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Centro de Espiritualidad y Pastoral CEP - INFORMA Actividades CEP en Semana Santa 30 de Abril 2011 - Nº 3 15 al 18 de Abril. Ejercicios Espiritual...
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Centro de Espiritualidad y Pastoral

CEP - INFORMA

Actividades CEP en Semana Santa

30 de Abril 2011 - Nº 3

15 al 18 de Abril. Ejercicios Espirituales para Señoras. En Casa de Retiro “Corazón de Jesús” - Maracaibo. P. Javier Alberdi SJ. Responsables: Hermanas de Cristo Rey. 18 al 19 de Abril. Convivencia con Personal de IRFA Maracaibo-Punto Fijo en Casa “La Asunción” (perteneciente al IUFS), San Francisco. El lunes 18 y martes 19 de abril. Actividad en el marco del acompañamiento de la oficina IRFA nacional a las regiones como parte del plan IRFA 2020. Responsables: Gerardo Lombardi y P. Williams González SJ. 20 al 24 de Abril. Ejercicios Espirituales para Caballeros. En Casa de Retiro “Corazón de Jesús” - Maracaibo. P. Williams González SJ. Responsable: Hermanas de Cristo Rey. 20 al 24 de Abril. Ejercicios Espirituales para Hombres y Mujeres. En Casa de Retiro “Cristo Rey” - El Hatillo, Caracas. P. Javier Alberdi SJ. Responsables: Hermanas de Cristo Rey. 16 al 24 de Abril. “Semana Santa en el Nula”. Se atendieron los Caseríos Sirirí, La Curva (Valle Verde), Tubo Rojo y Cinta Blanca. P. Gustavo Albarrán SJ. 16 al 23 de Abril. “Semana Santa en el Topón - El Nula”. Marvin Reinoso SJ. 16 al 23 de Abril. Ejercicios Espirituales para Jesuitas. En la Comunidad de la UCAB - Caracas. P. Jota Peñalba SJ.

 Comenzó a circular el Material: “Apoyos para la Pascua” preparados por el Padre Alejandro Goñi SJ. Es un material donde se destacan los aspectos centrales de la Vida y la Fe a partir de las Lecturas Bíblicas de todo este tiempo litúrgico. Pueden pedirlo a: [email protected].  No te pierdas los Ejercicios Espirituales vía internet. Consulta al Blog: http://reflexionesmiguelmatos.blogspot.com

La Pascua de Jesús nos muestra el proyecto de la vida que triunfa sobre la muerte. Ser discípulo del Señor es vivir para que la vida y la justicia sean el pan de cada día para todos nuestros hermanos. ¡Anímate a darlo mejor de ti para lograrlo! Marcelo A Murua

Universitarios en Frontera durante la Semana Santa: Misión en Caseríos de El Nula

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Este es mi IV Campamento en la zona del Alto Apure, en el que participamos como grupo de voluntariado “Universitarios en Frontera” en la Parroquia San Camilo de Lelis. Ya había tenido la oportunidad de participar en 3 campamentos. La experiencia fue altamente enriquecedora. En este 4º Campamento, el Padre Acacio Belandria SJ, nos invito a misionar en las diversas comunidades de dicha parroquia, donde en su mayoría, no se contaría con presencia fija de curas o religiosas. Por esta razón seriamos nosotros mismos quienes llevaríamos a cabo las celebraciones de la Semana Santa.

Todo esto trae como resultado un compromiso, pero un compromiso que no espera a la Semana Santa para volver, sino que tomando en cuenta las palabras dichas por el Padre Adolfo Nicolás SJ, forjar una “imaginación creativa” desde nuestra cotidianidad para que de una u otra manera afectemos nuestra sociedad, trascendamos con nuestras acciones, que participemos, trabajemos y no nos quedemos en la tranquilidad de nuestros hogares a esperar que todo cambie. “Cambia, todo cambia” dice Mercedes Sosa en una de sus canciones, pero esto sucede si despertamos nuestra “imaginación creativa”.

