Castros de Yecla la Vieja y las Merchanas

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Un territorio

vetón misterioso y monumental texto: Emilio Vidal Matías Coordinador de Patrimonio Histórico Diputación de Salamanca fotos: agustín fernández albalá

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FOTO: MANUEL JIMÉNEZ GONZÁLEZ

s bien sabido que el oeste salmantino es tierra de quimeras que se ocultan en paisajes graníticos cincelados, desde el principio de los tiempos, por un destacamento de ríos bravos y a su cabeza el más poderoso de todos ellos, el padre Duero. Con este propósito, sus aguas fueron tallando encrespadas gargantas en las que guardar los sueños de un pueblo guerrero que habitó estas tierras durante los siglos anteriores y posteriores a nuestra era y que sus conquistadores denominaron Vetonia. En las elevaciones de esos cañones, sus habitantes construyeron poblados en los que cobijarse tras enormes murallas defensivas. El ingente esfuerzo colectivo que los vetones destinaron a la construcción de estas aldeas fortificadas les permitió reafirmar la cohesión de sus pobladores y consolidar simbólicamente sus derechos exclusivos sobre la tierra. Así sucede en castros como el de Yecla la Vieja o el de Las Merchanas, situado este último en Lumbrales, localidad a la que la repoblación concedió un nombre deudor del término liminares que anunciaba el umbral de un nuevo territorio. Parajes donde los grandes encinares iban progresivamente cediendo su dominio a los matorrales y estos a su vez a unos impetuosos cursos de agua que imponían su soberanía. Bien lo sabían los vetones de esas tierras que fueron construyendo sus poblados al cuidado de corrientes fluviales como el Camaces, dominando un vado y haciendo uso de él para delimitar el poblado con el remanso de un meandro. Pero esos hechizos que los ríos han llevado de un sitio a otro, se resguardaron no solo en los cerros y mesas de las altas tierras arribeñas, sino también en sus hondos tajos. Hendiduras por las que aún resuenan los silbidos de aquel tren que transitaba entre ellas y que fue el causante de la obcecación de un comerciante

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En esta página: Tras sucesivas intervenciones ha sido desentrañado el trazado de la puerta occidental del castro de Yecla la Vieja como preámbulo necesario para su restauración y puesta en valor. De ella sale la bifurcación que lleva a la estructura acristalada de la necrópolis tardo romana. Se encuentra poblada por numeroso grabados rupestres entre los que destaca una cierva amamantando a su cría descubierta en la intervención. FOTO: MANUEL JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Pág. 15: Una de las estaciones interpretativas del sendero musealizado que jalonan los dos itinerarios de la visita. Antecede a la puerta meridional que ha recuperado su estructura originaria. Pág. 16: Puerta monumental romana del castro de Las Merchanas antes de su musealización y señalización. Se fue estrechando con el paso de los siglos para facilitar su defensa e impedir los ataques enemigos. La flanquean dos torreones y al descubrir el costado izquierdo aparecieron varias estelas funerarias utilizadas como relleno. Pág. 17: Iconoscopio de estela con mecanismo interior que muestra los hitos fundamentales de la visita que se enlazan mediante un sendero musealizado por módulos y estaciones interpretativas.

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portugués obsesionado por comunicar Salamanca con el océano. Alucinación que se fraguó entre los muros de un palacio denominado Casa del Conde, situado en la Plaza Mayor de Lumbrales, y que hoy acoge el centro de recepción de visitantes del Territorio Vetón. Para reforzar la identidad local se ha construido esta marca denominada Territorio Vetón, que ampara los castros y recursos arqueológicos relacionados culturalmente con ese pueblo prerromano, pero también acoge aquellos equipamientos turísticos, puestos a disposición de los visitantes que recorren esas tierras, y que salen al encuentro de las huellas de una cultura vetona perdida en el tiempo. A la cabeza de esos equipamientos se encuentra el edificio de la Casa del Conde. Fue construido como pabellón real por el emprendedor portugués Ricardo Pinto da Costa a finales del siglo XIX, tras consumar el sueño de construir una línea férrea para dar salida por el Atlántico al cereal de Castilla y por la que transportar hasta la frontera pirenaica los oscuros y dulces caldos de Oporto. Aunque quizá la Casa del Conde no lograra en su día el propósito de agasajar a los reales huéspedes, hoy, además de recibir a los visitantes, sirve de homenaje a su constructor y alberga uno de los museos arqueológicos del Territorio Vetón. Si lo que pretendemos es aproximarnos al emplazamiento ribereño del castro de Las Merchanas, situado a unos tres kilómetros de Lumbrales, saldrá a nuestro encuentro una escultura que nos remite a otro de los prodigios de estas tierras, que en

