AL LECTOR LA IGLESIA Y SU MISTERIO. MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA Fundadora de La Obra de la Iglesia

MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA Fundadora de La Obra de la Iglesia AL LECTOR Separata del libro: “LA IGLESIA Y SU MISTERIO” Con licencia ...
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MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA Fundadora de La Obra de la Iglesia

AL LECTOR

Separata del libro:

“LA IGLESIA Y SU MISTERIO”

Con licencia del arzobispado de Madrid © 1991 EDITORIAL ECO DE LA IGLESIA, S.L. I.S.B.N.: 84-86724-01-5 Depósito Legal: M. 38.253-1991 LA OBRA DE LA IGLESIA MADRID – 28006 ROMA – 00149 C/. Velázquez, 88 Via Vigna due Torri, 90 Tel. +34 91 435 4145 Tel. +39 06 551 4644 E-mail: [email protected] http://www.laobradelaiglesia.org

Lo que la Fundadora de La Obra de la Iglesia, Madre Trinidad Sánchez Moreno, ha escrito, o lo que su lengua ha dictado sobre los misterios de la Iglesia, aun los más profundos, es mucho. En cambio, lo publicado hasta la fecha es poco: un volumen de pensamientos –eso sí, densos y profundos– y otro de poesías, delicadas y sabrosas. A pesar de ello, lo publicable, ahora o en su tiempo oportuno, y con todos los honores, es más, mucho más. Fijándonos solamente en los géneros literarios que, en el ámbito de La Obra de la Iglesia, se llaman “temas” y “charlas”, podrían darse a la luz pública muchos volúmenes. Los “temas”, o sea, las exposiciones doctrinales dictadas sobre materias espirituales o teológicas por la Madre Trinidad durante su oración, o como 1

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fruto de ella, cogidas a taquigrafía(1) y transcritas luego, actualmente forman una colección de siete volúmenes, de unas quinientas páginas cada uno, por término medio, y están ya impresos, en edición privada. La extensión de cada tema varía desde las tres o cuatro páginas a más de veinte. Las “charlas” de carácter doctrinal o formativo, dadas de viva voz por su autora, ante un público y un micrófono, y captadas al mismo tiempo en cinta magnetofónica o de “vídeo”, son más de seiscientas, y tienen, cada una de ellas, una duración media de treinta minutos. De ellas, las 129 primeras ya han sido también impresas, en edición privada, y encabezan, con cinco hermosos tomos, una colección que puede llegar a veinticinco volúmenes y que se intitula “Charlas de Teología viva”.

fundacional y constituyen como el meollo del mensaje que la Madre y su Obra traen a la Iglesia para las almas.

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Los temas vienen a ser la resonancia o eco de la voz de lo alto que se deja oír en el alma de la Fundadora de La Obra de la Iglesia. Los temas son como la fuente de donde luego manarán las charlas. En los temas, la Madre escribe como al dictado de una voz superior. Ella ha podido escribir estos versos significativos: “Le siento dentro de mí abrasándome en sus fuegos, besándome con su boca, dándome su pensamiento... Palabras de vida eterna Él me dice sin conceptos, en la sapiencia infinita de su serse Dicho el Verbo... Palabra del Dios bendito, sin palabras, siento dentro, en amorosos amores, en recónditos secretos...”(2)

Es lógico que, en La Obra de la Iglesia, dados los precedentes expuestos, haya surgido el deseo y hasta la necesidad de que se imprima y dé a la luz pública, poco a poco y en la medida de lo posible, al menos algo de ese material, empezando por los “temas“. Y con razón. Esos temas son fruto que nace mucho más clara y directamente del carisma

Refiriéndose a los temas y al tiempo en que se sentía impulsada a decir en voz alta lo que percibía en la oración, para que se tomara a taquigrafía, escribe lo siguiente: “En mis ratos de oración, yo

(1) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “El Día eterno”. Introducción, pág. III. Edición privada, Madrid, 1979.

(2) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “Vivencias del alma”. Poesía no. 300, págs. 460-462. Editorial Ecodisa, Madrid, 1989.

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expresaba, del modo que más adecuadamente mi pobre lengua podía, los contactos amorosos entre Dios y su pequeña... Durante el tiempo en que fue escrito este libro, hubo días de íntimo contacto con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, como podrá comprobarlo quien lo lea con corazón sencillo y alma abierta”(3).

Lo que la Madre Trinidad recibió y expresó en este mes está contenido en el tomo primero de esa colección de siete volúmenes. Ahora bien, a pesar de lo dicho anteriormente, la Madre no quiere por ahora que dicho tomo llegue al gran público. Por eso, ninguno de los temas referentes a ese periodo aparecerá en el volumen presente, para el que se han seleccionado cuarenta y tres, de entre los contenidos en los restantes volúmenes de los temas dictados de la Madre Trinidad.

