3. Problema Hechos Sobre la estructura acentual

Juila M. Saquero Velásquez 3. Problema 3.1. Hechos En concordancia con nuestro objeto de estudio, los hechos problemáticos se pueden agrupar en dos c...
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Juila M. Saquero Velásquez

3. Problema 3.1. Hechos En concordancia con nuestro objeto de estudio, los hechos problemáticos se pueden agrupar en dos clases: los que tienen que ver con la estructura acentual de la palabra española, 3.1.1, y los que tienen que ver con su estructura silábica, 3.1.2.

3.1.1. Sobre la estructura acentual 3.1.1.1 Las palabras españolas pueden tener acento en la última sílaba (papá, merced), en la penúltima sílaba (cárcel, malo) o en la antepenúltima sílaba (número, ópera) 3.1.1.2 No existen palabras en español con acento en la trasantepenúltima sílaba, ni en sílabas anteriores. Aquellas que superficialmente involucran acento en la trasantepenúltima (quítemelo) contienen uno o dos pronombres díticos. 3.1.1.3 El español posee secuencias con más de una posibilidad de acentuación, y con significados diferentes en cada caso. (3.1) a. término/termino/terminó b. sabana/ sábana c. tenia/tenía d. cortés/cortes 3.1.1.4. De acuerdo con lo expuesto en 3.1.1.1 - 3.1.1.3, la acentuación de una palabra hipotética en español es impredecible, ya que puede acentuarse en una de las tres últimas sílabas. Sin embargo, no es completamente libre, pues sólo puede caer en una de esas tres sílabas. 3.1.1.5. A pesar de que existen tendencias de acentuación que dependen de la naturaleza del último segmento de la palabra (i.e. que las terminadas en vocal tienden a ser graves y las terminadas en consonante agudas), esta situación no es regular

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en español. Existen palabras a g u d a s , graves y esdrújulas terminadas en vocal y terminadas en consonante.

(3.2) a. agudas: b. graves: c. esdrújulas:

pared cárcel síntesis

papá cama cascara

3.1.1.6. Las diferentes comunidades d e habla hispana no acentúan d e la misma manera todas las palabras del español. Algunas comunidades escogen para ciertas secuencias una acentuación aguda (nene, m a m á ), otras una acentuación grave (nene, mama, c a t á s t r o f e , p e r i o d o , A r i s t í d e s , a v a r o , etc. 31 ) y otras una acentuación esdrújula 32 (catástrofe, arístides, p e r í o d o , avaro, etc.). 3.1.1.7. Existen en español dos tipos d e acentos: uno primario, q u e es significativo, y uno secundario, q u e marca diferencias d e estilo. (3.3) a. gramaticalidád, b. computador 3.1.1.8. Según Harris (1983), el acento secundario no se ubica en sílaba adyacente a una que tenga acento ( primario o secundario) en las palabras del español. (3.4) a. "recomendación b. "recomendación 3.1.1.9. En español se detectan, siguiendo a Harris (1983), d o s patrones de acentuación secundaria: uno que pertenece al estilo coloquial: se acentúa la primera sílaba d e la palabra (p.e., generativo, gramatical idád) y otro q u e pertenece al estilo retórico usado por los periodistas: se acentúa cada tercer sílaba hacia atrás del acento primario (p.e., generativo, gramatical idád). 31

La tilde marcada a estas palabras es fonética y no ortográfica.

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Como lo señala Bello (1970:76-79) es típico encontrar en muchos versos una tendencia a volver esdrújulas algunas palabras. La Fabulilla de el Sastre y el avaro de Hartzenbush, según Caro (1980), es una satirización que Bello, Bretón y Hartzenbush hacen a los "esdrujulistas"

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3.1.1.10 Las sílabas de una palabra que no están acentuadas (ni primaria ni secundariamente) tienden a agruparse en la pronunciación con sílabas acentuadas (i.e.,forman bloques de sílabas). Los distintos grupos conformados contrastan entre sí en cuanto a intensidad (cfr. (1.20c)). Así, por ejemplo, en la pronunciación de la palabra generativo, notamos que las sílabas ne y ra se agrupan con ge (genera) y la sílaba vo se agrupa con ti (tívo).

3.1.2. Sobre la estructura silábica 3.1.2.1. En español existen sílabas conformadas por uno, dos tres, cuatro, cinco y seis segmentos. 3.1.2.2. Toda sílaba española involucra, por lo menos, una vocal. Esto es, en español sólo las vocales pueden ser núcleos silábicos. 3.1.2.3. Las sílabas españolas pueden: a. comenzar o no con consonante (ca sa, an tes). b. tener una o dos consonantes al comienzo. En el primer caso, cualquier segmento consonantal puede estar al comienzo de la sílaba (3.5). En el segundo caso, se requiere que el primer sonido sea una obstruyente (aunque no cualquiera) y el segundo una líquida (3.6). (3.5)

ocho saco coro mano laja zapato baño gorro enfermo yegua

(3.6)

brazo prieto afluente *dl *ri *vl

blanco anglo tres *sr

•yr *ñr

damor gris atleta •si *nr *cr

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crisis frío drar "me *lr *d

plazo

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c) tener d e uno hasta cuatro segmentos en la rima 33 . (3.7) a. b. c. d.

Un segmento: dos segmentos: tres segmentos: cuatro segmentos:

pata diámetro austral ia averigüéis

d) combinar, en la rima, Paravocales (P), vocales (V) y consonantes (C) de la manera como se expone en (3.8), aunque no todas las combinaciones tienen las mismas tendencias d e uso. (3.8) a.PVCpuente b.PVPCgueis c.VC antes

d.PVP:buey e.PV: tiene f.VPC: veinte g.VP: aire

e) tener dos consonantes al final d e la sílaba, siempre y cuando la segunda sea [s]. (3.9) a. b. c. d.

perspicaz adstrato *VLO *VNL

e.transmitir h.obstruir f.toraks i/VLN g.*VNO (O f s) j.*VOL

3.1.2.4. Los sonidos involucrados en una sílaba se diferencian entre sí por el grado d e intensidad con q u e se producen y se pueden agrupar en bloques débiles o fuertes al compararlos con los otros bloques. De esta suerte, a nivel fonético se aprecia una o n d a silábica, q u e comieza d e manera débil (cuando tiene consonantes al comienzo) asciende hasta una cima marcada por el núcleo silábico y desciende nuevamente en la producción d e los sonidos q u e vienen después del núcleo.

M Rima e s el n o m b r e asignado por Harris (1983) al s e g u n d o constituyente d e la sílaba. Esto es, a la parte q u e q u e d a d e la sílaba una v e z se separan la(s) consonante(s) q u e p u e d e n Ir ai comienzo d e ella.

