ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA

Guía de Padres CONTENIDO CAPÍTULO PÁGINA LA GUÍA DE PADRES 4 CÓMO USAR LA GUÍA 5 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA 6 I II III IV V VI VII V...
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Guía de Padres

CONTENIDO CAPÍTULO

PÁGINA LA GUÍA DE PADRES

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CÓMO USAR LA GUÍA

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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA

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I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII

APRENDER A VIVIR JUNTOS Los padres y nuestro hijo recién nacido Necesidades de padres e hijos Alimentar al bebé. Momentos de intimidad Comunicarse con el bebé El desarrollo del lenguaje Las primeras separaciones Manejar los sentimientos. Un aprendizaje para la vida Educación de la sexualidad Divertirse juntos y convivir con la familia Los primeros amigos El niño pequeño y la televisión Nacimiento de un nuevo hermano El niño ante el divorcio

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I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII

APRENDER A CONOCER Y A HACER El desarrollo del niño Del nacimiento a los dos años. Ejercitar el cuerpo para desarrollar la inteligencia Los dos años. El bebé se convierte en niño De los tres a los cinco años. El niño en edad preescolar De la dependencia a la independencia Hábitos y aprendizajes Dormir y estar despierto Comer, aprender y disfrutar Dejar los pañales El primer gran reto: La escuela ¿Qué aprende el niño en el preescolar? El placer de la lectura antes de saber leer Jugar con las matemáticas

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I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII

APRENDER A SER El cuidado de la autoestima El camino hacia la libertad Los padres y los valores La disciplina. Una cara del amor Cómo y cuándo disciplinar ¿Son necesarios los castigos y los golpes? Consecuencias naturales y consecuencias lógicas Berrinches y pataletas Mentir, robar y hacer trampa Miedos y pesadillas El juego. Actividad primordial del niño Desarrollo de la creatividad

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PARA TERMINAR

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BIBLIOGRAFÍA

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LA GUÍA DE PADRES Todos los padres quisiéramos que nuestros hijos crecieran sanos y felices Deseamos que nuestros hijos lleguen a ser adultos responsables, satisfechos, amorosos y felices; intentamos darles la mejor formación, pero a veces no sabemos cómo hacerlo. Para criarlos y educarlos tenemos que prepararnos, ampliar nuestros conocimientos, reflexionar sobre nuestros valores, pensar qué ejemplo les damos y encontrar la mejor manera de apoyar el desarrollo de sus sentimientos, habilidades y virtudes. ¿Por qué publicar la Guía? Los padres necesitamos cada vez más conocimientos para cumplir de manera adecuada uno de los trabajos más importantes y complejos que hemos de realizar: la educación de nuestros hijos. La Guía intenta contribuir a la satisfacción de esta necesidad. Saber más sobre el sentido de la educación, sobre las distintas formas de animar a los niños a usar su inteligencia, a relacionarse con otras personas y a expresar sus sentimientos y su creatividad nos ayuda a actuar con mayor eficacia y a sentirnos satisfechos como padres. Los libros son fuente de información y un estímulo para reflexionar. Nuestro criterio se amplía, se enriquece y se nutre con las ideas de los demás. A lo largo de los años, muchos educadores han estudiado cómo son los niños, cómo actúan y se desarrollan, cómo aprenden, qué necesitan y de qué manera se relacionan con otros. Lo que hoy se sabe acerca del aprendizaje y el desarrollo infantil nos invita a revisar nuestras ideas y prácticas educativas. Sabemos que la formación de la personalidad y de las capacidades intelectuales comienza desde el seno materno, que las emociones influyen de manera muy importante en el rendimiento escolar; que el aprendizaje no se recibe pasivamente sino que se construye a partir de las experiencias y de las relaciones con las personas; que el niño necesita el cariño, el estímulo y el apoyo permanente de sus padres. Sabemos que existen diferentes maneras de guiar y de estimular a los niños, de hacerlos sentir seguros y contentos consigo mismos. La Guía recoge los descubrimientos y experiencias de algunos educadores y los ofrece a los padres para que aprovechemos lo que nos parezca útil, para que intentemos disfrutar más de nuestros hijos y ser mejores acompañantes en su camino a la madurez durante los años clave de su formación. La Guía: lo que sí es Esta Guía tiene como objetivo ofrecer a los padres un instrumento que ayude a aclarar algunas ideas y sentimientos sobre la tarea de educar, a comprender mejor a los hijos y a construir un ambiente en el que todos los miembros de la familia convivan en armonía. Pretende darnos herramientas para promover la unión y los valores familiares, para fortalecer el diálogo y lograr una relación de confianza, respeto, aceptación y cariño entre padres e hijos. La Guía presenta opciones para que cada padre y madre tomemos lo que nos sea útil, para que ensayemos maneras

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nuevas de actuar que faciliten nuestra labor educativa y nos permitan aprender junto con nuestros hijos. La Guía ofrece algunas orientaciones para ayudarnos a observar y escuchar con atención y respeto a los niños y niñas, y nos da sugerencias para proporcionarles los estímulos y el apoyo que necesitan a medida que crecen. Sugiere actividades sencillas que podemos realizar para convertir el espacio familiar en un sitio interesante, divertido, seguro e inspirador para todos. La Guía: lo que no es La Guía no es un sustituto del criterio de los padres ni un recetario para aplicarse al pie de la letra. No existe un libro con la solución a todas las situaciones que viven las familias y seguramente no existirá nunca. Nadie tiene todas las respuestas. Además, los padres actuamos siguiendo nuestros impulsos personales, costumbres y conocimientos y decidimos lo que hay que hacer en cada caso según las circunstancias, las necesidades y la personalidad de nuestros hijos. La Guía no trata sobre la atención de la salud, la alimentación o la higiene de la niña o el niño. El médico o la institución que los atiende debe hacer el seguimiento de su evolución y recomendar los cuidados, las vacunas y la alimentación que necesitan en las distintas etapas de su desarrollo. La Guía tampoco se refiere a las necesidades especiales y específicas de los niños con alguna limitación o discapacidad, ni a problemas graves como el maltrato o el abuso. Estos temas deben atenderse con ayuda profesional. Cuando contemplamos el panorama completo del desarrollo del niño o la niña, comprendemos mejor el sentido de los retos y logros de cada etapa La personalidad del niño es sumamente compleja. Integra aspectos muy diferentes: físico, emocional, intelectual, social, creativo y espiritual. Los padres tenemos que atender cada uno de ellos y saber que se relacionan, se entrecruzan unos con otros y se desarrollan juntos. La Guía trata los distintos elementos de la personalidad del niño y los presenta en tres apartados: Aprender a vivir juntos, Aprender a conocer y a hacer, y Aprender a ser. En el desarrollo del niño, los aprendizajes incluidos en estos tres apartados constituyen una unidad indivisible, sin embargo, cada uno tiene sus particularidades y, para comprenderlos mejor, conviene tratarlos por separado. La Guía es una invitación a ampliar nuestros conocimientos y a reflexionar sobre los distintos temas para saber qué esperar y decidir qué hacer a medida que crecen los niños. Si entendemos mejor y ponemos atención a los avances de nuestros hijos, podremos prestarles la ayuda necesaria en cada momento y prepararlos para que ellos sigan avanzando y aprendiendo por su cuenta durante toda su vida. Esta guía está dedicada a los padres de niños pequeños, desde que nacen hasta los 5 años de edad La Guía describe el proceso de desarrollo del niño y lo que podemos hacer para favorecerlo. Las etapas de desarrollo se describen de manera general, pero como cada niño es diferente, los padres hemos de considerar la información simplemente como una ayuda para aprender a observar a nuestro hijo y comprender sus procesos individuales de crecimiento.

Guía de Padres

CÓMO USAR LA GUÍA La Guía de Padres está compuesta por tres apartados: 1. Aprender a vivir juntos 2. Aprender a conocer y a hacer 3. Aprender a ser Cada apartado incluye una introducción y varios capítulos. La estructura de los capítulos intenta inducir una actitud activa en los padres al leer la Guía. Los capítulos incluyen varias secciones: ejercicio, información y recomendaciones. Todos los capítulos se acompañan de ilustraciones. Ejercicio de reflexión Al principio de cada capítulo, se plantea un ejercicio de reflexión con preguntas y algunas sugerencias para ayudar a tomar conciencia de las propias actitudes, maneras de reaccionar, información e ideas acerca de la educación y el desarrollo del niño. Como no se trata de un examen y las respuestas no son correctas o incorrectas, ni tienen que entregarse a nadie, se sugiere contestar con la mayor verdad y honestidad posibles, y hacerlo antes de leer el texto del capítulo. EJERCICIO DE REFLEXIÓN 1.- ¿Qué significa para usted ser madre? ¿Ser padre? ¿Qué hace para disfrutar la convivencia con su bebé? 2.- Por lo menos una vez al mes, anote en una libreta los avances de su niño, sus “'gracias”' y sus momentos difíciles. También escriba cómo se siente usted ante todo esto. Estas notas le servirán más adelante, pues a su niño le encantará que le platique qué hacía cuando era bebé, además, a usted le ayudarán a tener más claros sus sentimientos y actitudes

Información Después del ejercicio de reflexión se presentan algunas ideas y reflexiones sobre el tema. Es pertinente aclarar que cuando la Guía habla del “niño”, la intención, desde luego, es incluir a los niños y a las niñas, pero también facilitar la lectura y no cansar a los lectores con la continua aclaración. Cuando es necesario precisar, o se tratan temas relacionados con las diferencias de género se hace la distinción expresa. La alegría de recibir en los brazos a su hijo recién nacido cambia para siempre la vida de los padres. Por primera vez, somos responsables de la existencia de otro ser humano. Criar y educar a nuestro hijo puede ser una de las tareas más divertidas, emocionantes y gozosas, pero también uno de los más grandes desafíos. El pequeño depende, incluso para sobrevivir, de nuestros cuidados y de nuestro amor.

Recomendaciones Al final del capítulo, se encuentra una lista de sugerencias que se consideran convenientes. No todas las recomendaciones se pueden aplicar al mismo tiempo. Quizá sea conveniente escoger una o dos, probarlas, y después tomar otras dos. Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Aprenda a observar a su niño y atienda sus necesidades. Hágale sentir que lo quiere, cárguelo y abrácelo. Atienda a su bebé siempre que llore; trate de averiguar por qué está molesto y responda adecuadamente. Acaricie lo más que pueda a su bebé. Aproveche la hora del baño, de la comida y del cambio de pañales para jugar con él, cantarle y hablarle. Relájese, descanse y pida ayuda cuando lo necesite.

Ilustraciones Los dibujos destacan las principales ideas del capítulo. Ser padres implica estar preparados para la generosidad

Se sugiere comentar las ideas de la Guía con la pareja o con alguna persona de nuestra confianza; también formar grupos de discusión con otros padres. Compartir nuestros puntos de vista, dudas e inquietudes, así como reflexionar juntos, nos reconforta y nos enriquece.

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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA La familia recibe al niño o niña cuando llega al mundo Gracias a su familia —la madre, el padre, las personas que lo atienden—, el bebé satisface sus necesidades y logra sobrevivir. Su familia lo alimenta, lo cuida, lo protege; le da seguridad, confianza y cariño; lo guía, le enseña, lo estimula y lo educa. La familia hace sentir al niño que pertenece, que tiene un lugar propio y que es único y valioso. La familia, ese pequeño grupo de personas que comparten un hogar y una visión del mundo, es el modelo fundamental del niño, es su primera y más importante influencia. A través de la convivencia diaria le transmite —directa e indirectamente, consciente e inconscientemente— sus costumbres, creencias, maneras de actuar, de pensar, de resolver conflictos, de relacionarse. Nuestro hijo va a enfrentar la vida, en gran parte, con los recursos que logre obtener en la niñez. Sus logros se apoyarán en la confianza y seguridad en sí mismo que le ayudemos a desarrollar, en los conocimientos y destrezas que vaya adquiriendo con nuestro estímulo, en la habilidad de decidir y de ser responsable que sepamos alentar, en su autonomía, en los valores que asimiló, en el afecto que recibió y aprendió a dar, en su capacidad de relacionarse con otros, de compartir y de ser solidario. Cada familia es diferente Las familias son distintas según las personas que las forman y las condiciones de cada una. Una familia puede estar formada por una mamá y un hijo; un papá, una tía y una hija; una abuela y un nieto; un papá, una mamá y varios hijos, una pareja con hijas o hijos adoptados, una pareja sin hijos, etcétera. Hay familias grandes o pequeñas; algunas se reúnen con frecuencia y otras se ven de cuando en cuando; algunas organizan fiestas, otras se platican historias o se ayudan cuando es necesario; algunas se pelean por cualquier asunto y otras prefieren no hablar de los problemas que les afligen. En algunas familias las personas encuentran difícil resolver sus desacuerdos; otras tienen mayor capacidad de reconocer los conflictos, enfrentarlos y solucionarlos por medio del diálogo, de aceptar sus diferencias y enriquecerse con ellas. Para algunas familias es natural expresar los sentimientos y escuchar a los demás, se sienten bien al demostrar su afecto a través de caricias y palabras cariñosas; otras familias son más reservadas, las manifestaciones afectivas no les resultan cómodas y buscan mostrar su amor de maneras distintas. Todas las familias son valiosas y todas pueden mejorar su funcionamiento. En cualquier tipo de familia los niños tienen el derecho y también la posibilidad de crecer felices, de aprender y de desarrollar sus capacidades Ninguna persona es perfecta, las familias tampoco lo son. Todos sufrimos limitaciones en nuestros conocimientos y recursos, a veces nos equivocamos o perdemos el control, pero todos tenemos también la capacidad de superar los errores, el cansancio o el enojo, de aprender nuevas formas de convivir con los demás y de ser solidarios. Lo que importa es que quien quiera que sea la persona adulta encargada de la educación de los niños en una familia, seamos conscientes de la trascendencia de nuestro papel como educadores y nos ocupemos de nuestros niños con inteligencia, respeto y sobre todo con amor.

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Así como las personas evolucionan, las familias también van cambiando Las familias pasan por diversas etapas: funcionan de manera diferente cuando los hijos son pequeños, cuando entran a la escuela o llegan a la adolescencia. Todas las personas y las familias necesitan detenerse en el camino de cuando en cuando para reflexionar sobre las nuevas circunstancias que se van presentando y modificar, si es conveniente, su modo de actuar y relacionarse. En cada etapa, nuestro hijo o hija requiere distintos cuidados, ayuda, atención y guía que van transformándose a medida que madura y se hace independiente. En cada etapa también nosotros vamos cambiando y hemos de satisfacer nuestras necesidades personales al mismo tiempo que fortalecemos los vínculos familiares y encontramos nuevas formas de compartir y apoyarnos unos a otros. Los padres enseñamos a los hijos con nuestra propia vida El trabajo principal de los padres en la educación de nuestros hijos e hijas es el que hacemos sobre nosotros mismos; lo que les transmitimos es lo que somos en verdad. Los niños aprenden normas, valores y comportamientos cuando observan nuestra forma de actuar, de tratarnos unos a otros, de expresar nuestros sentimientos, de poner límites y atender las necesidades de los demás, de manifestar cariño, de hacernos responsables y comprometernos con otros y con la comunidad. Ser el modelo de nuestros hijos supone una gran responsabilidad y un esfuerzo constante; nos exige revisar las creencias y costumbres que han pasado de generación en generación hasta llegar a nosotros, cuestionarlas con sentido crítico y arriesgarnos a buscar una mejor manera de vivir. Muchas veces tendremos que superar dificultades, desafiar personas, controlar impulsos. Para lograrlo, se requiere un gran amor a nuestros hijos y tener muy claro lo que queremos lograr con su educación. Los ideales orientan nuestros pasos y nos dan fuerza para seguir luchando Es necesario tomar una decisión ante las dificultades de todo tipo que vivimos los padres, ante el agotamiento, el fracaso o la tristeza. O nos dejamos vencer por las circunstancias o bien mantenemos en la mente y el corazón nuestros anhelos y valores, y aprovechamos los obstáculos para crecer y para dar a nuestros hijos un ejemplo de valentía, de esperanza, de amor. Esta Guía propone actitudes, acciones y soluciones que parecerían no tomar en cuenta las complicaciones de la vida cotidiana y las condiciones difíciles que padecen las familias Y sin embargo, estas sugerencias han surgido de la experiencia de muchos padres que, como todos nosotros, han enfrentado problemas serios y se han equivocado muchas veces. Al ser conscientes de sus errores y tratar de corregirlos, ellos encontraron maneras útiles y benéficas de relacionarse con sus hijos y apoyarlos en su proceso de desarrollo. Quizá no siempre sea posible llevar a cabo las sugerencias aquí planteadas, pero sostener una aspiración y entender que lograrla en alguna medida significa dar a nuestros hijos una vida más plena y más feliz, nos puede dar el aliento suficiente, no para ser perfectos, pero sí para intentar ser mejores padres cada día.

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APRENDER A VIVIR JUNTOS Desde su nacimiento, el niño se relaciona con otros seres humanos Los padres lo recibimos y le damos las primeras enseñanzas de convivencia y comunicación. En sus primeros años el pequeño aprende quién es él y cuál es su lugar en la familia y en su comunidad. La atención y el trato que le brindamos, las caricias, las palabras, los límites que le marcamos, los estímulos que le ofrecemos, son el modelo de sus futuras relaciones. Los padres le enseñamos si el mundo es un buen lugar donde vivir y si puede confiar en los demás El niño desarrolla una confianza básica en sí mismo y en los demás que se ve influida por el cuidado y el afecto que recibe de sus padres. Las experiencias de los primeros años lo preparan para aprender a vivir con otras personas, en la familia, en la escuela y en la comunidad. Aprender a convivir es indispensable para realizar cualquier actividad. Es muy poco lo que logramos solos Los diversos rincones del planeta están cada vez más comunicados, gran parte del trabajo que se realiza en las empresas o asociaciones requiere que varias personas con habilidades distintas formen un equipo, se pongan de acuerdo y se apoyen unos a otros. El niño aprende en la familia a ser solidario De unos padres que intentan ser cada vez más abiertos, amorosos y sensibles, el niño aprende a relacionarse en forma sincera y respetuosa, a saber que las personas importan más que las cosas, que todos necesitan ser comprendidos, aceptados y valorados. Aprende a escuchar y a expresar emociones y pensamientos, a respetar lo que otros dicen y a enriquecerse con el diálogo. El lenguaje, uno de los logros más extraordinarios de sus primeros años, lo conduce a una comunicación más profunda y eficaz Ser capaz de decir lo que necesita, lo que desea, lo que piensa, y entender qué necesitan, desean y piensan los demás, le da al niño la habilidad de participar en proyectos conjuntos y resolver de manera inteligente y pacífica los conflictos que surgen entre las personas. Aprender a vivir con otros significa llegar a ser capaz de establecer vínculos de afecto y de hacer amigos A medida que el niño crece y evoluciona su lenguaje, sus círculos de relación se van haciendo más amplios. Su curiosidad lo lleva fuera de casa, lo hace interesarse en otras personas —niños y adultos— diferentes a los miembros de su familia y, cuando está preparado, a ingresar a la escuela. La escuela le dará las oportunidades de iniciarse en la amistad, una de las experiencias humanas por las que vale la pena vivir.

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I. Los padres y nuestro hijo recién nacido EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Qué significa para usted ser madre? ¿Ser padre? ¿Qué hace para disfrutar la convivencia con su bebé? Por lo menos una vez al mes, anote en una libreta los avances de su niño, sus “gracias” y sus momentos difíciles. También escriba cómo se siente usted ante todo esto. Estas notas le servirán más adelante, pues a su niño le encantará que le platique qué hacía cuando era bebé, además, a usted le ayudarán a tener más claros sus sentimientos y actitudes. La alegría de recibir en los brazos a su hijo recién nacido cambia para siempre la vida de los padres Por primera vez, somos responsables de la existencia de otro ser humano. Criar y educar a nuestro hijo puede ser una de las tareas más divertidas, emocionantes y gozosas, pero también uno de los más grandes desafíos. El pequeño depende, incluso para sobrevivir, de nuestros cuidados y de nuestro amor. De pronto, nuestra vida gira alrededor del pequeño Si es el primer hijo, podemos sentirnos asustados ante la enorme tarea que hemos de emprender. Muchas veces, no nos atrevemos a confesar qué tan inseguros y agobiados nos sentimos. Según nos han dicho, deberíamos estar felices en todo momento y, sin embargo, a veces nos deprimimos, estamos preocupados, cansados y de mal humor. Estas emociones son naturales. Tenemos que reconocerlas, aceptarlas y expresarlas abierta y respetuosamente para poder disfrutar plenamente de otros sentimientos como la ternura, la diversión y la alegría.

Nuestra vida gira alrededor del pequeño

Los padres y el bebé tenemos que pasar por un periodo de ajuste Es bueno saber que los sentimientos de desconcierto se convertirán en un amor incondicional por nuestro bebé. Por ahora, estamos viviendo un tiempo de acomodo. También el niño necesita adaptarse a su familia. Tiene mucho que aprender y nosotros somos sus maestros. La primera lección importante que damos al bebé es la confianza Como por el momento el niño depende totalmente de nosotros y tiene una fuerte necesidad de contacto y afecto, sus padres le enseñamos desde los primeros días si el mundo es un buen lugar donde vivir y si puede esperar atención y cariño. Cuando lo cuidamos, satisfacemos sus necesidades y respondemos a sus señales de bienestar o de molestia, el bebé aprende a confiar en la vida y a sentirse seguro. No hay que tener miedo de malcriar al bebé si lo atendemos cuando llora Es muy importante cargarlo, acunarlo, mecerlo, hablarle en voz baja, hacerlo sentir querido. A través de estas acciones, el bebé recibe el mensaje de que cuenta con alguien. De la confianza o desconfianza que pueda tener en nosotros va a depender su visión del mundo cuando sea mayor. Las caricias y el contacto físico son la mejor manera de darle confianza y consuelo, de tranquilizarlo, estimularlo y de expresarle nuestro amor Si al niño lo dejamos llorar mucho tiempo puede desarrollar un sentimiento de fracaso y tristeza que tendrá consecuencias negativas más adelante. Nuestra ternura es el alimento que le permitirá crecer emocionalmente sano y aprender a relacionarse con los demás. En la medida en que los padres comprendamos el proceso de desarrollo del niño, nuestros sentimientos serán más positivos y nuestra capacidad de disfrutar será mayor. De nosotros depende vivir la paternidad como una carga o como una gran alegría.

Hágale sentir que lo quiere

Pruebe

algunas

de

las

siguientes

recomendaciones Aprenda a observar a su niño y atienda sus necesidades. Hágale sentir que lo quiere, cárguelo y abrácelo. Atienda a su bebé siempre que llore; trate de averiguar por qué está molesto y responda adecuadamente. Acaricie lo más que pueda a su bebé. Aproveche la hora del baño, de la comida y del cambio de pañales para jugar con él, cantarle y hablarle. Relájese, descanse y pida ayuda cuando lo necesite.

Atienda a su bebé siempre que llore

Aproveche la hora del baño para jugar con él

Relájese y descanse

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II. Necesidades de padres e hijos EJERCICIO DE REFLEXIÓN Todos los seres humanos tenemos necesidades que debemos satisfacer para sentirnos bien. Estas necesidades no son lujos o caprichos sino aspectos indispensables para vivir como personas completas y felices. ¿Tiene usted satisfechas las siguientes necesidades?: Fisiológicas Come adecuadamente Descansa lo suficiente Hace ejercicio Goza de buena salud Afectivas Se siente amado Ama a alguien Se siente estimado Tiene buena comunicación con alguien en especial Abraza con frecuencia a alguien De pertenencia Forma parte de un grupo de amigos Lleva a cabo actividades en grupo: recreativas, deportes, manualidades, etcétera Se siente parte importante de su familia Está comprometido con su trabajo o con un ideal De recreación Hace algún deporte Participa en juegos con su familia Disfruta de actividades cerca de la naturaleza Asiste a fiestas y celebraciones de la comunidad, la familia o los amigos Se da tiempo para disfrutar de las actividades que más le gustan De aprendizaje y autorrealización Disfruta su trabajo Invierte tiempo en aprender lo que le interesa Tiene planes para el futuro De intimidad Tiene momentos para estar a solas con usted mismo Disfruta de tiempo a solas con su pareja Puede confiar sus preocupaciones y alegrías a alguien: pareja, amigo, pariente, etcétera De trascendencia Cree que la vida tiene sentido Cree que su existencia es útil para alguien más



POCAS CASI SIEMPRE VECES

Si en algún aspecto sus necesidades no están cubiertas, conviene revisar qué le falta y dedicar esfuerzo a atenderse. Que usted tenga una vida tranquila, sana y equilibrada es un beneficio muy grande para sus hijos.

NO

Todos los seres humanos, desde el nacimiento, necesitamos cuidados especiales Tenemos que comer, dormir, mantenernos limpios. Igual de importante es recibir cariño, atención, consuelo y caricias. Los niños necesitan que sus padres les hablemos, los toquemos, los tomemos en brazos y juguemos con ellos. Los padres hemos de dedicar gran parte de nuestro tiempo, energía y recursos en favor de nuestros hijos. Su desarrollo depende de que estemos comprometidos con su bienestar. Para cuidar a nuestros hijos, debemos atendernos también a nosotros Todos tenemos necesidades que no podemos ni debemos descuidar. Los adultos somos los responsables de nuestra propia felicidad y crecimiento. Nadie más puede hacerlo por nosotros. Si los padres aplazamos o renunciamos a nuestra propia alegría y a nuestro desarrollo, perdemos energía y capacidades para apoyar a nuestros hijos y darles felicidad. Al descuidar nuestras necesidades, vamos acumulando un sentimiento de molestia y resentimiento Los padres frustrados suelen estar cansados, de mal humor, enojados y violentos. En ese estado podemos lastimar a los hijos de muchas maneras. El sacrificio no siempre es una virtud. Es necesario recapacitar sobre nuestras necesidades, buscar formas que nos ayuden a satisfacerlas, darles un orden de importancia, definir cuáles debemos cumplir ahora y cuáles pueden esperar para ser satisfechas más adelante. Es parte de la convivencia humana expresar y atender las necesidades propias, poner límites a los demás y pedirles su ayuda Así, enseñamos a los hijos a hacer lo mismo y a reconocer que todos somos importantes. Cuando los niños se sienten comprendidos y tomados en cuenta por sus padres, y ven a sus padres cuidarse a sí mismos, aprenden a respetar sus propias necesidades y las de los demás. El mejor regalo que podemos dar a nuestros hijos es estar contentos, descansados y satisfechos, sentirnos útiles, disfrutar la vida, ser buenos amigos de nosotros mismos Al respetar las necesidades, espacios, tiempos e intereses, tanto nuestros como de nuestros hijos, creamos armonía entre todos y contribuimos con ellos al desarrollo de cada miembro de la familia. Aprender a pedir y a dar afecto y cuidados es un proceso que se vive cada día y dura toda la vida.

Al respetar las necesidades, creamos armonía entre todos

Trate de entender las necesidades del bebé

Cuide su propio bienestar

Pida ayuda a su pareja

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Esté atento a lo que necesitan usted y su pareja. Trate de entender las necesidades de su bebé en sus comportamientos. Él no sabe decir lo que le hace falta. Cuando su hijo ya pueda hablar, escúchelo. Aclaren juntos lo que necesita. Pida ayuda a su pareja o a otras personas cuando se sienta cansado, agobiado o nervioso. Cuide su propio bienestar. Descanse todo lo que necesite. Platiquen en familia sobre lo que necesita cada uno y busquen la manera de ayudarse unos a otros. Los niños pequeños también pueden colaborar en la medida de sus capacidades.

Abrace y déjese abrazar

Separe un momento del día para estar a solas y para hacer lo que le gusta. Dedique a su pareja y a cada uno de sus hijos un momento del día en forma exclusiva. Abrace y déjese abrazar y acariciar por su familia. Propicie que todos se sientan queridos y aceptados.

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III. Alimentar al bebé. Momentos de intimidad

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Observe qué siente cuando alimenta a su bebé. ¿En qué piensa mientras lo hace? ¿Aprovecha ese tiempo para acariciar y hablarle a su hijo? ¿Si la mamá amamanta al bebé, el papá la acompaña? ¿Cómo se sienten al compartir esa experiencia? El momento de alimentar al bebé, ya sea con pecho o biberón, nos da la oportunidad de establecer un contacto íntimo El tiempo de alimentarlo es un momento privilegiado para transmitirle afecto y seguridad, para comunicarnos con él y para disfrutarlo. Cuando alimentemos al bebé no conviene distraernos con otros asuntos. Hay que estar atentos a todo lo que sucede entre nosotros y aprovechar ese tiempo para acariciarlo y hablarle, para aprender a conocerlo y a relacionarnos con él. Si alimentamos al bebé con biberón, es necesario cargarlo y abrazarlo. Nunca hay que dejarlo solo en la cuna para que él tome la botella. Además de ser peligroso, porque puede atragantarse, es muy triste que el niño no reciba la nutrición del cariño y la compañía de sus padres. Amamantar es una actividad que da al bebé toda la alimentación y los estímulos que necesita El pecho de su mamá lo nutre y lo protege de muchas enfermedades. Pero también lo consuela, lo hace sentir seguro, tranquilo y querido. La experiencia de amamantar debe ser gozosa, no sólo para el bebé sino también para su madre. Si ella siente dolor al darle el pecho, el bebé percibe su incomodidad y es posible que se altere. Hay que consultar al médico para solucionar el problema. ¿Cómo come el bebé? Empieza por un periodo corto en que succiona todo el tiempo porque tiene hambre. Luego hace una pausa para descansar. Come y descansa, come y descansa. Cuando no está comiendo, la mamá lo mira, lo mueve, le toca las mejillas, le canta, le habla. Al bebé le gustan estas pausas pues son una manera de decirle a su mamá que para él es tan necesario comer como comunicarse con ella. La comida no es suficiente; necesita también el afecto. Si amamantamos al bebé, ¿cómo saber Alimentar al bebé es relacionarse con él si ya comió lo necesario? Bastan quince minutos de cada pecho para darle la leche suficiente a un recién nacido. Después, él mismo pide que aumente la cantidad. Es asombroso cómo se establece una relación entre el apetito del bebé y la leche de la madre. Entre más coma el pequeño, más leche tendrá su mamá. preocuparse. A menos que haya problemas de salud, la madre producirá la leche necesaria. El bebé da señales muy claras de que está comiendo bien. Lo podemos notar si está contento después de comer, duerme tranquilo entre comidas, moja con frecuencia los pañales —entre seis y ocho veces al día— y aumenta de peso y tamaño.

¿Cuándo darle de comer? ¿Debemos seguir un horario o darle cuando él quiera? Durante las dos primeras semanas hay que ofrecerle el pecho o biberón cuando llore. Muy pronto aprenderemos si su llanto se debe al hambre o a otra causa. Procuremos no darle nuevamente de comer si aún no han pasado dos horas de la última vez (contando a partir del momento en que empezó a comer y no cuando terminó). Si se queda dormido, no dejemos pasar más de cuatro horas para que coma; hay que despertarlo y ofrecerle el alimento. Después de las dos semanas podemos hacerlo esperar unos minutos para ir formando un horario de cada tres horas y luego de cada cuatro, más o menos. Cuando es pequeño, el bebé debe comer por lo menos seis veces al día. La participación del padre es importante en la alimentación del bebé Si la madre amamanta al bebé, el padre puede hacerlo repetir; si el niño toma biberón, el papá tiene la oportunidad de alimentarlo tanto con la leche como con su cariño.

La participación del padre es importante

Bastan 15 minutos de cada pecho

Hay que despertarlo y alimentarlo cada 4 horas

Mientras el bebé come, comuníquese con él

Vaya estableciendo un horario para las comidas

No deje solo al niño con el biberón

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Cuando alimente a su bebé, aproveche ese momento de intimidad para transmitirle su amor. Mientras el pequeño come, comuníquese con él: háblele, cante, acarícielo. Cuando el bebé toma biberón, el padre puede encargarse de algunas comidas para expresarle su cariño. Dedique a su hijo el momento de su alimentación. No se distraiga con otras actividades. Nunca deje solo al niño en su cuna con el biberón. Después de las primeras semanas, trate de establecer un horario para las comidas del bebé. Esto facilita la vida de los padres y crea buenos hábitos en el niño.

Participen en pareja en la alimentación del niño

Cuantas veces sea posible, participen en pareja en la alimentación de su hijo.

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IV. Comunicarse con el bebé

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Cree usted que puede haber verdadera comunicación con un bebé? ¿Por qué? ¿Cómo? Observe cómo reacciona su niño si usted: Le habla suavemente Lo deja en su cuna mientras está despierto Juega con él bruscamente: lo lanza al aire, lo sacude o lo agita Observe cómo le responde usted a su bebé cuando: Llora Sonríe Lo mira con atención Balbucea Cuando nace, el niño ya está preparado para la vida social El recién nacido tiene necesidad de crear una relación muy fuerte con sus padres. Cuenta con varias maneras de llamar su atención. Una de ellas es su apariencia pequeña y frágil, otra es llorar o mirar a sus papás a los ojos. El bebé tiene muchas estrategias para atraernos. La comunicación que establezcamos con él será la base para el desarrollo de sus emociones y de su inteligencia. La voz humana tiene características que atraen mucho a los bebés Su atención se dirige de inmediato a quien le habla, especialmente si se trata de sus padres o de las personas con quienes convive. Aunque no entiende lo que le decimos, sí sabe que nos dirigimos a él, y entonces responde haciendo ruiditos y mirándonos atentamente. La sonrisa es uno de los recursos de comunicación más poderosos de un bebé Desde los primeros días, el bebé se relaciona con nosotros sonriendo, y gracias a esa sonrisa, a pesar de estar cansados, a veces agobiados, encontramos nuevamente la energía para responder a sus necesidades. Casi todos los adultos nos las ingeniamos para hacer sonreír a un bebé pues sentimos que estamos creando un vínculo personal con él, y lo disfrutamos enormemente. El bebé aprende muy pronto que con sólo sonreír puede tener una respuesta segura y agradable. Si no le hacemos caso o respondemos con demasiado ruido, el bebé se El bebé responde haciendo ruiditos pondrá serio. En cambio, si le contestamos con otra sonrisa y le hablamos suavemente, sentirá tranquilidad y alegría. El llanto del bebé también es un mensaje Como no sabe hablar, el bebé llora. Ésta no es razón para preocuparse. Para él, es necesario llorar de vez en cuando, pues así expresa cómo se siente y qué necesita. Su llanto es diferente si tiene hambre, si algo le duele o le incomoda, si está aburrido o se siente solo. Muy pronto sabremos distinguir su mensaje. Los padres tenemos esa capacidad. Al bebé le gusta compartir la vida familiar A partir de los dos meses, el niño está casi siempre alegre. Disfruta de la actividad, las voces y los ruidos de la casa, y siente placer

Es muy agradable tener cerca al bebé siempre que está despierto

cuando las personas se detienen a platicar o jugar con él. Es muy agradable tener cerca al bebé siempre que está despierto, sin embargo, hay que tener cuidado de no sobreestimularlo. Él nos avisa cuando quiere descansar: se desentiende, vuelve la cabeza hacia otro lado, le da hipo o tiembla un poco. A la mayoría de los bebés no les gustan las acciones bruscas. Lanzarlos al aire, hacerles demasiadas cosquillas o sacudirlos puede asustarlos y hacerles perder el control. Cuando el bebé se altera y llora, hay que abrazarlo y tomarlo en brazos para calmarlo. ¿Cómo aprender a relacionarnos con el bebé? Cuando lo tengamos en brazos, conviene colocar la cara frente a él para ayudarlo a poner atención. Al principio estará atento sólo unos cuantos segundos pero este tiempo se va extendiendo poco a poco. Las actividades diarias como el cambio de pañal y el baño son oportunidades para demostrar nuestro cariño y estimular al bebé. Aprovechemos esos momentos para hablarle, darle un masaje ligero, acariciarlo. Así podemos convertir las rutinas en comunicación y en algo agradable para todos. Jugar y acariciar a nuestro niño es una forma de comunicación que el bebé entiende desde sus primeros días.

Al bebé no le gustan las acciones bruscas

Es bueno colocar la cara frente a él

Cuéntele historias

Pruebe algunas de las siguientes

Responda siempre a sus sonrisas

No lo canse ni lo excite demasiado

recomendaciones Hable con su bebé cuando esté con él. Cante para él, cuéntele historias, comparta con él sus sentimientos: “Te quiero mucho, chiquito...”, “Ay, estoy tan cansada, me gustaría que te durmieras pronto...”, “¡Qué maravilla es tenerte cerca...!” Responda siempre a las sonrisas de su niño. No lo canse ni lo altere. El llanto es una de las formas de comunicación de su bebé. Atiéndalo siempre. Haga participar a su bebé en la vida familiar.

