Adviento Navidad Navidad: nace la esperanza. Adviento Navidad

Adviento – Navidad 2010 Navidad: nace la esperanza Adviento – Navidad 2010 1 Adviento – Navidad 2010 Índice 1. Adviento: Un tiempo diferente 2. Ex...
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Adviento – Navidad 2010

Navidad: nace la esperanza Adviento – Navidad 2010 1

Adviento – Navidad 2010

Índice 1. Adviento: Un tiempo diferente 2. Explicación popular del Adviento 3. Saludos a María para cada día de la semana en Adviento 4. Aunque camine por un valle oscuro 5. Regalos de Adviento 6. San Mateo en este Adviento 7. Del 17 al 24 de diciembre. 8. Novena de Navidad 9. Celebración para bendecir el nacimiento 10. Tiempo de Navidad 11. Simbolismos de las fiestas navideñas 12. La Navidad: ¿Aniversario o sacramento? 13. La navidad en la historia y en el mundo. 14. Meditación de navidad 15. La coraza y el pañal 16. Navidad: fiesta del corazón 17. Lo que María guardaba en su corazón 18. Oración junto al pesebre 19. Pregón de Navidad 20. Las tres misas 21. Navidad y octava de Navidad 22. Elementos para la vigilia de fin de año 23. Para el 31 de diciembre

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1. Adviento: Un tiempo diferente I. Introducción Una de las primeras preocupaciones que debemos tener al empezar el tiempo del Adviento, es lograr una clara conciencia que empieza un tiempo distinto a las semanas que lo han precedido. Por tanto subrayar el cambio de tonalidad de estos días dará vitalidad a las celebraciones, ayudará a redescubrir matices importantes y quizá un tanto olvidados de la vida cristiana e incluso podrá servir para alejar la rutina de unas celebraciones siempre idénticas, o por lo menos, muy parecidas. Para despertar la novedad del Adviento será muy importante: • Cuidar los detalles externos (ambientación del lugar, cantos, etc.). • Recalcar los diferentes enfoques de las lecturas (en estos días prácticamente no hay lectura continua). • Y subrayar los contenidos de los textos eucológicos (oraciones presidenciales, prefacios). •

2. Sentido del Adviento El Adviento es fundamentalmente el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina “adventus”: venida, advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la llegada de algún personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al Señor Jesús, el único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre; principio y fin de la historia. El Santo Padre Benedicto XVI explica muy bien el sentido cristiano y la exigencia espiritual de la palabra “adventus” al decirnos: “la palabra latina «adventus» se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con la apertura, la espera, la búsqueda y la adhesión. Y al 3

Adviento – Navidad 2010 igual que Dios es soberanamente libre al revelarse y entregarse, porque sólo lo mueve el amor, también la persona humana es libre al dar su asentimiento, aunque tenga la obligación de darlo: Dios espera una respuesta de amor. Durante estos días la liturgia nos presenta como modelo perfecto de esa respuesta a la Virgen María, a quien el próximo 8 de diciembre contemplaremos en el misterio de la Inmaculada Concepción” 1 . El tiempo litúrgico del Adviento es pues el tiempo de la espera de la acción divina, la espera del gesto de Dios que viene hacia nosotros y que reclama nuestra acogida de fe y amor. Es con el Antiguo Testamento, San Juan el Bautista, San José, y Santa María, la preparación de la venida del Señor Jesús. Nuestra espera en el Adviento, no es la espera de los hombres y mujeres de la Antigua Alianza que no habían recibido aún al Salvador. Nosotros ya hemos conocido su venida hace dos mil años en Belén. Pero la venida histórica del Señor Jesús en la humildad de nuestra carne, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Por eso decimos que el Adviento celebra una triple venida del Señor: • En primer lugar, la histórica, cuando asumió nuestra carne y nació de Santa María siempre Virgen. • En segundo lugar, la que se realiza en nuestra existencia personal, iniciada por el Bautismo y continuada en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, donde está real y sustancialmente presente. También el Señor viene a nosotros en los sucesos de cada día, en los acontecimientos de la historia y manifiesta así que la vida cristiana es permanente Adviento o venida suya a nuestras vidas, lo que exige nuestra acogida de fe y nuestra cooperación activa desde nuestra libertad. • Y en tercer lugar, la venida definitiva o escatológica, al final de los tiempos, cuando el Señor Jesús instaure definitivamente el Reino de Dios. Todo esto lo celebramos en el Adviento gradualmente: los primeros días la atención se dirige hacia la venida definitiva al final de los tiempos, con la llamada a la vigilancia para estar bien dispuestos. Luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por los anuncios del precursor, San Juan el Bautista, y su invitación a preparar los caminos del Señor. Finalmente, a partir del día 17 de Diciembre, nuestra mirada se dirige de lleno a preparar la solemnidad de la Navidad, a conmemorar el nacimiento del Señor Jesús en Belén, su primera venida, acompañados de la presencia maternal y amorosa de Santa María y de su 4

Adviento – Navidad 2010 castísimo esposo, San José. Y todo ello acompañados a lo largo de todo el Adviento por los oráculos de Isaías y de los demás profetas, que nos hacen vivir en actitud de gozosa espera. No hay que olvidar que “el cristianismo es la religión que ha entrado en la historia...Contemplado en su misterio divino y humano, Cristo es el fundamento y el centro de la historia, de la cual es el sentido y la meta última. En efecto, es por medio de Él, Verbo e imagen del Padre, que “todo se hizo” (Jn 1,3; ver Col 1,15). Su encarnación, culminada en el misterio pascual y en el don del Espíritu, es el eje del tiempo, la hora misteriosa en la cual el Reino de Dios se ha hecho cercano (ver Mc 1,15), más aún, ha puesto sus raíces, como una semilla destinada a convertirse en un gran árbol (ver Mc 4,30-32), en nuestra historia” 2 . Por ello el Adviento no es sólo la espera de un acontecimiento, es sobre todo la espera de una persona. Así, el acontecimiento esperado es esa intervención de Dios en la historia que coincide con la venida del Hijo de Dios, de Cristo: «Dice el que da testimonio de todo esto: “Sí, pronto vendré”. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22,20). Parece que “Marana tha” («Ven, Señor») fue una de las oraciones más frecuentes de los primeros cristianos, lo que muestra que su actitud fundamental era una actitud de espera de la vuelta definitiva de Cristo. Pero no con la actitud de evadirse del tiempo para encontrar la eternidad, sino la de esperar la venida de la eternidad en el tiempo, asumiendo el movimiento mismo de la historia, esperando su acabamiento, con la venida definitiva del Señor. Por ello la oración cristiana no es evasión sino compromiso con la finalidad última del mundo. "Podríamos decir que el Adviento es el tiempo en el que los cristianos deben despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo, con la ayuda de Dios. A este propósito, quisiera recordar también hoy la constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual: es un texto profundamente impregnado de esperanza cristiana. Me refiero, en particular, al número 39, titulado "Tierra nueva y cielo nuevo". En él se lee: "La revelación nos enseña que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia (cf. 2 Cor 5, 2; 2 P 3, 13). (...) No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra". En efecto, recogeremos los frutos de nuestro trabajo cuando Cristo entregue al Padre su reino eterno y universal. María Santísima, Virgen del Adviento, nos obtenga vivir este tiempo de gracia siendo vigilantes y laboriosos, en espera del Señor" 3 . 5

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3. El Adviento: tiempo de austeridad Para que se haga sensible el triple sentido del Adviento, (sentido escatológico, de venida continua y de preparación a la Navidad), durante el Adviento la liturgia suprime algunos signos festivos, entre ellos el canto del Gloria. Es una manera de expresar, que sólo cuando el Señor Jesús esté con nosotros al final de los tiempos e instaure definitivamente su Reino, la Iglesia podrá hacer su fiesta con todo esplendor. El tiempo del Adviento es por tanto un tiempo marcado por la austeridad, lo cual es muy distinto al carácter penitencial de la Cuaresma. Por eso aunque en el Adviento se emplean vestiduras moradas, se omite el canto del Gloria, y la ambientación es sobria, con todo se conservan algunos signos festivos, como por ejemplo el canto del Aleluya. Es oportuno indicar que el color morado que debemos usar en los ornamentos litúrgicos de este tiempo no debe ser el morado de la Cuaresma, sino un morado más claro que simbolice austeridad pero también expectación esperanzada y alegre, porque el Señor es fiel a sus promesas y no tarda en llegar. Para una correcta celebración del Adviento habrá que observar bien las disposiciones litúrgicas propias de este tiempo y explicarlas al pueblo fiel en su verdadero sentido.

II. Las lecturas bíblicas 1. Las lecturas de los Domingos de Adviento Son ciertamente los domingos los que marcan con mayor fuerza el sentido de este tiempo litúrgico, con la distribución de sus lecturas en tres ciclos: En el Evangelio, el primer domingo de los tres ciclos está centrado en la venida definitiva del Señor al final de los tiempos, para realizar la plenitud de su Reino. El segundo y el tercer domingo, el protagonista es San Juan Bautista, que nos invita a preparar la venida del Señor Jesús. Y el cuarto domingo, el Evangelio nos presenta las escenas preparatorias del nacimiento del Señor Jesús: el sueño de San José –también llamado la Anunciación a San José –; la Anunciación a Santa María; y la Visitación. 6

Adviento – Navidad 2010 En la primera lectura, leemos cada domingo textos de Isaías y de los demás profetas, que nos anuncian el Plan Salvador de Dios y la venida de su Mesías. Los tres primeros domingos estas profecías evocan las grandes esperanzas de Israel, mientras que el cuarto domingo, en sintonía con el Evangelio, presentan las promesas más directas del nacimiento del Hijo de Dios. Y finalmente, están los textos de la segunda lectura, tomados de San Pablo o de otras cartas apostólicas, que nos exhortan a preparar la venida del Señor y a estar en vigilancia porque el Señor Jesús esta cerca y no tarda en llegar.

2. Las lecturas de las Ferias de Adviento Las lecturas feriales de las misas de Adviento tienen un contenido espiritual muy rico y presentan unas líneas de fuerza muy distintas de las lecturas de los demás ciclos del año litúrgico. Lo primero que hay que subrayar es que, en la misa de las ferias, casi no se da lectura continua. Decimos que casi no se da lectura continua, porque ésta sólo se da en dos casos: • Con referencia a la primera lectura: desde el lunes de la primera semana hasta el miércoles de la segunda semana. • Con referencia a los Evangelios: los días del 17 al 24 de Diciembre. Si las lecturas prácticamente se “seleccionan”, entonces hay el deber de saber los motivos de esta opción de lecturas para poder vivirlas en clave propia y litúrgica. Esquemáticamente, el leccionario de la misa, en las ferias de Adviento, toma las siguientes líneas de fuerza: a. Del lunes de la primera semana al miércoles de la segunda, se hace una lectura continua de unos pocos textos del profeta Isaías, que nos ofrecen una hermosa visión de la venida escatológica del Señor Jesús; los textos evangélicos de estos días sirven de comentario cristiano de los anuncios del profeta: el Señor Jesús realizó lo que anunciaba Isaías. b. Del jueves de la segunda semana al viernes de la tercera, es el evangelio el que ofrece la temática dominante: éste presenta diversas escenas sobre el Precursor, Juan el que bautizaba junto al Jordán y preparaba, de este modo, al pueblo de Israel para acoger al Mesías. La lectura que debe subrayarse en estos días es pues el Evangelio; la del Antiguo Testamento pasa a ser un simple comentario de los textos evangélicos (precisamente a la inversa de los días anteriores). 7

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III. Normas litúrgicas 1. Para todo el Adviento 1.1. El uso de los cuatro Prefacios: El tiempo de Adviento está dividido en dos partes bastantes definidas. La primera, desde su inicio hasta el 16 de Diciembre, y la segunda, del 17 al 24 de Diciembre. Hasta el día 16 la perspectiva es más bien escatológica: los textos miran más allá de la Navidad, hacia la última manifestación del Señor Jesús, al final de los tiempos. Del 17 al 24 de Diciembre, en la llamada “Semana Santa de la Navidad”, nos centramos en la preparación próxima de la celebración festiva de la Navidad. Esta división se nota también en los prefacios de Adviento. El nuevo Misal Romano nos presenta 4 de ellos a usarse. Los prefacios I y III se van alternando en la primera parte del Adviento, hasta el día 16 de Diciembre. Los prefacios II y IV son propios de los días preparatorios de la Navidad a partir del día 17 de Diciembre. El Prefacio I , nos hace ver la diferencia entre la primera y la última venida del Señor Jesús: la histórica hace más de dos mil años y la escatológica al final de los siglos. El Prefacio III, también se centra en la venida última de Cristo, en un día que será terrible y glorioso a la vez. El Prefacio II, nos ayuda a prepararnos más próximamente a la fiesta de la Navidad, presentándonos los tres personajes que más intensamente vivieron la espera de la venida del Señor: Isaías, San Juan el Bautista y la Santísima Virgen María. Como el tema fundamental de estos últimos días del Adviento (también en las lecturas) es la preparación a la Navidad, así el prefacio se centra en la venida histórica y su “misterio”, que celebraremos gozosamente en la Navidad. En el Prefacio IV, la alabanza a Dios se centra en la figura de Santa María, la Madre del Mesías. El prefacio nos presenta la antítesis entre Eva y María, lo que nos ayuda a entender mejor la gracia que Dios nos hace, el rol decisivo de Santa María en la obra de la reconciliación y cómo debe ser nuestra respuesta a los planes del Señor, inspirándonos en el ejemplo que nos da nuestra Madre Santísima. Los cuatro prefacios nos hacen una especie de retrato, tanto de lo que celebramos como de las actitudes que debemos tener: 8

Adviento – Navidad 2010 - Celebramos la venida de Cristo Jesús: la histórica, porque nació de Santa María Virgen en Belén hace más de dos mil años; la que sucederá al final de los tiempos; la que sucede diariamente “en cada persona y en cada acontecimiento”. - El Señor Jesús que vino en la humildad de nuestra carne volverá en poder y gloria. Él, que nos abrió el camino a la esperanza, nos llenará de plenitud. - Y así, la historia va caminando, en un perpetuo Adviento, hacia el final de los siglos, cuando pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva, que con la venida histórica de Jesús sólo quedaron inaugurados e iniciados. - Tenemos unos buenos modelos para la espera y la acogida del Señor Jesús: ante todo su Madre Santa María; pero también Isaías, profeta de la esperanza, y San Juan el Bautista, precursor que nos lo señala e invita a seguirlo. - También quedan apuntadas las actitudes con las que deberíamos vivir el Adviento: la vigilante espera, la alegría, la fe y el amor, velando en oración, cantando las alabanzas de Dios y evangelizando. 1.2. Otras disposiciones Durante estos días no se permiten las misas “por diversas necesidades”, ni las votivas, ni las cotidianas de difuntos, a no ser que lo requiera la utilidad pastoral de los fieles. 2. Para los primeros días de Adviento (desde el comienzo hasta el 16 de Diciembre). Si la Misa no tiene un prefacio más propio, se pueden usar los prefacios I y III de Adviento.

IV. Las ferias privilegiadas del Adviento 1. Sentido de las Ferias Mayores La semana que precede a la Navidad tiene un sentido muy propio y distinto del resto del tiempo de Adviento. Deberían, pues, subrayarse todos los detalles que establecen las normas litúrgicas de estos días. En estos días, la preparación inmediata a la celebración de la Navidad deja 9

Adviento – Navidad 2010 en segundo plano – sin olvidarlo totalmente – el carácter escatológico del Adviento.

2. Signos litúrgicos y ambientación de estos días El lugar de la celebración debería conservar el mismo carácter de relativa austeridad que en las ferias precedentes (ver en este trabajo el N° V, 1), pero sería bueno “solemnizarlo” algún tanto. Aunque sea muy discreto en los adornos, podría pensarse en poner más luces en el altar y usar ornamentos más vistosos que los habituales.

3. Las lecturas de la Misa En la Misa no se hace ya la lectura continua del antiguo Testamento, pero sí, en cambio del Evangelio. Las primeras lecturas son una antología de oráculos mesiánicos. Las lecturas del Evangelio presentan diversas escenas de los acontecimientos inmediatos al nacimiento del Señor en dos series sucesivas de lecturas, primero del Evangelio de San Mateo y luego del de San Lucas.

4. Normas litúrgicas Se deben usar los prefacios II y IV. Ellos nos ayudan a tener las actitudes espirituales apropiadas cercana ya la fiesta de la Navidad. Todas las memorias de los santos son libres y sólo se puede hacer conmemoración de las mismas, de la siguiente manera: la misa es de feria, excepto la oración colecta, que puede ser del santo.

5. Sugerencias litúrgicas Por razón de la proximidad inminente de Navidad, es recomendable emplear algunos elementos que subrayen la importancia especial de estas últimas ferias de Adviento, así pues sugerimos: • Usar ornamentos morados, mejores que los habituales. • Cantar diariamente el “Aleluya” de la misa, cuyo texto corresponde a las célebres antífonas de la “Oh” de las Vísperas. • Poner más luces en el altar. • Usar cada día la fórmula solemne de bendición propia del tiempo de Adviento. 10

Adviento – Navidad 2010 Impulsar las confesiones sacramentales como preparación para Navidad.



V. Recomendaciones y sugerencias para el Adviento Sin pretender agotar todas las posibilidades celebrativas que ofrece este tiempo del año litúrgico damos a continuación algunas recomendaciones y sugerencias. El implementarlas, en la medida de nuestras posibilidades, contribuirá a salvaguardar algunos valores del Adviento, amenazados hoy en día por la costumbre de convertir la preparación a la Navidad en una “operación comercial”, llena de propuestas vacías, procedentes de una cultura relativista, consumista y hedonista.

1. La ambientación de la iglesia Este aspecto es importante para vivir el significado del tiempo de Adviento. El “cambio de decorado” ayuda a captar el cambio de ritmo de estos días. El lugar de la celebración, en su conjunto debería ambientarse con un aire peculiar, no de penitencia, pero sí de austeridad. Por ello durante el Adviento debería en lo posible suprimirse la música instrumental o por lo menos acompañar la música con pocos instrumentos musicales. Asimismo deberían suprimirse los adornos muy festivos. Debe además haber austeridad en las flores, con arreglos florales menos vistosos que los que usualmente ponemos en el presbiterio. También es recomendable poner un frontal de color morado al altar. El lugar de la celebración debe quedar acogedor, pero sin elementos que manifiesten solemnidad. Sobre la ambientación de la iglesia durante las Ferias Privilegiadas del Adviento, ver lo ha mencionado en el N° IV, 2 y 5, de este trabajo. Así, llegado el tiempo de Navidad, la sobriedad y austeridad del Adviento contrastará con el carácter festivo de este tiempo y ayudará a captar el ambiente de presencia del Señor de la solemnidad de la Natividad. La sobriedad de la ornamentación de estos días ayuda a vivir nuestra condición de peregrinos, anclados aún en la esperanza. A quien espera, le falta siempre algo. Sólo cuando el Señor esté de una manera visible entre 11

Adviento – Navidad 2010 su pueblo, habrá llegado la Iglesia a la fiesta completa, significada por los adornos más festivos del tiempo de Navidad. Finalmente un aspecto a tener presente sobre la ambientación es que el Nacimiento o Belén Navideño recién puede comenzar a mostrarse en nuestras iglesias y en los hogares después del 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, pero sin la imagen del Niño Dios. De esta manera podremos vivir mejor la primera etapa del Adviento centrada en la venida escatológica del Señor. El que el Nacimiento aparezca recién a partir de esta fecha, nos ayudará a prepararnos a la gran Solemnidad de la Natividad del Señor Jesús (ver en este trabajo el Nº V, 10).

2. Los cantos Son un elemento clave para dar el tono a las celebraciones del Adviento. De ahí que hay tener cuidado en su selección. Hay que escoger y cantar los cantos propios de este tiempo y nos lo que siempre se cantan, sobre todo durante el Tiempo Ordinario. Ellos nos ayudarán a comprender la espiritualidad de este tiempo del año litúrgico. De un modo especial, esta indicación vale para el canto de entrada. No olvidemos que el canto de entrada tiene por finalidad constituir la asamblea litúrgica y dar el tono a la celebración. Recordemos que durante el Adviento se suprime el Gloria, pero sí se canta el Aleluya. En las ferias de Adviento (hasta el 16 de Diciembre), es mejor omitir el Aleluya, para subrayar la diferencia entre la misa ferial y la del Domingo. En cambio en la semana previa a la Navidad se recomienda cantar el Aleluya en las misas feriales, para suscitar el anhelo de celebrar con gozo la Navidad. En los domingos, el Aleluya se deberá cantar, nunca leerse. Este canto no es nunca conveniente que lo cante un solista, alternando con él la asamblea, como si se tratara de un nuevo salmo responsorial. Es la asamblea quien debe cantar la aclamación íntegra. Dado que el Adviento es un tiempo de sobriedad se recomienda usar melodías sencillas para el Aleluya, reservando las más solemnes para el tiempo de Navidad.

3. La homilía El Adviento es esperanza, vigilancia, oración confiada, alegría ante el Señor que viene a nosotros. Es también reconocimiento de que necesitamos la Salvación del Señor; de que nuestras vidas y nuestro mundo aún no están maduros, que no están conformes con el designio 12

Adviento – Navidad 2010 divino, con el Plan de Dios. El Adviento es también llamado a la misión, al trabajo por preparar los caminos del Señor a través del cambio del propio corazón y de la acción evangelizadora decidida. De esta manera cuando el Señor Jesús vuelva nos encontrará cumpliendo con el mandato que nos dejó antes de ascender al cielo de anunciar la Buena Nueva. Por todo ello la homilía, deberá ser durante este tiempo, intensa, convencida, esperanzadora, vital, apelante, que llame al trabajo responsable por la propia santidad de vida y por el apostolado, y, muy especialmente deberá ser amable. La homilía tendrá que ser cuidadosamente preparada y meditada en clima de oración. Nunca se dejará a la improvisación.

4. Lugar de la reserva del Santísimo Debe manifestar durante estos días una austeridad parecida al presbiterio y al altar. De esta manera se expresa a través de los signos externos, la relación que media entre la reserva eucarística y la Misa 4 . Por lo tanto, si en la Misa se ponen pocos adornos, tampoco debe adornarse demasiado festivamente el sagrario, o el altar durante la exposición del Santísimo.

5. El Sacramento de la Reconciliación Gracias a su profundo sentimiento religioso nuestro pueblo creyente sabe que no se puede celebrar con coherencia el Nacimiento de Aquel “que salvará al pueblo de sus pecados” (Mt 1,21) sin un esfuerzo por morir al propio pecado viviendo en la vigilante espera del Señor que volverá al final de los tiempos. Por ello sigue siendo una costumbre muy arraigada en nuestro pueblo acercarse al Sacramento de la Reconciliación antes de Navidad. Este es un gran valor que no debe perderse sino todo lo contrario que debe salvaguardarse y cultivarse. El Adviento se nos presenta entonces como un tiempo propicio para impulsar la pastoral de este sacramento 5 , ya que la confesión sacramental 6 es la vía ordinaria para alcanzar el perdón y la remisión de los pecados graves cometidos después del Bautismo 7 . Habrá que ofrecer horarios abundantes de confesiones.

6. La Virgen María en el Adviento "Durante el tiempo de Adviento, la Liturgia celebra con frecuencia y de modo ejemplar a la Virgen María: recuerda algunas mujeres de la Antigua Alianza, que eran figura y profecía de su misión; exalta la actitud de fe y 13

Adviento – Navidad 2010 de humildad con que María de Nazaret se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvífico de Dios; subraya su presencia en los acontecimientos de gracia que precedieron el nacimiento del Salvador. "También la piedad popular dedica, en el tiempo de Adviento, una atención particular a Santa María; lo atestiguan de manera inequívoca diversos ejercicios de piedad, y sobre todo las novenas de la Inmaculada y de la Navidad. "Sin embargo, la valoración del Adviento como tiempo particularmente apto para el culto de la Madre del Señor no quiere decir que este tiempo se deba presentar como un mes de María. "La solemnidad de la Inmaculada (8 de Diciembre), profundamente sentida por los fieles, da lugar a muchas manifestaciones de piedad popular, cuya expresión principal es la novena de la Inmaculada. No hay duda de que el contenido de la fiesta de la Concepción purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación fontal al nacimiento de Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la Liturgia del Adviento. "Donde se celebre la Novena de la Inmaculada se deberían destacar los textos proféticos que partiendo del vaticinio de Génesis 3,15 desembocan en el saludo de Gabriel a la «llena de gracia» (Lc 1,28) y en el anuncio del nacimiento del Salvador (cfr. Lc 1,31-33). "Acompañada por múltiples manifestaciones populares, en el Continente Americano se celebra, al acercarse la Navidad, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de Diciembre), que acrecienta en buena medida la disposición para recibir al Salvador: María «unida íntimamente al nacimiento de la Iglesia en América, fue la Estrella radiante que iluminó el anunció de Cristo Salvador a los hijos de estos pueblos»" 8 . La exhortación Marialis Cultus, del Papa Paulo VI, también sugirió la conveniencia de subrayar el tiempo de Adviento como tiempo mariano: "Durante el tiempo de Adviento, recordamos frecuentemente en la liturgia a la Santísima Virgen. "Aparte de la solemnidad del día 8 de Diciembre -en que se celebran conjuntamente la Inmaculada Concepción de María, la preparación radical a la venida del Salvador y el feliz comienzo de la Iglesia, hermosa, sin mancha ni arruga, la tenemos presente sobre todo en los días feriales desde el 17 al 24 de Diciembre, y singularmente el domingo anterior a la Navidad, en que se leen las antiguas voces proféticas sobre 14

Adviento – Navidad 2010 la Virgen María y el Mesías, así como los relatos evangélicos referentes al nacimiento inminente de Cristo y del precursor. "De este modo, los fieles, que trasladan de la liturgia a la vida el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sienten animados a tomarla como modelo y a prepararse, vigilantes en la oración y jubilosos en la alabanza, para salir al encuentro del Salvador que viene. "Queremos, además, señalar cómo la liturgia del Adviento, uniendo la espera mesiánica y la espera del glorioso retorno de Cristo al admirable recuerdo de la Madre, presenta un feliz equilibrio a la hora de expresar el culto. Equilibrio que puede ser tomado como norma para impedir todo aquello que tiende a separar, como sucede en algunas formas de piedad popular, el culto a la Virgen de su necesario centro de referencia, Cristo. "Resulta así que este período, como han observado los especialistas en liturgia, puede ser considerado como un tiempo particularmente apto para rendir culto a la Madre del Señor: orientación que confirmamos y deseamos ver acogida y seguida en todas partes" 9 . Por todo ello, durante el Adviento es oportuno colocar en un lugar destacado de la iglesia una bonita imagen de Santa María, que de ser posible presente su aspecto maternal y sobre todo impulsar el culto mariano. Para ello puede ayudarnos la colección de Misas de la Bienaventurada Virgen María cuyos formularios de Adviento pueden ser usados el día sábado.

7. El rezo del Santo Rosario Será bueno impulsar su rezo durante el tiempo del Adviento, y sobre todo intensificarlo en la semana que va del 17 al 24 de Diciembre (Ferias Privilegiadas o Mayores). Entre las razones para ello podemos mencionar las siguientes: • El Rosario nos ayudará a penetrar en los misterios que la liturgia celebra durante el Adviento. El Rosario, “no sólo no se opone a la Liturgia, sino que le da soporte, ya que la introduce y la recuerda ayudando a vivirla con plena participación interior, recogiendo así sus frutos en la vida cotidiana.” 10 . No olvidemos que a pesar de la centralidad que tiene la liturgia en la vida cristiana, la vida espiritual no se agota sólo con la participación en ella. • El Adviento es tiempo propicio para contemplar la obra de la reconciliación realizada por el Señor Jesús: “El motivo más importante 15

Adviento – Navidad 2010 para volver a proponer la práctica del Rosario es que constituye un medio eficaz para favorecer entre los fieles el compromiso de contemplación del rostro de Cristo…La santísima Virgen María es modelo insuperable de contemplación cristiana. Desde la concepción hasta la resurrección y la ascensión de Jesús al cielo, la Madre mantuvo fija en el Hijo divino la mirada de su corazón inmaculado: mirada asombrada, mirada penetrante, mirada dolorida, mirada radiante. Cada cristiano y la comunidad eclesial hacen suya esta mirada mariana, llena de fe y de amor, cuando rezan el Rosario” 11 . De misterio en misterio somos guiados de la mano de Santa María a comprender a Cristo así como a desear y pedir su venida definitiva al final de los tiempos. Por ello si bien el Rosario es una oración mariana es sobre todo una oración cristológica. • Si el Adviento es un tiempo mariano, una de las mejores maneras de celebrar a Santa María a lo largo de él será a través del rezo del Rosario. Rezándolo, le daremos las gracias por el “Sí” generoso e incondicional que en nombre de toda la creación, dio a la iniciativa reconciliadora de Dios. No olvidemos que el elemento más extenso del Rosario es el “Ave María” que nos recuerda el misterio de la Encarnación. Misterio que hizo posible todos los demás misterios de la vida del Señor. Abriendo de par en par su corazón, María, hizo posible, gracias a su gran fe, al “Dios con nosotros”, iniciando así el camino del cumplimiento de las promesas del Señor, las que llegarán a su plenitud en la parusía. De otro lado la fe de María, su obediencia transida de amor, y su cooperación activa con los planes de Dios desde su libertad poseída, son todo un modelo para nosotros de lo que debe ser nuestra respuesta a los planes de Dios en nuestra vida. • Dado que el Adviento prepara a la Navidad, fiesta de la familia cristiana y fiesta de Aquel que es nuestra paz (ver Ef 2,14), este tiempo, junto con el tiempo de Navidad, se presentan como propicios para intensificar su rezo en familia y por la intención de la paz, así como para desarrollar campañas para entregar el instrumento del Rosario a quien no tiene uno y enseñar a rezarlo a quien no lo conoce.

8. Presentación de Isaías, San Juan Bautista y San José El Adviento se presenta también como un tiempo propicio para una catequesis sobre estas tres grandes figuras religiosas. 16

Adviento – Navidad 2010 Isaías, el profeta que experimentó la presencia abrasadora de Dios en su vida, y que lo veía intervenir constantemente en la historia. Pero para Isaías, estas intervenciones constantes de Dios en la historia, eran como un preanuncio de una intervención más poderosa, que se daría con la llegada del Mesías (ver Is 7,14; 11,1-2). Pero incluso para Isaías la llegada del Mesías sería a su vez preanuncio del día de Yahvé, día definitivo y terrible, pues en él serían juzgados los hombres con una justicia insobornable. Isaías nos habla de experiencia de Dios, de apertura a la esperanza y de anuncio ardiente de los planes salvadores del Señor. San Juan el Bautista, es el hombre que exulta de gozo por la presencia salvadora de Dios ya desde el seno materno (ver Lc 1,41). Por ello, el Bautista será siempre el ejemplo más hermoso de la alegría que experimenta el corazón humano cuando encuentra al Señor. Pero él es también el precursor que prepara eficazmente los caminos del Señor. Consciente que su misión es dar “testimonio de la luz, para que todos creyeran por él” (Jn 1,7), el Bautista se acerca a los hombres apartados de las cosas de Dios para suscitar en ellos nuevas inquietudes y cambiar sus ideales. Sacude a las personas de su indiferencia religiosa, los despierta al amor de Dios, forma la conciencia moral, mueva a las personas a la conversión y a la justicia (ver Lc 3,11-14). Consciente que su misión consiste tan sólo en preparar el camino al Señor, cuando Éste llega, él desaparece para dejar a los demás con Él. San Juan el Bautista se nos presenta como modelo de humildad y de sencillez apostólica, de no vivir aferrados a los frutos de nuestra acción evangelizadora, conscientes que nosotros no nos predicamos a nosotros mismos sino al Señor Jesús: “Es preciso que el crezca y que yo disminuya” (Jn 3,30). Su humildad heroica lo lleva a ser una flecha que indica a los demás el camino que lleva al Señor Jesús. Su figura nos muestra la necesidad del desierto (ver Lc 1,80) para descubrir la auténtica alegría, y la exigencia de ser testigos de esa alegría en el mundo de hoy en el que las personas están enfrascadas en la búsqueda de goces pasajeros. San José, casto esposa de la Virgen María, cuya función la explica de manera clara y hermosa el Santo Padre Benedicto XVI con las siguientes palabras: “Es modelo del hombre "justo" (Mt 1, 19), que en perfecta sintonía con su esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano. Por eso, en los días que preceden a la Navidad, es muy oportuno entablar una especie de coloquio espiritual con san José, para que él nos ayude a vivir en plenitud este gran misterio de la fe. 17

Adviento – Navidad 2010 "El amado Papa Juan Pablo II, que era muy devoto de San José, nos ha dejado una admirable meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos, "Custodio del Redentor". Entre los muchos aspectos que pone de relieve, pondera en especial el silencio de San José. Su silencio estaba impregnado de contemplación del misterio de Dios, con una actitud de total disponibilidad a la voluntad divina. En otras palabras, el silencio de San José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos. Un silencio gracias al cual San José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las Sagradas Escrituras, confrontándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia. "No se exagera si se piensa que, precisamente de su "padre" José, Jesús aprendió, en el plano humano, la fuerte interioridad que es presupuesto de la auténtica justicia, la "justicia superior", que él un día enseñará a sus discípulos (cf. Mt 5, 20). Dejémonos "contagiar" por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación para la Navidad cultivemos el recogimiento interior, para acoger y tener siempre a Jesús en nuestra vida". 12

9. La Corona de Adviento Es uno de los signos más expresivos del Adviento. También se la conoce como “Corona de luces de Adviento”. Ella expresa la alegría propia de este tiempo de espera. Está confeccionada con ramas verdes, preferentemente de ciprés, pero sin flores (por razón de la austeridad del Adviento), aunque en ella se pueden colocar algunos adornos. En la Corona se colocan cuatro cirios que pueden ser de colores vistosos. Los cirios han de ser nuevos, nunca usados. Cada uno de estos cirios puede ornamentarse con un lazo morado (el tercero con un lazo rosado). Éstos se encienden sucesivamente, cada domingo en la Misa después del saludo litúrgico del celebrante y antes del acto penitencial, mientras se entona un canto apropiado. Cada domingo los cirios pueden ser encendidos por diferentes tipos de personas, por ejemplo el primer domingo un niño, el segundo un joven, el tercer domingo un matrimonio, y el cuarto domingo un consagrado o consagrada. 18

Adviento – Navidad 2010 El encender, semana tras semana, los cirios de la Corona manifiesta la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de la Navidad. El color verde de la Corona significa la vida y la esperanza. La Corona de Adviento, es pues, un símbolo de que la luz y la vida (símbolos del Señor Jesús) triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Tiene tradicionalmente forma de corona porque el que viene a nosotros es nuestro Rey, el Señor de la historia, el alfa y el omega, el principio y el fin. Si la disposición de la iglesia hace difícil una colocación de la Corona que resulte estética, los cuatros cirios podrían ser colocados de otra manera que resulte bella y festiva, por ejemplo, a la manera de un centro de mesa o sobre un tronco cubierto de ramas verdes. Nunca se deberá colocar la Corona sobre el altar o delante de él tapándolo. El lugar más aconsejable para ubicarla es al costado del ambón de la Palabra. Una vez concluido el Adviento, las ramas verdes de la Corona, pueden ponerse en el nacimiento debajo de la imagen del Niño Dios para simbolizar que nuestra espera ha dado su fruto y que el Señor cumple siempre con sus promesas. De ahí que la esperanza puesta en Él no defrauda. El “Bendicional” incluye un rito para bendecirla dentro de la Misa y en familia (ver pp. 553-556). Habría que sugerir, la importancia de que en los hogares se note también el tiempo de Adviento. Colocar la Corona de Adviento en casa y encender las sucesivas velas mientras se reza una oración y/o se canta un canto es una práctica encomiable. También podemos sugerir la bendición de la mesa familiar de los domingos con alguna liturgia familiar especialmente preparada para la ocasión. Sería muy conveniente para este fin, imprimir subsidios para los miembros de nuestras comunidades.

10. El Belén Navideño Sobre la oportunidad de a partir cuándo ponerlo en nuestros hogares e iglesias, el Papa Benedicto XVI nos dice: "En muchas familias, siguiendo una hermosa y consolidada tradición, inmediatamente después de la fiesta de la Inmaculada se comienza a montar el belén, para revivir juntamente con María los días llenos de conmoción que precedieron al nacimiento de Jesús. Construir el belén en casa puede ser un modo sencillo, pero eficaz, de presentar la fe para transmitirla a los hijos. El belén nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios, que se reveló en la pobreza y en la sencillez de la cueva de Belén. San Francisco de Asís quedó tan prendado del misterio de la Encarnación, que quiso 19

Adviento – Navidad 2010 reproducirlo en Greccio con un belén viviente; de este modo inició una larga tradición popular que aún hoy conserva su valor para la evangelización. "En efecto, el belén puede ayudarnos a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, el cual "siendo rico, se hizo pobre" (2 Co 8, 9) por nosotros. Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a los que, como los pastores de Belén, acogen las palabras del ángel: "Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2, 12). Esta sigue siendo la señal, también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra Navidad". 13

11. La Novena de Navidad Forma parte de nuestra de nuestra tradición espiritual el rezo de novenas. Por ello sería altamente recomendable rezar del 16 al 24 de Diciembre la “Novena de Navidad”. Anexo a este documento hacemos llegar una propuesta de Novena. Ella busca ser plenamente litúrgica así como atenta a las exigencias de la piedad popular.

