ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS

ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium Año xvii, Nº 18, 2011 Depósito Legal: pp.199008DF7 ISSN: 1315-024...
10 downloads 1 Views 2MB Size
ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium

Año xvii, Nº 18, 2011 Depósito Legal: pp.199008DF7 ISSN: 1315-0243

El Anuario de Estudios Bolivarianos es una publicación anual del Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar creada en 1990 con el objetivo de publicar y difundir sistemáticamente resultados de las investigaciones relevantes del acontecer histórico hispanoamericano, latinoamericano y venezolano, con énfasis en la historia política, intelectual e institucional del período que transita desde el dominio de los dos imperios (España y Portugal) hasta la etapa de formación y consolidación de los distintos Estados Nacionales. La revista funciona con arbitraje doble ciego. Cuenta con un equipo editorial multidisciplinario, conformado por profesores de universidades nacionales e internacionales y se nutre de la colaboración de articulistas del país y del extranjero. El Anuario está indizado en Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE); en el Catálogo del Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Cientíicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (LATINDEX); en la base de datos del Handbook of Latin American Studies y forma parte del Centre de Documentation sur l’Amérique Latine (CEDOCAL), de la Maison de la Recherche, coordinado por el Institut Pluridisciplinaire d’Etudes sur l’Amérique Latine (IPEALT). Acceso a texto completo de las últimas ediciones del Anuario de Estudios Bolivarianos a través de la web: www.bolivarium.usb.ve Costo por ejemplar: Bs. 20. Envío de materiales, correspondencia y canje: Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium. Calle Inglesa, Ediicio de la Biblioteca Central, Nivel Jardín, Universidad Simón Bolívar, Apartado Postal 89000, Caracas, Venezuela. Telf.: (58 212) 9063143/3141. Correo electrónico: [email protected] ©Bolivarium Universidad Simón Bolívar Caracas, Venezuela, 2011 RIF: G20000063-5 NIT: 05265664483 Composición y diagramación: Mireya Roso de Pérez Corrección: Gabriel Rodríguez Diseño de carátula: Luis Arismendi Tiraje: 350 ejemplares Impresión: Producción impresos USB Depósito legal: pp.199008DF7 ISSN: 1315-0243 Reservados todos los derechos

ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium

Año xvii, Nº 18, 2011 Depósito Legal: pp.199008DF7 ISSN: 1315-0243

UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR EnriquE Planchart Rector rafaEl Escalona Vice-Rector Académico William colmEnarEs Vice-Rector Administrativo cristian Puig Secretario DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES lydia Pujol Director DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES maría auxiliadora andradE Jefe DECANATO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA oscar gonzálEz Decano INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS-Bolivarium Ezio sErrano Jefe maría EugEnia talavEra Adjunto al Jefe CONSEJO ASESOR - INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICASBolivarium carolE lEal curiEl (Universidad Simón Bolívar) josé m. moralEs (Universidad Simón Bolívar) ElEna Plaza (Universidad Central de Venezuela) inés quintEro (Universidad Central de Venezuela) Ezio sErrano (Universidad Simón Bolívar)

maría EugEnia talavEra (Universidad Simón Bolívar) COMISIÓN EDITORIAL ramón aizPurua Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela, Venezuela. luis Barrón División de Historia, Centro de Investigaciones y Educación Superior en Ciencias Sociales (CIDE), México. luis ricardo dávila Centro de Estudios Políticos y Sociales de América Latina, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. carolina guErrEro Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Simón Bolívar, Venezuela. gEorgEs lomné Instituto Hanna Arendt. Departamento de Áreas Culturales, Universidad de Marne-la-Vallée, Francia. faBio moralEs Departamento de Filosofía. Universidad Simón Bolívar, Venezuela. PaulEttE silva Departamento de Literatura. Universidad Simón Bolívar, Venezuela. ana johana vErgara s. Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium, Universidad Simón Bolívar, Venezuela. gErardo vivas Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Simón Bolívar, Venezuela. ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS Ezio sErrano Coordinador

Los árbitros de este número de la revista fueron: carmEn artEaga (Universidad Simón Bolívar) rodrigo condE (Universidad Simón Bolívar) maría zElia dE camargo (Universidad Central de Venezuela) carolE lEal curiEl (Universidad Simón Bolívar) miguEl dorta (Universidad Central de Venezuela) carolina guErrEro (Universidad Simón Bolívar) gErmán guía (Universidad Simón Bolívar) domingo irWing (Universidad Central de Venezuela) armando martínEz (Universidad Industrial de Santander) ElEna Plaza (Universidad Central de Venezuela) inés quintEro (Academia Nacional de la Historia) froilán ramos (Universidad Simón Bolívar) EnriquE ramírEz (Universidad Central de Venezuela) tomás straka (Universidad Católica Andrés Bello) guillErmo tEll avElEdo (Universidad Metropolitana Universidad Central de Venezuela) rosangEl vargas (Colegio de México) gustavo vaamondE (Fundación Polar) alExandEr zamBrano (Archivo General de la Nación)

Anuario de Estudios Bolivarianos /Año XVII, número 18, 2011

CONTENIDO

Ezio sErrano

Presentación ........................................................................ 11

ARTíCULOS juan carlos chaParro r. Políticos y militares: Pugnas y conlictos en el marco de la coniguración y la disolución de la Gran Colombia .......................................................... 17 miguEl fEliPE dorta

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela ............ 53

faBiana dE souza f.

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de Salvador de Madariaga e Gehard Masur.......................................... 83

manuEl hErnándEz g.

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la constitución de una junta de Caracas en 1787 ...... 105

carlos PErnalEtE túa

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate sobre la ideología de la independencia ...................................153

luis Ervin Prado a.

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, Popayán 1810-1830 ...................... 177

laura maría roBlEs E.

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 ............................................. 203

carolina sánchEz

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda (1783-1789) ............................. 233

7

Anuario de Estudios Bolivarianos /Año XVII, número 18, 2011

RESEñAS jEsús alExis caldErón r. Rafael Rojas, Las Repúblicas de Aire (Utopía y desencanto en la Revolución de Hispanoamérica), México, Taurus, 2009 ......................................................... 283 Canje normas de arbitraje normas de publiCaCión

...............................................................................................287 ...............................................................................................291 ...............................................................................................293

8

Anuario de Estudios Bolivarianos /Año XVII, número 18, 2011

CONTENTS Ezio sErrano

Presentation ......................................................................... 11

ARTICLES juan carlos chaParro r. Politicians and military men: Struggles and conlicts within the coniguration and the dissolution of Gran Colombia ................................................................... 17 miguEl fEliPE dorta

Food in the end of the Ancient Regime in the province of Venezuela ....................................................... 53

faBiana dE souza f.

Heroic culture and Bolivarian cult: a comparison between the biographies of Salvador de Madariaga and Gerhard Masur ......................................... 83

manuEl hErnándEz g.

The Caracas elite and background of the emancipation: the governing report of the constitution of Junta de Caracas in 1787........................ 105

carlos PErnalEtE túa

The labyrinth of Ilustration and Liberalism in Latinamerica historiography: A debate on independence ideology....................................................... 153

luis Ervin Prado a.

Clergy and crowds: strategies for increasing the republican order, Popayan 1810-1830 ............................. 177

laura maría roBlEs E.

The servers of the nation during the irst years of republican life: 1830-1840. ................................................ 203

carolina sánchEz

The transition from subject to illustrious traveller, the letters of Francisco de Miranda in the period 1783-1789 ............................................................................ 233

9

Anuario de Estudios Bolivarianos /Año XVII, número 18, 2011

REVIEwS jEsús alExis caldErón R. Rafael Rojas, Las Repúblicas de Aire (Utopía y desencanto en la Revolución de Hispanoamérica), México, Taurus, 2009 ........................................................................ 283 exChange ............................................................................................... 287 arbitration rules ............................................................................................... 291 guidelines for publiCation. ........................................................................................... 293

10

Anuario de Estudios Bolivarianos /Año XVII, número 18, 2011

PRESENTACIóN

Coincide esta edición del Anuario de Estudios Bolivarianos con la celebración del año bicentenario de la declaración de independencia absoluta en Venezuela –la primera que se produjo en el continente hispanoamericano–, coincidencia que pone de relieve, una vez más, la pertinencia del estudio concienzudo del pasado así como la importancia de abordar con rigor metodológico la comprensión de nuestro pasado, más cuando se trata de una época tan cargada de polémicas como de novedosas lecturas e interpretaciones. El Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium brinda su aporte al estudio paciente y sistemático de ese pasado. Prueba de ello es la permanencia de nuestro Anuario, el cual ve luz en medio de notables diicultades. A lo que se suma la alianza institucional del Bolivarium y la Universidad Simón Bolívar con la Academia Nacional de la Historia para poner en funcionamiento el sistema de información de libre acceso en la web contentivo del Archivo del Libertador como parte de nuestra contribución a la conmemoración bicentenaria. Se trata de esfuerzos encaminados a la ratiicación de nuestra vocación institucional y de servicio. El presente volumen del Anuario se nutre de múltiples visiones y enfoques sobre el estudio del pasado, y contiene una interesante pluralidad temática colindante en la mayoría de los casos con el período de la emancipación. Inicia la batería de trabajos seleccionados, el artículo titulado Políticos y militares: Pugnas y conlictos en el marco de la coniguración y la disolución de la Gran Colombia. Su autor, Juan Carlos Chaparro Rodríguez, de la Pontiicia Universidad Javeriana de Bogotá, se dedica a explorar el carácter y el alcance de las pugnas que en el contexto de la república de Colombia tejieron las élites civiles, políticas y burocráticas neogranadinas.

11

Presentación / Ezio Serrano Anuario de Estudios Bolivarianos / Año XVII, número 18, 2011 / pp.11-13

Bajo el título La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela, Miguel Felipe Dorta (Universidad Central de Venezuela) se propone encontrar respuestas sobre el desarrollo de la mentalidad e idiosincrasia de los hispanoparlantes, en lo general, y los venezolanos, en lo particular. Sirve a este propósito el estudio de los hábitos alimentarios. Por su parte Fabiana de Souza Fredrigo (Universidad Federal de Goiás) expone una valiosa investigación bajo el título Cultura heroica y culto bolivariano: una comparación entre las biografías de Salvador de Madariaga y Gehard Masur. El análisis comparativo de ambas biografías se encamina a interrogarse críticamente sobre los vínculos entre las historiografías sobre las independencias de América del Sur con la intención de explorar las relaciones fructíferas entre el imaginario político de América Latina y el género biográico. El lector interesado también hallará en esta edición un artículo de Manuel Hernández González (Universidad de La Laguna) titulado, La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la constitución de una junta de Caracas en 1787, en el cual muestra la temprana inluencia de la Revolución norteamericana partiendo de la actuación en 1787 de un grupo de notables caraqueños, entre los que se encontraban dos cubanos, un malagueño y un canario, quienes constituyeron una junta o congreso que atentaba contra el poder establecido. Otro de los ensayos que nutren el Anuario es el trabajo de Carlos Pernalete Túa (Universidad Central de Venezuela), quien bajo el título El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate sobre la ideología de la independencia, ofrece al lector reivindicar al primer liberalismo español (el experimento de Cádiz) como referente ideológico en los movimientos independentistas de América, para lo cual se procura aclarar las confusiones entre los ideales liberales y los de la ilustración. De la Universidad del Cauca, Luis Ervin Prado Arellano, muestra en Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, Popayán 18101830 la importancia política que tuvo el clero en las parroquias de Popayán, modeladores de subjetividades, y agentes para ejercer el control social. El presente volumen cierra con los excelentes textos de Laura María Robles Etchevers (Universidad Central de Venezuela), quien analiza el “modelo de control civil liberal” ejercido por la élite gobernante en los

12

Presentación / Ezio Secrrano Anuario de Estudios Bolivarianos / Año XVII, número 18, 2011 / pp. 11-13

militares durante los primeros años de vida republicana en su artículo titulado Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 18301840; y el de la investigadora de la Universidad Nacional de Tucumán, Carolina Sánchez quien bajo el título El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda, 1783-1789, examina los modos discursivos mediante los cuales Miranda plasmó en la escritura epistolar su experiencia de tránsito de súbdito del imperio español a viajero ilustrado perseguido. Por último, Jesús Alexis Calderón Rojas, egresado de la escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, analiza el aclamado libro del historiador y ensayista cubano Rafael Rojas, Las repúblicas de aire: utopía y desencanto en la revolución hispanoamericana publicado por la casa editorial Taurus en México, en el 2009; es un interesante estudio dedicado a la generación de intelectuales que intervinieron en la construcción de las repúblicas hispanoamericanas entre 1810 y 1848. Ezio Serrano Jefe Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium

13

ARTÍCULOS

15

POLíTICOS y mILITARES PUGNAS y CONFLICTOS EN EL mARCO DE LA CONFIGURACIóN y LA DISOLUCIóN DE LA GRAN COLOmBIA juan carlos chaParro rodríguEz1 Pontiicia Universidad Javeriana de Bogotá

Resumen: El presente artículo se ocupa de explorar breve y panorámicamente el origen, el carácter y el alcance de las pugnas y conlictos que en el contexto de la Gran Colombia tejieron las élites civiles, políticas y burocráticas neogranadinas con algunos miembros del ejército que emergió del proceso independentista, al cual buscaban reducir y reformar en asuntos sustanciales como el fuero castrense, la justicia penal militar, los ascensos, los salarios y el sistema de pensiones y jubilaciones de los uniformados. El análisis y la relexión del tema se circunscriben a lo expresado por estos actores a través de algunos de los periódicos que se imprimía y circulaban en la capital de la república, así como lo que se señalaba en artículos y editoriales de prensa, en proclamas y discursos, y en circulares oiciales emitidas en determinados momentos. Documentalmente el artículo se sustenta en este tipo de fuentes y teórica e historiográicamente lo hace a partir de la bibliografía referenciada a lo largo del texto. 1

Magíster en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, politólogo de la Universidad Nacional de Colombia y licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Su trabajo de investigación versa sobre temas relacionados con los procesos de independencia y la formación del Estado en Colombia. Correo: [email protected]. Recepción: 25/05/2011. Aprobación: 18/07/2011. 17

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Palabras clave: Gran Colombia, políticos, militares, conlicto, reformas militares.

Politicians and military men: Struggles and conlicts within the coniguration and the dissolution of Gran Colombia Summary: This article reviews the origin, nature and scope of the disputes and conlicts during the Gran Colombia wove by civilian elites, political and bureaucratic Nueva Granada with some members of the army that emerged from independence process, which sought to reduce and reform on substantive issues such as military courts, military justice, promotion, wages and pension and retirement system of the military. The analysis and relection on this topic is limited to that expressed by these actors through some of the newspapers printed and circulated in the capital of the republic, as well as what is stated in articles and editorials of the press, proclamations and speeches and oficial circulars issued at certain times. The article documented based on this type of theoretical and historiographic sources and does so from the literature referenced throughout the text. Keywords: Gran Colombia, politicians, military, conlict, military reforms.

Consideraciones generales sobre el carácter de los actores políticos y militares Definir, delimitar y diferenciar de manera absoluta y convincente el carácter de los actores que para este periodo se perilan como políticos y militares es una tarea de no fácil realización, toda vez que no se trata de un binomio claramente deinido. Como se sabe, muchos de los líderes de la independencia no sólo fueron grandes estrategas militares, sino que también asumieron de manera activa y efectiva roles políticos y administrativos que deinieron el rumbo que tomó la vida institucional tanto en la Nueva Granda como en Venezuela durante la primera mitad del siglo xix. Hombres como 18

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Nariño, Bolívar, Santander, Páez, Montilla, Bermúdez, Carmona, López, Obando o Mosquera, entre otros tantos, son iguras que no solamente ocuparon puestos destacados en la comandancia de tropas y en la ejecución de la guerra, sino que también lo hicieron en la dirección de los asuntos administrativos estatales, algunos de ellos actuando, incluso, como agentes formadores y, en algunos casos, detractores, del Estado2. Asimismo, deinir esas fronteras resulta casi imposible si se tiene en cuenta que la unión de los ejércitos y las autoridades venezolanas y neogranadinas, lo mismo que la explosión de sublevaciones militares acaecidas durante este periodo en el seno del propio ejército en razón de múltiples y disímiles razones, no sólo complejiza el mapa cívico-militar, sino que también desató una gran cantidad de conlictos en los que tanto las rivalidades como las alianzas tejidas entre unos y otros, indistintamente de si se pertenecía a un país o a una institución, diiculta aún más las posibilidades de establecer los límites que separaban a estos actores, y en consecuencia también diiculta la posibilidad de realizar una caracterización y una explicación adecuada respecto del carácter de las relaciones civiles y militares propias del periodo. El asunto se torna más complejo en tanto que no se trata de una sociedad política moderna en la que la determinación de roles y funciones pudiera estar formalmente separada, diferenciada y deinida, sino que más bien se trata de una sociedad que, pese a estar asistiendo a un singular e importante proceso de transición institucional, no derogó de manera real y efectiva muchas prácticas e instituciones propias del antiguo orden estamental que, de acuerdo como operaban, deinían las relaciones sociales y de poder que históricamente habían sido establecidas por el orden institucional tradicional. La pertenencia a alguna de las familias prestantes de la sociedad, bien por descendencia directa o por vinculación matrimonial; así como la educación superior y especializada adquirida en alguno de los centros de formación más importantes del virreinato, especialmente como abogado o sacerdote, lo mismo que la posesión de capitales económicos, la vinculación con la 2

John lynch, “Bolívar y los Caudillos”, en Colombia en el siglo xix, Bogotá, Editorial Planeta, 1999, pp. 145-187. John lynch, Hispanoamérica 1750-1850: Ensayos sobre la sociedad y el Estado, Bogotá, Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1987, pp. 71-128. 19

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

administración pública en calidad de miembro de la alta burocracia, o la ascendencia obtenida en el ejército en el marco de la guerra fueron, en efecto, factores fundamentales que contribuyeron a determinar quién era quién en el marco de una sociedad que, aunque conformada en su cima por un conjunto bastante heterogéneo de personas entre las que estaban burócratas, letrados, abogados, juristas, terratenientes, hacendados, comerciantes, mineros, esclavistas, sacerdotes y militares, no dejaba de situar a sus individuos en una determinada escala, dependiendo el grado de reconocimiento, prestigio y honor social que cada quien detentaba. Ahora bien, más allá de la especíica profesión o de la precisa actividad que desarrollaban estos hombres, e independientemente de la ascendencia social que tuvieran, la labor que en su conjunto identiicaba a estos sujetos era la de ser creadores y generadores de opinión pública-política; esto es, de promover ideas, discusiones, debates y hasta proyectos de carácter político que profusamente fueron adelantados tanto en los espacios públicos, como en la esfera privada, valiéndose de distintos espacios y medios que les sirvieron como escenario para publicitar sus discusiones tales como los clubes de amigos, las sociedades secretas, los salones de las universidades, los despachos públicos, la prensa o los pasquines, entre otros3. Estos individuos, quienes además de jugar un singular papel político y militar en el marco del proceso de independencia y de coniguración del nuevo orden institucional, ya como líderes políticos, como juristas, como generadores de opinión pública, o bien como líderes militares, y que por sus capitales sociales, simbólicos y políticos buscaron agenciar, en beneicio propio o de grupo, esto es, como miembros de alguna colectividad especial, diversos tipos de beneicios o privilegios, tales como puestos burocráticos, dividendos económicos o prerrogativas jurídicas o políticas amparándose, precisamente, en la privilegiada posición que detentaban o en la posesión de los distintos tipos de capital que poseían, fueron también los principales agentes moldeadores del nuevo orden y a su vez los principales competidores por los puestos burocráticos. 3

De este tipo de cuestiones dan cuenta los recientes trabajos de Renán silva, Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808: genealogía de una comunidad de interpretación, Medellín, Fondo Editorial Universitario Eafit, 2002, y Renán silva, La Ilustración en el virreinato de la Nueva Granada: estudios de historia social, Medellín, La Carreta Histórica, 2005. 20

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Al ser los principales competidores por los puestos del Estado y al detentar determinados privilegios que les facilitaban su acceso a los mismos, estos hombres de letras y leyes no sólo complementaron el poder ya poseído en razón de su pertenencia a los clanes de familias tradicionalmente dominantes, sino que también lograron sobreponerse a los embates que las vicisitudes de la guerra y la política les plantearon en el marco de la transición, manteniendo así su inluencia, su honor y su prestigio ante los demás individuos y grupos sociales que en un contexto de agitada transformación política amenazó con poner en riesgo su privilegiada posición4. Pero además de sus privilegios burocráticos o económicos, los letrados, abogados y políticos contaban también con un importante capital cultural, esto es, con una especial formación académica e intelectual que se convirtió en una herramienta fundamental, y por demás efectiva, en su confrontación con los demás grupos sociales que en su momento llegaron a disputarle determinadas prerrogativas. La importancia social y política de ese capital se manifestó de manera especial en la forma cómo los miembros de la elite civil colombiana, y particularmente neogranadina, buscaron apropiar, monopolizar y legitimar, de hecho y de derecho, la creación y el establecimiento de un universo de normas, conductas, prácticas, hábitos, ideas y símbolos que sirvieran como elementos integradores y reguladores del nuevo orden social, político e institucional. Las prácticas discursivas y simbólicas impulsadas por estos hombres determinaron en buena medida el éxito en la empresa que éstos adelantaron contra los militares, especialmente en tiempos posteriores a la consolidación de la independencia, y sobre todo, después de la ruptura de la Gran Colombia5. 4

5

Víctor uriBE-urán, Vidas Honorables: Abogados, familia y política en Colombia (17501850), Medellín, Fondo Editorial Universitario Eafit-Banco de la República, 2008, p. 147. Marco Palacios y Frank safford, Colombia: País fragmentado, sociedad dividida: Su historia, Bogotá, Editorial Norma, 2002, p. 234. A lo largo de este artículo usaremos de manera formal la expresión Gran Colombia para referirnos al ordenamiento jurídico, político e institucional asumido por la Nueva Granada, Venezuela y Quito durante 1819 a 1830, sin desconocer, claro está, que el nombre oicial adquirido por la unión de los tres países fue el de República de Colombia.

21

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Si bien es cierto que los letrados, abogados y políticos fueron sumamente hábiles en la promulgación y promoción de un ideario político e ideológico afín a sus intereses, el cual fue publicitado a través de la prensa, de los pasquines, de los panletos y de las discusiones que se tejieron en distintos escenarios generadores de opinión pública, los militares también encontraron sus propios canales de comunicación para expresar su inconformidad con las medidas que paulatinamente los civiles fueron agenciando en su contra, y por lo mismo, para defender sus intereses. En los párrafos que siguen trataremos de poner en evidencia los casos y las formas cómo estos conlictos y rivalidades se fueron construyendo y manifestando. En ese sentido, procederemos de la siguiente manera: en primer lugar, haremos breve referencia a los procesos que conllevaron al establecimiento del nuevo orden político tras la unión de la Nueva Granada, Venezuela y Quito. En segundo término, ilustraremos la manera cómo a la luz de las sublevaciones militares gestadas desde mediados de la década de 1820 y de los mismos procesos de coniguración institucional del nuevo orden, los partidarios de reformar al ejército y de sustraerle lo que su juicio eran privilegios de los uniformados radicalizaron sus posturas haciéndolas públicas en diversas instancias. Finalmente, expresaremos nuestras conclusiones respecto de lo que fue el proceso analizado.

La uniicación y los retos políticos del nuevo orden Si bien es cierto que con la gran gesta militar emprendida por el ejército libertador en 1819 desde los llanos venezolanos se había conseguido la liberación de Santafé, la presencia del ejército español en Cartagena, Santa Marta, Popayán y Pasto, lo mismo que en algunas otras importantes provincias de Venezuela, era una real amenaza de la que los líderes de la independencia no se podían sustraer, como en efecto no lo hicieron. De hecho, lo que en adelante siguió gestándose fue una decidida campaña militar que se extendió hacia la costa caribe colombiana, desde allí a Venezuela y posteriormente hacia los territorios del sur que aún se hallaban bajo el dominio realista, y que para beneplácito propio, daría a los patriotas efectivos resultados. Aun cuando la guerra en este proceso se constituyó en una cuestión de primer orden, que incluso, durante algún tiempo pareció tomar

22

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

su propio cauce,6 ésta no dejaba de ser una expresión de la continuación de la política trazada por los libertadores, comoquiera que la incesante búsqueda del triunfo en los campos de batalla en la que el propio Bolívar centró sus esfuerzos, tenía como fondo y como in primordial la estructuración y materialización de un proyecto político legitimado en el establecimiento de una nueva institucionalidad, el cual debía servir para signar la suerte de los pueblos neogranadinos y venezolanos en su inmediato porvenir. Como es apenas natural, por su mismo carácter y dimensión esta empresa se encontraba sujeta y dependiente tanto de las vicisitudes de la guerra y de la política, como de la habilidad que en el corto y mediano tiempo lograran demostrar estos formadores del Estado, como ha denominado López-Alves a todos aquellos líderes que fomentaron el proceso de estructuración de la nueva organización política a partir de las acciones jurídicas, militares, económicas e ideológicas que bajo su tutela fueron implementados, para atraer bajo su liderazgo a todos aquellos individuos que involucrados directa o indirectamente en la hazaña independentista debían quedar integrados bajo los dictámenes del nuevo orden7. En ese sentido, podría decirse que una vez lograda la independencia, el reto estaba entonces en conigurar una asociación de dominación política dentro de un marco geográico en la que la existencia y validez de sus ordenaciones estuvieran garantizadas de un modo continuo no sólo por la amenaza y eventual aplicación de la coerción física llevada a cabo por el nuevo gobierno y sus funcionarios, sino también, por la comunión de intereses que aparentemente compartían, o debían compartir, todos los hijos de Colombia que procuraban liberarse del yugo monárquico. Pero si bien es cierto que el proyecto político y militar que empezaba a echar raíces era palmariamente incierto, dadas las contingencias mismas de la guerra y las particularidades propias de los pueblos que estaban en trance de liberación, hombres como Bolívar sabían que, además de la contienda bélica, las tareas inmediatas y fundamentales que debían realizar los líderes del movimiento debían destinarse a garantizar la imposición de una coherencia 6 7

Clément thiBaud, Repúblicas en armas: los ejércitos bolivarianos en la guerra de la Independencia en Colombia y Venezuela, Bogotá, Planeta, 2003, pp. 355. Fernando lóPEz-alvEs, La formación del Estado y la Democracia en América Latina, Buenos Aires, Norma, 2003, p. 25. 23

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

mínima que hiciera viable y efectiva la institucionalización y legitimación del nuevo orden político y estatal. En palabras del Libertador, para dar curso a este proyecto se requería (…) la base de un espíritu nacional, que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales, moderar la voluntad general, y limitar la autoridad pública…para sacar de este caos nuestra naciente República, todas nuestras facultades morales no serán bastantes, si no fundimos la masa del pueblo en un todo: la composición del gobierno en un todo: la legislación en un todo: y el espíritu nacional en un todo8.

Siguiendo la teorización de Heller,9 es preciso anotar entonces que los esfuerzos realizados en adelante en aras de canalizar esos deseos y voluntades hacia la coniguración de un orden social, políticamente compartido y aceptado por todos los miembros de la nación, se inscribian en el marco de las insoslayables tareas que el Estado, lo mismo que cualquiera otra organización que pretenda agrupar individuos, tenía que acometer para garantizar su coniguración, su estabilidad y hasta su propia existencia. Dicho principio siempre estuvo suicientemente claro en el proyecto político de Bolívar y por lo mismo, fue él quién promovió con especial empeño la uniicación de los territorios liberados de Nueva Granada, Venezuela y Quito. No obstante, no se puede pasar por alto el hecho de que la mencionada unión, obedeció también, e incluso, de manera fundamental, a las vicisitudes de la guerra de independencia y a las necesidades que los líderes patriotas encontraron en el curso de ésta.10 En ese sentido, es preciso destacar que a pesar de contar con algunos antecedentes,11 fue la ingente necesidad de 8 9 10 11

Vicente lEcuna, Proclamas y Discursos del Libertador, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1939, pp. 227-228. Hermann hEllEr, Teoría del Estado, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 253. David BushnEll, El régimen de Santander en la Gran Colombia, Bogotá, El Áncora Editores, 1985, p. 30. Además de la formal unidad que había determinado tiempo atrás la Corona española respecto de Venezuela y Nueva Granada, la idea de un proyecto de unidad empezó a gestarse, aunque fuera en el papel, desde 1811 cuando las élites de gobierno erigidas en Caracas, Cartagena y Santafé expresaron abierta 24

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

aunar esfuerzos y recursos para consumar la guerra lo que llevó a los líderes del proceso independentista a pensar en la uniicación real y efectiva de los territorios que fueran siendo liberados como parte de una estrategia integral que debía tener como objetivo fundamental, asegurar la independencia de manera deinitiva, y así lo expresó Bolívar en diversas instancias, entre ellas, en el histórico Congreso de Angostura de 1819, el cual sirvió de marco para la sanción de la Ley Fundamental mediante la cual se signó la unión neogranadina y venezolana;12 ratiicada posteriormente por el Congreso de Cúcuta de 1821, el cual estuvo integrado por delegatarios de los dos países (ver cuadro), y que a la par sancionó la primera y única Constitución Política que tuvo la república de Colombia durante la existencia de la unidad con Venezuela y Quito13.

12

13

y positivamente ideas de ese parecer. Tras la restauración de la Real Audiencia de Santafé, algunos importantes dirigentes neogranadinos expresaron con cierta animosidad el deseo de implementar algunos proyectos que permitieran una eventual unión con Quito y Venezuela, tal como se puso de maniiesto tras la visita que el canónigo José Cortés de Madariaga, enviado como plenipotenciario de Venezuela, hiciera a Santafé. El proyecto de unidad federada acogido en Venezuela por las provincias de Cumaná, Barcelona, Margarita, Caracas, Barinas, Mérida y Trujillo, se convirtió entonces en un punto de llamativa referencia para la implementación de un futuro proceso de unidad, más aún, cuando lo pactado en Venezuela concedía a las provincias irmantes el derecho de soberanía provincial en diferentes materias que en lo fundamental no reñían con el espíritu de unidad. Véase: Armando martínEz garnica, El legado de la Patria Boba, Bucaramanga, Colección Pregón, 1998. El pormenorizado debate que el proyecto tuvo fue redactado en el Correo del Orinoco, órgano oicial de difusión creado por Bolívar para este y otro tipo de asuntos. Una de las compilaciones completas de este periódico ha sido efectuada por Gerardo rivas morEno, Correo del Orinoco, Bucaramanga, 1998. David BushnEll, Colombia: Una nación a pesar de sí misma (De los tiempos precolombinos a nuestros días), Bogotá, Editorial Planeta, 1996, p. 85. 25

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Origen regional y ocupación de los delegados al Congreso Constituyente de Cúcuta, 1821 Región Venezuela Nueva Granada Nueva España Total Porcentaje

Abogados

Sacerdotes

7 25 1 33 46

9 3 12 17

militares Otras 5 0 5 7

7 14 21 30

Total 28 42 1 71 100

Fuente: Víctor uriBE-urán, Vidas Honorables: Abogados, familia y política en Colombia (1750-1850), Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit-Banco de la República, 2008, p. 187.

De allí en adelante, el país debía diseñar y materializar su propio destino, y aun cuando hubo voces que se pronunciaron en contra de la unión o de algunos aspectos contemplados en la nueva Carta Política, en su mayoría políticos, militares, eclesiásticos y burócratas daban muestras de abrazar con ahínco el nuevo curso que estaba tomando la vida política de los dos países.14 Pero a pesar del optimismo que el proceso despertaba, las reales condiciones materiales, políticas y sociales existentes en la nueva república prontamente pusieron en evidencia las ingentes tareas que los formadores de Estado debían afrontar, y a ello parecía comprometerse la mayoría de los miembros de las élites neogranadina y venezolana, provenientes, entre otras cosas, de las familias relativamente más acomodadas y privilegiadas de la sociedad15. 14 15

Libro de actas del Congreso de Cúcuta de 1821, Bogotá, Imprenta Banco de la República, 1971. Sobre el origen y nexo familiar de una buena parte de los funcionarios del nuevo Estado se ha elaborado diversos periles y genealogías sociales, algunos de ellos, de reciente publicación, entre los cuales se cuenta el trabajo de Víctor uriBE-urán titulado Vidas Honorables: Abogados, familia y política en Colombia (1750-1850), Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit-Banco de la República, 2008, lo mismo que el de Juana María marín lEoz titulado Gente Decente: la élite rectora de la capital, 1797-1803, Bogotá, Institutito Colombiano de Antropología e Historia, Colección año 200, 2008, a los cuales se suman otros tantos que hacen parte de la llamada historiografía tradicional como el de Eduardo acEvEdo latorrE titulado Colaboradores de Santander en la organización de la república, Bogotá, Editorial Cromos, 1944. 26

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Sin duda, uno de los aspectos cruciales que debía afrontarse era el de la precariedad iscal y inanciera en la que se encontraba hundido el país, y que ante las necesidades de la guerra había llevado a que los combatientes asumieran conductas delictivas como el pillaje y el robo de ganado, caballos y cultivos para garantizar su propia subsistencia.16 De acuerdo con el informe presentado por la comisión conformada para la liquidación de la deuda nacional, a enero de 1824 el estado de la misma ascendía a un total absoluto de 2.426.056 de pesos, comprendiendo tanto la deuda extranjera como la deuda doméstica,17 situación que obligaba a que en la mayoría de los informes que el Ejecutivo presentaba a los Representantes y Senadores se advirtiera no sólo sobre la palpable y calamitosa situación económica y inanciera por la que atravesaba el país, sino también, sobre la medidas que era preciso tomar en ese sentido. Al respecto el vicepresidente Francisco de Paula Santander, señalaba: El erario público está arruinado, el sistema de rentas necesita de nueva creación, y las necesidades que tenemos urjente [sic] obligación de reparar, no son de naturaleza de sufrir espera ni dilaciones. El gobierno ha padecido conlictos angustiados en el curso de su administración, y debe admirarse el congreso de que haya podido salir victorioso en la lucha entre las grandes necesidades públicas, y la calamidad de la fortuna de los ciudadanos18.

En razón de la aciaga situación descrita en los informes que el Ejecutivo remitía permanentemente al Congreso de la república respecto de la situación de las inanzas públicas, no fueron pocas las medidas desesperadas e impopulares que el Legislativo debió decretar y que en no pocas ocasiones exigieron la contribución efectiva de los ciudadanos. Un ejemplo de este tipo de medidas fue la ley de 8 de octubre de 1821 mediante la cual se ordenaba retener parte del sueldo de los militares con el in de garantizar el montepío de las tropas, el cual se mantuvo vigente hasta 1827, e igualmente, el decreto de 1824 por medio de cual el Legislativo, considerando que de acuerdo con los haberes, las fortunas y los bienes de toda especie de los que disfrutaban los ciudadanos, estableció que éstos quedaban obligados a pagar dos reales por cada cincuenta pesos de los que dispusieran, medida a la cual 16 17 18

Gaceta de Colombia, 3 de febrero de 1822. Gaceta de Colombia, 23 de enero de 1825. Gaceta de Colombia, 20 de abril de 1823. 27

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

quedaban sujetos todos los eclesiásticos, capellanías, cofradías, obras pías, comunidades religiosas, municipalidades y toda especie de corporaciones o particulares que tuvieran fondos o propiedades administradas. Con este mismo tipo de medidas también quedaron cobijados los jefes, magistrados y empleados de toda clase sin exceptuarse a los Senadores y Representantes de la república quienes por razón de las rentas anuales que perciban también quedaban obligados a la contribución, siendo únicamente excluidos de la misma los militares subalternos hasta el grado de capitán por razón de sus sueldos, y no así los oiciales que, desde el grado de Sargento Mayor hasta General en jefe, sólo quedaban exentos siempre y cuando se encontraran en campaña19. En el mediano plazo, y precisamente en virtud de la promulgación y mantenimiento de este tipo de medidas, no fueron pocos los conlictos generados entre algunos miembros del ejército (tanto activos como retirados) y el gobierno central, los cuales fueron alimentados por las pugnas y confrontaciones que estos individuos establecieron entre sí en razón de diversas y complejas razones que a continuación describiremos y analizaremos.

Rivalidades y Conlictos: elementos germinales de la disgregación La segunda mitad de la década de 1820 fue, desde todo punto de vista, una época de grandes y signiicativos retos para el mantenimiento del orden jurídico, político e institucional que se había impulsado tan sólo cuatro años antes con la promulgación de la Constitución de 1821. Desde 1826 la Gran Colombia se hundió en una prolongada crisis política que, dado su carácter y dimensión, fue minando las bases sobre las cuales se venía levantando el ediicio estatal e institucional, toda vez que en el seno de la república se desató una serie de imbricados conlictos en los que se enfrentaron algunos sectores del clero, la justicia, el ejército y las élites políticas civiles. Así, a la grave crisis iscal y inanciera, se agregó la exacerbación de las tensiones tanto políticas como militares que desde varios lugares del país presionaban al gobierno de Bogotá tildándolo de ineiciente y parcializado. 19

Gaceta de Colombia, 27 de junio de 1824. 28

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Uno de los acontecimientos históricos más documentados sobre las tensas relaciones que tempranamente empezaron a tejer algunos sectores de los estamentos militar y civil venezolanos con el gobierno del vicepresidente Francisco de Paula Santander es el caso del juicio, sentencia y ejecución proferida contra el coronel venezolano Leonardo Infante, no sólo porque la sentencia inal determinó su muerte, sino porque dicha sentencia dio lugar a la exacerbación de las larvadas confrontaciones que separaban a las élites civiles y militares neogranadinas y venezolanas. Se trataba de un destacado militar, nativo de los llanos venezolanos, y residenciado en Bogotá desde hacía algunos años y que en su historial tenía varios casos judiciales por confrontaciones con otros miembros del ejército. Cuando en julio de 1824 el teniente Francisco Perdomo apareció muerto cerca del barrio San Victorino de Bogotá, las acusaciones recayeron sobre Infante, dado que, según versiones recogidas en ese momento, los dos militares habían tramado una disputa días antes. Aun cuando las pruebas, los testigos y los testimonios parecían demostrar la culpabilidad del coronel, existían muchas dudas al respecto. El caso fue llevado a manos de la Corte Marcial de Bogotá como correspondía según la legislación, y ésta determinó en dos ocasiones que el oicial debía ser sentenciado a muerte. Cuando el caso fue asumido por la Alta Corte de Justicia, su presidente, el abogado venezolano Miguel Peña y dos oiciales integrantes de ese tribunal votaron por la conmutación de la pena. Por efecto de la incongruencia de las pruebas presentadas por los acusadores, el juez Félix Restrepo llamó la atención y en consecuencia propuso castigarlo con diez años de prisión. Así las cosas, la pena de muerte no podía ser ejecutada hasta tanto no contara con las irmas de todos los miembros de la Alta Corte, y este fue uno de los principales impedimentos para hacer efectiva la sentencia toda vez que Peña se negó a irmar. El caso quedó suspendido por unos meses, y mientras tanto los detractores de Peña buscaron la forma de apartarlo de su cargo, como efectivamente sucedió. Finalmente, con la aprobación de los demás jueces, la decisión de condenar a Infante se llevó a cabo el 25 de marzo de 1825 en la plaza principal de Bogotá. La Cámara de Representantes abrió investigación al mencionado juez, alegando que su negligencia iba en contra de la ley 107 que obligaba a que las sentencias debían ser irmadas por todos los miembros de la Corte. 29

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Así, la declaración del Congreso fue la de establecer que Peña era culpable de una conducta maniiestamente contraria al bien de la república y a los deberes de sus empleos, y en consecuencia le condenó a la suspensión del empleo de ministro de la Alta Corte de Justicia por el término de un año, descontándole de su sueldo el monto que debía pagarse al sustituto que desempeñara sus funciones.20 La Corte volvió a sesionar sobre la conducta de Peña y resolvió ratiicar la sentencia expedida por el Congreso respecto de su destitución. Los efectos que este episodio causó no sólo se sintieron en el matiz que tomaron las relaciones cívico-político-militares entre granadinos y venezolanos, sino que también fue determinante para el orden institucional de la república. Mientras que para los magistrados y políticos cercanos al gobierno la ejecución demostraba la fuerza que la ley tenía para castigar a cualquier ciudadano sin importar su condición, los militares venezolanos estimaban la medida como una clara manifestación de la arrogancia de los políticos bogotanos. La particular lectura que las élites granadinas hicieron sobre el asunto destacaba una vez más el afán que sus integrantes permanentemente manifestaban respecto de consolidar un orden institucional en el que la subordinación irrestricta de los militares y la supremacía de las leyes que estos venían creando no tuvieran lugar a ser controvertidas por los detractores del orden. En ocasión de la situación, algunos miembros de la élite neogranadina expresaban: ¡Permita el cielo que nunca jamás vuelva a presentarse en la República un espectáculo tan sensible no obstante su justicia y rectitud!21. El propio vicepresidente Santander, declarado enemigo de las manifestaciones de insubordinación militar, aprovechó el momento para hacer pública una vez más su aversión a las infracciones que se cometían contra la ley. En una proclama emitida en la plaza en donde se llevó a cabo la ejecución, manifestaba a las tropas asistentes: ¡Soldados de la República! Ved ese cadáver; las leyes han ejecutado este acto de justicia. (…) Soldados: esas armas que os ha coniado la República no son para que las empleis [Sic] contra el ciudadano pacíico ni para atropellar las leyes: son para que defendáis su independencia y libertad, para que protejáis a vuestros conciudadanos 20 21

Gaceta de Colombia, 27 de marzo de 1825. Gaceta de Colombia, 27 de marzo de 1825. 30

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

y sostengáis invulnerables las leyes que ha establecido la nación. Si os desviáis de esta senda, contad con el castigo cualesquiera que sean vuestros servicios22.

El mensaje era claro: los militares debían acatar de manera irrestricta las leyes de la república y los demás funcionarios públicos debían asumir sin cuestionamiento sus deberes. Durante los meses que siguieron los opositores políticos de los militares no perdieron oportunidad para escribir, publicar y hacer circular extensas editoriales y artículos de opinión en la prensa capitalina denunciando los males que se habían engendrado en la república con el mantenimiento de un ejército parasitario y renuente a someterse a las leyes y a la institucionalidad del Estado, tal como lo manifestaban los editorialistas de La Miscelánea, un periódico creado en Santafé hacia inales de 1825, quienes señalaban: cuando España nos reconozca y demos por concluida la guerra de independencia: EntoncEs, no habrá ya ningún pretesto [sic] plausible para mantener guarniciones en provincias quietas y paciicas que estando en lo interior del país para nada necesitan soldados. También veremos entonces, con la ayuda de Dios, suprimidas las comandancias militares de algunos pueblos ruines donde solo sirven para continuar sobre los tristes lugareños y los pasageros [sic] de las violencias y ultrajes que fueron inevitables en tiempo de la revolución. cuando el gobierno no pueda decir, estamos en guerra, podemos ser atacados: EntoncEs no tendremos un numeroso ejército permanente, origen de tantos males, y tantos gastos. Algunas guarniciones en las fronteras, en las plazas fuertes, y en las costas, y una milicia nacional bien organizada, serán lo suiciente para conservar la seguridad y tranquilidad de la República. cuando las habitudes [sic] de la revolución, y de la guerra que ha sido su concurrencia, hayan desaparecido, y cuando nuestro pueblo tenga más gusto en ver un campo bien cultivado y un almacén bien surtido, que una revista o una gran parada: EntoncEs lograremos como en Inglaterra, no ver que la mitad de la gente que anda por la calle va arrastrando sables, y vestida de un modo diferente que el común de los ciudadanos23. 22 23

Gaceta de Colombia, 3 de abril de 1825. La Miscelánea, 1 de enero de 1826.

31

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

A juicio de algunos testigos cercanos a esta cadena de episodios, entre ellos el mentado historiador y funcionario del gobierno de la época, José Manuel Restrepo, cuyo testimonio está consignado en una de las obras más representativas de la historiografía tradicional y nacionalista colombiana,24 la suspensión del doctor Peña no sólo había puesto de maniiesto el celo existente entre los funcionarios de Bogotá y Caracas, sino que también, había alimentado la retaliación que el doctor Peña procedió a tomar contra sus detractores bogotanos, acompañando y asesorando los levantamientos militares desatados en la municipalidad de Valencia-Venezuela encabezados por el general Páez en contra de las determinaciones tomadas por el gobierno nacional desde Bogotá, y que a la postre terminaron con el desconocimiento del gobierno central y con la autoproclamación de Páez como intendente de la ciudad y comandante de las tropas apostadas en la región25. La situación empeoró cuando a las manifestaciones de Valencia se sumaron las municipalidades de Maracay, Calabozo, Achaguas, Guasdualito, Puerto Cabello, La Guaira, Victoria, Apure y Caracas, las cuales no sólo reivindicaron el título que Valencia le había otorgado al singular oicial, sino que también, levantaron sus propias Actas en las que defendían la postura asumida por este singular general, quién a su vez, buscó la manera de legitimar sus acciones reivindicando el supuesto deseo colectivo existente entre los venezolanos de reformar la Constitución Política existente promulgada en 1821. Según los términos desaiantes con los cuales dirigió su misiva al gobierno central, éste debía estar precavido de tomar prudentemente sus decisiones ya que aun cuando él era consciente de que las insurrecciones a mano armada debían castigarse, el gobierno no debía olvidar que la fuerza no 24 25

José Manuel rEstrEPo, La Historia de la Revolución de la República de Colombia, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1950. Según lo anotaba el propio Páez, su decisión de permanecer en el cargo, contrariando lo dictaminado por el gobierno de Bogotá, se amparaba en el hecho de que tras el amotinamiento de más de tres mil personas en la plaza pública de la ciudad de Valencia, la multitud decidió proclamarlo como comandante general y director de la guerra con todas las atribuciones que para tales efectos se requerían, y que en consecuencia, éste había presentado juramento ante la municipalidad comprometiéndose a cumplir y defender los pactos allí irmados, haciendo pública su decisión de someterse sólo ante la autoridad de Bolívar. 32

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

estaba en las leyes sino en los pueblos de guerreros que una vez empuñaban las armas difícilmente podría sojuzgárseles 26. La situación sirvió de perfecta excusa para que los detractores de la injerencia de los militares en asuntos políticos, y especialmente para aquellos que despreciaban a Páez por su renuencia a someterse a los dictámenes del Congreso y del gobierno central, enilaran baterías con el in de arrinconar a los uniformados promoviendo reformas estructurales al ejército. En la misma Gaceta en donde fue publicada la carta enviada por Páez, sus editores, estrechamente ligados al gobierno de Bogotá, comentaban que las actuaciones del militar venezolano estaban signadas por la iniquidad y la insubordinación y que en nada podía compararse su actuación con la conducta loable, leal, sumisa y obediente demostrada por los generales Bermúdez, Monagas y Arismendi quienes se habían mantenido al margen de la sublevación, y siempre habían demostrado idelidad y respeto a las leyes y las autoridades,27 distanciándose de aquellos que solamente pretendían trastornar las instituciones y despedazar la república, tal como en su momento lo expresó el jurista neogranadino Vicente Azuero,28 quién a la vez lideraba los procesos de reforma al Fuero y a la Justicia Penal Militar29. En cuanto a las respuestas formales que el gobierno emitió a Páez debe señalarse que, en aras de calmar los encendidos ánimos y de paliar las crecientes tensiones, Santander persuadió al general venezolano para que se presentara ante la Corte Suprema de Justicia tal como la Cámara de Representantes lo había establecido. El tono amigable y conciliador con el que el vicepresidente dirigió su misiva, además de dar cuenta de la necesidad de dar solución a un problema que podría tornarse nefasto para el proyecto de unidad, también denota el interés de menguar las tensiones existentes entre los legisladores de Bogotá y los militares venezolanos, que por demás, 26 27 28

29

Gaceta de Colombia, 9 de julio de 1826. Idem. Fundación para la conmemoración del bicentenario del natalicio y el sesquicentenario de la muerte del general Francisco dE Paula santandEr, Acuerdos del Consejo de Gobierno de la República de Colombia 1825-1827, Bogotá, 1988, tomo ii, pp. 170-174. Véase Juan Carlos chaParro rodríguEz, “Fuero y justicia penal militar en Colombia: debates y controversias (1821-1829)”, en Memoria y Sociedad, volumen 14, número 29, Bogotá, 2010, pp. 71-90. 33

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

eran quienes conformaban la plana mayor de la oicialidad del ejército. Pero qué diferencia si U vuelve en sí y da un corte decoroso a todo este movimiento! U, será el general obediente y sumiso a las leyes, uno de los principales héroes de la historia colombiana, será el ejemplo de la subordinación militar, el objeto de las alabanzas y aun la envidia de muchos de nosotros. U., mi querido amigo Páez, va a enjugar las lágrimas de su patria si retrograda hacia el camino del orden…30.

Durante los días siguientes, los pronunciamientos contra la actitud de Páez continuaron. El levantamiento había sido considerado demasiado serio como para que los ánimos se calmaran solamente con las explicaciones que el oicial había dado al gobierno de Bogotá. Santander no ahorró esfuerzos en llamar la atención del cuerpo legislativo, de todos los ciudadanos y especialmente de los militares a quienes no solamente reclamó su lealtad, sino también, su responsabilidad y compromiso respecto de la salvaguardia de la Constitución y del orden republicano. En consecuencia, las autoridades ordenaron, mediante circular publicada en la Gaceta de Colombia, que en todas las guarniciones se les hiciera estricta mención y recordación a los militares de lo contenido en la Ley Orgánica del Ejército sancionada algunas semanas atrás, especialmente, en lo atinente a los delitos de alta traición cuando se incurría en casos de insubordinación, deliberación y entorpecimiento de las normales actividades de las autoridades legítimamente constituidas31. Decidido a confrontar la posición que Bogotá había tomado en su contra, en carta enviada al Libertador, el general Páez expresaba que la conducta insidiosa de Santander había envenenado la fuente de la administración desde su mismo origen y que el cuerpo legislativo bogotano, siguiendo sus ciegos caprichos y dominado por el inlujo de algunos de sus miembros, había terminado por sacriicar la obra que los verdaderos patriotas habían adelantado en pro de la libertad, la independencia y la república, y que a su vez, había hecho que las leyes que se emitía desde la capital fueran vistas por los ciudadanos venezolanos con suma desconianza. Sus palabras se 30

31

Citado en Luis galvis madEro, “Primeras manifestaciones de la disolución” en Historia extensa de Colombia, La Gran Colombia 1819-1830, Bogotá, Academia Colombiana de Historia - Ediciones Lerner, 1970, volumen vii, p. 446. Gaceta de Colombia, 23 de julio de 1826. 34

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

encaminaban entonces a denunciar la ilegitimidad con la que Santander venía actuando, enfatizando en que pese a los señalamientos de los que era víctima, él podía gloriarse (…) de haber dulciicado cuanto era posible la suerte de estos pueblos, colocándose muchas veces entre ellos y el gobierno, para evitar ó disminuir las vejaciones que les amenazaban, y que era esa conducta la que había hecho que SANTANDER lo considerara como el blanco á donde debían dirijirse [sic] los tiros de su poder32.

El conlicto, ya madurado entre Páez, el gobierno de Bogotá y los legisladores capitalinos que arengaban desde diversas esquinas, sólo llegó a tener visos de solución hasta que el mismo Bolívar tuvo directa participación en el asunto. Para El Libertador, era claro que el piélago de leyes e instituciones creadas hasta ese momento, además de superluas, habían contribuido a incubar las facciosas y caóticas divisiones que venían enfrentando a unas provincias con otras, pero también, habían terminado por mancillar el espíritu militar, el cual consideraba, había sufrido más por obra de los civiles (legisladores) que de los propios enemigos. Así se lo manifestó a Páez en una de sus cartas cuando señalaba que Algunos de los del Congreso han pagado la libertad con negras ingratitudes y han pretendido destruir a sus libertadores. El celo indiscreto con que usted cumplía las leyes y sostenía la autoridad pública debía ser castigado con oprobio y quizás con pena. La imprenta, tribunal espontáneo y órgano de calumnia, ha desgarrado las opiniones y los servicios de los beneméritos. Además ha introducido el espíritu de aislamiento en cada individuo, porque, predicando el escándalo de todos, ha destruido la conianza de todos33.

Con el ánimo de restablecer el orden público, limitar la injerencia de los militares en asuntos civiles y prevenir la proliferación de sublevaciones, de los cuales dio cuenta en una de sus proclamas pronunciadas en noviembre de ese año en la que al mismo tiempo advertía sobre los términos en los cuales amnistiaría a los militares sublevados en un acto que en su momento fue asumido como ley de perdón y olvido, El Libertador determinó, a través de 32 33

Suplemento a la Gaceta de Colombia, 9 de julio de 1826. Vicente lEcuna, Simón Bolívar. Obras completas, Bogotá, Ediciones Tiempo Presente, 1978, tomo iii, p. 274. 35

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

uno de sus más polémicos decretos, que en adelante todos los funcionarios públicos y las corporaciones estatales en todo su orden quedarían sujetos de la manera más estricta a las leyes establecidas, enfatizando que cualquier acto contrario sería asumido como atentatorio contra la tranquilidad pública, y que en consecuencia, quedaba prohibida la reunión de cualquier especie de junta en todo el territorio de la república a excepción de las autorizadas expresamente por el Ejecutivo.34 No obstante, y a pesar de las buenas intenciones que el gobierno expresaba en lo concerniente a calmar los exaltados ánimos, prevenir y evitar nuevas sublevaciones, y aunar esfuerzos para mantener cordiales relaciones entre los miembros del ejército y las instituciones de gobierno, los levantamientos, las insurrecciones y las insubordinaciones militares no sólo no se detuvieron, sino que se radicalizaron.

La explosión de las sublevaciones militares y la reacción de los civiles No había pasado un año de la sublevación de Valencia cuando los pronunciamientos y levantamientos de otro grupo de militares se hicieron sentir en el Cauca, Lima, Guayaquil, Cartagena y Bolivia. En efecto, después de que se conociera la aprobación de la Constitución que El Libertador había redactado para Bolivia, el comandante general del Cauca, general Juan Francisco Elizalde, si bien ratiicaba el carácter subordinado y obediente que él y sus tropas mantendrían frente a las autoridades, no dejaba de declarar su inconformidad frente al carácter monárquico de la mencionada Carta Política, alegando que en ella se relejaba tanto el espíritu esclavizador del Libertador como el desprecio por los sacriicios que los pueblos habían hecho en aras de alcanzar la libertad 35. En razón de la frecuencia con la que se estaban gestando las sublevaciones militares, y más allá de las motivaciones y justiicaciones que éstas pudieran tener, el gobierno estaba empeñado en recordar a los militares la subordinación que éstos debían guardar ante las autoridades 34 35

Gaceta de Colombia, 3 de diciembre de 1826. Gaceta de Colombia, Sección extraordinaria publicada el miércoles 23 de mayo de 1827. 36

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

constitucionalmente establecidas. En circular emitida en abril de 1827, el vicepresidente, a través de la secretaría de guerra, ordenaba a todos los comandantes de fuerza que estuvieran al frente de tropas que tanto a éstas como al cuerpo de oiciales se les leyera permanentemente todos los artículos de la Ley Orgánica del Ejército correspondientes a la debida obediencia con el ánimo de inculcar en éstos el respeto por las leyes y las instituciones36. El 16 de abril de 1827 tuvo lugar un nuevo episodio en el que, dados los acontecimientos generados en Guayaquil, la no deliberación de la fuerza armada y el carácter de subordinación que ésta debía mantener frente a las autoridades civiles nuevamente se puso en tela de juicio, luego de que la tercera división auxiliar del ejército colombiano apostada en el Perú se hubiera desplazado a la costera ciudad ecuatoriana para tomar parte en los levantamientos que las propias tropas de esa ciudad, en asocio con algunos civiles, habían tomado contra el gobierno, alegando la inconstitucionalidad con la que actuaban las autoridades allí establecidas, pero también en razón de la necesidad que los sublevados tenían de adelantar el proceso de reforma a la Constitución. Casi que repitiendo los argumentos que Páez había utilizado en su defensa a propósito de las causas que éste esgrimía para justiicar los levantamientos en la ciudad de Valencia y la conducta asumida ante los mismos, los miembros de la corporación de gobierno integrada en Guayaquil alegaban que si bien era cierto que la adhesión de ese departamento al cuerpo de la república de Colombia no había costado grandes esfuerzos más que aquellos que comprometían su libre voluntad, los favores que se había prestado para alcanzar el triunfo y la gloria de la nación, no habían sido pagados más que con la imposición de rigurosas leyes propias de los pueblos conquistados y con el establecimiento de una administración que insultaba la moral pública, vejaba los derechos y las garantías sociales, con lo cual no sólo se aniquilaba el espíritu público, sino también se profundizaba la brecha entre los gobernantes y el pueblo. Así pues, el pueblo, en uso de sus derechos y “como un lenitivo contra tan gravísimos males, pidió la reforma de la constitución, porque en ella sola creyó encontrar un remedio radical contra la inmensidad de sus daños, que por otras vías consideraba irreparables”37. 36 37

Gaceta de Colombia, 1 de abril de 1827, Biblioteca Nacional de Colombia. Gaceta de Colombia, 10 de junio de 1827. 37

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Pero así como el gobierno de Bogotá había emitido su más enérgica protesta contra los levantamientos y las insubordinaciones en Valencia, Cauca, Lima y Guayaquil, también manifestaba su apoyo a aquellos militares que actuaban en favor de la constitución y la república. A la propia defensa que los comandantes de la tercera división auxiliar del ejército colombiano apostada en el Perú hicieron de su causa y conducta luego de que protagonizaran un acto de insubordinación ante las autoridades de Lima el 26 de enero de 1827, alegando que, dado su amor a la libertad y llenas del más puro celo por el bien de la patria, no podían permanecer ajenas a lo que venía ocurriendo en esa capital,38 se sumó también la intervención del propio vicepresidente en favor de los militares comprometidos. Santander instaba entonces al Congreso para que no fuera indiferente ante la situación, más aun cuando la decisión tomada por El Libertador en el sentido de amnistiar a los militares comprometidos en las sublevaciones de Valencia, Cauca y Guayaquil se dirigía, pese a su inconstitucionalidad, a reconciliar los ánimos y volver las cosas a su estado natural: Así es de justicia i [sic] así conviene á la República i [sic] por unas mismas faltas no pueden ser jusgadas [sic] de modo diferente por el cuerpo justo i [sic] reconciliador de la nación, i [sic] porque si la división se ve escluida [sic] de la lei [sic] de olvido, ni el congreso ni yo podemos calcular los resultados39.

Pese a todos los esfuerzos adelantados en procura de paliar la crisis, ésta logró afectar seriamente el orden institucional, minando las bases del gobierno e intensiicando las relaciones entre Bolívar y Santander, toda vez que mientras para uno la conducta asumida por los uniformados colombianos en el Perú era violatoria de la ley, para el otro, dicho acto se legitimaba en virtud del in con el cual los uniformados habían actuado. Como consecuencia de las exacerbadas tensiones, ambos presentaron su renuncia ante el Congreso y éste, en sesión del 6 de junio de 1827, y a través de votación, el Legislativo no sólo les negó a ambos su petición, sino que intentando subsanar la grave situación, decretó la llamada ley de perdón y olvido con el ánimo de superar la situación de una vez por todas40. 38 39 40

Idem. Gaceta de Colombia, 3 de junio de 1827. Fundación para la conmemoración del bicentenario del natalicio y el 38

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Contrario a lo que se esperaba con la sanción de la mencionada ley, las sublevaciones continuaron gestándose atendiendo, cada una de ellas, a sus propias dinámicas y razones. Así, por ejemplo, y según versión de las autoridades de Cartagena encabezadas por el comandante general Vicente Ucros y por el general Mariano Montilla, desde el día 29 de febrero y hasta el 8 de marzo de 1828 el almirante José Padilla se alzó en armas alegando su inconformidad con los delegados que habían sido nombrados para asistir a la Convención que se reuniría en abril de ese año en la provincia de Ocaña, al tiempo que desde otras fuentes se airmaba que el levantamiento tenía su origen en la intriga, la desconianza y la animosidad que había despertado en algunos sectores de la sociedad cartagenera la reelección de Santander como vicepresidente de la república41. De otra parte, pero también en el marco de las disputas generadas por la reforma constitucional que se debatiría en la mencionada convención, un gran número de oiciales de alta graduación encabezados por el general Juan José Flores manifestaba que, aunque reconociendo la subordinación, la no deliberación y la debida obediencia al gobierno, su pronunciamiento tenía como sustento legítimo el hecho de que antes de ser militares, los uniformados eran ciudadanos portadores de derechos y que dicha condición era suiciente para hacer expresas sus opiniones y consideraciones respecto de la situación que estaba viviendo el país. Para estos generales, jefes y oiciales del ejército era claro que el empeoramiento de la crisis existente, la desconianza reinante, los partidismos y la crisis institucional, no sólo era producto del recelo propio con el que actuaban algunos diputados, considerados por los militares como enemigos de la prosperidad de Colombia y hombres ingratos al libertador que la había fundado, sino que por esas mismas razones, ellos estaban obligados a manifestarse y a actuar con el in de apoyar las voces de los ciudadanos que clamaban por una reforma constitucional que salvara la república.

41

sesquicentenario de la muerte del general Francisco dE Paula santandEr, Acuerdos del Consejo de Gobierno de la República de Colombia (1825-1827), Bogotá, Fundación Francisco de Paula Santander, 1988, tomo ii, p. 253. El amanuense ó rejistro político i militar # 44. Gaceta de Colombia, 9 de abril de 1828. 39

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

En una extensa comunicación, prolija en el verbo y fecunda en la oratoria, los militares no sólo daban un absoluto respaldo a Bolívar, sino que también excusaban y legitimaban su actuación en un supuesto sacro-santo deber patriótico; en una reclamada conducta honoríica y en una determinada voluntad de servir a la patria, cuestión que en su parecer debía traducirse en la salvación de la república, ligando la suerte de sus comportamientos con las voces del pueblo oprimido que no sólo reclamaba la reforma de la Constitución, sino que también demandaba la presencia del Libertador como guía de la nación. Asimismo, no desaprovechaban oportunidad para manifestar su abierta antipatía con los políticos, abogados y legisladores, de quienes airmaban eran simples aduladores de principios teóricos con los cuales habían dañado a la nación. En su carta a Bolívar los militares, irmantes como el bravo ejército del sur, señalaban: Estos son, señor, los votos fervientes de nuestros corazones, a los cuales no reservamos ningún jenero [sic] de sacriicios por costosos que sean, í [sic] aun cuando los ieros detractores nos insulten con los apodos de serviles, mercenarios, deliberantes (…) Los esaltados [sic] demagogos son los únicos que pueden ofenderse de nuestra resolución irrevocable, porque no consentiremos mas [sic] que se arroguen la voz de los pueblos para hacerse necios interpretes de sus voluntades42.

Dado el carácter y la dimensión de esa cadena de sublevaciones militares, las voces que reclamaban la implementación de recursos jurídicos más efectivos que permitieran poner en cintura a los uniformados no se hacían esperar: mientras que para algunos, la ley de amnistía sólo había servido para despertar los ánimos de los militares, para otros, el fuero del que éstos disfrutaban era el acicate que fortalecía ese tipo de conductas; y no faltaba quienes, como el propio Libertador, veían en esas situaciones el resultado de una política militar desacertada y lesiva para la institución castrense, impulsada generalmente por esos lanudos43 legisladores de la república que en lugar de entender los sacriicios que el ejército había hecho en pro de la 42 43

Gaceta de Colombia, 11 de mayo 1828. Esta es una expresión despectiva empleada por Bolívar para referirse a las élites neogranadinas y puntualmente a las de Bogotá, tal vez por la forma de vestir (muy abrigados) a propósito de las condiciones climáticas de la ciudad. 40

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

independencia y la libertad, se ocupaban de impulsar reformas y leyes que ultrajaban el honor militar44. Pero en el marco de esa ola de insubordinaciones y sublevaciones llevadas a acabo por los uniformados, los detractores de tales conductas no ahorraron esfuerzos en su propósito de denunciar lo que para ellos era el origen y el objetivo de tales levantamientos, recordándole a los uniformados, una y otra vez, la debida obediencia, la subordinación, la no deliberación y el lugar que les correspondía ocupar cualquiera que fuera la situación de la república. Los letrados neogranadinos reprochaban la conducta de los generales y jefes que movilizaban tropas a su gusto, increpándoles que los comandantes no debían olvidar que los cuerpos armados, en su conjunto, estaban para servir a los intereses de la nación y no a los caprichosos y mezquinos intereses de los oiciales que no sólo se abrogaban determinados privilegios, sino que se resistían a comprender y a aceptar que la consolidación de la república no podía tener lugar sin el aianzamiento de las autoridades civiles como únicas garantes de la estabilidad política y social que la nación reclamaba. Para los letrados bogotanos era claro que esa larga cadena de sublevaciones militares y el fracaso que se tenía en materia de subordinación y deliberación de los uniformados, obedecía, entre otras cosas, a la reprochable conducta asumida por aquellos comandantes retrógrados que mostraban un denodado empeño en sacar a la milicia de su esfera natural, esto es, de su condición de institución subordinada, animando los sentimientos de una supuesta superioridad de sus miembros con respecto a los demás ciudadanos y a las demás instituciones. En tal sentido, el problema estribaba en que algunos encumbrados y soberbios oiciales creían que las soluciones a los problemas que padecía la república estaban en la militarización de la nación, cuando lo cierto era que, a su juicio, la mala suerte que había tenido la república estaba signada precisamente en el pretendido predominio que los militares querían tener sobre las leyes y las autoridades establecidas. A tenor de estos planteamientos, los letrados asentían que: Si el valor es la cualidad más brillante del soldado, su sumisión a la autoridad nacional es la virtud esencial de la milicia, sin la que nada valen las proezas más grandes. No hai [sic] gloria que esceda [sic] a la de un militar, que después de haber derramado su sangre en defensa 44

Gaceta de Colombia, 26 de junio de 1828. 41

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

de sus conciudadanos, sacriica sus laureles al pueblo soberano. Pero tampoco hai [sic] un crimen más horrible que el del soldado que con las armas en la mano exije [sic] por premio de sus servicios la degradación de la patria… Penétrese el ejército colombiano, que su primer deber es ser obediente al gobierno, que se dé su patria, así como su mayor gloria es consolidarla con su subordinación45.

Según su propia, particular y auto referenciada concepción, estos hombres de letras y leyes consideraban que eran ellos los llamados a ijar los términos políticos, jurídicos e ideológicos sobre los cuales debía erigirse el nuevo orden institucional y así lo expresaban tanto en los debates que efectuaban en el Congreso como los que hacían públicos a través de la prensa mediante la cual airmaban: Combatiremos los principios que no creamos en armonía con las instituciones que nos rijen, [sic]… y como tendremos que luchar con opiniones añejas, con intereses encontrados, con preocupaciones envejecidas, y sobre todo, con hombres altivos, unos por el poder, y otros por el prestijio[sic] que los ha divinizado, es probable que encontremos enemigos en la ruta, pero esperamos de la justicia de nuestros conciudadanos que no se nos ataque con insultos y sarcasmos, porque ser demasiado prohibidas estas armas, solo sirven para desnaturalizar las cuestiones46.

No obstante, y como se insinuó anteriormente, la presión que los políticos, civiles y burócratas neogranadinos ejercían con el ánimo de contrarrestar la injerencia de los militares en asuntos distintos a los de la guerra no se redujo a las opiniones y comentarios efectuados a través de la prensa. Convencidos del lugar que social e institucionalmente debían ocupar al ser ellos las luces de la sociedad colombiana, los letrados no perdieron oportunidad para fomentar diversos proyectos jurídicos y constitucionales encaminados a reformar aspectos fundamentales como el fuero, la justicia penal militar, los salarios y los ascensos de los uniformados. Desde principios de la década de 1820, las tensas relaciones establecidas entre los políticos y los militares ya se manifestaban en razón de la negativa que una buena parte de los políticos, abogados y legisladores 45 46

Gaceta de Colombia, junio de 1830. La Miscelánea, 18 de septiembre de 1825. 42

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

mostraban respecto de los ascensos militares que obtenían y que exigían los uniformados. Según las denuncias y demandas interpuestas por los uniformados, los legisladores estaban empeñados en manchar el honor de los militares, no sólo porque los injuriaban, sino también porque les negaban y violaban sus justos derechos, valiéndose de infundados argumentos y yendo en contra de las leyes, y que entre otras cosas, se valían de diversas argucias para determinar cuándo y en qué términos se reconocía la promoción de los militares a grados superiores, desconociendo así sus derechos y sus reconocidos méritos. Así, por ejemplo, en carta abierta a los ciudadanos y compatriotas, los coroneles José Concha y Francisco Javier González, alegaban que el rechazo que los miembros del Congreso habían efectuado en contra de sus legítimos ascensos a generales de brigada, tal como lo había dispuesto el Ejecutivo, debía interpretarse como una afrenta contra la propia república y como un ultraje al honor de los militares, incluido el del Libertador, comoquiera que los méritos y el patriotismo demostrado en los campos de batalla por los oiciales del ejército, estaba siendo mancillado por aquellos que se guarnecían debajo de los solios del Congreso creyendo que era en medio de las sesiones legislativas en donde se había liberado a la nación y se le había dado vida a la república47. En lo atinente al fuero castrense es preciso destacar que este fue uno de los aspectos más polémicos y conlictivos por el que se vieron confrontados los partidarios de reformarlo o sustraerlo y los que se empeñaban en mantenerlo como un reconocimiento a los libertadores y formadores de la república. Durante la década de 1820, y especialmente durante la segunda mitad de ésta, momento en el que se gestó la caótica situación de orden público protagonizada por los propios uniformados, fueron muchos los debates que se orquestaron tanto en el seno del Congreso como en la prensa capitalina. En ese sentido, los promotores de la reforma integral al sistema de justicia penal militar, incluido el fuero, argumentaban que éste debía replantearse de una vez por todas ya que lo que hasta el momento se evidenciaba era que dicho sistema estaba 47

Biblioteca Nacional de Colombia (en adelante BNC), Fondo Quijano, Sección Hemeroteca, Referencia vfdui-03, Piezas número 40, 66, 72 y 74 de los años 1824 y 1825. 43

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

…basado en el espíritu de una monarquía absoluta y despótica, y por tanto frecuentemente se halla en contradicción con nuestras presentes instituciones, y esto da lugar a las dudas, á las interpretaciones, á la diversidad de opiniones, de donde dimanan por fuerza la arbitrariedad, la incertidumbre y la falta de sistema en la administración de justicia48.

En concordancia con estas consideraciones, los que apoyaban la medida argumentaban que tanto los militares como los gobernantes debían entender que el fuero militar era el producto de las vicisitudes propias de las guerras adelantadas por los regímenes monárquicos, despóticos y obscurantistas que buscaban asegurar, por medio de las armas, beneicios particulares, y por lo tanto, de la necesidad de premiar a los ejércitos que actuaban en nombre del rey con algunas dádivas por la consecución de las empresas trazadas.49 En consecuencia, la pervivencia del fuero no tenía ningún asidero en el contexto actual toda vez que la razón de ser de los ejércitos no era otra que la de buscar y garantizar los intereses colectivos de la nación de la cual ellos mismos hacían parte sin esperar a cambio beneicios especiales, de modo que indistintamente de su origen social o rango castrense, los uniformados debían tener presente que antes que militares, ellos eran paisanos, es decir, ciudadanos obligados a acogerse de manera irrestricta a las leyes de la república así como lo hacían los demás integrantes de la comunidad política, pues si los militares pudiesen con justicia reclamar un código particular, el mismo derecho tendrían los médicos, los abogados y todas las diferentes profesiones en que se halla dividida la sociedad; –por lo tanto–, habría tantas leyes particulares cuantas fuesen estas, y no parece necesario detenernos en combatir una legislación tan monstruosa como la que resultaría de tantas partes heterojeneas [sic]50.

Para los partidarios de sostener el fuero y la justicia penal militar, su conservación y garantía era una cuestión que no debía estar en discusión, toda vez que además de ser el justo reconocimiento que debía hacérsele a todos los uniformados que habían participado en las guerras de independencia, también se debía considerar que la carrera militar era una Gaceta de Colombia, 18 de septiembre de 1825. La Miscelánea, 30 de abril de 1826. 50 La Miscelánea, 8 de enero de 1826.

48 49

44

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

profesión única y distinta a cualquiera otra existente en la sociedad, y que por lo tanto, la legislación para los militares debía ser especial y no como lo pretendían los políticos y legisladores empeñados en promover una reforma que lesionaba la dignidad y el honor de los uniformados,51 y que de no ser así, lo único que quedaba era preguntarse si ¿No sería ridículo también ver que un oicial vestido de todas sus insignias y condecoraciones con que la patria premió sus más distinguidos servicios fuese acompañado de un alcayde [sic] á la cárcel pública por mandamiento de la justicia ordinaria? Si. Seria [sic] en efecto un fenómeno de que no hay exemplar, [sic] y seria [sic] entrar en innovaciones contrariando la practica constante que han sancionado todos los gobiernos respecto de la distinguida carrera de la milicia52.

Ahora, indistintamente de la real situación en la que se encontraban los militares en términos del goce del fuero y de la justicia penal, los letrados, juristas, políticos y abogados estaban empeñados en mantener el debate sobre el asunto esgrimiendo diversos argumentos que permitieran poner en marcha el proyecto integral de reforma. A su juicio, la vigente legislación militar, sustentada en el fuero castrense, de ninguna manera podía seguir teniendo lugar pues, al contrario de lo que pensaban algunos de los militares más godos que argumentaban que éste hacía parte de sus legítimos derechos obtenidos por la tradición o por su participación en la guerra,53 en el marco del nuevo sistema político todo el ordenamiento debía estar sustentando en la razón, la justicia, la igualdad y el buen juicio; principios fundamentales que, a su parecer, contribuirían a proscribir el oprobioso poder de aquellos que buscaban imponer su voluntad a través de las armas. Para los reformistas, la reorganización integral del sistema militar debía buscar la conciliación entre el espíritu republicano del nuevo orden y la disciplina y subordinación que las tropas debían tener para con las autoridades civiles, lo cual debía darse, según sus propios términos, a partir de la promulgación de un código penal del ejército adaptado a nuestras instituciones y a las luces del siglo 54. Puesto el asunto en una dimensión concreta, los letrados consideraban 51 52 53 54

El Indicador del Orinoco, 8 de octubre de 1825. El indicador del Orinoco, 15 de octubre de 1825. La Miscelánea, 30 de abril de 1826. La Miscelánea, 26 de marzo de 1826.