Haga participar a su bebé de la vida familiar

Guía de Padres

V. El desarrollo del lenguaje

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Qué piensa acerca de hablar con su bebé si él no entiende las palabras? ¿Cuando su bebé emite algún sonido, usted le contesta? ¿Si su niño ya sabe hablar, suele conversar con él? ¿De qué hablan? Cuando el niño nace empieza el desarrollo del lenguaje El bebé nos escucha hablar desde sus primeros días y, a partir de los dos meses, comienza a guturar, es decir, a hacer ruiditos, y a esperar una respuesta. Si los padres contestamos a sus sonidos, el bebé tratará de repetirlos. Así establecemos la forma básica de la comunicación: “yo hablo, tú escuchas; tú hablas, ahora yo escucho”. Son los primeros pasos para desarrollar el lenguaje. Un poco después, a partir de los ocho meses, el bebé balbucea. Puede decir: ma, da, pa, ba. Estas sílabas todavía no significan nada para él, pero le encanta practicarlas. Está ensayando los sonidos y la entonación de su propia lengua. Los juegos tradicionales de las abuelas preparan el camino a compartir el lenguaje con nuestro hijo Al bebé le encantan los juegos que combinan sonidos, palabras y movimientos que se repiten, como el Aserrín, Aserrán, Las tortillitas, Tengo manita o Los cochinitos. Cantarle y contarle cuentos antes de dormir es una excelente costumbre. El niño realmente construye el lenguaje cuando descubre que las palabras significan algo Un poco antes del año, el bebé da señales de que entiende el lenguaje. Si le pedimos que nos dé un juguete o que se acerque a nosotros, él quiere demostrar que comprende haciendo lo que le pedimos o desobedeciendo con clara intención. A esta edad el bebé todavía usa el dedo para apuntar y señalar. Poco a poco, si lo animamos, deja de señalar los objetos y empieza a hablar para manifestar lo que quiere. Alrededor del año el bebé suele decir su primera palabra. A partir de entonces, su lenguaje se desarrolla a gran velocidad: el número de palabras aumenta cada día y hablar se convierte en una de sus ocupaciones favoritas.

Contarle cuentos es una buena costumbre

Aprender a hablar es un avance formidable de su inteligencia y de su capacidad de relacionarse con los demás El lenguaje es un medio fundamental para conocer, describir y explicar lo que le sucede. Es también una herramienta importante para su desarrollo: es su manera de formar ideas, de aprender, de imaginar y recordar. Así puede referirse a objetos que no están presentes o no existen, y a hechos que ya pasaron. El lenguaje ayuda al bebé a expresar sus necesidades o afectos; con sólo hablar puede pedir lo que le hace falta, llamar a una persona y obtener su atención. La corrección y riqueza del lenguaje del niño depende de la manera como le hablemos Al niño no le es útil que usemos expresiones de bebé, que digamos, por ejemplo, “Gua guá” en lugar de perro. Él aprende igual una palabra que otra. Le ayudamos más si decimos el nombre preciso de las cosas y usamos con

él una forma correcta de hablar. Enseñar a hablar a nuestro Léale en voz alta hijo es una oportunidad para ampliar y mejorar nuestro propio vocabulario, lo cual se logra leyendo buenos libros, manteniendo conversaciones con diferentes personas y asistiendo a pláticas sobre temas interesantes. Alrededor de los dos años, el niño ya puede formar frases sencillas, y a los tres años comprende la mayor parte del lenguaje que usará el resto de su vida A partir de su segundo año, el niño empieza a expresar y ordenar las palabras como se usan en su idioma; dice las palabras cada vez con mayor claridad; escucha atentamente cuentos y canciones, y pide que se los repitamos una y otra vez. Es muy importante que los padres contestemos las preguntas de nuestro hijo, escuchemos lo que nos cuenta y conversemos con él. El niño no sólo imita el lenguaje, sino que lo construye, lo inventa, lo hace suyo Imagina “cómo se dice” y ensaya todo el tiempo. Construye Escucha atentamente cuentos y canciones palabras que nos dejan ver su capacidad para manejar el lenguaje, por ejemplo: “La casa se quemó y los bomberos la desquemaron”. Las palabras que el niño inventa no son tonterías sino todo lo contrario, acciones inteligentes. Por eso, no hay necesidad de hacerle notar sus fallas; por sí mismo va a descubrir la manera convencional de hablar. Con el tiempo, es muy agradable recordar estas formas de hablar del niño. Vale la pena escribirlas en la misma libreta en que anotamos sus “gracias” y sus aprendizajes, o grabar conversaciones, cantos e historias de nuestro hijo. A él le encantará escuchar su voz de cuando era pequeño. Los adelantos en su lenguaje indican que el niño también está avanzando en el desarrollo de su inteligencia y su pensamiento Cuando entra al preescolar, el niño ya tiene un amplio conocimiento del lenguaje. Puede disfrutar actividades como cantar, decir rimas El bebé imagina “cómo se dice” y ensaya todo el tiempo o versos, imitar animales, conversar. A los cinco o seis años ya se le entiende perectamente. Habla bien, hace muchas preguntas y se interesa por palabras nuevas y su significado. Leerle libros es una manera excelente de ampliar su vocabulario y su comprensión. Mientras más libertad y estímulos tenga un niño para escuchar y hablar, mayor será su capacidad de comunicarse y relacionarse con el mundo Si tenemos la costumbre de platicar con nuestro hijo sobre lo que sucede todos los días, sobre lo que incita su curiosidad, lo que le gusta o le sorprende, pronto podremos tener conversaciones muy agradables e interesantes, y tendremos muchas ocasiones de hacerlo sentir querido y apreciado.

Pruebe algunas de las siguientes

Utilice las canciones tradicionales para niños

recomendaciones Hable con su bebé y responda a sus balbuceos. Utilice los juegos y las canciones tradicionales para niños. Invente sus propios cantos. Tenga al bebé cerca e intégrelo a la conversación de la familia. No le dé lo que le pida con señas o ruidos si ya sabe hablar. No utilice un lenguaje infantil, ni le hable como bebé. Así aprenderá a hablar apropiadamente. Platique con su hijo. Muestre interés al escucharlo y al contestar sus preguntas. Permita a su hijo expresarse libremente. No interrumpa la conversación del niño para corregirlo.

Invente sus propios cantos

Léale en voz alta. Cuando su hijo le pregunte el significado de alguna palabra, busque una respuesta simple y clara. Cuando salga de paseo, muestre lo que vayan encontrando y llame a las cosas con el nombre correcto. Dedique un momento para recordar con su hijo lo que hicieron durante el día. No olvide mencionar los sentimientos que acompañaron a todo lo que hicieron. Escriba y, si puede, grabe las “frases célebres” y las palabras o historias inventadas por su niño. Trate de ampliar y enriquecer su vocabulario a través de lecturas y del contacto con otras personas. Intégrelo a la conversación de la familia

Anímelo a que hable en vez de señalar

Guía de Padres

VI. Las primeras separaciones

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Describa con detalle: lo que siente usted cuando deja a su hijo en manos de alguien más lo que hace su niño cuando usted se despide las reacciones de usted y de su hijo en los reencuentros Enumere las cualidades de la persona o institución que comparte con usted la responsabilidad del cuidado de su hijo. Cuando los padres no podemos estar todo el tiempo con nuestro hijo tenemos que buscar a alguien que nos ayude a cuidarlo A veces las separaciones son necesarias y al principio pueden ser difíciles tanto para el niño como para nosotros. Si los dos padres trabajamos, o si uno solo se encarga del cuidado de la familia, el pequeño tendrá que quedarse con alguien más: un familiar, un amigo o en una guardería. Quizá nos sintamos mal por no poder estar con él todo el día, pero podemos tener la tranquilidad de que nuestro hijo tiene la capacidad de estar contento incluso sin nuestra presencia. Es indispensable que la institución o la persona que elijamos sea de toda nuestra confianza y que podamos estar seguros de que nuestro hijo estará bien atendido Aunque lo cuide alguien más, la responsabilidad del niño es nuestra, y siempre seremos los padres quienes debemos tomar las decisiones importantes. Antes de dejar al niño por primera vez, tenemos que llegar a un acuerdo muy preciso con la persona que se va a encargar de atenderlo sobre los límites y reglas del comportamiento de nuestro hijo; decirle cómo queremos que lo trate y darle información clara acerca de su manera de ser, sus costumbres y necesidades. La comunicación completa ahorra malos entendidos y problemas innecesarios. Al regresar por nuestro hijo, conviene pedir los detalles de lo que sucedió mientras no estábamos. El intercambio respetuoso con quien lo cuida es muy útil para asegurar el bienestar del niño, como también lo es ayudar a esa persona lo mejor posible y manifestarle nuestra gratitud por el apoyo que nos brinda.

Las separaciones son necesarias

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Es muy importante preparar al niño para la separación Cuando nuestro hijo es muy pequeño, conviene estar presentes los primeros días mientras él se acostumbra y la persona va conociendo las rutinas del bebé. Si el niño va a quedarse en una guardería, conviene llevarlo de visita con anticipación para que, cuando lo dejemos, el lugar y las personas que lo van a cuidar no le sean desconocidos. Nunca hay que dejar al niño sin avisarle Cada vez que salgamos, aunque no comprenda aún las palabras, hay que hablar con él, despedirnos y permitir que nos vea salir. Al principio, no suele dar señales de molestia, pero a partir de los cuatro o cinco meses, el bebé empieza a protestar más claramente si lo dejamos durante el día. Puede ser que cuando regresemos esté enojado con nosotros, no quiera mirarnos, llore o se resista a que lo carguemos.

Si nos ponemos detrás de una cobija y después de un Las protestas del bebé son una buena señal de que momento, quitamos la cobija y le decimos: “¡Aquí estoy!”, él avanza en su capacidad de distinguir a las personas se va a alegrar al vernos. importantes para él Cuando el niño ya camine, podemos escondernos detrás de Su enojo significa que va madurando, que nos conoce mejor la esquina, o de un mueble, y dejar que nos descubra. Al y que quiere estar con nosotros. Es sano que llore y se enoje niño también le gusta esconderse. Disfruta mucho estos pues así nos da oportunidad de darle lo que necesita cuando juegos que, además, son una gran ayuda para el desarrollo estemos con él. de su inteligencia y de sus sentimientos. Si el niño ya entiende el lenguaje, hay que decirle a dónde vamos a ir, cuánto tiempo estaremos fuera y a qué hora volveremos Podemos decirle: “Te extrañé” Algunos padres creen que el niño sufre menos si desaparecen cuando él está distraído y luego alguien lo consuela diciéndole una mentira como: “No te preocupes, tu mamá está en el patio, en un momento regresa”. En realidad, los engaños aumentan su desconfianza, pues, al darse cuenta de que en verdad sus padres se han ido, se angustia todavía más. En cambio, si nos despedimos de él, al regresar podemos recordarle que le prometimos volver y lo estamos cumpliendo. Esto lo tranquiliza y le enseña que puede confiar en nosotros pues le decimos la verdad. Además, si procuramos regresar siempre a la misma hora, aprenderá a prepararse para nuestra llegada. El niño requiere que tanto las rutinas como las personas que lo cuidan sean siempre las mismas Para sentirse seguro, nuestro hijo necesita saber lo que va a suceder en el día. La inestabilidad y el desorden lo desconciertan y afectan tanto su inteligencia como sus emociones. Hay que establecer una rutina de horarios y hábitos, y ser sumamente constantes; debemos establecer un compromiso del tiempo que estaremos diariamente con él. Si aún es bebé puede ser un buen hábito arrullarlo, mecerlo y cantarle en la mañana antes de salir y en la tarde cuando regresemos, y si ya habla y entiende, platicar y jugar con él. Al llegar a casa, es importante, para nosotros y para el niño, encontrar formas de mostrarle cuánto lo queremos. Si al regresar lo notamos inquieto o molesto, seguramente después de unos El juego de las escondidas ayuda al niño momentos de caricias, volverá a estar alegre. Podemos sentarlo en las piernas, abrazarlo, hablarle: “¿Cómo te fue hoy? ¿Estuviste contento? Yo pensé mucho en ti. Te extrañé porque me encanta estar contigo.” Aun en el caso de que no entienda las palabras, sí comprenderá nuestros sentimientos e intención. Por otro lado, hay que estar muy alertas y tomar en cuenta las reacciones y las quejas del niño y la manera como se relaciona con quien lo cuida. Su comportamiento es una señal clara de cómo está siendo tratado. Una manera de aliviar la ansiedad y el miedo de la separación es el juego de las escondidas Nuestro hijo necesita aprender que nosotros seguimos existiendo aunque él no nos vea.

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Explique a su niño que va a salir

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones No se sienta culpable por dejar un rato a su hijo. Al reencontrarse, usted estará en mejor actitud para interactuar con él. Reúnase con su hijo y la persona que lo va a atender unos días antes del momento en que lo tenga que dejar con ella. Prepare a su niño explicándole con anticipación que va a salir y a qué hora volverá. Nunca engañe a su hijo: diga la verdad para que siga confiando en usted. Organícese para contar todos los días con un tiempo suficiente de convivencia con su hijo. Fomente la comunicación con la persona que lo cuida.

Salúdelo con abrazos y palabras afectuosas

Entréguele un escrito con las recomendaciones que usted considere necesarias y algo de dinero para emergencias. Deje a la vista los teléfonos del sitio donde se le pueda encontrar, así como el del médico de su hijo. Procure saber lo básico sobre primeros auxilios y enséñele a la persona que atiende al niño. Esté al pendiente de cómo lo cuida la persona encargada. Llegue a deshoras para ver si está contento, si se respetan sus ritmos de sueño, comida, juego. Al regresar, platique con la persona responsable para enterarse de lo que hizo el niño y sus avances del día. Salude a su hijo con gusto, exprésele su afecto con palabras y abrazos, platíquele cómo fue su día y lo que van a hacer ahora que están juntos.

Entérese de lo que hizo y sus avances

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No se sienta culpable por dejarlo

Guía de Padres

VII. Manejar los sentimientos. Un aprendizaje para la vida EJERCICIO DE REFLEXIÓN Los sentimientos están presentes en todas nuestras relaciones. El ambiente que vivimos en familia depende de cuáles sean, de cómo se expresen y se reciban los sentimientos. De esta lista de sentimientos, ¿cuáles considera negativos y cuáles positivos? ¿Qué sentimientos se aceptan en su familia y cuáles no? SENTIMIENTO Coraje Seguridad Fastidio Alegría Flojera Confianza Tristeza Vergüenza Orgullo Culpa Optimismo Miedo Entusiasmo Amor Odio Preocupación Soledad Envidia Superación

POSITIVO

NEGATIVO

SE ACEPTA EN MI FAMILIA

NO SE ACEPTA

Revise los sentimientos que calificó como negativos y también los que no se admiten en su familia. Piense por qué los considera negativos y por qué no se aceptan. Observe cómo se expresan. Note cuáles son los sentimientos más frecuentes en su casa. No hay sentimientos buenos ni malos Cada sentimiento tiene su valor, su utilidad y su significado. Las emociones le dan sabor, variedad y riqueza a la vida. Pero tienen que ser adecuadas, es decir, estar relacionadas y guardar proporción con las circunstancias en las que se producen. Las experiencias humanas son muy diversas y a cada una corresponde una emoción. A veces los sentimientos son agradables, a veces dolorosos, hay momentos de alegría y otros de tristeza. Si lográramos quitarles a algunos sentimientos su signo negativo, podríamos aceptarlos y expresarlos todos. Una cosa es expresar el sentimiento y otra actuarlo lastimando o destruyendo Reconocer y manifestar nuestros sentimientos es algo útil y necesario, pero no debemos convertirlo en conductas dañinas para nosotros o para los demás. Está bien demostrar cualquier emoción, pero no cualquier acción: somos responsables de nuestros actos. Perder el control y dejarnos llevar por un sentimiento fuerte no nos lleva al bienestar emocional ni a mejorar

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nuestras relaciones. Ser capaces de serenarnos es una habilidad necesaria para convivir en armonía. Es una capacidad que necesitamos enseñar a nuestros hijos, y la mejor forma de hacerlo es tratarlos con respeto, comprensión y cariño. La familia es la primera escuela de los sentimientos Desde que nacen, los niños viven emociones muy intensas. Los padres comenzamos a educar esas emociones en los momentos de intimidad con nuestro hijo o hija, cuando reconocemos sus gustos, atendemos sus llantos, y le damos lo que necesita. El niño pequeño muy rara vez manifiesta sus sentimientos con palabras Más bien lo hace a través de otras señales: el tono de la voz, los gestos, ademanes, la postura, la respiración. Los padres tenemos que estar muy atentos, pues algunas veces lo que dice no concuerda con esos otros signos. Hay que saber identificar lo que en verdad trata de comunicarnos, escucharlo con verdadero interés y reconocer su manera personal de expresarse. Si los padres no mostramos respeto por los sentimientos de nuestro hijo, por su llanto, su risa o su necesidad de caricias, el niño empieza a dejar de expresar y hasta de sentir esos sentimientos. Así su vida va perdiendo riqueza y oportunidades de relacionarse con otras personas. La capacidad de una familia de compartir las emociones es la mejor señal de salud y armonía El niño advierte cómo los padres nos tratamos uno al otro, cómo reaccionamos cuando alguien está alegre, triste o preocupado. Así aprende a respetar, a consolar y a ayudar a los demás. Nosotros somos sus modelos para expresar emociones y para escuchar lo que otros sienten.

Reconocer lo que sentimos y hablar de ello

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Nuestro hijo aprende en familia a distinguir y aclarar sus sentimientos, a ponerles un nombre. Y también a darse cuenta y comprender lo que sienten los demás. Mientras mayor sea la variedad de emociones que pueda observar y manifestar, más ricos serán sus contactos con el mundo y mejor su capacidad de acercarse a los demás. Para enseñar a nuestro hijo a conocer, sentir y expresar sus emociones, los padres tenemos que conocer, sentir y expresar nuestras propias emociones Si no sabemos reconocer la tristeza o el miedo, no podremos ayudar al niño. Mientras más abiertos estemos a lo que sentimos y mejor sea la manera de expresarlo, educaremos mejor las emociones de nuestro hijo. Los padres no sólo enseñamos al niño con lo que decimos; él entiende nuestras palabras, pero comprende también una mirada, un gesto o el silencio. La forma en que los padres manifestamos nuestros sentimientos tiene consecuencias muy profundas para la vida futura de nuestro hijo o hija Cuando los padres no manejamos bien nuestras emociones y reaccionamos de manera violenta, el pequeño se desconcierta, no sabe qué hacer y desarrolla un miedo constante ante una amenaza de la que no puede escapar. Los padres que tratan a su hijo injustamente y con dureza provocan que él repita esos comportamientos con otros niños y luego con sus propios hijos. La agresividad se transmite de una generación a otra. El enojo es el sentimiento que menos capaces somos de dominar Dejarnos llevar por la ira nos da cierta satisfacción momentánea pero no nos ayuda a resolver problemas; más bien obstruye la razón, nos altera y nos enfurece más. Perder el control es un riesgo para nosotros y para los que nos rodean, causa sufrimiento, desunión y después produce culpa. Es fundamental que los padres sepamos calmarnos. Cuando comienza el enojo, procuremos identificar los pensamientos que están provocando el coraje, considerar qué tan adecuados son y cambiar nuestro enfoque. También podemos contar hasta veinte, dar un paseo a pie, respirar profundamente, relajarnos o hacer un ejercicio breve y vigoroso. Sólo si aprendemos a manejar la ira y el enojo podremos enseñar a nuestros niños a refrenarlos. Para ayudar a nuestro hijo a serenarse, hay que saber que detrás de la ira siempre hay otro sentimiento Cuando el niño se enoje, siempre tratemos de averiguar qué hay detrás de su coraje: ¿Se siente solo, herido, celoso, inseguro? ¿Tiene miedo? ¿A qué?

Evitar frases como: “No pasó nada”

Evitemos criticarlo o burlarnos

Debemos enseñarle a ser sensible al dolor del otro

está enojado. Así vamos a poder atenderlo y darle lo que necesita: compañía, consuelo, seguridad o protección. Existen varias maneras de cuidar la vida emocional del niño: Hacer caso a sus sentimientos. Él debe saber que para nosotros sus alegrías, tristezas o enojos son importantes. Para ello, es necesario acercarnos a él y ayudarlo a entender cómo se siente. Por ejemplo, si nuestro niño se cae y llora, decirle: “Déjame que te cure, ¿te asustaste? ¿Te duele?” Tenemos que evitar frases como: “No pasó nada”, “No seas llorón” o “No me molestes, ¿qué no ves que estoy ocupado?” Ser sensibles y respetuosos con todas las emociones del niño. Debemos recordar que no hay sentimientos negativos. Evitemos criticarlo, burlarnos o prohibirle que muestre sus sentimientos. Si le decimos: “No llores, no grites, no me contestes” él aprenderá a guardar sus emociones para sí mismo y perderá la confianza de expresarse. No aceptar ni permitir que, al mostrar sus sentimientos, el niño lastime y falte al respeto a otras personas. Si esto sucede, será necesario corregirlo. Es importante ser firmes y hablar con él para que reflexione sobre lo que hizo. Sin regañarlo o insultarlo, debemos poner límites y aprovechar el momento para enseñarle a ser sensible al dolor del otro. Podemos decirle: “Entiendo que estés molesto, pero no puedo aceptar que lastimes o insultes a nadie. Mira cómo le dolió lo que hiciste” . De esta manera, evitaremos que el niño se vuelva egoísta e incapaz de pensar en los demás. Cuando el niño sabe que sus sentimientos son reconocidos y aceptados, se está preparando para sus futuras relaciones íntimas de adulto La comprensión que recibe lo hace fuerte para el momento en que deje la protección de la familia y tenga que tratar a personas desconocidas. Tanto los niños como los padres necesitamos encontrar dentro de la familia el apoyo emocional que nos fortalezca para poder enfrentar las exigencias del mundo externo.

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Escúchelo con paciencia y cariño

No tome una actitud indiferente

No permita que sus acciones sean agresivas

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Observe sus propias emociones. Nómbrelas y expréselas a su pareja y a su hijo de manera clara. Permanezca cerca de su hijo, escúchelo con paciencia y cariño. Sus sentimientos son importantes. No juzgue al niño por sus sentimientos. Acepte de manera natural todo lo que siente. Si su hijo pierde el control de sus emociones, reconozca lo qué está sintiendo, pero no permita que sus acciones sean agresivas o destructivas. Respete y tome en serio los sentimientos del niño. Es una manera de ganar su confianza y afecto. Cuando un miembro de la familia se enoje, trate de

Cuide la manera de tratar a su pareja

analizar qué emoción está detrás de su molestia. Nunca se deje llevar por la ira. Su descontrol puede producir efectos graves en el niño y en la vida familiar. Cuide la manera de tratar a su pareja. Su niño aprende de las relaciones de sus padres y puede repetirlas.

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VIII. Educación de la sexualidad

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Qué piensa usted que les corresponde hacer a los hombres en la familia? ¿Qué les corresponde a las mujeres? ¿Cuáles son las ideas, sentimientos, actitudes y actividades que nuestra cultura nos impone por el hecho de ser hombres o mujeres? ¿Cómo debe ser la educación sexual de un niño o una niña? ¿Cree usted que los niños en edad preescolar necesitan saber algo sobre la sexualidad? ¿Cómo se siente cuando su hijo le pregunta algo relacionado con la sexualidad? La educación sexual va mucho más allá de decirle al niño cómo nacen los bebés Educación sexual significa ayudar al niño o la niña a ser consciente del sexo al que pertenece y a sentirse satisfecho con él; a que sepa que niños y niñas son igualmente valiosos como seres humanos y que sus diferencias hacen más interesante y completa la vida de todos. Niños y niñas tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones: ambos deben participar por igual en las tareas de la casa, ambos necesitan la misma comida, el mismo tiempo para jugar y descansar, el mismo cariño de sus padres. Tenemos que propiciar que tanto las niñas como los niños se sientan capaces de llevar a cabo todo tipo de actividades, ya sea cocinar o arreglar un aparato. Los niños y las niñas son igualmente inteligentes y deben tener las mismas oportunidades para desarrollarse. Desde que el niño es pequeño, conviene darle ejemplo y fomentar el respeto a todos los seres humanos, cualquiera que sea su género o preferencia sexual. La educación sexual es ofrecerle a nuestra hija o nuestro hijo un modelo de pareja El niño que ve a sus padres tratarse con cariño y respeto, solucionar sus enojos y conflictos sin agredirse, darse apoyo en distintas actividades y disfrutar la vida juntos, está aprendiendo lo fundamental de la relación entre un hombre y una mujer. Si no tenemos pareja, este aprendizaje puede darse a través de las relaciones entre los miembros de la familia, hombres y mujeres; a través de la consideración y amor con que nos tratemos. El papel de los hombres y el de las mujeres ha cambiado enormemente. En muchos casos, la mujer trabaja fuera del hogar ya sea para apoyar económicamente a la familia o porque ella es la única responsable de mantenerla. El varón, por su parte, se siente cada vez más La educación sexual no sólo es decirle al niño cómo nacen los libre para ayudar en las tareas de la casa y bebés para disfrutar y cuidar a sus hijos. Modificar las costumbres machistas requiere valor. El padre tiene que sentirse seguro de que seguirá siendo igual de hombre si juega con su bebé o le da de comer, y la madre tiene que aceptar que el cuidado de los hijos y la casa no es su territorio exclusivo. Si las tareas del hogar se reparten entre todos los miembros de la familia habrá más tiempo y oportunidades para compartir y divertirse. La educación sexual consiste en propiciar en el niño el conocimiento, cuidado y respeto por su propio cuerpo y el de los demás A los dos o tres años, cuando el niño deja los pañales, descubre otras partes de su cuerpo y con ello nuevas sensaciones.

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La estimulación de los genitales le produce placer, por lo que suele tocarse con cierta frecuencia. Esto es parte natural del desarrollo sexual infantil y no provoca ningún problema en la vida adulta. Cuando sorprendamos a nuestro hijo tocándose los genitales no debemos regañarlo ni castigarlo pues esto podría hacerlo asociar la sexualidad con algo malo o sucio. Simplemente tratemos de hacerle entender que esos son actos íntimos, muy personales, y que no debe realizarlos frente a otras personas. Sólo cuando la masturbación sea algo tan frecuente que impida al niño jugar y realizar otras actividades, o cuando notemos que el niño está ansioso o angustiado, es conveniente analizar qué le está pasando y, si es necesario, pedir ayuda a un profesional. También debemos advertir a nuestro hijo que nadie tiene derecho a tocar las partes íntimas de un niño o una niña. Que si una persona extraña o de la misma familia trata de hacerlo, debe avisarnos inmediatamente. Nosotros lo protegeremos siempre. La educación sexual contribuye a desarrollar en el niño la confianza en sus padres Esto supone que cultivemos una actitud abierta para responder las dudas e inquietudes de nuestro hijo y nos preparemos para saber qué contestarle. Implica también responder en forma natural y clara, darle los datos que nos pide y alentarlo a que exprese lo que piensa y lo que le causa curiosidad. Tenemos que estar atentos para no ponernos nerviosos ni contestar con evasivas, pues esto podría provocar que el niño no vuelva a preguntarnos y busque información en otra parte. Si nos llegara a incomodar alguno de sus comentarios o preguntas, es mejor decírselo para evitar la ansiedad o el desconcierto. Es natural que el niño y la niña en edad preescolar expresen interés en asuntos de tipo sexual La curiosidad natural del niño en edad preescolar acerca de la sexualidad se expresa a través de preguntas sencillas, la exploración de su propio cuerpo, la atención al cuerpo de otros niños y adultos y la observación de la conducta sexual de los animales y de las personas. Alrededor de los tres años descubre las diferencias anatómicas entre niños y niñas. Cuando es pequeño, sobre todo si no tiene hermanos, piensa que todos los niños son iguales. Al ver a un niño del sexo opuesto desnudo surge la pregunta: “¿Qué es eso?”. Lo único que quiere saber es el nombre. Y eso es lo que hay que contestar. Hablar brevemente de que los niños y las niñas son distintos. En ese tiempo, el pequeño sólo se interesa en la forma del cuerpo, no se le ocurre todavía pensar en las relaciones sexuales.

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Cuando demos información sexual al niño, es conveniente hacerlo con brevedad y sencillez para que sea capaz de entenderla y asimilarla Cuando el niño expresa una duda, debemos estar seguros de lo que en verdad le interesa. A veces la pregunta “¿De dónde vienen los bebés?”, o más bien: ”¿De dónde vine yo?”, no se refiere a la manera como los niños nacen sino al lugar de origen: el Estado de México, el hospital. Antes de responder es conveniente investigar por qué pregunta eso y qué es exactamente lo que quiere saber. Pero llega el tiempo en que sí le intriga la manera en que nacen los bebés. Las mujeres embarazadas—si se trata de su madre con mayor razón—despiertan su imaginación de tal manera que querrá saber cómo va a salir el bebé; quizá después pregunte cómo entró. Hay que estar preparados para contestarle. Si es su mamá o una persona cercana la que está embarazada, le gustará sentir con la mano los movimientos del bebé y que le platiquemos cómo va creciendo dentro para estar listo en el momento de su llegada al mundo. Seguramente el pequeño quedará satisfecho si le damos una respuesta breve en vez de emprender una explicación larga y detallada. A los niños se les olvida lo que no están preparados para entender. Nunca demos al niño una respuesta falsa que luego tengamos que desmentir Cuando él descubra que los bebés no vienen de París ni los trae la cigüeña, va a perder confianza en nosotros. Tampoco es adecuado negarnos a darle una respuesta. Decirle: “Esto no es un asunto de niños”, o: “Cuando seas más grande te vas a enterar”. Siempre hay forma de contestar de acuerdo con la edad del niño. Es mejor que seamos nosotros quienes le demos la información y no alguien extraño que pudiera transmitirle ideas equivocadas. Los padres no debemos dejar en otras manos la responsabilidad de la educación sexual de nuestros hijos Nuestro afecto, confianza y cercanía nos hacen las personas ideales para introducir al niño en el tema de la sexualidad. Así, cuando él reciba información a través de otros medios o de otras personas, será natural para él acudir a nosotros para resolver sus dudas y su curiosidad en vez de dejarse influir por enfoques erróneos o actitudes negativas. Es importante que hablemos sobre el tema en pareja cuando el niño es pequeño y desde el principio nos pongamos de acuerdo sobre la educación sexual que daremos a nuestros hijos.

Conteste de manera clara y sencilla

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones

Refiérase a las partes del cuerpo por su nombre

No se preocupe si se estimula

Dé las mismas oportunidades a niños y niñas para ir a la escuela y para desarrollar diferentes actividades. Si es posible invite a su hijo a su trabajo para que sepa a qué se dedica cada uno de sus padres. Procure que en las labores del hogar participen todos, hombres y mujeres, niños y niñas. Cuando su hijo pregunte algo relacionado con la sexualidad, indague exactamente lo que él desea saber. Luego conteste de manera clara, sencilla y siempre con la verdad. Cuando hable con su hijo, refiérase a las partes y funciones corporales con el nombre correcto. No se alarme si sorprende a su hijo en jugueteos sexuales con sus hermanos o amiguitos, tómelo como un proceso de curiosidad natural y distráigalos hacia otra actividad pues es algo íntimo.

No permita que se dé la estimulación entre niños de edades muy dispares

Asegúrese de que estos juegos no se den entre niños cuya diferencia de edad sea demasiada. No se preocupe ni regañe a su niño si lo encuentra estimulando sus genitales. Piense que usted ya ha establecido los límites de pudor e intimidad que el niño todavía no. Cuando alguna conducta sexual se vuelva una práctica frecuente que prive al niño de otras actividades como jugar o trabajar, consulte la opinión de un especialista. Su pediatra puede ayudarlo.

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IX. Divertirse juntos y convivir con la familia EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Con qué frecuencia realiza su familia las siguientes actividades? CADA SEMANA

CADA MES

CADA AÑO

NUNCA

Días de campo Juegos en los parques Ver fotos de la familia Cantar juntos o escuchar música Asistir a celebraciones familiares Visitar lugares interesantes Practicar un deporte Organizar juegos en familia o con los amigos Participar en los festejos y convivencias escolares Organizar fiestas sin ningún motivo especial Otras. Escriba cuáles son Piense si le gustaría realizar algunas de estas actividades más a menudo. ¿Qué necesita h a c e r p a ra c o n s e g u i r l o ? ¿Con qué frecuencia visita a sus familiares? O b s e r ve c ó m o s e r e l a c i o n a s u h i j o c o n s u s a b u e l o s , t í o s , p r i m o s , p a d r i n o s . ¿Qué sabe su hijo de las historias de la familia? ¿Qué sabe usted? E l a b o r e u n á r b o l g e n e a l ó g i c o d e s u f a m i l i a . I nve s t i g u e q u i é n e s f u e r o n l o s a b u e l o s , b i s a b u e l o s , t a t a ra b u e l o s , t a n t o d e u s t e d c o m o d e s u p a r e j a , c u á n t o s h i j o s t u v i e r o n , con quién se casaron, etc. C o m p a r t a e s t a a c t i v i d a d c o n s u h i j o.

El niño pequeño se divierte con todo lo que hace

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El niño pequeño puede encontrar diversión en todo lo que hace Su hijo vive una buena etapa para que los padres disfrutemos con él diferentes actividades y para que aprenda que acompañar a los demás y ser acompañado hace más alegre y más amena la vida. En ocasiones resulta menos fácil organizarnos para el descanso que para el trabajo, pues pensar lo que haremos en el tiempo libre requiere imaginación y creatividad Las actividades en familia pueden causar tensiones, por eso es indispensable planear con cuidado los momentos que pasamos juntos padres e hijos. Si no sabemos qué hacer el fin de semana o las vacaciones, podemos perder un tiempo precioso para convivir con nuestros hijos.

Es bueno acostumbrarnos, desde que el niño Cada actividad diferente produce placeres inesperados es muy pequeño, a inventar y preparar actividades recreativas: días de campo, paseos, juegos, concursos. Cada día, intentemos pensar en algún pasatiempo original y entretenido que nos permita pasar un buen rato junto con la familia Los deportes, obras de teatro, canciones o juegos de mesa, la conversación y la lectura unen a la familia pues todos podemos disfrutar aunque tengamos diferentes edades: es más divertido armar un rompecabezas en equipo o leer juntos un cuento. Cada actividad que nos saque de la rutina produce sorpresas, alegrías y placeres inesperados. Al final del día, es muy agradable repasar con los hijos lo que hicimos juntos “¿Qué fue lo más bonito para ti?”, “Las quesadillas”, “El baño en el río”, “La rana”, y la regla puede ser: “No se vale repetir la Al darse cuenta de que forma parte de una familia y misma respuesta”. Estas reflexiones los harán darse cuenta de una comunidad, el niño aprende a pensar en los de la belleza de las cosas sencillas de la vida. Aprender a demás valorar la vida cotidiana influirá de manera positiva en todo Un niño pequeño cree que el mundo gira alrededor de él, y su desarrollo. eso está bien, es natural en su desarrollo. Sin embargo, sus El niño no sólo se divierte en compañía de sus padres padres tenemos que ayudarle a entender la necesidad de y hermanos, también disfruta al convivir con otros ocuparse de otras personas, hacer que nos acompañe y miembros de su familia y de su comunidad participe en las atenciones y cuidados para los abuelos, los Conviene presentarlo a los parientes y amigos desde muy tíos, los primos y los amigos. pequeño y respetar su forma de relacionarse. Al recién nacido La actitud de hacer algo con y por los demás fortalece al niño le gusta toda la gente, pero hacia los cuatro o cinco meses y le da un sentimiento íntimo de valor personal. Sin exigirle empieza a rechazar a las personas extrañas. Esto es un signo demasiado, es bueno fomentar en el niño, desde temprana de inteligencia, una señal positiva de su desarrollo, quiere edad, actitudes de cooperación e interés auténtico por otras decir que ya es capaz de distinguir entre lo que conoce y lo personas. que es nuevo para él. El niño necesita tiempo para familiarizarse Interesarnos unos por otros nos ayuda a todos, nos vincula con los familiares o amigos de la familia cada vez que los ve. con los demás y nos da un sentido de familia y de comunidad. Es recomendable que se acerquen poco a poco y esperen hasta que el pequeño se haya acostumbrado a ellos para jugar con él. A medida que crezca va a sentirse más seguro Les encanta revisar álbumes de fotografías y va a interactuar con personas de su familia y de su comunidad con más gusto y mayor libertad. Los festejos y celebraciones como bautizos y aniversarios son ocasiones excelentes para que el niño conozca a sus parientes, y para que sepa que pertenece a una familia más amplia Alrededor de los tres años, ya es capaz de convivir con sus primos, tíos o abuelos en forma independiente. Nuestro hijo debe tener toda la libertad de relacionarse con cada miembro de su familia de una manera especial y única. Estas relaciones pueden llegar a ser muy importantes para él. El niño se siente orgulloso de formar parte de una comunidad. Por eso le encanta revisar álbumes de fotografías: ver a sus papás cuando eran pequeños, reconocer al abuelo cuando todavía tenía pelo, saber cómo era el bisabuelo que no conoció. Todo esto, unido a lo que le platiquemos, le permitirá ir construyendo su historia.

