The Farm Crisis in Argentina under the Logic of the Chicken Game

María Celeste Danón Universidad de San Andrés/Argentina [email protected]

Abstract Supermarket gondolas began to look empty. People couldn’t travel from one city to the other within the country. Companies stopped launching products. The economy went on ice for months. On March 11, 2008, the Argentine government announced a raise in soybean and sunflower retentions. This was the starting point of a long battle between the farmers and the incumbent administration that quickly began to be known as the “farm crisis.” The producers stopped selling grains, meat, and milk as a way to show their discomfort. What was the logic behind the dispute? What unseen laws guided the decisions that lead to such negative results? Why did the actors choose to follow a certain path? In a word, what kind of game did they play? This paper states that the two actors moved their pieces under the logic of the chicken game, a development of game theory. To sustain this approach, I have examined their speeches, measures, and reactions. The paper shows what each actor invested during the conflict, their reasons for acting in a particular way, and what each of them lost and won at the end. Besides continuing an exploration of the uses of game theory in politics, my exploration can be used as a background to other colleagues that want to study this kind of political confrontation, especially when it involves two actors. Resumen Las góndolas de los supermercados quedaron vacías. Las personas no podían trasladarse de una ciudad a otra. Las empresas dejaron de lanzar productos. La economía se congeló durante meses. El 11 de marzo de 2008, el gobierno argentino anunció un aumento de las retenciones a las exportaciones de soja y girasol. Ese fue el punto de inicio de una larga batalla entre los productores rurales y la administración gobernante que rápidamente comenzó a ser conocida como “la crisis del campo”. Los productores detuvieron la comercialización de granos, carne y leche en señal de protesta. ¿Cuál fue la lógica subyacente a esta disputa? ¿Qué leyes guiaron las decisiones que desembocaron en resultados tan negativos? ¿Por qué los actores eligieron comportarse de esa forma? En una palabra, ¿cuál fue su juego? Este trabajo sostiene que los actores se movieron según la lógica del Juego del Gallina, un desarrollo de la teoría de los juegos. Para elaborar este enfoque, se examinaron sus discursos, medidas y reacciones. El trabajo muestra qué invirtió cada actor durante el conflicto, las razones que los llevaron a actuar de una determinada manera, y qué ganaron y perdieron finalmente. Además de dar continuidad a los usos de la teoría de los juegos para el análisis político, este desarrollo podrá ser usado como un antecedente para colegas que deseen estudiar confrontaciones de este tipo, especialmente cuando éstas involucran la relación entre dos actores. 1

I. INTRODUCCIÓN A nadie le gusta que le digan gallina. Menos, en público. Pero, ante el agravio, el injuriado tiene dos alternativas: bajar la cabeza y dar a entender que, efectivamente, es un gallina, o levantarla, responder con una frase provocativa de alto voltaje, y hacerse el duro. “Queremos expresar contundentemente el repudio, el rechazo al aumento de retenciones que se conoció el día de ayer. (….) Bajo el pretexto de evitar la sojización, en todo caso lo que se hace es profundizar un modelo recaudatorio y fiscalista. (…) Evidentemente el ministro [de Economía Martín] Lousteau está lejos de entender de lo que se habla, repite como un papagayo algunas cuestiones que no sé de dónde escucha y las indicaciones que se le dan. En pocas horas recibimos llamados de gente que se va a movilizar en distintos lugares del país y que va a ser parte activa de un proceso de no comercialización de carne y granos” (señal de cable TN, 2008). Las palabras del presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, pronunciadas un día después de que el gobierno nacional anunciara una fuerte suba de las retenciones a la soja y el girasol y un sistema móvil que acompañaría la oscilación de los precios (resolución 125), sintetizan el movimiento de quien -lejos de achicarse ante el reto que le plantea su oponente-, decide plantarse con pies de plomo en el centro de la escena. Urgida de hacerse de recursos para sostener el superávit fiscal primario, la administración que lidera Cristina Fernández de Kirchner presentó en marzo de 2008 una medida que le aseguraría $3.900 millones de pesos adicionales (alrededor del 0,4% del PBI) para los precios internacionales de los commodities vigentes en ese mes (La Nación, 2008). La reacción del campo –congelar la venta de granos, carne y leche- fue una forma de decirle a la administración nacional: “Sí, me atrevo, vamos a disputar esta lucha”. De ahí en más, y durante varias semanas –probablemente muchas más de las previstas en el cálculo de los involucrados-, los actores se sumergieron en una lógica que, como argumentaré, sigue el desarrollo de lo que en teoría de los juegos se llama Juego del Gallina. Para el caso que se analizará en este trabajo, el Juego del Gallina se modelará en forma dinámica, alternativa que, en contraste con los juegos estáticos, describe la estructura secuencial en el proceso de toma de decisiones. Contra todos los pronósticos, se verá cómo el sector rural realiza un movimiento estratégico que, al alterar las expectativas de su oponente, le permite ganar el juego. A los fines de esta propuesta teórica, aquel desenlace se modelará como el envío de la resolución 125 al Congreso de la Nación. Como se sabe, los coletazos de la llamada “crisis del campo” todavía dibujan olas en las aguas del Río de la Plata. Aquí, sin embargo, se acotarán los márgenes de tiempo y se analizará el lapso comprendido entre la presentación de la medida por parte del Poder Ejecutivo hasta su aterrizaje en el Parlamento. Finalmente, del trabajo emergerá cómo el campo logra transformar su oposición al gravamen en una cuestión socialmente problematizada (Oszlak y O’Donnell, 1984) y colocarla en la agenda pública y de gobierno en virtud del manejo de una serie de recursos económicos, políticos y simbólicos. Con un cúmulo de recursos tan valiosos como aquellos, el Gobierno –considerado aquí como un actor unitarioresponderá sucesivamente las provocaciones del campo, lejos de la mesura que se espera de los grandes líderes políticos. 2