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3.2. Interrogantes En este trabajo nos ocupamos de un problema esencialmente sustantivo d e la lengua española, q u e p u e d e ser formulado inidalmente como en (3.10) (3.10) Cómo explicar los hechos expuestos en 3.1.? En relación con este interrogante, es bueno anotar, q u e la búsqueda d e una solución adecuada exigió la construcción d e un marco teórico diferente d e los ya conocidos. Es decir, juzgamos que, atendiendo a los modelos existentes, no era posible formular una solución q u e permitiera explicar d e manera adecuada los fenómenos fonológicos de la lengua española. En consecuencia, antes d e abordar el interrogante propuesto en (3.10) tuvimos q u e detenernos en otro de carácter general: (3.11) En q u é concepción d e la lingüística es posible responder d e manera adecuada el interrogante (3.10)? El capítulo primero d e este libro es nuestra respuesta a (3.11), principalmente lo expuesto en 1.4. Ahora bien, una v e z respondida esta última pregunta, (3.10), q u e estaba formulado en términos factuales, se p u d o reformular en términos no factuales. Esto es, de acuerdo con lo expuesto en 1.2., explicar un conjunto de hechos supone resolver una pregunta relacionada con el segundo nivel d e la teoría: el nivel d e la estructura. En nuestro caso, la estructura acentual y silábica d e las palabras del español. Es decir, (3.10) exige una solución a (3.12). (3.12) Cuál es la estructura acentual y silábica d e las palabras del español? Este interrogante, sin e m b a r g o , nos dejaría en el plano descriptivo d e la lingüística estructural. Como nuestro interés es traspasar este nivel, y, dado que hemos adoptado una concepción generativa de la fonología, nuestra pregunta deberá atender al tercer nivel d e la teoría: el nivel d e los principios q u e explican la

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estructura fonológica de los signos verbales. De manera más acertada, entonces, (3.12) debería reemplazarse por (3.13). (3.13) Cuáles son las reglas o principios fonológicos q u e permiten g e n e r a r todas y sólo las palabras del español con su correspondiente estructura acentual y silábica? En otros términos, (3.13)' Cuáles son las reglas de estructuración acentual d e la palabra española y cuáles son las reglas d e estructuración silábica? En consonancia con lo q u e se dijo en 2.,y siguiendo las bases expuestas en 1.4, intentaremos responder, además de (3.13)', los interrogantes de (3.14) relacionados con la estructura segmenta! d e las palabras españolas. Como ya se dijo, esta temática se aborda d e manera parcial, únicamente con la intención d e demostrar q u e es posible mediante reglas generativas enumerar las palabras del español con su correspondiente representación fonética. (3.14) a. Cuáles son las reglas d e subcategorización fonológica dependientes e independientes del contexto? b. Cuál es la regla de inserción segmental? c. Cuál es el lexicón fonológico? El capítulo cuarto está destinado, entonces, a la solución d e estos interrogantes. Dos teorías quedan fuera d e los alcances d e este trabajo: una d e carácter general y otra d e carácter específico. La primera tiene que ver con la determinación de los universales fonológicos que, d e s d e esta perspectiva, serían propuestos y la segunda con la identificación d e los principios q u e determinan la combinación d e sílabas e s p a ñ o l a s y d e los principios q u e d a n c u e n t a d e la derivación d e Las c o n s o n a n t e s del e s p a ñ o l . La razón para su exclusión en este escrito estriba en que, consideramos, q u e la

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magnitud del trabajo relacionado con estos tópicos permite pensar en ellos c o m o temas para futuras investigaciones.

3.3. Estado de la cuestión A partir de la instauración de la fonología c o m o Ciencia Lingüística, con los trabajos del Círculo Lingüístico de Praga, son muchos los intentos de construir teorías relacionadas con las propiedades fonológicas de las lenguas. Cada escuela nos deja su legado en t o m o a esta problemática, siendo trabajo de los nuevos investigadores el demostrar que las teorías existentes no son adecuadas para explicar los fenómenos de lenguas específicas. Así, a la luz de los principios ofrecidos por algunas de las escuelas lingüísticas, se han construido teorías fonológicas para el español. En 1949, por ejemplo, Emilio Alarcos LLorach nos ofrece la primera edición de su obra Fonología Española 3 4 en la que se propone construir "una d e s c r i p c i ó n fonológica del español actual, atendiéndonos exclusivamente al sistema del lenguaje corriente libre de dialectismos y vulgarismos" p 143. Esta teoría sigue, en lo esencial, las propuestas de Trubetzkoy. Los lingüistas norteamericanos, por su parte, conocidos como distribucionalistas produjeron artículos encaminados a describir ciertos fenómenos muy espedflcos del español, pero, hasta donde pudimos constatar, sólo habría un intento de construir una teoría fonológica para esta lengua, en d o n d e lo que se intenta, según Bialik (1973: 625), es " un estudio comparativo de las semejanzas y diferencias entre los sonidos del español y el inglés". Autores c o m o Alcina y Blecua (1975) incorporan en su teoría planteamientos ofrecidos por el distribudonalismo, pero, en lo esencial acogen la teoría de Alarcos LLorach, c o m o ellos mismos lo señalan. D e n t r o d e los marcos de la gramática g e n e r a t i v a transformacional, existen trabajos completos como los de james Harris (1969), Fonología Generativa del español, y William Cressey (1978), Spanish Phonology and M o r p h o l o g y : a Generative View. En ellos el análisis del sistema fonológico del español se hace fundamentalmente con base en la obra de Chomsky y Halle (1968).

En su primera edición titulada "Sistema Fonológico del Español".

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Bajo esta concepción de la lingüística se han escrito muchos artículos sobre la fonología del español. Sin embargo, a comienzos de los años 8 0 , c o m o lo señala Harris (1983:3), "There is a feeling in the air that a significant page has been t u m e d in the study of p h o n o l o g y and that w e may be witnessing or about to witness a genuine breakthrough". De hecho, Syllable Structure a n d Stress i n Spanish; a N o n l l n e a r A n a l y s i s de James Harris es una obra que rompe con los anteriores plantemientos generativistas lineales y ofrece una nueva perspectiva para la caracterización del sistema f o n o l ó g i c o español. Las bases d e esta nueva perspectiva la constituyen los trabajos de Halle y Vergnaud (1980), Kiparsky (1979), Libermany Prince (1977), McCarthy (1979), Selkirk (1978, 1980 y 1984) ). Hoy día, entendemos, se han d a d o desarrollos considerables q u e plantean la ruptura c o n c o n c e p c i o n e s preliminares. La panorámica anterior, nos pemite presenciar lo dispendioso e inútil que sería abordar todos y cada uno de los escritos fonológicos existentes. Dispendioso porque son muchísimos los trabajos sobre fonología del español: 35 inútil porque, por un lado, muchos de ellos son agrupables para efectos de una crítica en la medida en que se incriben en concepciones similares. Para tal efecto, bastaría con seleccionar un texto representativo de cada una de las escuelas y modelos. Por otro lado, en apreciaciones sobre fenómenos específicos no podríamos evaluar la integridad del planteamiento sobre el sistema fonológico español. En un trabajo en el que se intente formular una nueva concepción sobre la fonología en una lengua específica sería apropiado examinar únicamente aquellos planteamientos que también ofrezcan esa visión totalizadora. En consecuencia, en lo que sigue, intentaremos evaluar fundamentalmente tres obras: La de Emilio Alarcos LLorach (1974), la de William Cressey (1978) y la de J. Harris (1983). Esto no quiere decir, sin embargo, que nos limitemos en todo m o m e n t o únicamente a ellos. Como se podrá observar, en algunos apartes aludiremos a otros autores si la temática nos lo exige.

35

Véase, por ejemplo, Gisela Bialik Huberman (1973). Mil obras de Lingüistica Española.