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La diversión es indispensable para la salud

Obsérvelo para saber qué disfruta más

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Preparen los alimentos juntos, pero supervíselo

Entérese de las actividades para niños

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No piense en la diversión como pérdida de tiempo; es una parte indispensable para la salud y para que la vida merezca vivirse. Observe a su niño para saber qué es lo que más disfruta. Conviva con su familia en distintas actividades. Inventen sus propios juegos: organicen cantos, bailes, escenificaciones con disfraces; cuéntense historias en las que cada miembro de la familia narra una parte y el otro continúa. Preparen la comida juntos. Que el pequeño ayude con actividades seguras como pelar chícharos, revolver el agua de limón o batir los huevos. Consulte los periódicos y entérese de las actividades para niños que se organizan en su comunidad. Muchas de ellas son gratuitas. Aprovéchelas. Cuente a su niño las historias de familia: cómo era la relación de usted con su abuelo o abuela, cuál era su primo consentido, qué hacían juntos. Platique con su hijo sobre las diferencias individuales y las necesidades de cada miembro de la familia. Por ejemplo: “La tía necesita lentes porque… Tu primo no puede jugar contigo porque... La abuela no puede correr porque...”. Piensen juntos: “¿Qué podemos hacer para que el tío —o la hermana— se sienta más a gusto?” Reflexione con su niño acerca de lo que significa actuar de manera generosa. Procure llevarlo a visitas donde conviva con personas de todas edades. Acostúmbrese a dar pequeñas muestras de afecto como notitas, cartas y pequeños regalos a su hijo, a su pareja y a las personas que usted quiere. Inculque esta costumbre en su niño. Ayúdelo a hacer dibujos y regalos para sus familiares aun cuando no haya una ocasión especial. Enséñelo a apreciar y agradecer lo que otras personas de su familia o de su comunidad hacen por él.

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X. Los primeros amigos

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Tiene usted amigos cercanos? ¿En qué forma se apoyan? ¿Qué actividades comparten? ¿Cómo resuelven sus conflictos? ¿Con qué frecuencia convive su hijo con niños de su misma edad? ¿Qué siente cuando algún niño hace llorar a su hijo? ¿Cómo actúa? ¿Regaña a su niño, lo defiende de su amiguito o deja que ellos solucionen el conflicto? ¿Cómo reacciona cuando su hijo lastima a otro niño? ¿Qué le hace? Desde muy pequeño, el niño manifiesta curiosidad por otros bebés e intenta relacionarse con ellos Se inclina para tocarles la cara, gatea para estar cerca, se comunica con ellos por medio de sonidos o gestos. A medida que crece, tiene más necesidad de compañeros de juego. A partir del año y medio es conveniente propiciar que nuestro hijo se relacione con niños de su edad y juegue con ellos libremente. Ver a dos niños pequeños jugando juntos es maravilloso. Están uno al lado del otro y pareciera que nunca se ven. Pero si uno da una palmada, agita la cabeza o construye una torre con dados, el otro hace lo mismo. Hay un gran aprendizaje en esta imitación, cada uno observa en el otro conductas que los adultos no podemos enseñarle. El pequeño descubre que las relaciones con niños son diferentes al trato con adultos No es lo mismo tomar el carrito que su papá tiene en las manos que pedírselo al niño que está jugando con él. En el trato con niños de su edad, el pequeño conoce sus fuerzas y debilidades; a veces es aceptado y otras rechazado; a veces le toca dar y otras recibir. Aprender todo esto lleva su tiempo y requiere un enorme esfuerzo. Para el niño de uno o dos años es muy difícil comprender los sentimientos de los demás Cuando juega con otros, puede tener problemas en cualquier momento. A veces muerde, jala el cabello, pega o empuja. En realidad el niño no quiere lastimar. No entiende que las mordidas o los golpes duelen y, cuando el otro niño llora, él está tan atemorizado como el que recibió la mordida. Cuando esto sucede, es necesario consolar a los dos niños. A uno porque está dolido y sorprendido, y al que mordió o golpeó porque está asustado con lo que hizo. En su trato con otros conoce sus fuerzas y sus debilidades Hay que hablar calmadamente con él, hacerle ver que comprendemos sus sentimientos, pero no podemos aceptar su conducta. Decirle: “Tú querías el osito, por eso te enojaste. Pero a nadie le gusta que lo lastimen. A ti tampoco te gustaría”. Al niño lastimado es inútil decirle que no se deje. Él todavía no sabe cómo defenderse y podría sentirse avergonzado o incapaz. Cuando dos niños pequeños juegan juntos, hay que mantenernos cerca. Dejarlos en libertad, pero estar atentos para evitar que se lastimen. Si el pleito no es grave ni peligroso, ellos solos deben resolver el problema. Así aprenderán poco a poco a controlarse.

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Hacia los tres años, el pequeño se interesa por actividades fuera del hogar y busca a otros niños y niñas con mayor insistencia A los niños de tres años les encantan los juegos en que imaginan juntos situaciones fantásticas. Sin embargo, todavía están centrados en sí mismos y no siempre son capaces de entender y respetar los deseos de los demás ni de compartir sus juguetes y su espacio. Esta falta de madurez causa la mayoría de las disputas. Es importante respetar sus juegos y no interrumpirlos. Sólo cuando no puedan solucionar el conflicto, por ejemplo, cuando se pelean por el mismo objeto, conviene ayudarlos: “Juanito: tú das dos vueltas en el triciclo y luego le toca a Luis. Cuando Luis termine sus dos vueltas te lo regresará”. Algo que suele funcionar es repartir los juguetes uno por uno, o contar las veces que hacen alguna actividad o medir el tiempo. Esto da a los niños un sentimiento de justicia que les ayuda a interactuar con más tranquilidad. Pero debemos intervenir lo menos posible y dejar que aprendan a resolver ellos solos sus diferencias. Con el tiempo, serán capaces de ponerse de acuerdo para crear un juego más rico, divertido e interesante. El signo de que un niño madura es que toma en cuenta las necesidades de otros A medida que crece, el niño descubre que los demás también tienen deseos y necesidades, que todos son iguales y él tiene que considerarse uno más del grupo. Cada vez son menos los pleitos, y más los contactos amistosos; aunque todavía discute, se reconcilia con rapidez y facilidad. Cuando entra al preescolar comienza a comprender que su libertad es limitada y que debe adaptarse a ciertas reglas para poder participar en un juego. En la escuela tiene que compartir, esperar su turno, pedir lo que desea y poner en palabras sus sentimientos. Tiene que aprender a defender sus derechos y a respetar los de los demás, a expresar sus En la escuela tiene que compartir, esperar turno

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desacuerdos sin agredir, a observar y participar y a sentirse seguro en el trato con sus compañeros. Luchando y aprendiendo a ceder y hacer acuerdos aprende mucho más de la convivencia y de la amistad que lo que cualquier adulto pudiera enseñarle. Éste es un aprendizaje de muchos años Se va logrando poco a poco y a veces puede no ser fácil. El niño requiere nuestra comprensión y nuestro apoyo, necesita sentir que estamos de su lado y cuenta con nosotros. Un niño tímido quizá requiera más estímulos para enriquecer su juego imaginativo o más oportunidades de tratar a otros chicos en un ambiente protegido. Un niño agresivo precisa que le ayudemos a buscar formas de solucionar los conflictos tomando en cuenta su punto de vista y también el del compañero. Si los pleitos son frecuentes, es necesario tomarlos en serio, averiguar qué le sucede y contemplar si está viviendo momentos difíciles en casa, si está enojado, triste o inseguro. Tenemos que enseñarle las reglas básicas de la convivencia, tratar de facilitarle otras maneras de expresar sus sentimientos y poner límites a su conducta para evitar que los demás niños lo aíslen o le hagan daño. La manera en que aprende a convivir el niño cuando es pequeño va a reflejarse en su vida adulta La convivencia infantil es la preparación para la solidaridad y la amistad. Los padres no podemos hacer amigos por nuestro hijo pero sí podemos enseñarle a relacionarse. Podemos mostrarle cómo nos llevamos con nuestros amigos, si los respetamos, los apoyamos, hablamos bien de ellos, les tenemos cariño. Con el ejemplo, le mostraremos cómo consolar, ayudar, compartir, cooperar, proteger y defender a otros. Así, sin forzarlo ni exigirle, vamos fomentando en él un interés genuino por el bienestar de otras personas. Estos serán los cimientos para que el niño descubra uno de los mayores tesoros de la vida humana: la amistad.

Pruebe algunas de las siguientes

Fomente la relación de su hijo con otros niños

recomendaciones Fomente la relación de su hijo con otros niños invitando amiguitos a casa y llevándolo donde haya chicos de su edad. Si se dan desacuerdos, intervenga lo menos posible y evite calificativos como: “ Eres un mal niño, grosero, egoísta”. Si tiene que intervenir en un conflicto, trate de no tomar partido. Permita que los niños expresen su punto de vista y entiendan el de los otros. Si necesita llamar la atención a su hijo, no lo haga delante de los demás ni juzgue su conducta con severidad. Los papás que son capaces de hablar de lo que sienten y también de escuchar a su hijo, le aclaran al niño sus propias emociones y le enseñan formas de expresarlas adecuadamente sin ofender.

Si interviene en algún conflicto fomente que los niños se escuchen

Trate de hacer comprender a su hijo los sentimientos de los demás. Tenga paciencia, lleva tiempo aprender esta habilidad. Enseñe a su hijo la importancia de la amistad.

Si se dan desacuerdos, intervenga lo menos posible

Muestre los límites de la convivencia con afecto

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XI. El niño pequeño y la televisión EJERCICIO DE REFLEXIÓN La televisión es un medio que se ha apoderado de un papel central en la vida de muchas familias. ¿Ha sucedido esto en la suya? Es importante revisar qué lugar ocupa la televisión en nuestros hábitos familiares. ¿Cuántas horas al día está encendida la televisión en su casa? ¿Cuántas horas la ve su hijo y cuántas usted? ¿Cuáles son los programas favoritos de su hijo? ¿Los ve con él? ¿Por qué le gustan? ¿Pone a su niño a ver televisión para que no lo moleste? ¿Le resulta a usted más cómodo que vea televisión en vez de jugar con él? ¿Qué le ofrece a usted la televisión? Haga una lista de los valores —o antivalores— que propone la televisión. Compárela con su propia lista de valores. ¿Son los mismos? ¿En qué son diferentes? ¿Quisiera usted que los valores propuestos por la televisión sean los que sus hijos adopten? En las horas que pasan frente al televisor, los niños aprenden mucho más de lo que nos damos cuenta acerca del mundo y los valores Aunque existen opiniones a favor y en contra de la televisión, nadie niega su enorme influencia sobre la conducta de los niños. Los personajes de los programas se vuelven modelos que ellos tratan de imitar; los comerciales les hacen desear objetos que muchas veces no les convienen o que sus padres no podemos darles. En el niño pequeño este medio tiene un impacto especial Se necesita mucha estimulación para mantener la atención de los niños en el aparato de televisión. Éste es el motivo por el cual muchos de los programas —educativos o no— dirigidos a los niños pequeños tienen colores y movimientos siempre cambiantes. Las imágenes son tan rápidas que impiden al niño hacer una observación detenida, y le dejan una impresión superficial. La televisión es un entretenimiento que exige muy poco Ante el televisor, el niño se mantiene pasivo, independientemente de lo bueno o malo que sea el programa. Las series arrojan sobre él escenas casi instantáneas que van pasando sin darle oportunidad de interpretarlas ni de hacer alguna reflexión. Aunque algunas imágenes parecen lo suficientemente creíbles como para hacer que el niño se sienta ante la realidad, por lo general se trata de informaciones poco elaboradas con una visión incompleta que no lo anima a pensar ni a hacerse preguntas. Gran parte de los dibujos animados y otros programas dirigidos a los niños poseen una fuerte carga de violencia En estos programas existe una constante lucha entre héroes y villanos, buenos y malos. Los chicos aprenden conductas a partir de situaciones imaginarias y las van introduciendo a su vida. Cuando un niño se expone frecuentemente a este tipo de series se acostumbra a ellas y empieza a ver natural que los conflictos se resuelvan con insultos, golpes o balazos. Por otro lado, los programas supuestamente graciosos refuerzan comportamientos que pueden herir a otros en la vida real. Muchos cómicos critican de manera cruel, menosprecian y ponen en ridículo a los demás con poca inteligencia y sin ninguna sensibilidad ni consideración. La televisión, sin embargo, también puede ampliar los conocimientos de los niños y convertirse en un valioso medio educativo Existe una variedad de emisiones con información que nuestros abuelos no hubieran ni siquiera soñado. Permiten enterarnos de cosas a las que de otro modo sería difícil tener acceso, nos

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De los padres depende el uso que su hijo dé a la televisión

dan oportunidad de gozar de imágenes del mundo que sólo los viajeros muy experimentados tienen el privilegio de contemplar. La televisión tiene un lugar en la vida del niño De los padres depende el uso que nuestro hijo dé a este medio y el tiempo que le dedique. Los pequeños que pasan muchas horas viendo la televisión dejan de realizar otras actividades fundamentales para el desarrollo de su cuerpo y de su inteligencia. Lo más triste es que dejan de jugar. Los niños necesitan una variedad muy amplia y diversa de estímulos: hablar y convivir con diferentes personas —niños y adultos—, correr, trepar, jugar, escuchar cuentos, dibujar. Todas estas actividades son necesarias. Recordemos que la mayoría de las experiencias valiosas surgen cuando estamos activos y cuando convivimos con otras personas. Hay muchas maneras de hacer de la televisión una experiencia positiva y valiosa Al menos una parte del tiempo, debemos ver los programas con el niño para discutirlos en familia y ayudarle a interpretar lo que ve. Muchos mensajes o imágenes pueden producir en él efectos negativos: preocupaciones, dudas, miedos y pesadillas. El niño necesita nuestra orientación para elegir programas que le gusten y sean apropiados para su edad y madurez; requiere que le enseñemos a distinguir si son divertidos, ingeniosos y hacen pensar; si plantean temas interesantes, si le presentan sentimientos y situaciones creíbles. Los padres tenemos la responsabilidad de crear en nuestros hijos, desde pequeños, una actitud selectiva e inteligente con respecto a la información que reciben.

Para educar al niño como espectador consciente y crítico es necesario que los padres nos eduquemos a nosotros mismos Es indispensable revisar nuestras costumbres respecto a los medios de comunicación. ¿Cuánto tiempo estamos frente al televisor? ¿Nos quita oportunidades de convivir con nuestra pareja y nuestros hijos? ¿Qué clase de programas vemos? ¿Nos benefician y nos dejan algo positivo? ¿Qué mensajes estamos recibiendo? ¿Queremos eso para nuestra familia? Las experiencias valiosas surgen cuando convivimos con otras personas

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Vea la televisión junto con su niño

Pruebe algunas

de las siguientes

recomendaciones Vea la televisión junto con su niño. Platique con él sobre lo que pasó en el programa. Establezca, junto con su hijo, una rutina y un horario para ver televisión. Ayúdelo a decidir cuáles son los programas que en verdad le interesan, cuáles son apropiados para él y cuáles puede ver cada día. Según la edad del niño, fije el tiempo que le está permitido ver la televisión. Asegúrese de que la televisión no impida a su niño realizar otras actividades. No permita que se acostumbre a ver programas que lo Establezca una rutina y un horario

sobreestimulen o lo inquieten. Examine con atención los modelos y los valores que proponen los programas que ve su niño. Revise sus hábitos para ver televisión. Usted es el ejemplo que sus hijos van a seguir. No use la televisión como “niñera” de sus hijos. Invente y propóngales otras actividades: pasear, pintar, contar historias, leer cuentos, organizar juegos de mesa, entre otras. Analice con sus hijos los contenidos de los comerciales.

Examine los valores de los programas que ve su hijo

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No use la televisión como “niñera”

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XII. Nacimiento de un nuevo hermano

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Si su familia ha vivido el nacimiento de un nuevo bebé: ¿Qué cambios observó en su hijo cuando nació el hermanito? ¿Tuvo retrocesos o avances? ¿Qué dificultades ha enfrentado para atenderlos a los dos? Cuando llega un nuevo bebé a la casa, todo cambia para el hermano mayor Un pequeño desconocido está ocupando su territorio y le está quitando la atención de sus padres que antes era sólo para él. Es una experiencia difícil y dolorosa que, con el tiempo, le traerá grandes satisfacciones. Nuestro hijo necesita una preparación muy cuidadosa para la llegada del nuevo hermanito Es importante hablar mucho con él, platicarle cuándo nacerá el bebé, qué va a pasar con él en ese momento, cómo va a ser para nosotros y para él contar con un nuevo miembro en la familia. Y sobre todo decirle cuán importante, especial y querido es él para nosotros. Nadie puede quitarle nuestro amor. Por muy bien preparado que esté, el niño resiente la atención al hermano recién nacido Nuestro hijo puede expresar su desconcierto de varias maneras. Una es portarse de nuevo como un bebé. Como advierte que gran parte de nuestro tiempo y atención es para su hermanito, puede sentirse abandonado y pensar que es mejor ser pequeño: "A mí ya no me hacen caso como antes. A este bebé le dan todo, por lo tanto hay que ser como él". Para recuperar su lugar, el niño regresa a comportamientos que ya había superado: si ya caminaba, gatea; si ya había dejado los pañales, vuelve a necesitarlos; si ya hablaba bien, ahora usa un lenguaje más infantil. Nosotros podemos ayudarle haciéndole ver las ventajas de ser grande "Tú puedes comer dulces, andar en triciclo, comer con nosotros en la mesa, platicar. Los bebés no pueden hacerlo". Si el niño insiste en tomar biberón, usar pañales o balbucear, resulta útil invitarlo a jugar a que él es bebé. Permita que se divierta un rato con este juego y después pase a “cosas Cuando llega un bebé todo cambia para el mayor de grandes”, para que sea su compañero en actividades que sólo él es capaz de realizar. Desde los primeros días, nuestro hijo mayor debe ser un aliado Se sentirá tomado en cuenta si le pedimos que nos acompañe en el baño del bebé, en el cambio de pañales o la preparación del biberón. Para ayudarlo a calmar sus celos, podemos decirle algo como: “Te necesito. Qué bueno que te tengo para que me ayudes.” Así se sentirá reconfortado, contento y orgulloso pues reconocemos sus avances de niño “grande”.

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Es necesario observar al niño con mucho cuidado. Los celos más intensos no siempre se presentan cuando mamá llega del hospital Al principio, el niño está enojado por el reacomodo familiar, no le gusta dejar de ser el único. Luego, viene un periodo de calma pues se da cuenta de que el bebé no es capaz de realizar las actividades que él domina. Pero cuando el hermanito empieza a tomar sus cosas o a atraer el interés de los adultos con sus gracias, vuelven los celos de una manera más intensa. Si se siente en desventaja, el niño tiene necesidad de competir por la atención de sus padres y de otros familiares A veces lo hace con juegos, pero otras también se porta de modo agresivo. Puede empezar acariciando al hermanito y terminar pellizcándolo o mordiéndolo. Es muy difícil para él contener este impulso. Cuando se acerque al bebé, debemos estar junto a él y ayudarlo a controlarse. Necesitamos comprender sus sentimientos, pero no podemos permitir la conducta negativa pues no le hace ningún bien. No se trata de castigarlo sino de hablarle de manera calmada y cariñosa: “Sé que estás enojado pues quisieras que te viera sólo a ti y no a tu hermano. Pero no puedo aceptar lo que haces. Si en este momento te sientes celoso, ven conmigo; yo quiero estar cerca de ti”. Cada hijo tiene un lugar especial en la familia y en el corazón de sus papás Pero es indispensable que cada uno lo sepa y lo escuche con frecuencia. Observemos si el niño se aísla cuando siente que lo hacen a un lado, si se va a un rincón con la carita triste y el dedo en la boca mientras ve que a su hermanito le hacen fiestas y cariños. Cuando esto suceda, es muy importante acercarnos a él y hacerlo sentir querido y atendido. Un hermano puede ser su compañero más valioso en la niñez y su amigo más cercano Para ayudar a nuestros hijos a quererse y disfrutarse, debemos dar amor y cuidados a cada uno, dedicarles un tiempo de juego individual y de atención especial. Si ambos se sienten queridos y aceptados, más adelante, ante las dificultades familiares o de la escuela, recurrirán el uno al otro de manera natural y establecerán relaciones de sana complicidad, comprensión y apoyo mutuo.

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No los deje solos, podría lastimar al bebé

Un hermano puede ser su compañero más valioso

Prepare a su niño durante el embarazo

Permita que exprese todo tipo de sentimientos

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Si está usted esperando otro hijo, prepare a su niño Realice actividades de “'grandes” con su niño

mayor durante el embarazo: háblele de que pronto tendrán un nuevo miembro en la familia, deje que sienta los movimientos del bebé en su vientre. Pregúntele cuáles son sus deseos y qué piensa sobre su hermanito por llegar. Permita que exprese todo tipo de sentimientos acerca del bebé. Hágale ver las ventajas de tener un hermano: cuando crezca un poco, va a tener con quien jugar y acompañarse. Dígale con mucha claridad qué va a suceder en el momento del nacimiento: dónde va a dormir, quién va a ir por él a la escuela, quién le va a dar de comer. Trate de que las rutinas de su niño cambien lo menos posible. Dedique a su niño algunos momentos para hacer actividades de “grandes”. Invítelo a ayudarlo en los cuidados del bebé. Hable mucho con él sobre las razones por las que el bebé necesita su atención.

Anime a su niño a relacionarse con el bebé

Anime a su niño a relacionarse con su hermanito: que le hable, lo haga reír. Dígale: “Mira cómo te ve. Seguro que le gustas". No haga comparaciones entre los dos hermanos. No deje al niño solo con el bebé, pues podría lastimarlo. Acepte con tranquilidad que su niño se comporte otra vez como bebé, pero no lo anime a hacerlo. Enséñele fotos de cuando él era pequeño. Platíquele de las “gracias” que hacía. Déle juguetes, osos o muñecas con los que pueda jugar y expresar sus sentimientos. Reserve un tiempo para jugar con el niño sin que esté su hermanito presente. El niño debe saber que usted lo atiende y lo quiere.

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XIII. El niño ante el divorcio

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Cuando una pareja se separa, los sentimientos son tan intensos que resulta muy difícil poner atención a lo que viven sus hijos. Si usted está pasando por un proceso de divorcio, es conveniente hacer un esfuerzo y observar a su niño: ¿Cómo le está afectando la separación? ¿Se siente triste, enojado, culpable? ¿Suele agredir, llorar o aislarse? ¿Cuáles son las actitudes de usted respecto a su pareja? ¿Alguno de los dos utiliza al niño para agredir al otro? ¿Habla mal de su pareja con su hijo? ¿Trata de competir por el cariño del niño haciéndole regalos exagerados? ¿Se enoja con el niño con mayor facilidad? El divorcio es doloroso para todos Aun cuando en la familia haya vivido tensiones y pleitos, el niño no quiere que sus padres se separen, quisiera que estuvieran juntos siempre. Las familias desintegradas son muy difíciles de manejar para el niño, por eso los padres tenemos la gran responsabilidad de proteger a nuestro hijo de cualquier sufrimiento innecesario. Antes de separarnos es importante hablar con nuestro hijo sobre esta decisión Tenemos que decirle lo más claro posible, con explicaciones sencillas, que ya no vamos a vivir en la misma casa. Si es posible, resulta mucho mejor hacerlo juntos. Insistir en que el niño no es responsable de la decisión tomada, que ésta no se debe a nada que él haya hecho o dejado de hacer, es muy necesario pues, por lo general, un divorcio se da después de épocas de tensiones y conflictos en los que el pequeño ha estado muy cerca, y puede sentir que él es el culpable. Es común que el niño piense que su padre —o su madre— se fue porque no lo quiere, porque él es malo “Si me hubiera acabado la sopa, si le hubiera prestado el carrito a mi hermano, si no llorara tanto...”. Los padres no debemos cansarnos de repetirle: “Los dos te queremos y disfrutamos estar contigo, pero a veces los adultos no podemos vivir juntos. Tú no eres el responsable de nuestra separación”. Para que el niño esté más tranquilo, los padres tenemos que hablar y ponernos de acuerdo Una de las mayores dificultades de una pareja que se separa es que ha perdido la posibilidad de comunicarse. Sin embargo, por difícil que parezca, cuando ambos padres estamos dispuestos, es posible separar nuestros problemas de pareja de los acuerdos que tienen que ver con los hijos. Si logramos hacerlo con respeto y serenidad les estaremos dando un ejemplo y bases sólidas para su desarrollo. Por más enojados que estemos entre nosotros, para nuestro hijo ambos padres somos igualmente importantes y queridos Lo más destructivo que podemos hacerle al niño es ponerlo en medio de nuestros pleitos. Usar al niño para herir al otro padre lo lastima mucho más a él; lo angustia, lo atemoriza y puede afectarlo en sus futuras relaciones de adulto. Demostrar ira contra nuestra pareja enfrente del niño lo asusta mucho. Podría temer que nos enojemos también con él y decidamos abandonarlo. No es saludable, ni ayuda al niño, que un padre se alíe con él para culpar al otro de la situación. Él nos quiere y necesita a ambos por igual.

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Existen distintas reacciones de los niños ante la separación Es natural que el niño esté inconforme, enojado o triste. A veces no puede concentrarse, sueña despierto o se muestra inexpresivo y reservado; se siente abandonado por el padre que se fue y teme que el otro también lo deje. “Si uno ya se fue, ¿por qué no ha de irse el otro?” Si el padre con el que vive llega a salir, tiene miedo de que no regrese. Es necesario decirle una y otra vez cuánto lo queremos y asegurarle que nunca lo vamos a dejar. Si el niño se porta obediente y complaciente, es necesario aclarar que no tiene que esforzarse en ser perfecto, que lo queremos tal como es, aunque se equivoque. Cualquier retroceso en lo que ya había aprendido es normal. Hay que tranquilizarlo y esperar un poco para que vuelva a dominar lo que ya sabía hacer: hablar bien, comer o dormirse solo. Con paciencia y comprensión debemos apoyarlo a seguir su camino hacia la independencia.

No debemos ponerlo en medio de nuestros pleitos

Un ambiente de cercanía y respeto anima al niño a expresar sus emociones Por más doloroso que resulte, debemos dar a nuestro hijo oportunidad de decir qué piensa y cómo se siente, de hablar sobre sus dudas y sus temores. También es recomendable, propiciar visitas a las amistades y parientes de quienes el niño reciba cariño y seguridad. El niño necesita mantener el contacto con la familia de ambos padres La convivencia con los tíos, primos y abuelos, lo ayuda a asimilar mejor la separación de sus padres y lo hace sentir tranquilo pues su familia extensa permanece a pesar de los cambios. A veces, para consolar al niño, los familiares lo miman más de la cuenta. Tenemos que explicarles que, para nosotros, la disciplina es muy importante. Justo en este tiempo en que todo se mueve, el niño necesita límites que le den confianza, y también cariño y flexibilidad que lo ayuden a adaptarse a su nueva situación. Es bueno que el chico vea con frecuencia tanto a su papá como a su mamá, independientemente de con quién viva Por lo general, los niños se quedan con la madre y ven al padre cada cierto tiempo. Entre más cercana sea su relación con ambos, será mucho mejor. Es conveniente hacer calendarios de visitas y crear rutinas para que el niño se sienta seguro, sobre todo en las primeras etapas de la separación. El padre que se fue debe ser muy cuidadoso en el trato con su hijo Esto implica no hacerlo esperar después de la hora en que quedó de encontrarse con él ni faltar a sus citas. Al niño pequeño unos minutos le parecen eternos, y la desilusión de no verlo es enorme pues la interpreta como falta de cariño.

Si el padre —o la madre— no puede ir o va a llegar tarde, debe avisarle con anticipación. También tiene que estar dispuesto a dar lo necesario para su educación y sustento. Los conflictos de la pareja con frecuencia se manifiestan en el manejo del dinero Muchas veces se utiliza lo económico como medio de control o de presión. Los padres podemos entrar en una lucha de poder: “'Si no me das dinero, no ves a los niños”, o “Si no me dejas a los niños, no te doy dinero”. Estas situaciones hacen sufrir a los hijos y los colocan entre la espada y la pared. ¿Cómo manejar con los hijos las nuevas relaciones de pareja? Para un niño es doloroso que su papá o su mamá se casen con otra persona, pues eso le hace perder la ilusión de verlos reunidos otra vez. Pero si manejamos la situación con sensibilidad e inteligencia, el niño va a poder aceptarla más fácilmente. Debemos insistir en que bajo ninguna circunstancia lo vamos a dejar, y hacerle saber muy claramente que nuestra nueva pareja no sustituirá nunca a su madre o a su padre. Cada uno tiene su lugar. Además, con la nueva relación él puede tener una nueva fuente de apoyo y cariño. Algo muy diferente son las relaciones pasajeras. No conviene presentar al niño a nuestras nuevas relaciones hasta no tener la seguridad de que son serias y estables. Los cambios de pareja lo confunden y pueden hacerlo sufrir. Si llegamos a sentirnos confundidos y agobiados por nuestra situación personal es recomendable pedir apoyo y orientación Es recomendable hablar con personas de nuestra confianza que hayan vivido una situación semejante y la hayan resuelto de manera satisfactoria, o consultar a un profesional que nos oriente en el manejo de los hijos y de nosotros mismos.

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Trabaje en equipo con los maestros

Pruebe algunas de las siguientes

Hágale ver que no es su culpa

Aliéntelo a que exprese sus sentimientos

recomendaciones Durante el proceso de separación póngase en contacto con la escuela y trabaje junto con los maestros. Mantengan usted y su pareja una comunicación abierta en beneficio de su hijo. Es su compromiso e interés común. Hable con el niño de manera clara y abierta sobre la separación. Si el niño tiene dudas o sentimientos de culpa, exprésele que no tiene ninguna responsabilidad en la separación. Aliente a su hijo a expresar sus sentimientos. Propicie actividades que el niño pueda realizar tanto con usted como con el otro padre: él los necesita a los dos. Esté pendiente de cómo se comporta su niño. No importa si responde con lágrimas o escondiéndose, de todos modos necesita ayuda, comprensión y afecto. No desahogue su enojo con su hijo. Trate de mantener estables los hábitos que tenía el niño antes de la separación, aun en momentos de emociones intensas. No establezca alianzas con su hijo en contra de la pareja y no hable mal de él o ella enfrente del niño.

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No haga equipo con su hijo en contra del otro

Guía de Padres

APRENDER A CONOCER Y A HACER Aprender a conocer no significa adquirir un gran número de conocimientos sino aprender a aprender Quiere decir desarrollar la inteligencia para comprender el mundo, ser capaz de actuar en él y comunicarse con los demás. Desde que nace, el bebé empieza a interesarse por las cosas y las personas que le rodean A medida que crece y es estimulado con las experiencias de todos los días, con nuestras palabras y nuestro afecto, el interés se hace más amplio. El niño posee un impulso natural hacia el conocimiento que lo anima a explorar activamente su entorno. Nuestra responsabilidad es construir sobre ese impulso, crear situaciones en las que nuestro hijo pueda practicar y perfeccionar sus habilidades y facilitarle la mayor cantidad posible de experiencias en las que use las manos, los oídos, los ojos. El pensamiento del niño pequeño se basa en lo que percibe con sus sentidos y en las acciones que realiza con su cuerpo En esta etapa, su mente no puede ir más allá de su experiencia. Su inteligencia se despliega con todo lo que vea, toque, escuche o saboree. El niño no quiere que otros le enseñemos, necesita relacionarse directamente con las cosas y disfrutar lo que aprende de ellas por sí mismo.

En los primeros años, el niño desarrolla la capacidad de aprender y la actitud hacia el conocimiento que lo van a acompañar el resto de su vida Los padres tenemos la gran oportunidad de enseñarle que aprender es divertido, que si está atento, el mundo es una constante sorpresa. Podemos transmitirle el placer de comprender, conocer, investigar y relacionarse con el mundo y las personas. Una conquista prodigiosa que hace el niño en sus primeros años es el lenguaje El lenguaje es un sistema de símbolos con una estructura muy compleja. El niño no sólo aprende palabras sino diferentes maneras de ordenarlas y transformarlas según lo que quiera expresar. En cuanto comienza a hablar, va a acelerarse el desarrollo de su imaginación, su razonamiento y su memoria; desde ese momento, la mayor parte de su aprendizaje y de su comunicación con los demás va a depender del lenguaje. El apoyo más significativo que tenemos los padres en la tarea de educar a nuestro hijo es la escuela A los maestros les confiamos y les debemos una importantísima parte de su formación y de su desarrollo intelectual y social. Para que este apoyo beneficie a nuestro hijo de una manera más completa, padres y maestros debemos formar un verdadero equipo, ayudarnos unos de otros pues compartimos una meta común: dar al niño la mejor educación posible. Enseñar a un niño a conocer es ayudarlo a desarrollar una habilidad básica, es darle las herramientas que le permitirán seguir aprendiendo toda su vida.

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I. El desarrollo del niño

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Qué sabe usted sobre el desarrollo de los niños? ¿Qué hace para estimular a su hijo? ¿Qué es lo que más disfruta al verlo crecer y desarrollarse? El desarrollo es algo natural y espontáneo pero no es sencillo ni es igual en todos los niños Al nacer, el bebé ya tiene una manera de ser y unas capacidades personales que se manifestarán de acuerdo con las experiencias que vaya encontrando en su camino. Los niños deben pasar por las mismas etapas en el aprendizaje, pero unos lo harán un poco antes y otros un poco después. No podemos hacer avanzar a nuestro hijo si él no está preparado, pero sí podemos ayudarlo a aprovechar cada momento de su desarrollo. Los padres debemos comprender y respetar las cualidades únicas y el ritmo de nuestro hijo Algunos niños son tranquilos, otros inquietos, hay niños sensibles, otros sociables, o una mezcla de varias características. Unos son rápidos para aprender, otros requieren más tiempo. Unos son buenos para imaginar cosas y otros para actuarlas. No es útil comparar a nuestro hijo ni preocuparnos porque es diferente a otros niños, pero sí necesitamos saber a qué edad aproximada los niños logran cierto control de su cuerpo y cuándo son capaces de dominar un aprendizaje. Los padres necesitamos información sobre el desarrollo infantil para aprender a observar a nuestro hijo Los libros sirven para informarnos sobre lo que podemos esperar en las diferentes etapas y así poder apoyar al niño en cada paso de su crecimiento sin protegerlo demasiado ni exigirle lo que no puede hacer. Los libros también nos hacen sentir tranquilos al darnos cuenta de que nuestro hijo pasa por un desarrollo natural o, si es el caso, nos ayudan a reconocer qué tan grande es la diferencia entre el desempeño de la mayoría de los niños a cierta edad y lo que puede hacer nuestro hijo: si está adelantado respecto a su edad o bien si requiere una atención particular para ponerse al corriente. Muchos niños necesitan cuidados especiales para avanzar en ciertas habilidades. Mientras El desarrollo no es igual en todos los niños más pronto lo sepamos y busquemos la ayuda de personas profesionales, más rápido logrará solucionar la dificultad y seguir adelante. Una expresión del amor a nuestro niño es desarrollar la sensibilidad para ponerle atención, apreciarlo y entender que se encuentra en un largo y complejo proceso de formación Al observarlo y escucharlo, al darle la mano para que avance a su paso con seguridad, al disfrutar sus logros de cada día, estamos colocando los cimientos de una persona capaz, responsable y feliz. Si alentamos y gozamos su crecimiento junto con él, estaremos asegurando su capacidad para disfrutar, aprender, descubrir e imaginar.