II. METODOLOGÍA Como emerge de esta introducción, usaré como herramienta conceptual el llamado análisis estratégico, es decir aquel que supone que “los actores en pugna son racionales y que, dada cierta distribución de recursos políticos, institucionales, económicos e ideológicos, se comportan en defensa de sus intereses estableciendo una relación medios/fines. El cálculo con que el actor establece esta relación, y el comportamiento resultante, incorpora la percepción y conocimiento sobre las reglas y dinámica de funcionamiento que caracterizan al conjunto de relaciones sociales en la que los actores están inmersos” (Acuña, 1995: 32). Comparto el enfoque que coloca las acciones racionales dentro una serie de constreñimientos, que si bien sujetan con una malla a los actores, no determinan sus movimientos por completo. Por otra parte, se tomará como premisa que la conducta de los actores sigue una racionalidad estratégica y que sus decisiones son interdependientes. Esto significa que el comportamiento de los otros no se asume como un parámetro dado y constante, sino variable, al igual que el propio (Elster, 1984: 39). Sobre estas consignas se asienta la teoría de la elección racional, y una de sus ramas, la teoría de los juegos, que pone el acento en la interdependencia de las decisiones. Hay que decir que existen tres conjuntos de interdependencias. El primero refiere a que, una vez que cada jugador ha elegido una acción o estrategia, la recompensa de cada uno depende de la elección de todos. En segundo lugar, los pagos de cada jugador dependen de la recompensa de todos. Y, finalmente, cuando un actor elige una estrategia, debe tomar en cuenta lo que harán los demás. Es decir que, para llegar a una decisión, el actor tiene que prever las decisiones de los otros, sabiendo que éstos tratarán de prever las de él (Elster, 1984: 41). Desarrollo estelar durante los años de la Guerra Fría, el Juego del Gallina, que Thomas Schelling usó para analizar los enfrentamientos nucleares, es uno de los clásicos de la teoría de los juegos. La forma más conocida de representarlo, que se remonta a la década de los 50, es a través de una disputa entre dos testarudos adolescentes que se encuentran en una calle desierta para manejar su auto favorito. Los muchachos colocan sus coches a una cierta distancia, uno frente al otro, y pisan el acelerador hasta que uno se muestra “gallina” y abandona el curso de colisión. El otro, “valiente”, podrá presumir de su condición y explotar su reputación de jugador duro en futuras competencias. Claro que si ninguno quiere pasar como un cobarde en el barrio -y mucho menos ante la platea femenina que sigue de cerca el desafío-, sus máquinas se estrellarán y ambos terminarán muertos. Aunque quisieran presumir de su condición de valientes, ya no podrían hacerlo. Se trata del peor resultado posible. La figura 1 muestra la forma estratégica del juego, donde S1 representa la estrategia “cobarde” de los jugadores, en tanto que S2 expresa la decisión de mantener el curso hasta el final.

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Figura 1

Jugador 2

Jugador 1

s1 (Gallina)

s2 (Duro)

S1 (Gallina)

(5,5)

(0,10)

S2 (Duro)

(10,0)

-5, -5

El número ubicado a la izquierda de la coma representa el costo/beneficio del jugador 1. La estructura de preferencias queda ordenada de acuerdo a los beneficios que se pueden obtener. Así, de mayor a menor, los jugadores prefieren “ser duros cuando el otro es un cobarde” (10,0), “ser cobarde cuando el otro es cobarde” (5,5), “ser cobarde cuando el otro es duro” (0,10), y ser duro cuando el otro es duro (-5,-5). El Gallina forma parte de los juegos estáticos de suma variable, y tiene dos equilibrios de Nash, es decir dos escenarios que reúnen las mejores respuestas de ambos jugadores dadas las estrategias del rival. En la figura 1 estos resultados, (S2; s1) y (S1; s2), se encuentran subrayados. Extrañamente –si se piensa en lo que antes se puntualizó sobre la teoría de la elección racional-, la estrategia más coherente para ganar este juego es convencer al oponente de que uno ha enloquecido, como sucedería si uno arrancara el volante del vehículo y lo tirara por la ventanilla. Dado que este jugador ya no puede cambiar el rumbo (y así autoelimina su posibilidad de ser “gallina”), su oponente se enfrenta a dos opciones: doblar y convertirse en un “gallina vivo”, o seguir en carrera y terminar como un “valiente muerto”. A partir de este movimiento, la matriz de pagos se reconfigura según se muestra en la figura 2. Figura 2

Jugador 2

Jugador 1

S2 (Duro)

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s1 (Gallina)

s2 (Duro)

(10,0)

-5, -5

En virtud de la “inteligente” movida de su rival (demostrar convincentemente que se ha convertido en un loco y que no desviará su curso), uno de los jugadores se “achica” (elige ser cobarde y salvar su vida) ya que es la opción que le ofrece mayores utilidades (0 > -5). Variación Para el caso que se analizará en este trabajo, el Juego del Gallina se modelará en forma dinámica, alternativa que, en contraste con los juegos estáticos, describe la estructura secuencial en el proceso de toma de decisiones. El hecho de que los jugadores puedan observar las jugadas de los que movieron en forma previa cambia la estructura del juego y por lo tanto los equilibrios a los que puede arribar. Puntualmente, en el Juego del Gallina, el jugador que mueve primero corre con ventaja. Si sus alternativas son jugar “duro” o jugar “gallina”, elegirá la primera ya que de ese modo obligará a su oponente a optar entre “achicarse” (que tiene un pago de 0) o mantener el curso (con un pago de -5) y entonces obtendrá el mejor resultado posible (10).

En la figura 3, las alternativas para J1 se muestran como A11 (atacar) y NoA11 (no atacar, comportarse como “gallina”). Como dijimos, dado que J1 elegirá atacar (porque así espera recibir un pago de 10, por ser un valiente vivo), J2 deberá elegir entre A21 (atacar) y NoA21 (no atacar). Elegirá esta última porque es la que mejores pagos le reporta (0 > -5).

