Bloque 5: Actividades PAU

Andrea Domínguez Montes 2º BACH C 9 de marzo 2015 Bloque 5: Actividades PAU Cuestiones teóricas 1. Los sectores de actividad económica. El problema d...
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Andrea Domínguez Montes 2º BACH C 9 de marzo 2015

Bloque 5: Actividades PAU Cuestiones teóricas 1. Los sectores de actividad económica. El problema del paro. La población activa la forman las mujeres y los hombres de más de 16 años en edad de trabajar (suministran mano de obra para la producción de bienes y servicios o están disponibles y hacen gestiones para incorporarse a dicha producción). Puede ser activa ocupada, que son las que realmente trabajan, y activa desocupada, donde se incluye a los parados o a los que buscan su primer empleo. Población no activa es aquella que no tiene una actividad remunerada, no cobrando por tanto un salario: rentistas,amas de casa, jóvenes, incapacitados, personas mayores, etc. La tasa de actividad (60,1 % en 2011) muestra una evolución con dos momentos diferentes. Un descenso hasta fechas recientes por la emigración y el aumento de la tasa de dependencia; la emigración exterior afectó a la tasa de actividad masculina y la interior a la femenina (las mujeres que trabajaban en el campo no se incorporaron al mundo laboral en los nuevos destinos). La prolongación de la escolaridad obligatoria, la jubilación pagada, la anticipación de la jubilación hicieron crecer la dependencia. Pero desde 1987 la población activa ha aumentado, sobre todo por la incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar. Pero hay variaciones en esa tasa de actividad; según el sexo, la masculina descendió por la crisis económica y la reconversión industrial, que incrementaron las jubilaciones, el paro y el abandono del mercado laboral por parte de muchos hombres; desde 1996 la tasa se ha ido recuperando. Por su parte la femenina como se ha dicho ha aumentado; la mujer se ha incorporado al mercado por razones ideológicas (cambio de mentalidad), demográficas (control de natalidad) y económicas (terciarización). Por edad la mayor tasa de actividad se da en los hombres de 25-54 años y mujeres de 20-24 (cuando se forman las familias, muchas mujeres abandonan el trabajo). Geográficamente las mayores tasas son en las zonas más dinámicas y con más posibilidades (mediterráneo, islas, País Vasco, Cataluña, Madrid); las

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más bajas en zonas de población joven o envejecida, o en áreas de crisis (Andalucía, interior, Asturias). Por lo que se refiere a la tasa de paro, hasta 1973 no fue problema, pues la presión demográfica se resolvía con la emigración exterior y la escasa incorporación femenina. Entre 1973-85 aumentó como consecuencia de la crisis, reconversión industrial, retorno de emigrantes, incorporación de la mujer, demanda de la población joven (generación baby boom). Entre 1985-95 el paro retrocedió ligeramente hasta 1990 por la mejora económica, y creció hasta 1995 por una nueva crisis. Desde 1995 el paro descendió (11% en 2002) por la favorable coyuntura y la entrada en el mercado laboral de generaciones menos numerosas. La explicación se hallaba en el aumento de productividad, que reduce la necesidad de mano de obra, y la rigidez del mercado laboral; hubo reformas para flexibilizar el mercado, con nuevos tipos de contratos (formación, prácticas, menor precariedad) intentando compatibilizar la competitividad empresarial y los derechos laborales. Toda esta situación se fue modificando a partir de 2008 llegando al 24% en 2012 y a 26% en 2013. También hay variaciones por edad (fuerte desempleo juvenil), sexo (mayor paro femenino), nivel de instrucción (más paro a menor cualificación), época del año (aumenta al acabar las recogidas, en invierno) y por comunidad (mayor en las de menor desarrollo y más población joven) En cuanto a los sectores económicos, el reparto por profesiones se agrupa en tres sectores económicos: Primario: agricultura, ganadería, pesca y actividad forestal. Secundario: minería e industria. Terciario: servicios. Un país es tanto más desarrollado cuanto mayor sea su porcentaje de trabajadores del sector secundario y terciario. Si el sector primario es mayor, estamos ante un país subdesarrollado o en vías de desarrollo. Cuándo más de la mitad de la población activa trabaja en el sector terciario y es mínimo el primario se trata de un país superdesarrollado. El sector primario a principios del s. XX era el predominante (63’6% de los activos); desde entonces ha ido disminuyendo; en el primer tercio de siglo el descenso se relacionó con el éxodo rural; durante la guerra civil y la posguerra se recuperó porque la gente permaneció en el campo y la política franquista de colonización favoreció esa permanencia. Entre 1950-75 prosiguió la reducción al acelerarse el éxodo; desde entonces el descenso se desacelera por la detención del éxodo y por estar ya a niveles bajos (4% en 2010). El sector secundario a principios de siglo incluía un escaso porcentaje de población activa (16%), debido al insuficiente desarrollo industrial, pero durante el primer tercio creció

