BIBLIOTECA DEL NIRo MEXICANO

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MAUCCI H.oS MÉXICO

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t< BIBLIOTECA DEL NIÑO IIEXICAlO * ~ Tel'cem sel'ie.-Después de la conquista

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EL PALACIO DE COYOACAN ó

1105 TESO~OS OEI1 IlVIPE~IO . POR

HERIBERTO FRIAS

MÉXICO

Maucci Hermanos.-Primera del Re{ox,

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Propiedad exclusiva 'de los se ftores Maucci Hermanos.

EL PALACIO DE COYOACAN --: =

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¡Qué alegría hay en el palacio donde descansa de sus fatigas y ' proezas militares el famoso y triunfante capitán Hernán Cortés! ' Nos encontramos en Ul\ magnífico banquete; es un festín dbnde todós los oficiale3 y soldados que e3tán VfV03 'de3puéS de las últimas bata"Has, se dedican á celebrar sus victorias, Ya la ciudad de Tenoclttit,lán, antes tan orgullosa, tan extensa y ta,n poblada, puesto que tenía cerca de ochocientos mil Ifabitantes, ya la orgullosa capital del Imperio mexiéano,'se encuentra reducida á cenizas ... ¡SUS últimos eilcombros fueron arrojados al lago! ¡Todo lo que significaba I1n monumento ar-

-4tístico. una obra de mérito en los teocallis, ell los colegios ó en los palacios, era 4uemado Ó arrojado al agua! Lo- españoles. en su furia de com pleta destrucción, lo redujeron á polvo, lallzando al viento del olvido los monnmentos de una civilizaeión tosca y semibárbara, pero l :ena de preciosidades extrauas y curiosas, con dignas bellezas que demostraban que la raza uut¡wal er¡~ de grandes alcances y que podría tener un magnífico porvenir .....

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¡Todo fué arrojado al agua, ai fuego, al aire convertido en polvo! ¡La lag'una tragó de repente á la gran ciudad ... El día 13 de Agosto de 1521, en que. por fiu entraron hasta el centro de Tenoclttitlan lo;; españoles. fué el últinw día de un imperio, del famoso imperio ezalteca, que habia .ido anfes tan podero:;o, que había tenido sujetas á lejanas provincias y muy vastas rpgioues, de::;de Xalisco hasta lo q ne ahol'a constituye Hond u1'a" y Guatemala, abarcando sus dominios las playas de los dos Oc~al1os! ...

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¡Teda se había derrumbado! ...

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-5. Despué¡; de ~HS últimas victorias el caudillo conq uistador Hernán Cortés mandó levantar \ 1I na hOg'nera inmensa, 11 na verdadera mOlltaiia de troncos de árboles, de pinos, encinas, oya-

cueles. ocote~, ah uchuetes y cuantos trozos de vü?'ueta,; y maderas labrajas se encontraron en los templo:> y palacios dermídos. hallados en los despojos de la ciudad Ja Tenoc/ltitlán! ...

-6¡Qué montaiia, qué pirámide fué aquélla! Ocupaba en su base como el doble de la Plazuela de Santiago Tlaltelolco" y era tan alta como dos ó tres veces más que tenían de altura las oorres superiores ne «Río-Verde»! ... Imaginaos, amiguito, míos, qué espectáculo el de aquella formidable hoguera, levantándose como una montaiia ardiendo, iluminando repentinamente todo el centro del Valle:de México, cual ¡;:i fuera un colosal candelabro de fuegó. iluminando con espectrales llamaradas rojas. todas las llanuras y flancos de las montaiias, toda la extensión colosal del Valle!. .. ¡Parecía un rápido volcán que súbitamente se hubiese erigido allá en Santiago Tlaltelolco , mascando el sitio cn que más feroz había sido la contienda y más sangrienta y formidable la batalla! ... Aq uella pirámide, aq uel enorme cono de fuego, de brasas y de sangre, coronado por torbellinos de legiones de chispas rojas, cuyo chisporroteo l'e escuchaba á leguas de leguas de dbtancia y cuyos re:;plandores maravillasísimas y fantasmagóricos realzaban pabellones inmens8s de vivas escarlatas ... para diluir en s.eguida, de u n toe¡ ne á otro, la ca¡;:cada de flores de l um breo ¡Oh! aq lIella pirámide de sangre,-sangre lumino~a y centelleante, iluminó e'l barrio de 'Tlaltelolco, allá hacia el Norte de la capita]! ...

