo consideraban un apóstate—lo acusaban directamente de ser el causante de las calamidades que padecían. Los efesíos observaban con desasosiego que el Imperio Romano comenzaba a prestar atención a la religión que surgía. Los filósofos que habían luchado contra el evangelio, también trataban de ganar terreno. [p 142] Pablo quería mostrar la otra cara de la moneda, la invisible. Comenzó por pedirles que no desmayen por las tribulaciones que él sufría (13). “Desmayar” era la manera lógica de reaccionar frente a las adversidades (comp. 2 Co. 4:1; Gá. 6:9). Es una tendencia humana de definir la victoria o la derrota simplemente juzgando las circunstancias. Pero Pablo, que conocía este razonamiento, trataba de que cambiaran su visión y revirtieran el sentimiento.

El apóstol anhelaba que los efesios cambiaran su enfoque, que quitaran los ojos de lo temporal, aun de él mismo, y concentraran su atención en el motivo de sus prisiones. Al manifestarles que la cárcel era en beneficio de ellos, también los incentivaba a reflexionar. ¿Por qué “por vosotros”? ¿De qué manera eran “vuestra gloria”? Pablo había padecido precisamente para que los de Asia conocieran el propósito de Dios (Hch. 18:19–24; 19:1, 17, 26; 1 Co. 15:32), y era un gran honor para ellos porque había triunfado al librarse de la turba que quería matarlo, y habían conocido al Dios que podía bendecirlos. A. LA ACTITUD DEL CORAZON: por esta causa doblo mis rodillas (14–15) En un primer momento daría la impresión de que Pablo elevaba su oración para que los efesios no desmayaran. En realidad deseaba que comprendieran no sólo el porqué de sus prisiones sino además el glorioso contenido de los designios de Dios.1 Los privilegios ilimitados que Dios había distribuido (2:4–3:13), destruyendo las barreras que por tantos siglos habían separado a los hombres, le impulsó a adorar al Padre. Pablo quería que además ellos recibieran la capacidad para comprender lo que las mentes humanas por naturaleza nunca podrían penetrar. Orar, además de una actitud de sujeción a Dios, es creer que él desea que lo reconozcamos como Señor. Nadie podía de por sí hacer la voluntad de Dios sin el poder divino. Conocer su revelación y no cumplirla constituía rebelión; saber de su poder y no buscarlo era desprecio. Pablo mostró sujeción: “doblo mis rodillas …”. Inmediatamente les enseñó que debían dirigir su oración al Padre de nuestro Señor Jesucristo. La oración es tanto una consulta como una conversación que pueden mantener con su Padre todos los miembros de la familia. [p 143] Además los efesios aprendieron que Dios era el Patêr eterno (Is. 9:6) y que desde la eternidad había formado su hogar con muchos hijos, algunos de los cuales estaban en el cielo y otros en la tierra. Esta es la razón por la cual es el “Padre … de quien toda paternidad toma su nombre …”, que significa que todo padre terrenal tiene a Dios como ejemplo. B. EL TEMA DE LA PETICION: que os dé conforme a las riquezas de su gloria … (16–19a) Esta fue la quinta vez que Pablo mencionó las riquezas de Dios, posiblemente para que los efesios dejasen de dar importancia al templo de Artemis y su entorno. El apóstol dobló sus rodillas para que Dios diera a los efesios un aumento progresivo de la comprensión a fin de poder apreciar y recibir de sus tesoros fe, amor, conocimiento y plenitud. a.

Fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu (16) Dios enviaría poder al interior de estos hermanos. Las pruebas que debían soportar no estaban relacionadas tanto con lo físico como con su “hombre interior”, que era (y es) el blanco preferido por Satanás. Es allí donde se enfría la fe, se vacila en el amor y se claudica en la esperanza. La expresión “hombre interior” es una personificación de la naturaleza espiritual del hijo de Dios.2 Es esa naturaleza que el enemigo desea manchar y derrumbar con todas las fuerzas con que cuenta, tratando de adormecer la conciencia (1 P. 2:19). 1

Ver comentario a 3:1–6. Esta naturaleza está preparada para aprobar la ley divina (Ro. 7:22) y en consecuencia, vivir las demandas de la santidad y de la verdad (Ef. 4:24; Col. 3:10). 2

Los efesios debían ser obedientes y santos, fomentando la comunión y amando a sus hermanos entrañablemente, porque de otro modo nunca serían fortalecidos.3 b.

[p 144] Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones (17a). ¿Acaso Cristo no moraba ya en el interior de aquellos hermanos? Entonces, ¿qué significa esta frase? Si comparamos 1:13 y 2:20–22 con este texto, encontramos que una cosa es que Cristo viva en nosotros y otra distinta es que gobierne nuestro ser. La oración no era para que Cristo “volviera” a sus corazones, sino para que ellos tuvieran el “hombre interior” totalmente gobernado por él. Como ya hemos mencionado en 2:22, “habitar” es hacer una morada permanente (Mt. 2:23). El caso más elocuente lo hallamos en Col. 1:19 y 2:9 referido a la morada de la Deidad en Cristo Jesús. Esta cualidad singular no la poseía la diosa Diana ni sus devotos, sino solamente aquellos que estaban “en Cristo” y Cristo en ellos. La expectativa de Pablo era que Cristo tuviera su gobierno total en aquellos hermanos, y que ellos se mostraran mucho más que salvos o simples miembros de la familia. El quería que fuesen totalmente santos para Dios, y que sus vidas fueran como puertas por las cuales Cristo podía entrar y salir en todo momento y lugar. Además anhelaba que fueran como ventanas por donde todos vieran al Señor ordenando y dirigiendo la conducta.

c.

A fin de gue, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos (17b–19a) Pablo quería asimismo destacar la diferencia entre estar “en Cristo”—de lo cual se ha ocupado hasta aquí—y que Cristo estuviera “en ellos”. En el primer caso, tenían la seguridad de haber entrado en los propósitos de Dios; en el segundo, sabían que Cristo estructuraba estos propósitos en ellos (comp. Ro. 8:9; 1 Co. 3:16). Para describir esta experiencia, Pablo volvió a utilizar dos términos singulares. Arraigados, alimentados con el amor de Dios (Col. 2:7) como única fuente de nutrición vital. Cimentados, es decir fundamentados, que puede compararse a un edificio que podía ascender como castillo fortificado en medio de las tempestades ideológicas en que estaban inmersos. El apóstol ya había utilizado cierto paralelismo al hablar del edificio (2:20–22) y lo seguiría haciendo (Col. 1:23). Allí el cimiento es la doctrina; aquí, es el amor. Así como Cristo es la piedra fundamental, y la doctrina es la base de la iglesia, el amor es la base sobre la cual sobreedificar (1 Co. 8:1), y es vital para el crecimiento de la iglesia. ¿Cuándo se arraigarían y fundamentarían estos efesios? Cuando dejaran de lado las creencias que separaban a los hermanos y se volvieran íntegramente a Cristo. A fin de ser capaces de comprender,4 necesitaban ejercitarse espiritualmente. La capacidad [p 145] espiritual no consistía en habilidades personales pues el Señor deseaba manifestarlo a todos los miembros de la familia cuando éstos mostrasen amor fraternal. Ellos 3

Algunos ingredientes del fortalecimiento son: a. La dependencia constante en las promesas —Ro. 4:20 b. La nutrición sistemática de la Escritura —He. 5:12, 14 c. La comunión entre miembros de la familia —1 Jn. 5:1 Además el fortalecimiento en el Espíritu ocurre cuando … *… tenemos paz interior y con los hermanos (Hch. 9:31), *… dependemos del Señor en lo que hacemos (Fil. 4:13), *… las armas para luchar son espirituales (2 Co. 10:4). 4 Comprender aquí significa apropiarse de algo, reconocer por evidencia, percibir por demostración.

ayer y nosotros hoy necesitamos comprender que cualquier cosa que interfiera con el amor entre los hermanos no proviene de Dios sino que es un intento del enemigo para privarnos de la comprensión de Cristo. ¿Qué lección sacamos de estas Escrituras? Que hay un regalo de Dios—que debemos reconocer y anhelar—para todos los que desean profundizar el conocimiento de él. El primer paso es reconocer que hay más y más para conocer. Luego debemos profundizar la comunión con Dios para que el señorío de Cristo sea cada vez más real. De modo que comprender con todos los santos es como apropiarse de un bien de familia. Es tener capacidad para echar mano de algo que está al alcance de todos.5 El propósito de Dios era que los efesios comprendieran con todos los santos, para enfatizar que a fin de percibir lo que inmediatamente leeremos era necesaria la comunión de todos. Las cuatro dimensiones del amor6 demuestran que el Señor quería darles precisamente lo que necesitaban para su desarrollo espiritual. Entender estas dimensiones era también conocer el amor de Cristo, que excedía toda dimensión humana. [p 146] EL AMOR DE CRISTO 1. La anchura

alcanzar a todos los hombres

Is. 65:1

2. La longitud

desde la eternidad y hasta la eternidad

Jer. 31:3

3. La profundidad

traer a las almas desde la profundidad del pecado

Sal. 40:2

4. La altura

darles a los hombres la herencia de Dios

Ro. 8:17

C. EL RESULTADO A ESPERAR: para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (19b). El amor de Cristo es redentor. Nace en una fuente pura e ilimitada y se express hacia objetivos inmerecedores. Es el amor que a menudo aparece en la historia dando muestras de su inmensidad (Ro. 5:7–8; Jn. 15:13). La meta del ruego de Pablo era muy sublime: “que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”7 Según Col. 1:19, Cristo es la plenitud de Dios, de modo que donde Cristo mora hay plenitud.8 Para que pudiera operarse el milagro de su morada, Dios desalojó a todos los ocupantes anteriores, tronos grandes y pequeños que los mismos efesios habían levantado. Una vez que el Espíritu hizo morada en el corazón del cristiano, comenzó a fomentar las primeras actividades mutuas entre hermanos (Ro. 15:14). 5

La tendencia que asediaba a los efesios era que los iniciados—el grupo selecto de los iluminados que había avanzado en la filosofía y que miraba a los otros como ignorantes—tenían mayor percepción. Esa idea que había penetrado en la iglesia de Efeso, nunca desapareció totalmente y el enemigo la ha usado como arma temible para hacer creer a algunos hermanos que son mejores y deben aislarse del resto de la familia a fin de tener mejor comunión con Dios. 6 Algunos interpretan estas cuatro dimensiones como una referencia velada a la diferencia entre Dios y el templo de Efeso. 7 Ver comentario a 1:23. 8 Leemos en Juan 1:16 que nosotros tomamos su plenitud y llenamos nuestra pequeña vasija de ella. Pero no somos la plenitud sino que necesitamos preocuparnos por estar siempre llenos de ella.

En hechos definidos vinculados con el ministerio del Espíritu, Pablo les estaba enseñando los pasos progresivos hacia la plenitud. Los efesios podían comprender con mayor claridad que la plenitud (gr. plêroma) dejaba de ser una expresión secreta de la filosofía para convertirse en una experiencia visible en todos los hermanos (comp. Ef. 4:13). [p 147] Dios quiere lo mismo para su pueblo en la actualidad. No hay otra senda que garantice el conocimiento del amor de Dios para nosotros, en nosotros y hacia nuestro prójimo que la plenitud de Dios. Este es el objetivo de la oración apostólica. Pablo quería que sus hermanos fueran llenos de todos los recursos de la gracia y el poder de Dios que se resume en plêroma:9 HACIA LA PLENITUD DE DIOS 1. Por gracia, Dios inicia una labor: que os dé conforme a las riquezas de su gloría … 2. Esa labor es tonificar el hombre inferior: ser fortalecidos en el hombre interior por su Espíritu … 3. Desalojando de la casa todo vestigio de incompatibilidad: para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones … 4. Profundizando la comunión entre los santos: plenamente capaces de comprender con todos los santos … 5. Redimensionando la presencia de Cristo en la comunidad: la anchura, la longitud, la profundidad y la altura. Y de conocer el amor de Cristo … 6. Comenzar a vivir la plenitud, aunque no a predicarla: para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios … D. LA CONCLUSION DE LA ORACION: Y a aquél que es poderoso para hacer todas las cosas … a él sea gloria en la iglesia … por los siglos de los siglos. Amén. (20–21) Estos versículos resumen en una expresión de gratitud lo que Pablo ha estado enseñando. Nuevamente unió en su alabanza varios [p 148] términos de grandeza que no alcanzamos a entender—ni los términos juntos ni en forma individual. Ya en 1:19 señalamos el poder sobrenatural que había levantado a Cristo de los muertos (19). En esta oración finalizó con: “Aquél que es poderoso” para hacer las cosas “mucho más abundantemente …” de lo que entendemos. a. La primera lección importante es que la alabanza en el Nuevo Testamento surge como resultado de la comprensión de algo que Dios está haciendo a favor de los hombres, especialmente revelando su voluntad salvadora y ejecutando la redención (Ro. 16:25; 1 Ti. 6:15–16; Jud. 24, 25; Ap. 1:6). b. La segunda lección está en lo inadecuado que es nuestro corazón para comprender el significado real de todo lo que Dios puede hacer en nuestro interior si estamos llenos de su plenitud (amor, poder, santidad, etc.). “Mucho más abundante9

Comp. 1:23 y leer comentario a Col. 2:9.

mente” es una traducción limitada y sin embargo difícil de un adverbio griego que significa “increíblemente abundantísimo”. Pablo utilizó un gran énfasis para enseñarnos que la experiencia de tener al Cristo viviente en nuestro interior es mucho más que una circunstancia: la plenitud es tener a Cristo actuando en el alma; son todos sus poderes en acción y todas las circunstancias en sus manos. Debemos pedir, pero no siempre entendemos cómo. El responde no de acuerdo a nuestro pedido sino a su entendimiento. LA MANIFESTACION DEL PODER DE DIOS 3:13–21 A.

La actitud del corazón (14–15)

B.

El tema de la petición (16–19a)

a.

Fortalecidos con poder (16)

b.

Para que habite Cristo por la fe (17a)

c.

A fin de que arraigados … seáis … capaces (16b–19a)

C.

El resultado a esperar (19b)

D.

La conclusión de la oración (20–21)

[p 149]

PARTE II LA EVIDENCIA DEL PROPOSITO DE DIOS—EN LOS SANTOS 4:1–6:24 [p 150] [p 151]

1. Las labores de la iglesia 4:1–16

En los primeros tres capítulos de Efesios la enseñanza de Pablo estuvo centrada en el contenido y desarrollo del propósito de Dios. A partir del capítulo 4 comienza una nueva etapa en las enseñanzas, de manera especial indicará los métodos para mantener la unidad del cuerpo y la victoria constante sobre el enemigo. A.

SANTIDAD (1–2): 1

Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor. ¿Por qué hemos pensado en la santidad al estudiar estos dos versículos? Porque no podríamos analizar con propiedad los verbos andar, llamar, soportar, etc., sin pensar que son las acciones establecidas por Dios para transitar el sendero angosto de su voluntad. Otro título tal vez parecería más adecuado, pero posiblemente mucho menos vehemente. Pablo comenzó su amonestación presentándose con su autoridad apostólica tal como lo había hecho en 3:1, y al mismo tiempo como ejemplo de sujeción: preso en el Señor. Como señalamos anteriormente, aunque había sido encarcelado por el Imperio Romano, atribuía su situación a la determinación divina de que fuera “apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios” (1:1). [p 152] “Os ruego” (gr. parakaleô) significa “me pongo junto a ustedes”, “trato de ocupar el lugar que ustedes tienen” a fin de ayudarles en la explicación del tema. El término era muy conocido pues el Señor Jesús había denominado Paraklêto al Espíritu Santo en razón de su labor activa en los creyentes: exhortar, consolar, animar, reprender, explicar, etc. De manera que al decir “os ruego”, les habló a los efesios con el lenguaje del Espíritu,1 y esperaba que así prestaran atención. a.

El alcance del llamado Llamado aquí tiene un sentido más fuerte que el que comúnmente damos a la palabra porque significa “convocar o invitar a alguien para algo”. Haber sido llamado, entonces, era haberse desarraigado del reino de las tinieblas para ingresar al reino de Dios (Col. 1:13). El origen del llamado era Dios, el medio era el evangelio, y el objetivo, la vida de santidad. Pablo también diría: a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo (2 Ts. 2:14). Es por esto que leemos acerca

1

Ro. 15:30; 16:17; 1 Co. 1:10; 4:16; Fil. 4:2; 1 Ts. 4:10.

del llamado a la comunión con Cristo (1 Co. 1:9) o al servicio del evangelio (Gá. 1:15), que para el apóstol constituía el llamamiento supremo (Fil. 3:14).2 b.

El verdadero sentido de la vocación Para nosotros vocación es inclinación, tendencia, afición o apego a alguna cosa. Esto nada tiene que ver con lo que estudiamos debido al cambio que sufren las palabras. Deberíamos entenderlo como “digno del objetivo con que fuisteis llamados”,3 porque de inmediato descubrimos que el llamado no está únicamente circunscripto a la invitación evangélica. Tampoco “vocación” quiere decir que en nosotros haya alguna inclinación natural hacia los propósitos de Dios (comp. Ro. 11:29; 1 Co. 1:26). [p 153] Todo lo contrario, la “vocación” es el destino señalado para los que oyen el llamado (Gá. 5:13; Col. 3:15), en este caso, a un estilo de vida diferente. Obedecer las pautas del llamamiento significa asegurarnos de que después de pasar la puerta estrecha, andemos por la senda angosta de la santificación que lleva a la vida.

c.

El carácter de la santidad Después de esta introducción, notemos cómo Pablo se alejó de las generalidades y se concentró en los componentes de la santidad: humildad, mansedumbre, aceptación mutua y paciencia. Ninguna nos resulta fácil porque van contra nuestro ser carnal. La sumisión o acatamiento al modo de pensar de otro, en este caso de Cristo, es parte sustancial de la convivencia en la comunidad de los santos. Pablo les recordaba a los efesios que él había servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas … (Hch. 20:19). La humildad que menciona Pablo es parte del carácter de Dios (Sal. 113:5). El puede estar en las alturas y al mismo tiempo humillarse y acercarse a su creación para proteger con bondad a sus santos (Sal. 18:35). Ser humilde es ser santo como él (Pr. 15:33).4 Para enseñarles a cambiar su modo de ser, el apóstol mismo se había puesto a disposición de ellos, mostrando la “mansedumbre” como un estilo de vida, y no como un modo fingido de orgullo religioso tal como ocurría con los creyentes de Colosas (Col. 2:18, 23). La “mansedumbre” había sido conocida entre el pueblo de Dios por el modelo dejado por Cristo mismo, no sólo en su enseñanza (Mt. 5:5) sino mucho más en su modo de ser.

2

Algunas características del llamamiento divino: a. Es supremo (alto) —porque es de Dios (Fil. 3:14) b. Es celestial —porque es del cielo (Ro. 3:1) c. Es santo —porque es a la separación (2 Ti. 1:9) 3

Para andar como es digno de nuestro llamado, debemos andar … … como santos —Ro. 1:7 … como hijos de Dios —1 Jn. 3:1 … disfrutando la comunión —1 Co. 1:9 … conociendo la verdadera libertad —Gá. 5:13 … dando un testimonio luminoso —1 P. 2:9 4 El Señor Jesús dijo que era “humilde de corazón”, habilitado para llevar las cargas de los demás (Mt. 11:27–28). Pero no fue comprendido y tuvo que recurrir a una lección gráfica tomando a un niño como ejemplo de humildad (Mt. 18:2–4).

Mostramos mansedumbre cuando no expresamos resentimiento alguno por la adversidad o incomprensión de los demás, y sentimos la paz de que todo es resultado de la sabia provisión de Dios para nuestro beneficio (comp. Nm. 12:1–3). Además la mansedumbre es imprescindible para ser leal con los hermanos (2 Co. 10:1) y exhortar con poder a los equivocados (2 Ti. 2:25). Sin embargo, ni la humildad ni la mansedumbre eran características del mundo de los efesios. Finalmente habló de la paciencia. De nuevo comprobamos que Pablo echó mano a términos similares, por momentos casi sinónimos, apilados unos sobre otros y formando una pirámide que todos pedieran contemplar. ¿Se podrían separar algunos de estos cuatro términos? ¿Se podría utilizar uno y desechar el otro? No en el sentir del Espíritu. La [p 154] paciencia es la cualidad que sostiene todo y sustenta los propósitos hasta lograr los objetivos perseguidos (Ro. 2:4). Dios es paciente porque otorga tiempo para que los hombres reflexionen y cambien.5 Parte de lo que Dios quería transmitir a los efesios—y por supuesto a nosotros ahora—era que el primer paso hacia una conducta digna era el intenso ejercicio de cada miembro de la familia por mantener la unidad en la convivencia.6 B.

TRANSFORMACION (3) 3

solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

Pablo veía imposible el cumplimiento de los propósitos de Dios en un ambiente de lucha y competencia. Estaba convencido de que los temas en disputa eran mucho más que asuntos de forma. Se trataba de la guerra del reino de las tinieblas contra Dios. Para poner en práctica las primeras cuatro características que hemos señalado, los efesios necesitaban un cambio de objetivos. Del individualismo deshonesto tenían que pasar al gobierno del Espíritu, porque las contiendas presuponían maquinaciones de otras “cabezas” que nada tenían que ver con la Cabeza del cuerpo. a.

Primer paso en la transformación: solícitos Ser “solícito” significaba trabajar arduamente por un objetivo, pero el esfuerzo debía ser honesto, transparente y colmado de celo santo. Al comentar el efecto que produjo la dureza de su carta anterior Pablo dice: ¡Qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! (2 Co. 7:11). La reacción estaba unida a un temor santo para que en la iglesia las cosas pudieran ser restauradas a la santidad.7 [p 155] La vida cristiana es un empeño progresivo de crecer en Dios. Se nos exhorta a que también, poniendo diligencia … (2 P. 1:5), señalando nuestra responsabilidad en la transformación. De lo contrario, el proceso quedará trunco. La diligencia es el primer paso en nuestra responsabilidad por ajustarnos al propósito divino de unidad que vimos en la primera parte del libro (comp. Jud. 3) 5

El teólogo R. C. Trench lo expresó de este modo: “La paciencia cristiana con respecto a las personas (gr. makrothymia) debe ser unida a una paciencia igual con respecto a las cosas (gr. hypomonê). Esto es, al enfrentar las aflicciones y las pruebas de la vida presente.” 6 Se trataba de un ansia por reconocer las faltas propias y aclarar el alcance de los errores cometidos. Era el anhelo de manifestar un espíritu perdonador, consecuente con el Padre del nuevo hogar. Necesitamos aprender a aceptar las faltas de los demás, y a diagnosticar el origen de las nuestras, a fin de poder aplicar la medicina que sane. 7 En muchos otros casos leemos de la diligencia de hermanos por ser de ayuda a otros. Por ejemplo, dice que Tito (2 Co. 8:16) y otro hermano “cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces” fueron enviados a Corinto. Ver también Gá. 2:10; Fil. 2:19–20; 25–30; 2 Ti. 1:16; Tit. 3:12.

b.

Primera labor como comunidad: guardar la unidad del Espíritu EL PROPOSITO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE DIOS “reunir todas las cosas en Cristo …” (1:10)

EL PROPOSITO EN LA RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (4:3)

Los efesios debían ser diligentes en “guardar la unidad”. Era una prueba de fuego para sus pretensiones personales o convicciones individuales. Ya habían salido de los esquemas propuestos por los hombres y habían creído en el plan de Dios. Ahora, si querían ser protagonistas fieles de lo que Dios les revelaba, tenían que desechar las interpretaciones que surgían entre ellos. “Guardar” (gr. têreô) significaba, ante todo, vigilar, preservar, mantener, reservar.8 De modo que no podemos ser infantiles al creer que nos enfrentamos con un verbo de relativa importancia y que, aunque somos participantes de Dios, hay otras prioridades antes que “guardar la unidad del Espíritu”. Antes de la obediencia a los mandamientos (Jn. 14:15; 15:10) está la obligación de poner toda diligencia en guardar el principio de Jn. 17:6, que es la base de estos mandamientos. Creer en el nombre del Señor, estar escondidos en él y guardar su palabra, van [p 156] juntos. El expresó su deseo de que fuéramos perfectos en unidad (Jn. 17:23) porque “sabemos que le conocemos, si guardamos sus mandamientos” (1 Jn. 2:3).9 Es un ciclo que no tiene fin: si guardamos sus mandamientos, le conocemos mejor y reforzamos la unidad. Guardar la unidad del Espíritu, entonces, era la sujeción unánime a las indicaciones del Espíritu.10 c.

Primera meta del cambio: la paz Los efesios habían alterado el funcionamiento de la iglesia y no había unidad sino un ambiente de enfrentamientos que carecía de paz (Ef. 4:31–32). ¿Por qué decimos que la paz es la primera meta? Porque es participar del objetivo de Dios. Ya estudiamos que Cristo es nuestra paz y que aboliendo en su carne las enemistades creó en sí mismo … un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (2:14–15). No hay motivo alguno para que haya guerra entre los que han conocido al Señor de la paz.11

8 9

Para continuar el estudio de esta palabra, aconsejamos leer Hch. 12:5, 6; 16:23; Jn. 17:11–12; 1 Ts. 5:23. Comp. 1 Jn. 3:22, 24; 5:2.

10

La unidad, como producto de la sujeción al señorío de Cristo, es el trabajo interior que realiza el Espíritu, y que conduce a la adoración y el gozo (Hch. 2:46; 4:24; 5:12; 13:52). Hablamos con confianza de la unidad del Espíritu pues el mismo Espíritu … *los había convencido de pecado —Jn. 16:7–11 *los había trasladado de reino —Jn. 3:3, 5 *los había sellado como propiedad —Ef. 1:13 *los había convertido en su habitación —Ef. 2:20–22 *les había revelado sus deseos —Ef. 3:6 *los había fortalecido en su interior —Ef. 3:16 *les reclamaba su plenitud —Ef. 5:18 11 Al considerar 2:11–18 dimos detalles y argumentos sobre este tema. Y si los efesios necesitaban que Pablo insistiera sobre esta cuestión, mucho más nosotros que vemos de cerca la guerra interna que el diablo quisiera desatar para frenar la misión de la comunidad (Fil. 1:27).