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III. LOS HECHOS ¿Qué puede más: el miedo o la rubia barroca? A menos de ocho meses de llegar al palacio de hacienda, el 11 de marzo el ex ministro de Economía, Martín Lousteau, anuncia un nuevo esquema de retenciones a las exportaciones de granos que, a partir de ese momento, comenzarían a ser móviles y acompañarían la oscilación de los precios. El argumento: avanzar hacia un “mayor equilibrio hacia el interior de la actividad agropecuaria”, lograr una mayor producción que permita aumentar los saldos exportables, y garantizar precios “razonables” para los productos en el mercado interno. Bajo el nuevo esquema recaudatorio, y para la cotización vigente, los derechos de exportación para la soja serían del 44,1% y los del girasol del 39,1%. Cinco meses antes del anuncio los precios de exportación de esos granos venían mostrando comportamientos dispares: la tonelada de girasol cotizó en noviembre de 2007 a $1350 y en marzo de 2008 a $1260 (6,6% menos), en tanto que la soja pasó de $829 en 2007 a $1054 en 2008 (27% más). "¿Qué es lo que hace esto? Que a medida que el precio suba, la retención sea más alta y la traslación al precio doméstico sea más baja también, y a medida que el precio baje internacionalmente, la retención sea más baja, con lo cual el incentivo al productor sigue estando", explicó Lousteau al anunciar la novedad, y declaró que el nuevo esquema de retenciones regiría durante los próximos cuatro años (La Nación, 2008). A cambio, el campo recibiría un premio consuelo: las alícuotas para el maíz y el trigo se reducirían casi un punto y pasarían a tributar el 24,2% y el 27,1%, respectivamente. La decisión del gobierno nacional se mostraba congruente con sus intereses. El mantenimiento de un holgado superávit fiscal ha sido un declarado objetivo macroeconómico de la administración actual1. Para el análisis que interesa a este trabajo, aquel anuncio se corresponde con el primer movimiento del juego. Si pensamos en la representación cinematográfica de los adolescentes que salen al asfalto para

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En el marco de la crisis económica internacional, la presidenta Cristina Fernández ha recalcado en más de una oportunidad la importancia de mantener más altos los ingresos que los gastos. "Con orgullo podemos decir que somos uno de los dos únicos países donde (...) seguimos teniendo superávit fiscal", señaló (Perfil, 2009). El superávit fiscal como herramienta clave de la política económica también fue fundamental para la administración anterior, liderada por el ex presidente Néstor Kirchner, esposo de la actual mandataria. En una nota titulada "El Presidente, fanático del superávit fiscal", Clarín decía en 2003: "Kirchner logró algo impensado para un político tildado de populista por el establishment económico: instaló la necesidad de tener superávit fiscal como un concepto progresista. En lugar de asociarlo a la tradición de los ajustes clásicos lo identificó con un instrumento que le permite ganar autonomía política". En el artículo también se explicaba que, para lograr la acumulación de ingresos, un "elemento determinante" fue el mix entre dólar alto e incremento de los precios internacionales de las exportaciones (básicamente granos y combustibles). "Con las retenciones —un impuesto que no se reparte con las provincias— el Gobierno pudo apropiarse de una parte de las superganancias que lograron los exportadores" (Clarín, 2006).

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correr una picada uno frente al otro, se trata del momento en que uno sale a buscar roña: el Gobierno se acerca con su auto a la camioneta 4x4 del campo, baja la ventanilla y dice: “A que no te atreves”. Lejos de achicarse, el sector agrario sale a redoblar la apuesta. En una presentación en la sede de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), acepta el desafío: acusando al Gobierno de autoritarismo, de afectar la calidad institucional al domesticar a los gobernadores con sus recursos, y de sostener un modelo “recaudatorio y fiscalista”, anuncia el cese de la comercialización de granos durante dos días. A eso se agrega la convocatoria a las sociedades rurales del interior a sumarse con asambleas y marchas a la protesta. Los temerarios jóvenes ubican entonces sus vehículos uno frente al otro dispuestos a pisar el acelerador, ante la mirada de sus rubias y barrocas novias (con todo respeto para las rubias barrocas). La platea femenina le agrega un condimento extra a los costos que soportarían los jugadores de comportarse como gallinas: nadie quiere perder bajo la mirada de las muchachas populares. Para el caso, podría pensarse en un paralelismo con la sociedad, que valora cómo se comportan los contendientes a partir de lo que lee en los diarios y de lo que vivencia en la calle y el trabajo. El inicio del juego muestra “aceleradas” recíprocas por parte de los dos actores. Además, la lógica gallinezca emerge desde lo discursivo en los primeros días del enfrentamiento: el Ejecutivo hace circular la idea de que no habrá diálogo mientras el agro mantenga el paro, y los ruralistas hacen lo propio al plantear que no levantarán los cortes y el lockout mientras no se dé marcha atrás con el nuevo sistema de retenciones. Con los representantes de las asociaciones agropecuarias unidos como pocas veces antes para defender sus intereses2, la protesta se transforma rápidamente en la más importante de los últimos 30 años3. Además, el mapa de actores se modifica progresivamente a favor de este sector: por un lado, las principales fuerzas políticas de la oposición cierran filas junto a los productores y, por otro, células periféricas del kirchnerismo comienzan a “solidarizarse” con el reclamo de productores provinciales4, en un movimiento que se agudiza más adelante. Desde el escenario que configuran los medios de comunicación, diferentes voceros oficiales salen a mostrar que el Gobierno pretende jugar a ser valiente. "No vamos a revisar las retenciones. No nos gusta que nos extorsionen con medidas de fuerza", dice por radio el jefe de Gabinete, Alberto Fernández5, uno de los encargados de llevar adelante la batalla verbal. Pero el duelo más peligroso se 2

La Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria Argentina (FAA) y Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) hacen causa común desde el estallido del conflicto y sus titulares pasan a conformar la cúpula de la llamada “mesa de enlace”, que llevará adelante las negociaciones con el Gobierno. 3

El 19 de marzo el paro entra en su séptima jornada y así se transforma en la muestra de fuerza más importante de los últimos 30 años (La Nación, 2008). 4

Es el caso del bloque de concejales oficialistas del Frente para la Victoria (FV), del partido bonaerense de General Villegas, que adhiere al reclamo de productores agropecuarios por el aumento a las retenciones. El campo también recibe el apoyo del precio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, y del sindicalista Víctor de Gennaro, entre otros actores. 5

Las declaraciones fueron reproducidas por el diario La Nación. Como Martín Lousteau, este ministro también deja el Gobierno en el marco de la crisis oficial por la resolución 125. De todos modos, su salida se produce fuera de los límites temporales que abarca este trabajo y obedece a otras cuestiones, como el manejo de la espiral inflacionaria. Cabe mencionar que, en una cena que compartió la autora de este trabajo con Alberto Fernández y un grupo de jóvenes becarios de la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP), el actor reconoció que el Gobierno cometió un error al pensar que el campo aceptaría el nuevo esquema de retenciones.

