ALEJANDRA en tiempos del deporte

ALEJANDRA…en tiempos del deporte Ayon Montañez A. Lorena EDITORIAL AYON Ciudad de México Copyright © 2016 Reservados todos los derechos. Queda ri...
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ALEJANDRA…en tiempos del deporte Ayon Montañez A. Lorena

EDITORIAL AYON Ciudad de México

Copyright © 2016

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EDITORIAL AYON, SA de CV Av. México Coyoacán 1007, col. Benito Juárez 06720, Ciudad de México www.ayon.com

ISBN 9570-52-4562-158-5

Hecho en México / Made un México

ALEJANDRA…en empos del deporte Una parte que me relaja del día es limpiar mi florete. Es mi compañero en los duelos, me agrada darle el mantenimiento adecuado y... ¡Ah! Se me hará tarde para el entrenamiento. A veces me pierdo bastante en mis pensamientos y olvido que estoy a unos 15 minutos, con suerte de que no haya tráfico, del Centro Deportivo Olímpico. Este sin duda es mi lugar favorito, podría decirse que es algo así como mi santuario. Vengo a este Deportivo desde que tengo 10 años, inicié entrenando natación, luego pasé a básquetbol, de ahí me fui a tiro con arco, también taekwondo, después a equitación y finalmente esgrima, dónde he estado entrenando a diario desde hace 6 años. Cruzo la puerta principal, saludo a Francisco el guardia y paso la tarjeta para acceder al deportivo. Corro unos metros adentrándome al Deportivo, la verdad es que es bastante grande y con un diseño elegante. Me detengo en uno de los bebederos porque correr tanto ya me tiene sediento y en cuanto empiece el entrenamiento no podré beber más agua. Doblo en un pasillo, toco la puerta de madera y entro, dejando las cosas en mi casillero, colocando mi careta y sacando mi florete de su funda. - ¡Danny! ¿Dónde estabas chico? Llegas 10 minutos tarde. - Lo siento profesor, mucho tráfico.- Ustedes y yo sabemos que no fue el tráfico, fue mi mente divagando. - Prepárate, vas a entrar con Samuel. Está bien… Con él ya ni si quiera es entrenar.- No es que me caiga mal Samuel, no me malentiendan, solo no nació para este deporte. ¿Algún problema Danny? Siempre puedes quedarte sentado observando como tus demás compañeros entrenan. - No profesor, está bien. Nos ponemos en posición y todo resulta muy sencillo, cómo les había dicho. Dos pasos hacia adelante, chocamos floretes, choque, un paso hacia atrás, choque, choque, tres pasos adelante, choque, un paso adelante, choque y le doy en el estómago sacándolo de la pista. Samuel es bastante fácil. Durante dos horas estuve entrenando con Samuel, aprendiendo nuevos ataques, ensayándolos y siempre ganando. Entrenar con él no es ningún reto, creo que sería más difícil intentarlo con una pared y un florete de plástico. Lo mejor sería dejar de quejarme por todo, recoger mis cosas e irme. - Profesor, ¿puedo hablar un momento con usted? - Claro Danny, dime que pasa. - Pues verá, no es por ser egocéntrico pero soy el mejor de la clase.- En verdad soy el mejor de la clase – Y sinceramente creo que debería entrenar con alguien mejor que Samuel, ya sabe, para seguir creciendo. Solo ten paciencia muchacho, algún día llegará un oponente digno y estoy seguro que lo destrozarás. – Me lo dijo con demasiada seguridad, como si supiera algo que realmente no sabe. - Está bien profesor. Hasta mañana, descanse. - Hasta luego muchacho. Puse mi combinación para el casillero (el día de mi cumpleaños 01/12/98), lo abrí para sacar mi ropa deportiva e ir un rato más a hacer un poco de ejercicio. El esgrima es más que un deporte para

