COLOMBIA: SU TRANSFORMACIÓN SOCIOECONÓMICA REFLEXIONES PARA UN FUTURO MEJOR

COLOMBIA: SU TRANSFORMACIÓN SOCIOECONÓMICA 1930-2006. REFLEXIONES PARA UN FUTURO MEJOR José Fernando Ocampo T.1 Setenta y cinco años de historia han s...
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COLOMBIA: SU TRANSFORMACIÓN SOCIOECONÓMICA 1930-2006. REFLEXIONES PARA UN FUTURO MEJOR José Fernando Ocampo T.1 Setenta y cinco años de historia han sido testigos de inmensas transformaciones en la sociedad colombiana. Es lo que le ha pasado al país durante la publicación de la Revista Javeriana que ha mirado cómo se han operado cambios de una gran trascendencia en el campo político, económico y social. Y los ha dejado consignados para la historia. El propósito de estas notas apunta a echar una mirada crítica a este período. Es intentar una visión global sobre los cambios fundamentales operados en el país desde la década del treinta del siglo pasado hasta la última década, período durante el cual se ha publicado la Revista. La Revista Javeriana comienza a publicarse en el momento de un cambio político al finalizar lo que se ha denominado la hegemonía conservadora que arranca del cuarto gobierno de Rafael Núñez en el siglo XIX, en el momento en que Miguel Antonio Caro lo reemplaza en su calidad de vicepresidente e impone un régimen dictatorial y represivo como ningún otro en la historia de la Nación. La dictadura de Caro condujo el país a la más sangrienta guerra de nuestra historia, la de los Mil Días. Y el gobierno que lo siguió, el de Marroquín, a la pérdida de Panamá a mano armada por la intromisión norteamericana. Son dos hechos que marcan el comienzo del siglo XX y el de cinco gobiernos conservadores (Reyes, Concha, Suárez, Ospina, Abadía). Pero de 1903 a 1924, son veintiún años marcados por el conflicto de Panamá hasta la rendición definitiva signada por los veinticinco millones de dólares pagados al gobierno colombiano como indemnización. Para esa época Colombia era un país sin industria, sin vías de comunicación, sin puertos modernos, sin comercio interior, sin servicios de agua y alcantarillado, sin un sistema de transporte. En el gobierno de Olaya Herrera se quedó sin recursos y tuvo que declarar la moratoria de la deuda externa que alcanzaba la suma de ciento veintiocho millones de dólares acumulada en los gobiernos de Pedro Nel Ospina y Abadía. Se trataba de una suma irrisoria, pero el país no tenía con qué pagarla. Se exportaba café, un poco de petróleo y de oro. Lo demás significaba una cantidad insignificante. La dictadura de Reyes había intentado un esfuerzo modernizador con el apoyo de los liberales derrotados en la guerra, pero había fracasado en su intento. Ospina se había embarcado en el más importante proceso de construcción de vías de comunicación con los recursos de la indemnización y con los primeros dólares de la deuda externa. Nunca hubo un proyecto coherente de 1

Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana; Ph.D. de Claremont Graduate School, California; profesor de la Universidad de Caldas, Antioquia, Nacional y Distrital; sus principales obras son Dominio de clase en la ciudad colombiana en Editorial La Oveja Negra (1974), Colombia siglo XX en Tercer Mundo(1982), La crisis de la universidad colombiana en el Cinep (1983), Ensayos sobre historia de Colombia Imprenta Departamental de Caldas (1995), La educación colombiana: historia, realidad y retos en Editorial Magisterio(2001) y editor de Historia de las ideas políticas en Colombia en Editorial Taurus (2008). Ha publicado numerosos artículos en las revistas Educación y Cultura, Deslinde y Revista Javeriana.