12. Escuelas de Oración Nuestras comunidades “tienen que llegar a ser auténticas escuelas de oración, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el arrebato del corazón. Una oración intensa, pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de Dios...Cuánto ayudaría que no sólo en las comunidades religiosas, sino también en las parroquiales, nos esforzáramos más para que todo el ambiente espiritual estuviera marcado por la oración” 14 . Como una forma de crear clima de oración durante el Adviento y enseñar a nuestros fieles a mejorar su vida de oración podría ser oportuno introducir en este tiempo el rezo de Laudes o Vísperas, en la forma que resulte más adecuada: los domingos o en los días laborables, como una celebración independiente o unidos a la Misa. 20

Adviento – Navidad 2010 Asimismo puede ser una buena iniciativa invitar a nuestros fieles a formar algún grupo de oración que se reúna establemente bajo nuestra guía, una vez por semana durante media hora. La oración puede consistir en algún salmo o alguna lectura bíblica, espacios de silencio, y algún canto si se puede. Otra posibilidad sería organizar un retiro una tarde o una mañana para reflexionar sobre la espiritualidad del Adviento y nuestra vida cristiana. Finalmente la espera del nacimiento del Salvador nos hace sensibles al valor de la vida humana que debe ser respetada y protegida desde su concepción hasta su fin natural. Por ello puede ser oportuno organizar alguna jornada de oración por la vida y por la familia.

13. Apostar por la Caridad Tiempo marcado por la austeridad y la sobriedad, el Adviento se nos presenta como un tiempo apropiado para “apostar por la caridad”, que “para la Iglesia…no es una especie de actividad asistencial social…sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación de irrenunciable de su propia esencia…La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero al mismo tiempo, la caritas – ágape supera los confines de la Iglesia” 15 . Será oportuno discernir, conforme a la realidad de nuestras comunidades, qué campañas a favor de los pobres podemos organizar durante el Adviento y en vistas a la Navidad. No olvidemos que a las formas de pobreza por todos conocidas (hambre, analfabetismo, falta de asistencia médica, falta de techo, etc.) hoy se añaden nuevas formas de pobreza que "afectan a menudo ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido, a la insidia de la droga, el abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social...Se trata de continuar una tradición de caridad que ya ha tenido muchísimas manifestaciones en los dos milenios pasados, pero que hoy quizá requiere mayor creatividad. Es la hora de una nueva "imaginación de la caridad" que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno" 16 . 1

S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 4-XII-05. 21

Adviento – Navidad 2010 2

S.S. Juan Pablo II, Carta apostólica “Novo millennio ineunte”, N° 5. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 27-XI-05. 4 Ver Instrucción, Eucharisticum mysterium, N° 60. 5 Ver S.S. Juan Pablo II, Carta apostólica, “Novo Millennio Ineunte, N° 37. 6 Ver S.S. Juan Pablo II, Carta apostólica en forma de Motu Proprio, “Misericordia Dei”, 7-4-02. 7 Ver Código de Derecho Canónico, can. 959. 8 Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, “Directorio Sobre la Piedad Popular y la Liturgia, N° 101-102. 9 S.S. Paulo VI, Exhortación apostólica, Marialis Cultus, N° 3-4. 10 S.S. Juan Pablo II, Carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, N° 4. 11 S.S. Juan Pablo II, Ángelus, 27-X-02. 12 S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 18-XII-06. 13 S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 11-XII-05. 14 S.S. Juan Pablo II, Carta apostólica, “Novo Millennio Ineunte”, N° 33. 15 S.S. Benedicto XVI, Carta encíclica “Dios es Amor”, Nº 25. 16 S.S. Juan Pablo II, Carta apostólica, “Novo Millennio Ineunte, N° 50. 3

2. Explicación popular del Adviento Fin del verde y un sol, muy fuerte. Comienza un año nuevo Otros ni se habían dado cuenta. Pero Doña Sofía lo advirtió enseguida: los colores habían empeorado. Eso pasó, exactamente, el año pasado. En los domingos anteriores, el cura había estado vestido de verde. Y ahora, justo cuando comenzaba el mes de Navidad, resulta que el padrecito se aparecía en la misa vestido de morado. "Algo ha pasado con el tiempo", se dijo Doña Sofía. Y sí. El cambio de colores es cosa del tiempo. Con el Adviento se usa morado, porque es tiempo de penitencia, en la liturgia cristiana. Pero 22

Adviento – Navidad 2010 para saber eso, Doña Sofía tuvo que aprender primero lo que es "liturgia", "adviento" y "penitencia". "Liturgia" es el conjunto de ceremonias que realizan los creyentes. Por ejemplo: cada sacramento tiene su liturgia. O sea, tiene sus ceremonias. La liturgia es muy importante, por un montón de razones. Y vamos a nombrar una de esas razones: es que la liturgia nos une. La misma liturgia católica se celebra aquí y en cualquier capilla del planeta. Con los mismos tiempos, las mismas ceremonias, los mismos colores. El Adviento, sin ir más lejos, tiene su color. Adviento quiere decir "llegada importante", "gran venida". El que viene es Jesús, que ha de llegar en Navidad. Y el Adviento son las cuatro semanas —con sus cuatro domingos— que nos preparan para Navidad. El Adviento de este año comienza el 30 de noviembre, un día antes del adviento del año pasado. El adviento es uno de los tiempos litúrgicos. Todo el año está dividido en tiempos litúrgicos: el adviento, la navidad, la cuaresma, la pascua, Pentecostés. Entre ellos, navidad y pascua son las fiestas más importantes. El año litúrgico empieza con el primer domingo de adviento. Un domingo antes, se cierra el año litúrgico anterior. Para poner fin al año litúrgico la Iglesia celebra la fiesta de Cristo, Rey del Universo. Así nos enseña que toda la historia del mundo tiene un señor, un dueño y un juez que es Jesús. Toda la historia va a parar a Jesús, igual que el año litúrgico termina con Cristo Rey. Hay que tener esperanza, entonces. Cada tiempo litúrgico tiene un color diferente. El adviento tiene el morado, porque es el color de la penitencia. En los domingos anteriores se venía usando el verde, que es el color que acompaña la vida de todos los días. El color de la esperanza. Y ahora uno se pregunta "¿por qué la penitencia? ¿Por qué la tristeza, si estamos preparando la visita de Dios? ¿No es lindo preparar eso?". Y es verdad que, al parecer, la alegría se nos acaba justo cuando falta un mes para navidad. Para contestar a eso, hay que recordar que penitencia no es lo mismo que tristeza. Y hay que dejar hablar a un experto en "preparaciones", que es San Juan Bautista. Está en un recuadro. Por ahora, digamos solamente que el Adviento, que va a comenzar pronto, es un tiempo especial que no podemos perder. Un tiempo para preparar la gran fiesta de Navidad. En ella, Jesús ha de venir a vivir entre nosotros.

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Adviento – Navidad 2010

El Calendario del Monje Petizo Hay muchas maneras de medir el tiempo. En Europa, antiguamente, los años se contaban a partir de la fundación de Roma. En el siglo VI, un monje llamado Dionisio el Exiguo (o sea el Pequeño) tuvo una gran idea: ¿por qué no contamos los años a partir del nacimiento de Jesús? El Monje hizo un montón de cálculos para saber en qué año había nacido Jesús. Y después hizo un calendario nuevo, donde toda la historia queda partida en dos: antes de Jesús, después de Jesús. Nosotros estamos en el año 1986 después de Cristo. La ciudad de Roma fue fundada en el 752 antes de Cristo. Conviene aclarar que los cálculos de Dionisio el pequeño no lograron ser exactos. Desconocemos la fecha real del nacimiento de Jesús.

LAS GRANDES FIGURAS DE LA PREPARACIÓN •

SAN JUAN BAUTISTA

Tiene casi la misma edad que Jesús. Pero es importante en Adviento, porque él prepara los caminos de Jesús. Su grito constante es: "hay que convertirse", que quiere decir que hay que cambiar de corazón para recibir a Jesús. Ese cambio de corazón es tan fuerte, que se nota en la vida de todos los días. Por eso los consejos que daba Juan son bien prácticos: hay que compartir los bienes con los pobres, no hay que abusarse del poder. Lo llamaban "bautista", porque bautizaba con agua en el río Jordán. Esta ceremonia era un anticipo del bautismo de Jesús. •

EL PROFETA ISAÍAS

Es uno de los profetas del antiguo testamento. Habló de parte de Dios muchos siglos antes de la venida de Jesús. El siempre estuvo seguro de que Dios no nos faltaría. "Tengan buen ánimo —gritaba—, no anden con miedo, porque viene nuestro Dios". •

LA QUE VA A SER MADRE

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Adviento – Navidad 2010 Por supuesto, la figura más importante del adviento es la figura de María. Ella siente que Jesús crece en su vientre, mientras se va formando. Pero crece también en su corazón, por la fe que ella tiene. Bueno: ese es el verdadero adviento. Esperar con confianza. Y alabar a Dios que "desecha a los poderosos y prefiere a los más humildes".

3. Saludos a María para cada día de la semana en Adviento DOMINGO María, ¡Bendita tú, llena de gracia, el Señor está contigo! ¡Bendita tú eres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús! ¡Bendita tú que creíste que se cumpliría lo que te dijo el Señor! Madre nuestra, en este domingo de Adviento, ponemos nuestras vidas ante tu Hijo resucitado y renovamos nuestro compromiso de vivir la alianza contraída contigo, para prolongar sobre la tierra tu caridad maternal y colaborar en tu misión de encarnar la Palabra y alumbrar la salvación para todos los hijos e hijas de Dios. Amén. (Lc 1, 28.43.45)

LUNES María, 25

Adviento – Navidad 2010 en este tiempo de Adviento, recordamos que hace dos mil años tu Hijo puso su tienda entre nosotros para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Él es la Palabra de Vida que alumbra a todo hombre. Pero sabemos que hoy en nuestro mundo continúa habiendo sombras de muerte donde reinan el mal y la injusticia, que continúan aguardando la Salvación. Por eso renovamos hoy el compromiso contraído contigo de colaborar, en tu nombre y para tu gloria, en esta dolorosa y hermosa tarea de dar a luz a Jesucristo, el Salvador, en medio de las tinieblas de este mundo. Amén. (Lc 1, 79; Jn 1,4)

MARTES María, en este tiempo yermo en el que nuestra espera se pone a prueba experimentamos nuestra pequeñez, sufrimos nuestra esterilidad y sentimos flaquear nuestra esperanza. Tú creíste que “nada es imposible para Dios” y en tu fiat encontraste tu pequeñez exaltada, tu silencio preñado de vida y tu esperanza rebosante. Hoy renovamos la alianza que hemos contraído contigo y te pedimos que nos ayudes a confiar como tú en la Palabra del Señor para hacer posible que el Verbo de Dios se encarne 26

Adviento – Navidad 2010 y habite de nuevo entre nosotros. Amén. (Lc 1, 35-38)

MIÉRCOLES María, ¿hasta cuándo debemos seguir esperando? Sabemos como tú que Dios hace proezas con su brazo, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Pero hoy siguen siendo los ricos los colmados de bienes y los hambrientos los despedidos vacíos –los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres–. Que en este tiempo de Adviento tu Cántico nos mantenga firmes en la fe y seguros en la esperanza para que, contigo, sigamos alegrándonos en el Señor y esperando su Misericordia para todas las generaciones. Amén. (Lc 1, 46-55)

JUEVES María, en este tiempo de Adviento reconocemos en ti a la Mujer encinta amenazada por el dragón del mal que aguarda para devorar a tu Hijo, el Salvador del mundo. Nosotros, tus hijos e hijas marianistas, nos hemos puesto a tu servicio para colaborar en tu misión de concebir, gestar y alumbrar la Palabra de Vida 27

Adviento – Navidad 2010 y de formar a su imagen al resto de tu descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. Acepta un día más nuestro servicio y fórmanos también a nosotros a imagen de tu Hijo Jesucristo. Amén. (Ap 12, 1-5.17)

VIERNES María, tú eres la Nueva Eva, la Madre de todos los vivientes cuyos dolores de parto alumbraron el Reino de Dios. Tú permaneciste al pie de la Cruz desgarrada ante la muerte de tu Hijo cuando todo parecía haber acabado. Enséñanos a permanecer de pie ante la oscuridad, los sinsentidos y las injusticias del mundo y a aguardar esperanzados la victoria de Dios sobre toda tiniebla y maldad. Hoy renovamos nuestra alianza contigo para acogerte, como Juan, en nuestras vidas y aprender a esperar como tú la venida definitiva de Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Amén. (Jn 19, 25-27; 14, 6)

SÁBADO María, a ti, la Mujer prometida, está reservado el honor de pisar la cabeza de la serpiente, el príncipe de las tinieblas, 28

Adviento – Navidad 2010 el mal en todas sus formas. Nosotros, los hijos e hijas de Guillermo José Chaminade, hemos comprendido este designio del cielo y nos hemos apresurado a ofrecerte nuestros servicios para trabajar a tus órdenes y combatir a tu lado con todas nuestras fuerzas hasta el fin de nuestra vida. Te damos gracias por poder ser tus auxiliares e instrumentos en tu noble lucha contra el infierno y te pedimos nos ayudes en el día de hoy a gastar nuestras vidas en tu servicio. Amén.

4. «Aunque camine por un valle oscuro....» R. P. Fr. Cantalamessa Un día, Francisco de Asís exclamó: «Carlo emperador, Orlando y Oliviero, todos los paladines y bravos guerreros que fueron valientes en los combates, persiguiendo a los infieles con mucho sudor y fatiga hasta la muerte, lograron sobre ellos una gloriosa y memorable victoria, y por último estos santos mártires cayeron en batalla por la fe de Cristo. Pero hay muchos que, sólo narrando sus gestas, quieren recibir honor y gloria de los hombres» [1]. En una de sus Admoniciones, el santo explicó lo que había querido decir con aquellas palabras: «Es una gran vergüenza para nosotros, siervos del Señor, el hecho de que los santos actuaron con los hechos y nosotros, relatando y predicando las cosas que ellos hicieron, queramos recibir honor y gloria» [2]. Estas palabras me vienen a la memoria como una austera señal en el momento en que me dispongo a ofrecer la segunda meditación sobre la santidad de Madre Teresa de Calcuta. 29

Adviento – Navidad 2010 1. En la oscuridad de la noche ¿Qué ocurrió después de que Madre Teresa diera su «sí» a la inspiración divina que la llamaba a dejar todo para ponerse al servicio de los más pobres entre los pobres? El mundo ha conocido bien lo que sucedió en torno a ella –la llegada de las primeras compañeras, la aprobación eclesiástica, el vertiginoso desarrollo de sus actividades caritativas--, pero hasta su muerte, nadie ha sabido lo sucedió dentro de ella. Lo han revelado los diarios personales y las cartas a su director espiritual, hechas públicas con ocasión del proceso de beatificación: «Con el inicio de su nueva vida al servicio de los pobres, una opresiva oscuridad vino sobre ella» [3]. Bastan algunos breves fragmentos para dar una idea de la densidad de las tinieblas en las que se encontró: «Hay tanta contradicción en mi alma, un profundo anhelo de Dios, tan profundo que hace daño, un sufrimiento continuo –y con ello el sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, vacía, sin fe, sin amor, sin entusiasmo... El cielo no significa nada para mí, me parece un lugar vacío» [4]. No ha sido difícil reconocer inmediatamente en esta experiencia de Madre Teresa un caso clásico de lo que los estudiosos de la mística, detrás de San Juan de la Cruz, suelen llamar la noche oscura del espíritu. Taulero hace una descripción impresionante de esta etapa de la vida espiritual: «Entonces somos abandonados de tal forma que ya no tenemos conocimiento de Dios y caemos en tal angustia que ya no sabemos si hemos estados en el camino justo, ni sabemos ya si Dios existe o no, o si nosotros mismos estamos vivos o muertos. De suerte que sobre nosotros cae un dolor tan extraño que nos parece que todo el mundo en su extensión nos oprime. Ya no tenemos ninguna experiencia ni conocimiento de Dios, e incluso todo lo demás nos parece repugnante, de forma que nos parece estar prisioneros entre dos muros» [5]. Todo permite pensar que esta oscuridad acompañó a Madre Teresa hasta la muerte [6], con un breve paréntesis en 1958, durante el cual pudo escribir gozosa: «Hoy mi alma está llena de amor, de alegría indecible y de una ininterrumpida unión de amor» [7]. Si a partir de cierto momento ya no habla casi de ello, no es porque la noche se haya terminado, sino porque ella se ha adaptado a vivir en ésta. No sólo la ha aceptado, sino que reconoce la gracia extraordinaria que encierra para ella. «He comenzado a amar mi oscuridad, porque creo que ésta es una parte, una pequeñísima parte, de la oscuridad y del sufrimiento en que Jesús vivió en la tierra» [8]. 30

Adviento – Navidad 2010 La flor más perfumada de la noche de Madre Teresa es su silencio sobre ésta. Tenía miedo, al hablar de ello, de hacerse notar. Las personas más cercanas a ella no sospecharon nada, hasta el final, de este tormento interior de la Madre. Por orden suya, el director espiritual tuvo que destruir todas sus cartas y si algunas se salvaron es porque él, con permiso de ella, hizo una copia para el arzobispo y futuro cardenal T. Picachy, las cuales se encontraron tras su muerte. El arzobispo, afortunadamente, rechazó la petición que le hizo también a él Madre Teresa de destruirlas. El peligro más insidioso para el alma en la noche oscura del espíritu es el de... percatarse de que se trata, precisamente, de la noche oscura, de aquello que los grandes místicos vivieron antes de ella y, por lo tanto, formar parte de un círculo de almas elegidas. Con la gracia de Dios, Madre Teresa evitó este riesgo escondiendo a todos su tormento bajo una eterna sonrisa. «Todo el tiempo sonriendo, dicen de mí las hermanas y la gente. Piensan que mi interior está lleno de fe, confianza y amor... ¡Si sólo supieran cómo mi apariencia gozosa no es sino un manto con el que cubro vacío y miseria!» [9] Los Padres del desierto dicen: «Por grandes que sean tus penas, tu victoria sobre ellas están en el silencio» [10]. Madre Teresa lo puso en práctica de forma heroica. 2. Madre Teresa de Calcuta y Padre Pío de Pietrelcina Con ocasión de la canonización de Padre Pío de Pietrelcina, los observadores laicos expresaron el parecer de que la del místico Padre Pío era una santidad arcaica, a diferencia de la de Madre Teresa, la santa de la caridad, que sería una santidad moderna. Ahora descubrimos que también Madre Teresa era una mística (que Padre Pío era también un santo de la caridad bastaba para demostrarlo la obra que él realizó en el «alivio del sufrimiento»). El error es contraponer estos dos rasgos de la santidad cristiana que vemos, al contrario, con frecuencia unidos admirablemente, esto es, altísima contemplación e intensísima acción. Santa Catalina de Génova, considerada como una de las cimas de la mística, fue desde Pío XII proclamada patrona de los hospitales en Italia por su obra y la de sus discípulos a favor de los enfermos y de los incurables, que recuerda de cerca la de la Madre Teresa en nuestros días. En un bello artículo, escrito con ocasión de la beatificación, un autor indio define a Madre Teresa como «una hermana para Gandhi» [11]. 31

Adviento – Navidad 2010 Ciertamente muchos rasgos reúnen a las dos grandes almas, los dos Mahatma, de la India moderna, pero es aún más justo, creo, ver en Madre Teresa «una hermana para Padre Pío». Les une no sólo la misma veneración de la Iglesia, sino también un mismo ciclón de gloria de parte de la opinión pública mundial. Una se distinguió sobre todo en las obras de misericordia corporales, el otro en las obras de misericordia espirituales. Pero fue precisamente Madre Teresa la que recordó al mundo de hoy que la pobreza peor no es la de los pobres de cosas, sino la de los pobres de Dios, de humanidad y de amor, la pobreza, en suma, del pecado. El rasgo que más acerca a estos dos santos es, tal vez, precisamente la larga noche oscura en la que vivieron toda la vida. Siempre recordaré la impresión que tuve al leer, en el coro de San Giovanni Rotondo, donde está expuesto en un marco, el relato con el que Padre Pío describía a su padre espiritual el hecho de los estigmas. Él terminaba haciendo suyas las palabras del salmo que dice: «Señor, no me corrijas en tu enojo, en tu furor no me castigues» (Sal 38, 2). Estaba convencido, y esta convicción le acompañó toda la vida, de que los estigmas no eran un signo de predilección y de aceptación de parte de Dios, sino, al contrario, de su rechazo y del justo castigo divino por sus pecados. Fue aquello lo que me abrió los ojos sobre la estatura mística de este hermano mío del que, hasta entonces, me había interesado poco. Para irradiar luz, estas dos almas tuvieron que pasar la vida en la oscuridad, convencidas, además, de «engañar a la gente». San Gregorio Magno dice que la característica de los hombres superiores es que «en el dolor de la propia tribulación, no descuidan la conveniencia de los demás; y mientras soportan con paciencia las adversidades que les golpean, piensan en enseñar a los demás lo necesario, semejantes en ello a ciertos grandes médicos que, afectados ellos mismos, olvidan sus heridas para atender a los demás» [12]. Esta señal resplandece en grado eminente en la vida de Madre Teresa y de Padre Pío. 3. No sólo purificación ¿Por qué este extraño fenómeno de una noche del espíritu que dura prácticamente toda la vida? Aquí hay algo nuevo respecto a lo que vivieron y explicaron los maestros del pasado, incluido San Juan de la Cruz. Esta noche oscura no se explica con la única idea tradicional de la purificación pasiva, la llamada vía purgativa, que prepara a la vía iluminativa y a la unitiva. Madre Teresa estaba convencida de que se trataba precisamente de esto en su caso; pensaba que su «yo» era 32

Adviento – Navidad 2010 particularmente duro de vencer, si Dios se veía obligado a tenerla durante tan largo tiempo en ese estado. Pero esto no era cierto. La interminable noche de algunos santos modernos es el medio de protección inventado por Dios para los santos de hoy que viven y trabajan constantemente bajo los focos de los medios. Es el traje de amianto para quien debe ir entre las llamas; es el aislante que impide a la corriente eléctrica salir, provocando cortocircuitos... San Pablo decía: «Para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne» (2 Co 12,7). La espina en la carne, que era el silencio de Dios, se reveló eficacísima para Madre Teresa: la preservó de todo arrobamiento en medio de todo lo que el mundo decía de ella, también en el momento de recoger el premio Nóbel de la paz. «El dolor interior que siento –decía— es tan grande que no me afecta nada toda la publicidad y el hablar de la gente». También esto une a Madre Teresa y a Padre Pío. Un día, Padre Pío, mirando por la ventana a la multitud reunida en la plaza, preguntó maravillado al hermano que tenía al lado: «¿Por qué han venido todos éstos?», y a la respuesta: «Por usted, Padre», se retiró rápidamente suspirando: «Si sólo supieran...». Pero existe una razón aún mas profunda que explica estas noches que se prolongan durante toda una vida: la imitación de Cristo, la participación en la oscura noche del espíritu que envolvió a Jesús en Getsemaní y en la que murió en el Calvario, gritando: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». En la carta apostólica Novo millennio ineunte, a propósito del «rostro doliente» de Cristo, el Papa escribe: «Ante este misterio, además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la «teología vivida» de los Santos. Ellos nos ofrecen unas indicaciones preciosas que permiten acoger más fácilmente la intuición de la fe, y esto gracias a las luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu Santo, o incluso a través de la experiencia que ellos mismos han tenido de los terribles estados de prueba que la tradición mística describe como «noche oscura». Muchas veces los Santos han vivido algo semejante a la experiencia de Jesús en la cruz en la paradójica confluencia de felicidad y dolor». [13] La carta cita la experiencia de Santa Catalina de Siena y de Teresa del Niño Jesús; ahora sabemos que se podría citar también el ejemplo de Madre Teresa. Ella llegó a ver cada vez más claramente su prueba como una respuesta a su deseo de compartir el «Sitio» de Jesús en la cruz: 33

Adviento – Navidad 2010 «Si la pena y el sufrimiento, mi oscuridad y separación te da una gota de consolación, Jesús mío, haz de mí lo que quieras... Imprime en mi alma y vida el sufrimiento de tu corazón. Quiero saciar tu sed con cada gota de sangre que puedas hallar en mí. No te preocupes de volver pronto; estoy dispuesta a esperarte toda la eternidad» [14]. Sería un gran error pensar que la vida de estas personas sea toda sombrío sufrimiento. La Novo millennio ineunte, hemos oído, habla de una «paradójica confluencia de felicidad y dolor». En el fondo del alma, estas personas gozan de una paz y alegría desconocidas para el resto de los hombres, derivadas de la certeza, más fuerte que la duda, de estar en la voluntad de Dios. Santa Catalina de Génova compara el sufrimiento de las almas en este estado al del Purgatorio, y dice que éste «es tan grande que sólo es comparable al del infierno», pero que existe en ellas una «grandísima alegría» que sólo se puede comparar a la de los santos en el Paraíso [15]. La alegría y la serenidad que emanaban del rostro de Madre Teresa no eran una máscara, sino el reflejo de la unión profunda con Dios, en quien vivía su alma. Era ella la que se «engañaba» sobre sí misma, no la gente. 4. Al lado de los ateos En lugar de santos «arcaicos», los místicos son los más modernos entre los santos. El mundo de hoy conoce una nueva categoría de personas: los ateos de buena fe, aquellos que viven dolorosamente la situación del silencio de Dios, que no creen en Dios pero no se jactan de ello; experimentan más bien la angustia existencial y la falta de sentido de todo; viven también ellos, a su modo, en una noche oscura del espíritu. Albert Camus les llamaba «los santos sin Dios». Los místicos existen sobre todo para ellos; son sus compañeros de viaje y de mesa. Como Jesús, ellos «están sentados a la mesa de los pecadores y han comido con ellos» (Cf. Lc 15,2). Esto explica la pasión con la que ciertos ateos, una vez que se han convertido, se han lanzado sobre los escritos de los místicos: Claudel, Bernanos, los dos Maritain, L. Bloy, el escritor J.-K. Huysmans y muchos otros sobre los escritos de Ángela de Foligno; T. S. Eliot sobre los de Giuliana de Norwich. Allí encontraban el mismo paisaje que habían dejado, pero esta vez iluminado por el sol. Este año se celebra el 50º aniversario de la primera representación de «Esperando a Godot», el drama más representativo del teatro del absurdo, pero pocos saben que su autor, Samuel Beckett, en su tiempo libre leía a San Juan de la Cruz. 34

Adviento – Navidad 2010 La palabra «ateo» puede tener un sentido activo y un sentido pasivo. Puede indicar uno que rechaza a Dios, pero también uno que –al menos así les parece— es rechazado por Dios. En el primer caso, se trata de un ateismo de culpa (cuando no es de buena fe), en el segundo de un ateismo de pena, o de expiación. En este último sentido podemos decir que los místicos, en la noche del espíritu, son los a-teos, los sin Dios. Madre Teresa tiene palabras que nadie habría sospechado en ella: «Dicen que la pena eterna que sufren las almas en el infierno es la pérdida de Dios... En mi alma yo experimento precisamente esta terrible pena de la pérdida, de Dios que no me quiere, de Dios que no es Dios, de Dios que en realidad no existe. Jesús, te lo ruego, perdona mi blasfemia» [16]. Pero se da cuenta de la naturaleza distinta, de solidaridad y de expiación, de este «ateísmo» suyo: «Quiero vivir en este mundo tan lejano de Dios y que ha dado la espalda a la luz de Jesús, para ayudar a la gente, cargando con algo de su sufrimiento» [17]. Los místicos han llegado a un paso del mundo donde viven los sin Dios; han experimentado el vértigo de precipitarse hacia abajo. Escribe Madre Teresa a su padre espiritual: «He estado a punto de decir “no”... Me siento como si algo, un día u otro, se tuviera que romper en mí». «Ruegue por mí, para que yo no rechace a Dios en esta hora. No quiero hacerlo, pero temo que pueda hacerlo» [18]. Por esto los místicos son los evangelizadores ideales en el mundo postmoderno, donde se vive «etsi Deus non daretur», como si Dios no existiera. Recuerdan a los ateos honestos que no están «lejos del reino de Dios»; que les bastaría dar un salto para encontrarse en la orilla de los místicos, pasando de la nada al todo. Tenía razón Karl Rahner al decir: «El cristianismo del futuro, o es místico o no será». Padre Pío y Madre Teresa son la respuesta a este signo de los tiempos. No debemos «desperdiciar» a los santos reduciéndolos a dispensadores de gracias o de buenos ejemplos. 5. Nuestra pequeña noche Los místicos tienen sin embargo algo que decirnos a los creyentes, y no sólo a los ateos. No son una excepción, o una categoría aparte de cristianos. Muestran más bien, como de forma ampliada, lo que debería ser la plena expansión de la vida de gracia. Una cosa aprendemos especialmente de la noche oscura de los místicos, y en particular de la de Madre Teresa: cómo comportarnos en tiempo de aridez, cuando la oración 35

Adviento – Navidad 2010 se convierte en lucha, fatiga, un golpe de la cabeza contra un «muro de lamentación». No es necesario insistir en la oración de Madre Teresa en todos aquellos años pasados en la oscuridad; la imagen de ella en oración es la que todos tenemos aún ante de los ojos. Una serie de bellísimas oraciones se encuentran entre la herencia más preciosa que ella dejó a sus hijas y a la Iglesia. De Jesús, el evangelista Lucas dice que «sumido en agonía, insistía más en su oración», factus in agonia prolixius orabat (Lc 22,44). Es lo que se observa también en la vida de estas almas. La aridez en la oración, cuando no es fruto de disipación o de pactos con la carne, sino permisión de Dios, es la forma atenuada y común que adopta la noche oscura en la mayoría de las personas que tienden a la santidad. En esta situación es importante no rendirse y comenzar a omitir la oración para entregarse al trabajo, visto que se consigue bien poco estando en oración. Cuando Dios no está, es importante al menos que su lugar permanezca vacío y que no sea ocupado por algún ídolo, especialmente el que llamamos activismo. Para impedir que esto ocurra es bueno interrumpir cada rato el trabajo para elevar al menos un pensamiento a Dios, o para sacrificarle sencillamente un poco de tiempo. En tiempo de aridez hay que descubrir un tipo de oración especial que la beata Ángela de Foligno definía como la oración forzada y que dice haber practicado ella misma: «Es bueno y muy agradable a Dios que tú ores con el fervor de la gracia divina, que veles y te fatigues al realizar toda acción buena; pero es más agradable y aceptable al Señor si, faltándote la gracia, no disminuyes tus oraciones, tus vigilias, tus buenas obras. Actúa sin la gracia como lo hacías cuando la poseías... Tú haz tu parte, hijo mío, y Dios hará la suya. La oración forzada, violenta, es muy agradable a Dios» [19]. Esta es una oración que se puede hacer más con el cuerpo que con la mente. Existe una secreta alianza entre la voluntad y el cuerpo y hay que usarla para reducir la mente... a la razón. A menudo, cuando nuestra voluntad no puede ordenar a la mente que tenga o no ciertos pensamientos, puede ordenar al cuerpo: a las rodillas que se doblen, a las manos que se junten, a los labios que se abran y pronuncien algunas palabras, por ejemplo, «Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo». Un místico oriental, Isaac el Sirio, decía: «Cuanto tu corazón está muerto y ya no tenemos la mínima oración ni súplica alguna, cuando Él venga que nos encuentre postrados con el rostro en tierra perpetuamente». Madre Teresa conoció también esta oración «forzada». 36

Adviento – Navidad 2010 «No puedo decirle lo mal que me sentí el otro día; hubo un momento en el que por poco rechacé aceptar. Entonces tomé decididamente el Rosario y lo recé lentamente y con calma, sin meditar ni pensar en nada» [20]. Simplemente permanecer con el cuerpo en la iglesia, o en el lugar elegido para la oración, simplemente estar en oración, es entonces el único modo que queda para continuar siendo perseverantes en la oración. Dios sabe que podríamos ir y hacer cientos de cosas más útiles y que nos agradarían más, pero permanecemos allí, consumimos en blanco el tiempo a Él destinado por nuestro horario o por nuestro propósito. A un discípulo que se lamentaba continuamente de no poder orar a causa de las distracciones, un anciano monje, al que se había dirigido, le respondió: «Que tu pensamiento vaya donde quiera, ¡pero que tu cuerpo no salga de la celda!» [21]. Es un consejo que también nos sirve a nosotros, cuando nos encontramos en situación de distracciones crónicas que ya no está en nuestras manos poder controlar: que nuestro pensamiento vaya donde quiera, ¡pero que nuestro cuerpo permanezca en oración! En tiempo de aridez, debemos recordar la dulcísima palabra del Apóstol: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza...» (Rm 8,26 s). Él, sin que lo notemos, llena nuestras palabras y nuestros gemidos de deseo de Dios, de humildad, de amor. El Paráclito se convierte, entonces, en la fuerza de nuestra oración «débil», en la luz de nuestra oración apagada; en una palabra, en el alma de nuestra oración. Verdaderamente, como dice la Secuencia, Él «riega lo que es árido», rigat quod est aridum. Todo esto sucede por fe. Basta que yo diga: «Padre, tu me has regalado el Espíritu de Jesús; formando, por ello, “un solo Espíritu” con Él, yo rezo este salmo, celebro esta Santa Misa, o estoy simplemente en silencio, aquí, en tu presencia. Quiero darte la gloria y la alegría que te daría Jesús, si fuera Él quien te orara aún desde la tierra». Con esta certeza, concluimos nuestra reflexión orando: «Espíritu Santo, Tú que intercedes en el corazón de los creyentes con gemidos inenarrables, llama al corazón de tantos de nuestros contemporáneos que viven sin Dios y sin esperanza en este mundo. Ilumina la mente de aquellos que en este momento están delineando la fisonomía futura de nuestro continente; hazles comprender que Cristo no es una amenaza para nadie, sino hermano de todos. Que a los pobres, a los pequeños, a los perseguidos y a los excluidos de la Europa de mañana no les sea quitada, con culpable silencio, la garantía que hasta ahora más 37

Adviento – Navidad 2010 les ha defendido del arbitrio de los grandes y de la dureza de la vida: el nombre del primero de ellos, ¡Jesús de Nazareth!».

5. Regalos del Adviento 1. LUZ para distinguir a Cristo que sale a nuestro encuentro. Abrir los ojos, para que nada ni nadie nos confunda. Es necesario para no desviarse del camino.

2. OIDO. Para escuchar sus pasos. Dios nunca se impone. Se propone a todo aquel que desee acogerle libre y voluntariamente. El silencio nos hace sensibles a la llegada del Señor.

3. ALEGRIA. El nacimiento de un niño siempre trae debajo de su brazo altas dosis de felicidad y de alegría. Estar comprometidos con lo que gusta a Dios será la mejor forma de ampararle.

4. HUMILDAD.

Si Dios estando en las alturas, se acerca al hombre, es para que también la humanidad se ayude mutuamente. Al salir al encuentro de los demás abrimos una puerta, la de la humildad, que nos empuja a los brazos de Dios.

5. ESPERANZA. Esperamos

no algo efímero. Es Alguien el que nos produce una sensación de paz y de sosiego, de optimismo y de ilusión. Desengancharnos de aquello que monopoliza excesivamente nuestra atención hará que aumente en nosotros las ganas de celebrar el nacimiento de Cristo.

6. QUIETUD.

El trabajo, las responsabilidades y preocupaciones nos absorben y bloquean demasiado. El adviento nos invita a contemplar, a ser más reflexivos, a estar expectantes ante un acontecimiento: ¡Dios viene a salvarnos!

7. AVENTURA.

Este tiempo prenavideño nos invita a salir al encuentro del Señor. Instalarnos en el camino fácil, en el consumo o en lo superficial, no nos convierte en aventureros sino en autómatas. ¿Quieres descubrir al Señor? 38

Adviento – Navidad 2010

8. HERMANDAD.

El adviento nos dispone no solamente al nacimiento de Jesús sino al sentido de su llegada: viene a restablecer la alianza entre Dios y el hombre. Un Niño nos va a nacer y, en El, todos seremos hermanos. Avanzando en la reconciliación personal y comunitaria podremos significar la autenticidad de nuestra fe.

9. VISITA.

Celebrar el adviento es prepararse a una visita especial. Hay que limpiar el corazón para que, el Señor, pueda nacer en Él. La Palabra, la conversión personal y la alegría….pueden servir de pañales con los cuales recibir dignamente al Salvador.

10. SILENCIO.

El Hijo de Dios viene silenciosamente y, por lo tanto, hay que estar atentos para saber desde que dirección se acerca hasta nosotros. Ser centinelas, vivir como centinelas, permanecer como centinelas y con los ojos bien abiertos evitará que, lo grande y divino de estos próximos días, no pase de largo.