Todavía es más explícita la Madre Trinidad cuando escribe lo siguiente: “A partir del año 1959, en largos ratos de oración, Dios me fue manifestando de manera profunda, cálida y viva, la riqueza de la Iglesia con su vida, misión y tragedia, descubriéndome, en sapiental sabiduría, la intercomunicación familiar y hogareña de las divinas Personas, el misterio trascendente de Cristo en su Encarnación, vida, muerte y resurrección, y la hermosura centelleante de María como Madre del Verbo encarnado y de la misma Iglesia”(4). Más aún: hubo un periodo de un mes seguido, a partir del 18 de marzo de 1959, en el cual a su alma “le fue descubierto el misterio de Dios, en sí y en su Iglesia, con la riqueza infinita e increada que ésta encierra en sí”(5). (3) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “La Familia Divina”. Introducción, pág. V. Edición privada, Madrid, 1979. (4) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “Frutos de oración. Retazos de un diario”. Introducción, pág. 14. Publicaciones “Obra de la Iglesia”, Madrid, 1979. (5) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “La Familia Divina”. Introducción, pág. III. Edición privada, Madrid, 1979.

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* * * No se crea que, por lo dicho hasta aquí, la autora del libro presente o los miembros de La Obra de la Iglesia infravaloran ni el estilo ni el contenido de las “Charlas”. Los miembros de La Obra de la Iglesia y muchas otras personas, no sólo las aprecian altamente en teoría, sino que acuden asiduamente a escucharlas para nutrir su espíritu. Y esto, no solamente cuando la Madre Trinidad personalmente las da, sino también, y siempre con avidez, cuando son reproducidas magnetofónicamente en las casas de La Obra de la Iglesia. Acaso la Fundadora de La Obra de la Iglesia habla con desmedida modestia cuando, refiriéndose a sus intervenciones ante el micrófono para dar charlas, dice literalmente: “Yo me expresé como supe, en mi modo pobre de saberme expresar, llenando la misión que el Señor me encomendaba

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de dar la Teología calentita a todos los hijos de Dios, reavivando así el dogma en el seno de la Iglesia”(6). El modo de expresarse la Madre Trinidad en esas charlas no sólo no es pobre sino brillante y penetrante y muy útil para hacer penetrar a las almas en las honduras de la “Teología viva” o, si es preferible, de la Teología “calentita”, como ella quiere que se dé la Teología.

y su criatura, del Todo y la nada, del Amor Infinito y su pequeña...” (7).

* * * Pero dejemos ya las “charlas” para volver a los “temas”, y subrayemos de nuevo que, más que de la luz intelectual de la autora, son fruto de la luz recibida por ella en la oración y de haber sido introducida en la lumbre de los designios de Dios para captar y expresar de alguna manera la realidad trascendente del Ser Supremo, la necesidad de renovación de la Iglesia y el camino que deben seguir los cristianos para ello, como hijos fieles de la Esposa de Cristo. “Estos escritos –dice la autora– ... son la expresión de mi vida de oración..., la comunicación de los secretos más íntimos de mi corazón, expresados con la sencillez y espontaneidad del que se entiende con Dios como puede, en la intimidad.... del Creador (6) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “La Familia Divina”. Introducción, págs. V-VI. Edición privada, Madrid, 1979.

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“Toda mi doctrina –sigue diciendo nuestra autora– no es más que la manifestación, en cántico, de todo lo que, por ser Iglesia y dentro de esta Iglesia, al haber sido llamada por Dios para ser su fiel eco, yo tengo que repetir durante mi vida y después de muerta con mis charlas y escritos, a todos los que quieran escuchar este reventón de sabiduría que, por ser pequeña y pobre, Dios depositó en mi alma-Iglesia”(8). El libro que hoy presentamos no es, en consecuencia, algo que pueda leerse de prisa, superficialmente y a la ligera, por pura curiosidad, sino más bien como el anuncio del mensaje de Dios para el resurgimiento de su Iglesia y para la extensión del Reino de Dios. Sí, este libro hay que meditarlo serenamente, saborearlo con espíritu de fe y asimilárselo sosegadamente en la oración. Pero no se piense que este libro va destinado a solo un grupo más o menos selecto de personas. No. Los misterios de la Iglesia Dios los destina, en banquete abierto, a todos los hombres de la tierra sin excepción. Todos son llamados. (7) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “Yo soy Iglesia”. Introducción, pág. III. Edición privada, Madrid, 1979. (8) MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA. “El Día eterno”. Introducción, pág. IV. Edición privada, Madrid, 1979.