45

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

que la abolición del fuero, especialmente en lo atinente a la aplicación de justicia penal militar, lo mismo que el reconocimiento que los uniformados debían tener respecto de su condición de subordinación frente a la justicia civil u ordinaria era una cuestión que tomaba mayor fuerza si se consideraba que los jueces y magistrados civiles actuaban no sólo en virtud de su profundo, próvido e ilustrado conocimiento de las leyes y la justicia, sino también, en consecuencia con el sentimiento de conciencia y humanidad inherente a su singular profesión; principios fundamentales de los cuales los jueces militares carecían en tanto que sus nombramientos estaban dados simplemente por el prestigio de sus grados y por sus distinciones militares, lo cual daba muestra de la falta de idoneidad que éstos tenían para ejercer tan delicada materia. En concordancia con lo señalado sobre la cuestión del fuero y la justicia penal militar, es preciso resaltar que más allá de las argumentadas tesis esgrimidas en torno del asunto, este tipo de debates no sólo revela los proyectos de sociedad y de orden institucional que unos y otros deseaban establecer, sino que también expresa la lucha de intereses que legisladores, abogados, letrados, políticos y militares tenían respecto de los recursos de poder y distinción social que cada cual buscaba obtener en el marco del nuevo orden político e institucional, para lo cual tuvieron que acudir a la implementación de diversas estrategias que hicieran posible la consecución de sus singulares objetivos. Su permanente petición respecto de la necesidad de disminuir sustancialmente al ejército, e incluso, abolirlo y remplazarlo, si acaso, por una Guardia Civil, pone en evidencia el interés que estos hombres tenían de sobreponerse a cualquier otro grupo social que pudiera amenazar sus particulares intereses, y lo propio podría decirse de los uniformados en virtud de los singulares argumentos que permanentemente exponían con el in de ver reconocidos, asegurados y garantizados los suyos55. Ahora bien, mientras en el seno del Congreso de la república y de la prensa se gestaban estas disputas, lo propio sucedía en el resto del territorio nacional. Los acontecimientos que se sucedieron en buena parte del país durante los meses que siguieron a la Convención de Ocaña mostraron el grado de inconformismo y sectarismo político que se había incubado. A las sublevaciones antes descritas se sumaron los levantamientos de Caracas y 55

Véase Juan Carlos chaParro rodríguEz, “Fuero y justicia penal militar en Colombia: debates y controversias (1821-1829)” en Memoria y Sociedad, Bogotá, 2010, volumen 14, número 29, pp. 71-90. 46

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Cumaná en 1829, con los cuales, inalmente, se hizo pública la real voluntad que los miembros de las élites civil y militar tenían por separarse de la Nueva Granada. Amparándose en el fracaso de la Convención, en la imposibilidad que manifestaba Bolívar para uniicar los deseos encontrados de venezolanos y neogranadinos y de centralistas y federalistas, varias provincias venezolanas declararon su independencia. Cumaná, por ejemplo, lo hizo en diciembre de 1829, desconociendo al gobierno de Bogotá y convocando a la conformación de una convención de los pueblos venezolanos y entregando el mando civil y militar al general José Antonio Páez, quién contó con el apoyo de un buen número de oiciales del Ejército y la Milicia. Entre tanto, el general Santiago Mariño se dispuso a retirar las tropas venezolanas que se encontraban emplazadas en la provincia de Pamplona, convidando a otros de sus coterráneos a hacer lo propio. Finalmente esta tarea se llevó a cabo con el argumento de que era preciso retornar las tropas venezolanas a ese país con el in de asegurar la plena libertad para que los ciudadanos neogranadinos pudieran manifestarse como quisieran sin sentirse amenazados por eventuales medidas de fuerza.56 Estas determinaciones, además de poner de maniiesto el sentir que los militares venezolanos tenían de separarse de la Nueva Granada, también muestran el celo que algunos oiciales, como el propio Mariño, tenían con Bolívar. El retiro de las tropas obedecía también, en efecto, a la decisión de contrarrestar la determinación que en un momento dado El Libertador pudiera tomar en el sentido de utilizar al ejército para perpetuar su proyecto político dado el fracaso de la Convención de Ocaña. Tratando de apaciguar los ánimos y en respuesta a esta y otras manifestaciones el gobierno optó por derogar el decreto referido a los juicios y penas que se debían efectuar contra las personas señaladas de haber agenciado la conspiración de septiembre con la que se buscó asesinar al Libertador, y al mismo tiempo se ordenó a los comandantes generales de los departamentos de Cundinamarca, Antioquia, Boyacá, Cauca, Magdalena y el Istmo indagar sobre la voluntad que tenían los militares venezolanos y ecuatorianos de quedarse sirviendo en los lugares en los que se encontraban o si preferían regresar a sus lugares de origen. 56

Un detallado recuento de estos procesos está documentado en la Gaceta de Colombia, Sección extraordinaria publicada el 28 de junio de 1830. 47

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Ya para esta época las tensiones entre civiles y militares y entre venezolanos y neogranadinos habían llegado a tal punto que todo indicaba la inminente disolución del pacto político establecido con la Ley Fundamental una década atrás. La negativa del Congreso a adoptar los términos que proponía Bolívar para aceptar nuevamente la primera magistratura en 1830, así como los maniiestos intereses que tanto venezolanos como neogranadinos demostraban por la separación, encendió los ánimos ya no sólo entre los militares y los civiles, sino también entre los militares mismos, toda vez que ante el nombramiento de Joaquín Mosquera y Domingo Caicedo como presidente y vicepresidente, respectivamente, los uniformados venezolanos prendieron las alarmas del futuro cercano que le esperaba al país, no sólo por las sublevaciones que efectuaron en Bogotá y por la retirada de tropas hacia Venezuela, sino también porque los uniformados venezolanos depusieron al presidente e impusieron un gobierno de facto en cabeza del general Rafael Urdaneta. Durante varios meses el país se sumió en una corta pero sangrienta confrontación. En tal situación, el ejército quedó dividido en varios frentes; unos apoyando la dictadura de Urdaneta y otros apoyando el regreso del gobierno establecido por el Congreso. Mientras que en Bogotá un nutrido grupo de militares levantó sus voces y fusiles en apoyo del retorno de Bolívar, en distintas provincias se generaron levantamientos en los que participaron militares y civiles inducidos a las manifestaciones, que como resultado dejó la muerte de un gran número de militares que gestaron batalla cerca de Bogotá y el regreso del gobierno de Mosquera al poder luego de las negociaciones que los sectores beligerantes acordaron. El convenio de Apulo, como se le conoció a este acuerdo celebrado el 28 de abril de 1831 entre los generales Rafael Urdaneta y Domingo Caicedo (este último, vicepresidente de la república) buscó darle una salida política a la crisis consignando en el olvido las causas que habían generado el golpe de Estado, lo mismo que garantizar a los militares comprometidos el resguardo de sus propiedades, derechos, grados y honores, y por sobre todo, jurar y guardar lealtad al gobierno que se constituyera en el corto plazo. No obstante, la dimensión y el carácter de las diferencias incubadas alrededor de lo que cada quien creía debía ser el rumbo político de la república terminaron profundizando la crisis y dando la estocada inal al proyecto de unidad política planteada por Bolívar, quien luego de terminar su exilio, murió en

48

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

Santa Marta el 17 de diciembre de 1830, sin que como él lo esperaba, su deceso contribuyera a reconstituir la unión de estos pueblos.

Conclusiones Como se ilustró a lo largo de este artículo, las pugnas y conlictos tejidos entre políticos, civiles, burócratas y militares durante el periodo estudiado no obedecieron a las mismas razones ni tuvieron siempre los mismos efectos. En virtud de tal situación, se hace entonces necesario resaltar el hecho de que la heterogeneidad y la complejidad de los diversos y problemáticos conlictos generados entre los actores que aquí fueron objeto de estudio, hace difícil, si no imposible, trazar una sola línea de interpretación que sea lo suicientemente convincente y demostrativa de la naturaleza de estas rivalidades, y sobre todo, de los efectos directos que éstas tuvieron en la disgregación del proyecto de unidad política y administrativa que Bolívar se había trazado para los territorios liberados de Venezuela, Quito y la Nueva Granada. Por el momento, y en concordancia con esta consideración, solamente podemos señalar que en atención a la interpretación de las fuentes consultadas, es necesario precisar que aun cuando muchas de las rivalidades que se generaron entre los políticos y burócratas neogranadinos con los militares, venezolanos en su mayoría, tuvieron un trasfondo político e ideológico, éstas también relejaban la conlictividad personal y grupal generada entre aquellos que aspiraban a seguir manteniendo y perpetuando para beneicio propio determinados privilegios de carácter burocrático, político e institucional que en el marco del viejo orden colonial otorgaban distinción y reconocimiento social, y aquellos que, como en el caso de algunos militares ascendidos a grados superiores durante la marcha de la guerra, aspiraban a disfrutar de los beneicios otorgados por su participación directa en la gesta libertadora y a obtener y mantener el reconocimiento social y político que les dispensaban sus títulos y honores en el nuevo orden institucional. Además de los ejemplos citados en el texto, bien podríamos airmar nuestra observación diciendo que claro ejemplo de este tipo de tendencias la constituye la abierta manifestación que en su momento efectuaron los civiles que se oponían férreamente a los nombramientos que a lo largo de la

49

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

década de 1820 los uniformados obtuvieron en distintas carteras del Estado, y especialmente después de la crisis de 1826 que se extendió prácticamente hasta 1830, momento en cual los letrados, abogados y políticos, increpando las decisiones del gobierno, se preguntaban: ¿Cómo es que estos señores obtienen los primeros destinos de Colombia si el jeneral [Sic] Bolívar piensa en la felicidad del país y en restablecer el orden y la unión? ¿Podrá restablecerse el orden dejando á la cabeza de los pueblos los principales instrumentos de la insurrección? ¿No estarán estos con el in de responder á cualesquiera novedad, viva el presidente vitalicio, viva el emperador? Cada cual lo jusgue [sic]57.

Al analizar el contenido de las manifestaciones que en ese sentido planteaban los miembros de la élite civil se observa que este fue, en efecto, uno de los argumentos más reiterados que letrados, abogados, juristas y políticos esgrimieron frente a quienes de alguna manera empezaron a ser concebidos como opositores, detractores y entorpecedores de sus proyectos políticos y sociales. En consecuencia, estos individuos no ahorraron esfuerzos para señalar, desprestigiar y deslegitimar las peticiones y posiciones que otros sujetos (entre quienes iguraban militares y clérigos) solicitaban y obtenían entorpeciendo los intereses burocráticos, políticos y sociales que ellos deseaban obtener y usufructuar. De igual manera, es preciso destacar el hecho de que las rivalidades también estaban teñidas por diferencias de tipo ideológico y cultural, toda vez que mientras que los abogados, políticos, burócratas y legisladores reclamaban para sí su legítima preponderancia en las altas instancias del naciente Estado dada su formación profesional y su compromiso con la defensa de las garantías propias del Estado de derecho, los militares reclamaban prerrogativas argumentando que era en el valor del ejército y no en la arrogancia de los abogados en donde se encontraba el alma de la nación y el germen del Estado. Esta última consideración, ya planteada por Bolívar en la antesala del Congreso Constituyente de Cúcuta de 1821, en la que manifestaba que la voluntad del pueblo estaba en el ejército y no en las opiniones de los letrados,58 se constituyó en un verdadero recurso de poder discursivo 57 58

El Zurriago, 7 de enero de 1828. Vicente lEcuna, Simón Bolívar. Obras completas, Bogotá, Ediciones Tiempo Presente, Fundación para la Investigación y la Cultura, 1978. 50

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

utilizado reiteradamente por una buena parte de la oicialidad militar en momentos de creciente tensión con sus opositores. Finalmente, es preciso ratiicar que lo expuesto anteriormente no debe llevar a suponer, en manera alguna, que civiles y militares fueran individuos y agentes eminentemente antagónicos, y mucho menos enemigos declarados. Si bien es cierto que las confrontaciones que éstos mantuvieron expresaba la lucha que poco a poco se fue incubando entre unos y otros por la búsqueda y consecución de determinados privilegios, que ciertamente incluían lo burocrático, lo mismo que la búsqueda del reconocimiento y la preponderancia social, política e institucional, y que en el caso de los uniformados estaba signada, entre otras cosas, por la distinción, la digniicación y la conservación de lo que en sus palabras se deinía como el honor militar, no es menos cierto que entre esos dos actores existían y siguieron existiendo temas fundamentales de común encuentro y entendimiento. Por otra parte, y de acuerdo con el señalamiento efectuado inicialmente respecto de los propósitos, límites y alcances de esta disertación, es preciso enfatizar en que el artículo es, antes que todo, un ejercicio exploratorio y descriptivo del problema ya enunciado, que circunscribe su estudio y su relexión a lo expresado por las élites neogranadinas desde la capital de la naciente república durante el periodo analizado, y en ese sentido no se trata de una investigación exhaustiva y pormenorizada que busque dar cuenta de la totalidad y de la complejidad del conlicto y las tensiones generadas en toda la república; cuestión que obligaría a tomar con especial consideración lo sucedido en Caracas y Quito en torno de este tipo de rivalidades y discrepancias. Asimismo, es necesario precisar y resaltar que aun cuando las fuentes que pueden y deben nutrir y sustentar una investigación de este talante no se agotan en las que en este caso hemos consultado, para efectos de lo que deseábamos expresar nos valimos, además de la bibliografía referenciada y comentada a lo largo de este artículo, de una serie de periódicos, algunos de ellos de muy pocos tirajes, que fueron publicados durante los últimos años de la década de 1810 y los que se publicaron durante la década de 1820, entre los cuales se destaca El Correo del Orinoco, La Gaceta de Colombia, La Miscelánea, El Indicador del Orinoco y El Zurriago, a través de los cuales tanto los militares como los civiles, los políticos y los burócratas neogranadinos publicitaron amplia y permanentemente sus discusiones respecto de diversos 51

Políticos y militares: pugnas y conlictos en el marco de la coniguración... /Juan Carlos Chaparro Rodríguez / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xvii, número 18, 2011 / pp. 17-52

temas, entre los que sobresalen el mantenimiento, reducción o abolición del ejército, el mantenimiento, reforma, modiicación o abolición del fuero y la justicia penal militar, lo mismo que lo atinente al pago de salarios y pensiones a los militares que habían participado en la guerra de independencia.

52

LA ALImENTACIóN EN EL PERíODO FINISECULAR DEL ANTIGUO RéGImEN EN LA PROVINCIA DE VENEzUELA miguEl fEliPE dorta1 Universidad Central de Venezuela

Resumen: El inal de la época colonial en las provincias de España encierra, para los historiadores de la cultura, el momento ideal para encontrar respuestas sobre el desarrollo de la mentalidad e idiosincrasia de los hispanoparlantes, en lo general, y los venezolanos, en lo particular. El paso a la vida republicana y el sostenimiento de algunas prácticas culturales y una forma de concebir la realidad social, muestra el interés distintivo de esta época. Es por esto que la comida, desde sus formas de encontrarlas hasta de consumirlas, es tan importante dentro de este momento histórico. Los hábitos alimentarios se establecen como primordiales desde el momento mismo en que son consumidos, pero cobran importancia cuando son demandados por algunos con más insistencia, bien sea para saciar el hambre o por su carga imaginaria de status y privilegios que los ubique en algún escalón superior de la pirámide social.

1

Historiador (UCV). Docente e investigador. Cursante del Doctorado en Ciencias Sociales de la UCV. Autor de ¡Viva la arepa! Sabor, memoria e imaginario social en Venezuela (en prensa) y de artículos en revistas especializadas, entre los que destacan: “Guía para el investigador americanista: Caracas, Venezuela”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 2009. Correo: [email protected]. Recepción: 02/02/2011. Aprobación: 02/07/2011. 53

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

Palabras clave: Alimento, hábitos alimenticios, Antiguo Régimen, status social.

Food in the end of the Ancient Regime in the province of Venezuela Summary: The end of the colonial period in Spanish provinces holds for historians of culture the ideal time to ind answers about developing the mindset and idiosyncrasies of Spanish speakers in general, and the Venezuelans, in particular. The move to a republic system and the maintenance of cultural practices and ways of thinking about social reality shows the distinctive interest of this era. This is why food from their ways of inding up to consume is important in this historical moment. Eating habits are established as essential from the moment they are consumed, but become important when sought by some more insistently, whether to satisfy the hunger or its imaginary status cargo and privileges that locate in a higher step of the social pyramid. Keywords: Food, Food habits, Ancient Regime, social status.

Introducción Cuando tratamos de establecer líneas de análisis sobre lo que representaba la alimentación o la comida en la última etapa del Antiguo Régimen (segunda mitad del siglo xviii y las dos primeras décadas del xix) no podemos dejar de pensar, antropológicamente hablando, que la comida o los frutos en los paisajes americanos están determinados, en primer lugar, por un proceso de intercambio, sustitución, formas de consumirlo y distinción entre los que los consumen y sus formas de ostentarlos y, segundo, que la comida, como actualmente la conocemos, se forma a través de un proceso de memoria oral dejando como síntesis cultural lo que tenemos en la mesa diaria o esporádicamente. Tampoco podemos dejar de decir que la alimentación, tal como la planteó Lévi-Strauss en su clásico Lo crudo y lo cocido (1964), se estructura entre lo crudo (alimentos) y lo cocido (comida); formando así, una tradición natural, para lo primero, y una tradición cultural que demarca la 54

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

identidad del grupo que lo disfruta, para lo segundo. El presente trabajo, trata sobre estas necesidades al momento de interpretar la estructura alimentaria de Venezuela; en la primera parte se analiza la implantación de los rubros alimentarios que determinaron la mesticidad alimentaria que se estableció en el período de lo que se conoce como el fraguado de los regímenes alimentarios, propuestos por José Rafael Lovera; en segundo lugar, desde una perspectiva más imaginaria, la función de los alimentos en la dieta alimentaria y sus implicaciones en la distinción social y cómo estos se observan en lugares, mesas y dietas de las distintas condiciones y calidades de la sociedad colonial y, por último, las implicaciones que cada uno de ellos tiene en la estructura de la llamada formación identitaria del gusto criollo.

La producción agropecuaria: La implantación de los rubros alimentarios agro-americanos por agro-europeos y agroafricanos en las tierras venezolanas Durante el siglo xviii, se podría pensar que el desarrollo de la agricultura en la provincia de Venezuela ya estaba suicientemente deinido para hablar de una agricultura establecida de productos autóctonos y foráneos. Las especies que el europeo y el africano plantaron en suelo americano responden en parte a sus dietas alimentarias cotidianas en sus continentes de origen. Sin embargo, todo el proceso de siembra en los paisajes venezolanos responde, a su vez, a una sustitución de rubros por otros que se encontraban en los conucos de algunas comunidades indígenas dentro del país. Parte de la sustitución de alimento, de alguna manera, no determina los cambios sustanciales de la dieta mestiza ya que en algunas comunidades indígenas actuales se continúa consumiendo casi todos los alimentos sembrados o recolectados; cazados o pescados, tal como los que existían en la Venezuela de la primera parte de la conquista: el ocumo, la batata, los frijoles, la auyama, la yuruma, ajíes, maíz, yuca, papa, chigüire, pabón, morocoto, iguana, culebra, venado, etc2. 2

José Rafael lovEra, Historia de la alimentación en Venezuela. Con textos para su estudio, Caracas, Monte Ávila Editores, 1988. Cecilia ayala laféE y Werner WilBErt, Hijas de la Luna. Enculturación femenina entre los Waraos, (Monografía número 45), Caracas, Fundación La Salle de Ciencias Naturales, Instituto Caribe de Antropología y Sociología, 2001. 55

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

Por ejemplo de los guaraúnos, población indígena que se encontraba en las islas de la desembocadura del Orinoco −actual estado Delta Amacuro−, el viajero Francisco Depons (1808), dice: Los Guaraúnos, pobladores de las islas formadas por el Orinoco en su desembocadura, son los que se alimentan mejor. Su situación les asegura todo el pescado necesario. Tienen, además, una especie de palma, llamada moriche, que les suministra abundantemente pan, vino, etc.; pero en general, la alimentación de los indios salvajes no es ni abundante ni igual en todos los tiempos. La caza y la pesca son casuales; además, una y otra dependen del tiempo; los frutos tienen también sus estaciones3.

Regionalización de los panes aborígenes en el período prehispánico En la búsqueda de una regionalización de los rubros americanos pertenecientes a las culturas originarias de Venezuela, podríamos decir que los alimentos que poseen toda la cristalización de la cultura agraria eran el maíz (Zea mays L.) y la yuca (Manihot esculenta Crants); ambos frutos fueron no sólo su alimento de subsistencia sino que formaron parte importante del proceso agrícola prehispánico, demostrándose así una dicotomía alimentaria en la geografía del país: para el occidente el maíz y para el oriente la yuca, aun durante el establecimiento de los europeos en 1498. Por otra parte, ambos productos trajeron consigo la implementación de herramientas y técnicas que lograron consolidarlos inalmente en dos panes, consumidos y queridos celosamente por los venezolanos: la arepa, por parte del maíz, y el cazabe por la yuca. La yuca, tubérculo caribeño, se constituyó como el primer alimento de las comunidades indígenas más primitivas que se encontraban en el territorio actual venezolano, dado que fue el alimento de los grupos protoagricultores y horticultores de Suramérica. Se estima que este tubérculo se propagó por todo el territorio venezolano alrededor de 1020 a.C., por su noble característica de enterrarse en la tierra y producir más de tres veces la cantidad de su 3

Francisco dEPons, Viaje a la parte Oriental de Tierra Firme en la América Meridional, Caracas, Bancos Central de Venezuela, 1960, tomo i, p. 144. 56

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

arbusto. Su pan: el cazabe, revolucionó muy temprano por su compleja tecnología, ya que se usaba la variedad tóxica (yuca amarga), la cual contenía un veneno poderoso llamado yare que es extraído con el sebucán. Por otra parte, uno de los importantes aportes de este pan a dichas comunidades, es que perdura más tiempo que otros alimentos, como el caso de la arepa, la hallaca o hallaquita de maíz y, al mismo tiempo, es más fácil transportarlo de un lugar a otro. En lo que respecta al maíz, gramínea mesoamericana, se constituyó en el alimento agroalimentario de las sociedades autóctonas que se encontraban en toda la parte noroccidental del país. Aunque se difundió tardíamente, su foco de irradiación se estableció, según asegura la arqueología, en la zona del piedemonte andino, Quíbor y El Tocuyo, alrededor del año 230 a.C. Se ha podido determinar que el maíz que consumían dichas sociedades era el denominado Pollo y el Yucatán, aunque existieron otras especies, tal como lo asegura Matías Ruiz Blanco, para mediados del siglo xvii: “Del maíz hay seis o siete especies, y es de diversos colores. Uno, que llaman amapo, da fruto a los cuarenta días. Es muy pequeña la mazorca, y así no hacen pan de él, sino muy poco, que lo más lo comen asado antes de que se endurezca.”4. Y en cuanto a la forma de sembrarlo, relata: “no aran ni cavan la tierra, sino rozan el monte y lo queman y en lloviendo, que está blanda la tierra, siembran a golpes el maíz hoyando con unos palos de pie derecho, y después si sale alguna hierba la limpian y no hacen más diligencia. Cada tercer año hacen roza nueva para sembrar huyendo de la molestia de la hierba”5. Es importante destacar, por otra parte, que el uso de las herramientas básicas para obtener la harina de maíz (metate y aripo) se mantuvo hasta bien entrado el siglo xix; veamos, en palabras de Felipe Salvatore Gilij en 1780, sobre la hechura de la arepa: 4

5

Matías ruiz Blanco, Conversión de Píritu, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1965, p. 15. Acerca del término amapo, Lisandro Alvarado le atribuye a los vocablos amapo o amapito procedencia tamanaca, akmápi, en tanto que en lengua cumanagota se diría amápo. Describe esta variedad, a la que llama maíz tempranero, de un “alto de 1 m 50, que en el Alto Llano fructiica a los 40 días. Mazorca mui pequeña, grano y corucho blancos o morados. Siémbranlo particularmente, por su rápido crecimiento, para hacer por agosto pan de maíz tierno (cachapas)”. (Lisandro alvarado, Glosario de voces indígenas de Venezuela, Caracas, La Casa de Bello, 1984, p. 21.) Matías ruiz Blanco, op. cit., p. 61. 57

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

(…) coger la harina de maíz, ponerla en una tutuma, y allí mismo, echando agua, convertirla en pasta. Pero después de haberla hecho pasta dentro, la sacan de la tutuma, y con las manos la aplanan a modo de hogazas redondas, que de ordinario son del grueso del dedo pulgar, y como de medio palmo de diámetro. Así se hacen las arepas de maíz cariaco. El yucatán, como es más duro, se cuece ligeramente para hacer arepa, y se muele [en un metate] a modo de cacao. La una y la otra arepa se cuece como el cazabe, ni más ni menos. Pero entre la una y la otra hay notabilísima diferencia6.

Otra descripción importante, es la que hace Bernabé Cobo (1652) sobre el tratamiento del maíz: “lo muelen después así mojando en una piedra llana [metate] con otro [sic] piedra pequeña, y sobre la misma piedra se amasa y hace pan, sin llevar sal, levadura ni más recaudo que una poca de agua fría. […] La otra manera de moler el maíz para hacerlo harina, es que lo echan seco sobre una losa grande y lo muelen con otra piedra mediana [metate] que trae una persona a dos manos”7.

La importación de productos foráneos Con la conquista comenzaron a implantarse los nuevos rubros agroeconómicos que van a deinir todo el proceso de la siembra en la Venezuela colonial; por un lado, la introducción del ganado bovino, caprino y porcino desde el siglo xvi deinirá notablemente la producción de estas carnes: en los Llanos, para el caso del primero; en la zona occidental (Lara, Falcón y Zulia), para el segundo y, en cuanto al tercero, éste se desarrolló de forma doméstica. Por otra parte, legumbres y vegetales como lechuga, berenjena, calabacín, pepino…, fueron alimentos cotidianos en las cocinas y en los conucos de los habitantes de las zonas urbanizadas y rurales. Es importante tener en cuenta que los europeos que emprendieron la aventura conquistadora, se vieron obligados a consumir los alimentos americanos para subsistir en el territorio desconocido, tal como lo airma Jorge Spira en 1535, durante la 6 7

Felipe Salvatore gilij, Ensayo de historia americana, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1965, tomo ii, p. 254. Citado por José Rafael lovEra, op. cit., p. 215. (La cita pertenece a Bernabé coBo, Historia del Nuevo Mundo, Madrid, Ediciones Atlas, 1956, tomo i). 58

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

expedición a la región de Barquisimeto: “No había otra cosa que yuca y maíz que no sólo hacen daño a los enfermos, sino también a los sanos que no están acostumbrados a tal comida”8. Por otra parte, la yuca −y en su forma de cazabe− fue muy importante para la estrategia de la conquista, ya que gracias a la comodidad de llevarlo consigo, fue el alimento predilecto para los expedicionarios españoles. Sobre esto, Fray Pedro de Aguado dice: “yvan por la yuca a las labranzas, arrancavan, traíanla a cuestas a su rreal y por sus propias manos las rrallavan, esprimian y aderezavan para hacer casave”9. Ahora bien, los europeos trataron de implantar todos los alimentos que conocían en el Viejo Continente, como es el caso del olivo y de la vid, los cuales no prosperaron; aunque ocurrió algo novedoso con la sustitución de algunos productos que no se dieron en las recetas de la Metrópolis, tal es el caso, del dulce de membrillo (Cydonia oblonga) que fue elaborado con guayaba (Psidium Spp.) y ante la ausencia del azafrán (Crocus sativus), para darle color a las comidas, se comenzó a usar el onoto (Bixa Orellana). Sin embargo, el trigo (Triticum vulgaris) tuvo éxito, aunque pocas fueron las veces que se dio en grandes cantidades, lo que tenía para el europeo una signiicación trascendente para mantener su dieta, su identidad y, más aún, su fe: ya que con dicho grano se elaboraba el pan de ácimo de la religión católica (la Hostia), que era nada más y nada menos que el cuerpo de Cristo; lo que le permitía continuar con la conquista espiritual de los indígenas del territorio. De esta forma, para principios del siglo xvii Venezuela se convierte en uno de los países con los trigales más importantes del continente ya que en las tierra del valle de Caracas, los grupos de poder comenzaron a cultivar este cereal en forma masiva, lo que trajo consigo la creación de molinos para procesarlos en el piedemonte avileño y en las quebradas de Catuche y Anauco. Acerca de estos molinos, Lovera comenta: El tipo de molino implantado en Venezuela fue, según testimonios disponibles, el de rueda hidráulica horizontal o de rodezo. Esta máquina, heredada de la antigüedad, era el más simple de los instrumentos de moler que utilizaban la fuerza del agua corriente, pues no requería un ensamblaje muy complicado ya que el 8 9

José Rafael lovEra, op. cit., p. 47. Pedro dE aguado, Historia de Venezuela, Madrid, Imprenta y Editorial Maestre, 1950, tomo i, p. 511. 59

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

movimiento de rodezno era transmitido directamente a la muela mediante un eje vertical. Además, era de pequeñas dimensiones y correspondía perfectamente al medio físico de las regiones nuevamente pobladas, ubicadas en zonas montañosas con abundantes corrientes de agua10.

Acerca del cultivo de trigo en Caracas, Polanco Martínez comenta que “La harina de trigo tenía para entonces (1620-1621) primacía sobre todos los demás artículos, pudiéndose decir que constituyó este período la edad de oro del comercio harinero venezolano. Los trigales de Caracas y de los Andes fueron por varios años los proveedores del pan y la galleta para las tripulaciones de las lotas de Portobelo, que recibían vía las Antillas y Cartagena de Indias estos mantenimientos enviados desde La Guaira y San Antonio de Gibraltar.”11. Pero la realidad del trigo no fue por siempre, y es que a partir de 1626 la rentabilidad económica para la Metrópoli la comenzó a tener el cacao (Theobroma cacao) y, por ende, para los amos-propietarios. Ante el vertiginoso cambio que trajo para la agro-economía colonial, el Cabildo caraqueño alerta sobre los peligros de abandonar los cultivos de trigo, porque al parecer “los cultivadores de trigo y de maíz han dejado las dichas labranzas e ídose a labrar cacao”12. Dos años más tarde, es una realidad que los cultivos de trigo fueron echados a la fortuna de Dios, porque en otra acta se asegura que ocho vecinos de Caracas ya “tienen [un] caudal considerable de hacienda de cacao”13. Ya sin cultivo de trigo en la región, se comenzó a importar de 10

11

12

13

José Rafael lovEra, “El cultivo, beneicio y consumo del trigo en Venezuela colonial. Un capitulo olvidado de la historia alimentaria”, en José Rafael lovEra, Estudios de varia historia, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2002, p. 128. Citado por Eduardo arcila farías, Federico Brito figuEroa y D.F. maza zavala (directores), “La formación de la propiedad territorial”, en Estudio de Caracas, Historia, tecnología, economía y trabajo, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1967, volumen ii, tomo ii, p. 971. (La cita pertenece a Tomás Polanco martínEz, Esbozo sobre historia económica venezolana, tomo 1, p. 81). Ibídem, volumen ii, tomo ii, p. 972. (La cita pertenece a Tomás Polanco m artínEz , Esbozo sobre historia económica venezolana, Madrid, Editorial Guadarrama, tomo 1, pp. 147) Ibídem, volumen ii, tomo ii, p. 973. (La cita pertenece a Tomás Polanco martínEz, Esbozo sobre historia económica venezolana, Caracas, Áncora, 1950, tomo 1, pp. 266). 60

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

otras partes de América y Europa, lo que hizo que el costo de la harina se elevara hasta el punto que solamente la élite podía obtenerla. En la región de los Andes, sin embargo, se mantuvo el consumo de trigo durante todo el período colonial gracias a las notables importaciones que auspiciaba, sobre todo, la compañía Guipuzcoana. Otro alimento, que estuvo signado por la economía colonial fue el azúcar, lo que hizo que se generara más demanda de esclavos para satisfacer los mercados europeos. En cuanto al elemento africano, estos trajeron consigo el ñame (Dioscorea alata) y el plátano (Musa paradisiaca), aunque fue introducido por los europeos, éste se mantuvo siempre en la ingesta de los africanos. Este último se transformó en el alimento predilecto de los negros esclavos, a tal punto, que lo usaban como pan (en tajadas, sancochado o en bollos) y en platos como la cafunga. En cuanto a la alimentación de los africanos, solamente podemos decir que por haber sido traídos a la fuerza para servir como esclavos, se valieron sólo de la dieta del indígena, es decir, de una variedad de productos que estaban considerados como de segunda categoría.

La comida como elemento de distinción de cada uno de los grupos étnicos-sociales Para inales del siglo xviii los grupos humanos se manejaban bajo los códigos de distinción. Ya el consumo de los productos americanos en la alimentación de subsistencia durante la conquista fueron excluidos de la dieta de los descendientes de los conquistadores; este sector minoritario: los mantuanos, blancos acaudalados de los centros urbanos, gozaban de una alimentación que tradicionalmente habían heredado de Europa, pese a la existencia de productos autóctonos. Alejando de Humboldt, en su visita a la ciudad de Caracas en 1790, dice que: “Los españoles recién transplantados a América estaban menos acostumbrados a nutrirse con maíz: ateníanse más todavía a los hábitos de Europa”14; aparte de la calidad, se trataba también de la cantidad: en el interior de cada una de estas casas, se gozaba de tres comidas diarias, particularmente abundantes y ostentosas. Según Gilij, parte 14

Alejandro dE humBoldt, Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, Caracas, Monte Ávila Editores, 1991, tomo iii, p. 82. 61

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

de la diera diaria era a base de chocolate: “no digo que al almuerzo o la cena […] sino que al desayuno y la merienda el chocolate es lo primero que se sirve”15; lo que conirma Humboldt: “Vivíamos a la usanza de la gente acomodada del país, tomando dos baños, durmiendo tres veces y haciendo tres comidas en las veinticuatro horas”16. Pero una manera en que los criollos mostraban el status ante los extranjeros, es la que describe J. J. Duaxion Lavaisse, en 1807: “Los habitantes de Caracas y los de las otras ciudades los unos en casa de los otros; y son muy sobrios. Pero frecuentemente, hay meriendas o colaciones, en las cuales no se sirve jamás carne, sino chocolate, café, té, pasteles, conituras y vinos de España. Es allí donde les gusta exhibir sus porcelanas y cristalerías”17. Entre los alimentos que las familias mantuanas caraqueñas traían de Europa a Venezuela para sus convites se encuentra, en primer lugar, harina de trigo; seguido de aceite de oliva, aceitunas, alcaparras, almendras, anís, avellanas, canela, clavos de especia, nueces, ideos, garbanzos, manteca del norte de América; en cuanto a los pescados, se destacan el atún en salmuera, los arenques, las sardinas, las anchoas, el bacalao y el salmón; del mismo modo, se importa queso de Flandes, chorizos, salchichas, morcillas, jamón, etc. Y las bebidas son: cerveza, cidra, ginebra holandesa y, principalmente, aguardiente y vinos de uva de España o Francia. Otra particularidad que tenían las mesas de los mantuanos para mostrar su status era en la complejidad de las recetas de sus banquetes. Tal es el caso de los convites ofrecidos por Manuel Guevara de Vasconcelos en 1799, en donde se cotizaron: “8 frascos de aceite; 2 botijuelas de aceitunas y 10 frascos de las mismas conitadas; 2 botellas de agua de azahar; 6 frasquitos más un cajón de anchoas; 2 libras de café molido; 2 carneros; 2 cecinas; escarolas; 15 libras de ideos; 10 frascos de frutas en aguardiente; 17 gallinas; 30 libras de garbanzos; huecas o azucarillos; 2 jamones; 15

16 17

Felipe Salvatore gilij, Ensayo de historia americana o sea Historia Natural, civil y sacra de los reinos, y de las provincias de Tierra Firme en la América meridional, Bogotá, Editorial Sucre, 1955, p. 55. Alejandro dE humBoldt, op. cit., tomo iii, p. 91. J. J. dauxion lavayssE, Viaje a las islas de Trinidad, Tobago, Margarita y a diversas partes de Venezuela en la América meridional, Caracas, Universidad Central de Venezuela-Instituto de Antropología e Historia, 1967, p. 293. 62

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

lechugas; 5 lenguas; manteca; 8 pesos de pan de varias clases, entre las que han de mencionarse el aliñado y el francés; tres pavos; pepinos; 5 frascos de pimientos encurtidos; además de pimientos frescos, rábanos, repollos; y 1 cuñetico o pequeño barril de salmón. Sin contar almendras, azúcar, bizcochuelos, canela, clavos de especia, conites, harina y huevos, que se compraron para la elaboración de los postres. También se encargaron varias frutas, como limas, limones, melones y uvas que no llegaron a tiempo por diicultades en el transporte.”18.

Sobre los gustos culinarios de los mantuanos, Robert Semple, dice: La moda de la cocina es enteramente española; aceite y ajo son ingredientes necesarios para muchos platos, y ambos son importados en grandes cantidades con este in. Hay aquí una dispensa del Papa para comer carne en cuaresma y en los días de ayuno a causa de la diicultad para obtener pescado en muchas partes del interior. Al inal de todas las diversiones, gran cantidad de dulces y conituras se obsequian. Los criollos son excesivamente aicionados a estas golosinas19.

En cuanto a la compostura de los mantuanos al momento de deleitar los sutiles banquetes y licores del extranjero, Robert Semple dice que: “es costumbre en los banquetes, aún en los más elegantes, que los invitados tomen frutas y otras golosinas para sus bolsillos, como he podido verlo con gran sorpresa. Aunque generalmente las gentes son sobrias, en estas ocasiones beben abundantemente fuertes licores, en vasos llenos, chocándolos entre sí, en favoritos brindis políticos. Costumbre que parece han copiado de los ingleses. Esto lo hacen de pie o caminando alrededor y repitiéndolo en la mesa a intervalos”20. En cuanto a la alimentación de los indígenas, se continuaba basando en su dieta originaria; quizás, algunos cambios se propiciaron en su paladar con los nuevos ingredientes de la mesa diaria, por ejemplo, el uso del azúcar para endulzar las comidas. En cuanto al consumo de los panes oriundos, Agustín 18 19

20

José Rafael lovEra, Historia de la alimentación, pp. 110-111. Robert sEmPlE, Bosquejo del estado actual de Caracas. Incluyendo un viaje por La Victoria y Valencia hasta Puerto Cabello, 1810-1811, Caracas, Montana de Venezuela, 1964, pp. 101-102. Ibídem, p. 102. 63

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

Marón observa en 1775, que: “A cada persona sin distinción [reiriéndose a sexo y edades] se le da una arepa, y un cuarterón de cazabe para cada comida, en esta inteligencia sólo reguló dos arepas, y tres cuarterones de cazabe al día a cada cabeza. Del almud de maíz sacan en la mayor parte de los pueblos 32 arepas medianitas, a este respecto les toca a cada cabeza 23 almudes al año”21. Pero el maíz, la arepa y el cazabe no solamente son alimentos que se mantienen en la ingesta de los indígenas sino también en la de los pobres de la ciudad de Caracas. Es por esta razón que las autoridades del Cabildo, desde el siglo xvii, siempre estaban tratando de solucionar las penurias de la escasez del maíz, a través de importaciones de maíz traídas desde los Valles del Tuy y de Aragua o del Oriente del país. En el expediente Sobre consumo de maíz. Para solicitar de la Yntendencia licencia para traer mais de colonias, las autoridades del Cabildo caraqueño formularán, el 21 de enero de 1793, la necesidad de importar este producto; en él se lee: …de modo que pueda abastecerse a estta capittal, pueblos de su jurisdicción, puertto de La Guayra y demas de las costtas donde ya se estta experimenttando la necesidad de un abastto tan precioso y necesario a la conservación de la vida, especialmente de las genttes pobres, labradores y ttodos que se emplean en las arttes mecánicas y culttivos de los campos, cuyas facultades son ttan cortas que que no pueden socorrerse con las arinas22.

La alimentación de la masa popular a inales de la época colonial se basaba en los alimentos autóctonos del país: en lo que reiere a los panes, el de maíz y el de yuca eran por excelencia los predilectos; legumbres y hortalizas, como: lechugas, repollos, rábanos, cebollas, ocumo, ñames, caraotas…, especialmente las que cosechaba en los conucos; y en lo referido a las carnes, 21

22

Agustín marón, “Relación histórico-geográico de la Provincia de Venezuela”, en Antonio arEllano morEno (Recopilador), Documentos para la historia económica de la época colonial: Viajes e informes, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1970, p. 447. Es importante reseñar que en esta Relación sólo se hace mención de los indios, aunque algunos investigadores la usan para relejar toda la sociedad colonial de la época. Archivo Arquidiocesano de Caracas (en adelante AHCC), Sección Acuerdos de Cabildo, “Sobre consumo de maíz. Para solicitar de la Yntendencia licencia para traer mais de colonias, Caracas, 21 de enero 1793. 64

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

la de res y las gallinas o gallos que se compraba en la Plaza del mercado. Una manera de ver los alimentos esenciales de los pobres, es a través de las peticiones de los solares por parte de los marginados de la ciudad de Caracas en el siglo xvii. Por ejemplo, en la petición que hace Pedro Hernández de Çerpa, el 19 de enero de 1657, se dirige a las autoridades del Cabildo con la inalidad de “Poder tener un pedaso de tierras en que sembrar maís y otras legumbres para el sustento de mi persona, mujer y cinco hijos tengo necesidad de un pedaso de tierras, que será de dos almudos de sembradura, que está en los ejidos de esta dicha ciudad”23, pidiendo que se le otorgue un pedazo de tierra que se encuentra en “un rrecodo de vega que linda, el río Guaire de por medio, con una estancita de los eredores [alrededores] del contrador Francisco Manso de Contreras”24. En otro caso, presentado en la sesión del Cabildo el día 20 de noviembre de 1656, en la que Augustín, en su calidad de “moreno libre, veçino de esta çiudad”25, le pide a las autoridades que “como veçino tengo nesessidad de hacer un conuquillo de mays y yuca para poderme sustentar, y porque de la otra parte de Arauco, asia el rrío Guayre, debajo de la estançia que tiene poblado Sebastián Romero, está un pedasso de tierra baldía en la qual podré haçer dicha labor y no es de ningún perjuicio”26. Pero ya más alejados de Caracas, es importante recordar que las dietas de los pobres respondían a las comidas típicas de la región. Por ejemplo, Jean Joseph Dauxion Lavaisse en 1807 en su paso por Cumaná, observa el funcionamiento del “trueque” de alimentos entre pobres y pescadores: “las gentes de poca fortuna y los pobres, van a la playa del mar con galletas de maíz [arepas] y huevos, y con esto pagan el pescado que compran. Los huevos son la pequeña moneda de Cumaná, de Caracas y de otras comarcas donde la moneda de cobre es desconocida”27. En una descripción que hace Robert Semple, podemos ver de la alimentación monótona de los indios y los trabajadores libres, seguramente negros, que se encuentra a su 23 24 25 26 27

Actas del Cabildo de Caracas, “Sesión del Cabildo del día 19 de enero de 1657”, tomo ix, 1655-1657, pp. 109-110. Ibídem, p. 110. Actas del Cabildo de Caracas, “Sesión del Cabildo del 20 de noviembre de 1656”, tomo ix, 1655-1657, p. 182. Ídem. J. J. Dauxion lavayssE, op. cit., p. 242. 65

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

regreso de Caracas: “Maíz y plátanos forman la base de su alimentación, a la cual se agrega carne de res y ajo [reiriéndose a la carne frita]. El maíz se come generalmente en forma de torta, siendo antes remojado, privado de su hollejo y luego molido, casi machacado hasta dejarlo como una pasta húmeda por medio de un rodillo y una pulida y curva laja de piedra. Este trabajo corresponde a las mujeres”28. Otro problema de los sectores más paupérrimos de la época era el consumo de pan blanco de trigo, que dentro de la estratiicación social colonial –y posteriormente republicana–, representaba el pan de uso exclusivo de los blancos por dos razones: la primera, porque representaba el status adquirido por tener estrechos vínculos con Europa y, la segunda, por los precios elevados de la harina de trigo que generalmente era importada. Lo que pone en evidencia que este pan para los pobres era un lujo demasiado difícil de darse y, también, que según las autoridades, esta masa social no lo podía consumir “por no estar criados con harinas”29. Lo que explica que durante los momentos de escasez de maíz, las autoridades aunque se iaban de tener siempre los pósitos repletos de este grano, nunca ofrecían el pan blanco para los pobres. Acerca del costoso pan de trigo, el francés Louis-Alexandre Berthier (1783) le cuenta al caballero Mauduit-Duplessis que “aquí [en Caracas] todo es más barato, a excepción del pan, el cual se hace con harina importada de Europa, ya que los nativos son demasiado lojos para cultivar. La libra de pan cuesta aquí 14 sols.”30. Otra cosa curiosa, es que la población venezolana de 1810, en general, era consumidora de dulces y golosinas, ¿pero qué consumían los pobres como dulces?, Robert Semple dice: “el pueblo corriente utiliza azúcar ordinaria en forma de panes, llamada papelón”31.

28 29

30 31

Robert sEmPlE, op. cit. p.100. AHCC, Sección, Acuerdos de Cabildo, “Sobre consumo de maíz. Para solicitar de la Yntendencia licencia para traer mais de colonias”, Caracas, 21 de enero 1793. Carlos duartE, Testimonios de la visita de los oiciales franceses a Venezuela en 1783, p. 160. Robert sEmPlE, op. cit., p. 102. 66

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

Los lugares de la comida (La Plaza Mayor y las pulperías) Parte de la dieta de los habitantes venezolanos, lo podemos ver con la actividad comercial de los alimentos. La plaza mayor, que al mismo tiempo era la Plaza del Mercado, no solamente era el lugar donde se exhibía los productos agrícolas, tanto del país como los importados, sino que era sitio de reunión de todos los grupos étnicos de la ciudad en busca de los alimentos, tal como lo ve Robert Semple en la Caracas de 1810: En esta plaza [la Plaza Mayor] donde funciona el mercado puede hayarse toda clase de frutas, que estamos acostumbrados a considerar como propias de diferentes climas, todas traidas [sic] de una distancia de pocas leguas [se reiere al Puerto de La Guaira]. El banano, la piña, el zapote, están reunidas con las manzanas, peras y castañas. Las papas y los plátanos, provisiones frescas, legumbres, que parecen pertenecer a las zonas templadas y las especies de pescados peculiares de los mares tropicales, se ofrecen aquí a la venta, todo junto32.

Otra particularidad que tiene el mercado que se realiza en la Plaza Mayor son los personajes que pululan en sus alrededores, por ejemplo, las negras que se encargan de la hechura de las arepas. En una Ordenanza del Cabildo del 2 de junio de 1661, se decreta que el Pósito deberá otorgarle una fanega (50 kilogramos) de maíz: Decretóse por este cavildo, a petiçión del dicho procurador general [Pedro de Paredes], que se rreparta entre las negras, panaderas, todos los días, una fanega de mays, del póssito, para que se haga pan [arepas o hallaquitas de maíz]; que se saque a la plaça de dicha çiudad [Caracas], a la esquina de las cassas capitulares, para que, el que saliere de cada almud [25 kilogramos], se benda a los pobres, dando tres libras [1,360 kilogramos] por un rreal. Y que todo se haga con asistençia del diputado del mes y del iel executor. Y que este decreto se haga saber al mayordomo del póssito, el qual entriegue, con cuenta y rraçón [razón], el dicho mays a las dichas negras panaderas33.

Por otra parte, en 1672, el Gobernador del Cabildo caraqueño, comenta lo siguiente: “las negras venden en la plaza vino, aguardiente, aceite, melao 32 33

Robert sEmPlE, op. cit., p. 50. Actas del Cabildo de Caracas, “Sesión del Cabildo del día 20 de junio de 1661”, tomo ix, 1660-1663, p. 82. [el énfasis es nuestro] 67

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

y azúcar, sin peso ni medida, y esta es gente que quando las van a coger se huyen con duchos géneros y que así será justo que estas cosas estén en su peso que es cierto, el cogerlos cuando usaren mal del peso de la medida”34. En una descripción que hace Robert Semple en 1810, dice sobre la labor de algunos indios que venden sus productos en la Plaza Mayor: Todos estos indios llevan una carga de gran peso. En general consiste en una especie de gran canasta redonda o jaula formada con cañas y juncos, de más o menos seis pies de altura, con un tope cónico, y dividida en cinco o seis departamentos llenos de aves de corral. Traté de levantar alguna de ellas y estimé su peso en cerca de doscientas libras inglesas. Es en estas especies de jaulas en que los indios llevan toda clase de aves al mercado, así como monos y loros; las cargan sobre sus espaldas, sostenidas por una ancha correa que mantienen sobre la frente. De esta manera viajan por montes y valles, más de cien millas hasta Caracas, con su gallinero. Los muchachos empiezan llevando pequeñas cajas, que gradualmente aumentan en peso y tamaño, hasta que están hábiles para cargar las más grandes, y en esto hay gran emulación entre ellos35.

En cuanto a los alimentos que se consiguen en Caracas para el año de 1810, Robert Semple dice: …La carne de res a veces cuesta dos peniques la libra, aunque algunas veces, por días consecutivos, no se encuentra debido a la falta de regularidad en los envíos del interior, o a la sequía en el verano, cuando los pastos no pueden obtenerse a lo largo del camino […] A cada matadero llegan regularmente bandadas de buitres de apariencia desagradable, y siendo rara vez molestados se hacen casi mansos. A ellos les toca la tarea de picotear los huesos y remover los desperdicios, que de otra manera, con la indolencia de los habitantes, podrían en este clima hacerse pronto intolerables. Las aves de corral son escasas y caras; un peso español es frecuentemente el precio de una gallina corriente. La carne de carnero es desconocida. Aunque este país fue colonizado hace cerca de tres siglos, no se han introducido las ovejas en estas montañas, donde podrían multiplicarse rápidamente. La carne de cabra es usada corrientemente, y aunque es 34 35

Tomado de Carlos duartE, La vida cotidiana en el período Hispánico, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1998, tomo ii, p. 36. Robert sEmPlE, op. cit., pp. 71-72. 68

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

agradable cuando está tierna, nunca puede compararse por el sabor, lo delicada y lo nutritiva con la de carnero. Raramente se consigue buen pescado en Caracas. Es una jornada de seis o siete horas para un esclavo desde la costa, lo cual en este clima y cuando se añaden otras demoras necesarias, basta para privar la pesca de todo sabor36.

Para la época, Venezuela era un país que estaba atravesado por caminos de recuas o de mulas; de tierra amarillenta, roja, medanosa; en los caminos, algunos abiertos y otros dentro de las haciendas –caminos reales–, ese paisaje ocre de la Venezuela provinciana se llenó de pulperías donde comúnmente hacían sus paradas los agricultores, hacendados y viajeros. Francisco Depons dice: “Se llaman pulperías ciertas tiendas en que las bebidas alcohólicas constituyen la base del surtido. El permiso para este ramo de comercio se paga por anualidades. Las pulperías en las grandes ciudades pagan 30 pesos por el primer permiso; las de los campos pagan según la venta presumible. Las primeras pagan después, anualmente mucho menos, pero este impuesto no libra del Derecho de Alcabala”37. Estos lugares en el interior del país, se transformaron en los centros de reunión de todos los grupos socio-humanos, sin distinción de calidades, condiciones y género, fundamentalmente, por codicia de los juegos de azar. Pero también se puede ver muchas veces los productos que ofertaban, licores y las comidas que elaboraban; Robert Semple en su regreso de Puerto Cabello en 1811, dice: Habiendo andado siete leguas en nuestro viaje, nos detuvimos en una pulpería para que las bestias descansaran y nosotros reponernos. Aquí obtuvimos carne cocida, arepas de maíz y huevos, y por bebida nos dieron algo llamado “guarapo” que consiste en una mezcla de azúcar ordinaria –llamada papelón– con agua. A las veinticuatro horas de hecha esta mezcla empieza a fermentar y se convierte en una bebida muy aceptable si se toma fresca, pero se hace más fuerte mientras más se conserva, en cuyo caso adquiere un sabor agrio, desagradable para el extranjero, pero muy del agrado de los indios y mulatos, debido a su mayor fuerza alcohólica. Es generalmente hecho en grandes tinajas como las que se usan para el aceite y se entierran hasta el cuello. Frescos componentes se agregan al sedimento o madre que 36 37

Robert sEmPlE, op. cit., p. 101. Francisco dEPons, op. cit., tomo ii, p. 180. 69

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

va quedando, con lo cual se activa la fermentación. Esta es la bebida universal, especie de lujo, de la gran masa de los habitantes del país, que generalmente la preieren aun al vino38.

A propósito del aguardiente en las pulperías, Francisco Depons en 1808, dice que: “El guarapo es una bebida embriagante que resulta de la fermentación del agua de papelón. Está muy generalizada en Tierra Firme. Los indios y los negros la preieren al mejor de los vinos. Los que la venden necesitan un permiso del arrendador, por el cual tienen que pagar. Junto con el impuesto a las riñas de gallos estos sirven para sostener el hospital de San Lázaro de Caracas”39. El consumo de aguardiente por parte de la masa popular era común en toda la provincia de Venezuela, tanto que las autoridades civiles y religiosas tomaron cartas en el asunto entorno a la razón de los beodos. El Obispo Mariano Martí, en su paso por la ciudad de Calabozo en 1780, dice que: El vicio predominante acá, assí en los indios como en los demás que no lo son y son reputados por mestizos, sambos, negros, mulatos, etc., es el de la embriaguez con guarapo, que se haze de papelón, y con aguardiente de caña, que se resaca del caldo de la caña dulce. Esta embriaguez proviene de haver acá una pulpería en este mismo pueblo [Calabozo], a una esquina de esta plaza, que es de don Joseph Gavaldón, que ha acabado de ser Teniente de Governador de Calaboso, que la subarrendó al sugeto que en Caracas sacó en pública subhasta el guarapo de este partido. Es menester tomar providencia para quitar estas pulperías de guarapo de los pueblos de indios, y en ínterim, he prevenido a este padre Sanojo y le he dicho que advierta esto mismo al Doctrinero de la Misión de Arriba o de Nuestra Señora de los Angeles, que se ha de encargar de esta missión de la Santíssima Trinidad, que predique y clame contra este vicio de la embriaguez40.

38 39 40

Robert sEmPlE, op. cit, p. 64. Francisco dEPons, op. cit., tomo ii, p. 189. Obispo Mariano martí, Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas 1771-1784, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1988, tomo ii (Libro Personal), p. 154. 70

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

La comida de los excluidos (Los negros esclavizados y los presos) Cuando hablamos de los grupos excluidos, especialmente los esclavos y los presos, hacemos no solamente mención a una privativa de libertad, servicios y consumos, sino también de una escogencia en los alimentos que ellos necesitaban, ya que tanto el amo blanco o los blancos-propietarios, como las autoridades civiles o judiciales, controlaban la comida de aquéllos. En las haciendas, la dieta de los negros esclavizados consistía, básicamente, en productos autóctonos de la región: carne, maíz cazabe, arroz, pescado, ocumo, ñame, caraotas… Un iel acompañante en la dieta de este grupo étnico fue el plátano que lo consumía en diversas formas (tajadas, bollos, sancochado) hasta llegar a ser considerado un pan. Otro alimento, que consumían como pan, era el papelón, tal como lo reporta el húngaro Pál Rosti a mediados del siglo xix en los llanos centrales venezolanos. Sin embargo, dada la mala alimentación de los esclavos, éstos tuvieron que recurrir a consumir alimentos que la naturaleza silvestre les proporcionaba; esto lo podemos ver con la descripción que hace Alejando de Humboldt en 1790, acerca de la alimentación de los negros esclavos en una hacienda cerca de Puerto Cabello; él dice: “Los negros y la gente libre que trabaja en las plantaciones la beben [la leche del Árbol de la Vaca] mojando en ella pan de maíz y de yuca, es decir, arepa y casabe”41. Otra importante descripción de la comida en las haciendas son las cuentas de alimentos destinadas a la manutención del mayordomo, los esclavos racioneros y los peones de la Obra Pía de Tocorón, entre los años de 1779-1780. En esta cuenta se lee: Dizre [Diciembre] 31, por 20 arrobas de carne consumidas del 6 del corrte [corriente] hta [hasta] la fecha á 3 r [reales] “Por 8 1/2 cuentas de cazabe” “Por 1 fanega de maíz” “Por 1 manteca para comer y curar” “Febrero, Por 18 arrobas de carnes” “Por 1/2 fanegas de caraota para la cuaresma” “Por 18 arrobas de pescado” “Por 7 1/2 fanegas de cazabe” “Por 2 fanegas de maíz”

41

Alejandro de humBoldt, op. cit., tomo iii, p. 157. 71

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

En cuanto a los privados de libertad, los alcaides controlaban su dieta, la cual siempre estaba determinada por una o dos raciones, y cuando sobrevenían momentos de escasez, este grupo era el primer afectado, incluso más que los negros esclavizados. En 1786, ante una severa crisis alimentaria, el Alcaide de la Cárcel Real de La Guaira se queja ante Don Joaquín Moreno Mendoza, Gobernador y Capitán General, por ser la tercera vez que trata de dirigirse al Regidor del mes para que le suministre los alimentos y no los tenga acaparados; en el documento sobre los alimentos que escasean y cómo está alimentando a los reclusos, señala: “casabes, y la carne seca, para mantener a sus presidiarios, y se ha visto presionado, en estos dias á sustentarlos con galletas y carne fresca, con repugnancia de los dhos presidiarios, que solo quieren su alimento de costumbre”42. Seis años más tarde, en la misma prisión se vive días de carestía y se pide “el pan de mais, los platanos, papelones, el casabe”; lo que ha traído consigo, que los presos no continúen realizando los trabajos “dando por causa de esta novedad, que de algun tiempo a esta parte la racion que se les suministraba no era suiciente para alimentarlos y resistir la fatiga que exigia de ellos”43.

El mestizaje técnico-culinario y la formación del gusto identitario criollo Más allá de las recetas, la cocina representó el espacio simbólico para crear el mestizaje de la comida venezolana, especialmente, la de los mantuanos. En ella, no solamente se mezclaron los sabores y aromas en grandes calderos y se trituraron especias en morteros como una alquimia de las cocineras indias y negras, sino que trajo consigo toda una vinculación con los utensilios y herramientas que existían en los continentes de cada uno de los grupos raciales que se reunieron en esta Tierra de Gracia. Entre los fogones de leña convivieron piedras de moler, morteros, pilones, paletas de maderas, sartenes, calderos, aripos, platos de porcelana vienesa, planchas, estos y otros se mezclaron en el interior de cada una de 42 43

Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Sección Gobernación y Capitanía General, tomo iv, folio 311 y vto. AGN, Sección Intendencia de Ejército y Real Hacienda, tomo lxxvii, folio 166. 72

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

las cocinas mantuanas venezolanas La utilería de cocina estaba formada por objetos importados desde Europa y una variedad de enseres de uso tradicional americano (…) En muchas regiones alfareras de nuestro territorio, los artesanos indígenas comenzaron a fabricar envases especiales por solicitud de los colonizadores, sin embargo las tradicionales obras de alfarería, perduraron en formas, nombres y funciones, por prolongado tiempo44.

Entre los implementos empleados en la cocina tradicional venezolana, tenemos: UTENSILIO

USO

PROCEDENCIA

Abanadores, sopladores o avivadores de fuego

Era una especie de abanicos de ibra de caña, con mango o sin, para avivar el fuego. Había otro estilo que era tejido en palma de coco o simplemente pedazos de cartón o sombreros viejos.

----

Aripo

Platón de barro cocido de diversos tamaños. Se colocaba encima de tres o cuatro topias o de las hornillas del fogón para asar arepas, cachapas y otros alimentos.

Autóctona

Bateas o bandejas

Eran elaboradas de madera o totuma para amasar y mezclar diversos ingredientes. También podía emplearse para lavar los utensilios de cocina u otros enseres.

Autóctona

Budare

44

Plancha de hierro en forma circular Europea. Introducide diversos tamaños. Se colocaba dos a inales del siglo encima de tres o cuatro topias o XVII de las hornillas del fogón para asar arepas, cachapas y otros alimentos. En la lista de precios que propone la Compañía Guipuzcoana al gober

Cecilia fuEntEs y Daría hErnándEz, Fogones y cocinas tradicionales, Caracas, Fundación Cavendes, 1993, p. 73. 73

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

nador Unzaga y Amezaga en 1799, sobresalen los “budares de ierro colado según su tamaño, sartenes de ierro regulares”45. Burro de colar café y colador

Recipiente agujereado, elaborado de madera o metal. Unido a un mango para descachar preparaciones líquidas, o para escurrir frituras.

Camasa

Recipiente hecho del fruto del camaso (legenaria vulgaris, parecida a la Totuma), que era empleado para diversos ines en la preparación de comida.

Carebe o pichagua

Cedazos o manare

Cinchos

45

Especie de cuchara en forma rústica y petaloide sin mango, elaborada del totumo que se utiliza tanto en las labores de la cocina como para comer. Eran elaborados con ibras vegetales duras, especialmente caña amarga, y que podían tener forma circular o cuadrada. Eran usados para tamizar líquidos o alimentos. Se utilizaban para la elaboración de quesos, previamente la leche se cortaba con un bote de cuero de ganado. Una vez cortada la leche se vaciaba en este artefacto, que bien puede ser redondo o cuadrado elaborado de maderas y ibras, que permitía que saliera el suero y se quedara adentro la leche cortada. Al cuajarse y sacar el queso del cincho se le untaba con polvo de almidón para protegerlo de descomposiciones futuras.

Europea

Autóctona

Autóctona

Autóctona

Europea

AGN, Sección Intendencia del Ejército y Real Hacienda, tomo x, folio 45. 74

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81 Cucharones y paletas de madera

Servían para mezclar y remover alimentos durante la cocción así como para servir. Podrían estar elaborados de tapara con mango de madera.

Autóctona

Escobilla e hisopo

El primero se empleaba en la limpieza del budare, mientras que el segundo era para humedecer la plancha con grasa.

Europea

Escusas

Son aros elaborados de bejuco cubiertos con un trozo de red donde se colocaba el pescado seco y aliños.

Mestiza

Espeteros

Varas de madera o metal en las cuales se atravesaban trozos de carne para asarlos en los fogones al aire libre

Europea

Espumadera

Recipiente agujereado, elaborado en madera o metal, unido a un mango para “descachar” preparaciones líquidas o para escurrir frituras.

Europea

Garabatos

Ganchos de madera que se colocaban en las paredes de la cocina para sujetar las piezas de carne salada o ahumada.

Europea

Jaguaní o rodetes

Eran soportes para colocar recipientes con líquidos muy utilizados en el Bajo Llano. Consistían en pequeños aros de mimbre de unas tres pulgadas de diámetro, suspendido por un hilo triple. Servían para colocar vasos o jícaras llenas de líquidos para que no se derramen.

Autóctona

Mantequillero

Recipiente de tapara que llevaba una abertura superior con tapa y un oriicio lateral que se taponeaba con un pequeño trozo de madera.

Mestiza

75

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

Metate

Consiste en una piedra de mano, con la cual se golpean hasta moler los granos de maíz o triturar la sal que reposan sobre una loza de piedra semiplana o semiconcava.

Autóctona

Molinillo

Pieza tallada en madera y, en algunos casos en plata, con aspas cortas y mango. Utilizadas para batir y revolver, especialmente el chocolate.

Mestiza

Morteros

Eran elaborados de madera que servían para machacar aliños u otros alimentos.

Europea

Ollas de barro, hierro y cobre, sartenes y calderos

Se empleaban para guisar o freír (en el caso de las sartenes) los alimentos. Eran elaborados de diversos tamaños con o sin tapa.

Hierro: Europea Barro: Autóctona

Onoteros

Existen dos versiones: 1) Consiste en una bolsita de tela para guardar las semillas del onoto (Bixa Orellana). 2) Consiste en una tapara con pequeños agujeros, en la que va inserta una vara de madera, al modo de maraca.

Autóctona

Parrilla

Rejillas de alambre o “lejes” –cintas metalicas–, que se utilizaban para envolver empaques importados y se empleaban para asar los alimentos sobre fuego directo.

Europea

Pilón

Pieza tallada en madera, que consistía en un tronco que varía entre 30 a 70 cm. de altura. Para pilar se usa un mazo de madera, llamado mano de pilón, el cual pesa unos 4 kg.

Africana

Postrera

Era un envase descubierto hecho de totuma donde se preparaba la

Europea

76

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81 leche para el consumo de la casa. Se sujetaba dentro de un jaguaní o un garabato en el techo de la cocina. Remillón

Pequeño recipiente unido a un mango largo para extraer o pasar líquidos.

Europea

Rallos

Eran piezas elaboradas de madera o lata, que se empleaban para reducir a partículas muy pequeñas o a casi polvo los alimentos como el queso o el pan.

Europea

Fuente: José Rafael lovEra, Historia de la alimentación en Venezuela. Con textos para su estudio, Caracas, Monte Ávila Editores, 1988.

La comida criolla venezolana de inales del antiguo Régimen se basaba en cuatro operaciones fundamentales: hervir, asar, guisar y freír. Muchas de las comidas criollas llevaban como condimento la sal y el ajo; en algunos casos se empleaba el ají dulce y la cebolla con un toque de una especia –bien sea, pimienta o comino–, para así crear el sofrito criollo. Sin embargo, entre las comidas de la época colonial, tenemos: NOmBRE DEL PLATO

COmPONENTES

CONDImENTOS

Olleta

Aves (pato o gallo), vaca o cerdo (rabo e hígado), agua, maíz o yuca (yare), tocino.

Sal, vinagre, ajo, ají, azúcar (papelón)

Sancocho o hervido

Ave (gallina) o vaca o pescado, ñame, apio, yuca, auyama, plátano, tomate.

Sal, apio españa, hierbabuena, perejil, cilantro, orégano, onoto, ajo.

Menudo o mondongo Chanfaina

Vaca o cerdo (vísceras, especialmente, la panza), agua, maíz o trigo (harinas), yuca, papas, apio, vainitas, garbanzos, habas, tomate, pimentón, limón o naranja agria, manteca.

Sal, ajo, onoto, aceite, vinagre, comino.

77

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

Entreverado

Vaca o cabra, o cordero (vísceras), agua, manteca, tomates, cebollas. Vísceras de cabra o cordero, redaño de la res.

Sal, vinagre, pimienta, comino, azúcar (papelón).

Carne frita

Vaxa (salpresa), agua, tomate, cebolla, manteca.

Sal y vinagre. Sal y ajo.

Asado

Vaca, tocino, agua. Tomate, cebolla, manteca, azúcar (papelón).

Sal, ajo, orégano, vinagre, pimienta.

Hallaca

Vaca o cerdo, o gallina, cebolla, tocino, manteca, tomates, maíz (masa), aceitunas, alcaparras, huevos, plátano (hoja).

Sal, onoto, pimienta, comino, ajo, ají, vinagre.

Revoltillo

Huevos, tomates, cebollas, manteca.

Sal

Caraotas

Caraotas, agua, manteca.

Sal, azúcar (papelón), ajo, pimienta.

Arepas

Maíz (masa), agua

Sal

Cazabe

Yuca.

---

Plátanos (lonjas), manteca.

---

Tajadas o maduros Arroz

Arroz, agua, pimentón.

Sal y ajo

Chocolate

Cacao, agua, azúcar (papelón).

---

Buñuelos

Apio o ñame, o mapuey, o papas, huevos, manteca, agua, azúcar (papelón)

---

Dulce en almíbar

Lechoza (verde) o plátano (maduro o pintón), azúcar (papelón)

---

Majarete

Maíz, azúcar (papelón), agua.

Canela.

Fuente: José Rafael lovEra, Historia de la alimentación en Venezuela. Con textos para su estudio, Caracas, Monte Ávila Editores, 1988.

78

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

La formación identitaria del gusto criollo, se trata de un proceso de asimilación y amalgamiento de diversos regímenes alimentarios –e incluso sus implementos para la elaboración– que eran consumidos por cada uno de los grupos étnicos que conluyeron en Venezuela, y que aún hoy día se mantienen como platos o comidas propias del país y que representan una tradición gastronómica propia, donde reposa una identidad culinaria entre los alimentos y sus consumidores46. Como hemos dicho en líneas anteriores, había algunos alimentos que dentro de la cultura material e inmaterial representaban un privilegio consumirlos. Pero en la cocina colonial, lugar donde se mezcló el gusto de los blancos acaudalados con las recetas creativas de las indias, al principio, y con las de las negras posteriormente, nace la dieta diaria de las cocineras y los platos importantes de los banquetes de los blancos-propietarios. Algunos alimentos tuvieron una aceptación en las casas más pudientes de la Caracas de inales del Antiguo Régimen, como el caso de la arepa, que según Felipe Salvatore Gilij, en su recorrido por Venezuela en 1780, dice que: “En las mesas de la gente culta de Caracas, yo oí muchas veces que la moda exigía que se llevara toda suerte de pan, tanto el nuestro como el americano, para que cada cual comiera el que más le agradara, y así uno tomaba arepa, otro casabe y algunos de todos”47. Otro plato nacional de la herencia colonial venezolana que responde a la identidad culinaria, es la hallaca venezolana. Se muestra como el plato 46

47

“Para nosotros, la formación identitaria del gusto criollo se construye a partir de la realidad y del imaginario social, entendido éste como una yuxtaposición de la realidad; de esta forma, es una concepción en donde los seres humanos se identiican con los alimentos que consumen, ya que estos últimos poseen condiciones biológicas, psicológicas, culturales y sociales que fortalecen en el colectivo una memoria afectiva vinculada con dichos alimentos, bien sean, naturales o procesados. Dicha formación está determinada por un largo proceso de sedimentación y asimilación cultural, fundamentada en ese reconocimiento de una identidad como herencia cultural y que sólo puede ser vista a lo largo de los tiempos, ya que no está determinada por la coyuntura social o por el acontecimiento histórico.” Miguel Felipe dorta, ¡Viva la arepa! Sabor, memoria e imaginario social en Venezuela, (Trabajo presentado para optar el título de Licenciado en Historia), Caracas, Universidad Central de Venezuela, 2008, p. xii. Felipe Salvatore gilij, op. cit., p. 146. [el énfasis es del autor] 79

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

en el que conluyen tanto algunos ingredientes de la Olla española como la creatividad de los negros de envolverlo en una masa de maíz y, posteriormente, dentro de una envoltura de hojas de plátano para que soporte las altas temperaturas del agua hirviendo. Arturo Uslar Pietri, dice: Nuestra hallaca, es como un epítome del pasado de nuestra cultura... En su cubierta está la hoja del plátano. El plátano africano y americano, con el que el negro y el indio parecen abrir el cortejo de sabores. Luego está la luciente masa de maíz. El maíz del tamal, de la tortilla y de la chicha, que es tal vez la más americana de las plantas... En la carne de gallina, las aceitunas y las pasas está España en su historia ibérica, romana, griega y cartaginesa... En el azafrán que colorea la masa y en las almendras que adornan el guiso están los siete siglos de invasión musulmana... Y la larga búsqueda de las rutas de las caravanas de la Europa medieval hacia el Oriente fabuloso de riquezas y reinamientos está en la punzante y concentrada brevedad del clavo de olor (…)48.

Sin embargo, donde se muestra la manera afectiva en que la hallaca tiene relación con la cultura inmaterial venezolana, es en el lugar especial que ocupa en el calendario: las iestas navideñas. La hallaca se funda en una tradición establecida en Venezuela, en la cual queda lo suicientemente claro su vinculación sentimental con la fecha del año, que nutre una vez más a las tradiciones inventadas49 y pragmáticas que tiene el país. Muestra de ello, es el comentario del Consejero Miguel María Lisboa en su estancia en Cumaná en 1852, a la espera de la nochebuena: (…) A la media noche todos entraron a las iglesias a oír misa; después de la misa siguió la cena en la que es de rigor que igure la ayaca, una especie de pastel de carne con pasas, muy condimentado y cubierto con una masa de maíz. Después de la cena, muchas casas y por las 48 49

Rafael cartay, El pan nuestro de cada día, Caracas, Fundación Bigott, 1995, p. 24. Según Eric hoBsBaWm las tradiciones inventadas implican “un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácticamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su recepción, lo cual implica automáticamente continuidades con el pasado”. Eric Hobsbawm, La invención de la tradición, Barcelona, Editorial Crítica, 2002, p. 8. 80

La alimentación en el período inisecular del Antiguo Régimen en la provincia de Venezuela / Miguel Felipe Dorta / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 53-81

calles continuaron el canto, la música, el baile y el regocijo hasta el amanecer.”50.

Conclusiones Los procesos de implementación, sustitución y privilegios de algunos alimentos en Venezuela crearon en todos los grupos étnicos sociales, señales identiicatorias que determinasen los apegos culinarios de cada uno. Cada uno de aquellos se determinaba por un tipo de comida y de panes para su escogencia. Aunque no se niega que algunos pardos acaudalados y que obtenían privilegios con su riqueza acumulada, como lo eran las Gracias al Sacar, podían ostentar algunos alimentos que eran consumidos por los que se encontraban en la cúspide de la pirámide social, tomando en consideración que éstos eran el paradigma cultural a imitar. Por otra parte, aunque no hay pugnas ni recelos entre estos alimentos, pues en algunos espacios de concurrencia de calidades se puede observar la manera tan cotidiana en que los grupos étnicos sociales, y al mismo tiempo, los alimentos, se relacionan entre sí, como es el caso de las pulperías y posadas. Por ello, en el interior de éstas se va estableciendo una dieta típica, especialmente en las zonas rurales del país. Sin embargo, en el sagrado acto ceremonial de la buena mesa, los banquetes, los blancos criollos y peninsulares continuarán privilegiando sus alimentos metropolitanos (como es el caso del pan de trigo) y rechazando los nativos. En la dinámica de la identidad cultural alimentaria, podemos ver cómo algunos alimentos surgen de la misma idea del mestizaje culinario que se produce en el interior de los fogones y cocinas durante el llamado fraguado de los regímenes alimentarios, en la última etapa de la sociedad colonial. Un buen caso es el de la hallaca, que establece no solamente un importante aporte a la gastronomía criolla, sino que hará preminente su presencia en la fecha de recibir tanto al Mesías de la religión católica como al nuevo año. De esta forma, envuelve en sí misma dos cosas: la prosperidad y el porvenir en cada uno de los hogares venezolanos y, culinariamente hablando, el inicio de una importante tradición: hacer las hallacas para navidad. 50

Miguel María lisBoa, Relación de un viaje a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992, p. 132. 81

A CULTURA HERóICA E O CULTO BOLIVARIANO: UmA COmPARAçãO ENTRE AS BIOGRAFIAS DE SALVADOR DE mADARIAGA E GEHARD mASUR faBiana dE souza frEdrigo1 Universidad Federal de Goiás

Resumo: Tomando como fonte duas biograias escritas sobre Simón Bolívar (a de Salvador de Madariaga, de 1953 e a de Gehard Masur, de 1960) e partindo da hipótese central de que essas contribuíram para a constituição e consolidação de um culto em torno do ator histórico, sendo, portanto, a expressão da heroiicação e da detração que envolve esse personagem emblemático, este artigo objetiva apresentar detalhada e metodologicamente tais escritos. Ao considerar, ainda, que a memória, a cultura heróica e o culto bolivariano, analisados em conjunto, permitem questionar a historiograia sobre as independências na América do Sul, a pretensão é explorar as férteis relações entre o imaginário político latino-americano e a escrita biográica. Palavras chave: Culto bolivariano, Gehard Masur, Salvador de Madariaga, heroiicação.

1

Actualmente se desempeña como Profesor Adjunto de la Facultad de Historia de la Universidad Federal de Goiás (UFG). Doctora de la Universidade Estadual Paulista (UNESP) y cursante de estudio Postdoctoral en la Universidade de São Paulo (USP). Publicaciones: Guerras e escritas: a correspondência de Simón Bolívar (1799-1830) (2010). Correo: [email protected]. Recepción: 26/02/2011. Aprobación: 02/06/2011.

83

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

Cultura heroica y culto bolivariano: una comparación entre las biografías de Salvador de Madariaga y Gehard Masur Resumen: Tomando como fuente dos biografías escritas sobre Simón Bolívar (la de Salvador de Madariaga, 1953 y la de Gerhard Masur, 1960) y partiendo de la hipótesis de que ellas contribuirían a la constitución y consolidación del culto en torno a ese héroe en tanto expresiones de su respectiva heroiicación/destrucción, el artículo busca evaluar metodológicamente ambas biografías. El análisis de la memoria, la cultura heroica y el culto a Bolívar en su conjunto, permite interrogar críticamente las historiografías sobre las independencias de América del Sur con la intención de explorar las relaciones fructíferas entre el imaginario político de América Latina y el género biográico. Palabras clave: Culto Bolivariano, Gehard Masur, Salvador de Madariaga, heroiicación

Heroic culture and Bolivarian cult: a comparison between the biographies of Salvador de Madariaga and Gerhard Masur Summary: Using two biographies about Simon Bolivar (the Salvador de Madariaga, 1953 and Gerhard Masur, 1960) and based on the central hypothesis that this contributed to the creation and consolidation of a cult around the historical actor, and therefore the expression of heroiication on this iconic character, this article aims to analyse both writings. Consider together memory, culture and cult of Bolivar, allow us to question the historiography of the independence of South America, the intention is to explore the fruitful relations between the Latin American political imagination and biography genre. Keywords: Cult of Bolívar, Gehard Masur, Salvador Madariaga, heroiication.