desarrollo económico en este período tendiente a sacar el país de su atraso feudal, de impulso a la industrialización y de transformación estructural de su economía. La política de modernización: 1930-1950 Esta etapa va del primer gobierno liberal del siglo XX (1930-34) hasta el inicio de las políticas de planes de desarrollo que inicia el Plan Currie del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento—más tarde Banco Mundial—en el primer año del gobierno de Laureano Gómez. Es la primera etapa de la modernización del país, sin planes de desarrollo, sin recursos de organismos internacionales de crédito, sin dominio del capital financiero, pero sin una política autónoma de modelo nacional. La moratoria de la deuda externa del 29 al 36, la forzada economía hacia adentro por la Segunda Guerra Mundial, con mínima inversión de capital extranjero, determinan el desarrollo económico del país hasta finales de la década del 40.2 Convertido en potencia mundial desde finales del siglo XIX, Estados Unidos se había trazado el objetivo de adecuar las economías latinoamericanas a sus necesidades expansionistas: una modernización de las estructuras estatales, bancarias, de servicios, de infraestructura y de finanzas que le permitiera exportar capital y mercancías, para lo cual se sirvió de la Misión Kemmerer en Colombia, en dos ocasiones, y en todo el continente.3 Como un elemento fundamental de su política de influencia, se propuso firmar tratados de comercio con casi todos los países de América Latina antes de la Segunda Guerra Mundial, sobre la base de cuatro principios fundamentales: 1) una estructura de política exterior conducente a estimular el comercio y la inversión norteamericana; 2) una ideología global compatible con los ideales políticos norteamericanos; 3) el establecimiento de la supremacía norteamericana en América Latina sobre los tradicionales rivales europeos y los nuevos rivales asiáticos; 4) el mantenimiento de una prosperidad y estabilidad doméstica e internacional.4 Colombia fue un país atípico en este proceso de adecuación de la zona estadounidense de influencia. Primero, el conflicto del robo de Panamá impidió que Estados Unidos manejara libremente su política de expansión durante las dos primeras décadas. Segundo, Colombia tuvo que declarar la moratoria de la primera deuda externa moderna con los prestamistas norteamericanos en 1929 coincidente con el estallido de la crisis de la economía mundial, sólo recompuesta a finales del primer gobierno de López Pumarejo. Tercero, el tratado de comercio con Colom-

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Ver, para una visión de la política nacional en este período, Luis Javier Orjuela, “Tensión entre tradición y modernidad,” en José Fernando Ocampo, Historia de las ideas políticas en Colombia, editorial Taurus, Bogotá, 2008. 3 La mission Kemmerer fue la más importante de una serie de misiones norteamericanas de asesoría económica y financiera enviadas por Estados Unidos a los países subdesarrollados después de la Primera Guerra Mundial. Ver Robert Seidel, “American Reformers Abroad: The Kemmerer Misión in South America, 1923-1931,” The Journal of Economic History, vol. XXXII, N° 2, junio 1972. 4 Stephen J. Randall, The Diplomacy of Modernization: Colombian-American Relations, 1920-1940. University of Toronto, 1976, p. 7.

bia vino a aprobarse en 1935 en un momento en que se cocían las condiciones de la Segunda Guerra Mundial. Enrique Olaya Herrera (1930-1934), el primer presidente liberal del siglo XX se había convertido en agente de las compañías petroleras durante sus tres períodos de embajador en Washington y en el candidato preferido del Departamento de Comercio a la presidencia de 1930 que en frase de la llamada Circular Especial elaborada por el agregado comercial de la embajada norteamericana “fue lo que hizo posible la elección del doctor Olaya con todos los esperados beneficios para los Estados Unidos”5. Alfonso López Pumarejo (1934-1938; 19421946), después de haber sido el primer gerente del Banco Mercantil Americano y agente fideicomisario de los empréstitos norteamericanos, firmó un tratado de Comercio con Estados Unidos que agradecería el embajador Dawson con estas palabras: “no hay duda de que la política comercial del gobierno colombiano tiende a ponerse de acuerdo con los propósitos básicos y los objetivos del programa de acuerdos comerciales de los Estados Unidos.”6 Santos bajo el pretexto de una alianza estratégica con Estados Unidos contra el fascismo, fue mucho más allá hasta los negocios de la aviación, el banano, el petróleo y el endeudamiento.7 Estados Unidos venía planeando cuidadosamente una estrategia para América Latina en la década del veinte con tres objetivos: 1) estimular las exportaciones al área para contrarrestar los efectos de la superproducción interna que se empezaba a sufrir y que conduciría a la crisis económica de 1930; 2) desplazar la competencia europea y japonesa del continente y asegurar su hegemonía; 3) apoderarse en esta forma de un amplio mercado de capitales de inversión directa e indirecta que le asegurara el control económico de la región.8 Por esta razón, toda la diplomacia norteamericana en Colombia se orienta en este período a la obtención de un tratado de comercio con el país, por una parte, y a controlar la producción petrolera, por otra. Los dos objetivos los obtiene con creces mediante el Tratado de Comercio firmado por López en 1935 y las concesiones petroleras otorgadas por Olaya y López.9 Las condiciones onerosas impuestas al país por el Tratado obligaron al gobierno de Ospina Pérez a dejarlo sin efecto durante el Ministerio de Hernán Jaramillo Ocampo en 1948. Y las concesiones petroleras serían desafiadas por los mismos obreros de las empresas petroleras hasta el establecimiento de una empresa nacional, cuyo control sobre los recursos petroleros a cargo del Estado duraría hasta el año 2007 con el comienzo de la venta de las acciones de Ecopetrol a los particulares. El proceso modernizador de los gobiernos liberales alineados con Estados Unidos recibiría un rechazo de grandes proporciones proveniente del Partido Conservador bajo la dirección de Laureano Gómez y de dirigentes conservadores 5

