Cajas de Fruta: El modelismo naval de los pobres (Parte IV)

Cajas de Fruta: El modelismo naval de los pobres (Parte IV) CAJAS DE FRUTA: EL MODELISMO NAVAL DE LOS POBRES (PARTE IV). 4.- Aplicaciones en el model...
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Cajas de Fruta: El modelismo naval de los pobres (Parte IV)

CAJAS DE FRUTA: EL MODELISMO NAVAL DE LOS POBRES (PARTE IV). 4.- Aplicaciones en el modelismo naval: el trabajo diario (continuación). Entre las aplicaciones a las que podemos destinar nuestras maderas de cajas de fruta, como hemos venido viendo, existen numerosas piezas, pero aún no hemos terminado. Cuando el modelista se ha planteado construir una nave de cualquier clase, ya tiene más o menos una idea de la clase de piezas que va a necesitar, y dentro de la colección de equipamientos habrá algunos que están en relación con una nave fenicia, otros que pertenecen a las fragatas del S. XVII, quizá tengan que ver con remolcadores portuarios de vapor de mediados del S. XIX, o puede ser que se vayan a colocar en un gran acorazado alemán de la Primera Guerra Mundial. La enorme variedad de barcos que han ayudado a nacer los siglos, los países y las épocas, no nos permiten hacer un estudio completo de todas las aplicaciones que se puede el modelista plantear a la hora de desarrollar su imaginación para imitar cada pieza curiosa y personalizada de cualquier barco que ha existido y que existe en el mundo, ya que la investigación en que se vuelcan muchos buenos artesanos de esta afición, siempre aporta algo nuevo no observado o poco conocido por el resto de la comunidad, por lo que este trabajo se limitará a mostrar una guía generalizada de lo más necesario que podemos fabricar con estos curiosos materiales. No obstante, al personalizar cada modelo en relación con lo que pretendemos crear, una misma pieza en bruto puede ser adaptada a distintas funciones o ser modelada de diferentes maneras, para dar como resultado un accesorio nuevo para cada barco en concreto, con tan solo estudiar un poco todo aquello que se utilizaba a bordo en su tiempo, o con detenernos a observar los barcos reales a escala natural que existen a nuestro alrededor, y tratar de imitar con la madera esas mismas piezas. Dado que en el caso de los más antiguos es más difícil esta observación, puesto que de principios del S. XVII hacia atrás es más inexistente la documentación cuando más retrocedemos en el tiempo, la alternativa es la investigación y el provecho que los materiales dan de sí en cada momento.

ESTRUCTURAS PRINCIPALES. Para continuar con la muestra de todo lo que las cajas de fruta pueden ofrecer al modelista, debemos pensar que hay determinados trabajos, o determinadas piezas que son más comunes a todos los barcos que otras, entre ellas y de manera generalizada entre los barcos de vela, tenemos todas aquellas que forman parte de los esqueletos de la estructura principal, tales como quillas, sobrequillas, branques, piezas de tajamar, rodas, codastes, etc., en los que las piezas, por partes, se ligaban unas a otras mediante grandes pernos y cabillas, además de dados embutidos en cajeras, uniendo