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3.3.1. sobre el acento en español. En esta sección se discutirán varios tratamientos sobre el acento español. 3.3.1.1. Las teorías sobre el acento de Emilio Alarcos LLorach (1974) y Aldna y Blecua (1975) se podrían caracterizar, en términos de lo expuesto en 1.2., como teorías del nivel 1. Es decir, en ellas se describen propiedades acentuales de los signos verbales del español, pero, en ningún momento se avanza al segundo nivel, el de la descripción estructural acentual. En otros términos, lo que se intenta es una recopilación de datos. A pesar de ello, no podemos sostener que esta recolección sea exhaustiva. De hecho, se introducen afirmaciones como las expuestas en 3.1.1.1 - 3.1.1.3 y 3.1.1.7, pero no se contemplan afirmaciones como las ofrecidas en los otros numerales de 3.1.1. Los datos ofrecidos por estos autores se ajustan a los criterios de autenticidad y corrección, pero no al de amplitud. 3.3.1.2. Los estructuralistas norteamericanos a partir de pares como [kánto] y [kantó] y de observaciones similares, conduyen que el acento en español es impredecible. Consideran imposible, siguiendo sus concepciones, formular reglas que no requieran la especificación de excepciones. Proponen, por tanto, marcar el acento a nivel fonológico.36 Esta propuesta, a pesar de trascender el primer nivel de teoría (i.e. no se queda en la descripción de los hechos), tiene problemas de adecuación observadonal y de adecuación descriptiva. Por un lado, hay apreciaciones incorrectas sobre los datos. No consideramos válido sostener que el acento español es impredecible, dado que, si bien, no es completamente predecible, tampoco es completamente libre. En otros términos, resultaría contraintuitivo afirmar que todas las palabras españolas son excepcionales en cuanto al acento. Así, como ya lo anotamos arriba, las palabras del español, por ejemplo, no pueden acentuarse más allá de la antepenúltima sílaba. Por otro lado, no hay exhaustividad en la presentación de los datos. Hechos como los 36

Algo similar ocurre en el planteamiento de Alarcos si tenemos en cuenta que la representación fonológica incluye la marca de los acentos.

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expuestos en 3.1.1.2, 3.1.1.5 y 3.1.1.7 - 3.1.1.10 no tendrían cabida en p r o p u e s t a s q u e se ajusten a los p l a n t e a m i e n t o s estructural istas. Ahora bien, cualquier respuesta sobre los mecanismos para dar cuenta d e una realidad c o m o el acento, montada sobre datos incorrectos y limitados, no p u e d e ser una solución adecuada descriptivamente. En efecto, sostener q u e el acento español es fonémico es asumir una completa libertad para su ubicadón, siendo posible la derivación d e palabras acentualmente agramaticales. 3 . 3 . 1 . 3 . Los generativistas clásicos, 3 7 a diferencia d e los estructural istas, consideran q u e el acento no es impredecible en español. Por e n d e , las representaciones fonológicas no llevan la marca d e acento. Para explicar el acento d e las palabras españolas, t o d o s proponen una regla que, en términos generales, se formula d e la manera siguiente: 3 8 V -> [+ACENTO] / _(C Q (V -) CQ V)CQ# J , . ^ , Esto es, la vocal d e la antepenúltima sílaba se subcategoriza con el rasgo [+acento] si la penúltima contiene una vocal débil. Si, por el contrario, la penúltima vocal no es débil ésta se subcategoriza con este rasgo siempre q u e la palabra contenga d o s o más sílabas. Si la palabra contiene una sola sílaba, entonces esta vocal llevará dicho rasgo. Esta regla, q u e por sí misma no p u e d e determinar el acento d e todas las palabras, se acompaña de otros mecanismos que.o bien permiten la sencillez d e la regla, o bien informan algo en el m o m e n t o d e aplicarla haciendo q u e ésta actúe d e una u otra manera. Así, un mecanismo consiste en incorporar una e en la entrada lexical d e palabras como merced, televisión, cárcel, etc., 37

Bajo e s t e rótulo quedarían todos los trabajos generativistas q u e siguen los lincamientos d e Chomsky y Halle (1968) 38

Las variaciones entre las reglas propuestas por los generativistas para dar cuenta del acento no son importantes para lo q u e aquí nos interesa. Esto es, una u otra formulación d e la regla recibiría exactamente las mismas críticas. La regla q u e p r e s e n t a m o s es la q u e nos ofrece Cressey (1978).

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consideración q u e ha recibido motivación independiente d e s d e el punto d e vista morfológico. Otro mecanismo es el d e , en las entradas lexicales, asignar un rasgo ([+largo] para Foley, [+D] para Harris(1975), [m acento] o [-acento] para Cressey) a la vocal d e la penúltima sílaba. Estas teorías generativistas sobre el español van más allá d e las propuestas estructural istas: son teorías del tercer nivel (el d e los principios sobre la estructura acentual) que, además, buscan apoyo en teorías del cuarto nivel (la teoría universal). No obstante, al igual q u e la propuesta estructuralista, aunque por razones diferentes, éstas carecen d e adecuación observacional y descriptiva. De un lado, al aplicar los principios propuestos a las entradas lexicales d e signos como mamá, papá, nene, café, caparrapí (agudas terminadas en vocal) no serían interpretadas como palabras agudas sino como graves. La regla (3.15) no marca acentos en la última sílaba, a menos que la palabra sea monosílaba. Es decir, con base en su teoría tendríamos q u e afirmar q u e estos signos son acentualmente agramaticales, lo cual no concuerda con las intuiciones de los hablantes nativos del español, o marcarles el acento en la entrada lexical, con lo cual se afirmaría q u e este acento es idiosincrático en español. De otro lado, algunos d e los hechos descritos e n 3 . 1 . 1 , espedficamente los relacionados con el acento secundario, no se involucran en sus inventarios d e datos problemáticos, por lo q u e no podríamos hablar d e una exhaustividad en este nivel. Así m i s m o , sus p o s t u l a d o s , c o m o Harris (1975) lo r e c o n o c e , impedirían el análisis d e palabras c o m o abuelo, Venezuela, consuelo, etc, d a d o q u e , por su equivalencia con abolengo, venezolano, consolar, deben ser derivadas d e formas subyacentes q u e contiene una / o / , la cual debe llevar el rasgo [+D], que permite la aplicación d e la regla d e diptongación, pero al mismo tiempo, para q u e la regla de acentuación aplique debería marcarse con el rasgo [-D]. Una solución ofrecida posteriormente por el mismo Harris y Cressey( 1978) (independizar las dos reglas), deja sin evidencia independiente la incorporación en la teoría de los respectivos rasgos. Además, en últimas, lo que aquí se quiere marcar es una excepción a la regla, lo cual no dista demasiado d e los planteamientos tradicionales bastante criticados.