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disputa en la calle. Diferentes grupos piqueteros ligados al oficialmismo, liderados por Luis D’Elía, realizan "escraches" contra el agro, mientras que el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, se pone al hombro la tarea de “liberar las rutas”6. Incluso, las cuestiones ideológicas –en el sentido de una determinada concepción acerca de cómo debería ser el mundo- son parte importante de los lentes con que los actores interpretan –o dicen interpretar- el juego. Así, el 24 de marzo el grupo piquetero liderado por Emilio Pérsico marcha hacia la Sociedad Rural en el 32º aniversario del golpe de Estado de 1976. Más adelante, es la misma Presidenta de la Nación la que califica de “golpista” al sector agropecuario, primero en forma solapada y después de manera explícita7. Cuando se refiere a la protesta, habla de "los piquetes de la abundancia". Inesperadamente, a fines de marzo regresan a las calles argentinas los cacerolazos que habían hecho “furor” en 2001. Rosario, Santa Fe, La Plata, Santa Rosa, Córdoba, San Miguel de Tucumán, Junín, Suipacha y la Ciudad de Buenos Aires son algunos de los escenarios donde cobra nueva vida el repiqueteo de los utensilios domésticos. De acuerdo al registro de los medios, se mezclan en esas manifestaciones actores directamente involucrados en el conflicto con ciudadanos que aprovechan el momento para “cobrarse cuentas” con el Gobierno8. La Presidenta recibe fuertes críticas de la oposición y de la dirigencia del agro, y su imagen positiva en las encuestas comienza a bajar9. Por otra parte, los líderes del sector agrario comienzan a mascullar que no está en sus manos ponerle fin a la protesta. Aducen que ya no pueden controlar a “las bases”10. En este punto, comienzan a acumularse los costos para los dos actores, cuya disputa no sólo repercute sobre sus ingresos económicos (menor producción, menores ingresos fiscales), sino también sobre los ciudadanos que no están directamente involucrados en la escaramuza: faltantes de carne y lácteos en los comercios, suspensión de servicios de transporte de pasajeros, imposibilidad de transitar libremente por las rutas, y parálisis en los programas de lanzamiento de productos por parte de las empresas, entre otros. Siguiendo la analogía trazada antes, a esta altura las rubias barrocas (los ciudadanos) comienzan a impacientarse porque el trecho que separa a los jóvenes es demasiado largo y, mientras se acercan, el humo que despiden los caños de escape deteriora su atuendo, peinado y maquillaje. A uno de los jugadores (Gobierno), que piensa invitar a salir a una de las muchachas cuando termine la competencia,

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Omar Barchetta, secretario gremial de la Federación Agraria (FAA), evalúa que los camioneros empiezan a actuar como "las fuerzas de choque del Gobierno" (La Nación, 2008). 7

La Presidenta compara la protesta de los ruralistas con el lockout empresario que precedió al golpe militar de 1976. "Esta vez no han venido acompañados de tanques; esta vez han sido acompañados por algunos generales multimediáticos" (La Nación, 2008). 8

Según Analía del Franco, directora de Analagías, con quien compartí una charla como becaria de la FURP, la sociedad le reprocha a Cristina Fernández dos asuntos: no haberse dedicado a construir vínculos después de la elección, y haber llegado a su puesto como “delfín político” de su marido. 9

Según datos de Poliarquía, sólo en abril baja un 10% (Perfil, 2008).

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Buzzi declara: “En algunas zonas la protesta se nos va de las manos" (La Nación, 2008).

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el hecho de que la disputa se dilate le genera más dolores de cabeza que al otro. Mientras se alarga el conflicto, el sí de la muchacha se aleja (el voto positivo de los electores en elecciones futuras). Un buen intento En el segundo round de este juego, cuando ya había pasado más de un mes del primer desafío, el campo pone en escena una muy buena jugada, aunque no tanto como hubiera esperado. El 25 de mayo reúne en una movilización en Rosario alrededor de 200.000 personas11. Algunos analistas hablan de un acontecimiento histórico. "A riesgo de exagerar, creo que la última vez que hubo una aparición pública de un nuevo actor social con tanta fuerza fue el 17 de octubre de 1945", evalúa Sergio Berensztein, director de Poliarquía. Mientras estas palabras hablan de la entrada en escena de un nuevo actor a la política nacional, las de Graciela Römer, directora de Graciela Römer & Asociados, dan cuenta de la factura que la sociedad decide pasarle al Gobierno a través del reclamo del campo. "Vi que si bien el reclamo pivotea sobre la problemática del campo, canaliza una demanda no cumplida por el Gobierno, porque había gente que no sabía nada de retenciones, pero iba a reclamar seguridad o que no suban los precios", señaló (La Nación, 2008). Como vemos, uno de los actores intenta arrancar el volante, arrojarlo por la ventana, y de esa forma enviar una clara señal de que ha eliminado la posibilidad de ser un cobarde y que entonces las opciones de su contrincante se reducen a ser un valiente muerto o un gallina vivo. Pero la demostración de fuerza no resulta lo suficientemente creíble: aún a riesgo de terminar estrellado, el Gobierno mantiene el esquema móvil y el porcentaje que los productores deben pagar al fisco, más allá de que después anuncia una marcha atrás en los mercados a término y propone devoluciones a los pequeños productores con el fin de dividir a su oponente. Siempre a los fines del juego que analizamos, un comportamiento en espejo despliega el Gobierno cuando el 9 de junio anuncia un programa de redistribución social que se financiaría con la recaudación por retenciones a las exportaciones de soja que exceda la tasa del 35%12. La medida, que en la superficie sigue la retórica de la fuerza gobernante, pretendía acorralar al campo y obligarlo a desistir de su lucha: para el sector no era fácil salir a cuestionar un programa con fines de esta naturaleza. Aunque bien pensada, la amenaza del jugador no logra demostrar a su rival que ha modificado sus opciones y que de ahora en más sólo puede jugar a ser valiente. Dado que la matriz de resultados se mantiene igual, el campo no tiene incentivos para comportarse como un cobarde. Menos con la rubia aún sentada en la tribuna. ¿Y dónde está el volante?

