Bonifacia entre el silencio y la esperanza

C.E. Parroquial “Patrocinio de San José” “Bonifacia entre el silencio y la esperanza” Obra literario-musical de la biografía de Bonifacia Rodríguez C...
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C.E. Parroquial “Patrocinio de San José”

“Bonifacia entre el silencio y la esperanza” Obra literario-musical de la biografía de Bonifacia Rodríguez Castro fundadora de las Siervas de San José

“ Dios está delante de mí y yo delante de él; me está viendo, me está animando” Autoras: Roxana Goicochea y María Pía Brugnara S.S.J. en base al folleto de Carmen Soto S.S.J “ Entre el silencio y la esperanza” Letra y música de “Promesa de Dios” del grupo “Siembra”

Lima, 2003

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o n i f a c

INTRODUCCIÓN

Bonifacia Rodríguez Castro fundó la Congregación de Siervas de San José, juntamente con Francisco Javier Butiñá (Jesuita), un 10 de enero de 1874. Nacida un 6 de junio de 1837, en Salamanca, Bonifacia es una mujer trabajadora, una artesana. Su vida transcurre en medio de los profundos cambios sociales que dieron paso a la industrialización. Testigo de esta época de cambios y el despertar de la conciencia obrera, Bonifacia, como una más del pueblo, participa de sus ilusiones y decepciones, se hace preguntas y busca respuestas que allanen el camino en el mundo de la mujer trabajadora y pobre. Y así, consagró su vida al Señor en un proyecto congregacional que rompía los moldes tradicionales de la vida religiosa. El coro será el taller y, desde ese taller cotidiano, testimoniaría el valor de los trabajos sencillos a la manera de Jesús en Nazaret, hermanando oración y trabajo, proclamando la Buena Noticia del trabajo como encuentro con Dios y fuente de solidaridad y fraternidad Esta obra literaria- musical busca ofrecer un encuentro con Bonifacia desde la raíz de su corazón. Ella, en su silencio cargado de perdón y de tesón creyente, es portadora de la esperanza que crece en la tierra de lo cotidiano y es regada por el rocío que espera, tras la noche, la mañana. La historia de Bonifacia nos acerca a lo diario, nos trae el olor de lo conocido. La grandeza de su persona se amasa con la levadura corriente y se cuece en un hogar sencillo. Hoy, cuando apenas brotan palabras para seguir creyendo, cuando todo es gris y la lámpara que ilumina el futuro parece estar sólo en posesión de los que están en la cumbre, escuchemos este canto que brota de haber tocado los instrumentos difíciles de la vida, de haberse afinado al son del dolor y del esfuerzo por poner notas sencillas a la esperanza. Su permanencia en los momentos difíciles, su tolerancia ante la diversidad, su compromiso con la mujer marginada y olvidada y su confianza en un Dios que no abandona nunca la obra de sus manos, son notas para ser tocadas de nuevo en el pentagrama de nuestra época, como promesa de futuro y compromiso de hacer este mundo más habitable y más humano.

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ACTO 1 ESCENA 1 Fábrica o centro de trabajo, maquinarias; obreros trabajando. Jesús comparte el trabajo con los obreros y niños. Franco.-

¡No soporto más esta situación! El cansancio y el dolor me están acabando y, sobre todo, el sueldo miserable que recibimos.

José.-

(Resignado) ¿Qué hacemos hermanos, si tenemos que mantener una familia?

Franco.-

Y ni eso podemos, trabajamos como mulas para un sueldo miserable y encima nuestras mujeres e hijos también tienen que trabajar en condiciones tan duras.

Santiago.-

Pero, piensa en nuestros hijos, si dejamos este trabajo se morirán de hambre. Resignación hermanos, esperemos que esta situación cambie.

Francisca.-

Nadie piensa en nosotros, los obreros. Las maquinarias cada vez más nos están sustituyendo ¡Qué será de nosotros! ¡Sólo Dios sabe! (Entran tres hombres al escenario)

Hombre 1.- ¡No pueden dejarse explotar así! Se les ve famélicos, hambrientos, sí mírense, ya no tienen ni fuerzas necesarias, pues las maquinarias han succionado sus músculos. ¡Véanse! Hombre 2.- Sí, cada vez envejecen más y ven poco a su familia. Es más, hasta sus mujeres trabajan y sus hijos ¡ya es tiempo de que reaccionen! (se ve en el fondo mujeres y niños) Hombre 3.- ¡Qué pasivos son, sólo refunfuñan entre dientes! ¿Por qué no se atreven a protestar? ¡Levántense contra su patrón! ¿No ven que no tienen moneda suficiente en el bolsillo como para poder vivir? Ellos, sí se divierten, gastan a costa de ustedes... de su trabajo No se dan cuenta que son la fuerza que mueve estas maquinarias. Hombre 1.- ¡Ay! Pero si tienen una crucecita, eso significa que creen en Dios (tono irónico. El los hace pasivos, ¡Si, la religión es el opio del pueblo, de ustedes! ¿Por eso no reaccionan? Hombre 2.- Entonces, ¿Seguirán así toda su vida? El capitalista es egoísta y absorbente que hace que ustedes; los obreros, tengan una vida paupérrima y mísera. Trabajan sin descanso 14 o 18 horas... ¡Tienen que unirse ustedes, todos los obreros del mundo, deben conquistar el poder! (Los hombres se sientan en las esquinas del escenario con la cabeza agachada) (Los trabajadores cogen palos, sillas, etc.) Franco.-

¡No, hermanos, no hay que reclamar con violencia! No debemos confiar en quien no trabaja con nosotros, pues sólo siembran en nuestro corazón el odio a nuestros 3

patrones y a nuestra religión ¡Desean que actuemos con violencia! Existen otros medios para reclamar nuestros derechos. Francisca.-

Uniéndonos, ¡compartiremos todo! Como Jesús nos enseñó (cogen y muestran la pancarta)

Obrera.-

Jesús estuvo todo el tiempo con ellos compartiendo, pero no lo notaron. Era necesario que alguien les hiciera dar cuenta de ello. Y serían Bonifacia y Butiñá quienes jugarían un papel importante en la vida de la trabajadora obrera.