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con el impulso dado en la Dictadura de Primo de Rivera. La guerra civil y la postguerra abrieron un paréntesis en el crecimiento (destrucciones de industrias, mantenimiento o retorno de población al campo). En los 60 se da el auge del sector por los planes de desarrollo y el aumento de la construcción en ciudades y zonas turísticas. Desde 1975 la población activa del sector disminuyó por el trasvase al terciario, la aplicación de nuevas tecnologías (menos mano de obra y demanda de numerosos servicios); es la “terciarización” de la industria. En el 2010 hay un 23%. El sector terciario en 1900 contaba con un 17’8% de la población activa y ha crecido todo el siglo, excepto en el período de la guerra civil; en 2010 ocupaba al 73%. El crecimiento se ha debido al aumento del nivel económico y de vida, los cambios en la industria, la crisis de otros sectores y el incremento de los servicios públicos (administración autonómica, estado del bienestar). La distribución espacial de la población por sectores económicos muestra un peso del primario en el interior, Galicia y Andalucía; el secundario en La Rioja, Navarra, Cataluña y País Vasco y el terciario en Madrid, costa mediterránea e islas. En cuanto a Canarias, la tasa de actividad es superior a la nacional (63’51 frente a 60’1% en 2012); ello es debido a la estructura joven de la población, a la gran proporción de población femenina en los empleos terciarios y al saldo migratorio positivo. Las actividades agrícolas han sido las predominantes hasta los años 50, ocupando a más de la mitad de la población activa; después se pasa de una estructura preindustrial a otra muy terciariada, pasando la mano de obra del ámbito agrícola a los servicios. La reducción de la actividad agraria ha sido más intensa en las zonas afectadas por el turismo (islas centrales y periféricas orientales). Mientras tanto el secundario permanecía casi estancado. En cuanto a la tasa de paro (31% en 2012), el descenso de los últimos años se ha debido al comportamiento del subsector turístico y a la reactivación de la demanda interna; sin embargo la población parada sigue presionando sobre el mercado de trabajo por ser una estructura joven, por la débil formación, por el carácter temporal del empleo y por el predominio de las pymes familiares. En el desempleo en Canarias: la industria y los servicios han sido insuficientes para absorber la mano de obra y han sido los sectores afectados en mayor medida por las dificultades económicas; ha aumentado la oferta de mano de obra al introducirse la mujer en el mundo laboral y al llegar a ese mercado todos los jóvenes nacidos en los años 50 y 60; se ha frenado la emigración; la tasa se ha ido incrementando y sobre todo en las islas orientales. Por tanto el desempleo ha incidido de forma diferente según los sectores