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Infórmese sobre las etapas de su desarrollo

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Infórmese sobre el desarrollo de los niños, pero adapte lo que dicen los libros u otras personas a lo que su hijo requiere. Observe al niño con cuidado y pregúntese siempre por qué hace lo que hace, qué le gusta y qué necesita. No compare a su hijo con otros niños. Acéptelo y disfrute su ritmo de desarrollo. Aun cuando su hijo es único, hay momentos de su crecimiento en que debe dominar ciertas habilidades. Entérese cuáles son y, si el niño no ha logrado desarrollarlas, pida ayuda a un especialista.

Observe al niño con atención

No compare a su hijo con otros niños

Hay etapas en las que debe dominar ciertas habilidades

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II. Del nacimiento a los dos años.

Ejercitar el cuerpo para desarrollar la inteligencia

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Al estar atento a los cambios que van ocurriendo en el desarrollo de su hijo podrá conocerlo mejor, ayudarlo a crecer y disfrutarlo más. Como se sugiere en el ejercicio del primer capítulo de la Guía, vaya registrando en un cuaderno los avances y las “gracias” de su niño. Anote la fecha, el lugar y lo que hizo. Por lo menos una vez a la semana encuentre algo que valga la pena resaltar. Este cuaderno le servirá para constatar avances, y más adelante puede ser divertido leerlo con él. Seguramente sentirá que las palabras que usted escribió son una muestra de su interés y amor.

El niño pequeño desarrolla su inteligencia aprendiendo a mover y controlar su cuerpo. El cuerpo y la mente son inseparables en su aprendizaje La mayoría de los movimientos del bebé recién nacido, como succionar el pecho de su mamá o tomar la mano de su papá, son reflejos, es decir, son acciones que hace sin querer, no dependen de su voluntad. A medida que crece, algunos reflejos van desapareciendo y el bebé empieza a controlar sus movimientos, va organizando su cerebro para manejar su cuerpo como él desea. Aunque cada bebé tiene su estilo y su ritmo, el desarrollo sigue un orden en todos los niños El desarrollo del control del cuerpo va de la cabeza a los pies e implica desde comer hasta caminar. Para el bebé, cada paso que da en el manejo de su cuerpo es un enorme logro y le sirve para investigar el mundo y para saber quién es él, cuáles son sus capacidades y cuáles sus límites. Desde el nacimiento, el bebé es un ser activo y atento que responde a los estímulos Un estímulo es todo aquello que podemos percibir a través de los órganos de los sentidos y que nos relaciona con el mundo. En cuanto nace, el bebé se expone a una enorme cantidad de sensaciones. De inmediato reacciona a ellas para entender, controlar y adaptarse a un medio ambiente nuevo y complejo. Tiene una gran sensibilidad: se asusta con los movimientos bruscos, con los ruidos intensos y le molestan las luces brillantes. El niño pequeño desarrolla su inteligencia aprendiendo a mover su cuerpo A medida que crece, el niño se interesa cada vez más por su entorno, por lo nuevo y cambiante Los periodos en que está despierto son más largos y entonces vale la pena estimular sus sentidos con experiencias variadas.

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A continuación encontrará usted dos columnas. A la izquierda, se presenta una descripción del desarrollo del niño en cada etapa. A la derecha, algunas sugerencias de los estímulos que usted puede ofrecerle. ¿Cómo se desarrolla el bebé en el primer año?

¿Qué puede hacer para favorecer el desarrollo de su niño?

Al nacer el bebé percibe el sonido con claridad. Le encanta Para el recién nacido, sus padres son la fuente más rica de experiencias. Háblele constantemente y cántele canciones la voz de su mamá y sus cantos y arrullos. de cuna. No es necesario estimularlo con juguetes hasta después de cumplir el mes. Ve bastante bien pero sólo puede enfocar a unos veinte La cara de sus papás es lo que más le atrae. Cuando lo centímetros de sus ojos, justo la distancia de la cara de su cargue, sonríale y devuélvale la mirada. mamá cuando lo tiene en brazos y le da de comer. El gusto y el olfato son dos sentidos que están muy relacionados El pecho de su mamá o el biberón es el mejor estímulo para y bien desarrollados al nacer. El recién nacido es capaz de su boca. encontrar cualquier objeto que roce sus labios y luego succionarlo. Tocar y acariciar al bebé, cargarlo y moverlo, son estímulos La piel es el órgano de los sentidos más grande de todo el muy importantes para su desarrollo, pues lo ayudan a cuerpo y es fundamental para el desarrollo del bebé. orientarse y conocer su cuerpo. Es bueno apretar ligeramente los dedos de pies y manos, mover sus piernas y brazos, frotar su espalda con suavidad, acariciar su cara. Al mes y medio sonríe, mueve los brazos y piernas con Dibuje con marcador negro algunas figuras simples como fuerza y, si está boca abajo, puede sostener la cabeza unos círculos, espirales, cuadrados y sobre todo caras. Póngalos momentos. Mira con atención los objetos con bordes definidos, a la vista del bebé y vaya cambiándolos. como dibujos en blanco y negro. A los dos meses puede ver con claridad su propia mano, pasa horas mirándola y dándole la vuelta. A veces la mete a la boca pues eso le causa un gran bienestar. Ya responde con ruiditos a las palabras, canciones o juegos de sus papás.

Ahora también le atraen los colores vivos y los objetos que se mueven. Ponga al alcance de su vista objetos de colores vivos que tenga a la mano. Para él todo es nuevo e interesante. Cante y hable a su bebé. Estimule todos sus sentidos.

A los tres meses mira los objetos por periodos largos, pero ya no se conforma sólo con mirar. Ahora el bebé es capaz de ver un objeto, alcanzarlo y tocarlo. Todo al mismo tiempo. Es un avance muy grande. Desde ahora sabe que él puede producir un efecto sobre los objetos: los mueve, los hace sonar, los cambia de lugar.

Sería un desperdicio enorme para su inteligencia dejar que el bebé se aburriera en su cuna. Cuelgue objetos de diferentes formas y colores para que los toque; póngalo sobre una colchita hecha con telas de diferentes colores y texturas: unas suaves, otras ásperas, unas gruesas, otras finas; llévelo con usted a distintos sitios de la casa y fuera de la casa.

A los cuatro meses el bebé quiere más y más acción, se ha convertido en un pequeño torbellino. Cuando usted lo baña o lo cambia, él quiere investigar y se mueve de un lado a otro.

El bebé necesita atención todo el tiempo. Nunca debe dejarse solo sobre la cama y mucho menos en la tina de baño. La hora del baño es un tiempo ideal para jugar con él. Usted debe estar tranquilo para que pueda disfrutarlo junto con su niño.

Gracias al desarrollo de los sentidos y al mayor control de movimientos, sus posibilidades de juego se amplían enormemente. Ahora ya puede tomar un objeto con la palma de la mano.

Ponga a su alrededor dibujos, colores, móviles hechos con lo que tenga a mano. Proporciónele objetos de distintos materiales; permita que toque agua, arena, semillas, telas, juguetes; que escuche sonidos variados: música, sonajas, canciones, juegos con palabras, ritmo y movimiento. Sáquelo al campo, al mercado, a casa de familiares y amigos.

A partir de los cinco meses el bebé empieza a aprender Usted puede animar a su bebé a sentarse si lo toma de los a sentarse. Al principio se sienta con la espalda encorvada brazos con firmeza y suavidad, hasta que se incorpore. y las dos manos en el suelo para sostenerse. No puede cambiar de postura, si quita un brazo se cae. Van a pasar varios meses hasta que logre sentarse solo.

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No poder hacer las cosas a la primera lo impulsa a aprender

¿Cómo se desarrolla el bebé en el primer año?

¿Qué puede hacer para favorecer el desarrollo de su niño?

Sus manos se vuelven más y más útiles. Aprende a soltar un objeto y entonces puede pasar las cosas de una mano a otra: esto es un gran paso para poder jugar. Además de tocar, le gusta meterse a la boca lo que encuentra, es otra manera de conocer las cosas.

Ofrezca al bebé juguetes que pueda manipular. Tenga cuidado de no dejar a su alcance objetos pequeños con los que pueda asfixiarse.

A los seis meses el bebé descubre que puede moverse de un lado a otro. Al principio, si está sobre su estómago, tratará de impulsarse hacia adelante pero muchas veces se irá para atrás. Entonces puede desesperarse y llorar.

Déjelo que pruebe varias veces y después, ponga una mano en la planta del pie del bebé para que se empuje y pueda avanzar.

A los siete meses su espalda es más fuerte y ya no necesita los brazos como apoyo para sentarse. Es capaz de estar sentado un rato y jugar con un juguete tras otro. Los arroja al suelo y mira a su mamá o papá para que los recoja. Tirarlos le sirve para aprender cómo son las cosas: unas suenan, otras rebotan y algunas se rompen. Le gusta verse en el espejo y también los juegos de imitación: copiar acciones, gestos y sonidos.

Es buena idea amarrar los juguetes con un cordel corto y suave que no pueda enredarse en su cuello. Está bien poner límites a este juego de tirar las cosas pero no regañe al bebé, es su manera de conocer el mundo. Desde el primer año de vida un muñeco puede ser un juguete muy útil para el desarrollo de sus emociones y de su lenguaje. Usted mismo puede fabricarlo con pedazos de tela. Empieza el tiempo ideal para los juegos como Tengo manita, no tengo manita, Tortillitas de manteca, Que se le cae la mano a la negra y otros.

En esta etapa aprende algo muy importante para el desarrollo de su mente: que un objeto no deja de existir por estar escondido y porque no lo pueda ver en ese momento. Su memoria se está ejercitando.

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Sea un aliado en el desarrollo de su hijo

Juegue con su bebé a esconder y encontrar cosas debajo de una sábana o de un trapo. Otro juego es esconderse para aparecer quitándose la cobija de la cara.

A los ocho meses se sienta con más seguridad y puede mover el cuerpo de un lado a otro. Empieza a poder levantarse en caso de que se caiga.

Esta habilidad depende de cuánto le haya permitido jugar y estar sentado. Anímelo a hacerlo.

Un nuevo avance es que separa los dedos pulgar e índice y los usa en forma de pinza para tomar objetos pequeños. Esto es un signo de inteligencia. El bebé se entusiasma explorando el mundo con los dedos, los usa para investigar las caras de las personas, mete el dedo en la boca, la nariz o las orejas. Recoge del suelo todas esas basuritas que nadie más ve, todo le llama la atención y todo se lleva a la boca. También mete el dedo en cualquier agujero que encuentra, incluso los

Para los papás es una época difícil en la que tienen que volver a acomodar su casa y su vida. Hay que proteger al niño de su curiosidad pues no es posible vigilarlo cada segundo. A ratos conviene ponerlo en un corral, pero es mejor que esté a sus anchas en un cuarto seguro y atractivo. Quite las cosas rompibles o peligrosas: medicinas, jabones, venenos (los bebés encuentran todo); bloquee las escaleras con una reja (arriba y abajo); no le permita acercarse a las ventanas ni a ningún depósito de agua. Nunca lo deje solo

¿Cómo se desarrolla el bebé en el primer año? contactos eléctricos. Es necesario tener mucho cuidado para prevenir accidentes.

En este periodo también aprende a gatear, otro gran paso hacia su independencia. Todavía se va para atrás en vez de ir hacia delante y a veces se enoja y llora, pero después de ensayar una y otra vez, lo consigue con gran satisfacción.

A los 9 meses ya no le gusta que lo carguen, prefiere estar en el suelo. Es rebelde y desorganizado porque está preparando nuevas habilidades. Ahora, el pequeño por fin puede pararse. Cualquier cosa le sirve para sostenerse: una mesa, una silla, la cama. Estar de pie es lo que más le interesa y lo prefiere a cualquier otro juego. No soporta que le estorben: cuando usted trata de sentarlo o acostarlo él protesta y llora.

¿Qué puede hacer para favorecer el desarrollo de su niño? en la tina del baño, ni siquiera un momento: puede tragar agua o ahogarse. Nunca deje la tina o una cubeta llena de agua. Permítale gatear todo lo que quiera. Si no puede hacerlo o se cae, consuélelo pero no le ayude de más. Deje que él se esfuerce. Anímelo a perseguir y empujar objetos como carritos o animales con ruedas. Una pelota ligera es un juguete ideal de aquí en adelante. Tome a su niño de la mano para que empiece a caminar. Si tiene un carrito alto o una silla con ruedas déselo para que lo empuje. Eso le va a dar seguridad. Cuando ha conquistado la libertad de moverse, el bebé necesita aprender dónde está el peligro. Hay que estar siempre atentos y empezar a ponerle límites para evitar que se lastime.

Pero lo que de verdad quiere es moverse. Camina agarrado de los muebles. ¡Puede trasladarse de un sitio a otro! A los diez meses se interesa por cualquier cosa que se abra y se cierre, o que pueda colocarse dentro de otra. Intenta guardar objetos en distintos recipientes. Al año empieza a caminar, un salto enorme en su desarrollo. Aunque se ha preparado durante mucho tiempo, necesita un gran valor para soltarse y arriesgarse a dar sus primeros pasos. Se va a caer muchas veces pero cuando lo consiga, su cara se va a iluminar de satisfacción. Caminar es lo importante, lo demás no le interesa. Cuando sus pies se apoyan en el suelo, cambia su visión del mundo.

Déle envases de plástico y objetos —no peligrosos— para que los meta y los saque. Una cubeta de plástico es ideal para llenarla de muchas cosas diferentes, una caja grande de cartón puede ser fascinante para el pequeño. Es ideal que aprenda a caminar descalzo. Los zapatos sólo son necesarios cuando el suelo es muy frío, caliente o tiene aristas cortantes o filosas. Es necesario estar seguros de que no haya animales que puedan picarlo. Déjelo fuera del corral. El niño necesita un lugar amplio y seguro donde pueda explorar y practicar. Enséñele a subir y bajar escaleras, pero no lo deje solo. En esta etapa es necesario cuidarlo constantemente. El pequeño es incansable, necesita todo el apoyo y la energía de sus padres, así como su paciencia.

El niño se convierte en un explorador. Su curiosidad lo lleva a tocar todo lo que encuentra, a investigarlo y probarlo. Está aprendiendo cómo es el mundo y poniendo a funcionar su inteligencia.

Es momento de decidir si usted va a vivir diciéndole: “'93No toques, no hagas, no corras”'94 o si acomoda su casa para que el niño pueda curiosear sin riesgos. Un hogar con demasiadas prohibiciones no facilita el aprendizaje del niño.

El pequeño disfruta la nueva independencia, pero también le da miedo; quiere alejarse de sus padres pero teme perderlos de vista. Se vuelve rebelde, quiere hacer su voluntad, empieza a desobedecer y a hacer berrinches.

No se desespere con los cambios de humor de su niño. Si sabe que en este momento su hijo vive un avance extraordinario en su desarrollo, y que existe una relación muy estrecha entre su control de movimientos y sus emociones, podrá comprenderlo y sobre todo disfrutar este periodo junto con él.

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Aprende de los niños mayores

¿Cómo se desarrolla el bebé en el primer año?

¿Qué puede hacer para favorecer el desarrollo de su niño?

En esta etapa le gusta imitar a los demás. Empieza a aprender de los niños mayores pues le interesa más lo que hacen los niños que los adultos.

Propicie que su hijo conviva con otros niños, llévelo con usted a sitios donde encuentre objetos y personas interesantes. Hable con él y dígale el nombre de las cosas que va encontrando. Así estimulará su lenguaje. Siga jugando con él a las escondidas.

Al año y medio el niño usa su cuerpo cada vez con mayor seguridad y confianza.

Deje que camine, trepe y corra todo lo que quiera, pero vigílelo constantemente. Si él puede, va a tratar de alejarse de usted. En el mercado, en la calle o en cualquier sitio en el que pudiera perderse, tómelo siempre de la mano.

Ahora necesita más cantidad y variedad de experiencias. Todo lo que pueda ver, tocar, oler, escuchar, es atractivo y excitante para el niño. A medida que madura, quiere saber más y más acerca de los objetos y pone más atención en lo que le rodea.

Ofrezca a su niño todo tipo de objetos: cacerolas, envases vacíos, campanitas, tapaderas, pelotas —desde las más grandes hasta una pelotita de ping-pong.

Su curiosidad es muy grande, pero su capacidad de juicio es limitada y no mide el peligro. Todavía usa la boca para investigar y, como no le preocupa el olor o sabor de los objetos, puede beber o comer algo que le haga daño.

A partir del año y medio el niño usa menos su cuerpo y más su mente. Al observar un objeto con varias partes que van juntas, en lugar de hacer intentos para armarlo hasta que uno resulte por casualidad, el niño percibe la forma que hace falta y la coloca en su lugar. Si antes separaba las cosas, ahora trata de juntarlas. Cuando era más pequeño le encantaba derribar una torre de cubos; ahora va a colocar un dado encima de otro. El bebé usa instrumentos como cuerdas y varas para lograr lo que quiere. Antes sólo podía empujar los juguetes, ahora empieza a jalarlos. El juego con agua, arena y tierra continuará siendo uno de sus favoritos por varios años más.

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Llévelo a sitios interesantes

En este periodo ocurren la mayor parte de los accidentes dentro de la casa. Es importante tener cuidado de no dejar a su alcance medicinas, substancias tóxicas, objetos pequeños que pueda tragar, aparatos, contactos eléctricos y líquidos calientes en la estufa. Es muy importante tener a la mano la dirección o el teléfono del doctor o el centro de salud por si ocurriera una emergencia. Las cajas vacías son buenos juguetes para que las apile o las ponga una dentro de otra. Un bote grande de plástico, una cubeta o una canasta en las que pueda meter y sacar objetos le siguen pareciendo fascinantes. Proporciónele juguetes simples que se desarmen; haga rompecabezas de tres o cuatro piezas recortando fotos de revistas —caras o imágenes sencillas— y pegándolas sobre un cartón.

Aproveche la hora del baño o déle una cubeta con agua junto con objetos diferentes para que vea que unos flotan, como la madera; otros absorben el agua, como las esponjas; otros la dejan pasar, como las coladeras. La arena y la tierra tienen cualidades que lo intrigan. Hágalo sentir cómo pasa el agua o la arena entre los dedos, acompáñelo a hacer montecitos, pasteles de lodo, llenar moldes, marcar figuras en el suelo. Excavar es toda una aventura para el niño y sólo necesita una cuchara de metal.

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III. Los dos años. El bebé se convierte en niño EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Qué hace usted para favorecer el aprendizaje de su hijo? ¿Le da oportunidad de experimentar? ¿Cómo lo entretiene? ¿Dedica tiempo cada día para hablar con su niño? ¿De qué platica con él? ¿Deja que el niño vaya practicando algunas actividades sencillas como comer solo, ponerse alguna prenda de vestir, lavarse las manos, etcétera? Alrededor de los dos años, nuestro hijo alcanza una nueva etapa: deja de ser bebé y empieza a convertirse en niño En esta edad adquiere una gran independencia gracias al dominio de su cuerpo, al avance en el manejo del lenguaje y a un paso muy importante en su desarrollo: el despegar de la imaginación. Su mundo se amplía drásticamente. El desarrollo de su memoria le permite conservar en la mente las imágenes de objetos o personas que no están presentes. Su imaginación las transforma y hace con ellas lo que quiere: puede volar, navegar, convertirse en otro. Imaginar es un proceso indispensable para su desarrollo que lo conducirá al mundo del pensamiento Al año y medio, ya había empezado a usar su mente en lugar de realizar solamente acciones físicas para resolver problemas; ahora, las imágenes que utiliza preparan la formación de los conceptos, que vendrá más adelante. La inteligencia del niño se desarrolla a través de su relación con los objetos, el ambiente y las personas El desarrollo de sus sentidos y su pensamiento dependerá de la variedad y cantidad de estímulos. Nuestro papel como padres es abrirle las puertas del mundo y caminar con él para que lo conozca. Si pensamos con detenimiento en lo que tenemos a nuestro alcance, nos sorprenderá todo lo que podemos hacer con y por nuestro hijo. En esta etapa se da un avance enorme en el desarrollo del lenguaje La vida del niño se transforma cuando es capaz de hablar. Conocer el nombre de las cosas le da un nuevo poder: puede pedir lo que quiere, llamar la atención, comunicar sus necesidades, no sólo a sus padres sino a todos los demás. ¡Ya le entienden! Gracias al lenguaje entra Imaginar es un proceso indispensable al mundo de los adultos. Estos logros se dan dentro de una batalla en la que el niño se siente inquieto, inseguro y descontrolado Todos los avances en su desarrollo le producen tensión, impaciencia, frustración y malos humores. Le cuesta trabajo dejar lo seguro y avanzar hacia los nuevos desafíos del crecimiento. El pequeño de dos años se mueve constantemente entre dos actitudes opuestas: portarse como bebé para sentirse protegido o correr el riesgo de aprender a ser niño rebelándose contra las imposiciones y ensayando una nueva independencia. Es una transición muy importante en su vida. Su rebeldía permite al niño descubrir quién es él frente a los demás El descubrimiento sólo lo puede hacer desobedeciendo y oponiéndose a sus padres.

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Se muestra exigente y da órdenes

Por primera vez se ve a sí mismo como un ser único y distinto a los demás. Empieza a comprender lo que significa la palabra “yo”. Darnos cuenta de la trascendencia de este proceso nos da motivos para sentir un gran respeto por nuestro hijo, mucha ternura y más paciencia. Para superar esta etapa, el niño necesita estar centrado en sí mismo Por un tiempo, va a creer que el mundo está hecho para su propio placer y para cumplir su voluntad. Quiere las cosas en el instante y a casi todo contesta: “No”. En ocasiones se muestra exigente y le gusta dar órdenes, pero no soporta que lo manden. Puede explotar con facilidad y cambiar de humor pues tiene que enfrentarse a la diferencia que existe entre lo que él quiere y lo que sucede en realidad. Para ayudar al niño a aprovechar esta crisis los padres tenemos que ser comprensivos y flexibles No es razonable pedir a nuestro hijo de dos años que controle sus impulsos ya que eso lo podría convertir en una persona resentida, conformista o sometida. Tampoco podemos dejar que haga lo que se le antoje pues podría pensar que tiene derecho de pasar sobre los demás. Tenemos que dejar de imponerle cosas que no son importantes y ejercer la autoridad en los asuntos que afecten la vida familiar, los valores y la seguridad del niño. Así aprenderá quién es él pero también que existen ciertos límites cuando vivimos en sociedad.

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Desobedece y se rebela contra sus padres

Hay que ser comprensivos y flexibles

Las siguientes columnas ofrecen información sobre las características y avances del niño de dos años. La de la izquierda describe los distintos aspectos del desarrollo del niño, la columna de la derecha da algunas sugerencias de los estímulos que pueden ofrecérsele. ¿Qué observar en un niño de dos años?

¿Cómo estimular a su niño en esta edad?

A los dos años ya sabe comer solo, guardar sus juguetes y ayudar a vestirse, aunque no siempre está dispuesto a hacerlo.

Enseñe a su hijo habilidades prácticas como lavarse las manos, tomar los cubiertos, vestirse solo. Déjelo ser independiente y esforzarse. Aunque se tarde o se enoje cuando no puede, no haga las cosas por él y, sobre todo, tenga paciencia.

Sus ideas sobre el tiempo se han desarrollado a través de las experiencias de todos los días. Sabe que hay una hora para jugar, para comer, para bañarse y para dormir.

Con un niño de dos años no es posible ser muy estricto ni tener reglas muy rígidas. Sin embargo, es el momento ideal para fomentar hábitos.

Maneja bien su cuerpo, se sube y se encarama en donde puede, le encantan los columpios, las resbaladillas, los sube y baja.

Dé a su hijo oportunidad de hacer muchas cosas diferentes: dar vueltas en un caballito, rodar en el pasto húmedo, pintar con los dedos, caminar descalzo, chapotear en el agua, recortar o bailar.

Le interesan los apagadores de luz, todo lo que cause un efecto que se vea o se oiga. Comienza a entender que una causa produce un efecto. Si patea la pelota espera que ruede, si oprime el botón del radio, sabe que va a escucharlo.

Haga el esfuerzo de poner a su alcance objetos interesantes: tambores (o cacerolas), martillos de juguete, rompecabezas sencillos.

Su mente y su cuerpo se desarrollan juntos. Con cada estímulo, el niño amplía su curiosidad y sus deseos de aprender.

Los bloques de madera de distintas formas (cubos, triángulos, círculos) sirven para todo: apilar, hacer trenes, levantar torres, ordenar un desfile. Si no puede comprar bloques ya hechos, consiga desperdicios de madera en una carpintería. Córtelos y púlalos bien con una lija para quitarles las astillas. Si quiere puede pintarlos, pero use una pintura que no sea tóxica. Este material puede servirle a su hijo durante varios años de una manera siempre novedosa.

Es un gran observador. Puede distinguir los pequeños detalles, las diferencias y las cosas que no están en su lugar. Nota si los cubiertos están mal colocados o si hay un error en la historia que le están contando. Es más preciso al identificar colores, formas, tamaños, sonidos y texturas.

El desarrollo de sus sentidos dependerá de la variedad de estímulos que usted le ofrezca. A partir de esta edad, hable con él de temas variados para que sus intereses se hagan más amplios.

Le intrigan las cosas que cambian: los árboles, la semilla que germina en un vaso, los animales, el agua. También le gusta ver libros, revistas con fotos de ballenas, de dinosaurios o de cualquier asunto atractivo para él.

Comente brevemente pero con exactitud las láminas de un libro, algún aspecto de las plantas, animales y objetos de su entorno.

Un paso enorme en su desarrollo es el juego con la imaginación. El niño ya es capaz de tener en la mente objetos que no están frente a sus ojos, puede recordarlos y pensar en ellos. Gracias a esto es capaz de imaginar y de inventar. Antes imitaba lo que estaba frente a él, pero ahora usa su memoria, copia acciones que ya pasaron. Por ejemplo, carga a un muñeco o le da el biberón como hacían sus padres con él. La simulación (“hacer como que”... come una galleta que no existe, o es el papá del oso de peluche) es una actividad importantísima para la evolución del pensamiento. El niño usa un símbolo, como puede ser una piedra o un palo, para representar algo diferente, como un coche o un caballo.

Déjelo en libertad de jugar todo el tiempo que quiera. Acompáñelo y diviértase con sus juegos, vuelva a ser niño, imagine junto con él. Un muñeco puede servir para muchos juegos. Los niños varones necesitan jugar con muñecos suaves para abrazar y cuidar tanto como las niñas y ellas también necesitan manejar carritos, caballos o herramientas. Así, niños y niñas tienen oportunidad de desarrollar todos los aspectos de su personalidad.

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Cuando juega se habla a sí mismo

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Los muñecos o títeres estimulan su conversación

¿Qué observar en un niño de dos años?

¿Cómo estimular a su niño en esta edad?

Una de las principales tareas del niño de dos años es desarrollar su lenguaje. Ya entiende casi todo lo que se le dice, el número de palabras que usa aumenta enormemente y puede construir frases sencillas. Esto es una señal del avance de su inteligencia. Muchas veces, cuando juega, se habla a sí mismo para poder pensar: “Y ahora voy a abrir la tapa de la caja, y después voy a guardar mi perrito...”

Los muñecos o títeres hechos en la casa estimulan su conversación igual que los libros con historias sencillas. A veces puede usted cansarse de contestar y quisiera que se callara de una vez. En esos momentos piense que mientras más pregunte, más está desarrollando su pensamiento y que las preguntas de su niño son tan importantes como la manera en que usted las conteste.

Le interesa cualquier tipo de conversación y parece que no va a dejar de preguntar nunca: ¿Qué es eso?” “¿Cómo se hace?” “¿Por qué?”

Haga un esfuerzo por responderle lo mejor posible y aproveche para investigar lo que no sabe. Juegue con él a nombrar cosas: “¿Qué tengo escondido en mi mano?”, “¿Cómo se llama eso que está sobre la mesa?”.

El niño es incapaz de comprender el significado de las palabras que no tienen que ver con su experiencia. Si nunca ha olido una rosa, nadie le puede explicar lo que es el aroma de la flor. Su lenguaje va de la mano de la experiencia.

Hable sobre los objetos con los que el pequeño está jugando, hágale preguntas o plantéele problemas sencillos. Todo lo que rodea al niño puede ser motivo de conversación, pero es necesario que usted sea sensible y esté atento para ayudarle a ampliar su vocabulario y sus conocimientos.

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IV. De los tres a los cinco años. El niño en edad preescolar EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Ha realizado su hijo las siguientes actividades? Marque el paréntesis con el color que corresponda: Muchas veces (azul) Pocas veces (amarillo) Nunca (rojo) Recortar Jugar con masa o plastilina Correr Dibujar y pintar Trepar a los árboles Tocar animales Construir con dados, bloques o cajas Armar rompecabezas Coser

Hacer equilibrio sobre barras o rampas Cambiar el orden de su cuarto Probar sabores distintos de los acostumbrados Escuchar música y sonidos diversos Fabricar instrumentos musicales con botellas, cuerdas, cazos y otros objetos Jugar con agua y arena o tierra Ensarta

Observe cuáles actividades están marcadas con rojo. Dé a su niño la oportunidad de realizarlas, observe cómo las disfruta y qué actividades desea volver a hacer. Las etapas del desarrollo del niño en edad preescolar no son tan fáciles de observar ni se distinguen tan claramente como en los primeros años El desarrollo es más interno y resulta menos dramático. Sin embargo, es notable cómo aumenta el domino de su cuerpo, especialmente su destreza manual; cómo se desenvuelven su lenguaje, su imaginación y su inteligencia. Cuando llega a la edad preescolar, el niño alcanza un mejor equilibrio consigo mismo y con los demás En esta edad, está contento y se siente más seguro. Uno de los factores que le ayudan a adaptarse mejor es el lenguaje. Poder hablar le da la capacidad de expresar con mayor exactitud lo que siente, y por eso mismo puede controlar mejor sus impulsos. El lenguaje es una de las herramientas más poderosas en el desenvolvimiento de las emociones, el pensamiento y la vida social del niño preescolar. Es importante escucharlo, hablar con él; pensar con seriedad qué significan sus preguntas, cómo está entendiendo lo que sucede en su entorno; qué siente, qué desea. Para los padres puede ser un tiempo delicioso de juego, conversación y descubrimientos. El lenguaje y el pensamiento van de la mano del juego del niño Al jugar, el pequeño despliega sus nuevas habilidades: piensa, habla, imagina y crea. Cada día es más capaz de hacer las actividades que tiene en la mente: puede pensar cómo funciona algo y hacerlo funcionar, puede visualizar un color y aplicarlo en el papel, puede imaginar que es un cartero o un doctor y jugar a serlo. Es una época en que necesita estar ocupado. Su mundo inmediato y familiar necesita abrirse, tiene que relacionarse en forma independiente con otras personas, vivir por su cuenta experiencias diferentes. Es el momento de ir a la escuela.

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Hagamos el esfuerzo de dedicarle tiempo a nuestro hijo

Las experiencias que viva nuestro hijo en sus primeros años serán la base para su desarrollo futuro Debemos darle libertad para explorar, exponerlo a los estímulos sensoriales e intelectuales que estén a nuestro alcance, redescubrir con él los objetos que tenemos en casa: tocar una lija, oler una fruta, escuchar diferentes tipos de música, escalar una montaña de cojines, visitar a otras personas. Si lo animamos a investigar y lo acompañamos en sus hallazgos es muy probable que desarrolle seguridad, interés, curiosidad y valor para aprender y crecer con los desafíos y las oportunidades. Se requiere generosidad y una fuerte voluntad para ofrecer un sinfín de experiencias a nuestro hijo Los padres vivimos abrumados por actividades que no podemos dejar de atender. Muchas veces estamos cansados o preocupados; nos sentimos solos, frustrados o incapaces. Y sin embargo, hacer el esfuerzo de dedicar un tiempo cada día a aprender, a conversar, a jugar y a disfrutar con nuestro hijo nos puede llenar de esperanza, de gozo y de una nueva energía.

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Las experiencias en sus primeros años son la base para su desarrollo futuro

En la columna izquierda se describen las habilidades del niño en edad preescolar. En la columna derecha se proponen algunas ideas de juegos y actividades para estimularlo. ¿Cómo es el niño en edad preescolar? El niño en edad preescolar domina mejor su cuerpo. Trata de trepar más alto, saltar más lejos, correr más rápido.

¿Cómo estimular a su niño en esta edad? Las destrezas físicas que adquiera su hijo en los años preescolares le servirán toda la vida. Enséñelo a nadar, a andar en bicicleta o a patinar.

A los tres años puede andar de puntitas, subir y bajar escaleras alternando los pies como los adultos.

Al niño le divierten los juegos como “Lo que hace la mano, hace la tras” o seguir instrucciones: brazos arriba, manos atrás, tocarse las rodillas, saltar hacia adelante o hacia atrás.

A los cuatro realiza movimientos que ponen a prueba su equilibrio, camina con los talones, patina, lanza y atrapa una pelota, aunque a veces todavía se descontrola y puede caer o tropezar.

Juegue con él y, mientras más coordinación logre su niño, complique los movimientos y pídale que los realice con más rapidez.

A los cinco años ya es capaz de trepar a los árboles, dar saltos tomando impulso, correr distancias más largas, caminar sobre una viga, llevar el ritmo de la música.

Anímelo, déle seguridad, pero también cuídelo. Su gran movilidad y su deseo de independencia pueden ponerlo en peligro y es necesario tomar precauciones para evitar accidentes.

Muestra mayor independencia. Aprende a vestirse y desvestirse solo.

El niño se interesa y se divierte con todo. Abrochar botones, cierres o agujetas puede convertirse en un juego.

Disfruta al sentirse útil y hacerse cargo de pequeñas responsabilidades como llevar un objeto de un lugar a otro, sacudir o lavar un trapito. Cuando madura un poco más, puede poner la mesa, servir el agua o levantar sus cosas.

Comparta con su niño tareas de la casa. Hágalas divertidas y dígale cuánto aprecia y agradece su ayuda. Su niño colabora con gusto si no siente que es una imposición y si ve que su participación es útil a su familia.

A esta edad el niño empieza a buscar a personas ajenas a la familia. Quizá le guste visitar por su cuenta a los vecinos o a los parientes. Su casa ya no es suficiente para él. Es cada vez más sociable, disfruta de la escuela y le encanta jugar con otros niños.

Déle oportunidades de tratar a otras personas. Si le es posible, invite a su casa a niños y adultos para que convivan con él.

A medida que crece, su memoria se amplía y sus sentidos se desarrollan. Puede concentrarse por periodos más largos y percibir diferencias más finas en el tamaño, color, peso o textura de los objetos.

Un juego divertido para la familia puede ser poner en una bolsa objetos distintos como una cuchara, una esponja, un pepino y un cepillo de dientes, sin que se vean. Cada persona mete la mano y trata de adivinar cuál es el objeto que está tocando. Antes de decir qué es, tiene que describirlo y nombrar sus sensaciones: frío, áspero, duro, pegajoso.

Pregunta mucho y desea conocer más acerca de las cosas, personas y objetos de su medio.

Descubran juntos el camino de las hormigas y lo que llevan cargando; los cambios en la luna y las estrellas; enséñele cómo hacen su nido los pájaros o cómo el gusano se convierte en mariposa.

Le encanta sembrar y cosechar, cuidar animales y pasear en ambientes naturales para observar lo que sucede.

Cultive plantas, flores y hortalizas. Si puede y le gusta, tenga un perro, un gato o un pez para que su niño juegue con él y ayude a cuidarlo.

Le gusta coleccionar objetos y clasificarlos. Valora sus colecciones como tesoros: le ayudan a agudizar su percepción y a conocer el mundo. Le encantan los instrumentos de investigación como lupas, imanes y lámparas.

Usted puede convertir su casa en un verdadero paraíso para explorar. Busque entre los objetos que tiene algunos interesantes y seguros. Présteselos a su hijo para que los conozca, los observe y los clasifique según su utilidad, color, tamaño o forma

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Sigue usando el juego imaginativo

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Préstele objetos para que se disfrace

¿Cómo es el niño en edad preescolar?

¿Cómo estimular a su niño en esta edad?

Cuando llega a los cinco años ya no se interesa solamente por lo que sucede en su familia o en la escuela sino también en su comunidad.

Investigue qué visitas interesantes puede hacer con él: al zapatero, al panadero, a los bomberos, a la imprenta, a una fábrica, a un taller mecánico o a un restaurante.

Investigar acerca de la vida y el trabajo de las personas le proporciona experiencias directas que aumentan sus conocimientos, estimulan su pensamiento y le dan elementos para jugar, imaginar y crear con más riqueza.

