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1. "Y el verbo se hizo carne" 1. Y el verbo se hizo carne Juan 1:14 Un cristiano estadounidense narra en un libro, su viaje a las Filipinas con el fin de evangelizar personas de aquel país. Dichas personas viven como algunas de la capital mexicana, los llamados pepenadores. Escarban en un vertedero de basura todos los días. Viviendo en Manila, la capital del país, aparte de ganar la vida vendiendo lo que encuentran, también hacen sus chozas con materiales desechados en aquel enorme vertedero. Es también donde encuentran algo de comer y vestir. Allí viven toda su vida. Y al morir en el mismo vertedero las sepultan. Lo que es sorprendente, es que misioneros norteamericanos, que están intentando ganar las almas para Cristo, también adoptaron el mismo estilo de vida. Viven en un vertedero de basura, tras haber vivido con todas las comodidades que una vida en los Estados Unidos puede ofrecer. Es de veras sorprendente lo que tuvieron que privarse aquellos misioneros tan solo para compartir la Palabra de Dios con aquellos habitantes de Manila. Más sorprendente aun fue la jornada de Cristo desde el cielo a la tierra. Ese fue el ejemplo más contundente de quien dejó una vida de rey para vivir en pobreza. En el cielo era rey; en la tierra era marginado, viviendo de la caridad ajena. Basados en varias opiniones acerca de quien es Jesucristo, no tenemos otra alternativa que dar la perspectiva bíblica acerca del Mesías. Si hay algo de suma importancia en la vida del creyente del Nuevo Testamento, es la de conocer todo acerca de Jesucristo. El significado de la palabra cristiano es “seguidor de Cristo”. Entonces, ¿como se puede seguir a alguien desconocido de nosotros y cuyas enseñanzas también desconocemos? A algunos la vida y las enseñanzas de Cristo es tema de escuela dominical para niños y no para adultos. Y con eso la mayoría de los creyentes no crecen en la fe en Cristo. Vale la pena el tiempo que invertimos aprendiendo más del Señor porque no podemos seguir en ignorancia de quien es Cristo. Utilizaremos como base el evangelio de Juan, también conocido como El evangelio según Juan, porque narra la vida y enseñanzas del Maestro. También conoceremos que Aquel que vino del cielo, también tenía mucho de humano. Igual que los misioneros americanos en Manila mencionados en el inicio, Jesucristo se hizo uno de nosotros para que mejor nos identifiquemos con él. Leer Juan 1:1-3, 14-18 El vocablo logos (del idioma original) usado en el primer capitulo de Juan, que en español se traduce como verbo, también puede traducirse como palabra. Además, el libro de Juan tiene como propósito el de probar que Cristo, el Dios hecho hombre, vivió en la tierra, enseñó, dejó ejemplos poderosos de humildad y de poder, y por fin murió por los pecados de sus

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seguidores. He aquí la versión del autor de Hebreo acerca de esa verdad: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, 2 en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo” (1:1-2). Al utilizar las palabras verbo o palabra y atribuyéndolo a Jesucristo, Juan comunica a sus lectores que el Señor es la manifestación viva de la Palabra de Dios. En resumen, Jesucristo comunica a todos quien es Dios en toda su gloria. También hace conocida a todos nosotros la mente y el corazón de Dios, la voluntad del Señor, el corazón y el carácter de Dios. Y eso solo es posible porque Jesucristo (juntamente con el Espíritu Santo y Dios Padre), también es Dios. Lo que ahora es palabra de Dios, antes fue una persona, y no un libro. En la realidad, la Biblia es la palabra de Dios precisamente porque ella contiene la revelación de Jesucristo. Nosotros adoramos a Cristo y no las Escrituras. Por eso es que la Biblia es tan importante a nosotros: en ella encontramos la palabra inspirada del Dios infalible, que nos revela el Salvador del mundo. Así, Jesucristo es el verbo, la palabra viva de Dios. Es por él que Dios se comunica con nosotros. Si entendemos eso, podremos entender mejor el evangelio de Juan y conocer mejor a Cristo. Hay dos aspectos de la naturaleza de Cristo, la palabra viviente o el logos, y la palabra encarnada. He aquí la primera: I. Jesucristo es palabra eterna – es Dios “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Él estaba con Dios en el principio”(Juan 1:1-2). Si Jesucristo es el verbo de Dios, según dice Juan, entonces él debe por necesidad ser eterno. ¿Por qué? Porque Dios es eterno. Jesucristo, es el Dios viviente. Hay un aspecto de la naturaleza de Cristo que ha sido muy discutido actualmente que es este: Muchos niegan la divinidad de Cristo. Jesucristo no empezó su vida al nacer en un pesebre en Belén. Él es la palabra de Dios eterna. Él no tiene ni inicio ni tendrá fin por ser él propio Dios. Hagamos un estudio más detallado. En Juan 8, Jesucristo habla con lideres religiosos y menciona que el patriarca Abraham se alegró con su venida. Eso causó confusión entre sus interlocutores y leemos en los versos 57 al 59: “ Ni a los cincuenta años llegas, le dijeron los judíos, ¿y has visto a Abraham? 58 Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!59 Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió inadvertido del templo”. ¿Cuál era el problema de aquel dialogo? Jesucristo no solo afirmó que existió antes de Abraham, pero dijo también que era el “Yo Soy”. Ese fue el nombre que Dios dio a si mismo en Éxodo 3, cuando Moisés le preguntó cómo explicar al faraón del Egipto quien le había enviado para libertar a los israelitas de la esclavitud (“Diles “Yo Soy” te envió”). Por lo tanto, Jesucristo decía de una manera que ellos entendían muy bien: “Yo Soy Dios”. Jesucristo dijo algo semejante en el capitulo 10. Durante su discurso en que él se describe como el Buen Pastor, dijo estas palabras: “27 Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas

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me siguen. 28 Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. 29 Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. 30 El Padre y yo somos uno” (27-30). Jesús y el Padre están unidos en el propósito de salvar y proteger el rebaño porque ambos son Dios. Hay varios lugares en que podríamos encontrar versos semejantes como en Colosenses 1:19: “Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud”. Y en 2:9: “Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo”. Es esencial conocer la divinidad de Cristo para poder entender la Palabra de Dios. Así como el logos, la palabra viva de Dios, Jesucristo es y siempre ha sido, Dios hecho hombre. II. Jesucristo es la palabra encarnada – Cristo es humano Aparte de su naturaleza divina, Jesucristo adoptó una naturaleza humana pura por su nacimiento milagroso, virgen, con la finalidad de perdonar los pecados de los seres humanos (Leer otra vez esta afirmación). Hay tres cosas que necesitamos explicar acerca de esa afirmación: 1) que Jesucristo nació de una virgen, 2) que nació con una naturaleza pura, sin pecado y 3) porque él nació como verdadero ser humano. Casi todos conocemos el primer punto. Hemos leído las palabras de Lucas 1, que describen la escena del nacimiento de Cristo. Acuérdense de las palabras de Isaías, repetidas en Mateo 1:23: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel»[a] (que significa «Dios con nosotros»). Eso es importante porque el propósito de nacer de una mujer virgen fue para que naciera sin la naturaleza pecadora. No se trata tan solo de que Cristo no pecara, sino que su naturaleza fuera pura. Él jamás tuvo intenciones de cometer pecado. Leemos en Santiago 1:13 que: “Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie”. Hemos explicado que Jesucristo es Dios encarnado y por lo tanto no tuvo pecados, o sea, no estuvo sujeto (a nivel espiritual) ni a tentaciones. Sabemos que él fue tentado cuando estuvo en la tierra. Pero inmediatamente reveló que no había en él pecado, como ni era pecador y ni podía sucumbir a las tentaciones, porque Dios y el pecado no pueden coexistir. La naturaleza pura de Cristo es lo que le hace perfecto como sacrificio por nuestros pecados. Él es el cordero de Dios sin mancha, que quita los pecados del mundo. Cuando Juan le vio pasar, dijo entusiasmado: “¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” Ambos puntos están de acuerdo con este ultimo dato: Que Jesucristo es totalmente humano. En nuestro tiempo, el pensamiento moderno y el pos moderno tienen la tendencia negar la divinidad de Cristo, como hemos mencionado. En la época de Juan, había otra amenaza contraria a esa: que Jesucristo no era humano. Enseñanzas empezaron a surgir afirmando que Cristo solo tuvo la apariencia de ser humano;

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que él era más un espíritu o quizás un fantasma. A esos les llamaban doscetistas porque creían que la materia, o la carne era de origen pecadora y por eso Cristo no podría haber tenido un cuerpo físico. Juan niega eso de manera categórica, tanto en su evangelio como en sus cartas. Entonces podemos concluir que Jesucristo, el verbo (logos) de Dios, es palabra eterna porque es Dios. También es palabra encarnada, porque es humano. Concluimos que él es totalmente Dios y humano al mismo tiempo. Los eruditos dicen que esa es una unión hipostática. Se refieren al hecho de que Jesucristo tiene dos naturalezas en una sola persona. Él siempre fue y será, desde el día de su encarnación, tanto Dios como hombre al mismo tiempo. Las dos naturalezas coexisten perfectamente. Conclusión: Si no crees en Jesucristo como Dios, entonces no crees en el Cristo de la Biblia. Si no crees en Jesucristo como hombre, tampoco crees en el Cristo de la Biblia. He aquí mi desafío: que examinemos nuestra creencia en Cristo. El niño del pesebre, de los cuentos navideños, no es tan solo parte del folclore de este país. Mi oración, a ti que estás leyendo este libro, es que mientras lee la narrativa del nacimiento de Cristo (Lucas 2), se fije que esa fue la primera vez que Dios bajó del cielo para vivir en la tierra con una misión redentora. Y el verbo se hizo carne. Y porque aquel verbo un día lo colgaron en una cruz romana, ahora puedes acercarte a Dios, dejar la vida de pecados, restaurarse por la gracia de Dios, por la fe en Cristo (Efesios 2:8). A él gloria. 1. Y el verbo se hizo carne Preguntas para refrescar la mente: 1. ¿Cómo se compara la actitud de los misioneros en Manila à la venida de Cristo? 2. ¿Cuál es la diferencia entre los misioneros y la vida de Cristo al venir al mundo? 3. ¿Cuál es la fuente más segura de información acerca de la divinidad de Cristo? 4. ¿Por qué es que sentimos tener tanto en común con Jesucristo? 5. ¿Qué es lo que podemos encontrar en el evangelio de Juan? 6. ¿Cómo describe Hebreos la manera en que ahora Dios habla a los hombres? 7. ¿Cómo podemos traducir también la palabra “verbo” (del griego: logos)? 8. Desde que es el “verbo de Dios”, ¿cuánto vivirá Cristo?

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9. ¿Qué afirmaba Cristo al decir: “Antes de Abraham nacer, Yo Soy”? 10. ¿En que sentido se describe Cristo como “el buen pastor”? 11. ¿Por qué es que le pusieron “Emanuel” al hijo de Dios? 12. ¿Por qué creían los doscetistas que Cristo no vino a la tierra en un cuerpo humano? 13. ¿Por qué es importante creer en Cristo precisamente como lo describe la Biblia?

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