Para los hebreos “paz” (shalom) significaba plenitud, bienestar (Ex. 4:18), y brotaba de la armonía común (Jos. 9:15). Unida a la prosperidad del pueblo de Dios, tenía un dimensión desconocida para el mundo de alrededor (Sal. 85:10) (comp. Is. 57:19–21). A causa del estado convulsionado del mundo, la paz sólo puede ser patrimonio de la iglesia del Señor. El es el Príncipe de paz (Is. 9:6). Cuando vino al mundo, llegó la paz (Lc. 1:79); cuando murió hizo la paz (Ef. 2:14), y formó un pueblo santo para predicar la paz (Hch. 10:36). Ahora esta bendita paz es el ligamento santo entre los miembros del cuerpo. [p 157] LAS LABORES DE LA IGLESIA 4:1–16 (parte I) A.

Santidad (1–2)

a.

El alcance del llamado

b.

El verdadero sentido de la vocación

c.

El carácter de la santidad

B.

Transformación (3)

a.

Primer paso en la transformación: solícitos

b.

Primera labor como comunidad: guardar la unidad del Espíritu

c.

Primera meta del cambio: la paz

C.

[p 158] UNIDAD (4:4–6): 4

un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5un Señor, una fe, un bautismo, 6un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Cuando Pablo escribió esta epístola, había ya iglesias por todas partes del Imperio Romano donde se llevaban a cabo cultos de adoración para la gloria de Dios. En las distintas iglesias había notables diferencias internas que se debían a una interpretación parcial de la demanda del evangelio más que a razones geográficas o idiomáticas. La carencia de unidad no era resultado tanto de presiones externas como del énfasis de querer “completar” la obra de la gracia (Galacia y Roma), o de pretender diferenciar a unos hermanos de otros (Efeso y Colosas). Los filipenses, por su lado, tenían luchas en varios frentes, sobre todo en cuanto a jactancia. Esta introducción es precisa para explicar la insistencia del apóstol en la unidad, y además nos afecta porque, a pesar de todo, nos cuesta entender cabalmente en qué consiste. Para fundamentar la unidad de la familia Pablo explicó la obra de Dios (Padre-HijoEspíritu Santo) en el seno de la iglesia. Su argumento singular tiene siete componentes sustanciales: (1) Un Cuerpo De aquí en adelante Pablo presenta a los efesios la necesidad vital de que el organismo formado por pueblos dispares crezca hasta poder expresar el pensamiento y la voluntad de la Cabeza. Todos los miembros eran distintos y cumplían funciones diversas, por lo cual eran desiguales e imposibles de uniformar. [p 159] Cada uno sólo podía ocupar su lugar (1 Co. 12:12). La unidad vital, entonces, dependía de la Cabeza y de cómo cada uno se sujetara a esa Cabeza. Es a este equilibrio que denominaba paz (Col. 3:15).

(2) Un Espíritu Los efesios tuvieron que oír otra vez acerca de la presencia del Espíritu—ya mencionado específicamente en la primera parte de su carta. Sabían del sello, lo conocían como medio para entrar a Dios (2:18), y sabían que eran morada de él (2:21). Ahora oyeron de la cohesión del cuerpo para actuar con conocimiento, entendimiento y sabiduría (1 Co. 2:4; Ro. 8:26, 27). Era “un Espíritu” tanto para ellos como para nosotros, y era la fuente y distribuidor de capacidades y energía para el proceso constante de seguir creciendo hasta el retorno del Señor Jesús.1 (3) Una esperanza Confirmando lo que ya hemos visto (1:14, 18, 21), observaremos más adelante que Pablo quería dejar en claro a los efesios la diferencia entre las creencias en boga y la vida cristiana. Lo peor que podía suceder a los pueblos era vivir “sin esperanza” (2:12), que era como ser llevado por las olas del mar, sin dirección, dando golpes contra las rocas. Después de la resurrección de Cristo, se abrió la puerta hacia algo totalmente nuevo. Los pensadores griegos no creían en la esperanza como una virtud sino más bien como una ilusión. Esa corriente penetró también en la iglesia y produjo sus consiguientes desasosiegos y turbaciones (1 Ts. 4:13). La esperanza es una de las funciones creadoras del Espíritu.2 La bondad de Dios es inextinguible, lo mejor siempre está adelante. A medida que la familia experimenta la relación mutua del nuevo estilo de vida (Ro. 12:12), se engrandece “la esperanza de gloria” (Col. 1:27) por el Espíritu. Los efesios habían aprendido que la vida “en Cristo” era un presente triunfante proyectado a un futuro de visión más allá de los tiempos (2:7; 3:21; 6:3). El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo es el “Dios de esperanza”, facultado con todo poder para hacernos vivir en esperanza con gozo y paz (Ro. 15:13). [p 160] (4) Un Señor Pablo colocó este título en el centro de los siete componentes que menciona porque era el lugar que ocupaba en su corazón. La iglesia como tal había nacido en Pentecostés al oír y creer que Jesucristo era el Señor (Hch. 2:36). Por su parte los efesios, que sabían lo que los predicadores habían experimentado junto al templo de Diana (Hch. 19:10–13, 17, 20), no tenían dudas sobre el señorío de Cristo. Tampoco podían pensar en una iglesia con dos señores,3 pero las presiones eran innegables. Pablo rechazaba la teoría judía que Jesús y Cristo eran dos personas diferentes (Hch. 9:20; 17:3; 18:5), porque el Espíritu de Jesús era el mismo Espíritu Santo de Dios que habitaba en ellos (Mt. 12:28; He. 9:13–14). El señorío de Cristo era vital para el mantenimiento de la unidad y la precisión en los objetivos del cuerpo (Ef. 5:8, 10, 17). Si la Cabeza da las directivas, el cuerpo vivirá y actuará en seguridad. Si las directivas son interferidas, se enfermará y habrá inseguridad, murmuraciones y finalmente 1 Los judíos en Pentecostés, como así también los gentiles en casa de Cornelio, habían sido ubicados en el cuerpo por él (Hch. 11:16–17). 2 El Espíritu Santo transmite constantemente a los miembros de la comunidad lo que Cristo dijo (Jn. 16:13–15) y lo que hizo para que podamos mantener vivo el fuego de lo que está haciendo (2 Co. 1:10) y aún hará. 3 La tendencia a permitir la convivencia pacífica del Señor con otros señores es inadmisible, y nos unimos a Pablo: “un Señor” y nada más (Fil. 2:9; 1 P. 3:22).

confusión con desbande. Pero si el Señor conserva su lugar, los miembros tendrán el suyo. (5) Una fe De acuerdo con la enseñanza de Pablo (2:11–18), judíos y gentiles habían entrado a la comunidad por una misma puerta (3:12). Al recalcar “una fe”, quería dejar claro que no había dos maneras de llegar a Dios, como algunos judaizantes pretendían inculcar (comp. Gá.2:3). Los creyentes gentiles, que sufrían el embate de las enseñanzas acomodaticias de la falsamente llamada ciencia (1 Ti. 6:20), también comenzaban a dudar acerca del lugar que les correspondía a los cristianos de otra extracción. Timoteo se enfrentó en Efeso con un sistema muy complicado de mitología y fábulas que intentaban poner trabas a la unidad de los hermanos (comp. Ef. 4:17). La fe que había sido el origen de la salvación, se había convertido paulatinamente en una relación personal con el Señor Jesús (1:13, 15), la que unida al conocimiento de la doctrina (4:13) formaba el patrón de conducta.4 Sea que “fe” signifique únicamente “la actitud de creer” o que se refiera a toda la sustancia doctrinal conocida por este medio, los efesios no debían jamás ignorar que la fe verdadera sólo reconoce la autoridad del Señor. [p 161] (6) Un bautismo En el Nuevo Testamento podemos distinguir entre el bautismo real en el Espíritu (1 Co. 12:13) y el ceremonial en agua. Pablo aquí se refiere a este último. Parecería que quería recordarles que había una sola manera de certificar el ingreso al nuevo pacto. El significado espiritual de la circuncisión se traslada al bautismo como práctica permanente (Col. 2:11–13).5 De manera que la circuncisión era para el pacto de Abraham lo que el bautismo es para el cristiano.6 Sin embargo, otros expositores no creen que se trate del bautismo en agua sino de la insistencia de Pablo para lograr que los efesios comprendieran que “por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos” (1 Co. 12:13), y que en consecuencia los lavamientos hebreos (He. 6:2) o las abluciones paganas habían terminado para siempre. Cualquiera de las dos interpretaciones indica que los cristianos están identificados con Cristo, y que él es su Amo (Hch. 2:38; Gá. 3:27). (7) Un Dios y Padre de todos Con esta frase Pablo corona lo que ha estado explicando. Dios no era ahora sólo Padre del Señor Jesús (1:3; 3:14) sino también de todos los creyentes (1:2; 2:18; 5:20; 6:23). Es “nuestro Padre” (Ro. 1:7; 1 Co. 1:3), y su familia está formada por hijos de todo linaje, pueblo y nación (3:15). La labor de la trinidad, tal como la presentó Pablo, mostró al Espíritu relacionado con el cuerpo, al Señor Jesús con las normas de conducta (fe) y testimonio a la unidad (bautismo), y al Padre como la garantía más elevada en la conservación de la identidad.

4

Comp. Tit. 1:4; 2:2; Jud. 3. El paso por el agua era la señal de que la persona había aceptado ya, y había ingresado en el nuevo pacto (Mt. 26:28; He. 8:6; 9:15; 10:23; etc) y se comprometía a vivir en la santidad de la nueva vida (comp. Gn. 17:7–14). 6 En verdad, es el sello para los que conocen la obra del Espíritu (1:13) y para los de afuera, que reconocen que los cristianos no pertenecen más al mundo (Jn. 15:18–20). 5

Al concluir, les señaló la misteriosa ubicación del Padre de todos los salvados. Está “sobre todos” ordenando, creando y recibiendo adoración; “por todos” permeando el ambiente y utilizando a los creyentes para que revelen al Señor Jesús7 y “en todos”, manifestando el fruto del Espíritu en vida, gozo y paz.8 [p 162] Los creyentes debían comprender con claridad que ningún progreso espiritual era posible sin la unidad de la familia de Dios. LAS LABORES DE LA IGLESIA 4:1–16 (parte II) Unidad (4–6) 1.

Un cuerpo

2.

Un Espíritu

3.

Una esperanza

4.

Un Señor

5.

Una fe

6.

Un bautismo

7.

Un Dios y Padre de todos NOTA ADICIONAL SOBRE LA TRINIDAD Ef. 4:4–6 fue, posiblemente, la base para la primera confesión de fe utilizada por las iglesias de Asia. Por la manera en que aparecen los nombres de la Trinidad—es decir sin explicación previa—los creyentes entendían bien de qué se trataba. No hallamos una explicación sobre Dios, sino simplemente su manifestación en tres personas. Escribiendo a los tesalonicenses, Pablo los saludó en el nombre de “Dios Padre y del Señor Jesucristo” y les confirmó que el evangelio les había llegado “en el Espíritu Santo” (1 Ts. 1:1–5). En Ro. 8:16–17 y 15:30 menciona a las tres personas de la Trinidad sin ninguna otra explicación. Posteriormente, escribiendo a los corintios, dijo: “hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo … el Señor es el mismo … Dios es el mismo …” (1 Co. 12:4–6). La modalidad de presentar a Dios en tres personas que había caracterizado a los predicadores (Hch. 2:32; 5:30–32; 7:55–56; 10:38, 42–44; etc.) fue también la norma de los escritores—y no sólo en el caso de Pablo (comp. Gá. 4:4–6; Fil. 2:1–6; etc.) sino también de Pedro (1 P. 1:1–2; 1:11–17; 4:14), de Santiago (4:5– 10), del autor de Hebreos (9:13–14) y de Juan (1 Jn. 3:23–24; 4:2; 5:1–6; Ap. 1:9–10; 5:5–6; etc). Ninguno dio explicación alguna, y se limitaron a 7 8

Gá. 2:20; 2 Co. 5:14–15; 1 P. 4:1. Ro. 14:17.

indicar la realidad y a mostrar funciones que engendraron reverencia y adoración. D.

[p 163] ACTIVIDAD (4:7–15): 7

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe, y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. Consideremos el desarrollo de la iglesia. Las primeras lecciones que los efesios tenían que aprender estaban vinculadas a la unidad y a la manera en que esa unidad se expresaba en la diversidad de funciones. Aunque cada miembro poseía por lo menos un don, ninguno podía hacer solo toda la labor sino que necesitaba armonizar con los demás. De modo que si las siete características de la unidad se hacían realidad, la diversidad de los dones favorecería el crecimiento. De lo contrario, sufrirían raquitismo espiritual. a.

[p 164] La dádiva: pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo (7) Ampliando lo escrito a los creyentes de Corinto (1 Co. 12:4) aquí enfatiza que el regalo del Espíritu era consecuencia de la glorificación de Cristo como Cabeza.1 Dada la diferencia entre un don en el mundo secular, y la enseñanza del Nuevo Testamento, es preciso señalar lo que Pablo quería confirmar a los efesios. Lo mejor que los hombres podían hacer era ofrecer regalos como expresión de honor (Mt. 2:11), en forma de ofrendas hacia personas (Mr. 7:11) o aun a Dios (Mt. 5:23–24). El término para todo este conjunto de dádivas (incluido el “don de Dios” que estudiamos en 2:8) es dôron que simplemente significa dar, regalar. Similar a él es dôrea, que hace énfasis en la gratitud por el regalo y en casi todos los casos en su origen sobrenatural.2 Cuando Pablo escribió a los corintios y a los romanos, utilizó el término charisma, que etimológicamente significa “un don de gracia” pero en realidad se refería a un regalo espiritual que actuase en los creyentes para desarrollar en ellos los propósitos de Dios (Ef. 1:17–18). De las 17 veces que el término aparece, 9 están directamente referidas a los dones del Espíritu. El conjunto de los dones espirituales recibió el nombre de charísmata. Al decir que “a cada uno le había sido dada la gracia” (7) quería mostrarles que había concluido todo tipo de discriminación en el cuerpo de Cristo, y que para la Cabeza todos 1

En 3:16 vimos que el Espíritu era el encargado de fortalecer al hombre interior, y en 4:3 de unificar en paz las intenciones del cuerpo. 2 También incluye “el don de Dios” (Jn. 4:10; Hch. 8:20, etc), “el don de Cristo”—el don que Cristo da—(Ef. 4:7), “el don del Espíritu”—que es el Espíritu mismo—(Hch. 2:28), y otras formas de dones espirituales (Ef. 3:7; Ro. 5:17; etc.).

eran iguales. También quería imprimir en ellos la responsabilidad de trabajar en diversidad para el desarrollo espiritual en unidad. Por esta causa el charisma del Espíritu venía acompañado con el don (dôrean) de la gracia. La gracia, para equilibrar a los miembros y evitar la disfunción, era dada en proporción a lo destacado del don, a fin de que Dios pudiera mantener el orden y la armonía (comp. Ro. 12:3–5). b.

La Cabeza: Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres Los vv. 8 y 9 parecerían ser un paréntesis, pero en realidad son una nueva indicación de la grandeza de la Cabeza. Cuando Cristo dejó la tierra, demostró que había triunfado sobre todo el universo y preparado el terreno para habitar en su iglesia en todo el mundo por medio de su Espíritu. [p 165] Pablo vio en la obra de Cristo un cumplimiento del Salmo 68:18 que los judíos siempre leían en el día de Pentecostés. Sin embargo, lo citó con una variante significativa. El Salmo dice: “Tomaste dones para los hombres”; en cambio, él lo citó: “y dio dones a los hombres”. El Salmo está describiendo al Dios de Israel delante de su pueblo en el desierto (8), infligiendo una aplastante derrota a los enemigos (2), quienes se transformaron en sus tributarios. El apóstol vio una dimensión más allá del texto, y señaló cómo se completaba el ciclo de la redención con la llegada al cielo del Jesús victorioso (He. 2:14). De manera que “tomaste dones para los hombres” dicho en otras palabras sería: “Has recibido recompensas de tu Padre para los redimidos”. Pero antes que todo esto ocurriera, con el desfile triunfal de los derrotados se había producido la devolución de todo lo que el enemigo había conquistado cuando le arrebató la autoridad a Adán y a Eva en el Edén. El Señor reconquistó toda autoridad (Mt. 28:19) al derrotarlo en su propio terreno (Col. 2:15).3 Cuando Cristo murió y resucitó, se cumplieron muchas Escrituras, entre ellas No dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu santo vea corrupción.4 Es este descenso y posterior ascenso del Hades que algunos teólogos han tomado como base para sostener que los cautivos son los santos del Antiguo Testamento que murieron sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos y creyéndolo … (He. 11:13–16), y que Cristo con su autoridad los sacó de ese lugar para llevarlos con él al cielo. Es un pasaje difícil, y aunque esta explicación tendría cierta coherencia, dejamos que cada lector forme su propia opinión. Lo importante es admirar el triunfo del Señor Jesús. (i) El que descendió (10a). La frase “había descendido primero a las partes más bajas de la tierra” contradice la teoría sobre la diferencia entre Jesús y Cristo que comenzaba a insinuarse entre los griegos, que ya los judíos habían sostenido (Hch. 9:20; 17:3; 18:5, 28). El Jesús muerto era la misma persona que el Cristo resucitado. Podría referirse a tres lugares: (a) Al seno materno. Leemos en el Sal. 139:15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. (b) A una simple comparación de extremos. Cuando Pablo utilizó las expresiones opuestas “alto” y “bajo”, se podría referir al contraste entre la santidad celestial y la corrupción de [p 166] la que Cristo vino a salvar a los pecadores (1 P. 3:18) (comp. Sal. 88:7; Lm. 3:55).

3

El ejemplo de Débora, juez de Israel, nos puede ayudar porque para ella llevar cautivo al enemigo (Jue. 5:12) era también liberar a quienes previamente habían sido apresados por él. 4 Sal. 16:10 y comp. Hch. 2:27, 31.

(c) Al lugar donde van los muertos. Seol (hebreo) y Hades (griego) son los lugares profundos reservados para los muertos.5 En Ez. 26:20 este lugar está relacionado con el sepulcro: Te haré descender con los que descienden al sepulcro … y te pondré en las profundidades de la tierra … (comp. 32:18, 24). En cambio Del estruendo de su caída hice temblar a las naciones, cuando las hice descender al Seol con todos los que descienden a la sepultura … (Ez. 31:16) parece referirse a la morada del alma con sus tristezas y consuelos. ¿A cuál de las tres posibilidades se refiere nuestro texto? Posiblemente a las tres porque el misterio de la encarnación del Dios eterno es insondable (1 Ti. 3:16). (ii) El mismo que también subió por encima de todos (10b). Este pasaje se refiere a lo que hizo Cristo con el propósito de “llenarlo todo”, es decir que todo el universo esté permeado con su presencia. Posiblemente “sobre todos los cielos” tenga cierta relación con 2 Co. 12:2 donde, hay una referencia al cielo de Dios, que es el “tercer cielo”. Para volver al lugar de donde había salido6 pasó a través del cielo de las aves (atmosférico)7 y el cielo de los astros.8 Cristo “traspasó los cielos” (He. 4:14) y “hecho más sublime que los cielos” (7:26) se “sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos (8:1). (iii) Para llenarlo todo (10c). Esta es una expresión de honor con la cual Pablo quiso destacar el objetivo final de lo que Cristo realizó. La plenitud de Cristo puede llenar todo el universo y gobernar en todos los ambientes porque todo está sujeto a él. c.

Los dones: y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros. (11) Aquí los dones son personas que ejercen distintas funciones de un modo general. (En cambio en 1 Co. 12:4–6 los dones son facultades otorgadas por el Espíritu a los miembros del cuerpo Para que puedan vivir la victoria del Señor Jesús.) Estos “hombres dones” tienen [p 167] ministerios específicos para equipar a los miembros del cuerpo. Este pasaje se diferencia de las otras listas de dones por no tener en vista los dones individuales para cada creyente, sino los dones de los líderes en todo el cuerpo.9 (i) Apóstoles: El original apostolos significa “uno enviado” cuya misión específica requería dedicación y posterior rendición de cuentas. No sólo actuaba como mensajero sino también como delegado del que lo enviaba (Lc. 6:13; He. 3:1). En un principio los apóstoles eran “los doce”, elegidos por Jesús para estar con él y ser enviados a predicar (Mr. 3:13–14).10 Estos hombres son los que después de la resurrección del Señor Jesús se transformaron en “testigos” de ese acontecimiento y predicaron con poder acerca del cumplimiento de las Escrituras.11 Por la forma singular de su llamamiento (Hch. 9), su contacto con el Señor Jesús (1 Co. 9:1–2), el mensaje directo recibido para predicar (Hch. 26:15–18; Gá. 1:16) y los

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Sal. 9:17; 55:15; Pr. 1:12; Is. 14:9; etc. El llamado tercer cielo, Jn. 3:13, 31. 7 El llamado primer cielo, Mt. 6:26; Hch. 10:12. 8 El también llamado segundo cielo, Mr. 13:25, 31. 9 Ro. 12:7–8; 1 Co. 12:4–10, 27–28; 1 P. 4:10–11. 10 En Mt. 10, donde se menciona por primera vez a los “doce discípulos” como los “doce apóstoles”, están también registradas las características específicas del apóstol. 11 Hch. 2:32; 3:15; etc. 6

poderes especiales de apóstol con que Dios ungió su ministerio, Pablo con todo derecho se consideraba “apóstol de Jesucristo” (Gá. 1:1; Ef. 1:1; Col. 1:1).12 Los apóstoles tenían una función específica en el propósito de Dios. Habían sido llamados para colocar el fundamento de la iglesia (Ef. 2:20) de acuerdo con la revelación que habían recibido (3:5). Recibieron revelación directa del Señor de las verdades que impartieron, que los santos conocían como “la enseñanza (doctrina) de los apóstoles” (Hch. 2:42) y Dios los aprobaba con prodigios y milagros (He. 2:4). Todo intento de reproducir ese ministerio en la iglesia actual es vano, y muy pronto caerá en la herejía. No descartamos que la iglesia de hoy tenga sus enviados al mundo que, tal como los enviados por iglesias o personas en el Nuevo Testamento, podrían incluirse en el término griego apostolos (Hch. 15:27; 11:11). Pero los tales no están al mismo nivel que los doce o que Pablo, aunque posean un llamado misionero de evidente unción. Aquéllos fueron los fundamentos; éstos son la extensión. Aquéllos fueron apóstoles de Jesucristo; éstos, de la iglesia. [p 168] (ii) Profetas. Pablo no se refería a los profetas del Antiguo Testamento sino a un grupo de personas que junto con los apóstoles recibieron y transmitieron las revelaciones de Dios (2:20; 3:5). El profeta tenía un ministerio muy amplio relacionado algunas veces con las circunstancias13 y otras con las necesidades espirituales de las personas donde residían,14 y tenía que conocer tanto el mensaje de Dios que recibía (Hch. 18:9–10) como también el momento para impartirlo. Para certificar que el mensaje fuera auténtico tenía que ser juzgado por otros profetas presentes (1 Co. 14:29) que tenían la misma comunicación o podían distinguir cuándo era genuino lo que el profeta decía. La misión de los profetas estaba dividida por lo menos en dos partes principales: predicción y aplicación (1 Co. 14:3). Aunque Dios puede dar mensajes cuando en su soberanía lo desee, la revelación para la iglesia concluyó con el Nuevo Testamento. Ahora no debemos agregar revelación sino estudiar las Escrituras anhelando que el Espíritu nos ilumine (1 Co. 2:13). Con respecto a la aplicación del mensaje, queda aún el ministerio de “edificación, exhortación y consolación”, que dada la situación en que vive la iglesia, se convierte frecuentemente en una severa denuncia del pecado y la corrupción, como en los días de Martín Lutero o Juan Wesley. (iii) Evangelistas. Aunque todos los creyentes deben testificar de cómo el evangelio cambió sus vidas (Jn. 4:42; 1 Ts. 1:5–8), sólo algunos poseen el don de evangelista. La palabra euangelistês significa literalmente “mensajero de lo bueno”, y explica cuál es el ministerio por excelencia de un predicador del evangelio (Hch. 21:8). El evangelista necesita demostrar: (a) pasión consumidora por los perdidos; (b) mensaje concreto basado en la persona y obra del Señor Jesús y (c) poder en la exposición del mensaje, siguiendo el modelo de los predicadores de la iglesia primitiva. Los oyentes en Pentecostés “fueron compungidos de corazón” (Hch. 2:37). En Galacia Pablo y Bernabé “predicaron de tal manera” (Hch. 14:1) que muchos se convir12

Encontramos también que algunos de los apóstoles que estaban con él—Bernabé (Hch. 14:14), Silas y Timoteo (1 Ts. 2:6) o algún otro ayudador (Ro. 16:7)—fueron denominados apóstoles, pero eran apóstoles enviados por la iglesia y no directamente por el Señor. 13 Hch. 11:27–28; 21:10–11. 14 Hch. 21:9.

tieron al Señor (comp. 1 Ts. 1:5; 2:2). Si bien no aspiraban a cifras determinadas, tenían la expectativa de que después del mensaje, muchos seguirían a Jesús. “La obra de evangelista” (2 Ti. 4:5) no se circunscribió a la proclamación [p 169] del mensaje, sino que se extendió al discipulado y confirmación de los nuevos creyentes (Hch. 14:21–22) hasta que la iglesia estuviera sólidamente constituida (Hch. 14:23–24). (iv) Pastores y maestros. Estos dos capacidades están unidas por un mismo artículo en el texto original, por lo que entendemos que se trata de un mismo don con dos modos distintos de expresarse.15 Es evidente que Pablo veía a los “pastores y maestros” como continuadores de la obra del evangelista, febrilmente ocupados en el crecimiento del cuerpo de Cristo tanto en su faz local (1 Co. 12:27), como en lo general (Col. 1:24; 2:19). Estos hermanos se destocan por su amor a la palabra de Dios y a las ovejas. Las obligaciones principales de este don son: (a) Proteger. En la Biblia aprendemos que los pastores de Israel se arriesgaban por cuidar el rebaño.16 También el Señor Jesús habló del lobo en asecho para despedazar a las ovejas y la actitud dei asalariado “de quien no son propias las ovejas” (Jn. 10:12), en oposición al pastor que “da su vida por las ovejas”. Pablo había advertido a los efesios que vendrían fieras (falsos maestros) con el fin de desbaratar lo que estaba fundado (Hch. 20:28–31) y que por lo tanto los creyentes debían vigilar. (b) Presidir. Una vez más el Antiguo Testamento provee ilustración mostrando a Dios, quien preside su rebaño (Sal. 23:1–2), encamina las ovejas por las praderas verdes y lleva “a los corderos en los brazos” (Is. 40:11). Es este modelo de pastor que Pablo captó y mostró a los hermanos. (c) Alimentar. Los pastores de Israel tenían que alimentar a su pueblo con ciencia e inteligencia (Jer. 3:15). Tenían que saber por dónde llevar al rebaño para su nutrición (Jer. 10:21; 23:1; 25:35–37; etc). Dos términos se utilizan en el Nuevo Testamento para describir la responsabilidad pastoral. El primero es boskô que significa alimentar, proveer nutrición en forma física o literal (Mr. 5:14) o como ministro de Dios (Jn. 21:15, 17). El segundo término utilizado es poimainô donde además de lo anterior está incluida la [p 170] autoridad para discipular, restaurar y toda una profunda labor para fortalecer el bienestar de las ovejas. Es precisamente esa palabra que utiliza Pablo en el texto que estudiamos.17 (Bosquejo luego del comentario a 4:15.) d.

