4. El texto literario

4. El texto literario Objetivo del tema: Explorar las estructuras escritas empleadas con mayor frecuencia en la vida profesional; identificar sus cara...
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4. El texto literario Objetivo del tema: Explorar las estructuras escritas empleadas con mayor frecuencia en la vida profesional; identificar sus características y funciones. 4.1. El Lenguaje figurado Objetivo del subtema: Estudiar la manera en que, tanto en la literatura como el habla cotidiana, los individuos nos valemos de comparaciones ingeniosas y estéticas, conocidas como figuras o lenguaje figurado. El lenguaje figurado “Y sus ruinas existan diciendo: de mil héroes la Patria aquí fue”. “En tus ojeras se ven las palmeras borrachas de sol”. ¿Te parecen ingeniosas estas composiciones? Lo son; el primer fragmento corresponde al Himno Nacional Mexicano; la segunda es parte de una canción de Agustín Lara. Todas tienen algo en común: son eficaces porque emplean figuras retóricas conocidas como metáfora, es decir, crean un lenguaje figurado en el que la realidad adopta formas mucho más bellas a partir de la imaginación. Es obvio que las ruinas por sí solas no hablan y menos transmiten mensajes patriotas que enaltezcan a quienes lucharon en un campo de batalla y resulta menos probable todavía que las palmeras se emborrachen bebiendo rayos de sol. En estos casos, lo que los autores hicieron fue tomar aspectos determinados de la realidad y asignarles palabras que aparentemente no son convenientes para describirlos. El resultado es sorprendente porque establece semejanzas muy originales y plenas de estética. Los autores, Francisco González Bocanegra y Agustín Lara, emplearon un recurso literario conocido como metáfora. En líneas generales, podemos decir que en una metáfora interactúan los significados de los términos que se combinan para dar como resultado un tercer significado. Así: las palmeras, plantas que resguardan del sol a las personas (primer significado), se les dota de una personalidad en la que beben los rayos solares (segundo significado), y como resultado, quedan “borrachas de sol” (tercer significado). De acuerdo con Helena Beristáin, una de las principales estudiosas del lenguaje, una metáfora es: “una figura, importantísima (principalmente a partir del barroco) que afecta al nivel léxico/semántico de la lengua y que se presenta como una comparación abreviada y elíptica (es decir, que prescinde de un elemento, en este caso del verbo)”.

Lo que acabas de leer es un recurso conocido como personificación: al son fúnebre se le cree escuchar descendiendo, tal como si fuera la muerte. Así pues, las metáforas no son las únicas figuras que empleamos en nuestra realidad cotidiana y su uso no es privativo de poetas y compositores: día a día nosotros mismos nos valemos de estas figuras retóricas para enaltecer la belleza de alguien que nos gusta (“¡mira nada más esa negra cortina que cubre sus hombros!”),

o para añadir dramatismo a nuestras narraciones (“es un poblado muerto; sus habitantes han huido de la enfermedad y la miseria”). Analiza estos ejemplos:  Artemio de Valle Arizpe fue una de las plumas más autorizadas sobre la historia de la ciudad (metonimia).  El estadio se conmovió con la presencia del goleador (personificación).  La culpa lo sacudió, lo atormentó, le habló cada segundo, hasta que tuvo que confesar su crimen (personificación). Todas son figuras retóricas y a través de ellas demostramos que la lengua es materia inacabada y que siempre nos da la ocasión de expresar nuestra creatividad. Podremos concluir esta lección afirmando que  La metáfora, es una comparación que adquirió fuerza en el lenguaje literario, principalmente a partir del periodo barroco.  En el origen de toda metáfora hay una comparación y, a consecuencia de ésta, se identifican, sustituyen o trasladan los significados de los términos comparados.  Mientras más original sea una metáfora, más eficacia y recordación ofrecerá: a nadie asombra escuchar que los dientes de la amada son “blancas perlas”.

4.2. Figuras retóricas Objetivo del subtema: Analizar algunas de las figuras retóricas que abundan en la literatura y que enriquecen el habla cotidiana. Introducción En la lección anterior estudiamos lo que son las figuras retóricas. La función de estas construcciones elegantes y correctas, pero sobre todo, muy persuasivas, que se identifican con claridad en las poesías, es suscitar un efecto persuasivo. En nuestra lección pasada mencionamos como un caso especial, a la metáfora. Pero hay muchas más de estas figuras retóricas en el habla cotidiana; a continuación repasaremos algunas. Ironía Es una figura retórica que afecta a la lógica ordinaria de la oración. Se trata de una construcción en la que se produce un efecto burlón: a través de un tono muy específico, se declara una idea exactamente contraria a la que se transmite a través de las palabras. Ejemplo: cuando a una persona majadera se le dice “qué bonito modo de responder” o cuando a alguna mujer se le llama “señorita” queriendo cuestionar su conducta moral.