6. San Mateo en este Adviento 1) Isaías 2, 1-5; Romanos 13, 11-14; Mateo 24, 37-44 Empieza [el domingo] el primer año del ciclo litúrgico trienal, llamado año A. En él nos acompaña el Evangelio de Mateo. Algunas características de este Evangelio son: la amplitud con la que se refieren las enseñanzas de Jesús (los famosos sermones, como el de la montaña), la atención a la relación Ley-Evangelio (el Evangelio es la «nueva Ley»). Se le considera como el Evangelio más «eclesiástico» por el relato del primado a Pedro y por el uso del término «Ecclesia», Iglesia, que no se encuentra en los otros tres Evangelios. La palabra que destaca sobre todas, en el Evangelio de este primer domingo de Adviento, es: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor... Estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Se pregunta a veces por qué Dios nos esconde 39

Adviento – Navidad 2010 algo tan importante como es la hora de su venida, que para cada uno de nosotros, considerado singularmente, coincide con la hora de la muerte. La respuesta tradicional es: «Para que estuviéramos alerta, sabiendo cada uno que ello puede suceder en sus días» (San Efrén el Sirio). Pero el motivo principal es que Dios nos conoce; sabe qué terrible angustia habría sido para nosotros conocer con antelación la hora exacta y asistir a su lenta e inexorable aproximación. Es lo que más atemoriza de ciertas enfermedades. Son más numerosos hoy los que mueren de afecciones imprevistas de corazón que los que mueren de «penosas enfermedades». Si embargo dan más miedo estas últimas porque nos parece que privan de esa incertidumbre que nos permite esperar. La incertidumbre de la hora no debe llevarnos a vivir despreocupados, sino como personas vigilantes. El año litúrgico está en sus comienzos, mientras que el año civil llega a su fin. Una ocasión óptima para hacer hueco a una reflexión sabia sobre el sentido de nuestra existencia. La misma naturaleza en otoño nos invita a reflexionar sobre el tiempo que pasa. Lo que decía el poeta Giuseppe Ungaretti de los soldados en la trinchera del Carso, durante la primera guerra mundial, vale para todos los hombres: «Se está / como en otoño / en los árboles / las hojas». Esto es, a punto de caer, de un momento a otro. «El tiempo pasa y el hombre no se da cuenta», decía Dante. Un antiguo filósofo expresó esta experiencia fundamental con una frase que se ha hecho célebre: «panta rei», o sea, todo pasa. Ocurre en la vida como en la pantalla televisiva: los programas se suceden rápidamente y cada uno anula el precedente. La pantalla sigue siendo la misma, pero las imágenes cambian. Es igual con nosotros: el mundo permanece, pero nosotros nos vamos uno tras otro. De todos los nombres, los rostros, las noticias que llenan los periódicos y los telediarios del día --de mí de ti, de todos nosotros--, ¿qué permanecerá de aquí a algún año o década? Nada de nada. El hombre no es más que «un trazo que crea la ola en la arena del mar y que borra la ola siguiente». Veamos qué tiene que decirnos la fe a propósito de este dato de hecho de que todo pasa. «El mundo pasa, pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2, 17). Así que existe alguien que no pasa, Dios, y existe un modo de que nosotros no pasemos del todo: hacer la voluntad de Dios, o sea, creer, adherirnos a Dios. En esta vida somos como personas en una balsa que lleva un río en crecida a mar abierto, sin 40

Adviento – Navidad 2010 retorno. En cierto momento, la balsa pasa cerca de la orilla. El náufrago dice: « ¡Ahora o nunca!», y salta a tierra firme. ¡Qué suspiro de alivio cuando siente la roca bajo sus pies! Es la sensación que experimenta frecuentemente quien llega a la fe. Podríamos recordar, como conclusión de esta reflexión, las palabras que santa Teresa de Ávila dejó como una especie de testamento espiritual: «Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Sólo Dios basta».

2) Isaías 11, 1-10; Romanos 15, 4-9; Mateo 3, 112 En el Evangelio del segundo domingo de Adviento no nos habla directamente Jesús, sino su precursor, Juan el Bautista. El corazón de la predicación del Bautista se contiene en esa frase de Isaías que repite a sus contemporáneos con gran fuerza: «Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas». Isaías, a decir verdad, expresaba: «Una voz clama: en el desierto abrid camino al Señor» (Is 40, 3). No es por lo tanto una voz en el desierto, sino un camino en el desierto. Los evangelistas, aplicando el texto al Bautista que predicaba en el desierto de Judea, han modificado la puntuación, pero sin cambiar el sentido del mensaje. Jerusalén era una ciudad rodeada por el desierto: a Oriente los caminos de acceso, en cuanto se trazaban, fácilmente desaparecían por la arena que mueve el viento, mientras que a Occidente se perdían entre las asperezas del terreno hacia el mar. Cuando una comitiva o un personaje importante debía llegar a la ciudad, era necesario salir y caminar por el desierto para abrir una vía menos provisional; se cortaban las zarzas, se colmaban las hondonadas, se allanaban los obstáculos, se reparaba un puente o un paso. Así se hacía, por ejemplo, con ocasión de la Pascua para acoger a los peregrinos que llegaban de la Diáspora. En este dato de hecho se inspira Juan el Bautista. Está a punto de llegar, clama, uno que está por encima de todos, «el que debe venir», el que esperan las gentes: es necesario trazar una senda en el desierto para que pueda llegar. Pero he aquí el salto de la metáfora a la realidad: este sendero no se traza sobre el terreno, sino en el corazón de cada hombre; no se traza en 41

Adviento – Navidad 2010 el desierto, sino en la propia vida. Para hacerlo, no es necesario ponerse materialmente al trabajo, sino convertirse: «Enderezad las sendas del Señor»: este mandato presupone una amarga realidad: el hombre es como una ciudad invadida por el desierto; está cerrado en sí mismo, en su egoísmo; es como un castillo con un foso alrededor y los puentes alzados. Peor: el hombre ha complicado sus sendas con el pecado y ahí se ha quedado, seducido, como en un laberinto. Isaías y Juan el Bautista hablan metafóricamente de precipicios, de montes, de pasos tortuosos, de lugares impracticables. Basta con llamar estas cosas por sus verdaderos nombres, que son orgullo, acidia, vejaciones, violencias, codicias, mentiras, hipocresía, impudicias, superficialidades, ebriedades de todo tipo (se puede estar ebrio no sólo de vino o de drogas, sino también de la propia belleza, de la propia inteligencia, o de uno mismo ¡que es la peor ebriedad!). Entonces se percibe inmediatamente que el discurso también es para nosotros; es para cada hombre que en esta situación desea y espera la salvación de Dios. Enderezar un sendero para el Señor tiene por lo tanto un significado concretísimo: significa emprender la reforma de nuestra vida, convertirse. En sentido moral lo que hay que allanar y los obstáculos que hay que retirar son el orgullo -que lleva a ser despiadado, sin amor hacia los demás--, la injusticia -que engaña al prójimo, tal vez aduciendo pretextos de resarcimiento y de compensación para acallar la conciencia-, por no hablar de rencores, venganzas, traiciones en el amor. Son hondonadas a colmar la pereza, la acidia, la incapacidad de imponerse un mínimo esfuerzo, todo pecado de omisión. La palabra de Dios jamás nos aplasta bajo una mole de deberes sin darnos al mismo tiempo la seguridad de que Él nos brinda lo que nos manda hacer. Dios, dice [el profeta] Baruc, «ha ordenado que sean rebajados todo monte elevado y los collados eternos, y colmados los valles hasta allanar la tierra, para que Israel marche en seguro bajo la gloria de Dios» [Ba 5, 7. Ndr]. Dios allana, Dios colma, Dios traza la senda; es tarea nuestra secundar su acción, recordando que «quien nos ha creado sin nosotros, no nos salva sin nosotros».

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3) Isaías 7, 10-14; Romanos 1, 1-7; Mateo 1, 1824. Hay algo que une las tres lecturas de este domingo: en cada una se habla de un nacimiento: «He aquí que una Virgen está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios-con-nosotros» (I lectura); «Jesucristo... nacido de la estirpe de David, según la carne» (II lectura); «El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera...» (Evangelio). ¡Podríamos llamarlo «domingo de los nacimientos»! Es inevitable plantearse inmediatamente la pregunta: ¿por qué nacen tan pocos niños en Italia y en otros países occidentales? El principal motivo de la escasez de nacimientos no es de tipo económico. Los nacimientos deberían aumentar a medida que se camina hacia las franjas más elevadas de la sociedad, o según se va del Sur al Norte del mundo, y en cambio sabemos que ocurre exactamente lo contrario. El motivo es más profundo: es la falta de esperanza, con lo que implica: confianza en el futuro, impulso vital, creatividad, poesía y alegría de vivir. Si casarse es siempre un acto de fe, traer al mundo un hijo es siempre un acto de esperanza. Nada se hace en el mundo sin esperanza. Necesitamos de la esperanza como del aire para respirar. Cuando una persona está a punto de desmayarse, se grita a quienes están cerca: « ¡Dadle aire!». Lo mismo se debería hacer con quién está a punto de dejarse ir, de rendirse ante la vida: « ¡Dadle un motivo de esperanza!». Cuando en una situación humana renace la esperanza, todo parece distinto, aunque nada, de hecho, haya cambiado. La esperanza es una fuerza primordial. Literalmente hace milagros. El Evangelio tiene algo esencial que ofrecer a nuestra gente, en este momento de la historia: la Esperanza con mayúsculas, virtud teologal, o sea, que tiene por autor y garante a Dios mismo. La esperanzas terrenas (casa, trabajo, salud, el éxito de los hijos...), aunque se realicen, inexorablemente desilusionan si no hay algo más profundo que las sustente y las eleve. Miremos lo que sucede con la tela de araña; es una obra de arte, perfecta en su simetría, elasticidad, funcionalidad, tensa desde todos los puntos por hilos que tiran de ella horizontalmente. Se sujeta en el centro por un hilo desde arriba, el hilo que la araña ha tejido descendiendo. Si uno desprende uno de los filamentos laterales, la araña 43

Adviento – Navidad 2010 sale, lo repara rápidamente y vuelve a su sitio. Pero si se rompe ese hilo de lo alto, todo se distiende. La araña sabe que no hay nada que hacer y se aleja. La Esperanza teologal es el hilo de lo alto en nuestra vida, lo que sustenta toda la trama de nuestras esperanzas. En este momento en que sentimos tan fuerte la necesidad de esperanza, la fiesta de Navidad puede representar la ocasión para una inversión de marcha. Recordemos lo que dijo un día Jesús: «Quien recibe a un niño en mi nombre, a mí me recibe». Esto vale para quien acoge a un niño pobre y abandonado, para quien adopta o alimenta a un niño del Tercer Mundo; pero vale sobre todo para los padres cristianos que, amándose, en fe esperanza, se abren a una nueva vida. Muchas parejas que, cuando se anunció el embarazo, se han visto por un momento llenas de confusión, estoy seguro de que sentirán que pueden hacer propias las palabras de la profecía navideña de Isaías: « ¡Acrecentaste el gozo, hiciste grande la alegría, porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado!»

7. Del 17 al 24 de Diciembre 17 de Diciembre Comenzamos ya, con gran alegría, la semana preparatoria de Navidad. Y cantamos en la entrada: «Exulta, cielo; alégrate, tierra, porque viene el Señor y se compadecerá de los desamparados» (Is 49,33). En la oración colecta (Rótulus de Rávena) pedimos a Dios creador y restaurador del hombre, que ha querido que su Hijo, Palabra eterna, se encarnara en el seno de María, siempre Virgen, que escuche nuestras súplicas, para que Cristo, su Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne, a imagen suya, transformarnos plenamente en hijos suyos. –Génesis 49,2.8-10: No se apartará de Judá el Reino. La bendición de Jacob sobre sus hijos augura la supremacía de Judá hasta la llegada del Cristo que esperan las naciones. La perspectiva de la salvación se va definiendo poco a poco. Esta lectura es un bello poema. Recoge el oráculo de Jacob sobre la tribu de Judá, que destacará por su vigor, independencia y supremacía sobre las demás tribus. David y Salomón eran del linaje de Judá, y con ellos el pueblo judío obtuvo un gran esplendor. Jerusalén está en el territorio de Judá. 44

Adviento – Navidad 2010 Toda la historia judía está en función de Cristo; así toda la historia humana, representada por Israel, está en función de la venida del Mesías. La verdadera preeminencia de Judá está, pues, en que de esta tribu había de nacer Cristo, Salvador del mundo. Por eso no se le quitará a Judá el cetro, porque es un cetro que supera las vicisitudes históricas y políticas de un pueblo. Es el cetro de Dios. El único que no puede quitarse, porque nunca ha sido dado. Es intrínseco a Dios mismo. Es el signo de su poder, pero, sobre todo, de su amor, porque reinando Dios, sirve a sus siervos, a quienes hace amigos. Por eso, decimos con la liturgia que Cristo es la Sabiduría de Dios, que llega de un confín a otro de la tierra, disponiendo todo con suavidad y energía. Lo que el mundo juzga estupidez, es elegido por Dios para confundir con ello a los sabios. La Sabiduría de Dios en el pesebre, en la pobreza, en el silencio, en la debilidad… La Sabiduría de Dios en la cruz. –La bendición de Jacob sobre Judá se realiza plenamente en Cristo: su mano tendrá un cetro real, su Reino será la Iglesia, que camina hacia la Jerusalén celeste, llamada visión de paz. El Salmo 71 nos invita a la contemplación de esta Iglesia definitiva, de aquel Reino de Jesucristo en el que florecerán la justicia y la paz: «Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente. Que los montes traigan la paz y los collados, la justicia. Que Él defienda a los humildes del pueblo y socorra a los hijos del pobre… Que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. Que su nombre sea eterno…, que Él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra». –Mateo 1,1-17: Genealogía de Jesucristo, hijo de David. El que es acogido por los justos y perseguido por su propio pueblo desde el comienzo. Cristo está vinculado estrechamente a su pueblo y a la humanidad entera. En su genealogía entran mujeres de origen no israelita. En la historia de la salvación Dios elige a veces caminos que pueden desconcertar a los hombres. De entre los hijos de Jacob elige a Judá, ni el primero ni el último. Nuestra fe ha de habituarse a este paso de Dios, aunque nos parezca, a veces, desconcertante. Cristo es Dios y hombre. En cuanto hombre tiene una ascendencia. No es un mito. Es un ser histórico que se inserta en su pueblo de Israel. No sería hombre, si no fuera de este modo. De Cristo, Mesías de todas las naciones, se habría podido pasar por alto su origen histórico. Sin embargo, no ha sido así. El evangelista nos narra su 45

Adviento – Navidad 2010 origen humano con diligencia y detalladamente. San León Magno comenta: «De nada sirve reconocer a nuestro Señor como hijo de la bienaventurada Virgen María y como hombre verdadero y perfecto, si no se le cree descendiente de aquella estirpe que en el Evangelio se le atribuye. «Dice, en efecto, Mateo: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”; y a continuación viene el orden de su origen humano, hasta llegar a José, con quien se hallaba desposada la Madre del Señor. «Lucas, por su parte, retrocede por los grados de ascendencia y se remonta hasta el mismo origen del linaje humano, con el fin de poner de relieve que el primer Adán y el último Adán son de la misma naturaleza... Consustancial como era [Cristo] con el Padre, se dignó a su vez hacerse consustancial con su Madre, y siendo como era el único que se hallaba libre de pecado, unió consigo nuestra naturaleza... No hubiésemos podido beneficiarnos de la victoria del triunfador, si su victoria se hubiera logrado al margen de nuestra naturaleza. «Por esta admirable participación, ha brillado para nosotros el misterio de la regeneración, de tal manera que, gracias al mismo Espíritu por cuya virtud fue concebido Cristo, hemos nacido nosotros de nuevo de un origen espiritual» (Carta 31). El infinito se alcanza pacientemente en el límite, aceptando ser lo que somos. Se supera solo lo que se acepta y se ama. La divina Sabiduría se revistió de naturaleza humana, tomó la forma frágil de un niño. Eligió la pequeñez, la pobreza, la obediencia, la sujeción a otro, la vida oculta. Lo que el mundo tiene por bajo y despreciable, lo que cree nulo es preferido por Dios, para aniquilar aquello que cree ser algo (1 Cor 1,20).

18 de Diciembre «El Mesías que Juan anunció como Cordero, vendrá como Rey», cantamos en la entrada de esta celebración. En la colecta (Gelasiano) pedimos al Señor que nos conceda a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado, vernos definitivamente libres por el renovado misterio del Nacimiento de su Hijo. –Jeremías 23,5-8: Suscitaré a David un vástago legítimo. El profeta anuncia la venida de un gran Rey, descendiente de David. Es el Mesías prometido, que traerá al mundo la salvación. «El Señor nuestra Justicia» 46

Adviento – Navidad 2010 es como un doblaje de la expresión «el Señor con nosotros», y equivale a Jesús: Dios salvador. Justicia es lo mismo que santidad. El deseo de salir de las angustias presentes podría ser una forma de alienación, de evasión, de refugio psicológico, si aquellos días mesiánicos no fueran un ideal que hemos de alcanzar, un modelo que imitar; más aún, si aquellos días futuros no fuesen, en esta tensión, ya presentes. En efecto, así como la vida eterna –de la que la era mesiánica es figura y con la que se confunde muchas veces proféticamente está ya en parte vivida en el tiempo por anticipación, la espera no es refugio evasivo. En la espera tenemos ya una afirmación, una presencia. Se espera lo que ya se posee en parte, pero lo que se espera es algo que, en su inagotable riqueza, está aún por poseer, por buscar, por esperar. Sí, pero todavía no. Es decir: tenemos la realidad, pero no en su plenitud, que solo se puede alcanzar en la gloria futura. Por eso pedimos en la liturgia de Adviento que el Salvador venga. Es el Dios fuerte. Fuerte en los prodigios que realiza, fuerte en el gobierno, en la conservación y en la propagación de la Iglesia. Fuerte en la redención y en la santificación de las almas, fuerte en su amor para con nosotros, indignos. Fuerte en su misericordia, fuerte en ayudarnos en todas nuestras necesidades: «Oh Adonai, Dios fuerte, Dios omnipotente. Tú eres quien se apareció a Moisés en la zarza ardiente. Tú eres quien le dio la ley en el monte Sinaí. ¡Ven, alárganos tu mano y sálvanos», cantamos hoy en la antífona para el Magníficat en Vísperas. –En el Salmo 71, el nuevo David, que Dios promete a los que han sido deportados a Babilonia, es figura de Jesucristo. Supliquemos, pues, con este Salmo que venga el Reino definitivo de Cristo, el nuevo David. Él «librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector. Él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas. Bendito por siempre su nombre glorioso, que su gloria llene la tierra. Amén, Amén... ¡Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente!». –Mateo 1,18-24: Jesús es el Hijo de Dios. Escribiendo la genealogía ascendente hasta Abrahán, San Mateo (1,1-17) ha querido demostrar la verdadera humanidad de Jesús. Ahora bien, en el evangelio de hoy, se pone en claro el otro aspecto del Salvador: el de Hijo de Dios. Leemos en la Carta a Diogneto, carta muy antigua, hacia el año 200: 47

Adviento – Navidad 2010 «Nadie pudo ver a Dios ni darle a conocer, sino Él mismo fue quien se reveló [en Jesucristo]. Y lo hizo mediante la fe, único medio de ver a Dios. Pues el Señor y Creador de todas las cosas, el que lo hizo todo y dispuso cada cosa en su propio orden, no solo amó a los hombres, sino que fue también paciente con ellos. Siempre fue, es y seguirá siendo benigno, bueno, incapaz de ira y veraz. Más aún, Él es el único bueno, y cuando concibió en su mente algo grande e inefable, lo comunicó únicamente con su Hijo» (Diogneto 8). La figura de San José tal como aparece en el relato evangélico es elevada y dramática, esculpida con fe y humildad. No es que San José acepte venir a ser padre de Dios, no. Podría hacer eso con un desmedido orgullo o con una presuntuosa y falsa humildad. Lo que sí hace José es entregar toda su vida a Dios, seriamente, en una donación incondicional. Acepta ser conducido por Dios por caminos misteriosos; acepta recibir a su cuidado a la Virgen María, en toda su fragilidad femenina, que era verdadera, al igual que era verdadera la fragilidad infantil de Jesús niño. Para estas fragilidades poderosas, pero también débiles, José acepta hacer de escudo, con su debilidad de hombre ciertamente elegido por Dios, con altas gracias divinas y dones especiales. San José acepta valientemente y con alegría cumplir la misión para la que el Señor le ha elegido. No cabe duda de que Dios le ha preparando espacialísimamente, y que él siempre ha aceptado la voluntad de Dios, prestándose a colaborar en todo lo posible con la gracia divina. El Evangelio, dentro de su concisión, es muy explícito: José, «como era bueno». ¡Cuántas renuncias suponen esas palabras! Tenemos necesidad de su ejemplo y de su intercesión en estos tiempos en los que los hombres, siguiendo sus propios planes, quedan extenuados, vacíos y sin alma.

19 de Diciembre El canto de entrada nos asegura que «el que ha de venir vendrá, y no tardará, y ya no habrá temor en nuestra tierra, porque Él es nuestro Salvador» (Hab 10,37). En la oración colecta (Rótulus de Rávena) pedimos al Señor, Dios nuestro, que, ya que en el parto de la Virgen María ha querido revelar al mundo entero el esplendor de su gloria, nos asista ahora con su gracia para que proclamemos con fe íntegra y celebremos con piedad sincera el misterio admirable de la Encarnación de su Hijo. –Jueces 13,2-7.24-25: Un ángel anuncia el nacimiento de Sansón. Como en las narraciones evangélicas de la infancia, un ángel de Dios 48

Adviento – Navidad 2010 anuncia el nacimiento de Sansón, el libertador de Israel, que, en cuanto nazareo, tenía que llevar una vida de austeridad y privaciones. En ese pasaje escriturístico se nos muestra el proceder de Dios en la historia de la salvación. Es decir, nos muestra su bondad y su omnipotencia, que utiliza a las criaturas humanamente menos capaces para llevar a cabo su plan salvífico. Estos prodigios evidencian una verdad, muchas veces olvidada. Cuando los instrumentos humanos actúan eficazmente, olvidamos con frecuencia que esa eficacia procede de Dios. Y así no reconocemos suficientemente la acción de Dios ni le tributamos el agradecimiento que merece. El orgullo es el enemigo de la salvación de las almas, de la Iglesia, del cristianismo. Levanta soberbio su cabeza: quiere aniquilar la fe en Dios, la fe en Cristo, la religión cristiana. Los hombres vuelven la espalda y se alejan del verdadero Dios, buscando otros dioses que ellos mismos se fabrican. Quieren llegar así a una divinización total del pensamiento humano, a una divinización total de la vida del hombre. Del verdadero Dios, de su inmensa bondad en la creación y en la salvación, ni siquiera ha de hablarse. En cambio, todo lo que no sea Él puede consentirse, todo puede aceptarse, hasta los ideales y las aspiraciones más ridículas. Por eso el Señor se lamenta: «Admiraos, cielos; espantaos, puertas celestes, dice el Señor. Dos errores ha cometido mi pueblo: me han abandonado a Mí, fuente de aguas vivas, y se han construido cisternas rotas, incapaces de contener agua» (Jer 2, 13). Es una gran advertencia para nosotros. –Desamparado, pero no desesperado, el autor del Salmo 70, mientras medita las antiguas maravillas que Dios ha realizado en su favor, le pide ser salvado de todo enemigo. Estas maravillas de tiempos pasados el Espíritu nos las recuerda para infundirnos esperanza en nuestras dificultades presentes. Por eso exclamamos: «Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día. Sé Tú mi Roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres Tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque Tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. Cantaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas» –Lucas 1,5-25: Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista. En estos relatos de anunciaciones de nacimientos subyace la fe. Algunos de los protagonistas de estos anuncios prodigiosos tienen una adhesión 49

Adviento – Navidad 2010 profunda de fe, mientras que otros, como aquí Zacarías, se resisten a creer. Son frecuentes los escepticismos en Israel, que siempre se ve confundido por Dios. También esa incredulidad llega hasta el apóstol Santo Tomás. Pero hay también en Israel una tradición formidable de fe, que llega a su culmen en la Virgen María. Aunque es la fe la mejor disposición para la acción de Dios –se diría que casi la condición natural para la manifestación del milagro, Él, Dios, no se deja vencer por la incredulidad humana, como si el escepticismo de los hombres tuviese el poder de detenerlo. Y así, aunque el milagro puede ser un premio de la fe, también puede ser a veces un motivo para creer. Por eso Dios castiga a Zacarías, pero no retira el milagro. Y San Agustín comenta: « Zacarías, que ha de engendrar a la voz, ahora calla. Calla por no haber creído. Con razón enmudece hasta que nazca la voz» (Sermón 290,4). La voz clamará en el desierto anunciando al Retoño de la raíz de Jesé, que se levantará enhiesto como una bandera, visible a todos los pueblos; ante Él enmudecen los reyes, a Él claman los pueblos infieles. Por eso hoy clama la liturgia: ¡Ven, Señor, no tardes más, sálvanos! Establece tu reino entre nosotros: el reino de la verdad, de la justicia, del amor y de la paz. ¡Ven, Señor, no tardes más!

20 de Diciembre Con el profeta Isaías cantamos en la entrada de esta celebración: «Saldrá un renuevo de la raíz de Jesé y la gloria del Señor llenará toda la tierra. Todos los hombres verán la salvación de Dios» (Is 11,1.40, 3). En la oración colecta (Rótulus de Rávena) se pide al Señor y Dios nuestro, a cuyo designio se sometió la Virgen Inmaculada, aceptando, al anunciárselo el ángel, encarnar en su seno a tu Hijo, que ya que Él la ha transformado, por el don del Espíritu Santo, en templo de la divinidad, nos conceda, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar sus designios con humildad de corazón. –Isaías 7,10-14: Ésta será la señal: la virgen concebirá un hijo. El profeta y el rey se hallan frente a frente. Acaz solicita la ayuda de Asiria para vencer a sus enemigos. Bajo una falsa religiosidad, oculta una absoluta falta de fe en la intervención divina. En esa coyuntura nacional, Isaías, el hombre de Dios y de la fe, le ofrece un signo: «La Virgen concibe y da a luz un hijo y le pone por nombre Dios-con-nosotros». Palabras tan 50

Adviento – Navidad 2010 grandiosas solo pueden decirse del Mesías, Jesucristo bendito, y así se dicen en el Evangelio (Mt 1,18-25). Él es el signo de la ayuda de Dios al mundo. Tal vez hoy no se perciba en muchos casos la presencia de Dios en los acontecimientos de cada día, pues nos fiamos mucho del progreso. Pero, en realidad, ese progreso falla muchas veces. Aunque hay medicinas para todo, éstas a veces no curan, y los hombres se siguen muriendo. Tenemos necesidad del auxilio divino, incluso en la evolución del progreso. Todo lo debemos a Dios. Además hemos de ver a Dios en los hombres, porque éstos son como sombras de Cristo, que continúa caminando en el paso del pobre, del necesitado, del fiel que está injertado en Él. Por eso todo hombre, y el cristiano de modo especial, es signo y transmisor de la presencia divina en el mundo. «He aquí que una virgen concebirá». Con la sagrada liturgia, reconozcamos también nosotros a María, la Virgen Madre de Dios, en la santa Iglesia. Como aquella, también la Iglesia lleva en su seno a Cristo, la verdad, la salvación, la gracia. Solo en ella encontrará la humanidad a Cristo. Venid, subamos al monte del Señor –al monte Sión–, vayamos a la casa del Señor –al templo de Jerusalén, a la morada de Dios, a la Virgen María, a la Iglesia–. Allí nos enseñará Él sus caminos. Seamos fieles al Señor, a la Virgen María, a la santa Iglesia. –Por la venida de Cristo todo el mundo se transformará en un templo de su presencia. Esto debe ser cada vez más explícito y manifiesto, por eso cantamos con el Salmo 23: «Ya llega el Señor, Él es el Rey de la gloria. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes. Él la fundó sobre los mares. Él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob». Así cantamos nosotros, que en este Adviento nos preparamos para celebrar dignamente el Nacimiento del Salvador. –Lucas 1,26-38: El Señor solicita por el ángel la aquiescencia de María. Dios tiene necesidad de la nada de su criatura abierta a Él. Las más grandes obras de Dios se realizan en el silencio y la oscuridad. En la Anunciación la Virgen María tiene una misión relevante. Ha llegado la plenitud de los tiempos, el tiempo mesiánico. Sus signos son sencillez, 51

Adviento – Navidad 2010 humildad, plenitud, alegría. María es la nueva Jerusalén, el nuevo Templo. La Gloria de Dios habita en Ella. San Bernardo, en el nombre de toda la humanidad, le habla así con inmensa devoción: «Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo. Oíste que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo... También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, la palabra misericordiosa de tu respuesta. Se pone en tus manos el precio de nuestra salvación. En seguida seremos librados, si tú das tu consentimiento... «Esto te suplica, oh piadosa Virgen, el triste Adán, desterrado del paraíso, con todos los antecesores tuyos, que están detenidos en la región de la sombra de la muerte. Este te pide el mundo postrado a tus pies... «Da pronto tu respuesta. Responde presto al ángel o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel. Responde una palabra y concibe la Palabra divina. Emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna... «Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas a tu Creador. Mira que el Deseado de todas las naciones está llamando a tu puerta... Levántate, corre, ábrele. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento. «“Aquí está, dice la Virgen, la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”» (Homilía 4). Así, con la fe de María comienza la nueva Alianza. Ella es elegida y preparada para ser signo de la presencia de Dios, y es signo tan transparente y eficaz, que se hace para nosotros como su tabernáculo viviente, una custodia viva, en la que mora plenamente el Señor. Ante la propuesta divina, traída por el ángel, María no conoce más que una obediencia ciega, una entrega y un abandono absolutos: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». El Verbo entonces se hace carne en Ella por obra del Espíritu Santo. ¡Venid, adoremos! La Virgen de Nazaret es el Templo nuevo, la nueva Arca de la Alianza, en la que se acerca a nosotros el mismo Dios en persona. «He aquí que una Virgen concebirá». ¡El alma virginal! La mujer llena de gracia, que vive enteramente de Dios y de Cristo. La fortaleza virginal clausurada, que abre sus puertas para que entre en ella el Rey de la gloria. Ella es la Virgen de corazón puro y de manos inmaculadas. Es la Virgen que no tiene más que una respuesta a la llamada divina: «He aquí la esclava del Señor». Con su poder el Redentor se acerca a la prisión 52

Adviento – Navidad 2010 donde el hombre, pobre y pecador, yace en las sombras de la muerte. Viene a él, miserable, por la Virgen María. Por eso hoy la liturgia canta en Vísperas, en la antífona del Magníficat: «oh llave de David, y cetro de la casa de Israel. Tú abres y nadie puede cerrar; cierras y nadie puede abrir. Ven y libra al que yace aherrojado en la prisión, sentado en tinieblas y sombras de muerte».

21 de Diciembre En la entrada de la Misa, con el profeta Isaías, proclamamos con fe y alegría: «Vendrá el Señor que domina los pueblos, y se llamará Emmanuel, porque tenemos a Dios con nosotros» (Is 7,14; 8,10). En la oración colecta (Gelasiano) pedimos al Señor: «escucha la oración de tu pueblo, alegre por la venida de tu Hijo en carne mortal, y haz que cuando vuelva en su gloria, al final de los tiempos, podamos alegrarnos de escuchar de sus labios la invitación a poseer el reino eterno». –Cantar 2,8-14: Ya viene mi Amado saltando por los montes. Ese Amado que viene a la humanidad no es otro que Cristo. Él se acerca hoy al encuentro de Juan. Pero también viene a nosotros, a todas las almas que lo esperan y desean. Cuando el amor de Dios, que viene, que vino, y que permanece como misterio vivo, afecta no solo a la fe y a la inteligencia, sino que invade todo el ser, entonces enciende el lenguaje incandescente del amor. Es el amor que los místicos cristianos han vivido tan intensamente y que el profetismo del Antiguo Testamento ha descrito muchas veces para expresar las relaciones del alma con Dios. El Señor es el Amado, es el Enamorado que viene a los hombres, que nos lleva consigo al campo en flor, y que suscita en nosotros cantos únicos e inconfundibles. Cuando Él se acerca, llega y entra en nuestras vidas, nosotros nos olvidamos de todo, del invierno que pasó y que volverá a venir… Más allá de las imágenes, estamos aquí, hemos llegado ya, al mundo de la era mesiánica que, a su vez, es signo de la escatología, de los nuevos cielos y de las nuevas tierras, que siempre florecerán, que siempre darán perfume de vida, porque siempre estarán habitadas por el Amor que viene cruzando los montes. Y nosotros, detrás de la ventana, lo esperamos, para que nos lleve a las viñas en flor. Éramos tinieblas, noche, caos, aletargamiento, desfallecimiento, enfermedad y muerte. Nos faltaba la luz, nos faltaba el Sol de justicia. Abandonada a sí misma la pobre humanidad, se hunde irremisiblemente 53

Adviento – Navidad 2010 en las tinieblas y en la noche de la muerte. Se despeña en el abismo del error, de la continua y angustiosa duda. No tiene respuestas para los enigmas de una vida que se ha hecho mortal. Solo Dios da esas respuestas por medio de su Unigénito encarnado, cuyo Nacimiento anhelamos con esperanza renovada. –Ante la Navidad que se acerca, ante el Señor que aparece a su Iglesia como el Esposo del Cantar de los Cantares, ante «los proyectos de su corazón», llenos de salvación y de amor, que se despliegan en la historia humana, nosotros, animados por el Espíritu Santo, estamos en condiciones de cantar con gozo la acción de gracias del Salmo 32: «Dichosa la nación, cuyo Dios es el Señor. Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. El plan del Señor subsiste por siempre, los preceptos de su corazón de edad en edad. Nosotros aguardamos al Señor. Él es nuestro auxilio y escudo; con Él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos». –Lucas 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? La Virgen María, llena de gracia y templo de Dios, abre a todos su corazón. La alegría mesiánica que la llena es difusiva, y tiende, como todo don de Dios, a la comunión. Por eso María sale de sí misma y camina hacia su pariente Isabel. Y ésta, «llena del Espíritu Santo», entiende los signos de Dios y la proclama «dichosa porque ha creído». Comenta San Ambrosio: «El Ángel que anunciaba los misterios, para llevar a la fe mediante algún ejemplo, anunció a la Virgen María la maternidad de una mujer estéril, ya entrada en años, manifestando así que Dios puede hacer todo lo que le place. «Desde que lo supo, María, no por falta de fe en la profecía, no por incertidumbre respecto al anuncio, sino con el gozo de su deseo, como quien cumple un piadoso deber, se dirigió a las montañas. «Llena de Dios de ahora en adelante ¿cómo no iba a elevarse apresuradamente hacia las alturas? La lentitud en el esfuerzo es extraña a la gracia del Espíritu» (Comentario Evang. Lucas II,19). María, por su «sí», hace que la obra de Dios, su plan de salvación, sea una realidad para nosotros. Dios viene y viene por María. Por Ella nos llega el Sol verdadero: Cristo, el Salvador a quien nosotros esperamos. Cristo es realmente la luz del mundo; y lo es por la fe santa que Él enciende en las almas; por la doctrina con que nos instruye y educa; por el ejemplo que nos da en el pesebre de Belén, en Nazaret, en la Cruz, en 54

Adviento – Navidad 2010 el Sagrario; por la túnica luminosa de gracia con que envuelve nuestra alma; por la santa Iglesia que nos entrega como verdadera Madre. A la luz de este Sol todo aparece claro, transparente. Y ese Sol lució y luce ante nuestros ojos por medio de la Virgen María. Ahora Dios se nos aparece como un tierno y solícito Padre, que nos mira y nos trata como a verdaderos hijos suyos y nos convida a participar y a gozar con Él de su eterna y dichosa vida. Esta luz nos hace ver la nulidad de todo lo meramente humano, de todo lo terreno, de los bienes y felicidades de este mundo. Por eso hoy la liturgia canta en Vísperas esta antífona del Magníficat: « ¡Oh Oriente, Resplandor de luz eterna, Sol de justicia! Ven e ilumina a los que estamos sepultados en las tinieblas y sombras de muerte».

22 de Diciembre El Salmo 23,7 sigue hoy resonando en la entrada de la eucaristía: « ¡Portones! alzad los dinteles; que se alcen las antiguas compuertas; va a entrar el Rey de la gloria». En la oración colecta (Bérgamo), pedimos al Señor nuestro Dios: tú, que «con la venida de tu Hijo has querido redimir al hombre, sentenciado a muerte; concede a los que van a adorarlo, hecho Niño en Belén, participar de los bienes de su redención». –1 Samuel 1,24-28: Ana agradece el nacimiento prodigioso de Samuel. Como antes la liturgia nos hizo contemplar los nacimientos prodigiosos de Sansón o de Juan, ahora nos recuerda el de Samuel. El cántico de Ana, su madre agradecida, prefigura el de la Virgen María: en uno y en otro caso se ensalza el poder de Dios que enaltece a los humildes. Todo ello nos revela la acción misteriosa de Dios en la historia de la salvación. Para mostrar la potencia de su iniciativa en la redención de los hombres, Dios elige los instrumentos que a la luz del mundo parecen menos aptos. Él, que configura el interior de las personas, y que conoce el corazón de Ana, de Isabel y de la Virgen María, elige estos medios humildes para sus grandiosas acciones de salvación. Hay dones que se nos dan porque, inspirados por Dios, los pedimos; y hay dones que nos vienen de un modo completamente gratuito e inesperado, previniendo toda petición e incluso todo deseo. En este segundo modo, nosotros escuchamos al Señor, que entra de pronto en 55

Adviento – Navidad 2010 nuestra vida, y nos colocamos a su disposición, según el don divino y su llamada. Así es como Jesús es dado a la Virgen María, superando toda expectación y más allá de las leyes naturales. Así es dado Samuel a su estéril madre Ana, que lo había suplicado a Dios, contra toda esperanza. En realidad, todos nosotros somos también dones de Dios, dones de su gracia indebida y sobreabundante; hijos suyos por naturaleza y por redención. ¿Qué es el hombre? Creado por Dios en un principio, alejado de Él por el pecado, hecho así miserable, separado de la Fuente de la Verdad y de la verdadera Vida, condenado a la privación eterna de Dios, a las tinieblas y a la eterna desdicha. Y sin embargo, ha sido el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Aletea todavía en él la llama del espíritu, con su impetuosa tendencia a la verdad, hacia la posesión de todo bien, hacia la felicidad y la paz, hacia Dios, su única plenitud posible. Y Dios en Cristo se compadeció de él. Oyó su clamor. Se acordó de su pobreza, de su debilidad, de su nada, de su ignorancia, de su propensión al mal, de sus errores, de sus pasiones desatadas… Y quiso salvarlo. –Como miró el Señor la humillación de Ana, así ha mirado a nuestra desvalida humanidad, y por la Virgen María le ha dado la salvación. Por eso cantamos y bendecimos al Señor con el mismo cántico de Ana: «Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con su salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan… El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria; pues del Señor son los pilares de la tierra, y sobre ellos afianzó el orbe» (1 Sam 2,1,45.6-7.8). –Lucas 1,46-56: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. El Magníficat es, sin duda, la expresión más elevada de la Hija de Sión. Dios es alabado, porque miró la humildad de su Esclava. La misericordia de Dios se ha hecho realidad en Ella para beneficio de toda la humanidad. San Ambrosio dice: 56

Adviento – Navidad 2010 «Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor. Que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una Madre de Cristo, por la fe Cristo es fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde castidad con una pureza intachable» (Comentario Evang. Lucas II,27). Hay a veces una humildad hipócrita, que niega con obstinación los propios dones, y que no los agradece al Señor. Con frecuencia es una humildad precaria y combatida, que no resiste a la tentación de la propia dignidad y que, para sostenerse, tiene necesidad de humillarse. O a veces es un cálculo sagaz para provocar alabanzas. Pero la verdadera humildad ignora estos modos tortuosos. Sabe que las buenas cualidades son dones de Dios, y a Él le da la gloria con un corazón sencillo. Así la Virgen María. Ella reconoce con gozo que el Poderoso ha hecho en Ella grandes cosas, lo agradece y, llena de alegría, lo alaba exultante. Y no duda en admitir que todos los pueblos la llamarán bienaventurada. Todo en Ella es gratitud y sentirse pequeña ante la magnitud de Dios y de su don. ¡Cuánto hemos de aprender de Ella! Por eso hoy, en la liturgia de las Vísperas, cantamos la antífona del Magníficat: «Oh Rey de las naciones, Deseado de las gentes y Piedra angular donde se apoyan judíos y gentiles. Ven y salva al hombre que Tú formaste del limo de la tierra».