84

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103 O destino de Bolívar pode equipar-se com o de todos os grandes homens da história que ajudaram no progresso da humanidade: homens que tiveram um profundo e imanente conhecimento das ansiedades de seus próximos e souberam expressar em palavras as necessidades silenciosas das massas. Quanto maior for a consciência de sua missão adquirida pelo século xx, tanto mais se considerará Bolívar como um dos fundadores de seu destino. O mundo é um e a liberdade da América é todavia, como disse Bolívar em Junín, sua esperança e salvação. gEhard masur

Simón José Antonio de la Trindad Bolívar (1783-1830), liderança importante no decorrer do processo de emancipação das colônias espanholas, foi um obsessivo escritor de cartas. Ele não descuidou de sua correspondência nem mesmo com a proximidade da morte, pois a guerra e a escrita eram faces complementares e constitutivas de sua atuação política. Tentando escapar de uma relexão tradicional que aponta a antítese entre a ação independentista e os discursos sobre a independência, guiei-me pela consideração de que ação e pensamento não podem ser tomados como instâncias separadas. Nesse sentido, conclui que o pensamento emancipador, ao mesmo tempo, expressava o desejo de “encontrar um lugar para a América” e a conissão do deslocamento e da decepção com tal desejo, pois ele demandava uma reinvenção política e cultural hercúlea. Assim, as cartas de Simón Bolívar emergiram como uma fonte riquíssima, no sentido em que permitiam captar a dubiedade dos desejos e, ainda mais, reforçavam que o caminho metodológico não estava equivocado: pensamento e ação não eram antitéticos, mas exprimiam a singularidade da vivência traumática que coube à geração das independências na América de colonização espanhola. A escolha do que escrever, de como escrever e a constância com a qual se escrevia indicavam que as missivas subsidiavam um projeto de memória. Essa hipótese guiou a minha tese de doutorado, defendida no primeiro semestre de 20052. 2

A tese intitula-se História e Memória no epistolário bolivariano (1799-1830). Foi defendida no Programa de Pós-Graduação da Universidade Estadual Paulista, campus de Franca. Em 2010, a pesquisa foi publicada pela Editora Unesp, sob o título: Guerras e escritas: a correspondência de Simón Bolívar (1799-1830). Durante o doutoramento, impus-me a tarefa de explicitar o “projeto narrativo epistolar” e, para fazer isso, foi preciso captar, compreender e apresentar os sinais internos ao epistolário, produzido entre 1799 e 1830. Esses sinais 85

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

Ainda na referida tese, em um ensaio tímido, lidei com as biograias sobre Simón Bolívar, escolhendo três importantes obras: a de Salvador de Madariaga, a de Gehard Masur e a de Moacir Werneck de Castro. Naquele momento, buscava as biograias para entender o que denominei como memória da indispensabilidade. Ao aparecer prematuramente no epistolário e manter-se como tema invariável, a renúncia consistiu no instrumento por meio do qual Simón Bolívar pôde testar sua legitimidade. É fundamental que se tenha claro que, embora restrito ao grupo (os demais generais envolvidos na causa independentista), o discurso da renúncia como recurso epistolar alcançava uma outra abrangência: a que garantia a elaboração de um projeto de memória a ser consumido pela posteridade. É da fusão entre a necessidade de legitimidade, determinada pelo jogo político do presente, e o desejo de memória, delimitado pela perspectiva de futuro, que o missivista constrói e solidiica a memória da indispensabilidade. Nesse sentido, o termo memória da indispensabilidade é de minha autoria e serviu ao propósito de explicitar e explicar o discurso da renúncia, apresentando, em conjunto, os outros elementos retóricos a ele associados – a morte, o ressentimento, a doença e a solidão3. Nos discursos epistolares e autobiográicos, além da captação da cultura heróica (que não é posterior à geração das independências, pois, embora tenha se visto reforçada pelas histórias nacionais oitocentistas, não foi “criada” por elas), há armas para todos os combatentes: Santander e Bolívar, por exemplo, anunciam distintas formas de ler o processo de independência na América do Sul, expressando desde a possibilidade de uma avaliação revolucionária, considerando o desejo de mudança dos envolvidos nas guerras, até a possibilidade de uma avaliação continuísta, explicitando as diiculdades de se resistir à força da “cultura espanhola” e ao “imaginário imperial”. Assim, a tensão e a dissonância nos ensinam que, mais do que

3

epistolares apontaram para a história que o missivista legou à posteridade, história contribuinte à conformação de um culto em torno do ator histórico. A amplitude do epistolário bolivariano (na coletânea organizada por Vicente Lecuna, há 2.815 cartas transcritas) e a opção por construir, com base nessa fonte, as relações entre a historiograia e a memória (assumindo o diálogo com a biograia e com a literatura) inviabilizaram, àquela circunstância, a construção da rede epistolar. Fabiana dE souza frEdrigo, Guerras e escritas: a correspondência de Simón Bolívar (1799-1830), São Paulo, Editora unEsP, 2010. 86

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

ideologia, os interesses (sempre legítimos) não deixam de ser produzidos e airmados por meio de uma disputa que envolve vozes plurais e forças desiguais, criando uma situação que, nem por isso, permite profetizar o “lado vencedor ad ininitum” 4. O trabalho com as biograias e as relações entre a memória, a cultura heróica e o culto bolivariano5 contribuem para duas áreas: primeiro, para 4

5

Seguindo as considerações de Dominick LaCapra, para o historiador, a “reconstrução do contexto” só pode se dar com base nos “restos textualizados do passado”, ou seja, a “fonte” é a expressão de um “resto textualizado” e, por isso, comporta “vozes múltiplas do passado” e “inúmeras estratégias” comprometidas com os processos textuais. Nesse sentido, o documento “não é” a priori, mas se transforma com a ação do historiador, que deve lidar com as relações que se depreendem dos usos da linguagem e das práticas de signiicação e de recepção (e não apenas da pergunta que move a pesquisa). Particularmente, para História importa a relação entre a reconstrução documental e o diálogo com o passado. Ao propor uma distinção qualitativa entre o aspecto documentário e o operacional (o “ser-obra” do texto), LaCapra expõe uma “nova forma de ler”: “o (aspecto) documentário situa o texto em termos de dimensões fáticas ou literais que implicam na referência à realidade empírica e transmitem informação sobre ela. O (aspecto) operacional (“serobra”) complementa a realidade empírica com adições e subtrações. Implica, portanto, em dimensões do texto não redutíveis ao documentário, que incluem, de maneira preponderante, os papéis do compromisso, da interpretação e da imaginação. O “ser-obra” (operacional) é crítico e transformador porque desconstrói e reconstrói o dado, num sentido repetindo-o, mas também trazendo ao mundo, nessa variação, modiicação ou transformação signiicativa, algo que não existia antes” Dominick lacaPra, “Repensar la historia intelectual y leer textos”, en Elías José Palti (editor), Giro lingüístico e história intelectual, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998, pp. 245-246. Essas considerações servem para reforçar que a leitura de um texto (ou de uma fonte, um resto textualizado do passado) não está protegida das projeções do leitor (historiador) e, ao mesmo tempo, não consegue comportar todas as interpretações – embora a associação entre o documentário e o operacional permita estabelecer a compreensão, sem hierarquizações que sejam de ordem apriorística. Carlos Oiti BErBErt, “Texto, contexto e ‘dialogismo’ na obra de Dominick LaCapra”, en Élio Cantalício sErPa (editor), Escritas da História: intelectuais e poder, Goiânia, Editora da ucg, 2004. p. 53-70. Advogo que esse culto se inicia com o ator histórico (o próprio Simón Bolívar), 87

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

a metodologia da História, pois as associações entre escrita, história e biograia permitem reletir sobre as diferenças e as semelhanças de tais projetos narrativos (a narrativa histórica e a narrativa biográica); segundo, para a História das Américas, uma vez que a releitura de fontes, comparando os discursos produzidos pelos generais da independência, areja o debate historiográico. A leitura e o exame dos escritos da geração das independências interessam, ainda hoje, porque essas narrativas permitem esmiuçar a instituição de uma cultura política, que não é homogênea e nem universal, mas, antes, mutante e plural. Os usos do futuro dependem dos usos do passado, por isso, reivindicamos o direito e o dever à memória. É imprescindível concordar com Betancourt (2007) em seu diagnóstico sobre a escrita da história colombiana (e venezuelana)6, em ins do século xix, uma vez que, para os homens das letras, essa escritura implicava em um “serviço público”, sendo os intelectuais chamados a construir a “república desejada”. Se esse esforço pela ediicação de uma “consciência nacional” deve ser criticado e ultrapassado, não me parece louvável estancar na crítica. O diagnóstico que alerta, também, para os “maus usos da consciência nacional” não pode escamotear a experiência. Portanto, a releitura das narrativas oitocentistas e a sua associação com o culto bolivariano e com os projetos de memória possibilitam o vislumbre da experiência da geração que guerreou e organizou repúblicas. Com isso, colaboram quando se trata de compreender o modo pelo qual a história pátria, com a sua ancestralidade vincada nos heróis e antiheróis, penetra nas sendas do imaginário político latino-americano. Ademais, contemporaneamente, veriica-se a revalorização do indivíduo, da vida privada e dos estudos sobre a cultura, em uma perspectiva muito peculiar, a que associa a produção de memória à experiência dos homens comuns. Esse movimento não se dá apenas além das fronteiras da universidade; no campo historiográico, por exemplo, a incorporação de novas fontes e a busca por novas abordagens expressam uma tentativa de lidar com a revalorização descrita. As publicações de coletâneas de cartas,

6

atravessa os séculos xix e xx e mantém-se nas primeiras duas décadas do século xxi, sendo o governo chavista a maior evidência de sua perenidade. Alexander BEtancourt mEndiEta, Historia y Nación. Tentativas de la escritura de la Historia en Colombia, México, Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades Universidad Autónoma de San Luis de Potosí, 2007. 88

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

escritos biográicos e autobiográicos comprovam, ao mesmo tempo, uma tendência do mercado editorial e uma recepção “positiva” dos leitores – embora um “fator” dependa do outro, as explicações para cada um deles podem ser bem distintas. Entre a “imposição do mercado editorial” e a recepção dos leitores há um espaço aberto para se investigar as práticas de leitura e a formação de comunidades interpretativas7. Para este artigo, interessa investigar, tendo como fonte dois escritos biográficos, os fios que entrelaçaram a história e a memória. O empreendimento proposto é vasto e sua execução revela a densidade e a diiculdade de se ocupar de um número variado de versões sobre o personagem apresentado no interior do campo biográico. Muitos foram os biógrafos de Simón Bolívar (1783-1830), a começar pelos próprios companheiros que, em suas memórias e diários, procuraram registrar um esboço da personalidade daquele que era considerado amigo e chefe8. A análise das biograias é essencial porque, tal como salientado por Carrera-Damas (1964), a própria historiograia articulou a correlação entre a vida de Simón Bolívar e o destino da América. A vida de Bolívar, ou melhor, a narrativa sobre a sua vida, condensaria e exempliicaria os caminhos trilhados por parte da América do Sul no decorrer do processo de emancipação. Depois da vida de glória e honra, conquistada nos campos de batalha, Bolívar conheceria a doença, as tentativas de assassinato e a detração política, nascida dos círculos que, em algumas outras circunstâncias, tinham-no apoiado. Esse é o enredo das várias biograias escritas sobre o “Libertador”. Ele irrompe no auge de suas vitórias como César, Napoleão e termina os seus dias como Quixote. A convicção, que a memória histórica entregou a Bolívar sempre que relata o seu juramento de libertar a América no Monte Sacro, deslinda em amargura no im de seus dias. Mais do que isso, à convicção une-se o guerreiro imbatível e imortal. Bolívar tinha uma tarefa, um destino: libertar a América e lhe impor ordem. Nesse meio tempo, teve também de salvá-la, não mais dos espanhóis, mas dos interesses das próprias oligarquias. E a América? A América, espelho da vida do próprio Bolívar, não teria outro caminho que não o de acompanhá-lo da glória ao desengano; parte do continente 7 8

Essa discussão, embora importante, não cabe no espaço deste artigo, quis apenas anunciar um problema, que não é de fácil resolução. Esses foram os casos do General Daniel Florêncio O’Leary e do General Peru de la Croix. 89

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

conheceria a breve glória da libertação para, depois, enveredar ao conlito e à separação. Está dada a correlação: Bolívar e o gênio da América formariam uma só alma, exatamente como o general havia anunciado em suas cartas. A historiograia venezuelana manteve suas análises sobre a emancipação inexoravelmente vinculadas à biograia de Simón Bolívar, era essa vinculação que explicava o “desastre da emancipação”. Esse tipo de explicação histórica durou até o início da década de 19709. Junto disso, essa historiograia subordinou-se excessivamente às primeiras edições de documentos, herdadas do século xix, de caráter bolivariano, posto que as compilações foram produzidas por partidários de Simón Bolívar. Todo esse quadro reforçou um viés interpretativo do processo de independência que se apoiava na enumeração das batalhas. Dessa maneira, a historiograia tradicional lidava com um tipo de história política, também tradicional, marcada pelo belicismo. Por conta do anterior, uma historiograia que se ocupasse dos aspectos econômicos e sociais do processo emancipador era novidade na década de setenta do século xx10. Apesar de aspectos econômicos e sociais aparecerem em obras marcadamente tradicionais como, por exemplo, a de Rafael María Baralt, Resumen de Historia de Venezuela desde o ano de 1797 hasta 1830 (Paris, 1841), “esses temas encontram-se dissolvidos no corpo da narração político-militar e merecem do autor, em todas as circunstâncias, menor consideração”11. Para o exame da personalidade de Simón Bolívar, Salvador de Madariaga é o biógrafo mais citado, seja para concordar com o seu julgamento ou não. A polêmica que se instaurou em torno da biograia publicada, em 1951, concedeu à mesma um diferencial frente àquelas encomendadas pelos governos da Venezuela e da Colômbia, cujo objetivo era airmar as qualidades sobre-humanas de Simón Bolívar, guardando estilo encomiástico. Tanto Vicente Lecuna como a Sociedade Bolivariana da Venezuela trataram de responder ao autor da biograia e reservar o lugar de proscrita para a obra de Salvador de Madariaga. Dentre os “pecados históricos” cometidos por Madariaga estavam a sua insinuação de que Bolívar icou tentado pela monarquia, sua crítica às qualidades militares do general, a acusação de 9 10 11

Germán carrEra damas, La crisis de la sociedad colonial venezoelana, Caracas, Imprenta Municipal, 1976. Idem. Ibidem, p. 129. 90

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

que a análise dos conlitos entre Bolívar e San Martín e entre Bolívar e Santander não fora feita com a devida imparcialidade pelos venezuelanos, a avaliação sobre a relação amorosa de Bolívar e Manuela e o papel mais que preponderante atribuído à amante do Libertador e, por im, a anotação da resistência de Bolívar em receber os sacramentos em seu leito de morte12. Quatorze anos depois da condenação do livro, a Academia Nacional de História retratou-se em declaração pública. Dessa maneira, apesar de também merecer crítica, a biografia de Madariaga foi central para ampliar a discussão em torno das inúmeras solicitações de renúncia por parte de Simón Bolívar13. Ao lado do biógrafo espanhol, Gerhard Masur, cuja biograia foi produzida em 1946, é uma referência importante, na medida em que explicita o clima da “Guerra Fria” e constrói um Bolívar que permite discutir os temas importantes para o século xx e para o lugar da América “no mundo” – discussões que sempre trazem à tona a associação entre o ato biográico, a memória heróica e o culto bolivariano. As referências à renúncia como uma arma política e discursiva estiveram presentes em ambos os textos biográicos e, por isso, eles contribuíram para, em contato com o epistolário, esclarecer o sentido dessa recorrência. Permitiram ainda avaliar a pluralidade do discurso da 12 13

Nikita harWich, “Un héroe para todas las causas: Bolívar en la historiografía”, en Iberoamericana, 2003, volumen 3, número 10, p. 7-22. Não se sabe ao certo qual o número de renúncias oicialmente encaminhadas por Simón Bolívar ao Congresso Nacional. Como anota Gabriel garcía márquEz, O general em seu labirinto, Rio de Janeiro, Record, 1989, as renúncias foram tantas que se incorporaram ao “cancioneiro popular”. Em todo caso, é possível ter a dimensão da constância dos pedidos pela própria explicação do missivista, quando ele encaminhava mais um de seus pedidos. Numa carta endereçada ao presidente do Congresso da Grã-Colômbia, em 1824, Simón Bolívar escrevia: “Por quatorze anos consecutivos tenho me submetido com o entusiasmo mais sincero ao serviço da causa da Colômbia. Apenas tenho visto essa triunfante em suas diferentes épocas, quando acreditei ser meu dever renunciar ao mando. Assim o iz pela primeira vez em dois de janeiro de oitocentos e quatorze em Caracas. Em oitocentos e dezenove em Angostura, em oitocentos e vinte e um em Cúcuta, e mais tarde no mesmo Congresso quando fui nomeado presidente. Agora a república da Colômbia está toda livre, com exceção de um banco de areia em Puerto Cabello”.Carta para Congresso da Grã-Colômbia, Pativilca, 09/01/1824, tomo iv, R. 1.035, Rascunho. 91

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

renúncia e vinculá-lo, igualmente, à memória do ressentimento e, portanto, à da indispensabilidade. Apesar das numerosas versões biográicas sobre Simón Bolívar, a leitura de dois escritos do gênero revelou a similitude de origem dos marcos cronológicos eleitos de um trabalho para outro; mudou foi o julgamento dos respectivos biógrafos acerca dos acontecimentos. Então, em consonância, os biógrafos de Bolívar elegeram na vida do biografado os mesmos momentos “divisores”. Dessa forma, por exemplo, o desentendimento com Santander e a guerra entre a Colômbia e o Peru encontram o personagem em seu momento de “desesperança, de pesar e de descrédito”. Na outra ponta, Boyacá e Angostura representariam o auge da vida de Simón Bolívar. Ainda, outro marco representativo, tal como o juramento no Monte Sacro, indicaria a escolha e a premonição de Simón Bolívar quanto ao seu caminho de glórias. No Monte Sacro, Bolívar teria a grande revelação: seria ele o indivíduo capaz de libertar a América, tendo uma atuação política e histórica determinante para o continente. As biografias sobre Simón Bolívar não conseguiram escapar do tom apologético ou do seu conteúdo diametralmente contrário. A correspondência do general criollo foi usada para atestar, comprovar e corroborar acontecimentos, segundo a análise de cada biógrafo. Ao referirse à correspondência, Madariaga apenas anota que a única crítica que devia ser feita às cartas dizia respeito ao fato de, nos últimos anos, elas terem sido escritas por Bolívar “menos para expressar do que para ocultar seus desígnios”14. Ainda assim, “intérprete sagaz”, o biógrafo apresenta os “desígnios ocultos” de Bolívar, vinculando-os às suas constantes qualidades: vaidade e ambição pessoal. Do mesmo modo, tais biograias obedeceram à herança cristã, apoiando-se na idéia da predestinação de Simón Bolívar. Para esse caso, o pequenino Simón Jose Antonio de la Trindad Bolívar y Palácios nascera para ser o “Libertador”. Embora crítico em muitos aspectos, Salvador de Madariaga, como não podia ser diferente, não escapou dos julgamentos. Para ele, as dores do “seu” Bolívar anunciavam o futuro guerreiro impiedoso e selavam o destino do Novo Mundo: Em princípios do verão de 1802, Simón e Teresa Bolívar instalaram-se em Caracas para viverem a felicidade da vida privada. Em janeiro de 14

Salvador de madariaga, Bolívar, México, Editorial Hermes, 1953, p. 484. 92

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

1803, uma febre maligna cortou em lor esse sonho tão belo. Esse inal súbito de uma vida reservada e pessoal de uma jovem de vinte e um anos foi, talvez, um dos acontecimentos-chave da história do Novo Mundo; porque se Teresa tivesse vivido, Simón teria podido recobrar o contato com seu ser mais profundo, restabelecer o livre luir de suas crenças e tradições ancestrais pelos claros canais de sua mente, conseguir aquela síntese de cérebro e coração, que lhe iria faltar para o resto de seus dias, e viveria então a vida de um homem considerado entre os seus –para menos não tinha nascido– mas em uma América Hispânica que, talvez, não fosse desgarrada pela guerra civil. Que nada disso é arbitrário ou aventureiro demonstra-se citando o próprio Bolívar. “Vejam vocês como são as coisas –dizia um dia, segundo Peru de Lacroix–; se não tivesse enviuvado, talvez minha vida tivesse sido outra; não seria o general Bolívar, nem o Libertador, ainda que admita que o meu gênio não era para ser o alcaide de San Mateo”. A morte decidiu o caso15.

As biografias exploraram o projeto deixado por Simón Bolívar e cuidaram de associar a cronologia da vida de seu personagem ao caminho escolhido pela América, sustentando (mesmo quando negavam o próprio feito) o peril particular e especial de Simón Bolívar e conferindo-lhe um destino providencial. Embora buscassem se distanciar da igura do herói, as biograias cederam à tentação de, ainda assim, expressarem o culto em torno da personalidade bolivariana. Gerhard Masur (1960)16, em 1946, estabelecia as distinções entre o trabalho do biógrafo e do historiador e anunciava qual Bolívar buscava retratar: Antes não tinha consciência do abismo que separa os fatos e os acontecimentos verdadeiros do que chamamos de História. É impossível relatar só o que ‘verdadeiramente ocorreu’. O historiador elege os acontecimentos que lhe parecem mais importantes e os ordena até formar um quadro completo. Seu critério não é e não deve ser puramente cientíico; deve ser também sugestivo e artístico. De outro modo, ica submerso nos fatos e é, quando muito, um cronista. Entretanto, forçosamente tem-se de descuidar de alguns aspectos 15 16

Ibidem, p. 144. Embora a data de publicação seja a de 1960, a biograia escrita por Masur é de 1946. A publicação de 1960 é, na realidade, fruto da primeira tradução para o espanhol. 93

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

da vida de Bolívar; este pode se estudar de muitos ângulos: militar, diplomático, literário, e cada faceta oferece material para volumes inteiros. Mas o biógrafo deve ordenar os fatos em torno do coração do indivíduo, porque só assim pode apreciar a estrutura íntegra a partir da qual todos os demais aspectos assumem sua forma. Tenho consciência da grandeza de Bolívar, mas não o descrevi como um indivíduo infalível 17.

Gehrard Masur, ao pontuar as distinções entre o historiador e o biógrafo, também reforça a importância de que o gênero biográico não deixe de atentar para um retrato que ordene “os fatos em torno do coração do indivíduo”. Demonstrando um esforço de relexão sobre as relações entre o trabalho histórico e o gênero biográico, Masur, acertadamente, sugere o caráter construtivo da história e anuncia que descreveu Bolívar como homem falível. Contudo, como era compreensível para um alemão que, em 1935, cruzara a fronteira em direção à Suíça, “resoluto a não voltar mais para a minha Alemanha natal até que lá deixasse de brandir a insígnia da Cruz Suástica”, o Bolívar de Gehard Masur, embora não fosse um herói inconteste, era o defensor auspicioso da liberdade, o que causava entre biógrafo e biografado uma identiicação imediata: Bolívar me aparece como uma das principais iguras do século xix e como uma das maiores personalidades de todos os tempos. Há certos princípios pelos quais ele viveu e nos quais eu também creio: a liberdade é um valor em si mesmo; que é melhor morrer pela liberdade do que viver na escravidão; que a organização política da liberdade tem sua expressão na democracia, mas que a democracia deve achar o equilíbrio entre as exigências da liberdade e as da estabilidade e da eicácia, ou se produzirá a anarquia; que os problemas internacionais devem encontrar sua solução numa liga de povos livres que resista à agressão com a força das armas e dirima as controvérsias entre seus membros através de um tribunal de justiça. Essa é a essência do credo político de Bolívar. Seu signiicado para a nossa época me parece evidente18. 17

18

Gerhard masur, Simón Bolívar, México, Biograias Grandesa, 1960. Esse trecho foi retirado do prefácio à biograia que o próprio autor datou em 1946. Pedro Martín de la Câmara, que foi o responsável pela versão em espanhol, manteve as datas indicadas pelo autor Ibidem, p. 10-11. 94

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

O julgamento inal de Masur sobre Bolívar o equiparava a Winston Churchill, o combativo primeiro-ministro inglês, que ocupou esse cargo durante o auge da Segunda Guerra Mundial. Além de a comparação permitir concluir o motivo pelo qual Gehard Masur imigrara, há outro objetivo que ela expressa: no que dizia respeito ao seu projeto de unidade, a derrota de Simón Bolívar apenas demonstrava que ele era o homem certo no tempo errado. Segundo Masur, as idéias de Bolívar não cabiam no século xix, quando os conceitos de nacional e nacionalidade dominavam a compreensão em torno da política. O reconhecimento das idéias de Simón Bolívar no século xx mostrava que aquele sim era o ambiente temporal mais apropriado para um projeto que, embora derrotado por seus contemporâneos, fora consagrado pela história. Enim, para Masur, Bolívar era um cidadão do século xx. Se, para Gerhard Masur, Bolívar era um homem do século xx, para Salvador de Madariaga, o mesmo Bolívar era um homem de seu tempo e nada tinha lhe calado tão fundo na alma quanto a imagem de Napoleão Bonaparte. Nesse ponto, a dúvida colocada é o que representa Napoleão e, em virtude dessa representação, o porquê da diiculdade de outros analistas em aceitar a comparação. Como bem coloca Madariaga, na memória liberal e republicana, a atração e a repulsa convivem e nutrem o mito napoleônico. De um lado, esse general foi responsável pela expansão dos ideais da Revolução Francesa para além das fronteiras da França e, do outro, ele foi o mais ativo agressor desses mesmos ideais, quando aderiu à tentação de se coroar. Assim traduzida essa repulsa republicana e liberal, compreende-se porque o culto a Bolívar procura protegê-lo da mácula que, certamente, o atingiria quando de sua aproximação ao mito napoleônico. O desejo de Bolívar em se coroar é vigorosamente negado por boa parte da historiograia venezuelana e, no entanto, Madariaga o admite e o explora em sua biograia, basta dizer que constrói dois capítulos para argumentar sobre o tema (os capítulos vinte e cinco e vinte e seis, que compõem a quarta parte do segundo tomo da biograia, os títulos são os que seguem: Rei sem coroa e Coroa sem rei). Essa admissão lhe permitiu associar ambos os mitos e ainda mais. Permitiu-lhe anotar que foi exatamente porque não se coroou –ao contrário de Iturbide– que Bolívar, assim como San Martín, pôde, apesar de derrotado em vida, alcançar glória póstuma. Sem a coroação, Simón Bolívar podia representar o ideal republicano, bastava esconder o seu desejo de se tornar rei:

95

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

Tão funda e tão secreta como essa raiz que une Bolívar e San Martín à Napoleão é a que em seus respectivos povos une os mitos bolivariano e sanmartiniano ao mito napoleônico. San Martín e Bolívar são gloriicados na Hispano-América como dois libertadores. Na superfície, ambos os mitos permanecem construídos sobre o modelo “herói-monstro”; ambos representam São Jorge matando o dragão da tirania espanhola. Mas no fundo da memória hispanoamericana, o que faz de San Martín e de Bolívar os dois heróis sem rival no mundo americano é a carreira napoleônica além das fronteiras do país em que nasceram, levando as bandeiras de suas pátrias natais por todo o continente, como Napoleão na Europa, libertando nações e derrubando vice-reis19.

Guardadas as devidas diferenças com a vivência política da América no século xix, não houve um homem político do século xix, mesmo que se encontrasse fora da Europa, que não se inluenciasse pela Revolução Francesa e que não revelasse um conlito de opiniões e sentimentos sobre a igura de Napoleão Bonaparte e o signiicado de sua ação política. Como bem lembra François-Xavier Guerra20, a modernidade política na Espanha e na América teve um conteúdo mais corporativo e tradicional, isso desde que comparado ao conteúdo francês. Não obstante, também espanhóis e americanos estiveram impregnados por símbolos, idéias e imaginários que permitiram uma transformação política e cultural. Ainda com Guerra, é importante salientar que a interpretação historiográica americana sobre a independência discutiria até que ponto seria possível considerar a inluência francesa nesse processo. Os liberais americanos da segunda metade do século xix reivindicariam a sua iliação com a França revolucionária. A partir de então, uma versão sobre a independência foi construída e alcança, inclusive, os nossos dias. Por essa versão, considerava-se que a independência era ilha da Revolução Francesa, graças à disseminação, em solo americano, dos princípios que serviram à revolução na Europa. A revisão historiográica dessa matriz liberal de interpretação da independência cuidaria de apontar a inluência de um caráter hispânico no processo de independência. Em concordância com o autor já citado, entende-se que é “conceitualmente impossível identiicar uma posição ideológica em um suposto espírito 19 20

Salvador dE madariaga, op. cit., p. 34 François-Xavier guErra, Modernidad y independências: ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México, Fondo de Cultura Económica, 2000. 96

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

nacional: nem tudo o que é francês é moderno, nem tudo o que é espanhol é tradicional, nem o inverso”21. A leitura inicial das biograias citadas preocupou-se mais detidamente com os últimos anos de Bolívar, pois me interessava perceber qual tratamento cada biógrafo daria para o ressentimento do general. Conforme sugerido, a escolha de marcos cronológicos não difere entre os autores. O marco cronológico da desgraça bolivariana obedeceria a uma clivagem aventada pelo próprio missivista em sua narrativa epistolar: o seu desentendimento com Francisco de Paula Santander. A biograia escrita por Salvador Madariaga é a mais extensa e detalhada, há profusão de citações de distintos documentos: cartas, proclamas, artigos de época, necrológico e testamento de Simón Bolívar, diários e memórias deixadas por amigos e inimigos políticos. Dividida em dois tomos, a quarta parte do segundo tomo responsabiliza-se pela análise da derrota e do descrédito público conferidos ao biografado. Os títulos dos tomos, das partes que os compõem e dos capítulos que compõem as partes são muito sugestivos. O primeiro tomo tem como subtítulo Fracasso e esperança e o segundo tomo adotará como subtítulo Vitória e desengano. O segundo tomo encontra-se divido em quatro partes que tratam do período que vai do Congresso de Angostura, em 1819, à morte de Simón Bolívar, em dezembro de 1830. Os títulos das quatro partes do segundo tomo são respectivamente: Do caos à vitória, Põe-se o sol do Império, O Império dos Andes e o Ocaso de César. Na ânsia de julgar, em nenhum momento, Madariaga pretendeu compreender o ressentimento bolivariano. Aliás, não o compreendeu porque não lhe deu crédito. Ao invés disso, preferiu atribuir a Simón Bolívar uma ambição desmedida, o que lhe obrigou a tecer o peril de um homem público constantemente vigilante. Nesse ponto, a memória construída por meio das cartas de Simón Bolívar foi incorporada pelo biógrafo: o homem público vigilante, a postos no epistolário, transferiu-se para a obra biográica. Aqui reside o problema do juízo de Madariaga: na medida em que o seu Bolívar mostra-se movido tão somente por ambição e, para protegê-la, calculava e previa seus atos, o biógrafo empresta ao biografado uma onisciência sobrehumana. Até quando se refere ao espírito amargurado e à reclamação de Simón Bolívar da ingratidão pública que lhe era dirigida, Madariaga volta a explicar o ressentimento e a ingratidão como decorrência dos atos do 21

Ibidem, p.16. 97

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

seu personagem; para ele, a ingratidão tornara-se regra porque Bolívar submetera seus amigos a uma política tortuosa. A escrita biográica, no caso de Madariaga, compunha-se de mais uma inalidade: era conveniente aproximar Simón Bolívar, liderança das guerras de independência contra a Espanha, das “instituições e tradições” pelas quais zelavam o regime espanhol. Não se tratava de reletir sobre a complexidade identitária da elite criolla, mas de apresentar a vitória do projeto civilizador da metrópole: a despeito da rebelião de um de seus ilhos diletos, esse mesmo ilho desgarrado demonstrara dever sua formação à pátria-mãe, a Espanha. Assim, a morte aproximara Bolívar da “verdadeira sabedoria”, atraindo-lhe a terra ancestral para o passado (colonizador). O plano da obra biográica de Gerhard Masur também revelaria que, apesar da liberdade ter sido o maior bem e a maior herança de Bolívar, a ambição tomava corpo em sua trajetória de vida. Às quatro partes que integram o conjunto da biograia foram dados os seguintes títulos: Homem de ambição, Homem da liberdade, Homem da glória, Homem de pesares. Nessa última parte da biograia, constam quatro capítulos, que versam sobre as seguintes temáticas: os desentendimentos entre Simón Bolívar e Francisco de Paula Santander; a rebelião liderada por Páez, a La Cosiata; os planos para a reforma da Constituição de 1821, aprovada em Cúcuta; o pedido de renúncia de Bolívar feito em 1827; a guerra entre a Colômbia e o Peru e as rebeliões internas nas tropas colombianas e peruanas; a tentativa de assassinato de Simón Bolívar; os preparativos e o abandono da Convenção de Ocaña; a nova rebelião separatista liderada por Páez em 1829; a rebelião liderada por Córdoba, outro antigo correligionário de Simón Bolívar; a Assembléia Constituinte dos Admiráveis, instalada em 1830 e a última renúncia de Bolívar seguida pelo agravamento de seu estado de saúde e sua morte. O último capítulo de Gerhard Masur intitula-se Morte e transiguração. Nesse capítulo, o biógrafo tenta explicar porque Bolívar, o mesmo que morrera desacreditado e ferido por conta da derrota de seu maior projeto, seria, tempos depois, lançado à categoria de herói-mito não apenas das nações que ajudara a libertar, mas da nação americana. Para além do que já foi exposto, Masur considerava que a transiguração da igura bolivariana indicava a necessidade das nações em “processo de cristalização” do culto a heróis, sendo esse o caso das repúblicas hispano-americanas. Em síntese, o culto a Simón Bolívar seria um elemento essencial para o desenvolvimento

98

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

dessas nações, tal como expressa o trecho a seguir: Depois da morte de Bolívar produziu-se uma transiguração que pode se considerar única na história moderna [...] A gloriicação de Bolívar é lírica e retórica. Provavelmente não há na América do Sul poeta ou escritor que não tenha composto uma ode, um ensaio ou uma oração sobre o maior herói do continente. É o tema principal de todos os literatos sul-americanos, de Rodó a Valencia e de Gabriela Mistral a Neruda. E seria tão simplório quanto carente de discernimento burlar-se dessa adoração heróica. Essas nações se encontram todavia em processo de cristalização e o mito bolivariano é um elemento essencial de seu desenvolvimento 22.

Conforme assinalado, Gerhard Masur anota a recorrência das renúncias bolivarianas, mas sua análise difere da de Madariaga. Para Masur, a renúncia também era um recurso político, no entanto, o ato de encaminhar o pedido de renúncia, acompanhado quase que imediatamente pelo esquecimento do mesmo, indicava mais do que simples ambição pessoal. Para o biógrafo alemão, mesmo após o descrédito público, Bolívar tinha atribuído a si uma missão: a de manter unida a Grã-Colômbia. Manter a unidade e a liberdade conquistada era o lema do Simón Bolívar retratado por Masur. Esse Bolívar de Masur fez da independência hispano-americana uma “empresa da liberdade”, como já apontara Nikita Harwich (2003), em sua análise sobre a referida biograia. Seguindo o raciocínio do biógrafo, isso foi assim porque Bolívar tinha de cumprir um destino que seria responsável por alçá-lo diretamente à referência política para o século xx. Diferente mais uma vez de Madariaga, Masur admite o ressentimento bolivariano – usando como imagens a “melancolia”, que se abatera sobre o general com a decadência física e a proximidade da morte, e a “via-crúcis”, essa enfrentada por Bolívar desde os desentendimentos com Santander. Ao fazer isso, o biógrafo permite ao biografado a humanização e, nesse sentido, ultrapassa analiticamente Salvador Madariaga. Em meu entendimento, a diferença entre Masur e Madariaga assenta-se na atribuição de legitimidade ao ressentimento do biografado e no grau dos antagonismos que o rondavam. Isso equivale dizer que o Bolívar de Masur é mais “humano” que o de Madariaga, contudo, não pressupõe que o Bolívar de Madariaga não apresente “qualidades humanas”. 22

Gerhard masur, op. cit., p. 576. 99

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

Se, por um lado, o biógrafo espanhol impõe ao seu Bolívar a vigilância constante (tarefa impossível a qualquer ser humano), por outro, ele admite uma qualidade particularmente humana em seu personagem, a ambição. Sinteticamente, o ponto alto da biograia de Gerhard Masur esteve no reconhecimento da humanidade de seu personagem. No entanto, o biógrafo complica-se quando retira o biografado de seu tempo. Se Bolívar passou para a história como o defensor de um projeto de unidade, que signiicava empreender a construção de uma “grande nação”, ele não foi o único que acreditou, adotou e endossou esse projeto. Entre seus contemporâneos, embora colecionasse inimigos, teve o apoio de um grupo que pensava como ele. Do mesmo modo, se o biografado passou a vida combatendo o federalismo dos liberais e sustentou a unidade da Grã-Colômbia, é preciso ter em mente que um projeto político desse porte apenas se mantém se há legitimidade em torno do porta-voz do mesmo projeto. Não é por acaso que a correspondência bolivariana é, ao mesmo tempo, extensa e intensa. Bolívar teve em torno de si os generais que foram, simultaneamente, a elite militar e política das repúblicas recém-fundadas. Por bom tempo, os liderou. Por bom tempo, dominou suas expectativas. Tais expectativas, embora inspiradas em função do lugar de amigo e chefe ocupado por Simón Bolívar, também estiveram direcionadas a um projeto político em comum e, no interior desse projeto, traçou-se a unidade política americana. A derrota política de Simón Bolívar se deu no exato momento em que a legitimidade que o grupo depositara nele desapareceu. Ajuizar que apenas Bolívar fora o responsável pela unidade da Grã-Colômbia –que durara entre os anos de 1819 e 1830– é obscurecer a participação ativa de um grupo que atuou como sustentáculo desse projeto e de seu processo de implantação e consolidação. Santander fora o braço executivo da GrãColômbia durante todo o tempo em que Bolívar dedicara-se à campanha no Sul. O vice-presidente, educado em Bogotá, foi um dos principais políticos contrários a essa união, mas a assegurou durante o período das guerras de independência e foi quem cuidou das contas dessa república que patrocinou a “empresa da liberdade” de Bolívar. Conceder ao general “Libertador” ares de herói solitário e visionário contribui para a permanência da análise de que a América só podia mesmo ser dominada pela anarquia, fruto das ações da oligarquia terrateniente. Visionários nem sempre conseguem angariar apoio e legitimidade. Visionários 100

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

não deixam sinal de seguidores e nem conseguem o reconhecimento para seus projetos, reconhecimento póstumo que seja. Visionários são, frequentemente, admirados com entusiasmo juvenil. Há nessa discussão outro grave condicionamento. Se a unidade era apenas fruto da “vontade indômita” de Simón Bolívar, a ausência da liderança evocava um problema para o continente: sua morte selaria o futuro infeliz da América, demarcado pela anarquia política. Seguindo esse raciocínio, melhor seria que o general fosse indispensável e insubstituível. Aí reside o patrocínio do culto. Com a ajuda das interpretações que impingiram a Bolívar a pecha de um visionário perdido em seu tempo, o culto consolidou-se. Seria muita coincidência – e, entretanto, não é – reforçar que foi exatamente essa a construção deixada pelo missivista. Indispensável e insubstituível: era assim que o escritor de cartas queria ser visto. Depois da breve exposição de parte das biograias escritas por Salvador de Madariaga e Gehard Masur, reforço a importância dessa leitura, que associa a escrita biográica à constituição do culto. Homens da política e das letras, os biógrafos não escaparam à verve sedutora do Bolívar missivista e nem foram suicientemente autônomos para dispensar a esperança na existência de “heróis para toda hora”. Por im, duas últimas considerações teórico-metodológicas merecem relevo. Tendo em vista o status incerto da biograia23, só é possível aproximar-se de uma categorização ao concordar 23

Philippe Levillain (1996) reforça a distinção entre as biograias históricas e as literárias. Para tal distinção, o que conta não é o personagem escolhido, mas o grau de imaginação inserido na narrativa biográica para cobrir as ausências do documento. Nesse caso, “a icção provém do suplemento de explicação que o autor se julga no direito de dar quando a reunião dos documentos não basta para retratar o personagem. Pois toda biograia resulta da tentação criadora” (Philippe lEvillain, “Os protagonistas: da biografía”, en René rémond (org), Por uma história política, Rio de Janeiro, Ed. da Fundação Getúlio Vargas, 1996, p. 155). Assim, o que se torna relevante é a resultante de tal arte: no corpo da narrativa, o biógrafo assume a ciência total de seu biografado para lhe conceder o status biográico, o que o leva a organizar a vida de seu personagem numa rota linear, fatalista e inexorável; assim como a atribuir a esse mesmo personagem a onisciência em quaisquer circunstâncias. Nesse sentido, o status biográico está para Levillain como a ilusão biográica para Bourdieu (1996). Para o sociólogo, saber que a vida é uma história depende de uma consciência singular que permite construir um relato articulado, cujo objetivo é alcançar 101

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

com uma localização intermediária para a biograia: ela se encontra exatamente no meio do caminho. Estilística e metodologicamente situada entre a história e a literatura, a biograia, embora sirva à história, não é “a” história. O gênero biográico, assim como está posto, é fruto de uma herança grego-latina.24 Para os gregos, as tarefas do biógrafo e do historiador eram distintas: a história situava-se ao lado dos acontecimentos coletivos e via-se sempre embasada pela “verdade”, o seu objetivo era a busca da “verdade”. Nesse sentido, a expressão histórica se dava por meio da narração, com o objetivo de apontar a “mudança” cronologicamente estabelecida. A biograia estava preocupada com o detalhe e com o indivíduo, o que a aproximava do panegírico, especialmente porque sua função era a de “elogiar a personalidade em questão”. De maneira laudatória, a biograia analisava fatos e gestos vinculados a um indivíduo e, para tanto, sua expressão era descritiva, com o objetivo de estudar e exaltar a natureza do homem. Dito isso, o modelo adotado pelo gênero biográico nasceu com a historiograia grega, passou pela contribuição do panegírico e da hagiograia e chegou, aos nossos tempos, embebida pela ideologia dominante. Desse modo, a biograia, simultaneamente, retrata elogiosamente o biografado, cuida de seu peril histórico e atua politicamente na medida em que se vê atrelada à ideologia dominante, tornando-se sua divulgadora. A despeito da diiculdade em categorizar a biograia, pode-se destacar que o estilo de escrita, a metodologia assumida em relação ao documento e os julgamentos permitidos aos biógrafos distanciaram a biograia da

24

a unidade. Nesse sentido, se a vida é um todo coerente e ordenado, ela pode, portanto, ser apreendida por uma intenção subjetiva e objetiva que se encontra entremeada ao relato. Há, então, um pacto entre sujeito e objeto (investigador e investigado, biógrafo e biografado), conigurado no desejo de aceitar o postulado de sentido na existência narrada. O relato se obriga a dar sentido prospectivo e projetivo para a vida. A ilusão biográica ocorre com o consentimento do biógrafo e do biografado, pois esse exercício está incorporado à experiência do homem moderno – este é aquele que, sabedor da fragmentação do indivíduo e da impossibilidade de alcançar uma “identidade ixa” (essencializada) recorre à busca de identidade, que passa a ser a assunção da unidade. Para o caso de Simón Bolívar, a ilusão biográica é consentida pelo biógrafo, mesmo considerando a presença da ilusão biográica no epistolário deixado por essa liderança. Philippe lEvillain, op. cit. 102

A cultura heróica e o culto bolivariano: uma comparação entre as biograias de... /Fabiana De Souza F. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 83-103

história. Essa airmação é válida mesmo considerando que a historiograia, no que diz respeito a Bolívar, também se pautou em julgamentos parciais que atropelaram o rigor histórico, afastando-se da crítica da fonte. Ainda assim, é essencial assegurar a diferença plausível entre o empreendimento biográico e o histórico. A descrição de Gerhard Masur sobre o último pouso de Simón Bolívar demonstra a utilização do estilo literário permitido à biograia: Por ironia do destino, Bolívar achou seu último refúgio na casa de um espanhol. Joaquín de Mier, admirador do Libertador, ofereceralhe como residência a sua fazenda, San Pedro Alejandrino, nas proximidades de Santa Marta, e em princípio de dezembro Bolívar embarcou rumo a seu último santuário. Quase parece que o próprio destino encarregou-se de harmonizar a última cena da vida de Bolívar com a mão de grande artista. A cenograia de Santa Marta era perfeita. Havia uma pequena baía, com águas de azul saira, protegida pelas montanhas; e ao longo da praia as altas palmeiras dobravam-se diante da vontade da brisa de dezembro. Os velhos fortes espanhóis seguiam vendo o porto, e do alto, entre a camada de nuvens, em algumas ocasiões podia se ver os picos brancos e brilhantes da Serra Nevada25.

Novas leituras e propostas vêm sendo feitas em torno do gênero biográico, o que é fruto da reaproximação entre história e biograia. No interior dessas novas propostas, foram repostas as perguntas sobre a relação entre a história e o indivíduo. Especialmente para o campo da história política, esse “retorno biográico” foi muito produtivo, pois permitiu equilibrar as análises que, liberadas do ranço de uma história política feita “por” e “para” os grandes homens, passaram a considerar a importância dos atores históricos, escapando à frieza das análises sistêmicas e incorporando a complexidade da ciência dos contemporâneos quanto ao seu fazer histórico. Dessa maneira, reconhecendo a biograia como gênero compósito e cuidando de estabelecer as devidas relações entre história, narrativa e memória, a interpretação desse tipo de escrita poderá iluminar o conhecimento em torno do culto bolivariano, responsável pelo gerenciamento de um peculiar imaginário político latino-americano. 25

Gerhard masur, op. cit., p.572.

103

LA éLITE CARAqUEñA y LOS ANTECEDENTES DE LA EmANCIPACIóN: LA DENUNCIA GUBERNATIVA DE LA CONSTITUCIóN DE UNA jUNTA DE CARACAS EN 1787 manuEl hErnándEz gonzálEz1 Universidad de La Laguna

Resumen: Este artículo estudia el papel desarrollado en 1787 por un grupo de notables caraqueños, entre los que se encontraban dos cubanos, un malagueño y un canario. Fueron denunciados por el Capitán General Juan Guillelmi por haber constituido una junta o congreso que atentaba contra el poder establecido. Fue una reunión que hasta la fecha era por completo desconocida por la historiografía, pero constituye un testimonio de primera mano para evaluar los signiicativos cambios que se estaban originando en el tejido socio-político venezolano en las últimas décadas del siglo xviii y demuestra la temprana inluencia de la Revolución norteamericana al emplear en ella tales denominaciones. Palabras clave: Historia social y política de Venezuela, movimientos preindependentistas, emancipación venezolana.

1

Profesor titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna y coordinador del Centro de Documentación de Canarias y América. Entre sus libros más recientes: Medicina e Ilustración en Canarias y Venezuela, el Sur dominicano (1680-1795), El Coliseo, el primer teatro de La Habana (1775-1793), En el vendaval de la revolución. La trayectoria vital del ingeniero venezolano José de Pozo y Sucre (17401819) y Los canarios en la independencia de Venezuela. Correo: mvhdez@gmail. com. Recepción: 03/02/2011. Aprobación: 02/06/2011. 105

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

The Caracas elite and background of the emancipation: the governing report of the constitution of junta de Caracas in 1787 Summary: This article discuss the roll played by a remarkable group of caraquenians, two Cubans, a malagan and one native from Canary Island, in the establishment of a junta that challenge the constituted power in the province of Venezuela in 1787. The attempt, unmasked by the Captain General Juan Guillelmi, was completely unknown by historians, being this a irsthand witness to the signiicant social-political changes during the last decades of the xviii century. Also the testimony shows the early inluence of the American Revolution in the use of a particular terminology. Keywords: Social and political history of Venezuela, pre-independence movements, emancipation.

Introducción Venezuela vivía en los setenta y los ochenta del siglo xviii una etapa crucial de su coniguración histórica con la concentración en Caracas de todos los poderes políticos, judiciales y iscales de la provincia en manos de una burocracia peninsular ligada por estrechos lazos clientelares y que tenía como objetivo la plena vigencia de la doctrina mercantilista, convirtiendo a Venezuela en un laboratorio de todas esas reformas. La Guaira fue junto con Veracruz las dos únicas excepciones al libre comercio con los puertos españoles que se había generalizado en toda la América española de forma deinitiva con el reglamento de 1778. Incluso, después de su apertura en 1785, los comerciantes vascos seguían monopolizando el grueso de su tráico a través de los herederos de la Compañía Guipuzcoana, la Compañía de Filipinas y de otras casas de comercio de esa procedencia. La alianza entre esa élite de poder colonial y esas capas mercantiles era muy estrecha, como veremos a lo largo de este trabajo. En una época de eclosión de nuevos cultivos como el añil y de búsqueda de mercados alternativos en el ámbito americano, ensayados en la Guerra de Independencia de los Estados

106

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Unidos; de transformaciones en el régimen de tenencia y explotación de las tierras y en las relaciones sociales y de creciente presión iscal, las tensiones con los sectores sociales disconformes con esa conjunción de intereses, que habían estallado en la etapa inaugural de la Intendencia con Ávalos, continuaban presentes en los ochenta. Es en ese marco donde aparece la denuncia gubernativa de una junta o congreso erigido en Caracas en 1787 y promovido por los grupos criollos de capas medias disconformes con esa coalición y sus efectos socio-políticos, cuyos cabecillas serán objeto de una denodada persecución por el aparato gubernativo, frente al que contraatacarán revelando su imbricada telaraña de conexiones y privilegios. En el proceso de génesis y desarrollo de una conciencia e identidad criolla, acontecimientos como este contribuyen a explicar los cambios sociales, políticos y culturales que se estaban gestando en Venezuela dos décadas antes de la emancipación.

La denuncia de la junta El capitán general e intendente de Venezuela, el sevillano Juan Guillelmi, formaba parte de la camarilla de funcionarios peninsulares que había promovido y expandido por toda América el todopoderoso Presidente del Consejo de Indias José Gálvez, Marqués de Sonora. Constituía un grupo de poder agrupado por estrechos lazos clientelares y de nepotismo, entre los que las relaciones de parentesco entre funcionarios peninsulares jugaban un papel crucial. Su paisano Francisco de Saavedra, su antecesor en la intendencia, que debía su promoción directa a la amistad con los Gálvez, quien lo conocía exhaustivamente, reconoció en su autobiografía que la esposa de Guillelmi era prima de la marquesa de Sonora, justiicante más que obvio de su ascendencia en la jefatura del poder indiano2. Este ejerció la máxima autoridad militar de Venezuela entre 1786 y 1792, la presidencia de su Audiencia a raíz de su erección por real cédula de 18 de diciembre de 1786 y la intendencia interina desde mayo de 1788, cargo que desempeñó interinamente hasta el 10 de enero de 1791. Estaba asimismo estrechamente 2

Francisco de saavEdra, Los decenios (Autobiografía de un sevillano de la Ilustración), transcripción, introducción y notas de Francisco Morales Padrón, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 1995, p. 261. 107

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

ligado con las capas mercantiles herederas de la Compañía Guipuzcoana y que aspiraban a seguir hegemonizando el comercio venezolano, tanto en sus productos tradicionales, como en las nuevas posibilidades abiertas con la exportación de añil. Estos grupos planteaban la continuidad en la práctica de ese régimen monopolista que hasta entonces sólo había sido cuestionado por los comerciantes isleños, la única excepción legal a ese monopolio, pero frente al que se abrían paso los mercaderes y los hacendados criollos que habían disfrutado parcialmente del comercio de neutrales en la Guerra de Independencia de las Trece Colonias, y que aspiraban a diversiicar los mercados y a participar en nuevas empresas mercantiles. En esa atmósfera de cuestionamiento del reforzamiento del poder político, judicial y económico de ese funcionariado peninsular con la creación de la Intendencia, la Capitanía General y la Real Audiencia, aconteció la denuncia por parte de Guillelmi de la erección de una Junta en Caracas el 24 de noviembre de 1787, pocos días después de la muerte del Marqués de Sonora y de la colocación en la secretaría de estado de Gracia y Justicia del Consejo de Indias del canario Antonio Porlier y Sopranis, un poder que le aumentaría en 1789 con el del Consejo de Estado, que quedaría concentrado también en él, y que ampliaría para toda la Monarquía con la reorganización ministerial de 17903. Guillelmi transmitió a Porlier que era “bien sabido lo propenso que ha sido este país a levantamientos, los frecuentes que ha habido en todos tiempos y los muchos cavilosos que en él hay, lo uno y lo otro había calmado hasta los años de 1777, pero entonces los genios díscolos empezaron a fomentar partidos y sembrar cizaña contra el establecimiento de la Intendencia y demás ramos de la Real Hacienda, a valerse aquí de malévolos de todos los medios que su poca o ninguna obediencia les dictaba contra las soberanas providencias, pero, como no pudieron en común hacer armas públicas, se empeñaron contra los particulares: el odio, los pasquines, conversaciones, murmuraciones y seducciones se dirigieron a aquellas dependencias, pero con especialidad contra el Intendente, que lo era entonces don José Ávalos y aquella fermentación hubiera tenido gravísimas malas resultas si este ministerio superior no hubiera sostenido 3

Este trabajo se fundamenta esencialmente en la documentación proporcionada por ese expediente conservado en el Archivo Histórico Nacional de Madrid (en adelante AHNM), Consejos, Legajo 20524. 108

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

lo que han mandado”. El conjuntamente gobernador e intendente estaba analizando el clima de oposición reinante a las nuestras instituciones y a su política centralista, recaudatoria y de reforzamiento del régimen monopolista durante el mandato del primer intendente, que condujo a rebeliones como las de los comuneros de Mérida, que expresaban un malestar que era generalizado en mayor o menor medida entre todas las clases y capas sociales venezolanas4. El gobernador reconoce el papel desarrollado por su paisano Francisco de Saavedra en la Intendencia, al plantear que este burócrata ligado estrechamente a José de Gálvez y su familia “ha necesitado toda su notoria prudencia para detener paso a paso lo que restaba de las fermentaciones de los hombres cavilosos a costa de conciliarse estos enemigos, que conservan sus sentimientos reconcentrados porque no se gustó la causa que lo motivaba, particularmente el estanco del tabaco”. Tras precisar uno de los motores de las discordias, estipuló que las tensiones seguirían, pues, latentes a su llegada, no se habían apaciguado. Consciente de tales antecedentes, y “del poco respeto y obediencia que aquí y en toda la provincia se tenía a los jefes y a la justicia empecé con dulzura y al mismo tiempo con irmeza a hacer que se obedeciese lo que se mandaba y para que se tuviese el respeto debido sin incurrir en una fastidiosa gravedad”. Para ello le pareció “conveniente abstenerme del trato familiar que de ordinario suele ser la causa de aquellos daños y de acuerdo con el auditor de guerra que era entonces don Francisco Ignacio Cortines empezamos a rondar oportunamente, sorprender casas de juego, de amancebados y otros desórdenes, pero, como solo éramos dos cuando cada uno íbamos por su barrio, se juntaban en otros y aunque me daban avisos de todo caminé con el auditor sin dejar de celar y administrar justicia con cierta lentitud y suavidad para no exasperar y precipitar a aquellos y así se consiguió al paso que la tranquilidad, la corrección de algunos vicios y que los malos ánimos estuviesen refrenados sin haber ocurrido novedad esencial”5. 4

5

Eduardo arcila farías, Economía colonial de Venezuela, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1973, tomo ii, pp.1-57. Carlos Emilio muñoz oráa, La sociedad venezolana frente a la Intendencia, Mérida, Universidad de los Andes, 1964. Los comuneros de Venezuela. Una rebelión preindependentista, Mérida, Universidad de los Andes, 1970. AHNM, Consejos, Legajo 20524. 109

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

La inauguración de la Real Audiencia de Caracas supuso el reforzamiento del poder de ese grupo de presión socio-política, ya que concentró en él mucho más poder, máxime cuando la mayoría de sus integrantes respondían a ese peril e intereses. Guillelmi expuso que por julio de 1787 se había abierto, siendo él su presidente. Conirma el reforzamiento del poder que la conjunción de esas reformas había supuesto por tales funcionarios. En ella “en los frecuentes acuerdos que desde entonces hasta el día tenemos, les he impuesto a sus ministros de los antecedentes de esta provincia y del carácter de sus vecinos y, enterados de ello y comprobado mucha parte, se dio principio por este regente a las operaciones de este tribunal y lo mismo el de provincia, con cuyo aumento de jueces se fueron sabiendo más desórdenes y haciendo más frecuentes las rondas y celando los vicios con lo que podían tan fácilmente tomar las espaldas como antes, porque se puede decir que por todas partes se encontraban con un juez, viéndose los díscolos en el caso durísimo para ellos de que se les descubrían sus más oscuros y disimulados movimientos”. Sin embargo, la respuesta de los disidentes a ese nuevo estatus quo fue pasar “al otro extremo, que es el del atrevimiento y se desenfrenaron en poner pasquines, se hicieron las más exquisitas diligencias para descubrir el autor o autores de aquellos, pero jamás se pudieron saber y, como de dejarlo todo correr era darles cuerda para que de un exceso pasasen a otro y experimentásemos un desorden, tuve por conveniente proponer al estado del pueblo el acuerdo de esta Real Audiencia”. Estimó que ese medio era el más viable, puesto que “los pasquines solo se ensangrentaban y dirigían al juez de provincia y que todos estos oidores son igualmente alcaldes de corte, saliesen todos todas las noches a rondar o las más que se lo permitiesen la salud y ocupaciones, sin estrépito de mucho acompañamiento, con la mayor prudencia y sin meterse con los yentes y vinientes y solo con los sospechosos y delincuentes y que para las prisiones premeditadas, reconocimiento de casas y otras cosas se repartiesen entre todos y no recayesen precisamente en uno y que al mismo tiempo el auditor de guerra, alcaldes ordinarios y yo haríamos lo mismo”6. Guillelmi planteó algo de considerable interés, los pasquines iban sólo contra él, por lo que se proponía constituir un nuevo engranaje de legitimidad a partir de la Audiencia, que restringiera la viabilidad de toda disidencia 6

Idem. 110

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

que hasta ahora se había concentrado en la igura del capitán general y el intendente, que en su caso recaían en la misma persona. Al aumentar el control y emanar las resoluciones con el respaldo de un organismo de nivel superior a los anteriores presidido por él y totalmente desconocido en Caracas y en toda Venezuela, con esa represión robustecida por los oidores, “con ello cesaron los pasquines y fermentación que ya se notaba”. Su vigilancia sobre “la conducta de estas gentes y con aquellos antecedentes” condujo al descubrimiento de “una junta, lo más sospechosa, compuesta de Don Juan José Mora, don José Hilario, su hermano, don Agustín Fernando Espinosa y Romero, don José Gavaldón, don Santiago Mancebo y don José Vera”, personajes todos ellos que a partir de entonces serían objeto de un estricto seguimiento y de un atento estudio de todos sus antecedentes personales. El capitán general denunció a Porlier que desde “esta oicina salen verosímilmente pasquines, cartas anónimas, representaciones y todo lo demás que es de esperar de semejante congreso, capaz de sepultar en discordias y turbaciones al pueblo, difamando recíprocamente a unos contra otros y con los tribunales y jefes”. Lo más preocupante para él es que estuviese a su cabeza “y fuera arbitro de su dirección como en gran parte lo es su hermano don José Hilario y otros regidores de este ayuntamiento el abogado don Juan José Mora”, sobre el que remitió amplias noticias sobre “las discordias que ha ocasionado en su pueblo y provincia, dando motivo a repetidos graves recursos al Consejo y la Real Audiencia de Santo Domingo y a las otras providencias de ambos tribunales. Mora “está reputado generalmente por un genio díscolo, enemigo de la felicidad y paz de sus convecinos, cuyo concepto le hace temible y peligroso en el trato”. Arguyó “hechos notables y comprobantes de los cual me abstengo porque el mismo abogado ha tenido y tiene pendiente en mi tribunal varias contestaciones en asuntos propios”. Expuso que le había parecido exponer brevemente tales especies para “instruir su ánimo a tiempo y que se sirva dar cuenta a Su Majestad, comunicándome sus reales órdenes, como para indicar la necesidad que me ha conducido a pensar en los medios mas proporcionados para disipar una congregación de hombres tan peligrosa”. Esperaba conseguir su eliminación “sin estrépito ni precipitación, pero aprovechando las oportunidades que se me presenten”, de lo que seguirá dando cuenta a Antonio Valdes, a quien dirigió otra carta de igual naturaleza7. Este marino burgalés era ministro de 7

Idem. 111

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Marina y secretario de Estado, del despacho universal de Indias. Obsérvese el temprano empleo de dos términos que demuestran la inluencia de la revolución norteamericana en la terminología para catalogar a los supuestos revolucionarios: junta y congreso. Año y medio después, el 15 de febrero de 1789, el capitán general Guillelmi dirigió otra carta reservada a Porlier. En ella informó que una real orden de 11 de abril de 1788 le había requerido que procediera contra los implicados, añadiendo entre ellos a José Cornelio Hidalgo. No obstante, el gobernador, en una anterior representación reservada de 24 de noviembre le había expuesto que, “para disipar sin estrepito ni precipitación una congregación de hombres tan peligrosa, esperaba aprovechar las oportunidades que se me presentasen, me dediqué desde entonces con particular estudio a proporcionarlas, empleando mis desvelos en separarlos a todos con disimulo como único medio que conceptuó más proporcionado y conveniente a deshacer aquella coligación”. Lo sorprendente de su propuesta fue su airmación de haber logrado alcanzar tal empresa en breve plazo de tiempo, por lo que se abstuvo de “hacer uso por entonces de aquella soberana disposición”. Subrayó que el abogado Juan José Mora, al hallarse ocupado en buscar arbitrios para oscurecer el mérito de su proceso criminal, al que más adelante nos referiremos, “se entregó totalmente a él, por lo que los demás sin su apoyo inlujo y pluma se fueron dispersando”. Su hermano José Hilario se dedicó a hacer diligencias personales por su hermano y a manejar los intereses, haciendas y pleitos de María Josefa Blanco y de sus hijos menores, por no poderlas realizar aquél al haber sido encarcelado. Contra Agustín Espinosa tomó providencias particulares, como tendremos pormenorizadamente ocasión de ver y a José Gavaldón se le obligó a retornar a Trujillo. A Santiago Mancebo, por carecer de medios con que subsistir en Caracas, le dejó ejercer el tenientazgo de Maracay. A José Vera se le obligó a regresar a La Habana “a pretexto de acompañar las hijas del difunto oidor José Rivero, originario de esa ciudad, mientras que a José Hidalgo se le condujo a Valencia. Especiicó que con “estos arbitrios disimulados y pacíicos me desprendí de estas gentes díscolas, precaví mayores males y corté los progresos a sus operaciones oscuras”. No obstante, sugirió al Monarca que si era de su agrado la formación de causas, estaba pronto a ejecutarlas. Pese a ello, le previno que en el día entendía “revocado en esta parte lo mandado en la real orden de 11 de abril por expresar vuestra excelencia en 18 octubre del mismo año de 88 que, sin 112

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

embargo de lo resuelto en aquella, remita sin pérdida de tiempo los autos que se han seguido contra los sujetos referidos”8. Ante tal evolución de los acontecimientos, el Fiscal del Consejo de Indias evacuó un informe el 3 de noviembre de 1789. En él arguyó que el cimiento de todo el proceso y su móvil debería “haber ocupado la primera atención del gobernador, instruyéndose con todos los comprobantes posibles, a in de que no se pudiera dudar de que hubo tales juntas, pasquines y anónimos y que, ya que no se pudieron averiguar los autores de estos, se practicaran con efecto eicaces diligencias para descubrirlos, de las que aparecían al menos algunos indicios de más o menos inluencia”. Sostuvo que “la eicacia de ese reparo parece que no se oculta al citado gobernador y que procuró subsanarla en el modo posible”. Observó también que “la narrativa de controlar a los autores tampoco se halla mas comprobada que la antecedente, pudiendo suceder que dicho gobernador haya procedido siniestramente informado o noticioso tal vez por algún conducto de que algunos de los dichos sujetos habían representado contra él y los oidores atribuyendo algunos excesos que se insinuaran más adelante, siendo bien de admirar a la verdad la facilidad con que ha logrado disipar un congreso que suponía tan peligroso”9. Los planteamientos del iscal verdaderamente gravitan sobre dudas sólidas. En realidad preocupaba seriamente a la máxima autoridad de la provincia la proyección de las graves acusaciones que en efecto este conjunto de “junteros” estaban lanzando contra los evidentes lazos existentes con los partidarios de los privilegios y monopolio del tráico colonial, como veremos seguidamente, por lo que era fundamental para él desmontar esa alianza con medidas represivas individuales contra cada uno de ellos. Por eso su objetivo frontal fue la desautorización de todos y cada uno de sus componentes, con el encarcelamiento de los caraqueños y la expulsión de los foráneos, como analizaremos pormenorizadamente. Aunque pudiera haber una idea vaga de ruptura con el orden colonial entre sus promotores, como estaba ya arraigando en las mentes de algunos de ellos, como José Hilario Mora, futuro miembro de la junta del 19 de abril y de activa militancia independentista en los años venideros, no es menos cierto que tales juntas o congresos en realidad tenían como inalidad cuestionar la complicidad 8 9

Idem. Idem. 113

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

más que evidente y estrecha implicación entre las autoridades gubernativas y los negociantes de origen vasco-navarro que querían seguir controlando de forma oligopólica el comercio colonial, tal y como habían hecho hasta entonces, inclusive en los nuevos productos que irrumpían en el mercado como el añil. De una forma u otra, esa actuación ponía en cuestión el estatus quo y era demasiado peligrosa en unos momentos de graves cambios y mutaciones socio-políticas, como los que vivía la provincia, la América colonial desde la independencia de los Estados Unidos y la Europa con la irrupción de la Revolución francesa. De ahí que el propósito de Guillelmi y de la Real Audiencia, secundada y apoyada por políticos de inluencia en la Corte como Francisco de Saavedra, se propusiera la rápida desarticulación de sus principales promotores a través de procesos aparentemente individualizados, pero cuyas conexiones eran más que evidentes. El Consejo entendió que por efecto de este expediente se había descubierto tales desórdenes, en los que se hallaban implicadas personas que debían ser justamente corregidos “a proporción a la calidad de ellos y demás circunstancias. No obstante, hizo constar el no envío de comprobante alguno de las juntas sospechosas ni de los pasquines y anónimos salidos de esa oicina, ni tan siquiera de las diligencias practicadas para su averiguación a pesar de su requerimiento Sobre las graves denuncias introducidas por Santiago Mancebo sobre la complicidad entre las autoridades y los interesados en la siembra de añil y sobre lo acordado en la noche del Sábado de Ramos en la casa del Decano contra el cubano, sobre lo que hablaremos más adelante, el Consejo ordenó una instrucción reservada al Virrey de Santa Fe y al Regente de la Audiencia de Santo Domingo, cuestiones sobre las que nos referiremos en el último punto. Aunque las dudas sobre las denuncias contra la junta eran harto evidentes, esta pugna demuestra hasta qué punto se estaba forjando en sectores de las elites criollas una activa conciencia del serio cuestionamiento de la política regia en Venezuela y de la alianza de intereses entre la burocracia peninsular y los comerciantes partidarios de la continuidad del monopolio, de la que deriva una creciente percepción de la necesidad de erigir un espacio propio que indudablemente inluirá en la erección de una identidad criolla que podría derivar en ruptura, un espíritu crítico que como tal fue percibido por las autoridades en su delación de la junta.

114

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Los procedimientos contra juan josé mora, el Cabeza y dirección de los demás y su hermano José Hilario Juan José Mora, como su hermano José Hilario, eran abogados y se habían formado en la Universidad de Caracas. Integraban ese expansivo sector de mercaderes, hacendados y letrados de origen canario que había irrumpido con fuerza en la Caracas del siglo xviii a partir de actividades mercantiles y de gestión administrativa que ponían en cuestión el monopolio de la Guipuzcoana, al que habían combatido en una pugna no exenta de contradicciones. Aspiraban a abrir el tráico de la provincia hacia otros mercados como el caribeño y el norteamericano, que se vislumbraban en las épocas del comercio de neutrales y a constituir compañías de criollos y canarios, nacidas en sus comienzos con sus negocios con Canarias, la única excepción a la Compañía de Caracas en las relaciones atlánticas de La Guaira hasta su lenta liberalización en la segunda mitad de los ochenta. Los dos hermanos eran hijos de los naturales de Tenerife, el buenavistero Juan José Rixo Mora y la lagunera Rosa María Núñez de Aguiar, hacendados y mercaderes de Caracas. Eran primos de los alcaldes y regidores caraqueños Isidoro y Luis López Méndez, cuyo padre Bartolomé era originario del cercano pago de San Pedro de Daute, en Garachico, que constituyeron con los Orea, otro linaje mercantil canario, una de las más poderosas compañías de Caracas. Eran parientes también de los Rodríguez Núñez, Orellana y los Miranda, vinculados por el parentesco espiritual y los matrimonios, hasta el punto que Bartolomé fue padrino de casamiento de los padres del Precursor de la Independencia y de conirmación del mismo Francisco de Miranda. El matrimonio formado por los laguneros José Núñez de Aguiar y María López de Villavicencio emigró a Caracas con sus hijas Rosa, Petrona y María Manuela, explicita la telaraña de relaciones e intereses tejida por ese grupo en la Caracas del siglo xviii. José, a quien vimos como arriero, ascendió a modesto pulpero, tuvo sus diez hijos entre La Laguna y Caracas. Petrona se desposó en 1742 con el mercader garachiquense Bartolomé López Méndez. Bartolomé y Sebastián López Méndez: estos últimos constituirían una familia rica e inluyente10. Manuela tuvo 3 hijos con Mateo Rodríguez 10

Bartolomé contrajo nupcias con Petronila Núñez Villavicencio. Fue heredero de su cuñado, el mercader lagunero Jacinto Núnez Villavicencio (AAH, Civiles, 1793). Tuvieron 15 hijos de los que 2 murieron en la juventud y 5 en la pubertad. Su estrategia familiar es un clásico exponente de una familia 115

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Fajardo. Al morir prematuramente éste, consumió todas sus rentas, salvo la pulpería con la que se mantuvo, gravada con un tributo de 500 pesos. Casa a sus hijos con isleños, a María Teresa con el grancanario Marcos Marrero, Alguacil Mayor de la Inquisición, a Isabel con el isorense Miguel Vargas y a Diego con Micaela Miranda, hija del portuense Sebastián de Miranda. Contrae segundas nupcias con el palmero Jerónimo Dacosta Romero, con el que tiene 5 hijos adultos y una párvula, pero no tuvieron gananciales. Fue sostenida por su hijo, el mercader Diego Rodríguez Núñez. Similar maraña se puede apreciar en su hermana Rosa María Núñez de Villavicencio, que quiere ascender. Tiene 4 hijos clérigos, aunque uno, Luis, tendrá sólo hábito talar. Para ellos constituyó una capellanía de 3.000 pesos de principal, 1.500 dejados por Mateo Rodríguez Fajardo y 1.500 propios suyos y crea otra de 3.000 para su hijo Luis si se ordenase y después sus descendientes. Poseía una hacienda de cacao en Yare y cuatro casas tiendas en el centro de Caracas. Había constituido compañía de mercaderías con su sobrino Diego Rodríguez Núñez. Aportó a ella 38.859 pesos y Núñez 32.139. Con motivo de su muerte en 1780 se disolvió, dando utilidades por valor de 52.713 pesos. Su liquidación ocasionó un largo y costoso pleito. Sus hijos Luis e Isidoro, Alcaldes, Síndicos y Regidores de Caracas y signiicados comerciantes y miembros de la elite mantuana que impulsó la independencia constituyeron una de las compañías más importantes de Caracas en unión con el lagunero Tomás Muñoz, el realejero Gonzalo Orea y el icodense Fernando Key y Muñoz. La suya se estimaba en 100.000 pesos en la primera década del xix. Todos ellos enlazaron en un puzzle endogámico de mercaderes isleños de considerables dimensiones con los Miranda, Orea, Muñoz, Mora, Orellana que demuestra hasta qué punto sus estrategias familiares estaban irmemente arraigadas. Archivo General de la Nación, Venezuela (en adelante agnv), Escribanías, Bartolomé en Juan Domingo Fernández, 1 de marzo de 1778. José Sebastián López Méndez, hermano de Bartolomé, había casado en 1720 en Caracas con la silense Catalina González Borges, con 10 hijos, sólo fallecido uno de tierna edad. De ellos dos fueron carmelitas y uno franciscano. Gastó en la profesión de sus hijas 4.400 pesos. Casó a su hija Feliciana con su paisano Andrés de la Peña y a Juana con su paisano Antonio Hernández Martínez, cuya mercería después de su muerte administró su hermano Diego y después del dicho su paisano Fernando Peraza a medias. Poseía varias tiendas y fue iador de sus compatriotas Pablo Alfaro, oicial real de Puerto Cabello y de José Cala en su registro a Veracruz. Dejó una capellanía de 2.000 pesos de principal a su nieto Agustín Hernández, AGN, Escribanías, Juan Domingo Fernández, 15 de mayo de 1783. 116

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

casada con el mercader buenavistero Juan José Rixo de Mora en 1742, fallecido intestado en San Felipe en 1772, padres de nuestros biograiados11. Paradójicamente María Josefa Mora, hermana de Juan José y José Hilario, se desposó en primeras nupcias con el célebre Martín de Echevarría, el vasco que, al sustituir a Juan Francisco de León como cabo y juez de comisos de Panaquire, originó la rebelión contra la Guipuzcoana de 1749 y en segundas con el comerciante vasco Juan José Echenique12. Juan José fue en 1762 bachiller en artes en la Universidad de Caracas y en 1766 fue revestido del de teología. En 1773 propuso a ese centro la fundación de una cátedra de derecho real para resolver las diicultades existentes para la preparación profesional de los futuros abogados y para fomentar el estudio del derecho hispano. Se comprometía a desempeñarla sin percibir salario durante cuatro años con la condición de que se le otorgara gratis el doctorado en leyes. No se aceptó por el claustro, sin embargo, su propuesta13. En 1794 el colegio de abogados le había recriminado no estar al corriente de sus cuotas, situación que rápidamente subsanó. En 1801 fue elegido por este organismo abogado de pobres con calidad de ayudar al iscal protector general de indios, dependiente de la Real Audiencia. Los defendió frente a los afanes del gobernador de Guayana José Diguja de ampliar la jurisdicción de la villa de Upata a cuatro leguas, considerándola un verdadero despojo a los pueblos de indios circunvecinos14 . No tuvo oportunidad de haberse podido involucrar en el proceso independentista por haber testado y fallecido en 1809. Por su parte, José Hilario recibió el grado de bachiller en Derecho civil en la Universidad de Caracas el 18 de abril de 1771. Se recibió como abogado de la Audiencia de Santo Domingo y ejerció tal profesión en Caracas, fue regidor del ayuntamiento de su ciudad natal, donde alcanzó un gran 11

12 13 14

AGNV, Escribanías, José en Juan Domingo Fernández, 5 de agosto de 1768; Manuela en Pedro del Río, 23 de agosto de 1783 y María en Fernando del Río, 13 de septiembre de 1795. Manuel hErnándEz gonzálEz, Los canarios en la Venezuela colonial (1670-1810), Caracas, Bid&co.editor, 2008, p.48. Idelfonso lEal, Historia de la Universidad de Caracas (1721-1827), Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1963, pp.191-192. Hector Parra márquEz, Historia del Colegio de Abogados de Caracas, Caracas, Imprenta Nacional, 1973, tomo ii, pp. 48 y 351-353. 117

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

protagonismo, en el que fue uno de los irmantes del memorial contra las Gracias al Sacar. En 1796 se le acusó por el gobernador Pedro Carbonell como iel ejecutor interino con “varios excesos escandalosos alboroto de la ciudad y sus arrabales, causando una temible conmoción en los tenderos, bodegueros, pulperos y todo el resto de revendedores”15. Fue uno de los integrantes de la Junta de Caracas de 19 de abril de 1810. Se mantuvo iel a la causa republicana. Falleció en mayo de 1817 cuando, hallándose oculto como oicial venezolano en la provincia de Popayán, consiguió reunir algunos hombres, con los que formó una guerrilla en las cercanías de Ancarma. Penetró con sesenta de ellos hasta Novita en El Chocó. Se apoderó con facilidad de tales puntos, pero, no habiéndola podido engrosar ni armar suicientemente, trató de escapar por la bahía de Buenaventura. Se apoderó de dos buques en el puerto de Cascajal. Al quererlos hacer a la vela, su tripulación se amotinó y lo mató, poniendo presos a los demás compañeros, que fueron llevados a Panamá16. Guillelmi atribuyó a Juan José Mora el hecho de ser “cabeza y dirección de los demás” dentro de la Junta. Lo reputó como un “genio díscolo y enemigo de la felicidad y paz” de haber dado motivo a graves recursos al Consejo y a la Audiencia de Santo Domingo. Entre las causas contra él entabladas se encontraba la del disenso interpuesto en 1787 por Isabel de Herrera, madre de María Josefa Blanco, viuda de Miguel Jerez de Aristeguieta, por su boda con ella, cuando María Josefa contaba ya con cincuenta y su madre superaba los setenta, que fue estimado como racional por el gobierno y la audiencia de Caracas y que originó el recurso de ambos contrayentes al Consejo. Lo que podría parecer una disputa familiar alcanzó muchas mayores proporciones por la denuncia de la estrecha implicación en tales decisiones de los comerciantes Iriarte, yernos de María Josefa Blanco. Tanto Guillelmi como los ministros de ese tribunal fueron acusados de confabulación. Miguel Jerez de Aristeguieta había contraído primeras nupcias con Petronila Bolívar y Ponte, con la que tuvo dos hijos, Nicolás y Miguel. Al enviudar se desposó con María Josefa el 6 de agosto de 1752. Ella apenas contaba con 16 años de edad, mientras que él le llevaba 29. Catorce fueron los vástagos nacidos de esa unión, de los que nueve fueron mujeres. Tres de 15 16

Archivo General de Indias (en adelante AGI), Estado 65, número 38. José Manuel rEstrEPo, Historia de la revolución de la República de Colombia, París, Librería Americana, 1827, tomo vii, pp. 139-141. 118

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

ellas, María de las Mercedes, María Begoña y Francisca, contrajeron nupcias, respectivamente, con los hermanos Pedro, Juan y Pedro Martín de Iriarte y Echevarría, originarios de Garzáin en Navarra y uno de los más signiicados linaje de la burguesía comercial caraqueña. Por su parte, Rosa lo hizo con el burócrata sevillano José de Castro y Aráoz, contador de la Real Hacienda, Teresa con el comerciante canario Antonio Soublette Piar, padres del general y presidente de la República Carlos Soublette, María Belén con el vasco Joaquín Pérez Narvarte, Josefa con su primo, el hacendado criollo Antonio Palacios, Manuela Josefa con el vasco Juan Antonio de Zárraga, hacendado en Santo Domingo y asentado en Caracas tras el tratado de Basilea y María Antonia, que desposó dos veces, la primera con el gallego Antonio Soussa y la segunda con el mercader canario Bernardo Blanco Strickland, de cuyo enlace desciende el presidente Antonio Guzmán Blanco17. María Josefa Blanco quedó viuda en 1782, cuando su cónyuge contaba con 74. Isabel de Herrera se había negado, como había refrendado Juan José Mora en su defensa, por las persuasiones de los yernos de su hija los hermanos Pedro, Juan y Martín de Iriarte. El único argumento del disenso se cimentaba “en suponer más estimación en la casa de doña Isabel y prometerse de aquel matrimonio disgustos y discordias en su familia y sin mas comprobante que su temeraria airmativa. La sentencia declaraba justo el disenso “a pesar de las pruebas instrumentales aducidas por Juan José en justiicación de su nobleza de sangre y personal y del honor de su conducta en empleos públicos desde el año de 82”. En la apelación ante la Real Audiencia de Caracas recusó al oidor Francisco Ignacio Cortines por su parentesco con el gobernador y su carácter de declarado “enemigo de Mora y su casa desde cuando aquel ministro servía la plaza de teniente”, pero no se le admitió “con pretexto de no venir en tiempo. Se conirmó la providencia que declaraba racional el disenso con la prevención de 17