[p 171] Los santos: a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (12). El cuerpo necesita saber cuál es el propósito de Dios para sus miembros. Era responsabilidad de los ministros dar a conocer ese plan. El Espíritu que creaba los dones en “cada uno”, era también el encargado de hacer conocer al evangelista y al pastormaestro cómo enseñar a los miembros para que se desarrollaran. Lo primero que distinguimos es que ninguno de estos dones principales haría “la obra del ministerio”, sino que debía preparar a los miembros para que la hicieran. Debemos, entonces, considerar más detenidamente la persona del enseñador: 15

Hay quienes piensan que son dos dones completamente distintos, especialmente al estudiar la manera en que Pablo explicó los trabajos pastorales a Timoteo. 16 Enfrentaban lobos, mataban leones, descuartizaban osos (1 S. 17:34–37). 17 El Señor le encomendó a Pedro esa tarea (Jn. 21:16), y mucho tiempo después Pedro instó a los ancianos de las iglesias de Asia que apacentaran la grey de Dios (1 P. 5:2).

Primero: El ministro como modelo. El ministerio de “perfeccionar a los santos” es ante todo una pasión por hacer que los miembros encarnen el estilo de vida de Cristo, que el mismo ministro ya vive (Fil. 4:9). Cristo había modificado la mente y la conducta de Pablo hasta convertirlo en una bendición para los creyentes. Para el perfeccionamiento de los santos la manera de vivir de Pablo debía ser tal que los creyentes vieran el ejemplo de la conducta a la cual los estaba conduciendo. Teniendo el modelo delante (Fil. 4:11; Col. 1:7; 1 Ts. 4:9; etc) las cosas resultarían más fáciles porque siguiéndolo a él, cumplirían con las normas de Jesucristo (1 P. 2:21). Segundo: El objetivo visto con claridad. Enseñar era preparar a los santos para que descubrieran y desarrollaran sus dones. Pablo sabía con precisión lo que hacía y ahora les indicaba a los enseñadores de Efeso cómo trabajar. (i) Perfeccionar a los santos. El término “perfeccionar” tanto en su forma de adjetivo como de verbo, significa: preparar, ajustar para la actividad, completar, poner en orden, restaurar. Por los contextos tan distintos en que aparece en el Nuevo Testamento, advertimos que es una expresión muy rica en significado. [p 172] En su forma más simple el adjetivo griego ártios es la raíz de nuestras palabras castellanas “artesano” y “artífice” (crear o formar con las manos), y proporciona la idea de componer, organizar, dimensionar, etc. En 2 Ti. 3:17 la herramienta para este trabajo fue y es la palabra de Dios. En el texto de Efesios Pablo utilizó el sustantivo katartismós que es una forma reforzada del anterior. Estudiemos so significado teniendo en cuenta principalmente el orden en que aparecen en el Nuevo Testamento. La primera mención del verbo katartizô está en Mt. 4:21 cuando el Señor Jesús vio a Jacobo y Juan “remendando las redes” y los llamó. Para los efesios significaba repasar sus móviles de trabajo, verificar con cuidado lo que realizaban en su búsqueda de los pecadores, determinar las causas por las que “sus redes se rompían” y aprender a repararlas para no trabajar en vano. Necesitamos aprender a reparar las falencias en los métodos, planes y procedimientos evangelizadores. ¿Dónde están los “agujeros” ? ¿Cuál es el miembro que afecta la unidad? ¿Dónde está la “piedra” que aparte de romper la red la hizo pesada? ¿Cuál la “basura” que es necesario lavar?1 Esta es una tarea cotidiana que Dios puso sobre los hombros de los evangelistas y pastoresmaestros en su misión de perfeccionar a los santos. La segunda mención del verbo es de la boca de los niños y de los que maman, perfeccionaste la alabanza (Mt. 21:16). El incidente de los fariseos contra los niños era un absurdo. Los niños eran los portadores de la alabanza deseada por Dios, pero que no respondía a la liturgia del templo. Aquí “perfeccionar” significa legitimar, purificar, autenticar, etc., y Dios vio en los niños lo que estaba ausente de los fariseos. Una de las cosas que Pablo quería que los efesios tuvieran bien presente era “la alabanza de la gloria de su gracia” (1:6). Los ministros de la iglesia tenían que recrear en el cuerpo de Cristo una genuina y verdadera adoración a Dios (Fil. 1:11). En el presente debemos liberar a la alabanza de reglas que la ahogan y dejarla operar en todos los momentos de nuestra vida (1 P. 1:7; 2:14; Hch. 2:47; 16:25). Una tercera mención es El discípulo no es superior a su maestro: mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro (Lc. 6:40). El contexto es una descripción de las falencias de los maestros de los días de Jesús. Con la parábola de las 1

Lc. 5:2 y comp. 2 Co. 7:1; 1 Co. 7:6–7.

casas edificadas sobre arena o roca, Cristo diferencia entre un maestro precario y un discípulo perfeccionado (vv. 47–49). Pablo se refería a este progreso en el conocimiento cuando escribió: Aún oramos por vuestra perfección (2 Co. 13:9). A fin de crear entre los hermanos un anhelo de crecer y de no [p 173] estar satisfechos con lo que sabían les escribió: Tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz (1 Co. 13:11). Esto misimo nos introduce a la cuarta mención, que es el sentido que Pablo dio a la expresión. PERFECCIONAR EN EL SENTIR DE PABLO Proveer con lo necesario

como un Padre

1 Ts. 3:10

Sanar las coyunturas y tejidos

como un médico

1 Co. 1:10

Reparar o restaurar a una posición

como un constructor

Gá. 6:1

Alimentar para el crecimiento homogéneo

como un pastor

Ef. 4:12

En todos estos casos Pablo enseñó a los hermanos un aspecto del carácter del restaurador que haría posible el funcionamiento armónico del cuerpo. Estos ejemplos demuestran que el perfeccionamiento de los santos es una labor larga, paciente y constante de reparación y restauración (He. 13:21) hasta que los miembros del cuerpo de Cristo comiencen a vivir una vida de adultez (comp. 1 Co. 4:21). (ii) para la obra del ministerio. El perfeccionamiento de los santos transformaba paulatinamente a la iglesia en un cuerpo viviente que se iba compenetrando de la mente de Cristo. ¿Cómo era Cristo? Manso y humilde de corazón. Además era servicial porque había venido para servir. Así también tenía que ser el cuerpo (1 Jn. 3:16). Las características de la Cabeza se iban imprimiendo en el cuerpo hasta formar el carácter de Dios. Es la atmósfera previa al Surgimiento de los dones que cada uno podría compartir con [p 174] su hermano (1 P. 4:10). El ministerio (gr. diakonía) entre los santos incluía una infinidad de servicios mutuos.2 (iii) para la edificación del cuerpo de Cristo. Despertar los dones y ejercitarlos era para Pablo la manera más eficaz de aprovechar la enseñanza de los ministros. Aprender y no servir era egoísmo, y servir sin aprender era rutinario y paralizante. En cambio, las dos cosas juntas eran lo ideal porque el propósito de la Cabeza fluía al cuerpo produciendo el desarrollo de Dios (Ro. 15:2; 1 Co. 14:4). e.

El designio: hasta que todas lleguemos a la unidad de la fe, y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (13)

2

Epafras servía a los colosenses orando para que estuvieran “firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Col. 4:12); en cambio Tíquico lo hacía llevando consuelo a los efesios (Ef. 6:11). Pablo mismo recordaba a la casa de Estéfanas (1 Co. 16:15) que se dedicaba al servicio de los santos, a Timoteo (1 Ti. 4:6) que peleaba la batalla y les enseñaba a vivir en santidad, etc. (comp. 2 Ti. 4:11; Flm. 13.)

Así como en los versículos anteriores Pablo les había enseñado que la unidad debía expresarse en la diversidad, ahora la diversidad debía explicar la unidad. El funcionamiento de los dones, la maduración o perfeccionamiento de los santos, las labores del servicio entre los miembros de la iglesia son todas actividades en diversidad que tienen como primera meta alcanzar la unidad para la gloria de Dios. Este era el verdadero ejercicio del Espíritu para el desarrollo de la vida del cuerpo. Pablo comenzó a hablar en primera persona: “Hasta que todos lleguemos”, incluyéndose en el compromiso. No lo hizo por razones de ética o de estilo idiomático sino como una parte definitiva del propósito de Dios (comp. Fil. 3:13). La iglesia había comenzado a crecer como un niño pequeño, sin detenerse. Todos los creyentes formaban parte del cuerpo en el cual cada uno ocupaba su lugar y de esa forma seguía creciendo hasta la perfección. Por el uso de la fe (4:5) debía producirse en los creyentes el “conocimiento” cada vez más profundo del Hijo de Dios (Col. 3:10). El ejercicio de los dones y el desarrollo del ministerio cumplen con el objetivo de alcanzar el “varón perfecto”, que podría significar alguien maduro en edad (comp. Jn. 9:21) o alguien que ha alcanzado su estatura total. La expresión a la “medida de la estatura de la plenitud de Cristo” parecería indicar el deseo de Dios de que los creyentes llegaran a un completo desarrollo espiritual. Esto se lograría por la unidad [p 175] doctrinal (3–6), la diversidad de los dones (7), la precisión de la enseñanza (12), el ejercicio de los miembros (13), el desarrollo de la fe y el conocimiento hasta llegar a la madurez. LA UNIDAD A LA CUAL DIOS NOS HA LLAMADO UNIDAD ETNICA (2:14– 18)

UNIDAD TEOLOGICA (4:3–6)

UNIDAD EXPERIMENTAL (4:12–13)

Por medio de la cruz de Cristo

Por medio del Espíritu Santo

Por medio de sus dones

La entrada de judíos y gentiles a un mismo Padre

La comunión de todos los miembros por un mismo Señor

La maduración de todos los santos por la actividad de un mismo Espíritu

Verbo clave: Reconciliar

Verbo clave: Guardar

Verbo clave: Perfeccionar (equipar)

f. El testimonio: 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo El testimonio del cuerpo maduro está compuesto por la parte negativa—lo que no había que hacer (14)—y la positiva—lo que había que encarar (15). Con respecto a la primera, en el hombre maduro que había experimentado la unidad de la fe y del conocimiento, existía seguridad y convicción en medio de las distintas corrientes de opinión e interpretación. En los embates podía apreciar el verdadero valor de lo que había aprendido y la diferencia entre la niñez espiritual y la madurez alcanzada a través de la enseñanza y el servicio.

Los niños se caracterizan por tener conceptos desarraigados y luchar defendiendo asuntos de poco valor o circunstanciales. Cuando son pequeñitos luchan sin saber la razón (comp. 1 Co. 3:1), [p 176] piensan sin profundidad (1 Co. 13:11) y necesitan ser conducidos (Gá. 4:1, 2) porque no saben adónde van. El niño fluctúa porque es “inexperto” (He. 5:13), y se parece a un buque sin timón en medio del mar embravecido. Los efesios, además, estaban siendo sacudidos por la inestabilidad que produce la desunión. Mientras que el conocimiento del Hijo de Dios aplicado a la fe producía unidad, lo contrario era disipación, descomposición y desconcierto. Y otro inconveniente que agudizaba la situación era la astucia empleada por los hombres con artimañas de error. En todo esto jugó un papel importante la estratagema, (en el original kybeia, “cubo” para jugar con los dados) que parecería referirse a la velocidad del jugador y determinadas acciones para engañar a su rival. Pablo vio en esto una semejanza con las tácticas de los traficantes de la fe (Col. 2:8), que con facilidad conquistarían a los “niños” pero no al “hombre maduro”. La astucia es un arma diabólica muy potente. La usó la serpiente contra Eva, y con excelentes resultados (2 Co. 11:3).3 Con respecto a la actitud positiva, los efesios tenían que conducirse como un “hombre maduro” mediante dos experiencias: (i) Según la verdad en amor. Esta era una manera segura de conducta, contraria a las marchas y contramarchas de los niños. Para seguir la verdad tenían que andar en ella, que era lo mismo que vivir “en Cristo”.4 Los efesios estaban expuestos al desastre espiritual en razón de las artimañas del error que pugnaban por destruir el trabajo del evangelio. Así también nos ocurre ahora, de modo que necesitamos entrenarnos en el amor para exhibir la verdad (Fil. 1:15) como medio para andar en la verdad (2 Jn. 4). El verbo aletheuo, en nuestra versión traducido “siguiendo la verdad”, significa que el baluarte de la verdad está dentro de la comunidad de los santos. Los efesios habían comenzado a mezclar el señorío de la Cabeza con otros, y trastabillaban en su conducta. No tenían necesidad de buscar la verdad sino de vivirla. Debido al peligro constante de ser sectarios, duros y manipuladores, el apóstol les recordó el método: “la verdad en amor”. La verdad por sí sola se presta a la censura o la condena; el amor por sí solo puede olvidar la verdad. Ambos parecen [p 177] “ayudarse” mutuamente para integrar un estilo de vida, que era lo que Pablo les enseñaba a los efesios (4:15).5 (ii) Crecer en todo en aquel que es la Cabeza. En el nombre del Señor poseemos el eslabón de conexión entre la unidad individual y la unidad del cuerpo. De ahí que aunque el “varón” sea “maduro”, necesitará tener el testimonio propio de la madurez (2 Ts. 1:3; 2 P. 3:18). LAS LABORES DE LA IGLESIA 4:1–16 (parte III) Actividad (7–15) a.

La dádiva (7)

b.

La cabeza (8–10)

i.

El que descendió (10a) 3

Comp. Lc. 20:22–23; 2 Co. 4:2. Comp. Jn. 18:37; 1 Jn. 2:21. 5 Quizás los que mejor definieron la expresión fueron los enemigos del Señor al decirle: “Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres” (Mt. 22:16), porque aunque se rehusaban seguirle, conocían como pocos las características y cualidades de la verdad (comp. Jn. 3:33). 4

ii.

El mismo que subió (10b)

iii.

Para llenarlo todo (10c)

c.

Los dones (11)

i.

Apóstoles

ii.

Profetas

iii.

Evangelistas

iv.

Pastores y maestros

d.

Los santos (12)

—El ministro como modelo —El objetivo i.

Perfeccionar a los santos

ii.

Para la obra del ministerio

iii.

Para edificación

e.

El designio (13)

f.

El testimonio (14–15)

i.

Según la verdad en amor

ii.

Crecer en todo

[p 178] Pablo no les proponía, una unión que, nacida en el claustro, sirviera sólo para unos pocos que pensaran lo mismo. Al contrario, tal como aparece en el diagrama anterior era una esencia espiritual que puesta en actividad con avidez podría llegar “a la unidad de la fe” (Ef. 4:21; 3 Jn. 3). E.

[p 179] COMUNION (4:16): 16

de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. Como cada miembro había aprendido a ocupar su lugar, y a vivir la “verdad en amor”, Pablo ve a los efesios como una planta que crece o un cuerpo que se desarrolla. La comunión lograda por el crecimiento armónico de cada miembro es sólida, dinámica y creativa. El perfeccionamiento del cuerpo es progresivo a partir de su relación

vital con la Cabeza (15). La tarea consistía en lograr que el cuerpo alcanzara una mejor relación con Cristo, para que él fuera visto por medio del cuerpo. El crecimiento que satisface es “en todo”, o sea en todas aquellas cosas en las cuales el cristiano debe avanzar. De modo que el aislamiento, más que ninguna otra cosa, es un síntoma de atrofia o empequeñecimiento, y una peligrosa desconexión de la Cabeza (Jn. 15:4–5). a.

La cabeza es el centro del sistema:… crezcamos en aquel … de quien todo … Los dones son para honrarle (7–11), la enseñanza para conocerle (12–13) y la conducta para alcanzarle (14–15). La primera fase de nuestro crecimiento es “hacia Cristo”. Crecemos, el ciclo comienza y volvemos a buscar más de Cristo.

b.

La unidad caracteriza la diversidad: todo el cuerpo bien concertado y unido entre sí … Procediendo de Cristo, la unidad de “todo” el cuerpo se convierte en una increíble pero admirable realidad, por la sujeción [p 180] existente y el cumplimiento cuidadoso de cada función. Pablo volvió a recurrir a la metáfora del cuerpo que ya había explicado a los corintios (1 Co. 12:12–13). El énfasis sobre “todo el cuerpo” nos enseña a no separar a los hermanos por razones personales. Es continuar el crecimiento “hacia” Cristo (2 Ts. 1:3) que había comenzado con el trabajo de los enseñadores (13).

c.

La actividad necesita de todo el sistema: bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente. Por ser un cuerpo la iglesia tiene características muy singulares. Cuanto más se mueve mejor funciona. Pero para que no haya dolor necesita estar “bien concertado”,1 que era la combinación espiritual de la autonomía con la dependencia. Siendo ésta la manera en que se expresa el señorío de Cristo, no es extraño que el enemigo utilice todo tipo de estratagema para debilitar las coyunturas y anular el funcionamiento de los miembros. La articulación significa flexibilidad y entendimiento unos con otros (Col. 2:13, 16). Significa también haber rechazado las filosofías generadas por la mente, para aceptar sin vacilar las directivas de la Cabeza (Col. 2:19).

d.

La Cabeza robustece al organismo armónico: recibe su crecimiento paro ir edificándose en amor. Por extraña que parezca esta frase, la articulación de los miembros que robustece la estructura del cuerpo, también lo prepara para “recibir crecimiento” (gr. epichorëgeo— suministro). Esto constantemente enriquece y fortalece al organismo. Dicho “suministro” muestra la obra constante del Espíritu (Gá. 3:5), nutriendo y enriqueciendo a los miembros tanto en forma individual (Fil. 1:19) como colectiva (1 P. 4:11), para que crezcan “en amor”, es decir, “en Cristo” (ver diagrama en página siguiente).

LAS LABORES DE LA IGLESIA 4:7–16 (parte IV) Comunión (16) a.

La Cabeza es el centro del sistema

b.

La unidad caracteriza la diversidad

c.

La actividad necesita de todo el sistema 1

Este término lo consideramos en 2:21.

d.

La Cabeza robustece al organismo armónico[p 181]

[p 182] [p 183]

2. El andar en el mundo 4:17–6:9

La iglesia, como comunidad transformadora, está llamada a transmitir el modelo de experiencia espiritual del reino de Dios. La sujeción a Dios es un hecho desconocido en el mundo, que está sujeto al poder de Satanás. La comunidad de la fe es un pueblo con otro modo de ser, un nuevo sentir acerca de la corrupción, y una original manera de sustanciar el futuro. Es una comunidad totalmente diferente con otra vida, otro poder y otra manera de compartir la verdad. El “cuerpo de Cristo” es singular porque posee la vida de Dios—lo único capaz de producir cambios en nosotros y en la sociedad. La iglesia es una luz refulgente en medio de las tinieblas (5:6–8). El enemigo, por otra parte, ha ordenado su reino en la mentira, el odio, la desunión, la rebeldía y cuanta otra cosa se oponga a la voluntad de Dios. En consecuencia, lo que consideraremos ahora es de vital importancia para establecer nuevamente la autoridad de Dios. Pablo vuelve a referirse al modo de conducta que había comenzado a exponer en 4:1. —La conducta personal— En Ro. 6 y 7 se indica la tendencia humana de obedecer al pecado. Aquí Pablo explica de qué modo el pecado quería operar en los creyentes, luchando para quebrar la legítima relación establecida con Cristo. A.

[p 184] LA LUCHA POR LA MENTE (4:17–19) 17

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

“Digo y requiero en el Señor” significaba que tenía algo importante para advertirles. Era como decir: “De acuerdo con lo que hemos visto, les advierto y testifico con la autoridad del Señor”, o bien “Llamo al Señor como testigo de la advertencia que les voy a hacer” (comp. Gá. 5:3; Ro. 1:9; Fil. 1:8). Pablo invoca la presencia del Señor, y los efesios debían reconocer que Dios estaba hablando a través de su siervo.1 El apóstol les prevenía que debía notarse la diferencia entre ellos y “los otros gentiles”. La forma exterior representa el ser interior, así que andar como los demás gentiles denotaba un problema espiritual profundo. Vimos que andar (4:1) es la calidad de conducta que dicta la mente (2:2). Si la mente es vana y hueca para Dios, la intención espiritual actúa sin sentido y sin gobierno (comp. Ro. 7:23, 25; 8:20). Es como vivir para la nada, y pensar que ése es el destino propuesto. (Ec. 1:1–4) “Los otros gentiles” habían perdido de vista el verdadero objetivo y se habían conducido como errabundos y corruptos (Ro. 1:21–32). Este vil modo de pensar provocó en las mentes tres trágicos resultados iniciales: a.

Teniendo el entendimiento entenebrecido (18a, b) Por tener los sentimientos atados al mal, los gentiles vivían pasiones desordenadas y eran como ciegos en profunda oscuridad, sin discemimiento (Hch. 26:18) (comp. 1 Jn. 2:8, 9) en medio de las fuerzas de la iniquidad (Ef. 6:12; Col. 1:13). Con la expresión “ajenos de la vida de Dios”, Pablo describió brevemente la distancia existente entre el Señor y el reino de las tinieblas (2:12).

b.

Por la dureza de su corazón (18c) El apóstol atribuyó el distanciamiento para con Dios a la ignorancia resultado de la “dureza de sus corazones.” No era ignorancia [p 185] por falta de información sino por resistencia al saber, en este caso al conocimiento de Dios. Creían que lo que conocían era mejor que lo que podían recibir, y lo rechazaron. “Dureza” era insensibilidad a los propósitos divinos, tal como había ocurrido con los doce cuando el Señor estaba en el mundo (Mr. 6:52; 8:17). Dios no había debilitado su intelecto sino que ellos habían elegido no seguir las indicaciones del Señor. El término “dureza”2 demuestra cómo las personas pueden controlar su propia voluntad aturdiendo y oscureciendo el entendimiento.

c.

Perdieron toda sensibilidad (19) Como resultado del endurecimiento del corazón, quitaron los frenos y comenzaron una carrera alocada en el sendero del mal. Perder la sensibilidad es muy grave porque uno no siente las variaciones de temperatura ni el dolor ni ninguna otra acción en contra del organismo. Es como la piel callosa que no siente las pinchaduras o golpes que recibe. Tal era la reacción de los efesios gentiles a los numerosos llamados del Espíritu Santo (comp. Ro. 1:28–32). Por propia voluntad se habían entregado a toda clase de inmoralidad, y Dios respondió afirmativamente a sus deseos entregándoles al tipo de vida que buscaron (Ro. 1:24, 26, 28). Habían elegido su propia suerte, y Dios les había dado su merecido.

1 2

Comp. 1 Ti. 5:21; 2 Ti. 2:14; 4:1. Mr. 3:5; Ro. 11:25.

Lascivia (gr. aselgeía) significa excesos de todo tipo con ausencia de restricciones en la práctica del mal, incluyendo toda clase de indecencia o perversión.3 El diablo trabajaba con tesón para que los gentiles perdieran la noción de la verdad, y los degradaba a niveles más bajos que cualquier animal. LA LUCHA POR LA MENTE 4:17–19 a.

El entendimiento entenebrecido (18a, b)

b.

Por la dureza del corazón (18c)

c.

Perdieron toda sensibilidad (19)

B.

[p 186] LOS CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA (4:20–24) 20

Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Pablo inició el contraste entre los gentiles y los creyentes recordándoles que Cristo era el instructor ademá de ser la Cabeza y el suministro. “No habéis aprendido así a Cristo” quería decir que los efesios habían conocido el oficio de Cristo, su actividad, y su relación con Dios y con los hombres. Cuando Jesús le dijo a Felipe: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Jn. 14:9), quiso indicar la identidad existente entre él y Dios. Conocerle era percibir que la vida de Cristo era la verdadera manifestación del Padre, cuya naturaleza y voluntad sólo se podían discernir por los actos y palabras del Hijo. Estar “en Cristo” no era para Pablo únicamente una posición, sino además una búsqueda constante de victoria. “Aprender” tiene en el griego la misma raíz que discipular, y en este caso significa acrecentar el conocimiento por la aplicación del poder de la resurrección.4 Aprender a Cristo era percibir su voz y asimilar sus enseñanzas hasta conocer, sentir y vivir la nueva vida que tenían en su interior. Por lo que dice el v. 20, oír y aprender eran condiciones indispensables para quitar a los otros amos que pugnaban por hallar un lugar en sus corazones. a.