mí, es una disciplina, mi manera de alejarme del mundo, es lo que más amo y realmente no lo considero parte de mi ejercicio diario, por eso siempre después de cada entrenamiento voy a correr a la pista media hora y otra media al gimnasio o tal vez a jugar basquetbol. Me puse los tenis negros con blanco que amo tanto y comencé estirando, la pierna izquierda, la derecha, los brazos, un poco la cintura; no vaya a ser que me dé un calambre en medio de la corrida, me caiga, me lastime y no pueda ir a esgrima un tiempo. Inicié trotando, para aguantar la media hora sin sofocarme o sufrir por algún dolor “de caballo”, nunca he entendido por qué le llaman así. Aumente poco a poco la velocidad y cada vez pasaba a más gente que igual estaba corriendo. ¿Saben? Creo firmemente que también sería bastante competente para atletismo, tengo bastante resistencia, velocidad y salto mucho, pero basta de ser engreído y regresemos a la corrida. Lo que me agrada de correr en la pista del deportivo y no en una corredora del gimnasio o por las cuadras de dónde vivo, es que puedes observar la hermosa y limpia estructura que el edificio posee. Hay bastante “verde” que te podría hacer sentir fuera de la civilización pero los demás edificios dentro del deportivo, las columnas, los pasillos, cada esquina lo hace algo bastante elegante a pesar de que el tema central de todo esto sea el deporte, te hace sentir en un restaurante muy exclusivo de la ciudad más cara en el país más caro. Realmente no sé si entiendan lo que trato de decir, pero solo quiero terminar añadiendo que el arquitecto que diseñó esto simplemente es mi héroe. Han pasado 25 minutos y no me siento cansado, creo que añadiré otros 15 minutos a mi corrida. Dándole otro vistazo al deportivo alguien pasa a mi izquierda (curioso considerando que soy zurdo) de manera bastante rápida, supongo que baje la velocidad como para que alguien más me alcanzará pero aun así debió de ir bastante rápido. Localizo con la mirada a quién sea que me pasó y lo único que logro ver es su cabello recogido que le llega debajo de los hombros, una licra negra, unos tenis rojos y un celular en el brazo derecho de la chica que conectaban a unos audífonos dónde probablemente estaba escuchando pop. No es por ser machista, más bien es por ser engreído y nadie puede ir más rápido que yo, al menos no a estas horas, en esta pista y en mi deportivo (con mi deportivo no me refiero a que sea literalmente mío, es otro tipo de posesión). Nadie puede hacerlo así que comienzo a correr más rápido, estiro más las piernas, me inclino más hacia delante, levanto la cara, muevo más rápido los brazos y logro ponerme a su nivel. Me esfuerzo un poco más, a pesar de que comienzo a sofocarme, las piernas empiezan a acalambrase y puedo escuchar como mi corazón está bombeando más sangre de la debida a mis músculos para que no me fallen y logro rebasarla por algunos metros. Feliz de mi logro, con el orgullo y ego altos volteo hacia atrás para observar su cara cuando viera que la había pasado y fue un error bastante grande. Tenía la nariz un poco afilada pero tampoco era perfecta, no tenía los mejores labios pero me parecieron originales, sus ojos eran simple miel o un poco más verdoso que eso y su mentón era pequeño. No era el mejor rostro, no era un rostro que aparecería en las revistas o comerciales de cremas para humectar la piel y pasta de dientes. Era un rostro para nada extraordinario pero tampoco era común. Era un rostro original, un rostro con una simetría bastante simpática, tenía la simetría que tiene mi mano al sostener el florete. El error de haber volteado a verla fue que a mi pie izquierdo le pareció gracioso ponerse delante del pie derecho y así caerme bastante gracioso pues estoy seguro que rodé durante unos 5 metros. Al menos le había ganado a la chica. Cuando dejé de rodar me senté en la pista, intenté quitarme la tierra de encima y la vi mirarme, darse media vuelta y correr hacia mí. - ¿Te encuentras bien? - Sí, claro, tal vez solo me rompí algún ligamento pero me siento bien.- Realmente no me sentía mal pero era obvio que tampoco estaba bien, no más dañado en ese momento era mi dignidad