Autor: Fernando Martín - Publicado en www.modelismonaval.com

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sus miembros. Esto podemos hacerlo con nuestras maderas de cajas de fruta dibujando en sus plantillas cada diseño antes de cortarlo a medida, con la ventaja de que es un material que no hace sufrir mucho las sierras por su poca resistencia, y admite un limado rápido y eficaz, sin que tengamos que pasar horas acercándonos a los bordes pintados para lograr liberar cada trozo. En la fotografía adjunta se puede distinguir, colocado en un gato de trabajo, una plantilla en proceso de rebajado, con cortes verticales para atajar la tarea de desbastado, apreciándose el dibujo de una pieza que forma parte del enramado de la proa de un barco, concretamente un branque, que irá ligado a su contrabranque y a la roda, para formar el frente del navío. La plantilla donde está dibujada forma parte de las piezas marcadas con las letras A y B, aunque la de la foto observada es un poco más ligera de lo que suelen ser a menudo estos materiales. Para una escala que no pase de 1/50, el grosor de esta plantilla, que posee 4 mm., podría asegurar el montaje de todo el conjunto de proa sin ningún problema, garantizando su construcción en poco tiempo. Estas plantillas que son un buen material para cualquier sistema de montaje, se pueden aplicar al modelismo de arsenal para crear piezas independientes, pero cuando se aplican para la fabricación de falsas quillas, en el sistema de mamparos, el trabajo se hace rápido, limpio y en muy poco tiempo, abriendo los cajeados para las cuadernas sin mucha dificultad. Si la situación o las circunstancias nos lo exigen, podemos fabricar dos plantillas idénticas y unirlas con cola, de modo que el grosor de la pieza creada se duplica, entonces tendremos la misma pieza pero adaptada a una escala mucho menor, para un barco mucho más grande, y esto podemos hacerlo con todas las estructuras principales del barco. Esta técnica facilita que los cajeados sean más eficaces debido a que, el mayor grueso de la pieza, soporta mejor el hueco de dados de unión y cabillas redondas, sin que rompa la pieza. Si no deseamos que se note la unión de dos piezas, podemos cerrar el conjunto con una pieza enteriza por delante, mientras las piezas centrales son dobles y esconden su línea de unión dentro de la estructura. Para la creación de quillas y sobrequillas podemos utilizar los consabidos tablones, intentando que sean de la mejor calidad de las que podemos elegir, encolando un par de piezas para crear una pieza cuadrada de la suficiente escuadría, con la ventaja de

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poder biselar uno de los cantos, por ambas caras, para formar el alefriz donde endentan los genoles, sin tener que utilizar fresado. Esto se puede hacer antes de juntar ambas piezas, con lo que el rebaje ya estará hecho cuando se haga la quilla. Igual que para las estructuras principales, podríamos aclarar la utilidad de las maderas de nuestras cajas para yugos y gambotas que luego irán cerradas, de modo que tenemos un material muy práctico para crear todo tipo de estructuras. Entre ellas también podemos contar con ventanales, estructuras de jardines y todas las piezas que forman parte del interior de un navío, en caso de que se desee mostrar esta posibilidad, sobre todo una vez que se ha enmascarado cada pieza.

CUADERNAS. Tal como se indicó en las partes anteriores de éste trabajo, estos materiales no son los más recomendables para construir cuadernas, ya que para éstas piezas tan relevantes sería mucho más aconsejable y más realista, por supuesto, que éstas estructuras fueran creadas con maderas más resistentes y más adaptadas a su función específica. Sin embargo, esto no significa que construir cuadernas con estas maderas sea imposible, y dentro del modelismo naval, esta técnica puede suponer una auténtica revolución por el resultado que se obtiene cuando es óptimo. Los tablones que podemos sacar de las cajas de frutas pueden ser destinados a fabricarlas mediante una sencilla técnica de doblado extremo, con agua y calor, para dar forma a un diseño de varengacuaderna, cuya ventaja podría residir en la rapidez con que se pueden montar en un momento dado, siempre y cuando se tenga la paciencia necesaria para pasar un rato con una plantilla y una

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cazuela en el fuego, pero con una buena plantilla se pueden doblar hasta tres tablones al mismo tiempo de una sola vez. A pesar de todo, la principal dificultad de la técnica para el doblado de tablones, de un espesor que oscila entre los 4 y los 6 mm., no es francamente el doblado en sí, sino más bien la fidelidad de las formas y las líneas que deben seguir estas cuadernas, que han de adaptarse con precisión a los planos. Cuando nos decidimos a seguir los pasos, lo principal es tener los dibujos delante y calcular constantemente que el doblado queda exactamente como marca el área de los diseños del barco, pues una vez que se seca la pieza del todo, si no coincide, habremos de volver a mojar y doblar de nuevo, con cierto riesgo, aunque puede servir de consuelo decir que las piezas gozan de una gran elasticidad, que sin embargo no debe ser excesiva porque no podrían seguir las curvas de nivel que dirigen el reviro del cuadernaje, y su ancho proporcional y relativo en toda su área interna.