El centro de la nueva vida: la verdad que está en Jesús (21). Los efesios conocían el mensaje del evangelio, pero tenían que reubicar al Señor Jesús (5:8). No sólo debían conocer la teoría sino vivir su contenido. Dado el entorno de aquellos días y las doctrinas que se agolpaban sobre ellos, al confirmar que la verdad estaba en Jesús (Jn. 8:32; 2 Co. 11:10) se destruían todas las artimañas filosóficas que querían desviarlos (comp. 1 Jn. 2:19–20). La misma lección está en vigencia en la actualidad: si la verdad de Cristo ha de brillar, debemos guardar nuestra mente para que Dios ocupe el lugar que le corresponde.

b.

[p 187] El primer paso en la responsabilidad: en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos … (22)

3

Bástenos leer 1 Pedro 4:3 para entender algo de lo que Pablo quería explicar a la familia de Dios en Efeso (comp. 2 Co. 12:21; Gá. 5:19; 2 P. 2:2; Jud. 4). 4

Esta es una experiencia negativa en el camino de la santificación (comp. Gá. 5:24), pero imprescindible para iniciar la trayectoria. “Despojarse” es cortar con las costumbres o hábitos que provienen de la vieja naturaleza (Col. 3:8; Stg. 1:21; 1 P. 2:1). Dios, que les había dado el sentimiento de pecado, también los instaba a tomar decisiones. Para disfrutar la vida en Cristo tenían que despojarse de ciertos prácticas y maneras de vivir y de pensar, porque en ellas estaba la raíz de los deseos engañosos. Pensar mal es desear mal. El “viejo hombre” (Ro. 6:6; Col. 3:9)—la naturaleza heredada de Adán—ya estaba crucificado, pero ahora debían desaparecer los “deseos engañosos”, es decir las tendencias naturales a la avaricia, ambición, amor al placer, incredulidad, orgullo, etc.5 Necesitamos el cuerpo para nuestra vida terrenal de relación, pero debemos mantenerlo limpio de la “vieja levadura” (1 Co. 5:7), que es el pecado que pervierte. c.

La transformación en el modo de pensar: renovaos en el espíritu de vuestra mente (23). El segundo acto propuesto por Pablo era producir una renovación del espíritu de la mente (comp. 2 Co. 4:16). Pablo no pensaba en formas sino en la fuente de la energía. No les ordenó que cambiaran la mente sino “el espíritu de vuestra mente”, que es el manantial de donde emanan las ideas. Cuando David pecó, reconoció que en su mente se habían reunido los pensamientos y las intenciones que lo llevaron al robo, homicidio y adulterio. Al descubrirlo, oró muy entristecido: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí … vuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente (Sal. 51:12). Quería que Dios limpiara su entendimiento. Renovar es hacer de nuevo, es implorar a Dios que transforme a fin de sentir el gozo de la salvación y la pureza de las intenciones (Ro. 12:2). Pablo no les ordenó que cambiaran la mente ya que ésta era la misma con la misma estructura, las mismas emociones y las misma memoria. Lo que debía cambiar era el gobierno.6 El Señor Jesús [p 188] debía tener el control y ellos debían aprender a sujetar a él todo pensamiento, tenían que preguntar si cada cosa que pensaban o hacían estaba de acuerdo con él. Descubrirían la necesidad de confesar sus culpas, viejos resentimientos, astucias o venganzas que estaban en oposición a la nueva vida. Al poner al Señor Jesús en su lugar, la mente comienza a sanarse y a obrar de acuerdo con la voluntad divina. Es por esta razón que no creemos que se trate de un cambio psicológico o exterior sino de fondo. ¿Cómo podían aquellos efesios alterar el “espíritu de la mente” tan acostumbrado a vivir la vida de la carne? En primer lugar, debían creer lo que Dios dice (tal como lo hemos estudiado en el versículo 17): el entendimiento está entenebrecido. No que vive en tinieblas sino que es tinieblas. Para los puros, todas las cosas son puras; pero para los contaminados y faltos de fe, nada es puro, sino que su misma mente y su conciencia están contaminadas. Afirman conocer a Dios, pero lo niegan con sus obras, ya que son abominables y desobedientes e incapaces de realizar obras buenas (Ti. 1:15, 16).

5 6

Gá. 5:19–21; 1 P. 2:1.

Cuando la mente está gobernada por el Espíritu … a) … tiene un mismo sentir con otros en el Señor (Fil. 4:2; 1 Co. 1:10; Ro. 12:16; 2 Co. 13:11). b) … conoce cuál es el objetivo común (Ro. 15:5–6; Hch. 2:46; 1 P. 3:8–9; 4:10–11). c) … no se desvía de su meta (2 Ti. 2:24–26; 2P. 3:17–18 y comp. Fil. 3:13–15; 1 P. 4:7; Mr. 12:30).

Todo eso está incluido al hablar de “mente contaminada” o infiltrada por el pecado. Esa mente necesita limpieza, no reforma, y dicha limpieza no se logra con nuevas ideas sino con la confesión de lo malo y la purificación por la sangre de Cristo (1 Jn. 1:7, 9). Así también nosotros necesitamos la misma restauración y poder para llegar al mismo objetivo: agradar a Dios. d.

El cristiano a la imagen de Dios: vestíos del nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (24) El término griego endyo significa literalmente “entrar” o “introducirse”, que es lo que hacemos al vestirnos: nos metemos dentro de una vestidura—según el pensamiento de aquellos días (comp. 2 Co. 5:2–4). En todos sus actos los miembros del cuerpo deben estar cubiertos por Cristo.7 El “nuevo hombre” era la personificación de la nueva naturaleza, el “hombre interior” (3:16) creado por Dios para “buenas obras”. Así como Dios creó a Adán a su imagen (Gn. 1:27), también produjo la segunda creación a la imagen de Cristo (2 Co. 5:17; Gá. 6:15). Vestirse del nuevo hombre es vivir en el poder de Cristo que habita en nuestro interior (Col 1:27–28). Este vestido se distingue por tres características que Cristo demostró: justicia, santidad y verdad. [p 189] Justicia significa que por el nuevo hombre mostramos nuestra relación con Dios, y comprueba que el hombre fue creado justo, y que la justicia era parte de la imagen de Dios en él.8 Santidad es el resultado inmediato de la justicia. El carácter de Cristo formado en nosotros es santo para que la justicia no sea sólo un acto exterior sino una experiencia en relación con los demás.9 El nuevo hombre es íntegro y piadoso, exento de todos los vicios del paganismo porque tiene que representar a Dios. La verdad es una combinación de la justicia y la santidad. Cristo es la verdad (Jn. 14:6). Vivir la verdad es vivir a Cristo desde la conversión y durante toda la vida cristiana.10 La experiencia de vestirse del nuevo hombre es también la responsabilidad de identificarse con la justicia de Dios (Ro. 3:5), a fin de exaltar la verdad de Cristo (2 Co. 11:10).

LOS CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA 4:20–24 a.

El centro de la nueva vida (21)

b.

El primer paso en la responsabilidad (22)

c.

La transformación en el modo de pensar (23)

d.

El cristiano a la imagen de Dios (24) [p 190] CAMBIO DE CONDUCTA EN Ef. 4

7

Ro. 13:14; Gá. 3:27; Ef. 6:14. El objeto de la obra de Cristo fue restaurar esa imagen y las relaciones existentes antes de la caída. Esta es la nueva creación en Cristo. 9 2 Co. 5:17 y comp. Pr. 2:21; Am. 5:10. 10 Ver 1:13; 4:21; 4:15; 5:9; 6:14. 8

ANTES 4:14 Niños fluctuantes

15 Creciendo en todo … en Cristo

4:17 Vanidad de la mente

21 Conforme a la verdad que está en Jesús

22 Viejo hombre con deseos engañosos

C.

AHORA

24 Nuevo hombre en santidad

4:25 Mentira

4:25 Verdad

4:28 Robo

4:28 Trabajo y generosidad

4:29 Palabra corrompida

4:29 Palabra buena

4:31 Amargura

4:32 Perdón

[p 191] CRISIS EN LAS COSTUMBRES PASADAS (4:25–32) 25

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27ni deis lugar al diablo. 28El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Después de concluir con el comentario general acerca de la expectativa divina, Pablo comenzó a recordarles una serie de normas que debían manifestarse en cada miembro para mantener e incentivar la salud del cuerpo. Inició la serie de recomendaciones usando un término que genéricamente encerraba toda la actividad del viejo hombre. Dejar de lado la mentira y hablar la verdad (25) no se limitaba al lenguaje sino que incluía todo el estilo de vida. Por esta razón utilizó el mismo verbo (apóthesis) que en el v. 22. Habló de desechar, descartar y despojar con el propósito de eliminar la influencia de lo malo (comp. Col. 2:11). En este caso particular se refiere a toda forma de falsedad o práctica engañosa o mal intencionada. El término pseudos, traducido “mentira”, es más que mentira de palabra solamente. Es falsedad en todas sus formas.1 Al cotejar el [p 192] Nuevo Testamento y verificar las distintas maneras en que se lo utiliza,2 comprobamos que estamos en presencia del propósito de engañar y no sólo de un hecho aislado. “Desechar la mentira” era desterrar para siempre toda forma de patraña, embuste, chisme, farsa, fingimiento, hipocresía, simulación, doblez o ficción que pudiera anular la manifestación del nuevo hombre (2 Co. 11:31; Col. 3:9).

1 2

El Señor aplicó este término al diablo en Jn. 8:44. Ver Ro. 1:25; 2 Ts. 2:11; 1 Jn. 2:21, 27.

Vivir el carácter de pseudos era una afrenta a la personalidad de Dios, y por esta razón algo abominable (Pr. 6:16; 12:22). El diablo, que lo sabe, trata de fomentarlo a fin de impedir por cualquier medio la renovación del espíritu de la mente (23). a.

La lengua, principal comunicadora de la mente: hablad verdad cada uno con su prójimo … (25); ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca … (29); quítense de vosotros toda amargura … gritería y maledicencia … (31) Los efesios parecían ignorar las demandas del evangelio y conservaban aún ciertos hábitos paganos. Quienes estaban acostumbrados a vivir en el engaño, no podían decir la verdad ni siquiera jurando. Muchos comerciaban entre sí en forma fraudulenta, y parecían complacidos por esa manera de vivir. Pero naturalmente sentían una lucha interior muy intensa. Estas consideraciones explican la imperiosa necesidad de volver a ubicar a la lengua, principal comunicador de la mente (Stg. 1:26; 3:5–8), bajo la autoridad de la Cabeza. Al desplazar al Señor de su señorío a causa de estas prácticas que obedecían más a la forma de pensar antigua que a la nueva engendrada por el Espíritu, los efesios habían retrocedido en su vida espiritual y habían introducido en la iglesia los mismos hábitos que tenían cuando vivían el modo de vida de los gentiles. Estas cosas cambiaban las palabras santas en una comunicación insidiosa y contaminada3 que Pablo calificó de corrompida (29). El apóstol utilizó el término saprós, que aparece pocas veces en el Nuevo Testamento y quiere decir “podrido”. Se aplica especialmente a las sustancias animales o vegetales en descomposición que contaminan con rapidez todo lo que está en contacto con ellas (Mt. 7:17, 18; 13:48). En Col. 4:6 leemos de la palabra “sazonada con sal”, precisamente para evitar este daño irreparable. Aunque nosotros conocemos mejor que los efesios las cosas de Dios, lo que estudiamos tiene una sorprendente actualidad por la presión mundana que nos rodea. La conversación hueca sobre temas [p 193] intrascendentes (Pr. 23:7) es la puerta por donde ingresa el enemigo.4 Las palabras (Pr. 10:19) comunican las ideas (comp. Mt. 12:36, 37) que luego las manos ejecutan. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, y maledicencia, y toda malicia (31) explica el resultado de la actividad equivocada de las palabras en las mentes ocupadas por el engaño. Enojo (gr. thymos) en este caso es la indignación provocada por la mentira. Ocurre especialmente cuando las palabras hieren la intimidad, algo a lo cual los efesios estaban acostumbrados. Esta alteración descontrolada desemboca en la ira (gr. orgë), que es la condición de la mente herida preparada para la venganza (Stg. 1:19–20 y comp. Ef. 6:4). Las palabras mentirosas son tan provocativas que crean una amargura (gr. pikría) deprimente (Col. 3:19), e irritan cada vez más. Las palabras vuelven a producir mayores heridas que a su vez acrecientan el proceso y lo convierten en un círculo vicioso, humanamente incontenible.5 Nos cuesta comprender que aquellos hermanos necesitaran este tipo de advertencia sobre el mal uso de la lengua. Pero más trabajo nos da reconocer que la amonestación 3

Tit. 1:15–16. 1 Ti. 6:5 y comp. Sal. 141:3. 5 Comp. Hch. 8:23; Ro. 3:14; He. 12:15. 4

es muy pertinente para nosotros (ante todo para el autor). Si no detenemos la lengua a tiempo, nos sucederán cosas peores que a los efesios. Si no utilizamos las armas (2 Co. 10:3–5) para sujetar la lengua al señorío de Cristo, muy pronto llegaremos a la gritería (gr. kraugë) con palabras descontroladas y ajenas a la vida de Cristo, todo producto de la amargura interior. Esta crece a pasos agigantados hasta desembocar en la maledicencia (gr. blasfemia).6 Aunque creamos tener justificativos para usarlo contra los hermanos, este lenguaje injurioso es perverso y de tal gravedad que difama a la Cabeza.7 A pesar de ser difícil de comprender, Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo (26) arroja luz sobre la solución bíblica. Ira en este caso es parorgismós, es decir paroxismo,8 y puede significar reaccionar frente a la provocación a la ira, pero no quedar ahí, sino seguir buscando el origen del agravio y no tardar en llegar a la solución. Es como si Pablo dijera: “Mantened ese disgusto bajo control para la rápida solución”. Enojarse y no pecar presupone [p 194] que las palabras no han producido amargura. La puesta del sol podría referirse no al cambio de día calendario sino a no dejar que el agravio se anide en el corazón, y en su lugar actuar como enseñó el Señor Jesús (Mt. 18:15–20). b.

La mente en las labores de Dios: el que hurtaba, no hurte más … para que tenga qué compartir (28). [La palabra] sea buena para la necesaria edificación (29). Sed benignos, perdonándoos … (32) La segunda serie de exhortaciones comienza con el robo, que seguramente era un modo de vida en Efeso. Los pueblos de todos los tiempos lo han practicado. La corrupción del medio ambiente con frecuencia se filtra en la iglesia, y la sal tiende a desvanecerse. El valernos de lo ajeno para seguir adelante está muy arraigado en nosotros. Por esta razón es sabio ocuparnos del significado de la tajante prohibición No hurte más, sino trabaje. Esto podría ser el punto de partida para una genuina actividad para Dios. (i) La incautación de cosas ajenas. Sea porque tendemos a escatimar lo que es justo (peso, medida, devolución de cosas, Pr. 20:10) o por la tentación de entregar una mercadería inferior (Lv. 19:35–36), en nuestro interior reiteradamente surgen tentaciones al hurto. Quizás no nos hallemos reflejados en este cuadro, pero sí en alguna tendencia por violar la propiedad ajena (Lv. 18:17; Dt. 24:6), por abogar por lo injusto en perjuicio de otros (Pr. 3:31; 22:26; Is. 10:1). El hurto puede comenzar por la codicia de la esposa ajena (Dt. 5:21; Pr. 6:25; Mt. 5:28), por seguir contrayendo deudas que de antemano sabemos que no podremos pagar (Hab. 2:7; Ro. 13:7–8). (ii) La mala retribución. Hurto también es defraudar el salario de los obreros (Lv. 19:13), o trabajar con menos rendimiento o en detrimento de los patrones. Es hurto el soborno y el cohecho (Lv. 25:36; Sal. 15:5) porque es una compra clandestina de la dignidad de otra persona que quiebra su deber y defrauda a sus empleadores (1 S. 12:3; Mal. 3:11). (iii) Afrenta al nombre del Señor. Es robar al Señor hablar mal contra otro hermano en la fe porque al violar las normas bíblicas (Pr. 10:18; 17:4; Tit. 2:3), producimos un rechazo al señorío de Cristo y una usurpación de su autoridad. Es apro6

Comp. Mt. 12:31–32; 27:23. Col. 3:8; 1 Ti. 6:4; 2 P. 2:10. 8 Paroxismo es la exaltación extrema. 7

piándonos de un gobierno que no nos pertenece que generamos los escándalos (Ro. 16:17; 1 Jn. 2:10) (comp. Mt. 13:57; 15:12), y toda otra actividad que evidencie falta de sujeción a Dios. No es exagerado el énfasis que hemos impreso a esta primera frase si comprendemos que toda nuestra labor—ya sea secular como también en la iglesia—es para Dios (Ef. 6:6), y en consecuencia tiene que estar resguardada de las maquinaciones del diablo. [p 195] Dios creó al hombre para trabajar (Gn. 2:15) y la ocupación es saludable. * Cada cristiano debería sentir una vocación hacia el trabajo.9 * Cada cristiano debe ser creativo e industrioso. El organismo viviente no puede tener miembros ociosos porque esa conducta desobedece las directivas de la Cabeza (1 Ts. 5:14; 2 P. 1:8). *Cada cristiano debe trabajar en “lo que es bueno”, teniendo una ocupación útil y honesta (Fil. 4:8) que no le dañe a él ni a los demás. El trabajo no es una posición desde la cual oprimir a otros, sino una fuente solidaria para poder “compartir” (gr. metadídomi, tener una parte) con los necesitados.10 Muy relacionado con el trabajo sano están las palabras edificantes con las cuales se planean las labores y se comparten los resultados. Los efesios parecían desordenados en ambas. Pablo les enseña que tener buen trabajo para compartir era consecuencia de tener mente sana para edificar (2 Co. 8:4, 6). Pablo también anima a los efesios a ser benignos y perdonarse mutuamente (32) y a ser tiernos frente al error ajeno (Lc. 6:35; 1 Co. 13:4; Tit. 3:14). Les estaba diciendo: “Todos cometemos errores; otórguense mutuamente el favor inmerecido de olvidar las ofensas”. El término “perdón” es charízomai, literalmente, “dar un favor en forma incondicional”.11 Es el perdón que tanto para Cristo como para nosotros no significa ignorar el pecado sino no imponer límites para lograr el objetivo. c.

c. La lucha espiritual y el gobierno de la mente: ni deis lugar al diablo (27); y no contristéis al Espíritu Santo de Dios (30) Aun teniendo una mente renovada los efesios vivían en serias dificultades porque estaba presente la capacidad de pecar. La lucha contra el enemigo era variada y artera. Por una parte, el Espíritu moraba en el interior de ellos, y por otra, el diablo buscaba desesperadamente abrirse un espacio. Los creyentes efesios podían seguir las indicaciones de Dios o dar lugar al enemigo; de ahí la advertencia. [p 196] Nosotros estamos en la misma situación y también tenemos la misma naturaleza leal al enemigo (Ro. 7:23–25). A no ser porlas armas que Dios nos provee (2 Co. 10:5; Fil. 4:7), el enemigo es imbatible. Como resultado de la victoria de la cruz tenemos el triunfo por medio del Espíritu Santo, pero es decisiva la aplicación de nuestra voluntad. El nombre Espíritu Santo de Dios (30) usado en esta oportunidad, destaca tanto su carácter y procedencia como su función sobrenatural en los creyentes12. El Espíritu San9

Tal fue el caso de Pablo. Ver Hch. 20:24; 1 Ts. 2:9; 1 Ts. 3:7–10. Ro. 12:8; 1 Ts. 2:8; 1 Ti. 6:18; Tit. 3:1, 8, 14. 11 El Señor Jesús usó por primera vez la palabra en Lc. 7:42–43 para ilustrar que ni el fariseo religioso ni la prostituta pecadora tenían medios para justificarse delante de Dios. En la ilustración de dos deudores que no tenían “con qué pagar” distintas sumas adeudadas, ambos recibieron el perdón. Esta frase fue la clave para otorgar el perdón (ver 2 Co. 2:7, 10; 12:13; Col 3:13). 12 Gá. 4:29 y comp. Ro. 8:9; 1 Co. 2:11; 1 P. 4:14. 10

to tiene un tierno y amoroso interés de fortalecerlos en la lucha. Sin embargo, los pecados que los efesios practicaban lo habían desplazado y habían producido un genuino entristecimiento. El verbo lypeô significa “producir dolor” (1 P. 2:19), especialmente al enfrentar alguna actitud o situación adversa. En este caso es un dolor paralizante. Si como miembros del cuerpo de Cristo damos lugar al diablo, lo estamos autorizando a violar la propiedad privada del Espíritu (2:22). Para señalarles esta violación Pablo declaró a los efesios que habían sido sellados “para el día de la redención”, es decir que habían sido hechos propiedad de Dios hasta salir del mundo. La cláusula incluye toda la labor transformadora del Espíritu (2 Co. 3:18). El “día de la redención”, es el momento cuando Cristo venga y los hijas de Dios se manifiesten (Ro. 8:19). CRISIS EN LAS COSTUMBRES PASADAS 4:25–32 a.

La lengua, principal comunicadora de la mente (25, 29, 31)

b.

La mente en las labores de Dios (28, 29, 32)

c.

La lucha espiritual y el gobierno de la mente (27, 30) [p 197] PRINCIPIOS DE INTERACCION—“UNOS A OTROS” Para funcionar adecuadamente como cuerpo de Cristo tenemos que cumplir con ciertas normas: 1. De restricción –

Ro. 14:13

no nos juzguemos más los unos a los otros



Col. 3:9

no mintáis unos a otros (Ef. 4:25)



Stg. 4:11

no murmuréis unos de los otros



Stg. 5:9

no os quejéis unos contra otros

(ver además Gá. 5:13; 5:15; 5:26; Tit. 3:3) 2. De instrucción –

Col. 3:16

La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros …

(ver además Ro. 15:14; He. 3:13) –

1 Ts. 3:12

El Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros …

3. De acción –

1 P. 1:22

amaos unos a otros entrañablemente (Jn. 13:34– 35; 15:12, 17; 1 Jn. 3:11; 4:7)



Jn 13:14

debéis lavaros los pies los unos a los otros …



Ef. 5:21



Ro. 13:8

no debáis a nadie nada, sino …



Ro. 14:19

sigamos … la mutua edificación



Ro. 15:7

recibíos los unos a los otros



Ro. 16:16

saludaos unos a otros con ósculo santo

someteos unos a otros en el temor de Dios (1 P. 5:5)

4. De cooperación –

Stg. 5:16

confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros



Col. 3:13

soportándoos unos a otros … (Ef. 4:32)



1 Co. 11:33

esperaos unos a otros … (He. 10:24)



1 Co. 12:25

los miembros se preocupen unos por los otros



Gá. 5:13

servíos por amor los unos a los otros



1 Ts. 4:18

alentaos los unos a los otros



Gá. 6:2

llevad los unos las cargas de otros



1 P. 4:9

hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones [p 198] —La conducta social—

Pablo concluyó sus críticas a la forma de vida carnal mostrando el modelo de perdonarnos unos a otros como Dios nos perdonó en Cristo (4:32). El mismo poder que podían usar para cortar con el pasado, estaba a disposición para vivir el presente. De modo que Dios era tanto su ejemplo como su fuente de poder (comp. Mt. 6:14–15). D.

ANDAR EN AMOR—NO EN EL PECADO (5:1–5) 1

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. 5Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Por haber sido creado a la imagen de Dios, todo ser humano tiene la capacidad de amar. Cuando nos convertimos a Cristo, ese instinto natural se potencializa porque Dios

pone su amor en nosotros por medio del Espíritu Santo (Ro. 5:5). A pesar de ello, la Biblia enseña que debe ser incentivado en forma constante a fin de cumplir con lo que él anhela. a.

[p 199] Con un principio definido: Sed imitadores de Dios (1a) Los efesios no habían sido llamados sólo para contemplar o meditar en Dios sino para imitarlo y ser fortalecidos por Cristo con el Espíritu (3:16–20). El verbo mimeomai del cual nacen nuestras palabras castellanas mímica e imitar, significa copiar, reproducir, y siempre se utiliza en buen sentido. En más de una oportunidad Pablo invita a los creyentes a imitarlo a él,1 aunque en este caso se refiere a copiar la actitud de Dios. Por un lado este mandamiento los humillaba porque para imitar a Dios tenían que sujetarse a él, y por otro lado los ennoblecía porque seguir a Dios era un honor incalculable. Nosotros, participantes del mismo privilegio, también le agradecemos por haber sido capacitados para seguir ese modelo de amor y de perdón.

b.

Por una razón esencial: como hijos amados (1b) Al seguir a Dios, tenían que sentirse hijos, miembros de la familia de Dios (2:19) y saber que por ese amor habían sido alcanzados y transformados (comp. 1 Jn. 4:10). Esa misma norma nos alcanza a nosotros porque estamos envueltos por el mismo amor. Dios nos ama (Ro. 5:8) y lo ha demostrado (1 Jn. 3:16). Imitarlo a él, es nada menos que andar en amor (Jn. 13:34 y comp. 15:12–13).

c.

El ejemplo no se puede modificar: como Cristo nos amó (2a) Es notable la transición: del amor de Dios al modelo de Cristo, porque es la revelación Padre-Hijo que Pablo quería ver en los creyentes. Andar en el amor de Dios es vivir como vivió Cristo. Su amor fue sacrificial pues se entregó por nosotros, de manera que no podemos amar como deseamos sino según el modelo.2 [p 200]

1 2

Ver 1 Co. 4:16; 11:1; 2 Ts. 3:7–9; Fil. 3:17 y comp. He. 13:7; 3 Jn. 11.

El modelo del amor de Cristo: * Tiene un principio: “Cristo nos amó” (1 Jn. 4:19). * Se demuestra por una acción: “se entregó” (Gá. 2:20) (comp. Ro. 8:32; Ef. 5:25). * Va hacia una nieta: “por nosotros” (1 Jn. 4:10) (comp. Jn. 15:12; 1 Jn. 4:10).

d.