Ibíd., pag. 61. Ibíd. pag. 54. 7 Ver David Bushnell, Eduardo Santos y la política del buen vecino, El Ancora editores, Bogotá, 1984. 8 Ver José Fernando Ocampo, Colombia siglo XX, Editorial Tercer Mundo, 1984, capítulo primero. 9 José Fernando Ocampo, El tratado de comercio de 1935: antecedentes para no repetir, Revista Deslinde, No. 37, abril-junio, 2005. 6

como Alzate Avendaño y Silvio Villegas con una tendencia antinorteamericana, permeada por el fascismo europeo, principalmente del franquismo. Este sería uno de los factores que conduciría a la renuncia de López Pumarejo en 1945, asediado por la oposición conservadora. El Partido Conservador, dirigido por Laureano Gómez, se veía atraído por la falange española y por la esvástica de Hitler y enfrentaba al gobierno liberal y a la tendencia pronorteamericana que lo inspiraba.10 La lucha política interna, las condiciones mundiales de la guerra y la falta de una orientación segura, dejarían al país en el atraso. El régimen de monopolio terrateniente en el campo, con una agricultura atrasada, ineficiente, en permanente retroceso ante las necesidades de alimentación de la población, con un minifundio persistente, con millones y millones de hectáreas sin cultivo, con toda clase de formas atrasadas de producción desde las más primitivas hasta las en vía de transición hacia formas capitalistas, no solamente se mantuvo en este período, sino que se erigió en un obstáculo inamovible al desarrollo de las fuerzas productivas en el país. Del Frente Nacional a la Apertura Económica (1957-1990) En plena mitad del siglo XX Colombia seguía sumida en el atraso. El Informe del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento bajo la dirección de Lauchlin Currie afirmaba en 1950: "El nivel de vida de la mayoría del pueblo colombiano es tan bajo que hay poca controversia al tratar de determinar cuáles son las necesidades más urgentes ... ".11 A su vez el Estudio de Economía y Humanismo en 1958, dirigido por el P. Lebret, conceptuaba con un tono algo apocalíptico: "Colombia al entrar en el ciclo industrial, ha dado los primeros pasos en su desarrollo. Mas las dificultades con que tropieza a causa de su estructura física, del estado de subalimentación o nutrición deficiente del conjunto de su población, de la débil capacidad de ahorro, del vicio de la especulación que ha invadido a sus clases dirigentes y finalmente de la actitud de esperar todo del poder público, son en su totalidad tan considerables que su éxito es problemático si el desarrollo no se orienta correcta y científicamente"12 El índice de mortalidad era muy alto, casi el doble del de Estados Unidos. La duración probable de vida en el país era de 37 a 40 años, mientras en ese misma fecha, en los Estados Unidos era de 66 y en Suecia de 70 años. La población activa llegaba a 4 millones, de la cual el 56 por ciento se ocupaba en la agricultura, mientras que el empleo en la industria manufacturera apenas llegaba a un poco menos del 6.0 por ciento, inferior al de la industria artesanal que representaba to-