que seguramente rodó conmigo. - Me alegro, a la próxima no trates de lucirte y quédate en segundo lugar, es más seguro para ti.Oh no, ella no acaba de decir eso, ¿en verdad acaba de decir eso? - Lo tendré en cuenta, gracias.- ¿En verdad acabo de decirle eso? Soy bastante idiota. Ella se volteó y siguió corriendo aumentando su velocidad poco a poco, realmente no tenía piernas tan grandes y fuertes, a decir verdad eran un poco delgadas pero eso no le impedía correr tan rápido. Recogí mi celular, mis audífonos, mi poca dignidad que quedaba embarrada en el suelo de la pista y me dirigí al gimnasio. Trabajé todo y me fui directo a las regaderas, estaba cansado y avergonzado. No podía dejar en esos 5 segundos que me tomó mirarla correr y que bastaron para estampar toda mi cara en el piso, vaya que soy idiota, fue un gran error haberla volteado a ver. Fue un gran error porque ahora tengo bastantes moretones, un gran error porque mi dignidad ya no está conmigo y porque no puedo dejar de pensar en esos malditos ojos miel verdosos y su rostro originalmente simétrico ¡¿POR QUÉ NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN ELLA?! Al gritar eso me golpee con la pared y decidí mejor dedicarme a bañarme. Salí con la toalla en la cintura, me rasuré los tres pelitos que tengo por barba y me vestí con la sudadera que tiene estampado el logo del deportivo y un par de shorts. Regresé a la zona de casilleros, saqué mi mochila y salí del deportivo, despidiéndome de Francisco, mi buen amigo Paco. Decidí regresar caminando pues estoy ahorrando para una nueva careta y no estoy dispuesto a gastar en un taxi de regreso a casa. Iba del lado izquierdo de la acera cuando escuché el motor de una motoneta y una voz que no había dejado de pensar. - ¡Despistado de la pista! – Era ojos miel. - ¡Ojos miel engreídos! – Sé que yo soy igual o más engreído pero tenía que decirlo. - Me llamo Alejandra y qué fijado al notar el color de mis ojos. – Tenía razón, no me di cuenta que me bastaron 5 segundos antes de la caída y 30 segundos después para notar sus ojos miel verdosos. - Y yo Danny, no despistado, mucho gusto. - Bien Danny, ¿quieres que te lleve a tu casa? - No, gracias Alejandra, prefiero caminar. – A decir verdad me dan miedo las motocicletas. - ¿Eres una niña pequeña? ¿Te da miedo? jajaja, bueno, tú te lo pierdes. - ¡¿NIÑA YO?! Yo no… - Y arrancó su moto antes de que pudiera decirle si quiera algo, ¡ah! No tenía ni dos días de conocer a esa mujer y ya me había sacado de mis casillas. Seguí caminando unas calles más, la noche estaba bastante tranquila, no hacía tanto frío y nadie trató de asaltarme. Entré al edificio, subí 5 pisos y saqué mis llaves para entrar al departamento. Me lo daban tan barato porque no hay elevador y está en el último piso, pero al menos es un departamento bastante espacioso y quedó perfecto después de la remodelación. Puse mi florete y demás cosas de esgrima en el armario dónde siempre las guardo. Me hice un sándwich bastante pobre, solo era un jamón con dos rebanadas de pan. Me senté en la mesa, lo acabé y me fui a la cama a dormir, fue un día bastante cansado y necesitaba dejar de pensar en lo patético que me vi al no responderle de manera inteligente a esa tal Alejandra, Dios pero sí que soy idiota. Me levanto a las 6 AM para ir a la universidad, estoy estudiando Cinematografía, es una carrera que tienes que tratar con bastante cuidado si no quieres terminar fracasado y haciendo comerciales para empresas pequeñas. Desayuno una de mis especialidades, algo que es un poco complicado de cocinar pero me encanta… ¡Huevo con chorizo! Bien, tal vez no sea tan complicado pero me queda delicioso. Busco 5 pesos en mis pantalones usados para poder irme en metro, tengo auto pero ahora solo lo uso en ocasiones especiales por eso de la gasolina tan cara. Bajo las escaleras corriendo