El objetivo de todo: ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante (2b) Cuando Cristo se entregó a la muerte, se convirtió en “ofrenda y sacrificio a Dios” (He. 7:27; 9:14, 26, 28). De modo que la crucifixión que para algunos tenía un carácter ético y para otros de castigo (cosas que en sí mismas eran ciertas), para Dios era más importante aun porque era un sacrificio. El Cordero de Dios entregado para quitar los pecados del mundo era la verdadera pascua (1 Co. 5:6–8), y en consecuencia una única ofrenda por el pecado. Por su costo, solemnidad y grandeza, fue el holocausto más notable de la Escritura que pudo cumplir el propósito de Dios.3 [p 201] Olor fragante4 significa que el sacrificio fue acepto. Es una expresión usada con frecuencia en el Antiguo Testamento para indicar la complacencia de Dios por una ofrenda.5

e.

La confusión de amores: pero fornicación y toda inmundicia … ni aun se nombre entre vosotros … Los efesios no tenían justificativos para conducirse erradamente pues sabían lo que significaba ser miembros de la familia de Dios, y sabían cuál era el sentido de andad en amor. Era otra manera de decirles: “Sigan al Modelo, y abandonen todo afecto hacia otros dioses.” Pablo nunca enseñó ética cristiana sin comparar lo negativo con lo positivo, e indicar cuál era el modo de agradar al Señor.6

3

Ver Ro. 8:3 y comp. He. 9:7, 21; 10:3–9. Fil. 4:18; 2 Co. 2:15. 5 Ver Gn. 8:21; Ex. 29:18 y comp. Jn. 12:3; 2 Co. 2:14, 16. 4

La agresióa del mundo exterior utiliza tantas armas, que debemos insistir en la importancia del NO al pecado. El cuadro que sigue bosqueja las verdades de 5:3–5.

[p 202] El verdadero camino a la santidad es mantener una mente llena de alabanza y gratitud a Dios por lo que somos en Cristo Jesús. El desorden en la mente produce los primeros seis puntos del cuadro. Tiene dos advertencias negativas: Ni aun se nombre y no conviene, además de una positiva, acciones de gracias. El término fornicación (gr. porneía) es una expresión descriptiva de la inmoralidad en sus formas más amplias (Jud. 7) y degradantes. Por lo general se usa para señalar la vida de los pueblos sin Dios y cómo en esa forma de conducta hallaban un refugio para sus sentimientos pervertidos. La confusión ocasionada por las pasiones era de tal magnitud que, aun después de haber conocido al Señor, los efesios no advertían la incompatibilidad con el llamado a la santidad (1 Co. 6:9; 10:8).7 [p 203] No es de extrañar que la inmundicia, o sea todo lo opuesto a lo puro, esté prohibida a la par de la fornicación. Es una manera de reforzar lo anterior (Ro. 1:24; 6:19; 2 Co. 12:21). Lo que sí sorprende es que la avaricia esté en la misma categoría. Por una parte, esto nos enseña que para Dios no hay categorías de pecados, y por otra, que el desorden desregula todas las esferas de la vida. La avaricia es la avidez por satisfacer al ego en forma descontrolada. Es así como se convierte en una voracidad sin barreras, que devasta hasta alcanzar su objetivo (Mr. 7:22; 1 Ts. 2:5; 2 P. 2:3–14).

6 Comp. Ro. 1:19–32; 1 Co. 5:11; 6:9–11; Gá. 5:19–24 y Col. 3:1–3 donde se aparecen largas listas de las perversiones. 7 Por esto cuando leemos del tema en el Nuevo Testamento encontramos duros términos de rechazo (1 Ti. 1:10 y comp. Os. 1:2; 2:1–10).

Ni aun se nombre demuestra la magnitud del rechazo, y cómo debemos velar por la santidad. Notemos: (i) el grado de la prohibición, que abarca el uso de frases de doble sentido, cuentos o relatos de mal origen o con interpretación sucia, etc. (1 Co. 15:33) (ver 1 Ti. 5:13; Jud. 16); y (ii) la razón de la prohibición, como conviene a los santos. Cortar las palabras antes que salgan de la boca es lógico a cansa del nuevo estado en Cristo (2 Co. 6:17; Tit. 3:5 y comp. Sal. 18:18).8 Pablo mencionó tres formas de comunicación insana: * Las palabras deshonestas, relacionadas con lo obsceno, sucio y vergonzoso. Incluyen todo el lenguaje nacido de mentes depravadas, capaz de avergonzar tanto al que lo utiliza como al que lo oye.9 * Las necedades define a la conversación insípida, necia y sin sentido que todos somos proclives a mantener. Se trata de temas sin importancia que no descansan la mente de la tarea diaria ni edifican ni educan ni proveen sana recreación. * Las truhanerías es lo absurdo y desatinado. Es posible que en un principio no tuviera el sentido que hoy le damos de un lenguaje disparatado y engañoso que roza en la irreverencia. ¡Es gravísimo! Para evitar estas tres formas de comunicación errada debemos ejercitarnos en las relaciones espirituales de la vida nueva y desoír la tentación del viejo hombre. En contraste están las “acciones de gracias” (1 Co. 14:16), canal adecuado para todo tema de conversación. En cada miembro de la familia debe haber una constante nota de gratitud y alabanza para su [p 204] Padre. La mente así ocupada se esfuerza por agradarle y se enriquece con sus generosidades (2 Co. 9:11). La gratitud calma la ansiedad (Fil. 4:6) y robustece la conducta cristiana (Col. 2:7). Además incentiva el espíritu de oración (1 Ts. 3:9) porque aun las pruebas se analizan de otra manera (comp. 1 Ti. 4:3–4) y las pérdidas se convierten en ganancia.10 Finalmente el v. 5 define al fornicario, al inmundo y al avaro como un idólatra. Por la redención salimos del reino de las tinieblas11 y fuimos colocados bajo la soberanía de Dios.12 Aquí no caben las palabras vanas ni las mentes vacías que están pendientes de otro gobierno. La cláusula bíblica es terminante: Ningún fornicario, o inmundo o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Dios y en Cristo, Si es un idólatra, nunca conoció al Padre y en consecuencia tampoco tiene herencia con él (comp. 1 Ti. 5:21; 6:13; 2 P. 1:1). ANDAR EN AMOR, NO EN PECADO 5:1–5 a.

Con un propósito definido: imitadores de Dios (1a)

b.

por una razón esencial: como hijos amados (1b) 8

El lenguaje, que tenía tanta relación con la vida espiritual de los efesios, es en verdad la esencia de la comunicación del mensaje en todos los tiempos. No podemos confundir el idioma de la santidad con el lenguaje profano (Stg. 3:11– 18) pues de lo contrario no podríamos distinguir a los que han nacido de nuevo (comp. Sal. 16:9; 57:8). 9 Ef. 5:12 y comp. Tit. 1:11; 1 Ti. 3:8. 10

Motivos de gratitud del cristiano: a. La victoria sobre la vieja naturaleza b. La dádiva de Dios para nuestra salvación c. El anuncio del triunfo final con la venida del Señor Jesucristo 11 1:4–6 y Col. 1:12–13. 12 Comp. He. 13:4; Ro. 3:24–25.

—Ro. 7:25 —2 Co. 9:15 —1 Co. 15:57

c.

El ejemplo no se puede modificar: como Cristo nos amó (2a)

d.

El objetivo de todo: ofrenda y sacrificio a Dios (2b)

e.

La confusión de amores

E.

[p 205] ANDAR EN LUZ—NO EN TINIEBLAS (5:6–14) 6

Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7No seáis, pues, partícipes con ellos. 8Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10comprobando lo que es agradable al Señor. 11Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; 12porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. 13 Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. 14Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Por la construcción de algunos de estos versículos, parecería que Pablo tenía presente la influencia perniciosa del incipiente gnosticismo que enseñaba que los pecados del cuerpo (materia), aunque eran condenables, en nada afectaban al alma. En nuestros días también hay una creciente tendencia a insistir en que aunque vivamos como queramos, al final todos alcanzaremos la salvación porque Dios es bueno y sabe que hicimos lo que pudimos. a.

La tentativa del reino de las tinieblas: nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (6) El comienzo de este versículo es muy similar a Col. 2:8, y confirma la infiltración de enseñanzas erróneas que se esforzaban por distinguir ente el Jesús histórico y Dios, e insistían en separar el cuerpo de pecado del alma incontaminada. Esta manera de pensar estaba en completa oposición a la doctrina de la libertad en Cristo (Gá. 5:13), [p 206] y mostraba dependencia a uno de los señores carnales (ver 1:7 y 1 P. 2:16). Son palabras vanas y sin contenido.1 Las filosofías vanas se enriquecieron con hombres vanos y pugnaron por ocupar mentes vacías con temas irrelevantes para la vida espiritual. El peligro del engaño está siempre al acecho. “Engañar” (gr. apataô) es aparentar algo distinto a la verdad (4:22). Sobre este tipo de conducta viene (tiempo presente)2 la ira sobre los “hijos de desobediencia” (2:2). En Ro. 1:18–32 leemos cómo la ira de Dios se revela desde el cielo y vemos cuáles son sus pasos. Sabemos que hay una época al final de los siglos cuando los impíos serán ajusticiados (Ap. 20:11–15). Nosotros hemos salido de ese reino para vivir la santidad.

b.

La advertencia sobre el error: no seáis, pues, partícipes con ellos (7) Los efesios no debían conformarse con denunciar el mal, sino que tenían que enfrentarlo y ser ejemplos del bien. De esa manera proyectarían la luz a la cual Pablo se habría de referir. Participar de las obras del reino de las tinieblas es un peligro que siempre amenaza a los santos; el diablo se encarga de que así sea (1 Ti. 5:22). Podemos participar cometiendo los mismos pecados que los incrédulos o siendo cómplices de ellos—ya sea dando malos consejos (2 S. 13:5). conociendo el pecado y ocultándolo (1 S. 3:13), consintién1

Ver “palabra corrompida” (4:29); “palabras deshonestas” (5:4); “palabras vanas” (5:6). Aunque la manifestación es futura, el tiempo presente del verbo significa que ya está decretada, y que con frecuencia se ven los efectos. 2

dolo (1 R. 21:19; Pr. 1:10) o bien restándole importancia (Ro. 1:32). El no de la exhortación paulina abarca toda clase de cooperación. c.

El contraste entre los dos reinos: en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor … (8a) Desde que Pablo comenzó a enseñar el funcionamiento del cuerpo de Cristo (4:16), comenzó también a diferenciar entre lo anterior y lo nuevo. La posición es tan irreconciliable y opuesta como tinieblas y luz. Lo espectacular del pasaje radica, precisamente, en que no dice que vivían en tinieblas (cosa que era verdad) sino que eran tinieblas porque poseían la naturaleza tenebrosa. La singular y enfática expresión nos incluye a todos pues hemos nacido en pecado. Vivamos donde viviéremos la condición no varía: somos tinieblas.3 [p 207] El cambio de reino implica cambio de naturaleza: “hijos de luz” (1 Ts. 5:5). La luz expresa la naturaleza santa de Dios.4 La luz es sinónimo de gozo, bendición y vida (Job 10:22; 18:5–6), y frecuentemente representa la presencia de Dios y sus favores (comp. Sal. 27:1; 2 S. 23:4), Unir a la luz con la vida y a las tinieblas con la muerte es la manera más sencilla de diferencial la vida de la condenación, el cielo del infierno, la santidad de la inmundicia, el gozo de la tristeza—que definen dos estilos de vida opuestos que hallamos en el Nuevo Testamento (Lc. 16:8; Jn. 3:19–21; 12:36; etc). Como Dios es luz, Cristo también es luz (Jn. 8:12) y todos los hijos de Dios son “hijos de luz” desde el día en que por la iluminación del glorioso evangelio de luz él nos cambió (2 Co. 4:6). Andar como hijos de luz significa desarrollar el conocimiento de Dios en conducta santa (Mt. 5:16; Fil. 2:15). El pecado y la corrupción son frutos de las tinieblas; en cambio la luz es el emblema de la satisfacción y prosperidad en Dios (Sal. 27:1; Mi. 7:8).5

d.

La conducta de los hijos luminosos: andad como hijos de luz … (8 b) Jesucristo declartó Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz (Jn. 12:36), indicando su deseo de progreso censante como resultado de la fe: (1) andar mientras tenemos la luz; y luego (2) creer en la luz mientras tenemos luz; (3) para que seamos hijos de luz. Esta es la gloriosa transformación que opera la fe. SER HIJOS DE LUZ

3

Es tener un nuevo Padre porque Dios es luz

1 Jn. 1:5

Es ser propiedad de Cristo porque pertenecemos a su reino

Col. 1:12–13

Es poseer un nuevo destino porque vamos a la mora-

Ap. 22:5

Col. 1:12–13 y comp. Gn. 15:12; Pr. 4:19. En 1 Ti. 6:16 leemos que es “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible”. La esencia de Dios es luz, argumento utilizado por Juan en su réplica contra cualquier tipo de inconducta (1 Jn. 1:5–9). 5 Comp. Sal. 43:3; Dn. 5:11–14; Os. 6:5. 4

da de luz [p 208] Así como las tinieblas inundaban nuestro ser, ahora la luz está en nosotros para realizar lo que es agradable al Señor (2 Co. 5:9). e.

El fruto del Espíritu: bondad, justicia, y verdad (9) Por primera vez Pablo menciona el fruto (gr. Karpos), aunque ya había hecho varias alusiones a él. Se refiere tanto al producto físico (Mt. 7:17; Lc. 1:42; Jn. 15:2) como al producto espiritual, es decir las obras internas—ya sean malignas (Gá. 5:19) o benignas (Gá. 5:22). Aquí el fruto del Espíritu (en algunos manuscritos dice “fruto de luz”) tiene tres expresiones que nos ayudan a comprender el estilo de vida de Dios: (i) Bondad (gr. agathosynê) es la cualidad moral que muestra la bondad del ser interior actuando en favor de otros, buscando lo que es justo (He. 13:16).6 (ii) Justicia (gr. dikaiosynê) es la cualided moral y práctica de ser justo. Es por excelencia un atributo de Dios que nos estimula a dar lo que corresponde y a hacer lo que es debido (Ro. 13:7, 8). (iii) Verdad (gr. aletheía) es la realidad que está detrás de cualquier apariencia) (Gá. 2:5). Habla de la sinceridad e integridad tanto en lenguaje como en trato (Sal. 51:6; Jer. 5:1). Jesucristo es la verdad, y cuando le seguimos con fidelidad, andamos en la verdad (Jn. 8:44; 3 Jn. 3).7 Comprobando lo que es agradable al Señor es la capacidad desarrollada por el ejercicio de las cualidades anteriores. Por dicha capacidad podemos probarlo todo, pero aprobar únicamente lo que es agradable al Señor (Ro. 12:2; 1 Ts. 5:21).

f.

El cristiano en la denuncia de la corrupción: y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas sino más bien, reprendedlas. (11) El verbo reprochar o reprender (gr. elenchö) significa, esencialmente, convencer por denuncia (Jn. 3:20; 16:8; 1 Ti. 5:20; Tit. 2:15). Al comparar los vv. 12 y 3 comprendemos mejor el sentido de lo que es vergonzoso (gr. aischrós), que es todo lo opuesto a la modestia y la pureza. Nosotros como luz en el Señor tenemos que [p 209] denunciar, alumbrando cada rincón—primero de nuestras vidas y luego de lo que nos rodea. De este modo señalaremos lo “infructuoso” de las tinieblas,8 el rol dañino del pecado y sus múltiples consecuencias. Los pecados secretos (12) realizan toda clase de maniobra para seguir siendo secretos (Job. 24:13–15), y atentan contra la vida de los cristianos tratando de llevarles a la corrupción. Vivimos y nos movemos en este tipo de sociedad pero no pertenecemos a ella. La función de los hijos de luz es ser luz, aunque debemos admitir con vergüenza que con frecuencia encubrimos “pecados secretos” (Lc. 12:2). Leamos Sal. 50:16–23 hasta vernos reflejados, y luego el Sal. 51 a fin de encontrar la solución. (Pr. 28:13). Esto es lo que claramente dice el versículo 13 al mostrar la acusación que produce la luz cuando pone “en evidencia” la labor oculta del pecado. El término phaneros9 significa 6

Arribamos a esta meta por el evangelio (Lc. 6:45) que es el modelo que Cristo mismo presentó (comp. Mt. 5:44; Gá. 6:10; Tit. 3:4). 7 En contraposición está el diablo que es el padre de la mentira (Jn. 8:44). 8 Comp. He. 13:7; Ec. 5:6; 2 S. 13:15. 9 En verdad el adjetivo griego phaneros significa “totalmente visible”. La raíz phan es brillar o resaltar (comp. Hch. 4:16). Así aparecen nuestros pecados delante de Dios.

“hacer ampliamente visible” y nos enseña lo que ahora tenemos que hacer con las manifestaciones del pecado. Debemos ponerlas a la luz de lo que Dios dice, y aplicarles el juicio que ya ha sido decretado. De todas maneras, él sabe lo que está sucediendo y en su momento así lo hará. La frase Por lo cual dice … (14)10 era probablemente una referencia a frases o expresiones que se decían entre los hermanos. Este dicho probablemente está compuesto por varios pasajes del Antiguo Testamento (ver Is. 26:19; 51:17; 52:1; 60:1). Tanto dormir como morir eran figuras que Pablo aplicó al estado de los incrédulos (1 Ts. 5:5 y comp. 2 P. 2:3). Los tales necesitaban la iluminación de Cristo, que es la capacidad del Señor para restaurar a todos a la comunión con él (Sal. 4:6–7; Pr. 6:9–10; Hch. 26:7). ANDAR EN LUZ, NO EN TINIEBLAS 5:6–14 a.

La tentativa del mundo de las tinieblas (6)

b.

La advertencia sobre el error (7)

c.

El contraste entre los dos reinos (8a)

d.

La conducta de los hijos luminosos (8b)

e.

El fruto del Espíritu (9)

i.

Bondad

ii.

Justicia

iii.

Verdad

f.

El cristiano en la denuncia de la corrupción (11)

F.

[p 210] ANDAR SABIAMENTE—NO EN INSENSATEZ (5:15–17) 15

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.

16

Pablo deja de lado los pecados de los gentiles para ocuparse de los peligros que ocasionaban a la iglesia. Por cierto que estos versículos tienen un mensaje actual. Vivimos en una sociedad cuya corrupción pone presión sobre los santos ansiando manchar a los líderes para entonces dañarlo todo. En consecuencia, jamás habremos de vigilar demasiado nuestra conducta espiritual. a.

La primera preocupación: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis (15a) Todos conocían ya cómo Pablo utilizaba el término andar,1 que se refería a un temperamento santo y ejemplar. En este caso específico dice “con diligencia” (gr. akribos), es decir con cuidado para mantener la precisión indicada por la luz. Poner diligencia es vigilar cuidadosamente qué pensamos, qué hacemos y a dónde vamos (Pr. 4:26, 27; 7:2; Sal. 119:59, 106)

b.

La única opción: no como necios sino como sabios (15b) Ser sabios es poseer el conocimiento práctico del verdadero propósito de la vida (comp. 1:8). Cuando Pablo dijo que todo le [p 211] era lícito pero no todo le convenía, estaba mostrando hasta dónde su albedrío estaba sujeto a la conducta del reino de Dios. 10 1

La frase ya se había utilizado en 4:8. Aquí aparece por octava vez. Ver 2:2, 10; 4:1, 17; 5:2, 8, 15.

Necios (gr. asophos) significa sin sabiduría. Esta es la manera de vivir de quienes vagan sin rumbo (Pr. 17:24). Por otra parte, el sabio (gr. sophoi) conoce el ambiente, sabe del peligro que le rodea, es consciente de que su vida es como una barca frágil en un mar peligroso, y se cuida (Mt. 10:16). Los que desean obedecer al Señor serán alumbrados por Cristo (14). El no arroja luz sobre cualquiera sino sobre los que aman hacer su voluntad. c.

Las claves para el nuevo estilo de vida: aprovechando el tiempo … entendidos … de la voluntad del Señor … (16, 17b) Para los efesios, la vida en las tinieblas había sido tiempo perdido; la vida en la indecisión, tiempo mal gastado. Nosotros vivimos una experiencia similar porque el carácter cristiano está muy relacionado con nuestro enfoque del tiempo, y con la manera en que establecemos las prioridades. Aprovechar (gr. exagozazö) es más propiamente “rescatar de otras partes”. El sentido que quiso dar Pablo a “aprovechar2 el tiempo” es reclamar por precio y recobrar con gran trabajo algo que nos pertenece pero no disponemos. Esto tiene mucho que ver con la hora actual que nos absorbe. Parte del inconveniente nace de no saber apreciar su valor, y parte, de la incapacidad para establecer las prioridades en el uso del tiempo. La sociedad de consumo se traga la atención, el tiempo y la persona toda. Un modo de salvar estos inconvenientes sería analizar el tiempo de la siguiente manera: (i) Pensar que habiendo sido salvados por el Señor, tenemos una nueva actividad para desarrollar, nada menos que vivir constantemente relacionados con Dios, buscando hacer su voluntad (y es parte de su voluntad que testifiquemos sobre lo que ha hecho en nosotros, y que lo mostremos a los demás); (ii) reconocer con cuánta velocidad pasa el tiempo y que es imposible recuperarlo (Job. 7:6; 9:26; Sal. 89:47); y (iii) admitir que todo requiere tiempo (Ec. 3:1–8). “Los días malos” para los efesios hacían referencia tanto a la incertidumbre de la lucha del Imperio Romano por la conquista de más tierras, como también al destino que correrían los cristianos. Además aludía a la penetración de las doctrinas falsas y la infiltración de la corrupción gentil. Nosotros, además de la inseguridad política y económica, vemos una preocupante penetración de ocultismo, hambre y lucha desesperada contra enfermedades altamente contagiosas que amenazan con derrumbar a la civilización. [p 212] Hay sentimiento de impotencia, insignificancia, frustración y desesperación (Ec. 2:20). Los días son malos por el temor generalizado, el miedo a los cambios bruscos y las consiguientes carencias de trabajo, habitación, salud, etc. Los días son malos porque frecuentemente hacemos la vista a un lado, buscando que las promesas de Dios nos ayuden pero olvidando el modelo dejado por el Señor Jesús (Lc. 4:18–19; 14:13, 21). Los días son malos, pero lentamente la comunidad cristiana está comprendiendo su protagonismo en el mondo. Porque los días son malos debemos aprovechar las oportunidades de emplear métodos adecuados para alcanzar a nuestro prójimo, tomando en serio la obligación de practicar buenas obras,3 no sólo para que acepten el mensaje sino además por amor a los que nos rodean (Gá. 6:10).

2 3

En otras versiones dice redimir. 1 Ti. 2:10; 5:10, 25; 6:18; 2 Ti. 2:21; 3:17; 4:5; Tit. 2:7, 14; 3:1, 8, 14; Stg. 2:14; 1 P. 2:12

d.

El pueblo de Dios en la voluntad de Dios: no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor (17). Pablo empleó un juego de palabras parecidas para poner al descubierto la incoherencia de los gentiles. Por un lado, había llamado necios (gr. asophos) a los gentiles incrédulos que estaban llenos de sus propios pensamientos pero vacíos de Dios.4 Luego los llama insensatos (gr. aphrones), es decir imprudentes e insensibles, porque no respondían a la realidad aunque creían hacerlo.5 Confesaban conocer al Señor pero sus hechos demostraban otro estilo de vida, y malgastaban el tiempo de Dios. Finalmente, estaban los entendidos, que trataban de tener la mente de Dios y se preocupaban por vivir en sintonía con él (Ro. 15:21; Col. 1:9; 2:2). De modo que para conocer su voluntad es necesario comprender en parte la mente de Dios. La insensatez es justamente lo contrario (Job. 28:28) porque el principio de la sabiduría (entendimiento) es el temor de Dios (Pr. 9:10). Buscar la “voluntad del Señor” (1:9) es el primer paso para que la Cabeza dirija nuestras determinaciones.6

[p 213] ANDAR SABIAMENTE, NO EN INSENSATEZ 5:15–17 a.

La primera preocupación: mirad cómo andéis (15a)

b.

La única opción: no como necios sino como sabios (15b)

c.

Las claves para el nuevo estilo de vida (16, 17b)

d.

El pueblo de Dios en la voluntad de Dios (17) HACIA EL NUEVO ESTILO DE VIDA (Ef. 5)

El mundo de las TINIEBLAS (3– 8, 12)

La naturaleza de la LUZ (8–14)

La conducta aprobada está CON BRILLO (15–17)

1. Malas palabras

1. Bondad, justicia, verdad

1. Diligencia en el andar

2. Comprobando lo

2. Aprovechando el

a) corrompidas b) vanas c) deshonestas

4 5 6

Eran necios por no tener relación con Dios (Ro. 16:27; 11:33) que es la fuente de la sabiduría (1 Co. 1:21, 24). Comp. Ro. 12:16; 1 Co. 4:10; 2 Co. 11:19.

Detalles a tener en cuenta sobre la voluntad divina: a. Hacer la voluntad de Dios —Mt. 7:21; 12:50; Jn. 4:34 b. Conocer la voluntad de Dios —Jn. 6:39–40 c. Querer la voluntad de Dios —Jn. 7:17 d. Servir en la voluntad de Dios —Hch. 13:36 e. Adorar en la voluntad de Dios —Ro. 12:1–2

2. Malas acciones

agradable al Señor

tiempo

3. Despertamiento espiritual

3. Andando en la voluntad de Dios

a) obras infructuosas b) inmundicia, cosas vergonzosas c) idolatría NECIOS (15) ERAIS Siguiendo la voluntad de la carne: DECLINACION

G.

DESPERTADOS (14)

Y ENTENDIDOS (17)

SOIS Y ANDAIS Haciendo la voluntad de Dios: CONSTANTE AVANCE

[p 214] ANDAR EN EL ESPIRITU, NO EN DISOLUCION (5:18–21) 18

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 21Someteos unos a otros en el temor de Dios. Podemos distinguir cuatro maneras en que los efesios podían demostrar que eran entendidos en la voluntad del Señor. a.