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de actividad, las categorías profesionales (más en colectivos de menor preparación), la edad (más paro en población joven), el sexo (ha afectado más a mujeres). Por sectores económicos, actualmente en los servicios se ocupa el 75’1% de la población activa (68’1 en España), en el secundario el 21’2% (27’9% de media nacional) y en la agricultura el 3’6% (4 de media nacional). Sin embargo hay que tener en cuenta que el terciario de Canarias está compuesto por actividades que no requieren mucha cualificación y que dependen de la economía internacional (hostelería, comercio). Por islas, Lanzarote y Fuerteventura tienen la participación más alta en el terciario; Gran Canaria y Tenerife cuentan con dominio en el terciario pero con gran importancia de las administraciones públicas, finanzas y servicios a empresa. En las tres restantes la agricultura sigue con un destacado papel. En 1940 9 de cada 100 jóvenes entre 10-14 años ya eran activos, y el 83% de los que tenían entre 15 y 19 años; por otro lado, más del 80% de los varones de más de 60 años seguía trabajando. La jubilación forzosa, las mayores coberturas de la seguridad social, la elevación del nivel de vida, la existencia de un período formativo obligatorio cambiaron esta situación. Desde los años 60 se ha producido un adelanto en la edad de salida del trabajo y un retraso en la edad de entrada. Atendiendo al nivel cultural, éste siempre ha sido bajo en Canarias, con mayor analfabetismo que la media nacional, con menor porcentaje de población con estudios superiores y con una cualificación escasa. Para subsanar esta situación se plantea una mejora de la calidad de la educación y de la formación profesional (para cubrir las necesidades de los sectores más avanzados y suplir las deficiencias de especialización), consolidar el sistema universitario e impulsar la formación permanente de mano de obra.

4. Conceptos -Esperanza de vida: promedio de años que vivirá una persona, dependiendo del grado de desarrollo de su comunidad y de la época. -Crecimiento real: Es la consecuencia de los efectos del crecimiento natural o vegetativo más los efectos de los movimientos migratorios. Para calcularlo es necesario saber la natalidad, la mortalidad (o el crecimiento vegetativo) y el saldo migratorio país. El crecimiento real de un país se expresa en número de personas.

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-Pirámide de población: es la representación gráfica de la distribución por edad y sexo de la población. Gráficamente se trata de un doble histograma de frecuencias. -Tasa de desempleo: cantidad de desempleados sobre la población económicamente activa. -Sistema urbano o red urbana:

Disposición de las ciudades sobre el

territorio y relaciones que estas mantienen entre sí y con su entorno a través de flujos de comunicación, humanos, de capital ... -Centro histórico: Parte antigua de una ciudad que constituye el núcleo a partir del cual se ha desarrollado posteriormente el área urbana. Presenta normalmente un plano irregular o radicéntrico y calles estrechas con edificios antiguos. -Área metropolitana: Conjunto urbano formado por una ciudad central y su área de influencia, donde existen movimientos migratorios pendulares de trabajadores, continuidad geográfica entre los municipios de carácter semiurbano que la forman y un sistema de transportes que garantiza las relaciones. -Ensanche: Planeamiento urbanístico realizado fuera del casco antiguo de las ciudades debido a la falta de suelo urbanizable. Son propios del crecimiento del siglo XIX y presentan un plano ordenado. -Desarrollo local: proceso de diversificación y enriquecimiento de las actividades económicas y sociales en un «territorio» de escala local a partir de la movilización y la coordinación de sus «recursos» materiales e inmateriales. Esta noción señala a la vez una postura frente a la cuestión del «desarrollo», un método para el desarrollo de los territorios locales, así como un marco de análisis de sus incumbencias. -Plan General de Ordenación Urbana: Proyecto de desarrollo urbano que tiene por objeto ubicar y dar forma a los elementos claves de la ciudad (trazado de calles, plazas, jardines, infraestructuras, clasificación del suelo urbanizable...) y diseñar los procesos para su ejecución.