23 de Diciembre Cantamos en la entrada, «Un niño nos va a nacer y su nombre es: Dios guerrero; Él será la bendición de todos los pueblos» (Is 9,6; Sal 71,17). En la colecta (Rótulus de Rávena), pedimos al Señor todopoderoso y eterno, al acercarnos a las fiestas de Navidad, que su Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos haga partícipes de la abundancia de su misericordia. –Malaquías 3,1-4; 4,5-6: Antes del día del Señor, os enviaré al profeta Elías. Contra el sacerdocio infiel, Malaquías anuncia el terrible Día de Yavé. El Señor vuelve a su templo para renovarlo mediante el fuego purificador y reinstaurar en él un sacerdocio santo y una oblación justa y aceptable. La venida del Señor la anunciará un mensajero, como los heraldos pregonaban la venida del emperador: será el profeta Elías, arrebatado al cielo. 57

Adviento – Navidad 2010 En el Nuevo Testamento, Jesús dice que su precursor, Juan Bautista, «es Elías, el que iba a venir» (Mt 11,14). También nosotros tenemos nuestro día. Hay muchos días en nuestra vida y también muchos «precursores» que nos lo anuncian y nos preparan para ese día concreto. Días concretos en los que Dios otorga sus dones y nos visita para provocar en nosotros una ascensión más en nuestro camino de perfección cristiana: unos misiones populares, unos ejercicios espirituales, una simple homilía… Hemos de acogerlos con un corazón abierto. En todos esos días se hace más palpable la presencia del Emmanuel, es decir «Dios con nosotros». Él es el Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, de igual sustancia que el Padre. Él, por nuestra salvación, descendió de los cielos, se encarnó por obra y gracia del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, y se hizo hombre. ¡Dios con nosotros! Se hace pobre con nosotros, ora con nosotros, siente y padece con nosotros. ¡Dios con nosotros! Nos da su amor, su verdad, su Corazón, su gracia, su sangre y, con todo esto, su perdón. Reconozcamos siempre en nuestra vida el Día del Señor y aceptémoslo con gratitud y alegría desbordante. –El Señor está ya a la puerta para salvar a la humanidad. Pidámosle con el Salmo 24 que nos enseñe sus caminos de purificación, de conversión, de perdón…, que lleguemos al conocimiento interno y sabroso de que «se acerca nuestra liberación». Digámosle confiadamente: «Señor, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y Salvador. El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza». Es el Día del Señor. Recibamos con humildad sus dones. –Lucas 1,57-66: Nacimiento del Bautista. Dios le ha dado un nombre: Juan, que significa «Dios se ha compadecido». Es el Precursor de la gran misericordia de Dios, la venida de Cristo. Dios en su nacimiento, una vez más, interviene en la historia humana y la convierte en historia de la salvación. Alegrémonos también nosotros en el nacimiento de Juan. Escribe San Ambrosio: «Isabel dio a luz a un hijo, y sus vecinos se unieron en su alegría. El nacimiento de los santos es una alegría para muchos, pues es un bien común, ya que la justicia es una virtud social. En el nacimiento del justo 58

Adviento – Navidad 2010 se ven ya las señales de lo que será su vida, y el atractivo que tendrá su virtud está presagiado y significado en esa alegría de los vecinos» (Comentario Evang. Lucas II,30). Acojamos el día de la visita de Dios. Son muchas las visitas que nos hace el Señor en nuestro caminar hacia el Padre. Dios grande y santo viene a nosotros, pecadores indignos. Viene no para aniquilarnos, como lo hizo en otro tiempo: diluvio, Sodoma, Gomorra…, sino para librarnos, para darnos sus dones y gracias con los cuales progresemos en la virtud, en la vida interior. No se contenta simplemente con ocupar nuestro lugar y con expiar nuestros pecados, abandonándonos después a nuestra suerte, sino que viene muchas veces con sus visitas, con sus dones y sus avisos. Quiere levantarnos hasta Él mismo, nos incorpora consigo, nos comunica su propia vida y nos vivifica… Emplea también a veces sus intermediarios, sus precursores… La figura del Bautista, el precursor, en estas vísperas ya de la Navidad, sigue llamándonos a una conversión que abra nuestros corazones al Señor que viene, que quiere venir más dentro de nuestras vidas. Oigamos a San Juan Crisóstomo: "Si Juan, siendo tan santo, «vivió entregado a una vida tan áspera, lejos de toda lujo y placer... ¿qué defensa habrá en nosotros que, después de tanta misericordia de Dios y tan grande carga de nuestros pecados, no mostramos ni la mínima parte de la penitencia del Bautista?... Apartémonos de la vida muelle y relajada, pues no hay modo de unir placer y penitencia» (Homilías sobre Evg. Mateo 10,4-5). Reconociendo que somos pecadores, y que necesitamos absolutamente al Salvador, cantamos en Vísperas, en la antífona del Magníficat: «¡oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, Expectación y Salvador de las gentes! Ven, a salvarnos, Señor, Dios nuestro».

24 de Diciembre Con San Pablo exclamamos en la entrada de esta celebración: «Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra» (Gál 4,4). En la oración colecta (Veronense) pedimos al Señor Jesús que venga y no tarde, para que su venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de su amor. –2 Samuel 7,1-5.8-11.16: El trono de David durará para siempre. No será David el que edifique el templo del Señor. Pero el Señor le 59

Adviento – Navidad 2010 premia su buena intención, y le promete la perennidad de su dinastía. Por eso el Mesías será hijo de David y su reino será eterno. En el tierno Niño de Belén hemos de ver al fuerte y poderoso Rey divino, al Señor del universo, al Fundador del Reino de la Verdad y de la Vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia del amor y de la paz. La fe debe hacernos contemplar la corona y el cetro que la vista corporal no alcanza a ver. El Padre eterno decreta: «Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión» (Sal 2,6). Y Cristo, el nuevo Rey, lo proclama ante el mundo: «El Señor me ha dicho: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Pídemelo y te daré en herencia las naciones y te haré dueño de todos los confines de la tierra» (7-8). Nosotros creemos en su reinado, nos sometemos a su imperio, nos consideramos dichosos de ser conducidos, mandados y regidos por Él. Adoraremos al Rey en un pesebre, y lo veneraremos en su Ascensión a la derecha del Padre, cuando diga: «Se me ha dado todo poder sobre los cielos y sobre la tierra» (Mt 28,18). ¡Nos entregamos totalmente a su dominio! ¡Queremos servirle, vivir y morir en su santo servicio! Ese reinado no se funda ni en la carne, ni en la sangre, ni en la raza, ni en el nacimiento, ni en las armas, ni en los ejércitos, ni en riquezas o grandes extensiones de tierra. No se funda tampoco en las dotes naturales del hombre: en su inteligencia, en sus ascendientes, ni en su influencia; tampoco en su cultura, en su renombre o en su perspicacia. Solo se funda en dos cosas: en la gracia divina y en la buena voluntad del hombre para recibir esa gracia. Abrámonos a esa gracia divina. –Con el Salmo 88 cantamos eternamente las misericordias del Señor. Dios prometió a David un reino para siempre, un trono para la eternidad, y por eso su fidelidad permanece en todas las edades. En Navidad se renueva esa alianza maravillosa en favor de todos los hombres: «Anunciaré Su fidelidad por todas las edades. Porque dije: “Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad”. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: “Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono por todas las edades”. Él me invocará: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”. Le mantendré eternamente mi favor, mi alianza con él será estable». Solo en Cristo se ha realizado plenamente esta formidable promesa del Señor. –Lucas 1,67-79: Nos visitará el Sol que nace de lo alto. Zacarías en el Benedictus descubre la misteriosa realidad escondida en aquellos niños, Juan y Jesús. En una hora de inspiración inefable, es profeta que 60

Adviento – Navidad 2010 declara y anuncia las obras de Dios, a quien alaba en el comienzo de la salvación. La fuerza de Dios se ha hecho presente en el seno de una Virgen. El Mesías viene a dar la libertad que es necesaria para servir a Dios con santidad y justicia. En el Mesías, el pueblo de Dios será regido por un Rey bueno, pacífico y salvador. Juan será el heraldo, la voz. Su grandeza está en preparar el camino del Señor, llevar al pueblo al conocimiento del Salvador. Oigamos a San Ambrosio: «Considera qué bueno es Dios y qué pronto para perdonar los pecados. No solo le da a Zacarías lo que le había quitado, sino que le otorga también lo que no esperaba. Este hombre, después de largo tiempo mudo, profetiza; pues ésta es la máxima gracia de Dios, que aquellos que le habían negado le rindan homenaje. « ¡Que nadie pierda, pues, la confianza! Que nadie, con el recuerdo de sus faltas pasadas, desespere de las recompensas divinas. Dios sabrá modificar su sentencia, si tú sabes corregir tu falta» (Comentario Evang. Lucas II,33). La misericordia de Dios, como ya había sido prometido a Abraham, ha hecho nacer de su descendencia el Sol que ilumina los pasos de los hombres por el camino de la paz, aunque muchas veces se obstinen en esconderse en las tinieblas del error y del pecado. «La luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la admitieron. Él vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron» (Jn 1,5.11). Oigamos a San Juan Crisóstomo, que nos exhorta a recibir a Cristo: «Él se nos ofrece para todo. Y así nos dice: “si quieres embellecerte, toma mi hermosura. Si quieres amarte, mis armas. Si vestirte, mis vestidos. Si alimentarte, mi mesa. Si caminar, mi camino. Si heredar, mis heredades. Si entrar en la patria, yo soy el arquitecto de la ciudad... «“Y no te pido pago alguno por lo que te doy, sino que yo mismo quiero ser tu deudor, por el mero hecho de que quieras recibir todo lo mío. Yo soy para ti padre, hermano, esposo; yo soy casa, alimento, vestido, raíz, fundamento, todo cuanto quieras soy yo; no te veas necesitado y carente de algo. Incluso yo te serviré, porque vine “para servir, y no para ser servido” (Mt 20,28). Yo soy amigo, hermano, hermana, madre; todo lo soy para ti, y solo quiero contigo intimidad. Yo soy pobre por ti, mendigo para ti, crucificado por ti, sepultado por ti. En el cielo estoy por ti ante Dios Padre; y en la tierra soy legado suyo ante ti. Todo lo eres para mí, hermano y coheredero, amigo y miembro. ¿Qué más quieres? ¿Por qué rechazas al que te ama y trabajas en cambio para el mundo, echándolo todo en saco roto?”» (Homilía 76 sobre Evg. Mateo). 61

Adviento – Navidad 2010 Dejémosle al Salvador nacer de nuevo en nuestros corazones. El hombre de buena voluntad, que hoy abre su corazón a la verdad y al bien, el que está dispuesto a recibir sencillamente y con rectitud la verdad y a practicar el bien, alcanzará la amistad de Cristo y la posesión del reino de Dios. ¡Tan amplios y universales y, al mismo tiempo, tan sencillos son sus fundamentos! Dejemos que el Sol que nace de lo alto ilumine nuestras tinieblas. Sometámonos al reinado de Cristo. En él encontraremos la verdad, la paz y la vida.

8. Novena de Navidad Indicaciones generales: La novena esta preparada como para ir armando el pesebre navideño a medida en que pasen los días, el anteúltimo día, donde se medita a JESÚS, en lugar de colocar al niño en el pesebre colocaremos un cirio encendido, simbolizando la espera “en vela” del nacimiento de Cristo. En cuanto a los cantos, se sugiere que sean propios del Adviento o la Navidad, pero de no ser posible, podemos cantar cualquier canto alegre que la comunidad conozca. Es conveniente que las meditaciones se hagan en un clima de silencio y profunda atención, para ello el animador invitará frecuentemente al recogimiento interior y haciendo la lectura en forma pausada. Luego de la meditación se recomienda guardar un momento de silencio para la reflexión personal antes de empezar con el pedido de perdón; luego de esto nos daremos el saludo de la paz (si son pocos los participantes se debe animar a que todos se den la paz). Luego quien preside la novena realizará la oración final y pedirá a Dios la bendición para todos haciendo la señal de la cruz.

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Adviento – Navidad 2010 Es conveniente, antes del canto final, recordar a los presentes el tema del día siguiente de la novena. Sería muy bueno que se pueda terminar esta novena con la celebración eucarística el día 25 de diciembre.

16 de diciembre Primer día: La noche 1. Canto de entrada 2. Meditación: La noche fue el momento en que Dios quiso nacer; ante todo la noche es SILENCIO, y en el silencio Dios se hace presente, nos habla, se hace presente en nuestras vidas y en la historia de nuestro pueblo; la noche además esta llena de OSCURIDAD de la cual Cristo es la antítesis, “Yo soy la luz del mundo” dirá mas tarde proclamándose el mismo como aquel que viene a dar la vista a los ciegos y la liberación a los cautivos. La noche encierra toda la mística de la CALMA, esa calma que nos invita a la oración, que nos llama a mirarnos hacia adentro y encontrarnos a nosotros mismos y a reconocernos como hijos de Dios. La noche de navidad tiene que ser para nosotros el momento justo para encontrarnos con Jesús, con ese Jesús que nace en mi corazón y en el de mi hermano.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no sabemos hacer SILENCIO para escuchar a Dios en su Palabra y en los hermanos. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces preferimos la OSCURIDAD a la luz para disimular nuestras fallas. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces perdemos la CALMA y nos alejamos de la presencia de Dios que quiere escucharnos. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: 63

Adviento – Navidad 2010 Dios Padre, tu que en la noche de Belén nos entregaste a tu hijo nacido de María, concédenos descubrirlo vivo y presente en cada uno de nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

17 de diciembre Segundo día: El establo 1. Canto de entrada 2.

Meditación:

Lo primero que resalta en el establo es la POBREZA, esta pobreza extrema donde Dios quiso nacer, realzando así a esta condición de vida y haciendo luego de los pobres sus privilegiados, sus bienaventurados. Además de pobre el establo es MARGINAL, siempre se encuentra alejado de las casas, alejado de nosotros, ese es el lugar que le dimos para nacer, alejado de nuestro corazón y de nuestros hermanos. También podemos decir que el establo es CALIDO, los habitantes de la pobreza y de la marginalidad le ofrecen su calor al niño de Belén y le prestan un lugar para nacer. La noche de navidad tiene que ser el momento justo para acercarme a mi hermano pobre y marginado y así enriquecerme con su calor y brindarle mi amor.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no vivimos la POBREZA que el mismo Cristo vino a predicar. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces nuestros criterios dejan en la MARGINALIDAD a muchos hermanos por los que Cristo nació, murió y resucitó. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no sabemos brindar a los demás el CALOR que necesitan para sentirse animados. Señor ten piedad de nosotros. 64

Adviento – Navidad 2010

4. Saludo de la paz 5. Oración: Señor Jesús, tu que elegiste nacer en el pesebre de Belén, pobre y marginado, ayudamos a hacer sentir a todos nuestro hermanos desamparados, verdaderos hijos del Padre y predilectos tuyos. A Ti que viven y reinas por los siglos de los siglos. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

18 de diciembre Tercer día: La estrella 1. Canto de entrada 2. Meditación: Una vieja tradición de familia hace que en la punta del “árbol” navideño o sobre el pesebre este una estrella, es la estrella de Belén, la que GUIÓ a los reyes a encontrarse con el niño Dios recién nacido, los magos tuvieron que seguirla, sin saber a donde iban a parar, pero con la inmensa seguridad de que los conducía a algo grande, muy grande; que los conducía hacia un Rey que tenía mucho mas poder que ellos. Y vinieron de muy lejos, desde allá, desde Oriente a encontrarse con un establo sobre el cual la estrella se detuvo e ILUMIÓ, mucha gente más habrá visto su luz, algunos se habrán acercado, otros no, y es que muchas veces preferimos las tinieblas a la luz, preferimos que nuestras obras no sean conocidas. Pero luego de iluminar el pesebre de Belén la estrella DESAPARECIÓ, se esfumó, como si nunca hubiera existido, cedió su lugar de iluminaria a una luz más potente, a una luz inextinguible, a la luz de Cristo a la cual vino anunciando en su largo camino. Nosotros debemos ser como la estrella: guiar, iluminar a los hermanos para que lleguen a Cristo y una vez allí desaparecer.

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Adviento – Navidad 2010

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no hemos sabido GUIAR con nuestro ejemplo a los más pequeños, preferidos del Señor. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no hemos sabido ILUMINAR la realidad con la luz del evangelio. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no DESAPARECEMOS nosotros quitándole a Cristo la centralidad en la vida de los demás. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Padre Bueno y Justo, enséñanos a ser como la estrella de Belén que al igual que Juan el Bautista, señaló al Mesías, al Salvador y disminuyó para que Él crezca. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

19 de diciembre Cuarto día: Los animales 1. Canto de entrada 2. Meditación:

Los animales son ante todo CREATURAS de Dios, Él los creó para que sirvieran al hombre, su misión es involucrarse en la vida del hombre, por eso el hombre debe tenerlos como hermanos. El hombre es quien da sentido a la existencia de los animales, sin él, ellos no tendrían razón de ser. En aquella noche de Belén los animales brindaron al niño el CALOR que los hombres no supimos brindarle, en esa noche en que Jesús pedía otro si al hombre, no lo encontró. El evangelio no nos relata como se comportaron los animales, pero seguramente pusieron en práctica su MANSEDUMBRE para poder brindar 66

Adviento – Navidad 2010 un mejor lugar a este niño que nacía, a este redentor que venía, a este Cristo que se entregaba.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces nos olvidamos de nuestro ser CREATURAS y a la vez nos olvidamos de nuestro creador. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no supimos brindar el CALOR necesario a nuestros hermanos, en nuestra familia, en el trabajo, en el estudio. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no fuimos MANSOS y nos revelamos contra Dios y sus enseñanzas. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Señor Dios Todopoderoso, concédenos un amor profundo por todas las creaturas del universo, para que podamos así respetarlas y respetarnos a nosotros mismos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

20 de diciembre Quinto día: Los Reyes magos 1. Canto de entrada 2. Meditación: Podemos detenernos en tres actitudes de los reyes que nosotros debemos imitar; primero ellos SALIERON de sus castillos en Oriente, abandonaron sus comodidades para encontrar y ver al Rey de Reyes, ellos, que podían enviar a sus siervos a buscar al niño, se pusieron en camino, reconociendo que su reinado es de este mundo y el de Cristo no. Una segunda actitud es la CONFIANZA, confiaron en la estrella que los iba guiando, era su único punto de referencia, confiaron plenamente en 67

Adviento – Navidad 2010 que era el mismo Dios que los guiaba. Al llegar tuvieron una tercera actitud digna de imitar: la ADORACIÓN al niñito, quieto en los brazos de su madre, fue hostia viva dispuesta a ser adorada, a ser contemplada... y los magos lo hicieron. Intentemos en esta navidad salir de nosotros mismos y confiar en que Dios nos llama a su Adoración.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no supimos SALIR de nosotros mismos para ir al hermano que sufre. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no depositamos toda nuestra CONFIANZA en Dios y si en otras cosas. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces nos falta el espíritu de ADORACIÓN propio de los hijos de Dios. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Padre Bueno, tú que nos das motivos para confiar en Ti y para adorarte, regálanos la fuerza necesaria para salir al encuentro de los que mas sufren. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

21 de diciembre Sexto día: Los pastores 1. Canto de entrada 2. Meditación:

Los pastores fueron también partícipes de este glorioso nacimiento, ante todo debemos destacar que al momento de que el ángel le anunciara, ellos se encontraban TRABAJANDO, estaban 68

Adviento – Navidad 2010 cumpliendo su tarea, cuidando al rebaño, es decir, hacían lo de todos los días, y desde allí el Señor los llama a adorar a Cristo y ellos, respondiendo al llamado, se acercaron a él con HUMILDAD, algo que caracteriza la tarea pastoril, por su condición de siervos no de dueños del rebaño; son los que tienen la misión de cuidar del rebaño, protegerlo de cualquier peligro, por esto tienen que estar VIGILANTES, y justamente por esto pudieron darse cuenta del llamado del Señor e ir a su encuentro con prontitud y alegría.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces le damos a nuestro TRABAJO todo el tiempo del día olvidándonos así de nuestra familia. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no sabemos acercarnos al Señor con HUMILDAD reconociéndonos pecadores ente él. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no nos mantuvimos VIGILANTES a la venida de Cristo que se presenta en cada uno de nuestros hermanos. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Padre Bueno, regálanos la gracia de ser trabajadores del Reino y de presentarnos ante Ti humildes, como lo hicieron los pastores en Belén. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

22 de diciembre Séptimo día: San José 1. Canto de entrada 2. Meditación: Si meditamos

la Sagrada Familia es necesario “contemplar” a San José, castísimo esposo de María, él debe ser modelo 69

Adviento – Navidad 2010 de los esposos, cristianos o no, ante todo por el RESPETO que tuvo hacia María aunque no entendía del todo lo que estaba pasando. Además José ACOMPAÑÓ a Jesús durante toda su infancia y su juventud, le enseñó a trabajar como carpintero y a respetar a los demás, por esto debe ser modelo de todo padre de familia. José también supo ACEPTAR LA VOLUNTAD DE DIOS, que, si bien se dio mas en la vida de María, el tuvo que decir también que sí viéndose involucrado en la vida de ella, así es modelo de compañero, sabiendo aceptar el plan de Dios en las vidas de su familia.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no tenemos RESPETO entre los esposos, perdiendo así el sentido último del matrimonio. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no nos hacemos tiempo para ACOMPAÑAR a los miembros de nuestra familia. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no queremos ACEPTAR LA VOLUNTAD DE DIOS en nuestras vidas intentando llevar adelante solo nuestros proyectos. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Dios todopoderoso, te pedimos que nos ayudes a respetarnos entre nosotros y aceptar tu voluntad para poder así vivir mas en familia y poder acompañarnos mutuamente. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

23 de diciembre Octavo día: María 1. Canto de entrada 70

Adviento – Navidad 2010

2. Meditación:

En la Sagrada Familia tenemos una figura muy querida por todos nosotros, ella en María, la Madre de Nuestro Señor; ella ante todo es la mujer del SÍ, es la mujer que acepta el proyecto de Dios en su vida y lo plenifica viviéndolo día a día. Además es la mujer del SILENCIO, la mujer de la escucha, pues solo en el silencio se puede escuchar, y ella supo escuchar la Palabra de Dios y realmente hacerla Carne, hacerla hombre. María es la mujer de la ESPERANZA, la mujer que siempre esperó la liberación de su pueblo y que fue portadora de ella, la mujer que esperó al pie de la cruz, esperó la resurrección y el Espíritu Santo y llena de Él anunció la salvación del mundo.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no supimos decir SÍ a tu proyecto y nos basamos en los nuestros para construir nuestra vida. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no supimos hacer SILENCIO para escuchar al hermano que viene a nosotros en busca de consuelo. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces perdimos la ESPERANZA en la providencia de Dios. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Te pedimos Padre, por intercesión de María, que nos ayudes a crecer en la fe, la esperanza y la caridad, poniéndolas al servicio de nuestros hermanos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final

24 de diciembre Noveno día: Jesús 71

Adviento – Navidad 2010

1. Canto de entrada 2. Meditación: Llegamos a la figura principal de la historia: Jesús. Él es SACERDOTE, se ofrece él mismo como sacrificio, como altar y víctima, él mismo es quien, siendo Dios, se hace hombre para morir por nosotros; el PROFETA porque viene a traernos la noticia de que él es la salvación, a anunciar la misericordia del Padre y el deseo de que todos se salven, y es REY pues viene a gobernar las naciones con un cetro de justicia, de justicia divina. En esta navidad, y siempre, debemos ejercer esta triple función de Cristo que nos es dada por medio del bautismo.

3. Pedido de perdón: Porque muchas veces no ejercemos nuestra misión SACERDOTAL cuando no santificamos nuestra vida diaria. Señor ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no ejercemos nuestra misión PROFETICA cuando no anunciamos a Cristo vivo y presente a los demás. Cristo ten piedad de nosotros. Porque muchas veces no ejercemos nuestra misión REAL cuando no tomamos la autoridad como servicio. Señor ten piedad de nosotros.

4. Saludo de la paz 5. Oración: Señor Jesús, tu que te entregaste por todos nosotros, enséñanos a ser fieles a tus mandatos y a ser cada día mas humanos y cristianos. A ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

6. Despedida (señal de la cruz) 7. Canto final Martín Daniel González

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Adviento – Navidad 2010

9. Celebración para bendecir el Nacimiento Entrada: Todas las luces apagadas menos las del Nacimiento. Se canta un canto de adviento o un villancico. Celebrante: (trae en brazos al Niño Jesús y lo pone en el pesebre). Hermanos, acabamos de poner al Niño Jesús en medio de nosotros. En medio de la oscuridad y de las tinieblas... La luz era débil, poco se podía ver. Es el símbolo de la humanidad en situación de adviento, de espera y de expectativa. Ahora ha llegado el Niño. Las tinieblas se han vuelto luz. La noche se volvió día. Esto es lo que significa Navidad: la fiesta de la luz, de la vida y del amor humanitario de nuestro Dios. Se ha encendido la luz. Ahora podemos ver todo: a Dios como Padre, a los otros como hermanos, al mundo como la herencia que el Padre nos da. Todo esto por causa del Misterio de esta noche santa y anunciada. Ha nacido un sol que jamás tendrá ocaso: Jesucristo, Hijo eterno de Dios, nuestro Hermano bien amado. Venimos aquí, al pesebre, para celebrarlo y adorarlo con los ángeles del cielo, con los hombres de la Tierra y con toda la naturaleza Mensaje en nombre de los ángeles ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad! Este es el mensaje que dicen los ángeles, mensajeros de Dios. El Niño revela la gloria de Dios. No la gloria de un rey, ni la de un rico, ni la de un fuerte. Es la gloria de Dios-niño, que es inocencia, candor, ternura y amor. Ante la inocencia, calla el poderoso para contemplar. Ante el candor, se inclina el violento para acariciar. Ante la ternura, el insensible abre su corazón para comunicarse. Ante el amor, todos se extasían y recobran la alegría de vivir. Esto es lo que sucede con la Navidad y con la gloria de Dios, 73

Adviento – Navidad 2010 que es la vida del hombre. Esta gloria de Dios-niño trae reconciliación y paz a la Tierra. Vivimos en medio de conflictos de vida y muerte. Muchas veces no somos hermanos y con frecuencia somos enemigos. La Navidad produce, al menos por unos momentos, paz y reconciliación. Ante el pesebre nos sentimos hermanos hasta de los animales. Todo se confraterniza: el cielo luminoso de los ángeles con la Tierra oscura de los hombres. ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad! Mensaje en nombre de los hombres (pastores) En los campos de Belén había pastores. Fueron los primeros que recibieron la gran noticia del nacimiento de la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, Jesús. Fueron al portal guiados por la Luz y, al verla, se llenaron de alegría. Y comunicaron esta verdad que nos ha llegado hasta hoy: el Esperado por todos los siglos acaba de nacer. La gracia de Dios no abandonó la Tierra de los hombres. ¡El Salvador está entre nosotros! Los pastores representan a toda la humanidad, especialmente a la parte de ella que Dios más ama: los pobres y los humildes de este mundo. La Navidad crea esperanza en nuestro corazón: en el Reino que ahora se inaugura no habrá más pobreza que ofenda a Dios y humille a los hombres. Este Niño da esperanza a los desesperados, consuela a los tristes, enjuga las lágrimas de todos los que sufren las penas de esta vida. Hermanos, os anuncio una buena noticia, motivo de gran alegría para todos: ¡Hoy nos ha nacido el Libertador que es Cristo el Señor! Mensaje en nombre de las criaturas de la naturaleza Junto al pesebre descansan el buey y la mula. En los campos, las ovejas y los perros pastores. En el cielo las estrellas siguen su curso. Todo está bañado por la luz que surge de la cueva donde reposa el Niño, sobre unas pajas, sonriendo. La naturaleza no fue indiferente al nacimiento de Dios. Las historias antiguas cuentan que cuando todo estaba en profundo silencio y la noche iba por la mitad de su curso... entonces, de repente, hubo un gran resplandor en el cielo y Dios bajó a la Tierra. 74

Adviento – Navidad 2010 Había nacido el Verbo de la Vida. Entonces, las hojas de los árboles callaron como muertas. Entonces, el susurro del viento se suspendió en el aire. Entonces, el gallo que cantaba paró a mitad de su canto. Entonces, las aguas del riachuelo dejaron de correr. Entonces, las ovejas que pastaban quedaron inmóviles. Entonces, el pastor que levantaba su cayado quedó como petrificado. Entonces, en ese momento, paró todo, se silenció todo, se interrumpió todo: nacía Jesucristo, nuestro Salvador y Señor de toda la creación. Toda la naturaleza reconoce, agradece, y se une a los hombres delante del Pesebre. En medio de nuestras tinieblas nació la verdadera Luz, y la Luz tiene más derecho que las tinieblas. Alegrémonos y hermanémonos con todos los seres del mundo. El celebrante inciensa el Nacimiento (se canta un villancico) Oración final del celebrante: Jesús, que fuiste Niño como cualquiera de nosotros. Danos en esta noche santa un alma de niño para que seamos sencillos, alegres, confiados, tiernos y cariñosos con todos: con los hombres, nuestros hermanos, y con todos los seres de tu creación. Te lo pedimos por Ti mismo que siendo Hijo de Dios asumiste y consagraste todo y te hiciste nuestro hermano ahora y para siempre, por los siglos de los siglos. Amen.

10. Tiempo de Navidad a.

Introducción

Este tiempo comprende desde las primeras Vísperas de Navidad hasta el domingo del Bautismo del Señor, que es ya el primer domingo del tiempo ordinario.

b.

Orígenes de la fiesta 75

Adviento – Navidad 2010 En ocasión del solsticio de invierno, celebraba Roma el 25 de Diciembre y Egipto el 6 de Enero, la fiesta del “Sol invicto”. El crecimiento del sol y del río Nilo significaban el fin de la oscuridad del invierno y la victoria de la vida sobre la muerte. Igualmente, el 25 de Diciembre, los hebreos celebraban la fiesta de la “Dedicación” del templo de Jerusalén (Jn. 10,22), en recuerdo de la purificación y de la consagración del templo hechas por Judas Macabeo después de la profanación de Antíoco Epifanes (2 Mac. 10, 1-8). Ambas fiestas fueron cristianizadas por la Iglesia del siglo III. Así, la fiesta romana y egipcia del “Sol invicto”, será para los cristianos la fiesta del Nacimiento del señor, verdadero Sol de Justicia que ilumina a todo hombre (Jn. 8, 12); y del mismo modo, la fiesta hebrea de la “Dedicación” llevará un significado nuevo: Cristo que restaura con su encarnación el templo de la naturaleza humana (Jn. 1, 14).

c. Contenidos de la fiesta 1) Manifestación del amor de Dios por nosotros: “El verbo de Dios, Aquel que es primero en el tiempo, invisible, fuente de la vida y de la inmortalidad, se hace hombre por amor al hombre, Aquél que enriqueciendo a otros se hace pobre, pide limosna de la naturaleza humana para que todos nos convirtamos en ricos de la naturaleza divina. Y Aquél que es la totalidad, se despoja de sí mismo hasta la aniquilación” (Discursos de San Gregorio Nacianceno). 2) Dios se hace hombre para que el hombre se convierta en Dios: Cristo, haciéndose hombre sin contacto humano, nos da su divinidad. De aquí la gloria de la Navidad: “Al asumir tu Hijo nuestra fragilidad humana, no sólo quedó nuestra carne mortal honrada para siempre, sino que, al hacernos partícipes de su eternidad”. (Prefacio II de Navidad). 3) La Palabra de Dios da a conocer una Madre, una mujer que no conoció hombre: el tiempo de Navidad es el tiempo de la Virgen Madre, de Aquélla mujer que esperó y llevó en su seno con inefable amor de madre al Hijo de Dios que tomó de ella la naturaleza humana. 4) Nacimiento del Cordero que en Pascua será inmolado: + La liturgia ha celebrado el misterio de la Navidad siempre sin separarlo del misterio de la Pascua. + Las lecturas contribuyen a celebrar la Navidad como fiesta que da inicio a la obra de nuestra Redención. 76

Adviento – Navidad 2010 + El arte antiguo ha representado esta unión con el Niño envuelto en las vendas de la sepultura y colocado en un sepulcro. Un himno del siglo V dice: “Oh Madre, dos veces has envuelto a tu Divino Hijo: la primera para la muerte, la segunda para la vida”.

d.Infraoctava de Navidad Dentro de la infraoctava de Navidad, el calendario ha fijado las siguientes fiestas + San Esteban: 26 de Diciembre. + San Juan Apóstol: 27 de Diciembre. + Santos inocentes: 28 de Diciembre. + Sagrada Familia: siguiente domingo de Navidad.

e.Octava de Navidad La Octava de Navidad la ha dedicado el Calendario a la solemnidad se Santa María, Madre de Dios. + Confesamos nuestra fe en María, Madre de Dios y nuestra firme convicción de que el Hijo de sus entrañas es Hijo de Dios, nacido en la carne. + Se abre el año civil, pidiendo la bendición y el favor de Dios. D. SOLEMNIDAD DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR. Israel, hundido en la soledad y oscuridad, se anima con la esperanza de una luz que surgirá de e iluminará al mundo entero. Los Magos le buscan con plena sinceridad hasta encontrarlo y ofrecerle lo mejor de sí mismo.

11. Simbolismos de las fiestas navideñas Fecha: La celebración de la fiesta de Navidad tiene un origen precristiano. Del 17 al 24 de diciembre se celebraban en Roma las fiestas conocidas como saturnales, (en conmemoración de la época del gobierno de Saturno) 77

Adviento – Navidad 2010 verdaderos carnavales en donde se repartían regalos a los niños y a los pobres, se cerraban las escuelas, y no estaba permitido hacer la guerra ni propinar castigos. También durante las calendas de enero se intercambiaban regalos y se practicaba la adivinación. La fiesta de las luces la celebraban los judíos a mediados de diciembre; los teutones y escandinavos el solsticio de invierno. En Persia, el 25 de diciembre era el Dies natalis invicti Solis (el día del natalicio del sol invicto), fiesta principal de Atys, cumpleaños de Mitra, cuyo culto tenía muchas similitudes con el de la naciente religión cristiana. Estas fiestas paganas del solsticio de invierno se celebraban también en Roma el 25 de diciembre, y en Egipto el 6 de enero. La Iglesia cristiana primitiva conocía sólo una fiesta: la de Cristo, el Señor: Pascua. La fiesta de Navidad aparece mencionada por primera vez en el Cronógrafo de 354. Era éste un almanaque de lujo, ilustrado y caligrafiado por el artista griego Furius Dionysius Philocalus, quien lo realizó por solicitud de un cristiano de la época llamado Valentín; contenía, entre las informaciones numerosas de orden civil, algunas celebraciones de aniversarios de mártires y obispos. Después de que en el calendario civil indica que el 25 de diciembre se celebra el Natalis Invicti, dice: VIII Kal Ianuarii natus Christus in Bethleem Iudeae. (En la calenda 8 de enero nació Cristo en Belén de Judá). La celebración de la Navidad en Roma se remonta entonces al rededor del año 330. Antes del siglo IV, cuando los cristianos no eran libres de profesar su culto abiertamente, tenían que recurrir a pequeñas reuniones en casas particulares o en catacumbas, donde han quedado hermosos murales que representan escenas de Navidad. Por entonces la Navidad y la Epifanía se celebraban todavía conjuntamente el 6 de enero, pero luego de la conversión del emperador Constantino y de su edicto de Milán en el año 313, los cristianos que ya podían celebrar sus cultos abiertamente, empezaron a conmemorar la Navidad como fiesta por separado. El papa Julio I (337-352) escogió el 25 de diciembre no sólo porque algunas antiguas tradiciones apuntaban a esa fecha como la del nacimiento de Cristo, o por la relación con la de las festividades de Mitra, sino tal vez por esa gran idea sincretista de Constantino, (el emperador que había decretado en 321 el primer día de la Semana como fiesta del Señor y a la vez el día del Sol), buscando favorecer el encuentro de los seguidores de los dos cultos en la celebración anual del mismo día. 78

Adviento – Navidad 2010 En esta festividad se unían a la conmemoración del nacimiento de Jesús, la evocación de los acontecimientos que lo acompañan: la adoración de los pastores y de los magos, y la matanza de los inocentes por Herodes. En la segunda mitad del siglo IV Roma comienza a celebrar en el 6 de Enero la adoración de los magos, mientras que el 25 de Diciembre se dejó para conmemorar el nacimiento de Jesús y la adoración de los pastores. Mientras que en el Oriente se conservan unidas estas dos fiestas, en Occidente se propaga la celebración de la Navidad el 25 de diciembre: se tiene noticia de que entre 370 y 378 se celebra en Capadocia; en 386 en Antioquia; hacia 430 en Egipto y al siglo siguiente en Palestina. Muchas de las celebraciones y costumbres actuales en el tiempo de Navidad nos han llegado como un legado del pasado; un conjunto de tradiciones viejas a las que se les ha dado una nueva significación cristiana. Pero, ¿nació realmente Jesús el 25 de diciembre del año 1 de la era cristiana?