Procure que su hijo reconozca la relación que existe entre el cultivo de una lechuga y la ensalada que se come, también entre el cuidado de la vaca y la leche que bebe; entre el maíz y las tortillas; el árbol y la mesa en que dibuja.

Las relaciones que se dan entre los miembros de una comunidad se hacen más vivas, claras y significativas para el niño que aprende a poner atención.

Otra manera de ponerlo en contacto con el mundo es elegir noticias del periódico o de las revistas que le interesen al niño para comentarlas con él.

Observar le permite imitar. Copia lo que hace la gente que lo rodea. Cocina, vende, enseña a los niños en la escuelita, maneja un tractor. En todo el periodo preescolar, el niño sigue usando el juego imaginativo, pues es una parte fundamental de su vida.

Los muñecos, carritos, aviones, granjas, circos o ciudades de juguete le darán muchas horas de juego. Estos materiales pueden ser utilizados por varios niños, por lo que además aprende a compartir sus juguetes.

Casi todos los niños preescolares juegan a ser otra persona y, por lo general, eligen un personaje adulto: actores, médicos, policías, algún héroe de la historia, de los comics, del cine o de la televisión. Este tipo de juegos no aleja al niño de la realidad, sino lo ayuda a integrar su pensamiento.

Préstele zapatos, sombreros, collares, cascos, bolsas, capas; hágale pelucas o barbas para que se disfrace. Cualquier objeto que pueda ponerse encima le permite crear un juego cada vez más complejo e imaginativo.

El niño ya puede manipular títeres de mano y es capaz de representar o inventar una historia.

Fabrique sus propios títeres con retazos de tela. Arregle un pequeño “teatro” con sábanas, mesas o sillas. Usted es el público ideal para las actuaciones de su hijo. Por lo general, el niño es bastante creativo y no requiere la ayuda de un adulto para representar su obra, pero si no se le ocurriera ninguna idea, usted podría sugerirle algún personaje o situación para representarla.

Esta etapa es ideal para impulsar la imaginación y creatividad del niño a través de actividades artísticas y de expresión. A los tres años puede dibujar una cruz y una figura con cabeza, tronco y a veces otras partes del cuerpo.

Dé a su niño materiales para dibujar, recortar, pegar o modelar. Hagan una piñata, tarjetas de felicitación para los abuelos, collares, decoraciones para colgar en las paredes, manteles de papel de china. Estas actividades estimulan su pensamiento y su imaginación.

¿Cómo es el niño en edad preescolar?

¿Cómo estimular a su niño en esta edad?

A los cuatro, es capaz de copiar distintas figuras geométricas; dibuja un hombre completo, aunque algunas veces se olvida de los brazos o las piernas. Cuando pinta, no sabe lo que va a hacer, sus ideas van apareciendo después de ver lo que ha puesto en el papel. En cambio, el niño de cinco años, antes de empezar a pintar, ya tiene en mente una idea más clara de lo que va a hacer. Sus dibujos de la figura humana son cada vez más exactos. Al niño en edad preescolar le encantan los juegos de construcción. Construir es un reto a su inteligencia; supone que el niño “ve” en su mente la estructura terminada y la puede recordar mientras busca la manera de acomodar las partes. A partir de los cuatro años el niño es capaz de planear su propio diseño de construcción casi sin ayuda de sus padres.

Los bloques de madera, comerciales o hechos por usted, siguen siendo uno de sus juegos favoritos. Ahora los usa de manera más elaborada. Quizá valdría la pena agregar más piezas para darle mayores oportunidades de juego.

A los cinco años, el niño prefiere construir cosas que realmente sirvan, como una perrera, un banquito o un comedero para pájaros.

Dé a su hijo materiales de verdad como tablas y clavos pequeños, y supervise su trabajo.

Comienza a interesarse por los juegos de reglas. A partir de los cuatro años ya es capaz de entenderlas y respetarlas.

Participe con su hijo en juegos de mesa como: dominó, damas chinas, serpientes y escaleras, memoria, lotería. Su niño se siente “grande” cuando juega en familia con sus papás.

Le gusta hablar y se interesa por las palabras nuevas. A medida que madura, puede decir las cosas con mayor claridad, expresar sus emociones, sus ideas y fantasías.

Platique mucho con su niño, hablen sobre temas diferentes, cuéntense historias. Trate de decir las cosas con palabras precisas y variadas.

Le encantan los cuentos, los versos, las rimas, las adivinanzas. A partir de los cuatro años puede repetir los hechos principales de una narración.

Juegue y cante con él. Las rimas y los juegos tradicionales le dan ocasión de experimentar las diversas formas del lenguaje. Los libros utilizan un vocabulario más amplio que el que empleamos al hablar. Lea a su hijo para que aprenda a expresarse mejor y a disfrutar y valorar los libros. Ahora el niño es capaz de distinguir mejor los detalles de las imágenes de un cuento y de entender narraciones sencillas. Le gusta escucharlas una y otra vez.

Cuando llega a los cinco años, su lenguaje se vuelve más correcto y pierde las características infantiles. Sus preguntas son más complejas y él mismo es capaz de plantear la respuesta. Puede empezar a leer y a escribir. Está llegando a la fase final del periodo de la infancia y se prepara para pasar a la etapa escolar.

Estimúlelo para que él responda a las preguntas que hace y si no encuentra una respuesta adecuada, contéstele usted lo mejor que pueda. En el caso de que sus conocimientos no sean suficientes, pregunte a otra persona, consulte un libro o un diccionario.

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V. De la dependencia a la independencia EJERCICIO DE REFLEXIÓN Todos hemos dejado atrás la ayuda de otras personas cuando aprendimos a hacer algo por nuestra cuenta. Cada vez nos apoyamos más en nosotros mismos, somos más independientes, podemos resolver nuestros asuntos con nuestros propios medios. Su niño hace lo mismo. ¿Qué tanto lo apoya usted en su camino hacia la independencia? ¿Qué tanto quiere él ser autosuficiente? ¿En qué actividades depende su niño de usted? ¿Cuáles son las actividades que su hijo realiza con independencia? El niño y la niña tienen que recorrer un largo camino para pasar de la dependencia casi total del recién nacido a la independencia de un ser humano maduro Cuando nace, el bebé está sujeto a que sus papás lo alimenten, lo limpien, lo muevan o lo abriguen. Poco a poco podrá hacer estas cosas por su cuenta, pero solamente lo conseguirá si lo dejamos practicar. El pequeño tiene que aprender a comer y dormirse solo, a moverse de un lado a otro, a decidir lo que quiere y lo que no quiere hacer, a saber qué desea y a conseguirlo cuando sea posible. Cualquier cosa que realicemos por nuestro hijo cuando él ya sabe hacerla, es un obstáculo que ponemos a su desarrollo. Es mucho más fácil vestirlo o darle de comer en la boca, así no tenemos que esperar a que él termine de ponerse los pantalones ni limpiar la mesa. Pero ayudarle de más le quita al niño el orgullo de progresar, de poder decir: “Yo lo hice solito”. Quitarse los zapatos, ponerse el suéter, guardar sus cosas, son para él verdaderas victorias. No vale la pena arrebatárselas. Tampoco es conveniente pedirle antes de tiempo lo que aún no es capaz de hacer Al principio hay que enseñarle. Repetirle varias veces cómo se hacen las cosas: “Y ahora tallamos las rodillas con el zacate”, “Primero metemos la cabeza y luego los brazos”. Debemos observarlo y dejarlo que pruebe. Él irá demostrando sus habilidades: a los siete meses podrá quitarse los calcetines, a los cuatro años será capaz de vestirse solo; a los diez meses comerá con las manos, a los tres años manejará bien una cuchara. Es un verdadero arte ir a su paso: ni más rápido ni más lento. Aunque el niño depende de sus padres y de los adultos en general, se encuentra en una lucha constante por su independencia física y emocional A esta edad el niño quiere que lo apoyemos, pero también que lo dejemos libre. Se enoja cuando no le permitimos hacer todo por sí mismo, pero al mismo tiempo pide ayuda. En estos primeros años van a darse etapas en las que hace berrinches, desobedece y dice “no” a lo que le pedimos. Estos comportamientos son ensayos para aprender. El pequeño no sabe cómo ser independiente, y lo único que puede hacer es rebelarse. Poco a poco, encontrará maneras más suaves, positivas y eficientes de ser autónomo sin causar problemas. Los padres nos sentiremos menos impacientes si sabemos que estas situaciones incómodas son necesarias para el crecimiento de nuestro hijo La rebeldía forma parte del impulso natural del niño hacia la independencia. Es sano que el pequeño nos necesite cada vez menos. Contemplar el camino completo del desarrollo del niño y saber a dónde va puede aliviar las tensiones del viaje; si sólo vemos los baches y las barrancas, no disfrutaremos del paisaje y de las flores y, sobre todo, no apreciaremos ni nos daremos cuenta de cómo nuestro hijo va adquiriendo la capacidad de resolver sus propios asuntos, de ser responsable, independiente y autónomo.

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El niño quiere que lo apoyemos y que lo dejemos libre

Los adelantos del niño no son constantes ni uniformes. Se consiguen caminando hacia adelante y hacia atrás Para dar un salto, regresamos unos pasos. Para cruzar un río, nos detenemos un tiempo hasta encontrar el sitio más seguro. El niño hace lo mismo. Así es el crecimiento. Los retrocesos en algunas ocasiones son buenas señales de que el niño está preparándose para avanzar. Sucede también que algunas situaciones como el cambio de casa, el nacimiento de un hermanito, las tensiones en la familia o algunas pérdidas importantes, provocan algún retraso en el niño. Si ya había dejado el biberón o los pañales, vuelve a necesitarlos; si ya guardaba sus cosas, vuelve a dejarlas tiradas. No es conveniente utilizar el castigo para corregirlo, y mucho menos decirle: “Ya eres grande, ya es hora de que...” Por el contrario, debemos apoyar a nuestro niño, ayudarlo un poco más en lo que hace, acompañarlo a la hora de dormir, decirle palabras de aliento, permitirle estar más tiempo con nosotros, manifestarle nuestro afecto.

Algunas situaciones provocan retrocesos

Se necesita paciencia, respeto y una gran comprensión para entender qué está construyendo nuestro niño cuando hace las cosas por sí mismo. Nada menos que su libertad.

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Enseñe a su hija a hacer las cosas

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Enseñe a su niño a hacer las cosas. Repita lo que él tiene que aprender las veces que sea necesario. Cuando lo bañe, lo vista o arregle su casa, dígale, paso a paso, cómo lo hace. Observe al niño para saber de qué es capaz. Déjelo que pruebe pero no lo fuerce. Su niño está aprendiendo, no se desespere si al principio hace las cosas mal. Ya aprenderá. No lo castigue, no lo regañe ni se burle de él si tiene retrocesos en sus habilidades. Anímelo para que siga adelante. El niño está en camino de ser independiente. No olvide cuál es la meta.

Cuando lo bañe, dígale cómo lo hace

No se desespere si hace las cosas mal

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Déjelo que pruebe, pero no lo fuerce

No lo castigue, no lo regañe ni se burle

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VI. Hábitos y aprendizajes

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Haga una lista de las actividades que suele realizar diariamente y se dará cuenta de que la mayoría de ellas son una costumbre y que no podría abandonarlas fácilmente. A esas acciones que repetimos de la misma manera y en el mismo orden las llamamos hábitos. ¿Considera usted importante que su hijo tenga buenos hábitos? ¿Por qué? ¿Qué hábitos son necesarios para usted? ¿El orden es importante en su familia? ¿Cómo inculca usted hábitos en su hijo? ¿A qué edad pueden empezarse a formar los hábitos? ¿Qué hábitos reconoce en su hijo? Formar hábitos significa enseñar al niño a satisfacer sus necesidades de acuerdo con cierto orden y determinada organización Para formar hábitos hay que decidir y fijar con anticipación la manera como se harán las cosas, el lugar y la hora. Los hábitos se forman por repetición. Son como un lazo formado por varios hilos. Si alguien realiza una acción sólo una vez, el hilo se revienta muy fácilmente. Si la repite una semana, necesita más fuerza para romper siete hilos juntos. Y después de tres meses, romper la cuerda le costará mucho trabajo. Así son los hábitos. Los hábitos facilitan la vida pues no tenemos que pensar y decidir cada acción Al principio, para establecer el hábito necesitamos poner mucha atención, pero después hacemos las rutinas de manera

natural, sin esfuerzo. Hacer algunas cosas por costumbre, nos permite utilizar la energía en actividades más interesantes, divertidas y creativas. Desde que nace, el niño necesita que ciertas actividades sean constantes y se hagan de la misma manera El bebé necesita un lugar y un horario para comer, dormir y estar despierto. Las rutinas le dan seguridad. Además, el orden externo le va dando un orden interno y va formando estructuras en su mente. Cuando crece, el niño se siente mucho más tranquilo y le es más fácil cooperar si sabe que todos los días, después de comer, es hora de jugar y después, a cierta hora, debe bañarse, escuchar un cuento e irse a dormir. Poco a poco el niño va haciendo suyo este orden de acciones y se adapta a él. Por eso, cuando la rutina cambia, es importante comunicárselo con anticipación: “Hoy vendrán a cenar los abuelos, tenemos que terminar de jugar más temprano y preparar Formar hábitos significa enseñar al niño a satisfacer sus la mesa para la cena”. necesidades de acuerdo con cierto orden Existen hábitos que se aprenden principalmente por imitación Si el niño vive en un ambiente en el cual los miembros de la familia tenemos un lugar para cada cosa, nos lavamos los dientes, nos saludamos, etcétera, el pequeño aprenderá estos hábitos sin necesidad de que nos esforcemos en inculcárselos. Si en la familia los padres pedimos las cosas por favor y damos las gracias, el niño lo hará también de manera natural. Hay otra clase de actividades que podríamos llamar hábitos y que realizamos por placer, como son la lectura, escuchar música, hacer deporte, ver televisión. Estas actividades tienen un gran peso en el desarrollo integral y armónico del pequeño. Hay que darles su tiempo y su lugar.

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Los hábitos se logran con la repetición

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Sea constante. Los hábitos se logran con la repetición. No trate de fijar más de uno o dos hábitos a la vez. Cuando un hábito ya sea natural en su niño, comience otro. No intente imponer hábitos con brusquedad ni con castigos. No lo logrará. Respete la rutina del niño, procure realizar las actividades de la misma manera y a la misma hora para que él se acostumbre. Sea flexible. Una rutina se establece con constancia, no con rigidez. Predique con el ejemplo: no podemos decirle al niño “haz

No intente imponer hábitos

esto” y nosotros hacer lo contrario. Inculque a su hijo buenos hábitos de salud, higiene y alimentación.

Respete la rutina del niño

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Inculque buenos hábitos

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VII. Dormir y estar despierto

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Cómo se siente usted cuando ha dormido bien y está descansado? ¿Qué le pasa cuando no duerme? Si su bebé se despierta constantemente durante la noche, ¿cómo reacciona usted? Si el niño ya es mayor, ¿ha desarrollado hábitos que le permiten dormir bien? ¿Tiene un horario para irse a la cama? ¿Existe en la familia alguna rutina antes de dormir como contar un cuento, platicar sobre lo que pasó en el día o planear las actividades del día siguiente? El recién nacido duerme exactamente lo que necesita Si está sano y cómodo, dormirá lo que le haga falta, no podemos hacer nada para que duerma más o para que duerma menos. Durante uno o dos meses, aunque nos turnemos para atenderlo, los padres tendremos que resignarnos a descansar poco, pues cada tres horas el hambre va a despertar al bebé. Al principio, el niño no distingue la noche del día Para enseñarle la diferencia, los hábitos son una valiosa ayuda. El pequeño tiene que aprender a relacionar el día con la comunicación. Siempre que esté despierto, hay que levantarlo, llevarlo con nosotros y acompañarlo, y cuando duerma las siestas en el día, es bueno dejar que se habitúe a los ruidos normales de la casa. En la noche, conviene acostumbrarlo a una rutina: bañarlo, darle de comer, envolverlo en una cobijita para que los movimientos de sus manitas no lo alteren, ponerlo en su cuna y apagar la luz. Cuando llore, hay que atenderlo de inmediato para que no despierte completamente. También es recomendable hacer las comidas nocturnas lo más breves y silenciosas que podamos y dejar preparado todo lo que vamos a necesitar para no hacer movimientos innecesarios. Al mes y medio el bebé ya es capaz de seguir un orden para dormir, comer y estar despierto, siempre y cuando se establezca una rutina Ajustarse a un horario organiza su cerebro, lo ayuda a adaptarse al ambiente de su familia y además nos permite a los padres descansar y organizar mejor nuestras actividades. Es necesario ser constantes, pues si unos días lo dormimos más temprano y otros más tarde, no logrará establecer el hábito del sueño. Si es posible, es mejor que desde pequeño el niño duerma en otra habitación. Su sueño Si estamos impacientes le costará más trabajo conciliar el sueño será más tranquilo y los padres descansaremos mejor. El bebé debe aprender a dormirse solo Si el niño necesita estar en brazos para dormirse, es posible que cada cuatro horas llore para que lo carguemos de nuevo. Es muy importante relajarlo y arrullarlo pero asegurarnos de que todavía esté despierto cuando lo pongamos en su cuna. Al acostarlo, hay que darle señales de que es hora de dormir: cantarle, darle palmaditas, acariciarlo suavemente. Puede ser que a veces se remueva en la cama o llore un poquito, quizá se chupe el dedo para encontrar acomodo. Es su manera de aprender a dormirse. La capacidad de ayudarse a sí mismo, también en la noche, es la base para su futura independencia.

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Cuando el niño ha tenido un día agitado o está aprendiendo una nueva habilidad, le cuesta más trabajo dormir Las visitas de parientes, las salidas de casa, empezar a gatear o caminar pueden poner inquieto al bebé, sobre todo al final del día. Para poder dormirse necesita que lo tranquilicemos. Podemos tomarlo en brazos, darle un biberón y luego ponerlo en la cuna y quedarnos un ratito con él, en silencio. Pero a esa hora, también los padres estamos agotados y no siempre del mejor humor. Es necesario calmarnos nosotros primero. Si tomamos al niño en brazos cuando estamos impacientes o enojados, él lo sentirá y le costará más trabajo conciliar el sueño. A medida que crece, el niño se resiste cada vez más a dormir. ¿Por qué irse a la cama si el mundo ofrece tantos atractivos? Al año, el niño suele ponerse de pie en la cuna en cuanto lo dejamos solo. Conviene detenerlo firme y suavemente para que siga acostado y decirle que es de noche, hora en la que descansan los niños y los papás; quizá no le guste, pero pronto se convencerá de que no queda más remedio que dormir. Cuando el niño tiene dos años y puede bajarse de la cama, tenemos que impedir que ande solo por la casa en la noche, pues puede ser peligroso. Hay que estar atentos, acudir en cuanto nos llame y darle lo que necesite. Cuando el pequeño se siente cuidado, tanto en el día como en la noche, no va a tener la urgencia de salir de su cama. Una buena razón para atender al niño es que si nosotros no vamos adonde él está, él va a ir adonde estamos nosotros. Si el niño llega a la etapa preescolar sin haberse formado el hábito de dormirse solo, es necesario establecerlo cuanto antes Las rutinas le ayudan a reconocer que se acerca el tiempo de ir a la cama, pero sólo funcionan si las respetamos consistentemente, si seguimos siempre el mismo orden en las actividades del fin del día. Es delicioso acostumbrarnos a contarle o leerle un cuento cuando ya esté acostado. Al darle las buenas noches, se quedará más tranquilo si le prometemos que vamos a volver. Podemos decirle: “Voy a cenar y cuando termine vendré a ver si ya te dormiste”. Lo importante es nunca dejar de cumplir la promesa, aunque ya se haya dormido. La agitación de las actividades del niño preescolar pueden crearle temores y pesadillas Es común que el niño, después de un rato de estar en silencio, empiece a llorar y nos llame porque no puede dormir. Si algo le dio miedo o piensa que hay un fantasma o un monstruo debajo de su cama, podemos revisar el cuarto junto con él y explicarle con claridad y sencillez que nadie puede entrar a la casa. Cuando nuestro hijo despierte asustado por alguna pesadilla, vayamos a su cuarto lo más rápido posible. Al sentir nuestra presencia, se calmará de inmediato y volverá a dormirse. Si lo dejamos llorar, se asustará cada vez más y necesitará un tiempo mayor para tranquilizarse.

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En tiempos de cambio —cuando acaba de entrar a la escuela nació un hermanito o se mudó de casa, por ejemplo— puede tener más pesadillas. Para disminuirlas, hay que procurar que el niño se sienta tranquilo, seguro y relajado mientras esté despierto. En la noche podemos platicarle una historia tranquila y hermosa que lo llene de sentimientos agradables para llevarse al sueño. El niño pasa la mitad de su tiempo en la cama, por eso debe estar siempre limpia y arreglada Hagamos que pasen cosas agradables en su cama: dejarle recaditos, dibujos, pequeños regalos o cuentos. Nunca lo mandemos a la cama como castigo pues echaría a perder todo el esfuerzo de lograr un buen hábito para dormir, al relacionar su recámara con algo desagradable.

Trate que pasen cosas buenas en su cama

A nadie le agrada dormir en una cama sucia

Atienda a su niño cuando llore en la noche

Mantenga limpia y arreglada la cama de su niño

Cuéntele o léale un cuento

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Utilice en la noche un foco que dé poca luz para que el bebé no se distraiga a la hora de comer. No duerma a su niño con usted en la misma cama. Siempre que esté despierto, levante a su bebé, háblele y llévelo con usted. Cargue a su bebé, arrúllelo, pero no lo acostumbre a dormirse en brazos. Sea constante. Procure no cambiar la hora de dormir. Atienda a su niño cuando llore en la noche. Cálmelo si tiene miedo o tuvo una pesadilla. Cuéntele o léale un cuento cuando ya esté acostado.

Nunca lo mande a la cama como castigo

Acompáñelo un ratito para que se duerma tranquilo. Después déjelo solo. No permita que se levante en la noche. Con cariño, pero con firmeza, regréselo a su cama las veces que sea necesario. Mantenga limpia y arreglada la cama de su niño. Nunca lo mande a la cama como castigo. No utilice la televisión como un arrullo para dormir al niño.

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Guía de Padres

VIII. Comer, aprender y disfrutar

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Le preocupa que su niño no coma lo suficiente? ¿Cree usted que es necesario obligar al niño a comer alimentos que no le gusten? ¿Usted come platillos que le desagradan? ¿Cómo reacciona usted cuando su hijo pequeño quiere comer solo? ¿Se lo permite? ¿Le molesta que se ensucie y tire la comida o que juegue con los alimentos? ¿Disfruta usted la hora de la comida? ¿La comparte con su familia? ¿Acostumbran en su familia ver la televisión mientras están comiendo? La comida no sólo nutre el cuerpo, también alimenta la mente y las emociones La hora de comer es mucho más que sólo comida. Mientras come, el bebé aprende a usar sus sentidos y su inteligencia: mira, oye, siente, juega. Es esencial comunicarse con él en esos momentos, darle, junto con la leche, la nutrición de nuestro afecto. Algunos niños no suben de peso, a pesar de alimentarse bien, si no están acompañados y disfrutan cuando comen. Aun cuando el bebé sepa detener el biberón, hay que cargarlo y sentarse con él siempre que coma. Dejar al niño solo con la botella en la cama daña sus dientes, pero también daña su oportunidad de convivir. Durante los primeros meses, el niño necesita ser alimentado, pero después quiere y puede hacerlo solo Cuando empieza a tomar papillas, al niño le gusta tener en la mano una cuchara mientras le damos de comer con otra. Eso le da a la comida un nuevo atractivo, ya que alimentarse no es tan importante para el niño como divertirse: jugar, golpear la mesa, hacer ruido. A los siete u ocho meses su habilidad para sentarse y para tomar los objetos con los dedos transforma su manera de comer. Ya no le gusta que le demos en la boca, quiere comer solo, y es necesario dejarlo. Vale la pena permitir que explore y toque la comida Deje que su hijo tome con los dedos pedacitos pequeños de fruta, verduras cocidas, un palito de pan o una galleta. Basta con darle uno o dos trocitos a la vez y cuando ya los aplastó, se los comió o los tiró, poner otros dos. Él disfruta lo mismo. Lo importante es que juegue y Mientras el bebé come, comuníquese con él experimente. En esta etapa está aprendiendo a usar sus manos y necesita investigar lo que está a su alcance. La comida es muy atractiva y provoca su curiosidad, si no lo dejamos tocarla, puede resistirse a comer y va a ser difícil alimentarlo en el futuro. Si ensucia un poco la casa es mejor hacernos a la idea. Para controlar el desorden podemos ponerle una bata de plástico, sentarlo en una silla que se pueda lavar, y poner en el suelo periódicos o plástico, como a la jaula de los pájaros. Aprender a comer forma parte del camino a la independencia Mientras más coma el niño por sí solo, mejor. Hay que dejarlo que él se encargue. Si nos damos el tiempo para acompañarlo, el niño va a desarrollar el gusto por compartir los alimentos con nosotros.

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Si no tiene hambre no es necesario obligarlo a comer

Sin embargo, al llegar a la edad preescolar, muchos niños se vuelven difíciles para comer: algunos días parece que viven de aire y otros devoran todo lo que les damos. Al igual que los adultos, los niños tienen apetito y gustos diferentes. Nosotros tenemos el privilegio de escoger y cocinar la comida que nos parezca mejor, nuestro hijo tiene el de comérsela o no. Dejemos también que él decida la cantidad. Conviene servirle un poco y permitirle pedir más si desea. No insistamos en que coma si dice que no tiene hambre. Si está sano, podemos confiar en que él sabe lo que necesita. Cuando la comida terminó, terminó No hay que dejar alimentos a su alcance ni darle de comer a cualquier hora. Cuando el niño tenga que esperar hasta la siguiente comida, va a aprender a respetar este hábito. El niño pequeño necesita alimentarse con más frecuencia que los adultos. Como usa una enorme cantidad de energía, resulta demasiado largo el tiempo entre el desayuno y la comida, y entre la comida y la cena. Conviene darle un almuerzo a media mañana y una merienda a media tarde. Pero no permitir que coma cuando se le antoje. Es bueno para él —y para nosotros— respetar los horarios y estar juntos en esos momentos. El tiempo de la comida en familia es algo que el niño conservará en la memoria toda su vida Cuando cumple un año, el niño disfruta de sentarse a la mesa con nosotros. Es cada vez más capaz e independiente. Puede manejar mejor la taza y la cuchara, aunque todavía las usa para jugar y muchas veces prefiere usar los dedos. Cuando se acerca a la edad preescolar, conviene empezar a ocuparse de los aspectos sociales de la comida. Debemos ser pacientes, enseñarle a través del ejemplo y no corregirlo constantemente. A fin de cuentas, cuando él crezca, sabrá comportarse.

Hagamos el esfuerzo por lograr que la hora de comer sea placentera para todos, que constituya un espacio para la comunicación, para hablar de temas interesantes, para compartir y gozar. La televisión no es un miembro de la familia, debe estar apagada mientras comemos juntos.

No insistir en que coma si no le gusta

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Enseñe y permita a su hijo comer solo

Pruebe algunas de las siguientes

Deje que él decida qué le gusta comer y qué no

Disfrute preparando comida con su familia

recomendaciones Aproveche la hora de la comida para comunicarse con su niño. Acompáñelo y haga que disfrute esos momentos. Enseñe y permita a su hijo comer solo. Deje que él decida qué le gusta comer y qué no. No alimente a su niño cuando no tenga hambre, pero tampoco permita que coma a cualquier hora. Disfrute inventando, preparando y compartiendo la comida con su familia. Apague el televisor a la hora de comer. Apague el televisor a la hora de comer

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IX. Dejar los pañales

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Los niños y los adultos tienen sentimientos y actitudes completamente distintas respecto a los desechos de su cuerpo. ¿Qué siente usted cuando cambia los pañales de su niño? ¿Le molesta? ¿Lo siente natural y está relajado mientras lo hace? ¿Aprovecha ese momento para hablar a su niño y jugar con él? ¿Qué le dice a su hijo si se moja o se ensucia? ¿Qué ha observado que hace su niño cuando está sucio o mojado? Hasta después de cumplir dos años, los niños no están maduros para aprender a ir al baño Tratar de enseñar a un niño a controlar su vejiga y sus intestinos antes de esa edad puede hacerlo sentir incapaz, frustrado o temeroso. Además de ser una pérdida de tiempo para los padres y para el pequeño, estos sentimientos le pueden causar estreñimiento o problemas emocionales que harán más difícil el aprendizaje cuando ya tenga la edad de hacerlo. Aprender a ir al baño es algo mucho más complicado de lo que pensamos El niño tiene que reconocer las sensaciones de su cuerpo, llamar a sus papás, caminar hacia el baño, quitarse la ropa y sentarse en su bacinica. Todo esto, mientras controla los músculos relacionados con estas funciones. Nadie puede enseñarle si él no quiere o no está maduro. No lo podemos forzar. Enojarse con él o regañarlo por los “accidentes” no sirve absolutamente de nada. El niño está practicando una nueva habilidad y los castigos hacen más difícil aprender y lo vuelven inseguro. Lo que lo anima al niño es nuestra atención, paciencia, y el reconocimiento que le damos cuando lo logra. Algunas sugerencias para enseñarle 1. Algunos niños se sienten inseguros al subirse al excusado. Es conveniente contar con una bacinica que el niño pueda usar sin ayuda, y dejarla en el baño unos días para que él se acostumbre a verla. 2. Luego, durante una semana, aproximadamente, No sirve enojarse con él o regañarlo por los “accidentes”

pedirle que se siente vestido. No es conveniente quitarle los pañales todavía, es mejor acompañarlo durante un ratito, leerle un cuento, cantarle una canción. Y procurar hacer esto todos los días calculando que sea a la hora en que él suele ensuciar los pañales. 3. También podemos llevarlo al baño con el pañal sucio y mostrarle cómo lo vaciamos en la bacinica. Explicarle que ahí es donde los niños grandes van al baño. 4. Nunca hay que jalar la palanca del excusado cuando el niño esté en el baño. El excusado hace desaparecer las cosas y eso puede preocuparlo o darle miedo. 5. La siguiente semana hay que hacer lo mismo pero sin pañales.

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No hay que presionarlo, ni desesperarnos

No es recomendable levantarlo al baño en la noche

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6. Después, dejemos al niño en completa libertad de ir a su bacinica en el momento que quiera. Cuando acabe de ir al baño, podemos permitirle que admire lo que “produjo”, pues él se siente orgulloso de lo que hace. Cuando lo logre, podemos felicitarlo pero sin darle demasiada importancia. Si ocurre un “accidente” no hagamos caso, que él sienta que va a ir consiguiendo el control poco a poco. 7. Conviene quitarle los pantalones para que le sea más fácil llegar al baño. Es recomendable, más o menos cada hora, preguntarle si quiere ir al baño. No hay que presionarlo, ni desesperarnos, basta acompañarlo. 8. Si el niño no está listo todavía o no desea hacerlo, si se resiste o se preocupa, podemos volver tranquilamente al pañal sin hacerle sentir que es un castigo. Simplemente decirle: “Vamos a tratar otro día. No tenemos prisa” y dejar pasar unos meses antes de intentarlo de nuevo. Cuando su cuerpo y su cerebro estén listos, él va a estar dispuesto a cooperar. 9. Cuando le estemos enseñando a ir al baño es recomendable que no hagamos planes de salir a la calle en una o dos semanas. El niño tiene que estar en un lugar estable y en que se sienta seguro para poder formarse el hábito. ¿Y en la noche? ¿Qué podemos hacer para enseñarle a no hacerse pipí en la cama? Absolutamente nada. No hay nada que enseñarle. Tampoco sirve levantarlo al baño en la noche. Dejar los pañales para dormir es cuestión de que la vejiga del niño esté madura y se cierre sola, y esto sucede entre los cuatro y cinco años. Es importante saber que el niño no se hacen pipí en la cama a propósito, pues cuando lo hace está dormido. Hay que ser sensibles para ayudarle a no sentirse avergonzado o culpable, pero si sigue mojando la cama después de los cinco años, es necesario consultar a un doctor o un psicólogo para que lo apoye.

No trate de forzarlo ni lo obligue a ir al baño

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Ayude a su hijo a reconocer las sensaciones de su cuerpo. No intente enseñar a su niño a ir al baño si no está listo. Déle la libertad de ir al baño en el momento que quiera. No trate de forzarlo ni lo obligue a sentarse en la bacinica. No jale la palanca del excusado cuando el niño esté en el baño. Cuando su hijo logre el control, felicítelo sin hacer demasiado ruido. Nunca castigue a su niño por los “accidentes” ni por mojar la cama. Si el pequeño no está maduro todavía, vuelva al pañal y

No jale la palanca del excusado cuando esté en el baño

deje pasar unos meses antes de intentar de nuevo. No le ponga ropa que no pueda manejar solo. Evite cinturones, cierres o botones. No deje al niño mojado cuando no logre llegar al baño. El niño tiene que estar seco y limpio para sentirse seguro y no enfermarse.

Nunca castigue a su niño por los “accidentes”

No le ponga ropa que no pueda manejar solo

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X. El primer gran reto: La escuela EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Cree usted que es importante que el niño asista a preescolar? ¿Por qué? Observe cómo se siente usted al mandar a su niño a la escuela. ¿Se preocupa? ¿Siente que es demasiado pequeño para separarse de usted? ¿Confía en los maestros? ¿Su niño va contento a la escuela o se resiste a ir? ¿Le simpatiza su maestra? ¿Se lleva bien con sus compañeros? Acompañémoslo, presentémosle a su maestra y luego despidámonos

Entrar a preescolar es el principio de una nueva etapa pues la escuela será una parte muy importante de su vida en los próximos años Es la primera vez que sale del ambiente familiar para enfrentarse solo al mundo. La escuela es un lugar desconocido donde deberá aprender diferentes costumbres, compartir las cosas y obedecer reglas. Es necesario preparar al niño con anticipación para que esta experiencia sea tranquila, estimulante y gozosa Es bueno que frecuente lugares donde encuentre gente reunida: parques, mercados, fiestas; animarlo a platicar con personas fuera de la familia: el cartero, el chofer del autobús, la vendedora de la tienda, el doctor. Conviene hablar con él sobre lo que es la escuela y el gusto que le dará aprender, llevarlo de visita para que conozca el edificio y a su maestra, jugar con él a “la escuelita”. Si sabemos de algún otro niño que va a entrar con él, conviene buscarlo para que empiecen a conocerse.

Cuando el pequeño entra a la escuela, la vida de la familia cambia por completo Es necesario organizar las actividades para que todo funcione sin problemas: dejar lista la ropa la noche anterior, levantarse más temprano, preparar el desayuno y el almuerzo. El orden dará mayor seguridad a nuestro hijo en este paso tan importante para él. El primer día de clases, el pequeño necesita que lo acompañemos, le presentemos a su maestra y luego, que nos despidamos y lo dejemos Para ayudar a la adaptación del niño, antes que nada, es necesario darnos cuenta de lo que sentimos y manejar nuestras propias emociones. No hay que alargar la despedida con recomendaciones ni miradas preocupadas; tampoco quedarnos observando qué sucede. Si el niño llora y se resiste a quedarse en la escuela, habrá que decirle con cariño: "Sí, me imagino que te sientes mal, que prefieres estar conmigo, te entiendo". Se sentirá reconfortado cuando lo abracemos y le aseguremos que todo principio es difícil pero que la escuela es un lugar agradable y divertido. Nuestra comprensión lo ayudará a sentirse seguro y pronto estará dichoso de asistir. Es importante aclarar a qué hora volveremos por él y no llegar tarde a recogerlo Procuremos estar en la escuela antes de que terminen las clases. Los niños que tienen que esperar a sus papás cuando sus compañeros se han ido, se sienten olvidados, atemorizados, y es probable que al siguiente día se angustien cuando regresen de nuevo a la escuela.