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Según el diario La Nación, “ni en los más absurdos delirios de los últimos 75 días de protestas y negociaciones los ruralistas esperaban convocar a tanta gente. Una masa heterogénea reunió a vecinos de Rosario, chacareros de distintos tamaños procedentes de todo el país (pero sobre todo de la Pampa Gringa -Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba-), jóvenes de la Federación Agraria que pedían ‘reforma agraria ya’, grandes productores con camperones de gamuza enrolados en alguna de los cientos de sociedades rurales que existen en el país, los piqueteros Raúl Castells y Juan Carlos Alderete -antiguo aliado de Luis D’Elía- y hasta Darwina de Galicchio, una abuela de Plaza de Mayo que adhirió al reclamo de los pequeños productores” (La Nación, 2008). 12

El decreto 904 que firma Cristina Kirchner establece que el 60% de lo recaudado sería destinado a la construcción de 30 hospitales públicos de complejidad grado 4 y a 300 nuevos centros de salud primaria; otro 20% iría para viviendas populares, y el restante a caminos rurales (La Nación, 2008).

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Pero lo que en un momento fue una débil amenaza, cobra a mediados de junio una fuerza inesperada. En un contexto donde los socios políticos del Gobierno comienzan a mostrar un deterioro en su imagen (un caso paradigmático es el Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, una de las mejores cartas del oficialismo para elecciones futuras13) y en cambio dirigentes rurales como Alfredo De Angeli trepan en los sondeos de opinión y comienzan a recibir ofertas políticas, el 16 de junio se produce uno de los cacerolazos nacionales más resonantes contra el poder político desde diciembre de 2001. Antes de eso, ya se teorizaba acerca del resquebrajamiento del “modelo kirchnerista”14. Frente al riesgo de profundizar la parálisis económica y el desabastecimiento y, en última instancia, a caer bajo las mismas cacerolas que habían ensordecido al ex presidente Fernando De la Rúa, el Gobierno resuelve el envío del proyecto de retenciones al Congreso para que sea debatido a libro cerrado. El tratamiento legislativo de las retenciones era un viejo reclamo de las entidades agropecuarias, al que el Gobierno se había opuesto. Las entidades rurales y las principales fuerzas opositoras expresan su conformidad con la entrada al juego del Parlamento.

IV. EL MODELO El Juego de las Amenazas, las Bases y los Gallitos Según el informe "Los costos económicos del conflicto con el campo", divulgado en julio de 2008 por la consultora Gest, una discusión por un monto de retenciones de no más de USD1.500 millones se convirtió en un conflicto con un costo 15 veces mayor. Las pérdidas habrían sido de al menos USD22.000 millones15. Pero no sólo los daños materiales fueron enormes. En muchos casos la disputa entre el campo y el Gobierno impactó directamente en la vida cotidiana de los ciudadanos y en el normal desenvolvimiento de las empresas. A los fines que interesan a este trabajo, las preguntas más importantes deberían formularse en los siguientes términos: ¿Por qué describieron los actores conductas que desembocaron en una pérdida de tal magnitud? ¿Hasta qué punto fueron en contra de sus propios intereses? ¿Por qué envía el Gobierno el proyecto de retenciones al Congreso cuando antes se había negado rotundamente a hacerlo? ¿Logra el campo acorralar a su oponente? ¿Pueden otros actores tomar nota del diferendo y seguir cierto itinerario al relacionarse con la administración actual? 13

Daniel Scioli aparece como el más afectado ante la opinión pública: después de cerrar filas con el Gobierno baja 7,4 puntos en un sondeo nacional. Como contrapartida, crece más de 10 puntos la imagen de los gobernadores Hermes Binner (Santa Fe) y Juan Schiaretti (Córdoba), que casi desde el inicio del conflicto se ubican del lado de los productores, según un sondeo de la consultora Management & Fit divulgado por diarios nacionales el 7 de junio. 14

En una nota aparecida el 16 de junio en La Nación, el periodista Carlos Pagni escribe que “el PJ crítico ya piensa en una opción a los Kirchner”. 15

Entre las pérdidas puntuales del sector agropecuario durante la puja con el Gobierno figuran: menor calidad y cantidad de stocks, caída en el área sembrada de la cosecha fina, pérdidas en la agroindustria, en la industria de insumos y maquinaria, etcétera. "Es importante diferenciar lo que son pérdidas propiamente dichas de diferimientos económicos", señaló entonces Tomás Bular, de Gest. Así, en la consultora calcularon una pérdida de la tasa de crecimiento desde un 7%, estimado a principios de 2008, a cerca de 3% o 4%. "Una módica caída de 3% este año [por 2008] es acumulativa a los años siguientes. Y 3 puntos menos de PBI son unos USD10.000 millones", indicó. En cuanto a la recaudación impositiva, que hasta abril de 2008 venía creciendo al 50% anual, en mayo fue del 25,5%, y en junio del 32%. Por lo tanto, calcularon, se perdieron unos 10 puntos de recaudación, es decir cerca de $16.000 millones menos de ingresos (Revista Fortuna, 2008).

