Alberto Romero. De silencio y luz

cubierta ROMERO 10/05/12 13:10 Página 1 Alberto Romero De silencio y luz Angustias, 44. VALLADOLID www.salaexposicionespalaciopimentel.es www.arteval...
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Alberto Romero De silencio y luz Angustias, 44. VALLADOLID www.salaexposicionespalaciopimentel.es www.artevalladolid.es www.diputaciondevalladolid.es

Del 6 de junio al 6 de julio de 2012 Laborables: de 12 a 14 y de 19 a 21 horas. Lunes cerrado Domingos y festivos: de 12 a 14 y de 19 a 21 horas

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Alberto Romero De silencio y luz

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DE SILENCIO Y LUZ l estilo de Romero –ahora que nadie quiere hablar de estilo y que las improvisaciones sin recato se repiten en una irresponsable y falsa libertad– resulta un verdadero consuelo ante tanta mediocridad. Así, el lenguaje del gesto y del color, utilizado como puro valor de orden plástico y la arquitectónica espacial que plantea este tipo de abstracción dicen mucho más de cuestiones relativas a la intimidad de la conciencia. Y lo dicen con más hondura y sinceridad que cualquier otro lenguaje gráfico conocido.

E

De este modo se nos revela otra significativa cualidad de la trayectoria de Alberto Romero: la aspiración de lograr el dominio del simbolismo de la presencia, la estabilidad y la contemplación, mediante el ejercicio de la plena intensidad y fuerza del gesto decidido. El proceso debe constituir el desarrollo de una composición narrativa que expresa algo ya previamente logrado en lo más recóndito de la conciencia. Y no deja de parecernos una lógica evolución hacia una poética de nuevo cuño, coherentemente decantada a partir de los mismos planteamientos lingüísticos explorados hasta la actualidad por el artista, en el límite entre la figuración, la abstracción, la contemplación, la acción y la irrevocable necesidad de expresión que, como un San Francisco de Asís, busca un arte que le sirva para el conocimiento propio y como vía de perfección personal, en el que pueda resolver su duda permanente entre el instinto y la razón, entre la predominancia relativa a la responsabilidad y el orden, o bien la libre espontaneidad sin reglas. Un arte asumido como historia actualizada, en el que en forma de argumento pictórico, pueda ser ofrecido al espectador el resultado de las «conversaciones» sostenidas con otros maestros.

«El artista no puede prescindir de la sensación constante de la arbitrariedad y del caos que se oponen a lo que nace de sus manos que, poco a poco, se presenta como necesario y ordenado». (P. VALÉRY). El Orden en el des-orden, la superación del des-orden creador mediante otro Orden de grado superior, los problemas que suscita en todo creador la búsqueda de una armonía de la verdad, no sólo sin negación de la vida, sino arriesgando la propia existencia y la vitalidad expresiva en ello, constituyen las constantes pre-ocupaciones de nuestro artista. La tensión entre la profundidad y el plano pictórico, en donde las evocaciones de significación que podrían sugerir el espacio de la profundidad, quedan neutralizadas por la misma ambigüedad deliberada de los signos gráficos que, simultáneamente, devuelven preceptivamente la presencia del plano del cuadro, subrayando una voluntad de abstracción que persigue mostrar una plástica pura y desimplicada de otra realidad Y, sin embargo… como en un pre-sentimiento, la tensión de la figuración se mantiene de modo decidido en la obra. Alberto Romero explora transformando la pintura en dibujo y así mismo el dibujo en pintura, desarrollando un ejercicio de la duda metódica a manera de espacio cartesiano que busca su renovación con un lenguaje actual. Sugerencia de sueños, de un duerme-vela latente en el que los mensajes del inconsciente se mantienen sobreelevados en una posición intermedia atrapando definitivamente el lenguaje capaz de comunicar un nuevo mensaje original plenamente instalado en el plano de la conciencia despierta. Disfrute para la inteligencia y la sensibilidad del espectador, que siempre, en definitiva, es lo realmente esencial en arte. JOAQUÍN PLANELL Profesor de la Cátedra de Formas Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid

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AUTORRETRATO

uando empecé a pintar a los quince años mi vida mejoró mucho. Lo que empezó como un pasatiempo de fin de semana pronto empezó a ser una actividad absorbente e intensa. Aquellos años de adolescencia, además de con el Bachillerato y el sexo, estuvieron ocupados en la búsqueda del camino para hacerme un pintor profesional. En aquella miseria que se respiraba en la primera posguerra, entre los piojos, la tuberculosis, el pan de centeno, el racionamiento, las gachas y los boniatos, cuando todavía no se había formado mi sensibilidad ni tenía claro cómo interpretar lo que me trasmitía la contemplación de los bellos paisajes de Cuenca, mi ciudad natal, pero influenciado, tal vez, por los cuadros que pintaba mi abuelo Fermín reproduciendo aquellos rincones, el caso es que veía los árboles, los reflejos del río y los farallones de piedra de las hoces con otra intención, con una mirada distinta que añadía a la realidad circundante lo que veía en sus cuadros: sombras violeta, espatulazos de azul cobalto, nubes en las que los trazos del pincel creaban surcos en el brillo del blanco y el amarillo Nápoles, de tal manera que el paisaje lo convertía yo en otro, portador éste de otros mensajes, de otra escondida realidad. Es muy probable que la contemplación de aquellas pinturas fuera el fermento de mi vocación.