(CANTO: “ESPERANZA DE LOS POBRES” (Siembra N° 9) Mientras se proyectan rostros de trabajadores, mujeres trabajando, imágenes de la S.F., Jesús Obrero...) Con ternuras del buen Padre, con clamores de la Madre, Con las manos fatigadas, te encarnaste en nuestro mundo. Voz que arrulla al amar. La justicia como afán, el cariño como regalo y compartes con nosotros nuestro pan, nuestra canción. Día a día, codo a codo, hambre a hambre, piel a piel, en tu gente está naciendo una patria para todos. Canto a canto, risa a risa, sin desmayos sin rencores, es tu voz un nuevo anuncio, mi Jesús de Nazaret. Entre el polvo, entre las calles, entre esteras en los barrios, compañero de pobrezas, levantaste a la mujer. Voz que grita la igualdad. No hay espacio pa´ la pena, no hay cabida al desamor, el taller que nos libera, el taller nos da la vida Voz que canta al laborar.

ESCENA II En la sala Bonifacia en los brazos de sus padres. Luego adolescente en el comedor. Mujer pobre llama a la puerta(llanto) María.-

¡Juan! ¿no es hermosa nuestra hija? ¡Mira qué rostro tan angelical!

Juan.-

Sí, en realidad es muy linda. Tiene una mirada tan dulce...

María.-

Le enseñaremos a ser humilde, bondadosa y hacer el bien a los más necesitados. Dios es el centro de nuestra vida y lo será también para ella. La llamaremos Bonifacia, pues significa “hacedora de bien”

Juan.-

Estoy de acuerdo, María. Gracias Dios, porque nos regalas este gran tesoro. (Tomando a la niña entre sus brazos la engríe tiernamente con su mirada y le da un beso como señal de amor) (María sale con la bebé en brazos mientras Juan sigue trabajando)

Narrador: La niñez de Bonifacia transcurre en el anonimato. Va creciendo en medio de la inseguridad que da la pobreza, cambiando con frecuencia de casa, según las coyunturas familiares lo permitían. En un hogar abierto, acogedor y solidario van naciendo los hijos, aunque a cuatro de ellos la muerte arrebataría en la flor de la 4

niñez. Juan y María, buscando para Bonifacia y Agustina un mejor futuro, hacen que acudan a la escuela, cosa poco frecuente entre su gente. Bonifacia, desde muy joven, colabora en la sastrería de su padre, cuida de sus hermanos, sufre y se alegra con los suyos, asume las estrecheces y la dureza del trabajo. Este hogar y taller, sería para ella la primera escuela de Nazaret. (Ingresa María con Bonifacia y Agustina adolescentes. Preparan la mesa para la comida) Bonifacia.-

Señor, te damos gracias por los alimentos que vamos a recibir y te pido, desde el fondo de mi corazón, que otras familias tengan un pan para llevarse a la boca.

Todos.-

Amén.

Juan.-

Hija, ¿Cómo te ha ido en la escuela?

Bonifacia.-

Me fue muy bien en la escuela padre. Estoy aprendiendo cada día más.

María.-

¡Qué bien hijita! Nos haces felices porque aprovechas una oportunidad que no todas tienen.

Bonifacia.-

¿Saben, papá, mamá? Cada día me siento más cerca de Dios; en la iglesia el padre nos inculca el amor a Dios y al prójimo.

María.-

¡Me siento tan feliz por la inclinación que tienes hacia Dios y hacia la iglesia!

Juan.-

Es conveniente que no faltes nunca al catecismo, para que te encamines bien en la vida.

Bonifacia.-

Padre, ese es mi deseo.

(Llaman a la puerta) Juan.-

Yo iré, hijas mías.

Señora.-

Bondadoso Señor, vengo a pedirle ayuda, soy muy pobre. No tengo calzado. No puedo ni comprar zapatos para mi hijita.

Juan.-

(triste)Señora, espere un momento. Veré que puedo hacer por usted (saca zapatos).

Señora.-

Gracias señor ¡Dios lo bendiga! (se retira)

María.-

Juan ¿quién tocaba la puerta?

Juan.-

Era una señora que necesita de nuestra ayuda. Ya fue atendida.

Bonifacia.-

Papá, le agradezco por los zapatos que me obsequió ¿sabe? Los cuidaré mucho.

María.-

Así es, Juan. Nuestras hijas están muy contentas y agradecidas.

Juan.-

Hijas mías, sé que ustedes tienen un poco más que algunos de nuestros hermanos. Tienen zapatos de uso diario y no están en mal estado; porque los han cuidado. Pero 5

hay personas que ni un par de zapatos poseen. Hoy pude comprobar una vez más esto. Y di los zapatos que estaban destinados para ustedes (apenado) María.-

¡Juan, eres tan caritativo y noble!

Agustina y Bonifacia.- (Miran admiradas y lo abrazan).

ACTO II ESCENA I El escenario aparece vacío y oscuro mientras suena una música triste y fúnebre . Entran Bonifacia, María y Agustina enlutadas y se sientan a trabajar. Taller de artesanas. María.-

Hijas mías, me causa mucho dolor el fallecimiento de vuestro padre. Sufro viéndolas a las dos sufrir. Agustina, tú tan pequeña y tú Bonifacia, tan sólo tienes 15 años y ya están las dos sin su padre. Sé que sienten su ausencia y sufren en silencio aunque no me lo digan.

Bonifacia.-

Si mamá, estoy muy triste por la pérdida de papá. El me inculcó con su ejemplo el amor al trabajo diario y a compartir con el prójimo. Gracias a ustedes, pude aprender el oficio de cordonería que ahora he perfeccionado con la enseñanza recibida en el colegio de las adoratrices de Ávila. Soy una artesana y en este taller trabajaré para poder cubrir nuestras necesidades, madre mía.

María.-

Hijas mías, estoy persuadida de que la Providencia de Dios sobrevive a todas las muertes y desgracias. Bonifacia, te veo trabajar con amor y con empeño. Con ayuda del Señor saldremos adelante. (Salen ella y Agustina)

Bonifacia.-

¡Dios mío! Con este trabajo gano el pan para mi familia y para los que tienen menos que nosotras. Así trabajarías Tú en Nazaret con María y con José. En medio de esta tarea te encuentro a Ti y siento en mi corazón crecer una gran decisión, entregarme a Ti por completo, siendo una de tus fieles siervas.