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Ver, entre otros muchos documentos, “Informe del embajador de Estados Unidos en Colombia al Secretario de Estado sobre Laureano Gómez,” en David Bushnell, op. cit., pags. 169-184. 11 Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, Bases de un programa de fomento para Colombia, dirigido por Lauchlin Currie, Banco de la República, Bogotá, 1951, pag. 407. 12 Misión Economía y Humanismo, Estudio sobre las condiciones de desarrollo de Colombia, dirigido por Louis Joseph Lebret, Editorial Cromos, Bogotá, 1958, pag. 118.

davía en plena mitad del siglo XX a más del 8 por ciento de la población activa.13 Cuando en los países económicamente más avanzados del mundo la gran industria representaba entre el 30 y el 40 por ciento del Producto Interno Bruto, la industria moderna, distinta de la artesanal, apenas llegaba en Colombia al 16 por ciento del total. El nivel más alto de participación en el PIB a que llegará la industria en los treinta años siguientes será el 19.5 por ciento en 1975.14 Medio siglo después las condiciones de vida de los colombianos no habían mejorado sustancialmente en infraestructura de acueductos, agua potable, alcantarillados, frecuencia de enfermedades y hasta cobertura de energía, lo cual no deja de ser increíble.15 Sobre la agricultura el Informe Lebret dejaba claro que el dominio del minifundio y del latifundio seguía incólume."16 El 60.5 por ciento del total de las fincas tenía en 1954 menos de 10 hectáreas y ocupaba menos del 7 por ciento de las tierras cultivables, mientras 8.090 fincas con más de 500 hectáreas abarcaban una superficie de más de 11 millones de hectáreas, o sea el 40 por ciento de la tierra cultivable. Cincuenta años más tarde, en 1999, el Instituto Agustín Codazzi informaba que las propiedades de más de dos mil hectáreas no eran sino 2.055 con una superficie de más de 38 millones de hectáreas con el 51% de la tierra. La situación se había empeorado. La CEPAL diseñó un modelo de industrialización para estas naciones que se llamó la "sustitución de importaciones". Este modelo buscaba la creación de un mercado interno mediante el establecimiento de un proceso industrial que permitiera la producción local de productos básicos manufactureros mediante la inversión directa y e1 traslado de grandes firmas estadounidenses. De esta manera las empresas utilizarían la mano de obra barata y abundante en America Latina, los países del área invertirían sus divisas en la importación de bienes de capital en lugar de gastarlas en bienes de consumo no producidos por ellos y se conseguiría una importante ampliación del mercado interno. La década del 50 establece definitivamente los parámetros de la economía colombiana para la segunda mitad del siglo. Sus características serán: industrialización de bienes intermedios, monopolización de la producción industrial, inversión de capital extranjero, crecimiento desmesurado del sector financiero, consolidación del Estado en relación al conjunto de la economía, dependencia del café y sujeción a la importación de capital para el funcionamiento del sistema. Solamente al final del siglo aparecerán el carbón y el níquel los cuales, con el petróleo, substituirán el monopolio del café en las exportaciones. Después de 1950, los "planes de desarrollo" se institucionalizarían como mecanismos reguladores de importación de capitales, sometida a reformas fiscales, 13

Comisión Económica para América Latina, CEPAL, Análisis y proyecciones del desarrollo económico de Colombia, 4 tomos. 14 Ibíd. 15 Ver Planeación Nacional y PNUD, Los municipios colombianos hacia los objetivos de desarrollo del Milenio: salud, educación y reducción de la pobreza, Bogotá, 2007. 16 Lebret, op.cit., pag. 124.