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De manera semejante, la interpretación acentual d e pares como n e n é / n e n e , periodo/período, etc.,también ofrecerían problemas para la teoría generativa clásica. O bien, una d e las palabras del par debe ser considerada agramatical, no estándar, forma dialectal especial, etc, o bien, deberán induirse en el lexicón las dos palabras del par y en un caso otorgar el rasgo [-D] o semejantes, a la vocal d e la penúltima sílaba y en el otro caso no asignar dicho rasgo. La primera respuesta, se mantiene, en cierta medida, dentro d e los lincamientos normativistas, dado que tiene q u e escoger entre las dos formas cuál sería la estándar y cuál la no estándar; n o para prescribir, pero sí para distinguir entre lo q u e se ajusta a los principios y lo q u e no se ajusta del todo. La segunda opción exigiría un mecanismo especial para estos signos, a fin d e no considerarlas c o m o entradas lexicales diferentes, d a d o q u e su significado es el mismo. Nótese que en pares como sabana/sábana, cortes/cortés, ésta podría ser una solución adecuada puesto q u e , a diferencia d e los anteriores, tienen significado distinto. Por último, si se admite, como d e hecho se ha d a d o a lo largo d e la historia, q u e existen diferencias entre los fonemas (o segmentos) y los prosodemas (suprasegmentos) la manera d e caracterizarlos d e b e reflejarlo. No obstante, dentro d e la teoría estándar las propiedades fonológicas, incluso las suprasegmentales, son tipificadas d e la misma manera. Esto es, a unas y otras se les asigna el mismo estatus: se reducen a una representación en términos de complejos d e rasgos. 3.3.1.4. En Syllable Structure and Stress In Spanish, el acento en español recibe un tratamiento q u e difiere bastante d e los existentes hasta ese momento. Considera Harris, que la distribución del acento en nombres, adjetivos y adverbios d e p e n d e d e la estructura morfológica, d e la r e p r e s e n t a c i ó n segmental y d e una información especial suministrada en el lexicón con respecto al acento d e items individuales: las entradas aparecen descritas c o m o "marcadas" o "no marcadas". La estructura morfológica, considera el autor, está c o m p u e s t a d e b a s e d e r i v a c i o n a l y e l e m e n t o t e r m i n a l . La marcación en relación con el acento obedece a que los items contienen segmentos extramétricos en su base derivacional o en

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la parte terminal ( en este caso segmentos consonantales), los cuales no son "vistos" por las reglas que asignan acento. Sobre esta base, se aplican las reglas (3.16) - (3.19) a todas las entradas lexicales con la finalidad de asignarles su correspondiente estructura acentual. (3.16)Hay tres niveles de rango prosódico: la palabra (W), el pie (Z) y la sílaba (o), en los cuales se organizan las prominencias de débil (d) o fuerte (f). (3.17)Nivel del pie (Z). Los árboles en este nivel son ramificantes a la izquierda, rotulados f(d). Los nudos no ramificantes se rotulan a nivel de la palabra. (3.18)Nivel de la palabra. Los árboles en este nivel son ramificantes a la derecha. Se rotulan (d)f. (3.19)Nudos rotulados como débil en el pie no pueden ramificarse. AI lado de éstas reglas, intervienen, en un orden determinado por el autor, otros principios (condición de periferialidad, regla del pie fuerte, borrado del rótulo de pie fuerte, adjunción de rima extraviada.etc), bien de carácter universal o bien de carácter individual, específicamente para el español, cuya finalidad es contribuir a una correcta derivación del acento. Siguiendo estas reglas, la derivación de una palabra como despótico sería como sigue, en donde (A) - (E) son el resultado de la aplicación de diferentes principios: (A) principios morfofonológicos, (B) reglas de la rima en la sílaba, (C) condición de periferialidad, (D) reglas del pie y la palabra, (E)Regla de Adjunción de Rima Extraviada.

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(A) (despaja* +M.) o

(B) (despfirt

+ / ¡_)

o

(C) (desfvft

+/jc)

o

(D) (despot + ic) o

VI 4- dI °

XZ1

(E) (despot + ic) o

II

•!• I

;

V_Z

kz

f

z w

o z w

Como lo indica Harris, este trabajo no es ni exhaustivo ni definitivo. Se trata más bien, de una posible vía para el tratamiento de problemas que hasta el momento no habían recibido una solución satisfactoria. De todas maneras, éste constituye un aporte para la teoría lingüística en la medida en que no solo logra avanzar en la clarificación de fenómenos del español, sino que, además, puede tomarse como modelo sobre la forma en que se debe argumentar en lingüística. De hecho, este lingüista se vale de toda suerte de evidencias para justificar cada uno de los principios expuestos. A nuestro juicio, debido probablemente a la restricción que él mismo asigna a su obra y a la adopción de una conceptualización que, a nuestra manera de ver, impide presenciar los hechos de manera desprevenida, su propuesta también resulta inadecuada observacional y descriptivamente.

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En primer lugar, se interpreta inadecuadamente la existencia en español d e pares como los expuestos en 3.1.1.6. (repetidos aquí para facilidad del lector). (3.20) a. b. c. d.

mamá/mama nené/nene periodo/período avaro/ávaro

Su teoría, a diferencia de las anteriores, no requeriría clasificarlas en términos de expresiones estándares y no estándares. A la luz d e su p r o p u e s t a , (3.20a) y (3.20b) exigirían estructuras morfológicas diferentes para cada elemento del par: sin elemento terminal ([(mama)] N , [(nene)] N ) para las secuencias q u e reciben acento agudo y con elemento terminal ([(mam)a] N , I(nen)e]N) para las que reciben acento grave. En (3.20c) y (3.20d), por el contrario, las estructuras morfológicas serían idénticas (con e l e m e n t o terminal), pero, la vocal d e la penúltima sílaba sería marcada c o m o extrametrical ([(period)o], [(avar)o]) cuando se acentúa d e manera esdrújula y no llevaría tal marca cuando su acentuación es grave. Lo dudoso en esta explicación resulta ser, al igual que lo que se expuso a propósito de la generativa clásica, el estatus asignado a las dos palabras d e cada par. Dado que se trata de dos estructuras morfológicas diferentes, corresponderían a dos entradas lexicales distintas. Sin embargo, para todos los efectos, las d o s palabras del par tienen el mismo significado. Nuevamente, existe una diferencia entre estos pares y pares como (3.21), en d o n d e las d o s entradas lexicales tendrían una justificación. (3.21) sabana/sábana De todas maneras, el intento d e solución ofrecido aquí para expresiones como las de (3.20 a y b), predice, d e acuerdo con lo expuesto por Harris, hechos que no concuerdan con la realidad d e la lengua española. Así, dadas las estructuras morfológicas propuestas, se prediría q u e quienes dicen mamá emplean como diminutivo la palabra mamacita y quienes dicen mama escogen mamita. Lo q u e se observa es que quienes dicen mamá emplean