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Cuestiones prácticas P5.1. Gráfico y tabla “Evolución del índice de natalidad y mortalidad en España 1940‐2010”. Realiza una lectura del gráfico, comenta la tendencia de ambos índices a lo largo del periodo explicando sus causas y sus consecuencias Estamos ante un gráfico lineal que representa la evolución del indice de natalidad y mortalidad en España entre 1940 y 2010. El gráfico refleja la distribución de la natalidad que es una tasa que relaciona el numero de nacimientos en un año con la población total y se expresa en tantos por mil, la distribución de la mortalidad, que es una tasa que relaciona el numero de defunciones en un año con la población total y se expresa en tantos por mil, y, por último también podemos deducir la tasa de crecimiento natural, que es la diferencia entre nacimientos y defunciones en un periodo determinado, que se puede representar en cifras absolutas o cifras relativas. La tasa de mortalidad es alta en los primeros años pero, poco a poco empieza a descender hasta 1960, que se mantiene hasta 2010. En cuanto a la tasa de natalidad, va descendiendo a lo largo de los años con algunos momentos en los que crece un poco. Este gráfico coincide con las etapas demográficas que han existido desde el siglo XX. El descenso de la natalidad se inicia en España a comienzos del s. XX. El predominio de una economía y sociedad rurales (los hijos empiezan a trabajar pronto, son baratos de mantener y aseguran el porvenir de los padres), la inexistencia de control de nacimientos (única posibilidad era retrasar la edad de matrimonio, acortando el período fértil), son las causas de que se mantenga alta hasta ese momento. La tasa de mortalidad en España hasta comienzos del s. XX era muy alta debido al bajo nivel de la población, mayoritariamente campesina, las malas condiciones de los obreros, las epidemias (viruela, cólera), las enfermedades infecciosas (tuberculosis, gripe), la falta de higiene, las guerras: de la Independencia, carlistas, coloniales de Cuba y Filipinas y Marruecos; la dieta era escasa por la baja productividad y desequilibrada por falta de proteínas. Además era oscilante, aunque desde 1870 experimentó un ligero descenso. Se unían así la mortalidad general y la catastrófica (las malas cosechas ocasionaban hambre por subida de precios y muerte). Por último estaba la mortalidad infantil, muy elevada tanto la neonatal (cuatro primeras semanas) como la postneonatal (entre 4 semanas y 1 año). Como resultado el crecimiento natural era bajo, siendo estas las características del régimen demográfico antiguo. A partir de 1900 se inicia el llamado periodo de transición demográfica (1900-1975), comenzado más tarde que en otros países de Europa occidental y de menor duración; en esta

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etapa disminuye suavemente la natalidad, desciende bruscamente la mortalidad y el crecimiento natural es muy elevado, sobre todo hasta 1970; desde esa fecha, pues seguía disminuyendo la mortalidad pero la natalidad lo hacía más deprisa. En 1900 la tasa de natalidad era alta, reduciéndose poco a poco (prosperidad económica de los años 20); en 1936 con motivo de la Guerra Civil Española la natalidad desciende, lo normal en una época de separación de parejas, la nupcialidad era menor, inseguridad y un futuro lleno de problemas; después de la guerra incluso la política natalista de Franco no fue suficiente. En 1950 la tasa de natalidad era de 20,4 %; en el período entre 1956 y 1964 hay una lenta recuperación económica y sigue la política pro natalista, aparece el “baby boom”(interviniendo la ruptura del bloqueo internacional y el final de la autarquía). A partir de esa fecha el descenso es imparable: en 1970 del 19,5 %, por las migraciones del campo a la ciudad y los graves problemas de vivienda que las acompañan. Todo este cambio se puede apreciar en el gráfico. Ya a comienzos del s. XX se registra un ligero descenso (22,5 %0). En 1918 vuelve a elevarse; en el período de 1936-39 aumenta, que supone entre los no nacidos, exiliados y muertos en combate, de hambre, enfermedad o represión una pérdida demográfica de 1.000.000 de personas. Los avances médicos (vacunas, comercialización de antibióticos, nacimientos en clínicas, extensión de la sanidad pública) y la mejora de higiene contribuyen en gran medida. También el aumento del nivel de vida, la mejora de la dieta y el incremento educativo y cultural. La mortalidad infantil también disminuyó, sobre todo la postneonatal (infecciones y desnutrición). Desde 1975 hasta la actualidad hablamos de régimen demográfico moderno, con bajas tasas de natalidad y mortalidad y un escaso crecimiento natural. El hundimiento de la natalidad se produjo más tarde que en Europa Occ., siendo en 1981 del 15,0 %, 10% en 2001 y en 2007 del 10,98 %. La situación económica tras la crisis de 1975 (aumento del paro, retraso en la edad de matrimonio) redujo el número de nacimientos; desde 1980 los contratos precarios, el precio de la vivienda, etc., hacen que los hijos tarden más en emanciparse, a lo que se une la escasez de puestos de trabajo a tiempo parcial, la inexistencia de guarderías asequibles, que impiden compatibilizar trabajo y maternidad. Esto se aprecia en el gráfico en la gran caída de la línea de la natalidad. Otro aspecto importante ha sido el cambio de mentalidad desde la transición democrática: menor influencia religiosa, anticonceptivos, aborto, incorporación laboral de la mujer, cambio en las relaciones de pareja, nuevas formas familiares. Junto a esto hallamos un aumento del nivel cultural y de vida: distinta valoración de los hijos, aspiraciones materiales, etc. Con respecto a la fecundidad (no de hijos por mujer), el descenso ha sido también la norma, pasando de 4,4 en 1925 a 1,2 en 1996, siendo la tasa más baja de Europa. En ninguna provincia se superan los 2 hijos por mujer, estando la media nacional en 1,38; en los últimos años ha crecido por la fertilidad de extranjeras. Por otro lado también ha aumentado la fertilidad fuera del matrimonio, entre 1991 y 2006. La situación es grave, si tenemos en cuenta que para que exista reemplazo generacional (que una generación se renueve) hace falta, al menos, 2,1 hijo por mujer (índice de