Carlos iturriza guillén, Algunas familias caraqueñas, Caracas, Editorial Salesiana, 1967, tomo i, pp.80-86. Estudios de la vida familiar del linaje Aristeguieta, aunque sin abordar las cuestiones de carácter socio-político presentes en sus enlaces, Elizabeth ladEra dE diEz, Contribución al estudio de la “aristocracia territorial” en Venezuela colonial. La familia Xerez de Aristeguieta, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1990. M. D. Fuentes Bajo, “Familia, matrimonio y poder en la Caracas colonial, el caso de los Jerez Aristeguieta, 1786-1809”, en Europa e Iberoamérica: Cinco siglos de intercambios, Sevilla, AhilaJunta de Andalucía, 1992, volumen i, pp. 371-389. 119

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

que por esta declaración no se alterase el honor y reputación de ambas familias”. Obviamente era una sentencia abiertamente contradictoria que demostraba a las claras las implicaciones directas de sus ejecutores, que no pasaron desapercibidas por Mora que estimó que “en su concepto habían concurrido de coligación entre el gobernador, su asesor, el intendente y oidor Cortines”18. El 20 de octubre de 1787 María Josefa Blanco denunció el particular empeño del gobernador, auxiliado por su primo hermano Francisco Andrada, que actuó como su asesor, de impedir el casamiento con una providencia que no variase en apelación la Audiencia al erigir previamente consejo privado con el mayor número de oidores, quienes se lo dieron por solo su informe. Manifestó que después les había instado reservadamente la conirmación de la determinación. Les aseguró, según tal informe, que, “en caso de recurso esta superioridad informaría las razones que como gobernador le habían obligado, las cuales no podían ser otras sino la preocupación que asistía a aquella familia de criollos o mantuanos y su idea de no mezclarse con otros, aunque fuesen blancos y de la mejor condición, queriendo de este modo dejar servidos a los que le obsequiaban al intendente, que a la sazón era el señor don Francisco Saavedra, su íntimo amigo y compadre, su servidor y comisionado Don Simón Mazora, administrador de la compañía de Filipinas y vengar el encono concebido contra la Doña Josefa Blanco por la persuasión de que en casa de ésta hubiera tenido origen la censura del público acerca de la gran siembra de añil que, sin embargo de estar prohibida al gobernador, este labraba en el Valle del Tuy y partido de Yare, destinando con residencia ija en ella por mayordomo al teniente de artillería de la Guaira don Ignacio López, a quien sin hacer servicio se le pasaba el sueldo”19. Eran unas duras y contundentes acusaciones que delataban la íntima coligación de intereses entre estos burócratas y la burguesía comercial heredera del monopolio de la Guipuzcoana. En su redacción estaba obviamente la mano de Juan José Mora. Eran bien notorias las estrechas relaciones entre la burguesía comercial heredera del monopolio y la elite de poder erigida por los Gálvez, de la que Saavedra y Guillelmi eran dos de sus cabezas, como antaño había sido el concuñado de Bernardo de Gálvez Unzaga, como pudimos apreciar con 18 19

AHNM, Consejos, Legajo 20524. Idem. 120

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

anterioridad en las imputaciones de Mora. Entre ella descollaron sin duda el ya referido factor de la compañía heredera de la Guipuzcoana Simón de Mayora y los hermanos Iriarte. Del primero recogió Saavedra en su autobiografía que nada más desembarcar en La Guaira le condujo en una falúa y posibilitó que lo llevaran a hombros más de cien varas antes de llegar a tierra, tras lo que le obsequió con una abundante comida. Confesó en ella que ligó “con él una sólida amistad que nunca se desmintió”20. El mismo testimonio de Saavedra no dejó lugar a dudas sobre los estrechos vínculos entablados entre los herederos de la Guipuzcoana y la burocracia indiana de los Gálvez. El niño predilecto del Marqués de Sonora, su sobrino Bernardo, Conde de Gálvez y futuro Virrey de México, muerto prematuramente, al hacer escala en La Guaira con su mujer e hijos, fue tratado a su arribada por Mayora “con su acostumbrada esplendidez”. Dio órdenes en Caracas para que se llevase a La Guaira las mulas y los palanquines necesarios para el transporte, hasta el punto que a medianoche se hallaban allí. En la capital venezolana se dispuso para ellos “la gran casa de don Juan Félix de Aristeguieta”, contigua a la del intendente. Se hizo con tanta puntualidad que “los Condes se hallaban alojados con cuanta decencia y anchura se podía apetecer. Aquel día comieron en casa del capitán general, que nos dio un bello festín y a la noche hubo en mi casa un recibo de todas las señoras del pueblo que al in se convirtió en un gran baile”21. Los Iriarte, que según Saavedra, a los que concedió privilegios, como veremos, eran “comerciantes ricos y honrados”, le dieron pasaje sin interés alguno al Intendente José de Ávalos22. No sólo llegaron a ceder gratuitamente, como veremos, la casa principal del linaje al mismo gobernador para su residencia, sino que se fructiicaron en sólidos negocios. De algunos de ellos, como los del añil, hablaremos en las graves acusaciones levantadas por el cubano Santiago Mancebo, uno de los cabecillas de la Junta. En la década del noventa su compañía era la segunda exportadora de cacao de la provincia, con el 7´8% del mercado. La primera era la de Segura y Grasi con el 11´5. Otras cinco, incluida la de Filipinas, se repartían entre el 2´9 y el 6% del volumen. Todos los demás comerciantes apenas tenían una porción menor al 2´5. El capital de los Iriarte para invertir en mercancía 20 21 22

Francisco dE saavEdra, op. cit., pp. 230-231. Ibidem, 254-255. Ibidem, p. 236. 121

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

se estimaba en unos 400.000 pesos; eran dueños de sus propios barcos y exportaban tanto a México como a España. Su implicación en los marcos públicos derivó en dar ianzas para el ejercicio de sus empleos, como aconteció con Pedro Martín de Iriarte, al depositarlas donde el interventor de Puerto Cabello, Juan Emesabel. El mismo Saavedra, que luego, como veremos, aparentaba ser tan neutral, les amparó en concesiones privilegiadas y exención de impuestos23. En otra representación, Josefa Blanco expuso que después de haber concluido el juicio de disenso, su madre Isabel de Herrera, a inlujo de los Iriartes, suscitó ante el gobernador instancia para justiicar la deshonestidad de su correspondencia con el abogado, con el que había deseado contraer matrimonio. Atribuía tal delación a sus enunciados yernos Iriartes, quienes se valieron del entonces intendente, Francisco de Saavedra y de su inluencia con el gobernador y los tres oidores. Expuso que todos ellos “se festejaban en su casa de campo llamada San Lázaro” y eran los que habían sugerido a sus tres hijas doncellas su separación de ella. Alegaban que las había abandonado por inlujo de Mora. Tras su victoria, al impedir su matrimonio, “dieron de mano a dichas sus hijas, faltándolas a sus promesas, de modo que se vieron reducidas a manifestarlo todo, volviéndose al abrigo de su madre; por cuyas razones esta solicitó se mandasen venir”24. Como se puede apreciar, tales juicios de disenso no son sólo una disputa familiar, se desarrollan de forma paralela al proceso a la junta, demuestran grandes implicaciones en la gestión de la cosa pública y exponen las notorias complicidades y conexiones entre la burocracia gubernativa peninsular erigida durante el mandato de los Gálvez (y deuda de tales relaciones clientelares) y la burguesía mercantil vasca. La representación de 22 de noviembre de 1787, promovida por Isabel Herrera y los hijos y nietos discernientes de dicho matrimonio expresaba que Juan José Mora “se había hecho odioso desde el principio de su ejercicio de abogacía por efecto de la cavilación, mendacidad o intención con que se trataba en los negocios, siendo temible en calidad de amigo o enemigo”. Tras haber alcanzado su nombramiento como administrador del caudal de María Josefa Blanco por escritura, la condujo al desacierto de que se casase con él. Se valió 23 24

P. Michael mckinlEy, Caracas antes de la independencia, Caracas, Monte Ávila Editores, 1987, pp. 97, 99-100, 156 y 183. AHNM, Consejos, Legajo 20524. 122

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

“del maligno arbitrio de ponerla en desconianza de la vida en tres de sus propios hijos, habiéndola obcecado del todo hasta habituarla al uso de licores fuertes”. Defendió el argumento contrario al de María Josefa sobre sus cuatro hijas doncellas menores, al plantear que fueron separadas de su madre y pasaron a vivir con un hermano casado para no impedimento a su matrimonio. Tras la pérdida del pleito, temeroso Mora de que promoviesen su separación de la administración “tuvo arte para que, pretextando aquel disgusto en la sujeción en que las tenía el hermano volviesen a la compañía de su madre25. La relación entre los dos procesos era tan evidente, hasta el punto que el mismo Consejo de Indias decidió el 15 de abril de 1788, simultáneamente, no haber lugar a la remisión de los autos intentada por Juan José Mora y encargar al gobernador obrar conforme a derecho sobre la conducta personal de los dos hermanos Mora, acusados como promotores de la Junta. El 10 de marzo de 1789, Juan José Mora expuso en un memorial que “en su largo trato y estrecha comunicación con Don Miguel de Aristeguieta había merecido de éste su íntima conianza cuando, cercano a su muerte, conoció el desamparo de su mujer e hijos menores”, hasta el punto que le encargó la administración de sus bienes a pesar de sus obligaciones y salud quebrantada. Por espacio de más de dos años dio in “al juicio de una testamentaria de las más complicadas, cuyo generoso desempeño, junto con los consejos que algunos de la familia suministraron a la viuda y el conocer ésta que no había sujeto de su satisfacción para administrar la hacienda de trapiche que en la partición le habían adjudicado y estaba decadente por el abandono de los esclavos”, le hizo pensar en Mora quien, con sus insinuaciones y con las que interpusieron lo más principales de la familia, encomendó su manejo “en concepto de propia por limitado tiempo y con calidad de que hubiera de quedar a su favor la tercera parte de productos líquidos”. Durante los años 1785 y 1786 vio incomodarse a los familiares por su “extraño manejar independiente de una hacienda sin más derecho que la permisión de su dueño”. Fue acusado de mantener con Josefa una correspondencia y trato nada decentes y honestos, por cuyo motivo “usó de medios prudentes para desvanecer esta maliciosa preocupación y, no pudiendo conseguirlo, echó mano del arbitrio único que a su parecer le restaba, deliberó contraer matrimonio con Mora, a quien se lo insinuó y éste no pudo apartarla de 25

Idem. 123

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

semejante resolución, aunque lo procuró, representando la gravedad del asunto, atendidas las circunstancias”. Procediendo la viuda a tomar consejo de su madre, por la denegación de ésta, se suscitó el pleito de disenso fenecido en la Audiencia de Caracas con su declaración como racional. Aunque esta declaración no alteró la reputación de ambas familias, “al rubor padecido por Mora con la difamación del trato indecente divulgado por sus émulos, se añadió la desestimación en que vino a quedar su honor y el de toda su familia, aun en medio de tal cláusula preservativa, siempre que el asunto se mirase con la adhesión y trascendencia que su naturaleza y calidad exigían, pues todos los que han descubierto su malevolencia hacia Mora tanto de la familia de doña Josefa María como extraña de ella tenían con esta declaración puesta para ejercitarse en calumnias”. Santiago Mancebo añadió, entre otras signiicativas relexiones, que “lo que interesaba al estado el que las familias nobles y distinguidas se conserven con aquel honor y reputación correspondiente a cada una y que con él sean tratados los individuos que las componen”26. Ante la mancha de su honor familiar y personal originado por la sentencia, y aunque la Audiencia había estimado que el disenso no había procedido de desigualdad de las dos familias ni tampoco de defecto de dignidad en su persona, exigió que se remitiera el recurso ante el Consejo el 14 de marzo de 1789. Batalló por su honor hasta el punto que obtuvo dos reales cédulas de 13 de junio de 1790 y 24 de marzo de 1791 en las que se aclaraban que su honor y prestigio quedaban a salvo a pesar de haber sido cuestionados por el fallo del disenso. Consiguió que fueran anexadas a los libros capitulares de Valencia, San Felipe, Barquisimeto y San Carlos para evitar confusiones y comentarios de mala fe27. Al mismo tiempo, Isabel de Herrera informó al gobernador de la continuidad de las disensiones y de la persistencia en casa propia de su hija “con tanto desdoro de parte de ésta que no había tenido pudor de mantenerse públicamente en la hora de oración en diversiones y entretenimientos a pesar de las murmuraciones públicas, suspiros de la 26 27

Idem. Actas del Cabildo de Valencia, 31 de octubre de 1791, Libro 29, número 31, pp. 1-13. 124

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

familia y la dispersión de los hijos menores de la susodicha”, por lo que debía prohibírsele la entrada a su morada con multa de 500 pesos y prisión en la primera ocasión y de extrañamiento de la provincia en su reiteración, prohibición a la que añadió la asistencia de su hermano José Hilario y de su madre Rosa Núñez28 . La reacción de Josefa Blanco fue la de presentar un escrito irmado por Juan José, en calidad de letrado en que describió el mal comportamiento con ella de los Iriarte. Al dimitir de la tutela de sus hijos menores pasó a su estancia en el extrarradio de Caracas, donde sus hijas fueron retenidas violentamente “por el terror que su madre las impusieron con los cuñados a dichas menores Don Pedro y don Juan de Iriarte”. José Hilario Mora, como abogado de cuatro de sus hijas, explicitó que “los inlujos de los Iriarte respecto a la abuela habían producido en las nietas el que se apartasen de su madre y no la siguiesen; que de allí también dimanó el nombramiento de curador hecho por ellas a favor de su medio hermano Don Martín Xérez Aristeguieta”. Subrayó que ellas se apartaron de él por haber experimentado “el trato más áspero con castigo de manos y epítetos infames”, al residir con él desamparadas en la casa del vínculo familiar, por lo que nombraron como tutor a Juan José Mora por ser la única persona de su conianza y de su difunto padre. Las tres hermanas menores habían presentado el 24 de noviembre de 1787 un memorial en el que especiicaban “la fatal constitución a que les tenía reducidas la enemiga de sus cuñados Don Pedro, Don Juan y Don Pedro Martín de Iriarte, del favor que éstos por el merito de sus mujeres y por su caudal y comercio gozaban con el señor Don Francisco de Saavedra, intendente que había dejado de ser en Caracas y con el actual gobernador”. Las denuncias de implicación directa de las autoridades fueron contundentes. Declararon que el mismo Guillelmi pasó a residir de forma gratuita en la casa del vínculo familiar, que fue entregada por su tutor y medio hermano Martín de Aristeguieta “graciosamente y sin interés”, que su padre les había dejado “con arañas de plata, coligaduras de damasco, espejos, cornucopias etc., todo apreciado en 29000 y más pesos para su usufructo mientras tomasen estado”. Este hecho había escandalizado a Caracas “por el exceso del Gobierno” al dejar la casa en que habitaba y de la que pagaba alquiler y pasarse a habitar sin costo una que por su calidad le supondría un alquiler a razón de un 5% de 1450 pesos anuales. El hecho se agravaba por ser ésta 28

AHNM, Consejos, Legajo 20524. 125

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

una mansión nueva reparada para ser habitada por doncellas y en la que el gobierno había roto paredes. Con esa concesión, Miguel de Aristeguieta se había ganado la voluntad del gobernador, dejándolas en desamparo. La acusación implicaba también a Francisco Andrada, primo del gobernador y teniente de gobierno que vivía en la casa de Rosa Xérez, mujer de José Castro Aráoz, que “quedaba llorando desbaratado su matrimonio, su honor difamado, sus hijos menores separados, su casa y muebles disfrutándose por don Francisco Andrada”, todo ello para “dar gusto al empeño que en esta ocurrencia se le conoció al señor Don Francisco de Saavedra , intendente que dejó de ser, por complacer éste la solicitud de los Iriarte y sus mujeres”29. El informe del regente de la Audiencia, Antonio López Quintana, fechado el 24 de agosto de 1789 fue, como no podía ser menos, enteramente favorable a los hermanos Iriarte. Precisó que “eran allí generalmente estimados por hombres de toda probidad, atentos de sus obligaciones y ocupaciones, enemigos de la maledicencia, y que han deseado y promovido sin icción ni ostentación la felicidad verdadera de sus cuñadas. El señor Don Francisco Saavedra, intendente, que había sido, circunspecto, imparcial, y benéico para todos en cuanto podía, no dio en tiempo del regente, ni este sabe que diese antes, indicio alguno de predilección a los expresados Iriarte. El gobernador Juan Guillelmi no los ha tratado sino algunas pocas veces en que han acudido a él como intendente o como gobernador para expedientes precisos, ni el genio retirado de aquellos permite otra cosa”. Para rematar ese escrito abiertamente favorable por alguien que, como veremos, estaba estrechamente vinculado a la coalición de intereses que se estaba fraguando en Caracas entre la élite mercantil y la burocracia, expuso que pocos días antes había salido para España Saavedra, se había encargado de la intendencia Guillelmi, el cual, “a falta de proporción para acomodar las secretarias en su posada buscaba otra”, se le proporcionó la citada mansión por Aristeguieta por 400 pesos de alquiler”. Especiicó que tal decisión “se trató sin misterio, a la vista de testigos y pudieron las menores acudir al gobernador a exponer cuanto les importase y reclamarlo en la Audiencia, pero nunca el regente tuvo noticia del menor movimiento, ni de que lo censurase persona alguna del pueblo”. Precisó que Martín había dejado en ella “varios muebles que valdrían 1500 pesos, a saber 2 papeleras charoladas, unas cornucopias, un espejo pequeño, 4 o 5 cuadros, 2 arañas de plata, un 29

Idem. 126

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

armario, cenegas y las vidrieras de las ventanas”. Aseveró que era “injusto tratar al gobernador como responsable de un despojo que las menores o su director no reclamaron”. Estimó exorbitante su alquiler en 1450 pesos, ya que no debía haber seguramente quien pagase 500 por habitarla, excepto algún comerciante que la quisiera para su almacén. Para él la que tenía antes era más cómoda, aunque más reducida, le costaba 400 pesos, mientras que la del regente, situada al frente de las dos y mejor que las anteriores, adornada con arañas, espejos y cornucopias del dueño la tomó en 350”. En el colmo de su directa implicación sostuvo que para el gobernador le era indiferente a quien abonaba los alquileres o su retención en depósito. Sobre las alteraciones en el ediicio detalló que sólo se habían encalado dos almacenes de frutos y colocado algunas vigas nuevas, ajustar las puertas, abrir dos ventanas al patio y quitado una escalera pequeña en el despacho, fácil de volver a colocar. Gracias a eso incluso salieron beneiciadas en más de 500 pesos de reparaciones30. Lo increíble del caso, lo que demuestra los pocos escrúpulos del juicio del regente, era que esa mansión era una de las más lujosas de Caracas. Situada a mitad de cuadra entre las esquinas de Gradillas y Sociedad, a escasos pasos de la plaza mayor. De dos pisos, estaba amueblada con gran opulencia. Su carpintería fue modiicada a mediados del siglo xviii para ponerla a gusto del día. En tales modiicaciones se respetó en su decoración original la cinta de azulejos poblanos del xvii, que rodeaba la sala, la alcoba y el gabinete. Casi todo el mobiliario estaba pintado y dorado al gusto chinesco. En él predominaban los muebles de color rojo de gran armonía y simetría. Estaba dotada de gran número de asientos, tanto en sus salas alta y baja, un total de 42 sillas de brazos, 42 taburetes y 42 taburetes de estrado, en su mayoría procedentes de México. Estaban charolados en rojo con dorado con policromía en el lorón del lecho, la cama, en las seis cornucopias. Era espléndido el estrado con sus nueve alfombras y su arrimo con 24 fundas de taburete de damasco de China que hacían juego con la colgadura de la cama31. Continuando con su informe certiicó que no había desamparo y que era “una calumnia lo dicho sobre el matrimonio entre Rosa Jerez y José de Castro. Airmó que en él había discordias y que ella se había retirado al 30 31

Idem. C.F. duartE, Misión secreta en Puerto Cabello y viaje a Caracas en 1783, Caracas, Fundación Pampero, 1991, p. 232. 127

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

convento de concepcionistas, mientras que su marido marchó a Maracaibo a su empleo de tesorero de la Real Hacienda. Al retirarse el burócrata quedó desalquilada su casa, de la que era dueña Isabel Sucre, a quien la pidió en arrendamiento el teniente de gobernador Francisco Andrada, para la que se había ajustado el alquiler en 16 pesos mensuales. En su opinión era falso que en esta ocurrencia tuviesen “el intendente, los Iriartes y sus mujeres más empeño que el que inspira en las intenciones rectas la compasión y el parentesco”32. Para no dejar a dudas, el auto de la Audiencia de Caracas de 3 de agosto de 1789 sentenciaba que resultaba maniiesta “la seducción que han padecido las expresadas madre e hijas por el ascendente que han tenido sobre su voluntad y movimientos” los Mora, “cuya inluencia debe quedar cortada necesaria y absolutamente para precaver mayores daños y perjuicios a las referidas, pues de otro modo no habrá persona alguna de la parentela, ni fuera de ella que pueda desempeñar el cargo de curador con la justicia y libertad necesaria”33. La complicidad de los magistrados era tan notoria que el propio iscal del Consejo, maniiesta en su informe de 10 de diciembre de ese año, que las anteriores expresiones “son poco propias a la verdad de la justiicada imparcialidad con que debe conducirse siempre un tribunal superior para no dar margen a las quejas que en su defecto son inevitables como ha sucedido en el caso actual, atribuyendo en representación de 12 de noviembre inmediato semejantes procedimientos de la Audiencia a su adhesión y deseos de complacer al gobernador en este y otros asuntos que tienen enlace entre sí y procurando persuadir que el proceso mismo con que ha dado cuenta será el mejor comprobante del agravio que reclaman por constar en él que hicieron resistencia formal a recibir la curaduría con menosprecio de una ocasión tan propensa par ejercer la dominación y ascendiente sobre las voluntades de las referidas que sin razón se les atribuye y que además pasaron sus oicios y propusieron varios sujetos entre lo que por muchos respetos tenían la mejor proporción todos los cauces se excusaron no por otro motivo que el de evitar su encuentro con el gobernador que por gratiicación ocupaba una casa de las menores como éstas tenían representado”34. No se puede ser más claro. 32 33 34

AHNM, Consejos, Legajo 20524. Idem. Idem. 128

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Esta complicidad fue vista en la Corte con tal nitidez y levantó tanto escándalo que sobre este particular se mandó al regente que informase con la mayor reserva. De su exposición dimanó a los ojos del consejo que las menores se hallaban despojadas de su casa y muebles que la adornaban por estarla disfrutando el gobernador sin abonarles alquiler alguno por habérsela franqueado. Llamaba la atención las declaraciones del regente que cifraban en exorbitante el alquiler de 50 pesos mensuales, pero en realidad se contradijo, ya que “con el deseo de disculpar al gobernador en esta parte” no reparó en decir que no había perjuicio alguno en recibir la casa, que es lo mismo que decir que pudo creer que no había prejuicio en despojarlas del producto de aquella inca antes de poder saberse si en fuerza del pleito que había pendiente se anularía el testamento del padre común, sin embargo de ser muy obvio que “las últimas voluntades son ejecutivas por derecho”, por lo que no se le debía despojar a Josefa y a sus hijas del goce y disfrute de la casa a menos de que hubiera sentencia en contra. Asimismo el consejo critica a López de Quintana por el hecho de decir que era indiferente dar los alquileres al tutor o a sus hermanas, que no le merece otro concepto que “el de pura oiciosidad poco oportuna en el día queriendo anticipar el secuestro de dichos alquileres”, ya que no hay razón para privarlas de su percibo, por lo que se ordena que debía procederse a pagársele los alquileres, tras su valoración pericial35. El objetivo obvio de Guillelmi era neutralizar a Juan José Mora. Lo consiguió al encerrarlo en la cárcel real en sala distinguida desde el 5 de marzo de 1788 por haber sido acusado por la muerte de un esclavo, donde permaneció hasta el 17, fecha en el que por dictamen gubernamental se le trasladó a una pieza de las salas consistoriales al cuidado del alcaide. Aunque solicitó su libertad provisional, previo pago de ianza, se le denegó por dictamen del asesor del gobernador. Es más, al excusarse el alcaide José Parra de hacerse cargo de él por hallarse el cabildo con puertas de comunicación a la calle y sin portero que la asegurase, el 3 de julio el gobernador lo devolvió a la cárcel. Finalmente, al haber asumido el alcaide la responsabilidad de su vigilancia, se le mantuvo preso en las salas capitulares. Este arresto, como subrayó el Consejo, era maniiestamente irregular, ya que “Mora tenía de antemano declarada la calidad de su arresto conforme a la de su persona y privilegios que goza era bastante”. Su objetivo, al conducirle a la cárcel, 35

Idem.

129

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

era envolverle y confundirle “con los reos de infame y baja condición”, con lo que se cometió dos excesos, el primero haberse tomado facultades para la remoción sabiendo que su arresto en el cabildo había sido resuelto por la Audiencia el 15 de marzo de 1788 y el segundo que debió hacerse de acuerdo con su clase y circunstancias y “la cárcel común en ninguna manera correspondía a ello”. El fiscal del consejo recalcó que con tales procedimientos “con inconsecuencia y arbitrariedad del gobernador repite ejemplares muy frecuentes la causa misma que el Consejo tiene a la vista y comprueban la justa queja de Mora”. Al destinarle a la capilla donde se preparaban los reos de último suplicio para padecerlo y inalmente la dilación que se tuvo en su trasladar a Mora a las casas de su habitación con las 5 personas puestas para su custodia, todo ello presentaba un cúmulo de agravios de muy superior clase y esfera, de los comunes que exigían los esfuerzos de la suprema autoridad para ser reparados y puestos en su lugar el honor y estimación de Mora, como los perjuicios abandono de negocios, su anciana madre y las muchas personas que tenía a su abrigo”36. No deja de ser signiicativo que la denuncia partió del mismo Martín Jerez el 28 de julio 1787, quien participó al gobernador que Juan de los Santos, Santiago y Narciso, esclavos de la hacienda del Palmar le habían notiicado que hacía unos cuantos meses sin delito alguno había hecho quitar la vida Mora en un castigo al moreno Alberto. Al abrirse el proceso, Juan de los Santos declaró que Alberto, al haber ido a bailar en los días de pascua de la navidad de 1786, no se presentó en el trapiche hasta el domingo inmediato a las pascuas, por lo que el mayordomo le ordenó que se regresara. Alberto se negó, Mora ordenó su aprensión para ser conducido al cepo donde recibió 200 latigazos por parte del esclavo Narciso, cien en cada cadera. Después, el mismo Mora, con su navaja de tajar plumas le tarjeó las nalgas en las heridas hechas por los azotes. Mora sostuvo que “era el único amo que había allí y a quien debía obedecer y a quien nombrase a don Martín de Aristeguieta lo había embarcar”. Alberto pidió confesión pública porque se moría y lo mismo hizo el día siguiente en el que Mora dijo que con cinco pesos del entierro él cumplía. En su declaración Juan José Mora testiicó que el esclavo faltaba a los 36

Idem. 130

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

trabajos porque “lo llevaban como tocador de carrizo, que era no solo en los días de pascua de navidad sino en los antecedentes”. Reirió que “solo le dio unos 50 o 60 azotes”. Evidentemente se desprendía del proceso la violencia empleada por Mora, si bien era también palpable que el proceso le fue abierto mucho después por aquellos que estaban implicados en su pugna y con la complicidad de las autoridades. El consejo de Indias entendió que la causa no se hallaba sustanciada del todo, que debía paralizarse por haberse efectuado de forma irregular y por haber pagado Mora su exceso con la larga prisión padecida y los gastos y menoscabos sufridos en sus intereses. Debía reprendérsele por el excesivo rigor con que parece haber castigado a los esclavos de la hacienda que administraba, que traspasaba “los límites de la moderación, humanidad y templaza con que deben ser corregidos sus defectos sin riesgo de su vida, salud e integridad de los miembros de su cuerpo”37.

La causa contra Agustín Fernando Espinosa y Romero Contra el canario Agustín Fernando Espinosa y Romero consta por los informes del arzobispo y virrey de Nueva Granada y del gobernador de Cartagena de Indias de 5 y 26 de agosto de 1784, requeridos por vía reservada con el motivo de haber pretendido el isleño la sargentía mayor de Caracas, que el virrey le desterró de Bogotá el 30 de septiembre de 1773, mandándole salir de aquellos dominios en el término de dos meses. Desde Cartagena representó la suma miseria en que se hallaba, pidiendo colocación en sus milicias, por lo que se libró orden al comandante el 15 de febrero de 1774 para que si se le hallaba puesto de cadete, se le emplease, en cuya virtud ganó una tenencia veterana en el año de 1776. El virrey le concedió licencia de seis meses para pasar a La Habana, donde residía su madre, desde donde pidió prorroga por dos años para pasar a Canarias por tener herencia en Icod (Tenerife), su lugar de nacimiento, del que había salido de corta edad, la que no se le concedió porque solo se la podía dispensar el monarca. Al vencerse el término de su licencia su tenencia quedó vacante. El 22 de octubre de 1778 previno al virrey José de Gálvez acerca de lo ocurrido en la isla Española en los Cayos de San Luis (Saint Domingue), donde había 37

Idem. 131

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

residido por espacio de tres meses bajo el pretexto de enfermedad. Espinosa era un representante de ese nutrido grupo de canarios dedicado al tráico clandestino y al contrabando, que pululaban, por el mundo caribeño. En realidad se hallaba con esa inalidad en el actual Haití. Por ello se había quejado del gobernador del Santo Domingo español, porque éste lo creyó impostor y le franqueó pasaporte para La Habana. Había alegado “un acaecimiento de honor”, pero en realidad recibió poco después carta del teniente del rey de Puerto Príncipe, que le ordenaba pagar 2177 escudos que debía allí Espinosa, por lo que debía reconvenírsele en Santiago de Cuba, La Habana o Cartagena, a donde retornaba como oicial de milicias. El consejo ordenó al Virrey que Espinosa abonase la expresada suma al restituirse a ese último puerto. En él se le ordenó el arresto del canario en el castillo de San Félix de Bocachica el 18 de enero de 1779 por disposición del Virrey por falta al tratamiento debido a sus superiores, pero se ignoraba si tuvo efecto porque el 1 de diciembre de ese año continuó con el servicio y el 1 de febrero de 1781 se le premió con la ayudantía mayor de blancos del batallón de pardos, que ejerció hasta su dimisión en agosto de 1782 por su casamiento con “una mujer de calidad oscura, la que asegura el Arzobispo Virrey que era cuarterona o zamba”. Al tener noticia de ello se le admitió la dimisión, por lo que se dedicó a un asiento de carros para el porteo de efectos que llegaban de Cartagena, en el que se mantuvo ocupado hasta septiembre de 1782. Por esas fechas se trasladó a Santa Fe para recibirse como abogado, aunque en realidad “solo se ocupaba en promover juegos prohibidos, siendo demasiada licenciosa la vida que tenía allí, aunque pretendió que se le concediese la tenencia. Se le denegó la solicitud y se le obligó a marchar en el plazo de quince días a Cartagena, donde tenía abandonada a su mujer. Sin embargo se trasladó a Caracas, por lo cual el Arzobispo Virrey no le conceptuaba merecedor de la gracia que pretendía de la sargentía mayor de sus milicias. Cuando pasó a Caracas transitó por la mayor parte de los pueblos en donde había acontecido la revolución comunera “sembrando producciones de censura o murmuraciones del gobierno y especies escandalosas, indagando el número de habitantes, su comercio, agricultura y manejo de rentas, cuya prueba era difícil de demostrar pasado ya tiempo. En la capital venezolana se presentó como abogado con el falso nombre de Agustín Mendoza, pero más tarde se le conoció por el de Agustín Romero. Siguió así bajo esa denominación hasta que una noche en la comedia le saludó Rafael Delgado, que había servido con él 132

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

en el regimiento ijo de Cartagena, por lo que se vio obligado a unir desde entonces los dos nombres y apellidos. Pasó también a Santo Domingo con la intención de recibirse como abogado, pero, al ser “descubierta su ineptitud, falsedad de papeles y cavilación”, quedo archivada su solicitud y nunca se le entregó el título. Hizo también una corto viaje a Guanare llevando unos géneros pertenecientes al Conde Deprasca que tomó iados al italiano Nicolás Traverso, los cuales vendió a Mateo Rodríguez por 500 o más pesos. Se le caliicó como “un zángano perjudicialísimo a la sociedad y a propósito para cualquiera facción y reprobado manejo, ocupándose de continuo en indisponer a las familias, uniendo a una pomposa exterioridad bastante labia o insinuativa con que se sabía ganar los ánimos de los incautos, no conociéndosele ejercicio útil y admirando ver el porte con que se conducía sin saberse de donde lo adquiría”. Finalmente, el 24 de enero de 1788 dio cuenta el gobernador que, a pesar de sus desvelos para asegurar su persona, había desparecido con destino a la colonia inglesa de La Granada, con cuya noticia libró sus oicios a Cumaná y Trinidad, cuyo gobernador le aprendió con su equipaje y papeles y lo remitió a La Guaira, desde donde fue conducido al cuartel de milicias de blancos de Caracas por carecer de seguridad la cárcel real. Por este motivo, de acuerdo con el Intendente, determinaron por pronta providencia su remisión a Puerto Rico, cuyo gobernador avisó el 1 de mayo siguiente su arribo allí. Sin embargo, por carecer de superior precepto que habilitase su coninamiento, por pura buena correspondencia y provisional disposición le había admitido manteniéndole en la cárcel pública con precaución y decencia38. El iscal del Consejo hizo constar que de todo lo expresado no se hallaba comprobante alguno. Sin embargo entendía que a vista de lo ocurrido con él en Santa Fe, Santo Domingo y La Habana, se le podía reputar como “sujeto de malas propiedades y conducta” que puede ser perjudicial en cualquier parte y en especial en los dominios de América en los que son siempre mucho más temibles semejantes personas. Estimaba que debía pasar a residir en Cartagena, por residir en ella su mujer, imponiéndosele las penas de las que fuera acreedor y vigilado estrechamente. Espinosa era, pues, un exponente de un importante sector de la comunidad isleña en Caracas que rompía los modelos tradicionales con que se hallaba encorsetada la caracterización de la migración isleña, el de los palanqueros 38

Idem. 133

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

y contrabandistas ligados al mundo portuario, forjados en una visión del mundo en el que el llamado comercio ilícito era su medio habitual de vida y que desaiaban los patrones comúnmente establecidos. Muchos eran de “sangre dudosa” y no tenían problemas en contraer nupcias con mujeres mestizas con anterioridad a la Pragmática Sanción de 1778 que limitaba y restringía los matrimonios considerados como desiguales. Por esa abierta contradicción con el orden establecido por el despotismo ilustrado, eran un problema por su forma de vida y por su crítica abierta al control iscal del Estado y del mercantilismo colonial. De ahí esa airmación de su carácter como peligro público en América, tal cual se había evidenciado en la rebelión comunera. Se jactaban de hacerse pasar por abogados sin haber estudiado en ninguna universidad y se desplazaba por los puertos tanto nacionales como extranjeros dedicados al tráico ilegal y no tenía ningún escrúpulo para obtener la nacionalidad francesa o la inglesa, como acontecía en sus negociaciones con el Santo Domingo francés. No cabe duda que era un personaje singular. En su expediente militar quedó relejado que contaba 31 años en 1780. En su relación de méritos se consignaba que era doctor en derecho civil por la Universidad de Santa Fe desde el 30 de septiembre de 1771. Había pasado a Cartagena de Indias en 1773. En mayo de 1774 se le dio el empleo de teniente agregado al batallón de milicias de esa plaza y en febrero de 1776 de teniente veterano, que desempeñó hasta que solicitó licencia absoluta en 1780. Obtuvo la cátedra de cánones y leyes en el colegio seminario de San Carlos de esa ciudad al tiempo de su erección, siendo discípulos suyos el obispo de Santa Marta Anselmo José de Fraga y el doctor Ignacio Meñaca, canónigo de la Catedral de Cartagena. Durante seis años asistió al estudio del doctor Nicolás de Zubirla y Martínez para practicar y aplicarse en la jurisprudencia39. Tras este proceso retornó a Cartagena. En 1795, con motivo de la guerra solicitó reincorporarse con el grado de capitán al servicio militar, pero, debido a las denuncias que obraban en su expediente le fue denegado el 19 de abril40. Por esas fechas envío al Rey un memorial en el que defendía la necesidad 39

40

Relación de méritos de Agustín Espinosa Romero impresos en Madrid el 17 de junio de 1795. Hoja de servicios del regimiento de infantería de voluntarios de Cartagena de Indias. Junio de 1780. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Guerra Moderna, Legajo 7064, número 35. Idem. 134

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

de abordar una descripción del Imperio Ruso y un diccionario y gramática de su idioma. El 18 de septiembre de 1800 solicitó a la Reina, sorprendente la vía elegida, el grado de coronel de milicias en premio de sus méritos y por su edad sexagenaria41. Presentó a la reina un memorial caracterizado por sus ideas avanzadas en el que proponía la apropiación por el monarca de los diezmos y rentas eclesiásticas de cualquier clase, incluidos los conventos y las órdenes militares. Postuló que se le pagasen solo tres mil pesos a los prelados y 35 mensuales a los canónigos y a los párrocos y a los religiosos “con tres reales cada uno tienen lo sobrado”. Incluso se muestra burlesco de los ministros de la Inquisición, a los que estima bien pagados con los 35 pesos, ya que “para lo que trabajan respectivamente es bastante premio. Pero no solo se contentó con indicar los sueldos del estamento eclesiástico, también planteó que los altos funcionarios del Estado, inclusive los virreyes y ministros de los Consejos debían cobrar como máximo como los obispos, contentándose como los canónigos los oidores, corregidores, tesoreros e intendentes. Con tal ahorro expuso que no habría por algún tiempo “mesas espléndidas”, pero se lograría la extinción de los vales y de la deuda nacional, se pondría la marina real en el pie que debía y se atendería todo tipo de urgencias42.

Procedimientos contra josé de Vera José de Vera, natural como Santiago Mancebo de Santiago de Cuba, había arribado a Caracas por el mes de julio de 1787 con la familia del oidor cubano José Patricio de Rivera, también natural de aquella localidad cubana. Formado en la Universidad de La Habana, había detentado sus cátedras de prima y vísperas de leyes ad honorem y de instituta por oposición en 1765. Dejó una prole numerosa de once hijos. Era el criollo de la Audiencia caraqueña, pero apenas pudo ejercer en ella, pues, tras ser nombrado como decano de la misma el 17 de octubre de 1786, cayó en una penosa enfermedad, que le originó la muerte el 7 de junio de 178843. Vera se ocupaba de sus gestiones en 41 42 43

Ibidem, Legajo 7073, número 47. Idem. Alí Enrique lóPEz BohórquEz, Los ministros de la Real Audiencia de Caracas (1786-1810), Caracas, Academia Nacional de la Historia 1984, p. 154. Mark 135

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

calidad de amigo, secretario o criado mayor. Se sospechaba de ser bastardo de la propia familia. Su color indicaba la raza de mulato aunque algo claro. Se ignoraba si había seguido carrera alguna, advirtiéndosele “un genio bullicioso sobradamente introducido e intrigante, dispensador de protección a algunos litigantes”. Era de temer que había ejercido “ostentación del aprecio de aquel ministro, comprometiendo su honor y cometiendo el exceso de venalidad no habiendo fallecido ya el citado oidor”. Se restituyó a La Habana acompañando a sus hijas, de donde habían pasado con él a Caracas. Se pensaba que tratara de retornar a esa isla, salvo que diese algún motivo para un procedimiento contra él44.

Sobre josé Cornelio Hidalgo En otra carta reservada de 1787 había avisado Guillelmi que se había descubierto que en tales juntas enunciadas se hallaba comprendido también José Cornelio Hidalgo, subteniente del batallón de milicias de Valencia. De su conducta se traslucía que permanecía en Caracas de mucho tiempo a esta parte. Lo caliicó como uno de los más ociosos al respecto de algunos recursos judiciales, le acusó de haber sido “íntimo amigo y conidente del holandés Don Guillermo Herbelved de la secta de los francmasones, lujurioso, jugador y hombre de mala fe en sus tratos”, al cual tuvo oculto en una casa cuando le iba a prender la intendencia”. Ese comerciante extranjero se vio obligado a abonarle 8 pesos diarios mientras lo tuvo oculto en su casa, de que dio queja y fue preso Hidalgo y se le mandó pagar, mas no se dio justiicación de ello en atención a la ancianidad y honradez de su padre. Se le atribuía también cierto robo de alhajas a una señora que se hallaba en un litigio de divorcio y un pleito con un relojero, por lo que se caliicaba su genio de “soberbio y caviloso y su vida vagamunda, sin otra ocupación que el juego y corrillos”. Para eliminarlo de la ciudad, el 4 de junio de 1787 se entregó su persona a su padre en el cuartel en donde se hallaba arrestado. Desde él marchó a Valencia, de donde era vecino. Por la real cédula de 21 de agosto de 1790 se le prohibió retornar a Caracas

44

A. BurkholdEr y D.S. chandlEr, Biographical Dictionary of Audiencia Ministers in the Americas (1687-1821), Wesport, Greenwood Press, 1982, pp. 287-288. AHNM, Consejos, Legajo 20524. 136

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

con pretexto alguno sin licencia del gobernador y se le ordenó a su jefe de milicias su más estrecha vigilancia45. El 28 de octubre de 1791 José Cornelio Hidalgo, tras haber resuelto tomar el hábito de religioso mercedario, solicitó licencia regia para dejar la milicia. El monarca se la concedió el 5 de noviembre de 1792, pero con la prevención al comendador del convento donde la veriique de la obligación de dar cuenta de su no veriicación ateniéndose a la real orden de 21 de agosto de 1790. Sin embargo, el 22 de julio de 1793, al tener más edad de las que señalaban las constituciones de esa religión, ya que superaba los cuarenta, no pudo veriicar su entrada. En consecuencia contrajo esponsales en Caracas con una mujer, pero, al haber vendido todos sus bienes en Valencia, no podía regresar a esa ciudad, por lo que solicitó su agregación al batallón de milicias de la capital. En su escrito manifestó que si regresaba a ella “o había de morir de hambre o había de vivir de la mendicidad”. Al estarle prohibido la residencia en ella, el capitán general Carbonell dispuso el 20 de julio de 1793 su reclutamiento en las tropas de socorro que pasaron a la isla de Santo Domingo, decisión que fue refrendada por el rey el 17 de abril de 179446.

Expediente sobre josé Gabaldón José Gabaldón, originario de Vélez en Málaga, donde nació el 16 de marzo de 1743, había arribado a Venezuela durante el gobierno de José Carlos de Agüero, procedente de Nueva España, a donde había pasado en ocasión de la visita general de ese virreinato ejecutada por su paisano José Gálvez, el todopoderoso Marqués de Sonora. Logró ser destinado a la renta del tabaco, de cuyo empleo se le despojó por una muerte que se le imputó en una reyerta. Fue desterrado a la Habana, de donde se fugó y volvió a ampararse donde su tía María Márquez, esposa del coronel y comandante del batallón veterano Francisco de Arce que, ignorante de su delito, lo acogió y puso los cordones de cadete. Sin embargo, instado Agüero de repetidas requisitorias del gobernador de La Habana, hubo de despojarlo de la casaca y enviarle a cumplir su condena. Se dirigió a Santo Domingo, 45 46

Idem. AGS, Guerra Moderna, Legajo 7176, número 34. 137

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

en cuya real audiencia se presentó. Con el favor de su presidente y del oidor Urizar logró su absolución e indulto, con lo que retornó a Caracas. Por la mediación de su tío se le conirió al brigadier Luis Unzaga detentar el cargo de justicia mayor de Calabozo, en la que, según la interpretación de Guillelmi, cometió tales excesos, tropelías y cavilaciones que suscitó su remoción. Al ser designado Arce como gobernador de Maracaibo, quedó en Caracas sin amparo, por lo que recelaba pudiera ser detenido. Decidió pasar a Guárico, donde le protegió el gobernador Manuel González y el intendente Ávalos, coniriéndosele, en 1783, la tenencia de Trujillo y la administración de sus rentas reales por el término de dos años. Contrajo nupcias allí con una señora de los Briceños, un linaje de la élite local. Según Guillelmi, apenas tomó posesión “se alteró la paz e incendió con pleitos su vecindario, entre los que sobresalió uno con el doctor Nicolás Briceño que llegó hasta la audiencia de Santo Domingo y le supuso el abandono de tal empleo. Al agregarse Trujillo a la provincia de Maracaibo, su cabildo solicitó al gobernador no se le refrendase ese empleo, pero el gobernador lo ratiicó. Tal decisión originó una sublevación que le obligó a nombrar como su interino a José Luzardo, capitán de infantería de las compañías veteranas de Maracaibo. Incluso el prelado había solicitado su destitución por su mala conducta. Tras la defunción de Arce retornó a Caracas en compañía de su tía. En opinión de Guillelmi persistió allí con “el mismo sistema de vida, entregado a la ociosidad, incontinencia y el juego que le eran característicos, uniendo a estas reprobables calidades la altivez, cavilosidad e ignorancia”. En los últimos tiempos sostuvo que “se le había notado adhesión a la pandilla de Espinosa, los Mora, Mancebo y Vera, de suerte que parte de la tranquilidad de aquel público se lograría luego que se marchase a la ciudad de su vecindario por ser temibles las resultas que produciría su presencia y no menos tales juntas que por lo común se dirigían a censurar las operaciones del gobierno y a fomentar enredos y chismes”47. Para contrarrestar tales acusaciones abrió Gabaldón en Caracas el 3 de noviembre de 1790 una información sobre su hombría de bien. A su favor hablaron diferentes miembros de la élite mantuana tales como el Marqués de Mijares, el Conde de San Javier, Fernando Ignacio Ascanio Gabriel Bolívar, Luis Blanco y Antonio Egaña48. En nombre suyo, Pedro Díaz de 47 48

AHNM, Consejos, Legajo 20524. Idem. 138

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Antoñana lo representó en Madrid el 24 junio 1791. En su escrito especiicó que Guillelmi lo había castigado “con la más fuerte y sensible opresión que pueden experimentar los de su noble nacimiento y acreditada idelidad, “impidiéndole su destino a ningún empleo de justicia por convenir así al real servicio”, todo lo cual importaba tanto como el hecho de haber sido declarado sospechoso de deslealtad al soberano. José Fernández, también en su nombre, acusó a Guillelmi de no formalizar juicio alguno ante tan graves acusaciones de fomentar confederaciones y juntas, sin proceder como mandaba la real orden de 11 de abril de 1789. Subrayó que, después de algún tiempo “volvió a recurrir a la superioridad manifestando con estilo muy suave y dorado en su exterior, pero muy envenenado en su interior que, sin ningún perjuicio, estrépito ni precipitación, había conseguido disipar aquel congreso de personas sospechosas, separándolas de los pueblos de su residencia y facilitado esta dispersión con las providencias que en parte había tomado con los sujetos que él decía bajo su palabra que eran de la junta sospechosa”. De esa forma, en el caso de José Gabaldón, se le había enviado a residir con su mujer a la ciudad de Trujillo “en quietud, con ocupación y sin inlujo” con la vigilancia por parte del mismo gobernador sobre su conducta y con la disposición precisa de no volver a ser destinado de ninguna manera a la tenencia o a otro empleo de justicia. Ante esa actuación recurrió al Consejo, que el 27 de julio de 1791 solicitó informe a su iscal. Éste, en su respuesta de 17 de octubre de 1791, fue de parecer que se pasase a sala de justicia el memorial de su defensa49. En ese memorial se resaltó que se acusaba a varias personas de autores de un delito de cuya existencia nada consta, lo que era un defecto que “por si solo vicia y anula todo el merito de cualquiera acusación”. De esa forma se habían quebrantado “todos los preceptos del derecho natural y positivo, por haber decidido a su arbitrio de la quietud, opinión fama y derecho de libertad de los que eran el objeto de su enojo”50. El iscal, en su informe de 4 de junio de 1796, sostuvo que “no fue de los más culpados en la junta sospechosa, en la cual se le comprendió que durante la temporal residencia en Caracas se acompañaba y residía con los otros más principales y coligados”, por lo que se podía dignamente estimar por competentemente expurgada con el transcurso de 6 años que ha sufrido la expresada corrección y privación 49 50

Idem. Idem. 139

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

de obtener empleo de justicia. La sentencia del Consejo, fechada el 25 de febrero de 1801, tuvo en cuenta su buen comportamiento en el dilatado tiempo de más diez años que se despachó la real cédula de 21 de agosto de 1790 y de los encargos del real servicio que le hizo con posterioridad el gobernador de Maracaibo, por lo que le declaró “estar expedito, sin impedimento alguno por esta causa para obtener los empleos de la república y de justicia mayor”51.

Santiago mancebo y su cuestionamiento del estatus quo Santiago Mancebo Garvey, originario de Santiago de Cuba, casado allí y con tres hijos, se había traslado a Caracas durante la gobernación de Unzaga. Guillelmi le había atribuido la obtención de la tenencia de justicia mayor de Turmero y Maracay desde julio de 1778 por ser cuñado de Fernando Miyares González, secretario del gobierno. Sin embargo, en realidad, como reconoció su contradictor, el obispo Martí, en realidad era primo hermano de su mujer52. Este cargo que le fue refrendado en 1784 por el gobernador Manuel González Torres de Navarra hasta principios de 1786, quedó suspenso, si bien por real cédula se ordenó su reposición, a lo que se le dio el debido cumplimiento. Por real orden de 6 de noviembre de ese año se dispuso su restitución a Cuba. Sin embargo, a instancias de su mujer, se le dio licencia para residir en Caracas. La animadversión que trasmitió contra él Guillelmi le llevó a decir al Consejo por la vía reservada que, gracias a la protección de su cuñado y “la prepotencia” que este tenía con el gobernador, con tal “salvoconducto cometía innumerables monopodios, oprimiendo a los pobres, teniendo causa pendiente sobre malversación de caudales de la caja de comunidad de indios por arrendamiento de sus tierras para sembrar de añil, quedando los vicios sin corrección”. Sostenía que “vivía escandalosamente con dos o más concubinas, que tuvo la animosidad de conducir a la capital, mas las volvió a Turmero receloso de haberse trascendido”53. Al respecto había señalado Martí en su visita que había oído que vivía mal con una mujer. Sin embargo, en el pueblo nada se 51 52 53

Idem. Mariano martí, Documentos relativos a su visita pastoral, 1771-1784, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1988, tomo ii, p.430. AHNM, Consejos, Legajo 20524. 140

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

decía sobre ello. Paradójicamente, pese a lo sostenido por Guillelmi, solicitó su remoción del pueblo de indios de Turmero “por no haber cobrado el tributo de estos indios”, por lo que el intendente se lo ha hecho pagar, y por eso quería renunciar a su tenientazgo y reservarse solo el de Maracay. El prelado subrayó que “es tenido por idiota, poco instruido y que no sirve para este empleo por falta de talento o capacidad”54. Guillelmi propugnó su expulsión de Venezuela, por estimar que “en su permanencia en Caracas se le había conocido a fondo su carácter, siendo de muy poco talento para la judicatura, de genio díscolo y caviloso y, en suma, uno de los que componían el complot de hombres intrigantes aborrecidos de aquella república, ocasionando divisiones y disgustos en las familias, por lo que sería una obra muy benéica y de justicia hacerle restituir a su patria a vivir con su mujer y familia, de que haría ocho o más años que estaba separado”55. Pero Mancebo no se quedó quieto frente a la actuación de Guillelmi, sino que decidió contraatacar con representaciones al Consejo, promovió el interrogatorio en el que participaron el relator de la Audiencia Alonso Ballina, el escribano interino de cámara Juan Domingo Fernández, el teniente coronel de ingenieros José del Pozo, dos procuradores de aquel ministerio y todo el vecindario. Es signiicativa la cita entre los testigos del ingeniero caraqueño José de Pozo y Sucre que se hallaba por aquellas fechas en Caracas por licencia para dilucidar la testamentaria familiar tras la muerte de su madre. No es casual que formara parte de esos criollos críticos con ese estatus quo que privilegiaba el ejercicio de los empleos públicos en manos de funcionarios peninsulares unidos por lazos clientelares a la cúspide del poder. Al ver frustrada su solicitud de 19 de marzo de 1790 de ser teniente del Rey Caracas, ante un vasco de expediente mucho menor al suyo, llegaría a participar desde 1791 en Londres al lado de su amigo Francisco de Miranda, también perjudicado por el monopolio de los Gálvez, en las negociaciones para promover la independencia con el primer ministro Pitt, siendo uno de los irmantes de la Convención de París. El Consejo entendió que tal imputación no se podía comprobar con los autos remitidos, ya que no contaba con el proceso en su integridad. Sin 54 55

Mariano martí, op. cit., tomo ii, pp. 281 y 430. AHNM, Consejos, Legajo 20524. 141

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

embargo, reconocía que era cierto que “la publicidad con que se dice que ocurrió y la valentía con que se ofrece justiicar con los mismos subalternos del tribunal, que son los conductos precisos por donde necesitaba pasar, pueden hacer vacilar el ánimo más constante y que su justificación cubriría con la mayor claridad la coligación imputada a los ministros de la Audiencia con el presidente, quienes no se alcanza que pudiesen tener otro interés que complacerle en aquellas gestiones tan opuestas al recto procedente de un tribunal de su clase”. No obstante dan al mismo tiempo marcha atrás alegando “la diicultad de encontrar persona caracterizada, imparcial y a propósito para semejante averiguación contra todo un tribunal superior de aquella provincia, que había de producir muchos y muy graves inconvenientes”56. Para contrarrestar su ofensiva que ponía gravemente en cuestión al tribunal, el oidor Francisco Ignacio Cortines en su escrito al Consejo de 27 de marzo de 1788 exponía que su falsedad era casi demostrable, desvaneciendo la acusación de parentesco, por ser Guillelmi hijo de lamencos y Cortines de montañeses. Sobre la acusación de ser comensales era “tan incierto como que desde agosto de 1783 que había ido el Intendente, estaba Cortines comiendo con él llevando en los festivos y feriados al susodicho y a Pedro de Nava a una casa de campo fuera de la ciudad, habiendo sido estos dos convidados tan perennes compañeros que en las pascuas y vacaciones se quedaban a dormir con dicho Intendente, que únicamente comía con el gobernador los días de rigurosa etiqueta y algunos, muy raros, en los que la llegada de persona condecorada o motivo muy grave hacía indispensable la asistencia de Cortines, a quien aun a la tertulia no concurría, sino en las vísperas de iesta”57. Mancebo respondió en su recurso por la vía reservada el 29 de diciembre de 1788 dirigido al presidente del Consejo que en las haciendas de añil de Guillelmi, los oidores y el oicial de la hacienda Vidaondo se valían de terceras personas que las administraban bajo sus órdenes como acontecía con la ya referida de Guillelmi de San Francisco de Yare. Esta última la mantenía Guillelmi hasta el día y en ella situó en calidad de administrador a Ignacio López, teniente de artillería. Sobre tal acusación podrían deponer los oiciales del cuerpo de La Guaira y Puerto Cabello con el comandante 56 57

Idem. Idem. 142

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

don Mateo Pérez, quien sufría dicha separación por respeto al gobernador, y también el oicial retirado Manuel Aldao, el cual era hacendado en Caracas el año 1787, que pasó por encargo del gobernador a reconocer el estado de su hacienda y dar instrucciones a su administrador. Lo mismo acontecía con la hacienda de Antonio López de Quintana, situada en el sitio de Tapatepa, jurisdicción de Maracay y en tierras de Antonio Fernández de León y en las tres que tenía el oicial real José Antonio Viadondo, una en tierras de indios del corregidor de Turmero y las otras dos en el mismo lugar en tierras del mismo Fernández de León. Quintana la desempeñaba por medio de su sobrino o primo hermano don Manuel López, a quien condujo en su compañía desde Guadalajara, estando a las miras de sus operaciones el mismo Antonio Fernández de León, íntimo amigo del enunciado Quintana, los que diariamente mantenían reuniones en sus respectivas casas. Censuró también que Vidaondo manejaba asimismo tres haciendas por intermedio de Manuel del Puerto, “de nación vizcaíno y hombre pobre para poder creer fuesen suyas tres haciendas del tamaño y costo que aquellas indicaban por el número cuantioso de sus esclavos”. Puerto amenazaba con su poder y autoridad, “creído que son de este las haciendas todo el vecindario de Turmero y Maracay, entre otros fundamentos por el del despojo que se hizo en la de Turmero al indio Pedro Cabulla, del que con que se servía para dársela, como se la dieron, con escándalo a la hacienda”58. El propio obispo Martí curiosamente reseñó tales manejos, incluidos los de Saavedra y Cortines, cuando éste era teniente de gobernador, algunos años antes en su visita pastoral a Maracay en 1782: “El intendente compra añil y dicen que lo paga en precio más alto que los otros. También la Compañía Guipuzcoana y otros muchos ricos. Este teniente de gobernador tiene hacienda de añil. También la tiene don Fernando González, secretario de gobernador. También he oído decir que la tiene don Francisco Ignacio Cortines, teniente de gobernador de Caracas y estos tres sujetos tienen sus haciendas contiguas antes de llegar a Maracay viniendo de Caracas”59. Frente al tópico común de considerar a los vascos como los promotores del cultivo del añil en los valles de Aragua, Germán Pacheco Troconis demostró cómo entre sus pioneros iguraban muchos canarios y criollos. Mancebo defendía los intereses de ese sector de pequeños propietarios, del 58 59

Idem. Mariano martí, op. cit. tomo ii, p.433. 143

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

que se sentía parte. Precisamente en una fecha tan temprana como el 27 de junio de 1778 los empresarios dedicados a ese rubro se reunieron en la hacienda de Purica, cerca de San Mateo. Su preocupación giraba en torno de la conducta de la Guipuzcoana y su papel en su comercialización, que era poco favorable a su sólido establecimiento en la región. Un teniente de corregidor de similares ideas a Mancebo, partidario de la independencia desde esos años, el canario Juan Perdomo Bethencourt, procesado por el prelado y por el Santo Oicio, fue elegido como opositor a tal hegemonía. Su aval radicaba en la plena conianza de que les favoreciese “contra un enemigo tan fuerte, como el que tenemos y que Ud. No ignora (…) conozco lo mucho que nos puede favorecer en este asunto por varios motivos que para ello me asisten”, tal y como reirió el delegado de los de La Victoria. Sin embargo desconiaba de Arvide por tener “nota de hallarse muy favorecido de la Compañía, como él mismo expresó en la Junta, por lo que no podrá oponerse a las pretensiones de ella”. Perdomo iguró como uno de los exportadores de añil desde La Guaira a Cádiz entre 1775-1778, aunque con cifras muy alejadas a los de principales. Envío 375 libras, lo que representaba un 0´71% del total, frente a Arvide, cuyas 14.000 suponían el 28´03. Su consignatario en Cádiz era el principal de este ramo, José Antonio Elorga60. Al ser poseída la mayor parte de la tierra, y especialmente la más fértil, por parte de los grandes hacendados, todos aquéllos que, como Perdomo o Mancebo, aspiraban a convertirse en propietarios medios y no querían continuar siendo arrendatarios de la oligarquía caraqueña, tenían diicultades para comprar predios de calidad. Fue un grave problema social que explica no pocas de las actitudes de los arrendatarios isleños en los años anteriores a las Guerras de Independencia. Llegaron a pleitear contra la oligarquía por la usurpación por ésta de tierras que éstos consideraban realengas. El propio Martí recogió en su visita a Maracay tales pugnas: al canario Domingo Lugo “no le pueden ver estos vizcaínos que forman como ricos una notable parte de este pueblo y tienen hechas muchas representaciones al señor gobernador contra dicho Lugo, para que le quiten la comisión de repartir esta agua y 60

José Germán PachEco troconís, Historia de un cultivo olvidado en Venezuela, 1767-1870, Cerdanyola del Vallés, Universidad Autónoma de Barcelona (Tesis), 2000, pp.202-206, 457 y 461. 144

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

utilizarse de ellas estos vizcaínos”61. Mancebo, pequeño añilero, compartía negocios con un pequeño comerciante y hacendado canario asentado en Maracay, natural de Santiago del Teide (Tenerife), Antonio González de Barrios, en cuya casa residió Humboldt en su visita a esa localidad y cuyo hermano Salvador era un signiicativo mercader añilero. Su apoderado Luis Medina sostuvo que jamás había ocasionado perjuicio alguno a los demás hacendados ni se había valido de su autoridad para sus siembras. Su socio, Antonio González era “labrador y con proporción para sostener la hacienda, como que a sus expensas se ha plantado la hacienda de dicho Don Santiago y que él suple los gastos, con la obligación de satisfacer este a don Antonio González del mismo producto de ella”. Era este último quien la cuidaba y Maneco solo iba a ella “como de paseo, sin incluir en sus faenas, ni buscar, ni mantener, ni pagar peones”62. Lo que se traslucía era una activa pugna entre dos sectores sociales por el control de sus recursos y por la comercialización. Estaba claro que el Consejo decidió dar carpetazo a las denuncias de Mancebo por las graves implicaciones que conllevaban de descrédito de las más altas instancias de poder de la monarquía en Venezuela. Esto se pudo apreciar al solicitar el testimonio de una persona directamente involucrada en ese estatus quo como era Francisco de Saavedra. Después de solicitar su retiro de Venezuela fue inmediatamente premiado con un ministerio en el Consejo de Guerra, que ejercería hasta que en noviembre de 1797 se le diera uno de Hacienda, al que le siguió al año siguiente otro en el ministerio de Estado. Con tal inluencia en la Corte, su dictamen, a pesar de ser parte directamente implicada, sería determinante. Saavedra, en su escrito de 17 de febrero de 1789, sostuvo que la representación de Mancebo se dirigía contra Juan Guillelmi, el obispo Martí, el regente Antonio López Quintana, los oidores Francisco Cortines y Juan Nepomuceno Pedrosa, el iscal Don Julián Díaz de Saravia y el contador real de aquella caja don José Antonio de Vidaondo. Acusaba al obispo de quebrantamiento de la justicia y de querer formar “una especie de facción con el regente, su paisano y amigo, adicto y consultor privados de los negocios en que tiene interés con Francisco Ignacio Cortines, también su paisano, amigo comercial y según se dice su pariente dentro de cuarto 61 62

Mariano martí, op. cit. tomo ii, p.440. José Germán PachEco troconís, op. cit. p.236. 145

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

grado, y juntamente su director oculto con Don Juan Nepomuceno Pedrosa, igualmente paisano que amigo, asistente de continuo a su mesa y tan adicto al obispo, que es público no ha podido menos por las demostraciones de amistad en que se tratan a distinguirlo con epíteto de familiar del palacio episcopal”. Se imputaba en segundo lugar al gobierno de favorecer una gran siembra de añil planiicada en Maracay, para lo que el contador del ejército don José Antonio Vidaondo, su íntimo amigo, dio su tenencia de justicia mayor de aquel pueblo a José Matías de Garay, agregado de Turmero, pese a no distar más de legua y media y al oidor decano regente López Quintana de haber empezado a establecer una siembra de añil por medio de un sobrino que llevó consigo en tierras de Antonio de León “con acuerdo y ciencia del gobierno, que vende este disimulo a precio de otros que exige a la Audiencia”. Aseguraba que el obispo cultivó la amistad del gobernador por medio de dádivas y obsequios en términos que no desea sino complacerle, aunque sea traspasando la razón, las leyes y reales órdenes, como dicen sucedió en la suspensión del provisor don Vicente Pérez y destierro del presbítero Don Antonio Blanco”. De todo resulta que “los jefes y magistrados de Caracas, ligados en la más íntima unión y cubriéndose recíprocamente los crímenes a que induce el personal interés, cuando está seguro de la impunidad, han formado una conspiración irresistible contra la inocencia y la justicia”63. Ignacio López, el militar que administraba la hacienda de San Francisco de Yare, sería su testaferro y poseía en calidad de socio menor de Martín Tovar una añilera. Frente a la argumentación de Mancebo, Saavedra sostuvo que conocía muy bien a Guillelmi por haber estado juntos dos años y cuatro meses. Lo caliicó de “íntegro, amante del buen orden, dócil al consejo y a la razón, tiene cierta especie de aspereza inculpable de genio, especialmente a la primera vista y es rígido contra los que cree malos; me parece incapaz de las injusticias que se le atribuyen y mucho menos de fraguar la horrorosa liga que se supone. En los asuntos judiciales lo he visto siempre irse con mucho pulso y aún a veces pasar de circunspecto”. Estimaba que entre los mantuanos sólo se trataba con frecuencia con Manuel Felipe de Tovar y se hallaba quejoso contra él el conde de San Javier por arrestarlos en un castillo hasta que hiciese llevar a su mujer a Veracruz. Relejó que “la corte asidua que en todas partes cerca a los que mandan y especialmente en América se 63

AHNM, Consejos, Legajo 20524. 146

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

compone en Caracas indistintamente de europeos, americanos, paisanos y militares, sin que en esto yo haya notado preferencia ni parcialidad y aunque alguno o algunos sobresalgan en el obsequio. No creo que en esto decida tanto la predilección del que gobierna cuanto la eicacia y el empeño de los que desean tenerle grato”. Con los oidores de la Audiencia seguía buena correspondencia, pero esta concordia no debía caliicarse de “facción o liga perjudicial, sino de una armonía laudable, muy recomendable entre los que sirven al Rey muy útil al público”. Airmó que tal paz se había conservado, a pesar de las convulsiones que debía naturalmente acusar al establecimiento de la nueva Audiencia por el espíritu suave y conciliador de Don Antonio López de Quintana, sujeto en mi sentir justo, timorato y docto”. Precisó que los dos no eran paisanos y jamás se habían conocido por ser uno sevillano y otro montañés. Reconocía, sin embargo que Guillelmi contrajo amistad con él, “escucha su dictamen y aun le pide consejo en muchas cosas”. Pero eso lo estimó como positivo, ya que “sean cuales sean los grados políticos de los hombres, cuando la suerte une dos empleos que tienen próxima relación, el que posee más luces y experiencia es el consultor natural del otro”. La representación daba a esta docilidad “un feo colorido, pintándola como una confabulación de votos para así esconder en los asuntos públicos y contrarrestar con la unión la fuerza de la justicia”, pero, para él, no era así por no mezclarse en materia contenciosa. López de Quintana era natural de Orzales en Cantabria. Bachiller en la universidad salmantina, se trasladó a Canarias, donde ejerció como abogado y fue iscal interino de su Audiencia cuatro meses. Retornado a la capital de España fueron clientes suyos nobles como los Duques de Santisteban y de Gandía. Designado iscal de la de Guadalajara en 1779, pidió servir interinamente la de la Casa de la Contratación de Cádiz, puesto que desempeñó hasta 1783. En 1786 ocupó el de oidor decano regente, combinando las funciones de juez más antiguo y la regencia. Sus inluencias en la Corte fueron tales que fue nombrado ministro togado del Consejo de Indias en 1805, no ocupando la regencia de Santa Fe, para la que fue promovido. Fue nada más y nada menos que Intendente interino de Venezuela entre 1791 y 1795, lo que es bien expresivo de sus vinculaciones con la élite política y con los Fernández de León. Permaneció en Caracas hasta 1809. En ese año marchó a España para ejercer como consejero togado de Indias, que ejerció hasta 181464. 64

Alí Enrique lóPEz BohórquEz, op. cit., pp. 151-152. Mark A. BurkholdEr y D.S. chandlEr, op. cit., pp.186-187. 147

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Especiicó también que Cortines era paisano del gobernador, pero no es su pariente, por ser hijo de montañés y sevillano. El oidor, según Burkholder, era natural de Zizera en Cantabria, aunque López Bohórquez lo hace originario de Sevilla. Lo más probable es que se asentara desde su niñez en la ciudad del Guadalquivir. Formado en la Universidad de Sevilla, donde fue catedrático, residía desde 1779 en Venezuela, ejerciendo, como vimos con anterioridad, el cargo de teniente de gobernador y auditor de guerra. Fue electo oidor segundo de la Audiencia de Caracas en 1786 y auditor de guerra interino en 1778-1789. En 1801 fue designado regente de la Audiencia de Quito. Falleció en esa ciudad en 1806. Tuvo graves conlictos con el cabildo caraqueño que vio con placer su promoción a la capital ecuatoriana65. Planteó que lo mismo con poca diferencia acontecía entre el gobernador y Pedrosa, que tenían buena armonía y no más, pero no eran paisanos, pues el primero era andaluz y el segundo asturiano. Tampoco conceptuó a Pedrosa capaz de injusticia ni corrupción. Es cierto que tenía mucha amistad con el obispo y que salía a pasear con él muchas tardes, pero, subraya “no se debe confundir los afectos del hombre privado con las transgresiones del hombre público”. Pese a lo que se creía en el irme concepto de que “ni el primero es capaz de vender su benevolencia, ni el segundo a comprarla a costa de su opinión”. Juan Nepomuceno Pedrosa era ovetense, formado en la universidad de su ciudad natal, donde ejerció como catedrático. Se trasladó a Caracas con la instauración de su audiencia en calidad de oidor tercero. Falleció en la ciudad del Ávila en 179966. Sobre Díaz de Saravia entendía que no era ni consultor ni comensal del gobernador, pero sí amigo desde que se conocieron en Santo Domingo. Sin embargo, en su opinión, Saravia era “un montañés franco que de palabra y por escrito dice una verdad clara a su mejor amigo”67. Era originario Villarcayo (Burgos). Estudió en las universidades de Osuna y Valladolid. Fue iscal de la Audiencia de Santo Domingo en 1780 y de la de Caracas en 1786. Ejerció ese empleo hasta su muerte en Caracas en 179768. 65 66 67 68

Ibidem, pp.152-153; Ibidem, p.94. Ibidem, p. 154; Ibidem, p. 256-257. AHNM, Consejos, Legajo 20524. Alí Enrique lóPEz BohórquEz, op. cit., p.152-153. Mark A. BurkholdEr y D.S. chandlEr, op. cit., p.100. 148

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Saavedra glosó lo que había supuesto para los Valles de Aragua la siembra del añil y subrayó las diferencias locales. Manifestó que con anterioridad solo había un corregidor en La Victoria, “pero en aquella época Turmero era un mero pueblo de indios, porque una gran parte de su población se debe a la siembra de los tabacos del Rey y almacén situado en su distrito y Maracay era una infeliz aldea hasta que, habiéndose introducido en aquella provincia el cultivo del añil, cuya cuna fue ese pueblo, y donde se hallan los principales hacendados de este fruto, se formó tan buena riqueza que en el transcurso de pocos años ha ampliado su población y de un año a otro tiene considerable aumento”. Al tomar posesión Manuel González de la gobernación erigió cuatro tenencias de justicia mayor en esos valles. Al tercer año de su mandato sólo dejo dos, uno en La Victoria con jurisdicción sobre Buen Consejo y El Escobar y otro en Turmero, que abrasaba la de Maracay y Cagua. Guillelmi, con datos proporcionados por él, cercenó su número en toda la provincia. En Maracay, su población, “ el estado loreciente de su agricultura, las repetidas contiendas que allí ocurren sobre distribución de aguas y adquisición de jornaleros en los precisos tiempos del añil y el ser la mayor parte de sus habitantes europeos y de una sola nación, por consiguiente más fáciles a combinarse y menos dóciles al freno del temor, inclinó al gobernador a separar aquel término del corregimiento de Turmero que, sobre incluir bastante vecindario y dar el engorro de recoger no sin alguna diicultad el trabajo de los indios, tiene dentro de su término las grandes siembras de tabacos del Rey, que producen graves competencias y no pocos sinsabores”. Aseveró que tales consideraciones producidas por el factor de la Compañía de Filipinas Simón de Mayora, a quien caliicó en contraste con lo expresado por Mora, “sujeto benéico y de estimables prendas en nombre de los principales vecinos de Maracay, ijaron la resolución del gobernador a darle aquel tenientazgo a don José Matías de Garay, profesor de leyes, muy práctico del país y con reputación de íntegro”. Estaba claro qué partido escogió el intendente y el por qué de su obsesión de subrayar que la mayor parte de sus habitantes eran vascos, cuando, como ha demostrado exhaustivamente Pacheco Troconis, el panorama era bien diferente. En realidad escondía pugnas por el control de los recursos y el negocio del añil, como hemos visto y como tendremos ocasión de ver. Irónicamente airmó que no podía asegurar con ciencia ija si Vidaondo tenía o no siembra de añil en su término o en alguna otra

149

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

parte de aquella provincia. Sin embargo, le constaba, pese a tales graves acusaciones, que servía “bien su empleo y ha dado completamente las cuentas de su manejo”. La culpa la tenía siempre la vox populi: “La voz vulgar atribuye en aquellos países a quienes sirven al Rey haciendas y comercios bajo nombres de otros y lo mismo sucede en el resto de América, las más de las veces con poquísimo fundamento. Pero lo que sí puedo asegurar es que ni Vidaondo es íntimo amigo del gobernador, ni tiene inlujo en sus deliberaciones, como no sea en punto de Real Hacienda, en que consulte a la contaduría, ni ninguno de los dos profesan íntima amistad con don José Matías de Garay”69. La argumentación de que el regente estableció una siembra de añil por medio de un sobrino de don Antonio de León con acuerdo y ciencia del gobernador la estimó “absolutamente falsa y por descontado inverosímil”, ya que López de Quintana era “íntegro hasta el escrúpulo”. Estaba endeudado por sus largos viajes, por lo que no podía disponer de los tres o cuatro mil pesos necesarios para ponerla en explotación. Era cierto que el Marqués de Casa de León poseía una gran hacienda de cacao y añil en Maracay y que era amigo de Quintana, que “lo tuvo de pasante cuando era abogado en esta corte” y era verdad también que cuando arribó a Caracas llevó en su compañía a un mozo que decía ser su sobrino, el que fue con León a Maracay, porque los valles de Aragua son el objeto de más curiosidad que hay en aquella provincia y el viaje es de poco más de dos días y bastante cómodo, pero también que volvió en breve a la capital y a poco tiempo se embarcó, creo, que para estos reinos”. Sobre Pedrosa no había oídio ni “un rumor vulgar”. Sobre la amistad entre Guillelmi y el obispo Martí “por medio de dádivas y obsequios en términos que este no deseaba sino complacerle” estimó que contenía muchas falsedades. Podría “por un error de entendimiento” defender su autoridad “con poriada preocupación”, pero no valerse de los medios del cohecho o la colusión para corromper a los ministros del Rey”. Como pastor era “hombre de conducta irreprehensible, timorato, benigno, limosnero, infatigable en el desempeño de sus funciones, franco, urbano, obsequiador de todo el mundo y que en medio del fuego de las mayores competencias es incapaz en un ápice de buena crianza a sus antagonistas, de manifestarles enemistad”70. 69 70

AHNM, Consejos, Legajo 20524. Idem. 150

La élite caraqueña y los antecedentes de la emancipación: la denuncia gubernativa de la... / Manuel Hernández G. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 105-151

Al fundamentarse en los puntos de vista de Saavedra el Consejo puso punto y inal al proceso el 24 de abril de 1790. Aseveró que había sido inútil y aun perjudicial la práctica de tales diligencias y valoró como infundados los juicios vertidos por el cubano. Una real orden de 14 de junio de 1789, emitida por la vía reservada de Gracia y Justicia de Indias, puso in a sus ocho años como teniente de justicia y le ordenó dejar Venezuela y pasar a vivir a su ciudad natal. De esa forma uno de los principales contradictores de ese estatus quo y uno de los inspiradores de la Junta había quedado desarticulado. En Santiago se le concedió el 2 de diciembre de 1793 el empleo de subteniente de granaderos con agregación al batallón de esa ciudad. No se dio el de capitán al que aspiraba por los prejuicios que causaría a otro más antiguo de idéntico grado. En su hoja de servicios como subteniente de granaderos de los Valles de Aragua el gobernador Guillelmi hizo constar su odio visceral al relejar que no había “hecho servicio alguno y que tiene mala conducta”, a diferencia de lo manifestado por el comandante, que especiicó que era aceptable y cumplía los servicios comunes71. Años después, el 4 de marzo de 1800 seguía ocupando idéntico cargo, pero por orden regia se le proponía para la primera tenencia veterana que vacase en su batallón72. Neutralizados los opositores, se eliminó coyunturalmente el problema, pero indudablemente esta controversia acentuó y dejó larvadas las fuertes contradicciones sociales y políticas existentes en la Venezuela colonial y que estallarían con toda su crudeza varias décadas después.