(CANTO: “ME LLAMASTE A SERVIR” (Siembra N° 8) Mientras se proyectan rostros de trabajadores, mujeres trabajando, imágenes de la S.F., Jesús Obrero...) Llegaste cuando menos te esperaba, entraste en mi vida como el sol de amanecer, viniste con tu brisa tan serena, sonreíste y cautivaste mi querer. Porque Tú me has elegido desde siempre a proclamar tu verdad y tu amor, me enseñaste el motivo de entregar el corazón, y sabes que por Ti y tu pueblo mi vida daré. Supiste encaminarme por tus sendas, me enviaste por caminos muy difíciles de andar, confías ciegamente en mis fuerzas, me enseñaste a crecer y madurar. Ahora quiero estar en tu camino, servirte y ser testigo de tu vida en Nazaret, hallarte en cada rostro desvalido y anunciarte por los pueblos con valor.

ESCENA II 6

Amigas en el Taller Bonifacia y varias jóvenes salmantinas (unas conversan, otras juegan o leen. Una imagen de San José y de la Inmaculada ) Benita.-

¡Qué bien lo pasamos juntas en tu taller, Bonifacia! Yo espero los domingos por la tarde con muchas ansias.

Josefa.-

Es verdad, aquí conversamos, oramos y nos divertimos en clima de amistad y alegría. La práctica de la oración y la formación religiosa que aquí recibimos nos ayuda a encontrar a Dios en nuestros trabajos y quehaceres cotidianos. Además aprendemos este oficio de artesanas con el que nos ganamos el pan.

Bonifacia.- Yo también aguardo el domingo con grandes deseos. Agradezco a Dios que ha inspirado al Padre Butiñá esta Asociación que nos ayuda a pasar el domingo santamente y en amistad. Micaela.-

Amigas, escuchen esta noticia: (Lee) “tristísima es la condición de la mujer obrera... Apenas ha tenido tiempo para aprender a leer y ya se coloca en los presidios que tienen por nombre fábricas o talleres”.

Bonifacia.-

Es justamente, ésta mi preocupación, amigas. El Padre Butiñá, mi director espiritual, sabe lo que deseo para la mujer obrera y comparte esta preocupación. Hay mujeres, niñas y jóvenes que sufren en la fábrica al ser explotadas, y otras que están en peligro de perderse porque no encuentran trabajo. Sufro pensando en ellas y sé que a ustedes también les preocupa. Pero el Señor ya nos irá mostrando qué podemos hacer por ellas....

Josefa.-

Así es, Bonifacia, pero ahora salgamos a visitar a nuestra enfermita del Hospital Viejo, como se lo prometimos el domingo pasado. Vamos, Benita.

Micaela.Bonifacia.-

Margarita y yo iremos al Asilo, una pobre anciana a quien nadie visita nos espera. Si, amigas, vayan con alegría y con mucho amor. Jesús les espera en nuestros queridos hermanos los pobres. (ordena la sala y se arrodilla ante el altar en el fondo)

Margarita.- (Dirigiéndose a Micaela) Qué suerte tener una amiga como Bonifacia. Me alegro de que el Padre Butiñá me haya orientado hacia su taller para que formemos la Asociación de la Inmaculada y San José. Su amistad, sus consejos y buenos ejemplos nos ayudan a ser mejores. Micaela.-

Sí, Margarita, Bonifacia es una amiga incondicional, capaz de escucharnos y de poner a nuestra disposición todo lo suyo, su casa y su persona. (salen).

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ESCENA III Bonifacia orando en el taller ante el altar de la Virgen y San José, entra el Padre Butiñá. ( Llaman a la puerta, Bonifacia acude y hace pasar al Padre Butiñá) Bonifacia.-

¡Qué alegría me da su visita, Padre Butiñá! Precisamente estaba por ir a buscarlo para que me oriente en esta búsqueda de la voluntad de Dios sobre mi vida. Como otras veces le he expresado, siento un gran deseo de entregarme totalmente a Él. Creo que me llama a ser dominica...

Butiñá.-

Bonifacia, hija, tú sabes cómo me preocupa el mundo del trabajo explotado y desamparado, especialmente las jóvenes y niñas de condición modesta que por carecer de trabajo corren el peligro de perderse. Tú también compartes esta preocupación, por tanto, “yo creo que darías más gloria a Dios en otra parte. Vamos a fundar una Congregación con el nombre de Siervas de San José”.

Bonifacia.-

Butiñá.-

( luego de pensarlo brevemente) Padre, Ud. bien sabe que no deseo otra cosa que hacer la voluntad de Dios. Por ello acepto esto que me propone como querer del Señor, esperando la ocasión de verme consagrada a Dios por los votos religiosos. Nada me hace más feliz que entregar mi vida a Dios y llevar el evangelio de Nazaret a la dura vida del trabajador manual. Vamos a decírselo a nuestro Obispo, el Sr. Lluch. A él también le preocupa que en Salamanca no haya instituciones que cuiden de las jóvenes de condición modesta, que las aparten de la corrupción a que a esa edad están expuestas, les enseñen el catecismo y les habiliten para ganarse el sustento por sí mismas.

( Se podría recitar la poesía MUJER DE A PIE, bien sea en directo o en off mientras se prepara la escena siguiente.) No sé qué puede más en ti, esa inquietud que llevas dentro. si la audacia o la ternura; Para que viva el hombre nuevo no sé hasta dónde llegará en cada palmo de la tierra tu amor en esta coyuntura. como semilla que florece Como paloma que en su vuelo aunque tropiece con las piedras. conoce el precio de la altura, como alguien enamorado No sé qué puede más en ti, todo lo das, nada calculas. si la idea o la experiencia, no sé hasta dónde llegará Una y otra vez toda tu lucha clandestina cantaré para ti, para cambiar poquito a poco mujer de a pie. No sé qué puede más en ti, esa actitud ante la vida si el corazón o el pensamiento, en el trabajo cotidiano no sé hasta dónde llegará sin que te lleve hasta la cima.