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tanto mamita como mamacita; el primero como diminutivo, el s e g u n d o con una connotación bastante diferente. En segundo lugar, los datos que sirven d e base al planteamiento surgen de consideraciones no atinentes a factores internos a la lengua misma. Más bien, se atiende a intuiciones q u e tienen q u e ver con factores extemos (tendencias d e uso). No entenderíamos por q u é una teoría fonológica del español debería induir pares c o m o (3.20), d a d o q u e están en uso (son palabras españolas), pero no pares c o m o (3.22) por no estar en uso. (3.22) silla/sillá, ropa/ropá.etc Notemos aquí, que la estructura acentual de estos pares (sílaba fuerte+sílaba débil y sílaba débil+sílaba fuerte) es idéntica a la d e (a y b) en (3.20) , por lo cual, si estas se incorporan en la teoría.y así d e b e serlo, las d e (3.22) no se pueden rechazar. Creemos, entonces, q u e una cosa es lo que se usa (actuación), otra es lo q u e tiende a usarse (norma) y otra es todo lo q u e p u e d e usarse sin q u e se salga d e la lengua estudiada. Estas dos críticas al planteamiento d e Harris sobre el acento e s p a ñ o l , s u p o n e m o s , serían suficientes para d e m o s t r a r su inadecuación. Sin embargo, brevemente nos referiremos a otros hechos q u e , igualmente, demuestran la necesidad d e propuestas fonológicas diferentes a las ya existentes. De un lado, su teoría, a diferencia d e lo q u e considera el autor, resulta poco económica. La maquinaria empleada para asignar el acento contiene un total d e (18) reglas y afirmaciones necesarias (individuales y universales). Esto, sumado al hecho d e q u e ta! dispositivo, en últimas, no permitiría interpretar de manera natural todas las palabras q u e son y podrían ser usadas como palabras españolas, la hace poco interesante. De otro lado, la designación d e s e g m e n t o s extrametricales en el lexicón está determinada por la naturaleza acentual d e la palabra. Es decir, la marca d e extrametrical ¡dad no s e asigna automáticamente, sino que d e p e n d e de la manera en q u e los usuarios acentúan el item lexical del caso. Además, considerar que algunas palabras tienen segmentos extrametricales (Le., son marcadas ) y otras no, tiene el efecto de dasificar las palabras en dos grupos: las que siguen las restricciones prosódicas mayores y las q u e no las siguen; ni más ni menos, a nuestro

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juicio, que lo que hacían, con dispositivos diferentes, los generativistas dásicos, duramente criticados por los proponentes de la teoría métrica. Es decir, la extrametricalidad marca palabras "excepcionales". Por último, encontramos una inconsistencia entre la manera de captar la estructura acentual y la manera de captar la estructura silábica (cfr 3.3.2.4). Cuando se trata de la estructura silábica, se sostiene que unos sonidos son débiles y otros fuertes, información que, si bien se deduce de las relaciones entre constituyentes, no aparece de manera explícita en el diagrama que representa la estructura silábica (3.23). Para dar cuenta de ella se proponen y se sustentan unas categorías silábicas (Inicio y Rima). (3.23)

De manera semejante, cuando se trata de la estructura acentual, se afirma que unas sílabas y unos "grupos silábicos" son fuertes y otros débiles, pero, de manera extrañamente diferente esta información sí aparece en los diagramas arbóreos (Cfr., (3.24)). Con ello, tanto (3.24) como la teoría en que está basado son redundantes, ya que la naturaleza débil o fuerte de los constituyentes se podría determinar, al igual que con (3.23), por la relación entre categorías. Estas categorías podrían ser las que aparecen al lado derecho del diagrama como niveles: Pie (E) y palabra (W), las cuales deberían rotular los nudos. (3.24)

c o n s t a

x¿

.R

f d \ / Z f

J 81

w

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Hasta aquí lo que tiene que ver con el acento español. En lo que sigue discutiremos los tratamientos existentes sobre la sílaba española. 3.3.2 Sobre la sílaba en español.Casi todas las escuelas lingüísticas oponen elementos fonemáticos a elementos prosódicos o, lo que es lo mismo, elementos segméntales a elementos suprasegmentales. Entre los elementos prosódicos o suprasegmentales, se ha reconocido la existencia de la sílaba como una realidad lingüística susceptible de ser abordada. A pesar de ello, en cada escuela dedicada al estudio del lenguaje, e induso al interior de ellas, ha recibido tratamientos muy diversos. De hecho.no existen acuerdos sobre cómo definirla y caracterizarla, qué puesto asignarle en la teoría y qué relaciones se pueden establecer entre ésta y otras realidades lingüísticas. Por ejemplo, algunos lingüistas estiman que la sílaba no tiene identidad física, es decir, no es una unidad fonética sino solamente sicológica y fonológica, "pues no han logrado descubrir en los trazos ningún factor objetivo que se pudiera interpretar como correlato físico de esa distinción subjetivamente percibida y lingüísticamente utilizada sobretodo en la frontera silábica" (Muljacic', 1974:241). Otros, por el contrario, como jakobson y Halle le atribuyen existencia fonética y la definen recurriendo a características articulatorias y acústicas, sin negar su existencia fonológica. Para Kohler, la sílaba fonológica no existe como universal lingüístico. Como era de esperarse, de toda esta problemática no se escapa la sílaba española. 3.3.2.1. Para Emilio Alarcos Llorach, la sílaba es un concepto fonológico utilizable para describir ciertos fenómenos fonológicos y para identificar fonemas y alófonos. Afirmaciones como las de (3.25) muestran el puesto asignado por Alarcos a este concepto: un instrumento significativo que permite identificar unidades y procesos, pero no una unidad primitiva con su correspondiente estructuración. (3.25) a. En principio de sílaba interna, todos los fonemas consonanticos son posibles, como en inicial de palabra, e incluso

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aparecen aquí las distinciones que se neutralizan en otras posiciones: x/T\...\ p l 8 9 . b. En posición final de sílaba, el número de fonemas que aparece es menor, a causa de hallarse en la distención silábica: los archifonemas B (=p/b), D (=t/d). G (=k/g). N (=m/n/n). L (=$/JÜ v [...] pl89. c. El número de fonemas en posición final de sílaba es superior al de los que aparecen en la posición final absoluta. p l 8 9 d. El interior de palabra es la única posición en que el español admite grupos de más de dos consonantes; pero en estos casos, los fonemas componentes quedan repartidos entre dos sílabas. p l 9 3 e. Hay algunas posiciones donde podría considerarse que / ¡ / y /y/ son conmutables: casos en que [j] y [y] aparecen entre los mismos fonemas, como en el desierto [-sje-] /el deshielo [...z- ye-...] [...]. Ciertamente, en estas distinciones no es todo la articulación [j] o ¡yj: con la primera la consonante precedente forma sílaba; con la segunda, la consonante precedente resulta final de la sílaba anterior, y si es sorda, se sonoriza; por eso se puede decir que lo diferencial en estos casos es la ausencia o presencia de "juneture "p. 156. Como se observa, afirmaciones relacionadas con el sistema fonológico español, (3.25a-c), el número de consonantes adyacentes permitido en español, (3.25d), y la posibilidad o no de conmutación de sonidos, (3.25e), están determinados, según Alarcos, por la posición que ocupen los sonidos en relación con la sílaba. En otros términos, aquí el contexto alude necesariamente a la ubicación silábica de los sonidos estudiados y no solamente a las características de los sonidos cercanos a él. En esta obra, para describir estos fenómenos y otros semejantes se recurre sistemáticamente al contexto silábico, lo que hace atractiva esta propuesta. Pero, profundizando más en ella, encontramos que lo que fundamentalmente interesa de la sílaba son sus límites y no su estructuración interna. Por ello, el

Fonología española

concepto de sílaba se materializa mediante el símbolo (-) que se incorpora en la representación fonológica en donde quiera que comience o termine una sílaba, siempre y cuando sea estrictamente necesario para distinguir, por ejemplo, contextos que aparentemente son idénticos. En consecuencia, se asigna a la sílaba el estatus de segmento, representable como un elemento adicional de la estructuración lineal de fonemas, lo cual resulta contradictorio con lo que ellos mismos y la tradición han señalado sobre la caracterización de la sílaba. De hecho, podemos afirmar que los sonidos en una palabra pertenecen o no a una sílaba, es decir, la sílaba los agrupa; por ende, no está ai lado de ellos. 3.3.2.2. Para Bowen y Stockwell (1955:401), la sílaba "is a real unit, deflnable as the smallest segment of utterance which an untrained native speaker can pronounce in isolation in response to the request, 'Say it as slowly as you can' ". Es decir, ésta es considerada como unidad fonética pero, también fonológica, utilizable, al igual que en Alarcos, en la descripción de ciertos procesos fonológicos y en la identificación de fonemas y alófonos. En realidad, no hay grandes diferencias entre la propuesta praguense y la propuesta estructuralista. En ésta, al igual que en la anterior, el linde silábico es lo que resulta importante de la sílaba. Por ende, las anotaciones críticas realizadas al planteamiento anterior son trasladables a los planteamientos estructural istas. Debemos anotar, sin embargo, una diferencia que hace menos interesantes las teorías estructural istas. En estos el uso del concepto de sílaba para la caracterización de procesos alofónicos no es tan sistemático como en la reflexión praguense. Reglas como las de (3.26)39 son una muestra de dicha asistematicidad, dado que, como se observa, en ellas, a diferencia de otras, no se recurre al contexto silábico. Como sabemos, la asimilación de nasales ocurre sólo en distensión silábica.