Metonimia Alguna vez habrás escuchado la expresión: “fulano no tiene cerebro” o “sutano es de buen diente”. Nadie tiene problemas en entender lo que ambas expresiones significan: en el primer caso, se

quiere dar a entender que la persona no es inteligente, mientras que en el segundo, que un individuo gusta de comer bien. Éstos son dos ejemplos de metonimias, una de las figuras retóricas más recurrentes en el habla cotidiana. La metonimia puede entenderse como una figura en la que la que predomina la sustitución. He aquí algunos casos comunes  La parte por el todo (“no tiene ojos más que para ti”).  La causa por el efecto (“tú eres mi ruina”).  El instrumento por el oficio (“Frida es el pincel del alma femenina de México). En general, puede decirse que es una figura que se vale de la síntesis conceptual para expresar una idea más amplia. Reticencia Es una figura cuya eficacia radica en la ruptura del discurso a través de la omisión de una palabra que deja inacabada una frase que, sin embargo, todos entienden. Ejemplo: “En Tecolutla, hay buenas playas y mujeres muy… “ “La próxima vez le diremos nos pondremos al parejo, Y así no habrá pretextos para hacernos…” Repetición Es un recurso retórico en el que se reiteran palabras idénticas o de igualdad relajada o parcial (rimas). Esta repetición puede observarse en palabras contiguas (juntas) o bien, que guardan cierta distancia entre sí El fragmento de este poema escrito por el maestro Carlos Pellicer es buen ejemplo de esta figura: “(…) Agua de Tabasco vengo y agua de Tabasco voy. De agua hermosa es mi abolengo, Y es por eso que aquí estoy dichoso con lo que tengo”. Oxímoron Es una fascinante figura retórica que consiste en la relación sintáctica de dos términos que son antónimos y cuya unión aparentemente carece de lógica, pero que en el contexto de la oración, proporciona un efecto estético muy original. El título de una de las novelas más conocidas de Elena Garro, es un buen ejemplo de oxímoron: Los recuerdos del porvenir. Pero no sólo en la literatura encontramos casos donde predomina esta construcción: ¿recuerdas la frase “salvajemente navideña”, que emplea una estación de radio para identificarse en época decembrina? Pues se trata, ni más ni menos, de un oxímoron. Eufemismo

Es una figura que consiste en sustituir una expresión dura, vulgar o grosera, por una suave, elegante o decorosa. Se emplea como una forma de cortesía o disimulo, porque los términos que se sustituyen a través de los eufemismos casi siempre son de índole sexual. Algunos ejemplos son:  “Casa chica” (para referir una relación ilícita de un hombre casado y otra mujer distinta a su esposa).  “Vida galante” (para hacer alusión a la prostitución). Lítote Es una figura en la que se dice menos para significar más o, bien, o bien, a la inversa, decir menos para atenuar una frase por lo general impactante. Veamos algunos casos:  “El presidente Fox conoce poco de literatura” (en realidad debería ser el presidente Fox no conoce de literatura).  “Ha subido usted ligeramente de peso” (lo que se intenta expresar es que esa persona tiene un muy evidente sobrepeso). Puntuación Figura retórica que, paradójicamente, consiste en la eliminación de los signos de puntuación con toda la intención de producir ambigüedad en el significado y más de una posibilidad de interpretación. Se ha empleado en la prosa para representar el cúmulo de ideas que fluyen en los monólogos o sueños personales. Como ejemplo tenemos el río sin tacto, de Gilberto Owen (de paso, te recomendamos que intentes leerlo, para que veas qué complicado es prescindir de la puntuación, aunque ése sea el propósito del escritor): “Un pie femenino baja desnudo baja del ángulo derecho se detiene en el centro apoyándose seguro en la arena húmeda morena desaparece por la mitad izquierda su huella es un ocho impreciso una ola lo afirma dibujándolo un pie femenino descalzo baja del ángulo izquierdo el mismo juego desaparecido a la derecha quedan por huellas dos ochos una ola levanta el número 88” Aunque de algún modo el autor sustituye la puntuación con espacios, no deja de ser complicado, ¿verdad? Recuerda que las figuras retóricas no sólo están presentes en la literatura: hacen de nuestra habla un ejercicio muy creativo. Analiza desde las narraciones de Brozo hasta algunos refranes. Verás que estas construcciones siempre dejan lugar a la sorpresa. 4.3. Géneros literarios Objetivo del subtema: Descubrir y describir la manera en que los textos literarios, de acuerdo con su forma y contenido, responden a estructuras denominadas géneros. La importancia de conocer lo que es un género literario La literatura, como todo arte, es creación en un sentido estricto. La obra literaria no tiene como propósito reflejar fielmente la realidad: es sólo una interpretación del mundo que se basa en elementos estéticos, es decir, que adopta al lenguaje como materia de expresión emotiva y estética. Para que los productos literarios (desde un poema hasta una novela de enorme complejidad) sean comprensibles y cumplan con eficacia la función para la que fueron creados, es preciso que