La técnica consiste en doblar, con una plantilla de doblado, un tablón que forme la primera rama de uno de los costados, babor o estribor, siguiendo la línea de los planos; es recomendable comenzar por la quilla y doblar hacia arriba, y que el listón sea más largo que corto, no importa, ya cortaremos cuando haga falta. Después, cuando haya secado un poco el primer doblado, y las fibras ya conservan la curva, procedemos a cerrar el ángulo de doblado con otra plantilla de menos radio, dependiendo del área de la cuaderna, para ello quizá es necesario mojar de nuevo y aplicar otra vez un poquito de calor. Una vez doblada la primera rama, se lleva a cabo el doblado de la segunda, cuidando que coincida con la primera en sus formas, por ello es bueno utilizar las mismas plantillas de doblado. Para adaptar las áreas de las cuadernas, se sujetan con cuerdas o listones las aberturas de las ramas haciendo extender un poco más o un poco menos la distancia entre ellas. También podemos llevar a cabo el doblado sobre los planos utilizando una base de madera sobre la que se apoya el plano, y se fijan pequeños clavitos alrededor del

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área del dibujo, por ambos lados, de manera que el tablón quede sujeto con la forma que ha de conservar sin moverse. Conviene confesar, si no se ha indicado ya, que para abrir la curva de estas maderas, no es necesario tirar para estirar su curva por muy cerradas que hayan quedado, solamente necesitamos sumergirlas en agua caliente y las curvas se abren solitas estirándose como si tuviesen vida propia, es más, hay que vigilar ese estiramiento automático para que no desaparezca la curva, pero esto ocurre cuando se meten en agua bien caliente, en caso contrario, si no se mojan,conservaremos la curva intacta. Una vez que tenemos las dos ramas dobladas iguales, si el punto central de la quilla hubiese quedado algo descentrado, buscamos el punto de doblaje por donde más de adapta a las líneas del plano, y por este punto, continuamos doblando o abriendo para dar forma a las ramas, hacemos un rebaje a media madera en las cabezas de las dos piezas por donde vamos a unir las dos ramas, en la parte baja, una con otra, mediante ensamblaje, y por éste mismo punto, irán encastradas sobre la quilla. Desde aquí hacia arriba, se trata de adaptar las ramas a las formas de los planos y mantenerlas en su área, como se ha dicho, mediante cuerdas o listones de separación, o con el sistema de clavitos en una plataforma. El proceso no debería tardar más de unos minutos para toda la cuaderna completa, si tenemos éxito con la técnica y somos pacientes, aunque a veces hay que dejar secando las piezas hasta coger otras nuevas. Por otro lado, el hecho de construir todo un varengaje puede llevar varios días, pero contamos con una técnica que cuando es dominada, puede disponer de un esqueleto aceptable entre uno a tres días máximo. Si quisiéramos hacer que estas cuadernas tuvieran el doble de espesor, solo debemos pegar dos cuadernas, una por dentro y otra por fuera, pegadas por sus caras, para que tengan el doble de madera,

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pero habrá que doblarlas antes y pegarlas después, pues juntas sería del todo imposible. Como punto final, debemos fabricar una buzarda que sea colocada sobre el punto medio superior de la unión entre las ramas, para asegurar la fuerza de los genoles en su parte baja sobre la quilla. Como complemento, se pueden colocar otras buzardas más arriba, que son las ligazones, para reforzar la inferior, y dar más fuerza aún al conjunto. Luego, a marcar puntos de durmientes y demás que implican a las cuadernas. La solidez parcial pero eficaz, se logra cuando se colocan cintones por fuera y

cosederas por dentro, que garantizan la perfecta unión de cada arbolado de cuaderna con el siguiente, aunque finalmente son los forros interior y exterior lo que termina el cometido de fortalecer el casco, sin perjuicio de colocar tracas temporales que harían el doble trabajo de ir sujetando el conjunto mientras marcan las pautas de forrado. El conjunto que forma un casco mediante esta técnica resulta ligero y realista hasta lo indecible, aunque aparece algo débil hasta que no están ligados todos sus elementos de manera efectiva, pues no debemos olvidar que estamos asistiendo a una estructura formada por tablones que solo adquieren fuerza cuando se sujetan unos con otros para darse solidez.