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Al recoger al niño, debemos saludarlo con alegría, sin mimarlo, y platicar con él acerca de lo que pasó durante la mañana. No olvidemos felicitarlo por lo que logró: ya es un niño grande. Incluso si nuestro niño estuvo contento en la escuela, al día siguiente puede encontrar difícil el momento de la despedida Si sólo se trata de ese momento, no debemos tomar demasiado en serio sus lágrimas pasajeras. Lo más probable es que, una vez que comiencen las actividades del día, el niño se olvide de sus papás y se integre al grupo. Sin embargo, será necesario observar la intensidad de su llanto y descartar cualquier situación penosa para él. ¿Otro niño lo molesta o lo golpea? ¿Se siente incompetente? ¿No logra entenderse con su maestra? ¿Le está afectando alguna circunstancia difícil en la familia como el nacimiento de un hermanito o tensiones entre sus padres? Si el niño no quiere ir a la escuela y en las mañanas le duele la cabeza o el estómago, es necesario hablar con su maestra y hacerle ver con claridad que, para nosotros, es fundamental que nuestro hijo disfrute la escuela. Pero no debemos aceptar que el pequeño deje de asistir a clases a menos que veamos que definitivamente no está maduro o que se siente muy angustiado, y decidamos esperar hasta el siguiente ciclo escolar para volver a inscribirlo, siempre y cuando no lo privemos de la educación que requiere a su edad. Aun si nuestro hijo se ha adaptado bien a la escuela, puede ser que en casa necesite dar un paso atrás Si el niño despierta en la noche, hace berrinches, come mal o no quiere vestirse solo, es posible que sea tan difícil lo que está viviendo en la escuela que quisiera que en casa todo fuera más sencillo. Podemos darle permiso de explotar, dejarlo portarse como un bebé, hacerlo sentir en un lugar seguro y amoroso donde se sienta aceptado. Si no lo presionamos, pronto será capaz de gozar y aprovechar las oportunidades de experimentar, jugar y aprender lo que le brinda la escuela.

No hay que alargar la despedida con miradas preocupadas

Cuando llore demasiado averigüemos si otro niño lo molesta o lo golpea

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Platíquele sobre lo divertido que será aprender

Pruebe algunas de las siguientes

Preséntela con su maestra y con el personal

Hable con su maestra cada vez que pueda

recomendaciones Prepare a su niño para la entrada a la escuela. Platique con él sobre lo divertido e importante que será aprender lo que ahí le enseñan. Antes de que empiecen las clases, llévelo de visita para que conozca el edificio. Preséntelo con su maestra y con el personal de la escuela, enséñele su salón de clases, el lugar donde están los baños y los lugares de juego. Planee y organice los horarios y rutinas para que el niño y usted se sientan tranquilos en el momento de llegar a la escuela. El primer día de clases, acompáñelo, déjelo con su maestra y despídase rápidamente. Aclare a su hijo a qué hora volverá por él y no llegue tarde a recogerlo. Hable con su maestra cada vez que pueda para saber cómo se integra su hijo a las actividades escolares y a sus compañeros. Si el niño se resiste a ir a la escuela, no se desanime, es importante la constancia. Si lo nota angustiado, investigue si existe en la escuela una situación penosa para él. No deje de resolverla. Vista a su hijo con ropa cómoda: pantalones que pueda subir y bajar, zapatos para meter y sacar, chamarra o suéter fáciles de desabotonar y marcados con su nombre. Prepare con su hijo el almuerzo que llevará a la escuela; a los niños les gusta cooperar y decidir.

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Si se resiste, no se desanime

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XI. ¿Qué aprende el niño en el preescolar? EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Sabe usted qué hace su hijo en la escuela? ¿La disfruta? ¿Los retos que le propone son estimulantes y alcanzables para él? ¿Qué habilidades trata de desarrollar la escuela en su hijo? ¿Qué aprende? ¿Cómo son los juegos organizados por la maestra? ¿Y el recreo?

La escuela preescolar colabora en la formación del niño

Cuando llega a la edad preescolar, el niño está listo para habitar un mundo más extenso que el que representa su familia En la escuela el niño adquiere nuevos conocimientos, aprende a adaptarse y a desarrollar habilidades sociales, a formar parte de un grupo, a trabajar en equipo y a hacer amigos. El preescolar le da experiencias y oportunidades que son difíciles de tener en casa: un espacio amplio para correr, juegos como resbaladillas y columpios, materiales especiales para favorecer el aprendizaje, elementos variados para construir y crear. En el preescolar el niño adquiere hábitos que facilitan su aprendizaje El orden físico del lugar y la organización del tiempo le ayudan a trabajar y aprender con mayor facilidad. La escuela exige al niño competencias que complementan las que ha desarrollado en casa: tiene que concentrarse y poner atención, estarse quieto, entender, recordar, seguir instrucciones, respetar horarios y someterse a una disciplina.

En la escuela el niño aprende a ser miembro de su cultura y de su país Este es uno de los objetivos más importantes de la escuela: darle al niño la educación que es común a los miembros de su misma cultura; ofrecerle los aprendizajes básicos de lenguaje, lectura y escritura, de historia, de matemáticas y de la vida en relación con la naturaleza y con su medio social. En el preescolar comienza a formarse la identidad comunitaria y nacional del niño. Un buen preescolar apoya al niño en el desenvolvimiento de sus capacidades: • Desarrolla su destreza física. La danza y los juegos que involucran movimientos corporales, cada vez más complejos, lo preparan para el deporte. También emplea su habilidad manual para realizar diversas actividades, armar rompecabezas, construir con diferentes materiales y más tarde escribir. • Enriquece su expresión creativa. Respeta su trabajo personal y sus ideas para animarlo a seguir manifestándose con espontaneidad. El niño juega, dibuja, modela, hace música, cada vez con mayor libertad. • Lo ayuda a entender mejor el medio que le rodea. En la escuela, la comprensión del niño se va extendiendo en círculos cada vez más amplios. Desarrolla valores, conocimientos y habilidades útiles para observar, entender y cuidar su ambiente natural, para convivir con otros y participar en proyectos grupales.

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• Estimula el uso del lenguaje. En el preescolar, el niño tiene que hablar y escuchar. Su vocabulario se enriquece al jugar con los compañeros, al escuchar a su maestra leerle o narrarle cuentos, al cantar canciones o aprender poemas. Cualquier asunto puede ser tema de conversación: las fiestas de la comunidad, las frutas de la estación, los animales o las nubes. Hablar y escuchar lo prepara para la lectura y la escritura. • Inicia al niño en sus primeros contactos formales con las letras y los números. No se trata tanto de enseñarle a leer sino de ponerlo en relación y despertar su interés por el lenguaje escrito. Se trata también de introducirlo en el mundo de las matemáticas descubriendo relaciones entre los objetos: en qué se parecen, en qué son diferentes, cómo ordenarlos o cómo contarlos. El preescolar prepara al niño para la primaria, forma su mente y sus actitudes hacia el conocimiento. En esta etapa es importante lo que el niño aprende, pero mucho más su entusiasmo por saber y experimentar Cuando promovemos el aprendizaje del niño en edad preescolar le abrimos enormes posibilidades para desarrollar su inteligencia. El trabajo del maestro es estimular su pensamiento, animarlo a observar y preguntar; ofrecerle experiencias diversas para percibir con los sentidos, utilizar las manos, los ojos, los oídos y la voz; desarrollar su imaginación, creatividad y sociabilidad. El trabajo de los padres es darle estímulos que refuercen y amplíen los conocimientos y destrezas que le propone la escuela y ayudarlo a sentirse seguro, capaz, satisfecho e interesado. Escuela y familia trabajamos juntos en favor del niño Padres y maestros necesitamos establecer una relación armoniosa, comunicarnos y apoyarnos mutuamente para que el niño se sienta tranquilo y aprenda sin problemas. Nuestro hijo debe saber que sus padres y su maestro trabajamos juntos para que la escuela sea agradable e interesante para él. Es conveniente hacer alianzas con el maestro, mantenernos al tanto de los avances de nuestro hijo y colaborar en las actividades escolares. Nunca debemos hablar mal de los maestros con nuestro hijo ni avalar las quejas del niño a menos que lo notemos angustiado o sospechemos de alguna situación grave, lo cual es indispensable atender y resolver de inmediato. Los padres somos los principales responsables del desarrollo y bienestar de nuestro hijo.

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Padres y maestros necesitamos establecer una relación armoniosa

Nuestro hijo debe saber que sus padres y su maestra trabajamos juntos

Los padres somos los responsables de su desarrollo

Piensen cómo ayudarlo a disfrutar la escuela

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Piense cómo puede ayudar a su hijo a disfrutar y aprovechar mejor la escuela. Trate de averiguar qué hace su hijo en la escuela. Juegue con él a la “escuelita”, pídale que dibuje a su maestra y a sus compañeros. Que él se dibuje en la escuela. Observe si dibuja una situación agradable o desagradable. Hable con los maestros y con el director para saber qué piensan y cómo trabajan. Infórmese sobre lo que aprende su niño en la escuela para reforzar esos aprendizajes en casa. No regañe ni haga sentir mal al niño antes de dejarlo en la escuela.

Juegue con ella a la “escuelita”

Nunca hable mal de la escuela o de la maestra con su hijo. Hable con el maestro, exprese sus dudas y explíquele cómo va desarrollándose su hijo. Nunca deje de resolver las situaciones difíciles que su niño vive en el ambiente escolar. Hable con el maestro y con las autoridades de la escuela.

No regañe al niño antes de dejarlo en la escuela

Hable con la maestra, exprese sus dudas

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XII. El placer de la lectura antes de saber leer EJERCICIO DE REFLEXIÓN Cuando descubrimos el placer de la lectura entramos en un proceso que no termina nunca. Los libros se convierten en compañeros de las horas tristes y de las alegres, hacen nuestro conocimiento más profundo, nuestra vida más completa y más grata. ¿Para qué utiliza usted la lectura en casa y en el trabajo? ¿Qué escribe usted con más frecuencia: recados, recetas, cartas, notas? Revise los libros que tiene en casa. ¿Los ha leído? ¿Cuáles fueron los libros favoritos en su niñez? ¿Lee usted cuentos a su hijo? ¿Disfruta hacerlo? ¿Sabe cuáles son los libros que más le gustan a su niño? Nunca es demasiado pronto para leer un libro a su niño o a su niña El bebé tiene una asombrosa capacidad de aprender. En sus primeros años no sólo adquiere el lenguaje sino las actitudes y las maneras de relacionarse con el mundo de la palabra. Para que la lectura llegue a formar parte de la vida del niño hay que empezar cuanto antes. Los arrullos y las canciones para bebés son la puerta de entrada a la poesía. Cuando compartimos la lectura con nuestro hijo, él va a relacionarla siempre con nuestra voz, con momentos de intimidad y bienestar. Y es muy probable que cuando crezca quiera leer por su cuenta y disfrute los libros, pues los ha conocido no sólo con su mente sino también con sus emociones. En sus primeros años, los pequeños no saben leer las palabras pero sí pueden descubrir la diversión, la alegría, la emoción y los conocimientos que encierran los libros Cuando el bebé ya se sienta, le encanta que sus papás le enseñemos libros con imágenes, que le hablemos sobre los dibujos, que le leamos cuentos. Es natural que él quiera jugar con los libros, por eso tienen que ser resistentes: de tela, cartón o plástico. Muchas familias no tienen libros en casa En ese caso es importante buscar la manera de conseguirlos o bien de hacerlos. Un libro de tela, dibujado por papá o bordado por mamá, le resulta muy atractivo pues puede tomarlo con sus manitas y llevárselo a la boca sin peligro de lastimarse o de romperlo; fotos de revistas pegadas en pequeñas piezas de cartón y unidas con un listón o una agujeta forman un libro con estímulos interesantes. Podríamos visitar bibliotecas públicas y solicitar préstamos en la sección infantil. En los Libros de Texto Gratuito aparecen cuentos apropiados para los niños pequeños con imágenes llenas de color. Vale la pena pedirlos a los niños que puedan prestarlos. Algunos educadores han observado cuáles son los libros que más les gustan a los niños pequeños: • Libros de imágenes en tela, plástico o cartón. • Libros para jugar: con agujeros, ventanitas, formas divertidas, con piezas que se levantan y se mueven. • Libros que estimulan sus sentidos con sonidos, texturas u olores. • Libros con historias muy sencillas sobre lo que vive el niño cotidianamente: comer, dormir, pasear, jugar. • Libros con información breve que interese al niño: letras, números, animales o colores. • Libros de poesía con rimas, arrullos, canciones o repeticiones que le permiten adivinar qué va a pasar. • Libros de cuentos. Los niños que han estado en contacto con los libros y han escuchado historias desarrollan mayor interés y facilidad para aprender a leer y escribir Cuando llegan a la escuela, ya se han dado cuenta de que el lenguaje escrito es una forma de comunicación: que la escritura sirve para decir algo a alguien y la lectura para enterarnos

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de lo que dice otro; ya saben que los libros se abren, que se pasan las páginas una por una, que es necesario saber leer para entender la historia y que los libros contienen temas interesantes y divertidos. El gusto por la lectura se va formando después de muchos encuentros agradables con los libros Leerle al niño es la mejor manera de alimentar su deseo de leer él solo. Al relatar o leerle una historia, juguemos a hacer los papeles de cada uno de los personajes como si fuéramos actores. Vale la pena atrevernos a hablar a veces con voz grave o aguda, subir o bajar el volumen, producir ruidos y efectos sonoros. De lo que se trata es de divertirnos juntos. Aunque no lo hagamos de manera profesional, a nuestro hijo le parecerá fascinante escucharnos. En ocasiones, un cuento se convierte en su favorito. Cuando terminamos de leerlo quiere escucharlo de nuevo, y al día siguiente, igual. Démosle gusto, pero también presentémosle historias nuevas. Lo único que no hay que hacer es forzar la lectura. Si el pequeño está cansado, distraído o inquieto, es mejor dejar el libro para un momento más adecuado. Leer debe ser siempre divertido. La vida de todos los días nos da innumerables oportunidades para jugar con la lectura y la escritura Podemos aprovechar las letras que llegan de todas partes. Aun cuando el niño no sepa leer, es capaz de decir: “Mira mamá, ahí dice metro”, señalando un anuncio en la calle, o contar una historia completa a partir de los dibujos de un libro de cuentos. Podemos animarlo a que escoja en la tienda su dulce favorito a partir de la etiqueta, mandarle una carta o dejar notitas agradables en su cama antes de dormir, colocar un cartón con su nombre junto con la ropa que se va a poner, adornar

la mesa poniendo en los lugares una tarjeta con el nombre de cada uno de los miembros de la familia. Darle papel y lápiz para que él dibuje y “escriba”. Los garabatos son sus primeras letras y él se sentirá orgulloso si ve sus dibujos o sus “letras” pegados en la pared, y luego guardados en la caja de recuerdos. La lectura y la escritura son dos caras de la misma moneda, igual que escuchar y hablar Es importante fomentar y disfrutar ambas. Así, en la escuela, el niño no verá las letras como una pesada obligación sino como la llave para entrar por su cuenta a esos mundos que ha visitado de la mano de sus papás.

Leerle al niño es la mejor manera de alimentar su deseo de leer él solo

El niño y su familia están rodeados de mensajes escritos

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Invente juegos en los que use el lenguaje escrito

Léale el mismo cuento las veces que quiera

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Observe si en casa tiene libros adecuados para su hijo. Invente juegos en los que use el lenguaje escrito.

Lleve un libro cuando vaya a un viaje o al doctor

Busque con su hijo objetos en los que aparezcan letras o palabras: envases de aceite o de jabón, letreros con la ruta del autobús o con el nombre de la calle. Pida a su niño que él “lea” el libro. No importa que no sepa leer, lo importante es que se acostumbre a manejarlo y entienda de qué se trata. No trate de enseñarle a leer. Sólo hágale descubrir que la lectura es una actividad agradable y divertida. Lea a su niño libros de diferentes tipos. Observe las reacciones de su niño mientras lee. Es una oportunidad excelente para conocerlo mejor. Léale el mismo cuento todas las veces que él se lo pida. A él le encantan las repeticiones. Establezca un momento del día para leer a su niño: al irse a dormir, antes o después de comer o cuando le acomode a usted. Lleve un libro cuando vaya de visita, a un viaje o al doctor. Es un recurso para entretener al niño y para hacer algo interesante en tiempos de espera. No lea a su niño un libro que usted no conozca, a veces puede haber sorpresas. No le explique a su hijo cada palabra del cuento que le está leyendo. Permítale tocar los libros. No lo obligue nunca a escuchar un cuento. Permita a su hijo elegir los libros, tomarlos y guardarlos. Visite la biblioteca pública, ahí podrá encontrar muchos libros para leer a su niño. Diviértase leyendo.

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No lo obligue nunca a escuchar un cuento

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XIII. Jugar con las matemáticas

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Las matemáticas intervienen en muchos detalles de nuestra vida diaria. Observe jugar a su hijo. ¿Qué hace si le da un frasco con fichas o botones de colores? ¿Cómo acomoda sus juguetes? ¿Qué trae en las bolsas del pantalón después de un paseo por el parque? Al hacer un guiso, ¿quiere ayudarlo a medir los ingredientes? Cuando van al mercado, ¿su hijo quiere pagar Las matemáticas están presentes en nuestras vidas, todos los días y a todas horas Al ir a la tienda a comprar algo, al ver el reloj, al cocinar o guardar la ropa estamos utilizando números y conceptos matemáticos. El niño en edad preescolar también los usa: sabe que él es más chico que su papá, que la hora de levantarse es la misma cada día, que prefiere dos dulces en vez de uno. Las matemáticas tienen que ver con muchas de nuestras actividades mentales como clasificar, ordenar, medir o contar Clasificar es un proceso mental por el que juntamos lo que se parece y separamos lo que es diferente. La clasificación es una actividad fundamental en las matemáticas y los niños la usan de manera natural. Saben que hay niños y niñas, animales y personas, juguetes y libros; juntan los objetos que tienen algún parecido, los separan por color, tamaño, utilidad o forma. Al niño le encanta coleccionar objetos Piedras, hojas, palitos, estampas, botones, todo sirve para clasificar según la idea que le interese en el momento: grandes por un lado y chicos por otro; redondos aquí, cuadrados allá. Además de juntar objetos, el niño disfruta ordenándolos. A partir de los tres años, el pequeño los acomoda de acuerdo con distintos criterios: del más corto al más largo, del más nuevo al más viejo, del más claro al más oscuro. Clasificar y ordenar los objetos van preparando al pequeño para comprender las operaciones matemáticas En la cocina, el niño puede encontrar todo tipo de objetos para clasificar como cubiertos, platos, ollas y sartenes. Unos sirven para cocinar, otros para comer, otros para adornar; podrá darse cuenta por qué la fruta es diferente a la verdura, y en qué se parecen las Las matemáticas están presentes al ir a la tienda naranjas a los limones, los frijoles a las lentejas. organizando juegos en los que él reúna objetos que se relacionen y nos diga por qué van juntos: el plato y la cuchara, el martillo y el clavo, el anillo y el dedo. Al hablar, el niño aclara sus ideas, las revisa y se hace nuevas preguntas. El niño en edad preescolar se interesa mucho por los números Al niño le gusta decir su edad, cuántos días faltan para su cumpleaños, quién tiene más. Uno de sus primeros aprendizajes formales consiste en contar en voz alta. Esta habilidad puede engañarnos:"Mi hijo cuenta hasta 10", pensamos orgullosos. Sin embargo, el niño pequeño que conoce los nombres de los números no puede distinguir si tiene en

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la mano cuatro o cinco canicas. No está maduro todavía para entender qué significa un número, es un concepto muy abstracto para él. El niño pequeño aprende cuando actúa: se apoya en los objetos para entender las ideas Para desarrollar por completo el concepto de número, el niño necesita experimentar con diferentes objetos, hacer pruebas, reflexionar. La casa es un lugar perfecto para hacerlo. Mientras guisamos, le podemos pedir que nos dé dos papas y un limón; o le preguntamos cuánto tiempo tardará en bañarse, o cuántos vasos faltan si hay cinco y somos siete a la mesa. En el mercado el niño estará muy interesado en saber cómo se usa la báscula, sentirá en las manos qué pesa más, una cebolla o un ajo.

Ponga la huella de sus manos en papel y mídalas

El niño de preescolar se interesa por los números

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Jugar es la mejor forma de aprender Al pequeño le encanta el juego de la tiendita, usar monedas de verdad para dar cambio, contar el dinero que le prestamos cuando empieza el juego y cuando termina; ordenar la mercancía: poner en grupos separados la fruta, los dulces o los juguetes que va a “vender”. Cuando participa en juegos de mesa sencillos, tiene que contar al tirar el dado o mover las fichas; las loterías o dominós también le hacen pensar. Para ayudar al niño a observar el paso del tiempo, es bueno jugar con el reloj, contar cuánto dura un minuto, diseñar calendarios sencillos. También podemos marcar en la pared, cada tres o cuatro meses, la altura del niño; medir con una cinta métrica su cabeza, los brazos, las piernas, la cintura; dibujar su figura con gis estando acostado en el suelo o poner la huella de sus manos o sus pies en un papel y medirlas. Este tipo de actividades llevarán al niño a construir conceptos como peso, espacio, tiempo, número, clase, orden, suma, resta, etc., todas esas ideas que parecen tan complicadas. Las matemáticas son un juguete muy estimulante cuando sabemos divertirnos con ellas.

Pruebe algunas de las siguientes

Cuente todo tipo de objetos

recomendaciones Enseñe a su hijo a hacer colecciones. Destine un espacio para que las conserve. Es posible que cada vez que las vea se le ocurra clasificarlas en forma distinta. Aproveche las oportunidades de la vida diaria para contar todo tipo de objetos con su hijo. “¿Cuántos primos tienes?” “¿Cuántos juguetes hay en tu cuarto?” Puede ser divertido que su niño le ayude a poner la mesa y a colocar un vaso y una servilleta por cada invitado; o comprar un dulce para cada uno de sus hermanos. Si va a cambiar un mueble de lugar, mídalo y también mida el lugar donde lo pondrá, todo esto con ayuda de su hijo. Si está arreglando su ropa, pídale que cuente cuántos botones tiene su camisa.

Mida espacios con ayuda de su hijo

Si va a cocinar, pídale que le ayude a sacar cuatro papas, a medir dos tazas de arroz, etcétera. Dígale o pregúntele la hora. No trate de que el niño aprenda matemáticas en vez de jugar. Lo más importante es divertirse; el aprendizaje se dará de todas maneras.

Pídale que cuente cuántos botones tiene su camisa

No lo obligue a aprender en vez de jugar

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APRENDER A SER El niño llega al mundo para ser libre y feliz Desde que nace, el pequeño cuenta con el impulso natural de crecer como persona, de realizar lo que verdaderamente es y de vivir una existencia útil, generosa, responsable y significativa. Desde muy pronto se inicia su camino hacia la libertad El pequeño va descubriendo qué es el mundo, quién es él, qué quiere hacer, dónde está su lugar y cuáles son sus valores. Esos descubrimientos le darán un pensamiento y un juicio propios, que le permitirán decidir por sí mismo lo que debe hacer en las diferentes circunstancias de su vida y le darán un sentido de pertenencia y compromiso con su familia, con su comunidad, con su país y con la especie humana. Este desarrollo completo y armonioso del niño se logra gracias al apoyo y amor de los padres En nosotros recae la responsabilidad y el gran privilegio de cuidar su cuerpo, su inteligencia y su sensibilidad. Nosotros somos los encargados de favorecer sus primeros contactos con el conocimiento, la belleza y la espiritualidad; de enseñarlo a relacionarse solidariamente y a superar las adversidades; de llevarlo de la mano hasta que sea independiente. Cada niño es único y valioso Los padres hemos de observar, aceptar, respetar y apreciar su manera especial de ser, sus cualidades y limitaciones, sus gustos, necesidades y deseos; darle la libertad de pensar, sentir, jugar y fantasear para que sus capacidades alcancen la plenitud. El niño tiene el derecho de ser aceptado por los que lo rodean, de experimentar el gozo de ser él mismo; tiene el derecho de desplegar toda la riqueza de su ser, de expresarla y ofrecerla a los demás. Un mundo en constante cambio necesita la contribución de cada uno de sus habitantes El progreso de las sociedades se basa en la diversidad de sus miembros, en que cada uno aporte sus ideas, sus sentimientos, sus sueños y su esfuerzo. Para ello, es indispensable cultivar y fortalecer la autoestima y la autonomía de las personas, sean niños o adultos; esforzarnos para que el entusiasmo, el trabajo, la imaginación, la creatividad y los sueños de todos transformen el planeta en un mejor sitio para vivir.

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I. El cuidado de la autoestima

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Cultivar una idea positiva de nosotros mismos beneficia enormemente a nuestra familia. Aceptarnos, apreciarnos, felicitarnos cuando logramos algo bien hecho nos vuelve más capaces de fortalecer nuestra seguridad y la de nuestros hijos. Tome una hoja de papel y anote seis cualidades que aprecia en usted. ¿Cuáles de esas cualidades hacen de usted una persona especial? ¿Qué es lo que usted puede ofrecer a otros? Sea sincero, es un texto sólo para usted. Anote seis cualidades de su hijo que usted aprecie. ¿En qué es único su hijo para usted? ¿Qué es lo que su hijo da a la familia en forma especial? A su hijo le hace mucho bien el reconocimiento que usted le da.

Autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos Una autoestima alta nos hace estar satisfechos de lo que somos. Es una combinación de confianza, respeto y aprecio por nosotros mismos. Una persona con autoestima alta está convencida de que tiene algo que ofrecer a los demás, que lo que hace es importante y que es capaz de lograr lo que se propone Se siente responsable y hábil, trata de hacer las cosas lo mejor posible, pero no busca la perfección ni necesita la aprobación de otros. Si se equivoca o vive circunstancias difíciles, se mantiene firme y centrada en su objetivo. Su constancia le hace crecer y progresar. La persona con una autoestima débil, en cambio, cree que no es valiosa Suele sentirse deprimida y triste con su vida, deja pasar las oportunidades pues cree que no las merece o que no puede con ellas, no tiene la fuerza necesaria para luchar por sus sueños, no confía en que puede tomar decisiones para cambiar y se resigna sin esperanza. Una persona con baja autoestima a veces trata de impresionar a los demás para esconder su falta de confianza; incluso puede comportarse de manera agresiva para compensar su El niño construye su autoestima a través de lo que percibe inseguridad. Los primeros años de vida son los más importantes en el desarrollo de la autoestima La formación de la personalidad del niño está íntimamente relacionada con la imagen que él se forme de sí mismo. Esta imagen depende de lo que percibe que los demás piensan de él y de lo que logra hacer por él mismo. Por lo tanto, los padres tenemos a nuestro alcance dos recursos para fomentar la autoestima de nuestro hijo. El primero es cuidar la forma en que valoramos al niño, las expresiones y las palabras que utilizamos para referirnos a él, y el segundo es darle oportunidades de probarse y superar retos por sí mismo, de apoyarlo sin sobreprotegerlo.

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La niña absorbe las descripciones que hacemos de sus habilidades

El niño absorbe, de manera muy profunda, las descripciones que hacemos de su carácter y habilidades Nuestras palabras deciden, en un alto grado, la clase de persona que llegará a ser. Si le decimos: “Eres un tonto, un flojo, un antipático”, el niño se comportará de acuerdo con esos atributos y crecerá pensando que no vale nada. Los calificativos, las burlas o los apodos deforman la autoimagen del niño, lo desconciertan, lo avergüenzan y lo lastiman. Incluso los elogios afectan la seguridad del niño Aunque el elogio parece positivo, afecta de manera desfavorable su autoestima. El niño que se acostumbra al elogio, acaba por necesitarlo ante cualquier esfuerzo que realice, por pequeño que sea; su satisfacción dependerá de las opiniones ajenas y no será capaz de apreciar por sí mismo su valía ni de tener un juicio propio acerca de lo que realiza. Existe una gran diferencia entre estímulo y elogio El elogio se enfoca en la persona. Es decirle al niño: “Eres el mejor niño del mundo, eres tan inteligente, tan bueno, tan amable”. O: “Te quiero mucho por haber comido toda la sopa”. El niño duda: ¿Qué pasará cuando me porte mal, cuando no entienda algo difícil o cuando esté de malas? ¿Me querrán mis papás cuando no tenga hambre? En cambio, el estímulo no se dirige al niño ni a su carácter o cualidades sino a sus acciones, a las tareas que lleva a cabo y a su satisfacción por realizarlas. El elogio califica al niño y le pone condiciones: “Eres estupendo porque haces esto”. El estímulo aprecia sus acciones y lo anima, pero no lo juzga: “Es estupendo que hagas esto. Te felicito”. La diferencia es sutil pero muy importante.

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“Hoy te vestiste más rápido que ayer”

Somos los modelos que el niño trata de imitar

Cultivar nuestra autoestima le hará un enorme bien a toda la familia

Para estimular al niño, basta describir su conducta y demostrarle lo satisfechos o agradecidos que estamos por ella “Qué ordenados tienes tus juguetes. Así podrás encontrarlos cuando quieras usarlos. Te felicito”. “Gracias por ayudarme a levantar la mesa. Así acabaremos más rápido y podremos jugar juntos durante más tiempo”. “Qué bien jugaron tu amiguita y tú. No se pelearon en toda la tarde y tú le prestaste la pelota. Te debes sentir contenta”. El niño, o la niña, entonces piensa: “Mis papás aprecian lo que hago”. Como nos referimos a sus acciones, sus ideas o su esfuerzo, sin cuestionar su valor personal, él tampoco lo pone en duda y no teme equivocarse. Los errores le sirven para aprender, sabe que puede volver a intentarlo. Estimular a nuestro hijo no significa negar sus fallas El niño pierde el respeto por la opinión de quien no sabe distinguir algo bien hecho de un trabajo descuidado o defectuoso. Él tiene bien claro qué tanto se esforzó y cuál fue el resultado. Sin ocultar sus errores, podemos hacerle apreciar lo que sí funcionó y reconocer los aspectos positivos: “Hoy te vestiste más rápido que ayer.” “Pusiste dos ruedas a tu carro, sólo faltan las otras dos”. “Agradezco tu esfuerzo por ayudar”. “Te felicito porque tu lápiz está en su estuche y tu ropa en el cajón. Ya sólo falta guardar tus juguetes y tu goma”. Cada vez que el pequeño intenta y consigue algo solo, su confianza se fortalece El niño necesita experimentar el logro para obtener la seguridad que lo hará aceptar situaciones en las que no necesariamente tenga éxito. Cuando consigue hacer ruido con la sonaja, dar

sus primeros pasos, subir una escalera o poner la pieza del rompecabezas, aumenta la confianza en sus capacidades. Dejemos que sea de él el gusto y no exageremos en nuestro entusiasmo para aplaudirlo. Simplemente podemos decir: “Y lo hiciste tú solito. Felicidades”. Entre más obstáculos haya vencido, más fuerte será y más capacidad adquirirá. Es difícil para los padres no intervenir y dejar que nuestro niño falle y se frustre antes de lograr lo que desea Si estamos ansiosos por ayudarle, si tratamos de enseñarle cada detalle en vez de dejar que él lo descubra, le quitamos parte del triunfo. Nuestra responsabilidad y privilegio es acompañarlo, apoyarlo sin sobreprotegerlo; estar presentes sin hacer las cosas por él; animarlo a confiar en sus ideas y a enfrentar las dificultades. Nuestra propia autoestima es el mejor recurso para lograr todo esto. Para ayudar a nuestro hijo a construir una autoestima alta es indispensable trabajar en nuestra propia valoración A ninguna edad hay que dar por sentada la autoestima. Las críticas y reveses (como las dificultades económicas, los problemas en las relaciones, las pérdidas o enfermedades) la ponen en riesgo. Por eso es necesario que revisemos con frecuencia la idea que nos hacemos de nosotros mismos, que la modifiquemos si no nos satisface y que nos arriesguemos a luchar por lo que en verdad anhelamos. Cultivar nuestra autoestima le hará un enorme bien a toda la familia.

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Demuestre su afecto y respeto

Pruebe algunas de las siguientes

Déjelo probar y descubrir cómo resolver problemas

Hágale apreciar lo que hizo bien

recomendaciones Revise lo que piensa y lo que dice de su hijo. No etiquete a su hijo: “Eres un miedoso, eres egoísta”. Los niños tienden a actuar de acuerdo con lo que esperamos de ellos. Aprecie los aspectos positivos de su hijo. Reconozca sus logros, pero no le mienta sobre sus errores. Déjelo probar, equivocarse y descubrir cómo resolver los problemas y lograr lo que desea. Motívelo a superar obstáculos y a realizar mayores esfuerzos, siempre dentro de sus posibilidades. Nutra y cuide su propia autoestima.

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Motívelo a superar obstáculos

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II. El camino hacia la libertad

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Se considera usted una persona independiente? ¿En qué es independiente? ¿Qué es lo que limita su independencia? ¿Qué significa para usted la autonomía? Describa sus tres principales deseos en la vida. ¿Qué está haciendo para que se hagan realidad?

Alcanzar la autonomía significa ser capaz de pensar, decidir y actuar por uno mismo La autonomía consiste en hacernos cargo de nuestra vida, actuar según nuestros valores y convicciones; es lo contrario a dejarnos gobernar por los demás. Autonomía no significa hacer lo que queramos en el momento en que se nos antoje Autonomía también es ser responsables, tomar en cuenta las consecuencias de nuestras acciones, no echar la culpa a otros de lo que nos pasa. Es reconocer nuestras necesidades y nuestros deseos, pero también considerar las necesidades y los puntos de vista de las personas afectadas por nuestra conducta. La autonomía no puede estar separada del respeto y la consideración a los demás El niño pequeño no es capaz de entender que sus actos afectan a otras personas. Todavía no puede controlar sus impulsos, así que necesita ciertos límites que lo hagan sentir seguro. Es indispensable nuestra autoridad para ayudarlo a conseguir el equilibrio entre su libertad y su responsabilidad, y la claridad para escoger entre varias opciones sin exponerse ni hacer daño a otros. A medida que crezca, irá dándose cuenta de que se siente mejor y sus relaciones son más satisfactorias si, además de cuidarse a sí mismo, toma en cuenta y respeta los derechos de los demás. Este proceso no es fácil para él. Sólo nuestro cariño, paciencia y comprensión le harán sentir que vale la pena. El desarrollo de la autonomía es un largo proceso que se da junto con la evolución de todos los demás aspectos de la vida Para ser autónomo es indispensable ser independiente en cierta medida. El niño tiene un impulso natural a resolver las cosas por su cuenta: comer solo, vestirse, bañarse, ponerse los zapatos Buscar su independencia es una tendencia sana y poderosa que lo acercará al logro de la autonomía. Tratar de conseguir la independencia es una tendencia sana El niño ha de empezar muy temprano a ensayar pequeñas decisiones para después tomar las que serán realmente importantes El niño necesita aprender a reconocer qué es en verdad lo que quiere y no sólo lo que otros esperan que haga. Pero también necesita aprender cuándo es posible obtener lo que desea y cuándo tiene que esperar o renunciar; en qué situaciones puede decidir y cuándo debe obedecer. A medida que crece y se vuelve más capaz, podremos dejarlo tomar más decisiones y ofrecerle un mayor número de posibilidades para elegir. Es bueno que él vaya asumiendo riesgos en cuestiones que no implican un peligro para él o para los demás; que sepa que cada vez que elige se produce una consecuencia que él tendrá que asumir. Podemos guiarlo para tomar decisiones adecuadas, pero tenemos que dejarlo elegir.

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Posiblemente nuestro hijo, en el proceso de buscar la autonomía, no muestre las características de un niño modelo ¡Qué bueno! Un niño modelo no siempre es feliz ni tampoco sabe distinguir entre lo que él piensa y desea de lo que le imponen otros. Un niño que hace siempre lo que esperamos de él quizá se sienta intimidado, atemorizado, y no viva la infancia con plenitud. Los niños no siempre son limpios, discretos y respetuosos; a veces se rebelan y desobedecen a los adultos, manifiestan conductas inadecuadas o molestan a sus hermanos. Todo esto es natural. Para que el niño aprenda lo que es mejor para él y para los que le rodean, necesita probar distintas conductas, comprender que algunas serán aceptadas y en otras verá que sus padres intervenimos para corregirlo. Poco a poco, con nuestra ayuda respetuosa, aprenderá a reconocer y elegir los comportamientos que lo harán sentir más feliz y satisfecho. Uno de los objetivos principales de la educación es la autonomía, y nuestro papel como padres es guiar al niño para que logre alcanzarla plenamente El pequeño está iniciando apenas su camino hacia la libertad. En este viaje, va a ir descubriendo quién es él, hacia dónde va, qué quiere lograr y cuáles son los valores que le servirán de guía. Quizá el niño se equivoque muchas veces, tal vez se sienta confundido y temeroso o tenga que enfrentar el dolor y la frustración. Los padres no podemos ni debemos protegerlo de las durezas y dificultades inevitables del crecimiento, pero sí debemos darle las herramientas para resistirlas y superarlas. Si le permitimos y lo animamos a luchar por sus anhelos, irá ganando, a cada paso, satisfacciones, alegría, afectos, conciencia y autonomía. Nosotros podemos ser sus acompañantes gozosos en la conquista de su libertad.