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Para sacar del cono de sombras aquellos interrogantes volvamos la mirada hacia marzo de 2008. Por entonces, ante el imperativo fiscal y la necesidad de ser consecuente con su ley suprema (el superávit), el Gobierno (J1) se enfrentaba a dos alternativas: modificar el sistema de retenciones o no hacerlo. Optar por el primer sendero implicaba beneficiarse del despegue que mostraban los precios internacionales de la soja, aunque presumiblemente en un primer momento el sector agrario protestaría por el alza de los gravámenes, como ya lo había hecho en otras oportunidades. En el segundo caso, cuando el Gobierno mantiene el importe que venía cobrando por retenciones, pierde la oportunidad de asegurarse holgura en las cuentas públicas. Si el Gobierno opta por presentar la resolución 125, al campo (J2) se le presentan las siguientes opciones: aceptar la medida u oponerse a toda costa. Si elige no atacar verá reducidas sus ganancias y marcará un precedente para negociaciones futuras al mostrarse como un jugador “blando”. En cambio, cuando J2 elige atacar, se beneficia al frenar los apetitos “desmedidos” del gobierno que amenazan su rentabilidad (las retenciones móviles implicaban que hasta cierto nivel de precios el Gobierno se queda con el 44% del valor de venta y, pasado ese nivel, el Gobierno se quedaría con el 95% del incremento). Sin embargo, en este escenario el sector deberá enfrentar los costos por frenar la comercialización de granos y carnes. En el tercer nodo del juego, J1 se enfrenta a las acciones atacar-no atacar. Si desiste de la modificación a la resolución 125 no sólo ingresarán menos divisas al fisco, sino que podrá esperar que en el futuro otros sectores emulen la actitud del campo al plantear quejas por el nivel de tributos que abonan. En cambio, el Gobierno seguirá adelante con el nuevo esquema impositivo si piensa que el campo terminará cediendo en el corto plazo, presumiblemente porque razona que la probabilidad de que su rival se mantenga unido es muy pequeña y entonces estima que los ruralistas abandonarán las rutas ante el desgaste físico y las pérdidas económicas por interrumpir la producción. De todas formas, en esta instancia J1 ya ha sufrido los costos que le provocan las manifestaciones en su contra, el descontento de la ciudadanía (que se refleja en las encuestas de opinión) y la vuelta de los cacerolazos. Finalmente, en el cuarto nodo, J2 aprecia que su oponente se mantiene firme en su estrategia y estima que, salvo que altere el juego, no hay nada que pueda desviar a su oponente del curso de acción que se ha trazado. Para identificar las preferencias de los actores y definir a qué equilibrios arriba el juego presentamos el árbol con los pagos correspondientes a cada jugada (figura 4). Como se advierte, opté por presentar un juego extensivo con información perfecta y completa: cada jugador, cuando elige una acción, conoce todas las acciones que se han elegido en forma previa, los pagos, y siempre mueve solo (Osborne, 2004: 157).

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Se numeraron del 1 al 5 los escenarios que se corresponden a los desenlaces de cada nodo. Así, J₁ tiene el siguiente orden de preferencias: 2, 4, 1, 3, 5. Para J₂ las preferencias se ordenan así: 3, 1, 4, 2, 5. Como vemos, el Gobierno prefiere primero que nada lanzar la medida, asegurarse su pauta de superávit fiscal, y evitar la pelea con un jugador con fuerte peso en el tablero nacional. Además, sienta un precedente frente al campo y el resto de los sectores en cuanto a la posibilidad de “marcarle la agenda”. Adicionalmente, se ahorra los costos de enfrentarse a un jugador “duro”, que en este caso implica evitar la manifestación que pone en escena el campo en la ciudad de Rosario. En segundo lugar, J₁ prefiere 4 ya que, manteniendo la resolución 125, sufre los costos de la disputa en términos económicos, pero además se distancia de las preferencias del electorado. Prefiere 1 antes que 3 ya que, en el tercer nodo, cuando el Gobierno se achica ante la dureza del campo, no sólo pierde los recursos adicionales, sino que también abre la posibilidad de que otros sectores hagan reclamos por tributos “excesivos”. De todos modos, en el escenario 3 pone un freno ante un conflicto que amenaza con írsele de las manos. Posiblemente, de esta forma también detiene el derrumbe de la imagen positiva de Cristina Fernández. El peor escenario es el 5 ya que J₁ se queda con los recursos (es decir con la posibilidad de sostener la estabilidad fiscal y también con el poder de “disciplinar a las provincias” que le da el manejo de la caja) pero a un costo demasiado alto ya que –como después se pondrá en evidencia en las encuestas- se coloca de espaldas a la sociedad, los medios (se enfrenta al diario Clarín, aliado clave) y, en última instancia, se arriesga a debilitar demasiado la imagen presidencial. Un escenario con mayores recursos pero de condena social constituye una tragedia de cara a las próximas elecciones. Desde el punto de vista del campo, el mejor escenario es el 3 ya que, aún con algunos meses de protesta en las rutas y menores ingresos por el tiempo en que rigió la resolución 125, ha marcado un fuerte 12

precedente en su relación con la administración en el poder. Por otra parte, ha mostrado que, ante un ataque externo, las diferentes asociaciones que confluyen alrededor del campo pueden mostrarse unidas para defender sus intereses. Al mismo tiempo, en este momento del juego el Gobierno aún no ha presentado su programa de redistribución del ingreso destinado a la financiación de planes sociales. En segundo lugar, prefiere 1 ya que se beneficiará por los altos precios de las commodities y evitará el desgaste de un conflicto que se prolonga más de 180 días. En tercer lugar prefiere 4: ha llevado adelante la mayor movilización contra la gestión de Cristina Fernández, se ha posicionado ante la sociedad, e incluso puede conjeturar que en las elecciones presidenciales de 2011 el signo político gobernante podría modificarse a su favor. Aunque sufre los costos por la dilatación del conflicto, su tasa de descuento es más pequeña que la de su rival, preocupado por cómo reaccionará el electorado en el futuro. En cuarto lugar, J₂ prefiere 2 ya que en este escenario se ha rendido mansamente ante la voluntad del Poder Ejecutivo, en tanto que deberá prescindir de los recursos adicionales que le acarrearían los nuevos precios de las oleaginosas. El peor escenario para J₂ es el 5 ya que, dada la inquebrantable voluntad del Gobierno de sostener la resolución 125, pierde la posibilidad de explotar los nuevos precios de la soja y debe seguir con las medidas de fuerza, algo que no podrá sostener en forma indefinida. Situación de equilibrio Para resolver el juego se buscará el Equilibrio de Nash en Subjuego Perfecto a partir del método de Backward Induction, es decir aquel que persigue las estrategias óptimas de cada jugador, dadas las estrategias de los demás, no sólo al comienzo del juego sino para cada nodo (Osborne, 2004: 164). Comenzamos por la última movida de J2, que elegirá No A22 ya que esa acción le reporta un pago de -1 mientras que A22 le da un pago de -3. En el nodo anterior, J1 elegirá A12 porque en el nodo siguiente J2 elegirá una acción que le reporta un pago de 2, en tanto que si elige No A12 tendrá una ganancia de -1. En el segundo nodo, cuando le toque mover a J2, elegirá A21 ya que el otro camino le reporta una ganancia de -2 y en el futuro puede obtener un mejor pago gracias a las elecciones óptimas de su oponente. Finalmente, al comienzo del juego, cuando J1 enfrenta las opciones A11 – SQ, elegirá la primera ya que estima que al final del árbol J2 se verá obligado a elegir No A22. Según vemos, el juego parece indicar que el campo se achicará ante la dureza de su contrincante. Teniendo en cuenta el devenir de los acontecimientos antes descriptos, ¿podemos realmente afirmar que el Gobierno gana el juego? ¿Los acontecimientos se resuelven según sus planes? ¿Es el campo el que se achica ante la firme resistencia de su oponente o más bien sucede al revés? Encadenados Racionalidad, cordura, sensatez. Esas son algunas de las características que uno espera encontrar en un socio al hacer negocios. Suena lógico. Un comportamiento distinto podría derivar en resultados catastróficos para la inversión en ciernes. Sin embargo, cuando un jugador se encuentra en medio de un proceso de negociación con un oponente de testaruda condición, buscarse un compañero de ruta irracional, caprichoso e incontrolable puede resultar, paradójicamente, la mejor elección16. 16