Sed llenos del Espíritu (18). Hasta este momento Pablo había mencionado cinco funciones vitales del Espíritu Santo. El sello (1:13), el vehículo (2:18), la morada (2:21–22), el fortalecimiento (3:16), y la iluminación (1:17–18). El apóstol sabía que poseían el Espíritu, pero ignoraba en qué grado. Debemos resaltar 3:16 y recordar la importancia que Pablo atribuía a que Cristo habite en cada cristiano (comp. 1 Co. 3:16; 6:19). Según los versículos anteriores, lo que estaba en juego era si la participación con los “hijos de desobediencia” (7) y sus obras (11) afectaban o no el dominio del Espíritu sobre los creyentes. Los efesios creían que podían compartir las dos cosas; se habían engañado (6) y muy pronto estarían involucrados con las festividades de Baco, llenos de vino y de inmundicia (3). Era imposible gratificar la carne sin aceptar sus exigencias, y terminarían bajo el dominio del diablo (4:22). La situación no ha cambiado: tanto la voluntad carnal como la espiritual están presentes hoy. Nos engañamos si creemos que podemos decidir qué parte de nuestra vida es para nosotros y cuánto podemos dar a Dios. Nos engañamos si pensamos que la ley

del Espíritu de vida (Ro. 8:2) se puede reglamentar por normas nacidas del pecado y de la muerte. Pablo, que había reprobado este modo de actuar en los corintios (1 Co. 11:21), conocía la incompatibilidad de las dos voluntades. Sabía que algunos efesios habían comenzado a jugar con el [p 215] reino de las tinieblas y se habían convertido en un triste espectáculo como payasos de Satanás. La embriaguez destruye, desarma, descompone y es un testimonio público de quién es el señor de esa persona. Es éste, precisamente, el significado de disolución (gr. asotía),1 algo que experimentamos cuando permitimos que la morada de Dios se confunda con un campo de batalla del enemigo. Notemos: (i) La orden: No os embriaguéis … ¿Se refería únicamente a beber vino o acaso era una manera de indicar la conducta bajo la voluntad de la carne? Si sólo se refiriera al vino como bebida, habría muchos cristianos que dirían “Este versículo no es para mí”, simplemente porque jamás bebieron una gota de vino o licor. A nuestro entender Pablo usó un ejemplo del cual extrajo una lección sobre el gobierno del pecado (Ap. 17:2, 6), y sobre la necesidad de rechazarlo en el momento en que éste quiera ingresar (11). (ii) La causa: Hay disolución. Ya hemos considerado paite del significado de esta actividad. El Espíritu vino para formar el cuerpo (la comunión); el propósito del diablo es destruirlo. Parecería exagerada la apreciación de Pedro de que los gentiles vivían en “desenfreno de disolución” (1 P. 4:3–4) pero el diablo no se conforma con menos. De modo que en todo lugar donde haya discordia, deshonra, disipación o destrucción, está la misma voluntad que produjo la “borrachera”. Esta voluntad es la del diablo, que opera por medio de la carne. (iii) La alternativa: Sed llenos del Espíritu. El verbo plêroô y sus varias acepciones significa, esencialmente, hacer que algo esté lleno, llenar hasta que esté completo—como cuando la casa donde estaba el Señor Jesús se llenó del olor del ungüento (Jn. 12:3). Es el Espíritu quien llena cada vez más al creyente con el gozo y el poder de su presencia (Hch. 13:52; 2 Ti. 1:4). La paz (Ro. 15:13) y los frutos de justicia (Fil. 1:11) son por excelencia las experiencias del Espíritu. Ya vimos que plenitud (gr. plêroma) tiene por acepción principal estar “lleno de Dios” (Col. 1:19) y ese significado puede ser decisivo para que entendamos realmente el verbo plêroô (comp. Ef. 4:12–13). En este proceso hay una cuota constante de crisis.2 [p 216] Para que podamos saber a qué se refería el apóstol y cómo se aplica ahora a nuestra experiencia, veamos el contexto. b.

Alabando al Señor (19) El v. 19 señala el primer paso para cumplir con la orden anterior. Los efesios necesitaban aprender a sujetarse al dominio del reino de Dios, y a disfrutar del gozo de esa protección. “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales” demostraba que la sujeción gozosa al nuevo Amo era un honor.

1 2

Tit. 1:6 y comp. Pr. 20:1.

La palabra griega krisis se traduce en el Nuevo Testamento como juicio de maldición (2 P. 2:11); condenación (Jn. 5:22, 27); juicio (Stg. 5:9). Las tres traducciones integran lo que queremos decir, pero especialmente las dos últimas (Jn. 16:8, 11; Stg. 2:13). Crisis significa juzgar una conducta a la luz de las exigencias divinas y rechazar el pecado y sus asechanzas. Decimos que es crisis porque constantemente debemos confesar nuestras imperfecciones para gozar de la presencia de Dios en cada aspecto de nuestra vida.

De la historia de los salmos aprendemos lo que Pablo les enseñaba a los efesios.3 Los miembros de la familia de Dios debes caracterizarse por un espíritu de gratitud. La canción produce sorprendentes cambios en el sentimiento y el testimonio (Sal. 95:1, 6; Stg. 5:13). “Hablando entre vosotros” además de aclarar que la sujeción engendra comunión en el Espíritu, indica el rol preponderante que tiene la canción en la congregación de los santos. El canto quita las asperezas e incentiva el gozo del alma, que cada vez se sumerge más en la adoración (Sal 108:3). Los salmos eran composiciones en su mayoría del Rey David que iban acompañadas con música e instrumentos (Sal. 33:2; 43:4; 92:1–5), y usadas como permanente fuente de inspiración en todos los tiempos (Hch. 4:24–25). Los himnos eran composiciones dedicadas a la alabanza y gratitud a Dios.4 Las canciones espirituales u odas espirituales eran una variedad de expresiones, algunas de las cuales podían surgir espontáneamente. El adjetivo “espirituales” define el sentido de la oda.5 Al comienzo de la iglesia las alabanzas y adoración ocuparon un lugar tan central que aunque los emperadores no las [p 217] entendían ni aprobaban, las consideraban como algo singular. Hoy también las necesitamos.6 Cantando y alabando al Señor en vuestros corazones significa literalmente cantando y salmeando. Esta última palabra (psallö) es “hacer melodía con un instrumento”, si bien ignoramos qué instrumento era. c.

Dando gracias a Dios (20). Este texto nos plantea dos actitudes muy difíciles para la mente humana. En primer lugar, ser agradecidos, y en segundo lugar, por todo. Ambas son evidencia del gobierno del Espíritu.

3

David, “el dulce cantor de Israel” (2 S. 23:1), decía: “cantaré al nombre de Jehová el Altísimo” (Sal. 7:17), e invitaba a los demás a hacerlo también diciéndoles: “cantad a él, cantadle salmos, hablad de todas sus maravillas” (1 Cr. 16:9), y también: “reinos de la tierra, cantad a Dios” (Sal. 68:32). 4 Así lo verificamos en varias partes del Nuevo Testamento (ej. 1 Ti. 3:16 y Apocalipsis). 5 En Col 3:16 Pablo añade “con gracia”, es decir con un sentimiento de gratitud. 6

El canto al Señor … a. … hace dulce el trato entre los santos —Porque recrea la comunión en el Señor —Porque genera sujeción a Dios —Porque produce gozo —Porque limpia la mente y santifica b. … está en armonía con el sentir de la Biblia —El pueblo redimido canta —La creación canta —Los santos en el cielo cantan —Los profetas cantaron —Los siervos de Dios cantaron —El Señor Jesús cantó c. … engrandece el nombre de Quien merece el honor —En momentos de celebraciones —Después de resonantes victorias —Cuando Dios se muestra en la prueba (leer Ex. 15:1; Jue. 5:1; 1 S. 18:6; 1 Cr. 16:9, 23; Is. 42:10, 11; Sal. 119:120–134)

1 P. 2:9 Hch. 16:25 Hch. 2:47 Fil. 4:8

Sal. 149:1–2 Is. 44:23 Ap. 15:3 Jer. 20:13 2 Cr. 5:12–13 Mt. 26:30

2 Cr. 29:27–28 2 Cr. 20:21–22 Hch. 16:25

El verbo eucharisteô (dar gracias) se usa con frecuencia en el Nuevo Testamento y está relacionado mayormente con quienes aceptaban el señorío de Dios y vivían sujetos a su voluntad. El nombre natural no es agradecido porque cree merecer lo que tiene y está convencido de que si le ocurre algo malo, es una injusticia.7 [p 218] El sentir de gratitud es consecuencia de estar lleno del Espíritu en sumisión a Cristo (2 Co. 4:14–15). Es el mensaje de Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias (Fil. 4:6). Aquí la acción de gracias precede a la obediencia a la voluntad del Señor, así como el afán podría indicar lo contrario.8 Por todo significa “por todo lo que suceda, sea bueno o malo” (1 Ts. 5:18) porque según el contenido de la epístola todo lo que ocurra está dentro del propósito divino.9 La conclusión en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, es decir, por la mediación del Señor Jesús, llegó a transformarse en una especie de finalización oficial de las oraciones. No existe uniformidad en el Nuevo Testamento, y teniendo en cuenta la enseñanza de Jn. 14:13, debemos decir que no se refiere tanto a una fórmula como al espíritu de sujeción reflejado en la plegaria (comp. 1:3) pues todo lo tenemos en Cristo. d.

Someteos unos a otros en el temor de Dios (20). Por la construcción gramatical, esta cláusula pareciera estar relacionada con el versículo anterior. Sin embargo, desde el punto de vista del texto inicia una serie de sujeciones que se deben dar como consecuencia de la presencia y actividad del Espíritu. Aquí se declara el principio que debe regir todas las relaciones entre hermanos (que luego estudiaremos separadamente). Es una exhortación genérica a una ética de servicio desconocida en el mundo exterior, y sólo posible en una comunidad que depende de Dios. El verbo hypotassô que en principio es “poner en orden de rango”, significa ponerme en rango inferior al otro, y el otro tomará un lugar inferior al mío. En Romanos este tipo de ética se define como no tener “más alto concepto de sí que el que debe tener” porque implica consideración y respeto por la otra persona (Gá. 6:1). En este ambiente de sometimiento mutuo crece el entusiasmo por estar juntos y fomentar la cooperación (He. 10:24–25). Cabe acotar que algunas de estas normas no hubieran hecho falta en la iglesia de origen hebreo, pero con el creciente número de creyentes gentiles indiferentes a las reglas de la ley e ignorantes de su valor, estos temas tenían que ser constantemente recalcados (Gá. 5:13) (comp. 1 P. 1:17; 2:13, 14). No podemos pasar por alto la terminación en el temor de Dios, que es el medio y la razón para que todo sea posible. El temor de [p 219] Dios10 es la obra del Espíritu San7

El Señor Jesús dio gracias cuando tomó los siete panes y los dos peces (Mt. 15:36). Lo hizo en forma más intensa al decir: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos y las revelaste a los niños” (Mt. 11:25) (comp. Mt. 26:27; Jn. 6:11; 11:41), porque al agradecimiento unió su admiración por el modo en que Dios había actuado. Además es interesante la referencia a Aquila y Priscila, “a los cuales no sólo yo doy gracias, sino todas las iglesias de los gentiles” (Ro. 16:4), y la gratitud por Filemón (Flm. 4). Salvo contadas excepciones, Pablo comenzó sus cartas con una nota de gratitud. Lo hizo recordando a los hermanos los dones que Dios les había dado (Ro. 1:8; 1 Co. 1:4). 8 Ver Col. 2:7; 4:2; 1 Ts. 3:9; 1 Ti. 2:1; 4:3. 9 Ro. 8:28; Gá. 5:22; Col. 2:7. 10

El temor de Dios consiste en … * … amar la sabiduría * … aborrecer el mal

—Pr. 1:7; 9:10 —Pr. 8:13

to que forma en nuestro interior el carácter de Cristo, quien tantas veces vivió y habló de la sujeción.11 Es únicamente en ese temor reverencial por la presencia de Dios que puede tener efecto la subordinación. ANDAR EN EL ESPIRITU, NO EN DISOLUCION 5:18–21 a.

Sed llenos del Espíritu (18)

i.

La orden: no os embriaguéis

ii.

La causa: hay disolución

iii.

La alternativa: sed llenos del Espíritu

b.

Alabando al Señor (19)

c.

Dando gracias a Dios (20)

d.

Someterse unos a otros (21) [p 220] Pablo comienza una serie de amonestaciones, y amplía el principio de autoridad que había iniciado en el v. 21. Estas amonestaciones son específicas a la conducta en el hogar, y ocupan un importante espacio en la epístola. Inició el tema dirigiéndose a los esposos, luego a los hijos, padres, siervos y finalmente a los amos.

H.

ESPOSAS Y ESPOSOS—SUJECION Y AMOR (5:22–33) 22

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus misinos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. Al comenzar su estudio sobre la sujeción se refirió en primer lugar a las relaciones de los que comparten un mismo vínculo, debajo [p 221] de un mismo techo en una misma habitación. Lo hizo confirmando que el patrón es el “temor de Dios” (21). Comenzó con la esposa porque en el orden divino Eva fue creada para ser “ayuda idónea” (Gn. 2:18). Miles de familias funcionan aparentemente bien pero no como Dios manda porque les falta el nexo con la Fuente de la autoridad. En algunos casos la mujer ha tomado autoridad sobre el hombre, y tiene tanto la primera como la última palabra en la casa. En * * * *

… practicar la enseñanza … buscar la vida … vivir en reverencia … tener una vida modelo 11 Mt. 18:1–4; Jn. 13:1–17.

—Pr. 14:26; 15:33 —Pr. 19:23 —Lv. 19:14; 19:32; 25:36; 25:43 —Ro. 18:3; Ne. 2; Job 1:1

otros casos no tiene autoridad alguna porque el esposo la avasalla con su pensamiento absoluto. Se produce un marcado desequilibrio en el hogar cuando la mujer está fuera del lugar que Dios le ha asignado—ya sea por las razones que hemos apuntado o porque el esposo no quiere asumir responsabilidad alguna y carga todo sobre ella. Sujeción es obedecer a Dios aceptando la posición que él eligió para la esposa (Gn. 2:22). Esto significa que ella debe ocupar un lugar donde su esposo le pueda brindar, protección, amor, satisfacción y sustento. La sujeción, además, tiene la virtud de transformar la obediencia, que de ser una actitud mecánica y desabrida se convierte en una acción interior positiva y beneficiosa. Sin embargo, según nuestro texto la sujeción tenía para Pable una razón de mucho más peso. Dios había determinado que el marido fuera un representante de Cristo: El marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia (23).1 Por lo tanto, así como la iglesia está sujeta a Cristo, la mujer debe estarlo a su marido.2 ¿Qué ocurre cuando se dan las condiciones bíblicas? (1) El esposo ocupa cada vez mejor su posición de administrador de Dios. (2) La esposa desarrolla cada vez más su encanto femenino. (3) Los hijos se crían en disciplina y amonestación del Señor pues tienen ante sí modelos adecuados. (4) Hay una sola autoridad en el hogar, una sola disciplina y una regla de conducta. (5) Todo el hogar siente progresivamente el aumento de la bendición de Dios. No se trata simplemente de formar un matrimonio (aunque sea cristiano) sino además de edificar un hogar donde se den las condiciones establecidas en el versículo 23. La primera pregunta de un joven que desea formar un hogar con determinada muchacha debiera ser: ¿Presido yo a esta mujer, o por su [p 222] capacidad y desarrollo intelectual y espiritual ella preside sobre mí? Aun entre los creyentes amantes del Señor y de su iglesia deben cumplirse las condiciones establecidas en los vv. 23–24. Sin embargo, ¿cómo podrán cumplirse si desde el mismo comienzo y en razón de su formación, mentalidad, dones, etc., la muchacha está mucho más adelante que el joven? En efecto, ella preside, y el cumplimiento de estos versículos pueden resultarle una tortura. Deberá haber oracíon y consejo. Hay otros matrimonios que conocieron al Señor mucho tiempo después, en cuyos casos la mujer presidía la casa desde antes de la conversión. ¿Qué hacer? Simplemente pedirle al Señor una gracia extraordinaria para cumplir lo establecido en la Biblia (22) y seguir siendo felices. Antes de entrar de lleno en el tema de los esposos, Pablo declaró que el marido es cabeza de la mujer (23), para mostrar inmediatamente que Cristo, que ocupa ese lugar en relación con la iglesia, “es su Salvador” (gr. sotêr). Aquí esta palabra significa defensor, protector. La ayuda idónea que Dios había preparado para Adán se cumplió en Cristo, que es el modelo de esposo: Ni dictador para anular ni superior para ridiculizar, sino cabeza para ordenar, dirigir, enseñar, amparar, prevenir, alentar y favorecer a su esposa.

1

1 Co. 11:3; Ef. 1:22; 4:15. Las pretensiones modernas de “liberación femenina” son una reacción contra Dios queriendo mejorar la posición ya determinada por el verdadero Libertador. 2

Curiosamente, antes de entrar en la explicación de la frase de la cual es su Salvador, Pablo retornó al tema anterior (22) para mostrar que la posición de la mujer tiene relevancia precisamente porque la iglesia está sujeta a Cristo. La posición tan singular de la mujer tiene su pleno cumplimiento cuando está sujeta en todo. a.

El modelo presentado (25–27) (i) Cristo amó a la iglesia (25), y no lo hizo en forma sentimental, mediocre o interesada sino con agapê que es amor franco, profundo, interminable. El amor de Cristo es desinteresado y sin medida (5:2 y Gá. 2:20). No se parece en modo alguno al trato humano ni al deterioro que produjo el enemigo en el matrimonio actual.3 (ii) Se entregó a sí mismo por ella (25). En 5:2 vimos cómo Cristo se entregó a Dios, aquí vemos que lo hizo por la iglesia, y en Gá. 1:4 para librarnos … Están visibles los dos lados del sacrificio: (1) para agradar a Dios, y (2) para salvarnos a nosotros (comp. Ro. 8:32; He. 9:14). La decisión de Cristo de morir por el objeto de su amor,4 es el modelo que el esposo debe imitar en su posición de cabeza de la mujer para mostrar un autosacrifico capaz de morir por ella. [p 223] (iii) Para santificarla (26). El propósito del sacrificio de Cristo fue tener para sí una esposa de su exclusiva propiedad. La iglesia es de Cristo y cada miembro es suyo en forma individual (1 Ts. 4:3, 7). La santidad del matrimonio se presenta ampliamente en el Antiguo Testamento. Consistía en un pacto y todo lo que dañaba el contrato era considerado adulterio.5 Algo similar hallamos en el Nuevo Testamento.6 (iv) Habiéndola purificado (26). No es muy claro el significado de esta frase. Algunos consideran que Pablo quiso recordarles el valor del “bautismo regenerativo”. Para otros fue una referencia al sistema de ungimientos y lavamientos utilizados en la antigüedad para preparar a la esposa para la boda. (Est. 2:12; Ez. 16:7–14) En el caso de la iglesia nos parece incorrecto pensar en el bautismo como un acto regenerativo, ya que la regeneración fue obra de la sanere de Cristo. Sin embargo, considerando que el original griego para “palabra” es rhêma y no logos, posiblemente se refiere a la enseñanza que constantemente se impartia y producía una limpieza en la conducta. Los lavamientos ceremoniales de antaño eran una figure de esa limpieza (Ex. 40:7, 11, 30).7 (v) A fin de presentársela a sí mismo (27a). El apóstol Pablo insistió en sus epístolas sobre la necesidad de presenter a Dios los miembros de nuestro cuerpo (Ro. 6:13), todo nuestro ser (Ro. 12:1), o todo nuestro testimonio (2 Co. 11:2) de una manera aceptable y limpia. El amor de Cristo para su iglesia es completo, y no dejará de trabajar con ella haste que la pueda presenter irreprensible delante de él (Col. 1:22). Pare sí o a sí mismo es un modo de aclarar el sentido de la santificación (26): Cristo desea que la iglesia constituya su gozo y su satisfacción.

3

Comp. Jn. 6:51; 10:11, 15, 17. Ro. 4:25; 5:6–8; 8:32; 2 Co. 5:14; Gá. 3:13; 1 Ts. 5:9. 5 Comp. Is. 54:1–8; 62:4; Jer. 2:1–3; 3:6–14; etc. 6 Ver Mt. 9:15; 22:2–13; etc. 7 En Tit. 3:5 el lavamiento está unido a la regeneración que opera el Espíritu Santo y los cambios correspondientes (2 Co. 3:18 y comp. Ro. 8:2, 11; Jn. 6:63). Por otro lado, el Señor Jesús atribuyó la limpieza de los discípulos a la palabra que les había hablado (Jn. 13:10; 15:3 y comp. Stg. 4:8; He. 10:2). 4

(vi) Una iglesia gloriosa (27b) habla de ester llena de honor, esplendor y belleza. Gloriosa aquí encierra la idea de ser brillante, y quizás sea una alusión a la esposa del Apocalipsis (Ap. 21:2) (comp. Sal. 45:9–14), digna de toda la admiración de su Esposo. Al comienzo de la epístola vimos que la redención y el perdón de los pecados se realizaron por las riquezas de su gracia, [p 224] para disfrutar de la herencia a fin de que seamos para alabanza de su gloria (1:7, 11). Cristo es glorioso y cuando la iglesia sea semejante a él (1 Jn. 3:2) también será gloriosa. Esto ocurrirá en el día de su venida. (vii) Que no tuviese mancha, ni arruga ni cosa semejante (27c). Las manchas son las impurezas que quita la obra del Señor Jesús,8 mientras que la felta de arrugas habla de la lozanía de una joven preparada para el matrimonio. Las “cosas semejantes” son deformaciones propias del pecado que desfiguran y afean, parte de las cuales consideramos al comienzo del capítulo 5. EL AMOR DE CRISTO 1. La naturaleza del amor: “se entregó” A. Eterno

Jer. 31:3

B. Sincero

Os. 2:14; Is. 55:7

C. Constante

Jn. 13:1; 17:26

2. El objeto de su manifestación: “la iglesia” A. Existe el amor entre hermanos, pero el de Cristo tiene un objetivo definido. B. Deja todo por amor (Gn. 2:24; Ro. 5:6–8) C. Es invisible—“como a sí mismo”—Ef. 5:28 3. Los efectos visibles: “santifica, lava, etc” A. Complacido en presencia de la esposa B. Provee todo lo que necesita C. La preserva y la cuida D. Promete vivir con ella para siempre (Mal. 3:17; Dt. 32:9; Jn. 17:24) b.

Las deducciones (29, 24, 31) (i) El carácter de la unidad: nadie aborreció jamás a su propia carne (29). La preocupación del ser humano es sustentarse y cuidarse, actitud que se intensifica con la obra del Señor Jesucristo. Por otra parte, el autocastigo corporal no es natural ni bíblico (Col. 2:23); [p 225] fue copiado de modelos paganos y se practica aun en el presente. Es posible que la esposa tenga, “manchas” y “arrugas”, pero no son razón para amarla poco o dejar de amarla sino que deben servir para comprender mejor lo que 8

1 Jn. 1:7–9 y comp. Cnt. 4:7.

Cristo hizo con nosotros. A pesar de todos sus defectos, la iglesia de Cristo es como “su propia carne”. Pablo concluyó con el principio de unidad sacrificial: Porque, somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos (30). Este versículo no es puramente espiritual sino real porque hace realidad las palabras de Gn. 2:23: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada (comp. Os. 2:16). Debido a que la mujer fue tomada del hombre y por casamiento es una carne con él (31), el esposo ama a su esposa como a sí mismo. (ii) La formación matrimonial (24). De la alusión a Gn. 2:23, Pablo pasó inmediatamente a argumentar el origen, constitución y funcionamiento del matrimonio, Se basó en Gn. 2:24 y sostuvo que si originariamente la mujer era parte del hombre por haber sido sacada de su cuerpo, volvía a ser una con él por medio del casamiento. La insistencia sobre la unidad tenía su objetivo. La mujer y el hombre eran una sola cosa antes que Eva fuera creada porque Dios la sacó del costado de Adán. Cuando Dios se la presentó a Adán la dualidad volvió a ser una unidad. Fue en ese contexto que se hizo comprensible la orden de abandonar los lazos paternos (la autoridad anterior) y maternos (la que lleva adelante el hogar). Ni el padre debía interferir en el nuevo hogar, ni la madre reclamar el lugar ni el amor que ya no le correspondía. Había comenzado un nuevo hogar. La segunda indicación fue igualmente singular: Se unirá a su mujer. Aunque Dios dejó en libertad al hombre para formalizar su matrimonio, bien sabía él que dejaba un hogar para formar otro hogar (singular) y no otros (pural). Unirse no se refiere tanto a la unión sexual (aunque está incluida) como a la unión de un ser a otro en el sentido cabal de palabra: espiritual, moral, social, administrativa, racionalmente, etc. Dios produjo la unión, y desde ese momento una sola mujer completó a esa hombre, y un solo hombre completó a esa mujer. Junto al amor estaba el compromiso. (iii) La consumación física (31). Porque los cónyuges son de distintos sexos, la plenitud del matrimonio está en la unión de ambos. La unión sexual es la consumación y ratificación de todos los otros tipos de uniones que deben caracterizarlo. Dios creó el matrimonio para que disfrutara la unidad con gozo íntimo y consumara de manera física el ideal espiritual. Las culturas (o inculturas) del mundo distorsionaron y desubicaron al sexo. Para algunos es tan “sagrado” que ni aun debería insinuarse que existe, de modo que se van creando frustraciones, [p 226] disgustos y gran pesadumbre. Otros van al extremo opuesto, y hablan disparates, menospreciando la grandeza de lo que Dios creó. Lo primero genera agotamiento y lo segundo, desborde. La mujer no es una cosa ni el marido una máquina. El matrimonio es una vida de concordia, sujeción mutua, acuerdos conversados y relaciones honestas. Grande es este misterio. Pablo concluyó las comparaciones con esta exclamación referida a su tema principal, la relación entre Cristo y la iglesia. Aunque el matrimonio tiene algo de misterioso (o secreto), el tema de Pablo es mucho más profundo como para limitarlo al lado humano de la comparación. Los teólogos católico-romanos, basándose en la traducción que hace la Vulgata de “misterio” como “sacramento”, afirman que el matrimonio es un sacramento. Sin embargo, el secreto escondido a los ojos humanos es éste: la relación de Cristo con la iglesia es un continuo proceso milagroso que genera tanto cambios externos para edificarla como un edificio visible, como tam-

bién cambios internos hasta alcanzar la madurez que tiene el Esposo (4:13). De modo que el misterio se refiere a los significados ocultos que existen en la unión eterna entre Cristo y su iglesia, y que esperan la manifestación gloriosa de los hijos de Dios en las bodas del Cordero (Ap. 19; comp. Ro. 8:29; 1 Jn. 3:3). La lección había comenzado en el Antiguo Testamento con la relación de Jehová como esposo de su pueblo.9 El último versículo es una reflexión sobre el objetivo del argumento: Por lo demás …, es decir “volviendo a lo nuestro”, cada uno “ame a su mujer como a sí mismo”, que es la cumbre del amor humano. La mujer respete a su marido, “reverencie” a su esposo como la cabeza del hogar, que es la mejor recompensa que le puede dar por lo que él es (1 P. 3:6). ESPOSAS Y ESPOSOS, SUJECION Y AMOR 5:22–33 a.