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Si bien estas reglas no aparecen formulizadas en trabajos estructuralistas de la manera como se presentan aquí, este proceso se expresa de manera similar. En ningún caso, se alude a los lindes.

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(3.26) a. / m /

=======

[m] ante labiodental [m] en los d e m á s contextos

b. / n / _______== [n] ante velar [n] ante dental [n] en los d e m á s contextos c. / ñ /

[h] ante palatoalveolar [ñ] en los d e m á s contextos

3.3.2.3. William Cressey (1978), James Harris (1975), Hooper (1972) y otros generativistas dásicos no se distancian mucho d e las consideraciones anteriores. Para ellos, la sílaba es una unidad fonética y fonológica caracterizable, fundamentalmente, en términos de secuencias lineales d e consonantes (C) y vocales (V), delimitadas al final por m e d i o d e los lindes silábicos c o r r e s p o n d i e n t e s . Su función se reduce, básicamente, a la descripción d e ciertos procesos alofónicos. Es decir, la sílaba sirve como dominio de algunas reglas fonológicas q u e se aplican a un segmento, solo si éste se encuentra en posición inicial o final d e sílaba o si éste se encuentra en una sílaba determinada. Pierde peso la utilización de este concepto en la identificación de fonemas y alófonos debido al cambio metodológico q u e se opera con el advenimiento d e la lingüística generativa. Como se sabe, bajo esta concepción la designación d e fonemas y alófonos no está rigurosamente determinada por la manera en q u e se distribuyen los sonidos en el sistema o por su capacidad o incapacidad d e conmutar con otros sonidos. Es decir, la oposición, la distribución complementaria, el contraste, etc, dejan de ser mecanismos q u e c o n d u c e n d i r e c t a m e n t e a la formulación d e hipótesis relacionadas con el estatus fonológico o alofónico de los "sonidos" y pasan a ser simples mecanismos para validar dichas hipótesis. A nuestro juicio, las teorías generativistas clásicas chocan con varias dificultades en el tratamiento de la sílaba española. De un lado, al igual q u e en las p r o p u e s t a s anteriores, se reflejan contradicciones entre la teoría q u e describe las propiedades d e la sílaba y la teoría q u e las explica. Así, d e s p u é s de afirmar q u e la sílaba es una unidad suprasegmental, se le caracteriza como un segmento, que tiene su puesto en la representación fonológica

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Fonología española

mediante un símbolo que aparece al final de cada sílaba. En cambio, algo similar no ocurre con la caracterización del acento. Es decir, se refleja una carencia de unicidad en el tratamiento otorgado a la sílaba y el conferido al acento, ambas unidades suprasegmentales: el acento adopta la naturaleza de un rasgo mientras que la sílaba es concebida como un segmento. De otro lado, también se refleja una asistematicidad en el uso de este concepto para dar cuenta de los diferentes procesos alofónicos. De hecho, muchos cambios fonológicos (elisiones, sustituciones, asimilaciones, etc) que obedecen a la ubicación de los segmentos al interior de la sílaba son captados por los generativistas dásicos como si obedecieran a su ubicación lineal. Se entiende que tales observaciones deben quedar incorporadas en las regias para que éstas no sean simples descripciones formales de los hechos descritos de manera informal por autores anteriores. Nótese que una regla como la de (3.27), si bien se ciñe al criterio de simplicidad al compararla con (3.26), tampoco explica porqué se presenta este proceso. (3.27) psonorantel l+odusivo 1-. a PA /

F

l+consonante 1 la PA j

Esto es, lo que se sostiene con (3.27) es que un sonido [+sonorante, +odusivo] adopta los mismos rasgos de punto de articulación de la consonante siguiente, que era lo que en últimas señalaban los estructuralistas con la regla (3.26). El fenómeno se trata en ambos casos como si fuera un problema de secuendación lineal. Finalmente, en consonancia con las caracterizaciones anteriores, la sílaba, o mejor, parte de ella (el linde silábico), es concebida como un instrumento importante para captar fenómenos fonológicos, pero no como una entidad susceptible de ser estudiada; por ello, el poco espacio destinado a esta unidad lingüística. En otros términos, en ningún momento se examina la estructuración interna de la sílaba española. 3.3.2.4. Dos estudios articulados sobre la estructura de la sílaba española son el de Saporra y Contreras (1962) y el de James

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Harris (1983). En el primero, de acuerdo con Harris,40 "la organización de las palabras en sílabas se especifica básicamente, por medio de una gramática de estructura de frase que genera estructuras jerárquicas de elementos terminales y no terminales" p 3. En el segundo la estructuración silábica de las palabras se efectúa mediante reglas que agrupan en constituyentes rotulados los segmentos de las cadenas de fonemas suministradas por el lexicón (reglas de interpretación silábica) y mediante filtros que impiden la agrupación de ciertos segmentos en un constituyente. La gramática de Saporra y Contreras, a nuestro parecer, tiene semejanzas en su concepción con la que propondremos más adelante, en la medida en que ambas son fonologías generativas. Sin embargo, en la construcción de la gramática se pueden apreciar grandes diferencias. En el modelo ofrecido por estos autores se reconocen cuatro nudos silábicos (categorías) rotulados como Sílaba, Inicio, Núdeoy Coda. Las reglas que reescriben cada una de estas categorías tendrían, atendiendo a las estructuras presentadas por Harris, la siguiente forma: (3.28) a. S

->

(I) N (C)

b. I

->

C (C)

c. N

-•

(P) V (P)

d. C

->

C (s)

Esta gramática, como se observa, impone muy poca estructura a la sílaba, en la medida en que el único constituyente superordinado es el denominado sílaba. Los demás están subordinados a éste. Esto es, al interior de los constituyentes Inicio, Núdeo y Coda no hay una mayor estructuración que la secuencia lineal entre ellos. Esta carencia de estructura impide la captación de algunas generalizaciones que tienen que ver con la sílaba española y proyecta hechos empíricamente falsos. En efecto, el número de segmentos posibles en español en la parte que viene después del Inicio, que por ahora siguiendo a Harris, denominaremos Rima, está limitado a un total de hasta 4 40

Nos fue imposible tener acceso directo a esta fuente, por lo cual los comentarios que en adelante hagamos de ella están basados en la presentación que James Harris hace del planteamiento de los autores.