“Puede ser perfectamente racional desear no ser racional, o –si esta forma de expresarlo no es filosóficamente exacta- desear poder suspender ciertas facultades racionales en determinadas situaciones concretas”, dice Schelling (1964:31).

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Allí parece residir una de las claves del desenlace que llevó el proyecto de retenciones al Congreso de la Nación después de que el Gobierno se opusiera durante semanas mientras el campo recogía firmas para trasladar la discusión al Parlamento. Concretamente, la alianza que estableció la mesa de enlace (como dijimos, reúne a los productores agropecuarios más poderosos), con los terratenientes y trabajadores más pequeños, permitió que el campo desplegase una jugada que desbarató el equilibrio natural del juego. Recordemos que una movida estratégica está diseñada para alterar las creencias y acciones de otros en una dirección que favorezca los propios intereses. Una de sus características centrales es que el movimiento limita la propia libertad de acción (Dixit y Nalebuff, 1991: 120), como cuando en una carrera entre dos autos, ubicados uno frente a otro, uno de los conductores toma el volante y lo arroja por la ventana. Ya no tiene dos alternativas: a riesgo de morir, sólo puede seguir adelante. Así, obliga a su oponente a torcer el rumbo para salvar su vida y convierte al otro en un gallina. Dentro de la familia de movidas estratégicas (Schelling, 1986), las amenazas constituyen una regla de respuesta que castiga a otros que deciden no cooperar con uno. El destinatario de este tipo de comportamiento se verá obligado a elegir un camino que no figuraba entre sus mejores alternativas al observar que el otro jugador ha alterado su propia estructura de incentivos. En el caso que nos ocupa, el Gobierno tenía una estrategia dominante: dado que necesitaba la plata para sostener el superávit fiscal, atacar al campo con la 125 y sostener la medida siempre le daba mejores pagos que desistir. El problema es que el campo podía anticipar esto. Desde su punto de vista, comportarse estratégicamente implicaba anunciar que había quemado las naves (que había perdido la posibilidad de optar) obligando de esa manera a que el Gobierno se replegase ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo convencer convincentemente a la administración de Cristina Fernández de que, aunque para ellos era mejor retomar la normal comercialización de sus productos, algo o alguien los había atado de pies y manos? Las palabras de Eduardo Buzzi, presidente de la FAA, cuando hace pública la dificultad que tienen los dirigentes agropecuarios para controlar a las bases (“se nos va de las manos”, declara) cumplen la función de hacer saber al adversario que, aunque quieran, la posibilidad de jugar a ser gallina se ha desvanecido. La mesa de enlace despliega este recurso de manera gradual. Sucede que demostrar compromiso no es fácil: a veces las partes tienen dificultades para apreciar el valor y el costo que para la otra suponen las acciones involucradas en la amenazas. De ahí que el proceso de compromiso pueda desarrollarse en forma progresiva, es decir que el mensaje va ganando fuerza en virtud de una serie de actos o comunicaciones sucesivas. Así, a lo largo del conflicto, la figura de las bases aparece en el discurso de los dirigentes de la mesa de enlace caracterizada como una masa indiferenciada de acotada racionalidad. Veamos cómo se construye la jugada estratégica: el 19 de marzo el diario La Nación refleja la “presión inédita” de las bases, “que impulsan a los ruralistas a las rutas y piquetes”. El 20 de marzo, cuando se acerca la celebración de Semana Santa, los diarios informan que las entidades resolvieron no realizar bloqueos ni manifestaciones por algunos días; en cambio, señalan que productores autoconvocados se apartan de la consigna y comienzan a organizar por su cuenta manifestaciones y cortes de rutas. Por 14

esos mismos días se informa que las bases piden una marcha de productores hacia la Casa Rosada. A fines de abril, voceros de los líderes ruralistas aducen que el Gobierno, a través de sus discursos, "empuja a la gente a las rutas" (La Nación, 2008). Pensemos que, mientras la mesa de enlace debe “rendir cuentas” frente a la sociedad, los pequeños productores –considerados individualmente- no sienten que la mirada de la opinión pública esté posada sobre sus espaldas. A la hora de aglutinar el fervor rural, sobresale la participación de Alfredo De Angeli, líder de la Federación Agraria de Entre Ríos. En verdad, la ciudad de Gualeguaychú, situada en esa provincia, fue uno de los polvorines de la resistencia agraria; de allí emergió a la superficie más de un cabecilla17. Claro que el rol estratégico que juegan las bases no es ajeno al Gobierno. Así se explica que éste haya intentado –sin éxito- dividir a su oponente para ganar la partida. Más de una vez, antes de que el proyecto de retenciones llegase al Congreso, eleva diferentes propuestas para captar el interés de las bases y sacarlas de las rutas. Así, anuncia reintegros para 61.500 productores considerados pequeños, entre quienes se encontraban aquellos cuya producción no superara las 500 toneladas por cosecha, para la soja o para el girasol. Además, propone una compensación para los productores por el costo diferencial de los fletes en zonas alejadas de los puertos, la reapertura del registro para las exportaciones de trigo, y créditos a tasas subsidiadas para productores lecheros y avícolas. Ver para creer Si amenazar fuera fácil, los delincuentes saldrían a la calle con pistolas de juguete y eso les bastaría para llenar sus bolsillos. Bueno, no lo es. Quien amenaza debe pensar cómo le dará credibilidad a lo que dice. El asunto puede pensarse así: una vez que el oponente ha movido a partir del cuadro que ha pintado el amenazador, éste tiene un incentivo para romper la amenaza o la promesa y para actuar siguiendo los propios intereses. Entonces, quien coacciona a otro debe lograr que revertir su movida aparezca como demasiado costoso o incluso imposible. Para el asunto que nos ocupa, la mesa de enlace debe hacer saber al gobierno que, de no mediar una salida en forma urgente, las bases seguirán obstaculizando las rutas y frenando la comercialización de granos, con lo cual los costos por no vender podrían anular los beneficios de mantener alto el sistema de retenciones. Con este telón de fondo, el árbol de juego sufre una mutilación y queda dispuesto de esta forma:

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Es el caso de Juan Ferrari, referente de la Federación Agraria en Gualeguaychú, que incluso se enfrentó a De Angeli cuando este propuso dar una tregua ante la posibilidad de una negociación exitosa entre la mesa de enlace y el Gobierno. "¡No podemos esperar! ¡Hay que parar los granos y la hacienda! El Gobierno no hizo nada. A la cúpula la falta fuerza. ¿Para qué dos días más de tregua? Deberíamos discutirlo en la asamblea, pero ya ves: hay gente que viene con mandatos", se quejó Ferrari en aquella oportunidad (La Nación, 2008).

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Dada la estrategia de su rival, para el Gobierno (J1) la mejor movida es el achique (No A12). Ser cobarde le ofrece los mejores resultados ya que no puede arriesgarse a dilapidar lo que le queda de capital político, a profundizar la parálisis económica y a empeorar el desabastecimiento. Como sabemos, los atributos de poder no son infinitos ni invariables: pueden desgastarse por el mal uso que hagamos de ellos ¿Qué forma toma entonces la “cobardía” oficial? Se traduce en el envío del proyecto de retenciones al Congreso para que sea debatido a libro cerrado. Dentro de este esquema (aparentemente insalvable) el Poder Ejecutivo encuentra una forma eficiente de administrar su pérdida. Todavía más, la presidenta intenta desde la retórica revestir esta jugada como una victoria, cuando un mes antes el campo había iniciado la recolección de un millón de firmas para impulsar el tratamiento legislativo de los gravámenes. El Gobierno, entonces, elige la estrategia que le reporta menores pérdidas: ser un gallina vivo (-1 > -5).

V. CONCLUSIONES Los actores se comportan en base a una racionalidad estratégica que, si por un lado articula valores, creencias, intereses, preferencias y conocimiento, por el otro lado contempla también errores de apreciación (Acuña, 1995: 38). Analizando los movimientos del Gobierno en este juego, podríamos pensar que uno de sus desaciertos fue pensar que el campo no llegaría tan lejos en la defensa de sus intereses, como efectivamente lo hizo. En relación al campo, hay que decir –trayendo al tapete nuevamente las palabras de Acuña-, que no es cierto que los capitalistas, como agentes de acumulación, no necesitan constituirse como actor colectivo. Al contrario, este grupo puede ver acotada su capacidad de control y veto sobre las políticas estatales, y entonces necesitar de la organización para defender sus intereses objetivos. Lejos de aparecer como un actor que logra trascender los intereses individuales para conseguir el mejor resultado colectivo, el Poder Ejecutivo se embarca en un juego temerario, que deviene en un costo 16

demasiado alto para la sociedad (pérdidas económicas, conculcación del derecho al libre tránsito, deterioro de la imagen del país en el exterior, freno de la comercialización de productos agropecuarios en un contexto internacional favorable, etcétera). Si bien sabemos que el choque de los actores hubiera generado peores resultados (-8, según la matriz de pagos definida), también podemos conjeturar que las pérdidas hubieran sido menores si uno de ellos se hubiera retirado antes de la pelea. Dado que es el Gobierno el que debiera velar por los intereses mayoritarios, se puede concluir que debería haber frenado la marcha mucho tiempo antes, en lugar de haber usado cada atril público para profundizar la lógica dicotómica.

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Bibliografía Acuña, Carlos H. El Análisis Político de la Burguesía como Actor Político, Tesis Doctoral, University of Chicago, Chicago, 1995. Dixit, Avinash K., y Nalebuff, Barry. Thinking Strategically, Norton, New York, 1991. Elster, Jon. Marxismo, funcionalismo y teoría de los juegos. Alegato en favor del individualismo metodológico. Zona Abierta, 1984. Oszlak, Oscar y O’Donnell, Guillermo. “Estado y Políticas estatales en América Latina: Hacia una estrategia de investigación”, en Kliksberg Bernardo y Sulbrandt José (comps.), Para investigar la administración Pública, INAP, Madrid, 1984. Osborne, Martin J., An Introduction to Game Theory, Oxford Univesity Press, New York, 2004. Schelling, Thomas C. La estrategia del conflicto, Tecnos, Madrid, 1964. La Nación. 2008. Anunciaron otra fuerte suba de las retenciones a la soja, Marzo 12. La Nación. 2008. Se hace sentir el reclamo rural: podría faltar carne, Marzo 19. La Nación. 2008. Estudia el Gobierno cerrar las exportaciones de carne, Marzo 22. La Nación. 2008. Nuevas críticas de la Presidenta al agro, Abril 23. La Nación. 2008. Los productores dan un ultimátum, Mayo 4. La Nación. 2008. Masivo respaldo al agro en Rosario, Mayo, 26. La Nación. 2008. Lanzan un plan financiado con la soja, Junio, 10. La Nación. 2008. Giro en la crisis: fue al Congreso el aumento de las retenciones, Junio, 18. Perfil. 2008. La imagen de Cristina se derrumbó 30 puntos en 2008, Octubre, 5. Perfil. 2009. Desmintió Cristina un deterioro de las cuentas fiscales, Mayo, 20. Clarín. 2008. Nunca vi tantos ataques a un gobierno, Abril, 2. Clarín. 2009. El Presidente, fanático del superávit fiscal, Mayo, 25. Revista Fortuna. 2008. Expediente campo: la nueva foja cero. Julio, 19. TN. 2008 (consultado en el portal Youtube, sin fecha).

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