El modelo presentado (25–27)

i.

Cristo amó a la iglesia (25)

ii.

Cristo se entregó por la iglesia (25)

iii.

Cristo santificó a la iglesia (26)

iv.

Cristo purificó a la iglesia (26)

v.

A fin de presentársela a sí mismo (27a)

vi.

Una iglesia gloriosa (27b)

vii.

Una iglesia sin mancha (27c)

b.

Las deducciones (29, 24, 31)

i.

El carácter de la unidad (29)

ii.

La formación matrimonial (24)

iii.

La consumación física (31)

I.

[p 227] HIJOS Y PADRES—DISCIPLINA Y HONOR (6:1–4) 1

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. 4Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. a.

Hijos (1–3) Pablo se dirige ahora a los hijos, basando su exhortación en el principio de que la obediencia es justa (Ro. 3:21). Al añadir en el Señor nos da a entender que debe ser practicada con la fuerza que él da. La familia cristiana formada en el Señor (1 Co. 7:39) no pudo (ni puede) reconocer otro señorío para su desarrollo. Tristemente, la frase “en el Señor”1 no es aplicable a matrimonios nacidos fuera de la autoridad del Señor, que tendrían hijos no enseñados bajo su señorío.2 Aunque desaprueba el modo en que los padres han actuado, la misericordia de Dios cubre el hogar.

9

Is. 54:5; Ez. 16:1–54; Os. 2:16–20 y comp. Mt. 9:15; Mr. 2:19; Jn. 3:29. Esta frase se repite en esta epístola con varias relaciones en 2:21; 3:11; 4:1, 17; 5:8; 6:10, 21 2 Nos referimos específicamente a lo que en la Escritura se denomina el yugo desigual (2 Co. 6:14). 1

En Col. 3:20 aclara que la obediencia debe ser en todo, porque esto agrada al Señor, teniendo en cuenta una bendición especial para los que honraban a sus pactes (Ex. 20:12). El quinto mandamiento era el primero que incluía una promesa específica para quien obedecía. Para que te vaya bien, es decir para que seamos más felices, útiles y sanos interiormente. Era la certeza del valor posterior que tendría un buen comienzo hogareño (comp. Dt. 4:40). [p 228] Y seas de larga vida sobre la tierra. Tener larga vida sobre la tierra de Israel era una manera de mostrar la aprobación de Dios sobre la conducta de su pueblo (Dt. 5:33). Pablo toma la enseñanza, pero omite mencionar Israel, porque la larga vida de los santos no se mide únicamente en tiempo (comp. Mt. 26:13; Ap. 14:13). b.

Padres (4). Está claramente señalado que los padres debían administrar la autoridad “en el Señor”. La cuestión no es tanto exigir obediencia a los hijos sino serles ejemplo. Ser verdadero, honesto, prolijo e industrioso es parte de la conducta “en el Señor”. Expresamente Pablo ordenó a los padres no provocar a los hijos a ira, que es esa explosión interna de enojo como reacción a presiones, deberes y exigencias injustas de los padres. Ni ellos mismos serían capaces de satisfacer esas exigencias (comp. Ef. 4:31; Col. 3:8; 1 Ti. 2:8). La violencia, la crueldad o el castigo desmesurado o arbitrario suelen generar esta ira. También es provocada por la ridiculización en público o los comentarios desfavorables delante de otros. Ciertos padres creen que así motivarán el cambio, cuando en realidad están produciendo una rebelión que será difícil disipar. Criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Para criar (gr. ektrephô), es decir alimentar, nutrir, robustecer, educar y dirigir a los hijos, debemos: * Valorar la calidad de lo que el niño es, su capacidad y alcance. * Entender a cada uno en forma individual pues cada personalidad es distinta. * Reconocer que la voluntad de Dios es el límite de la autoridad paterna. Criar significa colocar los fundamentos en una vida nueva que debe asimilarse al hogar y reverenciar a Dios. Para cumplir este objetivo los padres deben tener en cuenta que: —Es esencial invertir en los hijos tanto tiempo como sea posible. —Es preciso enseñarles sobre el Señor, primero con el ejemplo de sus vidas, y luego con la enseñanza (Jos. 24:15; Ex. 13:14; Dt. 6:7). —Los niños conocerán qué es amor genuino al verlo confirmado en la fidelidad conyugal (1 Co. 13:4–7; Mal. 2:16), el respeto mutuo entre los padres (1 P. 3:7) y la sinceridad reflejada en el trato con ellos. Ni regalos ni promesas ni amenazas pueden suplir la presencia, protección o disciplina del padre y de la madre. —La crianza estará coordinada por ambos cónyuges. Si el principio de autoridad está en vigencia, la reprensión o castigo del padre nunca será anulado o disimulado por la madre, y viceversa.

[p 229] La disciplina y amonestación del Señor es la corrección de acuerdo al modelo de Dios,3 la formación de la mente por medio de la instrucción (2 Ti. 3:16–17), la advertencia clara en el momento adecuado (Col. 3:16) y la ilustración por el ejemplo personal o de otros. El paganismo era severo y sin razón. Había que aceptar las cosas “porque sí”, y el fatalismo de vivir sin entender presentaba un cuadro gris y descorazonador. Dentro del cuerpo de Cristo las cosas son distintos. Los padres deben ser firmes y cumplir con las medidas correctivas, mostrándoles a los hijos que la disciplina es el método para evitar que caigan en malas sendas. Deben saber que no se trata de venganza sino de formación (Ro. 12:10), y que no hay otra opción aparte de la recompensa del pecado o la corrección “del Señor” (comp. 2 Ti. 2:25). HIJOS Y PADRES—DISCIPLINA Y AMOR 6:1–4 a.

Hijos (1–3)

b.

Padres (4) EL MANDATO PARA LOS HIJOS Ejemplo: José

obedeció en su hogar honró en Egipto

Modo: Obedecer sin cuestionamientos Carácter: Obedecer con diligencia Evidencia: Obedecer con alegría (Fil. 2:12; 2 Ts. 3:14; Tit. 3:1; 2 Co. 9:13; Flm. 21) Daniel—honró a Dios como Padre (3:14; 5:23 y comp. Jn. 5:23; 8:49; 1 P. 2:17) J.

AMOS Y SIERVOS—OBEDIENCIA Y JUSTICIA (6:5–9) 5

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; 6no sirviendo [p 230] al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; 7sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, 8sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. 9Y vosotros amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas. Pablo no aprobó la práctica de la esclavitud difundida por todo el mundo como resultado del pecado. Si hubiera sido instituida después de la llegada del evangelio, la hubiera condenado con severidad. Sin embargo, el mensaje de la libertad en Cristo llegó cuando el sistema de esclavitud estaba profusamente difundido y gran parte de los que componían las iglesias eran esclavos. Por esta causa, la incluyó entre las relaciones sociales. La posición del apóstol era que si alguno podía zafarse de esa situación no debía perder la oportunidad (1 Co. 7:21), y que los amos cristianos no debían seguir el mode3

He. 12:4–11; Lc. 23:16; 1 Co. 11:32; 2 Co. 6:9; 1 Ti. 1:20

lo mundano sino mentalizarse de que todos eran hermanos (1 Ti. 6:2) (comp. Fim. 15, 16). Parecería que el pasaje tuviera poca relevancia para nosotros, pero no es así. En nuestra sociedad no hay esclavos de ese tipo, pero somos empleados de un sistema que también nos agobia, de modo que las enseñanzas son muy adecuadas. a.

Siervos (5–8) De hecho, muchos esclavos seguían perteneciendo a amos incrédulos que reiteradamente los acusaban de rebeldía por causa del evangelio (1 P. 2:13–17). La sujeción era la mejor demostración de que estas apreciaciones eran falsas. La ética cristiana se imponía sobre el yugo salvaje porque el verdadero amo era el Señor. El obrero que comprende que en el lugar que se encuentre está sirviendo al Señor, no se fija tanto en la mirada de su empleador como en la de Dios (Fil. 2:12; Col. 3:22– 24). Por otro lado, esta misma ética impide el servilismo. De modo que sirviendo al ojo es una breve descripción del esclavo en los días de Pablo o del empleado en el presente que cumple su obligación si lo vigilan, sin percibir que la pobreza de su servicio se debe a su falta de sujeción al Señor. Si Cristo es el objetivo del servicio (5) y el móvil del trabajo (6), es lógico que también sea el galardonador de las labores (8). La recompensa futura, en el día de la retribución, será con absoluta equidad, sea siervo o sea libre. Por lo que leemos en Col. 3:24 la herencia es la participación en común del reino de Dios (Ef. 1:18). Para las leyes vigentes en ese tiempo, los esclavos eran miembros de la familia social a la cual se debían por entero. Ante la ley divina, el siervo y el amo cristiano son ambos miembros de la familia espiritual de la cual Cristo es Cabeza y Señor.

b.

[p 231] Amos (9) Y vosotros amos, haced con ellos lo mismo (9). La reciprocidad a la que estaban llamados los amos no surgía del hombre mismo sino de su relación con Dios. Esos amos tenían que “hacer lo mismo”, es decir tratar a los siervos como un servicio a Dios porque sólo así habría verdadera justicia. La obediencia a este principio era el antídoto para la situación social decadente. El ojo del Señor estaba sobre la conducta de los señores (Col. 3:24–4:1) no sólo para señalarles que Dios no hace acepción de personas sino también para ordenarles Haced lo que es justo y recto. Así como los siervos no tenían que servir al ojo (comp. Gá. 1:10– 11; 1 Ts. 2:4), los amos no tenían que servirse a sí mismos porque tenían un Amo en los cielos (Col. 4:1).4 Trasladando esta enseñanza a nuestro presente, no dudamos que entre empleadores y empleados puedan surgir situaciones de violencia, y que cada una debe analizarse en particular, pero los principios permanecen inalterables (1 P. 1:17). La justicia social tan reclamada por el mundo debe ser parte integral de los empleadores cristianos.

AMOS Y SIERVOS—OBEDIENCIA Y JUSTICIA 6:5–9 a.

Siervos (5–8)

b.

Amos (9) [p 232] SIERVOS Y AMOS

4

Comp. Mt. 22:16; Lc. 20:21; Stg. 2:1, 9.

1. Deberes de los empleados –Ej. el Señor Jesús en calidad de siervo Fil. 2:6–8; He. 5:8; Fil. 2:14 A. Obediencia

Col. 3:22; Tit. 2:9; 1 P. 2:18

B. Diligencia

Ro. 12:11; Ef. 5:15; 2 Ti 2:15

C. Fidelidad

Nm. 12:7; 1 S. 3:20; 1 S. 22:14 Mt. 24:45; 25:21, 23; 1 Co. 4:17

2. Deberes del empleador –Ej. 1 S. 24:17 A. Justicia

1 S. 26:23; Mt. 21:32; 2 P. 2:5; Stg. 5:4

B. Amabilidad

1 Ti. 3:3; 2 Ti. 2:24; Pr. 14:35; Col. 3:12

C. Preocupación

Gn. 39:8; Pr. 27:23

3. Deberes de ambos Dios es dueño de todo –Sal. 24:1 A. Nada es propio

Gn. 15:2; Ex. 5:22; Ex. 19:5; Lv. 25:23; 1 R. 20:3; Is. 43: (todo pertenece al Señor y él lo administra)

B. Nosotros somos los medios para que se cumpla su voluntad (Dt. 7:7; 29:20; 1 S. 12:22; 2 R. 2:1; Sal. 115:3; 135:6; Hch. 9:6; Col. 4:12; Stg. 4:15) [p 233]

3. La lucha contra el diablo y sus fuerzas 6:10–20

10

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20por el cual soy embajador en caderas; que con denuedo hable de él, como debo hablar. 11

La sucesión de exhortaciones a la vida de santidad y sujeción al Señor culmina con este párrafo. Volviendo de lo específico a lo general, Pablo convocó a sus lectores a prepararse para la guerra y la victoria contra el diablo y sus potestades.

Por lo demás (10) puede parafrasearse: “Después de tener en cuenta lo que hemos aprendido, queda pendiente que sepan cómo tomar toda la energía de Dios para la guerra feroz que tienen que enfrentar”. [p 234] Esto de que la vida cristiana se parece a una batalla, es una metáfora con raíces en el Antiguo y en el Nuevo Testamento1 pero descrita aquí con mayores detalles. Dos razones podrían explicar todo el espacio que dedica Pablo al tema. En primer lugar, era la primera vez que estaba dentro de la guardia pretoriana2 y podía observar de cerca los movimientos de los soldados, el equipamiento y la disciplina, así como su función dentro del Imperio Romano. El modelo del soldado de la fe era muy adecuado. En segundo lugar, así como los romanos procuraban anexarse nuevo territorio, el diablo tenía su ejército contra la iglesia, y los santos debían adiestrarse para vencer. Por la manera en que Pablo contemplaba la vida cristiana desde los comienzos (1 Co. 9:25), era indudable que los creyentes de las iglesias consideraban las conquistas cristianas como una milicia contra el enemigo.3 A.

FUENTE DE PODER (10): Fortalaceos en el Señor Pablo había enseñado que el fortalecimiento en el Señor (3:16) era una obra de Dios por medio del Espíritu Santo (comp. Hch. 9:31). Ser fuerte en el Señor4 no era otra cosa que ser poderoso en él (2 Co. 13:3), [p 235] buscando la operación de Dios capaz de derribar las fortalezas del mal. Si no hubiéramos estudiado ya las demandas de la santidad, (4:17–5:16) nos preguntaríamos cómo se inicia el camino de la victoria. La lectura de esos pasajes nos da la respuesta precisa. Cristo es la fuente del poder (Fil. 3:21; 4:13) y la santidad, y también el camino hacia ella. Sin santidad, nadie verá al Señor ni experimentará su poder (He. 12:10, 14; Jud. 24). Sin la presencia de Cristo la lucha está perdida. En 6:10 Pablo está diciendo: “Sean interiormente poderosos en el Señor, con toda la fortaleza de su potencia”. Estes tres palabras son muy similares y nos recuerdan el poder formidable desplegado para la resurrección de nuestro Señor Jesucristo (1:19) (comp. Jos. 1:7; Dn. 11:32).

B.

LA ORDEN DE PREPARACION: vestíos de toda la armadura de Dios. Sigue la descripción de la batalla ineludible entre el cristiano y el poder del reino de las tinieblas. Las palabras “armisticio”, “condiciones de paz”, “convivencia pacífica” y

1

Ex. 15:4; Is. 11:5; 49:16; 1 Co. 16:13; 2 Co. 10:4; 1 Ts. 5:8; 2 Ti. 2:1. Pretor en latín es comandante. Era el nombre de la persona que administraba justicia dentro del Imperio Romano, y que en forma esporádica también cumplía otras funciones (Jn. 18:28). Pablo estaba preso, custodiado por una guardia dependiente del pretorio (Hch. 28:16; Fil. 1:13). 3 1 Co. 14:8; 15:32; 2 Co. 10:3–5; 1 Ti. 6:12; 2 Ti. 4:7; 1 P. 2:11. 2

4

El mandamiento a ser fuertes en el Señor implica: a. Ser fuertes en la fe * para disipar temores infundados (Ne. 6:10–12) * para animar la confianza en el Señor (Sal. 3:5–6; Pr. 28:1) * para renovar el espíritu de lucha (Jos. 8:3; Jue. 20:30) b. Ser fuertes en la oración o dependencia * para conocer la voluntad de Dios (Jn. 15:7–8) * para aumentar la expectativa de la esperanza (2 Co. 1:20) * para conservar la profundidad de la santidad (2 Co. 7:1) c. Ser fuertes en la sujeción al objetivo * por confesar los pecados cometidos (Sal. 51:1–14) * por mortificar los intentos internos del enemigo (Ro. 7; Gá. 2:20) * por rechazar las tentaciones (2 Co. 12:7–9; Mt. 6:13; Stg. 1:13–14)

“diálogo” no están en el vocabulario de Dios.5 Lo visible del reino satánico a veces tiene apariencia inofensiva, pero lo invisible es extremadamente corrupto (2:1–2; 4:27). Con toda la armadura Dios equipa al soldado que se pone a su disposición (comp. Col. 2:8–10; 4:1–3). Aunque el enemigo está vencido (He. 2:14) aún vive y Dios nos insta a prepararnos para la lucha. ¿Cómo? a.

Reconocer el poderío del enemigo. Para estar firmes debemos creer que el enemigo es poderoso y utiliza peligrosas estrategias que podrían pasar inadvertidas, como ocurría con los efesios (Ef. 4:14; 5:6) (comp. Col. 2:4, 8; Ef. 4:22). El buen soldado (2 Ti. 2:3) sufre pero no cae, y pelea la buena batalla de la fe hasta vencer (Ro. 8:28–39), porque utiliza únicamente el arsenal que Dios provee (2 Co. 10:4). Sabe detectar cuándo enfrenta un “león rugiente” (1 P. 5:8, 9) o un enseñador falso (1 Jn. 2:18–22) o un supuesto “ángel de luz” (2 Co. 11:3, 14).

b.

Saber que la lucha es espiritual. Debemos estar conscientes de que no se desarrolla en el plano humano. No tenemos lucha contra personas, para cuyo caso tendríamos suficientes provisiones. La guerra se libra en el campo espiritual (1 Co. 15:32), donde los poderes son más efectivos y los [p 236] resultados más permanentes. Esta es la tercera vez que en la epístola se mencionan “los principados y potestades”, en este caso los que están en permanente rebelión contra Dios. Las fuerzas malignas controlan la raza humana, ya sea por medio de la violencia, por formas religiosas, por magia, hechicería y obras de la carne (Gá. 5:9–21), mediante el racionalismo, el universalismo, y otras tantas maneras6 que “evolucionan” con los tiempos pero que son obras del diablo. Cristo apareció para deshacer todo esto.7 Un ambiente de confusión mundial (Mi. 3:7; 7:4) se sigue apoderando de los pueblos que tratan de encontrar luz en las tinieblas (Ro. 2:19), para luego comprobar que son guiados sólo por las tinieblas (1 Jn. 2:11).8 Vivimos en un mundo en oscuridad gobernado por las fuerzas de Satanás (1 Jn. 5:19; Col. 1:13), de las que fuimos liberados por el Señor Jesús para luchar contra ellas y vencerlas (1 Co. 2:14).

c.

Tomar toda la armadura. Toda en razón de la cantidad de soldados enemigos que tenemos que enfrentar. La diversidad de la estrategia y el poderío de los demonios es de una magnitud tal que Dios nos ordena estar bien pertrechados para la lucha. Dejar un solo lugar sin armadura podría ser fatal (Ro. 8:7; Gá. 5:20; Stg. 4:4); de ahí los controles sobre todos los móviles de la conducta. La armadura de Dios (gr. panoplía) no quiere decir “la armadura que Dios usa”— como algunos han interpretado—sino “la que Dios provee” tanto defensiva como ofensiva (Lc. 11:22). Por lo tanto, no usamos las armas de los hombres, y la victoria siempre es del Señor y para él.

5 Dios no formó a su pueblo ni redimió a los santos para que dialoguen o convivan pacíficamente con el enemigo de la cruz (Col. 2:15). 6 A mi entender estas otras maneras incluyen algunas formas musicales y las artes marciales. 7 1 Jn. 3:8 y comp. Lc. 11:20; Mr. 1:27; 5:15; 6:13. 8 El enemigo está operando por medio de técnicas ocultas que lentamente van cambiando el mundo de la ciencia y de la medicina por la parapsicología y el control de la mente. Lo que comúnmente se denomina “poder mental”—que a veces puede confundirse con la fe—es una manera de controlar a la persona a través de medios no autorizados por Dios. El yoga, por ejemplo, la magia, la hipnosis, etc. son actividades opuestas a la labor del Espíritu Santo.

Con respecto a las “asechanzas del diablo”, Pablo sabía que desde la religión y pasando por todas las formas de mala conducta que hemos considerado, hasta llegar a la hechicería y la magia, todo estaba dentro de sus formas de ataque (Ro. 11:28; Gá. 5:21). El término [p 237] original para asechanzas es methodía, que significa seguir un camino. Es decir que el diablo tiene un método para engañar, destruir y alcanzar su objetivo (Jn. 10:10; 2 P. 2:1) de acuerdo al momento o la persona. C.

EL PODERIO DEL ENEMIGO: porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados … Nuestra tendencia es luchar contra lo que vemos y no contra el verdadero enemigo (Ej. Mt. 16:22–23). Sin embargo, esta locha está planteada a nivel espiritual, donde sólo el poder del Señor nos concederá la victoria. Contra carne y sangre se refiere a personas, que en general son débiles y tienen limitada capacidad de acción (comp. Mt. 16:17; 1 Co. 15:50; Gá. 1:16).9 La verdadera batalla no es contra los hombres sino contra quien los utiliza. El Espíritu nos muestra el origen de la guerra: es la batalla del diablo contra Dios. Para Pablo era muy importante conocer al enemigo, y por eso usa distintos términos para describirlo. A principados y potestades agrega ahora dos nombres más: gobernadores de las tinieblas y huestes espirituales de maldad. El apóstol denominó principados y potestades a poderes espirituales—ya sea buenos o malos—de gran fortaleza, creados por Dios y sujetos a Cristo (Col. 1:16; 2:10). Los malos son los que se rebelaron contra Dios, y habiendo perdido su posición inicial se dedican a engañar, perturbar mentes y tratar de confundir a la gente con acciones tenebrosas. Fue precisamente a estos poderes que Cristo derrotó en la cruz en forma absoluta.10 Los “gobernadores de las tinieblas de este siglo”11 (gr. kosmokrátores) son poderes diabólicos que están gobernando el mundo. Los gnósticos insistían que gobernaban esferas planetarias, y que vigilaban a los hombres y sus destinos. Aunque la historia no es exactamente así, en base al libro de Daniel podemos decir lo siguiente: Estando este siervo de Dios a orillas del río Hidekel en Persia, fue visitado por un ser celestial (Dn. 10:4–5) de apariencia casi indescriptible. Este personaje le contó que había venido a confortarlo, y que se había demorado 21 días a causa de la intervención del príncipe del reino de Persia (v. 13), y que Miguel (príncipe de Dios) había acudido a auxiliarlo. [p 238] En el mismo capítulo encontramos que el príncipe de Grecia, otro príncipe de la jerarquía satánica, también había intervenido contra Daniel (v. 20).12 Por otra parte, Judas 9 declara que Miguel había sostenido una dura lucha contra Satanás sobre el cuerpo de Moisés, posiblemente en el momento de su sepultura. Dt. 34:5–6 aclara que Dios mismo se encargó del cuerpo de su siervo. La organización de las fuerzas malignas mencionadas por el profeta Daniel nos permite advertir que el diablo ha constituido sus gobernadores de las tinieblas (gr. kosmokrátores) en todo el planeta a fin de tener al mundo bajo su dominio (Jn. 12:31; 14:30; 16:11). Estos gobernadores están asistidos por una cantidad enorme de demonios (gr. 9 Debemos aclarar que los cristianos pueden tener que enfrentarse con hombres cuando las malas incitaciones proceden evidentemente de ellos. Pero aun así, lo harán plenamente convencidos de que son instrumentos momentáneos del príncipe de este mundo. 10 Col. 2:15 y ver comentario a 1:21. 11 “Este siglo” (gr. aión) se refiere a la actividad espiritual y moral característicos del mundo de hoy (Gá. 1:4). 12 Ver. Dan. 12:1.

pneumátika) que obedecen sus indicaciones en contra de todos los hombres, pero muy especialmente en contra de los miembros de la comunidad de Dios. Nuestra batalla contra estas fuerzas es incesante y agotadora.13 D.