respondan a objetivos, estructuras y formas específicas. Imaginemos qué sucedería si tratamos de crear una novela sin narrar cosa alguna y sin personajes: simplemente, nadie entendería ni tomaría en serio un texto semejante. Definición de género literario Antes que nada, debe tenerse en cuenta que un texto no es sólo una coordinación de palabras o de oraciones; es una estructura que surge de una situación comunicativa, que porta un mensaje, va dirigida a un destinatario y está escrita de acuerdo con circunstancias espacio-temporales específicas. Hay más: todo texto obedece a determinadas convenciones comunicativas entre los productores (escritores) y los potenciales receptores (o, sea, los lectores). Dichas formas no tienen un carácter fijo, pero sí son claramente reconocibles. Por ejemplo: una canción, independientemente de su calidad, puede ser situada como una composición lírica. El género es una convención comunicativa entre los productores y potenciales receptores del texto, cuyo conocimiento es imprescindible para la correcta comprensión. Es pues, una norma sobre la forma de un texto que determina su contenido: si uno se propone escribir poesía, sabe que debe apegarse a ciertas formas que influirán en el contenido y, a su vez, en el significado y el efecto del producto. El origen de los géneros El interés por definir los géneros literarios no es reciente; de hecho, en su Poética (obra escrita hacia el siglo IV A C), Aristóteles explica con claridad los rasgos que deben definir a las obras: las unidades de acción, la elocución que corresponde a los géneros literarios, las figuras retóricas y la manera en que deben emplearse para producir la efectividad deseada. En tiempos mucho más recientes, estudiosos como Ferdinand Brunetière (siglo XIX) también dedicaron sus esfuerzos a descubrir cómo se conforman los géneros y cómo se transforman a lo largo del tiempo (por cierto que el enfoque de este investigador se asemejaba mucho a las teorías evolucionistas de Darwin). Género literario y creación artística Un aspecto muy importante que debe resaltarse en los géneros literarios es que éstos pueden conjugarse. A menudo, las mezclas entre las formas expresivas obedecen a las tendencias vigentes en determinado momento: tomemos por caso el corrido, un género tan común en la época revolucionaria. Al ser una canción, se inscribe dentro de un género lírico, pero también saca partido de elementos narrativos. Cómo reconocer un género literario Aunque las observaciones que a continuación damos no son definitivas, sí pueden servir para identificar algunos géneros en particular. Hablemos, del criterio cuantitativo, o sea, de la extensión: hay géneros que por lo común son cortos, como los líricos. Si se supera un determinado número de versos, es probable que la obra esté mezclando alguna otra forma de creación. Es por ejemplo, lo que podemos observar en el Cantar del

Mío Cid, una extensa obra lírica que originalmente era un poema oral con características narrativas. Su original se conserva en la Biblioteca Nacional de España.

Es pertinente citar otro criterio para identificar y describir los géneros literarios: el lingüísticoenunciativo. Y dentro de esta línea de análisis se observan los aspectos estilísticos, que se refieren no sólo a la manera en que está escrita un texto, por ejemplo, un poema, sino al modo en que éste es percibido en determinado espacio y tiempo. Un claro ejemplo lo tenemos en el Madregal, sonetos lubricantes de Sor Juana Inés del Cabúz, escrito por Salvador Novo y que en su tiempo pudo haber sido percibido como una mofa vulgar y que en el presente es visto como un testimonio del ingenio del cronista. Éste que ves, camión descolorido, que arrastraba en “Las Artes” sus furores y que vigilan hoy tres inspectores es un hijo de un Ford arrepentido. Éste en quien los asientos se han podrido con la parte de atrás de los señores que no pudo enfrentarse a los rigores, de la vejez, el tiempo y del olvido. es un pobre camión desvencijado que en un poste de luz hizo parada. No olvidemos los criterios temáticos: aunque formas narrativas como la novela, el cuento, y muchos otros pueden tratar prácticamente todos los temas imaginables, algunos, como la fábula contienen un ingrediente aleccionador tratado, casi siempre, por animales. Los asuntos, en este tipo de narraciones, son pues, moralizantes, lo que distingue a estos relatos de cualquier otro. 4.4. Épica, lírica y dramática Objetivo del subtema: Describir las características de los tres principales géneros literarios; su conocimiento es fundamental para poder entender y disfrutar de la poesía, la narrativa y las representaciones teatrales.