Nacimiento: Las narraciones de la infancia de Jesús, conocidas como Evangelios de la Infancia, los encontramos en la Biblia únicamente en los primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y Lucas. Marcos, el primer evangelio que se escribió, no se ocupa de la infancia de Jesús; tampoco lo hace el evangelista Juan. Otras narraciones no reconocidas entre los libros canónicos de la Biblia, los evangelios apócrifos de la infancia, de redacción tardía, pueden servirnos para conocer cómo fueron desarrollándose poco a poco a partir de la piedad popular, las principales escenas que rodean el nacimiento y primeros años de la vida del Divino Niño. Pero ante todo tenemos que tener presente que los evangelistas no se propusieron hacer una biografía detallada de Jesús ni una historia sobre Jesús de la manera que los autores contemporáneos podrían hacerlo con base en actas y documentos de forzosa credibilidad. Los evangelios en general, y particularmente los relatos de la infancia pretenden esencialmente darnos un mensaje. Es preciso ubicarnos en la época en que se escribieron los evangelios (concretamente los de Mateo y Lucas) y la fecha del nacimiento de Jesús. El evangelista Mateo escribió su evangelio seguramente después del año 70 de la era cristiana, y lo dirigió a la comunidad de judíos simpatizantes 79

Adviento – Navidad 2010 con las enseñanzas de Jesús de Nazaret, para quienes el Antiguo Testamento era bien conocido, de allí sus constantes referencias a la Ley y los Profetas. Por su parte, el evangelio de Lucas aparece también después del año 70, pero está dirigido a gentiles convertidos tal vez desde el mundo griego, personas más cultas y con mentalidad diferente a los destinatarios del evangelio de Mateo. En ambos casos, habían pasado varios años después de la muerte de Jesús de Nazaret, pero se tenía la conciencia de que había sido resucitado por Dios y seguía viviendo en medio de ellos. Lo que primero se puso por escrito fue la historia de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Más tarde se quiso responder por los orígenes de Jesús y se redactaron los evangelios de la Infancia. En cuanto a la fecha del nacimiento de Jesús, hoy es posible afirmar que necesariamente es anterior al primer año de la era cristiana. En el evangelio de Mateo encontramos el dato del nacimiento de Jesús en época del rey Herodes. El historiador Josefo dice que Herodes el Grande, rey de Judea murió poco después de un eclipse en la noche del 12 al 13 de marzo, un mes antes de la Pascua. En el 750 ab Urbe condita (4 a. C.) hubo un eclipse en la noche del 12 al 13 de marzo, un mes antes de la Pascua. Como Herodes mandó a matar a los niños menores de dos años (Mt 2,16) es posible datar el nacimiento de Jesús dos años antes de la muerte de Herodes (7-6 a. C.), lo que estaría de acuerdo con la información que nos trae el evangelista Lucas cuando nos dice que Jesús tenía alrededor de treinta años en el año quince del reinado de Tiberio César (octubre 1 del 27 d. C hasta el 30 de septiembre del 28). El hecho de que Jesús naciera "antes de Cristo" es el resultado de un error que cometió en el año 533 el monje Dionisio el Exiguo, al hacer el cómputo del año primero de la era cristiana como el año 754 de la fundación de Roma (ab Urbe condita), fecha demasiado tardía ya que Herodes murió en el 750.

Pesebre: Dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en el alojamiento. (Lc. 2,7) En un sólo versículo, con muy pocas palabras, el Evangelista Lucas narra el suceso más grande de la historia: el nacimiento de Jesús. Las palabras sobran. El acontecimiento habla por sí solo. Se han cumplido todas las esperanzas del pueblo de Israel. Dios se ha hecho hombre en medio de los hombres para que los hombres puedan llegar a Dios. 80

Adviento – Navidad 2010 Y como a todo hombre, su Madre lo envuelve en pañales, pero tiene que recostarlo en un pesebre porque no había lugar para ellos en el alojamiento; un albergue singular debido a las circunstancias de la afluencia de gente con ocasión del censo, seguramente una suposición del evangelista para justificar el empleo del pesebre. Es significativo que Lucas se refiera en varias ocasiones al pesebre y a los pañales, pero en ningún momento como signos de pobreza. Sólo las especulaciones populares han querido rodear a los padres de Jesús y al nacimiento, de un hálito de miseria. El pesebre aparece en el profeta Isaías (1,3) cuando Dios se queja de que el buey conoce a su amo y el asno conoce el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no recapacita sobre mí. Para Lucas estas palabras ya no tienen vigencia, porque por medio de los pastores que van al pesebre movidos por el anuncio celestial, y que al encontrar allí al Niño comienzan a alabar a Dios, nos está diciendo que el pueblo de Israel ha reconocido al Señor en el pesebre. Tanto el profeta Isaías como el evangelista utilizan la misma palabra griega patné, el comedero para el ganado; las investigaciones arqueo lógicas muestran que en la época del nacimiento de Jesús en Palestina, los comederos para animales podían estar excavados en la roca de la pared, con una parte fabricada en barro. Los pañales tampoco son signo de pobreza. También a Salomón, el más rico de los reyes, lo envolvieron en pañales: Me criaron con mimo entre pañales, ningún rey empezó de otra manera (Sab 7,4-5); pero sí son signo, junto con el pesebre, para los pastores (cfr. Lc 2,12.16). Allí, en el pesebre, envuelto en pañales, podrán encontrarlo todos los que pueden interpretar los signos que el Señor nos ofrece. Cuando armamos el pesebre se unen varias tradiciones del Antiguo y del Nuevo Testamento, recreadas por la imaginación popular, muchas veces a través de los evangelios apócrifos. Pero la historia del pesebre se remonta al año 1223, en Greccio (Italia), cuando San Francisco de Asís celebró la Navidad con un grupo de campesinos de la región, en un establo vecino a su convento; el Niño, la Virgen, San José y los pastores eran personajes reales, como reales fueron el buey, la mula y las ovejas. En la Europa de entonces, los ritos cristianos estaban revestidos de un lenguaje difícil de comprender para la gente común, que seguía las ceremonias y las palabras sin entender su significado; los catequistas y predicadores a menudo explicaban los dogmas valiéndose de representaciones escénicas o pequeños cuadros. Deseaba San Francisco 81

Adviento – Navidad 2010 por medio de esta representación, permitir a los campesinos participar del misterio que encierra el Dios hecho hombre en esa noche de Navidad. A media noche, Francisco actuó como diácono en la celebración de la eucaristía (nunca se atrevió a llegar al sacerdocio), pero tuvo a su cargo la homilía. Dicen los que le vieron que parecía transportado en espíritu al mismo portal de Belén y "entre suspiros y lágrimas, paladeaba gustoso cada una de las palabras del dulcísimo nombre de Jesús y cada vez que articulaba la palabra Bethlehem era tanta la expresión que ponía en sus sílabas que parecía exhalar el balido de la más tierna de las ovejas". Esta ceremonia tan bella y significativa, se difundió por toda Europa; cuando la representación dejó de ser necesaria para la instrucción de los adultos en la historia de Navidad, siguió como una decoración para la ocasión, al mismo tiempo que para acercar a los niños al misterio navideño. ¿Cómo entonces se llegó a representar el pesebre como un establo, incluirle la mula y el buey, y colocar la visita de los magos en aquél lugar, tal como aparece en el arte cristiano y en nuestros pesebres populares?

Buey y asno: Ya tuvimos ocasión de mencionar al profeta Isaías cuando nos habla del pesebre, con el buey y el asno. La versión de Habacuc 3,3 en los Setenta dice: te darás a conocer en medio de dos animales, la sigue la antigua Vulgata, y la cita el Evangelio apócrifo de Pseudo Mateo XIV. Parece que en la tradición cristiana muy antigua y en la iconografía del siglo IV figuran el buey y el asno en el pesebre. En el fresco de una de las galerías del cementerio de San Sebastián en la vía Appia, se encuentran la mula y el buey arrodillados ante el Niño envuelto en pañales. El autor de este apócrifo de la Infancia no quiso renunciar a esta tradición que para algunos era tenida por histórica y tuvo que recurrir al artificio de trasladar a los tres días del nacimiento, de la gruta en donde había nacido el niño a un establo, en donde María lo recostó en un pesebre y el buey y el asno le adoraron. No faltaron entonces las explicaciones populares: como María y José debieron trasladarse hasta Belén para cumplir con la obligación del empadronamiento, el viaje lo hicieron en un asno que debió estar al lado 82

Adviento – Navidad 2010 de Jesús. Tampoco faltó quien explicara la esterilidad de la mula porque se comía las pajas del pesebre. Los pastores y los magos son también personajes centrales en los pesebres.

Pastores y magos: Los pastores reciben el anuncio del nacimiento del niño, según el evangelista Lucas; la piedad popular creó alrededor de estas figuras el hálito de pobreza y humildad que no tenían en el tiempo en que se escribió el evangelio. En tiempos de Jesús, los pastores eran considerados como gente no honrada, al margen de la ley porque con frecuencia apacentaban sus rebaños en campos ajenos; y por eso para algunos comentaristas del evangelio, encarnan a los pecadores a quienes Jesús viene a salvar. Sin embargo, los pastores ligados a Belén, la pequeña ciudad que se hace grande porque de ella nace el jefe de Israel (Mi 5,1), reciben el anuncio de la buena noticia que es para todos los hombres: hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Esta buena nueva permite comprender cómo se ha cumplido la profecía de Isaías: Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha da do. Este niño es el heredero del trono de David: maravilloso consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Por eso, los pastores al acudir a Belén y encontrar al niño recostado en un pesebre y envuelto en pañales según la señal que les había dado el ángel, lo reconocen, y alaban a Dios por lo que habían visto y oído. Por eso los pastores simbolizan a los futuros creyentes que se encuentran con Dios al aceptar su mensaje e interpretar sus símbolos. Después, los pastores desaparecen de la escena; ninguna narración posterior nos habla de ellos, ni se recuerdan sus nombres. Su papel simbólico es grande: en los pastores del pesebre estamos representados todos los que, porque creemos, somos capaces de doblar la rodilla ante el niño recién nacido. Nos trasladamos ahora a la narración del Evangelio de la Infancia de Mateo, para encontrarnos con unos personajes muy especiales que la imaginación popular ha rodeado de fantasía, pero que tienen un significado muy profundo en la reflexión de Navidad: los Magos de Oriente. 83

Adviento – Navidad 2010 ¿Qué significa para Mateo mago? En la antigüedad este término designaba a los que se dedicaban a las ciencias ocultas y por lo tanto se empleaba para llamar a los astrólogos, hechiceros, augures sacerdotales y adivinos de diversa índole. La descripción que hace Mateo sobre los magos interpretando una estrella nos inclina a considerarlos astrólogos, hombres cultos, representantes de lo mejor del saber y de la religiosidad pagana que los llevó a encontrar a Jesús a través de la revelación natural. La descripción que hace Mateo de los magos interpretando la aparición de una estrella, nos permite pensar que eran astrólogos, hombres cultos, representantes de lo mejor del saber y de la religiosidad pagana que los llevó a encontrar a Jesús a través de la revelación natural. No se dice la localización precisa: de Oriente apo anatolon, expresión igual a la que aparece en el relato de Balaán que ve surgir la estrella en el oriente. Sin embargo, los estudiosos de la Biblia han tratado de identificar a qué lugar del Oriente se ha querido referir Mateo. Veamos las probabilidades: Partia o Persia. En favor de esta teoría está la historia del término mago, asociada en principio a los medos y a los persas. Durante casi 500 años, entre el 250 a. C. y 225 d. C. la dinastía arsácida se estableció como heredera del pueblo persa. El arte cristiano primitivo representa a los magos del Nuevo Testamento con indumentaria persa o parta, es decir con túnicas ceñidas, de mangas largas, con pantalones y gorro frigio. Este modo de pintarlos originó un famoso incidente ocurrido en la basílica en Belén que construyó Constantino y reconstruyó Justiniano. En el año 614, los ejércitos de Cosroes, de la dinastía sasánida de reyes persas, cayeron sobre Palestina haciendo estragos y quemando iglesias. Sin embargo, no destruyeron la basílica de Belén debido a que en un mosaico aparecían los magos con indumentaria persa: reconocieron a sus compatriotas. La noticia aparece en una carta del 836, relacionada con el sínodo de Jerusalén. Otro argumento en favor de Persia es el trasfondo zoroástrico de los magos. El evangelio árabe de la infancia (uno de los evangelios apócrifos que mencionábamos al principio) dice que: "vinieron a Jerusalén unos magos según la predicción de Zaradust", es decir Zoroastro quien según el manuscrito laurentiano del siglo XIII conservado en Florencia, hizo una profecía en la que declaró que una virgen había de dar a luz un hijo que sería sacrificado por los judíos y que luego subiría al cielo. A su nacimiento aparecía una estrella, bajo cuya guía se encaminarían los 84

Adviento – Navidad 2010 Magos a Belén y adorarían allí al recién nacido. También el códice Fb dice que los magos venían apo Persidos, es decir, de Persia. Babilonia. Entre los babilonios o caldeos se había despertado un gran interés por la astronomía y la astrología. Además, después del destierro babilónico del siglo VI a. C. se había establecido allí una gran colonia judía, de manera que los astrólogos babilónicos podían estar enterados de las expectaciones mesiánicas judías y asociar una estrella con el rey de los judíos. Arabia o el desierto sirio. Quienes afirman la procedencia de los magos de esta región se apoyan en los regalos que traen los Magos en Mateo. Si leemos al profeta Isaías 60,6: Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Medián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor; y el Salmo 72,1011.15: que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo, que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus dones... que viva y que le traigan el oro de Sabá, los dones que presentan los magos de Mateo están en relación con las caravanas que venían de Arabia. Es ésta la teoría más antigua sobre la procedencia de los magos. Desde el año 160 d. C Justino escribía: "Unos magos de Arabia llegaron hasta él" refiriéndose a Herodes (Diálogo 1xxviii,1). Nada se nos dice en el evangelio sobre sus nombres y se explicita el número. Tradiciones cristianas posteriores se los asignan, probablemente entre los siglos VII y VIII d. C: "Los magos fueron los únicos que entregaron regalos al Señor. Se dice que el primero fue Melchor, un anciano de cabello blanco y larga barba..., que ofreció oro al Señor como a rey. El segundo, de nombre Gaspar, joven, sin barba y rubicundo... le honró como a Dios con su regalo de incienso, oblación digna de la divinidad. El tercero, negro y muy barbudo, llamado Baltasar..., con su regalo de mirra dio testimonio del Hijo del hombre que iba a morir". El primer intento por darles nombres los llama: Homizda, rey de Persia, Yazdegerd, rey de Sabá, y Perozad, rey de Arabia, nombres atribuidos en el siglo IV al escritor sirio Efrén. Otros autores los atribuyen a la obra Siria del siglo VI, Cueva de Tesoros. En el siglo VI d. C., el evangelio Armenio de la Infancia, (C.A.) identifica a los magos con los nombres y procedencia que han prevalecido en Occidente: Melkon, rey de los persas; Gaspar, de los indios, y Baltasar, de los árabes. Hubo de pasar mucho tiempo antes de que el rey negro hiciera su aparición en el arte. Esta presentación de las tres razas de alguna manera interpreta la 85

Adviento – Navidad 2010 intencionalidad del relato mateano de los magos: la venida de Jesús no es exclusivamente para el pueblo de Israel. La universalidad del mensaje de Jesús está presente en este episodio. Los magos prefiguran a los cristianos gentiles que habían sido atraídos por Jesús, aunque ellos, por nacimiento, no tenían más que la revelación de Dios en la naturaleza. En cuanto al número de los magos o a su condición real, no hay referencia alguna en el evangelio de Mateo. Como hemos visto, el apócrifo evangelio armenio de la infancia nos habla de tres. También la versión etiópica del protoevangelio de Santiago consigna el número de tres Magos con nombres etíopes: Tanisuram, Malik y Sissebá. La tradición oriental ponía doce magos y entre ellos los armenios llegaron hasta quince. En las catacumbas de Pedro y Marcelino aparecen dos; cuatro en el fresco del siglo IV de la catacumba de santa Domitilla. Finalmente prevaleció en la tradición de occidente el número de tres, basándose en los tres regalos que presentaron los magos al Niño: oro, incienso y mirra. Traer regalos era costumbre de la época. Entre algunas tradiciones sobre este uso, presentamos una como ejemplo: cuando el rey Herodes terminó la construcción de Cesárea Marítima en el año 10-9 a. C., vinieron a Palestina mensajeros de muchas naciones con regalos, como nos lo narra Flavio Josefo en Antigüedades Judaicas (XVI, v, 1, n 136-141). Hablar de los magos como reyes es fruto de la imaginación y la devoción popular. Sin duda las vestiduras orientales con sus tocados en las cabezas que parecían coronas, condujeron a esta tradición. También la relectura del Salmo 72 que acabamos de citar que nos habla de "que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus dones; que le rindan homenaje todos los reyes" llevó a la religiosidad popular a transformar a los magos del evangelio en reyes orientales. A finales del siglo II, Tertuliano escribe en su diálogo contra Marción: "Oriente considera a los magos casi como reyes". En Occidente, en tiempos de Cesáreo de Arlés (500 d. C) se daba por supuesto que los magos eran reyes. Los camellos sin duda fueron retomados del profetas Isaías 60,6:

Camellos: Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Medián y de Efá. Vienen todos de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor. Las representaciones de los magos ante el pesebre aparecen mucho antes que las de los pastores, cuyos primeros dibujos datan del siglo IV en las 86

Adviento – Navidad 2010 catacumbas de los santos Pedro y Marcelino, acompañando a los magos. En los evangelios apócrifos los magos ocupan un lugar preferencial. Sus restos han viajado por muchas ciudades. En la catedral de Colonia se encuentran sus reliquias, a donde fueron trasladadas en 1162 como parte del botín cuando Federico Barbarroja asoló a Italia. En el santoral de Colonia se encuentra una nota necrológica que indica lo que la religiosidad popular ha creado al rededor de estas figuras, que el evangelista hace desaparecer después de su adoración al Niño de Belén: "Habiendo sufrido muchos juicios y fatigas por el evangelio, los tres sabios se encontraron en Sevá (Sebaste, en Armenia) el año 54 d. C. para celebrar la fiesta de Navidad. Poco después de la celebración de la misa, murieron: san Melchor, el 1 de enero, a la edad de ciento dieciséis años; San Baltasar, el 6 de enero, a la edad de ciento doce años, y san Gaspar, el 11 de enero, a la edad de ciento nueve años”. Mateo prefigura en los Magos a los cristianos gentiles que reciben y aceptan el mensaje de Jesús, puesto que el Reino se ofrece a todos los pueblos y no sólo a los judíos.

Estrella: Pasamos ahora a referirnos a la Estrella. El Evangelio de Mateo nos dice que los magos afirman haber visto "su estrella", lo que los motivó para ir a Jerusalén en busca del rey de los judíos y que ésta los guía de Jerusalén hasta Belén, sin que sea posible afirmar que hubieran seguido la estrella desde su lugar de origen hasta Jerusalén. Para los contemporáneos del evangelista no era cosa rara la afirmación de que una estrella anunciara el nacimiento del rey de los judíos, ni que esta estrella los hubiera guiado hasta Belén. Virgilio cuenta que una estrella guió a Eneas al lugar en que debía fundarse Roma (Eneida II, 694). Flavio Josefo habla de una estrella que se detuvo sobre Jerusalén y de un cometa que se mantuvo durante un año cuando cayó la ciudad. Se habla de la aparición de una nueva estrella como anuncio de los nacimientos de Mitrídates y de Alejando Severo. También entre los primitivos americanos, los astros eran presagio de un futuro funesto o halagüeño. León-Portilla nos habla de fenómenos celestes que anunciaron a los mayas y aztecas la proximidad del descubrimiento de América: Diez años antes de venir los españoles, primero se mostró un funesto presagio en el cielo. Una como espiga de fuego, una como llama de 87

Adviento – Navidad 2010 fuego, una como aurora se mostraba como si estuviera goteando, como si estuviera punzando el cielo. Se veía ancha de asiento, angosta en la punta. Llegaba hasta el centro del cielo. Alcanzaba al cielo. Se mostraba allá en el oriente. Aparecía a la medianoche, se manifestaba, permanecía hasta el amanecer y desaparecía cuando llegaba el sol. Duró un año mostrándose. Comenzó en el año 12-Casa. (Visión de los vencidos) ¿A qué fenómeno astral se refiere Mateo? Ya hemos visto como Mateo utiliza referencias al Antiguo Testamento en su evangelio. Al hablar de la estrella, es muy posible que el autor haga una alusión a la profecía de Balaán que encontramos en el libro de los Números 24,17. Lo veo pero no es ahora; lo contemplo, pero no será pronto. Avanza la constelación de Jacob Y sube el cetro de Israel. El marco es la intriga de Balak, rey transjordano de Moab, que, temeroso de los israelitas liberados de Egipto por Moisés, quería destruirlos. Para llevar a cabo su propósito, el rey Balak llamó a un famoso vidente llamado Balaán para que maldijera a Israel, pero Balaán profetizó en favor de Israel, haciendo fracasar los planes hostiles del rey Balak. Balaán formuló oráculos que predecían la grandeza futura de Israel y la aparición de su regio caudillo. En otras palabras, el malvado rey quiso valerse del mago extranjero para destruir a su enemigo, pero de hecho el mago honró al enemigo. Evidentemente, esto está muy próximo al relato de Herodes y los magos. Herodes, como Balak que quería destruir al pueblo de Israel, quiso valerse de los magos para conocer el lugar en donde estaba el niño y matarlo. Sin embargo, los magos no ayudan a Herodes, como Balaán llegó de Oriente hasta el rey para desbaratar sus planes. Además, Balaán predijo que aparecería una estrella, (astron según la versión LXX) como símbolo del Mesías; y los magos vieron la estrella, aster que en su aparición simbolizaba al Mesías. Algunos críticos han objetado que la base histórica de este relato fue la aparición de la monarquía davídica, dos siglos después de Moisés. Sin embargo, en el judaísmo anterior a Jesús se había aplicado este pasaje al Mesías, rey ungido, de quien es prefiguración el rey David. El protoevangelio de Santiago, evangelio apócrifo ya citado, es más explícito que Mateo en cuanto a la referencia a la estrella. Dice: Herodes interrogó a los magos con estas palabras: `¿Cuál es la señal que habéis visto en relación con ese rey nacido?' 88

Adviento – Navidad 2010 Respondiéronle los magos: `Hemos visto un astro muy grande que brillaba entre las demás estrellas y las eclipsaba, haciéndolas desaparecer. En ello hemos conocido nosotros que a Israel le ha nacido un rey y hemos venido con intención de adorarle'. Desde muy antiguo, (parece que el protoevangelio de Santiago apareció entre los siglos II y III) se afirmaba como hecho cierto que hubo un fenómeno que señaló el nacimiento de Jesús. ¿Cuál sería este fenómeno? Veamos entonces algunas hipótesis que pretenden explicarlo desde el punto de vista de la astronomía. Desde los tiempos de Kepler en el siglo XVII se han hecho estudios astronómicos sobre los fenómenos celestes que tuvieron lugar en la década anterior al nacimiento de Jesús es decir, del 14 al 4 a. C. Se han propuesto tres teorías, la más importante de las cuales es la última. 1. Una estrella nueva o supernova. Esta explicación responde a la descripción del evangelio de Mateo. Una supernova es una estrella débil o muy distante, en la que tiene lugar una explosión, de modo que durante algunas semanas o meses da mucha luz. Parece que durante la dinastía China de Han, hay una noticia sobre un fenómeno celestial que apareció durante los meses de marzo/abril del año 5 a. C. y para algunos astrónomos puede haber sido una supernova. Por tanto el brillo de una nova pudo haber impresionando a los magos, pero una nova o supernova no se ha visto mover en el firmamento. 2. Un cometa. Los cometas siguen un camino regular, elíptico, al rededor del sol. Cuando están en la parte más distante de su órbita, son invisibles desde la tierra; pero cuando están más cerca del sol y de la tierra, pueden llamar la atención, sobre todo si arrastran una cola luminosa de gases de polvo. El cometa Halley registra apariciones cada setenta y siete años, y se han registrado desde el año 240 a. C. Por cálculos astronómicos sabemos que hizo su aparición en el 741-742 después de la fundación de Roma, o sea, el 12-11 a. C. La interpretación de la estrella de Mateo como un cometa tropieza con muchas dificultades. En primer lugar, un cometa no es una estrella. Además en la antigüedad se pensaba que la aparición de un cometa era signo de una catástrofe, de manera que no sería normal interpretar su aparición como augurio del nacimiento de una figura salvadora. En tercer lugar, el 12 a. C. estaría muy lejos de la fecha aproximada del nacimiento de Jesús, 6 a. C. Es posible que la aparición del cometa Halley en el año 12 a. C. y la venida de embajadores extranjeros dos 89

Adviento – Navidad 2010 años más tarde para aclamar al rey Herodes con motivo de la terminación de Cesárea Marítima, hayan sido combinados en el relato del evangelio sobre la estrella y los magos de Oriente. Algunos astrónomos hablan de otro cometa mencionado por los astrónomos chinos, que apareció en el año 5 a.C. 3. Una conjunción planetaria. Júpiter y Saturno son, entre los planetas visibles, los más lentos en su órbita alrededor del sol. En el curso de esas órbitas los planetas se cruzan cada veinte años y al cruzarse se dicen que están en conjunción. Mucho más raramente sucede que un tercer planeta, Marte, pase durante la conjunción de Júpiter y Saturno o poco después, de modo que los tres planetas estén en conjunción. Kepler observó este fenómeno en 1604 y calculó que se repite cada 805 años y que había sucedido en el 7-6 a. C. Por cálculo sabemos que los tres puntos culminantes de la conjunción de Júpiter y Saturno ocurrieron en mayo/junio; septiembre/octubre y diciembre del 7 a. C. una extraña conjunción triple, y que Marte pasó muy cerca al año siguiente. Esta gran conjunción de Júpiter y Saturno tuvo lugar en la constelación zodiacal de Piscis. (Ver imagen del cielo en Belén el 25 de diciembre del año 7 a. C. en la página siguiente). Ferrari-D’Occhieppo sugiere que los magos, descendientes de los antiguos sacerdotes del culto al dios Marduk, conocían las esperanzas hebreas sobre el advenimiento del Mesías y cuando observaron el 15 de septiembre del año 7 a. C. la conjunción planetaria de Júpiter y Saturno, partieron hacia Jerusalén; el 12 de noviembre de ese mismo año, cuando marchaban de Jerusalén a Belén, Júpiter apareció sobre el horizonte en la misma dirección que ellos iban, de tal manera que parecía que fuera delante de ellos. Rápidamente apareció Saturno, en el eje del cono zodiacal apuntando aparentemente hacia Belén. Piscis es una constelación que se relaciona con los judíos; Júpiter se asocia al gobernador del mundo, y Saturno es la estrella de los amorreos de la región sirio-palestina. Se ha dicho que esta conjunción pudo llevar a los astrólogos partos a predecir que aparecería en Palestina, entre los judíos un gobernador del mundo. Pero es totalmente especulativo porque de hecho, no tenemos pruebas contemporáneas de que semejante conjunción de planetas se denominara "estrella" ni de que se le atribuyera ningún efecto astrológico especial. El investigador E. L. Martin en su libro “Star” piensa que la conjunción de los planetas Venus y Júpiter que apareció como una estrella de la 90

Adviento – Navidad 2010 mañana en agosto 12 del año 12 a. C. y como estrella de la tarde en Junio 17 del año 2 a. C. sirvió para orientar a los magos. No hemos pretendido, con todo esto, afirmar o negar la historicidad del relato de los magos y su estrella. Es posible pensar que algún fenómeno especial hubiera coincidido con el mayor acontecimiento de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios, y la tradición oral hubiera conservado esta asociación. También es posible que el evangelista hubiera sido testigo de fenómenos astronómicos de gran trascendencia (el cometa Halley que por su periodicidad pudo aparecer algunos años antes de la escritura del evangelio) y al escribir su obra, teniendo en cuenta la profecía de Balaán, lo insertara en su episodio como lo encontramos hoy. De todas maneras, como dijimos al principio, lo esencial del evangelio es su mensaje teológico: el relato de los magos quiere hacer resaltar el carácter mesiánico del Hijo de David, nacido en Belén. Mientras el judaísmo recibe las luces necesarias para descubrir en Jesús al Mesías esperado renuncia a su posición privilegiada para ir a su encuentro, los gentiles, representados en los magos, supieron entender el símbolo de la estrella y le tributan los honores de rey de los judíos. El judaísmo le vuelve la espalda, y el paganismo lo acepta como enviado de Dios. El universalismo del mensaje de Jesús es parte esencial de todo el evangelio de Mateo. Hemos visto hasta aquí como cuando armamos el pesebre unimos varias tradiciones del Antiguo y del Nuevo Testamento, todas ellas encaminadas a explicarnos quién es ese niño que nace en Belén y el significado de su nacimiento. Sin embargo, fabricar un pesebre hoy en nuestros hogares, en nuestro barrio, en nuestra pequeña comunidad, sigue teniendo sentido si sabemos dárselo. María recostó al niño en un pesebre porque no había lugar en el alojamiento. ¿El pesebre que fabricamos es realmente un lugar adecuado para el nacimiento de Jesús? No se trata de continuar las tradiciones antiguas, sino de manifestar por medio de ellas los verdaderos sentimientos de la comunidad cristiana que espera con impaciencia la llegada del "Príncipe de la paz", del "Maravilloso Consejero", del "Salvador". Si no hay amor no hay pesebre, aunque lo fabrique Ud., dice un hermoso villancico. Realmente, el pesebre nos invita a deponer los odios y rencores, a reconocer en la sonrisa tierna y acogedora del niño del pesebre las caras tristes o alegres de todos los niños del mundo; a reconocernos todos los hombres como iguales: ricos y pobres, doctos e 91

Adviento – Navidad 2010 ignorantes, niños y adultos, cristianos y gentiles, pastores y magos, porque para todos ha nacido el Niño. Dios invitó a TODOS al pesebre: a Herodes, a los sacerdotes, a los escribas y a los fariseos; pero únicamente fueron los pastores y los Magos. Hoy nos sigue invitando a todos para doblar la rodilla ante el pesebre; y construimos nuestro pesebre; pero ese pesebre estará muerto si no reconocemos al Niño en los cinco mil millones de caras humanas que nos rodean. Los Villancicos

Villancicos: Cuando los ángeles anunciaron el nacimiento del Niño a los pastores, retumbó en los aires el primer cántico de Navidad: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor. Es muy bello mirar cómo desde los cielos se proclama la paz en la tierra, la paz que reina entre los hombres a quienes el Señor se les ha revelado. Al papa Telésforo en el siglo II, se le atribuye el himno del Gloria in Excelsis. Desde entonces fueron muchos los religiosos que compusieron himnos para acompañar las celebraciones de Navidad, muchos de ellos para ser entonados por el pueblo. La más antigua canción de Navidad se le atribuye a San Hilario de Poitiers, en el siglo IV: Jesus refulsit omnium. Luego se compusieron muchas canciones de Navidad, que no siempre tuvieron profundidad espiritual; eran muchas veces composiciones folclóricas, y en el siglo VII los dirigentes de la Iglesia prohibieron terminantemente su uso y todas las canciones escritas hasta entonces fueron destruidas. En el siglo XIII, el poeta Jacopone Benedetto compuso el himno Ave rex angelorum; por esta época aparecen los Carols en Inglaterra; España improvisó Villancicos; Francia da a conocer sus Cantiques de Noel; Alemania sus Weihnachten Lieder y Rusia y Polonia sus Kolendas. Estos cánticos navideños, sobre todo en España, son generalmente canciones simples, entonadas por labriegos y pastores, (villanos) y de allí su nombre de villancicos. Son mensajes infantiles, llenos de ternura, que expresan con las diferentes melodías autóctonas el sentimiento de amor y esperanza que despierta la celebración de la navidad. Quizá el villancico más popular en el mundo es el de Noche de Paz, porque se ha traducido a numerosos idiomas, y lo han interpretado desde 92

Adviento – Navidad 2010 grandes solistas y coros famosos, hasta los pequeños grupos corales de pueblos y veredas. Veamos su historia. Se celebra la Nochebuena de 1818. José Mohr, un humilde párroco del pueblecito de Hallein, en los Alpes austríacos, prepara su sermón de Navidad. De repente le avisan que una campesina acaba de dar a luz en la montaña, y le ruega que acuda para bendecir al recién nacido... Cuando el sacerdote retorna a su cabaña, después de bendecir al niño y decir la Misa de Gallo, arrebatado por intensa emoción, trata de describir la escena en unas cuartillas. Al amanecer aparecen escritas las estrofas del Stille Nacht (Noche de Paz). Luego el maestro de la escuela del pueblo, Francisco Gruber, pone música a la letrilla, y párroco y compositor intentan cantar por primera vez el original villancico, acompañándose de una guitarra, porque no funcionaba el órgano de la Iglesia. "Después de todo, Dios nos oye lo mismo sin órgano", exclama el maestro para animar al cura. ¿Quién podría pensar en aquellos instantes que el insignificante villancico, nacido en un olvidado rincón de Austria, había de convertirse en himno cristiano del orbe? El organista Gruber se llevó la letra del villancico y la hizo conocer fuera de Hallein. Un año después, cuatro niños cantores, los hermanos Strasser: Carolina, José, Andrés y Amalia, estrenan la canción en Leipzig. De allí, en 1832, se escucha ya en la corte de Sajonia. Luego la repite con emoción todo el mundo cristiano. Jamás un villancico ha alcanzado mayor renombre y resonancia universal, traspasando las fronteras de gran número de países, traduciéndose a la mayoría de los idiomas cultos y adoptando las más variadas interpretaciones musicales, en versión simple de forma individual y en arreglos corales. ¡Noche de paz, noche de amor! todo duerme al rededor. Sólo velan mirando la faz de su niño en angélica paz José y María en Belén. ¡Noche de paz, noche de amor! llena el cielo un resplandor. en la altura resuena un cantar: "os anuncio una dicha sin par hoy os nació un Salvador" ¡Noche de Paz, noche de amor! en los campos al pastor 93

Adviento – Navidad 2010 coros celestes proclaman salud, gracias y gloria en su plenitud por nuestro Dios Redentor.

Luces - velas: Las luces tienen que ver con una celebración judía la de la Hanukkah fiesta de las luces como la llama Josefo por el rito característico que, según la Misná, mandaba encender lámparas delante de cada casa, una más cada uno de los ocho días de la fiesta. La fecha de celebración de la Hanukkah es el 25 de kisleu (diciembre); Mac 2,18s asocia esta fiesta al recuerdo del fuego sagrado conservado milagrosamente y descubierto por Nehemías. Por otra parte, Isaías en una de sus profecías mesiánicas nos dice: el pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa, los que habitaban un país de sombras se inundaron de luz. (9,1); y el tercer Isaías ve en la luz un signo de salvación futura: ¡Levántate, brilla, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y acudirán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. 60,1-3. También en el Nuevo Testamento aparece la figura de la luz relacionada con el Señor: en el evangelio de Juan (8,12), Jesús dice: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en tinieblas, tendrá luz de la vida. Hoy, las instalaciones eléctricas han reemplazado las velas para iluminar la navidad. El origen de esta costumbre en el cristianismo se pierde en la antigüedad; parece ser la luz puesta para servir de guía a los peregrinos que regresaban a sus casas para las fiestas navideñas. Sin embargo, sean velas o bombillas eléctricas, hoy las luces de Navidad nos recuerdan que en Navidad ha cambiado la perspectiva del mundo; de las tinieblas se ha pasado a la luz; porque Jesús trajo luz a los espíritus dormidos, y despertó en los hombres la lumbre de la fe.

Árbol: El simbolismo del leño tan utilizado en los países del norte, con el sentido que le da su empleo en las chimeneas, al rededor de las cuales se congregan familiares y amigos para compartir las noches invernales de navidad; y el de las guirnaldas para decorar las casas, algo verde y florecido como símbolo de la eterna esperanza, se conjugan en el árbol de Navidad. 94

Adviento – Navidad 2010 En el Antiguo Testamento el árbol tiene un significado especial: bajo los árboles sagrados se celebraban reuniones, juicios y asambleas del pueblo (Jue 4,5; 1 Sam 14,2; 22,6) Desde los tiempos proféticos el árbol ocupa un lugar de privilegio: Vendrá a ti el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estrado (Is 60,13). También la figura del retoño del tronco de Jesé la emplean los profetas en el anuncio del Mesías (Is 11,1). En el mundo pagano se encuentran varias tradiciones: entre los germanos, el dios Odín había permanecido colgado de los pies de un pino en el solsticio de invierno. Los druidas honraban a sus dioses atando a las ramas manzanas doradas y otras ofrendas. Virgilio en las Geórgicas, menciona la usanza romana de colgar en pinos máscaras de Baco como un medio de asegurar la fertilidad. Los orígenes del árbol de Navidad se remontan para algunos hasta San Bonifacio, quien convirtió al cristianismo a los alemanes en el siglo VII, cortando la encina sagrada de Geismar, en Hesse, a fin de acabar con el culto a los árboles. Martín Lutero contribuyó mucho a su popularización. Cuando el arbolito se hizo más popular como elemento de decoración de Navidad, surgieron muchas leyendas piadosas para explicar su origen. Una nos cuenta que en la noche en que nació Cristo todos los árboles de un bosque cercano florecieron y dieron fruto a pesar del hielo y de la nieve. Entre los ingleses se narra que, habiendo llegado José de Arimatea a Wyralhill, plantó allí su báculo en el suelo que se convirtió en un árbol que florecía en invierno; hay quienes lo identifican con el espino de Glastonbury, que florece en Navidad. En diversas partes de Europa se cortaban ramas de espino y de cerezo y se colocaban en lugares abrigados para que florecieran en Navidad. Algunas familias traían a sus casas árboles enteros para competir con sus vecinos sobre los capullos más bellos. Esta costumbre es para algunos el origen de los actuales árboles de Navidad, pues en un principio en Alemania se decoraban los árboles con manzanas, cintas y flores de papel hasta que las bolitas de vidrio reemplazaron estos adornos. En el siglo XVI, en Alemania, se adornó el árbol de Navidad como hoy lo conocemos. A Estados Unidos llegó por medio de los soldados alemanes durante las guerras de la Independencia. Los primeros adornos que se colocaron en los árboles en Alemania, fueron galletas con figuras de muñecos o de animales, adornadas con colores; durante la primera guerra mundial los soldados norteamericanos enviaron a sus casas estas galletas como presente de Navidad, y los familiares resolvieron colgarlas 95

Adviento – Navidad 2010 de los árboles. El colorido que tomaron los árboles, inspiró los adornos modernos. Cuando arreglamos hoy el árbol de Navidad en nuestras casas, no podemos dejar de lado el sentido cristiano que él tiene. En el Nuevo Testamento el árbol frondoso es imagen del Reino de los Cielos (Mc 4,3032 y paralelos). Por otra parte, el árbol, el tronco o las coronas de muérdago se convierten en la presencia de la naturaleza al rededor del pesebre. No sólo los hombres se alegran con el nacimiento del Niño; también la naturaleza; porque así como toda ella fue afectada por el pecado del hombre, del mismo modo participa también de la redención que se inicia en el pesebre.