71 72

AGS, Guerra Moderna, Legajo 6873, número 109. Ibidem, Legajo 6865, número 16. 151

EL LABERINTO DE LA ILUSTRACIóN y EL LIBERALISmO EN LA HISTORIOGRAFíA AmERICANA: UN DEBATE SOBRE LA IDEOLOGíA DE LA INDEPENDENCIA carlos PErnalEtE túa1 Universidad Central de Venezuela

Resumen: Todo intento por examinar las raíces del liberalismo político en América, tropieza sin falta con un viejo debate historiográico: la existencia y el impacto de la ilustración en América. Esta situación, además de evidenciar la presencia de una confusión en la literatura histórica, pues se considera a las ideas liberales como parte del movimiento ilustrado del siglo xviii, también ha incidido en la marginación del primer liberalismo español (el experimento de Cádiz) como referente ideológico en los movimientos independentistas de América. Este artículo forma parte de una investigación mayor que pretende examinar y desenmarañar algunos nudos históricos e historiográicos en torno de este complejo período. Palabras clave: Historiografía, independencia, liberalismo, Ilustración, América, España. 1

Licenciado en Historia por la Universidad Central de Venezuela (2000). Magíster en Historia del Mundo Hispano por el Consejo Superior de Investigaciones Cientíicas de Madrid (2004). Magíster en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Barcelona (2009). Obras: “Las Cortes de Cádiz y su ausencia en la historiografía americana relexiones y nuevas lecturas” en Aportaciones a la historiografía del mundo hispánico: trabajos de investigación del II Máster de Historia del Mundo Hispánico (2005); Coautor de El Relato Invariable: Independencia, mito y nación (2011). Correo electrónico: pernalete.carlos@gmail. com. Recepción: 25/05/2011. Aprobación: 28/08/2011. 153

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

The labyrinth of Ilustration and Liberalism in latinamerica historiography: A debate on independence ideology Summary: Any attempt to examine the roots of political liberalism in America, it encounters with an old historical debate: the existence and impact of the illustration in America. This situation, also showing the presence of a confusion in the historical literature, it is considered to liberal ideas as part of the eighteenth century illustrated movement, has also inluenced the marginalization of the irst Spanish liberalism (Cádiz experiment) as a reference ideological independence movements in America. This article is part of a larger investigation that aims to explore and unravel some historical and historiographical knots on this complex period. Keywords: Historiography, Independence, Liberalism, Illustration, America, Spain.

Cuando nos proponemos abordar temas tan complejos como la emancipación americana, y más en su vertiente historiográica, no puede menos que invadirnos la sensación de vértigo. Es una temática con múltiples aristas, con una gran diversidad de enfoques e interpretaciones, y llena de mitos, tergiversaciones e invenciones históricas. Es a menudo frecuente el tener que aclarar y matizar múltiples aspectos de este proceso, cuando se intercambia opiniones con el público general, y en ocasiones hasta con el especializado. Existen tantas versiones de la independencia, como nacionalismos han surgido en el continente americano. Así, hablar de este tema, o más concretamente, abordarlo desde la rigurosidad histórica, implica tamizar una gran cantidad de bibliografía. En este sentido, toda revisión historiográica implica empaparse de materiales y lecturas que en ocasiones suelen retar los niveles mínimos de cientiicidad. Esto, sin lugar a dudas, es necesario en todos aquellos casos que ameritan el estudio de procesos traumáticos o de considerables repercusiones para los grupos humanos. En este caso, hablar del proceso independentista, y no sólo del continente americano, sino de la propia España, pasa por revisar

154

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

los diversos discursos históricos que fueron construidos, y que han calado de manera profunda en la memoria colectiva de las naciones involucradas. Para nadie es un secreto que la historia elaborada durante el siglo xix, tanto en América como en España, obedecía en buena medida a la construcción de un discurso político que sustentase los resultados del proceso emancipador y resolviese de alguna manera las distintas contradicciones y complejidades del periodo. Si en el caso español hablamos de la “gesta” y del levantamiento del pueblo español en contra del invasor francés, y del inicio del tránsito entre el antiguo régimen y la modernidad, en el caso americano hablamos nada menos que del mito fundacional de los nuevos Estados nacionales. Este discurso, en ocasiones lleno de mitos, exacerbaciones, olvidos intencionados y simpliicaciones a granel, será en buena medida responsable y conductor del hilo historiográico de las naciones. Así, desde el propio proceso de institucionalización del Estado, donde destacamos el apartado concerniente a lo educativo (la masiicación de la educación), surge la construcción y la reproducción de una historia y de una memoria colectiva bastante distorsionada. Es importante resaltar que si bien este discurso “oicial” surge y es promovido por muchos de los protagonistas del propio proceso político (en este caso por los dirigentes y “próceres” de la independencia), es un discurso que sirve o funciona muy bien en el ambiente político a lo largo de siglo xix y del propio siglo xx. Es decir, que no sólo se construye desde el propio momento de los acontecimientos, sino que crece y es utilizado con claros ines ideológicos por las diversas tendencias políticas que hacen vida tanto en España, como en lo interno de cada país latinoamericano. De modo que el mito surge, crece y casi siempre muta. Los vaivenes de la historiografía sobre la independencia obedecen a factores exógenos y endógenos. Los primeros están ubicados en el debate político, social y cultural de cada nación (de cómo inluyen en la historia que se escribe y en la percepción del colectivo) y los segundos en lo concerniente a las cuestiones propias de la disciplina histórica (profesionalización, metodologías, teorías y tendencias historiográicas). De este modo, procesos como la independencia no sólo se convierten en el sustento cultural de la Nación moderna, en lo que implica al imaginario colectivo y a las formas políticas, sino que se traducen en ámbitos enormes para la convivencia de factores históricos, ideológicos o simbólicos que permanecen en constante dinamismo.

155

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Nuestro objetivo en esta investigación, no es más que develar algunos de los mitos, omisiones o tergiversaciones que se han creado en torno del primer liberalismo español y su relación con el proceso emancipador americano. Mientras la historia más tradicional u “oicial” de ambos lados del atlántico negó categóricamente cualquier relación ideológica, o simplemente la inluencia entre el proceso gaditano y las independencias americanas, el interés que esta temática ha despertado en los últimos años, ha revelado la existencia de claros nexos entre ambos contextos. En este sentido, no sólo aspiramos a revisar la historiografía en torno al constitucionalismo del período, sino aquella que se relaciona con el mundo de las ideas, ámbito importante por tratarse de un momento tan fecundo para los cambios políticos e ideológicos. Si bien el liberalismo tiene plantadas sus raíces en la Inglaterra del siglo es durante el siglo xviii cuando ejerce mayor impacto en el mundo

xvii2, 2

“En la historia hay hechos que sólo se comprenden dentro de unos procesos de larga duración. No se entienden los debates mantenidos en las Cortes de Cádiz, ni tampoco el previo texto constitucional de Bayona, si no hacemos referencia a la larga lucha por abrirse camino la libertad política por encima de los monarcas absolutistas. Por eso, es necesario recordar que, siglo y medio antes de las Cortes de Cádiz, ocurrieron hechos de consecuencias no previstas, pero decisivas a largo plazo: ante todo, la paz de Westfalia (1648), que puso in a las guerras entre los fundamentalismos religiosos (católico o protestante) y que inauguró la tolerancia, nuevo concepto, primero religioso y, de inmediato, civil y político. Simultáneamente, la república de Cromwell abolió en Inglaterra la monarquía teocrática, aupó al poder a la pujante burguesía comercial y disputó los océanos tanto a la monarquía católica hispana como a los burgueses de Holanda. Desde estas fechas se puede hablar de imperialismos marítimos que, protagonizados por países europeos (entre ellos la corona hispana), englobaron progresivamente al resto del planeta –sobre todo al continente americano y a una parte importante del asiático– en los circuitos comerciales de un capitalismo tempranamente articulado como estructura mundial. En semejante ola de globalización expansiva hay que situar el signiicado de lo que más tarde se debatió y trató de articular en las Cortes de Cádiz, donde no se abordó cuestiones exclusivamente hispánicas, sino que entraron en juego intereses internacionales y principios de organización política fraguados en la cultura occidental en su conjunto...”. “En este sentido, antes que buscar qué autor o escuela de pensamiento inluyó más o menos en los diputados de Cádiz, interesa subrayar la importancia de los precedentes políticos. Sobre todo 156

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

occidental. En este sentido, el liberalismo forma parte de un período muy convulsionado, donde tienen lugar grandes transformaciones políticas, culturales e ideológicas que cambiarán de una forma u otra las relaciones entre el poder y las personas. Tiene lugar en este período, una revolución intelectual a la que se llama convencionalmente modernidad. Sin embargo debemos hacer una aclaratoria de vital importancia para nuestro trabajo. El liberalismo se desarrolla de manera importante durante el auge de ese periodo histórico que se ha catalogado como Ilustración. En este sentido, todo el cúmulo de ideas que circulan en Occidente durante este siglo, ha sido frecuentemente confundido y fusionado bajo la denominación general de ilustración. Este error no sólo procede de una simple generalización y de la incorrecta lectura que se ha hecho sobre el gran cauce de ideas que circulan durante el período, sino que en buena medida, proviene del convulsionado y complejo contexto del siglo xviii. Es decir, durante el “siglo de las luces” se conjugan en el espacio occidental doctrinas ilosóicas, teorías políticas y movimientos sociales en una dicotomía de tradición y cambio. Deinitivamente existe una reivindicación de la igura humana, del pensamiento y de las capacidades del hombre. Pero no quiere esto decir que todos los movimientos pujasen en la misma dirección. No obstante, el hecho de que éste haya sido un siglo de corte revolucionario, con importantes reveses para los regímenes absolutistas y grandes cambios en el orden político, le ha otorgado un carácter histórico asociado con el cambio y con la modernidad. Partimos de entender que el liberalismo quedó en cierta forma asociado el racionalismo, el empirismo, el republicanismo, el pragmatismo, y con muchas otras doctrinas de la época. Pero es necesario aclarar que mientras el liberalismo3 pretendía cambiar radicalmente la relación entre el individuo

3

las revoluciones que abrieron el camino a los nuevos conceptos de soberanía nacional, ciudadanía y pacto social para constituir el Estado representativo.” Juan Sisinio PérEz garzón, Las Cortes de Cádiz: el nacimiento de la nación liberal, 1808-1814, Madrid, Síntesis, 2007, pp. 23-25. Aunque resulte ocioso para algunos lectores, quizás convenga anotar que las ambigüedades que rodean con frecuencia las discusiones sobre el liberalismo tienen que ver con la indeterminación misma del término y con los distintos niveles que comporta (como actitud vital, como tradición de pensamiento, como corriente político-ideológica, etc.). Más importante para lo que aquí nos 157

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

y las formas políticas y económicas del antiguo régimen, un buen cúmulo de los intelectuales y de las ideas asociadas con la ilustración, sólo pretendían reformar y “modernizar” la estructura del sistema absolutista.

La Historiografía sobre la Ilustración Esta confusión a la que hacemos referencia en la sección anterior, es fácilmente apreciable en la literatura sobre la independencia americana. Desde el propio siglo xix, la historiografía americana que se dio a la tarea de justiicar el proceso emancipador, catalogó al movimiento ilustrado y al supuesto espíritu de libertad generado por éste, como una fuente de primer orden en la conformación del pensamiento político americano que llevaría a cabo la ruptura con España. Y en lo sucesivo, incluso en aquellas tendencias históricas críticas o revisionistas hacia esta hipótesis (como el positivismo de inales del xix y el marxismo del siglo xx), se seguirá generalizado al catalogar el ideario de los dirigentes independentistas como ilustrado. Y es justamente en este punto donde encontramos unos de los principales nudos de la historiografía del período. interesa es que, con el individuo y la libertad como los pilares que sostienen todo el ediicio liberal, los senderos interpretativos que se pueden tomar son muy variados, así como las conclusiones que se pueden alcanzar. Pero además, los énfasis pueden colocarse en aspectos muy diversos; por ejemplo, podríamos decir que el liberalismo consiste en un conjunto de libertades políticas amparadas por un texto constitucional, o que el liberalismo son los límites a la acción del poder público, o que el liberalismo es la puesta en práctica en términos institucionales de unos derechos previos del individuo, o que el liberalismo es el poder por consentimiento, o que el liberalismo es la autonomía de lo social, o que el liberalismo es el gobierno de la libertad como teoría y como práctica, o que el liberalismo es el proyecto político que busca el cambio de las estructuras públicas y sociales sobre la base del individuo y la libertad. En in, podríamos dar muchas otras “deiniciones” del liberalismo y todas serían correctas, pero, al mismo tiempo, todas serían insuicientes al momento de intentar aplicarlas a un lugar y a un momento históricamente determinados. Roberto BrEña, El primer liberalismo español y los procesos de emancipación de América, 1808-1824: una revisión historiográica del liberalismo hispánico. una revisión historiográica del liberalismo hispánico, México, El Colegio de México-Centro de Estudios Internacionales, 2006, p 536. 158

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Estudiar los antecedentes del liberalismo en América, suele pasar por matizar ese tremendo conglomerado de ideas que fueron encasilladas bajo el antetítulo de “ilosofía de la ilustración”. Por ejemplo, autores como Rousseau, Montesquieu, Betham, o Locke, suelen ser considerados por la historiografía “oicial” como parte de una misma cosa: la modernidad. Y si bien es cierto que muchos de los dirigentes revolucionarios del siglo xviii y xix echaron mano de muchas de las ideas de estos autores, llegando en ocasiones a tergiversarlas o a forzar adaptaciones a realidades concretas4, esto fomentó la mala comprensión del verdadero pensamiento de muchos intelectuales. El historiador argentino José Carlos Chiaramonte se reiere 4

Sobre estas particulares “lecturas” de los teóricos del siglo xvii y xviii nos habla Irene Castells: “Creemos que, para abordar este problema, hay que tener muy presente que fue precisamente del tronco común de la Ilustración del que partieron a la vez, en los diez años de luchas en Francia, una corriente liberal y una corriente revolucionaria de la que forma parte el jacobinismo. Pero esta fractura no era real en sus orígenes: la lectura liberal contrapuesta a la lectura jacobina de la Revolución fue una creación de la historiografía del siglo xix, que exageró y tergiversó esta doble lectura, y ello ya desde 1795. Porque la relación entre Ilustración y Revolución puede ser obvia, pero no mecánica ni lineal. No hay una inluencia directa ni dominante, de causa a efecto, del espíritu ilosóico sobre el estallido de la Revolución. y sin embargo, no se puede entender la Revolución francesa sin su dimensión ilosóica, ya que los revolucionarios actuaron a partir de unos principios difundidos durante la Ilustración e intentaron aplicarlos a la política, considerándose todos ellos herederos de una corriente de pensamiento emancipador. Pero, a su vez, la Revolución inventó la Ilustración, en el sentido de haber logrado transformar una herencia ideológica plural en distintas prácticas política. Así, por ejemplo, surgieron diversas lecturas de Rousseau, como la aristocrática, girondina o jacobina, aunque la clase política revolucionaria llegase a 1789 provista de una cultura política común que se iría disociando a lo largo de diez años de luchas políticas y sociales. Ello quedó de maniiesto en los debates sobre la Declaración de Derechos de agosto de 1789, que fue el código de la teoría revolucionaria y que mostró cómo los revolucionarios franceses partieron de un marco teórico basado en la ilosofía de los Derechos Naturales, queriendo construir un nuevo cuerpo político a partir de estos principios y no fundamentado ni en la tradición ni en la historia” Irene castElls y María cruz romEo, “Liberalismo y revolución en la crisis del antiguo régimen europeo: Francia y España” en Revista Trienio, 1997, número 29, pp. 29-30. 159

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

claramente a esto: Los proyectos de organización de estados liberales indujeron a rastrear, subrayar y ocasionalmente exagerar, los rasgos liberales del pensamiento dieciochesco iberoamericano, como una forma de darles mayor respaldo con el prestigio de la Historia. Curiosamente, el cambio de actitud hacia el pasado que introdujo el romanticismo originó, en el contexto iberoamericano, una valoración especial del período ilustrado. El hecho de que el movimiento intelectual del siglo xix se considere heredero de la ideología revolucionaria antimetropolitana, inclinó a la condena global del pasado colonial y sólo eximió de esa condena a las expresiones que pudiesen considerarse antecedentes de la independencia, es decir, principalmente, a las manifestaciones ilustradas de ines del siglo xviii. La polémica actitud del romanticismo hacia el racionalismo dieciochesco, en cuanto atañe a las expresiones iberoamericanas de la Ilustración, fue así aminorada en ciertos planos. Y consiguientemente, la inluencia de la Ilustración perduró mucho más tiempo y con singular vigor, aun en pleno período romántico y positivista, al amparo también del constante eclecticismo del pensamiento local (…) De tal manera, una especial versión iberoamericana de aquella concepción de la lucha universal de las luces contra el oscurantismo conformó el enfoque sobre la historia intelectual del siglo anterior. La tendencia a construir arquetipos, por otra parte, indujo a destacar ciertas iguras y ciertas páginas memorables. El resultado fue una historia del pensamiento de la Ilustración como historia de la independencia y sus antecedentes; una historia, entonces, con escasos matices, ciertas exageraciones y muchos olvidos5.

De esta manera, la primera historiografía sobre la independencia generó un discurso que englobaba prácticamente todo el pensamiento del siglo xviii, bajo el signo de la Ilustración. Además, crearía la ingenua hipótesis de que es precisamente este “pensamiento”, representado en las experiencias de la emancipación norteamericana y la revolución en Francia, lo que motiva y prende la chispa de la “gesta” insurgente americana. Lo que es fácilmente desmontable, pues son muchos ya los estudios que han llegado a concluir que ocurrió precisamente lo contrario, que experiencias como la revolución 5

José Carlos chiaramontE, Pensamiento de la Ilustración: economía y sociedad iberoamericanas en el siglo xviii, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979, p. xii. 160

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

francesa, provocaron la alarma y el temor entre las clases pudientes y dirigentes de la sociedad americana6. El problema principal radica en que la construcción de la primera historiografía sobre la independencia, más que explicar y analizar las verdaderas causas de la ruptura con el Imperio español, generó una versión ajustada a las expectativas de construir nuevos modelos políticos, en su mayoría, repúblicas. Esto simpliicaría en extremo el discurso histórico de las jóvenes naciones americanas, pues no hubo mención (ni habría intenciones de hacerlo) de las complejas condiciones políticas e ideológicas que tuvieron lugar durante la guerra de independencia. Quedarían olvidados procesos tan 6

“En los medios criollos del Río de la Plata y de Venezuela se ve la simpatía inicial, de tipo intelectual, por las ideas de la Francia revolucionaria enfriarse notablemente después de la ejecución del rey Luis XVI. Pero lo que domina sobre todo en la oligarquía criolla es lo que Miguel Izard ha llamado justamente El Miedo a la Revolución. La Revolución francesa desarrolla conceptos como los de libertad, igualdad, derechos del hombre y sus consecuencias: abolición de los títulos de nobleza y de la esclavitud, que socavaban las bases mismas de su poder y de su prestigio en la sociedad. Desde este punto de vista, el factor decisivo lo constituyeron los acontecimientos de Haití con la sublevación de los jacobinos negros que decretan la abolición de la esclavitud y proclaman una república de negros libres. Desde entonces, la ‘ley de los franceses’ cobra en el Caribe una resonancia particular; viene a ser sinónimo de subversión social. Estas ideas están presentes en la insurrección de los negros de Coro en 1795, dirigida por un zambo, hijo de un esclavo negro y de una india. Los negros de Coro exigen la aplicación de la ‘ley de los franceses’, es decir la abolición de la esclavitud, la supresión de tributos y estancos, el exterminio de la ‘nobleza blanca’. En el mismo año de 1795, otro movimiento inspirado por el ejemplo de Haití se produce en Cuba; un negro libre pretende agrupar a blancos y negros en tomo a la defensa de los derechos del hombre y concretamente la supresión de la esclavitud. Las dos rebeliones y otras del mismo tipo fueron severamente reprimidas y castigadas pero dejaron una huella profunda en la mente de la oligarquía criolla que quedó durablemente impregnada por el temor al contagio revolucionario y a la subversión social. Desde entonces toda ella se centró en una única preocupación: evitar a toda costa la anarquía, la propagación de ideas subversivas de origen francés, mantener el orden social vigente.” Joseph PérEz, “Las luces y la independencia de Hispanoamérica” en Joseph PérEz y Armando alBErola (editores), España y América entre la Ilustración y el Liberalismo, Madrid, Casa de Velásquez, 1993, p. 76. 161

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

importantes como la formación de Juntas, las elecciones a Cortes, la propia participación de los americanos en las Cortes de Cádiz, y por supuesto, todo aquello que sugiriese que la dirigencia criolla de casi toda América, al inicio de los acontecimientos, era más partidaria de una reforma (para obtener mayor autonomía dentro del Imperio) que de la ruptura total con España. No será hasta la aparición de la historia profesional (década de los cuarenta y cincuenta del siglo xx) que este complejo período comienza a ser analizado en profundidad por parte de los historiadores. Y sin embargo, aún suelen quedar restos del cauce historiográico original7. 7

“Esquematizando un poco las cosas, se puede airmar que hasta el año 1963 la tradicional historiografía ha asociado invariablemente Ilustración y movimientos ‘precursores’ de la Independencia, Luces y combates por la Independencia. En 1963, como bien se sabe, aparecía en una revista de Estrasburgo un largo artículo estrepitoso y profundamente ‘desmitiicador’ de Pierre Chaunu, titulado: “Interpretación de la Independencia de América Latina”. El contenido de tan estimulante artículo fue reproducido parcialmente por su autor en la magna síntesis: “L’Amerique et les Ameriques”, aparecida en 1964. Pude yo pensar entonces que la historiografía de la Independencia iba a variar notablemente. Por eso me sorprendió no poco leer en los Mélanges à la mémoire de Jean Sarrailh, publicados en 1966, un brillante ensayo de Germán Arciniegas, en que se encontraban las airmaciones siguientes. Cito: ‘Si la Conquista de América es una consecuencia del Renacimiento, el in del régimen colonial es una consecuencia de la Ilustración”. Más lejos: “La palanca de la Ilustración se apoya en un nombre: Descartes. Es decir: en un hombre del siglo xvii. El Discurso del método se publica en 1637. Pero pasó más de un siglo antes de que el nombre de ese ilósofo y las enseñanzas de su libro llegaran a América. La entrada fue sorpresiva y los resultados extraordinarios”. Más lejos: “De todos los autores de la época (de las Luces) ninguno agitó tanto al mundo hispánico como Rousseau... El punto central iba a ser El Contrato Social. Se publicó en 1763. Se difunde en América con tal rapidez y extensión, que ya antes de 1780 no sólo lo conocen los literatos, sino el pueblo”. Y he aquí una última cita: “Después de la revolución de Descartes, colocando a la razón en el lugar que había ocupado el dogma escolástico, la idea del pueblo soberano de Rousseau representa la segunda revolución. Una revolución de masas”. Así pues, para este historiador y para otros muchos, la Independencia hispanoamericana, consecuencia de la Ilustración, habría tenido por padres a Descartes y Rousseau en el Nuevo Mundo. Con pocas variaciones, este cuadro de conjunto es el que encontramos en innumerables trabajos sobre la Independencia, hija, según larga tradición historiográica, de las Luces, de los ilósofos franceses y de algunos 162

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Ilustración oicial Otro punto importante a señalar en esta suerte de revisión sobre el ideario del siglo xviii y su relación con la emancipación americana, es la clara intención, en un principio política, y luego historiográica, por desvincular a todo costo la realidad americana y el contexto español. Es bien conocido que durante el período bélico que terminaría por desmembrar el imperio español, la dirigencia criolla más radical de América elaboró un discurso político que descaliicaba en todo sentido a España. Se sintetiza tal vez en aquella expresión de “300 años de opresión y yugo español son suicientes...”. El contenido de dicha frase no sólo sería el inicio de la descaliicación del poder español sobre América (entendiéndose como una simpliicación del discurso antimonárquico y anti-español que surge desde los primeros años de la guerra), más allá de eso, es el inicio de la llamada “Leyenda Negra del siglo xix” de América, esa suerte de ruptura cultural que se fomentó durante todo el siglo xix, y que llevó a los intelectuales de todo el continente a debatir sobre la cultura hispana y su permanencia e importancia en América8. De este discurso político, y de esta estrategia histórico-cultural, saldrá muy maltrecha la relación ideológica que se estableció entre España y América durante la segunda mitad del siglo xviii y los primeros años del

8

pensadores de los recién nacidos Estados Unidos de América. François lóPEz, “Ilustración e independencia hispanoamericana” en Alberto Gil novalEs, Homenaje a Noël Salomon: Ilustración española e Independencia de América, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 1979, pp 289-290. Este debate será protagonizado principalmente por las facciones de liberales y conservadores de todo el continente. A este respecto, veamos el comentario de Diana Soto Arango: “Con la independencia nace la historiografía colonial y, con ésta, dos tendencias en marcada contradicción. Desde el siglo xix hasta mediados del siglo xx los hispanistas conservadores, de una manera apologética y españolista, sostenían que el claro avance de la educación en las universidades coloniales, se debía a las comunidades religiosas. Mientras los nacionalistas liberales mantenían que no hubo ilustración en las universidades y que España sólo trajo a América atraso feudal” Diana soto arango, “La enseñanza ilustrada en las universidades de América colonial. Estudio historiográico” en Diana soto arango, Miguel Ángel Puig samPEr y Luis Carlos arBolEda (editores), La Ilustración en América Colonial, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientíicas, 1995, pp. 93-94. 163

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

siglo xix. Todo el lujo de ideas y el intercambio político-ideológico que se pudo establecer entre intelectuales o políticos durante este período, y nos referimos ahora si, entre ilustrados, o entre liberales (sobre todo durante el período correspondiente a las Cortes), fue progresivamente desechado en el olvido por los agentes políticos de los nuevos Estados independientes. Si en lo político la mayoría de los nuevos gobiernos optaron por el modelo republicano como contraposición a la monarquía, en un intento por alejarse lo más posible de las referencias españolas, en lo ideológico (que incidió directamente en la literatura histórica), optaron por desaparecer los nexos con la ilustración española y el contacto que se establecería con la dirigencia liberal de España. Joseph Pérez airma a este respecto, que los vestigios de la ilustración española fueron substituidos sin ningún tapujo por parte de los dirigentes americanos, por el ideario revolucionario norteamericano y francés del siglo xviii: Aquel ideario es el que está subyacente en la revolución norteamericana y en la revolución francesa. Está presente también en la emancipación hispanoamericana. En el siglo xix, esto era casi un dogma de fe. Un Sarmiento, en Argentina, marca la pauta en este sentido, así como la larga lista de autores que se empeñan, a lo largo del siglo xix, en presentar la emancipación como consecuencia de las Luces. A inales de la misma centuria y principios de la actual, ciertos autores inspirados por el positivismo emitirian serias dudas sobre semejante teoría. Convencidos de que la emancipación hispanoamericana formaba parte de un conjunto revolucionario generalizado, pensaban más bien que se trataba por parte de los criollos de oponerse a unas instituciones y a una ideología liberal, propugnada en España por las Cortes de Cádiz9.

Son precisamente estos autores positivistas a los que hace referencia Pérez en la cita, los que recuperan indirectamente el legado intelectual español en América. Empeñados en analizar y encontrar durante el periodo otras causas de la independencia, los positivistas e historiadores del siglo xix, resaltaron el descontento que habían producido en América las reformas borbónicas de Carlos III. Y como es bien conocido, este grupo de medidas 9

Joseph PérEz, “Las luces y la independencia de Hispanoamérica” en Joseph PérEz y Armando alBErola (editores), España y América entre la Ilustración y el Liberalismo, p. 70. 164

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

administrativas estaba impulsado por un gabinete de ilustrados. Así, los positivistas de inales del xix rescataron una conexión olvidada adrede durante todo el siglo: era la propia España la responsable de introducir a las élites americanas en el pensamiento moderno del siglo xviii. El historiador mexicano Guillermo Palacios ofrece detalles al respecto: La llegada de las ideas ilustradas ha sido fruto de amplios estudios y de un fuerte debate historiográico. Hay una idea generalizada de que éstas inluyeron en la minoría letrada de la élite americana, pero hay diferencias regionales. La penetración del iluminismo tuvo dos cauces, uno oicial, controlado por la corona española, denominado comúnmente ‘ilustración católica’, y otro extraoicial o civil. En el nivel oicial, el proceso se manifestó por medio de una fuerte intervención de la corona en el plano cultural y educativo, que hasta esos momentos había estado en manos de la Iglesia. Ésta fue una ilustración ‘purgada de contenido ideológico y quedó reducida a un programa de modernización dentro del orden establecido’ (Lynch, 1991). La intervención resultó en un dirigismo estatal ‘desde arriba’ que buscaba impulsar la educación (...) Por el otro cauce penetró una ‘ilustración laica’, no sometida a los controles de la corona ni de la Iglesia. Es necesario medir la inluencia de estas ideas en los procesos de independencia y en sus antecedentes, ya que los escritos de Locke, Adam Smith, Descartes, Montesquieu, Diderot, Rousseau, Condillac y D’Alembert circulaban con relativa libertad, sin que la Inquisición hiciera mucho por detenerlos. En el caso mexicano la abundancia de libros empezó a ser considerada políticamente sediciosa en 1790, cuando el Santo Oicio reaccionó, más alarmado por los contenidos políticos que por la heterodoxia religiosa, caliicando las ideas ilustradas como “contrarias a la quietud de los estados y reinos” y llenas de “principios generales sobre la igualdad y libertad de todos los hombres”. La nueva actitud relejaba el terror producido por la Revolución francesa, que obligaba a evitar a toda costa la propagación de noticias acerca de “la espantosa revolución de Francia que tantos males ha causado (...) Entre los lectores de los philosophes se encontraban virreyes, funcionarios, profesionales, comerciantes, universitarios y eclesiásticos. Para ciertos funcionarios españoles del gobierno novo hispano durante la administración de Revillagigedo, el iluminismo era moneda de cambio y sinónimo de estatus cultural10. 10

Guillermo Palacios y Fabio moraga, La independencia y el comienzo de los regímenes representativos, Madrid, Editorial Síntesis, 2003, pp. 99-100. 165

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

En estas líneas tenemos varios aspectos interesantes. En primer lugar resalta el tema de la educación como vía directa para la introducción de la ilosofía dieciochesca. Esto, claro está, formaba parte del planteamiento ilustrado del régimen de Carlos III para modernizar las colonias americanas y tratar de adaptarlas al nuevo ámbito industrial que se desarrollaba en otras partes de Europa. En este sentido, por primera vez la historiografía americana admitía que España había contribuido de una forma u otra a la modernización de América (y por supuesto al pensamiento americano). En segundo lugar, Palacios destaca la presencia de una ilustración libre de censuras que también arriba al nuevo continente. Esta vía, como es lógico suponer, es mucho más amplia desde el punto de vista de contenido, pues pertenece al mundo del ocio intelectual de funcionarios, intelectuales y de viajeros de la sociedad americana (tanto criollos como peninsulares). Es interesante resaltar que esta vía de penetración seguirá siendo la favorita de los historiadores positivistas de inales del siglo xix, para relacionarla con el pensamiento político de la independencia, pues a pesar de reconocer que en cierta forma fue permitida por el régimen español, suele ser relacionada directamente con la revolución. Eran autores más radicales y más relacionados con el mundo político francés y norteamericano, así, los positivistas de inales del xix y principios del xx, continuaban adjudicándoles un rol muy importante en la formación política e ideológica de las élites americanas insurgentes11 y continuaban marginando los posibles aportes de la cultura española al pensamiento político moderno de América12. 11

12

Incluso, se persistía en la idea de que la mayoría de esta literatura entraba al continente en forma y gracias al contrabando que existía con otras potencias europeas. “¿Hubo o no entonces verdadera innovación en el ámbito intelectual iberoamericano del siglo xviii? La pregunta procede puesto que la necesidad de reaccionar contra esquemáticas interpretaciones del pasado colonial indujo a subrayar los comentados aspectos de continuidad, cambio gradual y proximidad con la cultura metropolitana. Respecto de lo último, los resultados de los estudios sobre el tema fueron mostrando que la suposición de originalidad del pensamiento ilustrado iberoamericano, entendida como ruptura con el pensamiento metropolitano, es imposible de sostener y que fue principalmente a través de sus exponentes peninsulares como la cultura colonial toma contacto con el nuevo pensamiento. En este aspecto, el pensamiento liberal americano nace, no en ruptura sino entroncado con el ibérico. De tal manera, si por 166

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Sin embargo, a pesar de que España reaparece en el panorama intelectual de la América colonial, aún persistían dos grandes problemas. Uno, se dudaba seriamente de la calidad del pensamiento y de la ilustración española en comparación con otras potencias europeas.13 Y dos, los historiadores seguían sin diferenciar de manera clara, las distintas tendencias de pensamiento que convergen en el siglo xviii. Es decir, sigue existiendo la confusión de englobar dentro del término de ilustración, doctrinas como el republicanismo y el liberalismo. Hoy en día parece una tontería negar la circulación de ideas y ilosofía del siglo xviii por el Imperio español (otro tema es si la ilustración española es equiparable a la francesa o la inglesa). Sin embargo, en algún momento de la historia política e historiográica americana, se sobredimensionó su importancia como factor determinante para la emancipación de dicho continente. En este sentido, los historiadores de la actualidad todavía debemos sortear los vestigios de dicha historia en la sociedad del presente.

13

Ilustración iberoamericana deberíamos entender un movimiento intelectual original dentro de la cultura de la época, la respuesta deberá ser negativa. Pero la existencia de un proceso intelectual que comparte un conjunto de orientaciones y fundamentos de la Ilustración europea es innegable” José Carlos chiaramontE, Pensamiento de la ilustración, economía y sociedad iberoamericanas en el siglo xviii, p. xviii. Se conoce de sobra que incluso intelectuales españoles como Ortega y Gasset y más tarde Miguel Artola, han tenido sus reticencias hacia la ilustración española. Roberto Breña recoge el parecer de Miguel Artola: “Mucho tiempo ha pasado desde que Artola airmó, en la introducción a su libro Los afrancesados, que la Ilustración no dejó huella alguna en la Península: “Sin temor a pecar de exagerados, bien puede decirse que España no llegó a conocer siquiera el espíritu ilustrado…” Para este autor, no existió una Ilustración porque no existió un cuerpo de ilósofos y tratadistas políticos imbuidos en las ‘nuevas ideas’. Artola vincula la ausencia de un espíritu ilustrado en la Península con la falta de una crisis religiosa, ya que, airma, ‘sin ésta es imposible llegar al racionalismo’. Anthony Pagden coincide, en términos generales, con esta evaluación, pues considera que el único campo del pensamiento moderno que logró relevancia en España (y ello solamente a inales del siglo xviii,) fue la economía política. ‘El lenguaje del escolasticismo, la certidumbre con base en el argumento de autoridad y el lugar central de la fe en las discusiones ilosóicas y cientíicas de todo tipo, todo ello sobrevivió hasta los inicios del siglo xix’ ” Roberto BrEña, op. cit., p 76. 167

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

No se niega la importancia de las ideas en los procesos socio-políticos, pero el voluntarismo o las ideas por sí solas no rompen imperios, no ganan batallas o no construyen naciones.

Las ideas modernas no explican la independencia Durante la segunda mitad del siglo xx, la aparición de los estudios históricos de corte marxista (amparados en el determinismo económico) permitió nuevos enfoques del proceso emancipador americano. La búsqueda de condicionantes sociales y económicos en el desarrollo de la emancipación, despertaron interesantes canales de interpretación que hasta la fecha no habían sido considerados. Si bien la ideología del siglo xviii seguía siendo considerada, ya no se le adjudicaba ese carácter romántico y determinante difundido durante el siglo xix. La historiografía marxista, representada entre otros por el hispanista John Lynch, airmaba que la independencia había sido un movimiento gestado en la élite criolla americana. Si bien la participación de los grupos populares en el proceso es indudable e innegable, las riendas del movimiento reformista y posteriormente separatista, será un proyecto exclusivo de los blancos criollos (sobre todo en los primeros tiempos). En ese sentido, no sólo desmonta el romanticismo de la historia del siglo xix, donde se aclama a la independencia como un movimiento popular, sino que expone, con lógica, la realidad del proceso: fue un proyecto de la élite que, en el deseo de aumentar la autonomía y el control sobre sus intereses comerciales y sociales, decidió apostar por asumir la dirección política de la sociedad. Claro, esta explicación un tanto simplista, obedece sólo a un proyecto lento, desarticulado y espontáneo que con el transcurrir de los acontecimientos se complicó, y dio lugar a un desenvolvimiento mucho más complejo de los sucesos14. 14

El historiador argentino José Luis Romero expone un ejemplo en la provincia del Río de la Plata: “La Revolución emancipadora era, en cierto sentido, una revolución social, destinada a provocar el ascenso de los grupos criollos al primer plano de la vida del país. Criollos habían sido los núcleos ilustrados que la hicieron; pero por la fuerza de las convicciones y la necesidad de dar solidez al movimiento, fue necesario llamar a ella a los grupos criollos de las provincias, constituidos en su mayor parte por la masa rural. Estos grupos respondieron al llamado y acudieron a incorporarse al movimiento; mas ya para entonces 168

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Con estas interpretaciones, comienzan a alorar nuevas temáticas y nuevas contradicciones frente a los análisis del pasado. Las reformas borbónicas y las medidas ilustradas de los funcionarios españoles, dejan de ser vistas como vías de divulgación ideológica, y comienzan a ser consideradas como elementos perturbadores del funcionamiento económico y social de las colonias americanas. El intento de Carlos III por reorganizar la administración del Imperio, fue traducido como un gran obstáculo por los criollos de todo el continente para mantener el control tanto económico como político de la región. Este descontento será interpretado por los marxistas como un signo de rebelión mucho más real y creíble que el simple espíritu revolucionario15. Sin embargo, lo interesante de este nuevo enfoque radica en las contradicciones que logra encontrar entre la historiografía romántica o tradicional, y las condiciones materiales existentes dentro del cuadro dirigente americano. ¿Cómo podían los criollos americanos, primeros

15

el núcleo porteño había sentado los principios fundamentales del régimen político-social, y las masas que acudieron al llamado no se sintieron ielmente interpretadas por ese sistema que, como era natural, otorgaba la hegemonía a los grupos cultos de formación europea. Así comenzó el duelo entre el sistema institucional propugnado por los núcleos ilustrados, de una lado, y los ideales imprecisos de las masas populares, por otro.” José Luis romEro, Las ideas políticas en la Argentina, México, Fondo de Cultura Económica, 1956, pp. 63-64. A este respecto Lynch comenta: “Es cierto que algunos criollos cultos eran algo más que reformadores; eran revolucionarios. En el norte de Sudamérica, Francisco de Miranda, Pedro Fermín de Vargas, Antonio Nariño y el joven Simón Bolívar eran todos discípulos de la nueva ilosofía, ardientes buscadores de la libertad y felicidad humanas. En el Río de la Plata el virrey Avilés observó ‘algunas señales de espíritu de independencia’ que atribuía precisamente al excesivo contacto con los extranjeros. [1799-1801] Manuel Belgrano conocía muy bien el pensamiento de la Ilustración. Mariano Moreno era un admirador entusiasta de Rousseau, cuyo Contrato Social editó en 1810 ‘para instrucción de los jóvenes americanos’. Estos hombres eran todos auténticos precursores de la independencia; pero eran una pequeña élite e indudablemente avanzada con respecto a la opinión criolla. La gran masa de los americanos tenían muchas objeciones contra el régimen colonial, pero estas eran más pragmáticas que ideológicas; en último análisis, la gran amenaza contra el imperio español procedía de los intereses americanos más que de las ideas europeas.” John lynch, Las revoluciones Hispanoamericanas, Barcelona, Ariel, 1976, pp. 38-39. 169

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

en la pirámide social y dueños de los medios de producción, enarbolar los ideales de libertad e igualdad, en una sociedad altamente estratiicada? ¿Cómo justiicar que las clases dominantes de América abriesen las compuertas para la desaparición de la esclavitud, de los privilegios sociales, y de un sistema político que mal que bien, les garantizaba el control casi total de aquellos territorios? ¿Acaso no era más fácil continuar bajo la tutela de la monarquía española (logrando mayor autonomía dentro de los límites del Imperio), antes que iniciar la construcción de nuevos modelos políticos?. Este tipo de argumentos y contradicciones, explicaban situaciones paradigmáticas de la historia americana que habían permanecido como misterios sin resolver por parte de la historiografía tradicionalista. Aquellos movimientos o acciones políticas previas a la independencia, que sí contenían pretensiones revolucionarias, modernizadoras y transformadoras de la realidad política de América16, habían sido delatadas y perseguidas por el propio sector de los criollos; sector que, años más tarde, levantaría las mismas banderas y las mismas ideas de revolución, republicanismo y liberalismo en el proceso de construcción de las nuevas naciones. Las observaciones de esta nueva historiografía, sumadas a las nuevas corrientes metodológicas que se encargaban de estudiar la historia colonial, la demografía o el campo de la historia de las ideas (inluidos por los de la escuela de los Annales), terminarían por cambiar bastante el panorama historiográico de la independencia americana. Surgen nuevas interrogantes y nuevos paradigmas en el escenario. Los grandes hombres y sus grandes gestas comienzan a ser cuestionados; el mundo de las ideas, encarnado en el siglo xviii, será sometido a toda clase de cuestionamientos. ¿Había inluido realmente el ideario ilustrado y liberal en América? ¿Era la revolución francesa, un modelo admirado y perseguido en la América española? ¿Podía compararse la experiencia norteamericana con la de Hispanoamérica?17 ¿Por qué existían tantas diferencias entre los 16

17

Cabe destacar que estos movimientos, como la invasión de Francisco de Miranda en 1806, la conspiración de Gual y España (ligados al movimiento de Picornell) en 1799, o la publicación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano por Antonio Nariño en Nueva Granada, no sólo fueron acciones aisladas durante el período colonial, sino dirigidas por grupos sociales marginados y poco inluyentes en el resto de la sociedad americana. “También puede argüirse que los efectos de la Ilustración y la Revolución 170

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

procesos independentistas dentro del continente? ¿Qué diferencias había entre movimientos reformistas, autonomistas e insurgentes? ¿Había sido la guerra de independencia en América una guerra civil? ¿Qué papel jugaron las clases populares en la contienda? ¿Llegó la libertad y la igualdad con la independencia? Todas estas interrogantes y muchas otras más, pasaron a conformar el nuevo temario ligado al proceso independentista americano. Los vacíos y silencios del siglo xix se convirtieron en nuevas hipótesis, en nuevas pistas para reconstruir la realidad histórica del continente. Lo concerniente al tema ideológico del período, sería sometido a revisión. No se trataba ya de creer en la inluencia de las ideologías del siglo xviii como causa directa del movimiento emancipador18. Las nuevas tendencias históricas de inales

18

Francesa explican los cambios normativos de las élites. El surgimiento y la difusión de nuevas ideas políticas en el siglo xviii invadieron el hemisferio occidental, incluso a la América española. Las ideas que formaron las revoluciones francesa y norteamericana eran bien conocidas de las élites hispanoamericanas. Fueron usadas, hasta cierto punto, como parte de las justiicaciones retóricas de la mayoría de las guerras de independencia. Habría sido sorprendente si estas ideas transnacionales no hubiesen llegado a las colonias españolas ni se las hubiese empleado para justiicar la rebelión. Pero otra cosa es indicar la conexión causal entre estas ideas y las guerras de independencia. Muchas de las ideas de la Ilustración francesa no son prescripciones para la revolución. Una gran selectividad ha de ocurrir antes de que puedan incorporarse a tales acciones. Además, el comportamiento de muchos revolucionarios difícilmente embona con las ideas de progreso, libertad, igualdad y fraternidad.” Jorge domínguEz, Insurrección o Lealtad. La desintegración del Imperio español en América, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, pp. 138-139. “Este ‘afán intelectualista’ ha lastrado durante mucho tiempo el estudio de la emancipación de América, pues no son pocos los historiadores que han recurrido a identiicar iliaciones político-doctrinales de ‘precursores’ o de próceres americanos con base en, por ejemplo, los volúmenes contenidos en sus bibliotecas. Se trata de una muestra más de esa manía por adjudicar a las ideas un papel que, por lo general, es bastante menos descifrable, y bastante menos ‘decisivo’ en última instancia, de lo que dichas identiicaciones suponen. La cadena que va de los textos a las lecturas, de las lecturas a los pensamientos, de los pensamientos a los compromisos y de aquí a los actos es, como sugiere Chartier, demasiado compleja como para establecer causalidades” Roberto BrEña, op. cit., p. 58. 171

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

del siglo xx, sobre todo las provenientes del mundo anglosajón y francés (encabezados por la Escuela de Cambridge y el grupo de François Xavier Guerra), vienen cargadas de nuevas herramientas metodológicas como la prosopografía, la hermenéutica, el análisis del discurso, la estadística, etc. Tienen la clara intención de integrar variables que en el pasado, eran estudiadas de manera aislada.19 Además, motivados por la historia de las mentalidades, reasumen la interpretación de los factores ideológicos de la independencia; en este sentido, no sólo encontraremos los ya clásicos estudios sobre las élites independentistas y su formación ideológica, sino que se inicia un acercamiento fundamental al pensamiento de los grupos sociales marginados durante la época colonial. España y América volverán en esta etapa historiográica a ser vistas como parte un núcleo común. Se retoma la cultura hispánica y se reasume de manera consciente, apegados a la rigurosidad histórica y no a las pasiones nacionalistas, la existencia de un camino común truncado por los avatares de un conlicto bélico coyuntural. Si bien no se niega diferencias importantes tanto en lo interno del continente americano, como en la metrópoli, se presume muchas más similitudes, tanto a nivel político, ideológico y cultural, que las reconocidas por la historiografía del pasado.

Semillas de lenta germinación (de cómo las semillas del siglo xviii, lorecen en el xix) La última década del siglo xx y los años que transcurren de la presente, han visto crecer de manera considerable el interés por el proceso independentista. Indistintamente de que pueda obedecer a la proximidad de una nueva conmemoración del evento, ha contribuido decisivamente a profundizar el conocimiento sobre este período. El resurgimiento de la historia política (impulsado de manera importante por los estudios de François Xavier 19

El estudio del problema en su conjunto, es para Francisco Xavier Guerra, lo único que puede garantizar captar las generalidades del proceso en América que son comunes a casi todos los territorios. Es decir, el estudio particular no puede demostrar, por ejemplo, la simultaneidad o las similitudes en las reacciones de cada uno de los territorios a la hora de actuar frente a determinada política de la Península. 172

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Guerra), enfocada ahora en aspectos y temáticas desatendidas en el pasado, abre espacios para el asentamiento de ideas rechazadas con anterioridad por parte de la historiografía general. La idea de España como un imperio, y como una sola realidad políticocultural en los inicios del siglo xix, fue oportunamente desdibujada por la historiografía de América y de la propia España. Los primeros, bajo el afán de consolidar la idea de separación y ruptura deinitiva con la metrópoli, y amparados incluso, en la negación de importantes componentes culturales. Y los segundos, en la idea de disminuir la importancia de un descalabro: la pérdida de un imperio (que lamentarán extrañamente sólo a partir de 1898). Así las cosas, ambas historiografías transitarán por caminos separados. Y no será prácticamente hasta hace muy poco, cuando se reconozca la necesidad de mirar el período de la independencia, como un proceso que transcurre dentro del ámbito hispano, es decir, con ambos lados del atlántico funcionando como una unidad. Partiendo de esta premisa, se podría pensar entonces que el ámbito ideológico relacionado con el siglo xviii del que hemos hablado anteriormente, debería apuntar en una dirección más homogénea entre la realidad española y la americana. El lujo de ideas ilustradas o liberales dentro del imperio español, no debería ser considerado como un proceso que corre en distintas direcciones según el territorio. Si bien existen diferencias concretas y reales en cuanto a capacitación de la población, o de cercanías geográicas que posibilitan en menor o mayor grado el contacto ideológico, es lógico pensar en la existencia de una élite hispana con un pensamiento medianamente común20. 20

“En América Española, a comienzos del xix, los hombres encargados de concebir y de realizar el diseño de las constituciones y de las repúblicas de la Independencia tenían a su alcance, dentro y fuera de España, la mayoría de los lenguajes en la argumentación de esa modernidad llamada humanismo tardío que los educó e hizo intelectualmente dueños de sí mismos y de sus conciencias. Un Juan Germán Roscio, un Mariano Moreno, un Regente Heredia, un Jovellanos, un Campomanes, un Francisco de Miranda, o un Abate Vizcardo habían aprendido, en diversa medida y según fuera su formación, el ‘arte’ de hablar bien y el ‘arte’ de escribir bien, el ‘arte’ de pensar, dentro del ámbito de una cultura y de una educación humanística conigurada por la evolución institucional y política de un Imperio que había entrado desde la segunda mitad 173

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

De este modo, la idea de una América revolucionaria y radical en contraposición a una España tradicionalista y anclada en el Antiguo Régimen pierde coherencia y sentido. De hecho, a muchos sorprende todavía comprender que dicha homogeneidad cultural e ideológica, opera en sentido contrario a lo que todavía siguen siendo los residuos de la historiografía tradicional. El momento de la independencia y por supuesto el período previo inmediato, presenta a una dirigencia americana profundamente tradicionalista y arraigada al régimen monárquico. Su posición y sus privilegios, al igual que la aristocracia europea, se basan en el sostenimiento del régimen. El historiador francés François López ofrece una síntesis de este proceso: “ [...]yo diría que en la segunda mitad del xviii se produce en Hispanoamérica una difícil penetración de las Luces, de las Luces a la española, y que estas tan templadas luces nada tienen que ver con las rebeliones y asonadas que estallan en el Imperio conforme se acentúa la presión de la administración borbónica. Pienso como Pérez [Joseph] , siguiendo en eso a Jaramillo Uribe y Miguel Aguilera, que «la masa seguía iel a las doctrinas tradicionales, que, por cierto, no enseñaban la obediencia ciega al trono, y para combatir el absolutismo, no era preciso haber leído a Voltaire o Rousseau, bastaba conocer a Suárez y a los escolásticos españoles del siglo xvi. Y añado esto ahora: a ines del xviii durante las primeras décadas del xix empieza a inluir en algunos individuos, en muy reducidas élites, otra Ilustración, que ya no es la Ilustración española, sino la ilosofía de las revoluciones de Estados Unidos y Francia. Más que del xviii en un proceso de reacomodo y de reforma de sus instituciones. No era poco lo que debía ese reacomodo ideológico al movimiento reformador iniciado por Carlos III desde el reino de Nápoles. Sin embargo, de esto no debe inferirse que la eiciencia de ese espíritu reformador borbónico haya sido el factor decisivo en la transformación de la conciencia política. Se alude aquí tan sólo al hecho de que al margen de la tradición de la segunda escolástica española, fuera de ella, o en asociación con ella, o en disonancia con la misma –según fuera la situación individual de los diversos exponentes–, un sentido general de crítica y de sinéresis animaba la reforma de ese reinado en dirección contraria a la sociedad del ancien régime.” Luis castro lEiva, “Memorial de la modernidad: Lenguajes de la razón e invención del individuo”, en Antonio annino, Luis castro lEiva, François Xavier guErra, De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, Ibercaja, 1994, p. 155. 174

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

cualquier libro, que cualquier idea, van a tener fuerte impacto en algunos espíritus las Revoluciones de Estados Unidos y de Europa, singularmente la de Francia”21.

La existencia y circulación de ideas modernas no fomentó de manera clara (antes de 1808) la formulación de un proyecto para el combate del sistema monárquico en América por parte de los criollos y las clases dirigentes. De hecho, el conservadurismo de los americanos es fácilmente patente hasta 1810 en casi todo el continente. Es la coyuntura bélica que se iniciará en España con la invasión de Bonaparte, lo que enciende el interés por parte de los americanos, por emprender un proyecto que en inicio será de corte autonomista, y que posteriormente se tornará separatista22. 21

22

François lóPEz, “Ilustración e independencia hispanoamericana” en, Alberto gil navalEs (editor), Homenaje a Noel Salomón. Ilustración española e Independencia de América, p. 293. “Es cierto que parece existir un vacío entre ese pensamiento ilustrado tan adherido aún a los cimientos del régimen colonial y tan partícipe del sentimiento nacional hispano. Pero no es necesario esperar una transición explícita hacia una Ilustración anti-hispana e independentista, dado que el movimiento de independencia surgió, salvo casos excepcionales, como un brusco aunque titubeante proceso impulsado por la crisis de las monarquías ibéricas y la presión inglesa, sobre la base, sí, de una larga historia de resentimiento y rivalidad de los criollos hacia los peninsulares. Excepcional será, entonces, que se nos haga visible a través de los escritos de ines del siglo xviii, la elaboración intelectual de la necesidad de la independencia. No habría, así, un vacío en la historiografía sino más bien en la historia real de aquel período. El vacío de una elaboración teórica de los problemas iberoamericanos al punto de producir un programa revolucionario posible de ser debatido y asimilado socialmente en un lapso suicientemente extenso. Si releemos los escritos de Manuel Belgrano −para tomar un caso en que los dos momentos, el del súbdito americano de la monarquía y el del conspirador por la independencia fueron vividos cada uno a su tiempo− podremos comprobar la existencia de ese vacío. Y si rememoramos su circunstancia, el proceso que él mismo relata en su Autobiografía, veremos que fue excesivamente rápido y suicientemente perturbador en su rapidez como para volcarse en una elaboración escrita. Difícil sería pedirle al pensamiento iberoamericano lo que el europeo cumplió en largas décadas de detenida meditación o vívida polémica. Cuando los líderes criollos necesitaron la justiicación teórica para su empresa, por otra parte, no hicieron más que acudir a lo que ya estaba hecho en Europa, se ajustara bien 175

El laberinto de la Ilustración y el Liberalismo en la historiografía americana: Un debate ... / Carlos Pernalete Túa /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 153-176

Gracias a los avances de la historiografía de las últimas décadas, hoy día puede observarse con mayor claridad el proceso de creación y construcción de una nueva realidad política en América durante el siglo xix. La independencia no sólo fue un período de guerra, fue el inicio de la experimentación y de la búsqueda de un modelo alternativo a la monarquía. Es en este período, y en los años posteriores, donde surgen con cierta articulación las ideas ligadas al liberalismo y al republicanismo que habían sido divulgadas durante el siglo xviii en América. En este sentido, 1808 marca el inicio de un interesante proceso de creación dentro de los dominios de España. Por un lado, en la metrópoli tiene lugar un intento de transformación política de corte liberal que se sintetiza en las Cortes de Cádiz. Y en América, las clases dirigentes se debaten entre dos aguas, tomar el camino “moderado” que ofrecían los liberales españoles, o adentrarse en la incertidumbre y el caos de la guerra. Ya conocemos el resultado. Sin embargo, es aún tarea pendiente comprender y desentrañar el proceso intermedio; no sólo porque en él se encuentran las verdaderas razones para el desmembramiento del imperio español, sino el inicio de un nuevo proyecto político en América. El desarrollo de la historiografía sobre la independencia ha sido un largo y confuso camino. La existencia de mitos, tergiversaciones y omisiones en torno a este proceso, ha distorsionado la dimensión real del mismo. En el caso que nos ocupa, se ha podido observar que para deinir los antecedentes del liberalismo que se va a desarrollar en la etapa independiente, debe sortearse toda clase de construcciones y enredos generados por la complaciente relación historia-política que se forjó durante el siglo xix y parte del xx. Si bien no se niega la existencia y la penetración de un ideario liberal en el siglo xviii en América, pareciera no tener mucho sentido catalogarlo como causa ideológica de la emancipación. Su papel y su inluencia fueron otros. En un principio, sirvió para justiicar de manera retórica, el atrevido paso que la dirigencia criolla efectuó en contra de la Corona. Y luego, ya como parte de un proyecto fundador, decididamente independiente, deiniría el camino ilosóico y político para la construcción del nuevo sistema que imperaría en América. o mal a sus necesidades reales.” José Carlos chiaramontE, Pensamiento de la ilustración, economía y sociedad iberoamericanas en el siglo xviii, p. xxi.

176

CLéRIGOS y mULTITUDES. ESTRATEGIAS PARA CImENTAR EL ORDEN REPUBLICANO, POPAyáN 1810-1830 luis Ervin Prado arEllano1 Universidad del Cauca

Resumen: El presente artículo busca mostrar la importancia política que tuvo el clero en las parroquias de Popayán, en la etapa temprana de la República, pues al ser los grandes modeladores de subjetividades, el Estado los convirtió en sus agentes para ejercer el control social y lograr la adhesión al régimen republicano, especialmente en aquellos territorios donde las idelidades al realismo y al monarca Fernando VII, aún se hallaban vigentes. Esta posición le permitió jugar un rol en la vida cotidiana de sus ieles, que es central para comprender la política local de la primera mitad del siglo xix. Palabras clave: Clero, Popayán, feligresía, Fernando VII, orden republicano.

1

Licenciado en Historia y Trabajador Social (Universidad del Valle, Cali), Maestría en Historia (Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga). Docente Asociado y coordinador de la Maestría en Historia, Universidad del Cauca. Publicaciones: Rebeliones en las provincias. La Guerra de los Supremos en las provincias suroccidentales y nororientales granadinas, 1839-1842 (2007). Correo: luisprad30@ yahoo.es. Recepción: 15/03/2011. Aprobación: 25/05/2011. 177

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

Clergy and crowds: strategies for increasing the republican order, Popayan 1810-1830 Summary: This article examines the political importance of the clergy in the parishes of Popayan, in the early stage of the Republic, for being the molder of subjectivity, the state became its agents to exercise social control and achieve adherence to the republican regime, especially in those areas where the idelity to the king Fernando VII still in force. This position allowed them to play a role in the daily lives of its congregation, which is central to understand local politics in the irst half of the nineteenth century. Keywords: Clergy, Popayán, congregation, Ferdinand VII, republican regimen.

Introducción La antigua gobernación de Popayán, fue uno de los escenarios en el actual territorio colombiano donde la denominada guerra de independencia cobró una inusitada fuerza. Fue el primero de los espacios impactados por el movimiento juntista2 (Quito, 1809), y uno de los últimos donde aún bien entrada la república había reductos realistas sin someter. De igual manera es en este corredor interandino que entre 1809 y 1826, se vive una serie de campañas militares que convirtieron la zona en algunos pasajes de la contienda, en tierra de nadie3. 2

3

Sobre los movimientos juntistas, como se ha denominado a los movimientos autonomistas de los cabildos americanos en la primera etapa de la crisis de autoridad, generado en la península por la invasión napoleónica y la abdicación de la monarquía hispánica, ver en: Manuel chust (Coordinador), 1808. La eclosión juntera en el mundo hispánico, México, Fondo de Cultura Económica, 2007. Una descripción del comportamiento geopolítico que tuvo la gobernación de Popayán durante los años de 1809 hasta 1826, en Francisco zuluaga, “La independencia en la gobernación de Popayán”, en Alonso valEncia (coordinador), Historia del gran Cauca. Historia regional del Suroccidente colombiano, Cali, Universidad del Valle, 1996. También se puede consultar a Eduardo riascos g., Procerato caucano, Cali, Imprenta Departamental, 1964; este último libro ofrece al inicio, una síntesis de las diversas campañas republicanas efectudas desde el 178

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

Parte de la explicación de la prolongación de la guerra en la otrora gobernación de Popayán, radica en que la jurisdicción se fracturó en dos bandos claramente determinados geoespacialmente. Al norte, desde Cartago hasta el río Ovejas (jurisdicción de la ciudad de Caloto), apoyaron los movimientos juntistas autonómicos y posteriormente al bando republicano; al sur, especíicamente después del puente de Calicanto (la salida de Popayán para los pueblos del Patía y el Tambo), hasta Pasto, fue abiertamente pro-realistas; y entre el río Ovejas y el puente de Calicanto, el territorio tuvo diversas gamas, pues los grupos de notables se escindieron entre el movimiento juntero-republicano y la lealtad monárquica. Claro está que esta división geopolítica no es del todo homogénea, en muchos casos existieron matices, por ejemplo Túquerres y Tumaco, perteneciente a los términos de la ciudad de Pasto, fueron proclives al movimiento quiteño y patriota; de igual manera Almaguer tuvo familias principales que se alinderaron al movimiento republicano4. Además, la gobernación fue unos de los territorios de mayor diversidad étnica, frente al Nuevo Reino de Granada y la presidencia de Quito5. En ella había territorializaciones ocupadas por diversas comunidades indígenas, especialmente en Pasto y al occidente de Popayán; enclaves mineros con una presencia mayoritaria de descendientes africanos en la costa del Pacíico, y áreas donde la presencia del cimarronaje esclavo era endémica, como en el valle del Patía; se encontraba una fuerte presencia de engrupamientos

4

5

año de 1811, con el objetivo de someter los bastiones monárquicos al sur de la gobernación. Sobre el realismo en Pasto ver: Gerardo guErrEro lEón, Pasto en la Guerra de independencia, 1809-1824, Bogotá, Tecnoimpresores, 1994; Sergio Elías ortiz, Agustín Agualongo y su tiempo, Bogotá, Banco Popular, 1974. Una de las primeras “cartografías” elaboradas para identiicar las áreas patriotas y realistas en Popayán, se encuentra en Demetrio García Vásquez. Pero su estudio desconoció que existieron núcleos patriotas en territorios realistas, y que si bien Popayán fue proclive en una primera etapa al realismo, no se debe desconocer la presencia de redes de notables en la ciudad que buscaron promover el movimiento juntista en el poblado. Demetrio garcía v., Reevaluaciones históricas para la ciudad de Santiago de Cali, Cali, Editorial América, 1951, tomo ii. Sobre este asunto consultar el trabajo de: Virginia gutiérrEz y Roberto PinEda g., Miscegenación y cultura en la Colombia colonial, 1750-1810, Bogotá, Universidad de los Andes, 1999. 179

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

campesinos, de diversas mixturas raciales que se extendía desde la suela plana del Valle, hasta el Patía, poblados que en muchos casos se encontraban escindidos por la presencia de comunidades indias y vecinos mestizos, zambos, mulatos y pardos con sus propias autoridades y cabildos. Este hecho, agregado a una serie de conlictos latentes y maniiestos de tipo racial, social, económico y locales, contribuyeron para que con la llegada del movimiento independencia diversos conlictos salieran a lote6. Estamos por lo tanto frente a un territorio en el que por su variopinto 6

La denominada historiografía de los movimientos sociales, considera que el estudio de las acciones directas de las multitudes rebeldes, es un espacio privilegiado para identiicar los conlictos sociales existentes en la comunidad; pues este tipo de eventos espectaculares, es una “oportunidad” aprovechada por los grupos sociales para “saldar cuentas”, viejas rencillas y problemas de todo orden. Si bien no existen estudios concretos que nos den un panorama sobre la diversidad de conlictos existentes en la gobernación de Popayán en los albores de la independencia, algunos trabajos han apuntado a tratar de identiicar la compleja realidad social y conlictiva del territorio: Oscar almario, “Muchos actores, varios proyectos, distintas guerras: la independencia en la gobernación de Popayán y en las provincias del pacíico, Nueva Granada (1809-1824)”, en Armando martínEz y Guillermo Bustos, La Independencia en los países andinos, Nuevas perspectivas, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2004, pp. 144-163; Germán colmEnarEs, “Casta, patrones de poblamiento y conlictos sociales en las provincias del Cauca, (1810-1830)”, en Germán colmEnarEs (Editor), La independencia. Ensayos de Historia social, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1986, pp. 137-180. Existen trabajos particulares que ponen de maniiesto los conlictos en zonas determinadas, entre ellos están, para el caso del valle del Patía, Francisco zuluaga, Guerrilla y Sociedad en el Patía. Una relación entre clientelismo político e insurgencia social, Cali, Universidad del Valle, 1993; José María Obando, De soldado realista a caudillo republicano, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1985; en el caso de Pasto: Jairo gutiérrEz ramos, Los indios de Pasto contra la república (18091824), Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2007; para el Valle, en: Alonso valEncia, Marginados y “sepultados en los montes”. Orígenes de las insurgencia social en el valle del río Cauca, 1810-1830, Cali, Universidad del Valle, 2008; en el caso del andén del Pacíico: Oscar almario, “Racialización, etnicidad y ciudadanía en el Pacíico neogranadino, 1780-1830”, en: Armando martínEz, La independencia y transición a los estados nacionales en los países andinos. Nuevas perspectivas, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2005, pp. 317-356. 180

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

poblamiento, su componente socio racial, la heterogeneidad de actores e intereses, no se puede tipiicar las guerras de independencia en esquemas bipolares. Por ejemplo, si bien es cierto que las comunidades indígenas de Pasto fueron realistas, no se puede extrapolar este hecho a las demás comunidades del suroccidente, como los indios del pueblo de Caquiona, en jurisdicción de Almaguer y las comunidades Páez y Guambiana que tuvieron escarceos con los patriotas; de la misma manera los campesinos de la suela plana del valle alimentaron los ejércitos republicanos, mientras los de Timbío, el Tambo, la Horqueta, la Sierra, entre otros, a los realistas. Lo anterior maniiesta la presencia en la antigua gobernación de Popayán de diversas formaciones sociales, a las cuales a lo largo del siglo xix, el gobierno republicano promovió de diversas formas que le permitieran penetrar y controlarlas. Una de las principales vías a que apeló el nuevo régimen fue con el uso del clero, que como lo veremos más adelante, se convirtió en uno de los principales agentes encargados de cimentar el orden político naciente, por medio de la modelación de las subjetividades de sus habitantes, al promover la idelidad al gobierno.

Clérigos y construcciones de mundo En el caso del clero y su participación en las guerras de independencia, existen trabajos que describen su centralidad en los acontecimientos, sus matices y derroteros, a lo largo y ancho del continente hispanoamericano. Por ejemplo, en el caso mexicano y quiteño, la guerra de independencia no se puede entender sin su participación, más cuando son los curas los principales animadores del movimiento pro independediente, que en algunos pasajes del conlicto, al decir de algunos historiadores, tuvo el carácter de una guerra religiosa7. En el caso de la gobernación de Popayán, no tenemos acciones de clérigos 7

Eric V. young, La otra Rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México, fcE, 2006; Marie dEmélas y Saint Geours yvEs, Jerusalén y Babilonia. Religión y política en el Ecuador 1780-1880, Quito, Corporación Editorial Nacional, 1988. Existe un estudio de la forma cómo en el mundo occidental se construyó el sentido de la guerra santa: Jean flori, La Guerra Santa. La formación de la idea de cruzada en el occidente cristiano, Madrid, Editorial Trotta, 2003. 181

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

de la magnitud mexicana o quiteña, aunque su accionar indudablemente no se debe desmeritar8. Pero la importancia de su participación en el proceso revolucionario, ya fuese a favor o en contra del mismo, radica en que la Iglesia fue una de las organizaciones más orgánicas y estructuradas al momento del conlicto; su presencia que se remonta a las misiones evangelizadoras de los inicios coloniales, le dio un peso enorme como los principales constructores de sentido de la sociedad. Este hecho se debe a que los miembros del clero tenían una presencia mayor en la sociedad que los mismos funcionarios coloniales; en el caso del valle del Patía, los primeros acercamientos a estos poblados de cimarrones fueron hechos por religiosos en el siglo xviii9; de la misma manera en diversos sitios y vice-parroquias alejados de los principales centros administrativos, la única autoridad efectiva estuvo representada en los ministros de Dios con las correrías que hacían a los términos de su feligresía. La presencia clerical y religiosa estaba presente desde la infancia, con los preceptos del dogma, los misterios del cristiano, la historia sagrada, las oraciones y las parábolas de Cristo, por medio de los sermones y demás representaciones litúrgicas que tenían en los poblados. Además la cotidianidad de los poblados fue marcada por lo religioso; los sacramentos y el calendario sacro, marcaron los ciclos vitales de los parroquianos y su percepción del tiempo, que estaba pautado por las iestas patronales y otras festividades devotas. Incluso la parroquia, que se puede considerar la forma básica de núcleo urbano colonial, se debe entender como un dispositivo de control social 8

9

Aunque no tenemos estudios sistemáticos sobre la participación del clero en la guerra de independencia, diversos trabajos sobre el periodo nos brindan un panorama de la actividad clerical y el componente religioso que tuvo el conlicto a lo largo y ancho del territorio del actual Estado colombiano. Por ejemplo la tercera parte de los irmantes del acta del 20 de julio de 1810 fueron religiosos; muchos colaboraron en las legislaturas que elaboraron las diversas cartas constitucionales; aproximadamente 100 eclesiásticos fueron procesados y unos deportados durante la reconquista española; otros tomaron las armas y formaron partidas guerrilleras y como el caso de Juan Fernández Sotomayor, cura de Mompós, escribió un catecismo que permitió legitimar el movimiento rebelde. De igual manera para el bando contrario existen ejemplos de similares actividades promovidas por el clero realista. Fernán gonzálEz, Poderes enfrentados. Iglesia y Estado en Colombia, Bogotá, cinEP, 1997. Francisco zuluaga, op. cit. 182

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

modelado por los cánones cristianos, que permitió hacer de las comunidades rurales algo efectivo y perceptible. Los feligreses se reunían cada semana en el templo o la capilla, y varias veces al año en torno a las celebraciones más importantes de la litúrgica católica (Semana Santa, Navidad, iestas parroquiales, etc.). En otras palabras, la parroquia agrupó y arraigó a la población con su iglesia o capilla; fue el centro prácticamente de todos los acontecimientos individuales y colectivos de las comunidades; y de control y modelamiento del cuerpo y la subjetividad10. En este orden de ideas, la presencia de parroquia es en sí misma un indicio de la presencia del clero y la religión en la vida de las colectividades. El tañer de las campanas en diversas horas del día, marcaba las rutinas: el ritmo de trabajo de las personas, reunía a la gente para trabajos colectivos, advertía contra el peligro, anunciaba acontecimientos políticos de trascendencia y estaba en las diversas celebraciones. Era por lo tanto el clero y iglesia una presencia ineludible, y por ello se puede airmar que la religión fue el centro mismo de la vida de los hombres. A lo anterior se agrega que en el periodo de estudio la educación era marginal, la inmensa mayoría de los hombres era analfabeta, por lo tanto fue el clero quien brindó a la sociedad los códigos cognitivos para interpretar y comprender la realidad desde parámetros sacros. Son estas razones las que hacen de los párrocos los mediadores culturales de sus comunidades con las autoridades centrales11. Esta posición central de la religión y los clérigos, 10

11

Sobre las parroquias en: Leopold gEnicot, Comunidades rurales en el occidente medieval, Barcelona, Crítica Editorial, 1993, pp. 119-140. En el caso del Nuevo Reino es evidente que desde el siglo xviii se empieza a percibir un proceso en las provincias del centro y nororiente de parroquialización de los antiguos pueblos de indios, que maniiesta cambios demográicos y modelos de poblamiento; mientras que en la gobernación de Popayán similar proceso ocurre en diversas zonas con matices diferentes, ver: Eduardo mEjía Prado, Origen del campesino vallecaucano. Siglos xviii y siglo xix, Cali, Universidad del Valle, 1996; Gonzalo BuEnahora, Historia de la ciudad colonial de Almaguer, Popayán, Universidad del Cauca, 2003. Estas funciones de mediador cultural, son conclusiones desprendidas de los estudios de campo elaborados por investigadores norteamericanos entre los años cincuenta a setenta del siglo xx, en varias regiones de Latinoamérica y Asia, respecto a las relaciones y dinámicas del clientelismo y el caciquismo político. Estos autores consideraron que para el caso del cacique, este se 183

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

es la que los hace los grandes constructores de visiones de mundo, y de ahí su importancia en la independencia y en los conlictos que acontecieron a lo largo de las siguientes décadas de vida republicana12.

12

convirtió en el mediador cultural, entre la comunidad y el gobierno. Este tipo de personajes dentro de la literatura de las ciencias políticas y antropológicas, se le ha denominado con la metáfora de Broker o el brokerage (redes de intermediación), inaugurado por los estudios de Eric Wolf, para explicar cómo después de la independencia y con la desestructuración de la burocracia colonial y el nuevo sentido de representación política que tenían las nuevas repúblicas, las instituciones comunitarias campesinas o indígenas no estaban en la capacidad real de representar sus intereses frente al Estado. En este proceso de recomposición surgen personajes que se convierten en los porteros de las comunidades y el mediador de un mundo con otro (comunal-nacional). En esta perspectiva los clérigos de las parroquias, fueron en buena medida mediadores culturales de sus comunidades, frente al estado u otro tipo de institucionalidad. En el caso de las provincias del Cauca para el siglo xix, se ha identiicado la centralidad que tenía el cura para redactar memoriales, representar a la comunidad en los cuerpos colegiados locales y provinciales. Sobre el concepto expuesto ver en: Guillermo de la PEña, “Los desafíos de la clase incómoda: el campesino frente a la antropología americanista” en Miguel lEón Portilla, Motivos de la antropología americanista. Indagaciones en la diferencia, México, fcE, 2002, pp. 134-166; John P. duncan, “Peasant society and clientelist politics”; Paul friEdrich, “The Legitimancy of a Cacique” y Laura guasti, “Perú: ‘Clientelism and internal control’ ” en S. schmidt L. guasti C landE y J. scott, Friends, followers and factions. A Reader in political clientelism, Los Angeles, University of California Press, 1978. Sobre los clérigos del Cauca y sus funciones de mediadores en: Luis loBato, Caudillos y nación. Sociabilidades políticas en el Cauca, 1830-1860, Cali, Universidad del Valle, tesis para optar por el título de maestría en Historia Andina, 1994. Parto del principio que toda realidad es socialmente construida, y por lo tanto no hay una realidad objetiva o real, existen “realidades”, se puede decir que la forma en que un grupo percibe “su” realidad, es una forma de asirse al mundo, para interpretarlo y resigniicarlo. Las religiones generalmente han sido las grandes constructoras de estos sentidos de la realidad, pues sus dogmas, principios, misterios, rituales y demás, logran elaborar unos marcos cognitivos de referencia, con los cuales las gentes interpretan su mundo y su realidad fenoménicamente vivida. Esta capacidad de la religión para construir sentidos, que modela las subjetividades y los comportamientos, hace de los clérigos, antes del fomento de la educación pública, actores importantes en 184

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

La centralidad de la igura del cura ha quedado plasmada en diversos relatos de viajeros extranjeros, quienes airmaron que su inlujo estaba determinado por “…la plenitud de un poder arbitrario sobre hombres ignorantes y sin defensa”13: Jean Baptiste Boussingault en su paso por Supía, decía del clérigo de la localidad, que promovía procesiones del Santo Patrón para que lloviera, no sin antes recibir la información cientíica que le proveía el francés, para que fuese efectiva la rogativa14. Similares comentarios se halla en otros relatos, que ubican a los párrocos en una posición central frente a los vecinos, por su capacidad de inluencia en las subjetividades de personas que no habían tenido otro tipo de educación y aportes cognitivos fuera de la religión15. Es por estas razones que cualquier innovación en materia religiosa, remoción o traslado de un cura, podía generar alguna oposición o desencadenar acciones directas colectivas (motines y revueltas), pues en el ideario popular de las gentes las innovaciones eran percibidas como algo nefasto, más cuando era de carácter sacro16. Este hecho demuestra que para la

13

14 15

16

la comprensión de la vida social y política del siglo xviii y xix. Peter BErgEr y T. luckmann, La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2003; Peter BErgEr, El dosel Sagrado. Elementos para una sociología de la religión, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1969. Expresión de Alejandro Von Humboldt, citado por Ángela PérEz m., Geografía de los tiempos difíciles. Escritura de viajes en Sur América durante los procesos de independencia, 1780-1849, Medellín, Universidad de Antioquia, 2002, p. 81. Jean Baptiste Boussingault, Memorias, Bogotá, Colcultura, 1994, tomo ii, pp. 112-114. Si bien el cura de Supía fue del aprecio de Boussingault, a su paso por el valle del Patía, el oicial francés no deja de presentar la inluencia que tienen los clérigos en la región, pero esta vez con una fuerte crítica por su fanatismo y apoyo a los realistas: Jean Baptiste Boussingault, op. cit, tomo ii, p. 303. Algunos autores han manifestado cómo las creencias religiosas fueron un elemento central en la constitución de acciones colectivas de largo aliento, en parte por brindar marcos de creencias comunes en las gentes, aunque muchas veces el discurso religioso encubría otro tipo de conlictos, por ejemplo ver en Rodney hilton, Siervos liberados. Los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381, Madrid, Siglo xxi Editores, 1984, pp. 123-143; Sydney tarroW, El poder en movimiento. Los movimientos sociales y la acción colectiva y la política, Madrid, Alianza Universidad, 1997, pp. 76-77. Sobre las provincias del Cauca y la relación entre protestas y su relación con las creencias religiosas en: Luis 185

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

independencia, la cosmovisión impuesta por la iglesia de un “…mundo de carácter estático y vinculado con la idea del orden natural preestablecido al cual había que conformarse para proceder moralmente”, hacía “…muy difícil la aceptación del cambio histórico”17. Es esta capacidad, junto con las funciones de control social que ejercía en los conglomerados urbanos, lo que les otorgó legitimidad y capacidad de inluencia sobre su grey.