Narrativa, lírica y dramática Entender estos conceptos resulta fundamental para disfrutar y vivir la literatura. Podemos decir que estos tres géneros marcan la diferencia entre los textos literarios y los de cualquier otro tipo (científicos, por ejemplo).Y dichas formas también sirven para comprender cuáles fueron los recursos creativos de los cuales se valió el autor para cumplir su propósito: narrar una historia, elogiar la belleza y la bondad de una mujer o escenificar el dolor de un personaje. Así que, si uno admira y quizá hasta envidia la destreza de los poetas para describir a su musa o, bien, se maravilla ante la riqueza de los mundos internos que logran recrear los novelistas, podemos asegurar que este respeto es efecto del domino que tales autores han logrado en el uso de las

palabras (la materia prima de todo escritor) para mostrar sus emociones y comunicar su visión del mundo. Lo anterior implica que, si bien en múltiples oficios y actividades se ha precisado de la escritura para preservar el conocimiento, el texto producido, aunque en muchos casos tenga un componente expresivo, carece de las generosas dosis de emoción y espiritualidad que son vertidas en los textos literarios. Una vez comprendido el componente expresivo que es fundamental de la literatura, conviene caracterizar a ésta a partir de sus ramas que, a su vez, generan formas más específicas, o sea, los subgéneros, frutos que siguen alimentando y estimulando nuestra imaginación. La narrativa Los géneros narrativos se definen, justamente, por narrar una historia en un espacio y un tiempo determinados, con un conflicto bien planteado y ascendente, que pone a prueba a los personajes. Desde la expresión más breve hasta la más compleja y extensa, este atributo permanece como guía de las pasiones de los individuos. Los españoles Benito Pérez Galdós y Jacinto Benavente, y si nos trasladamos al siglo XX, el colombiano Gabriel García Márquez, al igual que los mexicanos Martín Luis Guzmán, Jorge Ibargüengoitia y Juan García Ponce son excelentes ejemplos de narradores cuyas obras seguramente conoces o has disfrutado. Subgéneros narrativos Como subgéneros narrativos podemos destacar los siguientes:  Fábula. La mayor parte de estas narraciones (muy cortas, por cierto) arrojan enseñanzas morales o “moralejas”, como las conocemos todos. Los protagonistas son animales, aunque también pueden ser plantas, hombres y hasta dioses. Las de Esopo y de La Fontaine son excelentes ejemplos.  Novela. Es el género más cultivado en el presente. Se define como una narración extensa que propone una visión mucho más individualizada y compleja que la del cuento, y llega a cuestionar a sociedades lo mismo que a sujetos. La lírica Este género se caracteriza por su brevedad y su ausencia de argumentación. Lo anterior quiere decir que el creador lírico o “poeta”, como lo conocemos comúnmente, no tiene interés en proporcionar una visión del mundo comprobable o excesivamente razonada. A él (o ella) le interesa primordialmente que su sentir y su esencia fluyan al ritmo de las palabras. Grandes creadores líricos han sido el peruano César Vallejo, los españoles Antonio Machado y Federico García Lorca, el chileno Pablo Neruda y los mexicanos Amado Nervo, Ramón López Velarde, Octavio Paz, Xavier Villaurrutia y Jorge Cuesta. Algunas de las formas más reconocibles de la lírica son:  Oda. Se trata de un tipo particular de verso cuya métrica es desigual y su lenguaje elevado y solemne. Aunque los temas cambian, es común la exaltación de personas; un buen ejemplo es la Oda a Salvador Dalí, escrita por Federico García Lorca.



Canción. Es uno de los subgéneros más antiguos; a lo largo de su muy larga existencia ha registrado innumerables cambios formales y variaciones temáticas. Se mantienen intactos, sin embargo, su brevedad, dinamismo en la estructura, sobriedad y carácter expresivo.

El drama Su característica fundamental es la escenificación, la representación de acciones pasadas por actores presentes. Como ejemplos de autores que han encontrado en el drama el cauce para su creatividad podemos mencionar (otra vez) a Federico García Lorca con La casa de Bernarda Alba y Bodas de Sangre. Subgéneros dramáticos son: 

Tragedia. Su función es mostrar el carácter impredecible del destino. El protagonista es sometido a desdichas que no necesariamente son inmerecidas. El desenlace es, lógicamente, funesto, triste. Edipo Rey y Electra son ejemplos de tragedias escritas en la Grecia antigua. Hamlet y El rey Lear, de William Shakespeare, son tragedias escritas en el siglo XVII.



Comedia. Las situaciones que expone son amables y divertidas, pero lo más importante es que sugieren una crítica a la sociedad y al individuo mismo. Su temática es muy variada y los personajes que la ejemplifican siempre llegan aun final feliz. Ejemplos son: Pluto, de Aristófanes, y Las preciosas ridículas, de Molière.