A mí se me asignó la Comunidad de Caño Amarillo, junto con dos estudiantes de la misma Universidad, pertenecientes al voluntariado. Al llegar a dicha comunidad, nos encontramos con la profesora Aura Porras, quien lleva aproximadamente 40 años haciendo vida en Caño Amarillo y nos informó, que también atenderíamos los sectores Las Bocas, Los Mandarinos, Santa Inés y Caño Juan. Para desplazarnos entre las comunidades teníamos que hacerlo en moto, para poder llegar a tiempo a los sitios. La trayectoria en moto duraba un promedio de 40 minutos. Había sitios donde no pasaba la moto y debíamos bajarnos y pasar los caños que por la temporada de lluvia estaban crecidos, nos daba temor al intentar pasar por estos sitios, de encontrar algún animal, pero al llegar a las casas de la gente, cambiaba el panorama, primero la receptividad tan increíble. Los pobladores de estos sectores viven con muchas dificultades, pero dan todo a cambio de nada.

Para finalizar quisiera hacer una invitación a quien esto pueda leer en especial a los universitarios, a que no tengan miedo de nuestra frontera. Se dice que hay muchos peligros, de alguna manera es así, pero hay muchas más cosas que le dan a uno valentía y mucha confianza. Son muchas las personas buenas que esperan la llegada de alguien que los visite, que los escuche, que les hable de muchas cosas, del país, de nuestras vidas, pero especial de algo muy hermoso que tenemos en común, la vida de Jesús.

Recuerdo una anécdota cuando visitamos a la Sra. Erminda, habitante de Santa Inés, describirles la casa, o el lugar, imagínense un camino entre árboles y sabana y al final una casita rodeada de agua. Cuando entré, una Sra. en silla de ruedas, saludamos, empezamos a conversar, y fue más lo que ella me dio a mí como mensaje, tan sólo hablando de su experiencia de vida, que lo que yo pude haberle dicho. Y así una tras otra experiencia, en el transcurso de la semana. Conocí muchas familias. Muchos hombres, mujeres, niños, niñas y jóvenes dispuestos a ayudar, a escuchar, a participar. Otra anécdota, fue en la comunidad de los Mandarinos, allí conocí a Benjamín, un niño de 4 años de edad, que nació con una enfermedad en el corazón y a causa de esto, ya sufrió un infarto, porque hago mención de esto, pues fue otro momento difícil, en el que su mamá me contaba como ha sido su proceso y se veía amor en sus ojos, en los de su padre, un amor que se transforma en fe en Jesús. Como joven, universitario, católico, ignaciano y venezolano, me sentí inmensamente feliz y a veces me invadía la tristeza por los problemas de las personas, pero una tristeza que se volvía pequeña al ver la sonrisa de la gente, al escuchar una gracias sincero, al ver la manera de cómo nos recibían en la humildad de sus hogares, al ver la entrega con la que participaban en las celebraciones, al poder llevar ese mensaje que Jesús con su vida nos dio, al ver el amor de las madres para con sus hijos y la entrega de sus vidas por las de ellos.

Guillermo Alejandro Guerra Ramírez 21 años. Estudiante del 5º año de Educación Mención Informática y Matemática. Universidad Católica del Táchira (UCAT) Universitarios en Frontera

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Misionando como Familia Somos Marcos Gabriel y Leída Coromoto, esposos desde hace 12 años, cristianos, tenemos 3 hijos, Sirac, Diana y Francisco, de 10, 6 y 2 años. Fuimos invitados por el Padre Gustavo Albarrán (a quien conocemos desde hace varios años), para misionar durante la Semana Santa en la población de El Nula. Nos interesó mucho la propuesta de ir a la misión en Familia, pues, aunque desde hace tiempo vivimos la Semana Santa de manera activa en la Iglesia, nunca habíamos tenido esta experiencia de misionar en Familia. En un principio pensamos en llevar solo a nuestra hija mayor, pero luego decidimos hacer la experiencia todos juntos, lo cual vivimos intensamente. Al comienzo tuvimos temor de ir a un sitio desconocido y lejano con nuestros niños pequeños, sin embargo la Providencia de Dios fue mayor a nuestra incertidumbre y expectativas, ya que cuando llegamos allá y nos encontramos con la bondad, sencillez y calidad humana de la gente que habita en los sectores campesinos de El Nula, nos sentimos acogidos y entre gente de gran calidad. Pronto nos hicieron sentir como en propia casa.