-7El fuego color de sangre de aquella gigantesca hoguer a anunció en todo el Valle de México que el Imperio del Anahuac, el imperio México, tenía su tumba y que aquel haci;namiento de llamas era la bugía formidable que ardía en aquella tumba colosal! ...

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y tres días después ... sólo tiniebla s y trágicas soledades se extendí an en 10 que fuese en un tiempo alegre centro de comerci@ y de perenne animación; eterno lugar de algazara y punto de cita de toda la gente de interese s y de negocios, colosal hervide ro de comerciantes, artífices y soldados! ¡Mas torJo había muerto ya! ... ¡Qué desierta s, . qué obscuros y tristes los canales que 'ante, eran conduc tos por cuyas aguas partían como flechas las canoas llevando el comercio, la industria y la vida! ... ¡Qué soledad y qué lobreguez allá en el fondo! ... ¡Las ráfagas del Norte pasaban ya po r 10 q tle había sido la opulen ta y gran Tenochtitlan, haciendo el antiguo Tlalte-

-~lolco, antes temerizado de hel'mosos palacios elÍtre los que se encontraba el del invencible prÍl1cipe Cuanf¿tem?c!z¿nf,., '¡Y ahora la noche, la soledad y el desierto!. .. '¡Qué había sido de Tlaltelolc()? ¿Qué era de Cuauhtemoczin?,., Y.. , la misma enorme Tenoclttitlan; la misma capital del imperio azteca donde se hallaban? .. , ¡Desolador y tristí "imo el'a el espectáculo ... la laguna se exteniía redeada por puentes rotos, calzadas con grande;; cortes, negros escombros y algo como montaüas que eran las ruinas de la antigua ciudad!, .. ¡Parecía que para siem ¡Jl'e había volado el águila que durante cuatl'O sig los hizo llover rayos de prosperidad y gloria sobre el pueblo

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meJJlca .. ..

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-y mlentl'a, to'lo ora tri,teza y soledad en lo que ante, era Ten.ocMitlan, allá hacia el Sur, en ligerísima colina poblada de huertos y florido;; jardines, embalsamada región delicio3í-

-9sim.1. Coyoacán abrigaba al palacio de Hernáll Corté". Ell al uel palacio se di ~ponían preciosidades para el tdunfante conquistador ... ¡Su" capitanes estaban también contentísimos y por donde quiera brillaba la alegría! ... A Hernán se le veía COll su mejor y má; luj030 traje de gala; brocados. terciopelos, finos encaje;;, hebras de oro, hebillas de plata, joyeles preciosos y engarce_~ de piedras finísimas de las últimas que acababa de recoger de sus aztecas ... ¡E3taba como nunca de gallardo y o3teut030; pero también su tristeza era como nunca! ... ¿En qué meditab.1 el caudillo? ¿No todo era gloria, placer, felicidari y e3peranzas de grandes dichas para el feliz conq uistador? ¡QJ.é! ... ¿No había couq uistado rápidamente con solo un puiiado de hombres aventureros y decIdidos como él, sin mág elementos que los mismo;; suyos, no había realizado con todo éxito la conquista de un extenso, fértil, poblado y riquí~imo territorio que formaba parte de grande imperio? ... ¿No toJo aquel imperio. con sus diversos pueblos, sus lejanas y varias provincias, sus lagos, sus bosque;;, sus moataiias, su" ciudade; y habitantes y fuen te, de oro y plata, diamante3 y opale3, no todo era de él'?