BUZARDAS. Otras piezas importantes que podemos fabricar con nuestras cajas de frutas son las buzardas, para ligar piezas de estructuras y apóstoles en proa, o el interior de las cámaras y los coronamientos y las aletas por popa, también se pueden construir conjuntos de encastre de mástiles en las bodegas, o refuerzos y curvas en los genoles.

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El principio es el mismo que estamos siguiendo para la mayoría de las piezas, se dibujan en las plantillas, se cortan, se pulen, se arreglan y se cajean como el resto de las que hemos visto. En la fotografías que acompañan podemos observar un par de buzardas para reforzar el conjunto de encastre de un palo trinquete, con sus formas adaptadas a la línea curva de las cuadernas donde van encajadas, y la cajera que las permite embutir en la sobrequilla. Tienen 3.5 mm. de espesor y unos 30 mm. de largo aprox., que a escala 1/50 da como resultado una pieza de 17.5 centímetros de espesor y 1.5 metros de largo para una fragata de mediados del S. XVII.

DURMIENTES. Sobre los durmientes no hay mucho que decir, dado que estamos hablando de unas piezas formadas por un tablón grueso que corre de proa a popa, pegado o clavado a sus cuadernas, con sus cajeados, bien a cola de milano, bien rectos, para recibir los baos. Puesto que habremos marcado las líneas de durmientes sobre las cuadernas, solo debemos asegurar la pieza en su sitio, y comprobar que el diseño de cubierta coincide con los planos, respetando la manga en cada punto, antes de abrir cajeados para los baos. Los materiales de las cajas de fruta ofrecen una clase de maderas muy buenas, de color amarillo oscuro, más apagado, que tienen buena calidad para ser utilizadas en éstas piezas, y aguantan firmemente toda la estructura de las cubiertas por muy complejas que sean. Los cajeados se pueden biselar en todos los ángulos para adaptarse al estrechamiento de los extremos de proa y popa, o a las cubiertas con arrufo, con un resultado excepcional de limpieza y realismo.

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Teniendo en cuenta que a escala 1/50, en esta fragata, el durmiente tiene 8 mm. de tabla, la pieza auténtica debió poseer un ancho de unos 400 mm. en el barco, y un espesor de 3.5 mm, que equivale a 17.75 cm. de canto. Como la entalladura del tablón para recibir el bao tenía aproximadamente 1/3 del ancho del bao, estamos hablando de un cajeado de unos 2.5 mm a 3 mm en los que descansa la cabeza del bao.

BAOS. Los baos que fabricamos con estos materiales dependen básicamente de la medida o escala de las piezas, pero también basan un poco su escuadría en la clase de barco montado, ya que un sencillo bao destinado a una galera romana, no es igual que el bao cortado de una fragata de guerra de mediados del S. XVII, o que las grandes vigas que estructuraban los navíos de la época de Trafalgar. Aunque podemos utilizar piezas enterizas de cualquier otra madera, o unir varias piezas para formar una madre, con las maderas de las cajas se pueden prefabricar los listones que luego darán la pieza de la que sacar los baos, con tan solo unir varios tablones de menor escuadría, pegarlos y crear una pieza cuadrada de suficiente longitud, ancho y grueso. Si optamos por esto último, podemos incluso prever las cajeras que llevará la pieza antes de pegar los distintos tablones, ahorrándonos el paso de rebajar y cajear, una vez que se hayan marcado los puntos donde irán reservados los espacios para esta función. Estas piezas son perfectas para recibir latas, entremiches y semibaos que forman esqueletos de cubiertas, pues su naturaleza permite trabajarlas muy bien con herramientas muy sencillas, sin necesidad de sufrir demasiada dureza ni resistencia, y con unas pocas plantillas se pueden construir una enorme infinidad de piezas distintas de cualquier medida.

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En los baos de los castillos, es fácil reducir la escala de las piezas para fabricarlos de menores dimensiones, con las mismas piezas con las que hemos fabricado los baos principales, y las entalladuras se hacen con la misma eficacia que en el caso anterior, con solo afinar un poco y cuidar algo los rebajes.