C

Empecé a leer biografías de artistas. Además de los grandes clásicos y de los primitivos, me interesaban los impresionistas y los expresionistas alemanes de Die Brücke. En una Historia del Arte de Elie Faure había leído: «El arte es un destello de armonía conquistado por un hombre sobre la oscuridad y el caos que necesariamente le precede, le sigue y le envuelve. El artista está siempre solo». Para mí fue como una declaración de principios: tenía que construir decentemente mi soledad, desgarrar el velo, utilizar una nueva forma de ver, llegar a ser «el pájaro solitario» de San Juan de la Cruz. Tenía dieciséis años cuando hice la primera exposición, cuando el pasado no existía todavía. Pasaron los años. Exposiciones por Europa y Estados Unidos, familia, viajes, libros… En el mundo del arte fueron cambiando cosas. Lo que había sido rechazo social hacia las vanguardias se había convertido en la aceptación de cualquier propuesta, persiguiendo la originalidad con los vaivenes de la moda y creyendo que todo es lo mismo. Transvanguardia, posmodernidad, minimal, conceptual… La pretensión de convertir al artista en el soporte para el discurso de un curator, utilizando su obra como medio para promocionar su carrera. El desprecio al oficio; el arte comprometido; los descontentos de la globalización; la decadencia de Occidente; la socialización; lo exótico; el testimonio social y la política de género; la fotografía, la infografía; lo fashion, la tradición de lo nuevo, el arte del tercer mundo. Bla, bla, bla.

Nihil novum sub sole. Giotto me parece moderno.

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Ahora, no creo haber descubierto «la sabiduría del ocaso». Sí, tal vez, cierta melancolía al aceptar lo inevitable. Pero sigo creyendo que intentar la trascripción de los signos del tiempo evaporado pero, no obstante, unido a mí, es la mejor manera de saber quién soy, de descubrir el sentido interno de una indagación intransferible. Acepto la catástrofe que soy, mi incapacidad para orientarme ya en el paisaje. El viaje de recuperación de mi individualidad pasada para traerla al presente tiene un fin terapéutico en la enfermedad del vivir. No es que yo vuelva al pasado, traigo al presente los vestigios de otro tiempo para seguir adelante, para sobrevivir a la caída en la coacción general. Aunque nuestra vida sea viajera, la memoria permanece sedentaria para los recuerdos adheridos a los lugares que hace mucho tiempo dejamos atrás y su luz y sus sonidos se siguen mezclando indisolubles con nuestra vida en un rumor interior como de lejano oleaje que nos acompañará siempre. Y sigo con el enigma de la pintura, con el conflicto permanente, la constante lucha. «Los artistas somos como adolescentes: mientras eres rebelde, te puedes salvar; si cedes, estás perdido», me decía mi amigo, el vasco Bonifacio, muerto el diciembre pasado. También opinaba, con razón, que la pintura se desarrollaba mejor en una situación entre la desesperación y la frustración. Es verdad, cuando las cosas van mal se trabaja con mayor libertad que cuando todo va bien. Así ocurre cuando un cuadro se atasca, no va, después de darle vueltas queriendo conservar zonas que parecen resueltas y trabajando insistentemente otras sin conseguir un resultado, solamente, siempre, cuando cansado y frustrado por la incapacidad, la furia y el impulso destructivo arrasan con todo, es en esos momentos desesperados cuando surge la luz. De las zonas borradas, de los goterones de aguarrás sucio y de los restos de grafismos anteriores, como rescatado de un naufragio, aparece otro cuadro, una superficie rica y más auténtica que se apodera de la idea primera y me arrastra a otra solución. Parece un milagro. Ese momento de júbilo al haber encontrado el camino ganando la pelea me mantiene eufórico hasta la próxima lucha con otro cuadro, en el intento de llegar a algún lugar entre el instinto, la razón, el oficio y, sí, el azar, donde se resuelva el drama. Aquí sigo, más de medio siglo después de mi primera exposición, en deuda con el pasado que ha creado cuanto conozco, en la aventura diaria con los materiales, una pelea que nunca termina porque es una pelea conmigo mismo, que no tiene final y que no tendrá ganador pero, mientras pueda seguir con este afán irresistible, con la estoica, inútil metáfora de demostrar la posibilidad de salvación venciendo el miedo al que nos somete el Tiempo, intentando hallar una ley que sirva para mi universo en el que pueda mantener mi energía, mi esfuerzo y mi amor, una ley que ponga en orden el caos de las sensaciones percibidas y de los sentimientos confundidos, podré seguir existiendo. Del rescate de las luces y de los signos-vestigios de otro tiempo, presencias que fueron, pecios olvidados, de días soleados y nublados, de esas cosas trata esta exposición. El cuadro me da la vida y el cuadro me la quita. Existir significa mantenerse en vela. Soy inmortal hasta mañana. Después, desapareceré y nada quedará de mí si no he cuidado de imprimir mi huella en este camino hacia otra parte, en esta búsqueda y esta nostalgia. ALBERTO ROMERO