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Acaso a alguien se le puede ocurrir preguntar con curiosidad a qué escuela teológica pertenece la autora de este libro, o en qué corriente doctrinal puede catalogársela. La respuesta es tajante: ¡a ninguna! La Madre está fuera de todas las escuelas teológicas habidas o por haber... ¡Pero no! Ahora viene a mi mente una escuela en la que puede y debe encuadrarse la Madre Trinidad: a la escuela de... “¡los pequeños!” No es una broma ni una evasiva. ¡Es una respuesta evangélica! “Ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los párvulos” o pequeños. “Si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”(9). A esta escuela, y sólo a ésta, pertenece y quiere seguir perteneciendo la autora del libro que presentamos. Los que la tratan de cerca saben que muchas veces se llama a sí misma “la pequeña de Jesús”. Orando a los pies del Maestro, como una niña, es donde ha aprendido todo lo que sabe y donde se ha graduado en “Teología viva y calentita”.

volumen cuatro conclusiones prácticas, extractadas casi literalmente de la “Introducción” que nuestra autora escribió para la primera edición de su libro “Frutos de oración”. Los que se atengan a estas conclusiones prácticas pueden tener la seguridad de que, con la gracia de Dios, cosecharán también fruto espiritual abundante de este libro nuevo que hoy presentamos.

* * * Para terminar este prólogo o presentación, me parece interesante proponer a los lectores de este (9) Mt. 11,25 y 18,3. La palabra que utiliza la Vulgata es en estos dos lugares, la de “párvulos”, especialmente significativas.

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1. Sigue en pie la necesidad de dar la “Teología viva y caldeada en el amor, presentando a todos los hombres el verdadero rostro de la Iglesia, llena de hermosura y plenitud, llena de juventud y lozanía, llena de santidad y belleza. Tan llena, tan pletórica que la riqueza infinita y el manantial eterno de sus inagotables fuentes son el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, viviendo y morando en ella, en la comunicación de su hogar infinito, mostrándome también sus planes eternos para con el hombre, deslumbrantes de amor infinito y derramamiento”. 2. Sigue siendo indispensable para el apóstol asimilar primero estas “verdades muy profundas y manifestarlas de una manera muy sencilla y viva. Son Teología “calentita”... Dios es sabiduría y amor, y como es se comunica; y sólo el que le busca en una sabiduría amorosa es capaz de descubrir y saborear la vida infinita de nuestro Padre, sus misterios, sus planes y sus donaciones hacia nosotros”. 3. “Una Teología fría es una ciencia más, que 9

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se queda en la mente, pero que no pasa al corazón y, por lo tanto, no es vida”.

N OT A E DIT ORIAL

4.“Dios es la vida infinita, y el que bebe de sus fuentes rebosa de gozo en la llenura de su posesión, y, ‘nunca más volverá a tener sed’ ”. Haga el Señor que estas orientaciones prácticas tengan plena aceptación y feliz cumplimiento por parte de nuestros lectores. † LAUREANO CASTÁN LACOMA Obispo

Presentamos hoy a los lectores un tercer libro de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, titulado “La Iglesia y su Misterio”. Le han precedido “Frutos de oración” y “Vivencias del alma”. Este tercer libro de la Madre Trinidad, aunque trata, como los anteriores, en forma profunda, rica y bella temas enraizados en la médula misma del misterio de la Iglesia, reviste una forma literaria distinta. A los maravillosos, sugestivos y lapidarios pensamientos de “Frutos de oración”, o a la cristalina y sublime belleza de las poesías en “Vivencias del alma”, sigue aquí la exposición amplia, matizada y fluida de realidades que palpitan pletóricas de vida, y que se ofrecen contempladas en su brotar perenne y lleno de frescura del manantial de la Iglesia. Este nuevo libro se ha preparado en forma similar a como lo fueron los dos precedentes. Los

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“Frutos de oración” y las “Vivencias del alma” se espigaron de las páginas del diario íntimo de la Madre Trinidad. Los temas que abarca “La Iglesia y su Misterio” se han entresacado, como se indica en el prólogo, de los siete libros inéditos de la autora. A continuación, queremos hacer alguna aclaraciones necesarias para situar al lector en el punto de mira justo a la hora de valorar el contenido del presente libro. El criterio en la selección de los temas contenidos en este volumen, ha sido obligatoriamente restrictivo. Era necesario respetar la calidad y el modo de una vivencia, que, aunque dada por Dios para la Iglesia, la prudencia aconseja no desvelar en vida de la Fundadora de La Obra de la Iglesia. Se han escogido, por tanto, sólo aquellos temas que pueden ser publicados tal como se encuentran en sus libros inéditos. No son, pues, ni los más profundos, ni los más ricos –con serlo tanto-, ni los más representativos, por ser los menos vivenciales, de lo que el Señor ha querido obrar en la Iglesia a través del alma sencilla y pequeña de la Madre Trinidad. Por la misma razón, arriba indicada, en algunos de los temas publicados aquí se han hecho acotaciones que, en el texto, se señalan con el signo [...]. Todas ellas, aunque a veces breves, son tan significativas, que dan la auténtica perspectiva desde la que hay que contemplar el contenido de estos temas.