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reposición). Desde 1998 ha habido cierta recuperación debida a la inmigración (se refleja en ese ultimo crecimiento en los últimos años). La edad de matrimonio descendió entre 1975-80 y luego ha ido aumentando, siendo esa edad de 33,8 años en los hombres y 30,8 en las mujeres (2006). La mortalidad se mantiene en cifras bajas (9’16% en 2002, 8,59% en 2007), pero desde 1981 muestra ligero ascenso por el envejecimiento de la población (7% en 1996); es un aumento aparente causado por el incremento de ancianos, pues realmente la mortalidad sigue descendiendo como lo demuestra la mayor esperanza de vida; desde 1951-55 la tasa desciende por debajo del 10 %. Las causas de la mortalidad en España se debe a las tres c: cáncer, corazón y carretera, a las que hay que añadir el SIDA y el Alzheimer o demencia senil; mientras, disminuye la importancia de enfermedades infecciosas. Este retroceso de la mortalidad se debe a la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias, a los avances científicos, a los mejores recursos, así como a los trasplantes de órganos (España es el 1o país a nivel mundial). La mortalidad infantil también baja (3,46%o, sobre todo la neonatal (complicaciones en el parto, malformaciones). La mortalidad no afecta a toda la población por igual, sino que depende de varios factores como son: la edad, el sexo, la profesión, el nivel cultural y el área geográfica. Por sexos es mayor para los hombres; las mujeres tienen mayor fortaleza biológica, los hombres han tenido un estilo de vida distinto (guerras, hábitos nocivos, accidentes). Por profesiones la mortalidad es mayor cuanto menor sea la cualificación y el nivel social. Esto tiene su reflejo en la esperanza de vida (promedio de años que vivirá una persona, dependiendo del grado de desarrollo de su comunidad y de la época); su aumento ha sido espectacular; en 1900 la esperanza de vida era de 35 años y en 1996 de 77 años; actualmente los españoles son los más longevos de Europa tras los suecos, siendo de 77,7 años para los hombres y 84,4 años para la mujer. Según la profesión, para los albañiles 58 años, para los ejecutivos 75 años y para los sacerdotes 77 años. La edad media es de 41,5 años, siendo de 40,1 para los hombres y 42,8 para las mujeres.