El Miércoles Santo nos quedamos en Sirirí, organizamos con la Comunidad una Celebración de la Palabra, que resultó bien fecunda. Los preparativos para el Vía Crucis viviente que se iba a realizar el Viernes Santo fueron muy especiales. La gran motivación de la gente, la confección de los trajes, la construcción de las gigantescas cruces y los ensayos, nos ayudaron a compenetrar mucho más con la gente de Sirirí. Pensamos que íbamos a dar y resulta que fuimos a recibir, que íbamos a evangelizar y fuimos evangelizados, inclusive nos trajimos las ganas de volver y la sensación de poder dar más por la gente y por la Iglesia. Regresamos fortalecidos como matrimonio, como familia, como cristianos, y totalmente agradecidos y enamorados de la gente bonita de estas poblaciones. Leída de Cortés y Marcos Cortés

En Sirirí, La Curva, Cinta Blanca, Tubo Rojo y zonas vecinas, nos dimos cuenta que nosotros pretendíamos llevar la Palabra de Dios a estos lugares, y en realidad fuimos nosotros los que recibimos dicha palabra de gente linda, quienes con su forma de vivir en comunidad, con su alegría y su entusiasmo, con su dedicación al trabajo, en pos de su bienestar, y del bien de sus comunidades y en pos de la Iglesia, nos hicieron vivir en carne propia lo que es la Iglesia. Nos hicieron sentir aquello que llamamos en el credo la comunión de los santos. Para nuestros hijos también fue un alimento al espíritu. Ellos se pudieron dar cuenta que hay otra forma de vivir, con más sencillez y autentica. Pudieron experimentar amistad, cariño, cercanía a la naturaleza. Convivencia con personas del campo que llevan dentro mucha alegría y mucha esperanza. Nuestros 3 hijos se sintieron profundamente libres. Una libertad que tumba las murallas de las paredes de concreto a las que estamos acostumbrados en la ciudad. Pudimos, como familia, escuchar a Dios, y experimentarlo en los pequeños detalles. Las celebraciones que vivimos en esta experiencia fueron especiales, con una gran carga de sentido, de presencia de Dios, donde cada uno en particular pudo experimentar que el encuentro con uno mismo y con nuestro creador es posible y se hace sumamente fácil. Hubo mucho movimiento todos estos días. La visita a los sectores que estaban bastante retirados unos de otros, la realizamos montados en la parte de atrás de los camiones que nos transportaban.

Oración de la Familia Bendito seas Señor, porque en tu Amor nos reuniste para formar nuestra familia. Te damos gracias por vivir juntos. Te pedimos que protejas y conserves nuestro hogar. Que sus puertas estén siempre abiertas a quieran entren en él a compartir nuestra amistad. Enséñanos a aceptarnos como somos, con nuestras cualidades y defectos; a presentarte nuestros planes y sueños; a pedir tu ayuda; a ofrecerte nuestras alegrías y nuestras penas; a recomenzar después de cada caída. Que tu amor nos conserve siempre unidos y en paz. Amén.