Y aunque, tal como se presentan ahora, aparecen tan bellos, tan pletóricos de vida y de tanta riqueza doctrinal, quedan, sin embargo, como chafados, como un árbol, al que se le cortase la guía, que se expande frondoso, pero sin la posibilidad ya de alcanzar la altura a la que la naturaleza le había destinado. Esa altura y la trascendental perspectiva aquí recortadas, quedan intactas en los libros inéditos, que podrán valorar en su punto justo y admirar y aun asombrarse ante ellos, los que en su día puedan leer íntegros estos temas. Como se puede ver fácilmente por la fecha que antecede a cada tema, éstos han sido escritos en tiempos muy diversos, desde el 11-9-1959 al 6-41976, y se presentan sin orden cronológico. En el sitio que le corresponde, según su fecha, dentro de los escritos de la Madre Trinidad, cada tema tiene su encuadre perfecto. Los precedentes proyectan sobre uno concreto luz que lo abrillanta y que lo hace más comprensible en su propio contenido. Él, a su vez, proyecta su luz sobre los que le siguen y aun sobre los que le anteceden. Y así, el conjunto es una esplendorosa manifestación del plan de Dios sobre el hombre, remansado en la Iglesia. Al ser desplazados de su sitio, estos temas quedan como fuera de su marco natural, que es donde Dios los quiso, y un mucho desdibujados. Tratando de paliar el doloroso efecto de este dislocamiento, se le ha dado un orden sistemático,

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para que adquieran aunque sea sólo un pálido reflejo de la luz que, en su propio lugar, recibirían.

la impresión de una sistematización o elaboración al escribirlos que, como decíamos antes, nunca existió.

Ninguno de los escritos de la Madre Trinidad lleva subtítulos. Y es que, aunque parezca mentira, temas de la extenxión, profundidad y densidad de ideas, como pueden ser “La Promesa de la Nueva Alianza”, “El Cristo de todos los tiempos” o “Plenitud del Sacerdocio de Cristo”, fueron dictados por ella de un tirón en una, dos o tres horas, frenada siempre por la lentitud de la rudimentaria taquigrafía del amanuense. Y sólo los retrocaba mínimante después; por ejemplo, para citar literalmente textos de la Escritura, evitar alguna repetición, aquilatar determinadas expresiones, etc. Posteriormente hizo una última revisión en la que matizó algún punto o añadió alguna frase para completar más perfectamente la vivencia que tuvo, o explicitar algo que ella incluía; mínimos retoques también, que en nada cambiaron la espontaneidad original. Aparecen así, en el texto inédito, como lo que fueron: un géiser de sabiduría caldeada en el amor, que surge potente en un momento, se eleva a la altura, y sólo vuelve a declinar, cuando la fuente de donde surgió quedó desahogada de la presión con que se la impulsaba.

Entre unas cosas y otras, la presentación que hacemos aquí de los escritos de la Madre Trinidad está en la línea de lo que ella llama “la profanación de su secreto”, cuando explica: Entre lo que Dios es en sí, en su vida íntima y en su actuar hacia fuera, y lo que yo entiendo de su misterio existe distancia infinita; entre lo que entiendo y lo que puedo expresar con mi pobre palabra, un abismo, y entre lo que expreso y captan los demás de cuanto les quiero decir... Parafraseando estas expresiones de la Madre Trinidad, podríamos intercalar un eslabón en la cadena: entre lo que son sus escritos y esta presentación que de ellos hacemos ahora, puntos suspensivos también. Solamente pudo disculpar nuestro atrevimiento al insistir ante ella una y otra vez para que nos permitiese publicar el presente volumen, el ofrecer unas primicias hoy, a tantas voces que clamaban por ellas, de lo que mañana será una ubérrima cosecha que enriquecerá sin medida a cuantos abran entonces sus brazos para recogerla.

Aquí algunos temas más largos llevan subtítulo. Se han puesto para facilitar la lectura. La Madre Trinidad los vio, y consintió en que se introdujeran. Aunque casi siempre recogen literalmente frases del texto que encabezan, pudieran dar 14

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