Los clérigos y la guerra de independencia Al igual que aconteció con otros actores en la gobernación de Popayán, en la guerra de independencia, los eclesiásticos se dividieron en posiciones enfrentadas, mientras que otros cómodamente asumieron posiciones “neutrales” o no compromiso frente al vendaval que recorría sus parroquias. La tendencia general de los clérigos del Valle fue su adopción al proyecto juntista y posteriormente republicano; varios de sus miembros formaron parte de los cuerpos colegiados que se organizaron en un primer momento como la asamblea de las ciudades amigas y confederadas del valle. En el caso de la ciudad de Cali, el convento de los franciscanos fue el hervidero patriota durante esta época. En el caso de Popayán la tendencia del clero fue taconista y posteriormente realista, destacándose en la ciudad el realismo de los franciscanos18. En Pasto el fenómeno fue más homogéneo: tanto

17 18

E. loBato, Caudillos y Nación. Sociabilidades políticas en las provincias del Cauca, 1830-1860, Cali, tesis de maestría en Historia, Universidad del Valle, 1994, p. 180 y siguientes; Luis Ervin Prado a, Rebeliones en la provincia. La guerra de los supremos en las provincias suroccidentales y nororientales granadinas, 1839-1842, Cali, Universidad del Valle, 2007, pp. 347-348. Fernán gonzálEz, Poderes enfrentados. Iglesia y Estado en Colombia, Bogotá, cinEP, 1997, p. 125. Es interesante resaltar para el caso de los franciscanos de Popayán, que esta orden religiosa tenía un poderosa inluencia en la ciudad. La anterior airmación se desprende de las solicitudes que se conserva en los testamentos entre los años de 1800 a 1838, las cuales pedían las almas en carrera de salvación, que su cadáver fuese amortajado con el hábito de dicha orden. La regularidad expresa el inlujo que tenía la orden en la sociedad de Popayán, y, es una pista de las razones por las cuales la ciudad asumió una posición realista, hasta que inalmente se plegó ante la fuerza de las circunstancias por el triunfo de las 186

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

clérigos regulares (agustinos, mercedarios, dominicos y franciscanos), como seculares, se ailiaron a la lealtad monárquica. Pero indudablemente uno de los hechos que resalta en Popayán fue el activo proselitismo que diversos curas hicieron en los pueblos al sur de la ciudad, después de la batalla de Palacé (marzo de 1811), para enajenarlos contra el proyecto patriota republicano19. Parte de este proceso fue promovido en la misma ciudad por los franciscanos que tenían una fuerte inluencia en la sociedad en general y en las comunidades rurales aledañas cuando salieron en fuga para Pasto. En estas actuaciones se destacó Fray Juan Bautista Zamora quien hizo activismo en la costa del Pacíico aprovechando las conexiones familiares que tenía en la zona; Fray José Joaquín Tejada quien se quedó en las inmediaciones de la ciudad de Popayán enarbolando la causa realista. Por su parte, el clérigo dominico Andrés Sarmiento, radicado en la parroquia de Mercaderes, constituyó una red de seguidores que posteriormente formaron una de las guerrillas realistas más temerarias. Los presbíteros don Francisco Javier Rodríguez, con sus hermanos, sobrinos (entre ellos el clérigo Manuel María Rodríguez) y el resto de su familia, se instalaron en la hacienda de Riohondo (propiedad familiar) y constituyeron con los campesinos de la zona una guerrilla que hostigó a los patriotas20. Estos clérigos, junto con otros que se hallaban en el Tambo, la Horqueta y Timbío, contribuyeron en la construcción de idelidades a favor de la monarquía en la lucha que se desató en los años siguientes. Pero a pesar

19

20

armas republicanas en 1819. Se puede agregar que cuando el 28 de marzo de 1811, las fuerzas republicanas del valle, junto a las enviadas de Santa Fe por el general Baraya, derrotaron a los realistas en la batalla del bajo Palacé, los frailes franciscanos se fueron a Pasto “a entusiasmar a estos pueblos”. Diego castrillón, Manuel José Castrillón (biografía y memorias), Bogotá, Biblioteca del Banco Popular, 1971, tomo i, p. 68. Sobre los proyectos patriotas en la primera etapa de la guerra de independencia en las provincias del suroccidente ver en: Oscar almario, “Muchos actores, varios proyectos, distintas guerras: la independencia en la gobernación de Popayán y las provincias del Pacíico, Nueva Granada (1809-1824)”, en Armando martínEz y Guillermo Bustos (editores), La Independencia en los países andinos: nuevas perspectivas. Memorias del primer congreso itinerante de la cátedra historia de Iberoamérica, Bucaramanga, Universidad Andina Simón Bolívar, 2004, pp. 144-163. Diego castrillón, op cit., pp. 70 -72. 187

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

que la zona sur de la gobernación fue un hervidero realista, también hubo sus excepciones, hubo islotes patriotas que estuvieron relacionadas por la posición de los clérigos. Este es el caso del Trapiche y de Almaguer, un territorio en que algunas de sus familias más poderosas como los Zúñiga21 se ailiaron al bando patriota, y contaron con la participación del presbítero Domingo Belisario Gómez, que desde 1794, era el párroco del Trapiche y Juan Nepomuceno Manzano (natural de Almaguer). De la misma manera, los pueblos de indios de Pandiguado y Chapa (jurisdicción del Tambo), durante los primeros años del fervor revolucionario, fueron pro patriotas por el inlujo del cura propietario Pedro Vejarano y su coadjuntor22. En la zona de Pasto, clérigos regulares y seculares establecieron un cerrojo a favor de la monarquía –salvo la excepción de algunos clérigos de Ipiales, estrechamente relacionados con el movimiento quiteño. Estos personajes incitaron junto con los notables a las comunidades indígenas en la defensa del Rey, hecho plasmado en el cura de la parroquia de Buesaco, Pedro José Sañudo, quien durante el interludio republicano en Pasto –cuando la ciudad fue sometida por el presidente de las ciudades confederadas del Valle, Joaquín Caicedo y Cuero–, fue uno de los promotores de la rebelión en asocio con los patianos en mayo de 1812, que culminó con toma de Pasto 21

22

En el caso de Almaguer el personaje principal de la resistencia patriota fue Justo Zúñiga, quien organizó una partida de guerrillas, muy posiblemente constituida de las familias agregadas a las estancias agrícolas de su familia, junto con los indios de los pueblos de Caquiona, San Sebastián, La Vega, Pongo (Santiago) y San Juan (motivado por el cura Domingo Belisario Gómez), quienes hostilizaron constantemente a las fuerzas realistas. En 1820, sus guerrillas las agregó a las fuerzas del general venezolano Valdés, quien marchaba para la campaña de Pasto que culminó en Genoy. Este personaje posteriormente fue oicial de milicias durante la república y como tal encargado de organizar las Guardias Nacionales del cantón de Almaguer, luchó en 1830-31, en contra de la dictadura de Rafael Urdaneta, y posteriormente luchó a favor del gobierno en la “Guerra de los supremos” y en la guerra de 1851. Base Prosopografía elaborada por el autor. Es indudable que la iliación de las familias principales de Almaguer, junto con el apoyo de clérigos como Domingo Belisario Gómez y Juan Nepomuceno Manzano, contribuyeron a cristalizar una isla patriota en un mar realista. Diego castrillón, op cit., pp. 72 -73. 188

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

y la prisión de decenas de soldados y oiciales patriotas23. Pero en términos generales ¿qué era lo que argumentaron los clérigos en contienda para levantar los ánimos a favor de uno u otro bando enfrentado? Si bien no existe registros sobre los sermones que los clérigos en las diversas comunidades rurales gestaron, para la zona de estudio hay indicios por parte del clero realista acerca de la forma como argumentaron la necesidad de defenderse y resistir al empuje republicano. Cuando llegaron los franciscanos de Popayán a Pasto en 1811, éstos manifestaron que los caleños insurgentes eran herejes que buscaban destruir la religión de sus padres y que por lo tanto se refugiaban en la ciudad de los amantes del trono y la religión. Este hecho pone de maniiesto cómo la retórica del clero se caracterizó por situar los eventos políticos dentro de los marcos cognitivos religiosos; los “rebeldes” fueron convertidos en herejes y por ende en destructores de la religión. El asunto que hoy nos podría parecer una nimiedad, no era simple en ese momento, pues tocaba la vida de estos seres humanos, porque lejos de ser la religión un asunto meramente ideológico, ésta era vivida en la cotidianidad, destruirla era romper con los ciclos y ritmos de vida de las gentes, destruir las asociaciones que alrededor de la fe se habían constituido y cumplían diversas funciones sociales, tales como las cofradías, las obras pías, los hospicios, entre otras. Su destrucción implicaba, más allá del marco de las creencias, la destrucción de formas de solidaridad, de cohesión social y representaciones colectivas24. 23 24

Jairo gutiérrEz, Los indios de Pasto contra la república (1809-1824), Bogotá, icah, 2007, p. 177. Si bien no hay estudios exhaustivos acerca de las diversas organizaciones religiosas que las parroquias constituyeron a lo largo del periodo colonial, no es descabellado airmar que éstas fueron centrales en la constitución de formas de cohesión y solidaridad, como las cofradías y otras asociaciones religiosas, constituidas en torno al culto de una imagen, pero que más allá de este acto religioso, promovió la “organización comunitaria”, al buscar la consecución de recursos que permitieran inanciar las iestas religiosas, socorrer a los pobres y construir la iglesia o capilla. Estas mismas asociaciones fueron las patrocinadoras de levantar molinos, cuyas ganancias si bien eran para la cofradía, permitieron un ahorro de energía en las comunidades en tanto tenían un sitio para la molienda de sus granos, además que dichos dineros se redistribuían por diversos cauces en la misma comunidad. Sobre los molinos por ejemplo, para 1839, los parroquianos de Guambía construyeron un molino 189

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

De esta manera los clérigos convirtieron los sucesos políticos en una guerra santa, una cruzada, en tanto la lucha era contra herejes, promovido indudablemente frente a las imágenes que habían llegado de los revolucionarios franceses asesinando curas, saqueando y destruyendo imágenes en las iglesias, que junto con las políticas anticlericales que desmantelaron muchas organizaciones religiosas en la Francia revolucionaria, el asunto distaba de ser un simple temor, para ser algo que cabía en el universo de las posibilidades en ese momento25. Por su parte los clérigos patriotas, no llegaron en un primer momento a considerar a sus opositores como herejes y apostatas,

25

para la parroquia que era administrado por el mayordomo de fábrica Nicolás Hurtado, al cual para 1842 se le levantó un proceso por parte de la comunidad en tanto se argumentaba que el personaje en cuestión se estaba beneiciando con las rentas del molino, que se había construido para el mantenimiento de la iglesia y el culto; ver en: Archivo Central del Cauca, sección Archivo Muerto (en adelante ACC.AM) 1839, Paquete 29, legajo 21 y 1842. Paquete 36, legajo 47. En otro caso hay una representación del gobernador indígena de Pancitará, Guillermo Mamián, redactada el 13 de mayo de 1843, en la que sus vecinos se oponían a la administración de los recursos (entre ellos de un molino hecho en 1831) de la cofradía de Nuestra Señora de la Puriicación, por parte del tesorero parroquial, como parte de unas nuevas medidas legislativas del gobierno central, pues según el gobernador y los indígenas irmantes, el actual tesorero había descuidado el culto y lo que más molestaba era que del molino que había sido construido por la comunidad, sus rentas no se veían redistribuidas en su parroquia, ver en: op. cit., 1843. Paquete 37, legajo 74. Como se puede apreciar la fe, más que ser un simple hecho ideológico, sujeto a las relaciones sociales de producción y dominación, se encarnaba en la cotidianidad de las comunidades y los recursos obtenidos de las diversas asociaciones para el fomento del culto, beneiciaban a la comunidad en tanto aliviaban las cargas directas para la administración del culto y esta era una de las formas cómo los recursos se redistribuían para el beneicio de la comunidad en general, en una época donde las políticas sociales simplemente eran inexistentes y quedaba en la solidaridad comunitaria ayudar a los necesitados. Ver en María Lucía sotomayor, Cofradías, caciques y mayordomos. Reconstrucción social y reorganización política en los pueblos de indios, Bogotá, icahn, 2005. Sobre la idea de la Guerra Santa en Jean flori, La Guerra Santa. La formación de la idea de cruzada en el occidente cristiano, Madrid, Editorial Trotta, 2003; sobre la revolución francesa y su componente anticlerical ver en Michel vovEllE, La mentalidad revolucionaria, Barcelona, Crítica Editorial, 1989. 190

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

más bien situaron su proselitismo dentro de cauces más políticos y sobre lo que se ha denominado una “crítica ilustrada de la realidad”26.

La República y la emergencia del control social Con el triunfo de las armas republicanas en San Juanito y Guanabanano (1819) y Quilichao (1820), que permitieron cimentar el orden republicano hasta la ciudad de Popayán, se hizo necesario por parte de las nuevas autoridades lograr la adhesión incondicional de aquellos territorios que se habían caracterizado por una férrea persistencia al bando realista. En el caso de la antigua gobernación de Popayán, ahora departamento, estos territorios eran el valle del Patía y la provincia de Pasto, los cuales a pesar de los triunfos obtenidos por las banderas patriotas y haber sido jurada la constitución de 1821, en los siguientes años lo que se evidenció en dichas zonas fue la fragilidad del proyecto republicano. Por ello una de las primeras políticas de los representantes del nuevo orden, fue captar a los “principales” o los “jefes naturales” de las diversas localidades al sur de Popayán, que habían sido o eran líderes de partidas guerrilleras que operaban y sembraban zozobra al régimen en el territorio. Si bien la captación de los diversos líderes realistas de los poblados al sur de la ciudad de Popayán desde 1820 en adelante, por las autoridades republicanas, fue una de las estrategias para someter la zona, siendo el caso más emblemático el de José María Obando que permitió la adhesión de diversos líderes que eran sus lugartenientes, tales como Manuel Delgado, 26

Algunos clérigos, para legitimar el movimiento revolucionario, manifestaron que había existido una constitución no escrita pactada en el siglo xvi, entre los conquistadores y la Corona, cuya posterior violación por parte de la Corona habría aniquilado el deber de idelidad a la realeza por parte de los descendientes de los conquistadores, por lo tanto era legítima la separación de la metrópoli. Mario góngra, “El pacto de los conquistadores con la Corona y la antigua constitución indiana: dos temas ideológicos de la época de la independencia”, en Mario góngra, Historia de las ideas en América española y otros ensayos, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2003, pp. 1-26; sobre el concepto de crítica ilustrada de la realidad en: Renán silva, “La crítica ilustrada de la realidad”, en Historia de América Andina. Sistema colonial Tardio, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, volumen 3, pp. 361-394. 191

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

Manuel María Vargas, Joaquín Mosquera (Patía), José y Juan Gregorio Sarria, Pedro Antonio López y sus hijos Rafael, Pedro José y Pablo (Timbío), Manuel Dorado (Mamascato, Mercaderes), entre otros, indudablemente existieron otros líderes que operaron independientes de Obando y que se adhirieron a la causa republicana, ya como oiciales de milicia o retirándose a una vida civil27. Este proceso evidenció la incapacidad de la república por someter militarmente a las partidas realistas del valle del Patía, que tenían un amplio apoyo social, lo que hizo prácticamente imposible dominar el territorio. De ahí que la alternativa fue política, pactar con los “principales” de las localidades la adhesión al nuevo régimen, siempre y cuando éste respetara sus preeminencias sociales, su autoridad y sus relaciones constituidas al margen de los lineamientos de la sociedad mayor hispánica. Las territorialidades realistas se caracterizaron por haberse constituido en parte al margen de la sociedad mayor y cristalizado en un tipo de sociedad de frontera, donde las distinciones raciales si bien existieron, no fueron más estrictas frente a aquellos territorios de efectiva presencia de autoridades hispánicas. Estas sociedades coniguraron vínculos fundamentados en la vecindad, los lazos de sangre, el compadrazgo (no necesariamente padrinos de bautismo), la reciprocidad, que llevaron con el pasar de los años en cada poblado a consolidar una familia que se convirtió en la “principal” y por ende en el centro de distintos tipos de relaciones, gracias al monopolio de recursos (tierras, ganados, incluso dinero) que les permitió construir vínculos mediante favores a sus coterráneos de toda clase y con ello cimentar idelidades. A lo largo y ancho del territorio, cada poblado tuvo familias que tenían uno o más miembros desempeñando el rol de dirigentes locales y por ende de “jefes naturales” de ella28. Estos hombres fueron los que durante la 27

28

Francisco zuluaga, op. cit., pp. 51-68; ver también en Libro de registros de los realistas que se presentaron a las autoridades de Popayán, en ACC.AM, 1823, sin índice, entre los que se destacan el capitán Juan Romualdo López, jefe de una guerrilla en el Patía; el teniente Manuel María Vargas, Bartolomé Castillo, Manuel Córdova, Agustín Castillo, Ascencio Romero, entre otros. Con la metáfora Jefes Naturales, me reiero a aquellos personajes de las parroquias, vice-parroquias y sitios, que las autoridades coloniales y republicanas denominaron como principales. La palabra principal en el periodo colonial hizo referencia a los sujetos de una población, especialmente de los pueblos de indios, que eran considerados los primeros entre ellos y por ende de mayor jerarquía, generalmente ocuparon los cargos de cabildo, cofradías y demás 192

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

guerra de independencia constituyeron las partidas guerrilleras y asolaron a las fuerzas patriotas. Por ello se puede decir que la estrategia fue simple, pero eicaz; ganarse a los principales de los pueblos, era automáticamente ganarse las idelidades que convergían en su grupo familiar. Lo que hicieron las autoridades republicanas fue pactar con los jefes naturales, respetando sus preeminencias e inluencias sociales, utilizadas para ser los representantes de las autoridades estatales en las parroquias, viceparroquias y sitios de la región. Algunos se convirtieron en oiciales de milicia, encargados de organizar las guardias nacionales de la localidad, siendo los soldados, los antiguos compañeros de guerrillas. Esta conversión de jefes de partidas guerrilleras a oiciales de milicia, les permitió a los republicanos obtener un brazo armado eicaz para contener cualquier movimiento rebelde por parte de aquellos grupos que siguieron haciendo la guerra a favor del realismo. Se destacan Manuel María Delgado (Patía), Juan Gregorio López (Mercaderes) y Jacinto Córdova (La Sierra); otros se transformaron en los representantes de la autoridad civil, fueron los alcaldes, alguaciles y síndicos parroquiales, como Joaquín Mosquera, Manuel María Vargas (Patía), los Agredo (de Timbío), los Idrovo (del Tambo); y otros simplemente se retiraron a sus lugares de origen a dedicarse a actividades organizaciones en los poblados. Durante el periodo colonial muchos pueblos de indios se transformaron en parroquias por el mestizaje y en otros casos por dinámicas de colonización, pero en cualquiera de los dos casos, la constante es el surgimiento de familias que por diversas circunstancias lograron monopolizar recursos y los cargos públicos de la localidad, constituyendo una serie de vínculos con sus coterráneos, y llevando a algunos miembros de dichas familias a ser los principales de cada localidad. Con el advenimiento de la república, son estos personajes los detentadores del poder político en sus parroquias y los representantes en la localidad de las autoridades gubernamentales. Este hecho, los hizo los líderes naturales de cada poblado, con los cuales se debía entender el Estado. Esto lo manifestó Manuel José Castrillón, quien en sus memorias sobre la independencia en la gobernación de Popayán, muestra el conocimiento del entramado social de los pueblos que se encontraban al sur de Popayán, y cuando criticaba la forma de paciicación del territorio, pasó revista a las familias principales de cada poblado que hacían la guerra y eran los organizadores de las guerrillas: los Sarria y López de Timbío; los Córdova de la Sierra; los Anaya de Riohondo, los Runas y David del Tambo , Los Álvarez, los Torres y los España de Rosas, entre otros. 193

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

agropecuarias, pero que en un momento dado prestaron servicios eicaces al nuevo orden, como Manuel María Córdova, hermano de Jacinto Córdova y Manuel Dorado de Mercaderes. Un ejemplo de lo que vengo aduciendo es el caso de Manuel María Córdova, guerrillero realista que en abril de 1821, se entregó a las autoridades republicanas. No es muy claro si durante la época de actividad realista actúo subordinado a José María Obando, el hecho es que se entregó al gobierno, mucho antes que el futuro caudillo caucano. La república le reconoció el grado de capitán y como tal actúo durante los primeros años como oicial de milicias, siendo parte del cuerpo de oiciales que estuvo en la denominada “Línea del Mayo” entre 1824-1827, (ahí muy posiblemente estrechó amistad con Obando). Su adhesión a la causa republicana se demostró en 1822, cuando no aceptó las invitaciones de Benito Boves para insurreccionar su parroquia, la que mantuvo al margen del conlicto que vivió Pasto en esos años. Acompañó a Obando y López en la insurrección de 1828 y posteriormente luchó contra el régimen de Urdaneta (1830-1831). Hasta el momento de su muerte, en 1834, había sido jefe de milicias, alcalde parroquial (1833) y acrecentado su fortuna, la cual inició con un derecho de tierras heredado en el sitio de Broncoso y posteriormente con la adquisición de otro en el sitio de Párraga (mediaciones de San Antonio), contaba con más de cien cabezas de ganados, yeguas, mulas, caballos, cabros y cerdos; herramientas para actividad agrícola, era dueño de dos esclavas y entre sus objetos militares se contaba una espada, una escopeta y un “anteojo de larga vista” (catalejo). Pero el hecho que resalta su carácter de principal era la diversidad de deudores que tenía: Judas Tadeo Varona (16 pesos), Juana de Hoyos (14 pesos), Manuel María Sánchez (19 pesos), Francisco Sánchez (8 pesos), Juan Bautista Avendaño (25 pesos), Juan Antonio Mera (4 pesos, 4 r), alguno de los cuales, como Judas Tadeo Varona, eran miembros de las familias principales de la Sierra y San Antonio y ocupaban frecuentemente cargos parroquiales. Este hecho evidencia la forma de construir vínculos de Manuel María Córdova, por medio del préstamo de favores que tenía dentro de su comunidad, merced a los recursos disponibles y los lazos de sangre que tenía su familia, pues su hermano Jacinto Córdova, era otro “jefe natural”, que alcanzó el grado de general29. Además, tenía que estrechar 29

Sobre Manuel María Córdova, la información ha sido extraída de la base prosopográica que el autor se encuentra elaborado en la actualidad. 194

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

relaciones con Tomás Mondragón, Antonio Latorres, José Joaquín Varona y Fernando Varco, todos ellos miembros de las familias prominentes en la Sierra, los cuales, junto con los Córdova, se alternaron los cargos públicos de la localidad30. Como se puede apreciar en el caso de Manuel María Córdova, era capital que la república captara este tipo de personajes para ganar idelidad y control sobre las zonas de inluencia. El hecho es que durante los años de 1821 a 1824, varias familias principales del valle del Patía se agregaron el nuevo orden político, pero la realidad del Valle y sus montañas aledañas, distaron de ser territorios homogéneamente ieles a la república. Partidas de guerrillas como las de Jerónimo Toro, Calixto Bolaños, mantuvieron en zozobra la región y pusieron en evidencia la fragilidad del orden en la zona31. Además, era 30

31

Por ejemplo para darnos una idea de las relaciones que tenía Manuel María Córdova con los personajes mencionados y las forma como estos vínculos constituían una red de poder que se turnaba los cargos parroquiales, se puede apreciar en diciembre de 1833, cuando en una reunión de la municipalidad, que presidía en ese momento Manuel María Córdova, con el objeto de escoger los alcaldes, comisarios y jueces parroquiales del siguiente año, nombraba a Tomás Mondragón para alcalde de en ese momento la viceparroquia de la Horqueta. Ver en la carta enviada por Manuel María Córdova y dos alcaldes más (Toribio Correa y Juan Bautista Noguera) La Sierra 8 de diciembre de 1833 al Sr. Jefe político de Popayán, en: Archivo Central del Cauca, fondo Archivo Muerto (en adelante ACC.AM), sección sin índice, año de 1834. Sobre las diversas rebeliones de Jerónimo Toro y Calixto Bolaños, que mantuvieron en constante alarma a las autoridades de Popayán y del Valle en los años siguientes a 1821, ver en: Francisco zuluaga, op. cit., p. 67 en adelante; Cfr. Carta de Juan José Flores, fechada en Siquitán, mayo 23 de 1823 al intendente del departamento del Cauca; carta del clérigo Matías Antonio Gutiérrez, fechada en el Tambo 20 de mayo de 1823, al intendente del departamento; carta de los alcaldes del Trapiche (Juan Antonio Caicedo y Javier Zúñiga, Trapiche 16 de enero de 1823, al intendente del departamento; carta del clérigo Domingo Belisario Gómez, Trapiche, mayo 23 de 1823, al intendente del departamento, en: ACC.AM, 1826, sin índice. También hubo otras partidas guerrilleras que no fueron tan notorias y que por lo tanto pocos registros documentales dejaron, como la del negro Francisco Angulo del valle del Patía, que junto con Plácido Pullas y un cabecilla denominado “claro 195

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

evidente por parte de las autoridades, que los residentes en el Valle y otras localidades al sur de Popayán, si bien se habían adherido a la república, mantenían sentimientos a favor de la monarquía y especialmente a la igura de Fernando VII32. Esta situación difícilmente podía ser solucionada con la captación de los “principales” de cada localidad, pues básicamente lo que aseguraban era el control de una población sobre la que tenían vínculos, inlujo y prestigio, pero difícilmente podían transformar las percepciones que se tenía sobre el nuevo orden político. Para ello era necesario otro tipo de agente capaz de transformar la imagen que sobre la república y las nuevas autoridades tenían los diversos grupos humanos al sur del puente de Calicanto. Indudablemente esta percepción fue consciente por parte de la dirigencia patriota. De ahí la necesidad de ganarse al clero, especialmente en las regiones de mayor actividad lealista. Esto se puso de maniiesto cuando Bolívar, al pactar con las familias de notables de Pasto, después de la batalla de Cariaco o Bomboná (1822), incitó al obispo de Popayán Salvador Jiménez de Enciso Cobos y Padilla, que por aquellas calendas se encontraba en la cruel”, operaron entre las montañas de Capellanías, hasta los territorios que se dividían en los cantones de Barbacoas, Iscuandé y Tumaco, los cuales muchas veces penetraron hasta los sitios mineros, con la intención de sublevar a las cuadrillas ahí asentadas, ACC.AM, 1826, sin índice. 32 Esta impresión la expone el oicial francés, Jean B. Boussingault, quien en su tránsito por el valle del Patía manifestó aún la tendencia realista de sus habitantes, expresado abiertamente por el cura del Patía, quien residía generalmente en el Bordo. Jean B. Boussingault, op. cit, Análoga situación manifestaba en la costa del Pacíico, el juez político de Iscuandé Manuel de Jesús Zamora, que comunica al intendente del departamento del Cauca en una carta fechada en Iscuandé mayo 1º de 1823 lo siguiente: “La prevención que VS me hace por su oicio 4 del ppado acerca de la vigilancia para desvanecer los proyectos de los facciosos de Tumaco y costa de Esmeraldas; es de mi deber siendo cierto que en todos estos territorios desde sus principios han sido y lo serán sus habitantes enemigos acérrimos de Colombia. Sus crímenes son públicos y se han visto con admiración que los caudillos de los asesinatos cometidos en las personas de nuestros oiciales y soldados, se hayan dejado libres paseándose con sonrisa, entre tanto no halla un ejemplar, siempre tendremos después que arrepentirnos (hablo con la moderación debida y como un ciudadano de Colombia). Dios guarde a VS. Manuel de Jesús Zamora (La ortografía fue corregida). ACC.AM, 1823, sin índice. 196

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

sureña ciudad, a que abandonara la idea de regresar a España y se encargara de administrar el extenso obispado, garantizando que la religión no sería lacerada por el nuevo orden político. De esta manera el Obispo retornó a Popayán y se convirtió en un férreo defensor del proyecto bolivariano en el departamento y de inmediato inició una serie de políticas tendientes a adherir al antiguo clero realista a la causa republicana. Una de las políticas que utilizaron las autoridades republicanas para domeñar las mentes de los territorios realistas, fue trasladar clérigos que habían sido activamente realistas a territorios republicanos y viceversa. Esta política se hace evidente después de 1821 con traslados y reemplazos de los curas de las parroquias del Tambo, Timbío, San Antonio, Patía, Pancitará, La Cruz y Paniquita, por párrocos que habían demostrado su ailiación al proyecto republicano. Esta airmación se desprende del hecho que el cura Martín Antonio Gutiérrez del Tambo fue posesionado en el curato desde 1825; similar regularidad se aprecia en los casos de José Miguel Velasco de Timbío quien tomó posesión de su beneicio en 1821; José María Vergara en San Antonio, Mariano Grijalva en Julumito y Rafael Negret en Paniquita desde 1825; José María Chacón Sánchez para el Patía en 1826. De igual manera, en la ciudad de Popayán, se aprecia por las mismas fechas que a diversos clérigos les fueron adjudicados nuevos cargos y beneicios, como al presbítero Domingo Lemus (la capilla de Belén, 1826); presbítero Andrés Rodríguez (La capilla del Señor de la Plaza, 1826); Presbítero Dr. Manuel José Mosquera (iglesia del Rosario, 1825), entre otros33. Desafortunadamente es difícil seguirles la pista a los sacerdotes realistas, para saber en que sitio fueron reubicados. La pesquisa ha identiicado el caso del párroco de Timbío, el presbítero Luis José Jiménez, quien fue trasladado a la parroquia de Yumbo en donde aún se hallaba en 183434. Esta lógica de 33

34

Ver en “Informe general en que se maniiesta el número del clero secular y regular, de monjas, novicios y criadas, como también el de parroquias y viceparroquias de esta diócesis en el dpto del Cauca, con expresión de las fechas de sus posesiones y ventas que se le gradúan por un cálculo aproximado; en cumplimiento de la orden del superior gobierno, 15 de enero de 1829, comunicada por el Prefecto del departamento 13 del mes de mayo”, en: ACC. AM, 1829, sin índice. Información extraída de la base prosopográica que en la actualidad elabora el autor. 197

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

enviar a clérigos realistas a la suela plana del Valle, fue una constante, que se desprende de algunos informes oiciales, que consideraban que el territorio era el lugar adecuado para atemperar sus anhelos monárquicos. El hecho evidencia el peso que tenían los clérigos en las parroquias y su capacidad para movilizar las poblaciones en una acción directa, este es el caso del presbítero José Chaves35, clérigo interino de la parroquia de La Cruz, del cual las autoridades y notables locales se quejaron a ines de 1826, por la actitud complaciente frente a los movimientos de algunas partidas rebeldes que operaban en las márgenes del río Mayo y por no “instruir a los feligreses en la moral cristiana y en todo lo concerniente a inspirar patriotismo por la ventajas de un gobierno liberal, debilitando por este medio las reuniones de los que ocultan las montañas para reducirlos al buen orden”, pues consideraban necesario persuadirlos urgentemente para “acallar también la serie de chispas subversivas que diseminan los enemigos ocultos del gobierno…”36. Por ello los principales de la parroquia de La Cruz y viceparroquia de San Pablo, concluían que aspiraban a tener un cura de “luces y conocido patriotismo”, pues Chaves, no promovía la idelidad a las autoridades republicanas y al nuevo sistema político. 35

36

Presbítero, fue cura párroco del denominado “curato” de la Cruz en 1826, muy posiblemente su nombramiento se hizo antes de septiembre del mismo, reemplazando al clérigo Juan Nepomuceno Manzano, quien administraba dicha parroquia. Casi de inmediato a su posesión en la parroquia de La Cruz, el vicario de Almaguer (Domingo Belisario Gómez) manifestaba que había recibido quejas de parte de los vecinos notables y de las autoridades parroquiales por la falta de compromiso patriótico del clérigo, en tanto no promovía la idelidad a las autoridades republicanas y al nuevo sistema político. El 26 de octubre José Cháves escribió una carta donde desmintió la representación que los vecinos de la Cruz habían enviado a la vicaría de Almaguer, que según él se había hecho haciendo irmar a los feligreses sin darse cuenta del contenido del texto. El hecho es que si bien la intendencia exhoneró al clérigo, en el mes de noviembre de dicho año se hallaba de cura de Mercaderes y las autoridades departamentales comisionaron al vicario Domingo Belisario Gómez que investigara la conducta política y moral del presbítero, en su cargo breve por la parroquia de la Cruz y la vice-parroquia de San Pablo. Información extraída de la base prosopográica que en la actualidad elabora el autor. ACC.AM, Carta del presbítero Domingo Belisario Gómez, al intendente del departamento del Cauca, Trapiche 20 de septiembre de 1826, sin índice. 198

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

En este mismo sentido se insertan los sentimientos del juez político del Raposo, quien comunicó al gobernador del departamento el 28 de julio de 1824, la llegada del cura realista Mariano de las Cajigas para ejercer las funciones espirituales de la parroquia, y su comportamiento poco republicano, pues el clérigo se dirigió al vecindario fustigando a las autoridades por el trato poco deferente del cual había sido objeto. Por lo anterior el juez solicitó que se tomasen medidas contra el personaje en tanto era “…conocida su opinión contraria a nuestras instituciones, y al gobierno”, y, que si se había comportado bien en los últimos meses “sería por sus jefes inmediatos” y, manifestaba a renglón seguido, “…pero aquí será, como sucede de ordinario al arbitrio de sus operaciones, y las del pueblo; y yo no respondo de la tranquilidad del Raposo, mientras los curas no sean de conocido patriotismo”. Por estas razones las autoridades de la zona lo trasladaron a Iscuandé y el 7 de agosto del mismo año, ante los acontecimientos sediciosos ocurridos en la provincia de Pasto, se optó por enviarlo en el bergantín Sacramento al puerto de Guayaquil, expatriado37. De igual manera, la política de las autoridades de Popayán para domesticar las subjetividades de las poblaciones realistas, las ejecutaron por medio de los padres franciscanos de Cali, grupo de religiosos, caracterizados por su posición republicana desde el mismo momento que se inició el proceso de las juntas autonómicas en el Valle en 1810. Diversos clérigos fueron enviados al Patía y en las estribaciones del hoy macizo colombiano con el objetivo de promover la idelidad al nuevo orden político. Este es el caso del padre Francisco Bermúdez, del que las autoridades de la intendencia consideraban su elección al respecto como: Nada es más importante al buen orden que debe haber en los pueblos, y a que se conserve el respeto por la religión y que haya un verdadero amor a las leyes y sumisión al gobierno, que la elección de párrocos virtuosos e ilustrados que con un verdadero celo se interesen por 37

ACC, Sala Mosquera, carta del juzgado político del Raposo, Juntas 28 de julio de 1824 al gobernador del departamento (D1570) y carta copiada sin remitente, Iscuandé 7 de agosto de 1826 (D1571). El cura Manuel Mariano de las Cajigas, igura en 1823 como diácono en Popayán y en ese año debido a los acontecimientos rebeldes en Pasto, se le ordenó su expulsión de la ciudad. Pero logró que las autoridades no ejecutaran la pena, al demostrar con testigos su buen comportamiento en los últimos años. ACC.AM, 1823, sin índice. 199

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

la verdadera felicidad de sus parroquianos. Esto es lo que desea la prefectura y con particularidad en las parroquias del sur, en que ha hecho tanto daño la facción que acaba de terminar felizmente. Una de las parroquias que ha sufrido considerablemente en lo moral y en lo civil, ha sido la del Trapiche; y como aquel curato se halla vacante, parece que no habrá reparo en que se provea de su cura recomendable por sus luces, patriotismo y celo por la religión. La prefectura halla en el padre Fray Francisco Bermúdez, religioso del colegio de San Francisco de Cali, muy buenas cualidades y es de conianza para llenar los ines indicados… 38.

La anterior estrategia vino acompañada con apoyo de párrocos nativos que habían demostrado compromiso por la causa republicana, tales como el vicario de Almaguer Domingo Belisario Gómez y el clérigo Juan Nepomuceno Manzano, a quienes se les encomendó la tarea de elaborar sermones que explicaran los beneicios de la República y aclarando que el gobierno no atentaba contra la religión, muy al contrario que ella estaba al lado del credo del Cristo cruciicado. Particularmente, este tipo de políticas se hizo con mayor evidencia en el departamento del Cauca en los momentos críticos de las rebeliones realistas de Pasto entre 1822 y 1824, cuando el gobierno, temiendo la extensión de la rebelión, apeló a la 38

Carta de la prefectura del departamento del sur, al Obispo de Popayán, Popayán 11 de abril de 1829, en: ACC.AM, sin índice, Sobre Francisco Bermúdez: Religioso franciscano, natural de Popayán. Entró al noviciado en Popayán y en 1809 se ailió al de Cali. Fue uno de los frailes más entusiastas por la república. Visitador de la orden en 1825, en cuyo año se hallaba en Cali. En esta ciudad pronunció un discurso de acción de gracias por el triunfo de Ayacucho. Gozaba de fama de buen orador. Fue propuesto (1826) para rector interino en Santa Librada, a in de que supliese a Fray Pedro Herrera. Por su posición bolivariana fue enviado en mayo de 1829 de cura parroquial del Trapiche en reemplazo de Justo Jordán, aunque según parece no fue del agrado de los parroquianos. En 1829 se hallaba en dicha parroquia, que comprendía los anexos de San Juan de Escancé y San Lorenzo de Chaguarllaco, con una renta de 500 pesos anuales. Apoyó la causa gobiernista durante la guerra de los supremos. Para 1840 estaba en la parroquia de Quilichao y se retiró momentáneamente y fue reemplazado por el cura Ramón Romai, nombrado por el obispo Salvador Jiménez. En 1842, se decía que era Cura de Popayán, es inluyente en la provincia por su saber, virtudes y beneicencia. 200

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

capacidad retórica de los curas parroquiales para exhortar a sus feligreses a mantener el orden. Un ejemplo de ello es el cura de Santa Ana, curato perteneciente a la jurisdicción del cantón de Caloto, el cual comunicaba al Intendente del departamento que: A pesar de hallarme en esta vice-parroquia el 20 del presente el 21 por la noche estuve en ella para dar la misa del pueblo: supe la ORN que pasó el juez político de este cantón por lo acaecido en Pasto; di la misa y después de explicar el evangelio, exhorté a la feligresía a la defensa de Colombia, ofreciéndome ir al frente de ellos39.

Es por esta situación inestable, que el Estado de Colombia debió postergar una serie de políticas de claro corte anticlerical en la zona, que ya en algunas partes del país se habían ejecutado, como la supresión de conventos con menos de 8 miembros de misa poniendo sus recursos al servicio de la educación pública. Este tipo de innovaciones en materia religiosa, no sólo era un acicate para justiicar el recelo de los espíritus aún realistas, si no una muestra fehaciente del espíritu antirreligioso de los patriotas40. En el caso de Domingo Belisario Gómez y el presbítero Juan Nepomuceno Manzano, fueron bastiones del orden republicano en el valle del Patía. En el primer caso, durante los años veinte fue el clérigo de conianza por parte de las autoridades del Cauca, al cual como vicario del cantón de Almaguer, le solicitaban informes de las actividades políticas y morales de clérigos que estaban a su cargo y especialmente de los que se les tenía sospecha. Por ello debió adelantar investigaciones sobre los clérigos de su jurisdicción, y fue el personaje al cual los militares que hacían servicio en Pasto o la “Línea del Mayo”, consideraron idóneo para elaborar sermones sobre las bondades del régimen republicano. En el segundo caso, desempeñó similares funciones que las hechas por Gómez y fue destinado por los oiciales de Colombia 39 40

ACC.AM, Carta del párroco Pedro José Ruiz, al Intendente del departamento del Cauca, Santa Ana 23 de junio de 1823, sin índice. Sobre las políticas anticlericales del gobierno de Colombia, ver en David BushnEll, El régimen de Santander en la Gran Colombia, Bogotá, Áncora Editores, 1984, p. 237 en adelante. En este mismo libro, el autor muestra algunos casos de oposición que se presentaron en algunas áreas del país por las políticas de corte anticlerical que el gobierno venía tomando, especialmente para el fomento de la educación pública. 201

Clérigos y multitudes. Estrategias para cimentar el orden republicano, ... / Luis Ervin Prado A. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 177-202

para que se entendiera con Agustín Agualongo41. Lo anterior maniiesta cómo los clérigos se convirtieron en los agentes mediadores de las autoridades republicanas en el viraje hacia un nuevo orden político, en tanto fueron una de las “puntas de lanza” a que recurrieron para someter a los territorios realistas. Los clérigos fueron los encargados de buscar promover la integración al nuevo orden emergente, fomentando un nuevo sentido de lealtad, el cual carecía de legitimidad, pues desaparecido el monarca, la esgrimida “soberanía popular” era nada más que un juego retórico de la que la mayor parte de la población poco entendía o con la que poco se identiicaba la Iglesia. De esta manera, en el suroccidente, fue un soporte del gobierno, en tanto que como organización tenía un amplio halo de legitimidad en todos los rincones de la República, y sus representantes eran la piedra angular no sólo en el control social, sino como modeladores de las subjetividades de la grey. Por otra parte, la incapacidad del Estado para someter a los territorios realistas, puso de maniiesto la precariedad de sus dispositivos de control y penetración social, en tanto debió delegar a la organización eclesiástica católica las funciones que en buena medida debía él desempeñar. Asimismo, que ante la escasez de recursos económicos para enviar funcionarios preparados en derecho y demás asuntos administrativos a todos los rincones del territorio donde ejercía su potestad, debió por una parte convertir en sus agentes a los hombres notables de cada localidad, los denominados “principales” en los censos e informes conidenciales de gobierno, que junto con los clérigos se convertirán en los dueños del poder parroquial. Así, cada parroquia fue patrimonio de un clérigo, que junto con los “principales” se encargaron de manejar el tren administrativo estatal y mover los hilos políticos a lo largo del siglo xix. Ellos fueron los miembros de los diversos cabildos parroquiales y, como tales, los encargados de nombrar los funcionarios, profesores, recolectores de rentas y demás menesteres de la actividad del Estado. En otras palabras, cada poblado fue el patrimonio de unos pocos a quienes el Estado institucionalizó, algo que en la segunda mitad del siglo xix, un intelectual liberal colombiano logró sintetizar en una obra, como lo que denominó el triunvirato parroquial: el cura, el gamonal y el hacendado. 41

Tanto la información de Domingo Belisario Gómez, como de Juan Nepomuceno Manzano fueron extraídas de la base de datos prosopográica que viene elaborando el autor. 202

LOS SERVIDORES DE LA PATRIA EN LOS PRImEROS AñOS DE VIDA REPUBLICANA: 1830-1840 laura maría roBlEs EtchEvErs1

Universidad Central de Venezuela

Resumen: Este artículo analiza la situación de los llamados Servidores de la Patria o héroes de la emancipación de Venezuela durante el período 18301840. Se pretende con estas líneas examinar el modelo de control civil liberal ejercido por la élite gobernante hacia los militares en los primeros años de vida republicana. Además, se destaca la igura del general José Antonio Páez como líder político-militar que enfrentó al movimiento de Las Reformas 1835-1836, el cual destituye de su cargo como jefe de Estado al doctor José María Vargas. De igual modo, se analiza las sanciones tomadas por el ejecutivo nacional sobre el sector de la oicialidad del antiguo ejército independentista que se pretorianizó. Palabras clave: Relaciones civiles y militares, pretorianos, caudillos, guerrerospolíticos.

1

Licenciada en Historia (UCV). Egresada en la Especialidad de Geografía e Historia (UPEL-IPC). Magister en Historia de Venezuela (UCAB). Actualmente labora como docente en la carrera de Educación Integral en la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada (UNEFA). Correo: [email protected]. Recepción: 18/03/2011. Aprobación: 13/06/2011. 203

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

The servers of the nation during the irst years of republican life: 1830-1840 Summary: This article analyses the situación of The Servers of the Nation or the heroes of Venezuelan independence during 1830-1840. It also reviews the liberal model of civil control exercised by the government elite regarding the soldiers in the irst years of republican life. It also showed the igure of General José Antonio Páez as the leader who confronted the movement of Las Reformas in 1835-1836, which deposed president José María Vargas. Likewise, we analyse the punishment taken by the presidency against the old military oicials who fought in the war of Independence and suffer a process of praetorianism. Keywords: Civil relation and military, praetorian, caudillos, political ighters.

Introducción La historiografía venezolana se ha dedicado por largo tiempo a exaltar las glorias militares de nuestros próceres de la independencia, muchas de ellas relacionadas con los triunfos y/o acciones heroicas en los campos de batalla. Sin embargo, ha obviado los últimos años de vida de los oiciales, aunque existen algunas excepciones a este respecto2 y así lo demuestran los estudios que relatan las enfermedades, penurias, pobreza, indigencia e invalidez que tuvieron que soportar y padecer todos aquellos que lograron sobrevivir al proceso emancipador. Ante tal situación, es de nuestro interés dedicar el presente trabajo al estudio de los servidores de la patria, desde el general al soldado, la lucha por el poder entre civiles y militares, la Revolución de Las Reformas como rebelión militar ante el Estado Civil y la igura de José Antonio Páez como 2

Los autores dedicados a resaltar esta particularidad son Vicente dávila, Diccionario Biográico de Ilustres Próceres de la Independencia Suramericana, Caracas, Tipografía Americana, 1924, tomo i, p. 399. Posteriormente el mismo autor dio a conocer otra obra con el mismo título, editado por la Tipografía Americana, 1926, tomo ii, p. 456. 204

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

líder político-militar. Así como las leyes y decretos que en los primeros años de la república fueron aprobados o sancionados. Esto con la inalidad de dar a conocer hasta qué punto, las pensiones y el montepío militar otorgados a los héroes de la independencia y sus familiares se convirtieron en un recurso político de “Seguridad Social”3 creado por la élite gobernante para lograr el control y la sumisión de los cuerpos militares a la obediencia y a las leyes. La pensión militar, en términos generales, fue la protección que ofreció para aquel entonces, el gobierno para todos aquellos soldados o generales que prestaron sus servicios a la patria, en la lucha por la independencia, la misma se resume en una suma de dinero que otorga el Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Guerra y Marina, casi siempre mensual, para todo aquel miembro de esta dependencia que lo solicite por invalidez, vejez, pobreza e indigencia. Por el contrario, el montepío militar representa una pensión y un beneicio exclusivo que se le brinda a las viudas, huérfanos(as), madres y hermanas solteras, de todos aquellos servidores de la patria que perdieron su vida en combate o posteriormente. Ambas, pensiones y montepío militar, funcionan gracias a los depósitos de dinero, formado ordinariamente de los descuentos hechos a los militares de sus sueldos o de otras contribuciones para socorrer en sus necesidades a estas familias. Al inal de la investigación se analiza algunos casos de oiciales que apoyaron la Revolución de Las Reformas y fueron sancionados por el ejecutivo nacional y con el pasar de los años solicitaron pensión de invalidez y aquellos soldados que apoyaron en su momento al gobierno y recibieron posteriormente beneicios como lo consagraban las leyes de la república.

3

Con respecto al tema de “Seguridad Social” y el de Pensiones otorgadas al sector militar venezolano durante el siglo xix, son muy pocas las obras que prestan atención a lo planteado. Sin embargo, en una obra, publicada hace algunos años, Armando León mencionó que “…durante el siglo xix, en diversos reglamentos se dictaron normas para proteger a los familiares de los patriotas caídos en la lucha por la independencia. En aquel tiempo algunos artículos plantearon la necesidad de proteger, a través de ayuda oicial, a los más desvalidos. Esta podría considerarse una visión de la Seguridad Social que pudiera llamársele clásica”. Véase: Armando lEón, Pensiones: La Revolución del Siglo xxi, Caracas, Editorial Texto C.A., 2000, p. 14. 205

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Una disyuntiva inicial: civiles o militares en la construcción de la Venezuela independiente Diferentes historiadores han indicado que después de la desmembración de Colombia en 1830, la nueva república que se comenzó a construir estuvo sujeta a una disyuntiva inicial entre dos fuerzas que lucharon por el poder, los civiles debilitados por la guerra de independencia pero aún manteniendo la supremacía en el aspecto doctrinal e ideológico, y el sector militar. Estos últimos considerados los héroes de la patria, tanto la fuerza permanente o los llamados militares activos como los que habían quedado inválidos a raíz de la lucha armada, comenzaron a exigirle a las autoridades civiles, reconocimientos, honores, derechos y privilegios por haber servido y construido una nación libre. Además, muchos de los antiguos oiciales de la república, se veían marginados o desatendidos en el reparto del poder, ocasionando una situación de inestabilidad al gobierno constitucional que se iniciaba en 18314. Según Domingo Irwin en “...ambos sectores existen diferencias internas”5. El sector militar se encontraba dividido por tres tendencias, conocidas como: los Caudillos, los Pretorianos y los Oiciales Militares de Orientación Profesional6. En cambio, el “Patriciado Civil” estuvo conformado desde siempre por individualidades y sus diferencias se dieron a conocer a un nivel doctrinal. Es decir, en los primeros años de vida republicana aparecerán los grupos partidarios del liberalismo centro-federal, llamados por sus adversarios como los godos-conservadores-oligarcas. El otro grupo aparece en la escena política a partir de la década de los 40 y será conocido en la historia política del país, como los liberales-federales7. 4

5 6 7

Véase: Manuel Rafael rivEro, “El Dilema Esencial: Militares y Civiles”, en La República en Venezuela: Pasión y Desencanto (I), Caracas, Cuaderno Lagoven, Editorial Arte S.A., 1988, pp. 99-117. En el capítulo mencionado, el autor plantea la idea sobre la lucha por el poder entre el sector militar y el civil a partir de 1830. Domingo IrWin, Relaciones Civiles-Militares en Venezuela: 1830-1910. Una Visión General, Caracas, Tipografía Litobrit C.A., 1996, p. 18. Sobre las tendencias en el sector militar, que plantea Domingo Irwin G., seran explicadas en líneas posteriores. Véase: Domingo irWin, op. cit., pp. 18-19. Idem. 206

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

José Antonio Páez, en aquellos primeros años de vida independiente, comprendió que debía proteger tanto al poder civil como al sector militar y a quienes seguían y respetaban la constitución y la república civil. Sin embargo, la situación del momento indicaba confrontaciones entre el sector civil como en el militar, por la intención de este último de sujetar el poder y la hegemonía de la vida civil. Por tal razón, el general Páez en su autobiografía señala de manera explícita y con respecto a la coyuntura que se estaba viviendo lo siguiente: Todo el empeño en libertad a la República de un mal que no tardaría en producir los efectos más funestos, había excitado la negra honrilla de los militares, quienes en la discusión de la materia no veían más que el propósito de los abogados, como entonces se llamaba a los literatos, de obtener el manejo de la cosa pública con absoluta exclusión de los libertadores8.

Las aseveraciones tan tajantes del jefe del Estado, José Antonio Páez, en el Congreso de Valencia de 1830, relativas a las intenciones del sector civil y los que representaban la civilidad para aquel entonces, de excluir a los antiguos y beneméritos compañeros de armas en el manejo del poder, por considerar “... que la fuerza armada debe ser esencialmente obediente, y que su poder debe reducirse al lindero de los cuarteles y ensancharse únicamente en los campos del honor y de la gloria,”9 como posteriormente lo declararía en la asamblea, relejaba el pensamiento de lo que sería una República Civil y a su vez, era lo que deseaba en el fondo el poder civil, “los abogados” o “literatos”, como eran llamados por sus adversarios, en resumen, lo que persiguen los representantes del Congreso era construir un Estado Nacional comenzando con el “... ordenamiento de funciones,”10 como lo airma Manuel Rafael Rivero en su obra11, especíicamente en el sector militar, algo que llevaría, además, mucho tiempo para lograrlo. Marcos Kaplan en su obra plantea que el Estado Nacional que se constituye después de la independencia estuvo precedido por una clase dominante que se manifestó en una oligarquía que “... hace prevalecer una 8 9 10 11

José Antonio PáEz, Autobiografía del General José Antonio Páez, Nueva York, Imprenta de Hallet y Breen, 1869, volumen ii, p. 83. Ibídem., p. 84. Manuel Rafael rivEro, op. cit., p. 101. Idem. 207

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

concepción absolutista y centralista del Estado”12. Menciona también que el sector militar que se resume en una mínima expresión de las fuerzas armadas “... se subordina al Estado, convirtiéndose en cuerpo profesional, burocratizado y especializado, que por largo tiempo se caracteriza por el apoliticismo, la defensa del orden, la identiicación con la oligarquía y la subordinación al poder civil”13. Tanto el general Páez como los próceres civiles conocían que el estado y la nueva República que está surgiendo a partir de 1830, no puede nacer sino existe pleno consenso entre los ciudadanos y por ello, uno de los artículos de la Constitución establece “... la nación venezolana es la reunión de todos los venezolanos bajo un mismo pacto de asociación política para su utilidad común,”14 es decir, una nación que debe expresarse en hombres que legislen y gobiernen. Además, los ilustres próceres civiles sabían que bajo este principio se puede mantener la República que ellos han soñado, soberana, libre y con instituciones subordinadas a la constitución y a las leyes. Por eso “... se apresuran a establecer en la Constitución que la nación no es el patrimonio de ninguna familia ni persona. La nación es ahora para ellos lo que fue en 1811, una comunidad de hombres que vive bajo el impulso de una ley conocida y protectora de derechos esenciales interpretadas por gobernantes que garanticen con su ilustración y sus riquezas una conducta honorable”15. Por consiguiente, comprende el general Páez “... que la nación no es campamento ni cuartel para la obediencia sin razón, que el ciudadano tiene derechos que nadie puede desconocer” 16. De ahora en adelante, esos derechos serán exigidos particularmente por todos aquellos que integran o forman parte del sector militar, en especíico, por los militares retirados o inválidos, las madres, viudas, huérfanos(as) y hermanas solteras de “los servidores de la patria”, quienes constantemente solicitarán ante el Congreso Nacional una ayuda, que se traduce en su correspondiente derecho a recibir una pensión o el montepío militar. 12 13 14 15 16

Marcos kaPlan, Estado y Sociedad en América Latina, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1978, pp.28-29. Ibídem., p. 31. Ambrosio oroPEza, “El Estado Constitucional Venezolano desde 1830 hasta 1870” en Política, Caracas, Diciembre 1961, número 19, p. 15. Ibídem., p. 16. Ibídem., p. 17. 208

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

La situación en aquellos años de formación del Estado Nacional también se releja en los militares activos, entiéndase los oiciales que pertenecían al ejército permanente, los que integraban las diferentes unidades de Caballería, Artillería, Parques, Plazas, Milicias y los miembros de la Marina de Guerra, quienes también veían amenazados sus derechos y/o privilegios. Por consiguiente, anhelar los antiguos honores concedidos en tiempos de campaña y guerra, como la “Orden de los Libertadores,”17 una de las más signiicativas decretada por Bolívar, así como el derecho a la coniscación de bienes, los haberes militares y las indemnizaciones, sin olvidar las licencias temporales con goce de fuero, uso de uniforme militar y sueldo concedidos a todos los miembros del Ejercito Libertador durante el gobierno de Colombia por el presidente Simón Bolívar. Todos estos beneicios se ven sepultados cuando la República de Colombia entra en crisis política y la élite de poder militar comienza a sentir que sus sacriicios por la patria fueron en vano al ser desplazados y marginados por el poder civil o la oligarquía que representa la civilidad.

Héroes de la independencia consagrados al Estado Constitucional El Estado Nacional que se comenzó a construir con José Antonio Páez en sus primeros años de gobierno, sufrirá la alteración de algunos alzamientos y producirá la intranquilidad de Páez como máximo jefe de la república; sin embargo, no perturbará el proceso de institucionalización de la Fuerza Armada, iniciada con la aprobación de algunos decretos como la del 25 de septiembre de 1830, donde se planteaba la organización militar del Estado, la ley del 2 de octubre del mismo año, estableciendo y organizando la milicia nacional, así como el decreto donde se disponía que se estableciera una escuela militar, hecho que se hará realidad el 26 de octubre de 1831, con la creación de la Academia Militar de Matemática18. 17 18

Véase el Documento: “Orden de los Libertadores” en Decretos del Libertador, Caracas, Sociedad Bolivariana Venezolana, 1961, tomo i, pp. 28-30. Sobre los decretos referidos, véase “Decreto de 25 de septiembre de 1830 sobre la organización militar del Estado,” en Leyes y Decretos de Venezuela, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, volumen 1, pp. 44-47. “Ley de 2 de 209

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

La sublevación de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas, a comienzos de ese año, fracasó a los pocos meses, gracias a la intervención oportuna de Páez y su gobierno al lograr someterlos a las leyes. El movimiento pretendía conseguir la integración, utilizando como base el regionalismo, proclamando al Estado de Oriente como la “República de Colombia”19. Tiempo después, en abril de 1833 el gobierno debió enfrentar el alzamiento de Cayetano Gavante, coronel del ya extinguido Ejército Libertador, quien exigía el pago de una deuda por parte del estado por servicios militares, pero el movimiento es rápidamente sofocado y su autor asesinado20. Los focos de insurrección que se relejan en distintas partes del país y comandados por los antiguos héroes de la independencia, no son más que el pretexto y el deseo de muchos de los antiguos oiciales por lograr fusionarse en la vida política y reivindicar algunas mejoras económicas dentro de la oicialidad. La problemática de la lucha por el poder, los privilegios y el reconocimiento de los héroes de la patria, por parte de la sociedad de aquel entonces, también la debió enfrentar Simón Bolívar, aunque en diferente contexto histórico. Después de las acciones bélicas que logran sellar deinitivamente la independencia de una gran parte del continente suramericano y le proporcionan el triunfo al Ejército Libertador, los héroes de la emancipación especialmente los de mayor rango o jerarquía militar inician una nueva lucha entre ellos, relacionada básicamente, con la ambición del poder, el debate político y las confrontaciones de ideas en la República de Colombia, “la grande”, en vista de que les sobraba en algunos casos, juventud y vitalidad. Eloy González lo expresó de la siguiente manera: Cuando terminó la guerra, el año 24, casi todos los Próceres eran todavía hombres jóvenes; y sus antecedentes de raza, la vida de

19

20

octubre de 1830 estableciendo y organizando la milicia nacional,” Ibídem., pp. 47-57. “Decreto de 14 de octubre de 1830 disponiendo el establecimiento de una escuela militar,” ibídem., pp. 101-102. Sobre este acontecimiento la bibliografía es abundante. Puede verse una de las publicaciones más recientes de Héctor BEncomo Barrios, Páez y el Arte Militar, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2006, pp. 188-191. Véase el expediente del Coronel Cayetano Gavante en Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Sección: Próceres y Servidores (Ilustres Próceres), años 1810-1824, tomo xxxiv, folios 1-50. 210

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

campaña y campamento y la energía espiritual de sus ideales, los mantenía vigorosos y ágiles. A excepción del General Lara, que había cumplido 46 años, los de mayor edad, como Salom y Montilla, no habían llegado aún a los 45. De esta cifra para abajo, Urdaneta tenía 35 años; el General Páez 34; Santander, 32; el Libertador, 31 y el Mariscal de Ayacucho, 29 años. Los que sobrevivieron, como el Jefe de Apure, soportaron treinta años más de campañas21.

Al producirse la separación deinitiva de Venezuela de la República de Colombia en 1830, ya el Ejército Libertador había entrado, según Emilio Fuentes Latorraque, “... en una franca decadencia” 22 y la antigua unión que existió entre los oiciales patriotas para conseguir la libertad, será rápidamente olvidada, hecho que se releja con mayor fuerza al morir Bolívar. En resumen, José Antonio Páez, en su primer gobierno, (1831-1835), centró todo su interés en lograr la construcción del Estado Nacional, haciendo cumplir la constitución y las leyes. A los antiguos héroes de la independencia, entiéndase a todo el sector militar en servicio o activo, los veremos actuar durante el siglo xix, en diversos ámbitos del acontecer nacional, como “caudillos” o simples “guerreros-políticos”, otros como “pretorianos”, especíicamente “militares-políticos” que abusan de su condición para convertirse en “políticos-militares” y por último, tenemos a los “oiciales militares de orientación profesional”, que representan al grupo de profesionales de armas, con verdadera vocación de servicio, ajeno a todo personalismo y protagonismo político; en sí, eran los “militares-militares”. En otras palabras, los integrantes del antiguo Ejército Colombiano se disgregan durante los primeros años de mandato del General José Antonio Páez, y no todos, se consagran a obedecer las leyes y el estado civil. Algunos reciben licencia temporal, otros, letras de cuartel y a los que habían recibido heridas graves se les otorga pensión de inválidos, pasando en consecuencia a situación de retiro. Los de mayor jerarquía o grado militar se dedican a seguir al jefe de estado, en su carrera política. Por lo tanto, la unidad del Ejército Colombiano será sustituida por militares locales al mando de un jefe o caudillo regional, acentuándose en el gobierno la tendencia a eliminar 21 22

Eloy G., gonzálEz, op. cit., p. 31. Emilio fuEntEs latorraquE, Síntesis de la Evolución Histórica de las Fuerzas Armadas Venezolanas, Caracas, Ediciones del Instituto de Previsión Social de las Fuerzas Armadas, 1996, p. 52. 211

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

al ejército regular. A partir de estas transformaciones se puede explicar algunas de las causas del caudillismo, las continuas guerras o enfrentamientos armados entre los jefes locales y la inestabilidad política.

José Antonio Páez y los héroes de la independencia En uno de los tantos documentos que dejó el General José Antonio Páez al iniciar su carrera política, se puede apreciar algunas ideas relacionadas con la nueva concepción o función que debían cumplir, de ahora en adelante, en todo el territorio nacional, los libertadores de Venezuela. En uno de sus “Mensajes” le aconsejó a la oicialidad, “... la obediencia como su primer deber, el valor como el fundamento de su gloria y la libertad como el objeto de sus triunfos.”23 En otras palabras, le propone la subordinación a las leyes de la República y al poder civil. Posteriormente y como un gesto de solidaridad hacia sus “antiguos compañeros de armas,” 24 como él los llamó, le solicitó al Congreso Constituyente, no dejarlos en el olvido, al decir: Solo me atrevo a recomendar a la soberanía de la nación las virtudes y glorias de ese ejército que a fuerza de privaciones ha conquistado, entre mil peligros y combates, los derechos de que disfrutamos, y que se halla con las armas en la mano para defenderlos; la sangre preciosa de los inválidos y la suerte de las viudas y los huérfanos, cuyos maridos y padres adornan con sus nombres la historia de sus hazañas, habiéndonos dejado en su valor heroico nobles ejemplos que imitar. No dudo que esta augusta asamblea recompensará los servicios militares y aliviará la miseria de las familias que han quedado en orfandad, privadas de los recursos con que la providencia cuidaba de su alimento, mi duda solo sería una ofensa a los generosos sentimientos de los honorables representantes, y un desconsuelo para esos dignos objetos de la compasión y gratitud nacional. Para mí solo quiero el descanso y el reino de la ley, consagrar el resto de mi vida a la gloria de mi patria, y ver establecida por reglas invariables la igualdad, la libertad, la seguridad y la felicidad de todos los venezolanos25. 23 24 25

“Mensaje de José A., Páez al Congreso Constituyente de 1830,” en José Antonio PáEz, op. cit., tomo ii, p. 66. Idem. Ídem. 212

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Así se comprometió Páez con el sector militar, garantizándoles a los inválidos, viudas y huérfanos(a) la protección por parte del Estado. No obstante, el tiempo le indicaría los nuevos retos que deberá enfrentar para mantenerse en el poder, junto a la oligarquía civil. Finalizando la primera presidencia en 1834, comienzan las luchas políticas, con motivo de las elecciones. José Antonio Páez y sus seguidores apoyan como candidato presidencial al General Carlos Soublette. A su vez, un grupo de militares proponía al General Santiago Mariño. Frente a ambos candidatos militares se opuso un candidato civil, el doctor José María Vargas, que fue apoyado por un fuerte sector de la población civil que deseaba una nueva alternativa frente a la hegemonía militar. Se delinearon dos bandos, absolutamente diferentes, los militares que defendían el derecho a mantener las prerrogativas obtenidas durante los largos años de lucha independentista y ahora querían una participación directa en los asuntos del Estado y los civilistas, que defendían sus intereses dentro del poder político al considerar que los oiciales debían estar en sus cuarteles y en caso necesario defender a la patria, sin mezclarse en la vida política activa de la nación. El 9 de febrero de 1935, el doctor José María Vargas obtuvo la primera magistratura del país. Esperaba gobernar el período 1835-1839 pero fue derrocado al quinto mes de su mandato, por un movimiento subversivo llamado “Revolución de Las Reformas,” 26 que estaba integrado por iguras que habían militado en tiempos anteriores a este, en bandos políticos enfrentados: unos obedecían al grupo de los bolivarianos y otros a los antibolivarianos, pero ambos en común, habían participado en la guerra de independencia. 26

Sobre el tema existe abundante información, puede verse, Catalina Banko, Poder político y conlictos sociales en la República Oligárquica, 1830-1848, Caracas, Universidad Santa María, 1986, p. 198. Caracciolo Parra PérEz, Mariño y las guerras civiles, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1960, p. 587. José carrillo morEno, Carujo: Instrumento del conlicto histórico entre el civilismo y el militarismo, Caracas, Corporación Gráica, 1960, p. 114. Eleonora gaBaldón, José Vargas: Presidente de la República de Venezuela. Las Elecciones presidenciales de 1835, Caracas, Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, Fundación para el Rescate del Acervo Documental Venezolano, 1986, p. 353. 213

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Los revolucionarios pedían cuanto antes, la federación, el fuero militar y sobre todo, que los cargos públicos estuvieran en manos de quienes lucharon por la libertad y la patria27. En in, como lo planteó Domingo Irwin, el movimiento reformista fue “... una reacción de parte de la oicialidad militar ante los mecanismos de control civil liberal a los cuales estaban siendo sometidos desde 1830” 28. No abordaremos en detalles el golpe de Estado contra el presidente José María Vargas y los ines especíicos que perseguían los reformistas. En sí, buscaremos analizar cómo los gobiernos sucesivos retribuyeron en beneicios y privilegios a todos aquellos oiciales veteranos de la guerra de independencia o “Servidores de la Patria,” que apoyaron la institucionalidad, así como, a los militares que llevaron a cabo el movimiento reformista de 1835 y fueron sancionados por las leyes vigentes, recibiendo diferentes penas impuestas por el Estado, según el grado de participación. Algunos fueron condenados a muerte (fusilados), otros cumplieron la condena en la cárcel, perdiendo grado, fuero y sueldo, como también, la negación a recibir pensión, mientras otros fueron desterrados.

Recompensados por defender la institucionalidad El 14 de mayo de 1836 el Senado y la Cámara de Representantes de la República de Venezuela, decidieron aprobar un decreto concediéndole “... honores y recompensas al General en Jefe José Antonio Páez y al ejército por sus servicios en 1835.” 29 . Además, de restablecer el orden constitucional y salvar las instituciones republicanas, con un grupo de veteranos de la 27

28 29

Véase “El Maniiesto de los Reformistas,” irmado por Pedro Briceño Méndez, General del Ejército de la República y Gobernador Político Provisional de Caracas, en Ramón J. vElásquEz (coordinador), Documentos que hicieron Historia 1810-1989. Vida Republicana de Venezuela, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1989, tomo i, pp. 404-408. Domingo irWin, op. cit., p. 25. “Decreto de 14 de mayo de 1836, concediendo honores y recompensas al General en Jefe José Antonio Páez y al ejército por sus servicios en 1835” en Leyes y Decretos de Venezuela, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, volumen 1, pp. 288-289. 214

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

guerra de independencia, hombres del ejército permanente y oiciales de menor graduación ieles a las leyes, el poder ejecutivo dictó la orden para que en acto público, se le entregara una espada de oro con el siguiente lema: “Al Ciudadano Esclarecido, Defendiendo la Constitución y Leyes de su Patria, La Representación Nacional en 1836”.30 Se dispuso también en el decreto que el día 3 de julio del corriente se celebrara en todas las ciudades y pueblos una iesta religiosa, en acción de gracias al Altísimo Señor y en los siguientes días se rendirán honores fúnebres en conmemoración a los que perecieron defendiendo la República Civil. Con especial mención se reconocen los goces que deben tener las esposas de los fallecidos: Art.3°. A las viudas del intrépido coronel Juan de Dios Infante, que en Úrica destruyó una columna facciosa, del virtuoso comandante Juan Albornoz, que murió en una de las casas fuertes de Valencia, del teniente Pablo Rodríguez y del subteniente Juan José Andueza, se concede, mientras permanezcan viudas, la tercera parte del sueldo que correspondía a los grados militares que obtenían sus esposos31.

De igual manera, se determinará los goces que deben tener las demás viudas y huérfanos para que sean acreedoras de tal beneicio y a los que sufrieron heridas graves, se les declarará la pensión de inválidos. En el Diccionario Biográico de Ilustres Próceres [....]32 Identiicamos 168 casos de “Servidores de la Patria” que defendieron el gobierno en 1835, a continuación sus nombres: Cuadro I: “Servidores de la patria” que defendieron el gobierno en 1835 1. Aguilera, Capitán José

6. Ascanio, Alférez José Florencio

2. Albornoz, Comandante Juan I. (+)

7. Ayala, Teniente Juan Antonio

3. Alcalá, Alférez Manuel Antonio

8. Bastardo, Teniente Tomás

4. Álvarez, Capitán Manuel

9. Belisario, Comandante Lorenzo

5. Arismendi, Comandante Loreto

10. Bermont, Capitán Francisco

30 31 32

Ibídem, p. 288. Idem. Vicente dávila, Diccionario Biográfico de Ilustres Próceres de la Independencia Suramericana, Caracas, Tipografía Americana, tomo i, p. 399, y tomo ii, p. 456. 215

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231 11. Betancourt, Teniente Ignacio

36. Hernández, Teniente José

12. Bovi o Movi, Capitán Andrés

37. Cuesta, Teniente Sebastián

13. Bustos, Capitán José

38. Cueva, Subteniente Hipólito de la

14. Caballero, Teniente Lorenzo

39. Darius, Teniente Juan Bautista

15. Camejo, Capitán Juan Antonio

40. D’Sola, Comandante Juan

16. Camero, Teniente Lorenzo

41. Díaz, Sargento Juan José

17. Campuzano, Capitán Cosme (+)

42. Díaz, Teniente Mariano

18. Cardoso, Sargento Gabriel

43. Domínguez, Capitán Enrique

19. Carreño, Comandante José María

44. Duarte, Sargento José Trinidad

20. Casas, Soldado Matías

45. Escobar, Coronel Ramón

21. Castejón, Teniente Tomás

46. Espinosa, Capitán Juan Agustín

22. Celis, Teniente Luis

47. Fébres Cordero, Coronel León de

23. Codazzi, Comandante Agustín

48. Fernández Carantoña, Com. J. M.

24. Collazos, Soldado Fermín

49. Figueredo, Teniente Manuel

25. Copar, Cabo Felipe

50. Fornés, Alférez Hilarión

26. Corse, Sargento Guillermo

51. Franco, Sargento Pedro

27. González, Teniente José

52. Freites Godoy, Sargento Manuel R.

28. González, Capitán Tomás M.

53. Fuentes, Teniente Jacobo

29. González, Capitán Cruz

54. Fuentes, Teniente Ignacio

30. Guerra, Capitán Rafael de la

55. Fuentes, Capitán José de la

31. Guerra, Capitán Vicente

56. Galindo, Teniente Vicente

32. Guevara, Subteniente José

57. Gil, Alférez José Antonio

33. Guillermo, Teniente Pedro Pablo

58. Gómez, General Francisco Esteban

34. Hand, Capitán Ruperto

59. González, Sargento 1° Paulino

35. Heres, General Tomás D.

60. González, Subteniente Francisco

216

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231 61. González, Teniente José del R.

86. Lamadrid, Médico Cir, Sebastián

62. González, Teniente Pedro

87. Landaeta, Soldado Marcos

63. Nucete Muñoz, Teniente Manuel

88. Linares, Soldado Ascencio

64. Obando, Subteniente Andrés

89. Linares, Alférez Juan Pedro

65. Ostos, Sargento José María

90. Lizardi, Capitán Miguel

66. Ovalle, Comandante Juan Félix

91. López, Cabo Joaquín

67. Padilla, Teniente Antonio

92. López, Sargento Juan

68. Padrón, Teniente Toribio

93. López, Teniente Coronel Diego

69. Páez, Comandante Domingo

94. Machado, Subteniente Pablo

70. Paredes, Coronel José de la Cruz

95. Madrid, Sargento Eugenio

71. Parra, Capitán Vicente

96. Maldonado, Sargento Comisario V.

72. Paz, Comandante José María

97. Maldonado, Capitán Manuel

73. Hernández, Teniente Miguel

98. Marcano, Soldado Antonio

74. Hernández, Comandante José D.

99. Marcano, Comandante Juan Simón

75. Hernández, Teniente José A.

100. Marturell, Comandante Pedro

76. Hidalgo, Subteniente Norberto

101. Matamoros, Teniente Antonio

77. Hinojosa, Cabo José María

102. Mesa, Teniente Romualdo

78. Hurtado, Capitán Anselmo

103. Mirabal, Capitán Francisco

79. Insúa, Sargento Fernando

104. Monasterios, Alférez Miguel

80. Isava Sucre, Coronel Manuel

105. Mora, Teniente Cayetano

81. Jaramillo, Comandante Juan L.

106. Muñoz, Teniente Valerio

82. Jaspe, Capitán Lorenzo

107. Muñoz, Coronel José Cornelio

83. Jelambi, Teniente Antonio

108. Silva, Teniente Nicolás

84. Jiménez, Comandante Manuel

109. Silva, Capitán de Frag. José J.

85. Lugo, Comandante Diego J.

110. Silva, Capitán José

217

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231 111. Silva, Capitán Ignacio

136. Rodríguez, Capitán Pedro

112. Silva, Capitán José Antonio

137. Rojas, Soldado Nicolás

113. Silva, Comandante Marcos

138. Rojas, Soldado Guillermo

114. Silva, Comandante Toribio

139. Rojas, Comandante Diego

115. Solé, Comandante José Antonio

140. Romero, Alférez Francisco J.

116. Solórzano, Teniente José

141. Romero, Teniente Celestino

117. Sosa, Alférez Raimundo

142. Romero, Capitán Juan

118. Peña, Capitán Pedro José

143. Romero, Comandante Pedro María

119. Peraza, Comandante Eugenio

144. Rondón, Comandante Fernando

120. Pereira, Capitán Miguel

145. Ruíz, Subteniente Francisco

121. Pérez, Comandante Fernando

146. Salas, Capitán Cándido

122. Pérez, Coronel Ramón

147. Salazar, Capitán Ventura

123. Pompa, Capitán Gerónimo

148. Salom, General de Div. Bartolomé

124. Presilla, Alférez José Luciano

149. Sánchez, Subteniente Ramón

125. Pulgar, Capitán Antonio

150. Sánchez, Subteniente José

126. Pulido, Capitán Manuel

151. Santa María, Capitán Julián

127. Quero, Capitán Esteban

152. Sifontes (Cifontes), Cap. Pedro

128. Quiaro, Sargento Manuel A.

153. Torres, Teniente Gaspar

129. Ramos, Comandante José

154. Torres, Comandante José Ignacio

130. Rebolledo, Cabo José

155. Tovar, Soldado José

131. Reyes, Teniente Domingo

156. Tovar, Capitán Pablo

132. Rincón, Marinero Pablo

157. Trematias, Teniente Gregorio

133. Rivas, Subteniente Pablo

158. Urdaneta, Gen., en Jefe Rafael de

134. Rivas, Capitán Manuel

159. Vara, Teniente Manuel

135. Rodríguez, Subteniente Manuel

160. Villalba, Comandante Felipe

218

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231 161. Weir, Comandante Enrique

165. Torrealba, Capitán Antonio

162. Yegues, Subteniente Pedro

166. Zabala, Comandante Francisco

163. Suárez, Teniente Pantaleón

167. Zambrano, Capitán Narciso

164. Tellería, Capitán Leopoldo

168. Zurbarán, Alférez Victor

Fuente: Vicente dávila, Diccionario Biográico de Ilustres Próceres de la Independencia Suramericana, Caracas, Tipografía Americana, tomo i, p. 399, y tomo ii, p. 456

En la lista de oiciales observamos a personalidades de la más alta graduación −así lo indicó Domingo Irwin33− como el general en jefe Rafael Urdaneta, el general de división Bartolomé Salom y el general Tomás Heres, pero también a oiciales de menor grado y a los soldados y cabos que fueron ieles a la constitución.