Papá Noel – Santa Claus: La figura de Santa Claus, al igual que el árbol de Navidad, resultó de la combinación de varias leyendas y tradiciones muy antiguas. Sin duda alguna existe cierta relación entre el Viejo Noel actual y los Jule-nissen de Dinamarca y Noruega y los Tomte de Suecia, duendecillos vestidos de rojo con gorros puntiagudos y luengas barbas blancas que reparten regalos montados en Jule-buken, chivos adornados con moños y campanillas. El Papá Noel, viejo de barba larga gris, representó en una época a Odín o Votán, el dios nórdico que durante el invierno cabalgaba en su mágico caballo de ocho patas llamado Sleipnir, dispensando premios y castigos. Para algunos, hay una relación en la tradición del Viejo Noel y la diosa noruega del hogar, Hertha o Percht, la cual, como Santa Claus entraba y salía por las chimeneas. Durante el solsticio de invierno (21 de diciembre en el hemisferio norte) las casas se adornaban con pinos y siemprevivas para darle a Hertha la bienvenida. A la hora de la cena se erigía un gran altar con piedras chatas y se hacía una fogata con ramas de abeto. Hertha descendía por entre el humo. SAN-NICOLAS: Con el tiempo todas estas figuras se fundieron con San Nicolás, Obispo de Mira, región al suroeste de Asia, en el siglo III. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Bari en Italia en 1087. Muchas leyendas recuerdan a esta gran Obispo que se caracterizó por su especial amor por los niños y los necesitados. Se dice de él que solía recorrer por las noches las comarcas llevando regalos a los vecinos y dando buenos consejos, a la vez que inculcaba en las casas alegría y optimismo. Una anécdota narra que un humilde labriego mientras junto a la chimenea en 96

Adviento – Navidad 2010 una noche de invierno meditaba con gran tristeza sobre su falta de dinero para dar la dote de sus tres hijas casaderas, sintió un tintineo en el piso y, con gran asombro encontró a sus pies una bolsa con monedas de oro. La noche siguiente ocurrió lo mismo. La tercera espió para ver qué ocurría y vio que se trataba del obispo Nicolás quien, desde afuera, le había echado por una ventana una tercera bolsa para que el buen hombre pudiera casar a las tres hijas. Después de su muerte fue elevado a los altares en poco tiempo, y su fiesta se celebraba el 6 de diciembre. En ese día, era costumbre visitar los hospitales y orfanatos de niños para llevar regalos como lo hacía en vida San Nicolás. Poco a poco la fiesta se unió con la celebración de la Navidad. Su renombre se había extendido hasta entre los lapones y samoyedos que habitaban en la región de los renos, y fue convertido en patrono de muchas ciudades europeas. Alemania y Holanda fueron los países donde más pronto se estableció la celebración de San Nicolás. Los holandeses lo introdujeron en los Estados Unidos en su primer barco, en forma de mascarón de proa y lo hicieron patrono de la isla de Manhattan, en Nueva Amsterdam, como llamaron los holandeses a Nueva York cuando la fundaron en el siglo XVIII. La figura del regordete y jovial mascarón, con mejillas sonrosadas cautivó a los norteamericanos y pronto se metamorfoseó su mitra episcopal en el simpático gorro, conservando el color rojo de las vestiduras episcopales; se le adicionó la bolsa de juguetes, y su viejo potro gris se transformó en un trineo tirado por ocho renos. La visita a los hogares con regalos se postergó hasta la víspera de Navidad. Sucedió que el santo en holandés se llamaba Sinter klass, palabra que los niños de habla inglesa cambiaron por Santa Claus, y algunos pueblos del Caribe lo llamaron "Santicló" pensando en una pronunciación francesa. En cambio, en Francia el nombre se transformó en Papá Noel, por la tradición de dar regalos en Navidad (Noel). Pero, llámese como se llamare, la figura del viejo regordete, alegre, sonriente, que reparte regalos y alegría, nos recuerda siempre la actitud del cristiano en Navidad, y sobre todo se convierte en un llamado de atención. ¿Podremos celebrar tranquilos estas fiestas mientras las caras sucias y hambrientas de los niños se pegan a los vidrios de las vitrinas para soñar con un regalo de Navidad que nunca poseerán porque ya no existe San Nicolás que reparta regalos a quienes realmente los disfrutan? Los regalos en Navidad 97

Adviento – Navidad 2010

Regalos: Una costumbre universal es regalar a los familiares y amigos algún presente con ocasión de las fiestas de Navidad, aunque las fechas y las tradiciones son diferentes. Para algunos los regalos se dan en recuerdo o como traído de San Nicolás, el 6 de diciembre; otros reparten los regalos el 6 de enero, día de la Epifanía, siguiendo la tradición de los magos que trajeron dones a Jesús; hay otra tradición, la de los romanos que deseaban buena suerte durante las fiestas Saturnales, el 25 de diciembre, día que el mundo cristiano celebra el Nacimiento de Jesús. Algunas culturas dan los presentes en la vigilia de la Navidad, el 24 de diciembre. Cada tradición habla de un dador diferente: el Niño Jesús, Santa Claus, el Viejo Noel, Befana (la figura femenina de Santa en Italia), los tres magos, los gnomos de navidad, Kolyada (en Rusia), los Joulupukki (en Finlandia). Aunque la comercialización de los Aguinaldos no permite darle sentido a esta tradición, sin embargo, cuando profundizamos el mensaje de Navidad y lo que en ella celebramos, no podemos dejar de lado el verdadero sentido de los regalos y de las tarjetas de Navidad. Desde muy antiguo, es costumbre llevar un presente al niño recién nacido o a sus padres; también debió ocurrir así en el pesebre y por esta razón la iconografía de Navidad presenta a los pastores llevando sus dones: una pequeña oveja, o su morral con comida y ropa. Los villancicos se han encargado de magnificar estos dones de los pastores. Pero hay algo que sí aparece en los evangelios: los magos de oriente presentaron sus dones de oro, incienso y mirra (Mt 2,11). La relectura de este pasaje nos está diciendo que también nosotros hoy debemos presentar nuestros dones ante el pesebre; ya no de oro, incienso y mirra sino de todo aquello que es para nosotros un verdadero don, en una palabra, no dar algo sino darnos nosotros mismos. Y si en el Niño del pesebre encontramos a todos los hombres del mundo y si queremos vivir realmente la Navidad, nuestro mejor regalo será entregar nuestra vida, sobre todo nuestro trabajo para contribuir a hacer un mundo más amable y acogedor para todos, como fue el pesebre. Sin embargo, hay otra razón para participar a los demás de nuestros sentimientos: en la fiesta, cuando el hombre se siente feliz, quiere compartir esa felicidad con los que ama. Nos comunicamos con nuestros 98

Adviento – Navidad 2010 parientes y amigos y los invitamos a vivir nuestra misma alegría, con tarjetas que simbolizan la importancia de lo que se celebra. La práctica de enviar a los amigos un saludo de Navidad por medio de tarjetas la inició Sir Henry Cole en Inglaterra. En el año de 1843, J.C. Horsley diseñó la primera tarjeta. Se vendieron en Londres mil ejemplares. En 1849, William Egley dibujó una tarjeta que se hizo tan popular, que aún hoy se sigue reproduciendo. Por eso el cristiano, en Navidad, comparte su alegría con los demás mediante tarjetas y regalos, como testimonio de que como el Niño ha nacido, ya todos somos hermanos, podemos sentarnos a la misma mesa, participar todos juntos de los postres de Navidad, compartir cuanto tenemos, pero, sobre todo caminaremos juntos en la vida, hacia la vida.

Adornos: Los bastones y las bolas de cristal, engalanan los árboles de Navidad, las coronas en las puertas de las casas, en las vitrinas de los comercios y los árboles de Navidad. Estas costumbres tienen su origen asociado con las celebraciones navideñas. Un vendedor de dulces quiso fabricar algo especial para la Navidad y se ideó un pequeño bastón de menta que recordara el cayado de los pastores que ocupan un lugar preferencial entre los visitantes del pesebre. Para escoger los colores quiso reunir el blanco de la nieve que cubre los campos del hemisferio norte, y el rojo de la sangre que el Niño de Belén derramaría por todos. No pasó mucho tiempo antes de que los ricos dulces de menta fueran reemplazados por bastoncillos de plástico que poco a poco hacen parte, con las bolas de cristal de los símbolos de las celebraciones decembrinas. Conclusión Las fiestas de Navidad no quieren tanto transportarnos al mundo de la niñez y a las bellas navidades de otros tiempos, sino que nos invitan a descubrir en sus símbolos el verdadero sentido de la fiesta: hacernos conscientes de que debemos marchar todos unidos, como responsables de nuestra historia. Realmente es un alegría: un árbol con bombillas de colores, el pesebre, los regalos... Pero no es esto lo principal. Desde el pesebre de Belén un Niño nos invita al cambio, y aceptar esta invitación nos compromete a luchar por la paz, a luchar por la justicia, a amar a los demás, porque 99

Adviento – Navidad 2010 Navidad es un mensaje de salvación, no de condenación; de liberación, no de opresión; de alegría, no de tristeza. Pero, ante todo es preciso tener presente que Navidad no es la fiesta de un día en el año; es la fiesta de todos los días, puesto que cada vez que en el otro descubrimos a Cristo, cuando contribuimos al progreso y a la realización del hombre, cuando luchamos por la justicia, siempre que compartimos algo, siempre que hacemos sonreír al que sufre, siempre que luchamos por una sociedad mejor sin intereses políticos, siempre que estrechamos una mano con cariño, siempre que escuchamos al hermano con comprensión, siempre que trabajamos por los demás con desinterés, cuando sabemos sonreír, nace Jesús, es Navidad Lucía Victoria Hernández C.

12. La Navidad ¿Aniversario o Sacramento? Celebrar la Navidad, ¿recuerdo folklórico? Para responder a lo que pudiera ser un obstáculo para nuestra adhesión a esta celebración, hoy que estamos deseosos de autenticidad, tenemos que ceder a la necesidad de recordar brevemente la historia de la fiesta de Navidad: su institución puede ayudarnos a descubrir su teología y su realismo. Es sabido que el 25 de diciembre se celebraba la fiesta pagana del "Natalis solis invicti", fiesta del sol que renace invencido. El Cronógrafo romano de 354 señala en uno de sus calendarios el 25 de diciembre como celebración de esta fiesta. ¿Habrá querido la Iglesia jugarle una pasada a esta solemnidad del culto solar, culto que en el curso del siglo III, elimina las religiones de misterios, muy en boga hasta entonces en Roma, como por ejemplo el culto de Dionisos? Es un hecho que el culto del sol había ocupado un puesto importante en la vida de entonces. San León y san Agustín muestran su preocupación a 100

Adviento – Navidad 2010 propósito de tales prácticas, contempladas a veces con gran simpatía por algunos cristianos. Así, un tratado, "De solstitiis et aequinoctiis", de finales del siglo III, presenta a Cristo como el único Sol siempre victorioso, y su nacimiento el único verdadero nacimiento del único Cristo invicto. Se ha intentado explicar de diversas formas si existe una relación entre el "Natalis solis invicti" y la Navidad. Se ha pensado que Navidad se había fechado el 25 de diciembre a base de conjeturas sobre la fecha del nacimiento de Cristo, según referencias de los sermones de los Padres del siglo IV. Pero parece que los argumentos en favor de un eventual ensayo de averiguación de una fecha tradicional para el nacimiento de Cristo no tienen valor. Más bien parecería que la fijación de la Navidad en el 25 de diciembre se debe al influjo preponderante del Natalis solis invicti. Entre los cristianos, Natalis tenía ya de tiempo atrás el sentido de aniversario, el "día de la muerte". A consecuencia del contacto con la lengua profana, el término "natalis" significó también entre los cristianos: "día de nacimiento". Esto demostraría la existencia de una influencia real entre ambas fiestas, pagana y cristiana. Hay quienes ven en esta instauración de la Navidad una contra-fiesta. Se trataría de sofocar el apasionamiento por la celebración de la fiesta pagana instaurando una celebración de carácter netamente cristiano, festividad de oposición, sin contaminación alguna con la fiesta pagana. Puede también admitirse que se quiso cristianizar la fiesta del solsticio de invierno, y esto apenas presentaría dificultades. La luz y las tinieblas son temas queridos de toda la tradición bíblica y cristiana. Nada más sencillo que aprovecharlas y revalorizarlas entre los fieles, acostumbrados a oírlas leer y comentar. Por otra parte, esta época muestra un particular gusto en la fijación de los acontecimientos de la salvación en ciertas fechas del ciclo anual: los equinoccios tenían su importancia para tales determinaciones. Es, pues, posible que la Iglesia, sin rechazar las formas paganas de la fiesta del Natalis solis invicti, las recuperara cristianizándolas. ¿Se puede establecer en qué momento se haría esta transfusión del dogma cristiano en esas formas paganas? Hay un calendario romano, el Cronógrafo del 354, que es a la vez calendario civil y religioso. El 25 de diciembre, en el calendario civil, se indica: Ntatale invicti. Después, en cabeza de la lista de los obispos de Roma, de los que da la fecha de su muerte, anota en el VIII de las Calendas de enero (25 de diciembre) el nacimiento de Cristo en Belén de 101

Adviento – Navidad 2010 Judá. Ahora bien, esa lista se habría compuesto en el 336. La celebración de la fiesta de Navidad en Roma se remonta, pues, a los alrededores de esta fecha. El hecho de que el nacimiento de Cristo se celebre en medio de una lista de fechas destinadas a conmemorar el aniversario de un mártir, en un día fijo, invariable, subraya el aspecto histórico de Navidad. Navidad es un hecho: el día natalicio del Señor, su aparición en la carne es un dato concreto, preciso, delimitado en tal tiempo. Mientras Pascua es una festividad móvil, el Nacimiento del Señor se celebra en día fijo en el ciclo anual. Este hecho ocasionará algunas reflexiones que debemos tener en cuenta.

Navidad, ¿aniversario o sacramento? San Agustín parece afectado por tal fijación de la fiesta de Navidad, hasta el punto de que en ella vea únicamente un aniversario, aunque se tratará para él de una memoria muy especial: "Porque este día, escribe, fue fijado por el Creador mismo para su venida. Hijo de su Padre, él dispone de la marcha de los días; hijo de su madre, al nacer, consagra un día particular, éste en que nos encontramos." (Homiliario Patrístico, París, 1949, Sermón 195, p. 63) No obstante, para él no es más que una memoria; nosotros estaríamos tentados de decir: indudablemente, no recuerdo folklórico, sino el recuerdo de un gran momento, de un gran giro de la historia del mundo y de nuestra historia, al que con gusto dedicaríamos un folklore... Si san Agustín ve la Navidad como una simple memoria, es porque para él existen celebraciones que son sacramenta. Lo explica en dos cartas. Un laico, Ianuarius, le había planteado hacia el 400 una serie de cuestiones sobre la liturgia. La respuesta en dos cartas, una bastante breve y otra, que constituye una especie de pequeño tratado (Carta 55), nos entrega todo el espíritu de san Agustín y su teología de la liturgia. En su carta 54 explica que en la nueva sociedad que el Señor ha fundado, ha dejado "un pequeño número de sacramenta, fáciles de cumplir y de significado verdaderamente admirable" (Carta 54). En esta respuesta hallamos un empleo muy amplio del término sacramenta. Según san Agustín son un pequeño número y de una gran sencillez. Todos los signos portadores de salvación, por variados que sean, aun cuando sobrepasen lo que para nosotros será el septenario sacramental, son para Agustín sacramenta. El 102

Adviento – Navidad 2010 bautismo, la eucaristía, pero también la celebración de la Pascua, son para él sacramenta. Agustín no atribuye, pues, únicamente a los siete sacramentos la re-presencia de los misterios de la salvación. La celebración litúrgica, cualquiera que sea, con nuestro concurso, produce también una re-presencia del misterio celebrado. Tal será la enseñanza del Vaticano II en la Constitución sobre la Liturgia (Sacrosanctum Concilium, nº 7). Pero, ¿toda celebración litúrgica puede tener la pretensión de esta eficacia? San Agustín se explica sobre este punto en su carta 55: "Existe sacramento en una celebración cuando la conmemoración de un hecho pasado se presenta a nuestra comprensión como el signo de una realidad que es preciso recibir santamente." (SAN AGUSTIN. Carta 55) Pascua es un "." porque no sólo hacemos memoria de lo que Cristo hizo por nosotros -su muerte y resurrección-, sino porque tal celebración nos presenta en signo la realidad sagrada de esa muerte y esa resurrección, y ese signo nos hace recibir realmente esta realidad sagrada, prenda de nuestro propio paso de la muerte a la vida. Celebración que reposa sobre un signo sagrado, pero que nos arrastra a través de ese signo y mediante él, a la realidad significada. Todo signo representativo de ese paso de la muerte a la vida, de nuestro propio paso, es un signo sagrado, y toda celebración que emplea este género de signo es un sacramento (Carta 55). Por eso, san Agustín concluye que Navidad no puede ser sino una simple memoria, no un sacramento. Porque si la celebración de la Pascua comporta este carácter de sacramento es porque es signo de la muerte y de la resurrección, realidades de nuestra salvación expresadas mediante la solemnidad pascual, a través de la iniciación bautismal y de la liturgia eucarística. Pero la festividad de Navidad no puede aspirar a esa calidad de signo: es simple evocación, memoria, aniversario; en ella se recuerda únicamente el hecho del nacimiento (Carta 55). (...) Quizá san Agustín creía en la realidad de la fecha de 25 de diciembre como día del nacimiento de Cristo y estuviera impresionado por ello hasta el punto de considerar tal fecha como un simple Natale, aun tratándose de un Natale particular, el del Señor. Pero, como hemos visto, es indefendible unir el 25 de diciembre con una realidad, y aun con una tradición, sin consistencia, acerca de la fecha del nacimiento de Jesús. Por otro lado, el 25 de diciembre, fecha del solsticio de invierno, establece una relación entre el simbolismo bíblico luz-tinieblas y Cristo, sol victorioso e invencible que disipa las tinieblas. Agustín conocía bien esta fiesta pagana del Natale solis invicti, ya que habla de ella en uno de 103

Adviento – Navidad 2010 sus sermones (AGUSTÍN DE HIPONA, Sermón 190, In Natale Domini VIII,1; PL 38, 1007): "Hay que celebrar, dice, este 25 de diciembre como un día de fiesta, no por ese sol que vemos nosotros lo mismo que los infieles, sino por causa de quien creó el sol". Puede extrañar que no se haya visto sorprendido por la relación entre este fenómeno solar y su simbolismo, mientras que en su carta a Ianuarius se extiende largamente en la unión de la fecha de Pascua con el ciclo lunar. Concentrado sobre el solo misterio de nuestro paso con Cristo de la muerte a la vida, no se ha mostrado sensible a los elementos del mismo misterio que también Navidad contenía; de haberlo sido, san Agustín hubiera hallado en la celebración de la Navidad los elementos que, según el mismo, constituyen un sacramentum.

Navidad, sacramento de salvación Es lo que hará san León el Grande. Escuchamos en sus sermones lo que san Agustín no se hubiera inclinado a decir: "sacramentum Natalis Christi", el sacramento del día de la natividad de Cristo, o también: "Nativitatis dominicae sacramentum", el sacramento de la Natividad del Señor. Escribe: "... aprendemos a considerar la Natividad del Señor, este misterio del Verbo hecho carne, menos como el recuerdo de un acontecimiento pasado, que como un hecho que ocurre ante nuestros ojos" (LEÓN EL GRANDE, Sermón 9 sobre la Navidad, SC 22, 119; CCL 138, 147). No se trata aquí de un vuelo literario; efectivamente, en el Sermón 8º sobre la Natividad, san León precisa todavía más su pensamiento: "... si recurrimos a esta indecible condescendencia de la misericordia divina que inclinó al Creador de los hombres a hacerse hombre, ella nos elevará a la naturaleza de Aquél a quien adoramos en la nuestra" (ID., Sermón 8 sobre la Navidad, SC 22, 149; CCL 138, 139). Cristo actúa en esta fiesta de Navidad: "La misericordia divina... nos elevará a la naturaleza de Aquél a quien adoramos en la nuestra". Hay en esta celebración una actividad de la gracia de esa re-presencia. Es lo que permitía decir a san León inmediatamente antes: "hoy el misterio de la Natividad del Señor brilla ante nuestros ojos con resplandor más vivo". Precisamente como un misterio es como entiende la celebración de Navidad la liturgia de la Iglesia de hoy día, y eso es lo que ha justificado la celebración del Adviento no sólo como espera de la vuelta de Cristo en el último día, sino también igualmente como espera de su primera venida 104

Adviento – Navidad 2010 en el momento de su Encarnación. Tendremos ocasión de volver a encontrar esta teología actual cuando recorramos más tarde el eucologio del tiempo de Navidad. Pero, puesto que Navidad, lo mismo que Pascua, hace presente el misterio de nuestro paso de la muerte a la vida con Cristo, ¿se trata de dos fiestas idénticas y Navidad no es más que una repetición inútil? San León habla de Navidad de la misma manera que hubiera podido hacerlo de la Pascua: "...el día elegido para el misterio (sacramentum) de la restauración del genero humano en la gracia". Aunque san León no exagera nada al hablar así y aunque Navidad es un sacramento de salvación, no es sin embargo estrictamente la celebración de la Pascua. Aun no habiendo más que un sacramento de salvación, es celebrado en sus diferentes aspectos. Navidad hace presente el punto de partida de nuestra salvación; está ordenada a nuestro rescate y ya le contiene. Aunque hay que confesar que los "nacimientos" y un cierto folklore han sido magníficos y no pueden repudiarse, también es preciso reconocer que estas actividades, sobre todo en un momento de decadencia de la liturgia y de desconocimiento de la Escritura, ha hecho de la Navidad para muchos cristianos una fiesta de ternura, cuyo centro es la misa de medianoche, fiesta no obstante sin día siguiente para ellos. El error está en haber centrado excesivamente la celebración en el nacimiento en Belén, y en haber hecho de una historia conmovedora el objeto mismo de la fiesta. Es extraño que en la propia Roma, donde la fiesta se creó con la evidente teología pascual de la triunfante victoria del sol, se haya afianzado, todavía ahora, un folklore en el que desaparece casi por completo el significado profundo de la celebración. Bastaría que a esos "nacimientos", a veces muy bellos artísticamente, se les uniera la representación del sol de victoria, para que reapareciese con claridad todo el significado de la fiesta. "El Nacimiento en Belén es más la ocasión que el objeto mismo de la fiesta. Su objeto es ya el misterio total de la Redención, es decir, el misterio pascual anunciado".

¿La Encarnación, hoy, por mí? A través del signo litúrgico, la Encarnación del Verbo eterno está, pues, presente hoy para mí... Pero, ¿qué sentido puede tener esto para mí, 105

Adviento – Navidad 2010 para qué puede valer? ¿No forma parte Navidad de uno de esos excesos fatigosos de una teología que quiere probar demasiado y que no se cansa de hacernos sentir que dependemos totalmente de Dios? ¿No era suficiente celebrar la Pascua como presente, sino que además hay que añadirle como presente los comienzos de este misterio de nuestra liberación? No se trata de negar la Encarnación, pero ¿no es verdad que para nosotros no es más que un trampolín?, ¿por qué detenerse en él? ¿Qué dinamismo peculiar podría imprimir esta fiesta en el hombre de hoy día? De hecho, ¿no es Navidad una especie de celebración soportada, como tantas otras celebraciones y conmemoraciones de la vida civil? ¿Qué podemos sacar de ahí? Y aun sobrepasando ese punto de vista utilitarista, ¿con qué conecta Navidad en el mundo de hoy, un tanto brusco para con las ternezas religiosas? No creo que estas preguntas sean inútiles; afectan demasiado de cerca al fundamento de nuestro cristianismo. Es verdad que uno puede santificarse sin saber por qué la Iglesia ha pensado que estaba bien no solo actualizar el misterio de la Pascua, sino también su comienzo. No obstante, no podemos rehuir el clarificar la importancia de la actualización para nosotros de la Encarnación. Tendremos ocasión de constatar cómo ha querido la liturgia concretar para nuestra vida actual las gracias presentes de la Encarnación; pero no es inútil, antes incluso de constatar lo que de ello piense la Iglesia, ver en una cierta visión a priori lo que su actualización puede aportarnos. El Dios-hombre es para el mundo de ayer y de hoy motivo de asombro y de fundamentales modificaciones en el curso de la historia. En efecto, si consideramos el choque recibido por el mundo, no es el misterio pascual de Cristo lo más espectacular para la tierra, sino más bien el nacimiento del Verbo según la carne. Aunque el mito de una divinidad humana forma parte de los sueños de la humanidad, jamás la realidad de la unión de dos naturalezas completas en una sola Persona divina fue estudiada con el estupor que podemos constatar en todos los que se han puesto a escrutar el misterio de la persona de Cristo. Pero esto no nos dice por qué esta unidad de las dos naturalezas completas de Cristo en la Encarnación es de capital importancia para nosotros. Hay que recordar, sin duda, que la redención no habría tenido resultado y además habría sido imposible si Cristo no hubiera sido totalmente hombre y, como tal, jefe de toda la raza humana y contraposición de Adán, y si no hubiera sido al mismo tiempo totalmente Dios. 106

Adviento – Navidad 2010 En este caso, a su gesto de ofrenda le habría faltado la perfección del amor. Lo que hoy día nos afectará más es caer en la cuenta de que la Encarnación de Cristo es el elemento necesario para la comprensión de todos los sacramentos, pero sobre todo de la celebración de la Cena, actualmente de la Misa. En efecto, ¿cómo soñar un contacto real con Dios sin esta Encarnación? Si en adelante podemos conocer a Dios tocándolo, es en virtud precisamente de la Encarnación del Verbo. Nosotros entramos en relación con este Cristo encarnado, cuyo cuerpo glorioso después de su resurrección está ahora realmente presente en la celebración eucarística, no limitado al tiempo y al espacio. La presencia eucarística, tan esencial en la vida de la Iglesia, no puede entenderse sin esta presencia del cuerpo glorioso de Cristo resucitado. Por lo tanto, es al nivel mismo de nuestra humanidad -que tenemos el honor de ver así divinizada- donde se sitúa la Encarnación y por eso no puede dejar de interesarnos. Celebrar la unión íntima de las dos naturalezas de Cristo el día de su nacimiento según la carne, no es algo indiferente para nosotros; supone no sólo una toma de conciencia cada vez mayor de la altura a que ha sido elevada la naturaleza humana, sino también entrar más profundamente en el misterio de nuestra inserción en una nueva vida para nosotros, mediante nuestro segundo nacimiento en el agua y el Espíritu. En efecto, a este nacimiento del Verbo en la carne, con las cualidades de profeta, Mesías, rey, sacerdote, corresponde nuestro segundo nacimiento en el agua y el Espíritu, nuestra adopción divina, y en ella recibimos nosotros nuestra cualidad de profeta, rey y sacerdote, participando del único sacerdocio de Cristo según el grado en que nos sitúa en él nuestro bautismo. El hecho de la Encarnación del Verbo trastorna, pues, mis actitudes presentes. No tengo ya la misma humanidad que antes. Lejos de quedar disminuida, ha adquirido una dignidad que únicamente la fe puede apreciar pero cuya realidad es singularmente grandiosa. Si la humanidad recibe así en sí misma, de la Encarnación, esta dimensión divina, la recibe igualmente en todas sus actividades y concretamente en sus actividades cultuales. Efectivamente, a partir de la Encarnación del Verbo, podemos gloriarnos de realizar un culto como ninguna otra religión ha podido nunca realizar, porque para el catolicismo es Cristo mismo quien celebra la liturgia y nos 107

Adviento – Navidad 2010 arrastra en la ofrenda de sí mismo a su Padre. Si todo esto no fueran más que consideraciones piadosas para quienes las lean, deberían pensar que a su fe le faltan elementos esenciales y que su cristianismo está singularmente empobrecido. A. NOCENT

13. La Navidad en la historia y en el mundo Hoy les «proponemos compartir el origen del Pesebre. En un comienzo de la cristiandad, los pesebres solamente presentaban las figuras principales del misterio: la Virgen, San José y el Niño. Al terminar el período de persecución de los primeros siglos, el tema gana la luz tomando forma bajo el cincel de artesanos, artistas y religiosos. Son el barro, la madera o el plomo fundido los materiales elegidos para modelar la estampa tradicional. Los pintores adoptaron la historia de Jesús desde su nacimiento, y la expresaron según su sentir a través de los tiempos. Recordemos algunos famosos como Velazques, Murillo, Rembrandt y otros muchos. No podría mencionar a todos los que con sus pinceles exaltaron a la Sagrada Familia. Pero los primeros tiempos y hasta nuestros días, el tema del natalicio fue preferencial para los artistas plásticos. El Pesebre más antiguo del que se guarda memoria data del año 343. Muestra un niño Jesús en su cuna, acompañado por las figuras de un buey, un asno y los pastores. Recién en el siglo IV comienzan a aparecer las figuras de los reyes magos. A partir del Concilio de Efeso la imagen de la Madre de Jesús se centraliza en la escenografía clásica. Italia fue la cuna de los pesebres. Bajo la protección de los religiosos se impulsó a los artistas de la época a reproducir temas bíblicos para luego venerarlos en las iglesias. Estas artesanías se van enriqueciendo con los trabajos de los grandes maestros, aumentan las escenas lugareñas, folclore que da realce al pesebre original. El Pesebre pasa desde su cuna, Italia, a España llevado por los padres Franciscanos. Dos características netamente napolitanas entran en las 108

Adviento – Navidad 2010 tierras españolas, pero esta influencia dará paso a la fuerza interpretativa de los españoles. Los Pesebres aumentarán su escenografía y sus figuras vestirán ropas localistas. España pone su sello y así veremos a los campesinos luciendo vestimentas características de los villorrios y a sus mujeres ocupadas en labores caseras, sin olvidar a los personajes principales del pueblo como por ejemplo: el boticario, el panadero o el mesonero. En Portugal aparecerán los animales de corral, agregándose a los ya existentes, el buey, el burro y las ovejas. Con el correr del tiempo el pesebre llega al pueblo, sale de los palacios entronizándose en los hogares comunes, perdiendo en algunos casos valor artístico, pero enriqueciéndose en su representación emotiva. Veamos ahora cómo viene a América. Lo traen los conquistadores y avanza con ellos ocupando un lugar prominente en cada nueva nación que surge en este continente. Los primeros inmigrantes al Río de la Plata traen Pesebres con nuevas características, los niños Jesús lujosamente ataviados, con ropas profusamente bordadas y guardados bajo campanas de vidrio o fanales. Algunas figuras de esa época todavía se pueden encontrar en museos o en templos del interior del país. Aquí en nuestra sociedad los pesebres eran tesoros celosamente custodiados. Cada familia se jactaba en presentarlo el 25 de diciembre ante la admiración de parientes y amigos. Cada Pesebre poseía características propias. Un Pesebre que aún se recuerda es el de los padres franciscanos en Buenos Aires, de cerámica granadina. El 25 de diciembre era costumbre entre las familias argentinas visitar a los parientes o a los conocidos, previa visita por los atrios de las iglesias para poder admirar los trabajos de los sacerdotes y de las religiosas. Al llegar las visitas y luego de las salutaciones del caso se oraba en presencia del cuadro místico para después pasar a la sala contigua y disfrutar los licores, bizcochos y dulces caseros elaborados por las mujeres de la casa. El tiempo ha hecho que los pesebres sean venerados en la intimidad de los hogares y en el seno de las iglesias, pero se ha perdido esa encantadora costumbre de las visitas de los 25 de diciembre. Tomado de; "La Navidad en el mundo" de Christyn Korn. Editorial San Pablo

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Adviento – Navidad 2010

14. Meditación de Navidad sobre la Iglesia Santa María la Mayor Card. J. JOSEPH RATZINGER Nada más penetrar en la basílica de Santa María la Mayor dejando atrás las ruidosas calles de Roma, me viene a la memoria la invitación del salmista: "Callad y miras" /Sal. 46.11). Siempre que no sea precisamente verano, cuando multitudes de turistas recorren de prisa la iglesia convirtiéndola también en una especie de calle, de la misteriosa penumbra de este espacio llega una incitación a guardar silencio, al recogimiento y a la contemplación, invitación que la algarabía de lo cotidiano, como por sí sola, consigue convertir en insignificante. Es como si la oración de los siglos hubiera permanecido presente con el único objetivo de ponernos en camino. Los ámbitos más silenciosos del alma. Que de otro modo quedan empujados a un lado por el torbellino de las preocupaciones y cotidianidades, se ven liberados cuando nos abandonamos al ritmo de esta casa de Dios y al de su mensaje. Pero ¿cuál es dicho mensaje? Quien hace tal pregunta ya se encuentra, sin duda, en peligro de eludir la llamada especial que podría llegarle en este lugar. Ese mensaje no se puede transformar en una entrada de diccionario a la que se pudiera recurrir rápidamente. Propio de él es la exigencia de salir del fuego cruzado de los interrogatorios; en lugar de eso, nos llama a una permanencia en la que la escucha y la visión del corazón despiertan: a una permanencia que conduce más allá de lo que se coge rápidamente para a continuación volverlo a tirar. De ahí que -en lugar de darle a usted una respuesta con fórmulas y conceptos- yo prefiera invitarle a observar conmigo dos imágenes de esta iglesia y a dejar que, en su permanencia personal ante ellas, le digan lo que las palabras sólo deficientemente pueden traducir. En primer lugar, se da allí un hecho muy curioso. Esta iglesia es un templo dedicado a la Natividad. Como obra de arte, pretende hacernos llegar la invitación del ángel, que primero se hizo a los pastores. No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy… un salvador que es el Cristo Señor…" (Lc. 2, 10s). Pero, al mismo 110

Adviento – Navidad 2010 tiempo, esta casa de Dios quisiera introducirnos en la respuesta de los pastores: "Vayamos… y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado" (Lc. 1, 15). Así, sería de esperar que la imagen de la Nochebuena fuera centro de este lugar y de sus caminos. De hecho es así; pero, al mismo tiempo, no lo es. Los mosaicos de ambos lados de la nave de la iglesia explican, por decirlo así, toda la Historia como una procesión de la Humanidad hasta el redentor. En el centro, sobre el arco triunfal, en el punto de llegada de los caminos, en el que debería estar representado el nacimiento de Cristo, se encuentra en cambio sólo un trono vacío y, sobre él, una corona, un manto imperial y la cruz; sobre el escabel se encuentra a modo de cojín, la Historia, sellada con siete cordeles rojos. El trono vacío, la cruz y, a sus pies, la Historia; ésta es la imagen navideña de esta iglesia, que ha querido ser, y quiere seguir siéndolo, el Belén de Roma. ¿Por qué exactamente? Si queremos entender el mensaje de la imagen, debemos recordar primero que el arco triunfal está sobre la cripta, que originalmente fue construida como reproducción de la cueva de Belén en la que Cristo vino al mundo. Aquí se ha venerado también hasta hoy la reliquia que, para la tradición, pasa por ser el pesebre de Belén. De este modo, la procesión de la Historia, toda la pompa de los mosaicos se ve precipitada a la cueva, al portal; las imágenes caen a la realidad. El trono está vacío, porque el Señor ha descendido al portal. El mosaico central, hacia el que todo se dirige, es, por decirlo así, sólo la mano que se nos tiende para descubrir el salto de las imágenes a la realidad. El ritmo del espacio nos arrastra a un súbito cambio radical cuando, del mundo esplendoroso de las alturas más altas del arte antiguo, en los mosaicos, nos empuja inmediatamente a las profundidades de la cueva, del portal. A lo que quiere conducirnos es al paso de la estética religiosa, al acto de fe. El guardar silencio en este edificio multisecular, el quedar emocionado por la belleza y grandiosidad de sus vistas, el tocar, lleno de presentimientos, lo grande, lo totalmente otro, lo eterno; esto es lo primero que el contacto con esta iglesia nos regala, y es algo elevado y noble de lo que precisamente hoy estamos necesitados. Pero esto no es todo. No dejaría de ser un hermoso sueño, un sentimiento pasajero sin compromiso, y, por tanto, sin fuerza, si no nos dejáramos llevar al paso siguiente: al sí de la fe. Sólo en ella se produce definitivamente el paso a la realidad. Sólo entonces se pondrá de manifiesto todavía algo más: la cueva no está vacía. Su verdadero contenido no es la reliquia que se 111