Un Cura Celebrando la Semana Santa Este año la Compañía me pidió que me encargara pastoralmente de la Capilla de Cañada Honda, uno de los barrios cercanos al Colegio Gonzaga de Maracaibo, y que ha sido atendida por los jesuitas desde su fundación. Donde yo celebro la Eucaristía dominical. Esto implicó que debía quedarme animando las celebraciones de Semana Santa del barrio. Me sorprendí cuando me enteré de que en la capilla, durante la Semana Santa, sólo se celebraban tres misas: Domingo de Ramos, Jueves Santo y Sábado de Gloria. El miércoles había una procesión con el Nazareno y el viernes la adoración de la cruz. Me dijeron también que jueves y viernes santo casi no asistía gente a la capilla. Desde mis 15 años todas las semanas santas he estado en campamentos y retiros rodeado de gente y trabajando, como la mayoría de los cristianos en estas fechas santas, con horarios repletos. Y resulta que mi segunda semana santa como sacerdote solamente iba a celebrar tres misas, nada más ¿Dejé de ir al Campamento Vocacional de Santiago, en la celebración de sus 15 años, para quedarme en Maracaibo y celebrar tres misas? Se me vino la idea de plantear un domingo en la homilía en la capilla del barrio la idea de hacer un campamento misión en el marco de nuestra Semana Santa. Propuse invitar a un grupo de jóvenes, para que desde el colegio Gonzaga como sede, animaran la semana santa. La verdad era que no tenía grupo de jóvenes ni dinero para campamento. Y lo peor es que la gente de la capilla, en ese momento no me apoyó. Quienes se acercaron ese día solamente plantearon problemas. No teníamos idea de lo que Dios quería para nosotros en Semana Santa. El Grupo “Siguiendo las Huellas de Jesús” de Pavia (Barquisimeto) aceptó el reto de ir a Maracaibo. En el Colegio inventamos el “Cine Gonzaga” para recaudar fondos y fue un éxito. La gente de la capilla poco a poco se fue animando. Comenzaron a llegar donaciones, comida, colchonetas, cocinas, ollas, calderos… A la par, durante la cuaresma, comenzamos a arreglar la capilla. Entre los mismos feligreses pagaron el trabajo de un tractor para aplanar y limpiar el terreno; arreglamos la entrada del estacionamiento y el portón; pusimos barandas en las escaleras para las personas mayores; sacamos el sagrario que estaba comido por la humedad y gratis nos lo arreglaron como nuevo; un señor hizo el mismo con sus manos y regaló un retablo de la Chinita hermosísimo; pintamos el presbiterio; en la sacristía se impermeabilizó el techo que era la causa de la humedad, se pintó y arregló el baño y las puertas del closet; restauramos dos cálices, nos regalaron palias, purificadores, corporales, vinajeras… Para la Semana Santa habíamos mejorado notablemente las condiciones de la capilla. Y en el colegio habíamos trasformado el laboratorio de Ciencias de la Tierra en “Cocina”, el Taller de Comercio en “Comedor” y los Laboratorios de Computación en “Dormitorios”.

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Recibimos 15 misioneros de Barquisimeto y se sumaron 7 jóvenes de la confirmación y exalumnos. Más de 20 personas se turnaron para cocinar y servir: señoras de las comunidades cristianas, feligresas, profesores del colegio. Y vale decir que la comida estuvo buenísima y sabrosísima. Resultó una gran experiencia de Dios. Por primera vez en Cañada Honda (y en mi vida) celebramos “completa” la liturgia de la Semana Santa sin cambiar y sin recortar nada, más bien adaptando y ampliando a nuestro gusto. Para Ramos llenamos la calle con un río de gente agitando palmas. El lunes nos fuimos unas 60 personas entre feligreses, hermanas y misioneros a la Basílica, donde este servidor presidió la Eucaristía en un templo lleno. Allí encomendamos nuestra misión a la Virgen de Chiquinquirá. El martes oramos por los enfermos y la capilla se colmó con personas en sillas de ruedas, tapabocas, bastones. Niños, adultos y ancianos con enfermedades reales. El miércoles celebramos la eucaristía y salimos con la hermosa imagen del Nazareno que tenemos, llenando de gente las calles del Barrio Cañada Honda hasta la Iglesia de Lourdes que es nuestra parroquia. El jueves, con trece varones adultos, representamos la última cena y el lavatorio de los pies, y luego nos quedamos a la hora santa ante el Monumento. El viernes hicimos la Adoración de la Cruz, mientras la Banda Rafael Urdaneta interpretaba en vivo el “Popule Meus”. Un momento tan impactante para todos los participantes. Y el sábado celebramos la resurrección con fogata, procesión con velas, bendición del agua y gloria. Los misioneros guaros (Guaros llaman a la gente de Barquisimeto) se destacaron especialmente en los cantos. Ciertamente vivimos la liturgia y nos sumergimos en su misterio como comunidad, como iglesia, como discípulos y seguidores de Jesús. Hay que destacar lo valioso de las visitas que realizamos durante el día misionando en le Barrio Cañada Honda, conversando con la gente, bendiciendo hogares y haciendo actividades formativas y recreativas con niños en Cañada Honda, Colinas del Gonzaga y Visoca. Y para cerrar la misión el sábado nos regalaron un paseo por Santa Lucía y la Vereda del Lago con el paseo en el “Tranvía de Maracaibo” incluido. Quedamos contentos, agradecidos a Dios por tantos regalos, especialmente por el regalo de habernos transformado el corazón y renovado nuestra vida de fe, nuestro compromiso cristiano, nuestro amor por la Iglesia, por habernos lanzado a la comunidad a encontrarnos con aquellos que se han alejado de la iglesia, por haber permitido que pudiéramos ser instrumentos de su Palabra y de su Amor. Qué bueno que Dios quiso otra cosa para nosotros y, como en la Resurrección, Él tuvo la última palabra. Daniel Figuera, S.J Colegio Gonzaga - Maracaibo