BATIPORTES. Siguiendo con el armado de la nave, nos encontramos con la pequeña estructura que a veces nos proponemos montar para la salida de las piezas de fuego, que son los batiportes de las portas de baterías o troneras. En ellas utilizaremos piezas cuya anchura está un poco en función del espesor de las cuadernas que abrazan el montaje, y en fragatas de guerra de medio porte, del S. XVII, podía alcanzar entre 300 a 400 mm. de costado, aunque en navíos de línea era fácil que tuviera entre 600 y 700 mm. en la cubierta de baterías, es decir, la que se encontraba por debajo de la cubierta al aire libre, y la que tenía los cañones más gruesos, del orden de 40 libras en adelante. No obstante, la historia de los barcos de guerra es muy dilatada. Existieron innumerables medidas de artillería para cada barco y cada época, y es aquí donde el modelista debe trabajar con la documentación, para adaptar a su modelo la luz que tenía su barco, y por tanto, a los calibres que cada nave llevaba en su momento, que le marcará y limitará las medidas de estas piezas. Para ello, podemos seleccionar unas piezas que nos proporcionan los listones de 4 o 6 mm. de grueso para cortar los batiportes superiores e inferiores, y luego limitar la luz de la porta a la escala que tenía el barco mediante otras dos piezas verticales, entre las dos anteriores, formando el hueco de la batería. Si hemos hecho este trabajo antes de forrar el costado por el interior, solo tendremos que medir los tablones de forrado en los límites del batiporte; si se trata de forrar primero y luego abrir, podemos agujerear el hueco de la tronera, y luego ir abriendo con una lima hasta liberar el mismo espacio. Igualmente si no hemos dejado ya colocado con el forro exterior el rebaje de encaje de la porta, lo podemos hacer por el interior del hueco de la batería, con piezas de forros finos, simples o dobles, para formar ese rebaje que recibía la porta del cañón.

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En la foto mostrada, las piezas solamente van pegadas a sus ligazones, pero en la práctica, éstas iban alojadas en unos rebajes que se practicaban en la cuaderna, de modo que todo el conjunto estuviera asegurado mediante entalladuras a cola de milano, y es la manera como debemos hacerlo para hacer un buen trabajo de arsenal. Solo recordar que las troneras debían permitir recular la pieza de fuego más en altitud de tiro, que en ángulo de abatimiento, pues para éste se prefería maniobrar el barco si se podía, y para ello, las reglas marcaban que la luz de la porta, por encima de la boca del cañón, debía rondar los 2/3 del total, restando 1/3 por debajo de ella, para el buen reculaje de la caña, lo que nos indica que el aspecto del cañón apareciendo por su costado debe ser más bien arrimado al batiporte inferior que al superior, o que en el centro de la porta.

PORTAS DE ARTILLERIA. Las portas de la artillería se fabricaban sistemáticamente mediante la unión de piezas unidas unas a otras, y clavadas en dos hileras perpendiculares entre ellas, de modo que formaban dos plataformas juntas que se ofrecían solidez cuando estaba sometida a la presión de la maniobra de levantamiento con sus guardines. Al mismo tiempo, tiene un pequeño rebaje en todo su contorno salvo en el superior, donde van los herrajes, y que encajaba perfectamente en el rebaje similar del contorno de la tronera, con la finalidad de limitar el giro que tiene al taponar ésta, protegiendo los herrajes que, de otro modo, acabarían por romperse, mientras garantizaba la estanqueidad del hueco en los batemares. Las portas se fabrican fácilmente con piezas que cortamos en pequeñas medidas y unimos, primero entre ellas para formar la primera plataforma, y luego, cada plataforma con la otra. Solamente queda limar y pulir, y después formar los rebajes, pero hay que calcular escrupulosamente el grosor y tamaño de éstas para que sirvan con éxito a su función en la tronera de fuego.

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En la foto adjunta se pueden ver las portas en varios pasos de su proceso de construcción, sin rebaje, al lado de sus herrajes, listos para comenzar su forjado y colocación.