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ESCENA IV Ceremonia en la capilla. Padre Butiñá; cinco compañeras, la fundadora y su madre se consagran al Señor. Butiñá.-

(Alegre) Hoy, 10 de enero de 1874, estamos reunidos porque siete hermanas han decidido seguir el camino del Señor en esta nueva Congregación. Pero antes vamos a escuchar el Decreto de erección de la Congregación de Siervas de San José dado por el Obispo.

(Voz en off) “ Nos, el Dr. Fray Joaquín Lluch y Garriga, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica Obispo de Salamanca... Habiéndose a nos presentado algunas personas piadosas, que desean asociarse para vivir reunidas en Congregación Religiosa, con el fin de procurar su propia santificación por medio de la oración y el trabajo, y preservar del peligro de perderse a las jóvenes que carecen de él, fomentando al mismo tiempo la industria cristiana, y como nos hayan pedido les diéramos reglas para el buen orden del nuevo instituto, en virtud de nuestra autoridad ordinaria, creamos y erigimos la Congregación de Siervas de San José”. Butiñá.-

El Exmo Prelado ha destinado una casita de la calle Placentinos para su morada y en ella instalarán el Taller de Nazaret. El lugar es pobre y pequeño, a propósito para imitar a la Sagrada Familia en su vida oculta y laboriosa.

Bonifacia.-

El trabajo será para nosotras fuente de santificación y de apostolado. El Taller no será para la adquisición de riquezas materiales, sino para santificar nuestro modesto trabajo con la oración y la caridad.

Una de las religiosas: Así es, Bonifacia. No aportamos más dote que nuestra decidida voluntad de trabajar, viviendo al abrigo de la Divina Providencia. Butiñá.-

Así será, hijas mías, como les recordó nuestro Señor Obispo, el Señor se vale de instrumentos débiles para sus más grandes empresas con el fin de que resplandezca más su poder y su gloria, y por tanto esperarán todo de Dios que bajó del Cielo para vivir pobre y desconocido durante treinta años en la humilde casita de Nazaret y sujeto a la obediencia de dos pobres artesanos cuyo ejemplar modelo han de imitar.

Todas.-

Amén. Así lo prometemos, para gloria de Dios y bien de nuestras almas.

Canto “NAZARET, NAZARET” N° 6 ( canto y baile) Por las calles y los días pueblo escogido, casa del sol, buen vecino nos conoces, taller sencillo, taller de pobres, por los barrios, por la vida, taller que supo a Dios acoger. buen amigo, nos ayudas. Nazaret, Nazaret, Voz atenta, voz de justicia, hogar humilde, pobreza y calor, palabra viva que ayuda a vivir. mesa caliente, pan compartido, José amigo, José obrero, hogar del pobre, hogar de Dios. carpintero, puliste a Jesús, Trabajando con alegría, compañero de lo cotidiano manos unidas un solo cantar, de un pueblo en espera de Dios laborando, templando el alma, forjando el sueño y la dignidad, Nazaret, Nazaret, 9

camino abierto, afán solidario, taller bendito, forjó a Jesús. María buena, señora, mujer, vecina, amiga, compañera,

virgen, bendita, libre y cercana, de las humildes, de los hambrientos. Mujer sensible que supo arriesgar, ver a su Dios su promesa cumplir. ESCENA V

Hermanas trabajando en el taller. Narrador: La Congregación parece nacer en un momento y lugar equivocados: una ciudad pequeña, artesanal y pobre, en pleno período revolucionario. Las siete mujeres que abren el camino del Instituto no se acobardan. Son religiosas obreras, curtidas al calor del taller . El Instituto nacía de la experiencia de Jesús, que siendo uno de tantos en la aldea desconocida de Nazaret, dijo con su vida que la salvación pasa por la urdimbre misma del ser humano, por sus esperanzas y por sus frustraciones, por sus manos y su mirada. Todo parecía ir bien, pero las circunstancias políticas y sociales generan nuevos desafíos. Los jesuitas, acusados de opciones políticas contrarias al nuevo régimen , eran perseguidos. Francisco Butiñá es expulsado de España junto con sus compañeros. Desde Francia les escribe una carta, que para la pequeña comunidad se convierte en sacramento Entra una hermana con una carta. Hermana 1.- Madre (dirigiéndose a la Madre Bonifacia) Ha llegado una carta del padre Butiñá de la localidad de Poyanne de Francia. Bonifacia.-

Bonifacia.-

(Dirigiéndose a las hermanas )Permítanme leerles la carta, hermanas: Poyanne, 4 de junio de 1874 (Fiesta del Corpus) Estimadas Hijas Josefinas en Jesús: No me olvido de vosotras para pedir a Jesús que derrame sobre vuestras almas las gracias que yo deseo. Bien pudisteis comprender cuánto os quería y quiero a cada una puesto que tanto me desvelaba por vuestro bien espiritual y temporal. El mayor sentimiento que tuve en salir de ésa fue por dejaros a vosotras sin que esa casa estuviera todavía formada a medida de mis deseos y según creo deben ser las buenas Siervas de San José. Según mi entender, vuestra virtud características debe ser un amor grande a la oración y al trabajo regulado por la obediencia... Así la oración no será estorbo para el trabajo ni el trabajo os quitará el recogimiento de la oración... Amad mucho a Jesús, que el amor es buen maestro para todo lo bueno... debéis procurar ser buenas y muy buenas para que vuestros cánticos y jaculatorias agraden a Jesús... Entonces sí que los Talleres de Nazaret se convertirán en un paraíso... No os desalentéis, aunque todo el infierno se desencadene contra vosotras, que teniendo de vuestra parte al Santo Patriarca, todo se allanará... Ánimo y adelante a haceros santas que eso es lo que importa. Adiós hijas mías, encomendadme al Señor. De todas amantísimo P. en Jhs. Francisco Butiñá, S.J. Hermanas, con esta carta y con la animación de nuestro Padre y Prelado, que viene con frecuencia a visitarnos y a animarnos, cobraremos nuevos bríos para ofrecer a Dios las pruebas de nuestra fundación.