Sancionados por apoyar la revolución de las reformas Un sector de la oicialidad élite del antiguo ejército independentista, así como una mayoría del ejército permanente con diferentes grados militares se “pretorianizo,” produciéndose como ya indicamos el movimiento de “Las Reformas” 1835-1836, principalmente por el descontento que existía entre ellos, ante la imposición de un modelo de “control civil liberal”34 ejercido por las autoridades del gobierno. Después de sucumbir y restablecerse el orden constitucional en la nación, los golpistas fueron sancionados según el nivel de participación. Algunos fueron fusilados, otros debieron pagar 33 34

Domingo irWin, op. cit., p. 31. Sobre el “modelo de control civil liberal” ejercido por los civiles hacia los militares a partir de 1830, recomendamos el trabajo de Domingo irWin, Relaciones Civiles-Militares en Venezuela: 1810-1910. Una Visión General, p. 25. Dicho autor planteó el “modelo de control civil liberal,” para el caso venezolano, basándose en el estudio de Erick nordlingEr, Soldiers in Politics: Military Coups and Governmets, Engleewood Cliffs, Nueva Jersey, Prentice Hall, 1977, p. 200. También consultó el trabajo de Samuel P. huntington, “Relaciones CivilesMilitares,” en David L. sills, (coordinador), Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Madrid, Aguilar, 1974, volumen 9, pp. 181-188. 219

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

prisión en el Castillo de San Carlos, sufrir el destierro o la expulsión del país, perdiendo en ambos casos, grados, fueros y el derecho a solicitar una pensión, entre otros beneicios, como las letras de cuartel o las licencias temporales, con sus respectivos goces de sueldo. La ley vigente para castigar a los involucrados en el movimiento reformista fue la sancionada por el Congreso Nacional, el 14 de octubre de 1830, relativa a “...delitos de conspiración o traición, su juicio y penas”35. En ella se especiica los delitos por conspiración o traición en primera, segunda y tercera clase, el debido juicio al procesado y la pena a cumplir. A continuación los artículos más signiicativos: Art. 2° Son traidores o conspiradores de primera clase, y sufrirán la pena de muerte: 1° los que residiendo en el Estado de Venezuela toman las armas voluntariamente para hacerle la guerra a favor de sus enemigos, … 2° los que se coligan entre sí, o con algún enemigo del Estado para ejecutar los crímenes expresados en el número anterior: 3° los que mantengan inteligencia de palabra, o por escrito con los enemigos de Venezuela … 4° los que persuaden o aconsejan todos estos delitos. Art. 3° Son traidores o conspiradores de segunda clase, y sufrirán la pena de cinco años de presidio y separación perpetua de la provincia en que cometieren el delito, los que sabiendo que se trama o que está tramada una traición o conspiración de primera clase no la descubrieren o denunciaren a la autoridad pública. Art. 4° Son traidores o conspiradores de tercera clase, y sufrirán la pena hasta de cuatro años de expulsión de Venezuela, o coninación a un lugar determinado de ella: 1° los que esparcen noticias o papeles maniiestamente seductores del enemigo, o de cualquiera otro contra el Estado; y 2° los que resistieren directamente cumplir las providencias decretadas por el Gobierno para salvar el país, fuera de los casos de los Artículos 136, 186 y 187 de la Constitución36.

Ahora bien, a los revolucionarios reformistas, según los casos y el grado de implicación, les fueron aplicados los mencionados artículos, por el hecho 35

36

“Ley de 14 de octubre de 1830 sobre delitos de conspiración o traición, su juicio y penas” en Leyes y Decretos de Venezuela, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, volumen 1, pp. 102-103. Ibidem., p. 102. 220

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

de deponer al Presidente de la República, Doctor José María Vargas. A continuación exponemos una lista de 68 reformistas que ubicamos en la obra Diccionario Biográicio [...] de Vicente Dávila37: Cuadro II: Oiciales que apoyaron el movimiento de las reformas 1. Alcázar, Comandante Pedro

21. Estrada, Capitán José A.

2. Armas, Teniente José Manuel

22. Faría, Coronel Francisco María

3. Arria, Teniente José Trinidad

23. Faría, Subteniente Asunción

4. Belloso, Teniente Santiago

24. Faría, Capitán de Milicias, Félix M.

5. Betancourt, Sargento Agustín

25. García, Cabo 1° Miguel

6. Blanco, Sargento José

26. González, Sargento 1° Silvestre

7. Boada, Alférez José

27. González, Subteniente José

8. Briceño Méndez, General Pedro

28. Gordón, Comandante Roberto

9. Briceño, Coronel Justo

29. Herrera, Comandante Ramón

10. Brito Sánchez, Comandante José L. 30. Ibarra, General Diego 11.Cáceres, Comandante Juan Manuel

31. Jiménez, Comandante Florencio

12. Carujo, Comandante Pedro

32. Landaeta, Teniente Cayetano

13. Carrasco, Subteniente Pedro

33. Lobatón, Sargento José Domingo

14. Castañeda, Comandante Estanislao 34. Mare, Subteniente Tomás 15. Castillo, Alférez Luis

35. Mariño, General Santiago

16. Castillo, Soldado José de la T.

36. Martínez, Subteniente Francisco

17. Cegarra, Coronel Miguel

37. Méndez, Teniente Cayetano

18. Codecido, Subteniente Gregorio

38. Morales, Sargento Modesto

19. Chacín, Subteniente Joaquín M.

39. Muñoz, Coronel Manuel

20. Esteves (Estévez), Subteniente M.

40. Navarrete, Subteniente José María

37

Vicente dávila, op. cit., tomo i, p. 399 y tomo ii, p. 456.

221

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

41. Oliver, Capitán Jaime

55. Simoza, Capitán José Flores

42. Ortega, Coronel Carlos María

56. Socorro, Subteniente Juan

43. Parada, Capitán Antonio

57. Solano, Subteniente Cayetano

44. Pérez, Capitán Carlos Antonio

58. Sosa, Teniente Ignacio

45. Picazo, Coronel Rafael

59. Suárez, Sargento Tomás

46. Ponte, Sargento José del Rosario

60. Tinoco, Subt. Comand. Manuel M.

47. Portocarrero, Coronel Trinidad

61. Torres, Capitán Francisco

48. Ríos, Subteniente Modesto

62. Trujillo, Capitán Manuel

49. Rondón, Alférez Pedro

63. Urdaneta, Ten. Juan Nepomuceno

50. Sabino, Capitán Domingo

64. Urra, Teniente José Lucas

51. Sánchez, Subteniente Carlos

65. Valdés, Gen. De Div. Juan Manuel

52. Sánchez, Capitán Francisco

66. Vallenilla Centeno, Com. José Jesús

53. San Vicente, Comandante Claudio 67. Villasmil, Comandante Natividad 54. Sedeño, Sargento Pedro

68. Yanes, Teniente José

Fuente: Vicente dávila, Diccionario Biográico de Ilustres Próceres de la Independencia Suramericana, Caracas, Tipografía Americana, tomo i, p. 399, y tomo ii, p. 456

Como se puede observar, 68 oiciales apoyaron el movimiento reformista de 1835, de los cuales, fue enjuiciado un 4%; emigró, fue desterrado o expulsado un 31%, siendo el porcentaje más alto; siguiendo los oiciales a quienes les negaron la pensión con 9%; fue indultado con pérdida de la pensión 3%; perdió grado, fuero y sueldo 18%; heridos 1%; muerto o fusilado 9%; y sin determinar un 25% de militares. Puede observarse cuadro I y la representación gráica:

222

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Cuadro III: Oiciales que apoyaron el movimiento reformista de 1835 y fueron sancionados 1. Enjuiciados

3

4,4

21

30,8

3. Negada la Pensión

6

8,8

4. Indulto con pérdida de la Pensión

2

2,9

5. Perdieron: Grado, Fuero y Sueldo

12

17,6

6. Heridos

1

1,4

7. Muertos / Fusilados

6

8,8

8. Sin Determinar

17

25

TOTAL

68

99,7

2. Emigraron / Desterrados / Expulsados

Fuentes: Elaboración propia con datos tomados de la obra de Vicente dávila, Diccionario Biográico de Ilustres Próceres de la Independencia Suramericana, tomo i, 399 p., y tomo ii, pp.456. GRáFICO N° 1 OFICIALES qUE APOyARON EL mOVImIENTO REFORmISTA DE 1835 Y FUERON SANCIONADOS !"# ()"#

$%"#

&"#

%"# &"# $"#

%'"#

1. Enjuiciado

Desterrado/ Expulsado / Expulsado 2. Emigro / Deterrado

3. Negada la Pensión

4. Indulto con pérdida de la pensión

5. Perdió: Grado, Fuero y Sueldo

6. Herido

7. Muerto / Fusilado

8. Sin Determinar

223

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

A continuación presentamos algunos casos y/o testimonios de los oiciales que sufrieron algunas de las penas mencionadas anteriormente y las solicitudes de indulto, licencias temporales y pensión por invalidez: Torres, Capitán Francisco. Desde 1830 se encontraba como ayudante de la Plaza de Barcelona y en 1835 se proclamó por los reformistas; en 1839 solicitó al gobierno licencia temporal con sueldo, siéndole negada por antiguo reformista, pero lográndola en 1841. Contrajo matrimonio con Cristina Carujo (1833), hermana de Pedro Carujo. Tuvieron cuatro hijos. Murió el 15 de enero de 1842 y su viuda obtuvo en 1845 una pensión, refrendada en 1852. Testimonio del Capitán Francisco Torres solicitando licencia temporal con sueldo: Ecxmo. Señor Presidente de la República. Francisco Torres capitán graduado de los Ejércitos de la República, y natural y vecino de esta ciudad a V.E., con el respeto debido comparezco por segunda vez insistiendo con la ingenuidad y franqueza que acostumbro, vuelva a considerar la justa solicitud escudado en el pleno justiicativo que produje en veinte y seis de Febrero último, relativa a la reposición de la tercera parte de sueldo a que tengo derecho, puesto que no he consumado la mas leve acción para creerme indigno de ella. Fundado en tal principio me ha sido bastante terrible al imponerme de la resolución recaída en 19 de Marzo último se me haya negado sin hacérseme capaz de lo que motiva el no disfrute de una suma que la ley declaró a favor de los ciudadanos que contribuyeron a la estabilidad de la República sacriicando la salud y exponiendo su vida en los campos de batalla. No ignoro que el Poder Legislativo expidió un decreto mandando cesar en el goce de esta gracia a los militares comprendidos en la revolución del ocho de julio de 1835, mas como por ningún aspecto me considero tocado de culpabilidad, ni menos sea de los exceptuados, no he dudado en que V.E., ha visto de la super abundante prueba aducida, y que maniiesta la pacíica conducta política que [Vol.Fol.303] supe guardar en todo el período de la revolución, acuerde en forzosa justicia el goce de la tercera parte, puesto que no hay causa para privárseme de semejante auxilio. Mi conciencia no me acusa haber conspirado contra el gobierno, por el contrario, me negué a prestar todo servicio manteniéndome en esta plaza al lado de una crecida familia que no me era dable abandonar por las faltas de recursos que debía suministrarle, en el caso de haberme resuelto, (como de mi deber) incorporarme en las tropas del gobierno,

224

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

para que no hubiese sido víctima de una triste indigencia. Esta circunstancia Escmo. Señor, fue la única causal de haberme privado la incorporación a la masa de ciudadanos dispuestos al restablecimiento del orden; y será dable que por tan legal imposibilidad se me castigue tan severamente cuando no he ejecutado el más leve crimen. No hay duda en que si V.E., desatiende la gracia a que aspiro, será una pena demasiado injusta y más injusta porque por tan leve desvío se me prive de una recompensa que supe adquirir en las constantes fatigas de nuestra emancipación política. Probado esta que al evacuar esta plaza las tropas facciosas, me mantuve en ella, y que tan luego como aparecieron los constitucionalistas sin el menor remordimiento me presente al Jefe como un soldado subordinado y amante de las instituciones, luego no cabe duda en que no he conspirado, que no era adicto a los principios que aquellos sostenían y que por tal razón, no marche en la lota que se dirigió a Puerto Cabello. Por tales principios a V.E., encarezco atienda al dictamen de su conciencia con la imparcialidad que le es característico, para que decida en la iel balanza de atender, la reposición de la tercera parte a que aspiro, pues acordándolo así, favorecerá la triste situación que hoy rodea a un antiguo soldado sumiso y obediente, que combate con la más lamentable miseria, e infortunio ha más de cuatro años, debido a la carencia de recursos necesarios para aliviar la triste suerte de una dilatada familia que le acompaña; si así se acordase, V.E., quedará lleno de la más robusta gratitud que sabré prodigarle cuantas veces recuerde el goce de tan justa gracia. Barcelona, septiembre, 5 de 1839. Excmo. Señor Francisco Torres38.

A pesar del testimonio que ofreció el Capitán Francisco Torres, donde expresó que en ningún momento conspiró contra el gobierno y que al llegar el Jefe Constitucionalista se presentó como un “soldado subordinado y amante de las instituciones”, la Secretaría de Guerra y Marina resolvió ante el caso presentado, aplicar la ley del 1 de abril de 1836 que dispone: ... que no disfrutaran de la 3° parte del sueldo ni de pensión alguna los generales, jefes y oiciales del ejército que sirvieron a la facción de reformas por mar o por tierra, en guarnición o en campaña; 38

AGN, Sección Próceres y Servidores (Ilustres Próceres), “Torres, Capitán Francisco”, 1810-1824, tomo xci, folios 303-304. 225

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

y constatado por esta Secretaria que el que representa continuó sirviendo a la facción en el destino de ayudante de plaza de Barcelona, el gobierno no puede concederle la 3° parte de sueldo que solicita mientras no compruebe su incorporación al ejército constitucional. Por S. E., Rafael Urdaneta39.

Carrasco, Subteniente Pedro. En 1842 solicitó pensión al gobierno, pero se le negó por antiguo reformista, había cumplido su falta en el Castillo de San Carlos. Recién en 1845 se le repone sus grados y obtiene cédula de inválido. A continuación su petición: Excmo. Señor. Pedro Carrasco antiguo sargento del Ejército Libertador con el mayor respeto a V.E., representa: que entró a servir desde el año de 1816 en la expedición de los Cayos, que hice las campañas de Venezuela y la del Perú y que en ellas recibió heridas que hoy lo atormentan y le inutilizan para proporcionarse la subsistencia; que debió ocurrir a solicitar sus inválidos conforme a la ley; pero que los trastornos políticos del año 1835 se lo impidieron y lo comprometieron a sufrir la pena que hoy la magnanimidad de la nación le alza y restituye al goce de lo que la ley concedió a los que se invalidaron en servicio de la patria. Por tanto suplico a V.E., se digne mandar se le incorpore en el depósito de inválidos con el goce que le corresponde. Gracia que espero de la justiicación de V.E. Caracas, Mayo 23 de 1845. Excmo. Señor A ruego de Pedro Carrasco40.

Urdaneta, Coronel Juan Nepomuceno. Por causa de la guerra de independencia recibió una herida que hizo necesaria la amputación de la pierna. Inválido, obtuvo en 1823 el puesto de administrador de la Renta de Tabacos en el Tocuyo y después en Trujillo. En 1833 se le concedió retiro con la tercera parte del sueldo, pero en 1835 se vio envuelto en el movimiento reformista. Perdió la pensión y se le dio a elegir entre someterse a juicio o la expulsión del territorio. Preirió la expulsión. En 1838, de regreso al país, reclamó su pensión, alegando que no se hallaba condenado por ningún Tribunal de la República, pero su petición le fue negada. Tiempo después, 39 40

Ibidem., folio 305 agn, Sección Próceres y Servidores (Ilustres Próceres), “Carrasco, Subteniente Pedro”, años 1810-1824, tomo xvi, folio 264. 226

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

en 1845, todavía teniente recibió cédula de inválido que fue refrendada en 1866. Al año siguiente reclamó aumento de pensión de inválido, recordando que había sido ascendido por Falcón a Comandante y luego a Coronel y obtuvo su solicitud. En 1869 se le despachó título de Ilustre Prócer. Murió en 1872. En relación con la solicitud de pensión de inválido del coronel Juan Nepomuceno Urdaneta en 1845, el mismo expresó: Excelentísimo Señor Presidente de la República Juan Urdaneta vecino de la ciudad de Trujillo respetuosamente ante V.E., represento: que impuesto del decreto de 21 del próximo pasado, sobre reposición de grados y pensiones militares a los individuos del ejército y marina que habían perdido este goce por consecuencia de los infactos sucesos políticos sentidos desde 1830 hasta 1836, y siendo el que escribe uno a los que se encuentra envuelto en los males que produjeron aquellos acontecimientos aunque ninguno parte activa ni pasiva tuve en los actos revolucionarios de aquella época fatales, sufriendo la dura partida de la expulsión y la pérdida de la tercera parte del sueldo que disfrutaba como teniente de infantería, inutilizado en la guerra de independencia, en la que perdí una pierna por el golpe de una granada escondida en el sitio de la vela de Coro el 6 de enero de 1822; cuya pensión me fue concedida en 1833 cuando terminó el destino que desempañaba en la extinguida venta del tabaco, por no haberse acordado aún la ley especial de inválidos en aquel tiempo. Hoy que se me ha restituido la gracia de la indicada petición, me veo en la necesidad de molestar la atención del supremo gobierno, ejerciendo el derecho que me concede la resolución del 22 del próximo pasado en su artículo 4°, a in de que en consideración [Vol., fol., 73] a la notoriedad de mi invalidez, servicio y padecimiento; y trayendo a la vista los documentos que acompaño a mi solicitud en 1833, que debe existir en la secretaria de guerra; se sirva expedir a mi favor las letras de inválido a que me considero acreedor por beneicio de la ley de 17 de mayo de 1842. A V.E.., suplico se digne atender a mi solicitud y decretar conforme a la justicia que pido y que espero merecer de la dignidad de V.E. Trujillo, Marzo 22 de 1845. Juan Urdaneta41. 41

AGN, Sección Próceres y Servidores (Ilustres Próceres), “Urdaneta, Coronel Juan Nepomuceno”, 1810-1824, tomo xciv, folios 43-74. 227

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Navarrete, Subteniente José María. En 1835 junto con el general Mariano Montilla había decidido defender el gobierno Constitucional en Maracaibo, pero cuando salió se encontró con el reformista coronel Francisco María Faría y desertó. Por esta causa en 1837 al solicitar letras de retiro le fueron negadas y se le abrió causa como desertor. Recién en 1845 con el Decreto de Amnistía obtuvo beneicios por parte del estado. A continuación especiicamos su caso: Excmo. Sr. Vice-Presidente de la República encargado del Poder Ejecutivo. José María Navarrete capitán de infantería de ejército en uso de licencia indeinida en el goce de tercera parte de sueldo a V.E., representa: que habiendo solicitado del gobierno se le declarara dicho goce por creerse dentro de la ley que les concede a los jefes y oiciales del Ejército; obtuvo en 8 del último noviembre una resolución que no puede llamarse deinitiva porque en ella se dudaba de los servicios que el representante ha prestado para sostener la constitución del estado y los que ofreció en oportunidad a la comandancia de armas de esta Provincia con el mismo objeto en momentos en que la nación sostenía una digna lucha para conservarla ilesa: cree por tanto el exponente que justiicando el punto dudoso tiene derecho de repetir su pretensión al goce de la tercera parte de sueldo concedida a los que se hallasen en su caso, y por tanto, lo introduce de nuevo en la administración de V.E., comprobando con los dos certiicados que con la solemnidad debida acompaño, el deber hecho servicios efectivos en la causa constitucional a las ordenes del digno general Mariano Montilla en la plaza de Maracaibo, y el haberlos vueltos a ofrecer en esta ciudad a la comandancia de [Vol., Fol., 162] armas de la Provincia espontáneamente y con solo las miras de ser útil a la patria. La que marca el N°1 acredita en el sentido más evidente que el postulante a la cabeza de la 2° Compañía del Batallón Boyacá de que era capitán concurría a la funciones de armas que tubo lugar el 14 de junio de 1836 en el campo del ejercito Provincia de Maracaibo a las ordenes del dicho Señor General Montilla en la cual fueron decretados los Brabos que mandaban la facción que lucharon por derrocar las instituciones en aquella provincia, a cuya persecución fue destinado el que expone hasta Perijá, de donde no se separó hasta la completa destrucción de los facciosos y la que lleva el 2° acredita el ofrecimiento que hizo de sus servicios a la autoridad militar de esta Provincia, según lo ha relacionado.

228

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Sus servicios principales desde el año de 1821 están mencionados en la hoja de servicios del exponente que existe en la Secretaria de Guerra en los documentos de la inspección pasada al Batallón Boyacá el año 1834 no habiéndole sido posible adquirir un ejemplar de la mayoría de dicho cuerpo a pesar de haberlo solicitado por diferentes conductas [fol. 163] con el objeto de acompañarle a esta solicitud. Espero pues, Excmo Señor el que representa que justiicada las circunstancias necesarias para autorizar su licencia indeinida con el goce de la tercera parte de sueldo de su clase por ser de justicia que pide desde Coro a 29 de Marzo de 1837. Excmo. Señor José María Navarrete42.

La solicitud que planteó el subteniente José María Navarrete fue negada, puesto que los indicios indicaban que había participado activamente en el movimiento reformista de 1835. Con respecto a los testimonios presentados, podemos indicar, en primer lugar, que muchos de ellos habían obtenido durante su trayectoria en el ejército Libertador altos grados militares, como coroneles, capitanes, subtenientes. En segundo lugar, observamos que la gran mayoría de los oiciales mencionados, negó su participación directa en los acontecimientos revolucionarios de 1835, ya que muchos fueron inducidos por otros o se encontraba cumpliendo servicios en plazas. Al investigar la prensa de la época, nos llamó la atención un artículo donde se advierte a la ciudadanía sobre las personalidades que integran la conocida sociedad Francmasónica de Caracas; además se hace alusión a un grupo de oiciales que constituyeron el antiguo Ejército Libertador y que también participaron en el motín militar para deponer al presidente doctor José María Vargas en 1835, el mismo dice: Se asegura que la familia del reformista Manuel Quintero ha justiicado que este domine, antes del ocho, en el ocho y después del ocho, estaba enamorado de la Constitución y del Gobierno; y que suenan, como justiicantes, actuales consejeros del Estado, actuales miembros de la Corte Suprema, actuales generales y coroneles del ejército constitucional y antiguos Vicepresidentes de la República. 42

AGN, Sección Próceres y Servidores (Ilustres Próceres), “Navarrete, Subteniente José María”, 1810-1824, tomo lix, folios 162-163. 229

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

Vaya, que los señores patriotas viejos, en tratándose de la inmunidad de un cofrade, aunque todo se lo lleve la trampa, hasta su propia reputación. Se tapan sus faltas, se disimulan sus crímenes con derecho a todo sobre los nuevos, que nada valen en su concepto y a quiénes miran como entrometidos, hasta cuando sufragan parroquialmente; llevando por fundamento la idea de que ellos no mas son, y de que todavía es suya la patria, porque estuvieron en Angostura y no se les ha acabado de pagar, pues apenas han recibido unos cuantas decenas de millares de pesos, en sueldos de empleos y en haberes. ¿Y pasará la justiicación? ¿Tragarán tan entera nuestros tribunales la procesal comida? ... ¿El Dios de la Justicia y de la Libertad, porque tanto suspiramos nos libre de esta Masonería de los patriotas viejos? Amén43.

Conclusiones El Estado Nacional que se constituyó después de la separación de Venezuela de la República de Colombia. Estuvo precedido por una clase dominante u oligarquía conservadora que mantendrá la hegemonía del poder político por mucho tiempo, subordinando al sector militar a la institucionalidad y a las leyes. Desde los primeros años de vida republicana, 1830-1840, todos aquellos servidores de la patria que dejaron esposas, hijos y en algunos casos bienes, para ir en busca de la libertad, regresarán a la patria para que les reconozcan sus sacriicios y heroismo. Por consiguiente, los deseos de los libertadores se van a centrar en la idea de que la oligarquía gobernante les otorgue derechos y prerrogativas dentro del Estado Nacional. Éstos pueden ser resumidos en beneicios, tales como pensiones, montepío militar o aumento de sus sueldos, pero por la inexistencia de una legislación republicana que cumpliera con tal in, o por privilegios relacionados con las jerarquías militares, no todos recibían los beneicios del Estado, trayendo como consecuencia que los últimos años de vida de la mayoría de los héroes de la independencia, pasaran en la más absoluta miseria, invalidez, penuria e indigencia, como se describe en los documentos. Lo mismo ocurren con las viudas que reclaman 43

Correo Constitucional de Caracas, “Masonería”, Caracas, 10 de febrero de 1835, número 12, p. 4. 230

Los servidores de la patria en los primeros años de vida republicana: 1830-1840 / Laura María Robles E. / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 203-231

el correspondiente montepío militar. Esto desencadenará el malestar y el descontento en un grupo de oiciales que deciden formar parte de la Revolución de Las Reformas. A pesar de la situación descrita, el Poder Civil que se constituye alrededor de la igura de José Antonio Páez entendió que debía proteger al sector militar, recompensando a la oicialidad que defendió al gobierno en 1835 y otorgándole beneicios como pensiones a las viudas e hijos de los militares que lucharon por la independencia, así como gratiicaciones especiales, traducidas en leyes, donde se le concedía a los militares activos aumento en sus sueldos y premios de constancia. Todo esto con el in de no olvidar a los militares que lucharon por la emancipación y cumplir con un deber o deuda que tenía la oligarquía dominante de aquel entonces hacia el sector militar.

231

EL TRáNSITO DEL SúBDITO AL VIAjERO ILUSTRADO EN CARTAS DE FRANCISCO DE MIRANDA (1783-1789) carolina sánchEz1 Universidad Nacional de Tucumán

Resumen: El presente estudio se propone rastrear en un corpus de cartas personales escritas por Francisco de Miranda entre 1783 y 1789, los modos discursivos mediante los cuales el autor plasma en la escritura epistolar su experiencia de tránsito de súbdito del imperio español a viajero ilustrado perseguido. El enfoque adoptado, correspondiente al ámbito de la crítica literaria y cultural, pone énfasis especialmente en la problemática del género epistolar, el análisis del discurso y las relaciones entre escritura y subjetividad. Sobre la base de estas consideraciones, la lectura crítica aquí planteada procura demostrar la existencia en dicho corpus de un proyecto subyacente de escritura a través del cual Miranda intenta resguardar sus derechos ante el absolutismo español y propiciar la realización de su viaje. Tales propósitos se advierten en las diferentes versiones que adoptan, en función del destinatario, los temas recurrentes de su discurso, y en el trazado estratégico de una imagen del yo según los contextos comunicativos. 1

Doctora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Actualmente es becaria Postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Cientíicas y Técnicas (CONICET) y se desempeña como Auxiliar Docente Graduado en la cátedra de Periodismo en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UNT. Publicaciones recientes: El viaje de Francisco de Miranda y el proyecto de emancipación del Nuevo Mundo y El Diario de Francisco de Miranda y la representación ilustrada del mundo. Correo: [email protected]. Recepción: 05/05/2011. Aprobación: 08/08/2011. 233

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

Palabras clave: Francisco de Miranda, género epistolar, viajes, Antiguo Régimen.

The transition from subject to illustrious traveller, the letters of Francisco de Miranda in the period 1783-1789 Summary: This present study proposes to trace the modes of discourse through which the author Francisco de Miranda, in the complete collection of personal letters between 1783 and 1780, embodies in his epistolary work during the transition from subject of the Spanish empire to pursued illustrious traveller. The approach taken, which corresponds with the scope of literary and cultural criticism, places a special emphasis on the problems of the epistolary genre, the analysis of the discourse and the relationship between writing and subjectivity. On the basis of those considerations, the argument made here attempts to demonstrate that in this material there is an underlying project writing through which Miranda tries to safeguard his rights in the face of Spanish absolutism and bring about the realisation of his quest. Such intentions make themselves clear in the different correspondence which, depending on the addressee and according to the different communicative contexts, adopt the recurring themes of his discourse and outline his own self image. Keywords: Francisco de Miranda, epistolary genre, travel, Ancient Regime.

Puntos de partida. El corpus y su perspectiva de estudio En un esfuerzo por capturar un rasgo capaz de condensar el curso adoptado por la biografía de Francisco de Miranda (1750-1816), Carmen Bohórquez Morán destaca una marcada propensión en ella a la “ruptura”.2 La partida en 1771 de la Caracas natal rumbo a España para incorporarse al Ejército real y la percepción del contraste entre el mundo colonial y la 2

Carmen BohórquEz, Francisco de Miranda, precursor de las independencias de la América Latina, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2001, p.121. 234

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

metrópoli, desencadenan lo que podría denominarse su primera crisis de conciencia.3 Su posterior deserción del cargo de oicial, en conlicto con el orden político hispánico y la realización de un prolongado viaje, entre 1783 y 1789, por Estados Unidos, Europa y Asia Menor constituye su segunda ruptura, caracterizada por la resistencia al absolutismo en el cultivo de valores modernos-ilustrados. Con la dedicación, desde 1790, al proyecto de emancipar al Nuevo Mundo del dominio español, el rompimiento adquiere un carácter revolucionario, dado el intento de hacer tabula rasa del pasado e instituir un nuevo modelo de sociedad y de política. Así, se perilan a lo largo de su trayectoria tres posicionamientos: el súbdito, el viajero y el revolucionario4. El presente estudio se propone rastrear, en un corpus de cartas personales escritas por Francisco de Miranda entre 1783 y 1789, los modos discursivos mediante los cuales el autor plasma en la escritura epistolar la experiencia de su tránsito como súbdito del imperio español a viajero ilustrado. Desde un enfoque correspondiente al ámbito de la crítica literaria y cultural, se trata de reconstruir, mediante dicha fuente, una etapa especíica de su proceso ideológico y las tensiones atravesadas en el planteamiento de su crisis con la monarquía hispánica. Dos problemáticas ligadas al género epistolar son fundamentales en el análisis a emprender. Una de ellas consiste en la “adecuación estratégica” al

3

4

Paul hazard, La crisis de la conciencia europea, Madrid, Alianza, 1988, p. 11. Con esta expresión el autor deine la mutación “más importante en la historia de las ideas” dado que se opera, a ines del siglo xvii, una inicial puesta en duda de aquellas verdades milenariamente arraigadas, tal como es el caso de las explicaciones religiosas de la existencia, basadas en la Biblia. Mariano Picón salas, Miranda, Caracas, Ministerio de Educación de la República de Venezuela, 1966, p. 25. Picón Salas comenta el aprovechamiento de la circulación de novedades en la península por parte de Miranda: “El Madrid de Carlos III es un útil y primer mirador para que un joven indiano se asome a ver el Universo (…) Desaiando las pesquisas inquisitoriales, los libros de Francia y de Inglaterra penetraban en la península (…) un hálito de cultura transpirenaica agitaba las más vivas conciencias”. No deben entenderse estos posicionamientos como estadios puros, sino en constante proceso. 235

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

destinatario5 que condiciona el tratamiento dado a los temas y las imágenes del autor proyectadas. En estrecha relación con el planteamiento anterior, la otra cuestión subraya la imposibilidad de establecer una identidad absoluta entre el enunciador del discurso, construido verbalmente bajo la forma de un yo, y el autor empírico, si bien ambas manifestaciones son interdependientes6. Sobre la base de estos principios, la lectura crítica aquí propuesta procura demostrar la existencia, en dicho corpus, de un proyecto subyacente de escritura ligado a dos funciones que Miranda asigna a su discurso epistolar: resguardarse de la persecución de que es objeto por parte de la Corona española y propiciar la concreción de su viaje, planiicado para instruirse. Ambos propósitos ponen de maniiesto el papel estratégico atribuido por el autor a su correspondencia. El planteamiento de esta airmación se deduce de la presencia de versiones diferenciadas, según el destinatario, de los temas recurrentes en el corpus como también de las variaciones en las imágenes del yo esbozadas. El análisis que a continuación se desarrolla indaga en la coniguración discursiva que adopta la escritura epistolar de este período, poniendo en evidencia su diseño estratégico por parte del autor. Atendiendo a la existencia de distintas versiones ofrecidas de dos temas constantemente tratados (el conlicto con la Monarquía hispánica y el viaje), la exposición se organiza en cuatro circuitos comunicativos: Miranda y Juan Manuel de Cagigal, Miranda y los representantes de España en el extranjero, Miranda y las iguras de la Corte rusa y, por último, Miranda y James Penman7. 5 6

7

Ana María BarrEnEchEa, “La epístola y su naturaleza genérica”, en Dispositio, 1990, número 39, pp. 51-65. José amícola, Autobiografía como autoiguración, Rosario, Beatriz Viterbo, 2007. Laura scarano, Los lugares de la voz. Protocolos de la enunciación literaria, Mar del Plata, Melusina, 2000, p. 20. La autora sostiene que el yo fundado en la enunciación “no es relejo directo de un individuo empírico” como tampoco una construcción textual independiente del anclaje biográico y sociocultural del sujeto productor. Se trata de una problemática que las cartas comparten con las autobiografías, las memorias, los diarios y el relato de viajes. Existen dos ediciones completas de los papeles mirandinos: el Archivo del General Miranda, Caracas, Sur-América, 1929-1933, preparada por Vicente Dávila y Colombeia, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1978236

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

La desdichada historia de un oicial americano al servicio del rey Más allá de la circunstancia inmediata de la que emerge cada una de las epístolas –a especiicar a lo largo de su interpretación– debe indicarse, de modo general, que en su conjunto el corpus se contextualiza en el período correspondiente al transcurso de su extenso periplo. Pese a estar enmarcadas en un momento determinado, ellas están atravesadas por una situación existencial de fondo en la que convergen, por un lado, el gesto mismo de exiliarse de los dominios del imperio español y, por otro, el anhelo de índole ilustrada de explorar “el libro del Universo”. De este modo, la consideración de la etapa en la que se desempeña como oicial en el Ejército real permite restituir las condiciones de emergencia del corpus escogido. La exposición biográica reseñada en este apartado se ajusta a aquellos aspectos necesarios para la interpretación de las series, despojada de la pretensión de abarcar en forma completa la trayectoria del autor. Salvo indicación contraria, la información ofrecida se apoya fundamentalmente en el trabajo de Bohórquez Morán. En 1771, Miranda abandona Caracas, su ciudad natal, y parte rumbo a España con el in de ingresar en el Ejército Real. Una vez en la metrópoli, durante la etapa previa a su efectiva incorporación a la carrera militar, se convierte en un voraz lector de libros prohibidos por la Inquisición. En el inventario realizado por él de los títulos que forman la biblioteca de esos primeros años, se hallan los siguientes libros: Del gobierno y De la naturaleza humana de John Locke, Carta sobre los librepensadores de Anthony Collins, Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, Del espíritu y Del Hombre de Claude Helvetius, Historia ilosóica y política de los establecimientos de comercio de los europeos en las dos Indias del Abate Raynal y entradas inespecíicas en las que

1994, dirigida por Joseina Rodríguez de Alonso. El presente trabajo focaliza el corpus a partir de la consulta y cotejo de ambas ediciones. Los fragmentos citados fueron extraídos de Colombeia, sin embargo el Archivo ha resultado fundamental en el trabajo con las cartas escritas en lenguas extranjeras. Dado que las citas del corpus proceden todas de Colombeia, se indicará en nota al pie una referencia abreviada en la que se consigna el título de esta obra, el tomo y la página correspondiente en que se localiza el pasaje. 237

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

iguran “ensayos de Hume”, “obras de Bolingbroke”, “óptica de Newton”.8 Con estas obras y varias otras9 comienza a forjarse en el pensamiento moderno. La primera etapa de su servicio, que tiene como escenario Madrid, Cádiz y las colonias españolas en África (Melilla), se caracteriza por el marcado intento de hacer carrera sobre la base del mérito y la sistemática postergación en las promociones. Una explicación posible para tal aplazamiento reside en su condición de imputado del Santo Oicio. A través de una inmensa red de espías invisibles, la institución está al tanto de su participación en tertulias con otros oiciales donde se discute sobre libros incluidos en el Índex y se cuestiona la doctrina religiosa.10 Estos años se deinen también por una relación conlictiva con sus superiores, tal como es el caso del conde O’Reilly, inspector del Ejército y Juan de Roca, coronel de su regimiento. Cuando inalmente el proceso inquisitorial arribe a una sentencia de culpabilidad y disponga su arresto, Miranda ya no se encontrará en la península. Sin saber de esto, se ha incorporado a una expedición de apoyo 8 9 10

Colombeia, “Nota de libros que he comprado en Madrid, a saber”, tomo i, 312. La lista es extensa. Sólo se menciona aquí aquellas obras ligadas a la Ilustración. Esta primera biblioteca quedará fuera de su alcance a causa de su exilio. Bohórquez Morán establece que la investigación del Santo Oicio contra Miranda data de 1776 y proviene de una denuncia realizada por el capellán de su propio batallón. Están involucrados también dos de sus amigos: Manuel Villalta y un oicial francés de apellido Mertens. Se sabe que las habitaciones de los oiciales son el punto de reunión de una animada tertulia en la que se discute sobre libros incluidos en el Index y se cuestiona la doctrina religiosa en aspectos tales como la existencia del inierno, del diablo y del pecado. Carmen BohórquEz morán, op. cit. p. 59. Esto puede ejempliicarse con una carta escrita por Mertens desde Cartagena a Miranda en noviembre de 1775 que permite reconstruir el tenor de las conversaciones: “Acaba de caer entre mis manos un pequeño folleto titulado ‘El Evangelio de la Razón o Diálogo entre un monje y un hombre honrado’. Es un texto más impío que las obras de Voltaire: atormenta el Antiguo y Nuevo Testamento, los milagros, etc., de una forma que da lástima. Me han prometido otros bastante curiosos, cuyos títulos tendrá usted, ya que le diré al amigo Fournier me entregue su catálogo y se lo enviaré con todo lo que me parezca ser de su gusto” Colombeia, tomo i, 439. 238

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

a la independencia de Estados Unidos hacia 1780. Si bien el peligro que amenaza su carrera está lejano, pronto un encadenamiento de episodios confusos en los que se ve envuelto sin responsabilidad termina por enfrentarlo con la Corona. Terminada la guerra, Miranda presta de servicio en La Habana bajo las órdenes del único superior que reconoce su mérito, don Juan Manuel de Cagigal. Es su asistente de conianza a quien delega misiones de importancia para el imperio. Esta situación de bienestar se interrumpe desde comienzos de 1782, cuando llegan a Cuba comunicaciones reales que disponen su arresto y envío a Madrid. El primer cargo que se le imputa, lo hace responsable de permitir el acceso de un militar inglés de alto rango a una fortaleza en construcción, cuya gravedad reside en facilitar al enemigo el conocimiento del sistema defensivo de la isla. A los presentes en el lugar de los hechos les consta que Miranda no es el autor de la imprudencia pues se hallaba en el campo visitando una hacienda. No obstante, la versión que circula en la Corte lo señala como el culpable. En tanto se conoce en La Habana el primer cargo, una nueva situación despierta suspicacias que derivan en otra incriminación. Comisionado por Cagigal, Miranda se dirige a Jamaica con la misión oicial de realizar un canje de prisioneros de la reciente guerra. Al ingresar por el puerto a su regreso, es acusado de introducir contrabando. Según explica Bohórquez Morán, la introducción de mercancías es un ardid del que Miranda se sirve, con el aval de Cagigal, para cumplir con la misión extraoicial de comprar dos embarcaciones inglesas, cuya venta a países rivales está vedada. Así, para lograr trasladarlas desde Jamaica recurre a un comerciante inglés quien inge ser su propietario y a cambio se le autoriza traer productos para comerciar. Estalla un conlicto jurisdiccional entre el intendente que detecta la entrada ilícita y Cagigal, quien procura disuadirlo revelándole la misión secreta.11 El escándalo se comunica a la Corte y recae sobre Miranda una nueva imputación. Entre 1782 y 1783 arriban a la isla sucesivos pedidos de arresto para Miranda solicitados por el rey,12 a los que Cagigal no da curso, decidido 11 12

Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 75-80. “Carta muy reservada de José de Gálvez al Gobernador de La Habana, San Lorenzo, noviembre de 1781”. “Carta reservada de Juan Manuel de Cagigal a 239

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

a defender mediante alegatos la inocencia de Miranda.13 La situación se agrava a tal punto que, acusado de cómplice, es destituido de su cargo. Tanto Tomás Polanco Alcántara como Bohórquez Morán suponen que tras la intransigencia de las órdenes emanadas de la Monarquía, se advierte su colaboración con la Inquisición.14 Ante esto, los acusados acuerdan partir rumbo a Madrid a vindicarse ante el trono. Para ello, ambos se dedican a reunir documentación probatoria. En una escala del barco que los transporta a España en el puerto de Matanzas (Cuba), Miranda es puesto en aviso del envío de una partida de hombres para arrestarlo bajo órdenes del nuevo gobernador. Ante estas circunstancias, opta por marcharse a los Estados Unidos y escribe a Cagigal para comunicarle esta decisión. Con la deserción del Ejército, se inicia su viaje como también las series epistolares que aborda este trabajo. Respecto al contexto de esta nueva etapa, es preciso indicar que se abordará a lo largo del análisis de cada circuito comunicativo. Sólo resta indicar que su partida no clausura su enfrentamiento con la Corona. Por el contrario, su recorrido se verá constantemente expuesto a una tenaz persecución.

13

14

José de Gálvez, Habana, marzo de 1782”, “Representación del Gobernador de La Habana en favor de Francisco de Miranda, 1782”, son algunos de los documentos relativos al conlicto que enfrenta a Miranda con la Monarquía. Colombeia, tomo ii, p. 230-239. Polanco Alcántara destaca la defensa de Miranda asumida por Cagigal: “(…) debe apreciarse que fue admirable el apoyo que Cagigal, en esas condiciones y a todo costo, prestó a su subalterno (…)”. Tomás Polanco alcántara, Francisco de Miranda ¿don Juan o don Quijote?, Caracas, Melvin, 1997, p. 32. Por su parte, Bohórquez Morán señala: “La reacción de Cagigal ante estos mandatos reales merece ser destacada, no sólo por el coraje que manifestó al protestar esas órdenes que consideraba totalmente injustas, sino también por su lealtad sin límites hacia Miranda. Fue realmente gracias a la actitud irme de Cagigal que Miranda pudo escapar a la suerte que amenazaba sus proyectos y su vida misma. Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 79. Tomás Polanco alcántara op. cit., p. 30. Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 83. 240

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

La correspondencia entre Miranda y su “benefactor” Juan manuel de Cagigal La serie epistolar cruzada entre Miranda y Cagigal seleccionada para el presente estudio corresponde al período 1783-1785 y consta de siete cartas personales, a las que se agrega una perteneciente a la categoría “de oicio”. 15 Cronológicamente, la serie se inicia con esta última, fechada el mismo día –16 de abril de 1783– que otra denominada por Miranda “conidencial”16 con las que se dirige a Cagigal, en un caso como superior jerárquico dentro del Ejército y en el otro como “amigo”, para comunicar un grave asunto: su decisión de dirigirse a los Estados Unidos y con ello evitar su captura. Siguiendo los señalamientos de Bohórquez Morán respecto de las signiicativas rupturas que signan la trayectoria del autor, es posible considerar esas epístolas iniciales – la carta de oicio y la conidencial− como la instancia de fundación y concreción de un viraje fundamental dentro de su proceso vital e ideológico: su pasaje de oicial al servicio de la Corona a viajero ilustrado. En este sentido, es preciso reivindicar el valor que ambas entrañan dentro de la trayectoria y escritura mirandina en tanto constituyen la primera manifestación de la conciencia de su crisis con el orden sociopolítico español, expresada en la adopción de su posicionamiento como viajero, esto es, situado fuera de dicho ámbito. Por otra parte, ellas resultan ineludibles para desentrañar los factores entramados en la formulación de su rompimiento inicial con el mundo tradicional y relexionar respecto de ¿en qué términos se plantea la ruptura/deserción?, ¿sobre qué argumentos se funda?, ¿es categórica?, ¿qué grado de convicción porta? Dada su relevancia, el presente apartado aborda una interpretación particularizada de cada una de ellas. El resto de las epístolas intercambiadas por los corresponsales dentro de la situación descripta está compuesto por la respuesta de Cagigal y tres breves esquelas cruzadas entre ambos antes de separarse deinitivamente. A ellas se suman dos cartas escritas por Miranda en los años siguientes, bajo las nuevas condiciones surgidas durante el curso de su itinerario. 15

16

Las fechas exactas de las cartas de la serie serán indicadas durante el desarrollo del análisis a in de reconstruir, en función de sus contenidos, la sucesión cronológica entre ellas. Las categorías “de oicio” y “conidencial” son denominaciones utilizadas por el propio Miranda. 241

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

La carta “de oicio” Carta “de oicio” y carta “conidencial” se producen en una misma situación, deinida por la persecución desatada en el puerto de Matanzas durante la escala del barco que conduce a los corresponsales a Madrid, antes reseñada. A pesar de estar fechada el mismo día que la carta “conidencial”, es posible suponer que Miranda escribió, en primer lugar, la carta “de oicio” pues ésta aparece aludida en la apertura de aquélla.17 Cabe deducir que siente la necesidad de fundamentar sus actos ante Cagigal en su calidad de superior, antes de pasar a un tratamiento de mayor conianza con él, propio de la segunda. Si bien la carta “de oicio” consiste en una comunicación elevada a una autoridad para tramitar un asunto y se rige por el empleo de fórmulas de tratamiento que evidencian un vínculo jerárquico,18 se observa en varios pasajes de este escrito atisbos del lazo de amistad existente entre los interlocutores, como también manifestaciones de su estado emocional, debidos a la índole del tema tratado. A través de este tipo epistolar, Miranda expone de manera formal a Cagigal su decisión de desvincularse del proyecto, concebido por ambos, de restablecer su honor ante la Corte dada la necesidad de evitar el nuevo intento de captura del que es objeto. A cambio de esto, le anuncia su voluntad de buscar refugio en los Estados Unidos. Esta epístola podría ser deinida como una ardua justiicación desplegada en dos direcciones. Por un lado, el esfuerzo argumentativo está destinado a persuadir al interlocutor respecto de la validez de las previsiones adoptadas. Por otro, parece dirigido también a su propio autor, quien inmerso en una situación límite, procura explicarse a sí mismo el conlicto que lo enfrenta a la Monarquía. Un elemento de juicio, al que Miranda recurre para esclarecer el presente riesgoso que transita, está dado por la revisión de su carrera en el Ejército cuyo desarrollo, diseminado en diferentes pasajes, constituye un eje vertebrador del discurso. Su tratamiento está presente en la evocación de los agravios recibidos y el consecuente menoscabo de su honor, como también en la explicitación de los principios sobre los que sustenta su 17

18

En el comienzo de la carta “conidencial”, Miranda expresa: “Por carta de oicio que con esta fecha escribo a V., habrá visto mi resolución de pasar al Norte de América y los motivos que me han movido a ello”. Colombeia, tomo ii, p. 422. En el encabezamiento de esta epístola, Miranda se dirige a Cagigal como “Muy señor mío y de mi mayor veneración”. Colombeia, tomo ii, p. 418. 242

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

ejercicio de la profesión. No puede dejar de subrayarse que tal disposición a evaluar su trayectoria involucra componentes corrosivos en tanto implica la maduración de una conciencia relexiva respecto de los condicionamientos del medio social a los que está supeditado. Tras comentar el nuevo episodio de persecución del que es objeto,19 Miranda cae en un estado de exaltación. Vehemente, parece pensar en voz alta, realizando rápidas asociaciones que, expuestas a su interlocutor, dejan entrever el vínculo de conianza que lo une a Cagigal. A través de su análisis relaciona el actual asedio con el clima de intriga padecido durante su servicio en La Habana, origen de su desavenencia con la Corona: “(…) combinando todos estos antecedentes con las ocurrencias anteriores (…) No me quedó ya la menor duda de que el golpe venía dirigido con toda malicia, por la misma mano que disparó hace un año otro igual (…) fundado en la más (…) atroz calumnia que pudo levantarse, para denigrar mi honor y zaherir el de V.E”20.

En el examen de los conlictos recientes, Miranda reconstruye un ambiente conspirativo en el que facciones hostiles a su persona obran por rivalidad o “emulación”.21 Desde su perspectiva, faltos de pruebas, sus adversarios crean infamias referidas a su comportamiento para contrarrestar 19

20

21

La epístola parte de la narración del suceso de persecución: “(…) anteayer se apareció en la casa donde asistía, un ayudante del señor Gobernador y Capitán General de esta Isla, inquiriendo por mi persona que justamente estaba fuera de casa; y se fue ofreciendo volver luego. Poco después, y antes de llegar yo a ella, supe conidencialmente que de positivo se había dado orden para arrestarme, privado de toda comunicación por escrito o de palabra, y que esto dimanaba de pliegos que la noche anterior habían llegado en un correo del Guárico o España”. Colombeia, tomo ii, p. 418. Colombeia, tomo ii, p. 419. Como se advierte, la interpretación dada por Miranda no atribuye directamente a la Monarquía una intención en su contra. Al respecto, parece más bien creer que la incriminación ejecutada por parte del poder real se origina en las fabulaciones entretejidas por facciones opuestas a la suya y de gran inluencia en la Corte. Esta lectura de la situación realizada por el propio protagonista no coincide con los datos aportados por Bohórquez Morán y Polanco Alcántara, antes comentadas, pues ambos suponen una alianza entre la Inquisición y la Corona para atraparlo. Siguiendo al Diccionario de las Autoridades, la emulación se deine como “maligna envidia”. 243

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

las cualidades personales que posee, verdadero blanco de los ataques que recibe. Cabe, asimismo, observar tras la evocación de estos sucesos ya conocidos por Cagigal, el intento por parte del autor de reforzar la adhesión y la comprensión de su destinatario de los fundamentos que justiican la suspensión del proyecto de vindicación en la Corte. La caracterización del adversario, que pone en relieve su ensañamiento, semejante a una fuerza ciega, arrolladora, resulta en este sentido persuasiva: Hízose ver entonces, con pruebas incontestables (…) (ni aun los niños por mi fortuna ignoraban en esa ciudad la impostura) ser falsa la acusación, manifestando (…) ejecutor de la acción imputada Montesinos; pero lejos de ruborizarse de su ligereza (…) se arrojan a repetir el golpe insidiosamente (…) ¡Efectos muy propios de la altivez y ciega emulación que les anima! ¡No es el delincuente a quien buscan, sino mi persona; sea más inocente y pura que Sócrates!22.

La comparación con el ilósofo griego le permite plantear su trayectoria como la de una igura respetable, juiciosa, de provecho para la sociedad, caída en desagracia por la acción de hombres que, recelosos de su prestigio, proceden a destruirlo física y moralmente sin razones válidas. En efecto, Miranda se describe como un oicial abnegado, leal a la Corona, dispuesto a instruirse para alcanzar un desempeño óptimo en su profesión y ser aún más útil al reino: “V.E. por larga experiencia, sabe con cuánto amor y celo he servido a Su Majestad y a mi patria, sin perdonar fatiga, gastos ni desvelos en adquirir cuantos conocimientos he creído conducentes”23. Con el propósito de convencer a Cagigal de la percepción negativa respecto de su caso y de la conveniencia de su huida, Miranda inscribe la problemática que afronta dentro de un cuadro general en el que adquiere mayores proporciones. Aporta, en este punto, antecedentes relativos a súbditos condenados injustamente que le permiten demostrar la forma despótica con la que, según su punto de vista, se administra justicia en el mundo hispánico pues se trata de “casi iguales ejemplos ocurridos con 22

23

Colombeia, tomo ii, p. 419. Miranda hace referencia aquí al caso del militar inglés que fue imprudentemente conducido en un paseo a una fortiicación de La Habana. El verdadero responsable es Joseph Montesinos. Antes de partir a Madrid ha recogido declaraciones de testigos directos del incidente en las que consta la responsabilidad de este oicial. Ibidem, p. 420. 244

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

sujetos del primer carácter en la Monarquía, que acaban de suceder y están sucediendo cada día”.24 Incluso, adjunta a su carta documentación probatoria de tales hechos.25 En la noticia de otros casos, Miranda da muestras de haber alcanzado un distanciamiento crítico agudo respecto de la realidad en la que está inmerso. Es preciso destacar el hábil desempeño retórico evidenciado por Miranda en la composición de esta epístola, cuya organización discursiva consta de momentos de dramatismo, que no sólo corresponden al estado emocional de su autor sino también operan para inluir sobre el destinatario. Tras la analogía entre su situación y el destino de Sócrates su escritura alcanza un punto culminante que le permite predisponer a Cagigal para el anuncio de su decisión: “resolví sustraerme de tal autoridad, dirigiendo mi viaje hacia Europa por las provincias anglo-americanas del Norte”.26 El absoluto dominio sobre su enunciado vuelve a manifestarse una vez más, cuando, luego de revelar la resolución adoptada, atenúa su impacto con una promesa: (…) escribiré a Su Majestad (…) suplicándole humildemente, se digne concederme su salvoconducto para poder, sin ofrecerme víctima al poder de mis tiránicos enemigos, pasar a España a vindicar mi honor, en un consejo de guerra de hombres imparciales, exigiendo allí reparación formal de mis agravios27.

Pese a comprometerse ante Cagigal a solicitar una instancia conciliadora en la Corte, en el texto se ha sembrado ya semillas disolventes. La revisión de su carrera y el distanciamiento crítico respecto de la mediación de la justicia real, dan cuenta de la predisposición presente en Miranda a la ruptura de su vínculo con la Monarquía debido a una evidente erosión de su lugar de súbdito: (…) sólo en el duro caso de negárseme el ser oído y juzgado por tribunal competente, como cualquier vasallo lo tiene de derecho, 24 25

26 27

Colombeia, tomo ii, p. 420. “El adjunto documento de lo ocurrido en el reino de Nueva España el año de 70, con don Miguel de Azanza y sus inculpados compañeros, es prueba irrefragable de mis fundados recelos” Colombeia, tomo ii, p. 420. Ibidem, p. 419. Ibidem, p. 419-420 245

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

miraría con otro semblante los intereses de aquella patria y Soberano por quienes tantas veces he ofrecido mis trabajos, mis bienes y mi vida28.

Ante un potencial exceso de poder que anule sus derechos, Miranda avizora el rompimiento de su adhesión a la autoridad real. Resulta llamativo el empleo de un lenguaje político tradicional en la formulación de su planteamiento pues, como ya se indicó, se trata de un lector versado en las nuevas doctrinas políticas. La desvinculación del monarca aparece impregnada de elementos pactistas al referirse a sí en términos de “vasallo” y concebir la relación con el rey sobre la base de deberes y derechos recíprocos.29 La incongruencia creada por la apelación al imaginario propio del Antiguo Régimen por parte de quien ha sido deinido como igura adscripta a las elites modernas y como admiradora del liberalismo inglés, podría explicarse dentro de su movimiento de “adecuación estratégica al destinatario”. En efecto, no cabe descartar que Miranda haya juzgado conveniente, ante un interlocutor de las características de Cagigal, preocupado por restituir el honor de ambos en España, adaptar su discurso y, por lo tanto, circunscribirse dentro de los parámetros del registro tradicional. Otras fuerzas constrictivas que operan como limitaciones de su decir provienen tanto de la circunstancia misma en que se encuentra como del género discursivo de la carta de oicio. A la luz de las acusaciones que pesan sobre sí, es dado pensar que el autor haya advertido la inconveniencia de plasmar las ideas políticas cultivadas por aquel entonces.

28 29

Ibidem, p. 421 François Xavier guErra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 72-73. Para Guerra, las teorías pactistas fundan la potestad del soberano en un pacto entre éste y el reino basado en “derechos y deberes recíprocos que ambas partes deben respetar”. En esta doctrina de corte feudal la autoridad real está limitada no sólo “por la ley de Dios (…) sino también por las leyes fundamentales del reino y por los derechos propios de cada categoría de vasallos, (…) como contrapartida de la fe jurada al rey”. Sustentado en una relación bilateral de mutuo compromiso, el pactismo prevé la posibilidad de disolución del lazo político de idelidad hacia el soberano en casos de incumplimiento de las prerrogativas reconocidas a sus súbditos. 246

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

La carta “conidencial” La carta que Miranda denomina “conidencial” tiene como punto de partida el mensaje comunicado por medio de la carta “de oicio”.30 Sin embargo, el análisis demostrará que ella presenta notorias diferencias respecto de lo enunciado con anterioridad. En efecto, ambas diieren en el tratamiento de los temas principales, en el posicionamiento asumido por el autor, en la faceta del yo expuesta y en su tono. En pocos trazos, Miranda retoma, al inicio de la epístola, el tema del conlicto con la Monarquía. Podría airmarse que el abordaje está marcado por el pragmatismo dado que sólo se ocupa de dar recomendaciones a su interlocutor acerca de la conducción del asunto.31 Se ocupa, asimismo, de tranquilizarlo, reiterándole el compromiso asumido: “Unido siempre al partido en todas estas emergencias, por elección y por justicia, seguiré constante hasta el in y como he dicho a V., esperaré su aviso en Filadelia”32. Luego, de manera apresurada, cierra el asunto con un augurio tranquilizador: “no perdonando V. diligencia para el acertado manejo del negocio, tendré cuanto antes esta noticia, con todo el buen éxito que es de esperarse”.33 Si se toma en cuenta la desconianza respecto de una resolución favorable de su caso, expresada en la carta de oicio, se reconoce en estas palabras inales un cumplido antes que una certeza. Es probable que el buen pronóstico sólo forme parte de una estrategia persuasiva, utilizada para infundir ánimo 30

31

32 33

“Por carta de oicio que con esta fecha escribo a v., habrá visto mi resolución de pasar al Norte de América y los motivos que me han movido a ello”. Colombeia, tomo ii, p. 422. Puede advertirse en la presencia de estas recomendaciones el vínculo de conianza existente entre ambos corresponsales. Mientras en el marco del “oicio” Miranda se limita a fundamentar su decisión, en este contexto comunicativo, deinido por un contacto entre pares, es él quien delega: “Ahora me resta prevenirle, que siendo los designios de nuestros contrarios tan maniiestamente depravados, no es regular desistan del empeño (…); y así es indispensable, que sin pérdida de tiempo, informe V.E. a la Corte para que con esta prevención, aguarden a lo menos por lo que yo escriba. Colombeia, tomo ii, p. 422. Ibidem, p. 422. Idem. 247

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

a quien asume la tarea de reivindicar su causa ante el soberano. Terminado este asunto sin mayores consideraciones, el autor da curso a un nuevo tema: el viaje, donde se localiza el meollo de esta epístola. El periplo se justiica desde motivaciones personales que, producidas por un sujeto en posesión de su destino, eclipsan esa visión del exilio como un acto signado por la obligatoriedad de una emigración dolorosa. Así, mientras en la carta “de oicio” plantea una partida con el in de resguardar sus derechos ante un posible arresto ilegítimo, en la epístola personal el autor presenta dicho acto en términos de viaje y lo inscribe dentro de un proyecto personal visualizado como instancia formativa: Sin embargo, para que V. proceda con todo el conocimiento que es indispensable en los asuntos, (…) le diré que la [idea] mía, en dirigirme a los Estados Unidos de América, no sólo fue por sustraerme a la tropelía que conmigo se intentó, sino para dar al mismo tiempo principio a mis viajes en países extranjeros, que sabe V. fue siempre mi intención concluida la guerra; con este propio designio he cultivado de antemano con esmero los principales idiomas de Europa que fueron la profesión en que desde mis tiernos años, me colocó la suerte y mi nacimiento. Todos estos principios (que aún no son otra cosa), toda esta simiente que con no pequeño afán y gastos se ha estado sembrando en mi entendimiento por espacio de treinta años que tengo de edad, quedaría sin fruto ni provecho, por falta de cultura a tiempo. La experiencia y conocimiento que el hombre adquiere, visitando y examinando personalmente con inteligencia prolija en el gran libro del universo; las sociedades más sabias y virtuosas que lo componen; sus leyes, gobierno, agricultura, policía, comercio, arte militar, navegación, ciencias, artes, etc. es lo que únicamente puede sazonar el fruto y completar en algún modo la obra magna de formar un hombre sólido y de provecho!34.

En la concepción del viaje que Miranda ostenta, subyace un conjunto de ideas modernas ilustradas. La práctica es apreciada en esta época por su “valor pedagógico”35 en tanto promueve un tipo de aprendizaje obtenido a partir de la “experiencia” o contacto directo con la realidad, acorde a la 34 35

Ibidem, p. 423. Marcelo figuEroa, “Viajes y viajeros”, en Enriqueta BEzián (compilador) Diccionario histórico conceptual del Antiguo Régimen. Una selección de estudios culturales. tomo i, 2004, pp. 328-332. 329. 248

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

tendencia empirista vigente en el siglo xviii. La importancia de la coexistencia del observador con los fenómenos se sintetiza en una expresión típica de la época, “el gran libro del universo”, que condensa el intento de algunos autores –entre ellos el preilustrado Locke– de poner límites a la especulación racional, propia del cartesianismo.36 Ligado a la noción de “investigar”, el viaje es también, según los diccionarios del siglo, un “trabajo”37. A partir de este modo de concebir el desplazamiento, es posible reconstruir la imagen de sí que Miranda desliza en esta epístola. Adopta la posición de un sujeto cognoscente que atiende a la necesidad de formarse “examinando personalmente” con “inteligencia” las diversas materias que suscitan su interés. Observación directa y ejercicio de la propia capacidad intelectual son los pasos de un aprendizaje autónomo, sustentado en el criterio individual, por encima de las autoridades que hegemonizan el saber (la Iglesia y sus dogmas, la ilosofía escolástica). Es posible, asimismo, vincular los fundamentos expuestos con las lecturas realizadas secretamente durante la carrera militar. Por ejemplo, está registrada en su inventario de libros dejados en Madrid la Carta sobre los librepensadores de Collins que resalta la importancia del procesamiento racional de la evidencia empírica por encima de lo transmitido por la tradición.38 La presencia de 36

37

38

Bohórquez Morán contextualiza ilosóicamente la acepción “el libro del universo”: “[Miranda] Sabe que Locke y después de él, otros empiristas, habían puesto en entredicho la hegemonía de la razón como fundamento del entendimiento humano; teoría que, a su vez, Descartes había impuesto en la primera mitad del siglo precedente. Por ello, aun cuando se admite que es la razón la que permite establecer los principios últimos de las ciencias (…) se airma, complementariamente, que sólo la experiencia puede aportar los contenidos sobre los cuales esos principios serán aplicados. Sin la experiencia no tendríamos más que un conocimiento vacío, esto es, inútil, y la adquisición de esta experiencia sólo se logra a partir de la interacción entre el sujeto y el mundo exterior (…) El universo se convierte, en consecuencia, en el nuevo y más importante de los libros a estudiar”. Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 95 Marcelo figuEroa, op. cit., p 329. Nótese que “travail”, que signiica “trabajo” en francés, mantiene su raíz en el vocablo inglés “travel” cuya acepción es viaje. Armando PlEBE, Qué es verdaderamente la Ilustración, Madrid, Doncel, 1971. Plebe sostiene que en el concepto de free-thinkers está presente la idea de autonomía 249

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

todos estos sustratos permite airmar que, en efecto, Miranda entiende su periplo en términos de trabajo, se dispone a asumir su viaje como una auténtica labor39 y por lo tanto, planea dedicarse a ella, según expresa en otra parte de la epístola, “cuatro años”. Al dar primacía al viaje como forma de conocimiento, indispensable para dar consistencia a los “principios” procedentes de la instrucción y la lectura, el yo exhibe un gesto de emancipación respecto de los saberes heredados que, no obstante, aparece algo atenuado en el empleo del término “completar”.40 El matiz introducido por esta palabra resulta curioso en un autor como Miranda, de quien consta su temprano distanciamiento crítico respecto de la cultura española y podría interpretarse como parte de su estrategia de adecuación al destinatario. Probablemente, Miranda preiera no manifestar a Cagigal su menosprecio hacia la vida intelectual hispánica, limitada por dogmas religiosos a los que ya no adhiere. Al respecto, debe recordarse que el proceso inquisitorial implica su distanciamiento de los valores del catolicismo, imperantes en el dominio del pensamiento en dicha área cultural41.

39

40 41

de pensar sin intervención de las autoridades. Aunque producido un año más tarde que la epístola mirandina, el artículo de Kant “Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?” (1784) puede ser puesto en diálogo con ella. En dicho trabajo el ilósofo deine el movimiento intelectual originado desde principios del siglo xviii bajo la sentencia “sapere aude” (atrévete a conocer). Invita a los hombres de su tiempo a servirse de su “propio entendimiento” al margen del tutelaje ejercido por las autoridades, ya sea bajo la forma de libros, de maestros o de dogmas. De este modo es posible el ingreso de la humanidad en la “mayoría de edad”. Immanuel kant, “Respuesta a la pregunta qué es la Ilustración” en Emilio Estiu, (compilador), Filosofía de la historia, Buenos Aires, Nova, 1964. A través de la lectura del voluminoso diario mirandino podría airmarse que la ininidad de días consignados en la escritura cotidiana de su prolongado viaje permite reconstruir un modo de vivir dedicado a observar incesantemente diversas manifestaciones de la realidad. El comentario de acciones iterativas evidencia la aplicación y disciplina con que el viajero asume la inalidad formativa asignada a su travesía. Según se verá más adelante, en otras series epistolares Miranda caracterizará los saberes adquiridos en el mundo español como “prejuicios” e “ignorancia”. José Carlos chiaramontE, La crítica ilustrada de la realidad, Buenos Aires, cEal, 250

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

El cierre de la carta vuelve sobre el tema del honor: “Finalmente, en manos de V. quedan mi honor, mi suerte y mi idelidad futura; ningunas más sagradas y más propias para el depósito que las de mi mejor amigo!”.42 En sus palabras se percibe cierto desprendimiento respecto del problema. El honor, cuya defensa es indelegable y, por lo tanto, absolutamente personal queda a cargo de un tercero. A diferencia de lo que Halperin Donghi destaca en relación con la igura de Fray Servando, quien identiica su honor con “su vida misma” y se lanza a una “desesperada lucha por defenderlo”,43 la actitud adoptada por Miranda parece desatender el asunto. Esta posición quizá se vincule con el cuestionamiento de este valor realizado en la carta de oicio como también guarde relación con sus lecturas de Montesquieu.

Las demás epístolas de la serie La serie se completa con la respuesta de Cagigal a las epístolas arriba analizadas, tres esquelas intercambiadas dentro del ya descripto contexto de persecución en el puerto de Matanzas, y otras dos cartas escritas por Miranda una vez iniciado el viaje, una fechada en Filadelia el 11 de enero de 1784 y la otra en Londres el 20 de abril de 178544.

42 43

44

1982, p. 141. El historiador advierte que una particularidad del área cultural hispánica es el mayor arraigo de las fuerzas político culturales antagónicas a la Ilustración constituidas por tres barreras tradicionales: “los dogmas de la Iglesia Católica, la ilosofía escolástica a ellos ligada y la idelidad política a las monarquías”. Colombeia, tomo ii, 423. Tulio halPErin dongui, “El letrado como inventor de mitos revolucionarios. Fray Servando Teresa de Mier a través de sus escritos autobiográicos”, en Sergio Bagú y otros, De historia e historiadores: homenaje a José Luis Romero, México, Siglo xxi, 1982, p. 123 La epístola con la que Cagigal responde a la carta de “oficio” y a la “conidencial”, datada el 18 de mayo de 1783, reviste interés en la medida en que permite evaluar la efectividad de la persuasión ejercida por Miranda. En efecto, el general ratiica los argumentos expuestos por él en torno a la emulación y se compromete a asumir la defensa de ambos. Por otra parte, la afectividad es un componente decisivo en el tratamiento del oicial indiano, el lazo hacia su corresponsal aparece deinido como “cariño paternal” Colombeia, tomo ii, 251

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

La primera de las cartas forjadas durante el desarrollo del viaje, está fechada en Filadelia el 11 de enero de 1784. Conciente de las expectativas de su receptor, Miranda comienza su epístola dando muestras de idelidad al compromiso contraído mediante el anuncio del envío de una Representación al Rey. Luego se explaya en el desarrollo de los pesares ocasionados por la situación en que se encuentra. La igura de Cagigal, como interlocutor de conianza y testigo de sus actos, propicia la confesión. Le comenta entonces que, hospedado gracias a la carta de recomendación brindada por él en casa de Francisco Rendón, delegado español en Estados Unidos, llegan a la ciudad noticias que lo presentan como desertor. Comparte con su interlocutor el sufrimiento por el desprestigio experimentado ante el círculo de iguras notables del lugar, al que fue introducido. Se plantea otra vez el tema del honor, marcado por las tensiones propias de una nueva situación. Si bien su viaje implica la resignación del restablecimiento de su honra en el ámbito español, maniiesta su amargura por la opinión que de él pueda formarse el nuevo público de ciudadanos norteamericanos.45 Puede observarse la primacía otorgada al grupo de pares con los que debate por encima del lugar de la autoridad real. La carta que cierra esta serie fechada en Londres el 20 de abril de 1785, expone ya las marcas del curso vital de cada uno de los corresponsales. En la apertura, Miranda interroga a su interlocutor por la falta de respuesta a sus epístolas. Cree que la incomunicación se debe a la infortunada suerte de sus envíos anteriores. La inquietud, atribuida a la falta de respuesta a las cartas enviadas parece tener como trasfondo una preocupación más alarmante acerca del destino afrontado por Cagigal:

45

p. 449. Si bien se muestra comprensivo, no deja de reforzar con apelaciones el nuevo acuerdo entre ambos, intenta con ello aianzar la pertenencia de Miranda al mundo hispánico: “ínterin yo le aviso desde Madrid las resultas de estos particulares, Vmd. no ha de tomar partido ni variar sus promesas en un punto” (Colombeia, tomo ii, p. 449). (…) y véame usted aquí en la más desagradable circunstancia que un hombre de vergüenza pueda hallarse jamás, pues si trato de vindicarme, es rompiendo el secreto que a V. tengo prometido bajo mi honor, ínterin que reciba avisos de la Corte, y si callo allá va mi estimación y mi honra entre estas gentes que me conocen y han distinguido particularmente (…) ¡Terrible dilema por cierto, para un hombre acostumbrado a mirar siempre con delicadeza por su honor!”... Colombeia, tomo iii, p. 113. 252

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

¿Qué es de la vida de V.? ¿Dónde para ahora su persona? ¿Qué ocurrencias ha habido por allá desde nuestra separación? En in, ¿qué ha pensado V. de mí y que cartas mías ha recibido desde entonces? Ni una letra de V. siquiera ha llegado a mis manos en todo este dilatado tiempo; esta circunstancia me hace temer desgraciada suerte a las que llevo escritas a V.46

La ausencia de respuesta de Cagigal se debe a que ha caído en cautiverio sin oportunidad de efectuar la reivindicación. Un contrapunto entre la carta de “oicio” y la carta “conidencial” permite apreciar la diferente trabazón entre los dos temas principales: el conlicto con la Corona y sus viajes. Centrada en el análisis de la situación experimentada, la carta “de oicio” describe una estructura caracterizada por la arbitrariedad, y presenta la fuga a los Estados Unidos como única salida posible. Por su parte, suponiendo los motivos planteados en la comunicación formal, la epístola “conidencial” despliega las razones personales ligadas a la partida. En este contexto, se hace clara referencia a sus viajes como proyecto personal, forjado ante la situación crítica en que se encuentra. Mientras la primera carta, focalizada en el conlicto, está teñida por una atmósfera sombría y opresiva, la segunda produce la sensación de liberación, impulso y vitalidad pues trata de un nuevo emprendimiento planeado por su autor. Vinculadas también a los tipos epistolares, dichas versiones exponen distintas facetas del yo. Las imágenes de sí construidas en una y otra epístola varían también notablemente. Reiriéndose a la carta “conidencial”, Bohórquez Morán señala: “es evidente que quien habla no es más el vasallo agraviado, sino el hombre ilustrado que ha venido forjándose a escondidas a través de la lectura de los principales representantes de la Modernidad”47. Miranda se representa en estas cartas desde imaginarios antagónicos: Antiguo Régimen y Modernidad. Tal como se ha indicado, en el oicio se caracteriza como un súbdito en ejercicio de sus fueros ante el abuso de su rey, perilándose así dentro del mundo tradicional. Al contrario, en la carta privada se autoigura con rasgos modernos, tales como el de sujeto cognoscente y autónomo, capaz de fundar una nueva identidad para 46 47

Colombeia, tomo ii, p. 432. Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 94. 253

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

sí: la de viajero. Podría verse en la ambivalencia entre exilio-resguardo de derechos individuales/viaje-proyecto personal, las propias tensiones por las que atraviesa su experiencia de ruptura. Sin embargo, más allá de los diferentes emplazamientos ideológicos (pactismo e individualismo moderno) no debe perderse de vista que ambas cartas operan una emancipación. En el primer caso, respecto de la autoridad real; en el segundo, respecto de las diferentes formas de autoridad en materia de conocimiento. Puede decirse, así, que dichas cartas ocupan un lugar inaugural. Se reconoce ya en ellas la función estratégica asignada por Miranda a su correspondencia: resguardar sus derechos y posibilitar la concreción del proyecto de viajar. Producidas durante el momento culminante de su crisis con el orden político hispánico, estas cartas le sirven para obtener de Cagigal el respaldo frente a la decisión planteada, su defensa ante el rey e, incluso, recomendaciones para su itinerario. En este sentido, el esfuerzo de persuasión dirigido a él parece resultar fundamental para reforzar la convicción respecto de su inocencia.

La serie de cartas cruzadas entre Miranda y los representantes de España en el extranjero Este apartado tiene por objeto examinar el intercambio epistolar sostenido entre Miranda y tres corresponsales, cuyo punto en común está dado por el hecho de que son funcionarios de la Monarquía hispánica. Se trata de las iguras de Francisco Rendón, Bernardo Del Campo y Pedro Macanaz, quienes se desempeñan como plenipotenciarios en Estados Unidos, Inglaterra y Rusia respectivamente. El autor se vincula con ellos durante los años dedicados al viaje. Dado que el contacto con los embajadores surge a lo largo de los sucesivos tramos del itinerario recorrido por Miranda, la primera de las series epistolares tiene como interlocutor a Rendón y se compone de cinco cartas escritas entre 1784 y 1785. La segunda, establecida con Del Campo, consta de dos esquelas y una carta, fechadas en 1785, y la tercera, en la que interviene Macanaz, la integran dos esquelas producidas en 1787. Tal como el análisis intentará demostrar, las series abordadas en este 254

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

apartado presentan un conjunto de rasgos particularizadores que pueden ser explicados a partir de los roles sociales ocupados por los participantes en la interacción. En efecto, el vínculo con los representantes hispánicos constituye una nueva instancia del conlicto entre Miranda y la Corona española. Bajo diferentes formas de intervención, ellos enfrentan al viajero con las críticas circunstancias de su partida. La situación, conocida por los interlocutores, opera como una fuerza constrictiva del discurso y condiciona el tratamiento de los temas y las imágenes de sí que proyecta Miranda. Se advierte en la escritura los signos de una mutua desconianza. Es preciso indicar que la lectura interpretativa aquí propuesta se apoya en la consulta de una fuente complementaria de cartas que tiene por interlocutores a los citados delegados españoles y al Conde Floridablanca, ministro de la Corte en Madrid, compiladas por Ángel Grisanti.48 La consideración de este corpus resulta fundamental para desentrañar con rigor los sentidos de las epístolas pues a la luz de este intercambio oicial, que se desenvuelve en forma paralela y trata sobre la necesidad de investigar y capturar a Miranda, ha sido posible identiicar las simulaciones a las que recurren dichos funcionarios para dirigirse a él, a quien conciben como un enemigo del reino. Se revela, entonces, su carácter de espías.

miranda y Rendón El intercambio epistolar entre Miranda y Rendón se inicia con motivo de la obligada partida del viajero de Filadelia, debido a la circulación de noticias que lo señalan como desertor y contrabandista. El rumor afecta también al diplomático quien ha sido su introductor entre las iguras notables de la capital, e incluso lo recibió en su propia residencia. Un rasgo saliente de esta primera comunicación entre ambos es la presencia de silencios que remiten a sobreentendidos y evidencian la tensión del momento. La primera carta, fechada 13 de enero de 1784, pertenece a Miranda y comienza con una frase que alude a una conversación previa con el interlocutor en la que ambos acuerdan la conveniencia de su partida: “Por las razones que 48

Ángel grisanti, Miranda juzgado por los funcionarios españoles de su tiempo. Los orígenes de la independencia americana según los documentos inéditos que no iguran en el Archivo del General Miranda, Caracas, Jesús Grisanti, 1954. 255

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

Vm. me tiene comunicadas y las que yo maniiesto (…) resuelvo pasar a Nueva York”. Se visualiza la situación incómoda que atraviesa el anitrión a causa de su huésped. En sintonía con este estado de cosas, la imagen de sí que plasma el viajero está ligada a los sentimientos de preocupación ante la molestia ocasionada al delegado. Pese a ello, Miranda requiere un último favor: el préstamo de dinero para abandonar la ciudad49. Rendón, a su vez, inaugura la característica participación de los representantes españoles en dos circuitos comunicativos. Por un lado, envía un informe sobre el suceso al ministro de Indias, José de Gálvez, para evitar verse involucrado como cómplice en el proceso de Miranda. Teme que la hospitalidad proporcionada le traiga consecuencias en su carrera y le preocupa asimismo su reputación ante las élites del círculo diplomático de Filadelia.50 Por otro, responde la carta de Miranda con muestras de buena disposición y estima que, según permiten entrever las epístolas posteriores, posiblemente esté basada en la conidencia hecha por Miranda respecto 49

50

“Con este motivo y hallarme en el día sin caudales suicientes, he de merecer a V. me franquee la cantidad de 600 pesos que libraré en Europa sobre la recomendación que entregué a V. Dispense V. este nuevo enfado”. Colombeia, tomo ii, p. 115. Carta de Rendón a Gálvez, Filadelia, s/f: “Hace un mes que se me presentó en esta el Teniente Coronel del Egército Dn. Francisco de Miranda, diciéndome era Ayudante de Campo del Exmo, Sr, Dn, Juan Manuel de Cagigal, y que haviéndose inalizado la guerra havia pasado con permiso a pasear estas provincias, (…) Coniado que aquella fuese la verdad, y que ninguna otra causa le huviese estimulado que la de la curiosidad de viajante, le admití en mi propia casa, e introduge como exigía un oicial de su Grado a los Señores Ministros Plenipotenciarios de Francia, y Holanda, Superintendente de Finanzas, y otras casas respetables de mi conocimiento (…) La estrecha comunicación que los habitantes de esta plaza han tenido durante la guerra con la Habana, facilitó a muchos el conocimiento de los crímenes de dicho Miranda y publicaron ser desertor del servicio de…(roto)…lo cual, habiendo llegado a mi noticia, y a la del Cavallero de la Luzerne consultamos, y resolvimos de acuerdo, el que yo le digese se ausentase de esta plaza por no parecer decente que sugeto de su critica situación, fugitivo de aquel servicio, rresidiese a la presencia de los Ministros de S. M. y que ninguno de aquellos sugetos a quienes estaba introducido, le visitarían más, si no daba prueba justiicativas de lo contrario” grisanti, op. cit., p. 43. 256

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

de su caso y en el desconocimiento del punto de vista y de las intenciones de la Corte51. La carta que plasma con mayor claridad los trazos especíicos que deinen la actitud discursiva de Miranda en esta serie epistolar es la que le remite desde Londres, el 20 de junio de 1785. La existencia de aquel suceso incómodo que origina el intercambio epistolar, pauta como exigencia el tratamiento del tema de su conlicto con la Corona y del honor. Podría airmarse que la tensión de las cartas anteriores, signadas por la apelación al sobreentendido, se ha suavizado y se aianza cierta empatía entre los corresponsales. Considerado respecto al interés del interlocutor, Miranda se aplica a “darle aviso de las transacciones políticas, según lo prometido”52 mediante el envío de documentación relativa a su caso. Con ello, procura reparar en forma retroactiva el incidente deshonroso ante quien se ha visto en aprietos por haberle brindado asistencia. El tema del viaje también tiene desarrollo en esta epístola. Su abordaje, sin embargo, adquiere modulaciones especíicas en este contexto comunicativo. Reiriéndose a su estadía en Londres, Miranda se presenta en una situación de bienestar, interesado por conocer diversas instituciones de esta sociedad: “El clima es moderado y me sienta perfectamente. La ilosofía y el gobierno, las academias de ciencias, asambleas parlamentarias y sociedad de sabios y hombres de Estado, dividen todo mi tiempo, con sumo provecho”.53 La descripción de su agradable vida en Londres es breve y se interrumpe en forma abrupta para dar lugar a la añoranza de sus vínculos en España: “de modo amigo, que sólo una cosa me falta aquí para completar mis gustos en el día. Por nuestro ministro aquí (que es conocido y amigo), recibo noticias

51

52 53

La carta de Rendón, fechada en Filadelia el 14 de enero de 1784, consiste en una respuesta positiva al pedido de Miranda. El préstamo de dinero aparece motivado en la necesidad de su partida: “Aquel motivo que exige erogar caudales y hallarse sin ellos, le han puesto en la precisión de ocurrir a mí para que le facilite la suma de seiscientos pesos fuertes y que para reembolsármelos, girará letra de cambio a mi favor (…) que acepto gustoso para dar pruebas a Su Excelencia [por Cagigal] y a Vm. de lo mucho que aprecio a su recomendado” Colombeia, tomo ii, p. 116. Colombeia, tomo iii, p. 438. Ibidem, p. 439. 257

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

muy frecuentes de mis amigos en España”54. La imagen de un yo afectado por la nostalgia no concuerda con la valoración enaltecida y el entusiasmo con respecto a la práctica del viaje, expresada en la carta a Cagigal anteriormente analizada. Es incompatible, incluso, con las notas registradas en el extenso diario llevado durante su periplo, en el cual no consigna ninguna evocación de su tierra natal ni de España y, por el contrario, inducido por la curiosidad, está entregado a la actividad de conocer a fondo distintas manifestaciones de la cultura de cada lugar que recorre.55 Siguiendo los señalamientos de Hazard, es posible inscribir su actitud dentro de una nueva tendencia favorable al cosmopolitismo. El rostro amargo del destierro, experimentado a causa del alejamiento de la patria, es desplazado por una tendencia a celebrar la posibilidad de convertirse en ciudadano del mundo56.