políticas monetarias, programas de administración pública, modernización del Estado, manejo de las tarifas de servicios públicos y controles salariales y prestacionales a los trabajadores. En este período la economía se estructurará de acuerdo a los parámetros de la inversión extranjera y el endeudamiento, a los que apuntarán todo los planes de desarrollo que seguirán a la Misión Currie.17 El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Agencia Internacional de Desarrollo hicieron exigencias en la educación, en la política laboral, en la política fiscal, en la política tributaria , en la política social, en todos los terrenos de la vida nacional y fueron acogidas sin excepción por los gobiernos de turno, especialmente los del Frente Nacional. No es exagerado afirmar que se impuso una estrategia internacional dirigida por Estados Unidos para controlar la economía colombiana y ajustarla a los intereses del capital internacional. La contención del comunismo, los dictámenes de la Alianza para el Progreso, el intervencionismo de Estado para el momento, la adecuación de todo el sistema financiero. Para 1970 el 45% de la industria estaba ya en manos extranjeras. Estados Unidos impuso su teoría de la seguridad continental contra el comunismo, convirtió su oposición a la revolución cubana en su principal estrategia regional, manipuló la OEA a su antojo y aparecieron dictaduras militares por doquier, se diseñaron tácticas de contención en todos los países: intervino militarmente en Guatemala para derrocar a Jacobo Arbenz, en República Dominicana para destituir a Juan Bosch y un poco más tarde en Granada para expulsar a los cubanos; Allende fue derrocado y asesinado; y, más tarde, tendría las manos libres para imponer sus condiciones en la lucha contra el narcotráfico hasta la invasión de Panamá y el acogotamiento de Colombia, Perú y Bolivia. De esta nueva situación resultaron cuatro estrategias norteamericanas orientadas a consolidar su control y defenderlo: 1) un sistema de banca multinacional de exportación de capital orientada a evitar los riesgos de las moratorias de la etapa anterior; 2) planes de desarrollo con miras a amarrar el endeudamiento externo de los países latinoamericanos; 3) la “Alianza para el Progreso” dirigida a resolver la amenaza de la revolución cubana en el continente; y 4) la integración latinoamericana en conjunto o en bloques subregionales para asegurar la inversión directa y ampliar el comercio. Después del amotinamiento popular del 9 de abril por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, una buena parte de la injerencia estadounidense en el país se dirigió a moldear el movimiento sindical y a impedir la influencia de los comunistas. 17

Después del estudio de Currie y del de Lebret, se institucionalizaron los planes de desarrollo de cada gobierno, entre los cuales vale citar Departamento Nacional de Planeación, Planes y programas de desarrollo, 1969-72, Bogotá, 1969; Departamento Nacional de Planeación, Las cuatro estrategias, Bogotá, 1972; Presidencia de la República y Departamento Nacional de Planeación, La revolución pacífica, 1990-1994, Bogotá, 1991. Pero también estudios que han determinado las políticas gubernamentales tales como: OIT, Hacia el pleno empleo: un programa para Colombia, Banco Popular, Bogotá, 1970; Banco Mundial, Desarrollo económico de Colombia. Problemas y perspectivas, Hollis B. Chenery, Banco Popular, Bogotá, 1972; Misión Chenery, José Antonio Ocampo y Manuel Ramírez, editores, El problema laboral colombiano, 2 tomos, Bogotá, 1987.