(Trabajan conjuntamente hermanas y obreras mientras se escucha el canto “AMEN A JESÚS” 10

N° 11 de Siembra... Se representa la canción con una coreografía de ballet...) Que la gracia de Jesús se derrame en ustedes, saben cuánto las quiero cuánto me costó dejarlas. La oración no es un estorbo cuando hay que laborar ni el trabajo impide orar, cuando hay un gran amor. El trabajo es oración cuando nace del corazón, nunca pierdan la confianza, ánimo y adelante. Amen a Jesús, amen a Jesús,

el amor es buen maestro para todo lo que es bueno. Los talleres de Nazaret serán un paraíso cuando velen por los pobres, cuando agraden al Señor. Amen la pobreza, sean humildes y sencillas, Que no haya desaliento que detenga su caminar. Nuestro Dios mira con bondad su trabajo y su entrega, sean buenas, sean justas, eso es todo lo que importa.

ESCENA VI Narrador: Butiñá a la vuelta de su destierro es destinado a Gerona. En la Cataluña industrializada el problema de la mujer trabajadora era más agudo que en otras zonas de España. La revolución industrial había nacido al margen de lo religioso y se alejaba cada vez más de la Iglesia. Butiñá, apremiado por esta situación, funda comunidades de Siervas de San José y propone a Bonifacia la unión de las casas catalanas con la de Salamanca. Desde el alejamiento de Butiñá de Salamanca, sucesivos Directores son nombrados por el nuevo Obispo para la naciente y novedosa Congregación. En 1878 es nombrado García Repila, el hombre que entre bastidores, irá acercando la fundación hacia la estabilidad y el prestigio, alejándola de sus orígenes. Esto supondrá la marginación y el ocultamiento de la fundadora. Pero Bonifacia, puesta su confianza en Dios, se mantiene fiel al incomprendido proyecto congregacional a pesar de las mentiras, la manipulación y la calumnia que se levantan en torno a ella. Por fin atendiendo al deseo de Butiñá de que las casas de Cataluña y Salamanca se unieran en una única Congregación, Bonifacia acompañada de su madre viaja a Cataluña, en diciembre de 1882. Mientras, su comunidad de Salamanca, influida por García Repila la destituye... García Repila y Hermanas. Eligen nueva Superiora en lugar de Bonifacia García Repila.- (D. De la Congregación) Estamos reunidos para nombrar una Superiora, en vista de que la Superiora Bonifacia está ausente y aún no retorna de Cataluña. Es necesario que alguien asuma el cargo. Hremana 2.- Estamos de acuerdo, la nueva superiora debe ser elegida. Hermana 3.- Ud., Señor Director, Pedro García Repila, sabe que nosotras nos inclinamos por la enseñanza exclusivamente. También deberíamos abordar este punto. Hermana 1.- Pero, ¿No les parece que esto no debería hacerse, ya que la Madre Bonifacia viajó a Cataluña para conocer a las hermanas de las nuevas comunidades de Siervas de San José, que el Padre Butiñá fundó ? Sería conveniente esperar. García R.-

Urge resolver esta situación. Además ya me otorgó permiso el Obispo Narciso Martínez Izquierdo para nombrar nueva Superiora. 11

Hermana 2.- Así es. Escriban en esta tarjeta el nombre de la Nueva Superiora y pónganlo en el ánfora , que el Director, luego nombrará a la elegida. (Todas escriben y luego G.R. realiza el escrutinio) García R.-

Han elegido a Ana Muñoz, la maestra de Novicias. Comunicaré por intermedio de una carta, a Bonifacia, que ya no es la Superiora de la Congregación

Hermana 3.- Ahora tenemos nuestra Superiora de la Congregación elegida por todas nosotras.

ESCENA VII Narrador: No era fácil de entender esta maniobra, en el corazón de Bonifacia se acumulan los pensamientos y los interrogantes, pero las palabras callan... Los caminos quieren cambiar definitivamente de dirección, el corazón se le encoge más y más a cada movimiento del tren que le trae de regreso a Salamanca... la cruz se hace pesada, la soledad hiriente y el dolor reclama. El recibimiento en la casa es una mezcla de sorpresa, disculpas y silencios. Bonifacia y su madre aceptan la nueva realidad comunitaria, mientras el ambiente comienza a enrarecerse y la situación es cada vez más dura. (Madres y la Madre Bonifacia, en la casa de Santa Teresa) Hermana 1.- Bonifacia, ¡cuánta humillación ha pasado en estos meses, en los que ha aceptado en silencio todo. Bonifacia.-

“Cuando el Evangelio refiere las calumnias de que acusaban al Señor dice: Jesús callaba...” Hay que olvidar, hermana, las ofensas que unas a otras nos hayamos hecho. Eso nos enseña Jesús, que no tuvo más mimos que los desprecios, ni más alabanzas que los insultos.

Hermana 1.- Sí pero hay situaciones injustas que no se olvidan fácilmente... Admiro su confianza en Dios, Bonifacia, ella hace que ni la prosperidad le ensalce ni la tribulación le abata... Entonces , Madre, ¿qué hará ahora? Bonifacia.-

Dios me ha iluminado y ha nacido en mí el deseo de fundar un nuevo Taller de Nazaret en Zamora. Partiré con mi madre mañana. Ya obtuve la bendición y el permiso del Obispo de esa ciudad.