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Fonología española

segmentos (Cfr.,gueis en averigüéis). Obsérvese que la propuesta d e Saporra y Contreras sobregenera sílabas de 5 segmentos en la rima, d a d o q u e al aplicar las reglas se derivan secuencias d e Paravocal+Vocal+Paravocal+Consonante+[s]. Esto es, algo como trueins, según se predice, sería una sílaba del español, hecho q u e no concuerda con esta realidad lingüística. Por otro lado, no toda secuencia d e cuatro segmentos en la rima es válida. De acuerdo con lo q u e hemos podido observar, el español no contiene palabras q u e involucren la secuencia VPCs, lo q u e quiere decir q u e la P final d e núcleo y la C inicial d e coda como lo anota Harris, son mutuamente excluyentes. Una teoría q u e no permita captar este hecho no puede considerarse adecuada descri pti vamente. La teoría d e Harris, como ya se insinuó, está inmersa en el marco d e la Gramática Generativa Transformadonal. Por ello, el componente fonológico es visto como un componente interpretativo y no como uno generativo, a la manera de Saporra y Contreras. Además d e ello, como parte de la maquinaria teórica en el nivel fonológico, asume la propuesta d e KJparsky, que funciona como una teoría de la marcadón; es decir, una teoría que permite ver dertas propiedades del español como "naturales" o "esperadas" d e acuerdo con estos prindpios universales, haciendo menos costosa la teoría del español. En lo esencial, en ella se integra, de un lado, la binariedad en la estructuración de la sílaba, la naturaleza fuerte o débil de los segmentos que pueden ocurrir en los nudos de los árboles que expresan dicha estructura (3.29) y, de otro, la escala d e sonoridad (3.30). (3.29)

41

Este es el t e m p l e t e q u e KJparsky (1979) p r o p o n e como un universal lingüístico. 42 Harris (1983) se a c o g e a planteamientos existentes relacionados con el grado d e sonoridad q u e tienen los sonidos. Quiere decir q u e los sonidos m e n o s sonoros son las obstruyentes y le siguen las nasales,las líquidas, las paravocales y las vocales, q u e son las más sonoras.

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(3.30)

0>N>L>P>V4Z

Los principios descritos en (3.31) constituyen el planteamiento d e Harris en relación con la sílaba. (3.31) a. CONVENCIÓN DEL BORRADO. Los segmentos q u e no queden incorporados en la estructura silábica al final d e una derivación deben borrarse. b. REGLA DEL INICIO. Construyase un árbol d e ramificación máximamente binaria d e categoría inicio, cuyas ramas dominen s e g m e n t o s a c o n s o n á n t a l e s ] no adyacentes en la escala de sonoridad. c. REGLA 1 DE LA RIMA. Construya un árbol d e ramificación máximamente binaria d e categoría Rima, cuya rama obligatoria izquierda domine [+silábico, -consonantal] y cuya rama opcional derecha domine [-silábico]. d. REGLA 2 DE LA RIMA. Adjunte un segmento [-conson] a una rima. e. REGLA 3 DE LA RIMA. Adjunte el s e g m e n t o / s / a la derecha d e una rima existente f. MAXIMALIDAD DE SEGMENTOS. La rima contiene máximo tres segmentos. g. FILTRO 1 DEL INICIO. *[[+coronal ,-continua] [+coronal ,-continua]], h.FILTRO 2 DEL INICIO. *[[+alveolar][+alveolar] | i. FILTRO DE LA RIMA. *[X [-consonante, aF][-consonante, otF]R La convención del borrado es un principio propuesto por el autor c o m o universal lingüístico. Este permite elidir al final d e 89

Fonología española

una derivación ciertos s e g m e n t o s n o a g r u p a d o s en la estructuración. Para derivar la palabra escultura, por ejemplo, debe borrarse el segmento p , presente en su representación fonológica ([(esculp)tur)a]) q u e capta la equivalencia con esculpir. Por su parte, las reglas (3.31 b - e), junto con las restricciones (3.31 f - i), asignan la estructura silábica correspondiente a las secuencias arrojadas por el componente sintáctico. El análisis silábico d e la palabra escultura, por ejemplo, sería c o m o se presenta en (3.32), en d o n d e (3.32a) corresponde a la representación morfofonológica, (3.32b-c) son el resultado d e la aplicación d e las Reglas del Inicio y d e la Rima y (3.32d) el producto d e la aplicación d e (3.31a) (3.32) a. [(e s c u I p + t u r)a] b. [(e s c u I p + t u r)a]

I

I1

I

I

I

c. [(e s c u I p + t u r) a]

1/1 V 1 ( 1 1 R I

R

IRI

R

d. f(e s c u ] + t u r)a]

VI v mi R I

R

IRIR

Esta maquinaria, a diferencia d e la ofrecida por el autor para dar cuenta del acento, cumple con el requisito de la simplicidad. Sin e m b a r g o , a nuestro juicio, la teoría tropieza con varios problemas, algunos d e los cuales los mencionaremos enseguida y otros en la presentación y justificación d e nuestra propuesta. Un primer foco problemático lo encontramos en el registro d e los hechos realizado por el autor. Se refleja una asistematicidad en la decisión sobre la gramatical ¡dad o agramatical idad d e ciertas secuencias y, por ende, en el enjuiciamiento d e ciertos signos verbales q u e las ejemplifican . Así, mientras las secuencias VGN y VGO y los signos q u e las incorporan (veinte, treinta, a u n q u e , auxilio,) se consideran agramaticales por existir muy pocas palabras en español q u e las ilustren, la secuencia PVPs es considerada gramatical, a pesar d e presentarse la misma situación (Cfr.limpláis, averigüéis). Para las primeras, no hay interpretación posible siguiendo las reglas, para las segundas sí: el s e g m e n t o s es 90

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considerado como extrametrical y posteriormente anexado mediante la regla de adjunción de rima extraviada. A su vez, desde el punto de vista de la gramática generativa transformadonal no es genuino o auténtico rechazar signos o estructuras atendiendo a la frecuencia en el uso de ellas. El parámetro a tener en cuenta en ese modelo es la intuición lingüística de los hablantes nativos y, para cualquier hablante nativo del español, estos signos verbales forman parte de su haber lingüístico. Es decir, no nos parece adecuado sostener, contra lo que afirmaría cualquier hablante nativo, que los signos veinte, treinta, aunque, y auxilio son agramaticales. Un segundo foco problemático lo encontramos en la teoría misma. En primer lugar, como es de espararse por la incorrección en la observación de los hechos, no interpreta todas las palabras del español; quedan fuera de su alcance las arriba mencionadas. En segundo lugar, la presencia de la restricción (3.3 lf). presupone la inexistencia de sílabas con más de tres segmentos. En consecuencia, es sorprendente que al final de una derivación haya rimas con cuatro segmentos. Nuevamente, el mecanismo de la extrametricalidad se combina con el de la adjunción de rima extraviada para ocultar segmentos problemáticos a ciertos principios e incorporarlos posteriormente, dado que son parte de una palabra española. En tercer lugar, si bien se logra una mayor estructuración entre constituyentes en la medida en que la ramificación es binaria, se impone poca estructura puesto que no se consideran sino tres categorías: Sílaba, Inicio y Rima; otros nudos quedan sin categorizar en la medida en que el autor considera innecesarias otras categorías. Sin embargo, como se señalará en 4.2, son varios los procesos fonológicos que quedan explicados si las reglas se formulan aludiendo a la categoría de Coda. No consideramos válida la crítica que hace a Saporta y Contreras en el sentido de que la categoría coda no se requiere para expresar generalizaciones del español. Por último.en varias ocasiones el autor asevera que la teoría, tal cual la propone, es poco costosa para el español en la medida en que sigue los universales propuestos por KJparsky. Sin embargo, algunas estructuras resultantes se alejan bastante del templete propuesto por dicho autor. En estas ocasiones, Harris no señala tal alejamiento. Compárese, por ejemplo, el templete de KJparsky, 91