Perdona Nuestras Deudas

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Con esta fórmula me enseñaron a mí el Padre Nuestro, cuando era niño. En tiempo de Jesús eran tantos los impuestos y las malas cosechas que todo el mundo andaba endeudado casi hasta la esclavitud, con lo que resultaba que el perdonar las deudas era salvar las vida (Recordar las parábolas de los dos deudores e incluso la de los talentos). ¿Has oído hablar en la Biblia de la amnistía, del año de gracia, o año santo o año sabático? Pues estaba mandado que cada 7 años se perdonasen las deudas (Dt. 15, 1) para que todos siguieran siendo iguales, después del reparto de las tierras a las 12 tribus de Israel. Nunca se hizo, que 7 años eran poquitos, así que los multiplicaron por otros 7 para llegar a 49 (=año santo cada 50 años). Tampoco se hizo jamás. Consecuencia para Jesús: O se perdonan las deudas o no se entra en el Reino (Lc 4). Es lamentable que este texto, el más cristiano del Antiguo Testamento, no sale nunca en la liturgia de la Misa. La traducción del Padre Nuestro “perdona nuestras ofensas” también es válida. Entonces, ¿qué es el perdón? Voy en el metro y empujo a alguien: “perdón”. Sin darme cuenta, piso a un viandante: “perdone”. Como no ha habido intención, resulta algo más bien de buenas maneras (cosa por cierto bien rara en Caracas). Pero no es tema de reconciliación. Entonces ¿dónde está la ofensa o el pecado? Un amigo mío –cura- escribe para algunos ambientes: Si me examinan del pecado, a lo mejor no salgo raspado: No soy corrupto, no violo, no me caigo habitualmente a trompadas, no grito demasiado, no es que me friegue mucho por el hermano pero tampoco lo friego a él como una empresa capitalista (todas), mi vida genital la llevo más o menos (lo genital no es lo mismo que lo sexual, mucho más totalizante y humano). A lo mejor no salgo raspado, pero con bien mala nota puede que sí. Entonces, ¿Por qué tanto insistir “por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culta”? (Quizás un siquiatra no estaría de acuerdo) Pues a lo peor porque cuando me voy a confesar lo hago de cosas puntuales: He mentido, no he ido a misa, soy grosero, no obedezco a mi mamá, es decir, de las cosas infantiles, que las de adulto las maquillo. Por ejemplo, mi mentira es haber sido infiel en el matrimonio. Además me olvido de las actitudes que son el pecado original u origen de mis deudas puntuales. (El pecado original no lo heredo de Adán que no existió, sino que lo heredo de mi condición humana) Si se tratase de unos giros al turco, a lo peor mis giros tienen estos números: estoy debiendo por ejemplo: ser autocentrado, egoísta hasta el punto de no fijarme en los demás, hago las cosas y compromisos por aparentar, exijo ser servido, me creo superior a los demás; y, sobre todo, omito hacer lo que me cuesta o lo que mi conciencia me exige. Así no puedo entrar en el Reino. Más. Depende de mi grado de orgullo para necesitar un siquiatra además del confesor. ¡Ay de la autoestima que no se basa en la realidad! Una madre posesiva y autoritaria con sus maneritas puede resultar peor que un padre machista. El perdón es inherente a la humanidad. Como soy limitado meto la pata y necesito ser perdonado. Además tomo conciencia de mi indigencia, de estar relacionado con los demás, de ser niño que pide, de que no soy dios y necesito orar. Conozco una pareja que, si tiene