P5.2. Gráficos: “Saldo migratorio de España (2008-2012)” y “Países de destino de la emigración española (2008-2013)”. Realiza una lectura de los gráficos, comenta las tendencias y los cambios de los dos gráficos, explicando sus causas y sus consecuencias Nos encontramos ante dos gráficos de barras obtenidos ambos de la “Estadística de Migraciones” del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se entiende por emigración exterior el conjunto de personas que salen de su país de origen para establecerse en otro. Se entiende por inmigración el conjunto de personas que llegan a un país procedente de otro. En el gráfico superior de barras verticales se refleja el “Saldo migratorio de España 2008-2012 (en

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miles de personas). En el gráfico aparecen cuatro variables: la “Emigración” en color negro; la “Inmigración” (en color amarillo), el “Saldo Migratorio” (en gris) y, en la parte inferior, los años desde 2008 hasta 2012. En vertical a la izquierda, las cifras de 10 en 10, tanto las positivas como las negativas. En el gráfico inferior de barras horizontales vienen reflejados los “Países de destino de emigrantes españoles 2008-2013”. Constatamos dos variables: los países en el eje vertical, y el número de emigrantes, de 5000 en 5000, en la parte inferior. En el gráfico superior (Saldo migratorio de España entre 2008 y 2012 –en miles de personas-) vemos como el Saldo Migratorio (en gris) aumenta continuamente en sentido negativo debido, sobre todo, por el aumento manifiesto de la emigración (en negro) que tampoco deja de crecer entre esos años. La causa de esa fuga de población se debe, sin duda, a la crisis económica, e incluye tanto a población autóctona (jóvenes, sobre todo) como a emigrantes nacionalizados o censados en España que regresan a sus países de origen ante la falta de perspectivas laborales en España. La inmigración (en amarillo) decrece ligeramente entre 2008 y 2009 y entre 2011 y 2012. Sin embargo, creció, también ligeramente, entre 2009 y 2011. Vemos como en 2008 la inmigración y la emigración son casi similares en torno a las 30.000 personas, apenas mayor la emigración. Sin embargo, apenas cuatro años después (en 2012), la emigración es casi el doble que la inmigración (55.000 emigrantes) frente a los 31.000 inmigrantes. Por tanto, España pierde población (unas 25.000 personas) , en especial población joven y cualificada debido a la falta de oportunidades, entre esos años. Los países de destino podríamos agruparlos en cuatro grupos: países europeos comunitarios (Reino Unido, Francia, Alemania y Bélgica), países europeos no comunitarios (Suiza), países iberoamericanos (Ecuador, Argentina, Venezuela y Brasil) y Estados Unidos. El país que recibe más población hispana entre 2008 y 2013 es Reino Unido (31.000 personas). Entre 15.000 y 25.000 españoles fueron a Francia, USA, Alemania y Ecuador. Entre 10.000 y 15.000 españoles fueron a Suiza, Argentina, Venezuela y Bélgica. Y apenas 6.000 españoles fueron a Brasil. Desde 1975 la procedencia de los emigrantes ya no es mayoritariamente rural, sino que provienen de municipios urbanos. En cuanto al destino, las migraciones entre comunidades se han ralentizado, aunque sin alterarse las direcciones; se han intensificado las migraciones en la propia provincia o comunidad autónoma. En el ámbito municipal, los municipios urbanos de mayor tamaño han perdido capacidad de atracción a favor de los medianos o pequeños. Por otro lado, las causas y el perfil de los emigrantes han dado lugar a distintas corrientes migratorias. Migraciones residenciales que responden a desplazamientos intraurbanos, entre la ciudad y sus coronas periféricas, y afectan sobre todo a parejas jóvenes. Las migraciones laborales las protagonizan adultos jóvenes; trabajadores poco cualificados de las áreas rurales menos desarrolladas o de las ciudades industrializadas en declive a los centros de mayor dinamismo; o trabajadores cualificados del terciario que se trasladan a los grandes centros de actividad de servicios. Las migraciones de retorno rural, protagonizadas por antiguos emigrantes que desde 1980 alcanzan la jubilación (anticipada o por edad).Existe también una