Hermana 1.- ¿Cuentan con recursos? Bonifacia.-

No. Me entristece no tener, cuando marchemos para nuestra casa, ni clavo en pared, ni qué comer, ¡Dios proveerá! Lo importante es la recomendación del Sr. Obispo: no perder la hermandad con estas hermanas de Salamanca.(Se dispone a empacar sus cosas.. )

Hermana 1.- (Pensativa) Bonifacia sólo desea parecerse a Jesús oculto y trabajador en Nazaret, dispuesta a vivir en la oscuridad y en segundo plano. Su amor y su confianza en Dios va más allá de los desprecios y enfrentamientos. 12

Narrador: Bonifacia busca sacar adelante la historia que Dios ha puesto en sus manos, fiel a la esperanza que la ha comprometido con su tiempo en una respuesta novedosa a la naciente sociedad industrial. Sin ella saberlo, las puertas de su casa se le cierran para siempre. Su comunidad había decidido continuar sin ella, emprendiendo otros caminos. Canto “ENTRE EL SILENCIO Y LA ESPERANZA” N° 3 de Siembra ( mientras Bonifacia y su Madre empacan las cosas. Se despiden y se alejan). Supiste desde niña de trabajos, tus manos amasaron sin querer, el dolor que conlleva la pobreza y la lucha diaria por vivir. Así fue como tú encontraste al Señor en lo cotidiano de tu trabajar, bordaste en tu corazón la vida oculta de Jesús, encarnado en el taller de Nazaret. Entre el silencio y la esperanza estabas tú, siempre fiel, de un Dios que compadece a los humildes trabajando y compartiendo su sudor.

Entre el silencio y la esperanza estabas tú, siempre fiel con el corazón dispuesto al perdón y al trabajo como herencia del Señor. Alumbraste una nueva esperanza “apostar por la mujer en su labor, llevándola a una vida digna, sacándola de la marginación”. Todo tu corazón guardaba sin hablar una cruz que tu cargabas sin razón. Y el tiempo se encargó de darte tu lugar, tu lugar en el trabajo y la oración.

ACTO III BONIFACIA EN ZAMORA

ESCENA I Narrador: En Salamanca el recuerdo de Bonifacia comienza a desdibujarse y los compromisos de la comunidad se van encaminando hacia la enseñanza. Con Bonifacia lejos, ya nada impedía rediseñar los perfiles del Instituto. Con el Auto del 12 de agosto de 1884 el Obispo Martínez Izquierdo modifica las Constituciones escrita por Butiñá, legitimando nuevas tareas para la Congregación, renunciando a preservar del peligro de perderse a las jóvenes que carecía de trabajo. Ignorar a la mujer trabajadora era ignorar el compromiso apostólico fundamental del Instituto. Esto es el inicio de la ruptura definitiva. La comunidad Zamorana, mientras tanto, sigue su camino experimentando el dolor de la fidelidad y el silencio de la incomprensión. Bonifacia sabe que la apuesta merece la pena. Su pequeña comunidad, que comienza a crecer, es signo callado de que es posible el futuro. (Taller de Nazaret en Zamora. La Hna Socorro, cronista y confidente de Bonifacia escribe en un cuaderno). Hna Socorro: (Leyendo lo que acaba de escribir en el cuaderno) “ Y así que nuestra Madre, se vio con casa capaz para poder admitir las criadas desacomodadas hasta que encontrasen casa, y las pobres desamparadas... a fin de librarlas a todas de su perdición... fue mucho el consuelo que sintió nuestra madre, al ver que podía hacer el bien para el que había sido fundado el Instituto” Hna Cecilia.- ¡ Qué alegría, hermana Socorro! Ahora sí que en el taller se trabaja no sólo para ganarnos el sustento, sino también para ayudar a labrarse un futuro a las niñas y jóvenes con las que compartimos la casa.

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Hna Socorro.- Sí, hermana Cecilia, este Colegio de Desamparadas está lleno de sueños y esperanzas, de comprensión y de caridad que nace de la preocupación de nuestra madre por que las niñas y jóvenes consigan un trabajo digno. Hna Cecilia.- Ella está pendiente de cada una, de sus progresos y dificultades y quiere que aprendan a ser responsables, y hagan el trabajo con perfección. Hna Socorro.- Así es y está especialmente atenta a acompañarlas en la fe, a anunciarles a un Dios cercano y bueno que las lleva en la palma de su mano. Entran M. Bonifacia, otras hermanas, señoras, obreras, se disponen a comenzar la jornada de trabajo. Bonifacia.-

Antes de disponernos a trabajar, ofreceremos al Señor una oración para iniciar nuestro trabajo. “Amabilísimo Jesús, que oculto en la casa de Nazaret y ocupado bajo la dirección de San José, en el oficio de carpintero, nos enseñasteis a santificarnos en las más humildes ocupaciones. Os pedimos encarecidamente nos concedáis el amor de vuestro dulcísimo corazón, para ofreceros esta labor (...) Amén.

Bonifacia.-

En este Taller se les dará educación cristiana e instrucción manual para ganarse el sustento diario. Trabajaremos unidas las hermanas y ustedes las acogidas.

Señora 1.-

¿Y esto nos dará para comer?

Bonifacia.-

No será mucho lo que se obtenga, pero servirá para cubrir las necesidades de todas las que trabajamos aquí. Nos ganaremos el sustento entre todas según las fuerzas y posibilidades de cada una.

Obrera 2.-

Yo estoy muy contenta y agradecida, no encontraba trabajo y en este taller me han acogido, me están enseñando a trabajar y me dan todo lo que necesito hasta que encuentro trabajo.

Señora 3.-

Qué bien, trabajaremos por nuestras familias y conoceremos más a Dios.

Bonifacia.-

¡Claro! Acá tengo los materiales, empecemos, que no tenemos otras rentas que el trabajo y en él hemos de mirar el ejemplo del Taller de Nazaret. (Trabajando ofrecerán jaculatorias)

Hna Socorro: Alabemos a nuestra Madre María. Ave María purísima. Todas:

Sin pecado concebida.

Hna Socorro: “Jesús de mi vida, ¿quién os obligó a descender del cielo para tomar carne mortal en el seno de María? ¡Ah!, vuestro amor inmenso, el deseo que teníais de librarnos de la esclavitud del infierno. ¿Cómo os pagaremos tanto amor? Por nuestro glorioso padre San José recibid nuestro corto trabajo en agradecimiento de tanto amor”. Bonifacia.-

(Dirigiéndose a las obreras) “Para estar unidas con Dios, no hay mejor cosa que andar siempre en su presencia”. “Debemos ser todas para todas, siguiendo a Jesús, que olvida su condición y rango de 14

Dios y se hace pequeño como los hombres, porque vino a servirlos y no a ser servido por ellos”. Obreras.-

(Se cogen de la mano aceptan lo que dice la M. Bonifacia)

Obrera 1.-

Seremos todas para todas. Sí, todas para todas. (Continúan trabajando, música de fondo)

Hna Cecilia.- “¿Quién despreciará la pobreza y el trabajo, dulce Jesús mío, al ver que escogéis por Madre y Padre a dos esposos obligados a trabajar para vivir? Lo que vos apreciáis es un corazón limpio y desprendido. Dádnoslo, Jesús, para imitar en nuestro trabajo a María y a José”. Bonifacia.-

El trabajo para nosotras, junto con la oración a imitación de la Sagrada Familia, serán el pilar de nuestra vida.