Lleras Restrepo le solicitó ayuda al Departamento de Estado en 1950, en su calidad de director del Partido Liberal, para sanear de comunistas la CTC.18 En 1953 el delegado de la CIO, un Sr. Shwarz, entró en arreglos con los líderes liberales de la CTC. En 1957, 1959 y 1960 la embajada norteamericana intervino directamente para detener las huelgas en la planta metalúrgica de Bogotá de Sears Roebuck, en la Frontino Gold Company y en la Tropical Oil Company de Barrancabermeja.19 Esta fue la tónica durante todo el período. Uno de los principales resultados de esta política de mantener el control sobre el movimiento sindical lo constituyó la fundación del Instituto Americano para el Desarrollo de los Sindicatos Libres, el cual infiltraría y financiaría la UTC y la CTC durante toda esta etapa. Las dos centrales establecieron estrechos lazos con la CIOSL y con la AFL-CIO bajo los auspicios norteamericanos.20 La crisis económica latinoamericana de la década de los años ochenta produjo profundos cambios en las economías del área que determinaron el proceso subsiguiente. El Fondo Monetario y el Banco Mundial podría decirse entraron a saco las economías de la región. Impusieron onerosas condiciones, unas veces mediante cartas de intención, retención de desembolsos de los créditos, bloqueo de préstamos, lo cual destapó una ligazón íntima entre la banca comercial, la banca multilateral, los organismos internacionales de crédito y Estados Unidos, que literalmente sitiaron a la región. En Colombia toda la política económica del período quedó determinada por los créditos Jumbo, Challenger, Concorde y Hércules, los cuales, en medio de la crisis latinoamericana ilustraron el dominio ejercido por Estados Unidos en los organismo internacionales de crédito.21 Así inició el gobierno de Virgilio Barco, con su ministro de Hacienda César Gaviria el proceso de “apertura económica” como condición del crédito Challenger, exigido personalmente por Carla Hill, Secretaria de Comercio de Estados Unidos, en la casa de Nariño. Así se arriba a la Iniciativa para las Américas del primer Bush, dirigida a convertir el Hemisferio en un solo mercado sin fronteras para los capitales y las mercancías norteamericanas. Estados Unidos aprovechó la crisis de la década para afianzar su control e imponer la política neoliberal que haría crisis unos años más tarde en toda la región, especialmente con el derrumbe argentino. El endeudamiento externo, ¿nuestro Sísifo? (1950-2006) En 1950 la misión del Banco Mundial, entonces Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, también misión Currie, inició un periplo de “planes 18

Stephen Randall, Aliados y distantes, Tercer Mundo editories, 1991, pag. 248. Ibíd., pag. 252-53. 20 Ver, para una visión de la política nacional y su entorno, Ricardo Sánchez “Bajo la égida de los Estados Unidos,” en Ocampo, Historia de las ideas políticas en Colombia, op. cit., pags. 221-259, y Fernán González, ¿Una historia violenta? Continuidades y rupturas de la violencia política en las guerras civiles del siglo XIX y la violencia del siglo XX,” ibíd., pags. 299-345. 21 Ver Luis Jorge Garay, Colombia y la crisis de la deuda, Cinep y Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, Bogotá, 1991. 19

de desarrollo” por endeudamiento externo. Todos los planes de desarrollo que le siguieron no fueron sino programas de endeudamiento externo. De 1965 a 1975 la deuda creció 800% y el servicio de la deuda se multiplicó por seis. Por eso la modernización de Colombia ha sido determinada por las condiciones de la deuda externa. De ahí que el Fondo Monetario Internacional haya manejado la política económica del país a su antojo. Pero las décadas del 90 y del 2000 no tienen paralelo ni precedentes. Colombia se convirtió en parte integrante del mayor endeudamiento de la historia en América Latina que llegó a 800 mil millones de dólares de deuda total y 850 mil millones de pago del servicio.

DEUDA EXTERNA DE COLOMBIA 1970-2005 ($ U.S.)

40000 35000 30000 25000 20000 15000 10000 5000 0 1970 1974 1980 1984 1990 1994 1997 2000 2005 Cada colombiano quedó debiendo 2 y medio millones de pesos de entonces; la deuda total externa representó más de la mitad del Producto Interno Bruto; la mitad del presupuesto nacional quedó destinado al pago del servicio de la deuda; la devaluación del peso acrecentó tanto la deuda total como el servicio de la deuda; sólo la deuda del gobierno central superó el presupuesto para el año 2003; prácticamente la deuda quedó pagando deuda e intereses, es decir, se consiguió para pagar; en un año, de diciembre de 2001 a diciembre de 2002, el total de la deuda aumentó más de 20 billones de pesos y un 6% del PIB; casi el 80% de las exportaciones se destinaron al pago de los intereses. Colombia llegó a ser en la década pasada el segundo país relativamente más endeudado de América Latina con relación a su producto interno bruto después de Argentina. En pesos, la de Colombia representó los 100 billones de pesos (100.000.000.000.000), que correspondía a los presupuestos del 2001 y el 2002