porque ya va a llegar el metro, choco con una viejita que me dice bastantes cosas obscenas, pero supongo que lo merezco. El metro cierra sus puertas y alcanza a agarrarme la mochila, pero vuelven a abrir las puertas y me acomodo mejor, paso 5 estaciones y me bajo, subo las escaleras y camino unos 300 metros hasta mi escuela. Una vez dentro tomo mis clases y nada interesante que requiera contarles. Salgo a las dos de la tarde, voy a una fonda que está cerca de ahí a comer algo ligero, ya me conocen bastante bien, desde que inicié la carrera voy a esa fonda. Termino de comer mi arroz con pechuga y regreso al metro, esta vez choco con un señor alto que quería golpearme pero alcanzo a correr, entro al metro y huyo exitosamente de este señor. Después de eso subo hasta mi departamento, y saco mis llaves que están… ¡¿Dónde dejé mis llaves?! Las tenía en el bolsillo ¿o las puse en la mochila? Tienen que estar por algún lugar, no se pudieron haber caído ¡ah! Aquí están, en el otro bolsillo, a veces soy bastante tonto. Abro la puerta, me cambio por ropa deportiva, agarro mi florete, mis demás cosas y me dirijo al deportivo. Ahora sí voy a llegar a tiempo, incluso llegaré cinco minutos antes. Saludo a Francisco con la misma mano con la que estoy agarrando mi florete mientras busco mi tarjeta para ingresar al deportivo… ¡¿También la perdí?! ¡Pero la tenía aquí! Tal vez está aquí… Sí, estaba en la funda del florete. Camino con calma ya que no voy tarde, doblo en el siguiente pasillo, toco la puerta de madera y entro a un salón totalmente vacío. Al parecer me olvidé que hoy no habría entrenamiento porque el profesor iba a estar fuera unos días, soy muy distraído. A pesar de eso me cambio, me pongo la careta, saco mi florete de su funda y me pongo a practicar algunos movimientos, unos viejos que ya domino bien y otros nuevos que vimos la clase pasada. Nada me quitará mi parte favorita del día, ni si quiera el hecho de que el profesor esté fuera de la ciudad. Para mi próximo proyecto de la universidad haré un cortometraje sobre un duelo de esgrima, habrá tantas tomas en cámara lenta, desde el punto de vista de cada oponente, desde el piso, desde el techo, por todos lados. Será el mejor cortometraje que he hecho, será increíble… - Danny el despistado. – Esa voz me sacó de pensamientos y la concentración que tenía haciendo que me cayera hacia delante y desacomodando mi careta dejándome sin posibilidades de mirar. - ¿Qué pasa? ¿Quién eres?. – Por la simple voz era más que obvio que era Alejandra Engreída. Alejandra, bobo, déjame ayudarte. – Me quitó la careta y me ayudó a levantarme, Dios mío con sus ojos. Muchas gracias, pero no necesitaba ayuda, solo perdí un poco el equilibrio, es parte del entrenamiento además… - Ya acepta que te desconcentré, te caíste y necesitabas mi ayuda. – Odio que tenga razón. - Está bien, tal vez sí necesitaba tu ayuda, de cualquier modo ¿qué haces aquí? - Solo estaba revisando el Deportivo, soy nueva y estoy averiguando qué clases hay. – Más le vale no entrar a esgrima. Pues este es el salón de esgrima, solo que hoy no había entrenamiento y aproveche el salón vacío para practicar movimientos nuevos. - Interesante, siempre me pareció un deporte maravilloso… - Oh no, ¿está diciendo que entrará? – Pero no es mi estilo, usan demasiada protección con su traje y caretas, eso le quita la diversión. – Mi deporte es bastante divertido ¡Dios mío con esta mujer! - Es eso o que te saquen un ojo durante el duelo. - Sería interesante tomar el riesgo, pero creo que entraré a equitación. - ¿Quieres que te lleve a dónde entrenan? – Que diga que no, que diga que no. - Sí, sería de gran ayuda. – ¿Por qué dijo que sí? Ahora tendré que acompañarla a ella y a su