CUREÑAS. Las cureñas de los cañones están íntimamente personalizadas con la artillería, ya que su diseño evolucionó al paso de los cañones, adaptando sus formas y dimensiones a las de las piezas que soportaban. Eran de roble de buena calidad y sus medidas, grosores y detalles se medían en calibres, siendo por lo general el calibre la medida del diámetro de la bala que disparaban, y éste índice decidía todos los parámetros del cañón y la cureña. Con nuestras maderas se pueden fabricar de dos modos distintos: dibujando la pieza enteriza, como ya hemos visto antes, y luego cortándola, o sencillamente uniendo varios tablones de un determinado grosor para unirlos mediante barras metálicas largas, que atraviesan toda la cureña, y aseguran el conjunto, además de sus pernos complementarios. Este último modo sería el que imita a la realidad más fielmente. El misterio de las cureñas está, entre otros detalles, en la altura que proporciona al cañón, y que está en función del barco, la época y el calibre de ese cañón, pero en una nave de medio porte, como por ejemplo una nao de guerra o un galeón, era fácil encontrar cañones que oscilaban cerca de las 12 libras. Los más grandes podían llegar a las 24 libras para la batería principal, montando de 12 y de 8 en popa y en los castillos. Con listones de caja de frutas de 4 mm. se pueden imitar cureñas que podían tener alrededor de 200 mm. de espesor, o menos, para cañones de alrededor de 18 libras aproximadamente, aunque dependía de cómo se aplicasen los calibres de la época. Las cureñas inglesas en forma de escalera pueden llevar unidos tres o cuatro de

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estos tablones, pero las españolas anteriores al S. XVIII, es más frecuente que fueran del tipo parecido a los falcones de tierra, teniendo unas largas vigas que iban hacia atrás del costado, eran muy frecuentes en los galeones del S. XVI.

MOTONES Y PIEZAS DE MANIOBRA. No vamos a entrar en muchos detalles sobre éstas piezas, ya que su exigencia y dificultad para construirlos puede decidir, en cierto modo, la inclinación del modelista a utilizar los materiales que estamos estudiando o dejarlos de lado. La experimentación es el mejor consejero para la experiencia. Como otras muchas piezas y creaciones, con nuestras cajas de fruta podemos también fabricar motones, poleas, guiacabos, guardacabos, vigotas, cuadernales, pastecas, etc, para vestir nuestro navío, y la calidad depende más de la clase de estas maderas que vamos a emplear, que deberán ser de las mejores que tengamos a mano, es decir, como ya hemos venido insistiendo, esa clase de listones color marroncillo algo oscuro, distintas de las más blancas que son las más blandas, y en éste caso, éstas últimas ofrecen demasiada debilidad para piezas que requieren mucha precisión y afinamiento en el trabajo, por lo que la calidad es fundamental. Las piezas de aparejo creadas con éstas maderas suelen ser demasiado claras, diluyendo la realidad de su existencia, pues el clima, el uso y el manejo las hacía mostrarse más bien oscuras en poco tiempo, con lo cual hemos de darles siempre tinte ligero, tampoco muy negro. Su construcción se debe llevar a cabo sacándolas de un listón previamente preparado, para lo cual debemos calcular la escuadría en la que se incluye el tamaño de la pieza, y se pueden hacer en serie con solo dividir con marcas sus longitudes a lo largo del listón. Ese listón nos ayudará a preparar la escala de la pieza antes de cortarla y terminar su redondeo y ovalado. No olvidar realizar antes del cortado los agujeros para los ojos, pues una vez cortados ofrece más dificultad, a menos que nuestro talento nos permita lo contrario.

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Con un solo listón se puede obtener una enorme cantidad de piezas en serie en poco tiempo, y si la calidad de la madera es buena, la pieza goza de una belleza extraordinaria, una vez que se la ha arreglado definitivamente. Aquí se pueden observar algunas de las piezas en uno de los pasos de su construcción, antes de ser pulidas y pintadas, después les podemos colocar sus herrajes y sus argollas si las llevan. Los más pequeños, especialmente para modelos de escala inferior a 1/60, pueden utilizar para su sujeción un hilo fabricado en Francia, y conocido como hilo de colmena, de color dorado, fuerte, que podemos encontrar formando una redecilla que protege las botellas de vino y champaña de gran calidad que existen en el mercado.