sumados. Le costaba al país cinco veces más que la educación y tres veces más que la educación y la salud juntas. Tanto el saldo como los intereses convirtieron a Colombia en un país exportador neto de capital, es decir, que paga más que lo que recibe, como le ha sucedido durante dos décadas a América Latina, obligada a recurrir a toda clase de programas de recuperación y salvación como los planes Baker y Brady, para volver a una situación más angustiosa una década después. En cinco años, de 1995 a 2000, el porcentaje de la deuda del país con respecto al PIB aumentó en diecisiete puntos. Llegó a representar el 50%, cuando en la década del 80 no había pasado del 20% y en los noventa se había mantenido alrededor del 30%. En los últimos cinco años, de 2002 a 2007, la deuda aumentó en casi diez mil millones de dólares, pero la revaluación del peso ha disminuido su porcentaje sobre el PIB al 35%. Esta reducción explicaría el beneplácito implícito del gobierno de Alvaro Uribe Vélez con la revaluación que le ha permitido silenciosamente aumentar el endeudamiento del país como ningún otro gobierno desde el comienzo de la apertura económica. Una diferencia fundamental entre un país desarrollado y un país subdesarrollado en la economía capitalista es que el primero es exportador de capital y el segundo es importador de capital por vía del endeudamiento externo o por medio del sistema especulativo internacional. Para un país capitalista avanzado la exportación de capital por cualquier vía, se convierte en una necesidad económica, debido a los menores márgenes de rendimiento causados por la sobreabundancia de capital acumulado. Inicialmente estos capitales “sobrantes” de los países avanzados se invirtieron en producción en los países subdesarrollados, digamos mediante la substitución de importaciones de las décadas cincuenta y sesenta, pero a medida que se fue formando en estos países escasos de capital los mismos mecanismos de especulación, prefirieron ingresar como “capitales golondrina”. Cuando percibieron que la superproducción en el sudeste asiático iba a rebajar los rendimientos, lo abandonaron y produjeron la crisis de mediados de los noventa en Tailandia, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia y demás. Y seguirán haciéndolo cada vez que suceda la misma situación. Esto sin tener en cuenta el capital del narcotráfico. El país asumió que no podía desarrollarse, modernizar su economía, industrializarse, crear un mercado interno de bienes de consumo y de capital, tener una agricultura avanzada, mantener su seguridad alimentaria, darle educación y salud a toda la población, sino se endeudaba y no se sometía a las condiciones de los organismos multilaterales, la banca internacional y el Fondo Monetario Internacional. La clase dirigente colombiana, los partidos políticos que han manejado el país, quienes lo han gobernado, son responsables de esta concepción. Es falso que no hubiera alternativas. Para decirlo con una autoridad internacional, Stiglitz menciona a China y a algunos países del Sudeste asiático que escogieron un rumbo diferente al del endeudamiento externo condicionado por los organismos multilaterales y por la política de ajuste del FMI. Una recapitulación final

Durante los últimos seis años la estrategia económica se ha diseñado sobre la base de acondicionar el país para un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. No se trata simplemente de un acuerdo de intercambio de mercancías semejante al de 1935, ya de por sí oneroso para el país, en donde se entregó una economía productiva incipiente a cambio de asegurar la exportación de café.22 La economía se ha vuelto cada vez más compleja, especialmente en el terreno financiero. El TLC en discusión, ya aprobado por el Congreso de Colombia, aborda todos los detalles de la vida económica del país. La desventaja en todos los capítulos no tiene comparación con el del siglo pasado.23 Toda la política económica de los últimos años ha preparado el país para el saqueo y le han abierto el camino a un acuerdo de irreparables consecuencias para el país. Eliminación de aranceles para dar libre paso a los productos estadounidenses, venta—privatización—de los bienes del Estado para responder por la deuda, reformas laborales para abaratar la mano de obra, desmonte del control de cambios con miras a dolarizar la economía, reformas constitucionales para adecuar el sistema jurídico a la nueva realidad, reforma tributaria concomitante, en fin, como lo llamó el artífice colombiano de toda esta parafernalia, César Gaviria, un “revolcón”, constituyeron la materialización de la nueva receta a la que se viene adecuando la economía nacional. Durante todo un siglo el factor ideológico ha representado un elemento determinante de lo que se denomina una dominación imperialista sobre el país. En ocasiones el keinesianismo o la sustitución de importaciones o el deterioro de los términos de intercambio o las ventajas comparativas de la mano de obra barata o los planes de desarrollo o la integración regional, o el tratado de libre comercio, para cada momento los economistas criollos neoliberales y los jefes de Estado han contado con la justificación teórica para plegarse a los dictámenes extranjeros, principalmente de Estados Unidos. Pero en ningún momento antes el país había sufrido una invasión ideológica de las proporciones de la internacionalización, de la globalización, del descrédito de la soberanía nacional, del montaje de la antipolítica, del carácter mítico de una nueva Constitución, del relativismo de las normas vigentes. Es el economismo propagado por la escuela de Harvard que se ha propuesto indoctrinar los dirigentes de toda América Latina para facilitar el anexionismo económico y ha impregnado las escuelas de economía de las universidades colombianas. Todo el andamiaje se ha montado sobre las dos premisas fundamentales de la doctrina neoliberal, a saber, que la economía se regula y se equilibra espontáneamente por las fuerzas del mercado y que la competencia libre por iniciativa privada sin intervención del Estado regula el intercambio y, en este caso, principalmente el comercio internacional. Es lo que ha primado en los gobiernos de los últimos dieciocho años (César Gaviria, Samper, Pastrana y los dos de Uribe). No 22