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TABARCA Óleo s/lienzo 130 × 162 cm

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SIGNOS II-III Óleo s/lienzo 162 × 260 cm

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LA RESTINGA Óleo s/lienzo 89 × 92 cm

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ESBJERG Óleo s/lienzo 185 × 195 cm

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ENSENADA Óleo s/lienzo 114 × 146 cm

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CAMINO POLOP Óleo s/lienzo 114 × 146 cm

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A LA PISCINA Óleo s/lienzo 185 × 195 cm

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AMANECER POLOP Óleo s/lienzo 130 × 162 cm

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FERRAGOSTO I Óleo s/lienzo 130 × 162 cm

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LIMONCELLO Óleo s/lienzo 130 × 162 cm

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ALMADRABA Óleo s/lienzo 185 × 195 cm

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Alberto Romero EXPOSICIONES PERSONALES MÁS IMPORTANTES 1966. Ateneo de Salamanca. 1968. Galería Berenküil. Bussum (Holanda). Museo «De Vaart», Hilversum (Holanda). 1969. Hall del Teatro Nacional. Tilburg (Holanda). 1970. Ateneo de Madrid. Sala Santa Catalína. 1971. Galería Sophia Decker. Altea. 1972. Diputación. Málaga. Hotel Don Pepe. Marbella. 1973. Galería Ariadne. Colonia (Alemania). 1974. Galería Arrabal. Callosa de Ensarriá. 1975. Sala PROPAC. Madrid. 1977. Casa de Cultura. Cuenca. 1978. Caja de Ahorros de Alicante y Murcia. Altea. 1981. Galería Heller. Madrid. 1982. Newman Gallery. Filadelfia (U.S.A). Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real. 1985. Itinerante patrocinada por la Caja Postal: La Coruña, Santiago de Compostela, Granada. 1987. Pintores de Castilla la Mancha.Caja Postal. Cuenca, Toledo.

1989. 1990. 1991. 1992. 1994. 1996. 1997. 1998. 1999. 2003. 2004.

2005. 2006. 2007. 2008. 2009.

Caja Postal. Cuenca. Galería Fauna s. Madrid. Galería Aritza. Bilbao. Galería Recoletos. Madrid. Galería Pilares. Cuenca. Galería Seiquer. Madrid. Galería Pilares. Cuenca. Casa de Cultura. Altea. Galería Pilares. Cuenca. Galería Paulo Enes. Lisboa. Fundación Antonio Pérez. Cuenca. Galería Pilares. Cuenca. Galería Margarita Summers. Madrid. Galería Italia. Alicante. Palau Altea. Galería Fermín Echáuri. Pamplona. Galería Bauhaus. Colonia (Alemania). Galería Pilares. Cuenca. Galería Paulo Enes. Oporto.

EXPOSICIONES COLECTIVAS MÁS IMPORTANTES 1967. Galería Berenkúil. Bussum ( Holanda). 1968. Galería Kückels «Neue Tendenzen». Munich (Alemania). 1972. Galería Seiquer. «Surrealismo ahora». Madrid. 1972. Galería Vandrés. «La Paloma». Homenaje a Picasso. Madrid. 1975. Galería Kandinsky.»Nuevas Formas». Madrid 1982. Littman Gallery. Smith Center. Portland. (USA) 1985. Galería Proyección (Mejico). ARCO. Madrid. 1987. Caja Postal. Pintores de Castilla la Mancha. Toledo, Cuenca. 1989. La Kábala. «Museo Portátil». Madrid.