Obrera 2.-

Si, M. Bonifacia, practicaremos todo lo que usted nos enseña con el mismo fervor que usted para ser dignas hijas de Dios.

(siguen trabajando en silencio...) Canto y Baile de marinera LAS MANOS DEL QUERER (N° 4) Las manos trabajadoras que pintan la creación, con fuerza, sudor y llanto van tejiendo dignidad; son manos que por la tarde fuego, abrigo y calor, alimento y ternura, sabor y amistad, son manos que en el cansancio se unen para festejar. Manos que acogen la vida, manos que acogen a un Dios, manos de mujer sencilla, manos de liberación, son manos de Bonifacia, son las manos del querer. Las manos que en el silencio van construyendo igualdad, las manos que en sus intentos animan fraternidad. Son manos que no se cansan cuando hay que reclamar, son manos que no claudican por buscar la unidad, on manos que nos ofrecen a un Dios para festejar. Bonifacia.-

Bien, hijas mías, merecemos nuestro descanso después de tan larga jornada de trabajo. Recemos para agradecer nuestro trabajo. “ Jesús, María y José: Al terminar este trabajo os bendecimos de nuevo por todas las gracias que nos habéis concedido y sobre todo por habernos reunido aquí para serviros santamente (...) Perdonadnos y dadnos gracia para crecer en virtud todos los momentos de nuestra vida. Amén”.

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ESCENA VIII (Sala. Taller de Zamora. M. Bonifacia, M. Socorro, mendiga con su niña) (Tocan la puerta) M. Socorro.- (Abre la puerta) ¡Ay! ¡Por Dios hermana! Pase... Mendiga.-

Madre, quisiera hablar con la Madre Bonifacia, me han hablado de su gran caridad y amor para con el prójimo. Deseo conocerla.

Bonifacia.-

(Sale) ¿Qué le ha pasado, hermana? (dirigiéndose a la niña la acaricia) ¡Qué linda niña! Hermana Socorro, cuide a la niña mientras yo atiendo a su madre.

M. Socorro.- (sale con la niña) Vamos, pequeña, acompáñame. Bonifacia.-

Venga, tome asiento, déjeme ayudarla (Cura sus heridas, le limpia el rostro y le da de beber).

Mendiga.-

¡Cuánto le agradezco sus atenciones y muestras de cariño. Ya me lo habían comentado.

Bonifacia.-

No tiene nada que agradecerme, hermana. Veo en usted a mi Jesús amado.

Mendiga.-

(besa las manos de la M. Bonifacia) Dios la bendiga.

Bonifacia.-

(se dirigen al comedor) Venga a compartir con nosotras. (Salen otras Madres. Madre Socorro y la niña, bendicen los alimentos)

Bonifacia.-

Bendice, Señor estos alimentos y a quienes los han preparado y enséñanos a compartir nuestro pan con los que no lo tienen.

Todas.-

Amén.

Mendiga.-

Agradezco a Dios por conocerla, mi alma encontró paz y consuelo. Madre me gustaría pertenecer al Taller de Nazaret, pues necesito su ayuda.

Bonifacia.-

Sí, hermana, no se preocupe la acogemos con mucho cariño.

(Se dirigen a las máquinas y Bonifacia se dispone a enseñarle) Canto: BONIFACIA: (N°1) Bonifacia, amor de madre, Bonifacia, amor paciente, Bonifacia, amor prudente, amor que quiere seguir a Jesús. Pequeñez humilde y fuerte que alaba a su Dios, amor valiente que se entrega a mar. Servidora de pequeñas y olvidadas, las humildes que el amor abandonó. Tan confiada del Señor que la protege generosa, ofrecida a servir, ofreciendo pan caliente en la miseria, construyendo la justicia y dignidad. Con paciencia, con coraje, con ternura, va tejiendo el camino de unidad, 16

liberando a la mujer de su atadura, servidora de un Dios que ama la igualdad. Hay camino, hay simiente, hay decisión, hay espera como ruego en Nazaret. Hay ternura en Jesús, José y María y es que viene libre, nuestra libertad. Narrador: A comienzos de 1901 Bonifacia conoce la intención del Obispo de Salamanca de tramitar la aprobación pontificia de la Congregación. Intenta comunicarse con el prelado para recordarle la existencia de su comunidad de Zamora. Las respuestas que recibe vienen a través de García Repila y son disculpas que no pretenden más que justificar la exclusión de Zamora de la aprobación pontificia. (Bonifacia escribiendo una carta, entra la Hermana Socorro). Hna Socorro.- Madre, en el Boletín de la diócesis ha salido la noticia de que el 1 de julio de 1901 ha sido aprobada la Congregación por nuestro Santísimo Padre el Papa León XIII. Bonifacia.-

Así es, hermana Socorro, y precisamente por eso le estaba escribiendo una carta a la Madre Luisa Huerta, Superiora General de la Congregación manifestándole la alegría y el agradecimiento a Dios por dicha aprobación, pero también mi dolor por no haber sido tenida en cuenta esta Comunidad. Escuche, hermana, lo que le digo: “... nos creemos en el deber y la necesidad de recurrir humildemente a Vuestra Reverencia y exponerle que la infrascrita, Sor Bonifacia Rodríguez, auxiliada por otras hermanas, fundó hace varios años en esta ciudad de Zamora, bajo el amparo y eficaz protección del Sr. Obispo de esta Diócesis, esta casa y Comunidad de Siervas de San José, derivada de la casa de Salamanca...”