tonta y gran sonrisa. - Déjame cambiarme y vamos. Me puse de nuevo la ropa deportiva con la que entré y caminamos hasta el campo dónde entrenan equitación, me gustó bastante cuando era pequeño pero el miedo latente de caerme del caballo y que me causara alguna lesión de por vida no era para nada parte de mis planes, así que lo dejé meses después. El entrenador era un buen amigo de mi familia, se llamaba Lorenzo, pero todos le decían Enzo, suena más interesante y deportivo. - Enzo, ¿cómo estás? - Muchacho Danny, hacía mucho que no pasabas a saludar, ¿qué te trae por aquí? - Ella me trae por aquí. Alejandra, Enzo. Enzo, Alejandra. – Se dieron la mano. - Mucho gusto Enzo, me interesa intentar esto de la equitación. - Perfecto Alejandra, acompáñame. - Sí, no se preocupen por mí, yo los esperaré aquí. – Y se fueron dejándome solo en el campo. Caminé alrededor de la zona hasta que vi a Alejandra salir del establo con un caballo precioso y café claro, como color capuchino. Ella traía puesto un uniforme, vaya que son rápidos aquí, encontró su talla sin problemas. Traía su uniforme, se recogió el cabello con una trenza y se puso un casco, de pronto dejó de verse tan odiosa y engreída y comenzó a verse bastante linda. Ella y el caballo avanzaron por todo el campo lento, mientras Enzo lo tenía agarrado con una especie de correa. Ellos se acercaron hacia dónde estaba. - ¿Y bien? ¿Te está gustando la equitación Alejandra? ¿Es divertida? – Le dije con sarcasmo por lo que había dicho antes del esgrima. - Bastante, se siente la adrenalina y poder incluso cuando solo estoy caminando. Bien, entonces creo que es tiempo de que tú lleves las riendas. – Dijo Enzo dándole las riendas a Alejandra y dejando que maneje ella sola al caballo. Alejandra se alejó poco a poco y comenzó a ir cada vez más rápido con su caballo alrededor del campo. - Ella es bastante buena Danny, hiciste bien en traerla aquí y también en hacerla tu novia. - ¿Mi novia? Jajajaja. – Esperen, me sigo riendo jajajaja, él dijo “novia”, Dios que risa. – Ella no es mi novia Enzo, es una chica que conocí ayer en la pista para correr y a la cuál le ofrecí mi ayuda el día de hoy para traerla. - Bueno muchacho, en ese caso no deberías perder tiempo, te arrepentirás. Para nada Enzo, ella no es mi tipo demasiado engreída para mi gusto, aunque claro que es bastante bonita, energética, aventurera… Pero no es para mí. - Lo que digas Danny, bueno, iré a asegurarme que los demás chicos no se hayan caído de los caballos. - Suerte Enzo. Me quedé ahí otro rato pensando en lo que había dicho Enzo, vaya que Alejandra es bonita pero no es de mi agrado, ¿o sí? Tal vez debería conocerla más. Maneja bastante bien a ese caballo, la veo acercarse una vez más a mí. - Adoro esto, definitivamente me quedaré aquí. - Perfecto Ale, así no me molestarás en esgrima. - ¿Acabo de decirle “Ale”? - ¿Me dijiste Ale? – Me sonrío diferente, como burlándose pero no en un mal sentido. - Quiero decir, Alejandra, ¿cómo te apellidas? – Dios, ¿por qué me puse tan nervioso?