ESQUELETOS DE BOTES Y ESQUIFES. Del mismo modo que podemos armar cuadernas para un navío, con nuestras maderas de cajas de fruta podemos construir el esqueleto de un pequeño bote o lancha utilizando pequeños listones cortados y doblados de la manera que ya hemos aprendido, estableciendo la escala de sus piezas según los planos o la información del barco en cuestión. Podemos construir quillas, sobrequillas y cuadernas principalmente, que luego forramos también con tablas rebajadas, o forros finos, obteniendo las embarcaciones menores que llevan nuestros modelos para el acercamiento a tierra. El doblado se ha de hacer con cuidado, ya que las finas estructuras que estas piezas deben poseer les hace más débiles que los tablones más gruesos, pudiendo quebrar si las prisas nos invaden, aunque se pueden doblar primero con tablones más gruesos, y luego rebajarlos convenientemente para obtener piezas más finas, evitando el riesgo de rotura.

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5.- Conclusiones finales. Hasta aquí llega nuestro estudio sobre las maderas de cajas de fruta que hemos llevado a cabo a lo largo de éste trabajo. Hemos conocido los materiales, su origen, sus aplicaciones, fabricando piezas y partes de cada barco, teniendo en cuenta sus ventajas e inconvenientes, abriendo una puerta a una técnica diferente que acoge una enorme y dilatada capacidad de creación, para aquellos que opten por hacer todo el trabajo con sus propias manos, el cual está a su entero alcance sin ningún problema, simplemente siguiendo las páginas de esta obra. Hemos asistido, en más o en menos, a una serie de ideas que podemos aplicar a estos curiosos materiales para la creación de nuestros barcos, con mayor o menor calidad, aunque es el talento del modelista el que, en última instancia, saca el mejor partido a estas maderas de la misma forma que lo haría con otras maderas mejores, con metal, plástico, pinturas o herramientas. Las aplicaciones que se han propuesto aquí son solo una pequeña guía de lo que principalmente se puede esperar de estas maderas, sin embargo, probablemente muchos modelistas puedan descubrir otras aplicaciones o tareas no propuestas o no descritas en éstas páginas con los mismos materiales, dado que la imaginación y la habilidad son las mejores herramientas que el modelista va a utilizar en su taller. A lo largo de nuestra pequeña carrera como armadores, vamos a aprender a aplicar muchos trucos y técnicas que nos serán muy útiles, y que no tienen por qué coincidir estrechamente con los trabajos que hacían hace siglos los carpinteros de ribera, para llegar al mismo resultado. Nosotros vamos a imitar de alguna manera esos mismos trabajos para intentar obtener modelos que se asemejen a las naves que surcaron los mares en la realidad, y el autor de este trabajo

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no ha olvidado en ningún momento, gracias a ese pequeño esfuerzo, que siempre hay una manera de reflejar esa realidad en los barcos si encontramos el secreto a aplicar. En el afán por ampliar las técnicas, las oportunidades y el mundo del modelismo naval, este trabajo ha intentado destacar ese protagonismo que las cajas de fruta, que cada día se abandonan en mil rincones a nuestro alrededor, nos pueden proporcionar, realizando al mismo tiempo un reciclaje de materiales que reduzcan la inversión en nuestro modelo y aumenten las opciones de creación, mientras trabajamos imitando un arte ya perdido que renace en nuestras manos gracias a la labor y la inquietud de todos los modelistas navales que, despreciando la comodidad, aceptan el desafío de desarrollar laboriosas aficiones que atraen profundamente a profesionales y profanos, a iniciados y expertos, y la satisfacción de pensar que alguien, en algún lugar, ha logrado hacer realidad sus sueños gracias a este pequeño grano en el gran desierto de la ciencia, es la compensación por horas de proyectos, ensayos, ideas y pensamientos perdidos en el mundo de la Historia, la tradición y la artesanía. Muchas gracias por vuestra atención.

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