LA CONFIRMACION DE LA VICTORIA: tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir … Después de describir el poderío de Satanás14 y de insinuar el rigor de la batalla, Pablo volvió a la exhortación. Por tanto [porque la batalla será dura] tomad toda la armadura de Dios (11), pues en una contienda espiritual únicamente podemos combatir con las armas del Espíritu Santo. Al luchar contra el reino de las tinieblas el inconveniente somos nosotros mismos y nuestra naturaleza carnal. Las pasiones, el orgullo, las malas costumbres, los placeres de pecado, la superchería—es decir las armas de las tinieblas—frecuentemente también están en nuestras manos. De manera que la guerra está declarada dentro de cada soldado de la fe. Si el diablo consiguiera mezclar las armas (la verdad con el error), lograría la victoria. El día malo no es necesariamente un día calendario de veinticuatro horas, sino ciertos días claves que se presentan como peores en [p 239] nuestra experiencia. Son días que dan lugar a una lucha más recia o a una derrote más probable.15 Como vivimos en un siglo malo (Gá. 1:4) con días malos (Ef. 5:16) y en medio de gente mala (Mt. 12:33–39; 2 Ts. 3:2; 2 Ti. 3:13), es fácil que nuestra lucha constante resulte en momentos malos a cada instante. Habiendo acabado todo es la traducción de un solo verbo que significa “efectuar un trabajo intenso” o “dar por finalizado algo”. Puede referirse a algo bueno, como la labor de la paciencia (Ro. 5:3), de la prueba (2 Co. 4:17), de cierto tipo de tristeza, etc., que obran en la formación interior del hombre de Dios; o puede referirse a algo malo, como la actividad de la carne (Ro. 7:8, 13). Pablo les hablaba de una guerra prolongada e intensa que debía tener dos características; (1) la derrota del enemigo y (2) la resistencia de los soldados hasta el final (11, 14).16

LA LUCHA CONTRA EL DIABLO Y SUS FUERZAS 6:10–20 (parte I) A.

Fuente de poder: el Señor (10)

B.

La orden de preparación: armadura de Dios (11)

a.

Reconocer el poderío del enemigo

b.

Saber que la lucha es espiritual

c.

Toda la armadura

C.

El poderío del enemigo (12)

D.

La confirmación de la victoria (13) 13 14

Comp. Ro. 16:7; 2 Co. 10:4; Fil. 2:25; 1 Ts. 5:8; Col. 4:10; Flm. 23.

La Biblia habla sobre la presencia de espíritus malos: (a) El Antiguo Testamento los denunció (Ex. 22:18; Dt. 18:10–12; 2 R. 9:22; 2 Cr. 33:6; 2 R. 21:11; 2 R. 21:6; Is. 47:12–13; Jer. 27:9–10; 47:9; Mal. 3:5). (b) El Señor Jesús se enfrentó con ellos (Lc. 4:33–37; 11:20; 13:32; 10:17; 22:31; Jn. 12:31; Mt. 25:41). (c) Los apóstoles mostraron sus actividades (Stg. 3:4–16; 2 Co. 4:4; 11:14; Ef. 4:26; 6:12; 1 P. 5:8; 1 Jn. 2:13–14; 3:8; 3:10–12; 5:18, 19; Ap. 13:13). 15 Sal. 41:1–3; 49:5; Am. 5:13; 6:3. 16 Comp. Ro. 5:2; 1 Co. 7:37; 15:1; 2 Co. 1:24.

[p 240] LAS LABORES DEL DIABLO

E.

1. Engañar con sus asechanzas

Ef. 6:11

2. Atrapar coe falsedades

1 Ti. 3:7; 6:9 2 Ti. 2:26

3. Defraudar con sus maquinaciones

2 Co. 2:11

4. Zarandear con desilusiones

Lc. 22:31

5. Ahogar con cizaña

Mt. 13:23–25

6. Abofetear con heridas

2 Co. 12:7

7. Quemar con dardos encendidos

Ef. 6:16

[p 241] LA DESCRIPCION DE LA ARMADURA TRIUNFAL: Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos … Pablo comienza a describir lo que veía en el soldado. En esos momentos ser militar era la actividad humana más exitosa porque hacía ya casi un siglo Roma era el exponente del éxito—no por su diplomacia o su comercio sino por sus estrategias, su valentía, armamento y victoria. Así que la figura que Pablo estaba por utilizar era tanto popular como atractiva porque hablaba de lucha victoriosa. Además señalaba a los hermanos el peligro constante al que estaban expuestos, el desinterés por el sufrimiento personal, la importancia por el bienestar del camarada, así como la unidad en la organización de todos hacia el objetivo del ejército romano. Observando estas características de los soldados que lo custodiaban, Pablo concibió la carrera cristiana victoriosa como una milicia al mando del Señor Jesús. Le dijo a Timoteo que soportara los sufrimientos como buen soldado de Jesucristo (2 Ti. 2:3) porque estaba convencido de que la batalla de la fe era noble.

a.

Ceñidos vuestro lomos de verdad (14). Es evidente que todas las piezas de la armadura eran metáforas aplicadas a la vida cristiana, que en otros lugares Pablo llama el “fruto del Espíritu” (Gá. 5:22–23; Ef. 5:9). El primer atavío era la túnica (lat. subligar), un vestido desde el cuello hasta la mitad del muslo, colocado sobre la ropa interior, y sujetado con un cinto. Además de cubrir las partes vulnerables del cuerpo, la subligar le recordaba al soldado que formaba parte del ejército romano y que tenía que estar siempre preparado para la lucha (Lc. 12:37; Hch. 12:8) Posiblemente teniendo en cuenta Is. 11:5 y 59:17, Pablo aplicó la lección a los cristianos de la siguiente manera: En primer [p 242] lugar, todos los que son de Cristo están vestidos de él.1 Así como una camiseta identifica al jugador deportivo, el soldado lleva su identificación y no puede ser traidor a la patria. En segundo lugar, ese vestido es la verdad. Jesucristo es la verdad (Jn. 14:6) y los soldados de su ejército son leales a 1

Gá. 3:27; Col. 3:10; 1 P. 5:5 y comp. Ro. 13:12–14; Col. 3:14; 1 Ts. 5:8.

ese ideal (2 Ti. 2:4).2 Sin esta primera prenda el soldado no podía vestir las restantes, de la misma manera que sin la verdad no podemos decir que somos soldados de Jesucristo. b.

Vestidos con la coraza de justicia (14). Colocada sobre la anterior, servía para proteger los órganos vitales como el corazón y los pulmones. Era la armadura (lat. lórica) que cubría el cuerpo desde el cuello hasta los musilos y estaba compuesta de dos partes, una delantera y otra trasera.3 En el caso del cristiano y su lucha contra las fuerzas enemigas, la justicia o integridad (Pr. 28:6, 18) y la pureza de vida (Tit. 2:7) son claves para evitar que un flechazo dé directamente en el corazón.4

c.

Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz (15) Estas sandalias (lat. caliga) eran livianas y cubrían hasta casi la mitad de la pierna. La suela estaba reforzada con topes (lat. clavi caligares). En un sentido, los pies del cristiano “recubiertos” con el evangelio nos recuerdan que el evangelio es el sustento “sobre” el cual está en pie el cristiano con los clavi caligares, que evitaban que resbale ea la batalla (1 P. 3:15–16).

d.

Escudo de la fe (16) Sobre todo, es decir afectando todo el conjunto, estaba el largo escudo (lat. scutum) de madera u otro material con marco de hierro y forrado con cueros. De forma rectangular (u otras, según las regiones) servía para proteger el cuerpo lo más posible con pequeños movimientos del brazo izquierdo al cual estaba sujeto. Pero además, tenía enganches para unirse al escudo del compañero y formar un frente común en el avance hacia el objetivo (Fil. 1:27). Para nosotros es el [p 243] “escudo de la fe” porque es la fe en el Vencedor que nos une para la victoria (1 Jn. 5:5). Dios es el escudo del creyente (Gn. 15:1; Sal. 3:3; 7:10; 28:7; Pr. 30:5). Es bueno que tomemos nota de la comunión en la lucha por la fe, uniendo todos los esfuerzos contra las flechas encendidas del enemigo. Ante la fe de una iglesia unida, el adversario tiene pánico porque donde está la comunión del Espíritu está también la fortaleza del Señor (comp. Is. 51:9; 2 Ts. 3:3).

e.

El yelmo de la salvación (17) Si los dardos del enemigo daban en el escudo, con seguridad se apagaban y caían. Para lograr el éxito, entonces, había que apuntar a la cabeza. El casco o yelmo que en su aspecto exterior era sobrio pero bonito por las diferentes crestas, tenía como función principal resguardar la cabeza y la nuca (comp. Lc. 2:30; 3:6: Hch. 28:28). Para el cristiano la salvación que resguarda la cabeza es una figura de la protección contra los malos pensamientos, las intenciones de la carne y todas las maquinaciones venenosas que parten del ser interior.5 La mente necesita estar protegida por la salvación para que tanto los móviles como los objetivos sean sanos (Tit. 2:2). El casco del soldado era visible por todos. Coloquemos la salvación tan alta como Dios nos manda, para su gloria y honra.

f.

La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (17) 2

Lo contrario es traición (comp. Is. 24:16; Lm. 3:42; Os. 9:15; Mal. 2:14, 15; Gá. 3:1–5). Era similar a la mencionada en 1 S. 17:5 y Neh. 4:16 que los griegos conocían como thórax (corselete) (Ap. 9:9, 17). 4 Comp. Ro. 14:17; 2 Co. 6:7; Fil. 1:11; 3:6; 3:9; 1 Ti. 6:11; 2 Ti. 2:22; 3:16; 4:8; Stg. 3:18. 5 Lc. 6:45; 12:34; 24:25; Fil. 4:7; He. 4:12; 1 P. 4:1. 3

Todos los recursos anteriores son decididamente defensivos, pero éste es tanto defensivo como ofensivo. En el Nuevo Testamento se mencionan dos tipos de espadas: una larga y muy penetrante (Ap. 1:16; 2:12; 6:8; etc) y otra pequeña, muy fina y con doble filo (Mt. 26:47; 10:34; etc) que es la mencionada aquí. Por su actividad se la compara con la “espada del Espíritu” (He. 4:12), la palabra (gr. rhêma)6 de Dios utilizada en un momento de necesidad, tal como el Señor Jesús lo hizo en el desierto contra Satanás (Mt. 4). Cuanto más atesoremos su palabra en nuestros corazones, mejor podremos utilizarla en el momento oportuno.7 Cuanto más preparados [p 244] estemos, más podrá usarnos Dios en la lucha que sostenemos (2 Co. 4:2). LA LUCHA CONTRA EL DIABLO Y SUS FUERZAS 6:10–20 (parte II) LA DESCRIPCION DE LA ARMADURA TRIUNFAL (14–17) a.

Ceñidos vuestros lomos de verdad (14)

b.

Coraza de justicia (14)

c.

Calzados los pies con el apresto del evangelio (15)

d.

Escudo de la fe (16)

e.

Yelmo de salvación (17)

f.

Espada del Espíritu (17) LA LUCHA DEL CRISTIANO (Ef. 6:13) 1. El momento: “el día malo” el tiempo de aflicción el tiempo de persecución

Esd. 9:5; Sal. 25:16; 1 P. 1:6 Mt. 5:10; Hch. 8:1; 13:50

el tiempo de tentación

Mt. 26:41; 1 Co. 10:13; 1 Ti. 6:9

el tiempo de muerte

Sal. 18:4; 116:3; 1 Co. 3:22; 1 Ts. 4:13–16

2. La advertencia: “tomad toda la armadura de Dios” las armas que él provee, porqtia es su lucha Col. 1:29; 2 Ti. 2:5; 1 Ti. 6:12; 2 Ti. 4:7 la protección que necesitamos: toda la armadura

6 7

Ver comentario a 5:26 para una explicación de este término griego.

Es imprescindible que el cristiano … … estudie la Biblia para comprender lo que dice (Jn. 5:39; Hch. 17:11). … memorice muchas Escrituras como lo hizo el Señor. … descarte los razonamientos humanos como instrumentos válidos para realizar la voluntad de Dios. Es el Espíritu el que reprocha, y no nosotros (Jn. 16:8–9). Eva utilizó sus argumentos y perdió el pleito contra Satanás. Es el Espíritu quien recibe el ataque (Gn. 6:3) y lucha por nosotros. Somos instrumentos de Dios.

3. Los motivos: “estar firmes” la lucha es larga y difícil: “acabando todo” la victoria es segura: “estar firmes” Sal. 18:50; 2 Co. 2:14 [p 245] Con la descripción de la armadura del soldado romano, Pablo condenó lo mucho que sabía acerca del ejército invisible, que de manera creciente trataba de sitiar la iglesia del Señor. Pablo sabía de los ejércitos espirituales que defendían a los hombres de Dios (Ver 2 R. 6:17; Jn. 5:13–15; Dn. 8), pero le resultaba difícil explicar a los efesios que el diablo también creó su ejército con fuerzas poderosas. Ellos necesitaban ser santos y estar listos para combatir una vez que estuvieran protegidos y pertrechados por el poder de Dios. Por haber ingresado al reino de Dios, todos los creyentes son enemigos de Satanás, y viceversa. La influencia del Salmo 110 se evidencia en los escritores del Nuevo Testamento: hay seguridad de victoria sobre el enemigo pero en una lucha continua (1 Co. 15:57). Es importante saber todo lo que está en juego, y reconocer que el último párrafo en las consideraciones de Pablo es de importancia sustancial para un final exitoso. g.

Orando en todo tiempo (18) El término “orando” (gr. proseuchómenoi) significa una dependencia constante en Dios. Oración podría traducirse “mirándole como la fuente de poder”, y súplica, como quien tiene el deseo de solucionar nuestra situación. Una paráfrasis adecuada sería: “Dependiendo constantemente de Dios, porque es la fuente de poder y puede solucionar cualquiera de los problemas que se presenten”. En el Espíritu significa sometiendo las cosas a la voluntad del Señor, en cuya fortaleza nos movemos. El Espíritu es el arma ofensiva contra el enemigo y el que revela a nuestros corazones la voluntad del Señor.1 Primero adoramos y contemplamos a Dios acatando su voluntad, y luego suplicamos (Mt. 18:26; 1 Ti. 5:5; He. 5:7). [p 246] La contribución más importante a la oración es, precisamente, la relación con el Espíritu. Es la cooperación de Dios a nuestra pobre fe para estimularla y extenderla a toda la familia (Jud. 20). Debemos hacerlo en todo tiempo pues es a favor de todos los santos (comp. 3:16). En el Nuevo Testamento velar significa vigilar, custodiar, cuidar un preso, etc., según el objetivo. En este caso el verbo “velar” (gr. agrypneô) significa en especial quedarse despierto por algo.2 Velando en ello, entonces, significa “dándole prioridad sobre lo demás”. Para fortalecer la importancia de lo que enseñaba, Pablo agregó … con toda perseverancia y súplica …, animando a sus hermanos a dedicarse a la actividad espiritual más importante de la comunidad. Perseverar (gr. proskartereô) es ser constantes para alcanzar una meta (Hch. 1:14; Ro. 12:12). Los efesios debían estimularse para no desmayar, para poder comprobar el triunfo de Dios en sus propias vidas y mantenerse firmes en el día malo. Esta había sido la exhortación del Señor Jesús (Mt. 24:42; 25:13; 26:38, 41) y también la hallamos en otros pasajes del Nuevo Testamento (Fil. 4:6; 1 Ts. 5:17). 1

Comp. Lc. 18:1; Jn. 14:13–14; 15:7, 16; 16:23, 24; Ro. 8:26. Pablo había estado “en muchos desvelos” (2 Co. 11:27). En He. 13:17 leemos que los pastores “velan por vuestras almas.” 2

Pablo pidió a los efesios que oraran por él (19), no por su liberación o para que mejoraran sus condiciones de vida, sino por una bendición sobre sus labores.3 El apóstol anhelaba que el Espíritu le diera el mensaje adecuado para la ocasión, y que los efesios comprendieran la importancia de que quien les había dado el mensaje estaba cerca de la corte romana. Quería comprometerlos a que orasen para que Dios le diera palabra en esa nueva situación del ministerio. Tenía necesidad de palabra de sabiduría y de conocimiento (comp. 1 Co. 12:8) para “dar a conocer”.4 Pablo necesitaba conocer los secretos encerrados en el mensaje y también tener el valor de hacerlos conocer a su debido tiempo. Pero quería que sus hermanos se identificaran con él en la gran tarea de ser partícipes de la esperanza del evangelio, que ahora llegaría hasta el pretorio (Fil. 4:22). El “denuedo” (gr. parrhêsía) es ante todo la confianza en Dios para poner delante de los adversarios todo el contenido del evangelio (1 Ts. 2:2). Hablar con denuedo significaba también hacerlo sin ambigüedades o compromisos (Jn. 10:24; 16:25), poniendo claridad en los conceptos para que los oyentes, o quienes observaran las acciones, entendieran los objetivos. Pablo quería ser amable, preciso, [p 247] confiado y cuidadoso para hacer su tarea en el nuevo campo de labor que Dios le había dado. No deseaba que oraran por su liberación porque sabía que ocupaba la extraña posición de “embajador en cadenas” (20) pues era un “preso en el Señor” (4:1). Quería ser un funcionario debidamente acreditado para representar a Cristo ante la corte romana (comp. Hch. 28:20; Ro. 15:12). Conocía el contenido del mensaje, pero necesitaba saber cómo transmitirlo para que fuera escuchado y creído. Pablo permaneció en la casa alquilada en Roma dos años enteros, predicando sin impedimento, y logró su objetivo porque escribiendo a los filipenses les comunicó: “Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César” (Fil. 4:22). De modo que el evangelio entró también en el hogar del emperador.

Conclusión 6:21–24

[p 248] [p 249] 21

Para que también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor, 22el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones. 23Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén. Llegamos a la parte final de la carta, donde antes de las palabras de cierre Pablo realiza una hermosa presentación del portador de la epístola. Desde el primer viaje misionero anheló formar un equipo de colaboradores a quienes pudiera confiar ciertos trabajos y delegar funciones. Estos hermanos fueron cuidadosamente seleccionados y bien conocidos por él como hombres espirituales y de profundas convicciones santas. En la larga lista encabezada posiblemente por Timoteo, figuraba también Tíquico—que como observaremos estuvo junto al apóstol en momentos muy difíciles y fue el emisario adecuado para llevar cartas a las iglesias de Asia. A.

LA PERSONA QUE PABLO UTILIZA: Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor … 3

Ro. 15:30; Col. 4:3; Fil. 1:19; 2 Ts. 3:1. Gr. gnôrizo es muy similar a “descubrir” o “manifestar”. Se aplica tanto a la comunicación de cosas desconocidas (Lc. 2:15, 17) como a la confirmación o ampliación de otras ya sabidas (1 Co. 15:1). 4

Era un hermano de Asia que había acompañado a Pablo hasta Jerusalén (Hch. 20:4) quizás como representante de su iglesia. Se había convertido en el embajador del apóstol para llevar sus mensajes y tal vez consolarle en sus tribulaciones. Había gran intimidad entre ellos porque aunque todos los miembros de la familia eran hermanos, no todos son “amados”. Es verdad que en algunas oportunidades Pablo llamó así a toda la iglesia (Ro. 12:19) pero el sentido era otro. Generalmente fue para destacar que su amonestación, por fuerte que fuera, estaba revestida de amor fraternal (1 Co. 4:14; 10:14: Fil. 4:1). [p 250] “Amado” (gr. agapêtós) tenía dos sentidos principales. Se usaba (a) para demostrar el afecto hacia alguien,1 y (b) para encomendar a alguien de su confianza. Es el caso de Epafras, Onésimo y Timoteo (Col 1:7; Col. 4:9; 2 Ti. 1:2). Es un adjetivo muy profundo utilizado para la relación entre el Señor Jesús y Dios Padre.2 Tíquico era una de esas personas muy amadas, conocidas íntimamente y tiernos en la experiencia. Además era un “fiel ministro” (gr. diákonos), lo que demuestra la calidad que deben exhibir los hombres que están en el ministerio. No sólo deben ser entusiastas, sino además sujetos al objetivo encomendado (comp. 1 Co. 4:16–17). Con esto Pablo aclara la relación de Tíquico con su iglesia. Fiel significa “alguien en quien se podía confiar” (ver 1 Co. 1:9; 2 Ts. 3:3). Así debemos ser los que pertenecemos a la familia de Dios.3 B.

LA LABOR DE TIQUICO: el cual envié a vosotros … para que sepáis lo tocante a nosotros y consuele vuestro corazones … A Tíquico se le había asignado un triple rol:

a.

Ir al Asia como enviado de Pablo: el cual envié a vosotros … El también se había convertido en embajador de Pablo a los efesios y otras iglesias (Col. 4:7). Pablo había sido enviado por el Espíritu “lejos a los gentiles” (Hch. 13:4; 22:21), y para cumplir su cometido preparó a sus hombres a quienes a su vez enviaba para consolidar las labores. Timoteo (Fil. 2:19; 1 Ts. 3:2); Epafrodito (Fil. 2:25); y Tito (2 Co. 8:18) figuran entre los más conocidos. Aparte de tener una muy buena relación con sus respectivas iglesias, estos enviados estaban siempre en función de la iglesia o iglesias para la extensión del evangelio. Necesitamos reactivar esta lección para evitar caer en la tentación de pensar que podemos decidir por nosotros mismos, sin la debida sujeción a las normas bíblicas de la misión.

b.

[p 251] Llevar mensajes preciosos: para que también vosotros sepáis mis asuntos y lo que hago … para que sepáis lo tocante a nosotros … Pablo se había impuesto la obligación de hablar de Cristo “como debo hablar” (20), y había enseñado esa misma ética a sus hermanos y colaboradores. Tíquico portaba dos tipos de mensajes: el escrito, recibido de parte de Pablo para las iglesias, y el oral, que lo comunicaba él. 1

Ro. 16:5 y comp. Ro. 16:8–9. Leemos muchas veces del “Hijo amado” (Mt. 3:17) y aun en esta epístola encontramos: “nos hizo aceptos en el Amado” (1:6). 3 Leemos en 1 Co. 4:2 que los administradores deben ser fieles, y en 4:17 que Timoteo que era “hijo amado y fiel” (comp. Col. 4:7, 9). La desgracia de ver ministros distraídos como Arquipo (Col. 4:17) o mundanos como Demas (2 Ti. 4:10) es tan deprimente como la desolación de observar la inmadurez de Marcos (Hch. 13:13) o la tiranía de Diótrefes (3 Jn. 9). Estos procederes son tan incompatibles con la enseñanza paulina que nunca podremos enfatizar lo suficiente la necesidad de ser “fiel ministro” y la transmisión santa y cuidadosa del patrimonio de Dios (2 Ti. 2:2). 2

Tíquico tenía que informar a los hermanos sobre la situación y trabajos del apóstol. La situación se prestaba para informes largos y novelescos, puntualizando dolores y peligros, e incluyendo algo de profecía-ficción. Pero estos hombres no estaban entrenados para la fantasía sino para instruir y templar el ánimo de los hermanos. En Roma se había llevado a cabo una reunión con nueve hermanos de distintos lugares y extracciones, y Tíquico había estado presente.4 En consecuencia, tenía mucho para conversar con las iglesias adonde ahora se dirigía. c.

Lograr la tranquilidad de los hermanos:… y que consuele vuestros corazones … Los hermanos estaban inquietos por los temas que tanto Efesios como Colosenses abordan con claridad. La prisión de Pablo, la infiltración doctrinal, las enemistades entre creyentes y la conducta personal de muchos miembros de la iglesia había entristecido a los cristianos. Tíquico tenía la responsabilidad de consolar (gr. parakaleo) con las noticias auspiciosas acerca del progreso del evangelio.5 Su visita tenía que resultar en edificación de los creyentes, y no en depresión de todo el cuerpo. Si tenía algunas instrucciones o advertencias particulares, debería saber dónde y cuándo darlas a fin de que fueran provechosas. Parecería que Pablo estaba también considerando la posibilidad de que más adelante Tíquico reemplazara a algunos de sus colaboradores (Tit. 3:12). De esta manera haría rotar a sus ministros preparándolos para todos los trabajos en mano.

C.

LOS SALUDOS FINALES: Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén. [p 252] Aunque la finalización de la carta sea similar a otras, tiene, no obstante, algunos ingredientes particulares. La primera parte, Paz sea a los hermanos, que parecería indicar el carácter de circular de la epístola, era una fórmula corriente entre los orientales (ver 1:2).6 La segunda parte, amor con fe, es una nota característica de este caso. Pablo mencionó el amor por lo menos once veces, algunas, referido a Dios como fuente y otras en referencia al amor entre hermanos como práctica. Parte sustancial del propósito fue unir la paz con el amor con fe porque forman una trilogía inseparable.7 La paz de Dios es efectiva en un ambiente de amor que engendra fe (ver Nota Adicional a 1:15). A la paz, el amor y la fe, Pablo agregó entonces la gracia para con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Es la característica por excelencia del amor de Dios, imperecedero e incorruptible (1 Co. 16:22). Es amor puro, libre de mezclas (Ro. 12:9; 1 P. 1:22) sin hipocresía o insinceridad (Stg. 3:17). Es el amor inmortal de Dios del cual nació la iglesia. Es el amor derramado en nuestros corazones (Ro. 5:5) que vivifica y restaura. Es el amor que pudo darnos todas las

4

Col. 4:7–15. Este fiel ministro tenía que aplicar en sus hermanos la obra del Espíritu (Jn. 14:16, 26) y no sus propias opiniones (comp. 1 Co. 16:18; 2 Ti. 1:16). 6 Comp. Mt. 10:13; Lc. 24:36; Ro. 15:13; Gá. 6:16; 1 P. 5:14. 7 Ver Gá. 5:6; Col. 2:2; comp. 1 Ts. 3:6; 5:8. 5

bendiciones espirituales y cumplir en nosotros los propósitos eternos. Así de inmenso es el amor. Así también de exigente es la demanda. La carta que comienza con el amor eterno finaliza con el “amor inalterable”. Parece que fueran las dos tapas de un hermoso libro que contiene los propósitos de Dios. Una tapa es parte integral de la otra porque el amor es uno solo. Terminamos nuestro estudio llevando en el alma los planes de Dios. Humanamente hablando, el libro tiene pocas páginas, pero observando su contenido vamos desde la eternidad hasta la eternidad. Pasa por nosotros y nos acaricia, corrige y anima hasta tanto concluya nuestra militancia como pueblo elegido. Es verdad, lo necesitamos ahora y hasta que lleguemos al cielo y comencemos el eterno capítulo final del “amor inalterable”. Amén. CONCLUSION 6:21–24 A.

La persona que Pablo utiliza: Tíquico (21)

B.

La labor de Tíquico (22)

a.

Ir al Asia como enviado de Pablo

b.

Llevar mensajes preciosos

c.

Lograr la tranquilidad de los hermanos

C.

Los saludos finales (23–24)

[p 253]

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