José Fernando Ocampo, “El tratado de comercio de 1935…”, op.cit. Me remito a numerosos artículos sobre el tema escritos por Jorge Enrique Robledo y Aurelio Suáres en la revista Deslinde de 2004 hasta el presente año, del número 34 al número 40.

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importa que estos países no produzcan, si pueden comprar lo que necesitan más barato en el extranjero, es la prédica. De ahí ha resultado lo que la revista Time en abril de 1991 llamó “la venta en realización” de toda América Latina a las multinacionales con la subasta de las empresas estatales para pagar deuda externa y emprender “obras sociales”. La misma publicación advertía: “que no les pase lo que al individuo que vende su casa para comprar automóvil y, cuando el automóvil se acaba, ya no hay de donde sacar para comprar uno nuevo”. Así se entiende la ofensiva ideológica contra la soberanía de la nación, a la cual se le atribuye que obstaculiza la internacionalización, impide el mercado libre, fomenta la ineficiencia y recarga los costos. Un país tiene que basar su economía en una autosuficiencia relativa, principalmente alimenticia, para que no suceda que de improviso, los precios de los alimentos, de las materias primas y demás, en el mercado internacional, se disparen y pongan en peligro de “quiebra” la economía nacional. Pero toda acción tiene su reacción. El mundo ha dejado de someterse a la hegemonía norteamericana. Reacciones en Europa, en el Medio Oriente, en Irán, en China y una corriente contraria a su dominación en América Latina. Termino de escribir estas notas al final de los juegos olímpicos de China. En la derrota deportiva de Estados Unidos subyace una nota simbólica. Los juegos olímpicos habían sido dominados por los soviéticos y los norteamericanos en la segunda mitad del siglo XX. Pero ha surgido otra potencia deportiva. El poderío demostrado por China en los juegos olímpicos, con sus escenarios, su organización, su triunfo deportivo, simbolizan un nuevo rumbo y ponen de manifiesto la decadencia de Estados Unidos, porque la otra superpotencia de los años 80 desapareció con la Perestroika. No deja de ser interesante estudiar el caso chino, que comienza hace medio siglo, con un esfuerzo sobrehumano para generar una economía desde adentro, sin depender de las exportaciones, con fortalecimiento del mercado interno enorme, para lanzarse después a la conquista del comercio mundial. No ha sido al contrario, no partió del comercio como se atreven los neoliberales para adentrarse en la producción interna, sino de esta para lanzarse a inundar el mundo con sus productos, sobre la base de una generación gigantesca de acumulación propia. Que esta reflexión estimulada por el cumpleaños de la Revista Javeriana en sus 75 años contribuya a mirar nuestra patria con otra perspectiva y genere una posición nacional no sometida a las exigencias del crédito, la política internacional, las conveniencias extrañas y los intereses de dominación. Y entonces Colombia podrá tener un futuro promisorio.