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Alejandra Castañedos, mucho gusto. – Me extendió su mano a modo de saludo. Danny Moreno, lo cual es irónico porque no soy tan moreno. – Y comencé a divagar dándole a entender que estaba bastante nervioso. – Pero sea lo que sea, me está dando bastante hambre, ¿quieres ir al comedor por algo? - Claro, me encantaría, solo déjame poner a Stefan en el establo. - ¿Stefan? – ¿En verdad le puso ese nombre a su caballo? - Sí, Enzo me dejó ponerle un nombre, ahora es prácticamente mío. - Ah, un nombre bastante original. – Ridículo a decir verdad. – Bueno, te espero en la entrada del establo. Caminé hasta la entrada, disfrutando del aire limpio que se sentía ahí, a pesar de no ser un bosque habían bastantes árboles y césped que te hacía la sensación de estar fuera apartado de todo, eso me encanta, este lugar siempre te hace sentir que estás apartado del demás mundo. Ya en la entrada noté que mis agujetas estaban desatadas así que hice lo que cualquier persona pensante haría y me agaché para atarlas cuando vi un par de pies frente a mí, me paré rápidamente para ir con Alejandra al comedor pero mi torpeza interfirió y nos dimos un cabezazo que hizo que Alejandra se recargara en mí. Casi pierdo el equilibrio pero por suerte mis piernas no fallaron y solo retrocedí un paso, sujetándola por los brazos. - Deberías fijarte más Danny, a la próxima me romperás la nariz. - No te preocupes Castañedos, cuento con que lo haré. – Está bien, tal vez fue algo grosero pero el ambiente lo ameritaba para que dejara de ser todo tan incómodo. Caminamos uno al lado del otro por un camino de liso de piedra hasta llegar a un comedor bastante bonito y cómodo, no era un comedor convencional, como los que hay en las escuelas secundarias o en mi universidad, era un comedor que te hacía sentir en un restaurante pero al mismo tiempo en tu casa, las sillas eran bastante cómodas y tenía una iluminación que le daba un toque especial. Escogimos una mesa que daba a un ventanal, pedimos unos sándwiches y de beber tomamos unos jugos con combinaciones bastante extrañas, era un lugar que daba comida saludable. - ¿Qué me puedes contar de ti Danny? Lo único que sé hasta ahora es Enzo es tu amigo, te gusta el esgrima y eres bastante distraído y torpe. No soy torpe, tú me haces torpe. – Me dio una mirada extraña y se rio, lo cual me hizo entender lo tonto que sonaba lo que dije y me puse aún más nervioso. – No quiero decir que influyas de alguna manera sobre mi comportamiento, a lo que me refiero es que me distraes ¡QUIERO DECIR! Me hablas en momentos en los que estoy concentrado en otras cosas, sí, eso. – Creo que salvé mi metida de pata. - Claro torpe, lo que quieres decir es que te pongo nervioso. - No, claro que no. Pero volviendo a tu pregunta, te puedo contar que estoy en este deportivo desde hace 11 años, practicando cada deporte que se puede practicar aquí. - ¿Entonces no solo entrenas esgrima? - Desde los 12 entreno solo esgrima, pero antes de eso entrené natación, equitación, taekwondo, tiro al arco y basquetbol. Se hizo tarde y vimos como el cielo pasó en distintas tonalidades de azul, así que salimos del deportivo, ella se montó en su moto y esta vez accedí a que me llevara. - Te va a gustar bastante Danny, lo prometo. - Solo no te estrelles, quiero conservarme en una pieza. Y Alejandra tenía razón, fue bastante divertido a pesar de que al principio no quería alzar la cabeza

por miedo a perder el equilibrio y caer. Llegamos a mi edificio y bajamos de la moto. - Fue bastante divertido Alejandra, aunque eso no significa que casi me dan dos infartos pero sí me divertí bastante, gracias. - No hay de qué Danny, y puedes decirme Ale, no hace falta que gastes saliva de más. - Gracias Ale, ahora creo que entraré a mi casa porque no quiero que me asalten y tú tampoco quieres eso. - Eres bastante miedoso Danny, deberías relajarte un poco. El plan era despedirnos de beso pero mi torpeza interfirió otra vez y cuando yo debía hacerme hacia la izquierda porque ella se inclinó a la derecha, hice lo mismo que ella y terminé dándole un casi beso, de esos que te dabas en primaria y te emocionabas porque era la primera chica que besabas. Oh, lo siento, es que está oscuro y me confundí. – Ella solo se quedó mirándome con una expresión de confusión, mi capacidad de arruinar todo tan rápido es impresionante. No, está bien, yo ya sabía que te morías por mí. – Lo dijo con bastante seguridad pero al mismo tiempo se notaba que estaba nerviosa. - Se me va a escapar el gato, debo de irme. Y entré corriendo a mi departamento sin mirar atrás, yo ni si quiera tengo un gato pero fue lo primero que se me vino a la mente. Como hubiera deseado que en ese mismo instante alguien nos asaltara para salir de ese momento tan terriblemente incómodo. No hice nada más que acostarme y desear no ir al deportivo la mañana siguiente. Al despertar me sentía con una energía bastante positiva, sentía que en ese momento podría ganar mil duelos de esgrima, lo cual era bastante conveniente porque en unos días comenzaba un torneo importante. Me levanté, desayuné, corrí al metro, fui a la universidad y tomé cada clase que me tocaba con una sonrisa. Terminé y fui corriendo a mi departamento, cuando traté de abrir la puerta tiré las llaves de lo rápido que estaba haciendo todo, ni si quiera sé por qué llevaba tanta prisa. Recogí mis cosas y corrí al deportivo, saludé a Francisco y entré con mi tarjeta. Paso por el bebedero, por un pasillo y toco la puerta para entrar y saludar a mi profesor. - ¡Danny! Qué bien que llegaste, quiero presentarte a alguien. - Claro. – ¿Alejandra terminó entrando a esgrima? - Él se llama Andrés, será tu nuevo compañero de entrenamiento. – Al fin algo más difícil que Samuel, aunque extrañaré al pobre chico. El profesor se fue y nos dejó solos para conocernos antes de nuestro primer duelo. Hola, soy Danny. – Me miró como si tuviera alguna enfermedad que se propagara por el contacto y solo asintió con la cabeza. Vaya que era grosero. Nos llamaron para entrar en duelo así que recogí mi florete, me acomodé la careta y me puse en posición. Por supuesto que será más fácil que con Samuel pero aun así soy el mejor, no podrá ganarme. Inició y chocamos espadas, retrocedí dos pasos evitando que me diera en el estómago, choque, choque y avancé un paso, choque, choque, retrocedí tres pasos, choque, choque, me da en el estómago y me saca de la pista. Por primera vez en un par de años me saca de la pista alguien que no es el profesor. El solo se rio y continuamos así el resto de la clase. Sentía que me había fallado a mí mismo así que terminando la clase fui a un lugar que disfruto bastante, la alberca. Me cambié la ropa y me senté en las gradas que la alberca tiene, adoro ver como practican nado sincronizado en la primera alberca y como tratan de ir cada vez más rápido en la alberca olímpica. Tiene una iluminación esplendida este lugar, por lo tanto cuando atardece el cielo naranja le da un toque de