Tenemos que dejarlo elegir

Los niños a veces se rebelan y desobedecen a los adultos

La pequeña va a ir descubriendo qué quiere lograr

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No haga por su hijo lo que él ya puede hacer

Pruebe algunas de las siguientes

Ayúdele a tomar en cuenta las necesidades de los demás

Guíela, pero deje que tome sus decisiones

recomendaciones No haga por su hijo lo que él ya puede hacer. Ayude a su niño a tomar en cuenta sus necesidades pero también las de los demás. Guíelo, pero deje que tome sus propias decisiones en asuntos que no lo pongan en peligro. Enseñe al pequeño a ser libre, pero también responsable. No exija a su niño un comportamiento modelo. Déjelo probar distintas conductas para que él descubra cuáles son las que lo hacen sentir más satisfecho. Piense en el futuro de su hijo. Prepárelo para la autonomía no para la sumisión o el servilismo. Enséñelo a asumir las consecuencias de sus actos y a aprender de sus errores.

Prepárelo para la autonomía

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III. Los padres y los valores

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Los valores son nuestra guía para actuar y para relacionarnos con los demás. Los valores se ordenan según la importancia que demos a cada uno de ellos. De esta forma, cuando parece darse un conflicto entre dos valores, es posible hacer una elección y decidir lo mejor en cada circunstancia. ¿Cuáles son los valores esenciales para usted? Escriba un valor en cada tarjeta. Por ejemplo: sinceridad, amor, generosidad, riqueza, libertad. Acomódelos por orden de importancia. Separe los tres primeros, los que sean fundamentales para usted. Anote dos acciones que haya realizado y que expresen cada uno de esos tres valores. Por ejemplo, si para usted la honestidad es un valor, escriba: “El vendedor se equivocó al darme el cambio y me regresó dinero de más. Yo me di cuenta y se lo devolví”. “La maestra creyó que yo había regalado el libro para la biblioteca del salón. Yo aclaré que lo habíamos comprado entre tres personas y mencioné sus nombres”. Pida a su pareja o a cualquier otra persona que colabore con usted en la educación de su hijo que realice el mismo ejercicio. Compartan sus valores principales. ¿Son parecidos? ¿Son los valores con que están educando al niño? Los valores constituyen una guía que da sentido a la vida Establecemos nuestros valores a partir de nuestra idea de lo que es el ser humano. Una persona que piensa que el hombre es un ser orientado al compromiso y al amor no tendrá los valores de alguien que piense que el hombre debe buscar su propio beneficio a costa de los demás. Quizá no estemos conscientes de nuestra idea personal de ser humano o no la hemos puesto en palabras, pero existe en nosotros, da origen a nuestros valores y se manifiesta en nuestro comportamiento y relaciones. Vale la pena reflexionar y tratar de precisarla. Cada persona es única y es responsable de definir sus propios valores Nadie puede hacerlo por ella. Los valores se viven, se proponen, pero no se pueden imponer. Existen valores o principios universales que se han vivido en distintas épocas y culturas, y que nos sirven como orientación para tomar decisiones. El amor, la verdad, la valentía, la bondad, la responsabilidad y la amistad, son algunos de ellos. Lo que cada uno tenemos que descubrir por nuestra cuenta es cómo aplicarlos en las circunstancias concretas en las cuales vivimos y qué orden de importancia hemos de darles en cada situación. Hacer conscientes nuestros verdaderos valores es un paso indispensable para educar éticamente a nuestros hijos Tenemos que revisar a fondo qué es verdaderamente valioso para nosotros y reconocerlo en la manera en que vivimos las experiencias de todos los días. Los valores se conocen por las acciones. El niño pequeño aprende los valores observando cómo se comportan las personas a su alrededor. Durante los primeros años de nuestro hijo, su educación ética consiste fundamentalmente en tener claros nuestros valores, vivirlos con sinceridad, y mostrarle cómo decidimos y nos responsabilizamos por nuestras decisiones.

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El niño quiere saber qué pasa cuando desobedece Por eso es tan importante ser congruentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Algunas veces, los valores que defendemos con palabras no son los mismos que expresamos con nuestra conducta Decir "no pegues" pegando es dar mensajes contradictorios. El niño es muy sensible a las inconsistencias, se desconcierta, se enoja, y más tarde puede perder confianza y respeto por lo que intentemos enseñarle. Nuestro hijo aprende a actuar y a tratar a los demás como nos ve actuar y como lo tratamos. Los niños pequeños son imitadores. Gracias a eso, los padres tenemos a nuestra disposición una poderosa herramienta para comunicarles nuestros valores Podemos convertirnos conscientemente en La rebeldía es otra manera de descubrir los valores modelos de los comportamientos, hábitos y actitudes que El desarrollo ético de un niño es mucho más complejo que deseamos que nuestro hijo adopte. una simple lista aprendida de memoria de lo que se debe El niño se identifica con sus padres, es decir, quiere ser como hacer y lo que no se debe hacer. ellos. No es que diga: “voy a ser como mi papá (o mi mamá), El niño también prueba, mide, reta, quiere saber qué pasa voy a portarme igual que ellos”. No. Lo que sucede es que, cuando desobedece o cuando se comporta de manera distinta a la que se acostumbra en casa. sin darse cuenta, va haciendo suyos los valores que observa. La rebeldía es un intento normal de investigar quién es él, Si lo hemos tratado con cariño, respeto y comprensión, su cuál es su lugar, cómo debe convivir con los demás; es una comportamiento se va ajustando de manera natural al cariño, forma de ir teniendo claros los verdaderos valores de la el respeto y la comprensión. Si para nosotros es importante familia. El niño aprende con más profundidad y eficacia si los ha descubierto por sí mismo, incluso actuando en contra de realizar un proyecto que sirva a otros, si somos constantes ellos. y no nos rendimos ante las primeras dificultades, es muy Aunque el ejemplo es la manera más eficiente de probable que nuestro hijo adopte como valores la solidaridad enseñar a los niños, no es la única y la constancia. Los niños también necesitan que les marquemos límites Además de imitarnos, el niño dirige su conducta hacia precisos y que los orientemos con claridad y firmeza. Necesitan límites, disciplina y reconocer a la autoridad. lo que los padres valoramos porque quiere nuestro amor y nuestra aprobación Sus esfuerzos por agradarnos son un primer paso en el desarrollo de su capacidad de juzgar y decidir. Falta todavía un largo camino para llegar a la autonomía, pero por el momento, el niño está listo para aprender qué es lo que consideramos valioso. Muchas veces, el niño se adapta a nuestros valores y disfruta dándonos gusto, pero en ciertas ocasiones necesita ensayar diferentes conductas.

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Procure ser congruente en sus palabras y acciones

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Defina su idea personal de ser humano y cuáles valores se desprenden de esa idea. Investigue a través de conversaciones y lecturas cuáles son los valores o principios universales. Piense cuáles de esos valores ha adoptado usted y cómo los aplica en las circunstancias concretas de su vida. Reflexione sobre el orden de importancia que da a sus valores. Esto lo ayudará a decidir cuando tenga la impresión de que dos valores están en conflicto. Procure ser lo más congruente posible en sus pensamientos, palabras y acciones. Trate a su hijo como quiere que él trate a los demás.

Sea un modelo de los hábitos que desea que su hija adopte

Sea un modelo consciente de los comportamientos, hábitos y actitudes que desea que su hijo adopte. Entienda la rebeldía de su niño. Es otra manera que él tiene de descubrir valores.

No imponga sus órdenes

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Entienda la rebeldía de su niño

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IV. La disciplina. Una cara del amor

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Los reglas que usted impone a su hijo son guías que lo orientarán para encontrar, más adelante, sus propias normas en la vida. Es importante pensarlas bien y aplicarlas de manera consistente. ¿Tiene usted claras las reglas que se aplican en su familia? Si comparte con su pareja o con otra persona la educación de su hijo, ¿se han puesto de acuerdo en los principios y los límites que le plantean? ¿Cuáles son? ¿Qué métodos utilizan para disciplinarlo?

La palabra disciplina viene de discípulo: el que aprende de un maestro Esencialmente la disciplina es una forma de aprender del niño —y una manera de enseñar de los padres— las conductas más productivas y satisfactorias para él y para las personas que le rodean. Disciplinar al niño quiere decir fijar límites a su conducta y establecer reglas de convivencia. La disciplina es un proyecto de enseñanza a largo plazo. Durante los años que van desde la infancia hasta la adolescencia, el niño necesita la autoridad, el amor y el ejemplo de sus padres para orientarse en su camino hacia la autonomía. La disciplina es una expresión de amor a nuestros hijos y una responsabilidad fundamental de los padres La disciplina es una expresión de amor porque supone un gran trabajo y control personal, mantener la serenidad para guiar a nuestro hijo y resolver los conflictos sin agredirlo o faltarle al respeto. Es también una gran responsabilidad porque el niño todavía es incapaz de controlar sus impulsos, y carece de un criterio suficientemente desarrollado para decidir y responder por las consecuencias de sus actos en gran parte de las situaciones que se le presentan. El niño necesita tiempo, madurez, libertad de experimentar y una buena guía para construir su criterio y sus propias normas En la medida en que el niño vaya dominando un mayor número de habilidades físicas, emocionales e intelectuales, estará mejor preparado para decidir por sí mismo, pero mientras lo logra, son indispensables ciertos límites acompañados de nuestro afecto, comprensión y apoyo. Los límites y las reglas tienen la función de preservar la seguridad del niño y de evitar que su conducta afecte de manera negativa a los demás Los límites le dan confianza para actuar y para relacionarse socialmente pues le permiten conocer lo que los demás aceptan y lo que no. Por eso, es necesario explicarle las normas y sus razones de manera breve y sencilla, y comprobar si nos ha entendido bien. El niño debe saber exactamente qué es lo que esperamos de él. Para eso, tenemos que ser constantes y congruentes. Si los padres aplicamos la disciplina de acuerdo con los cambios de nuestros estados de ánimo —a veces le permitimos hacer ciertas cosas, pero otras no—, el niño sufrirá una gran inseguridad y mostrará rechazo y confusión. El niño suele aceptar las reglas si son claras, justas y razonables Si son arbitrarias, si sólo son ocurrencias o caprichos nuestros, le causan enojo, rebeldía y le hacen perdernos respeto. No es sostenible hacer que obedezca “porque soy tu padre” o “porque eres pequeño”. Tampoco es razonable pedir que obedezca inmediatamente, que cierre el libro, o deje de jugar o de ver televisión en el instante en que se lo ordenamos. A nadie le gusta ser interrumpido cuando está haciendo algo interesante.

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Si estamos enseñando al niño a ser Sea claro en el mensaje: “No le pegues a tu hermana porque independiente y responsable, tenemos que le duele” darle oportunidad de decidir, dentro de ciertos márgenes, cuándo y cómo hacer las cosas: “Cuando termine el programa”, “Cuando la manecilla larga del reloj llegue al número tres”; “Las papas sí, las zanahorias no”. Así, el pequeño sentirá que respetamos su tiempo y su autonomía y aprenderá a colaborar con más gusto. Los límites y las reglas deben indicar al niño no sólo lo que no puede hacer, sino sobre todo lo que sí puede Si nos piden en este momento: “no piense en un gato”, seguramente lo primero que haremos es pensar en un gato. Lo mismo pasa con el niño. En vez de que le pongamos restricciones: “no toques, no pegues, no hagas ruido”, es mejor que le demos otras posibilidades de actuar. Para el pequeño es más fácil realizar una acción concreta que controlarse para dejar de hacer algo. Es mucho más efectivo decirle lo que sí puede hacer: Es más efectivo quitar los objetos valiosos que “Dentro de la casa tratamos de caminar despacio”; “Nos controlarlo entendemos mejor si hablamos suave”; “La tierra es para las macetas”; “Dame la mano para cruzar la calle.” Procuremos dar a nuestro hijo muy pocas órdenes, fijar algunas reglas esenciales y darle oportunidad de actuar libremente en todo lo demás Si gastamos la energía y la autoridad en asuntos que no valen la pena, no tendremos la fuerza suficiente para lo fundamental. El niño aprende mejor las reglas importantes —como no tocar la estufa, salirse de la casa o asomarse por la ventana— si no están mezcladas con un gran número de prohibiciones. Es más efectivo crear un ambiente seguro y quitar del alcance del pequeño los objetos valiosos o peligrosos hasta que él sepa cuidarlos, que vigilarlo y controlarlo constantemente. Las cuestiones en las que el pequeño no afecta a otros ni se pone en riesgo son oportunidades de aprender a decidir y a Un ambiente seguro y estructurado es una gran ayuda observar las consecuencias de su conducta. Un ambiente seguro, ordenado y estructurado en casa es una gran ayuda para evitar conflictos, pero es mejor aun si lo hacemos divertido e interesante Los niños aburridos, los que no tienen estímulos atractivos a su alrededor, son los que presentan más a menudo conductas conflictivas. Conviene planear juegos entretenidos que inviten al niño a investigar y a aprender. Cuanto más podamos organizar el entorno del niño y proponerle actividades diferentes, menos va a retarnos y a rebelarse, y más va a poder decidir, inventar y actuar por su cuenta. El fin último de los padres es desaparecer como autoridades, abrir horizontes a nuestro hijo y dejar que se convierta en el único dueño de su vida: un ser feliz, satisfecho y útil a los demás.

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Comente los límites para que los entienda

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Marque a su hijo límites claros y congruentes. Comente con él los límites para que los entienda y comprenda el porqué de cada uno. Sea claro en los mensajes que envía a su hijo. Por ejemplo, muchas veces decimos: "No te portes mal" y eso para el niño es algo muy vago; mejor dígale: "No le pegues a tu hermana porque le duele”. Cuando su niño haga algo inadecuado procure reflexionar con él por qué sucedió, cómo entiende él la situación y qué podrían hacer usted y él para solucionarla. Recuerde que usted es un modelo para su niño. Sea consistente. No puede tener usted un día un

Sea congruente, usted es un modelo para su niña

comportamiento y al día siguiente prohibírselo a su hijo. Si el niño utiliza su energía para probar hasta dónde puede llegar en vez de emplearla en aprendizajes más creativos, revise si los límites que le marca son claros y si es usted firme para hacerlos respetar. Cuando su hijo cometa actos de indisciplina converse con él para que asuma su responsabilidad y piense qué pudo haber hecho para evitar el error.

Sea claro en los mensajes que envía

No puede tener usted un día un comportamiento y al día siguiente prohibírselo

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V. Cómo y cuándo disciplinar

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿A qué edad piensa que es necesario empezar a disciplinar al niño? ¿Cuándo es conveniente darle explicaciones? ¿Cómo debe ir modificándose la disciplina a medida que el niño crece? ¿Qué tipo de disciplina necesita su hijo? ¿Responde mejor si lo trata con suavidad o requiere que le marque los límites con más firmeza?

Cometemos dos tipos de equivocaciones al disciplinar a nuestro hijo Consentirlo y dejarlo hacer lo que quiera, o exigirle un comportamiento maduro cuando aún no está preparado son dos errores muy frecuentes. A veces pasamos de un extremo a otro, y eso le puede causar más confusión al niño. Algunos padres tenemos miedo de perder el amor de nuestro hijo si ejercemos la autoridad Tal vez no nos atrevemos a marcar límites porque no deseamos imponerle una educación tan dura como la que nosotros recibimos. Sin embargo, esto es hacer vivir al niño en un mundo irreal. Si nos doblegamos a sus caprichos y él no tiene que responsabilizarse de su conducta ni considerar los sentimientos o necesidades de los demás, no podrá aprender a ponerse de acuerdo ni a llegar a tratos justos; no sabrá cómo relacionarse y se sentirá incapaz. Ceder a los reclamos, gritos, llantos o ruegos del niño y cambiar nuestras decisiones para satisfacer sus deseos lo tendrá contento por un rato, pero en el fondo nos perderá el respeto y no se sentirá ni cuidado ni protegido. El pequeño no sólo admite nuestra autoridad sino que la busca y la provoca. Cuando no encuentra límites, se vuelve cada vez más desafiante: necesita probar hasta dónde le permitimos llegar. Los padres muy exigentes tampoco favorecemos la autonomía y la seguridad de nuestro hijo Si somos muy duros con él, el niño vivirá con miedo e irá abandonando sus propios deseos para obedecer a los demás. Podrá mostrarse débil y dependiente, o agresivo y desafiante, Otra manera de desalentar las conductas negativas es ignorarlas pero en los dos casos irá guardando sentimientos tan destructivos para él como la tristeza y el resentimiento. ¿Cómo encontrar el equilibrio al disciplinar? Hay que tomar en cuenta la personalidad de nuestro hijo y saber que el niño es lo que importa. La disciplina debe adaptarse a sus características y no al revés. Cada niño es único. Incluso en la misma familia no podemos aplicar la misma disciplina a niños diferentes. Un pequeño sensible y frágil requiere menos fuerza que un niño fuerte y activo; un niño con un mayor desarrollo del lenguaje necesita más explicaciones. También es importante comprender el momento por el que está pasando el niño y observar si se siente cansado, enfermo,

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La rebeldía del niño pequeño es una expresión sana de su crecimiento y una forma de aprender a comportarse Si comprendemos su proceso, será más sencillo marcarle límites claros y hacerlo de manera tranquila, sin enojarnos con él. La disciplina que establezcamos ha de ser directa y amorosa. Podríamos llamar su atención hacia otra actividad interesante, y si no resultara, quitarlo físicamente de donde está, con firmeza y suavidad, pues hasta que su lenguaje se desarrolle más ampliamente, no es posible razonar con él. A partir de los dos años, conviene acompañar la disciplina con una explicación Cuando comienza una conducta negativa del niño es necesario detenerla de inmediato: cargarlo, sentarlo en una silla, llevarlo a otro lugar hasta que se calme, sentarnos junto a él unos minutos y después explicarle por qué no aceptamos lo que hizo y por qué es necesario que le ayudemos a controlarse. El niño tiene que saber cómo afecta su comportamiento a otros o a él mismo, y qué puede hacer para solucionar el problema. “Te quiero mucho, pero no puedo permitir que rompas los juguetes de tu hermana. ¿Qué vas a hacer ahora para que ella no esté triste?” Es fundamental distinguir claramente entre el rechazo de la conducta errónea y la aceptación y amor a nuestro hijo. Después de disciplinarlo, las caricias y abrazos nos hacen mucho bien tanto al niño como a los padres.

El niño tiene que aprender a respetar las situaciones peligrosas

angustiado, triste o temeroso; si necesita más suavidad o más firmeza; si ya superó una etapa y está iniciando la siguiente, si ahora requiere reglas y hábitos más adecuados a sus nuevas habilidades. Para ser eficaz, la disciplina ha de ajustarse a la edad del niño Los padres tenemos que observar a nuestro hijo, calcular qué puede lograr y qué no, y evitar exigirle algo para lo que no está preparado. Es inútil pedir a un niño de esta edad que se siente tranquilo y callado en una visita formal a su tía, o que sepa todas las reglas de cortesía a los tres años. Necesitamos saber qué podemos enseñarle en cada momento de su desarrollo. En los primeros ocho meses, el bebé no requiere disciplina propiamente dicha Lo que debemos hacer es ayudarlo a establecer las rutinas de higiene, sueño y alimentación. El niño necesita aprender a poner orden en sus hábitos y horarios, y eso lo logra más con nuestros cuidados que con disciplina. ¿Cuándo empezar a disciplinar? La primera vez que el niño acerca la mano a un objeto prohibido o hace algo que sabe que no nos gusta y se asegura de que lo estamos mirando, es claro que está pidiendo límites y necesita que le ayudemos a controlarse. Es el momento de aplicar la disciplina. Este tipo de comportamientos coincide con el gateo, alrededor de los ocho o nueve meses, y se intensifica cuando el pequeño aprende a caminar. La independencia que adquiere al poder moverse de un sitio a otro le produce una enorme satisfacción, pero también le da miedo; quiere explorarlo todo, pero no sabe hasta dónde llegar. Entonces se asusta y nos provoca para que le marquemos las fronteras que él no tiene claras todavía.

Lo importante es que el niño se sienta cada vez más seguro y capaz de tomar sus propias decisiones y de convivir en armonía con otras personas.

No siempre podrá convencerlo de lo que debe hacer

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La niña necesita límites claros y firmes

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones En cada etapa del desarrollo del niño, ensaye formas distintas de disciplinarlo. No se preocupe por malcriar a su bebé. Antes de los ocho meses no requiere disciplina, sólo orden y hábitos estables. No renuncie a su autoridad. El niño necesita límites claros y firmes. Procure dar a su hijo muy pocas órdenes y limitarlas a cuestiones importantes. Si su hijo tiene dos años o más, es necesaria una explicación breve del porqué de la disciplina. Observe a su hijo. Anote lo que le gusta y lo que le molesta. Use lo que sepa de él para motivarlo y disciplinarlo.

Es necesaria una explicación breve de la disciplina

Revise su forma de disciplinar. Sea sensible a la manera en que el niño la recibe. Si no le da resultado, cambie a otra. Separe con claridad su rechazo a la conducta equivocada del niño de su amor incondicional por él. Explique al niño las normas de su casa y enséñelo a respetarlas.

Observe a su hijo para motivarlo y disciplinarlo

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Revise su forma de disciplinar

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VI. ¿Son necesarios los castigos y los golpes? EJERCICIO DE REFLEXIÓN Cuando usted era niño, ¿alguna vez fue castigado? ¿Le pegaron sus padres para disciplinarlo? ¿Recuerda qué sentía en esas ocasiones? ¿Cree usted que le sirvieron esos castigos o le hubiera gustado que lo disciplinaran de otra forma? Castigar significa causar sufrimiento a otra persona para que cambie su comportamiento El castigo tiene grandes desventajas, es uno de los peores métodos que los padres podemos usar. El castigo físico lastima al niño y el castigo emocional, como humillarlo o amenazarlo, puede limitar su inteligencia y además disminuir seriamente su autoestima y seguridad. Los castigos severos producen frustración, enojo, deseos de venganza, miedo y resistencia a colaborar. El castigo impide sólo temporalmente una conducta. En cuanto desaparece la vigilancia, el niño vuelve a hacer lo mismo El niño castigado severamente no aprende a controlarse sino sólo a evitar el castigo. Si lo encerramos dos horas en el baño por pegarle a su hermanito, la próxima vez se asegurará de que nadie lo descubra. Pero seguirá pegando. Existen varias formas de castigar El castigo físico como pegar, zarandear o pellizcar, además de ser peligroso para el niño, es un gran abuso. Nada justifica maltratarlo. Imaginemos lo que significa para un niño pequeño que sus padres perdamos el control y actuemos en forma violenta. Para él los golpes significan que sus papás somos más grandes y nos aprovechamos de eso; que él vive en peligro pues no puede defenderse, y que sus padres creemos en la violencia y la fuerza para resolver los conflictos. El niño que ha sido golpeado aprende a ser violento. La burla o el menosprecio a los hijos son prácticas tan destructivas como ineficaces. No nos damos cuenta del daño que causamos al niño con los insultos: “Eres un niño malo”, “¿Cómo puedes ser tan tonto?”, “Ahí viene el cochino de la casa”. Las frases despectivas etiquetan al niño, empobrecen el concepto de sí mismo, y bajan su autoestima. La humillación no educa Disciplinar es enseñar, no castigar

nunca. Los chantajes emocionales no ayudan al niño a tener un buen concepto de sí mismo. El niño se asusta y se siente culpable cuando escucha frases como: “Estoy triste porque no levantaste tus juguetes”. “Me voy a enfermar de tantos corajes que me haces pasar”. Sin embargo, cuando crece, deja de tomarlas en serio pues sabe que son falsas. Los premios tampoco ayudan al niño a convertirse en una persona responsable. “Si te acabas la sopa te compraré una muñeca.” “Si levantas la mesa, te daré un dulce”. Desde luego, las recompensas sí funcionan en el momento. El problema es que, al usarlas con frecuencia, el niño crece esperando que alguien lo premie por cada acción que realiza, y no aprende a ser responsable e independiente.

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Sin embargo, las disculpas pierden su efecto educativo Cuando el niño actúa solamente por un beneficio externo, cuando los golpes o gritos se repiten con frecuencia pierde la oportunidad de sentir satisfacción por el logro Pudiera ser que algunos padres hayamos aprendido a actuar personal. de manera agresiva si siendo niños recibimos golpes o castigos Las amenazas atemorizan al niño y son inútiles para enseñarle severos. Es necesario reconocerlo y ser conscientes del daño cómo conducirse. “Si vuelves a hacer eso, te va a ir muy y el dolor que eso nos causó para no repetirlo con nuestros mal”, “La próxima vez que contestes así, te voy a lavar la hijos. Es posible llegar a controlar las tendencias violentas boca con jabón”. Las promesas tampoco sirven: “Prométeme si lo decidimos y si solicitamos la ayuda necesaria, incluso que nunca volverás a comer galletas antes de la cena”. el apoyo de algún especialista. La razón por la que es inútil decirle al niño lo que le va a Si lo que buscamos es el desarrollo ético de nuestro pasar es que al día siguiente ya no recuerda lo que prometió hijo, debemos evitar ofenderlo, hacerlo sentir rechazado o lo que no debía hacer. y mucho menos golpearlo Retirarle el afecto es una de las formas más agresivas La meta es que el niño incorpore y haga suyos los límites, de castigar al niño las normas y los valores, y no estar permanentemente sujeto La posibilidad de que sus padres lo dejemos de querer o lo a una autoridad que lo vigile, lo controle y lo sancione. abandonemos es angustiosa y amenazante. Decir a nuestro Tenemos a nuestra disposición métodos positivos de disciplinar hijo: “No te quiero nada, vete de aquí”. O: “Ya no te soporto, al niño y de enseñarle a ser responsable. te voy a regalar con el señor que recoge la basura”, le causa terror y además es un engaño pues ni lo vamos a dejar de querer ni lo vamos a abandonar. Esta manera cruel de castigar no funciona para educar. El niño se asusta tanto que no puede pensar. El peligro de perder el cariño y el amparo de sus padres, lo hace sentir tan inseguro que en el futuro tratará de ocultar sus emociones y los deseos que a sus padres parecen inadecuados, y perderá su espontaneidad, su entusiasmo y su alegría. Desde luego que es difícil mantener siempre la calma. Es inevitable que los padres nos enojemos de vez en cuando Cuando esto nos suceda, conviene decirlo con claridad: “Estoy enojado. Eso que hiciste me molestó”. Darnos tiempo para tranquilizarnos en lugar de reaccionar con regaños o gritos, alejarnos del niño hasta que la molestia desaparezca y estemos en condiciones de hablar con él. Un padre enojado no es un buen maestro ni es capaz de escuchar las razones Debe sentirse querida a pesar de sus errores del niño para ayudarle a aprovechar la experiencia y aprender de ella. Si alguna vez actuamos impulsiva o violentamente, podemos hacer algo para resolver la situación: podemos pedir perdón al niño Si esto es ocasional, no resulta grave. Pero es inútil tratar de engañar al niño argumentando que lo golpeamos “por su propio bien”. Esto es falso y él lo sabe. Resulta más sincero decirle: “Me disgusté contigo y por eso te pegué. Ahora me doy cuenta de que estaba enojado por otras cosas, lo siento mucho".

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No agreda a su hijo

Pida disculpas cuando sea necesario

Identifique el impulso que lo lleva a castigar

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Exprese sus sentimientos con energía pero no agreda a su hijo. Manifieste con claridad lo que espera de su hijo. Trate de identificar con sinceridad los motivos por los que siente el impulso de castigar o golpear a su hijo. Pida disculpas cuando se haya excedido en el enojo o en el castigo. Su hijo se sentirá reconfortado si usted se muestra arrepentido y trata en verdad de no repetir la misma conducta. No dé al niño órdenes arbitrarias, inadecuadas o ilógicas. Trate de evitar los premios como forma cotidiana de

Evite usar los premios como una forma cotidiana de estímulo

estimular a su hijo. Procure ser coherente con lo que usted hace y lo que le pide a su hijo que haga. Ámelo, quiéralo mucho y dígaselo con palabras y con hechos. Eso hará que se sienta seguro. Enseñe a su hijo a resolver los conflictos mediante el diálogo, nunca con violencia. Nada justifica el maltrato al niño. Nunca le pegue, lo humille, lo encierre o lo deje sin comer.

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VII. Consecuencias naturales y consecuencias lógicas EJERCICIO DE REFLEXIÓN Las acciones de la columna del lado izquierdo tienen una consecuencia. Búsquela en la columna derecha y trace una línea para unir cada causa con su efecto. Acción No come a la hora de la comida e Su hermano le pega Guarda los juguetes en su lugar Come una caja entera de chocolates Rompe los libros No se baña

Consecuencia Se ve sucio, con aspecto desagradable Le duele el estómago Tiene hambre antes de la hora de cenar Llora, se defiende y le pega a él Encuentra siempre con qué jugar Sus papás no pueden leerle cuentos

Así como usted identificó la consecuencia de cada acción, permitir al niño vivir el resultado de su conducta puede darle claridad para aprender a comportarse de manera adecuada.

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Desde pequeño, el niño tiene la capacidad de observar cuáles son las consecuencias de sus actos Si los padres le permitimos vivir el efecto de lo que hace, es decir, la consecuencia natural de sus acciones, el niño aprenderá a controlarse. Si la consecuencia de su comportamiento resulta agradable, el niño va a repetirla; si le molesta, va a decidir hacer otra cosa. La condición es que no lo protejamos ni le impidamos conocer los efectos de su conducta. Las consecuencias naturales producen un aprendizaje claro y directo y un cambio mucho más rápido en el comportamiento del niño que cualquier discurso, amenaza o castigo Un niño que pega a un amigo provoca que éste le conteste el golpe o que ya no quiera jugar con él. Si el pequeño no se duerme temprano, Busque consecuencias lógicas para disciplinar al niño va a estar cansado al día siguiente; si rompe su muñeco porque está enojado, no va a tener con qué jugar. Por supuesto que se necesita prudencia y sentido común para enseñar al niño a asumir las consecuencias naturales de sus actos. Cuando ponen en peligro al niño, será necesario evitarlas a toda costa, pero cuando simplemente son incómodas para él, es bueno hacerse a un lado y dejar que ocurran. La vida se encarga de poner al alcance de los padres las consecuencias naturales, pero no siempre son suficientes para disciplinar A veces el niño no se ve afectado directamente por lo que hace, pues las consecuencias de sus acciones perjudican a otras personas pero no a él. Entonces necesitamos buscar otras consecuencias. Pero esas consecuencias tienen que ser lógicas, es decir, deben estar relacionadas con lo que hizo el niño.

Lo que justifica la aplicación de consecuencias lógicas es que comprenda cómo afectan sus acciones a los demás y encuentre una manera de reparar el daño causado Las consecuencias tienen que ser positivas, ayudarle a hacer algo útil para arreglar el problema. Si entró a la casa con los zapatos enlodados, la solución será limpiar el piso. Es muy importante encontrar consecuencias que ayuden al niño a aprender y a cambiar su comportamiento; que produzcan algo positivo, y que se relacionen directamente con su acción equivocada. Existen varias maneras de aplicar las consecuencias lógicas Quitarle al niño el objeto que ha usado mal cuando le da en la cabeza a su hermano con el trenecito, la consecuencia lógica es que el juguete va a estar guardado durante todo el día. Aislarlo de los demás si muerde a sus compañeros tendrá que permanecer solo hasta que se tranquilice. Es importante que él mismo decida cuando está listo para regresar a jugar con los otros niños. Utilizar la consecuencia directa de la acción al niño que diga mentiras pidámosle que aclare lo sucedido. Propiciar un acuerdo entre el niño y los que han sido perjudicados por él pues cuando el niño entiende el punto de vista de los demás, quiere remediar el daño por su propia voluntad. Así, si se comió el dulce de su primo, va a aceptar darle el suyo. Explicar las razones por las que desaprobamos su conducta haciéndole ver con claridad cómo él o alguien más ha sido afectado por lo que él hizo.

Si sacó las cosas del cajón, que ayude a guardarlas

Existen también algunas condiciones para aplicar las consecuencias lógicas Separar la acción de la persona concentrándonos en la conducta sin descalificar al niño. La consecuencia tiene que ver con una acción, no con la personalidad del pequeño. Ser constantes y congruentes aplicando las consecuencias siempre de la misma manera. Cuando un día sucede una cosa y al siguiente no pasa nada, el niño no puede entender cuál es el resultado de sus acciones. Aplicarlas en el momento pues si el niño no vive las consecuencias cuando acaba de suceder el hecho, ya no podrá aprender de ellas, pues no recordará lo que hizo y no lo asociará con las consecuencias. Que la consecuencia tenga proporción y se relacione con lo que hizo el niño si sacó las herramientas del cajón de su papá e hizo un tiradero, va a tener que ayudar a guardar todo en lugar de salir a jugar ese día. Pero no es razonable que se quede sin jugar toda la semana. Que la consecuencia no cause un dolor excesivo al niño pues no debemos privar al Es importante que conozca las consecuencias en el momento niño de algo que sea muy importante para él. Si le prometimos desde hace un mes pasar el día en el campo, tendremos que buscar una consecuencia acorde con lo que hizo, pero no dejarlo en casa. Un castigo tan severo puede hacerlo sentir maltratado, enojado o resentido con nosotros. En la aplicación de consecuencias lógicas lo único indispensable es una relación de amor y de respeto entre el niño y sus padres La disciplina amorosa y bien aplicada fortalece la autoestima del niño y le hace confiar en su capacidad de decidir correctamente y de lograr las cosas por sí mismo.

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Ayude a su hija a relacionar sus actos con las consecuencias

No caiga en la tentación de decir: “Te lo dije”

No lo sobreproteja

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Ayude a su hijo a relacionar sus actos con las consecuencias que estos provocan. Permítale afrontar las consecuencias. No lo sobreproteja. Quizá sea difícil para ambos sufrir efectos desagradables, pero, a la larga, su hijo aprenderá de la mejor y tal vez la única manera que puede hacerlo: por su propia experiencia. No le diga al niño: “Te lo dije”, después de haber cometido algún error. Trate de resolver los problemas junto con su hijo. Él tiene ideas que pueden ser muy valiosas. Después de castigarlo o regañarlo no le diga: “Es por tu

Permítale afrontar las consecuencias

bien” No lo mime. Esto provocará que su hijo se vuelva voluntarioso y dependiente de los demás.

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VIII. Berrinches y pataletas

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Alguna vez ha perdido usted el control y ha gritado o azotado la puerta? ¿Cómo se sintió? ¿Satisfecho? ¿Aliviado de haber podido expresar su enojo? ¿Molesto consigo mismo por haber dicho o hecho cosas que no considera adecuadas? ¿En qué circunstancias hace berrinches su hijo? ¿Cómo resuelve usted la situación? ¿Qué siente cuando su niño se tira al suelo o grita y están presentes otras personas?

Cuando el niño tiene que superar una etapa difícil de su desarrollo, aparecen manifestaciones de rebeldía y agresividad Esto significa que está progresando. Al pequeño le cuesta trabajo abandonar las costumbres que tenía cuando era bebé, pero siente la urgencia de ser independiente y enfrentar los retos del crecimiento. Cuando los padres ponemos límites a su impulso de libertad, el niño se rebela. Si no consigue hacer su voluntad en ese preciso instante, expresa su inconformidad con un enojo extremo: llora, pega, rompe cosas, grita, patalea, se tira al piso. Hace berrinches. Es imposible evitar los berrinches, no vale la pena intentarlo. Mientras más tratemos de tranquilizar al niño, más fuerte va a gritar Él necesita más bien que reconozcamos sus sentimientos: “Ya sé que quieres comerte los dulces y estás enojado porque no te lo permito en este momento. Los dulces son para después de comer. Vamos a escoger un caramelo de cada color y a ponerlos en el frasco para que los tomes al terminar la comida”. Escucharlo y comprender su enojo, no significa darle lo que quiere o hacer todo lo que él pide Si lo complacemos para que deje de llorar, le enseñamos el camino para conseguir lo que desea; si nos enojamos con la pataleta, sabrá que logró afectarnos y esa es una forma de obtener atención; pero lo peor que podemos hacer para tratar de calmar al niño es golpearlo, eso lo excita aún más. Mientras más lo calme, más fuerte va a gritar ¿Qué hacer entonces? Cuando sabemos que los berrinches son parte del desarrollo y conocemos algunas herramientas para manejarlos, nos sentiremos más tranquilos y seremos más eficaces. Éstas son algunas posibilidades: Dar opciones cuando el niño es pequeño y el berrinche apenas comienza, podemos distraer su atención hacia otra cosa. Es una táctica que funciona algunas veces, pero no muy a menudo. Comprender si la pataleta ya arrancó, hay que intentar comunicarle a nuestro hijo que comprendemos su enojo: “Entiendo que estás disgustado porque...” o “Lo siento mucho, ya sé que quieres tenerlo, a mí también me gustaría dártelo. Te propongo ahorrar juntos para poder comprarlo...”