54 55 56

Idem. Esta afirmación se sustenta en una investigación más extensa que he desarrollado alrededor del diario de viaje mirandino. Hazard aporta ejemplos de esta tendencia: “Nadie se quedó entonces en su sitio. Montesquieu fue en busca de las constituciones; Diderot (…) hizo el viaje a Rusia. Un buen día, el joven Goldsmith decidió que partiría para el continente (…). Son la movilidad misma, estos curiosos a los que nada sacia y que nunca han visto bastante. El destierro no les es amargo, no sufren (…) lanzados fuera de su patria, aprovechan la ocasión para hacerse un alma nueva. Voltaire no es tan desdichado en Londres; conocerá la lengua, la literatura, las costumbres en Inglaterra: otras tantas ganancias. El abate Prévost no es tan desgraciado en Holanda, donde se despoja decididamente de su gravedad (…). Bolingbroke se convierte sin esfuerzo en una especie de gran señor francés: tiene su castillo, sus jardines, se forma una clientela, reina. Winckelman encuentra en Italia su verdadera patria. ¿Cuántos ilósofos perseguidos no se complacieron en agruparse en torno a Federico II, en Berlín? La imagen trágica del Refugio tiende a borrarse; ya no hay desterrados, hay cosmopolitas” Paul hazard, “El pensamiento europeo en el siglo xviii” en Revista de Occidente, Madrid, 946, pp. 242-243. El autor señala asimismo que el propio término cosmopolita comienza a registrarse en los diccionarios de la época bajo una acepción positiva: de un matiz peyorativo en el que se hace referencia a quien no tiene residencia ija pasa a signiicar la posibilidad de ser ciudadano del mundo. Hazard, op. cit., p. 243. 258

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

A partir de lo indicado, es posible plantear que la imagen de sí modelada a partir de la añoranza podría considerarse una simulación. Es probable, quizás, que ante la percepción del tono placentero empleado en la descripción de su estadía en Londres haya entrevisto la necesidad de atenuar su exceso para ofrecer una imagen de sí apropiada a la índole de su destinatario. En tal sentido se observa que el tema del viaje aparece constreñido, limitado en su desarrollo. La serie con Rendón, la primera en el circuito con los delegados españoles, se caracteriza por una tensión entre la empatía y la prevención. Desarrollada con anterioridad a la persecución sistemáticamente organizada, el ingimiento no tiene, aquí, otro fundamento que la cautela.

miranda y Del Campo El examen de la serie entre Miranda y Del Campo debe interpretarse a la luz del ya referido circuito paralelo de correspondencia desplegado entre la Corona y su delegado en Inglaterra. A diferencia de Rendón, él ha recibido de Floridablanca órdenes precisas respecto de Miranda: debe estar “a la mira de su conducta y avise lo que ocurra con él”.57 A partir de dicha comunicación oicial es posible evaluar las posiciones discursivas asumidas por Del Campo e identiicar sus estrategias. Así, la esquela que abre la serie, fechada el 2 de mayo de 1785, pertenece al delegado español y tiene como móvil subyacente el mandato recibido de la Corte que data de agosto de 1784. Al arribo de Miranda a Londres, lleva ya alrededor de seis meses intentando infructuosamente hallarlo58 y sólo en marzo de 1785 logra una 57 58

“Carta de Floridablanca a Del Campo”, Ángel grisanti, op. cit., p. 43. Antes de encontrar a Miranda, Del Campo escribe a Floridablanca solicitando datos sobre el acusado. Las cartas están fechadas en 1784; sin embargo, Miranda arribará a Londres recién el 1 de febrero de 1785. En una epístola escrita en Londres el 13 de septiembre de 1784, Del Campo comenta a Floridablanca su infructuosa búsqueda: “Desde que me encargó V.E. procurase averiguar si existía aquí Dn. Francisco de Miranda, Capitán que fue del Regimiento de la Princesa, (…) he practicado al intento quantas diligencias me han parecido conducentes. Hasta ahora no han producido efecto, pero casi me atreveré a asegurar que se si se halla en Londres es bajo nombre supuesto” (Grisanti, 1954: 47). Luego, las dudas del embajador se aclaran cuando inalmente encuentra a 259

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

pista cuando, durante su ausencia, Miranda se presenta en dos oportunidades en la Legación española, interesado en remitir su Representación al rey. Los desencuentros originan, entonces, la citada esquela. En el marco del circuito comunicativo con Floridablanca, Del Campo comenta su nota en los siguientes términos: “vino (…) Miranda en ocasión de estar yo fuera (…). Tomando yo pretexto (…) y siguiendo (…) la apariencia de no sospechar de él (…), le escribí un papel cortesano”.59 Con este trasfondo puede plantearse que la posición discursiva asumida por Del Campo en la nota dirigida a Miranda consiste en una simulación pues la airmación “ignoro consiguientemente sus asuntos”, el ofrecimiento de su “inluencia” y la caracterización de Miranda como “español” forman parte de una estrategia destinada a ganar su conianza a partir de mostrarse dispuesto a colaborar con su caso.60 Por otra parte, al designarlo como “español”, imprime atenuantes respecto de la versión oicial que lo concibe como un súbdito desleal. La respuesta de Miranda, fechada en Londres el 4 de mayo, sintoniza con el tono gentil de la nota del delegado. En su contestación parece iarse de la apariencia creada persuasivamente por Del Campo. Se muestra agradecido ante la amabilidad y solicitud de un interlocutor interesado en ayudarlo. Posteriormente, el viajero aprovechará el ofrecimiento, convirtiendo la retórica ingidamente cortés del delegado en favores concretos para sí: será su canal de comunicación con la Corte y también un colaborador en la continuidad de su viaje. No puede dejar de notarse que Miranda se apropia

59 60

Miranda. En carta a Floridablanca, fechada en Londres el 18 de marzo de 1785 le anuncia: “(…) Dn. Francisco de Miranda se halla aquí y corre por su propio nombre. Ha estado ha dejar en mi Casa su villete de visita con la seña de su habitación, dándome yo por ignorado de sus historias he pasado a verle y lo mismo ha hecho Vivio, pero nunca se le halla, y voi con tiento porque no entre en sospecha, aunque ya lo observo de cerca” Ángel grisanti, op. cit., p. 48. Ibidem, p. 60. Cito en extenso la esquela: “Aunque no tengo la honra de conocer a Vm., porque no nos hemos encontrado e ignoro consiguientemente sus asuntos, el interés que tomo por todo español me mueve a decirle que dentro de dos o tres días tendré ocasión de dirigir su pliego o cualquier otra cosa que quiera enviar, y que si además puedo yo servirle de algún modo con mi mediana inluencia o recomendación en España, me emplearé gustosísimo en obsequio suyo, quedando entre tanto a sus órdenes”. Colombeia, tomo ii, p. 433. 260

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

de la deinición como “español” utilizada por el destinatario para referirse a él. Esta cuestión plantea contradicciones por parte de quien ya vislumbra en la carta “de oicio” dirigida a Cagigal la posibilidad de romper su vínculo con el monarca.61 De todos modos, no cabe descartar el hecho de que le resulte aún natural deinirse por su pertenencia al mundo hispánico, pese a estar inmerso en un proceso de progresiva “desidentiicación política”.62 La carta que cierra la serie pertenece a Miranda y está escrita desde Berlín hacia donde ha partido para asistir a las maniobras del ejército de Federico II, luego de conocer por Del Campo que la Corte sometería a procedimiento su caso. Según se desprende de la serie cruzada, entre Floridablanca y el delegado, la respuesta consiste en una nueva maquinación tramada para mantener al acusado en el engaño respecto de sus intenciones y disponer de tiempo para planear su captura. La apertura de la epístola despliega un yo deslumbrado y dichoso al referir lo observado en el viaje: “Véame aquí en el emporio militar del siglo. Revistas, maniobras y grandes escenas militares han llenado principalmente el tiempo desde mi llegada y aseguro a V. que no con poco gusto”.63 Al igual que lo indicado en la carta dirigida a Rendón, el tono entusiasta de su descripción se interrumpe para aseverar a su interlocutor: “Mañana emprendo mi vuelta pasando por Sajonia, Austria y Países Bajos Holandeses con el mismo in y con el que nos veamos en Londres a principios de noviembre próximo”.64 El anuncio de un pronto regreso se contrapone a lo comentado en la carta “conidencial” a Cagigal, donde indica que los viajes proyectados le demandarían “cuatro años”. Efectivamente, Miranda no volverá a Londres sino hasta 1789. A la luz de estos datos, podría entreverse un simulacro por su parte para desconcertar a quien debería ejecutar, en caso desfavorable, la resolución de la Corte. Se reiere también en la epístola a su conlicto con la Corona. El enfoque 61

62 63 64

Cabe destacar que la ruptura deinitiva se concreta luego de la inalización de su viaje. En la Representación dirigida a Carlos IV, fechada en Londres el 23 de abril de 1790, formaliza su rompimiento y, en consecuencia, maniiesta la voluntad de “escoger una patria que me trate al menos con justicia y asegure la tranquilidad civil” Colombeia, tomo ii, p. 514. Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 92. Colombeia, tomo iv, p. 76. Idem. 261

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

del problema aparece ligado a un interés material: “Estimaré a V. que si alguna resolución pecuniaria viniese a sus manos para mí desde Madrid, se sirva ponerla a disposición de Don Mathias de Gandasegui”.65 Esto se vincula con el planteamiento que Miranda realiza en la Representación dirigida a Carlos III a su arribo a Londres en cuya gestión interviene Del Campo. Allí, había no sólo solicitado el retiro de su cargo sino también el pago de los salarios adeudados en el tiempo transcurrido e, incluso, la devolución del monto invertido en la compra de su patente de capitán. Resulta llamativo que no consulte sobre el restablecimiento de su honor. Iniciado el viaje esta cuestión pasa a segundo plano. La serie cruzada entre Miranda y Del Campo se deine por la estrategia del ingimiento. Tal como lo revela la red oicial consultada, el delegado es un instrumento de la Corona y disimula ante su interlocutor su verdadera condición. Asimismo, Miranda responde con un trato similar. Respecto a su viaje, busca confundirlo con datos falsos y, al igual que en el caso de las series cruzadas con Rendón, se autolimita en el desarrollo del tema.

Miranda y Macanaz La tercera de las series corresponde al intercambio epistolar entre Miranda y Macanaz y se desarrolla en San Petersburgo en el marco de su viaje por Rusia entre octubre de 1786 y septiembre de 1787. Consiste sólo en dos esquelas que ambos cruzan en la capital del reino. Detrás de este intercambio, opera una comunicación de Floridablanca dirigida a Pedro Normández, delegado español en dicho país, en la que se le advierte del arribo a tierras de Catalina de un “hombre sospechoso” y solicita “le trate (…) averigue [sic] su conducta y designios y si vuelve a Inglaterra lo avise a Campo”.66 No obstante, es Macanaz quien debido a una ausencia momentánea de Normández, asume el encargo y comete un exceso en relación con lo solicitado desde la Corte. Al tanto de la recepción de Miranda al círculo cortesano de Catalina y del maniiesto interés demostrado por la emperatriz hacia él,67 Macanaz le 65 66 67

Idem. Ángel grisanti op. cit., p. 189. En opinión de Lavretsky, el trato especial recibido por Miranda en Rusia se 262

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

dirige una esquela al viajero, fechada el 14 de julio de 1787, en la que procura desprestigiarlo. Con un tono severo le exige la presentación de pruebas que avalen su condición de oicial de la Corona y del título de Conde con que se presenta. Enterado de que Vmd. se ha presentado en esta Corte con el título de Conde de Miranda, al servicio del Rey mi amo, en el grado de Coronel, me es indispensable el exigir de Vmd. la patente o instrumento que lo acredite, previniéndole que de no hacerlo así, procederé contra Vmd. a in de que no haga uso de dicho uniforme. Dios guarde a Vmd., muchos años. Pedro de Macanaz68.

Por su parte, la respuesta de Miranda consiste en una ratiicación de los títulos con que se exhibe y reclama a su destinatario el tratamiento que le es debido por su condición. No se somete al requerimiento del demandante pues, según sus palabras, el pedido no respeta las reglas de civilidad: No me faltarían medios con que satisfacer la incredulidad o vanidad de Vmd., si el modo en que lo solicita fuese más propio o decente. La amenaza con que Vmd. concluye es tan ridícula como grosero y despreciable el lenguaje que sólo puede Vmd. usar con los que tengan la desgracia de ser sus inferiores. Dios guarde a Vmd. muchos años. B.L.M. de V. un servidor como debe. F. de Miranda69.

68 69

inscribe en el marco de las aspiraciones colonialistas de este imperio sobre la costa pacíica de América del Norte. José lavrEtsky, Miranda, Caracas, Academia Nacional de Historia, 1991. Esta situación de fondo podría explicar la excesiva predilección de la zarina por su huésped, incluido en las veladas cortesanas donde le brinda diversas atenciones. En su diario, Miranda comenta algunas conversaciones mantenidas con Catalina que podrían interpretarse a partir de lo indicado: “Hablóse de América, su posición geográica, historia natural, animales, de sus antigüedades, etc. ayudándome Su Majestad a combatir los errores de Pawn”. Colombeia, tomo v, p. 371. También quiere noticias acerca de las actividades de la Inquisición y los libros prohibidos, de los jesuitas, de Carlos III, de los lugares conocidos en su periplo y de su tierra natal. Colombeia, tomo v, p. 303. Ibidem, p. 304. 263

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

La imagen que Miranda delinea en esta breve esquela es reveladora de una estrategia que excede el ámbito de la escritura, desplegada por él para vincularse a iguras principales del gobierno ruso. Como se sabe, es un viajero carente de títulos de nobleza y desertor del ejército, sin embargo, su contestación refuerza una invención de sí destinada a aportarle la posición necesaria para instalarse en el seno del ámbito cortesano que rodea a la zarina. Así, hace gala de conde y ostenta un rango militar del ejército español. El comportamiento del viajero se inscribe, siguiendo los señalamientos de Gabriela Canavese y de Hazard, en una tendencia al ingimiento de una identidad aristocrática que se gesta desde mediados del siglo xvii y se prolonga hasta el siglo xviii. La proliferación de “individuos sin lugar” que, desposeídos de estima, recurren a la “simulación de una falsa condición social, exteriorizada en el cambio de apariencia, conducta y tenor de vida, a través de la usurpación, apropiación y ostentación de los símbolos, valores y actitudes (…) del honor nobiliario”.70 Por su parte Hazard, al trazar el cuadro de costumbres del siglo xviii, reconoce en el aventurero “un personaje que adquirió igura en la sociedad”; el poder corrosivo de esta igura reside en su capacidad para crear una nueva identidad al margen de su origen71. En algunos casos sobresalen como hombres cultos, políglotas, tal como es el caso de Miranda. El viajero ha puesto empeño en conocer idiomas y reglas de civilidad que le permiten ingir una posición social, nobiliaria con el in de insertarse en el círculo de Catalina. La deserción en el Ejército y exilio lo deja sin ubicación, en la intemperie en un sistema en el que la posición debe ser exteriorizada. Por ello, resulta lógico que se sirva del uniforme 70

71

Gabriela canavEsE, “Ética y estética de la civilidad barroca. Coacción exterior y gobierno de la imagen en la primera modernidad hispánica” en Cuaderno de Historia de España, 2003, volumen 78, número 1, pp. 167-189. Hazard menciona nombres célebres ligados a este tipo humano: “La aventura se convirtió en un oicio, matizado de placer y de gracias (…) Puede ser de familia honorable, pero en general juzga más seguro fabricarse él mismo títulos de nobleza. Salido del ghetto, Lorenzo da Ponte toma el nombre del obispo que lo ha bautizado y lo ha hecho entrar en el seminario. El padre de Casanova era actor de ocasión, su madre era hija de un zapatero. Giuseppe Balsamo, nacido en Sicilia, de padres mediocres, y cuya juventud es poco ediicante, cambia su nombre plebeyo por un apelativo sonoro, Cagliostro (…).” Paul hazard, op. cit., p. 244. 264

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

de oicial español. A la luz de la conducta desplegada, el posicionamiento ante el honor adopta una nueva inlexión marcada por la apropiación, la transgresión y el usufructo, que evidencian su descreimiento en torno a este valor.

Las cartas de Miranda a iguras de la Corte rusa Este circuito se compone de diecisiete cartas enviadas por Miranda a iguras de la Corte rusa. Debe indicarse en este caso que no se conservan, de existir, las respuestas dirigidas a él. Los destinatarios son cuatro: la emperatriz Catalina II, el conde de Bezborodko, el príncipe Potemkin y el general Mamonov. Dentro de este conjunto, puede establecerse tres momentos de producción. El primero se sitúa antes de su partida de Rusia, entre julio y agosto de 1787; el segundo se desarrolla luego de su abandono del país en pos de nuevos destinos, entre 1787 y 1789, y el tercero se ubica a su arribo a Londres en 1789. Dada su función protocolar dentro de la vida palaciega, Bezborodko, maestro de la Corte, es el interlocutor a quien Miranda destina el mayor número de epístolas. En efecto, se cuenta ocho cartas dirigidas a dicha igura, receptora de las peticiones del viajero. En el otro extremo, el autor escribe a Catalina II sólo en dos ocasiones: al partir de Rusia y al regresar a Londres, luego de sus viajes. Es posible advertir, en esta disparidad, la consideración puesta en no importunar al poderoso, regla que rige los intercambios epistolares y reproduce las jerarquías de las relaciones sociales. Son cuatro las epístolas dirigidas a Mamonov, alto mando del Ejército ruso, y tres a Potemkin, príncipe de la Táuride y favorito de la reina. En ambos casos, se observa atisbos de un lazo amistoso de parte de Miranda hacia ellos. Un punto de partida ineludible para la consideración de las epístolas aquí agrupadas está ligado al ámbito cortesano en el que ellas circulan, signado por el ceremonial y la etiqueta.72 Más allá de su función como institución administrativa del absolutismo, la Corte se desenvuelve como un foco civilizatorio, en tanto introduce hábitos sociales, tales como vestimenta 72

Norbert Elías, La sociedad cortesana, México, Fondo de Cultura Económica, 1982. 265

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

y modales legítimos, destinados a exteriorizar la distinción de la posición social constitutiva de sus miembros. En un contexto así deinido, la práctica epistolar se asimila a un tratado de cortesía, disciplinada por códigos que debe observarse en el momento de escribir. Las pautas ponen énfasis fundamentalmente en las fórmulas de tratamiento de las jerarquías y en el abordaje apropiado para cada tema. Dada esta exigencia fueron editados “secretarios”, destinados al público de la Corte, que ofrecen modelos de cartas especíicas para situaciones propias de este medio social. Es posible suponer así que Miranda haya percibido la necesidad de conocer las convenciones requeridas para caracterizarse como epistológrafo instruido, en consonancia con el peril cosmopolita y aristocrático desplegado por él en el entorno de la zarina. Escribe sus epístolas en francés, idioma empleado en el mundo cortesano, y se maniiesta aligido por el estilo de su redacción.73 No cabe descartar, como se indicó antes, que haya consultado tales secretarios pese a no igurar en su listado de libros. En efecto, Chartier hace referencia a manuales cortesanos que contienen cartas de cumplido, de agradecimiento, de amor, de consolación, que ya a principios del siglo xviii han sido divulgados a un público popular74. Otro rasgo del medio palaciego, que permite echar luz sobre el conjunto examinado, es la competencia que en su interior se despliega entre las 73

74

En carta al general Mamonov, fechada en San Petersburgo el 16 de agosto de 1787, antes de abandonar Rusia, Miranda le comenta sobre su torpe desempeño en el idioma y le solicita que lo disculpe ante la emperatriz por la “defectuosa” carta de despedida escrita para ella: “No habiendo encontrado expresiones suicientes en este idioma –que por lo demás conozco muy imperfectamente– para testimoniar mis sentimientos de agradecimiento a Su Majestad la Emperatriz, le escribí ayer una humilde y defectuosa carta (…) Hágame el favor, mi querido amigo, de suplir mi carencia consintiendo en manifestar a Su Majestad los sinceros sentimientos que V. sabe muy bien existen en mi corazón” Colombeia, tomo v, p. 396. Es posible reconocer en la posición discursiva asumida, el “tópico tradicional de persona” deinido como “humilitas autorial”, propio de prólogos y dedicatorias en los que el autor se presenta poco hábil en el uso de la pluma, aunque no en todos los casos debe tomarse como verídica esta expresión. Antonio azaustrE y Juan casas, Manual de retórica española, Barcelona, Ariel, 2004. Roger chartiEr, Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid, Alianza, 1994. 266

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

diferentes categorías de cortesanos por la predilección del monarca, fuente de mercedes y prestigio. Insertas en este contexto, las cartas de Miranda participan en el juego desarrollado entre sus miembros por la consecución de bienes materiales o simbólicos, ya se trate de cargos, rentas, respetabilidad pública, títulos u otro tipo de ventajas.75 De hecho, podría indicarse que por medio de la escritura, el autor procura obtener favores y sobreponerse a los representantes de la Legación española y de la línea borbónica, abiertos opositores suyos. Las cartas de este circuito están dirigidas a conseguir la protección de la soberana poderosa e ilustrada, enfrentada al rey español. En tal sentido, presentan una nueva inlexión de su estrategia escrituraria destinada a resistir a la persecución por parte de la Monarquía hispánica y a sostener su proyecto personal ligado al viaje. Podría indicarse que a través de estas epístolas su autor ejerce dos acciones: pedir y agradecer. Tales funciones, a su vez, están previstas como modelos epistolares ofrecidos en los libros de la civilidad palaciega, en los que quizás Miranda pudo haberse inspirado. No obstante, si bien se advierte en ellas el empleo de fórmulas convencionales, es posible también airmar que esto no impide la adquisición de “espesor” por parte del epistológrafo ni la especiicación de la situación concreta, anclaje de la escritura.76 Tanto los pedidos de favores como las expresiones de agradecimiento que despliegan sus cartas aparecen aquí explícitamente vinculados con la circunstancia vital que los motiva. El marco contextual de las epístolas producidas en circunstancias previas a la partida de Miranda de Rusia se vincula con el ya referido episodio de la demanda presentada por Macanaz, al cual debe agregarse otra maniobra de mayor impacto en su contra y que pone al descubierto el conlicto entre Miranda y la Corona española. Así, si el primer incidente podría haber sido interpretado como un enfrentamiento personal, el segundo tiene la impronta de un asunto de estado. Se trata del arribo de un pedido de extradición solicitado por Carlos III a Catalina, a través del delegado ruso en Madrid, 75 76

Gabriela canavEsE, op. cit. Chartier señala que los modelos ofrecidos para las cartas de cumplido “son pobres en datos concretos que permitirían dar un espesor a los epistológrafos o sus destinatarios”. Por otra parte “son raros los casos en que se precisa circunstancias particulares que permitan imaginar una situación o una historia”. Roger chartiEr, op. cit., p. 297-298. 267

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

basado en una serie de delitos que se le imputan. Notiicada de la tramitación contra Miranda, la emperatriz opta por rechazar la reclamación y se declara protectora de su huésped debido a las cualidades personales que posee.77 Con este respaldo, continúa entonces desenvolviéndose entre la aristocracia rusa y mostrando abiertamente sus críticas al estado español y al fanatismo religioso, puntos de alta ainidad con Catalina78. En circunstancias en que Miranda se dispone a partir, la emperatriz procura retener al viajero en su reino preocupada por una posible captura por parte del Santo Oicio. Lo invita, así, a formar parte de su armada imperial pues quiere atraerlo al servicio ruso.79 Profundamente agradecido y a la vez contrariado por no poder complacer a su benefactora y parecer ingrato, Miranda decide confesar en conversación privada su proyecto secreto: la independencia del Nuevo Mundo. Al tanto de sus planes, Catalina 77

78

79

Carmen BohórquEz morán, op. cit., p. 135. El propio Miranda reiere en su diario uno de los episodios de defensa de la emperatriz ante las reclamaciones de España. En el asiento del 18 de julio de 1787, escribe: “(…) me dijo que el Encargado de Negocios de España había estado (…) a pedir reclamación de mi persona, asegurando que yo había estado al servicio de España, mas que no lo estaba ya actualmente y que se me consideraba allí como una persona peligrosísima al Imperio. (…) Bezborodko reirió el mensaje a la Emperatriz que respondió que, si el Imperio Español estaba en peligro por mí, en ninguna parte podría yo estar mejor que en Rusia, pues era estar a la mayor distancia, y que, en cuanto al aprecio que Su Majestad hacía de mí, no era por el rango que yo tenía en España, sino por calidades personales que Su Majestad conocía particularmente, y que por ellas me había adquirido su estima y protección”. Colombeia, tomo v, p. 332. Al respecto, Polanco Alcántara ve en el comportamiento de Miranda una posible estrategia: “Miranda, quizás sin saberlo de pleno pero con excelentes resultados, había además jugado, en la Corte de Catalina, una carta cuyo uso conocía muy bien. Era la de presentarse como víctima y perseguido de la Inquisición. Así atraía sobre sí la simpatía de las mentes liberales”. Tomás Polanco alcántara, op. cit., p. 83. Como se sabe, dado su peril de monarca ilustrada, Catalina fue protectora de Diderot, de Raynal y de varios jesuitas expulsados de los dominios de Carlos III. La reina intenta atraerlo a su servicio no sólo por el aprecio a su huésped sino también como una estrategia para provocar a la Corona hispánica. España es su enemiga no sólo en América sino también como aliada de Francia, principal opositora a su expansión sobre el imperio turco. 268

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

se convierte en la patrocinadora del periplo. Lo beneicia con una carta circular para sus representantes en diferentes países a quienes manda asistir toda necesidad del viajero, le entrega una suma abundante de dinero y lo autoriza a vestir el uniforme del Ejército ruso. Antes de abandonar el reino Miranda escribe, entre julio y agosto de 1787, dos tipos de cartas: unas para solicitar favores y otras para despedirse, agradecido, de sus contactos en este país. Las cartas de petición están destinadas a Bezborodko, igura que, debido a su cargo, es objeto de repetidas solicitudes por parte del viajero. Las solicitudes son dos, fechadas el 2 y el 18 de agosto respectivamente. En ellas el pedido se fundamenta en la persecución que, según su perspectiva, ejercen contra él los funcionarios de la línea borbónica y la necesidad entonces de disponer de los documentos prometidos por la emperatriz para emprender con mayor respaldo su periplo. Las imágenes de sí esbozadas por el autor en las cartas de pedido lo muestran amenazado por una persistente confabulación en su contra. Su actitud es la de un hombre desvalido, atormentado por el constante riesgo al que es expuesto por la “liga” formada por los representantes de un gobierno absolutista. La premura que trasunta su tono parece tener como objetivo movilizar al destinatario. Así en la carta del 2 de agosto expresa: “No le ocultaré, Señor Conde, que mi situación actual no es (…) exenta de peligro… visto que la Liga se aumenta y las intrigas de la cábala no dejarán de tener éxito si se les da tiempo para armar sus trampas. Por lo tanto, ruego a V.E. muy encarecidamente, no diferir más este asunto”80. Las cartas de agradecimiento dirigidas a la zarina, a Mamonov y a Potemkin exponen una estructura similar entre sí. El autor despliega posiciones discursivas correlativas a dicha función epistolar, en las que da muestras de su dominio de la retórica. Los lugares recurrentes son: la explicitación de las mercedes recibidas, la alusión a los sentimientos suscitados por el 80

Colombeia, tomo v, p. 359. La otra solicitud pone de maniiesto la capacidad de Miranda para convertir un episodio desagradable en un motivo para obtener privilegios, pues gestiona a través de ella un instrumento probatorio de la autorización imperial para vestir el uniforme del Ejército ruso. El pedido se funda en la expresión “(puesto que hay incrédulos malintencionados por todas partes)”, que remite a la disputa con Macanaz. Como se observa, el ingimiento respecto de su título de conde y de su ya caduca condición de militar español se mantiene. 269

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

favor concedido, la promesa, el cumplido. La mención del beneicio parece constituir una exigencia del reconocimiento por parte de quien lo recibe, da testimonio de que la acción realizada ha subsanado la carencia del solicitante. Así en la carta a la emperatriz fechada el 15 de agosto maniiesta: “La protección que la magnanimidad de V. M. I. ha querido concederme”, “La letra de crédito que V. M. ha tenido a bien agregar”.81 La formulación del agradecimiento se acompaña de posiciones discursivas atravesadas por sensaciones que marcan la desigualdad entre el favorecido y su favorecedor. En las cartas, Miranda se muestra incómodo, imposibilitado de retribuir del mismo modo las atenciones recibidas.82 La caracterización del yo ubicado en condiciones de inferioridad, recurre nuevamente a la posición retórica de la humilitas, en este caso relacionada con la cortesía, a la vez que a la captatio benevolentiae del poderoso, igura opuesta del menesteroso. La preocupación y el esfuerzo por ofrecer un testimonio auténtico aparece traicionada por la retórica. Miranda parece enfrentar, quizás, en este punto, una tensión entre “el respeto de las convenciones y la sinceridad del sentimiento”.83 La promesa, a través de la cual se contrae un compromiso con el benefactor, es otra de las actitudes dominantes. El servicio recibido crea una obligación. Miranda declara en las cartas su voluntad de mantenerse iel al vínculo con su interlocutor y cultivar una conducta 81

82

83

Colombeia, tomo v, p. 392. En carta fechada el 22 de agosto, escribe al príncipe Potemkin: “he proseguido mi viaje por Tula, Moscú, etc., recibiendo mil atenciones de los gobernadores respectivos, gracias a las apreciables cartas de V. A.” Colombeia, tomo v, p. 422. En la epístola dirigida el 19 de julio al general Mamonov, la referencia a la ayuda brindada es menos precisa: “No puedo dejar de testimoniarle aquí de nuevo, mi más vivo reconocimiento por la amistad y todos los favores que V. ha tenido a bien hacerme” Colombeia, tomo v, p. 336. Tal es el caso que la epístola dirigida a Mamonov, el 16 de agosto, expresa: “estoy realmente avergonzado por haber recibido tanto de su parte y no poder testimoniarle ni la mitad de los intensos y tiernos sentimientos que penetran mi alma” Colombeia, tomo v, p. 396. En la citada carta a Potemkin, Miranda maniiesta “estoy realmente confuso, no sabiendo de qué manera testimoniarle los sentimientos de respeto, de reconocimiento y admiración que están grabados en mi corazón hacia su ilustre persona”. Roger chartiEr, op. cit., p. 298. 270

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

honorable.84 Finalmente, el cumplido consiste en pasajes de alabanza a Catalina y expresiones de adhesión al imperio ruso. Por ejemplo, en la carta a Mamonov del 19 de julio declara respecto de la reina: “Su Majestad… de quien he sido siempre admirador, pero que adoro desde que llegué a conocer personalmente sus admirables virtudes y magnánimo corazón”85. Si la imagen que Miranda plasma en estas epístolas se traza a partir de las estrategias pautadas por la retórica, es posible identiicar otros pasajes en los que la representación de sí adquiere densidad, debido a la inscripción de aspectos personales inéditos. La carta dirigida a Catalina II, en este sentido, ocupa un lugar destacado en tanto expone de un modo implícito su proyecto de emancipar las colonias del Nuevo Mundo del dominio español. La excepcionalidad de esta manifestación permiten caracterizarlo como miembro de una vanguardia ideológica que opera en forma subrepticia. Su modo de enunciar da cuenta de un pensamiento tempranamente radicalizado que aguarda el momento oportuno para ser formulados de manera explícita. La alusión a su plan se produce cuando el autor percibe que el agradecimiento expresado entra en tensión con su renuncia a la propuesta de incorporarse al ejército ruso. Debe rehusar el ofrecimiento de la reina y excusarse. Las dádivas recibidas exigen una buena razón para no corresponder a una invitación de la soberana: Solamente un gran e interesante asunto como el que me ocupa actualmente, sería capaz de hacerme diferir el agradable y dulce placer de poder, por mis servicios, pagar en parte lo que debo a la benevolencia de Vuestra Majestad, y de compartir con sus súbditos las ventajas inestimables e insignes de que goza la sociedad bajo su ilustre 84

85

Urgido por el imperativo de retribuir el beneicio recibido, expresa a Potemkin: “Me precio también de que mis acciones serán siempre calculadas de manera que V. no tenga que arrepentirse de las muestras de honor y estima que vuestra bondad tuvo a bien concederme” Colombeia, tomo v, p. 423. En la referida correspondencia a Catalina II empeña su palabra conirmando su irrevocable constancia: “no podré sino quedar inviolablemente atado a su Augusta persona” Colombeia, tomo v, p. 392. Colombeia, tomo v, p. 337. Muchas de las alabanzas, vertidas en las epístolas destinadas a Mamonov y Potemkin, podrían interpretarse dentro de las leyes cortesanas como una forma de intentar ejercer inluencia sobre las iguras allegadas al monarca en la carrera por la conquista de favores. Gabriela canavEsE, op. cit. 271

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

y glorioso reinado. Pero en cuanto mis compromisos sean ielmente cumplidos en otra parte, como tuve el honor de comunicar a V. M. por el señor General Mamonov en Kiev, me atrevería a recordarle su promesa y espero que su bondad se dignaría aceptar los modestos servicios de un hombre sincero que no busca en todas estas gestiones sino el beneicio y la felicidad de los demás86.

Respecto de su plan independentista debe notarse que, pese a la temprana concepción, Miranda recién registra el tema en textos de su autoría hacia 1790.87 La presencia de tal designio antes de esta fecha puede avizorarse en la compilación de algunos documentos que luego le sirven para solicitar ante el gobierno inglés apoyo para su concreción.88 Por otra parte, existen también escritos del propio autor, posteriores a 1790, en los que reconoce explícitamente la constante dedicación a su utopía en la etapa de sus viajes.89 El secreto le permite evitar el entorpecimiento de la realización de su proyecto por parte de los interesados en perpetuar la situación de sojuzgamiento colonial y protegerse a sí mismo de las represalias. 86 87

88

89

Colombeia, tomo v, p. 392 Carmen BohórquEz morán airma: “Si bien es cierto que para ines de 1783, ya Miranda había concebido las líneas generales de un plan destinado a conducir las colonias hispanoamericanas hacia la independencia, y que algunos aspectos políticos y, particularmente, militares de dicho plan ya habían sido discutidos con (…) amigos norteamericanos, no es sino en 1790 que emprende la formulación explícita de las ideas emancipadoras. La ocasión se presenta ante la necesidad de convencer al gobierno inglés de la viabilidad de su proyecto y de la urgencia de su ejecución”. “Lista de ex jesuitas americanos-españoles que están en Bolonia, entregada por don Esteban de Arteaga de noviembre de 1785, en Venecia” Colombeia, tomo iv, p. 201-202. Posee también un listado con los nombres de los oiciales norteamericanos, Colombeia, tomo iii, p. 215-216. Un ejemplo es la carta dirigida a Alexander Hamilton, fechada en París el 4 de noviembre de 1792 donde escribe: “Los asuntos y éxitos de Francia toman en nuestro favor un giro feliz… quiero decir en favor de nuestro querido país América, desde el Norte hasta el Sur. Las comunicaciones oiciales (…) lo enterarán de cómo las cosas han llegado ya a su madurez para la ejecución de aquellos grandes y beneiciosos proyectos que nosotros contemplábamos, cuando en nuestras conversaciones en Nueva York, el amor de nuestro país exaltaba nuestras mentes con aquellas ideas sobre nuestra infortunada Colombia” Colombeia, tomo x, p. 278. 272

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

Emerge en el fragmento una imagen del yo que se construye a partir de una referencia implícita a su cometido. El recurso al sobreentendido revela la voluntad de matenerlo silenciado. Esta faceta lo presenta como conspirador. Su caracterización se modela con los valores de la Ilustración. Puesto a disposición de la “felicidad” del género humano, se perila como un “ilántropo”90. La voluntad transformadora propia de todo revolucionario se funda en la “felicidad”, palabra que para los ilustrados adquiere una signiicación que se aparta de la visión religiosa de la existencia.91 Se trata de un bien secularizado a través de la construcción de una sociedad justa y próspera. Las cartas remitidas durante sus viajes son cuatro y están destinadas a Bezborodko, igura encargada de los cumplimientos cortesanos. La gratitud convierte a Miranda en un corresponsal invariable. Al mismo tiempo, dado que el patrocinio otorgado por el imperio ruso a su travesía se origina en las amenazas pendientes sobre su seguridad personal, ellas transmiten tranquilidad a sus aliados respecto de su situación. Podría decirse entonces que por un lado sus epístolas constituyen un reconocimiento al favorecedor y por otro, una demanda encubierta en caso de un peligro inminente. Todas estas epístolas abordan el tema del viaje en tensión con su conlicto con la Corona española. La versión respecto del periplo adquiere en este contexto un carácter extremo, intransigente. Su voluntad de obtener progresos en el conocimiento mediante el examen de las sociedades civilizadas se presenta como una tarea en pugna con los impedimentos del absolutismo español. En la carta fechada en Copenhague el 26 de enero de 1788, se perila un yo en resistencia a las limitaciones al saber impuestas por el despotismo. 90

91

Ulrich im hof, La Europa de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1993, p. 182. Im Hof señala que la ilantropía es uno de los valores más preciados para la Ilustración. Consiste en un amor activo hacia la humanidad que requiere de la superación del egoísmo para servir generosamente al resto de los hombres. Paul hazard, op. cit., 1946, p. 17. Hazard pone también de relieve la importancia de la felicidad, ya sea individual o social, dentro del pensamiento del siglo xviii al punto de que la palabra igura en el título de varios libros de la época. A diferencia del discurso religioso que sitúa a la felicidad en el paraíso, los ilustrados demandan su arraigo en la tierra. 273

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

puedo asegurar a V. E. que todas las absurdidades, amenazas o trampas que puedan poner, no me harán desistir jamás un punto de la discreción, probidad y atención con las cuales me he propuesto corregir con mis viajes los prejuicios absurdos de mi defectuosa educación; a lo que nadie tiene derecho de oponerse, ni ninguna autoridad cualquiera impedir con razón92.

En su defensa del derecho a conocer se reconoce en él al viajero ilustrado. Por otra parte, sus viajes son presentados como un medio para superar los “prejuicios” de una “defectuosa educación”, quizás en referencia a la formación escolástica recibida en las colonias y a los obstáculos de la Inquisición en la península. Como se recordará, ambos aspectos son atenuados en la carta dirigida a Cagigal. Se maniiesta también en la citada carta, tras el elogio a la emperatriz, su distanciamiento y concepción del monarca hispánico: “¡Oh, cuánto más llama la atención su grandeza y superioridad, a medida que se ven otros sujetos de igual comparación!”93. Las cartas que cierran la serie se producen al regreso del viajero a Londres en 1789, tras la inalización de su prolongado periplo. Son cuatro epístolas destinadas a cada una de las iguras de la serie, fechadas entre el 20 y 21 de julio de 1789. Excepto algunas marcas especíicas, ellas presentan una estructura similar: el agradecimiento por el patrocinio ruso y la solicitud de protección. Las funciones asignadas a las cartas, pedir y agradecer, se mantienen. El pedido se fundamenta en una nueva instancia del conlicto con la Monarquía española. Miranda es advertido por su amigo Penman acerca de las maniobras de Del Campo para arrestarlo. Desde su llegada, el hostigamiento del delegado para lograr su captura es constante, incluso, trama falsos incidentes.94 En la carta dirigida a la reina luego de su reconocimiento por el respaldo dado a su viaje, comenta la nueva situación de peligro que lo obliga a tomar como precaución registrarse como “personal d

92 93 94

Colombeia, tomo vi, p. 221-222. Idem. En la carta dirigida a Bezborodko, el 20 de julio, especiica el suceso: “he sido solicitado de manera extraña estos días pasados, bajo el pretexto de una deuda imaginaria, por un español que antiguamente era mi comisionado aquí. Entiendo que es el señor Embajador de España quien me ha querido hacer esta jugada” Colombeia, tomo viii, p. 544. 274

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

e la Embajada de V. M. I. (…) para prevenir todos los procedimientos inicuos que son capaces de emprender contra mí”95. Miranda vuelve a presentarse en una situación de desamparo. En otro pasaje se muestra despojado afectiva y materialmente, dadas las condiciones impuestas por el exilio. Al igual que en la citada carta dirigida a Rendón, Miranda retoma el tema de la nostalgia, no ya de España sino de su tierra natal. Comenta a Catalina sobre la privación de su patrimonio como también del afecto de su familia. Esta imagen de sí desgarrada, atravesada por el peligro y el dolor podría interpretarse una estrategia persuasiva, dado que se asocia a la aspiración de reforzar el amparo de la reina: (…) contando continuar bajo los magnánimes auspicios de V. M. I., único apoyo que, creo, me queda hoy, después de la périda persecución que se ha desatado contra mí en Madrid y que secretamente me priva de todos mis recursos patrimoniales, ¡e incluso de la correspondencia con mis padres y familiares en América!96.

A modo de conclusión, podría decirse que las cartas dirigidas por Miranda a sus corresponsales en Rusia reproducen el universo social de las relaciones cortesanas. Las funciones de pedir y agradecer permiten reconstruir la estrategia desplegada por el epistológrafo-viajero, destinada a obtener el respaldo oicial de un aliado poderoso para la concreción de sus travesías. Por otra parte, al ganar la protección de sus interlocutores despliega facetas de sí que lo deinen por su resistencia a las limitaciones al conocimiento impuestas por el poder absolutista. Esto se evidencia en la nueva versión del tema del viaje, como medio para “corregir” los “prejuicios” difundidos en el ámbito hispánico. Asume además una postura crítica respecto de la Monarquía española, en la que se preigura su ruptura deinitiva. En relación con esto último, otro rasgo que el yo deja entrever de sí, es su proyecto político, que permite identiicarlo como un miembro de lo que Halperin Donghi denomina “vanguardia ideológica” enmascarada97.

95 96 97

Ibidem, p. 545. Ibidem, p. 546. Tulio halPErin dongui, op. cit. 275

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

Las cartas cruzadas entre Miranda y James Penman La serie entre Miranda y Penman, un amigo residente en Londres, está integrada por nueve epístolas escritas por los corresponsales en inglés. El intercambio se produce durante el recorrido de Miranda por el continente europeo y Asia Menor comprendido en el período 1785-1789. Así, mientras las cartas de Penman están fechadas en su totalidad en Londres, las enviadas por Miranda están escritas desde distintos puntos de su itinerario. Esta correspondencia reviste interés debido a que en ella Miranda se representa a través de facetas especíicas que podrían considerarse complementarias de las imágenes del yo periladas en el resto del corpus. De manera insistente, Miranda recomienda en cada una de las cartas que le dirige a Penman el cuidado de sus papeles, dejados bajo su custodia. Se trata de planos, mapas, lista de colaboradores, con los que Miranda va forjando su proyecto independentista.98 Podría deducirse entonces que el vínculo entre los participantes de esta serie se forja con los trazos de la conianza. Al cuidado de sus papeles, deinidos por el autor por su “gran interés” y “muy importantes”, es posible suponer que Penman conoce su plan de liberar al Nuevo Mundo del dominio hispánico, mantenido en reserva ante los otros corresponsales del corpus. Desde la primera carta producida por Penman, fechada el 26 de agosto de 1785, en respuesta a una esquela enviada por Miranda para anunciar su arribo a Amsterdam, se desliza ya una sugerencia que alude al tema de la independencia de las colonias hispanoamericanas. El tema se plantea de manera indirecta mediante el anexo de un artículo publicado en el periódico The Morning Chronicle que, sin indicar nombres, hace referencia a la estadía en Londres de un americano español de gran instrucción que planea la emancipación de la América Española. La referencia a la nota 98

Del Campo está al tanto de los documentos de valor que Miranda posee. En la carta que le dirige a Floridablanca, fechada en Londres el 6 de mayo de 1785, advierte: “Hállase provisto de cartas marítimas y de Planos de Plazas nuestras. Con particularidad ha mostrado ha varios sujetos uno de la Havana haciendo demostrable (a su parecer) lo defectuoso de aquellas fortiicaciones y la parte sumamente débil por donde se podría hacer un ataque con grande éxito” Ángel grisanti, op. cit., p. 58. Por otra parte está al tanto de que debido a la partida de Miranda de Londres, Penman ha quedado en posesión de ellos. 276

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

anexa es lacónica, contenida, lo que da cuenta de la reserva pactada entre los interlocutores: “Le envío igualmente un extracto de uno de nuestros diarios que me ha causado alguna inquietud, pero abstenerse por ahora de hacer cualquier comentario al respecto”.99 En estas palabras es posible percibir la voluntad de silencio respecto de un proyecto que va fraguándose y espera el momento oportuno para su concreción. Tras este intercambio inicial, la comunicación entre ambos se interrumpe y una carta de Miranda fechada en San Petersburgo el 10 de agosto de 1787 reanuda el contacto epistolar. Quizás a causa del enfrentamiento con la legación española en Rusia y del pedido de extradición formulado por la Corona española ante la zarina, Miranda comienza a tomar medidas no sólo para resguardar su seguridad personal sino también para cuidar de sus documentos. Respecto de su persona, como ya se indicó, se ocupa en las cartas dirigidas a las iguras de la Corte rusa. En el caso de sus papeles, escribe reiteradas indicaciones a Penman. En la citada carta expresa: “Le recomiendo de nuevo mis papeles y espero encontrar todo sano y salvo”100. La respuesta de Penman, una vez restablecida la comunicación, resulta un claro signo de amistad. Enterado del intento de arresto tramado en París por parte de las autoridades españolas y francesas,101 Penman transmite a su destinatario la constante expectación y desasosiego ante la falta de noticias suyas. Emerge, entre líneas, el conlicto con la Corona hispánica que provoca 99 100

101

Colombeia, tomo iv, p. 72. Colombeia, tomo v, p. 381. Una última carta fechada el 18 de junio de 1788 insiste una vez más en el pedido al corresponsal de celo en la protección de sus papeles: “Le ruego igualmente no olvide cuidar mis libros, papeles y demás cosas que dejé en mi alojamiento, etc., etc.” Colombeia, tomo vii, p. 149. El episodio se conoce por el testimonio de Smith, el delegado norteamericano compañero en la primera etapa de la travesía de Miranda. Luego de concurrir a las maniobras del Ejército de Federico II, los viajeros se separan y Smith emprende regreso a Londres vía Francia. Allí, la policía irrumpe en la posada con el propósito de detener a Miranda. El suceso fue tramado por Del Campo, quien suponía el paso del reo por allí. Smith ha dirigido varias cartas Miranda para prevenirlo de la persecución. Antes de partir a Estados Unidos, deja a Penman una última epístola para el viajero en la que le relata nuevamente el atentado. 277

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

la preocupación del amigo por el estado de Miranda evidenciando el lazo de amistad que los une: He sufrido frecuentemente una gran inquietud a cuenta de su largo silencio, y no estaré completamente tranquilo hasta que tenga el placer de ver a Vm. a salvo en este país. Permítame, por lo tanto, suplicarle complazca los deseos de sus numerosos amigos, poniéndose en camino inmediatamente hacia este lugar102.

La carta de Miranda, fechada en Amsterdam el 2 de mayo de 1788, busca tranquilizar a su corresponsal y en tal sentido despliega una imagen del yo contrapuesta a la iguración en términos de desvalido esbozada ante sus interlocutores de Rusia: “Conozco bastante bien al enemigo y le aseguro que con un poco de habilidad y cautela, sus propósitos resultarán siempre ineicaces y viles”.103 En este contexto comunicativo, Miranda se muestra seguro de sus capacidades para escapar de sus captores. Hace alarde de ser inapresable y sagaz. En la serie epistolar cruzada entre Miranda y Penman aparecen indicios de su temprana formulación del plan independentista. Ellos emergen fundamentalmente a partir de las palabras del interlocutor. Reservado, Miranda sólo recomienda con alicción el cuidado de sus papeles. La conianza en su destinatario se percibe en el hecho de haberlo convertido en el depositario de uno de sus bienes más preciados, donde ya igura su utopía libertadora, según consta en las investigaciones de su perseguidor, el delegado español Del Campo, interesado en apoderarse de su cofre con documentos. En la preocupación por sus papeles debe reconocerse entonces una faceta del yo ligada a su proyecto político. Se construye también como un hábil fugitivo que conoce los recursos para evadirse de sus captores.

Conclusiones A lo largo del análisis de cada serie se ha ido precisando el eicaz juego de versiones ofrecidas por Miranda alrededor de los temas recurrentes de sus cartas como también su sentido de la pertinencia de determinadas 102 103

Colombeia, tomo vii, p. 47. Ibidem, p. 48. 278

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

representaciones de sí. Los modos diferenciados de exponer tales asuntos están condicionados por la igura del interlocutor, ante el cual Miranda efectúa una “adecuación”. Estos movimientos permiten descubrir una escritura orientada por una estrategia: protegerse de la persecución del absolutismo y posibilitar la concreción de sus viajes. Tras la variedad de inlexiones dadas a los temas recurrentes se visualizó a un fugitivo escurridizo, difícil de capturar incluso en el lenguaje, que sabe conjugar las sutilezas de la palabra y del silencio con la habilidad para persuadir y obtener beneicios de sus interlocutores. En efecto, destinada a cumplir tales propósitos, cada carta aparece marcada por el usufructo del destinatario de quien el autor siempre consigue un servicio, sea dinero, recomendaciones o protección, incluso de aquellos que, como los embajadores españoles, resultan amenazantes. Se observa que ante determinados corresponsales, Miranda se muestra interesado en reivindicarse ante la Corona española de las acusaciones que pesan sobre sí, mientras que ante otros, se caracteriza como un hombre ilustrado perseguido por el despotismo debido a sus ansias de conocer. La versión del conlicto con la Monarquía se vincula, en el primer caso, con los sucesos ligados a su deserción del Ejército; en cambio, en el segundo, bajo la fórmula −no por ello menos cierta− de la pugna entre su voluntad de desarrollarse individualmente en el orden del saber y las limitaciones impuestas por la ortodoxia representadas por el absolutismo y la Inquisición, atractiva para las iguras ilustradas. En cuanto al tema del viaje, en unos casos atenúa su desarrollo y en otros lo exalta como práctica de valor educativo. Se demostró la incidencia del destinatario en las diferentes representaciones del yo esbozadas, algunas de ellas contradictorias entre sí. El autor se deine como militar de mérito, hombre preocupado por su honor, viajero ilustrado perseguido por la tiranía, exiliado nostálgico, vasallo, hombre moderno, crítico de la Monarquía española, propietario de papeles secretos, entre otras. Algunas de estas facetas evidencian la radicalidad de su ruptura con el ámbito hispánico. Finalmente, en esta compleja trama puede leerse la conlictividad de la experiencia a través de la cual Miranda transita su pasaje de súbdito a viajero ilustrado revolucionario. Se reconstruye a través de ellas una problemática especíica de la trayectoria del autor que puede interpretarse a la luz de 279

El tránsito del súbdito al viajero ilustrado en cartas de Francisco de Miranda ... /Carolina Sánchez Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 233-280

un proceso de carácter sociohistórico, deinido por la emergencia de las denominadas elites modernas, entre las que se desarrolla la conciencia de la caducidad del orden tradicional,104 en el seno del Antiguo Régimen. Con esto, Miranda puede ser incluido plenamente entre este grupo. Sus lecturas en las antípodas de la escolástica, su viaje en busca del conocimiento adquirido de la propia experiencia, al margen de las autoridades y su participación en tertulias en las que practica la crítica, dan cuenta de su condición de individuo moderno. En el juego desplegado en las cartas, entre la simulación y la revelación, puede precisamente leerse su resistencia a un orden opresivo y la defensa de su condición de individuo.

104

François Xavier guErra, op. cit., p. 101. El autor designa este grupo con el concepto de “elites modernas”, pues se trata más bien de una “clase cultural” más que de una “clase social (…) dotado de una sensibilidad común, con un mismo aprecio de lo útil, con una misma creencia en el progreso, con unas mismas lecturas, con unas mismas prácticas societarias”. 280

RESEÑAS

rafael rojas, Las repúblicas de aire (utopía y desencanto en la revolución de hispanoamérica), méxico, Taurus, 2009. Esta investigación del historiador cubano Rafael Rojas ganó la primera edición del Premio de Ensayo Isabel Polanco, en el año 2009. El libro, compuesto por ocho (8) capítulos en los que el tema central es la igura del intelectual hispanoamericano, no se detiene en categorías, sino que busca y logra mostrar el itinerario seguido por los intelectuales, cuyo tiempo de creación y vitalidad fue la primera mitad del siglo xix. Esos que de cara a su forma de actuar en la sociedad colonial (la creación y el pensamiento) se encontraron de frente con la Guerra de Independencia, participaron de forma activa en la orientación que debía seguir la nueva nación a in de consolidarse como tal, y terminaron exiliados en la activa y dinámica Norteamérica de la época, o en Inglaterra, o en Francia, o en las recién estrenadas naciones hispanoamericanas, apenas iniciándose en el largo y tortuoso camino de la consolidación de la nacionalidad. No es el caso de Cuba, de donde son originarios varios de los intelectuales y políticos estudiados, quienes frente a la imposibilidad de construir una nacionalidad a lo largo del siglo XIX en la isla, se convirtieron en exiliados permanentes. En la obra no destacan los militares, aunque no quedan excluidos del todo; destacan sí los pensadores, de aquellos que actuaron para lograr la Independencia del continente y para consolidar las naciones fundadas luego de dicha guerra. Resalta el pensamiento, las plumas y las imprentas, los medios de acción de estos hombres para hacer frente a la guerra con su particular característica. Rojas examina las posibles fuentes de donde bebieron los intelectuales y políticos en ciernes, ya fuera en obras de franceses, italianos o de ingleses o del Derecho Indiano. Esboza el contraste de pensamiento entre estos

283

ReseñAs / RAfAel RojAs, Las repúblicas de aire... / Jesús Alexis Calderón Rojas / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 283-286

intelectuales y el sector militar (representado en los discurso clásicos de Simón Bolívar) en torno a los aportes o no del Derecho Indiano y del tiempo colonial en general; mientras los primeros subrayaron lo positivo del mismo, el discurso de Bolívar denunció una “existencia política nula” en esos 300 años de dominación. El autor estudia dos tipos de intelectuales, los integradores que como el venezolano Andrés Bello defendían la idea de que la nueva historiografía que se hiciera en los países hispanoamericanos debía ser integradora del tiempo vivido y no excluyente; integrador para quien en la suma del tiempo prehispánico, el periodo Colonial y la Independencia estaba la clave para formar ciudadanos sensibles. Andrés Bello observó en el periodo hispánico riqueza digna de contar y no un tiempo oscuro que debiera ser olvidado. Un Bello entre dos aguas: de un lado los conservadores y del otro, los liberales. Su búsqueda –y aquí un elemento de continuidad de los intelectuales de la época– es la consolidación de la nación a partir de ciertos hitos historiográicos que absorbidos por los nuevos ciudadanos cimentarían, por así decirlo, el deseo de continuidad y fortalecimiento de la idea de nación. En esta vertiente se inscriben también José María Heredia y Lucas Alamán. El autor plantea que frente a esta postura están quienes, como Simón Bolívar, “negaban toda posibilidad al antiguo régimen”, y que pretendían, en contraposición a Bello, soslayar un tiempo en lugar de sumarlo. La obra expone asimismo la curva parabólica representada en las ideas de algunos intelectuales que, siendo en sus inicios pro monárquicos y partícipes de las Juntas defensoras de los derechos de Fernando VII, evolucionan poco más tarde adhiriendo a la causa independentista y republicana, trabajaron activamente en ella y abrazaron el republicanismo bolivariano. Como intelectuales que interpretaban su época no dejaron de expresarse y de intentar proyectar su pensamiento. Federalistas, liberales y nuevamente monárquicos o conservadores es el itinerario cursado por algunos de ellos. El caso particular del poeta cubano José María Heredia (1803-1839) es uno de los estudios más sensibles, pues al trazar su recorrido intelectual con el rigor de un estudio historiográico, no deja de colarse el sentimiento de fracaso y rechazo que experimentó el poeta en su tiempo vital, adentrándose en la política para luego sentirse señalado como un extranjero en la tierra en la que había desplegado todas sus inquietudes republicanas y sus deseos 284

Reseñas / RAfAel RojAs, Las repúblicas de aire... / Jesús Alexis Calderón Rojas / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 283-286

de cimentar la nación a través de los rituales patrióticos. Heredia encarna el súmmum del intelectual exiliado: mientras los intelectuales de su generación habían regresado a sus tierras de origen, ahora liberadas, a desplegar sus energías en ellas, no le ocurrió así al poeta cubano, quien se mantuvo en la condición de extranjero en México ante la imposibilidad de retornar a Cuba, que se mantuvo bajo el poder de la Corona española incluso ya pasado el tiempo de los enfrentamientos bélicos entre las provincias sublevadas y la Metrópoli. Tanto el capítulo dedicado a José María Heredia, como el correspondiente a Andrés Bello (Andrés Bello y la América crepuscular), terminan componiendo una suerte de biografía intelectual del poeta cubano. El capítulo titulado Entre las dos Américas contrapone posturas, en este caso particular será la mirada de los norteamericanos enfrentada a la de los hispanoamericanos; en ambas surgen las acusaciones de rigor, los resquemores o los resentimientos hacia cada una de las regiones cardinales. Estas parten de hechos similares, hispanoamericanos que recorren Norteamérica y con una mirada antropológica narran sus vivencias, critican lo que observan y denuncian como un contrasentido en la nación modélica del continente. Por otro lado, dos norteamericanos (Joel Poinsett y H. M. Brackenridge) hacen lo propio en tierras hispanoamericanas. En el capítulo titulado Los últimos romanos se presentan nuevamente las solidaridades entre cubanos y mexicanos, ambos en condiciones adversas pero en distinto estadio del proceso de independencia: mientras los primeros se mantienen haciendo planes para lograr la adhesión norteamericana para la liberación de Cuba, los mexicanos, representados en Benito Juárez, exiliado para entonces en Norteamérica, hacían planes para volver a su país de origen para ejercer el poder. El desencanto de los héroes es el último de los capítulos. Rojas presenta a los militares en sus respetivos exilios a través del epistolario cruzado con sus pares libertadores y los argumentos esgrimidos en su defensa para contrarrestar los ataques contra su obra y persona. Las Repúblicas de aire es una investigación en la que cada capítulo trabaja de forma autónoma, pero mantiene un hilo conductor que le da una especial coherencia. Incluso podría decirse que es el estudio del desconsuelo que sintieron los intelectuales hispanoamericanos al no poder ver cristalizadas sus inquietudes en sus respectivos suelos patrios.

285

ReseñAs / RAfAel RojAs, Las repúblicas de aire... / Jesús Alexis Calderón Rojas / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 283-286

El aporte de Rojas en Las Repúblicas de aire se expresa en el hecho de que en la historiografía sobre la Independencia, elaborada en el marco de los bicentenarios, pocos son los especialistas que hayan atendido la del intelectual hispanoamericano que adhirió al movimiento revolucionario, que en algunos casos tuvo la feliz oportunidad de desplegar su conocimiento en aras del desarrollo de su nación liberada y en otros la de hacerlo en otras regiones de la patria americana. jEsús alExis caldErón rojas Universidad Central de Venezuela

286

CANjE Canje del Anuario de Estudios Bolivarianos con otras publicaciones nacionales e internacionales que son entregadas a la Biblioteca del Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar: brasil Boletim informativo do laboratorio de ensino de historia (Universidad Estadual de Londrina) Episteme (Universidad Federal do Rio Grande do Sul) Humanas Revista do Instituto de Filosoia e Ciencias Humanas (Universidad Federal do Rio Grande do Sul) Populaçao et familia (Universidade de São Paulo) Revista Sociedade e territorio (Universidade Federal do Rio Grande do Norte) Colombia Anuario Historia Regional y de las Fronteras (Universidad Industrial de Santander) Desarrollo Indoamericano (Universidad Simón Bolívar) Fronteras de la Historia (Instituto Colombiano de Antropología e Historia) Historia Caribe (Universidad del Atlántico) Historia Crítica (Universidad de Los Andes)

Costa riCa Repertorio Americano (Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional) españa Anuario de Estudios Americanos (Consejo Superior de Investigaciones Cientíicas) Boletín Americanista (Universitat de Barcelona) Boletín Informativo Cultural (Asociación Cultural Cristóbal Colón) Cuadernos Hispanoamericanos (Agencia Española de Cooperación Internacional) Debate y perspectiva (Fundación Mapfre-Tavera) Obradoiro de Historia Moderna (Universidad de Santiago de Compostela) Reina Católica (Instituto de Historia Eclesiástica Isabel La Católica) Revista Complutense de Historia de América (Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense) Tiempos de América (Centro de Investigaciones de Amérca Latina, Universitat de Jaume I)

287

Canje / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 287-289

estados unidos Colonial Latin American Historical Review (ClAHR) (University of New Mexico) New Mexico Historical Review (University of New Mexico) Paciic Historical Review (University of California) The Journal of American History (Organization of American Historian) The Public Historian (University of California)

Revista de Historia de América (Instituto Panamericano de Geografía e Historia) Revista de la Universidad del Valle de Atemajac (Universidad del Valle de Atemajac) Secuencia (Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora) Sólo Historia (Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana)

franCia Cahie’rs des Amérique Latine Institut d’Hautes Études de l’Amérique Latine, París III) L’ordinaire latinoaméricain (Université de Toulouse-Le Mirail)

panamá Lotería (Lotería Nacional de Beneicencia de Panamá) perú Histórica (Pontiicia Universidad Católica del Perú) Boletín Institucional (Instituto Riva-Agüero, Universidad Católica del Perú)

italia Quaderni Ibero-americani (Associazione Studi Iberici di Torino) méxiCo América Latina en la Historia Económica (Instituto Dr. José María Luis Mora) Boletín de Antropología Americana (Instituto Panamericano de Geografía e Historia) Estudios de Historia Novohispana (Universidad Nacional Autónoma de México) Historias (Instituto Nacional de Antropología e Historia) Historia Mexicana (El Colegio de México) Revista Geográica (Instituto Panamericano de Geografía e Historia)

puerto riCo Cultura (Instituto de Cultura Puertorriqueña) El Cuervo (Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico) Horizontes (Pontiicia Universidad Católica de Puerto Rico) Luciérnaga (Universidad de Puerto Rico) Op. cit. (Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico)

288

Canje / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 287-289

venezuela Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos (Universidad Central de Venezuela) Argos (División de Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar) Ateneo. Revista de Literatura (Ateneo de Los Teques) Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Academia Nacional de la Historia) Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida (Arquidiócesis de Mérida) Boletín del Archivo General de la Nación (Archivo General de la Nación) Boletín del Archivo Histórico (Universidad de Los Andes) Boletín del Archivo Histórico de Miralores (Archivo Histórico de Miralores) Boletín CiHev (Centro de Investigaciones de Historia Eclesiástica de Venezuela, Universidad de Santa Rosa) Cuadernos Latinoamericanos (Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos, Universidad del Zulia) Montalbán (Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica Andrés Bello)

Mundo Nuevo (Instituto de Altos Estudios de América Latina, Universidad Simón Bolívar) Paramillo (Universidad Católica del Táchira) Presente y Pasado. Revista de Historia (Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes) Politeia (Instituto de Estudios Políticos, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela) Revista de Ciencias Sociales de la Región Centro-Occidental (Fundación Buría y Centro de Investigaciones Históricas de América Latina y el Caribe) Revista Nacional de Cultura (Conac-Fundación La Casa de Bello Segmentos. Revista de Historia, Cultura e Ideas (Centro de Investigaciones y Estudios Históricos de la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Carabobo) Tiempo y Espacio (Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry, Universidad Pedagógica Experimental Libertador

289

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTóRICAS Bolivarium anuario de estudios bolivarianos

NORmAS DE ARBITRAjE COmISIóN EDITORIAL Los árbitros del Anuario de Estudios Bolivarianos son escogidos por el Consejo Editorial y se sigue el sistema doble ciego. Los evaluadores deben tomar en consideración los criterios enumerados a continuación para el arbitraje de los artículos, colaboraciones y reseñas: • Si el título propuesto corresponde con el contenido del trabajo. • Si el trabajo es original bien sea por el tema tratado, bien por el enfoque considerado. • La coherencia expositiva del autor, claridad en la presentación y buena ortografía. • La coherencia argumentativa y analítica del autor en el tratamiento del tema y respecto de los resultados y conclusiones que presenta. Los artículos deben tener subdivisiones claras, indicando la metodología seguida y los resultados obtenidos. • El cumplimiento por parte del autor de las Normas de PublicaciónInstrucciones para los autores del Anuario. • Cualquier otro criterio adicional por parte de los árbitros según el tema y su respectiva especialidad. 291

NORmAS DE PUBLICACIóN INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES COmISIóN EDITORIAL Las normas para publicar en el Anuario de Estudios Bolivarianos son las siguientes: • Los artículos propuestos/presentados para ser publicados en el Anuario son rigurosamente arbitrados. Serán clasiicados dentro de las siguientes categorías: aceptado; aceptado con modiicaciones, aceptado con modiicaciones mayores y no aceptado. Los trabajos serán evaluados tomando en consideración su originalidad y aportes en el campo. El arbitraje es conidencial. En caso de discrepancia entre los árbitros, la decisión inal corresponde al Comité Editorial. Se informará de la decisión a los autores en un plazo máximo de cuatro meses. • Sólo serán aceptados trabajos inéditos. • Se aceptará colaboraciones en castellano, inglés, francés, portugués e italiano. • Los autores enviarán a la redacción: 3 ejemplares del artículo impreso en formato Word, junto con un cd. Los datos personales del autor (nombre, especialidad, iliación institucional, dirección electrónica y postal, y la fecha cuando culminó el artículo) deben ir en página aparte al artículo. • Los artículos deben ser entregados impresos en papel tamaño carta y en cd en formato rtf. a espacio y medio, con márgenes de 3,5 cms (izquierdo) y 3 cms (derecho), en papel tamaño carta y escritos en Word o en formato rtf. La tipografía debe ser Times New Roman o Garamond 12 puntos; las notas a pie de página en 10 puntos. Los artículos no excederán las 35 cuartillas y no se aceptará envíos sólo por vía electrónica.

293

• Las notas serán numeradas consecutivamente y colocadas a pie de página (números arábigos). Las referencias bibliográicas serán incluidas en el orden que se enuncia: nombre (s) y apellido (s) del autor [Apellidos en Versales], título en cursivas, país, editorial, año. Ejemplo: Germán carrEra damas, El culto a Bolívar: esbozo para un estudio de las ideas en Venezuela, Caracas, Alfadil, 2003. Si se trata de capítulos de libros, se citará en el orden que se indica: nombre (s) y apellido (s) del autor [Apellidos en Versales], “título del capítulo” entre comillas, título de la obra en cursivas, país, editorial, año y páginas. Ejemplo: Luis castro lEiva, “Memorial de la modernidad: Lenguajes de la razón e invención del individuo”, De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, IberCaja, 1994, pp. 129-165. Y en el caso de artículos de revistas: nombre(s) y apellidos(s) del autor [Apellidos en Versales], “título del artículo” entre comillas, título de la revista en cursivas, año, número y páginas. Ejemplo: Ramón aizPurua, “El comercio curazoleño-holandés, 1700-1756”, Anuario de Estudios Bolivarianos, 2004, año x, número 11, pp. 11-88. Los datos completos de la fuente citada sólo serán señalados cuando se los reiera por primera vez, después bastará con indicar autor, título y página. • Las referencias de documentos deben indicar lo siguiente: archivo o lugar de procedencia (colección, por ejemplo), los datos de ubicación exacta del documento dentro del archivo y/o colección (sección, volumen, tomo o legajo, folio) y los datos relativos al documento citado (fecha, emisor y, si aplica, receptor). Ejemplo: Informe de Antonio Gómez al Capitán General, Archivo General de la Nación, Gobernación y Capitanía General, Tomo lxiii, Folios 3-45 vto., 23 de octubre de 1805. • Los gráicos y mapas deben ser numerados con sus respectivas leyendas. Las fotografías deben ser originales y de calidad para su publicación con los créditos correspondientes. Las fotografías, gráicos y mapas deben ser entregados aparte del texto, acompañados de una leyenda, con sus indicaciones acerca de su colocación en el artículo. • Los artículos deben ir acompañados de un resumen, en español y en inglés, de no más de doscientas (200) palabras escritas y se debe incorporar hasta un máximo de cinco palabras claves.

294

• En ningún caso se devolverá los trabajos recibidos haya sido o no aprobada su publicación. Se notiicará a los autores sobre la aceptación –sin o con modiicaciones– o el rechazo de su trabajo en un plazo no mayor de 4 meses. • Las opiniones y las airmaciones que aparecen en los artículos son de exclusiva responsabilidad de los autores. Los trabajos deben ser enviados a la siguiente dirección: Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium, Universidad Simón Bolívar, Edif. Biblioteca, Nivel Jardín, Calle Inglesa, Apdo. postal 89000 Teléfono: 9063141, Fax: 9063143 Estado Miranda, Caracas - VENEZUELA Correo Electrónico: [email protected] o [email protected]

Reseñas: Aquellas editoriales y autores que deseen enviar libros para reseñar, lo deben hacer a la misma dirección indicada, a nombre de Ezio Serrano, coordinador.

295

Canje / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xvii, número 18, 2011 / pp. 287-289

INSTITUTE OF HISTORIC INVESTIGATIONS Bolivarium ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS

RULES FOR PUBLICATION INSTRUCTIONS FOR THE AUTHORS EDITIORAL COmmISSION The rule for publication in the Bolivarianos studiEs annual arE as folloWs: • The articles Publisher in the annual are rigorously debated, and classify among the following categories: accepted, accepted with modiications, accepted with major modiications and not accepted. The works will be evaluated taking into account their originality and their contribution to the ield. The works of the evaluated authors is conidential. In case of a discrepancy between the judges, the inal decision corresponds to the Editorial Committee. The authors will be informed of the decision within a four month period. • Only unpublished works will be accepted. • Collaborations in Spanish, English, French, Portuguese and Italian will be accepted. • The authors must submit: 3 printed copies of the article plus a CD with the article in Word format. Personal data of the author (name, specialty, institutional afiliation, e-mail address and postal address, date in which the article was completed) should be submitted on a separate page. • The articles should be submitted on a CD, written in one and a half spaces, with a left margin of 3.5 cm. and a right margin of 3 cm. in a letter format and written in Word or in rtf format. The source format

297

should be Times New Roman or Garamond 12 points; the pages notes in 10 points. The articles should not exceed 35 pages in length. Articles sent only by e-mail will not be accepted. • Notes should be numbered consecutively and placed at the foot of the page (Arabic numbers). The bibliographical references should be included in the order that they are announced: name(s) and surname(s) of the author [surnames in versalitas], title in cursive, country, editorial, year. Example: German carrEra damas, The Bolivar Cult: outline for a study of ideas in Venezuela, Caracas, Alfadil, 2003. If you are dealing with chapters of a book, you should enumerate in the order that is indicated: name(s), and surname (s) of the author [surname in versalitas], “title of the chapter” between quotes, title of the work in cursive, country, editorial, year and pages. Quentin skinnEr, “Machiavelli’s Discorsi and the prehumanist origins of republican ideas”, G. Bock, Q. skinnEr & M. viroli (ed.), Machiavelli and Republicanism, Cambridge, Cambridge University Press, 1993, pp. 121-142. And in the case of magazine articles: name(s), surname(s) of the author [surnames in versalitas], “title of the article” between quotes, and title of the magazine in cursive, year, number and pages. Example: Ramón aizPurua, “The Dutch-Curacao Commerce, 1700-1756”, Anuario de Estudios Bolivarianos, 2004, x year, number 11, pp. 11-88. The full database of the cited source should only be given when referred to for the irst time, after that it is suficient to indicate the authors surname, op. cit. and page. • Document references should indicate the following: archive or place of reference (collection, for example), the data for exact location of the document within the archive or collection (section, volume, item, folio) and the data relative to the cited document (date, emission and if applicable, receptor). Example: Report by Antonio Gomez to the Capitan General, National Archive of the Nation, Government Ministry and Captain General, Volume lxiii, Folios 3-45 vto., 23 of October, 1805. • All Graphic art and maps should be numbered with its corresponding captions. Photographs should be originals and in publishing quality with its corresponding credits. All photographs, graphic art and maps should be submitted separately from the text, and accompanied with captions and instructions for its placement within the article.

• The articles should be accompanied with a summary, in Spanish and English, with a maximum of 200 words and should incorporate a maximum of ive key words. • Submitted works will not be returned whether its publication was approved or not. The authors will be notiied of their acceptance –with or without modiications– or non acceptance with a three month period. • The opinions and afirmations that appear in each article are exclusive responsibility of its authors. All works should be sent to the following address: Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium, Universidad Simón Bolívar, Edif. Biblioteca, Nivel Jardín, Calle Inglesa, Apdo. postal 89000 Telephones: 9063141, 9063143 Estado Miranda, Caracas - VENEZUELA E-mail: [email protected] o [email protected] Reviews: Those editors and authors that wish to send books for review, should send them to the same address indicated above and in care of Ezio Serrano, responsible of the Review section.

Este Anuario se terminó de imprimir en diciembre de 2011