1993. Colección Instituto de Crédito Oficial. Exposición itinerante. 1995. Unión Fenosa. La Coruña. 1998. Premio Antoni Gelabert. Palma de Mallorca. 1999. Premio Caja Castilla la Mancha. Toledo 1999. Premio Aitor Urdangarín. Vitoria 1999. Unión Fenosa. La Coruña. 2000. PEA Painters from Everywhere in Altea. 2001. Artesantander. 2001. Premio BMW. Itinerante. 2003. Encuentros. Pintores de Castilla la Mancha. Toledo.

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2004. Premio BMW. 2005. Premio BMW. 2006. Art Madrid. Palacio de Cristal.

2006. Dual Art. Madrid. 2008. Art Madrid. Palacio de Cristal. 2010. Art Madrid. Palacio de Cristal.

COLECCIONES – – – – – – – – –

Museo Provincial. Cuenca. Casino. Cuenca. Banco Paribas. Caja de Ahorros de Colonia (Alemania). Trasatlánticos Ybarra. Universidad de Portland. Oregón. (USA). Caja de Ahorros de Castilla la Mancha. Cuenca. Kölnischer Stadt Anzeiger. Colonia (Alemania). Colección Neven Dumont. Colonia (Alemania).

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Minas Van Essen. Amsterdam (Holanda). I C O. Instituto de Crédito Oficial. Madrid. Colegio de Abogados. Madrid Ayuntamiento de Altea. Ayuntamiento de Madrid. Caja de Guadalajara. Fundación Antonio Pérez. Cuenca. Galería Pilares. Cuenca.

PREMIOS 1994. Premio Goya. Villa de Madrid. 1997. Premio Colegio de Abogados de Madrid. 1998. Premio Ejército del Aire.

2000. Premio XXIII Certamen Nacional de Arte. «Caja de Guadalajara». 2001. Premio BMW. Medalla de Oro.

SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA WINGEN, Ed.: «De Telegraaf». Abril de 1967. Amsterdam. CAMPOY, Antonio M.: «ABC». Junio 1970. Madrid. GARCÍA VIÑOLAS, M. Augusto: «Pueblo». Noviembre 1970. Madrid. AZCOAGA, Enrique: «Banco y Negro». Mayo 1977. Madrid. CHÁVARRI, Raúl: «Gaceta de las Artes». Abril 1971. Madrid. LAZO, Mercedes: «Cambio 16». Mayo 1977. Madrid. CHÁVARRI, Raúl: Monografía «Alberto Romero, la Aventura del Arte», ilustrada con 24 diapositivas. Diart. 1977. Madrid. CASANES, María Teresa: «El Europeo». Noviembre 1981. ANTOLÍN, Mario: «Arriba». Abril 1981. HALLEN, William : «New York Magazine». Noviembre 1982. New York. ORTEGA, Cristina: «Arteguía». Noviembre 1985. Madrid. MARTÍNEZ, María: «Marmara»: Pintores Conquenses en ARCO. 1985. DEL POZO, Raúl: «Catálogo Caja Postal». 1989 Cuenca. FISCHER, Gabriele: «Schönne Wonung». Alemania. Agosto 1990

ELÉXPURU, Manu: «Presentación Galería Faunas». Noviembre 1991. PÉREZ GUERRA, José: «El Punto». Noviembre 1991. Madrid. ABON, Satur: «Egin». Marzo 1991. Bilbao. ORTEGA, Cristina: «Catálogo Galería Recoletos». Noviembre 1991. ANDRADE, Mónica: «Actualidad Económica». Noviembre 1992. MARTÍNEZ RUIZ, Florencio: «Cultural ABC». Abril 1993. TORRES, Raúl: «El Día de Cuenca». Mayo 1994. TORRENTE, Aurelio: «Catálogo Galería Paulo Enes». Lisboa 2003. PLANELL, Joaquín: «Catálogo Fundación Antonio Pérez». Cuenca, 2005. FERNÁNDES, María Joâo: Catálogo Diputación de Valladolid. 2012. PLANELL, Joaquín: Monografía «De silencio y luz». Madrid, 2012.

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EDITA

Diputación de Valladolid Área de Igualdad de Oportunidades y Cultura Servicio de Educación y Cultura www.artevalladolid.es www.salaexposicionespalaciopimentel.es

TEXTO FOTOS

Joaquín Planell y Alberto Romero Alberto Romero y Begoña Valle (Fotografía del artista)

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Gráficas Andrés Martín, S. L.

DEPÓSITO LEGAL

VA. 468.–2012

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Alberto Romero De silencio y luz Angustias, 44. VALLADOLID www.salaexposicionespalaciopimentel.es www.artevalladolid.es www.diputaciondevalladolid.es

Del 6 de junio al 6 de julio de 2012 Laborables: de 12 a 14 y de 19 a 21 horas. Lunes cerrado Domingos y festivos: de 12 a 14 y de 19 a 21 horas