Adviento – Navidad 2010 conserva como el pesebre de Belén. Su verdadero contenido es la misa de media noche del nacimiento de Cristo. Sólo en ella llegamos junto a la imagen navideña, que ya no es una imagen. Sólo cuando nos dejamos guiar hasta allí por el mensaje de este lugar vuelve a ser verdad una vez más, de forma completamente nueva: Hoy os ha nacido el Salvador. Sí, hoy realmente. Con tales pensamientos podemos volvernos a otra imagen de Santa María la Mayor que me gustaría presentarle brevemente: a la antiquísima imagen de María que se conserva en la capilla de Borghese bajo la advocación de "Salus populi Romani". Para entender su interpelación al visitante, a nosotros, debemos recordar una vez más el mensaje fundamental de este templo. Es una iglesia de la Natividad, hemos dicho, construida, como cáscara, por decirlo así, en torno al portal de Belén, que aquí, a su vez, se entiende como imagen del mundo y de la Iglesia de Dios, pero que al mismo tiempo exige la superación de todas las imágenes y de todo lo puramente estético. Alguien podría objetar que ésta no es una iglesia de la Natividad, por tanto, una iglesia dedicada a Cristo, sino un templo mariano, la primera iglesia dedicada a María en Roma y en todo occidente. Tal objeción indicaría, sin embargo, que quien la formula no ha entendido precisamente lo esencial, tanto de la piedad mariana de la Iglesia, como el misterio de la Navidad. La Navidad tiene en la estructura interna de la fe cristiana un significado de tipo muy particular. No la celebramos lo mismo que se recuerdan los días en que nacieron grandes hombres, porque también nuestra relación con Cristo es muy otra que la admiración por mostrarnos ante los grandes hombres. Lo que en ellos interesa es su obra: los pensamientos que pensaron y escribieron, las obras de arte que crearon y las instituciones que dejaron tras de sí. Esta obra les pertenece y no es la obra de sus madres, que sólo nos interesan en la medida en que de ellas pueda proceder algún elemento que contribuya a la explicación de dicha obra. Pero Cristo no cuenta para nosotros sólo por su obra, por lo que ha hecho, sino ante todo por lo que era y por lo que es, en la totalidad de su persona. Cuenta para nosotros de manera distinta que cualquier otro hombre, porque no es simplemente hombre. Cuenta, porque en él tierra y cielo se tocan, y así en él Dios se hace para nosotros tangible en cuanto hombre. Los padres de la Iglesia han llamado a María la tierra santa de la que él fue formado en cuanto hombre, y lo maravilloso es que, en Cristo, Dios permanece para siempre unido a esta tierra. Agustín expresó en una ocasión este mismo pensamiento de la siguiente manera: Cristo no quiso 112

Adviento – Navidad 2010 un padre humano, para mantener visible su filiación respecto a Dios, pero quiso una madre humana: "Quiso aceptar en él el género masculino, y se dignó honrar el femenino en su madre… Si Cristo hombre hubiera aparecido sin recomendación del género de las mujeres, éstas tendrían que desesperar de sí… Pero él honró ambos, encomendó ambos, asumió ambos. Nació de la mujer. No desesperéis, hombres: Cristo se dignó ser hombre. No desesperéis, mujeres. Cristo se dignó nacer de la mujer. Ambos géneros colaboran para la salvación, se trate de lo masculino o se trate de lo femenino: en la fe no hay ni hombre ni mujer". Expresémoslo una vez más de otra manera: en el drama de la salvación, no es que María tuviera que desempeñar un papel para después hacer mutis, como alguien cuyo párrafo ha concluido. La humanización a partir de la mujer no es un papel que tras breve tiempo quede concluido, sino el estar permanente de Dios con la tierra, con el hombre, con nosotros que somos tierra. De ahí que la fiesta de Navidad sea a la vez una fiesta de María y una fiesta de Cristo y por eso una auténtica iglesia dedicada a la navidad debe ser un templo mariano. Con tales pensamientos debiéramos contemplar la antiquísima y misteriosa imagen que los romanos llaman Salus populi Romani. Según la tradición, es la imagen que Gregorio Magno llevó en procesión por las calles de Roma el año 590, cuando la peste atormentaba a la ciudad. Al término de la procesión cesó la epidemia. Roma recobró de nuevo la salud. El nombre de la imagen quiere decirnos: en él puede Roma, por él pueden los hombres, sanar continuamente. Desde esta figura a la vez juvenil y venerable, desde sus ojos sabios y bondadosos, nos mira la bondad maternal de Dios. "Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré", nos dice Dios a través del profeta Isaías (66.13).El consuelo maternal revela plenamente a Dios preferentemente a través de las madres, a través de su madre. ¿Y a quién podría extrañarle? Ante esta imagen se desprende de nosotros la fatuidad: se diluyen las crispaciones de nuestra soberbia, el miedo ante el sentimiento y todo lo que nos hace enfermar por dentro. La depresión y la desesperación se apoyan sobre el hecho de que el ámbito de los sentimientos se desordena o falla completamente. Ya no vemos lo que hay de cálido, consolador, bueno y salvador en el mundo -todo lo que podemos percibir únicamente con el corazón-. En la frialdad de un conocimiento al que se le ha privado de su raíz, el mundo se vuelve desesperación. De ahí que la aceptación de esta imagen sane. Nos devuelve la tierra de la fe y de la condición humana, siempre y cuando aceptemos desde dentro su lenguaje, no nos cerremos a él. 113

Adviento – Navidad 2010 El concierto del arco triunfal y la cueva no enseñan el camino de la estética a la fe, hemos dicho. La transición a esta imagen nos puede llevar aún un paso más allá. Nos ayuda a desligar la fe del esfuerzo de la voluntad y del entendimiento y a situarla de nuevo en la totalidad de nuestro ser. Nos regala de nuevo la estética de manera nueva y mayor, si hemos seguido la llama del redentor, también podemos percibir de forma nueva el lenguaje de la tierra, que él mismo ha asumido. Podemos abrirnos a la cercanía de la madre sin temor a falsos sentimentalismos y sin miedo a caer en lo mítico. Todo esto se vuelve mítico y enfermizo sólo cuando lo desgajamos del contexto global del misterio de Cristo. Entonces, lo empujado a un lado regresa como esoterismo en formas embrolladas cuya promesa es vacía e ilusoria. En la imagen de la madre del redentor aparece el verdadero consuelo. Dios está, también hoy, tan cerca de nosotros, que podemos tocarlo. Si en la permanencia contemplativa en esta iglesia interiorizamos este consuelo, su mensaje habrá penetrado, salvífico y transformador, en nosotros.

15. La coraza y el pañal Durante la Paz Augusta, represora de da novedad, nace la Novedad de la Paz. ¡Es que hay paces y paces! En Roma, veinte años antes del nacimiento de Jesús, Cayo Julio César Octavio fue llamado "Augusto" por el Senado. Por primera vez, esta palabra se aplicaba a un estadista. En latín, significa "santo", "consagrado". Era un anticipo, porque apenas murió, en el año 14 después de Cristo, el Senado lo nombró dios (su hijo, Tiberio, también fue dios, aun en vida; su perfil estaba en la moneda que Jesús ya adulto miró antes de recomendar: "ustedes den al Emperador lo que es del Emperador, y den a Dios lo que es de Dios"). Augusto fue nombrado también Imperator (Emperador); el que da las órdenes, el que manda. No solamente mandaba a Roma, sino también a muchos naciones y pueblos dominados. Entre ellos, el país de Jesús. Emperador no es una palabra de la política, sino de los cuarteles. Nadie puede ser emperador sin un fuerte poderío militar. Muchos romanos pensaban que su dominio sobre otros pueblos era merecido, por la superioridad de la civilización romana. Pero, en verdad, la garantía de 114

Adviento – Navidad 2010 aquel dominio eran catapultas, nubes de flechas, lanzas, espadas y caballería. En los estandartes de las legiones se leía SPQR; Senado y Pueblo de Roma. Pero debajo de los estandartes no había un senado ni un pueblo, sino un tremendo ejército, mejor armado y organizado que cualquiera en el mundo. Recién detrás de la tropa, recién después de la sangre y el fuego, venían los funcionarios, las nuevas carreteras romanas que agilizaban la comunicación, las nuevas leyes perfectamente adecuadas al interés romano, los impuestos empobrecedores del pueblo. Un grupo de poderosos era amo del mundo conocido. Su conductor, Augusto, alcanza su punto máximo: llega a ser "dios". Todos tienen que adorarlo, es decir: mantenerlo con impuestos, aceptar sus mandatos, imitar su cultura, hablar su idioma.

Hay paces y paces… La Paz de los cementerios Es la quietud de la muerte. Es la paz que buscan dictadores, represores, homicidas. Para ellos, exigir justicia es "alterar la paz". Pero la injusticia, que es tan violenta, no les parece una perturbación de la paz.

La paz narcótica Es la paz que viene del "olvido", promovido por las adicciones: la droga, el alcohol, el tabaquismo, el juego, el consumo, la religión vacía y demás. No elimina los problemas, posterga y agrava la explosión de los mismos.

La paz escapista Es la paz del que dice "déjame en paz", cuando se trata de enfrentar problemas, sobre todos sociales. Es un tipo de paz donde no suele haber lugar para los otros. Como a todos los dioses, se le ofrecen sacrificios humanos. Una forma de sacrificio humano era el castigo para los rebeldes: cárcel, tortura, muerte. La otra forma de sacrificio humano es hambre, enfermedad, miseria y esclavitud para los pobres, cargados con todos los gastos y deudas, excluidos de toda ganancia. El Emperador se ha hecho dios: ha tocado su techo. Roma domina a las otras naciones: ha tocado su techo. ¿Cuál es ahora el ideal? El ideal, 115

Adviento – Navidad 2010 evidentemente, es que esta situación no cambie. Que se profundice, que se mejore, pero que no cambie. A esta capacidad de reprimir toda novedad, se llamó "Pax Augusta" o "Pax Romana". Una absoluta tranquilidad de los poderosos, garantizada por las legiones. Es una paz mentirosa y violenta. Pero la llaman "paz", para poder acusar de "violento" y "enemigo de la paz" a cualquiera que no esté de acuerdo, que reclame sus derechos o que exija respeto a su dignidad. En medio de esta Pax que no ama las novedades, se produce la novedad de la Navidad. No en el centro, sino en la periferia. No en la Capital, sino en una provincia perdida. No la garantiza un general y su coraza, sino un bebé y sus pañales. No es fruto de la represión, sino de la redención. No sucede en palacio, sino en una cueva. No hay aplauso del Senado, sino fiesta de pastores. No es un hombre grande que se hace Dios, sino Dios que se hace bebé. No entre ejércitos, sino ente rebaños. No levanta lanzas, sino caricias. No produce miedo, sino ternura. No exige impuestos, sino que inspira regalos. No nos obliga a ser uniformes, sino que nos impulsa a ser hermanos. No la cantan los poetas y voceros oficiales, sino la Muchacha-Madre. Ella dice: Derribó a los poderosos de sus tronos, y exaltó a los humildes. Esta muchacha dice casi las mismas palabras del antiguo profeta Isaías, casi las mismas que dirá Juan el Bautista. Es decir: que Dios aplanó los altos y rellenó los bajos. La novedad es la igualdad. Dios decir: rompió pircas, murallas y cercos. No como un ejército invasor, sino como encuentro entre hermanos. Si no hay cercos, no hay nadie afuera y no hay nadie dentro. No hay admitidos y excluidos. Ahora puede construirse la paz. Eso es la paz que anuncian los ángeles en Navidad. Ellos empiezan diciendo "no tengan miedo". No se necesita el miedo, no sirve el miedo. La paz que anuncian no es la de la represión, no es la de las lanzas, que sí necesitan el miedo. La paz de la represión solamente funciona si la gente está.

16. Navidad: fiesta del corazón El sentido de la celebración cristiana, mitos y realidades 116

Adviento – Navidad 2010 Una vez más celebramos la Navidad como fiesta que nos indica que otro año se nos va y, con la Navidad, cumplimos diferentes ritos que, en la mayoría de los casos, no conocemos de dónde provienen ni la referencia a la que hacen. En esta oportunidad, quisiera compartir dos momentos: uno, que es de aprendizaje y otro, una de reflexión acerca del origen de las tradiciones y las costumbres que la Navidad encierra. Empecemos por entender cuál es el significado: en Navidad se celebra el nacimiento de "Jesús" (que, en hebreo significa "Dios salva"). Desde la Anunciación a María y la posterior aparición del ángel Gabriel a José (Mt. 1, 20-24) queda-hecha realidad la promesa de Dios para con su pueblo, la promesa de salvación mediante el envío de su Hijo: Cristo, es decir, "el ungido". Un Dios que se hizo hombre para crecer, vivir, sentir como nosotros, pero que murió y resucitó para darnos Vida. Así Jesús nació en un pesebre. La tradición de los pesebres vivientes fue iniciada por san Francisco de Asís en Italia. Más tarde, se fueron convirtiendo en las figuras de Belén que hoy conocemos. El típico pesebre que adorna nuestras casas en Navidad está basado en el evangelio apócrifo (no oficial) denominado "seudo Mateo". La tradición cristiana sostiene la idea de que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en alguna de las cuevas de roca sedimentaria que existen en las cercanías de Belén. En esa cueva, se daba lugar al pesebre (sector destinado para la alimentación de los animales) en el cual los bueyes y los burros, animales útiles para el transporte y la carga, le brindaron su calor al niño recién nacido. El pesebre se completa con María, la madre de Jesús; y con José, su esposo y padre adoptivo de Jesús, que era carpintero. Siglos después del nacimiento de Jesús, los teólogos intentaron datar exactamente su fecha, basándose en los textos de los evangelios. Pero es durante el pontificado de Liberio (años 352-366) que se decide fijar el natalicio de Cristo un 25 de diciembre, fecha en que todos los pueblos festejaban la llegada del solsticio de invierno, un culto muy popular que, aún hoy, sigue teniendo vigencia. El rito del árbol de Navidad que los cristianos comienzan a preparar después del 8 de diciembre (festividad de María, de la Inmaculada Concepción) entró en la cultura hispana hace ya varios decenios, proviniendo de los países europeos nórdicos y de Francia. En Francia, el árbol de Noel (como lo denominaban originariamente) era utilizado junto a otros símbolos que monopolizaban ese nombre. Noel llamaban al día de Navidad y a todo el conjunto de fiestas de fin de año. Además este árbol se preparaba a la par de Papá Noel puesto que ambos tenían la función de 117

Adviento – Navidad 2010 distribuir regalos navideños. Por supuesto, la forma y el manto de nieve comunes en la iconografía del árbol nos remiten también a esos orígenes, en los que los renos y el trineo acaban por completar el contexto que le es propio. Se podría tomar como una paradoja al árbol de Navidad porque, al mismo tiempo en que un pesebre representa el calor humano, la sencillez, la dulzura, la pobreza, la entrega, el árbol se impone como frío, majestuoso, distante, exhibiendo sus adornos y colores, a su vez determinando nuevos simbolismos: las bolas y estrellas representan las antiguas piedras que adornaban antes al roble, las bombillas eléctricas representan la luz del mundo, las pinas son la inmortalidad, las campanas son símbolo de la alegría navideña y las manzanas y bolas son la abundancia. Es decir, el árbol no fue tampoco un invento nacional aunque lo hemos incorporado fácilmente. Es lamentable pero los regalos se han convertido en el aspecto más popular de esta fiesta, trascendiendo su sentido religioso. Según los países, los regalos pueden ser traídos por los Reyes Magos, Santa Claus o el mismo niño Jesús. También difiere en la tradición el momento en que son abiertos: en Ecuador, los obsequios se abren después de la cena de Nochebuena, en Perú se rezan oraciones antes de abrir los regalos y en El Salvador se abren el día 25 por la mañana. Los adornos se completan con el muérdago y el acebo que aportan suerte y felicidad. Esta es la razón por la que son colocados en puertas y ventanas. Esta tradición procede de los países del norte de Europa y en los EEUU se puso de moda en el s. XIX. Pero es en Latinoamérica donde su colocación se acentúa más. Por otro lado, hablemos también de la Cena de Navidad: compuesta por lechón, pasas de uva, turrones, garrapiñadas, pan dulce, chocolates y roscas. Comidas que no hacen más que remontarnos a una cultura europea, ya que son alimentos ricos en calorías, que fueron tomados por nuestra propia cultura. Nuestra Navidad cae en los inicios del verano, por lo que la cena debería estar compuesta por alimentos menos pesados. Además, existe una tradición de tomar doce uvas, rito que es originario de nuestro país y se remonta hacia principios de siglo. Pero no responde a creencias religiosas, sino a intereses económicos. En la Nochevieja de 1909, los cosecheros de uva, en un intento desesperado por deshacerse del excedente de la cosecha, inventaron comerlas la última noche del año, aludiendo que daba suerte. Además del pesebre, hay dos componentes más que son puramente religiosos: a) la presencia de los Reyes Magos, y b) la estrella de Belén. 118

Adviento – Navidad 2010 San Mateo recupera la visita de los magos a Jesús en el versículo 1 del segundo capítulo. Los magos a que hace referencia eran sabios orientales, versados en astronomía y en astrología. Las tierras de Oriente de donde llegaron son, probablemente, las regiones de Arabia y Saba, que se extienden al este del Jordán y del Mar Muerto. El relato de Mateo continúa expresando que la estrella de Belén los precedía y que se había detenido en el lugar donde había nacido el niño. Los magos simbolizan al extranjero que se traslada de lejos para venir de visita. Finalmente, estos magos rindieron sus homenajes a Jesús y le ofrecieron sus dones: oro (metal precioso), incienso (que es símbolo de purificación, se lo utilizaba en los templos) y mirra (perfume). La Estrella de Belén, fue un fenómeno astronómico real que muchos científicos trataron de explicar y que tenía que ver con su brillantez en el firmamento. Una de las versiones más aceptadas es la que sostuvo Johannes Kepler en el año 1606. Él decía que la estrella era la conjunción de la Tierra con los planetas Saturno y Júpiter. En esta conjunción, los planetas se unirían en uno solo que los haría muy brillantes. La explicación religiosa es que Dios creó una estrella que guiase a los magos y, una vez cumplida su misión, desapareció tan rápida y misteriosamente como había sido creada y Dios usa como recursos para sus milagros las causas naturales y el milagro también es que éstas se produzcan en el momento y en el lugar justo. Ahora llega el momento de reflexionar qué festejamos cuando celebramos la Navidad, si la vivimos como una fiesta religiosa o la vivimos como una reunión familiar en la que se come bien y se hacen regalos. Pienso que el sentido que Dios quiso regalarnos con la Navidad es el sentido de su Hijo que vuelve a nacer y que tiene que tener cabida en nuestros corazones, porque cada corazón es un pesebre: un lugar pobre, austero, a veces sucio, lleno de desechos, pero que está llamado a ser el lugar más cálido, más humano, más hermoso del mundo interior. A Dios no le interesan mucho los adornos, los regalos, los pesebres más lustrados, o las mesas más suculentas, porque el sentido de la reunión son el encuentro compartido, el abrazo, la caricia, la mano tendida para que la comida y los regalos sean lo secundario y no lo principal. El sentido de la reflexión y los balances que uno suele hacer a fin de año no deben relacionarse con cuanto tiempo perdimos en actividades sin sentido, o cuánto dinero invertimos o perdimos, o en qué fracasamos, sino, que debe estar ligada a la mirada del niño Jesús, la mirada de un bebé: mirada que es descubrimiento, mirada que es tierna, mirada que reclama pero, al 119

Adviento – Navidad 2010 mismo tiempo, es una mirada que tiene la necesidad de crecer, mirada que busca ser educada, ser perdonada. Sólo cuando podamos dejar nacer al niño Jesús en nuestros corazones, podremos sentirnos tranquilos de que cada evaluación que hagamos en Navidad estará basada en nuestra proyección como hombres y mujeres comprometidos en el amor, es decir, estará basada en la esperanza de la vida compartida que comienza.

17. Lo que María guardaba en su corazón Don José María Pemán dejó a la Historia una estampa literaria dedicada a la Virgen que da a luz a su niño, el Hijo de Dios. Este cuadro, dibujado con palabras, forma parte de sus escritos marianos, publicados por la editorial Edibesa. Lo reproducimos por su interés y actualidad: Y allí se cumplieron sus días, y María dio a luz un niño. Ya estaba allí el hijo que le había anunciado un ángel, que había concebido sin obra de varón. El problema desconcertante que María guardaba en su corazón, se le planteaba ahora con una crudeza plástica y radical. Allí estaba el Niño. Probablemente lo acababa de dar a luz con un sosiego indoloro que prolongaba la excepción de su concepción virginal. La cristiandad, hecha a las luminosas congruencias de la mariología –ciencia teológica en la que resulta dogma todo lo que es requiebro–, no podría recargar el parto virginal con ninguna de las pinceladas sangrientas y realistas del parto normal. En todo caso, se tiene la notación de san Lucas: sin transición de tiempo se cuenta que María tuvo un niño y que lo fajó y envolvió en pañales. No parece que hubiera ningún intermedio de cansancio o desmayo. María salió del parto Virgen en los altos niveles del milagro: y en los pequeños niveles de la maravilla salió ágil y dispuesta para la engorrosa tarea de envolver en pañales al Niño. Los evangelios apócrifos la describen incluso bañando al Niño en un lebrillo, y nuestro cándido poeta Valdivieso la supone tan tiesa y jirocha, que es ella la que le dice a 120

Adviento – Navidad 2010 José «que duerma un rato, que abrumado viene». Es ella la que, después del trance, manda dormir al marido. Pero, sin añadir imaginaciones al caso, parece bien claro que el momento se rodeó de suficientes facilidades incruentas como para acentuar la comprobación de lo extraordinario de todo aquel suceso. Y, sin embargo, las otras notas negativas, las que contradecían y corregían la maravilla mesiánica del momento, se acumulaban también. María ha reclinado al Niño en el pesebre. Algún evangelio apócrifo –el pseudo Mateo, por ejemplo– supone que este recurso del pesebre no lo buscó María sino a los dos o tres días del parto. Parecerá más normal que el Niño no naciera en el pesebre: pero sí que rápidamente, después de fajado, fuera llevado allí como el más abrigado sitio de la gruta. Lo cierto es que el pesebre figura en el evangelio. Y él solo, sin más suciedad ni establo, era bastante para echar abajo todas las confirmaciones maravillosas –ángel, virginidad, parto incruento que María acumulaba en su corazón. ¿El Mesías, libertador de Israel, en un pesebre? Porque nosotros, a posteriori, podemos dar sentido trascendente, y explicaciones simbólicas, a todas estas humanidades. Nosotros estamos en posesión de toda la paradoja del Evangelio. Si hubo mula y buey como supone una larga tradición iconográfica, nosotros podemos ver en ellos los símbolos del bestiario sagrado de los idólatras –las vacas del Ganges, el buey Apis– humillados a los pies de aquel rey inerme... Pero todo esto está bien para la literatura posterior. De momento, María no podía sino preguntarse con pavorosa angustia: « ¿Es esto lo que anunciaba Ángel? ¿Es éste el Mesías, mi Señor?» Y ni siquiera creo que le fueran precisas a María estas notaciones negativas, desilusionantes, para llenarle de perplejidad. Le bastaría la brumadora realidad presente de lo que había salido de sus entrañas: un niño. Todo lo guapo y limpio que quieran los poetas: pero un niño, un rebujo de carnes enrojecidas, sin validez, ni poder, ni autonomía. Y un niño suyo: con la certificación tremenda y fisiológica de ese desprenderse de su carne que, con toda la maravilla que se quiera, da siempre a la madre una sensación de dominio, de posesión, sobre aquella vida que está en la cuna. No hay madre –ni de rey, ni de genio, ni de héroe– que crea del todo en la sublimidad de su hijo. ¡Le vieron tan inerme, tan insuficiente! ¡La necesitaron tanto a ella! Ser hijo, hijo de ella, será siempre para una madre calificación más definitiva que ser Papa o ser Emperador. En las biografías de los grandes 121

Adviento – Navidad 2010 hombres, las madres tienen generalmente que quitarse un poco de en medio: tienen que apartarse a un rincón discreto y borroso, porque, si no, perturban con sus salidas de tono, llanas y confianzadas, el himno triunfal. La iconografía tradicional, siempre más teológica que realista, ha perpetuado la viñeta de José y María, reverentes, en actitud oracional, sobre el Niño: «De rodillas –escribe Lope de Vega, en Los pastores de Belén– comenzaron a contemplarle, hablarle y darle mil amorosos parabienes de su venida al mundo». Pero todo esto es lo normal en esa maravilla que es cualquier natividad. Todo niño es siempre un poco niñodios para su madre. Todas las madres le rezan siempre, un poco, a su niño. Hay una letanía –Rey mío, Lucero, Sol– que es instintiva antes de ser litúrgica. Todo esto se parece a un acto de adoración. Pero no. La oración se hace hacia arriba, levantando la cara hacia el altar, hacia la imagen, hacia Dios. Aquello era un mirar al Niño en la cuna, de arriba a abajo. No se adora de este modo. Aquello era más bien, en lo más recóndito, un acto de posesión

18. Oración junto al pesebre en la nochebuena Todos haciendo la señal de la Cruz dicen: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. El padre de familia, al comenzar la celebración, dice: Alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo. Todos responden: Bendito seas por siempre, Señor. La madre dice: 122

Adviento – Navidad 2010 La Virgen da hoy a luz al Eterno. Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban, y los magos avanzan con la estrella. Porque Tú has nacido para nosotros, Niño pequeño, ¡Dios eterno! Sólo hoy será Navidad si en ti y en tu familia nace de María el Señor Jesús. Luego el padre de familia dispone a los presentes para la bendición, con las siguientes palabras: El Señor Jesús ha nacido de Santa María. El pesebre que adorna nuestro hogar nos recuerda el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar entre nosotros. Aquello que ocurrió hace dos mil un años, lo revivimos esta noche santa (día santo) en el misterio. El Señor Jesús es el mismo, ayer, hoy y siempre. Que esta Navidad fortalezca nuestros pasos en el tercer milenio cristiano. Uno de los miembros de la familia lee el siguiente texto de la Sagrada Escritura:

Lectura Lc. 2, 4-7ª Escuchemos, ahora, hermanos, la palabra del Santo Evangelio según San Lucas. En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor Todos responden: Gloria a Ti, Señor Jesús. Después de la lectura se canta "NOCHE DE PAZ", mientras el menos de la familia coloca al Niño en el Pesebre. 123

Adviento – Navidad 2010

Noche de Paz Noche de paz, noche de amor: llena el cielo un resplandor; en la altura resuena un cantar: "os anuncio una dicha sin par, en la tierra ha nacido Dios, hay en Belén de Judá". Noche de paz, noche de amor: todo duerme en derredor; sólo velan mirando la faz de su niño en angélica paz, José y María en Belén (2 veces) Noche de Dios, noche de paz: esplendor inmortal, luz eterna en la noche brilló: es la gloria del Hijo de Dios. Duerme el Niño Jesús. (2 veces)

Peticiones Otros dos miembros de la familia dirigen las peticiones: En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración al Señor Jesús, Hijo de Dios vivo y de Santa María, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle: POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA. Señor Jesús, Palabra Eterna, que al venir al mundo, anunciaste la alegría a la tierra, alegra nuestros corazones con la alegría de tu visita. POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA. Reconciliador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios-Padre a sus promesas, haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo. 124

Adviento – Navidad 2010 POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA. Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, conserva en tus paz nuestras vidas y que haya paz en nuestro país y en todo el mundo. POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA. Hijo de Santa María, que quisiste serte Hijo de Mujer, concédenos descubrir que María es también nuestra Madre y ayúdanos a amarla con la ternura filial de tu corazón. POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA. Dios-con-nosotros, que quisiste nacer en el seno de una familia, bendice nuestro hogar para que en el siempre reine el amor de manera especial acuérdate de las familias que en estas fiestas de navidad viven en soledad y dolor y haz que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios. POR TU NACIMIENTO, SEÑOR, PROTEGE A NUESTRA FAMILIA. Se pueden añadir otras peticiones libres Terminemos nuestras peticiones rezando la oración de los hijos de Dios: Padre Nuestro…

Oración de bendición Luego el padre de familia dice: Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a la familia cristiana que está aquí presente, para que las imágenes de este Belén nos ayuden a profundizar en la fe. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. 125

Adviento – Navidad 2010 Amén. Concluida la bendición del pesebre toda la familia reza junta la siguiente oración: Salve, Reina de los Cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio pasó a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. El padre de familia dice: Que con el auxilio de tan dulce intercesora. Todos responden: Seamos siempre fieles en el terreno caminar. Todos santiguándose dicen: En el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Bendición de la cena de Nochebuena En el centro de la mesa se colocará una vela apagada. Toda la familia, de pie, se reúne alrededor de la mesa. Santiguándose dicen: El Padre, el hijo y el Espíritu Santo, sean glorificados en todo tiempo y lugar por al Inmaculada Virgen maría. Que Así sea. Amén La madre de familia dice: Hoy nos encontramos reunidos celebrando el nacimiento del Señor Jesús de la Virgen María. Dios, en muestra de su inmenso amor, envió a su hijo para que la comunión perdida por el pecado fuera restablecida. Él nos 126

Adviento – Navidad 2010 reúne esta noche y, unidos de la misma forma que la familia de Nazaret, nos muestra que nuestra espera no ha sido en vano. Uno de los hijos lee: "Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo y Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace"." (Lc. 2, 8-14) Y todos responden: Gloria a Ti, Señor Jesús, que hoy has nacido de la Virgen María. Para finalizar; el padre de familia reza la siguiente oración de bendición y enciende la vela: Oremos. Dios Padre, que nos enviaste a tu Hijo muy amado, derrama tu bendición sobre estos alimentos y también sobre los miembros de este hogar, para que así, como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo Reconciliador, lo recibamos también confiados cuando vengas al fin de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Todos juntos dicen: En el nombre del Padre, del hijo y del espíritu Santo. Amén.

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Adviento – Navidad 2010

19. Pregón de Navidad Hace muchos siglos, cuando las noches eran interminablemente largas y la luz del día se resistía aparecer en el horizonte. Cuando los hombres dejaron de darse la mano Y de ofrecerse, los unos a los otros, como ayuda en el camino. Hace muchos siglos, cuando las injusticias se desplegaron como un inmenso paraguas sobre los más pobres y necesitados. Cuando miles de hombres miraban hacia el cielo esperando respuestas que, a pie llano, se les negaba Hace muchos siglos se comenzó a hablar del Nacimiento de un Niño Un Niño que, con rostro de humano, sería semblante de Dios Un Niño que, al venir, cumpliría promesas, deseos y sueños de la humanidad Un Niño que, cuando vino, convirtió el mundo en un remanso de paz Un Niño que, cuando apareció, se vio el brillo de la bondad Un Niño que, cuando nació, vino con un corazón rebosante de paz Con unas manos llenas de amor Con miradas y llantos con sabor a Dios. Hace muchos siglos, en Belén, en el silencio el amor habló de una forma infinitamente humilde: ¡Dios se hizo hombre! El cielo se rebajo a nivel de la tierra La humildad asomó por todos sus costados El perdón y la paz, alcanzó a toda buena voluntad Pero, hoy, al igual que entonces Dios sigue naciendo en el pesebre de cada persona Dios flota en las aguas del Misterio Una VIDA NUEVA emerge vigorosa y con sabor a cielo Una ilusión llama a la puerta de nuestra tristeza de nuestro desencanto ¡ES NAVIDAD! Y, como aquella primera Navidad de hace 20 siglos, el cielo regala abundancia de dones lo celestial nos contagia la alegría que el mundo nos arrebata la Morada de Dios nos llena, con impulsos de una humanidad nueva. ¡ES NAVIDAD! 128

Adviento – Navidad 2010 No dejéis que corra más el tiempo: ¡Viene el Señor! Y, cuando viene el Señor, lo hace en silencio y sin ruido Saldrá de unas entrañas virginales, de Aquella que dijo “SI” Y, crecerá, al amparo de la sabiduría y entereza de un tal José ¡Viene el Señor! ¡Es Navidad! Lo grande, no tiene cabida en Belén; ahí triunfa lo pequeño El Amor, tiene música y partitura propia: Dios nos ama Lo viejo pasa y comienza lo nuevo; Dios en persona amanece Un gran regalo se nos ofrece; una vida estremecida y humillada Es regalo de Dios; ofrenda para todos y cada uno de los hombres Entre maderas vendrá el Señor Y, en dos maderos, se irá el Señor En tablas viene el amor, Crucificado entre tablas, nos vendrá la Redención En silencio, nacerá Dios En silencio, se nos irá el Señor Pero, mientras tanto, ¡Es Navidad! Fuente inagotable de lo que nunca se agota en Dios: el AMOR Gracia que recompensa toda espera: EL AMOR DE DIOS Fuego que nunca podrá apagarse: EL AMOR DE DIOS Paz y amor reverberando: EL AMOR DE DIOS Caricia de Dios al hombre: EL AMOR DE DIOS Beso de Dios a nuestro barro: EL AMOR DE DIOS Reparto de fe y de esperanza: EL AMOR DE DIOS Contagio de fraternidad y alegría: EL AMOR DE DIOS ¡ES NAVIDAD! ¡DIOS BAJA A LA TIERRA!

20. Las tres misas Una antigua costumbre prevé para la fiesta de Navidad tres misas, llamadas respectivamente «de medianoche», «de la aurora» y «del día». En cada una, a través de las lecturas que varían, se presenta un aspecto distinto del misterio de forma que se tenga de él una visión por así decirlo tridimensional. El evangelio de la Misa de medianoche se concentra en el evento, en el hecho histórico. Se describe con una desconcertante 129

Adviento – Navidad 2010 sencillez, sin ostentación alguna. Tres o cuatro líneas de palabras humildes y corrientes para describir el acontecimiento, en absoluto, más importante en la historia del mundo: la llegada de Dios a la tierra. La tarea de mostrar el significado y el alcance de este acontecimiento lo confía, el evangelista, al canto que los ángeles entonan después de haber dado el anuncio a los pastores: «Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor». En el pasado esta última expresión se traducía de manera distinta: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Con este significado la expresión entró en el canto del «Gloria» y se hizo habitual en el lenguaje cristiano. Tras el Concilio Vaticano II se suele indicar con ella a todos los hombres honestos, que buscan la verdad y el bien común, sean o no creyentes. Pero se trata de una interpretación inexacta y por ello actualmente en desuso. En el texto bíblico original se trata de los hombres a los que ama Dios, que son objeto de la buena voluntad divina, no que ellos tengan buena voluntad. De este modo, el anuncio resulta todavía más consolador. Si la paz se otorgara a los hombres por su buena voluntad, entonces se limitaría a pocos, a los que la merecen; pero como se otorga por la buena voluntad de Dios, por gracia, se ofrece a todos. La Navidad no apela a la buena voluntad de los hombres, sino que es anuncio luminoso de la buena voluntad de Dios hacia los hombres. La palabra clave para entender el sentido de la proclamación angélica es por lo tanto la última, la que habla del «querer», del «amor» de Dios hacia los hombres, como fuente y origen de todo lo que Dios ha comenzado a realizar en Navidad. Nos ha predestinado a ser sus hijos adoptivos «según el beneplácito de su voluntad», escribe el Apóstol; nos ha dado a conocer el misterio de su querer, según cuanto había establecido «en su benevolencia» (Ef 1,5.9). Navidad es la suprema epifanía de aquello que la Escritura llama la filantropía de Dios, o sea, su amor por los hombres: «Se ha manifestado la bondad de Dios y su amor por los hombres» (Tito 3, 4). Sólo después de haber contemplado la «buena voluntad» de Dios hacia nosotros podemos ocuparnos también de la «buena voluntad» de los hombres: de nuestra respuesta al misterio de la Navidad. Esta buena voluntad se debe expresar mediante la imitación de la acción de Dios. Imitar el misterio que celebramos significa abandonar todo pensamiento de hacer justicia solos, todo recuerdo de ofensas recibidas, suprimir del corazón todo resentimiento aún justo, y ello respecto a todos. No admitir voluntariamente ningún pensamiento hostil contra nadie; ni contra los 130

Adviento – Navidad 2010 cercanos ni contra los lejanos, ni contra los débiles ni contra los fuertes, ni contra los pequeños ni contra los grandes de la tierra, ni contra criatura alguna que existe en el mundo. Y esto para honrar la Navidad del Señor, porque Dios no ha guardado rencor, no ha mirado la ofensa recibida, no ha esperado a que otro diera el primer paso hacia Él. Si esto no es posible siempre, durante todo el año, por lo menos hagámoslo en tiempo de Navidad. Así ésta será de verdad la fiesta de la bondad.