'10¿Qué más podría ambicionar homhre alguno en la tierra'? .. ¡Y sin embargo Hernán Cortés estaba triste allá en su palacio de Coyoacán cuando sus capitanes y soldados lo admiraban y lo envidia.,. ban como á un semidiós!. .. -¿En qué pensaba? .. Nadie podía adivinarlo y nadie se atrevía á preg'untarJe palabra alguna, relativa á su tristeza, pues era siempre muy reconcentrado y hosco el conquistador, más cuando se trataba de asuntos graves .

. . En un pequeJio C'llarto, aislado y casi secreto, ~e internó el caudillo, mientras afuera en los patios y jardines, en los salones y corredores todo era algazara. Cortés se puso á paFear de un laJo al otro del pequeJio cuarto. Por fin entró por una puerta secreta que ocultaba un petatatl de ! TJaxcala de palmilla de diversos colores, una. joven de hermoso a~pecto, de ojos vivísimos, inteligentes y de andar rápido y donairoso ....

-11.La joven se puso de rodillas, murmurando: -¡Por fin, seilor, por fin estás ~el'vido á t,u gusto, oh mi buen amo! ,-¡Ah Malinc]}e! ... ¡ah Marina! ¿conql1e ya

fabes dónde están los tesoros? ¡ rime, dímelo pronto! ... -No, seilor ... ef'O no ... pf'ro pupdes saberl o... He arrancado á Cuant~t('moc el juramento

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de oro; Itay montone~ de esmeraldas, pmlas y opales. ¡Jamá~ sus roye:! habrán visto 1anta maravilla, si corno dices tú, lo mejor para elloR es el oro! ... ¡Dame una IIlacana, que q lIiero pelpar contigo! Marina, la esclava intérprete de Cortés, fué trad IIciendo estas palabras, á medida que las iba pronlll.ciando con altiva cólera el terrible pl'isiollero.

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Cuando terminó, Marina dijo á su amo Hcrnán: -Seiitlr, no accedas. este mé:mea es Ulla águila, y cuentan qne armado C01l macana no iwy hombre que le resista!. .. ¡Nunca hubiera oído Cortés semejantes palabras! Inmensa cólera le hizo saltar, gritando: -¡Dos macanas! -¡A ver! ... ¡Eh! .. ' traed á este mozo u na de las mejores mllcallas q ne hayamoR recogido. " ¡Voy á demostrarle mi pujanza. porque leY'IY á combatir con sus mismas armas. Ya se iban á disponer á un desafio, cuando de nuevo la voz de Marina le dijo: -¡Ay de tí, sefior! ... Jamás entables ludm con este hombre porq ue e" sllgraJo y tiene Ja fuerza infernal de su dios Huilzilopuclltli. porque es rey! ... ¡Los reyes son sagrados y ticllen gran poder! .. . Tembló Hernán, mas n) fué de mied0. ¡Ent que sentía en su enemigo la ~oberal1a fUfI"za de su justicia! ... ¡Veía en él al rey que había vencido por conquistar, ayudado por la tl"¡lición de pueblos cobardes y rebeJdes á última. hora! A~í fué que arrojó las macanas, gritando: -Sé q ne eres valiente; doy por terminada la lid; dime, Cuanhtenoc, ¿dónde e8táll los tesoros del 1m perio? '

-14-¡.Jamás te lo diré, si no te bate3 conmigo, adalid blanco! -¡Eso no puede ser! ... Mi rey me ordena saber dónJe tiene.> 103 tesoro~. que ya son suyos ... Mi reyes el de tu pueblo, que va á ser feliz porq ue así lo dispone Nuestro i:3eiior ... jLos tesoros! -¡Jamás!. .. ¡.Jamás! ...

. *. Sombrío, lúgubre. Hernán Cortés sintió un arrebato de rabia viellJo la triste sonrisa 00safiadora de Cuanktemoc. quien le dijo: -¡Ah; Aralitrin! Sé que tú quieres las ri