este caso tiene como protagonista al linaje García Comerón. Una imagen que rinde tributo a los treinta y cinco miembros de la familia, que decidieron donar los terrenos del castro a cambio de la cantidad casi invisible de un euro. Quizá nunca una cuantía tan modesta tuvo tan alto valor y con el fin de perpetuar esta pródiga decisión se ha alzado la imagen del árbol familiar abrazado por una dedicatoria que reza «Somos lo que damos», para gritar a los cuatro vientos la gratitud a su dádiva generosa. Para alcanzar finalmente los poblados castreños de Yecla y Las Merchanas hay que tomar sendos caminos que comienzan en sus aparcamientos. El recorrido se jalona de trecho en trecho por elementos informativos, dispuestos aisladamente o agrupados como sucede con el llamado Mirador del Castro. Funcionan como centros de interpretación al aire libre y disponen de artefactos interactivos que ayudan a transportar al viajero en una imaginaria nave del tiempo, para encontrarse con el espíritu de los moradores primitivos de los castros. El acceso a la fortaleza de Las Merchanas se alcanza una vez traspasada la denominada puerta romana que ha sido recientemente descubierta en su totalidad. Intramuros, continúa el itinerario que ayuda a explorar los hitos arqueológicos del yacimiento, continuando hasta la puerta vetona, que en su día fue la entrada principal del castro. Se encuentra protegida por dos elementos característicos, una barrera defensiva de piedras puntiagudas denominada campo de piedras hincadas y una escultura zoomorfa a la que llaman verraco.

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Ese animal totémico que preside el castro de Lumbrales representa el anhelo compartido de los habitantes de esta localidad con su castro. Hace unos treinta años cuando las tierras en las que se asienta no eran de naturaleza pública y las autoridades apenas le prestaban atención, el verraco se encontraba relegado en el suelo de Las Merchanas y abandonado a su suerte. Los vecinos lo recogieron y, haciendo una fiesta, lo trasportaron hasta la plaza del mercado de la localidad donde lo instalaron. Ahora cuando el poblado resurge con el apoyo de todos, incluidos los visitantes que lo admiran, el animal de piedra, protector de la comunidad, ha vuelto a su emplazamiento originario. El castro de Yecla la Vieja, el más conocido del Territorio Vetón, forma parte de estos asentamientos fortificados que refieren una sociedad heroica, basada en la subsistencia campesina y configurada en torno a grupos de guerreros dedicados, al decir de Roma, al pillaje y al bandolerismo. Se encuentra rodeado por unas murallas formidables que son el elemento disuasorio más visible de su estructura defensiva. Se trata de una construcción monumental que además de tener un uso funcional como elemento de salvaguarda, sirve para ser contemplada y perdurar en el tiempo, adjetivando el entorno natural y configurando un paisaje cultural que habla del hombre y de la sociedad. Sus famosos paramentos conservan un gran número de grabados plagados de animales a los que en ocasiones dan caza guerreros a caballo. La fortificación se ve precedida por un campo de

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El mirador del castro de Las Merchanas permite tener una perspectiva integral del castro y dispone de diferentes elementos interactivos relativos al yacimiento y a la cultura vetona.

piedras hincadas, en el que se escondía uno de los verracos mejor conservados de cuantos se conocen, por haber estado oculto bajo una cerca durante siglos. Resulta curioso comprobar cómo tras la conquista, Roma toleró estos elementos simbólicos de la etnia vetona. Uno de sus muestrarios más generosos es el que ha dado fama al castro de Yecla. Pero estas evidencias del mundo castreño de Yecla son testimonios monumentales que pertenecen al mundo los vivos, mientras que los relativos a los vetones muertos se han vuelto invisibles. Hasta la fecha sólo se ha encontrado la necrópolis romanizada de los siglos IV y V en las inmediaciones del campo de piedras hincadas. En sus tumbas aparecen innumerables estelas funerarias reutilizadas, procedentes de un cementerio anterior, que hoy se pueden contemplar desde una pirámide acristalada que protege el grupo de tumbas. ¡Qué distintos estos vetones de sus antepasados del mundo megalítico donde las tumbas son monumentales y los vivos invisibles! El final de esta historia es suficientemente conocido. Las legiones imperiales sometieron violentamente a este pueblo vetón sedentario y belicoso, generaciones después de que sus antepasados hubieran abandonado la vida errante. Indígenas que poco a poco se fueron rodeando de rebaños de ganados que les ayudaron a dominar y perpetuarse en unos territorios que, siglos antes, como pastores nómadas, eran considerados solo como lugar de paso. Las huellas de unos y otros salen a la luz con firmeza y tenacidad para reforzar la identidad local y construir el Territorio Vetón.

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La Fundación actúa La Fundación del Patrimonio Histórico ha prestado a la Diputación de Salamanca Lumbrales asistencia técnica en su SALAMANCA intervención en los castros de Yecla la Vieja y Las Merchanas. Un proyecto que se ampara bajo la marca Territorio Vetón y que engloba intervenciones arqueológicas, de puesta en valor y de creación de espacios complementarios para los servicios turísticos al servicio de los visitantes que acuden a conocer los poblados fortificados. Excavaciones en puertas, necrópolis y murallas han permitido investigar y conocer aspectos inéditos de los recintos arqueológicos, que han precedido a los procesos de recuperación integral y que han concluido con la construcción de unos recorridos descodificados y jalonados con módulos y estaciones interpretativas que facilitan la exploración de los espacios. Para las visitas, lo mejor es comenzar por el centro de recepción de visitantes del Territorio Vetón situado en la Casa del Conde en Lumbrales. En Yecla, el museo del Castro cuenta con un sistema de visita autoguiado de luz y sonido que nos prepara para la visita al castro. Para reservas y visitas consultar: www.territorioveton.com o www.emociones.com

Centro de recepción de visitantes del Territorio Vetón Casa del Conde en Lumbrales.

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