21. Navidad y Octava de Navidad Introducción Historia En un principio Navidad y Epifanía constituían una sola celebración con un solo objeto: la Encarnación del Verbo divino en las purísimas entrañas de la Virgen María. El nacimiento se celebraba en Oriente el 6 de enero y en Occidente el 25 de diciembre. Consta que hacia la mitad del siglo IV se celebraba en Roma la solemnidad del Nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, escogido para contrarrestar la fiesta pagana del Sol Invicto. Luego se determinó celebrar dos fiestas diferentes: una para el Nacimiento de Cristo y otra para su Epifanía o Manifestación: Reyes Magos, Bautismo y el primer milagro en las bodas de Caná. Sentido teológico Todo el misterio de la salvación se funda en el Nacimiento de Cristo según la carne en Belén de Judá. San Agustín y San León Magno han dado el sentido teológico y espiritual de esta solemnidad en sus sermones, como nosotros lo expondremos más adelante al tratar el sentido litúrgico de la misma. 25 de diciembre. Natividad del Señor Solo trataremos aquí de la Misa del día, no de la de medianoche ni de la de la aurora. La Liturgia nos lleva hoy a Belén, junto al pesebre, donde reposa el divino Rey, recién nacido. Dejémonos llevar por ella. Una vez ante el divino Niño, postrémonos en actitud de adoración y recitemos el símbolo de la fe y el prólogo del Evangelio según San Juan: «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, Engendrado no creado, de la misma sustancia que el Padre… Descendió de los cielos, por nosotros los hombres 131

Adviento – Navidad 2010 y por nuestra salvación. Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen…» Y con el profeta Isaías digamos en el canto de entrada: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva a hombros el Imperio, y tendrá por nombre: Ángel del Gran Consejo» (Is 9,5). La colecta (Veronense) ora: «Oh Dios, que de un modo tan admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de modo más admirable aún elevaste su condición por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de Aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana». El ofertorio es el mismo del Misal anterior al Concilio Vaticano II: «Acepta, Señor, en la fiesta solemne de Navidad la ofrenda que nos reconcilia contigo de modo perfecto, porque en ella se encierra la plenitud del culto que el hombre puede tributarte». El Salmo 97,3, en la comunión, nos lleva a cantar, con toda la tierra, la victoria de nuestro Dios. Y en la postcomunión, que también se encontraba en el Misal anterior, pedimos al Dios de misericordia que hoy, que nos ha nacido de nuevo el Salvador para comunicarnos la vida divina, nos conceda hacernos igualmente partícipes del don de su inmortalidad. –Isaías 52,7-10: Los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios. Ha cumplido Dios su palabra de consolación. Nos ha redimido, dejándose ver y amar en medio de nosotros. Cristo es la realidad suprema del acercamiento pedagógico de Dios a nosotros. Cristo es el Mensajero que viene a anunciar la Buena Nueva: el Evangelio, de la paz y de la salvación. Cristo colma la expectativa de la Historia y de todo hombre. Se pone a la cabeza de un pueblo nuevo que con Él camina más aprisa hacia Dios. El hombre adquiere una nueva conciencia de sí mismo, adquiere el sentido verdadero de la propia dignidad y la posibilidad de crecer hacia el más allá, hacia la salvación definitiva. En el Misterio de la Encarnación se nos da Dios mismo con todo lo que Él es y con todo cuanto posee. Él sabe muy bien que ninguna otra cosa puede saciarnos más que Él mismo. Es, pues, legítima nuestra alegría y son buenas nuestras fiestas, pero sin el desorden ni el derroche. –Con el Salmo 97 cantamos al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo… Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Estamos salvados. Pero muchos hombres aún no lo saben o se comportan como si no lo supiesen. 132

Adviento – Navidad 2010 –Hebreos 1,1-6: Dios nos ha hablado por su Hijo. Cristo es personalmente la Palabra de Dios vivo. En la plenitud de los tiempos el Padre nos ha hablado por su Hijo. Ha habido dos fases en la Revelación: la preparación por los profetas, primero, y en la plenitud de los tiempos la revelación perfecta por medio del Hijo. Son dos momentos continuos, de manera que, ciertamente, en todo tiempo Dios ha hablado a los hombres. Pero en el último tiempo su Palabra se ha expresado de un modo insólito y maravilloso, con un gesto nuevo de infinito amor. Cristo, Verbo encarnado, imagen de Dios y de su gloria es el signo sacramental de una nueva presencia de Dios en medio de nosotros. Es la Palabra eterna que dialoga con nosotros, y así nos regenera. Salva y libra al hombre de la esclavitud del pecado. –Juan 1,1-18: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. El Verbo, que es Luz y Vida divina –Luz que salva y Amor que redime–, se ha hecho uno más entre nosotros. El Hijo de Dios se nos hace presente en la realidad viviente de un Corazón también humano. San Agustín ha comentado este pasaje evangélico muchas veces. «Nadie dé muestras de ingenio, revolviendo en su cabeza pensamientos pobres, como el siguiente: –“¿Cómo, si en el principio ya existía el Verbo?… ¿cómo el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros?” Oye la causa. Cierto que a los que creen en su nombre les dio la potestad de ser hijos de Dios… ¿Es acaso maravilla que lleguéis vosotros a ser hijos de Dios, cuando por vosotros el Hijo de Dios llegó a ser hijo del hombre? Y si, haciéndose hombre, quien era más, vino a ser menos, ¿no puede hacer que nosotros, que éramos menos, pudiéramos venir a ser algo más? Él pudo bajar a nosotros, ¿y nosotros no podremos subir a Él? Tomó por nosotros nuestra muerte, ¿y no ha de darnos la vida? Padeció tus males, ¿y no te dará sus bienes?… «Ésta es la fe. Mantén lo que no ves todavía. Es necesario que permanezcas ligado por la fe a lo que no ves, para no tener que avergonzarte cuando llegues a verlo» (Sermón 119,5, en Hipona). ¡Qué inefable alegría debe producirnos nuestra viva fe en el misterio de la Navidad! Sigamos contemplando el Misterio con la ayuda de San Agustín: «Un año más ha brillado para nosotros –y hemos de celebrarlo– el Nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En Él la verdad ha brotado de la tierra (Sal 84,12); el Día del día ha venido ha nuestro día: alegrémonos y regocijémonos en Él (Sal 117,24). La fe de los cristianos conoce lo que nos ha aportado la humildad de tan gran excelsitud. De ello 133

Adviento – Navidad 2010 se mantiene alejado el corazón de los impíos, pues Dios escondió estas cosas a los sabios y prudentes y las reveló a los pequeños (Mt 11,25). «Posean, por tanto, los humildes la humildad de Dios, para llegar también a la altura de Dios con tan grande ayuda, cual jumento que soporta su debilidad. Aquellos sabios y prudentes, en cambio, cuando buscan lo excelso de Dios y no creen lo humilde, al pasar por alto esto y, en consecuencia, no alcanzar aquello debido a su vaciedad y ligereza, a su hinchazón y orgullo, quedaron como colgados entre el cielo y la tierra, en el espacio propio del viento… «Por tanto, celebremos el nacimiento del Señor con la asistencia y el aire de fiesta que merece. Exulten los varones, exulten las mujeres…Exultad, jóvenes santos… Exultad, vírgenes santas… Exultad, todos los justos… Ha nacido el Justificador. Exultad, débiles y enfermos, ha nacido el Salvador. Exultad, cautivos, ha nacido el Redentor. Exultad, siervos, ha nacido el Señor. Exultad, hombres libres: ha nacido el Libertador. Exultad, todos los cristianos, ha nacido Cristo» (Sermón 184, día de Navidad, después del año 412). Y dice el mismo Doctor en otro sermón, predicado entre los años 412 y 416: «Se llama día del Nacimiento del Señor a la fecha en que la Sabiduría de Dios se manifestó como Niño y la Palabra de Dios, sin palabras, emitió la voz de la carne. La divinidad oculta fue anunciada a los pastores por la voz de los ángeles e indicada a los Magos por el testimonio del firmamento. Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: “La verdad ha brotado de la tierra y la justicia ha mirado desde el cielo” (Sal 84,12). «La Verdad, que mora en el seno del Padre, ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una Madre. La Verdad, que contiene el mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de mujer. La Verdad, que alimenta de forma incorruptible la bienaventuranza de los ángeles, ha brotado de la tierra, para ser amamantada por los pechos de carne. La Verdad, a la que no basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. «¿En bien de quién vino con tanta humildad tan grande excelsitud? Ciertamente, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición que creamos. ¡Despierta, hombre; por ti, Dios se hizo hombre!… Por ti, repito, Dios se hizo hombre. Estarías muerto para la eternidad si Él no hubiera venido. Celebremos con alegría la llegada de nuestra salvación y redención» (Sermón 185). 134

Adviento – Navidad 2010 26 de diciembre. San Esteban Es el primero de los mártires, y de ahí que su testimonio haya conservado siempre un valor excepcional dentro de la Iglesia. El Espíritu de Dios era el que lo impulsaba a hablar y transfiguraba ante sus adversarios su rostro, que aparecía como el de un ángel (Hch 6-7). El mismo Espíritu fue el que lo fortaleció en el martirio y oró en él por los que lo apedreaban, y también por el joven Saulo, que guardaba los mantos de los que lo hacían. Gracias a Esteban tenemos a Pablo. La oración del primer mártir logra de Dios este gran éxito en los comienzos del cristianismo. La oración colecta (del Misal anterior) pide al Señor nos conceda la gracia de imitar al mártir San Esteban, que oró por los verdugos que le daban tormento, para que así nosotros aprendamos a amar a nuestros enemigos. –Hechos 6,8-10; 7,54-59: Lleno del Espíritu Santo, muere como Cristo. Al anunciarles Jesús a sus discípulos las persecuciones que vendrían sobre ellos, les había prometido su asistencia. El Espíritu de Dios sería su fuerza y hablaría por su boca. Y esta promesa de Jesús que oímos en el Evangelio, la vemos cumplida en el martirio de San Esteban. Se hallaba éste lleno del Espíritu Santo y el mismo Espíritu inspiraba sus palabras. –Salmo 30: «A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Sé la Roca de mi refugio, un baluarte donde me salve»... Cada día, en Completas, ensayando nuestra futura muerte, repetimos esas palabras primeras de Esteban. –Mateo 10,17-22: No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre. San Fulgencio de Ruspe comenta: «Ayer celebramos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado. Ayer nuestro Rey, revestido con el manto de nuestra carne y, saliendo del recinto del seno virginal, se dignó visitar el mundo; hoy el soldado, saliendo del tabernáculo de su cuerpo, triunfador, ha emigrado al cielo. «Nuestro Rey, siendo la excelsitud misma, se humilló por nosotros. Su venida no ha sido en vano, pues ha aportado grandes dones a sus soldados, a los que no sólo ha engrandecido abundantemente, sino que también los ha fortalecido para luchar invenciblemente. Ha traído el don de la caridad, por la que los hombres se hacen partícipes de la naturaleza divina… «Así, pues, la misma caridad que Cristo trajo del cielo a la tierra ha levantado a Esteban de la tierra al cielo. La caridad que precedió en el Rey, ha brillado a continuación en el soldado. Esteban, para merecer la 135

Adviento – Navidad 2010 corona, que significa su nombre, tenía la caridad como arma y por ella triunfaba en todas partes» (Sermón 3,1-3). En este día, en que la liturgia celebra a San Esteban, evocamos también el misterio de Navidad, pues las Vísperas son de la octava de esa solemnidad. Oigamos a San Agustín: «Considera, oh hombre, lo que vino a ser Dios por ti. Aprende la doctrina de tan gran humildad de la boca del Doctor que aún no habla. En otro tiempo, en el paraíso, fuiste tan fecundo que impusiste nombre a todo ser viviente. Ahora, por ti yace en el pesebre, sin hablar, tu Creador; sin llamar por su nombre ni siquiera a su Madre. Tú, descuidando la obediencia, te perdiste en el ancho jardín de árboles fructíferos. Él, por obediencia, vino en condición mortal a un establo estrechísimo, para buscar, mediante su muerte, al que estaba muerto. Tú, siendo hombre, quisiste ser Dios, para tu perdición; Él, siendo Dios, quiso ser hombre, para tu salvación. Tanto te oprimía la soberbia humana, que sólo la humildad divina te podría levantar» (Sermón 188,3). ¡El Hijo de Dios tomó nuestra naturaleza humana para ennoblecerla, para purificarla, para divinizarla, para sumergirla en su naturaleza divina! Tomó nuestra naturaleza humana para que nosotros fuéramos hijos de Dios. Lo somos por la gracia santificante. La vivimos, imitando, reproduciendo en nosotros las virtudes de Cristo: su amor al Padre, su celo por la salvación de las almas, su obediencia, su humildad, su pobreza, su santidad. 27 de diciembre. San Juan Evangelista El Evangelista San Juan se encuentra relacionado muy particularmente con los diversos aspectos del misterio de Cristo. Él fue el que reclinó su cabeza sobre el pecho del Señor, y él estuvo al pie de la Cruz con la Virgen María, que fue confiada por Jesús a sus cuidados. Él fue testigo de la Resurrección del Señor. Y es conocido como el Evangelista teólogo, pues se remonta como un águila real hacia las alturas del Verbo de Dios. La oración colecta (compuesta con textos del Veronense, del Gelasiano y del Gregoriano) pide a Dios, al Señor nuestro, que nos ha revelado por medio del apóstol San Juan el misterio de su Palabra hecha carne, nos conceda llegar a comprender y a amar de corazón lo que el Apóstol nos dio a conocer. –1 Juan 3,1-4: Nuestras manos palparon el Verbo de la Vida. San Juan, amigo íntimo del Verbo encarnado, nos da testimonio de lo que él vivió intensamente junto a Jesucristo, y todo lo escribe para que nuestra alegría sea completa. 136

Adviento – Navidad 2010 –Salmo 96: «Alegraos, justos, con el Señor. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, Justicia y Derecho sostienen su trono… Amanece la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón»… –Juan 20,2-8: El acto de fe es de San Juan. Él corrió con Pedro al Sepulcro, llegó el primero y vio las vendas en el suelo, pero no entró. Como testigo de la Resurrección del Señor, «vio y creyó». San Agustín comenta: «Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no logramos ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra… «Aquéllos vieron, nosotros no; y, sin embargo, estamos en comunión con ellos, pues poseemos una misma fe… “Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa”. La alegría completa es la que se encuentra en una misma comunión, una misma caridad, una misma unidad» (Tratado sobre la primera Carta de San Juan 1,1-3). La Iglesia festeja hoy a San Juan Evangelista, pero continúa celebrando también el misterio insondable de Navidad. San Ambrosio nos ayuda a contemplarlo, meditando en el evangelio de San Juan: «Con pocas palabras ha expuesto San Lucas cómo y en qué tiempo y en qué lugar ha nacido Cristo según la carne. Pero, si quieres conocer su generación celeste, lee el Evangelio de San Juan, que ha comenzado por el cielo para descender a la tierra. Encontrarás allí cuanto Él era, y cómo era y qué era, lo que había hecho y lo que hacía, dónde estaba y a dónde vino, cómo vino, en que tiempo vino, por que causa vino… «Si hemos conocido la doble generación [del Verbo] y la misión de cada una, si advertimos por qué causa ha venido: tomar sobre sí los pecados del mundo moribundo, para abolir la mancha del pecado y la muerte de todos en sí mismo, que no podía ser vencido, lo lógico es que ahora el Evangelista San Lucas nos enseñe, a su vez y nos muestre los caminos del Señor, que va creciendo según la carne… «Él ha sido niño para que tú puedas ser varón perfecto. Él ha sido ligado con pañales, para que tú puedas ser desligados de los lazos de la muerte. Él ha sido puesto en un pesebre, para que tú puedas ser colocado sobre los altares. Él ha sido puesto en la tierra, para que tú puedas estar entre 137

Adviento – Navidad 2010 las estrellas. Él no tuvo lugar en el mesón, para que tú tengas muchas mansiones en el cielo (Jn 14,2). Él, siendo rico, se ha hecho pobre por nosotros, a fin de que su pobreza nos enriquezca (1 Cor 8,9). «Luego mi patrimonio es aquella pobreza del Señor, y su debilidad, mi fortaleza. Prefirió para sí la indigencia a fin de ser pródigo para todos. Me purifican los llantos de aquella infancia que da vagidos, y aquellas lágrimas han lavado mis delitos. Yo soy, pues, oh Señor Jesús, más deudor a tus injurias de mi redención, que a tus obras de mi creación. De nada me hubiera servido haber nacido sin el beneficio de la redención. «He aquí el Señor, he aquí el pesebre por el que nos fue revelado este divino misterio: que los gentiles, viviendo a la manera de bestias sin razón en los establos serían alimentados por la abundancia del alimento sagrado. Entonces el asno, imagen y modelo de los gentiles, ha reconocido el pesebre de su Señor. Por eso dice: “El Señor me ha alimentado y nada me faltará” (cfr. Sal 22). ¿Son acaso insignificantes los signos por los cuales Dios se hace reconocer, el ministerio de los ángeles, la adoración de los Magos y el testimonio de los mártires? Él sale del seno materno, pero resplandece en el cielo; yace en un albergue terreno, pero está bañado de una luz celeste. «Observa los orígenes de la Iglesia naciente: Cristo nace, y los pastores comienzan a velar; por ellos, el rebaño de las naciones, que vivía hasta entonces la vida de los animales, comienza a ser congregado en el aprisco del Señor, para no ser expuesto, en las oscuras tinieblas de la noche, a los ataques de las bestias espirituales. Y los pastores vigilan bien, habiendo sido formados por el Buen Pastor. De este modo, el rebaño es el pueblo, la noche es el mundo, los pastores son los sacerdotes» (Comentario a San Lucas lib. II, nn. 40-43.50). El nacimiento del Hijo de Dios humanado no es un idilio infantil, una agradable escena pastoril, un ejemplo inocente, un hecho que se repite una vez más, como tantas otras. El Nacimiento de Cristo es y debe ser, más bien, una fuerza que repercute e influye hondamente en la vida de la Santa Iglesia, en la vida de todos los cristianos. Y el Señor nos comunica muy especialmente su gloriosa vida divina por los sacramentos. 28 de Diciembre. Santos Inocentes Al menos desde el siglo VI la Iglesia ha honrado en los días inmediatos a la Navidad del Señor a los Santos niños Inocentes. Recoge el hecho el evangelista San Mateo en la segunda lectura de esta fiesta. Se los considera como las primicias de los redimidos, en el sentido exacto de 138

Adviento – Navidad 2010 esta palabra, pues confiesan a Cristo, no con sus palabras, pero sí con su sangre. La oración colecta (del Misal anterior) dice que los mártires inocentes proclaman la gloria del Señor en este día no con sus palabras sino con su sangre, y pide a Dios que nos conceda por su intercesión testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos. –1 Juan 1,5–2,2. No tiene esta perícopa una relación especial con la fiesta de hoy, salvo ciertas alusiones a la sangre de Jesús, que «es la víctima ofrecida por los pecados». De este modo ilumina el misterio de la muerte de los Niños Inocentes, que siendo inmolados a causa de Jesús, fueron hechos así miembros de su Cuerpo. –Salmo 123: «Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos, tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. La trampa se rompió y escapamos»…Estas palabras se aplican a los Niños Inocentes, que por su muerte salieron a una vida mejor, vertiendo su sangre a causa de Cristo. –Mateo 2,13-18: Herodes mandó matar a todos los niños en Belén. Se cumplió así el oráculo: «Un grito se oye en Ramá: llanto y lamentos grandes. Es Raquel, que llora a su hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven». Comenta San Quodvultdeus: «Nace un niño pequeño, que es un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos; vienen a adorar al que todavía yace en el pesebre, pero que reina al mismo tiempo en el cielo y en la tierra. Cuando los magos le anuncian a Herodes que ha nacido un Rey, él se turba, y para no perder su reinado, lo quiere matar. Si hubiera creído en Él, estaría seguro en la tierra y reinaría sin fin en la otra vida. «“¿Qué temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey? Él no ha venido a expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno. Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te enfureces, y, para que no escape el que buscas, te muestras cruel, dando muerte a tantos niños. Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón”… «Los niños sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por los mártires. Cristo ha hecho dignos testigos suyos a los que todavía no 139

Adviento – Navidad 2010 podían hablar. He aquí de qué manera reina el que ha venido para reinar. He aquí que el libertador concede libertad y el salvador da la salvación… ¡Oh gran don de la gracia! ¿De quién son los merecimientos para que triunfen así los niños? Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla, valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria» (Sermón 2, sobre el Símbolo). La Iglesia recuerda hoy y venera a los Santos Inocentes, pero, durante la octava de Navidad las Vísperas celebran esa solemnidad. Por eso exponemos su contenido teológico y espiritual con las Homilías de Navidad de San León Magno. En la primera dice: «Hoy, amadísimos, ha nacido nuestro Salvador. Alegrémonos. No es justo dar lugar a la tristeza cuando nace la vida para acabar con el temor de la muerte y para llenarnos de gozo con la eternidad prometida. Nadie se crea excluido de participar de este gozo, pues una misma es la causa de la común alegría, ya que nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, así como a nadie halló libre de culpa, así vino a librar a todos del pecado. Exulte el santo, porque se acerca el premio; alégrese el pecador, porque se le invita al perdón; anímese el gentil, porque se le llama a la vida. «Al llegar la plenitud de los tiempos (Gál 4,4), señalada por los inescrutables designios del divino consejo, tomó el Hijo de Dios la naturaleza humana para reconciliarla con su autor y vencer al diablo, inventor de la muerte, por la misma naturaleza que Él había dominado (Sab 2,24)… Se eligió una Virgen de la estirpe real de David que, debiendo concebir un fruto sagrado, lo concibió antes en su espíritu que en su cuerpo. «Por lo cual, amadísimos, demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, que, por la inmensa misericordia con que nos amó, se compadeció de nosotros y, estando muertos por el pecado, nos resucitó a la vida en Cristo (Ef 2,5) para que fuésemos en Él una nueva criatura, una nueva obra de sus manos. «Por lo tanto, dejemos al hombre viejo, con sus acciones (Col 3,9) y renunciemos a las obras de la carne, nosotros que hemos sido admitidos a participar del nacimiento de Cristo. Reconoce, oh cristiano, tu dignidad, pues participas de la naturaleza divina (2 Pe 1,4), y no vuelvas a la antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de qué Cabeza y de qué Cuerpo eres miembro. Ten presente que, arrancado al poder de las tinieblas (Col 1,13), has sido trasladado al reino y claridad de Dios. Por el 140

Adviento – Navidad 2010 sacramento del Bautismo te convertiste en templo del Espíritu Santo. No ahuyentes a tan escogido huésped con acciones pecaminosas, no te entregues otra vez como esclavo al demonio, pues has costado la sangre de Cristo, quien te redimió según su misericordia y te juzgará conforme a la verdad». En la homilía segunda dice: «Exultemos en el Señor, amadísimos, y alegrémonos con un gozo espiritual, pues se ha levantado para nosotros el día de una nueva redención, día preparado desde largo tiempo, día de una felicidad eterna. He aquí, en efecto que el círculo del año nos actualiza de nuevo el misterio de nuestra salvación; misterio prometido desde el comienzo del mundo, otorgado al fin, y hecho para durar siempre. «Es digno en este día que, elevando nuestros corazones hacia lo alto (1 Cor 10,11), adoremos el misterio divino, para que la Iglesia celebre con gran alegría lo que ha procedido de un gran don de Dios… Al llegar, pues, amadísimos, los tiempos señalados para la redención del hombre, nuestro Señor Jesucristo, de lo alto de su sede celestial, baja hasta nosotros. Sin dejar la gloria del Padre, viene al mundo según un modo nuevo, por un nuevo nacimiento. Modo nuevo, ya que invisible por naturaleza, se hace visible por nuestra naturaleza; incomprensible, ha querido hacerse comprensible; el que fue antes que el tiempo, ha comenzado a ser en el tiempo. Siendo Señor del universo, ha tomado la condición de siervo, velando el resplandor de su majestad. Dios impasible, no se ha desdeñado de ser hombre pasible; y siendo inmortal se somete a la muerte… «El Señor Cristo Jesús ha venido, en efecto, para quitar nuestra corrupción, no para ser su víctima; no a sucumbir en nuestros vicios, sino a curarlos. Ha venido a sanar nuestra enfermedad, consecuencia de nuestra corrupción y todas las llagas que manchan nuestra alma». 29 de Diciembre «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna» (Jn 3, 16). Con este canto de entrada comienza la Misa de hoy. Y en la oración colecta (Gelasiano) pedimos a Dios todopoderoso, a quien nadie ha visto nunca y que ha disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, Luz verdadera, nos mire complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de su Hijo. –1 Juan 2,3-11: Quien ama a su hermano permanece en la luz. El cristianismo no es sólo algo negativo: no pecar, sino también vivir según la voluntad de Dios. Conocer a Cristo es vivir según su Voluntad. Son, 141

Adviento – Navidad 2010 pues, necesarias la fe y las obras (Sant 2, 14-26). Guardar la palabra de Dios es una respuesta amorosa al amor que Él nos tiene. El amor es superior al conocimiento y a la fe. Vivir el amor es imitar a Jesucristo, que es en realidad nuestra Ley, y amar como Él ha amado. Comenta San Agustín: «“Quien dice que permanece en Cristo debe andar como Él anduvo” (1 Jn 2,6). ¿Y cuál es el camino por el que Cristo caminó? ¿Cuál es sino la caridad de la que dice el Apóstol: “os muestro un camino todavía más excelente” (1 Cor 12,31)? Si, pues, queremos imitar a Cristo, debemos correr por el mismo camino por el que Él se dignó andar, incluso cuando pendía de la cruz. Estaba clavado en la cruz y, corriendo por el camino de la caridad, rogaba por sus perseguidores. Finalmente, pronunció estas palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34) Pidamos, pues, también nosotros esto mismo, sin cesar, en favor de todos nuestros enemigos, para que el Señor les conceda la corrección de sus costumbres y el perdón de sus pecados» (Sermón 167, A). Y San Juan Crisóstomo: « ¿Que razón tienes para no amar? ¿Que el otro correspondió a tus favores con injurias? ¿Que quiso derramar tu sangre en agradecimiento de tus beneficios? Pero, si amas por Cristo, ésas son razones que te han de mover a amar más aún. Porque lo que destruye las amistades del mundo, eso es lo que afianza la caridad de Cristo. ¿Cómo? Primero, porque ese ingrato es para ti causa de un premio mayor. Segundo, porque ése precisamente necesita más ayuda y un cuidado más intenso» (Hom. sobre San Mateo 60,3). –El Padre ha dado a Cristo en su Nacimiento « el trono de David», para que reine sobre la casa de Jacob y su reino no tenga fin. La plenitud de los tiempos, el Reino eterno ya comenzado ya, y por eso cantamos con el Salmo 75: «Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Alégrese el cielo, goce la tierra». En el establo, en el pesebre, debajo del velo de su pobreza, de su vida oscura, de su desamparo, de su debilidad infantil, el Señor es Rey. Dejémonos conquistar por Él y abracémonos con su pobreza, con su humildad, con su obediencia, con su debilidad. De este modo Él también reinará en nosotros. 142

Adviento – Navidad 2010 –Lucas 2,22-35: Jesús, María y José se someten a la ley judaica. La ley que ordenaba la presentación del primogénito al Señor y la purificación de la madre no afectaban ni a Jesucristo ni a la Virgen María, pero obedecieron. Jesús es ofrecido en el templo de manos de la Virgen María y de San José. Inspirada por el Espíritu Santo, María conoce perfectamente el gran misterio que nos relata el Evangelio de hoy. Comprende el significado y el valor del sacrificio que Ella realiza. Identificada en absoluto con los sentimientos sacrificiales de su divino Hijo, María lo ofrece al Padre con la misma abnegación, con el mismo desprendimiento con que se ofrece el propio Jesús. Sacrifica generosamente con un total e incondicional fiat en sus labios y en su corazón lo que Ella más quiere y ama, su Todo. Lo hace en nombre y en representación nuestra y para nuestra salvación. Estamos ante uno de los momentos más solemnes de la vida de la Virgen María, de la vida de la humanidad, de la vida de todos y de cada uno de nosotros. Es la primicia del Calvario. También comienza para Ella su sacrificio. Su alma será traspasada por la espada del dolor (Lc 2,25). Se ofrece también Ella por nosotros, juntamente con su Hijo. Ya se vislumbra el día en que, a los pies de la cruz, completará con Jesús la oblación comenzada hoy en el templo. El fiat de la Anunciación tuvo muchos momentos de prolongación crucificada en su vida. 30 de Diciembre Entrada: «Cuando todo guardaba un profundo silencio, al llegar la noche al centro de su carrera, tu omnipotente Palabra, Señor, bajó de los cielos desde su solio real» (Sab 18, 14-15). En la colecta (Gelasiano) pedimos al Señor que, por este nuevo nacimiento de su Hijo en la carne, nos libre del yugo con que nos domina la antigua servidumbre del pecado. –1 Juan 2,12-17: El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Por Jesús ha llegado la libertad del pecado, hemos conocido al Padre, hemos vencido al mal. La Palabra de Dios ha morado entre nosotros, nos ha iluminado con su Luz resplandeciente para conocer la Voluntad del Padre y nos ha dado fortaleza para cumplirla. Nuestra ley es convivir con la Palabra. Sólo así podemos vencer la mentira y el mal del mundo. Comenta San Agustín: «Este mundo fue hecho por Dios, pero el mundo no le conoció. ¿Que mundo no le conoció? El que ama el mundo; el que ama la obra y desprecia al Artífice. Tu amor ha de emigrar. Rompe los cables que te unen a la criatura y únete al Creador. Cambia de amor y de temor. Las 143

Adviento – Navidad 2010 costumbres no las hacen buenas o malas más que los buenos o malos amores… “No améis al mundo ni lo que hay en el mundo”(1 Jn 2,15)... «Lo que hay en los amantes del mundo es “concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y ambición mundana” (ib. 16). La concupiscencia de la carne se identifica con el placer, la concupiscencia de los ojos con la curiosidad y la ambición mundana con la soberbia. Quien vence estas tres cosas no le queda absolutamente ningún deseo que vencer. Hay muchas ramas, pero raíces no hay más que tres» (Sermón 313, A, 2, Cartago, 14 de septiembre 401, fiesta de San Cipriano). Si viviéramos verdaderamente de nuestra fe, ella inflamaría nuestro corazón y le haría amar con delirio a Aquel que, impulsado por nuestro amor, se despojó de sí mismo, se anonadó y, tomando la forma de siervo, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Flp 2,5-8). Pero ¡cuánta frialdad, cuánto olvido por nuestra parte! ¡Y qué inefable alegría debiera producirnos nuestra viva fe en el misterio de la Navidad del Señor, que tan bella y eficazmente celebra la Iglesia en estos días! –El Israel restaurado tras el destierro de Babilonia, después de llenarse de gozo y cantar al Dios que le dio la victoria, se vuelve hacia los pueblos paganos vecinos y los invita a cantar también, reconociendo el poder del Señor. Nosotros hacemos lo mismo cantando con el Salmo 95 y aclamamos a todos los pueblos, anunciándoles que para todos ha llegado la salvación, la redención, la liberación con el Nacimiento de Cristo: «Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: “El Señor es Rey. Él afianzó el orbe y no se moverá. Él gobierna a los pueblos rectamente”». –Lucas 2,36-40: El Niño que nos ha nacido de María es el Salvador tan largamente esperado. Así lo proclama Ana en el templo. La Palabra de Dios, que permanece para siempre, se ha hecho carne, y sacia las esperanzas de un pueblo. Este pueblo está presente en los ojos y en las manos de Ana, la profetisa, mujer viuda que ha gastado su vida en ayunos y oraciones junto al templo. La oración de súplica se transforma así en alabanza ante todos los que esperaban la redención. Comenta San Agustín: «Grandes fueron los méritos de Ana, aquella viuda santa. Había vivido siete años con su marido; muerto él, había llegado a la ancianidad, y en su santa vejez esperaba la infancia del Salvador, para verlo pequeño, ya 144

Adviento – Navidad 2010 entrada ella en años; para reconocerlo, ya viejecita, y para ver entrar en el mundo al Salvador, ella que estaba a punto de salir de él… «El anciano Simeón, cuya edad iba pareja con la de Ana, había vivido también muchos años, y había recibido la promesa de que no conocería la muerte sin haber visto antes a Cristo, al Señor. Comprended, hermanos cuán grande era el deseo de ver a Cristo que tenían los santos antiguos. Sabían que tenía que venir» (Sermón 370,1-2). Tengamos también nosotros, como aquellos justos antiguos, deseos de recibir a Jesús, el Salvador, y de poseerlo. La Familia sagrada vuelve después a Nazaret, y allá vive Jesús en la humildad y en el silencio durante treinta años. ¡Qué fecundidad la de los años de Nazaret! ¡Qué misterio tan impenetrable la vida de los tres allí! ¡Cómo quisiéramos conocer algo de sus coloquios, de sus oraciones, de su intimidad!

22. Para una vigilia de fin de año TRES PALABRAS A JESÚS. En estos últimos momentos del año que hoy termina aquí, Señor, en silencio y en recogimiento, • Para decirte: GRACIAS. • Para solicitarte: AYUDA, • Para implorarte: PERDON.

¡GRACIAS! Señor, por la paz, por la alegría, por la unión que los hombres mis hermanos, me han brindado; por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron, por esa mano oportuna que me levantó, por esos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron, por esos oídos que me escucharon, por ese corazón que, amistad, cariño y amor me dio. GRACIAS, Señor, también por el éxito que me estimuló, por la salud que me sostuvo, por la comodidad y diversión que me descansaron.

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Adviento – Navidad 2010 GRACIAS, Señor... me cuesta trabajo decirlo... por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión, por el insulto, por el engaño, por la injusticia, por la soledad, por el fallecimiento del ser querido. Tú, lo sabes, Señor, cuan difícil fue aceptarlo; quizá estuve a punto de la desesperación pero ahora me doy cuenta que todo esto me acercó más a Ti. ¡Tú sabes lo que hiciste! GRACIAS, Señor, sobre todo por la fe que me has dado en Ti y en los hombres. Por esa fe que se tambaleó, pero que Tú nunca dejaste de fortalecer, cuantas veces encorvado bajo el peso del desánimo, me hizo caminar por el sendero de la verdad a pesar de la oscuridad. Un año termina Señor. GRACIAS, Señor, por todo lo que en este año me diste. GRACIAS por los días de sol y los nublados tristes. GRACIAS por las noches tranquilas y por las inquietas horas obscuras. GRACIAS por la salud y la enfermedad. GRACIAS por las penas y las alegrías. GRACIAS por todo lo que me prestaste y después me pediste. GRACIAS, Señor, por la sonrisa amable y la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso y dulce. Por las flores y las estrellas y la existencia de los niños y de las almas buenas. GRACIAS por la soledad, por el trabajo, por las dificultades, y las lágrimas, por todo lo que me acerco a ti más íntimamente. GRACIAS por tu presencia en el sagrario y la gracia de los sacramentos. Por haberme dejado vivir... GRACIAS, SEÑOR.

AYUDA Te he venido también a implorar para el año que esta entrando 2006 que ya muy pronto va a comenzar. Lo que el futuro me depara, lo desconozco, Señor. Vivir en la incertidumbre, en la duda, no me gusta, me molesta, me hace sufrir. Pero sé que Tú siempre me ayudarás. Yo te puedo dar la espalda. Soy libre. Tú nunca me la darás, eres fiel. Yo sé que contaré con tu ayuda. 146

Adviento – Navidad 2010 Tú sabes que no siempre cooperaré. Yo sé que me tenderás la mano. Tú sabes que no siempre la tomaré. Por eso, hoy te pido que me ayudes a dejarme ayudar, Que llenes mi vida de esperanza y generosidad. No abandones la obra de tus manos, Señor... Un año inicia. Da vuelta otra hoja del libro de mi vida. ¿Qué traerá el año que empieza? Lo que tú quieras Señor. Pero te pido Fe para mirarte en todo. Esperanza para no desfallecer. Caridad perfecta en todo lo que haga, piense y quiera. Dame Paciencia y Humildad. Dame Desprendimiento y un Olvido total de mí mismo. Dame, Señor; lo que tú sabes me conviene y yo no sé pedir, Que pueda yo amarte cada vez más, y hacerte amar de los que rodean. Que sea yo grande en lo pequeño. Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, el pie dispuesto. Derrama, Señor, tus gracias, sobre todos los que quiero. Mi amor abarca el mundo y aunque yo soy muy pequeño, sé que todo lo colmas con tu bondad inmensa. AMÉN

PERDON No podría retirarme sin pronunciar esa palabra que tantas veces te bebería haber dicho, pero que por mi negligencia y orgullo he callado. PERDÓN, Señor, por mis negligencias, descuidos y olvidos, por mi orgullo, por mi vanidad, por mi necedad y capricho, por mi silencio y mi excesiva locuacidad. PERDÓN, Señor, por prejuzgar a mis hermanos, por mi falta de alegría y entusiasmo, por mi falta de fe y confianza en Ti, por mi cobardía y mi temor en mi compromiso. PERDÓN, porque me han perdonado y no he sabido perdonar.

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Adviento – Navidad 2010 PERDÓN por mi hipocresía y doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido pero, que en el fondo no es más que engaño a mí mismo y los demás. PERDÓN por esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé, por esa mano que no tendí, por esa mirada que desvié, por esos oídos que no presté, por esa verdad que omití, por ese corazón que no amó... Por ese YO que se prefirió. SEÑOR, no te he dicho todo. Llena con tu amor mi silencio y mi gran cobardía. GRACIAS por todos los que no te dan las gracias. AYUDA a todos los que no imploran tu ayuda. PERDON por todos los que no te piden perdón. Me has escuchado... ahora, Señor, habla Tú, te escucho...

23. Para el 31 de diciembre Ante el año que finaliza Ha terminado este año y quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI. Gracias por la vida y el amor, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los que están más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría. Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón; perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, 148

Adviento – Navidad 2010 y perdón por vivir sin entusiasmo. He iniciado un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TU sabes si llegaré a vivirlos. Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz. Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones, y las deje a mi paso. Lléname de bondad y de alegría para que cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poco de TI. Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad Amén

Ante el año que comienza Quiero dejar Señor en el año que ahora acaba La envidia que me hace soñar con aquello que no me corresponde e infravalorar los golpes de suerte del que camina junto a mí La violencia que me convierte en verdugo de innumerables prójimos La indiferencia ante el que vive horas amargas y encuentra como respuesta el vacío de mis obras y palabras La pereza en el afán de superación Las manos que se cierran ante rostros que sufren El corazón altanero y ambicioso, hipócrita y egoísta El pensamiento por lo puramente efímero La debilidad que me hace vulgar y uniforme en medio del mundo La mentira que oculta la veracidad de las cosas La tristeza por los proyectos truncados La desesperanza que trae mis limitaciones y carácter La tibieza en mis actitudes 149

Adviento – Navidad 2010 El disfraz que disimula mi franqueza

Quiero recoger en el año que comienza Un poco de tu paz para que sean días de sosiego La conformidad para que no sufra con aquello que carezco La fraternidad para ver al otro como un amigo y no como un adversario La fe para no ser esclavo de aquellos grilletes con los que aprietan las dudas La audacia para resolver los problemas que me asalten La profundidad para meditar y escrutar los misterios La fortaleza para ser yo mismo La originalidad para sentirme siempre vivo La verdad para no ser esclavo de mis falsedades La alegría para ser portador de optimismo en el mundo que me rodea La esperanza para soñar con un nuevo hombre y un nuevo orden La coherencia para que no exista distancia entre el digo y hago La nitidez para no ser malinterpretado en la percepción de las cosas y de los hechos El amor para saber que es una puerta por la que se sirve en la tierra y se entra en el cielo El perdón para comprender que es peso que quito de mis hombros Javier Leoz

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