Hna Socorro.- ¡Cuánta sufre, Madre, con esta indiferencia e ingratitud ...! ¡Cuánto amor guarda en su corazón y cuánto perdón porque sigue buscando la manera de mantener los vínculos fraternos con Salamanca ¡ Quiera Dios que haya una respuesta positiva, esta vez... Bonifacia.-

Confiemos, hermana Socorro. Por mi parte aunque tantos desprecios he recibido no han sido capaces de entibiar el amor que tengo hacia las hermanas de Salamanca. Si volviera a verlas, con el mismo amor que les tenía, con ese mismo las abrazaría.

Bonifacia se arrodilla ante el Cristo de Zamora. Bonifacia no pierde la esperanza, sigue creyendo contra toda evidencia, sigue esperando que una puerta se abra, pero todo parece predecir lo peor. Hasta decide ir personalmente a Salamanca. Allí se consuma la tragedia, nadie le abre la puerta. La comunidad de Zamora se queda sola por fidelidad a un estilo, por coherencia con una misión, nacida de su encuentro con Dios en la vida. Bonifacia repite en medio del dolor agudo que le produce la distancia e indiferencia de quienes niegan su obra, “Cuando yo muera se hará la unión”. Bonifacia se inclina cada vez más ante el Cristo de Zamora. Entran las hermanas de su comunidad y le ayudan a tenderse en el suelo, la cabeza y los hombros de Bonifacia en las rodillas de la hermana Socorro que está arrodillada. (Se escucha la música “Cuando no este se hará la unión del CD de Chile N° 2) Al irse apagando la música, continúa la narración... El 8 de agosto de 1905 muere Bonifacia en Zamora. Murió como había vivido, con sencillez, casi en puntillas, teniendo a su lado a las mujeres que junto con ella hicieron posible la profecía de Nazaret, hermanando oración y trabajo, empeñadas en luchar por la dignidad de la mujer desde los parámetros de su época y contra corriente. 17

Como germen y herencia queda su pequeña comunidad, ellas son la mejor prueba de que lo auténtico , aun en la debilidad, permanece. A los dos años de su muerte, gracias a la hermana Socorro, con la que Bonifacia había compartido tanta vida se hace la unión y es reconocida como fundadora. (Entran las hnas de Salamanca y por un lado y las de Salamanca por otro, se abrazan) Bonifacia es una santa. Con su vida nos enseña a amar gratis, a hacer de la bondad una forma de lucha, del silencio, una denuncia, de la renuncia un don. (Se representa una alegoría de Bonifacia con la comunidad de Zamora, mujeres obreras. Expresión corporal del canto). Canto “MENSAJE DE BONIFACIA” ( N° 7)(El canto de la Sierva) En el silencio escucha siempre el corazón, en el silencio surge serena la verdad. Guarda tu corazón de los apremios del discurso. Guarda tu corazón de las palabras que te ensalzan. En el silencio vive el Espíritu, en el silencio se gesta la paz, en el silencio. ------------------En la paciencia vive despierta la justicia, en la paciencia tiene sentido el creer. Guarda tu corazón de los deseos del poder. Guarda tu corazón del instalarse y el no ver. En la paciencia brota la vida, en la paciencia se nutre la esperanza, en la paciencia. ---------------------En la confianza tienen sentido tus intentos, en la confianza asoma limpia la unidad. Guarda tu corazón del desvarío en lo seguro. Guarda tu corazón del sinsabor que da el olvido. En la confianza brota el perdón, en la confianza surge el amor, en la confianza. ----------------------En el trabajo nace la solidaridad, en el trabajo tiene color la dignidad. Guarda tu corazón de la conjura del orgullo. Guarda tu corazón de la soberbia que destruye. En el trabajo está el camino, en el trabajo eres más tú, en el trabajo. -----------------------En la oración vive paciente la humildad, en la oración nos une viva la amistad. Guarda tu corazón del menosprecio a la plegaria. Guarda tu corazón del activismo que nos mata. En la oración se alegra el alma, en la oración se funde un pueblo, en la oración.

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ACTO IV ESCENA I

Las hermanas van caminando por el patio y se inicia el diálogo. Hermana 1: (suspirando... y pensativa) Cuando me pongo a pensar en Bonifacia y su mensaje de amor, de trabajo unido a la oración y de solidaridad con los más necesitados... siento que la admiro mucho más por haber sido una mujer sencilla, llena de fe y coherente en su actuar. Hermana 2: ¡Estoy de acuerdo, hermana! Yo también estoy agradecida por el don y herencia del carisma y espiritualidad de Bonifacia que tanto bien hace a este mundo. A pesar de haber transcurrido tanto tiempo, aún su mensaje sigue vigente en nuestro época. Hermana 1: ¡y qué época tan difícil es la que hoy vivimos! Basta recorrer las calles, leer los periódicos, escuchar las noticias para darnos cuenta de los males que invade nuestra sociedad. (Se detienen a contemplar la alegoría sobre la realidad) (Expresión Corporal representando la realidad de pobreza, violencia, drogas, delincuencia, niñas y jóvenes vendiendo, explotación, en el mundo) Narrador:

Ante esta realidad de desigualdad, violencia, muerte y hambre que sigue poniendo en riesgo la vida de los más pobres, las Siervas de San José, siguiendo las huellas de Bonifacia multiplican los Talleres de Nazaret con trabajo, fe y amor por los cinco continentes, llevando el fermento evangélico de Nazaret a la dura vida de la trabajadora manual.

. ( Mientras todos cantamos la canción “SEGUIR TUS HUELLAS” , haciendo expresión corporal aparecen las que han actuado, vistiendo con un poncho blanco a las mujeres , pobres, drogadictos,pandilleros, etc y otras van encendiendo las antorchas que representan los talleres de Nazaret, en los cinco continentes las Madres las encienden . Se inicia una procesión encabezada por un anda con la S.F., a continuación un estandarte de Bonifacia , la siguen hermanas, chicas con las banderas, cirios, etc.etc.). (Perú , Chile, Argentina, Bolivia, Cuba, Colombia, EE.UU, en América, Papúa Nueva Guinea en Oceanía , España e Italia en Europa, Filipinas y Vietnam, en Asia y República Democrática del Congo en África ).

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