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corriente de personas que abandonan la vida urbana y cambian de residencia, modo de vida o trabajo. Movimientos habituales por trabajo u ocio; son los movimientos pendulares entre la periferia y el centro como resultado del traslado de la residencia a las afueras, o el movimiento de fin de semana y turismo. Actualmente las migraciones residenciales causan el envejecimiento de las áreas urbanas centrales, incrementos de población en las periferias receptoras, cambios en la composición social de los municipios pequeños. Las migraciones laborales aumentan los desequilibrios demográficos y económicos. El retorno rural supone sobreenvejecimento por el retorno de jubilados, pero también la creación de actividades nuevas; por su parte la instalación de parejas jóvenes incide positivamente (hijos, escuelas, actividades). Los movimientos pendulares ocasionan problemas de acceso e incremento de los ingresos en las zonas receptoras. En el segundo gráfico podemos apreciar los distintos países a los que emigran los españoles, esto se debe a que hasta 1975 España fue país de emigrantes, con destino en Europa y Ultramar; desde entonces España es país de inmigración. Según el destino los podemos dividir en: - La emigración transoceánica. Se dirigen principalmente a Latinoamérica, EEUU, Canadá y Australia. Hasta el S, XVIII éste tipo de emigración fue una práctica habitual; en el S.XIX se redujo (política populacionista de los Borbones, independencia de las colonias), aunque desde 1853 España eliminó los obstáculos a la emigración y los países latinoamericanos potenciaron la llegada de emigrantes para poblarse y explotar los recursos. Los emigrantes españoles eran atlánticos (varones de bajo nivel de cualificación), y la causa era la atrasada estructura agraria de los lugares de origen, que impedía obtener ingresos suficientes. Desde 1914 decae por la 1a G.M., la crisis del 29 (afectó en gran medida a Latinoamérica, que volvió a imponer cuotas), la Guerra Civil y la posguerra (dificultades de transporte, bloqueo internacional, política populacionista de Franco); sin embargo, al final de la contienda cerca de 150.000 españoles republicanos que habían perdido la guerra emigraron de manera forzosa, marcharon hacia el exilio, hacia tierras americanas, principalmente México y la Segunda Guerra Mundial. Entre 1945-60 se recupera la corriente ultramarina, siendo decisivo el levantamiento del aislamiento, el cambio de actitud de EE.UU (reducida, trabajadores del sector terciario, profesiones liberales y técnicos superiores). En general se ha empezado a exigir una mayor cualificación. Desde 1960 descendió el volumen al entrar en competencia con la emigración a Europa. Los países que absorben el 80 % del total de emigrantes son: Argentina, Venezuela y Brasil. Las regiones de origen de los emigrantes son: Galicia; Canarias y Asturias. A Australia, obreros agrícolas e industriales y mujeres para el servicio doméstico. La emigración a Canadá es mínima, debido a los obstáculos de las leyes canadienses a los que no sean de origen anglosajón o francófono.