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(3.29), y los árboles resultantes para buey y austral, en donde para una mayor visual¡zación del problema, hemos invertido los árboles y hemos reemplazado las categorías de Inicio y Rima por los rótulos débil y fuerte, para mayor semejanza con el templete. (3.33)

(3.34)

d'

/

I

\

M

c

d

I

s

t

i

d

f

'd

1

u

i

Como se obseva, los templetes de (3.33) y (3.34) se alejan en algún aspecto del de (3.29). Así, mientras en (3.33) la primera rama derecha, catalogada como fuerte, se divide en débil/fuerte y es el nudo fuerte el que se ramifica, en (3.29) el orden es inverso: fuerte/débil y es el nudo débil el que se ramifica. De manera semejante, mientras en (3.34) el constituyente fuerte de la primera sílaba es de ramificación izquierda, en (3.29) este constituyente es de ramificación derecha. Dado que el autor adopta los planteamientos de Kiparsky debería explicar tal distanciamiento, que es aplicable no sólo a estas dos palabras. Hasta aquí, hemos realizado un examen de las teorías fonológicas del español en lo concerniente a la forma de explicar 92

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las propiedades acentuales y silábicas de la palabra española. Esta inspección nos permite apreciar q u e existen razones para creer q u e carecemos d e una teoría fonológica suficientemente articulada. Restaría, sin embargo, demostrar q u e tal problemática se extiende Induso a las teorías sobre las propiedades segméntales d e la palabra española. Aunque, como ya lo hemos dicho, nuestro interés en este escrito no es abordar esta temática, sí consideramos necesario dedicar un espacio a demostrar que la teoría general que estamos proponiendo es necesaria en cada uno d e los niveles fonológicos. Por ello, el numeral 3.3.3 lo hemos destinado para la presentación d e un enjuiciamiento a los planteamientos sobre las reglas que dan cuenta de la estructura segmenta! de la palabra española.

3.3.3 Sobre la estructura segmenta! En la abundante literatura existente sobre la fonología española se p u e d e apreciar el gran énfasis conferido a la problemática segmental d e esta lengua a lo largo d e la historia. De hecho, la mayoría d e los fonólogos han centrado sus esfuerzos en la descripción y clasificación d e los s o n i d o s del español, la identificación de los fonemas y sus correspondientes alófonos y la precisión, dentro del modelo generativo, d e unas reglas q u e relacionen los fonemas con sus respectivas manifestaciones alofónicas. Como es d e esperarse, existen tantas propuestas como autores han escrito sobre el tema: algunas bastante diferentes, otras muy cercanas pero distintas, por lo menos en algún aspecto. Por consiguiente, una revisión exhaustiva de esta temática nos detendría demasiado, y no es nuestro interés hacerlo, por ahora, dadas las razones expuestas arriba. En la medida en que las nuevas propuestas induyen una crítica a las anteriores, nos centraremos fundamentalmente en disertaciones e n m a r c a d a s d e n t r o del modelo generativo y las abordaremos muy someramente. Como ya se mencionó en 3.3.2, un problema reiterado en muchos d e los planteamientos sobre las propiedades segméntales d e la palabra española es el d e describir los procesos fonológicos acudiendo a la simple secuencia lineal d e s e g m e n t o s . Esta situación, si bien permite una descripción de los fenómenos, aunque no siempre adecuada, no los explica . Por ejemplo, Guitart,

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Fonología española

según Harris (1983), presenta las reglas (3.35a,b) para dar cuenta de los procesos de velarización y aspiración que ocurren en algunos dialectos del español. (3.35) a. n -> 13/

b. s -> h /[+sonorante] Si comparamos estas reglas con las de (3.36), propuestas por Harris a cambio de las de Guitart, se observa que las de (3.36), en las que se recurre a las categorías silábicas, además de describir los mismos hechos, permiten una simplificación de la regla y una explicación de los fenómenos de velarización y aspiración. (3.36)

a.

n —> n

I

R b. s -> h / [+sonorante]. R Como se observa, en éstas, desaparece el contexto disyuntivo y se reemplaza por un contexto único: la rima. Es decir, lo que produce el cambio fonológico es la ubicación de estos segmentos en la rima y no el que estén seguidos por consonante o linde de palabra. Algo semejante ocurre con muchas de las reglas propuestas por Harris (1975)43 y por Cressey (1978). Por ejemplo, como se sabe, / s / se sonoriza normalmente ante cualquier consonante sonora, ya sea dentro de palabra o entre palabras. Para explicar esta situación, Harris postula la regla (3.37). (3.37)

s —> I+sonoro] /

(#) F+consonántico, |_ + sonoro

43

]

No queda claro por qué en Harris (1983), no se hacen observaciones similares a las reglas propuestas por él mismo años atrás para dar cuenta de los distintos procesos fonológicos del español.

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Si recurrimos a las categorías silábicas propuestas años más tarde por el mismo autor, (3.37) podría reemplazarse por (3.38). Veamos, ahora, cómo con esta formulación se logra una simplificación de la regla y, también, una mayor generalización. (3.38)

s —> [+sonoro] /

[+sonoro]

I

I

R

I

Como se v e , en (3.38) no sólo elidimos el linde de palabra, y el rasgo [+consonántico], sino que, además, sostenemos que en todos los casos el contexto es el m i s m o : lo que se requiere es que / s / esté seguida de un segmento sonoro en el inicio. Es decir, hemos suprimido una regla, dado que en (3.37) se están a b r e v i a n d o las reglas (3.39a,b), y con ello ganamos en generalización.

(3.39) a. s—> [+sonoro] / b. s —>[+sonoro] /

#[+consonántico,+sonoro] [+consonántico, +sonoro]

Los p r o b l e m a s d e t e c t a d o s aquí, están presentes en la formulación de varias reglas que describen procesos fonológicos del español y, creemos que también en reglas propuestas para dar cuenta d e procesos f o n o l ó g i c o s d e otras lenguas. Consideramos que si ahondáramos más en los principios que dan cuenta d e las propiedades prosódicas, no sólo de la palabra, sino también de la frase, la fonología ganaría en autonomía y en adecuación descriptiva y explicativa.

3.4. Importancia del problema Para nosotros, c o m o para cualquier estudioso de la lingüística, está fuera de duda la importancia de trabajos en los que se presenten reflexiones argumentadas sobre la fonología de una lengua en particular y sobre aspectos de lingüística general. Por ello, no nos parece necesario dedicar espacio y cansar al lector

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Fonología española

con consideraciones destinadas a justificar este tipo de trabajos, que son obvias y no exigen mayor presentación. El hecho es que toda lengua requiere de la pronunciación como un mecanismo de expresión del significado. Por ende, éste es uno de los subniveles de análisis que necesita ser debidamente abordado.

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