nostalgia al lugar. Mi parte favorita es ver a los clavadistas, hay desde niños de 7 años que se avientan desde el de mediana altura y adolescentes de 15 que tienen el valor de aventarse desde el trampolín más alto. Cuando me di cuenta había comenzado a oscurecer, o sea que Alejandra ya iba a salir de sus clases de equitación. Agarré mis cosas y fui corriendo al campo y efectivamente ahí estaba Alejandra, solo que en lugar de estar en su lindo traje de equitación hablando conmigo estaba en su lindo traje de equitación hablando con Andrés. Me volteo a ver y fue a saludarme. - Hola Danny ¿cómo estás? ¿se te escapó el gato? - En realidad no tengo gato, pero bien gracias, ¿y tú? Supongo que muy bien con tu nuevo amigo. – Eso vino de la nada, lo juro, no tenía intenciones. ¿Esto es una escena de celos? Es solo un amigo. – ¿Celos? Yo no estaba celoso, para estar celoso ella me tiene que gustar y no lo hace, ¿o tal vez sí? - No, no son celos, solo curiosidad. – Tengo que hacer parecer que Andrés no me importa en lo absoluto y no estoy celoso. – ¿No te gustaría venirme a ver competir en esgrima el sábado? Sería un honor ver a Danny derrotando a torpes más torpes que él. – Me agradaba que me dijera torpe. - Entonces ahí te veo, es a las 4, también estará tu amigo Andrés. Me despedí de ella y salí corriendo. Una de mis cosas favoritas del deportivo que ahora mismo no me gustaba para nada es que es enorme y para salir de ahí te llevas unos minutos. Volví por mis cosas, me despedí de Francisco y me fui a mi casa. Toda la semana estuve llegando 10 minutos antes del entrenamiento para calentar, quedándome una hora más cuando el salón ya estaba vacío, yendo a saludar a Alejandra y regresando a mi casa. El viernes ni si quiera fui a la universidad con tal de estar todo el día entrenando. Cuando salí del salón ya estaba oscuro y en el estacionamiento estaba Alejandra esperándome en su motocicleta. Instintivamente la saludé y me subí a su moto, sin siquiera preguntar si podía llevarme a casa. Si lo piensan bien es bastante patético que la chica que me gusta me lleve a casa, siendo yo el hombre, debería ser al revés pero no tengo auto. Al bajarme de la motocicleta. Ella se quitó el casco y lo más adecuado para no dejar que mi torpeza interfiriera era despedirnos con un saludo de mano pero hay veces en la vida en las que debes entrar al duelo sin la careta o el traje, solo con tu florete. Así que lo más inteligente que se me ocurrió fue plantarle un beso en los labios y entrar corriendo a mi departamento para que “mi gato” no escapara de nuevo. Un gato que no tengo. Ella solo se quedó ahí, pensando, se subió a su motocicleta y se fue. Desperté, me arreglé, tomé un desayuno de campeones (mi huevo con chorizo) y tomé mis cosas para irme al deportivo. Como este día iba ser de duelos me fui caminando, eso me toma más o menos 20 minutos, pero me sirve bastante para concentrarme y no fallar. Lamentablemente lo único en que podía pensar era si Alejandra iría a verme después de la estupidez de besarla. Al llegar me cambié y comencé a calentar. Las gradas comenzaban a llenarse de los papás, familiares, novias y seres queridos de los competidores, incluso creí haber visto un perro o dos. Los duelos comenzaron y los primeros fueron bastante sencillos, cosa de unos cuantos choques y estaban fuera, la dificultad fue aumentando y en el último que tuve casi me sacan de la pista, pero terminé ganando. Ya había tenido 4 duelos y Alejandra no aparecía por ningún lado. Tal y como esperaba mi último duelo y el que definiría quién ganaba el torneo sería contra Andrés, su buen amiguito de Alejandra. Estaba dispuesto a ponerle una paliza, no podía dejar que además de ganarme a Alejandra me ganara en mi deporte. Vocearon nuestros nombres y las gradas aplaudieron, voltee hacia la izquierda, derecha, una vez más