conflictos, los hablan y resuelven, antes de ir a la cama esa misma noche; resulta que a veces se trata de stress o incomprensión, pero a veces amerita perdón. Ojo, una cosa es perdonar y otra olvidar. Si el afecto está involucrado puede ser que no llegue a olvidar, porque lo sigo sintiendo y eso es humano, aunque lo haya perdonado. Dios no es castigador ni prepotente: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Se me develó como Dios encarnado y hecho hombre en Jesús de Nazaret. Si no perdono 70 veces 7 (el número 7 se interpreta en la Biblia como el número perfecto) no soy sacramento de Dios, imagen y semejanza suya. Lo más triste resulta que, al no perdonar, tampoco soy hombre humano. Consecuencia: ¡al siquiatra! que mi autoestima no se ha formado correctamente y no hago caso a mi amigo Jesús porque, como me dijo, no dejo la ofrenda ante el altar y me voy a reconciliar primero con el hermano, antes de recurrir a la religión. ¿Cómo lo plantea la Biblia? Pues como fruto del amor y del respeto. El profeta Oseas lo vivió experimentalmente. Resulta que su mujer le puso cachos y Oseas la seguía queriendo. No solo la perdonó sino que le dijo: “Te llevaré al desierto y te hablaré de amor”. Sin embargo, su mujer siguió siendo infiel y Oseas la siguió queriendo. Dios me quiere como soy, con mi pecado incluido. Firmó una alianza conmigo, superior a la del arco iris después del diluvio, o a la de la legislación de Moisés. Es alianza matrimonial, se casa conmigo. Me perdona, si yo perdono (El Padre Nuestro). El aro /anillo de la alianza lo puedo perder, pero entonces tengo que encender la luz y barrer bien la casa para encontrar la moneda perdida, las arras de mi matrimonio. Por último el perdón tiene una dimensión política. Dios se casa conmigo como Pueblo. Somos hermanos, somos pueblo / comunidad. No se trata de una legislación como el matrimonio civil. Se trata de que todos tenemos la misma dignidad y por lo tanto nos debemos respetar ( la base de los derechos humanos). El Reino consiste en una comunidad de hermanos y lo tenemos tan cerca que solo tengo que atravesar la calle. El no respetar al prójimo, incluso en su ideología, se equipara al irse a confesar sin arrepentimiento, no quedo perdonado por más que el cura que eche 100 absoluciones y un camión cisterna lleno de agua bendita. En lenguaje político es la guerra contra la paz. No basta con rezar. El Reino, la paz se construyen y ciertamente no basta el abrazo de paz de la Misa. El teólogo Torres Queiruga ponía este ejemplo en la oración por los fieles, no exento de gracia por su cinismo: “Por la paz del mundo, cosa que Dios no hará si no la construimos, roguemos al Señor”. El perdonar políticamente consiste en respetar al otro ciudadano. Hay países, como Venezuela, en que la coyuntura política amerita reconciliarse, además de aguantar su ideología que en conciencia –creo que recta- no es la mía. La alternativa: guerra o paz. Y no hablo de la violencia societal de los malandros, sino de la confrontación incivil que suele esconder intereses bien egoístas. OJO, la ideología es inconsciente y no me da la gana develar lo que me interesa que quede oculto. Estoy en deuda con Jesús de Nazaret. Menos mal que no me va a cobrar los giros que le debo al turco. También estoy en deuda con los crucificados del mundo y ésa deuda sí que me la están exigiendo. José Ignacio Angós, sj