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- Y la emigración a Europa. Hasta mediados del XX se dirigió a Francia; eran agricultores estacionales, obreros de la construcción y mujeres de servicio doméstico; también refugiados políticos. A partir de 1959, con el inicio del Plan de Estabilización, se cambia el destino americano por el europeo y el no de emigrantes decrece. Entre 1958 y 1959 se produce la gran emigración a la Europa industrializada. Causas: Gran expansión de la industria europea, semidestruida por la 2a G. Mundial. La escasez de población y la oferta de empleo hace que se recurra a trabajadores extranjeros. En España se produce fuerte crecimiento demográfico y abunda la población agraria, que no es absorbida por la insuficiente industria; además el plan de estabilización genera paro. Deseos de ahorrar y de mejorar profesionalmente. En general emigrarán varones poco cualificados (agricultores, peones), que desempeñaron los trabajos más duros, peligrosos y peor pagados. Los países receptores fueron Francia (1/3), Alemania Federal (1/4), Bélgica, Suiza, Holanda y Gran Bretaña. Las áreas emisoras principalmente fueron Andalucía y Galicia. Entre 1964-68 descendió la emigración a Europa. Coincidiendo con el primer Plan de Desarrollo y con la crisis económica europea. A partir de 1973 decayó por la crisis energética, que hizo disminuir la contratación de mano de obra. Actualmente se mantiene una emigración de temporada y temporal, integrada por gallegos y andaluces que se dirigen a Francia y Suiza. El último dato es de 1996 con un saldo de 1032 emigrantes. Todo esto trae consigo una serie de consecuencias, para el país emisor: Saneamiento de la Balanza de Pagos, Entrada de divisas (que contribuyeron a financiar nuestro desarrollo económico), Disminución del paro, Disminución de los efectivos de población y de la población rural, Desequilibrios en el reparto espacial. Para el país emisor ha sido negativo la reintegración de los emigrantes y sus hijos; muchos ahorros no se invirtieron en bienes productivos o no favorecieron a las áreas de partida. Hubo problemas de desarraigo, penosas condiciones de vida; los emigrantes fueron los primeros afectados por los despidos causados por las crisis, y regresaron sin mejorar su cualificación profesional. Cuando regresaron generaron problemas de vivienda, trabajo, etc. Para los países receptores fue mano de obra barata que no planteó problemas sociales, ni laborales. La crisis industrial de 1973 hizo volver a España a la gran mayoría de los emigrantes. En 1996 se contabilizó sólo el retorno de 2.018 emigrantes. En la actualidad España ha dejado de ser un país de emigración; la mayor formación de la mano de obra (que aspira a mejores empleos), el aumento del nivel de vida, la competencia en los lugares de destino de los inmigrantes procedentes de países menos desarrollados, son factores que han cambiado la situación. España se ha convertido en un país de inmigrantes, de acogida, pasando los extranjeros del 0,6% (1985) de la población total al 11,4 (2008; 13,3 en Canarias), pasando de medio millón a casi de 6 millones de extranjeros en nuestro país. El descenso de la emigración y este ascenso de la inmigración ha propiciado un saldo positivo desde los años 80. Distinguimos tres grupos: a) Los que se nacionalizan (tras varios años de permanencia en el país); b) Los que obtienen un permiso de residencia, manteniendo su nacionalidad. Se incluye

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aquí a los refugiados políticos; c) Los inmigrantes ilegales, que son muy difíciles de cuantificar. Los países de procedencia son Marruecos, Argentina, Perú, R. Dominicana, China, Polonia, Argelia, Filipinas, Chile, Colombia, Senegal, Gambia y Nigeria. Por sexos, Marruecos es la principal procedencia masculina, y Colombia y Perú en el caso de las mujeres. Sus destinos son Cataluña, Madrid, Andalucía, Valencia y Canarias. Las causas y el perfil son diversos. Los inmigrantes comunitarios son jubilados que aprecian las buenas condiciones climáticas o adultos atraídos por las posibilidades de trabajo y negocios. Los inmigrantes extracomunitarios se trasladan por motivos económicos (carencia de recursos y trabajo en origen) o políticos; son jóvenes que realizan trabajos poco cualificados. La Ley de Extranjería regula la entrada en el país, las modalidades de presencia en España (estancia –presencia un máximo de 90 días- o residencia –permiso que exige disponer de medios suficientes para subsistir durante el tiempo que se solicita-), derechos y libertades, condiciones de trabajo y procedimiento de expulsión; esta ley se ha modificado con más restricción. Como consecuencias habría que señalar que los inmigrantes tienen una estructura demográfica joven que contribuye a ralentizar el descenso español de natalidad; algunos trabajadores consideran a los inmigrantes competidores en el mercado de trabajo (para ellos, inmigración= desempleo), aunque desempeñen las labores peor remuneradas. El envejecimiento español se traducirá en el futuro en una disminución de la población activa, con las dificultades para pagar pensiones y mantener el actual bienestar. A nivel social, va creciendo la idea de “invasión” y el temor a la reducción de la identidad nacional; son temores que están en la base de actitudes xenófobas que alientan una política de devolución y de restricción. Muchos inmigrantes, sobre todo ilegales, padecen duras condiciones laborales y de vida, responsabilizándolos de delitos. Las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas dificultan la integración y suscitan tensiones. En consecuencia, si estos datos se mantienen en el tiempo y las tasas de natalidad no los corrigen, España está destinada al envejecimiento de la población y a perder población, en especial población joven y cualificada, con lo que todo ello puede representar, muy negativamente, para las pensiones futuras y el propio desarrollo como país.

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