a la izquierda y la vi, llevaba un vestido blanco arriba de la rodilla, una chaqueta de piel y una bolsa pequeña de color café. La saludé de lejos y me dirigí a la pista. Tome un gran respiro y estaba listo para que iniciara. Sentía todo muy lento, un choque, dos choques y retrocedí dos pasos, chocamos otras tres veces y avancé un paso, esquivé su florete que me daría en el pecho y tomé mi posición, avancé tres pasos más y nos mantuvimos ahí chocando floretes, logré avanzar más y estaba a un paso de sacarlo de la pista, y logré ver como un pie suyo había salido, lo cual debió de darme la victoria pero nadie lo marco, nadie lo vio más que yo, entonces el avanzó y seguí defendiéndome hasta que sentí como él comenzó a tomar el control, mi adrenalina subió al ver lo rápido que estaba retrocediendo, todo sucedió en un parpadear de ojos y estaba a un paso de salir de la pista cuando perdí el equilibrio, me dio en el estómago y efectivamente, me sacó de la pista. Le dieron la victoria, el trofeo y el reconocimiento a él, Andrés que llegó dos semanas antes me había ganado algo que yo llevaba ganando 4 años consecutivos. Me sentí mal, esa noche solo llevaba una medalla en lugar del trofeo y Alejandra había visto todo. Ahora seguramente ser iría con Andrés y su caballo Stefan juntos cabalgando hasta el atardecer. Salí del lugar, tomé mis cosas y me fui a sentar a una parte bastante relajante del deportivo, era un espejo de agua un poco grande con plantas alrededor y me quedé ahí sentado jugando con el agua. Escuché zapatos de piso sonar contra el piso de piedra liso y supe que era Alejandra. - Danny Torpe, ¿cómo estás? - ¿Qué opinas tú? Perdí todo, perdí en lo que yo creía que era el mejor y ahora tú te irás con Andrés. – Ella se partió de risa y tomó mi mano. Número uno, el que hayas perdido esto no significa que no seas el mejor, para mi eres el mejor. – Me miró a los ojos y me sentí tranquilo aunque bastante nervioso. – Y número dos, yo no voy a ir a ningún lado y menos con un engreído como Andrés. Yo me quedo aquí contigo torpe. No sé en qué momento sucedió pero estábamos ahí, sentados en el espejo de agua dándonos un beso bastante torpe. - Ven, trae tus cosas, vámonos de aquí. – Me encantaba su espirito aventurero. - ¿Y a dónde iremos exactamente? - Hasta dónde nos alcance la gasolina de la motocicleta. – Tomo mi mano y comenzó a correr hasta el estacionamiento. Me despedí de Francisco, nos subimos a su moto y ese fin de semana nos perdimos en algún pueblo mágico de México. Eso era lo que me hacía falta, su espíritu aventurero empujándome a hacer algo que nunca haría por mí mismo. Me hacía falta una Alejandra en mi vida.