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Controlar lo más probable es que el niño siga gritando, entonces tenemos que ayudarlo a controlarse: cargarlo con firmeza pero con cariño para mantenerlo quieto y decirle que cuando se calme podremos hablar. Ignorar el niño no puede pelear por mucho tiempo si no tiene un contrincante que le responda. Podemos ignorar el berrinche y acompañar al niño en el problema de diversas maneras: quedarnos junto a él sin decir nada y esperar hasta que el llanto baje de intensidad; seguir con nuestras actividades después de decirle: “Cuando acabes de llorar, me gustaría ayudarte a solucionar esto”; asegurarnos de que el pequeño no pueda lastimarse o hacer daño a otros y dejarlo patalear en otro cuarto unos minutos (sin encerrarlo). Cualquier método para ignorar el berrinche funciona, si no agredimos al niño y si le demostramos que estamos de su lado. Consolar en cuanto el pequeño se tranquilice, debemos abrazarlo, acariciarlo y ayudarle a encontrar una solución. Hablar después de los dos años, cuando el niño sea capaz de entender, tratemos de explicarle que comprendemos lo difícil que es no poder hacer o tener las cosas que quiere. Él se está preparando para que cuando sea más grande pueda decidir lo que le conviene hacer o tener y lo que no. Mientras crece, a veces está bien protestar, aunque perder el control puede llevarlo a lastimarse y a sentirse mal. El problema se complica cuando el niño hace la rabieta enfrente de los amigos, en la calle o en el mercado El niño hace pataletas en lugares públicos cuando ha tenido muchos estímulos, está cansado o quiere más atención. En estas ocasiones se agrega otro factor negativo: el público. El niño cuenta con testigos, y sabe que la vergüenza de sus papás le da la ventaja a él. Para los padres, lo queramos o no, el “qué dirán” es una presión adicional. Tenemos que estar preparados y siempre conscientes de que lo importante es educar a nuestro hijo, no recolectar buenas opiniones de los vecinos. Debemos mantener la calma y manejarlo igual que en el caso de un berrinche “privado”. Podemos quedarnos en el mismo sitio o quizá prefiramos sacarlo del lugar y acompañarlo a donde pueda llorar a su gusto. Cuando se calme, abrazarlo, consolarlo, escucharlo y reconocer sus necesidades. El niño tiene derecho a estar en desacuerdo, a protestar y a luchar por lo que quiere Una vez que aprenda a emplear las palabras para expresar su posición y para defenderla, no tendrá que recurrir a las lágrimas ni a los gritos. Pero si no le permitimos expresar su frustración, su enojo y rebeldía en los primeros años, llegará a la adolescencia o a edad adulta sin haber logrado manejar esos sentimientos.

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Desde pequeño tiene que aprender a resolver los desequilibrios que trae el crecimiento y la lucha por la independencia. El capítulo VII del apartado Aprender a vivir juntos (pág. 25) sugiere algunas formas de cuidar y educar la vida emocional del niño. Solamente que el niño sea agresivo la mayor parte del tiempo o sus arranques de violencia sean muy intensos, conviene intervenir más a fondo Por ello conviene preguntarnos la razón de su comportamiento: ¿Hay algo que le está haciendo sufrir? ¿Qué le da miedo? ¿Se siente abandonado o solo? ¿Existen problemas o tensión en la familia? ¿Cómo le va en la escuela? ¿Le estamos exigiendo demasiado? ¿Está celoso? ¿Sobreprotegido? Es necesario averiguar qué le sucede para ayudarlo desde la raíz del problema. O buscar ayuda profesional.

Respete la conducta de su hijo

Pruebe algunas de las siguientes

Nunca le dé al niño lo que pida con llantos

Trate de conservar la calma

recomendaciones Respete y comprenda la conducta de su hijo. No trate de tranquilizar al niño cuando está emberrinchado, más bien demuestre que comprende sus sentimientos y deje que él se calme. No responda a las rabietas, pero consuele de inmediato a su hijo en cuanto esté sereno. Nunca le dé al niño lo que le pida a gritos o con llantos. Trate de conservar la calma. Si usted también pierde el control, el niño no podrá aprender a manejar los conflictos de manera adecuada. Después de la rabieta hable con su niño para hacerle entender lo que le pasa y cómo resolverlo. Acepte los berrinches como algo natural en la vida del

Acepte los berrinches como algo normal

niño y en la suya. Ayude al niño a reconocer sus sentimientos de enojo, tristeza y frustración, y enséñele a manejarlos adecuadamente sin rabietas ni berrinches.

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IX. Mentir, robar y hacer trampa

EJERCICIO DE REFLEXIÓN ¿Recuerda haber dicho mentiras cuando usted era pequeño? ¿O tomar alguna cosa que no era suya? ¿Sabe por qué lo hizo? ¿Cómo se sintió? ¿Qué hicieron sus padres? Actualmente, ¿dice alguna mentira de vez en cuando? Si es así, ¿qué es lo que le impide decir la verdad?

Descubrir a nuestro hijo mentir, robar o hacer trampa puede preocuparnos, sin embargo estas conductas son normales en los niños pequeños Si recordamos nuestra infancia, quizá encontremos haber actuado de manera similar y nos será más fácil entender que estos comportamientos tienen una razón de ser. Lo que puede complicar la situación es nuestra actitud. Si nos asustamos y reaccionamos en forma violenta y exagerada podemos provocar que nuestro hijo se sienta avergonzado. La culpa viene a partir de nuestros reproches, pues él no sabe que está haciendo algo indebido. MENTIRAS Hay muchas razones por las que el niño puede mentir de vez en cuando Los niños pequeños no siempre tienen la capacidad para distinguir entre la realidad y la fantasía, o entre lo que pasó y lo que les hubiera gustado que sucediera, y suelen inventar historias fantásticas en las que expresan sus deseos. Estas fantasías no son mentiras. La imaginación es un signo de salud en el niño de esta edad. Cuando el niño usa la imaginación fuera del juego y exagera con explicaciones fantasiosas, conviene hacerle ver que en realidad las cosas no son o no sucedieron exactamente así Esto es simplemente para ayudarlo a aclarar sus ideas, no para corregirlo, pues la intención del pequeño suele estar muy lejos de engañar. Debemos explicarle por qué es conveniente decir la verdad. Puede ser útil el cuento del pastorcito que siempre gritaba para divertirse: “¡Ahí viene el lobo. Se come mis ovejas!” De tanto mentir, el día que el lobo llegó, nadie le creyó. A los niños les gusta esa historia. Vale la pena platicar sobre ella. Las mentiras más frecuentes son las que dice el niño para cubrir algo que le salió mal Cuando rompe un plato, lo más probable es que diga: “Yo no fui”. Esto no es una mentira, lo que significa es que no fue su intención romperlo. Acorralarlo para que diga "la verdad" o acusarlo: “Tú rompiste este plato, ¿verdad? Eres un torpe”, lo atemoriza y le hace perder la oportunidad de aprender algo positivo de la experiencia como podría ser aprender a cuidar las cosas delicadas. Si en cambio le decimos con tranquilidad: “El plato está roto. ¿Qué crees que pasó?”, es más fácil que acepte lo que sucedió y que podamos encontrar juntos una solución: pegar las piezas del plato o ahorrar para comprar otro. Cuando el niño nos diga la verdad, es importante no regañarlo ni castigarlo para que no pierda la confianza en nosotros y sea sincero. Una de las razones por las que el niño miente es que escucha a sus padres decir cosas que no son ciertas A veces, los adultos mentimos por comodidad, para no quedar mal, o para no herir los sentimientos de los demás. Un ejemplo: la tía, que es realmente gorda, pregunta: ¿Verdad que se me nota que he bajado de peso? El niño nos ha escuchado comentar la gordura de la tía y sin embargo ahora decimos: ”Sí, tía, te ves mucho más delgada”. El pequeño no es capaz de distinguir y de entender las “mentiras piadosas”, así que es mejor acostumbrarnos a otro tipo de respuestas: “¿Y cuántos kilos has bajado, tía?”

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Si tomó algo, simplemente hagámosle saber que no es correcto y regresémoslo

ROBO El niño pequeño no tiene un sentido de la propiedad bien desarrollado Piensa que todo es suyo, que por jugar un rato con el osito de su primo ya le pertenece, así que lo natural es echárselo a la bolsa. Cuando toma las pertenencias de otra persona, por lo general no tiene la intención de hacer daño o perjudicar a otro sino saber qué se siente tener ese objeto especial. Esto no es robar, simplemente es una manera muy común de ver las cosas a esta edad. Comprender los motivos del niño nos permite reaccionar con tranquilidad y enseñar más eficazmente a nuestro hijo a respetar las posesiones de los demás Si descubrimos que el niño ha tomado algo ajeno, no conviene escandalizarnos, decirle que es un ladrón o atemorizarlo con la amenaza de la cárcel. Simplemente hacerle saber que no es correcto tomar las cosas de otras personas y preguntarle qué cree que debe hacer para solucionar el asunto. Es indispensable pagar o devolverlo a su dueño Aun cuando sea penoso, debemos acompañarlo a la tienda o a la casa del amiguito para pedir una disculpa, y ser consistentes cada vez que esto suceda. Cuando el niño pida las cosas en vez de tomarlas, felicitarlo y demostrarle lo orgulloso que estamos de él. Conviene no darle una importancia especial al dinero, para él es igual un lápiz que una moneda, no tiene todavía el concepto de su valor.

Si el niño toma constantemente las cosas de los demás y las esconde para quedarse con ellas, busquemos las razones Consideremos que quizás esté tratando de conseguir algo que él siente que le hace falta. Lo más probable es que sea cariño o aprobación. En lugar de enojarnos con él, debemos darle lo que necesita: amor y comprensión. Si su conducta no se corrige podemos pedir la ayuda de un especialista. HACER TRAMPA El niño pequeño no está interesado en hacer trampa, lo que quiere es ganar y divertirse Tendrán que pasar los primeros años para ser capaz de jugar según las normas y competir abiertamente. Por ahora, es tan grande su deseo de ganar que cualquier medio es aceptable. Debemos explicarle que para jugar y divertirse es necesario obedecer las reglas, y que las trampas hacen que los demás no quieran seguir participando. Jugando el niño aprende a respetar las reglas y a relacionarse con los demás. No lo regañemos ni le digamos que es un ladrón

Al niño le interesa ganar y divertirse

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No se asuste si toma cosas ajenas

Pruebe algunas de las siguientes

Corríjalo con suavidad, cariño y respeto

Nunca lo califique ni lo amenace

recomendaciones No se asuste ni se preocupe demasiado si su hijo dice alguna mentira o toma alguna cosa que no le pertenece. Corríjalo con suavidad, cariño y respeto, y hágale saber por qué es incorrecto lo que hizo. Explíquele por qué es conveniente decir la verdad. Es necesario tener la confianza de los demás. No intente acorralarlo para que diga la verdad, mejor enséñele a hacerse responsable de sus actos. Trate de no mentir o decir cosas inexactas. Usted es el modelo de su hijo. Nunca califique a su niño de ladrón ni utilice amenazas desproporcionadas. Siempre que su niño tome algo de otra persona, ayúdelo a devolverlo y a pedir disculpas.

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Ayúdelo a devolverlo y a disculparse

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X. Miedos y pesadillas

EJERCICIO DE REFLEXIÓN El miedo es algo natural y todos podemos experimentarlo en cualquier etapa de la vida. ¿Recuerda haber tenido miedos en su infancia? ¿A qué le tenía miedo? ¿Cómo lo trataban sus padres cuando estaba asustado? ¿Cómo le hubiera gustado que reaccionaran? ¿Tiene algún miedo ahora? ¿Cuál? ¿Qué hace al respecto? ¿Quién le ayuda? ¿Cómo reacciona usted ante los miedos de su hijo?

El miedo es un fenómeno universal e inevitable Experimentarlo en una medida razonable, es algo positivo y hasta indispensable pues el miedo nos pone en alerta y nos da fuerza para enfrentar el peligro. Los niños pasan por periodos —especialmente entre los dos y los seis años— en que sus temores son más intensos. Es frecuente que teman a los animales —perros, gatos, insectos—, a la oscuridad y a los seres que creen que aparecen en la noche —brujas, fantasmas, monstruos—, a los fenómenos naturales como truenos y relámpagos, a la guerra y la violencia. Estos miedos son normales, surgen en momentos de aprendizajes importantes, cuando el pequeño tiene que enfrentar un nuevo paso en su camino a la independencia. En la edad preescolar, la imaginación es especialmente rica, y el niño suele explicarse lo que sucede de acuerdo con sus fantasías y no según juicios apoyados en la realidad El pequeño puede imaginar que las ramas del árbol que ve por su ventana son agitadas por un gigante, en vez de pensar que se mueven por la acción del viento. Estas explicaciones mágicas son causas importantes de los temores del niño pequeño. Los padres no podemos evitar que nuestro hijo sienta miedo, pero sí podemos ayudarle a manejarlo Quizá en esta etapa no lo convenzan del todo nuestras explicaciones, pero con el tiempo va a entenderlas y a sentirse más tranquilo. Por ahora, tenemos que ser comprensivos y tranquilizarlo cuando esté asustado, demostrarle que en cualquier momento cuenta con nuestro El miedo es un fenómeno universal e inevitable apoyo, que vamos a cuidar siempre de su seguridad y que lo tomamos en serio. El miedo del niño es real Es importante escuchar con atención y respeto a nuestro hijo. Si nos dice que vio un monstruo, no debemos decir que es una tontería tener miedo, y si él nos lo pide, conviene acompañarlo con tranquilidad a buscar al monstruo debajo de la cama o detrás de la puerta, y explicarle que, aunque él y nosotros sabemos que no existen tales seres, a veces nos los imaginamos y tenemos miedo de que aparezcan. Burlarnos de él, enojarnos, llamarlo miedoso, forzarlo a que enfrente su temor si él no está preparado o decirle:“Hazle un cariñito al perro, no muerde”, “Anda, dale la mano al payaso, no te va a hacer nada”, lo pone en una situación de desamparo y lo aterroriza aún más.

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Cuando el temor es demasiado grande Si se despierta con pesadillas no lo deje solo y lo sobrepasa, el pequeño no podrá aprender a manejarlo Sólo que el niño desee vencer el miedo y esté seguro de que nosotros no vamos a permitir que nada ni nadie le haga daño, va a armarse de valor para enfrentarlo. Si no es así, conviene esperar a que esté listo. No se trata de mimarlo pues eso le quita la oportunidad de superar el miedo, pero sí de ayudarle a encontrar maneras de manejarlo. Si nuestro hijo se siente protegido y comprendido, es probable que sus miedos sean menos intensos y que se anime a enfrentarlos. Lo que quiere un niño es ser “grande” Cuando logra superar sus temores, siente una gran satisfacción. Al atreverse a tocar con el dedo la cola del gato, piensa: “Cuando era chiquito, le tenía miedo a los gatos, pero ya no”. Los padres debemos ser solidarios: “Qué bien que hoy pudiste controlar tu miedo. Te En caso de que el niño sienta con frecuencia miedo a felicito”. Desde luego que el pequeño no está tan seguro de demasiadas cosas, no se atreva a tratar de solucionar ningún no volver a sentir temor, pero haberlo vencido en una ocasión reto o no sea capaz de acercarse a otros niños, es conveniente le hace confiar en que en el futuro va a tener más fuerza y ayudarlo a fondo y buscar ayuda profesional. valor. Un mecanismo natural por el que el niño elabora y se Existen recursos variados a nuestra disposición para deshace de sus temores son las pesadillas manejar el miedo de nuestro hijo Los sueños son parte de la vida interior de las personas, son Debemos buscar el más adecuado para cada niño: dejar que mecanismos normales para transformar las emociones en coloque muñecos formados cerca de la puerta para “cuidarlo”; imágenes más manejables. Casi todos los niños tienen que duerma con un osito; que invente “palabras mágicas” pesadillas, sobre todo en la etapa preescolar. No hay por qué contra sus temores. preocuparse. En el capítulo VII del apartado Aprender a Otra manera de aliviar los miedos es dibujarlos. Verlos en el conocer (pág. 69), se hacen recomendaciones para atender papel, hechos por él mismo, los hace menos amenazantes. las pesadillas. Los libros de cuentos le ayudan a hablar de lo que siente y Para reducir la ansiedad del niño, es necesario proporcionarle liberan su angustia. Al escuchar historias sobre la lucha de un ambiente tranquilo y seguro en casa durante el día y héroes que vencen a los villanos, el niño deposita sus acompañarlo a la cama con cuentos felices y caricias para emociones en personajes externos. Los finales felices lo que se duerma con pensamientos agradables. tranquilizan y le dan confianza en que las cosas terminan La mejor protección para el niño es saber que en cualquier bien. momento puede contar con nosotros, que lo vamos a escuchar, Los relatos inventados acerca de los niños que sienten miedo entender y apoyar. y lo resuelven le dan ánimos, y más todavía cuando el personaje principal tiene su mismo nombre. También es recomendable que el pequeño tenga oportunidad de crear sus propias historias. Estas narraciones pueden ser un indicador muy útil para saber lo que preocupa a nuestro hijo de las situaciones concretas que está viviendo. Los miedos infantiles pueden intensificarse cuando el niño vive conflictos en la familia Es como si la tensión en casa le diera el material para sus fantasías y la realidad le confirmara que sí hay razones para temer. Con el fin de evitar la ansiedad del niño, conviene hablar con él y admitir que existen problemas, darle una explicación que pueda comprender, pero con la verdad.

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No exponga a su hijo a situaciones violentas

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones No exponga a su hijo a situaciones violentas dentro o fuera de la casa. Seleccione los programas de televisión que ve su hijo. Si su niño se despierta en la noche, acuda inmediatamente; si el pequeño se levanta y va a su cuarto, regréselo a la cama y quédese con él un rato. No se burle de los miedos del niño, lo haría sentirse desprotegido. Mantenga encendida una luz suave para que el niño no vea la total oscuridad y se aterrorice en la noche. Los miedos y las pesadillas son reales. Los niños los viven con mucha intensidad. Entienda a su niño, créale y platique

Seleccione los programas de televisión

con él las veces que sea necesario. El niño debe cenar alimentos ligeros para evitar problemas digestivos que pudieran causarle trastornos en el sueño.

Ayudémosle a buscar el monstruo para que se tranquilice

Entienda a su niño y platique con él

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Guía de Padres

XI. El juego. Actividad primordial del niño EJERCICIO DE REFLEXIÓN Observe jugar a su hijo durante todo un día. ¿Qué tanta imaginación despliega? ¿Juega con personas, cosas o animales inventados? ¿Qué sentimientos, ideas y experiencias expresa en sus juegos?

El juego es la actividad principal del niño Hasta hace muy poco se creía que jugar era un simple entretenimiento, un descanso del estudio o de otras actividades más serias. Sin embargo, en la actualidad, todos aquellos que se dedican a la educación reconocen la enorme y vital importancia del juego para el niño. El niño juega por una necesidad interna Nadie tiene que enseñarle a jugar. El juego es la manera más natural de utilizar sus capacidades, de manifestar su impulso natural de explorar, descubrir y crear. El juego es indispensable para asegurar el pleno desarrollo del niño pues todas las áreas de su personalidad están involucradas en esta actividad. El juego ofrece al niño la oportunidad de utilizar y descubrir su cuerpo Al jugar, el niño practica habilidades motoras y se pone a prueba a sí mismo. El buen control de su cuerpo hace que el niño se sienta pleno, autónomo y satisfecho. Cuando hace ruido con una sonaja, pasa agua de un recipiente a otro, logra treparse a un árbol, adquiere la sensación de que actuar es importante, de que él tiene control sobre lo que sucede. En los capítulos II, III y IV del apartado Aprender a conocer (pág. 50, 55 y 59), se ofrecen sugerencias para jugar con nuestro hijo desde sus primeros días. A través del juego el pequeño aprende casi todo, el juego es su primer maestro Al jugar, el niño investiga activamente su medio ambiente. Cuando maneja y observa los objetos, prueba sus ideas para comprender el mundo, construye su pensamiento y desarrolla su inteligencia. Los juegos del niño muestran la manera como ve y entiende lo que sucede a su alrededor: cómo se mueven las arañas, cómo vuelan los aviones, cómo se trabaja en una fábrica, cómo crecen las plantas, qué pasa con el agua y la tierra cuando se mezclan

El juego es la mejor manera de relacionarse con los demás

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El juego es la mejor manera de aprender a relacionarse con los demás Desde muy pequeño, el bebé empieza a interactuar con otros niños, pero a partir de los tres años aumenta su interés por jugar con ellos. Sus proyectos de juego se vuelven más complejos y requieren de más participantes. Jugar a la casita, al circo, al doctor o a la maestra le permite ensayar papeles de la vida adulta y al mismo tiempo desarrollar un sinfín de capacidades. Su lenguaje se enriquece ante la necesidad de comunicarse mejor. Ningún niño puede disfrutar de una vida social adecuada a menos que haya adquirido la habilidad de jugar con otros niños. Esta habilidad comienza a desarrollarse en casa. Los juegos en familia resultan estimulantes para el niño durante muchos años. Por eso, jugar con nuestro hijo es una de la actividades más importantes que podemos realizar. También una de las más divertidas.

Jugando, el niño empieza a pensar y a imaginar A partir del preescolar, y gracias al desarrollo del lenguaje, el niño no sólo percibe lo que está frente a él sino que puede representar los objetos “en su cabeza”. La fantasía del niño preescolar habita su vida diaria. Para él, una cajita es un camión, una lata amarrada con una cuerda es un perro que lo sigue. Este juego en que el niño se imagina cosas se llama juego simbólico Jugando, el pequeño tiene oportunidad de conocer y explorar un mundo más allá de su casa y de su comunidad. El niño en edad preescolar ya no se conforma con manejar los objetos con las manos o llevárselos a la boca como cuando era chiquito, sino que pone en las cosas con que juega una parte de sí mismo: su imaginación. La fantasía le da al niño el poder de crear mundos imaginarios y de expresar sus ideas sobre el mundo como él lo entiende o como le gustaría que fuera. Al jugar, sabe que es él mismo quien ha creado ese mundo en su imaginación. Cuando cree que no entendemos que sus personajes son inventados, nos dice para tranquilizarnos “es un juego”, y se ríe. Su imaginación no lo aleja de la realidad, sino lo conecta con ella Imaginar es una forma muy importante de conocer. Pero el niño necesita alimentar su fantasía con experiencias reales, de personas diferentes, de pláticas y de paisajes. Para ayudarle a pensar, a imaginar y a jugar mejor, es importante enriquecer su experiencia social, dejar que nos acompañe al mercado, al campo, al trabajo, a alguna visita. Ahí aparecerán preguntas y temas interesantes para utilizar en el juego: cómo funcionan los camiones, de dónde viene la lana, de qué están hechos los dulces, por qué se echa abono a la tierra, etcétera. El niño juega porque sabe que no puede dominar a su gusto el mundo de los adultos El niño se retira a jugar a otro espacio en el que él tiene el poder, en el que las cosas son como él decide. Un espacio en el que él puede ser grande y fuerte, en el que se convierte en elefante, cartero o príncipe, en el que todo es posible. El juego de fantasía es una actividad libre y flexible en la que no existen metas ni normas preestablecidas. El niño simplemente prueba sus ideas una y otra vez y se divierte mientras encuentra lo que busca. Es él mismo quien dicta las reglas y tiene la libertad de cambiarlas en cualquier momento. No existe una manera correcta o incorrecta de jugar. Otra ventaja del juego simbólico es que permite al niño expresar sus sentimientos Si está enojado, pelea con enemigos imaginarios; si su hermano está enfermo, juega al doctor y en su fantasía lo alivia; si necesita ser acariciado, arrulla a su osito. Brincar y correr le ayuda a mostrar su alegría; jugar a las luchas descarga la angustia de haber presenciado un hecho violento.

Cuando nos ha pasado algo grave, los adultos necesitamos platicarlo varias veces. El niño pequeño no lo habla, pero sí lo juega y lo representa con acciones. Es muy importante permitir estos juegos para que el niño pueda dejar atrás lo que lo hace sentir triste o asustado. Ésta es la etapa en que un muñeco de trapo o una cobijita le dan al niño seguridad y consuelo cuando se siente mal. Acomodar a su muñeco junto a él al irse a dormir y darle órdenes de cómo comportarse le hace sentir que es él quien domina la situación. El niño necesita ser activo en lo que pasa y en lo que siente, y la mejor manera de ser activo es jugar. El juego es esencial para la supervivencia de la especie humana, merece un lugar de honor no sólo en la vida del niño sino en la de todos nosotros.

Un muñequito o una cobijita le dan seguridad

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Juegue a lo que él quiera y como él diga

Quite las cosas peligrosas del lugar donde juega

En el juego, ella es la que manda

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones Anime a su niño a jugar y juegue con él. Juegue a lo que su hijo quiera y como él diga. En el juego, el niño es el que manda. Aleje los objetos peligrosos del lugar donde juega su niño. Dele diferentes materiales para jugar como botes, envases de plástico con tapa, cucharas, coladeras, cacerolas, palitos, trapos, piedritas. Todo sirve para desarrollar la imaginación y la creatividad. No limite a su hijo. Niños y niñas juegan igual a las muñecas o a los cochecitos. Establezca un tiempo para jugar. No lo interrumpa, el juego es lo más importante que los niños hacen para aprender.

No limite a su hija

A través del juego el niño conoce su cultura. Enseñe al niño juegos tradicionales.

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XII. Desarrollo de la creatividad

EJERCICIO DE REFLEXIÓN Juegue con su pareja o con alguien cercano: ¿Cuántas maneras diferentes encuentran de utilizar un ladrillo en dos minutos? Apunte cada uno en un papel tres palabras que les gusten (sin decirlas al otro). Al terminar, cambien los papeles. Con las palabras del otro, inventen un poema o un pequeño cuento. Observe estas cuatro figuras y escoja la que, según usted, es diferente a todas las demás.

b

a

c

d

Si escogió la figura b, ha seleccionado la respuesta adecuada. Felicidades. Si eligió la figura c, tiene toda la razón, es la única que no puede dividirse en dos partes iguales. La figura a es la única que no tiene puntas. Muy bien. La d es la única que combina una línea recta y una curva. Bravo. La solución siempre puede ser correcta. Lo importante es el punto de vista de cada quien. 125

En todas las actividades del ser humano puede existir creatividad Somos creativos cuando nos sentimos plenamente satisfechos con lo que estamos haciendo, ya sea cocinar, pintar, coser, fabricar un mueble, inventar una canción, contar una historia. Somos creativos cuando actuamos con un sentido de aventura, cuando nos arriesgamos en terrenos desconocidos sin saber qué va a ocurrir, cuando intentamos de distintas maneras la misma actividad, cuando nos damos la libertad de disfrutar y divertirnos. Todo esto hace el niño cuando juega, por eso el juego es la actividad creativa por excelencia. El niño es creativo por naturaleza Al jugar, el niño relaciona ideas, objetos o situaciones que aparentemente no tienen nada que ver, propone soluciones originales a los problemas sin miedo a equivocarse, disfruta con sus ocurrencias y su buen humor. Para jugar y crear sólo necesita estímulos y libertad. El desarrollo de la creatividad del niño requiere libertad y amplias experiencias con personas y con objetos A los padres nos corresponde fomentar estas experiencias. Enseñarle a percibir con todos los sentidos: la forma de una hoja o el color de una flor; el murmullo del agua o el canto de los grillos; la textura de una tela o del pelo de un gato; el olor a tierra mojada o a mandarinas recién abiertas. El contacto con el arte es una manera excelente de alimentar la creatividad del niño. La belleza enriquece su experiencia y alegra su vida. Hay que ayudarle a apreciar lo hermoso de las cosas comunes —de los árboles, los animales o los mercados— y exponerlo a obras de arte como pinturas, esculturas, música y literatura. Un niño que disfruta de oportunidades para ver, escuchar, tocar y gozar va reuniendo elementos para inventar y actuar de manera creativa. Desde muy temprana edad, el niño está listo para crear Pintar, construir, cantar, bailar, inventar cuentos, hacer música, son actividades que, además de proporcionarle un gran placer, ensanchan su sensibilidad, su manera de ver el mundo, su originalidad y flexibilidad. El niño necesita muchos y variados materiales para crear y expresarse, para investigar y experimentar. Le sirven tambores, campanas, panderos, ollas y sartenes; crayones y lápices, pinturas líquidas o engrudo coloreado con pinturas vegetales para usar con las manos, con pinceles o brochas; papeles de colores, bloques, plastilina, tierra, agua. Cada elemento lo invita a comunicar sus ideas sobre sí mismo y sobre el mundo.

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Para el niño es mucho más importante disfrutar el proceso que hacerlo “bien” Al niño le gusta producir ritmos y sonidos; inventar formas y mezclar colores. Por eso, es mejor no intervenir y menos decirle cómo debería hacerlo, sólo apoyarlo cuando lo necesite, guiarlo para aprovechar mejor los materiales y para manejarlos con cierto orden. No existe lo correcto o incorrecto en el trabajo creativo. Hay que animar al niño a producir ideas aunque éstas parezcan a veces disparatadas Aceptar cualquier ocurrencia sin criticarla. Nunca decirle: “Eso no se hace así” o “eso es una tontería” o “las cosas no ocurren de esa manera”, pues estos comentarios le quitan al niño las ganas de inventar e investigar. Cualquier pregunta del niño puede aprovecharse para estimular su creatividad Si nuestro hijo preguntara: “¿Por qué las casas tienen ventanas?”, le podríamos dar una respuesta común: “Porque necesitamos ventilarlas y ver hacia afuera”. Pero, qué tal si contestáramos: “¿Tú, qué crees que pasaría si nuestra casa no tuviera ventanas?” Con esta nueva pregunta le daríamos oportunidad de crear imágenes y soluciones, ya sea reales, fantasiosas o divertidas. O si quisiera saber: “¿Para qué sirve este clip?”, en vez de darle la contestación obvia, la que no exige esfuerzo: “Para tener hojas juntas”, podemos utilizarla para estimular su creatividad: “¿Tú, para qué crees?”, y cuando responda algo, decirle, “¿Y para qué más?” El niño tratará de pensar: “Para colgar esferas de navidad, para hacer una cadena, para perforar, para adornar, para hacer muñecos de alambre”. Lo importante es disfrutar las respuestas, no criticar ninguna y jugar a ponerlas en práctica.

Permita al niño desarrollar su potencial creativo

Dense la libertad de divertirse con su niño

Jueguen al mundo al revés Para ser creativo, hay que buscar una segunda, una tercera y una cuarta opción diferente Si pensamos que no existe una respuesta correcta, sino que cada situación puede resolverse usando diversas opciones, podremos actuar de manera creativa, y al mismo tiempo daremos al niño la oportunidad de desarrollar todo su potencial e impulso imaginativo. Todos los padres tenemos al alcance juegos sencillos para imaginar -Preguntar: “Qué pasaría si”: “... los niños tuvieran alas”, “...las plantas caminaran”, “...los papás se hicieran chiquitos y tuvieran que obedecer a sus hijos”, “... a los borregos les crecieran hojas”. -Recortar papel de colores en distintas formas y crear diseños sobre la mesa. -Jugar al teatro, inventando entre todos la obra y los personajes. -Construir una historia en grupo: cada uno dice una frase y el otro la continúa. Podemos empezar por: “Había una vez...”. -Dar explicaciones mágicas o absurdas de la cosas: las víboras se arrastran porque tienen un resorte dentro. -Ofrecer respuestas locas a preguntas serias: “¿Por qué las cebras son rayadas?” -Inventar historias exageradísimas de lo que ha hecho cada uno; agrandar nuestras travesuras o lo que nos sucedió la semana pasada. La creatividad es una forma de vivir que nos hace más productivos y más felices.

El niño creativo posee alta autoestima

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Valore y respete la espontaneidad del niño

Deje que el niño plantee sus propias ideas

Pruebe algunas de las siguientes Disfrute y déjelo disfrutar de sus ocurrencias

recomendaciones Motive a su niño a encontrar diversas soluciones a una misma situación. Valore y respete la espontaneidad del niño; eso desarrollará positivamente su creatividad. Permita a su niño expresarse con entera libertad, deje que él plantee sus propias ideas. Nunca critique lo que invente o cree su niño. Disfrute y déjelo disfrutar de sus ocurrencias, chistes e invenciones. Comparta las risas y la diversión con su niño. Estimule a su hijo para explorar su entorno y propicie sus relaciones con diferentes personas. Cambie objetos de lugar, de color, de uso. Sorprenda a su niño de manera juguetona.

Reserve un tiempo para inventar junto con su hijo

Planee y reserve un tiempo para jugar e inventar junto con su hijo. Aprecie las expresiones creativas del niño, sin elogiarlo. Dese oportunidades a usted mismo de ser creativo sin criticarse ni limitarse. Enseñe a su hijo a apreciar la belleza en las cosas sencillas de su ambiente. Propicie muchas experiencias para que el niño desarrolle sus sentidos. Tenga a la mano materiales como lápices, papeles, revistas viejas, plastilina, estambre, piedritas, hojas secas y toda clase de objetos con los que el niño pueda crear.

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PARA TERMINAR En el apartado Aprender a vivir juntos de la Guía de Padres, hemos encontrado sugerencias para comunicarnos mejor y compartir la vida en familia con más alegría. Hemos reflexionado sobre el reto que significa ser los principales maestros de nuestro hijo, y así hemos adquirido mayor conciencia de que le enseñamos todo el tiempo, no sólo con lo que le decimos sino también con nuestras acciones y actitudes. Hemos buscado cómo apoyar al niño en sus relaciones con otras personas, con su familia extensa y sus primeros amigos; qué hacer para aprovechar la influencia de los medios de comunicación, y cómo manejar las circunstancias familiares difíciles y conflictivas. Los capítulos del apartado Aprender a conocer y a hacer nos han ofrecido herramientas para estimular y acompañar a nuestro hijo en los aprendizajes de sus primeros años, para observarlo con más cuidado y saber qué experiencias necesita para crecer. Ahí se nos ha dado recomendaciones para establecer hábitos que faciliten nuestra vida cotidiana y también ideas para preparar y ayudar al pequeño en el gran reto que supone enfrentarse solo al mundo por primera vez: la escuela. Las reflexiones del apartado Aprender a ser quizá hayan despertado más respeto y aprecio por nosotros y por nuestro niño, y nos hayan puesto en alerta para cuidar la autoestima de todos los miembros de la familia. Aprender a ser es una invitación a acompañar a nuestro hijo en su camino hacia la autonomía, a ayudarlo a crecer como persona, a convertirse en un ser más auténtico, completo, responsable y libre. Este apartado nos convoca a trabajar sobre nosotros mismos, a aclarar nuestros valores, a educar con el ejemplo, a ejercer la autoridad y al mismo tiempo a permitir que el niño vaya haciéndose cargo de sus decisiones, que experimente las consecuencias de sus actos y que poco a poco llegue a convertirse en el único dueño de su vida. La última parte de la Guía es un llamado a la alegría y a la creatividad; a jugar con nuestro hijo y a contemplar las manifestaciones de su imaginación como un bello espectáculo y una aventura impredecible, siempre nueva y siempre emocionante. En los primeros años de nuestro hijo, construimos los cimientos de un afecto que durará toda la vida. Cuando él sea adulto, podremos recordar juntos esos ratos en que fuimos felices, en que no pasaba nada malo y estábamos contentos. También podremos reírnos de los conflictos y los problemas, pues logramos solucionarlos y aprender de ellos. Así, al revivir los distintos tramos del camino que recorrimos tomados de la mano, sentiremos que hemos disfrutado cada paso porque estábamos cerca uno del otro.

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Guía de Padres

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COORDINACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN Y AUTORA DE LOS TEXTOS Norma Romero Ibarrola

ASESORÍA E INVESTIGACIÓN: Alicia Molina Argudín Gloria Arango Mejía Araceli Otero Alba Patricia Romero Ybarrola Alma V. Campos Corona María Fernanda Otero Alba José Luis Domenzain Ortega Everardo García Cristina Barros

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TITULAR: Editorial Infantil y Educación, S.A. de C.V. con la colaboración remunerada de Norma Romero Ibarrola.

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